Los movimientos estudiantiles y el rector Borrero

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Foto de cubierta: Cafetería Cataluña. Escenario de encuentro del Movimiento Cataluña durante los años 70. Campus de la Pontificia Universidad Javeriana. Archivo Histórico Javeriano Juan Manuel Pacheco, S.J.

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inicios de los años setenta la Universidad Javeriana recibió al Padre Alfonso Borrero, S.J., como Rector, un personaje que trajo consigo una formación intelectual tan estructurada, que per-

mitió recapitular sobre lo logrado por sus rectores antecesores y reescribir una nueva universidad. Pero el Padre Borrero no sólo se enfrentaría con una coyuntura de

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orden administrativo, sino con una sociedad efervescente, donde las condiciones sociopolíticas del país y las influyentes tendencias culturales que venían en auge del exterior, caracterizaron a la juventud y al estudiantado local; de tal suerte que esta eventualidad no sería ajena a la Universidad Javeriana. El pensamiento y la pluma del Padre Borrero se presentan en los documentos transcritos en esta publicación. Estos textos dan cuenta de los movimientos estudiantiles que aparecieron en el ambiente universitario de aquellos años y en especial aquellos que se realizaron dentro del claustro javeriano bajo su mandato. Con esta publicación, el Archivo Histórico Javeriano inicia la colección Documentos Javerianos, con textos inéditos tomados de sus fondos documentales.

Archivo Histórico Javeriano Juan Manuel Pacheco, S.J.



Los movimientos estudiantiles y el rector Borrero


Gran Canciller P. Adolfo Nicolás, S.J. Vice-Gran Canciller P. Francisco de Roux, S.J. Rector de la Universidad P. Joaquín Emilio Sánchez García, S.J. Vicerrector Académico P. Vicente Durán Casas, S.J. Vicerrector del Medio Universitario P. Antonio José Sarmiento Nova, S.J. Vicerrector Administrativo Roberto Enrique Montoya Villa Secretario General Jairo Humberto Cifuentes Madrid Directora del Archivo Histórico Juan Manuel Pacheco, S.J. Alma Nohra Miranda


Los movimientos estudiantiles y el rector Borrero


Documentos Javerianos Archivo Histórico Javeriano José Manuel Pacheco, S.J.

Documentos Javerianos es una publicación seriada que presentará temáticamente algunos de los documentos contenidos en los fondos documentales y colecciones que conserva el Archivo Histórico y que dan cuenta del actuar histórico javeriano, de sus rectores, directivos, profesores, estudiantes y egresados; de su vida académica y cotidiana; del proceso de creación de sus grupos de investigación y programas académicos, y de su presencia en la vida nacional.

Reservados todos los derechos

Comité editoral:

© Pontificia Universidad Javeriana

Jairo Humberto Cifuentes Madrid

© Jairo Humberto Cifuentes Madrid,

P. Fabio Ramírez Muñoz, S.J.

Joaquín Ernesto Galeano Gómez,

Carlos Julio Cuartas Chacón

Alma Nohra Miranda Leal, Adriana Ordóñez Paz Primera edición: noviembre de 2010

Adriana Ordóñez Paz Alma Nohra Miranda Leal Jose Luis Guevara Salamanca

Bogotá, D.C. Número de ejemplares: 200 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia

Corrección de estilo: Jose Luis Guevara Salamanca Diseño y diagramación: María del Pilar Palacio Cardona Montaje de cubierta: María del Pilar Palacio Cardona Impresión: Javegraf

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.



Contenido

Presentación

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Jairo Humberto Cifuentes Madrid

Introducción

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Joaquín Ernesto Galeano Gómez

Alma Nohra Miranda Leal

Adriana Ordóñez Paz

La situación universitaria I. En la Universidad Javeriana

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1. Historia de una Ponencia, 1970

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2. Actitudes javerianas ante la Ponencia y las “Hojas amarillas”

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A. “Los abajo Firmantes”. Un Seminario que no se realizó

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B. El Movimiento “ACCIÓN 365”

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C. El Movimiento “Z”

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D. El Movimiento de “El Ocaso”

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II. Los movimientos y sus causas

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Iii. La situación universitaria

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1. Lo que aconteció en 1969

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2. El Conflicto que originó otros muchos. 1970

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3. Solidaridad Estudiantil

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4. Repercusiones en la Universidad Javeriana: La “Marcha de la Reflexión”

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5. La Comisión Nacional Coordinadora. Suescún

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Iv. De nuevo en la Javeriana

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1. Otros Movimientos

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2. Con el nuevo Rector. Julio 18 de 1970

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3. El Movimiento ‘Cataluña’. 1970

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Ilustraciones facsimilares

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Presentación Que si la historia ha sido siempre maestra buena, mucho tiene que aprender de la Historia de las Universidades quien quiera decirse universitario verdadero: investigador, profesor, estudiante, administrador. Alfonso Borrero Cabal, S.J.

El Archivo Histórico Javeriano Juan Manuel Pacheco, S.J., por su misión, se ha encargado de preservar la memoria institucional de la Pontificia Universidad Javeriana, no solo en relación con la gestión académica y administrativa de la Universidad, sino también y, ciertamente más importante, en cuanto a su contribución al desarrollo del país y de su aporte a la cultura nacional. Cualquier persona que se encuentre interesada en indagar sobre la historia de la Universidad, desde su fundación en la Colonia hasta nuestros días, encontrará en el Archivo Histórico Javeriano un rico universo de fuentes documentales que la acercarán a cada uno de los momentos y de las personas que a lo largo del tiempo han conformado esa comunidad de maestros y estudiantes javerianos, quienes se dedicaron y dedican al cultivo y la generación del saber humano, su conservación y transmisión; la conformación de la cultura, y el servicio a la sociedad. Con la publicación de Documentos Javerianos, el Archivo Histórico Javeriano enriquece su misión de conservación de los documentos de la historia institucional con su difusión, pues la conservación de la memoria tiene sentido en tanto cuanto se conoce y se aprende de ella. Documentos Javerianos es una publicación seriada que presentará temáticamente algunos de los documentos contenidos en los fondos documentales y colecciones que conserva el Archivo Histórico y que dan cuenta del actuar histórico javeriano, de sus rectores, directivos, profesores, estudiantes y egresados; de su vida académica y cotidiana; del proceso de creación de sus grupos de investigación y programas académicos, y de su presencia en la vida nacional. Esta serie cuenta con un comité editorial conformado por destacados profesores conocedores a profundidad de la historia y la vida institucional javeriana. Su erudición asegurará la relevancia de las temáticas y de los documentos seleccionados para su publicación. Se presenta, de esta manera, a la Comunidad Educativa javeriana un medio para conocer y aprender de su propia historia institucional pues ella es verdadera y buena maestra.

Jairo Humberto Cifuentes Madrid Secretario General Pontificia Universidad Javeriana


introducción Joaquín Ernesto Galeano Gómez Alma Nohra Miranda Leal Adriana Ordóñez Paz

Usualmente se percibe la historia como un cúmulo de eventos o personajes distantes en el tiempo, de los cuales sólo se tiene una concepción en nuestra memoria a partir de fuentes de primera mano. Sin embargo, es emocionante ver una película de época, que cuente difusas historias que ya se han hecho ciertas con el pasar de los años y la oxidación de las sospechas, ver fotos antiguas de escenas familiares que nos evoquen ese pasado echado al olvido y algunas veces recalcar sobre nuestra memoria para traer a colación nuestra desgastada identidad. A pesar de esto casi nunca nos detenemos sobre la fuente real, es difícil recaer en el sentir físico de la historia. Una documentación de orden audiovisual, sólo se puede datar en nuestro país con una distancia inferior a los 80 años, cintas de televisión o vinilos de audio, pero la historia reposada sobre estantes y anaqueles se ha preservado por cerca de 500 años y quienes se han encargado de mantener la historia a nuestra disposición han sido los archivos. Es impredecible asegurar que un documento que se produzca en un instante cualquiera tenga una importancia histórica en el futuro, pero es el deber de un archivo conservarlo para futuras investigaciones. La sociedad y los individuos son producto del pasado y quienes han dibujado su devenir, han hecho mella en la identidad, memoria y en el presente. En cuanto a la comunidad universitaria, la vida transcurre entre los salones de clase, las oficinas, el campus y pocas veces la gente se detiene a pensar en quiénes fueron los gestores de esta institución. Parece ser suficiente con la pregunta por los nombres de los edificios o por las fechas con el fin de tener referentes sobre la antigüedad de la Universidad. A inicios de los años setenta la Universidad Javeriana recibió al Padre Alfonso Borrero, S.J., como Rector, un personaje que trajo consigo una formación intelectual tan estructurada, que permitió recapitular sobre lo logrado por sus rectores antecesores y reescribir una nueva universidad. La Universidad Javeriana como se conoce hoy en día es fruto de los cambios gestados a partir de la rectoría del Padre Borrero. La organización del gobierno general de la Universidad, la participación de los profesores y de los estudiantes en los consejos de facultad, el Medio Universitario, la estructura en departamentos, así como la creación de la Biblioteca General y la introducción de la interdisciplinariedad a través de la Facultad de Estudios Interdisciplinarios (FEI). Pero el Padre Borrero no sólo se enfrentaría con una coyuntura de orden administrativo, sino con una sociedad efervescente, donde las condiciones sociopolíticas del país y las influyentes tendencias culturales que venían en auge del exterior, caracterizaron a la juventud y al estudiantado local; de tal suerte que esta eventualidad no sería ajena a la Universidad Javeriana. El escenario no era simple, el país cumplía cerca de una década del Frente Nacional, con el cual las tendencias políticas de los partidos tradicionales habían perdido un sentido claro y el enemigo

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se había hecho común. La amenaza comunista se había filtrado en el país desde los años cincuenta y con la formación de las guerrillas, la polarización en la sociedad se hacía evidente. El triunfo de la revolución cubana y símbolos como el Che Guevara, Camilo Torres y París del 68, eran lugares comunes en los estratos de la sociedad que no estaba conforme con lo ocurrido políticamente en el país. Este inconformismo no tardó en llegar a las aulas de clase, al mismo tiempo que se trasladaba con rapidez a los pasquines, las revistas, los comités estudiantiles y las marchas, que orientaron al estudiantado a organizarse en movimientos, que más tarde serían reprimidos con el cierre temporal de algunas de las universidades más importantes del país. Al finalizar su rectorado el Padre Alfonso Borrero, entregó a la comunidad javeriana un compendio de eventos titulado Autobiografía de un Documento Azul Historia de un Septenio y Tres Eventos Coronarios. En él hace gala de su estilo narrativo y brinda una radiografía de lo acontecido en la Universidad en los siete años de su rectorado. Este compendio inédito, escrito a manera de informe, inicia con una justificación de su título, que es un abrebocas de lo que serán sus contenidos y sus expresiones algunas veces desenfadadas y otras veces sarcásticas. Es sencillo ubicar la historia de un septenio con relación a los siete años de rectorado del Padre Alfonso Borrero, los que considera, “el más agitado en la historia de la universidad”, y en cuanto a los “Tres eventos coronarios”, el Padre Alfonso Borrero acude a la memoria de sus antecesores en la Rectoría de la Universidad para dar rienda suelta a lo que serían los nuevos rumbos de la Javeriana durante su rectorado. Este informe en su estructura sugiere una línea de acción clara, desde los años anteriores a su rectorado, con el inicio de las reformas estatutarias que son la marca de su primer año de gestión; el Padre Alfonso Borrero suele ser metódico y ordenado en su narración, no deja ningún evento suelto en sus descripciones y fortalece su discurso con un acertado apoyo en las fuentes, un ejemplo palpable son sus referencias que contextualizan los contenidos expresados dentro del informe. Este caso en particular se refiere a la primera parte del texto, en donde el Padre Alfonso Borrero con base en lo causado por la reforma estatutaria, hace un recorrido por una de las instancias más interesantes de la historia institucional de la Universidad Javeriana. Este se refiere al cambio sufrido por la Universidad y la coyuntura en las reacciones del ambiente estudiantil. Estos hechos son los fundamentos expuestos por el Padre Alfonso Borrero para iniciar su apartado sobre los movimientos estudiantiles en la Universidad Javeriana. En el informe se hace un recuento de las circunstancias sociopolíticas que hicieron plausibles el origen de ciertos grupos estudiantiles, que tuvieron algún protagonismo en los primeros años de la década del 70 y que trajeron consigo diversas expresiones que los harían casi únicos en el devenir histórico de la Universidad. Pasquines, periódicos, panfletos, revistas, fueron el legado de algunos de estos movimientos, lo que, acertadamente, el Padre Alfonso Borrero trae a colación para contextualizar a sus lectores en torno al ambiente universitario de aquellos años.

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Sin embargo, el informe trasciende los límites de la Javeriana y recorre las instancias más innatas, de lo que fueron las causas de los movimientos que surgieron hacia los años setentas en las universidades más importantes del País. Todo confluye en la coyuntura del año 69 en donde se entrecruzan diversos ambientes hostiles en la mayoría de los claustros públicos universitarios, punto en el cual el Padre Borrero hace especial énfasis en lo acontecido en la Universidad Nacional de Colombia, para contextualizar lo ocurrido en la Javeriana. Los hechos acaecidos en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional generaron un eco que fue oído en todas las universidades del país. Las reacciones por parte de las directivas de la Universidad Nacional y la postura del Estado llevaron a que las demás universidades, incluida la Universidad Javeriana, generaran un movimiento de respaldo y solidaridad a lo que ocurría en las instalaciones de la Universidad Nacional. Este movimiento que encauzó lo acontecido en la Nacional se llamó Movimiento Nacional Estudiantil y trajo consigo movilizaciones, publicaciones y una participación casi unánime de los estudiantes de las universidades del país. Con base en la proclamación de una crisis en los ámbitos educativos y en protesta al cierre de la Universidad Nacional, los estudiantes de la Javeriana se organizaron en asambleas para manifestarse en contra de estos eventos y en defensa de la universidad como institución y concertaron organizar lo que se conoció como La Marcha de la Reflexión. De esta muestra de apoyo emergió un grupo de profesores javerianos que se conocieron bajo el nombre de los Abajo Firmantes, que expuso sus preocupaciones no sólo en el ámbito académico y estatal. Los Abajo Firmantes lograron reunirse con el presidente Carlos Lleras y expusieron sus preocupaciones por la actualidad del ámbito universitario y, tras su reunión, su actitud frente al cierre de la Universidad Nacional fue manifestado abiertamente. Tanto La Marcha de la Reflexión como el grupo de los Abajo Firmantes son evidencias del ambiente efervescente en la comunidad estudiantil javeriana, y aunque fueron tildados de subversivos, rebeldes y recibieron un trato fuerte por parte de las directivas, estas expresiones fueron las bases de lo que acontecería en la Universidad en los años siguientes, acontecimientos que el padre Alfonso Borrero narra y comenta acertadamente desde su postura como Rector, pero también con su particular postura intelectual. Del informe del Padre Borrero se ha seleccionado un capítulo que se encuentra entre los más descriptivos y que muestra tanto el pensamiento del Padre Alfonso Borrero como un interesante escenario en la vida de la Universidad Javeriana. Es un documento que dibuja parte de la identidad de la Universidad y es reserva del pensamiento javeriano, por estas razones su consulta se hace importante en pro de rastrear el devenir de la Javeriana.

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La situaciรณn universitaria P. Alfonso Borrero Cabal, S.J.



Entiéndase que en el ádito de mi gestión rectoral, atento oído obligábame prestar a las inquietudes estudiantiles aportadas por el oleaje de inquisiciones legítimas sobre la Universidad; y que, conocedor del ambiente universitario nacional, estulto hubiera sido prescindir de él, como que insinuó a la Asociación Colombiana de Universidades a promover el célebre seminario sobre los conflictos universitarios.

I. En la Universidad Javeriana Tal el imperativo de estos apartes imprescindibles. Hablan de los tiempos y circunstancias dentro de las cuales se imponía dar el paso final para reformar los estatutos de la Javeriana, so pena de que otros lo hicieran por nosotros u obligaran la adopción de fisonomías universitarias contrarias a nuestra historia o vueltas de espalda a la reflexión de tantos años, según ella se ha descrito. Suficientemente avisados nos encontrábamos de cuanto la Asociación había producido en pensamiento universitario durante su etapa más gloriosa y brillante, y que en buena hora había podido yo vivir, asida la pasión a la mano conductora de la ciencia.

1. Historia de una Ponencia, 1970 En el Seminario, también dicho “Etiología de los Conflictos Universitarios”, reunido en el Hotel Suescún, Boyacá, junio 27 a 29 de 1970, fui ponente y presidente de una de las tres comisiones. Otros fueron el doctor Jorge Vergara Delgado, ex-rector de la Universidad Nacional de Colombia y el general Álvaro Valencia Tovar. Los temas fueron discernidos en armonía con directivos, profesores, líderes universitarios, estudiantes, miembros del ejército y de la policía, periodistas. Todos cuantos, en una u otra forma, intervienen en la configuración del acontecimiento universitario. Mi ponencia, intitulada “Poder, participación y autoridad universitarias” tendíase sobre amplio espectro de asuntos que dicen con la historia, la vida, el gobierno de las universidades. Buen cuidado tuve de consultar borradores con grupos estudiantiles del país. Recuerdo con gratitud que las universidades Externado de Colombia y Gran Colombia me abrieron sus puertas para procurarlo. También las tornó a mí patentes la Casa Universitaria de Bogotá, rica en estudiantes javerianos. Con estudiantes, digo, que tanto iluminan y advierten aunque a veces poco concluyan o decidan.

2. Actitudes javerianas ante la Ponencia y las “Hojas amarillas” En la Javeriana, las ideas de la ponencia fueron discutidas con el grupo de profesores que llegó a ser conocido con el mote de “los abajo firmantes”. Profesores predominantemente noveles -casi estudiantes aún- que, desde 1969, veníanse reuniendo en forma espontánea para estudiar y discutir asuntos de filosofía, arquitectura, psicología, educación, medicina, enfermería. Los había de muchas facultades en acercamiento interdisciplinario, pues que tal interés, ya tenía vigor en nuestra vida.

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El mote les vendría de un documento que suscribieron con ocasión de los acontecimientos de marzo de 1970, sobre los cuales hablaré posteriormente. Ellos, lo mismo que profesores y estudiantes de universidades con quienes me entrevisté, aportaron inextinguibles luces a mi indagador escrito.

A. “Los abajo Firmantes”. Un Seminario que no se realizó Este grupo, al que pertenecieron actuales directivos de la Javeriana de hoy, lo mismo que promotores del Movimiento Cataluña, en el segundo semestre de 1970, y también del paro médico de 1976, penetró con libertad por el texto y gráficos de las “hojas amarillas”, y propuso realizar un seminario interno de la Universidad Javeriana. Los profesores de la Facultad de Filosofía y Letras pertenecientes a “los abajo firmantes”, fueron los principales promotores de la idea del seminario. En documentos por ellos suscrito el 21 de septiembre del año 1970, aceptan trabajar con el nuevo rector; pero la participación sería, por parte del grupo, con “unidad de planteamiento y unidad de compromiso; un carácter propio”, lo que implicaría de ellos “un trabajo en conjunto, con actitudes propias y autónomas”. Y del estudio de las “hojas amarillas” deducían autónomamente que los “temas para estudiar serán: estructura académica y administrativa, medio universitario, autoridad y participación, lo financiero, planta física, escalafón de profesores, estatutos”,-documento adicional de “los abajo firmantes”, del 22 de septiembre-. Ellos habían venido pensando que el seminario debería realizarse en 1970. En el documento del 21 de septiembre vieron la “conveniencia de aplazar el seminario definitivo para comienzos del próximo año”. Pero el seminario nunca se realizó. O, mejor, sí. Pero bajo determinantes específicas -como se verá- en enero de 1971.

B. El Movimiento “ACCIÓN 365” Entre los grupos estudiantiles espontáneos, la ponencia sobre conflictos tuvo -que se sepa -otras reacciones. Una fue la de Acción 365 en 1970. Ignoro cuál sea el origen de tan enigmático nombre. Lo componían estudiantes de derecho, ingeniería civil y estudiantes jesuítas de la facultad de teología especialmente. También profesores jesuítas de la Universidad. A la ponencia contraponían el documento emanado del CELAM, “Los cristianos en la Universidad”. CELAM, Bogotá, 1967. Contrastaban de uno y otro estudio los conceptos de participación y diálogo entre personas; diálogo de las ciencias (sin usar el término interdisciplinariedad, presente ya en mi entendimiento). A los integrantes de Acción 365 sonreían los avances democráticos exhibidos por el documento de Buga -así se lo ha conocido ordinariamente- según los cuales la autoridad universitaria, elegida por voto democrático directo, no pasa de ser un personero de la célula universitaria fundamental, el binomio profesor-alumno. En Acción 365 actuaban estudiantes de sociología y trabajo social, pues una de las publicaciones impresas distribuidas por doquier, reza: “¿Qué es sociología que no sea Usted? ¿Qué tiene

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sociología que no tenga Usted? ¿Qué hace sociología que no haga Usted? Sociología tiene consejo estudiantil y Usted no. ¡Acción 365!”. Este fuerte ingrediente sociológico estaba también aportado por los estudiantes jesuitas de teología y filosofía, a partir de un documento interno llamado la Carta de Río (Revista Javeriana, No. 345, junio, 1968) que, interpretada por algunos miembros de la Compañía de Jesús, sometía el apostolado educativo de los jesuítas a la escrutadora vigilancia de los ocupados en el llamado apostolado social. Ni faltaban de entre ellos quienes esgrimieran otro escrito interno de los jesuítas -éste no oficial- la Carta de Florencia, de corte e inspiración ‘francofortiana’, como que distante ‘movimiento’ proveniente de otros ultra mares, procuraba intervenir la vida javeriana desde ‘allende los mares’. Acción-365 data probablemente de 1969; y los boletines anónimos ofrecidos a los comensales de cafeterías o viandantes de la Universidad, que penetraban las aulas o se pisaban en los pasillos, descubren acurado conocimiento de conceptos que yo depositara en escritos sobre el gobierno de las universidades. Uno de ellos, varias veces citado por quizás críptica, es el anexo primero de las “hojas amarillas”, que de tal asunto trata (1967). Otro es un estudio de mi cosecha, escrito en 1968, analítico e histórico de “La reforma universitaria de Córdoba’’, Argentina, conmemorativo del cincuentenario de tan mentado evento en nuestra vida universitaria latinoamericana. Tengo la certeza de que integrantes de la Acción 365 me escucharon exponer ese estudio en la Casa Universitaria de Bogotá.

C. El Movimiento “Z” Hacia julio de 1970, a propósito del cambio del rector, estudiantes y profesores de las mismas facultades mencionadas -algunos los mismos de la Acción 365- se presentaron en la palestra pública bajo el nombre de Movimiento Z. Por entonces, película de este nombre se proyectaba en las salas cinematográficas de la ciudad. Cambio = Z, ‘slogan’ de pretensiones algebraicas, embadurnaba los muros de la Universidad. A este grupo -o quizás a Acción 365- atribuyo amplio letrero que decía: “Borrero masoquista”. Lo dejé estar por un tiempo mientras consultaba esta posible patología psicológica de mi contexto personal. Enrojecía - ¿tal vez estaba negro? No recuerdo - sectores vecinos a lo que será la entrada próxima del túnel peatonal de la calle cuarenta y uno. Multicopió el Movimiento Z un periódico de vida efímera -como la de todos- llamado “Ideas” que circulaba por la cafetería. Dos espontáneas del periodismo, una de ellas trabajadora social, y hoy profesora de la Universidad me hicieron un reportaje. ¿El tema? La ponencia de Suescún. Esta preocupaba; y, como uno de los números de Ideas lo expresa, se temía que con los principios presentados por el rector en esa ponencia, se restaba fuerza al “consejo estudiantil, formado con gran esfuerzo” en la Javeriana. Este movimiento era a veces insultante, agresivo. En sus hojas de sucio mimeógrafo se trata al javeriano de “apático, burgués, arribista, neutro, cobarde, sumiso, escolar, líder, inmaculado”. “El javeriano es... usted... y el de junto también”. “Hay hombres que no tienen hombría. Hay universitarios que son escoria de la cultura. Hay javerianos que son verdaderos javerianos”.

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Tales maravillas se leen en los volantes con amplia “Z” sobre sellada en papel ordinario. Y en desparpajado artículo que apareció en “Ideas”, se queja de la agencia javeriana de empleos, que a los desocupados les consigue ‘chanfainas’ hasta de ministro. Recordemos que se habló mucho por entonces de los muchos ministros javerianos en el gabinete de Pastrana. Como si en otros regímenes hubieran sido menos. Pues bien, los del grupo “Z” no han llegado aún a la edad ministerial. Arribistas, puesto que son javerianos, no tengo la menor duda de que allá llegarán. Porque debo reconocer que entre ellos se cruzaban todos los lenguajes y se unían inteligencias. Lo que he copiado de algunos de sus comunicados no es ciertamente representativo de lo que este grupo, bien conocido, ciertamente aportó en reflexiones universitarias. No fue justo este movimiento, ni su periódico “Ideas”, con la administración que concluía en 1970. Mientras a los pies del nuevo rector dejaban caer volantes que repetían divisas traducidas del francés violento en las barricadas de París, 1968: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Porque -ya lo insinué- los de “Z” eran avizados y leídos. Trajeron a la Javeriana la buena nueva del disturbio parisiense y contaban en su seno con alguien que había participado en los disturbios de la Ciudad Luz. Por lo menos tales cosas contaba a los javerianos atónitos, bien guarnecido de su carácter de jesuita.

D. El Movimiento de “El Ocaso” Las llamadas “hojas amarillas” aprisionaron también la atención de cuantos conformaron el Movimiento de El Ocaso. Sucede que para la Semana Santa de 1969, la Universidad empezó a suprimir los retiros espirituales de cuaresma que se predicaban a los estudiantes en varias iglesias bogotanas. Promoviéronse, en cambio, convivencias de reflexión espiritual en fincas sabaneras. Una de tales convivencias se reunió en la casa de El Ocaso, con un sentido empujador y reformista que originó vigoroso movimiento. Estaba por entonces viva la actividad de la Casa Universitaria de Bogotá, gestora de propuestas para reforma de la Javeriana, como el que llamaban nuevo sistema para los consejos estudiantiles, documento que data de los años en que era rector el Padre Jesús Emilio Ramírez. •

El movimiento de El Ocaso estaba financiado. Disponía del fondo de ejercicios constituído, paciente y generoso, por uno de los jesuítas de mayor trayectoria científica y pastoral en la Universidad. Y también de haberes de la antigua Congregación Mariana, llamada después OCUM (Organización Católica Universitaria Mariana) y, a su deceso, PROA porque se trataba de echar para adelante, mas no se sabía hacia dónde. • Fueron varias las convivencias en El Ocaso, organizadas por un joven jesuíta y una religiosa, profesora a la vez que estudiante, en la Universidad.

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Jugando con la palabra Ocaso, la primera convivencia se anunciaba: “Ocaso de unas estructuras, Esperanzas de nuevas”. Con lo que en su contexto, la divisa introduce la palabra esperanza, nombre de la localidad calentana sede de El Ocaso. Dicen así las “bases para una plataforma ideológica”, que he considerado necesario transcribir en su integridad. “Primero. nosotros hemos tomado una cláusula en la que queremos esbozar nuestra ideología en síntesis; “Crear una universidad comprometida con el cambio social, que se deje de objetivos individualistas y de prejuicios de clase, que acepte y viva un papel agente activo de la integración de la justicia social en América Latina”. Segundo. nosotros vamos a definir unos objetivos y unas metas claras. Tercero. El móvil de nuestra acción es el cambio profundo de la Universidad, enfrentándonos a todo aquello que pretenda frenar un cambio necesariamente radical. Cuarto. Creemos que el proceso de cambio supone tres momentos: a. El conocimiento del estado actual de la universidad, de toda ella, no solo de sus defectos sino también de sus valores. b. El conocimiento de la meta, del punto de llegada al que vamos a conducir a la universidad con toda la complejidad de esa meta. c. El conocimiento de cada uno de los pasos que vamos a dar para llegar a la meta. La primera meta que se impone en un análisis actual de la Javeriana es: I. • De su estructura en este momento (reforma del Padre Borrero cuadro N° 1) y aspectos tales como: problemas de orden académico, económico, legislativo, estudiantil. • De la reforma que piensa dársele IDEM, etc. II. Del estado del estudiante en la Universidad; situación académica, situación ante las directivas, situación ideológica, bienestar estudiantil, problemas de orden académico, actividades culturales (teatro, danzas, coro, cine-club, etc.) III. Del estado de los profesores y directivas y de sus actitudes. IV. Situación de la docencia en la Universidad y de su investigación. V. Situación del Servicio a la Comunidad. VI. Significación actual del egresado respecto de la Universidad. Quinto. La importancia del conocimiento de la Universidad es enorme. Debemos partir hacia el cambio, de una realidad de la Universidad considerada en su conjunto, para actuar consecuentemente con esta realidad. O de lo contrario el movimiento entra en conflicto interno y se paraliza.

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Sexto. La acción es necesaria: a. Como aportadora y realizadora de datos (sobre el Javeriano, la actualidad de las directivas, los recursos y mecanismos de la Universidad). b. Como vivencia para el nuevo tipo de universidad que buscamos, lo que supone servicio a la comunidad, unión, diálogo y compromiso. c. Debe ser perfectamente realizada y analizada. d. Como paso hacia la meta final. Séptimo. El tipo de ideología del movimiento nos lo da la explicitación del objetivo: a. Una Universidad al servicio del cambio social b. Una Universidad donde se viva ya en el presente el tipo de país que nosotros deseamos para el futuro. c. El diálogo: debemos estudiar nuestro diálogo institucionalizado, consiguientemente implica libertad, unidad, comunicación e igualdad. Octavo. Queremos un nuevo dinamismo para una nueva estructura, basado en la concientificación, en el estudio y en el compromiso. Conclusión: De la definición y de sus objetivos Es un movimiento estudiantil autónomo javeriano, que busca concientización de la realidad histórica, enfrentándose al reto cada vez más urgente de las exigencias sociales mediante la promoción de una auténtica universidad. Por tanto declaramos que lucharemos: I. Por una verdadera Universidad, síntesis de todos los objetos del saber, que es una comunidad de profesores y estudiantes entregados a los trabajos de creación de condiciones propias para el desarrollo integral del saber. II. Por una Universidad cumplidora de su misión, que forme los dirigentes que necesite el país en la técnica, en las ciencias y en los principios de la cultura, conforme a las necesidades de la sociedad, y no sólo de las élites. III. Por la autonomía de la Universidad, que le proporcione el ambiente de sana libertad para desalinear las posturas de las culturas colonialistas, y pueda defender y conciliar, los fundamentos más auténticos de una nueva sociedad, que garanticen la libre investigación y expresión, defendiendo la autonomía de la comunidad universitaria frente a las presiones estatales de grupos políticos, empresariales y de funciones. Y se debe extender inclusive a las relaciones de la Universidad con las jerarquías y superiores religiosos.

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IV. Por la reforma de la Universidad que la ponga a tono con el progreso técnico y científico comprendiendo en ésta el gobierno a cargo de la comunidad universitaria, su organización docente y académica y en general para que se ajuste en su tarea a las condiciones y necesidades de Colombia, de nuestra nacionalidad. V. Por un bienestar estudiantil y como garantía de intervención del profesorado y los egresados como fuerzas vivas de la comunidad universitaria. VI. Aclaramos que la Universidad no es tanto para las ciencias como para el hombre. Por consiguiente su mayor preocupación es crear los medios para que el estudiante encuentre su plena realización, en dos tópicos Verdad y Libertad. Verdad en cuanto haya cátedra e investigación libre en donde el estudiante pueda formarse su propia ideología. Libertad en cuanto los estudiantes puedan participar en el funcionamiento académico de la Universidad de acuerdo con sus intereses y necesidades. Hasta aquí la plataforma ideológica, como reza de la primera convivencia. Que, defensora de la autonomía de la Universidad -mejor, de la convivencia misma- no tuvo reato alguno en invitar personas de otras universidades y de todos los pelambres ideológicos. Tribuna de honor fue dada a los líderes de la izquierda marxista, porque bien estaba invitarlos al banquete de mística y espiritualidad. De paso, también podrían ayudar a configurar el futuro de la Universidad y aun a extender sus opiniones sobre la Carta de Río y la Carta de Florencia y contrastar éstas con un escrito criollo, mis “hojas amarillas”. Es curioso lo que narra uno de los asistentes a la segunda convivencia. Invitado a ella era un joven que no estudiaba en la Javeriana mas había pasado por la Libre y por la Nacional. Este joven insinuó al autor de la memoria de donde extracto la siguiente relación, a entrevistarse con un matrimonio joven. La pareja por entonces daba testimonio en un barrio de invasión. Y con él invitó a siete estudiantes más, todos javerianos. Allá, el tema fue la reforma de la Javeriana, las “hojas amarillas”. Experimentado el anfitrión, cual lobo de mar, díceles: “el estudiantado no es una clase sino un elemento en tránsito, por lo mismo no puede ponerse metas que no puede alcanzar.” Posiblemente el anfitrión había leído -como yo- a Raymond Arón y a Paul Ricoeur: Se ha querido generar en la juventud no sé qué sentimiento de marginalidad social que le hace tender a la permanente disidencia; y ha resultado cómodo, a fin de utilizar a los jóvenes en movimientos políticos, hacerles creer, por primera vez en la historia, que ellos constituyen una clase social con el pleno sentido técnico de la expresión, equiparable, para los efectos revolucionarios, a la clase obrera y la clase campesina, que sí padecen el análisis sociológico correspondiente. Por ello han pululado, junto a los demagogos del obrero y del labrador, los del ingenuismo y fingida marginalidad estudiantil, cuando sigue siendo cierto que las sociedades viven de aquellos y se desviven por los últimos. Y cabe anotar -de paso- la pretensión en boga de coaligar las agremiaciones estudiantiles con las sindicalistas de los empleados, obreros, usuarios campesinos y otras, dizque para aunar fuerzas en torno a la lucha universitaria -homóloga a las luchas de clase-. O la de contrahacer la matrícula

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como un contrato y propiciar el sindicalismo estudiantil para crear inestables afinidades con los movimientos sindicales del mundo. Intento improductivo de revolución. Pues no puede existir alianza permanente entre quienes integran las clases desesperantes, de situación mejorable pero no conmutable, con el fluído pasajero de la juventud rico en ingredientes de esperanza y optimismo. La lucha de clases para la juventud se limita a su homónimo ‘salón de clase’. Superado el examen final, cesó esa lucha. De esto se han percatado campesinos y obreros. Le creen al doctor que los sane y defienda, no al estudiante calificado de antaño en los rangos de explotación. Por algo ninguna revolución se ha nutrido de universidad. Pues bien. Fundado en tales consideraciones, muchas veces había dicho yo a los universitarios: Piensen de la participación, que en la universidad los estudiantes son el flujo, como las directivas encauzan desde la ribera y los egresados observan desde los barandales del puente. Pueden ustedes socavar riberas y gustosos o enfurecidos roer orillas. Ellas se tienen asidas a raigambres de experiencia, responsabilidad, conocimientos, poder estable -ocasionalmente de opresión-. Pero siempre, porque deciden, encaminan y encauzan. Y, si las destruyen, el río es inundación de dinámica local y destructora, cuando la universidad es conducto de relevo. Claro, al revolucionario este pensamiento lo alegró. Hay que destruir la universidad, sus riberas y diques, sus puentes y sus espectadores apostados sobre las luces, porque son el sistema... Esta es otra discusión. Quizás así pensaba el anfitrión de la historia; y aconseja un movimiento de bandera corta que será el estudio de la reforma de la Javeriana, pero a corto plazo. Es una auténtica revolución -dice- que el estudiantado se empeñe en tomar parte en la reforma. Y sugiere la táctica: juzgando un poco superficialmente el concepto de departamento que se ha propuesto y está en uso dentro de la Universidad, lo califica de feudalista; pero que sería una buena bandera de lucha: “ir con los jesuítas hacia la departamentalización” para que los estudiantes se salgan con la suya. Apunta uno de los jesuítas presentes en el “Policarpa” –este era el barrio donde la Javeriana renacería- que “la Javeriana no tiene sentido si no se convierte en un auténtico baluarte del cambio de estructuras”; que “es necesario llegar a una sociedad socialista tarde o temprano, y la Javeriana tiene que dedicarse a esa nueva sociedad. No tiene otra alternativa”. Y que “así pensamos muchos jesuítas”. Ante tal confesión, el mentor improvisado y anfitrión se “sorprende enormemente”; y lo mismo que su esposa, se admira. Comenta el jesuita que él tal sorpresa buscaba. Primero porque consideraba oportuno que los “camaradas” se dieran cuenta de que los jesuítas no éramos unos majaderos y que sabíamos a donde llevar las cosas; segundo, porque sinceramente pienso así, por lo menos; así interpreto la Carta de Río... “¿Si la Universidad Javeriana no se lanza al cambio en esa forma comprometida no haría mejor -interroga el jesuíta de la memoria- en irme a los barrios, así como otros jesuítas?. De ninguna manera: -responden los anfitriones- hay que estar en la Universidad, es el lugar donde más se influye. Hacen énfasis en la gran influencia que en el país tiene la Javeriana. Después de un rato, el anfitrión, ante el estupor de los estudiantes presentes, “se sincera”. Es comunista... Que comentará en su célula lo que está pasando en la Javeriana. Que (pueden) estar

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seguros de que ellos, los comunistas, discutirán y estudiarán el asunto”. Pregunta sobre “nuevas tácticas para el trabajo en pequeños grupos en la Universidad”, y “explica la necesidad de contar con la masa. De algar (sic) a la masa y por eso ir detrás de todas las banderas de la masa”. Surge -como inciso- el tema del entronque habido entre los anfitriones y Camilo: y vuelven sobre la reforma de la Javeriana. Fijan una reunión para el martes siguiente, -la de la memoria se tuvo en la noche del martes 25 de febrero de 1969 a la madrugada del miércoles y “discutir la reforma de Borrero”. La pareja la conoce. Rompiendo el frío de las dos de la madrugada el grupo se retira inquieto, hablando de la necesidad de lanzarse a un socialismo cristiano”. ¿Complejo de culpa? Hay reflexiones posteriores: “Los ‘camaradas’ seguirán trabajando en la Universidad... -dice para sí el jesuíta de la memoria-. Sobre El Ocaso, ¿seguimos con la experiencia? Es un hecho que si seguimos a los ‘camaradas’ van a infiltrarse en todos los grupos. Si no seguimos buscarán otra manera de trabajar en la Universidad. Soy partidario de seguir en El Ocaso a ciencia y conciencia. Vayan los que vayan. Los estudiantes quieren tomar parte en la vida de la Universidad y salir de su letargo. Si no los invitamos y los dirigimos nosotros, otros lo harán. A estas alturas es inevitable nuestro confrontamiento con los ‘camaradas’. Incluso tenemos que trabajar en muchas cosas con ellos. Querámoslo o no, los ‘camaradas’ trabajarán con nosotros explícita o implícitamente. Hay que entrar a trabajar por el cambio social en el país y poner a la Universidad tras ese objetivo... temo que esta problemática se les escape a la mayor parte si no a todos los padres de la Universidad. (El anfitrión) “tratará de sacarme cosas de la situación interna de la Compañía. Se mostró muy interesado cuando los muchachos hablaron de una divergencia de pensamiento entre los jesuítas. Veo la necesidad de que vengan a la Universidad hombres con experiencia en técnica universitaria y en trabajo al lado de los marxistas (enumera jesuítas cuyo historial universitario experimentado ignoro. Lo de trabajo de ellos con los marxistas, ‘transeat’...) con quienes podríamos conformar una auténtica célula para manejar la situación”. Hasta aquí, apartes de la memoria. Ignoro cuántas convivencias se realizaron en El Ocaso. La segunda ciertamente discurrió los días 22 y 23 de febrero de 1969. Asistieron a ella 38 personas. Cinco jesuítas. Yo asistí brevemente a una. No recuerdo cuál. Me interesó el fenómeno, no como Vice-Provincial que era, sino porque se trataba de las “hojas amarillas”. Hubo también muchas reuniones en casas de estudiantes, en Bogotá. Asistí el 28 de febrero de 1969 a una y aclaré ideas sobre lo que por escrito había yo propuesto en el estudio “Universidad Javeriana. Estructura Académica y Administrativa”, trabajado durante tantos años. Aún acepté dar una conferencia al grupo, movido por el deseo de discernir ideas y posiciones y, por qué no descubrir infiltraciones y manejos. Pero la víspera de mi intervención que debía ser el 22 de marzo, desistí del cometido. Y en carta fechada el 21, dirigida a los conformantes de la primera convivencia, díjeles: “En la tarde de hoy visité la Universidad. Observé el tipo de publicidad desplegada. Me puse a pensar y decidí: Algún conocimiento tengo de las normas publicitarias. Es obvio, y más cuando se trata de hechos académicos y culturales que el invitado a hablar conozca la persona o grupo invitante. A ustedes los conocía; no a los autores clandestinos de volantes y murales.

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“Es también elemental que se cuente y convenga con quien ha de hablar sobre el contenido y el tipo publicitario. Aquél se deduce siempre, porque está implícito, de la forma de la invitación. La de ustedes fue gentil y universitaria; la de los carteles era anónima -vale decir, patana- a la vez que conflictiva y antagónica, contraria en todo a los cánones universitarios que profeso y enseño”. En consecuencia, no hablé. Mi propósito de intuir infiltraciones estaba satisfecho. Las había. El movimiento no era solo de javerianos… La prensa -porque también hubo despliegue de la misma al respecto- no tomó a bien mi desistir. Lo cierto es que el autor de la memoria tenía razón. Por ingenuos, los javerianos de El Ocaso pusieron su movimiento -bueno o malo, leal o desleal, bien o mal intencionado- en manos extrañas. - -

Al parecer, el movimiento de El Ocaso tuvo el suyo por entonces. Pero en 1977 ha despuntado su oriente... pues subsisten, hoy influyentes, actores del reparto. Un grupo de estudiantes jesuítas de la Facultad de Filosofía y Letras, participantes algunos en los movimientos que quedan descritos, dedicaron jornada especial (noviembre, 1970), al estudio de la Ponencia de Suescún.

Comentaristas nombrados para el efecto tuvieron por misión contrastarla con el Documento de Buga; con un artículo suscrito por el sociólogo jesuíta, P. Hervé Carrier, “La Universidad como Comunidad” que había sido publicado el año anterior, y con algunas instrucciones emanadas de Roma para las facultades eclesiásticas del mundo entero, referentes a la participación de profesores y alumnos en el gobierno universitario. Pero además, otro comentarista comparó el principio del ‘poder del saber’ que se abriría campo en nuestros Estatutos del año1971, con aquel acerto de Martin Heidegger, en su obra, La autoafirmación de la Universidad alemana: “El saber es mucho menos fuerte que la necesidad”. De tal expresión los estudiantes dedujeron que el ‘’derecho estudiantil” -a participar en el gobierno universitario- nace de la autodeterminación fundada en un autoconocimiento y en un enraizamiento en el pueblo y ya no, en la mera libertad académica”, con lo que al aducir una nueva raíz de la autonomía universitaria, diferente a las consagradas en la ponencia de Suescún, fijaban el fundamento de su ser universitario como jesuítas, especialmente- en la convivencia real con el pobre y sus necesidades, por sobre el interés investigativo y académico que da soluciones al hambre y a la enfermedad. Y tal fue la pauta para algunos de ellos, mediante la cual condujeron su comportamiento como universitarios miembros de la Compañía de Jesús.

II. Los movimientos y sus causas Surgieron otros movimientos y actitudes que no dejaron rastro escrito de mí conocido; fueron poco prolíficos o escasamente manifiestos, como el denominado Alfa, o simplemente tuvieron por santo y seña el contacto verbal.

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Unos con otros se entrelazan, se continúan. Aquél padece fisión interna; otros se funden en uno: no suelen superar vigéncias académicas porque corresponden a la coda febril de cada uno de los estudiantes que los integran. Atenúanse los líderes o se despide de ellos el momento crítico de la vida universitaria, frecuentemente haciendo cima hacia la mitad de la carrera, pues los primíparos observan, envidian, anhelan; los que van terminando piensan que su tiempo pasado fue mejor, aconsejan, intervienen desde una especie de estado mayor o se abstienen del todo. Y actúa la eterna línea media. Son como el número diez. Es evidente que se dan las excepciones a la norma. Insurgencias muchas veces anónimas, no tienen escrúpulo en presentarse sucesivamente con nombres diferentes, enigmáticos, novedosos. Así aparentan que son más de los que son. Como se da el caso de estudiantes persistentes en sus intereses y en su mística -¿algunos asalariados? - a los que el ojo avizor percibe en grupos de distintas denominaciones y aún tendencias opuestas. Ni son internos de la universidad solamente. La solidaridad estudiantil diluye las barreras interuniversitarias. Las cafeterías son sitios de encuentro y difusión, dentro de las instituciones. Las divisas son estereotípicas. A ellas se adhieren por sí mismas sin preocuparse mucho de su contenido interno. Importa el signo, no el significado. Pocos se toman el trabajo de leer; mientras son lábiles los estudiantes al tropicalismo instantáneo de opinar. En esos tiempos fue frecuente el plagio de las divisas parisienses californianas. Viven al ritmo de los acontecimientos nacionales o mundiales, fatigados de lo doméstico, intrascendente o caduco cual el asuntillo de facultad. Las causas son variadas. E itinerantes sin pasmo desde lo sublime a las motivaciones más fútiles y pedestres: la soberanía del país, la independencia cultural y económica de Latinoamérica, la política internacional, protestas por visitas de grandes personajes internacionales; por asuntos académicos o presupuestales. A veces levantan banderas contra la intromisión de los políticos en la vida universitaria, pero en cambio enarbolan los estandartes de políticas foráneas cuando son del agrado de los líderes. También la carencia o mezquindad de los servicios universitarios -las cafeterías, fuente de la vida, son las más a propósito- con destrucción de ellos en paroxismo masoquista. La solidaridad y el recuerdo del martirologio estudiantil son catalizadores efectivos. En los movimientos javerianos se advierten claros hilos conductores de la energía inquietante: el anhelo de un cambio interno y profundo de la universidad; la ‘universidad nueva’; el cambio social y la participación. Las biblias de referencia obligada son el “Documento de Buga” y la declaración de los Obispos latinoamericanos, en Medellín, 1968. Persistentes son los clamores contra el sistema establecido que llaman estructura de pecado. Pero tarde o temprano, a él se acogen los líderes y lo buscan; en ella permanecen sin reato de culpa.

Iii. La situación universitaria Cuando por Decreto número 3156 de 1968 el Presidente Lleras reorganizó el Fondo Universitario Nacional y creó el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, ICFES, dio participación a un estudiante en la Junta Directiva del Instituto; y el 23 de enero de 1969 instaló

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una máxima asamblea universitaria en la Ceja, Antioquia, a la que convocó también estudiantes de las universidades del país. Buscaba diálogo, mas esta modalidad no satisfizo al estudiantado.

1. Lo que aconteció en 1969 Diría que cerró con aquel encuentro un año prolífico en conflictos a la vez que inauguró otro no menos fecundo en ellos. Primero, la Universidad Tecnológica de Pereira, cuando los estudiantes arrojaron a los miembros de los Cuerpos de Paz; y, según modelo parisiense del año anterior, instauraron barricadas para protegerse de la fuerza pública, en alianza con líderes universitarios del Valle. En la Costa Atlántica hízoles eco la Universidad de Córdoba, por la expulsión de dos estudiantes; la de Nariño, por la escasez de energía eléctrica, con pedreas a bancos y establecimientos comerciales. Todo esto acontecía hacia marzo de 1969; y, el 26 del mismo mes, los estudiantes de Bellas Artes organizaron en Cali una manifestación para protestar por la forma como la Escuela había venido siendo dirigida. Es un movimiento político de izquierda que se engalanó con afiches de Camilo, Fidel, el Che Guevara, y al que se unió la Universidad Tecnológica, de Cali. Enfrentamientos con la policía llevaron a los estudiantes a buscar cobijo eclesiástico en la Iglesia de San Fernando y, después a embarricarse en la Escuela de Bellas Artes hasta que la fuerza pública los desalojó el día 30 de marzo. Lo que se preveía, pues, días antes, el 18, escuchamos al Presidente por la televisión airada. Y, tras aludir al asesinato de un miembro de la policía en San Antero, Córdoba anunció: “No voy a permitir que este clima de desorden siga creciendo como una bola de nieve que se va trasladando de una parte a otra ni a dejar que se ponga en peligro la vida de gentes inocentes”. No es descartable la intervención de curas revolucionarios en estos acontecimientos; recuérdense los equipos universitarios; o el F E C (Federación de Estudiantes de Centro) que tuvo jugosa financiación; el hecho es que un mes más tarde (21 de abril) el Presidente Lleras se presentó de nuevo en la televisión. Así sintetiza sus palabras la Vida Nacional de Revista Javeriana (No. 355, junio 1969): “una de las grandes satisfacciones del Gobierno... es comprobar que su acción social está en un todo de acuerdo con la Iglesia en el campo de la justicia social... Pero ahora se encuentra enfrente de ciertos documentos emanados de un grupo de sacerdotes, que salen del lenguaje de las encíclicas papales y de las pastorales del episcopado colombiano. Es cierto que muchas de las cosas que dicen son razonables y están de acuerdo con la realidad. Pero hay que distinguir entre lo que es sano inconformismo y legítima reacción contra la injusticia y la incitación a la subversión.” Otro ingrediente religioso en lo universitario lo había puesto el grupo de teatro de la Facultad de Medicina del Rosario, con la obra teatral “Humanae Vitae”, burla de la doctrina pontificia. Esto causó la renuncia del Decano, al que seguiremos viendo actuar más tarde en el mundo médico universitario del país. Época electoral, mal la hubieron los candidatos en sus incursiones universitarias. Proclamada la candidatura de Belisario Betancur (abril, 1969), presentóse en la Universidad Nacional de Bogotá. La línea Pekín dio al traste con la conferencia, incendió automóviles, saqueó dormitorios de los estudiantes “demócratas” y, a piedra atacaron la ambulancia que transportaba una mujer

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intoxicada. Por lo que en el mes de mayo el Consejo Superior Universitario dispuso “que aunque en la Universidad existe libertad de cátedra y estas conferencias son elementales ejercicio de este derecho”, resuelve suspender “las autorizaciones concedidas por los decanos de la Universidad Nacional para dictar conferencias no incluídas en el desarrollo ordinario de los programas de estudio”. Los disturbios recorrieron los territorios universitarios del país. Descontentos los estudiantes de la Universidad de Caldas y en apoyo a sus compañeros de filosofía y letras, se tomaron las instalaciones universitarias (mayo, 1969); los estudiantes de la Universidad de Antioquia, por la expulsión de esos estudiantes, hicieron paro; los de la Nacional de Bogotá, Externado de Colombia, Libre, en Bogotá; los de la Universidad del Valle y Santiago de Cali, en Cali; los de la Universidad de Antioquia, en Medellín y los de la del Atlántico y Córdoba, en Montería, hicieron de mayo un mes duro por la visita a Colombia de Nelson Rockefeller. Esto derivó en la clausura temporal de la Nacional –para reestructurarla-; y de la de Antioquia, mientras en la del Cauca se manejaba un conflicto con los estudiantes de electrónica, entrado ya el mes de junio. Hacia mediados del año se inicia el conflicto electoral de la Universidad Gran Colombia en donde, tras momentánea bicefalía, se termina con la salida del Rector Franco Ruiz (IX, 1969). Por escisión, se causa el nacimiento de una nueva entidad universitaria privada. Y prosigue el declinar del año académico con nuevos problemas en varias Universidades: Antioquia, Nariño, Caldas por cambio de Rector; Pamplona, Cúcuta e Industrial de Santander por razones presupuestales; en la del Valle a causa de represión académica ejercida por el rector. Fue cuando se iniciaron los conflictos en esta Universidad, que terminarían con estudiante muerto y rector caído (1971). Finalmente, la Nacional de Bogotá desde donde se anunció un paro nacional por la supresión de las habilitaciones. Todo indica que en el conflicto de la Universidad de Antioquia, originado en la Facultad de Derecho, tuvieron que ver por lo menos cuatro “curas rebeldes” lo que causó la intervención del señor Arzobispo.

2. El Conflicto que originó otros muchos. 1970 El año de 1970 amaneció con nuevos o renovados conflictos. El de la Universidad de Antioquia, originado en el mes de octubre de 1969 continuó hasta el mes de febrero de 1970; y por medida disciplinaria adoptada en el Consejo Directivo, se perdió el semestre. Simultáneamente otros asomaron en diferentes universidades: en la Pedagógica y Tecnológica de Tunja, por carencia de una cafetería, y en la Distrital de Bogotá, por el cambio de rector. Pero el conflicto izado en la facultad de medicina de la Nacional vino revestido de repercusiones que incidieron en la marcha ordinaria de la Universidad Javeriana. Por ello merece especial mención de mi parte. Pues, conjugada con este movimiento fue la huelga de residentes e internos que afectó a todos los sistemas de atención pública y a todas las universidades del país en donde hay ciencias de la salud. Se

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inició esta huelga el 6 de febrero, con el abandono de sus responsabilidades por parte de los internos y residentes. Intervino el señor Presidente; y el 18 del mismo mes los médicos estudiantes aceptaron su condición de becarios en la universidad, no desprovistos de especiales prestaciones de tipo laboral. Concedióse también la posibilidad para los residentes de ejercer la medicina en horas no comprometidas por el contrato becario y se prometió nueva restauración de la educación médica. Volviendo a la Nacional, era rector a la sazón el doctor Enrique Carvajal Arjona, quien recibió a los estudiantes que ingresaron en 1970 con una carta de gran altura. Púsoles de presente que eran unos privilegiados por ser de los pocos colombianos que habían tenido acceso a la educación superior en la Universidad Nacional; y los invitó a “transformar el saber en un instrumento crítico, capaz de pensar en la realidad colombiana y proyectar sus necesarias transformaciones. Encontraremos la forma de hacerlo. No hay ningún dogma, no debe haberlo en la Universidad. Tratemos de hallar libremente esa forma. Indaguémoslo. Ustedes: jóvenes honestos, por fortuna sin gravosas experiencias, y nosotros -supuestamente maduros y deseosos todos de encontrarnos con la realidad colombiana... Les propongo que lo hagamos adquiriendo la capacidad de dudar... Probemos que somos lo mejor del país en capacidad crítica, de pensamiento y de servicio. Así será posible corregir esa imagen distorsionada de la Universidad Nacional que con la ayuda de muchos, hemos contribuído a formar. Quiero recordar que, al cerrarse la Universidad el año pasado, la noticia produjo alborozo en un estadio colmado por 60.000 espectadores, representantes de todos los estratos de la sociedad colombiana. Es necesario recuperar la opinión de nuestras gentes -sobre todo de aquellas para quienes es decisiva la existencia de la educación superior gratuita... Con todos ustedes, haremos de la Universidad un organismo libre, de pensamiento y de análisis, donde nos gobierne la autoridad de la razón... En esta empresa queremos contar con la participación de todos ustedes”. Así habló el rector el día 2 de febrero de 1970. Y muy pronto los estudiantes de la Facultad de Medicina pidieron la constitución de comités conformados paritariamente por profesores y estudiantes, elegidos por votación popular; que, dotados de poder decisorio, pudieran intervenir en el diseño de los programas académicos y en el nombramiento y promoción de profesores. Rechazada la solicitud participatoria, los estudiantes entraron en paro. Cancelado el primer semestre de 1970, la parálisis cundió por toda la Universidad Nacional Anterior a la exégesis rectoral, poseo un documento de los estudiantes dirigido a “los padres de familia, amas de casa, empleados, maestros, estudiantes, trabajadores y en general a todo el pueblo colombiano” donde ellos promulgan su propio análisis de la situación en medicina. Todo comenzó, dicen, el cinco de diciembre de 1969 “cuando los estudiantes de medicina se vieron obligados a iniciar un movimiento de protesta por el caos e injusticias que se daban en dicha facultad, y en ese momento en la arbitraria cancelación del contrato, a un estimado profesor, el Dr. Reverend, por intrigas y maniobras de las Directivas”. Este problema atribuíanlo los estudiantes a la “sucesiva penetración y dominio de los yanquis sobre la Educación Superior y demás niveles de la cultura, la política y la economía colombiana. En efecto, los yanquis con su poderío económico y militar... quieren que estudiemos solo con sus libros, que aprendamos solo sus ideas y teorías, que nos formemos con su mentalidad”. Y atribuyen

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lo acontecido con el catedrático mencionado a un sustituto suyo que se quiso contratar, venido de Norteamérica, y al deseo de implantar el ‘plan básico’. Al señalar la intervención foránea, apuntaban a este plan que, con ayuda de una misión de la Universidad de California, preparara la comisión de Planeación de la Asociación Colombiana de Universidades (1968). Este plan, recuérdese, es divisa negativa que reaparece constantemente en los movimientos estudiantiles, mas por ellos nunca leído o analizado. Sobre él publiqué un estudio y análisis en Revista Javeriana (1968). Lo que sí tiene visos ciertos de verdad fue la adopción o simpatía a programas americanos (Tulane University) por parte de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina, referentes , entre otros puntos, a los sistemas de control de la natalidad en Colombia. Y tengo en mi poder un largo documento suscrito por un ilustre profesor de la Universidad Nacional, alusivo a esta forma de penetración cultural, y en donde apela a aspectos de la moral católica. Y como el movimiento había sido tildado de político, no se arredra el autor del documento en declarar que “el paro no solo tiene móviles políticos sino que debe ser fundamentalmente inspirado y motivado en la política; pues, contraponer en la vida universitaria las actividades académicas a las actividades políticas es suponer que un profesional se prepara tanto mejor a sus tareas científicas cuando más funcione como un robot”. Y arguye que “precisamente la ocupación de las universidades colombianas por agentes de política norteamericana fue la obra de un pequeñísimo equipo de médicos, y estos pudieron hacerlo precisamente porque se había politizado”. “La juventud universitaria -agrega más tarde el documento tiene entre sus tareas primordiales la de politizarse aunque solo fuera para imprimirle a la política esa marca de juventud”. Prosigue justificando la existencia de los comités paritarios “ante el precio altísimo de la cancelación del semestre, de la ampliación de la huelga a todas las facultades y de las secuencias que son de imaginar”; y, tras consabidos párrafos sobre el cambio social, firma el prolijo documento el 25 de febrero.

3. Solidaridad Estudiantil Hacia el cuatro de marzo aparece un periódico en mimeógrafo, “Unidad Estudiantil”, que propicia la solidaridad de los estudiantes universitarios del país en torno a los intereses que acompañan a la Universidad Nacional. El paro general de la Nacional conllevó el bloqueo de edificios y a la renuncia de las autoridades. Anarquía; enfrentamiento entre estudiantes deseosos de estudiar con revoltosos disolventes, fueron las causas de cierre y allanamiento de la Nacional, por parte del ejército, el día 24 de febrero. El Rector Carvajal Arjona haría un análisis de la situación y explicaría a los colombianos las razones del cierre, el día 28 del mismo mes. El conflicto cundió por el país. Manifestaciones, marchas a pie hacia varias ciudades fueron los vehículos de la inquietud en los centros universitarios de Colombia. En instituciones oficiales y privadas se obtuvo el apoyo requerido, aprovechando algunas la coyuntura nacional para esgrimir asuntos internos de cada una: en la del Quindío, problemas en el programa de topografía, llevaron a la cancelación del semestre, cierre y allanamiento de la Universidad. En la de Tunja, se adelan-

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taron las vacaciones de Semana Santa y los estudiantes provocaron la caída del Rector. Lo mismo en Cali, Montería y Medellín, donde la Universidad del mismo nombre fue el foco principal. Descubrióse por entonces un arsenal de bombas de fabricación doméstica, al parecer, montado por estudiantes de Antioquia. También en la Javeriana cunde la moda de solidaridad, manifiesta especialmente en los años 1970 y 1971. No así en los subsiguientes. La Fundación Universidad de América tuvo situaciones aciagas en 1972. En 1973 la Universidad de los Andes vió romperse su bien cimentada tradición de orden; y la Universidad Jorge Tadeo Lozano vivió horas oscuras en 1974. No recuerdo haber advertido presiones solidarias de importancia en la Javeriana, durante este tiempo. Tampoco con ocasión de los aconteceres que fracturaron a la Gran Colombia, o agitaron a la del Rosario.

4. Repercusiones en la Universidad Javeriana: La “Marcha de la Reflexión” Con fecha 12 de marzo aparecen volantes anónimos que anuncian la creación del Movimiento Nacional Estudiantil, para “rechazar las medidas arbitrarias de las Directivas de la Universidad y el Gobierno Nacional”, “fiel reflejo de dependencia científica y cultural en que se encuentra hoy sumida la Educación Colombiana”. En los mismos se llama a una gran manifestación el sábado 14 de marzo, en la plaza de Bolívar de Bogotá. Convoca el Comité Distrital Universitario; y la manifestación se tendrá al término de la Reunión Nacional de Universidades (13 y 14 de marzo). Asamblea y manifestaciones se realizaron. Aquélla denunció “la existencia de una crisis en la Educación Nacional”, reflejo de una “crisis más profunda en la estructura económica y política del país”, cuya “solución está fuera de la universidad y no dentro de ella”. Declaran además los estudiantes asistentes que seguirán “trabajando para que la universidad como conjunto juegue papel decisivo en las luchas populares tendiendo a transformar a Colombia en un país económicamente libre y políticamente soberano”; porque la rebeldía de ellos -los estudiantes- “es una consecuencia de 51 años de lucha por la transformación universitaria; lucha ésta que solo ha recibido como respuesta actuaciones represivas”. El medio siglo aludido añora la reforma de Córdoba. Estudiantes de dieciséis universidades del país firmaron esta declaración. -La idea de participación para conducir los rumbos de la universidad colombiana y de la Javeriana en particular; la lucha contra la infiltración foránea en la misma, y el justo anhelo de reafirmar la soberanía nacional fueron divisas del agrado de los estudiantes javerianos, quienes, rechazando que la agitación universitaria del país debiera o pudiera tener móviles políticos, decidieron unirse a la defensa de la Universidad Nacional. Surgió entonces lo que para el efecto se llamaría Comité Interfacultades de la Universidad Javeriana, cuyo origen así se relata en los volantes de cafetería. “A raíz del cierre de la Universidad Nacional varios grupos, de distintas facultades, buscaron hacer tomar conciencia del hecho al resto 30

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del estudiantado y convocaron a una asamblea general....el día 27 de febrero a las 5 p.m. en el salón Paulo VI. Asistieron unas 700 personas y solo se acordó que aquellos que lo desearan asistieran a la Manifestación Interfacultades del día siguiente (10 a.m.- 3 p.m.), a título de simple Javeriana”. Nueva asamblea interfacultades se realizó el tres o cuatro de marzo. Hiciéronse presentes quince facultades, con cinco representantes de cada una. La división de Arte y Arquitectura -como se llamaba entonces- había sido particularmente activa. Asambleas en su seno habíanse congregado en los dos días indicados (3 y 4 de marzo) y a la general de esta segunda fecha presentaron ocho puntos que habían discutido: apoyo a la asamblea general interfacultades; tomar actitud ante los problemas de la Nacional y rechazar su cierre mediante marchas ordenadas según la usanza específica del bullente conflicto. Todo fue aceptado por la asamblea general. Además, en acuerdo con los arquitectos, la asamblea rechazó la posibilidad de un paro en la Javeriana; pero, en cambio, no emitió concepto favorable a otras tres propuestas nunca antes elucubradas. Cuales fueron, abrir los predios de la Javeriana a los estudiantes de la Nacional para que en ellos se continuaran las labores académicas de la ciudad blanca; invadirla pacíficamente y mediar entre ella y el Gobierno. Algún romántico llegó a proponer que la invasión, a más de pacífica, fuera también “simbólica”. Lo que también fue negado. Pero nadie supo de qué se trataba. E1 día siete de marzo a la 1 p.m., volvió a sesionar la general y nombraron representantes de la Universidad ante el llamado Comité Distrital... uno de derecho, otro de ingeniería civil y un tercero de arquitectura. Iniciáronse también los preparativos de la marcha cuyos detalles se convinieron el domingo ocho y el lunes nueve. Un estudiante de teología se agregó a los tres anteriores, quienes, además, deberían preparar una carta para el Presidente de la República, y entregársela el día de la marcha, el martes 10. Fue a las cuatro de la tarde. Con ella, la “marcha de la reflexión”, en cierta manera se abrió paso a la idea mediadora, elevada por los arquitectos. Dióle la prensa gran despliegue. Marchando de a dos en fondo, con pañuelos, claustro de sus labios, los javerianos bajaron por la calle cuarenta y dos hasta la carrera trece. Allí, hacia el sur, hasta la calle veintiséis en busca de la carrera décima. El silencio se encaminó entonces por amplios carriles a la Plaza de Bolívar. Era, como queda dicho, en defensa de la Universidad Nacional. “El diálogo está hecho para resolver los problemas”; ‘unidos, defenderemos nuestros derechos’; ‘pedimos reestructura conjunta’; ‘trece mil estudiantes han sido juzgados indiscriminadamente’; ‘por una Universidad auténtica’ rezaban las pancartas en manos de estudiantes, profesores y algunos directivos universitarios de la Javeriana. Era visible la acción de estudiantes y profesores jesuítas. Todos llevaban brazaletes de identificación, pues no se puede negar que la marcha fue ordenada tanto como silenciosa. En la plaza, el Himno Nacional rompió el mutismo. Un minuto de él se tributó en memoria de un estudiante de la Nacional, José Helí Espinosa Baquero, electrocutado cuando se iniciaba una marcha estudiantil de Bogotá a Cali. Mientras esto acontecía, una comisión de jesuítas y estudiantes ascendió ante el señor Presidente Lleras para presentarle la carta y dialogar con él. Los recibió. “Los alumnos de la Universidad javeriana, decía la misiva, por medio de la Asamblea de los representantes de las diversas faculta-

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des con la asistencia de algunos de sus profesores, queremos manifestar ante la opinión pública nuestra posición frente a la problemática universitaria últimamente suscitada”. Y prosigue la carta rechazando toda adulteración del movimiento javeriano por razones políticas; rechazando el cierre de la Universidad Nacional, debido a un sistema educativo inadecuado a nuestra realidad colombiana, que no había sido eficazmente revisado; advirtiendo que con la Universidad cerrada “se priva al estamento estudiantil de una participación amplia y organizada en la reestructuración de su universidad”. Finalmente, tras reiterar el propósito de diálogo, sugieren que la situación vivida “es una excelente ocasión para plantear la revisión y el estudio de nuestra educación superior, con participación de todos los sectores interesados; tanto alumnos y profesores como directivas; tanto universidades públicas como privadas; tanto los organismos gubernamentales como las asociaciones de padres de familia”. Quienes entrevistaron al Presidente, estudiantes y profesores del grupo de “los abajo firmantes” -ya aludidos- informaron que el Jefe del Estado los atendió y escuchó con gentileza cordial; y que aunque hubo algunos desacuerdos con él, aceptó las deficiencias existentes en el sistema universitario del país y solicitó a la comisión elaborar un memorando en el que se expongan las reformas que el sistema requiere. Prometieron los visitantes iniciar pronto tal estudio, mas solo se conoce una carta que al Presidente dirigieron (marzo 17) en la que se condiciona el diálogo con la autoridad presidencial a “la reapertura de la Universidad Nacional, porque el cierre priva al estamento estudiantil de una participación auténtica y representativa de todos sus sectores”; y que “es de capital importancia que en este diálogo participen todas las universidades públicas y privadas”. Además, el día miércoles 7 de abril, se leyó y discutió un documento en donde se fijan los fundamentos y objetivos de lo que -según proyecto que no subsistió- sería el Comité Estudiantil Interfacultades de la Universidad Javeriana, con carácter estable: fundamento es el respeto a la persona humana; objetivos, proyectar al estudiantado hacia la problemática social y la concientización; procurar una “universidad nueva en la que no habrá Niveles Verticales de Poder sino Funciones Horizontales de Interservicio Dinámico”. Además, se “facilitará y promoverá la investigación según la realidad del país y para dar respuesta a sus necesidades”; se establecerán canales aptos de comunicación con libre intercambio de tendencias ideológicas y se intentará el mejoramiento académico y de bienestar universitario. Dos estudiantes de arquitectura, dos de filosofía, uno de derecho habían preparado el anteproyecto, por encargo de la Asamblea y quizás, en desarrollo de la idea, ellos mismos produjeron el llamado proyecto definitivo. Para su ejecución, la Asamblea del primero de abril nombró tres estudiantes, de derecho, economía y sociología. Con ocasión de los hechos relatados, dióse más a conocer el grupo de los “abajo firmantes” por los términos iniciales de la declaración que emitieron a propósito de los acontecimientos de marzo. Dice así la declaración: “Los abajo firmantes, profesores de la Universidad Javeriana, reunidos el día 4 de marzo, manifiestan a los demás profesores y estudiantes de la Universidad Javeriana y a toda la opinión pública, que re-

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chazan enfáticamente el cierre de la Universidad Nacional porque obedece a motivos políticos y porque afecta a toda la Universidad Colombiana. Y resuelven: 1. Unirse al movimiento de protesta de los universitarios de la Nacional, Javeriana y demás universidades del país. 2. Invitar a todo el profesorado de la Universidad Javeriana a una Asamblea el día 5 de marzo a las 5 p.m. 3. Entrar a estudiar en sesión permanente, para profundizar más los problemas implicados en el cierre antes mencionado. 4. Integrarse al estudiantado Javeriano, en pie de igualdad para que mediante el diálogo se tomen actitudes y decisiones unificadas, como un solo cuerpo organizado”. Suscriben este comunicado (4 de marzo) veintiocho profesores, sangre joven del plantel docente javeriano. Mujeres y hombres, -cuatro de ellos jesuítas- pertenecientes a las facultades de enfermería filosofía y letras, arquitectura, educación, psicología, medicina y a los departamentos de trabajo social y de ciencias básicas. Los de arquitectura constituyen el grupo mayoritario, con once firmantes. Dos días más tarde elevarían comedida carta a la Asamblea convocada por el Comité Interfacultades, solicitando la posibilidad “de asistir a ella, en la forma que dicha Asamblea considerase conveniente”. En esta carta hacen mención de una asamblea de profesores de la Universidad Javeriana, reunida el día cinco, y cuyo núcleo fue el de “los abajo firmantes”. Tuvo por objeto la asamblea profesoral establecer relaciones con la interfacultades, para lo cual habían nombrado una comisión de sus profesores, de las facultades de filosofía, ingeniería civil y arquitectura. También de los departamentos de ciencias básicas y de trabajo social. La interfacultades accedió, y este grupo de profesores tuvo parte activa en la ‘marcha de la reflexión’. Por esta y otras andanzas que quijotescamente salieron, “los abajo firmantes” hubieron de comparecer -¿como reos?- ante el Rector y directivos universitarios. Pero no tengo datos de lo acontecido en esta ‘baronil audiencia’. El grupo no volvió a figurar como tal... Suscrita por tres de sus integrantes jesuítas, es una carta del 19 de marzo dirigida a mí en donde se explican las causas por las cuales apoyaron ellos tres, por lo menos, el movimiento: porque “creemos que al asumir actitudes así lo hacemos en la línea de la Carta de Río y de la Populorum. Progressio y de los documentos de nuestros Obispos del CELAM”. “Estas razones -agregan- que son de orden interno, no fueron aportadas en la asamblea del día cinco. Los profesores seglares simplemente actuaban en defensa de principios universitarios, cual la autonomía: porque “había una bella oportunidad de dar un testimonio cristiano” en favor de la Universidad Nacional “que nos ha despreciado en tantas ocasiones, y de la que tenemos la seguridad moral de no poder esperar nada en recompensa por nuestra actuación de solidaridad”. Apuntan además las razones que les hicieron pensar que el cierre de la Nacional obedecía a motivos políticos, advirtiendo que ‘’cuando el documento -el del cuatro de marzo- estaba empezando

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a circular por la Universidad, nosotros mismos ya comentábamos que hubiera sido mejor escribir ‘motivos predominantemente políticos’ o, como comentaba con gracia un profesor de arquitectura ‘hablar de motivos no claros que es una manera más elegante de decir lo mismo”. Explicaron también en la carta los principios filosóficos que sustentan la expresión ‘en pie de igualdad’, porque, entre otras razones, “hoy en día hay que hacer énfasis en el sentido horizontal del poder, según el cual, el jefe es el que va adelante y no el que está arriba... énfasis en la dimensión horizontal del liderazgo que no excluye una verticalidad orgánica”. Procedente resulta también recordar que el 31 de enero, periódico vespertino de la capital comunicó que “movimientos de carácter subversivo en la Universidad Javeriana de Bogotá y Pontificia Bolivariana de Medellín, deberán realizarse durante el presente año, según consignas que al respecto han sido impartidas por el gobierno de la Habana que prevé, para el presente año, revoluciones estudiantiles en las universidades católicas de Colombia, Chile y Uruguay”. El periódico aduce como fuente de información un alto vocero de la Compañía de Jesús, “quien manifestó, además, que los informes que los jesuítas poseen al respecto, indican que tales movimientos se desplazan a las universidades privadas en vista del fracaso que elementos extremistas tuvieron en años anteriores en las universidades estatales”. Desmintió al periódico una estudiante javeriana que participó en la marcha, ya que en los círculos estudiantiles, -dijo ella- no se tenía noticia de estas infiltraciones castristas. Si bien es cierto que desde el año anterior -revela- surgieron movimientos dentro de la Javeriana tendientes a lograr la participación de los sectores universitarios, en las decisiones de esta, con el único resultado de formación de un comité estudiantil en sociología. Esto sí fue cierto, y tuvo que ver con la Acción 365 de que ya se habló. Y agrega la estudiante que las “diversas reuniones, discusiones y mesas redondas que tuvieron lugar, fueron propiciadas por grupos de estudiantes y algunos jesuítas jóvenes, independientes y sin órdenes de la Habana. Se habló de la necesidad que existe de hacer la Universidad más democrática y popular, y de la urgencia de una vinculación real y efectiva de los estudiantes y profesores a la realidad del país, para que la institución no continuara siendo una fábrica de profesionales que a la larga, se convierten en los mayores sostenedores del sistema”. Lo que sucedió, prosigue, “es que los javerianos han despertado de su letargo, al menos aparente, perdieron el miedo a hacer uso del derecho de expresión... y rechazaron la presencia de uno de los candidatos en la Universidad”. Refiérese ella al incidente con el candidato Pastrana cuando se hizo presente en su propia alma mater, durante la campaña en 1970. Lo que es cierto. “Misael, fuera con él”, fue el grito acuñado para entonces, cuya grafía embadurnó paredes. “Es de notar, -insiste- que en esta oportunidad la prensa desvirtuó también la acción de los javerianos, diciendo que se trataba de grupos minoritarios extremistas de otras universidades, con consignas pro-castristas, pro-China, pro-Moscú:” y termina desmintiendo la noticia en fe de la cual los sacerdotes del grupo Golconda hubieran estado inmiscuídos en los sucesos javerianos de febrero y marzo de 1970.

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Al cual año he dado la importancia que se merece, pues dice mucho de la situación vivida durante años previos a la reforma de los Estatutos. No tuvo él reclamaciones académicas. Sí mucho de solidaridad estudiantil ante el cierre de la Nacional. Algo de caridad cristiana, de anhelo por una universidad colombiana libre de cooperaciones foráneas que lesionaran la autonomía académica, especialmente en temas tan discutidos como el control de la natalidad en Colombia por juzgarse este hecho ejemplarizante del predominio americano sobre nuestra soberanía. Se manifestaron en el mismo las ansias por alguna forma de participación que cambiara el ritmo funcional de la Javeriana, y las añoranzas por la actividad investigativa que pusiera a la Universidad en contacto con realidades patrias. Ni faltaron los clamores por un cambio en la composición sociológica del estudiantado javeriano que, a juicio de los estudiantes, provenía de clases altas. Por fin, la añoranza de lo que llaman una universidad nueva, no solo diferente. Se verá en esta reseña lo que a partir de la reforma estatutaria produjo la Universidad para atender, en la medida de lo posible, todos estos aspectos. Para lo cual usó de la completa gama de sus recursos creativos en todos los órdenes. ¿Y qué del ingrediente político? Es fácil advertir que si el movimiento originado en la Facultad de Medicina de la Nacional tuvo intencionalidades académicas solamente, no pudo esquivar derivaciones políticas. Entre otras razones, por el momento electoral de Colombia; y porque la Universidad Nacional o se presta o se utiliza para tales implicaciones. El desfile universitario del 28 de febrero se engalanó con pancartas de Fidel, de Mao, de Camilo, del Che. En la Plaza de Bolívar llevó la palabra un miembro del MOIR, un cura de Golconda, no movidos ciertamente de intereses universitarios y académicos. Y los estudiantes que hicieron la caminata de Bogotá a Cali. Proclamaron por la televisión y por la prensa sus propósitos políticos. El movimiento de los javerianos parece haber tenido intenciones de eludir tales ingredientes y atender más, o solamente a las motivaciones de solidaridad y soberanía patria. Y a intereses internos suyos, cual la participación. Si hubo infiltraciones, difícil negarlo o admitirlo. Mejor, suponerlo. Pues no están libres de tal fenómeno los aconteceres universitarios. Y de la financiación o instigación habanera... hay también lugar a las suposiciones. En fin, si el cierre de la Nacional obedeció a los deseos de mantener libres y desparpajados los procesos políticos electorales del momento, o si se impuso por razones de orden público, prefiero dejarlo a juicio del lector.

5. La Comisión Nacional Coordinadora. Suescún La Universidad Nacional se reabrió el 13 de abril, pocos días después de asumir las funciones de Ministro de Educación -con carácter de encargado- el doctor Fernando Hinestrosa Forero. Crisis administrativa en la misma. Cambio de Rector. Los disturbios estudiantiles en la nación continuaron durante los meses siguientes. En la Universidad del Quindío, en la de Pereira, en la de Tunja, en varias de la capital, para protestar por el

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envío de tropas americanas a Camboya y Laos. Nuevamente en la Nacional para condenar la presencia de Mc Namara entre nosotros (junio 3) y, por el mismo motivo, en Barranquilla y Montería. Con tales antecedentes inmediatos se celebró en Suescún el Seminario sobre conflictos estudiantiles. Un célebre líder estudiantil de Colombia, venido en amistad con los representantes de la fuerza pública que asistieron al Seminario, e invitado por ellos a regresar a la capital, pasajero en verde ‘Mercedes’, exclamará con alborozo: “Conste, es la primera vez que me monto voluntariamente en un carro de la policía”. Ello prueba que el Seminario de conflictos fue afable y cordial. Pero en las universidades el conflicto siguió su marcha ordinaria. Caldas, Atlántico y Cartagena, en donde se dieron el lujo de tener al tiempo dos rectores; y en la Nacional de Medellín. El 21 de abril, el movimiento estudiantil colombiano se pronuncia por medio de la Comisión Nacional Coordinadora. Es casi imposible coordinar los comunicados, porque los nombres cambian. La insistencia ideológica, estilística, táctica, sin embargo, permite en parte el descubrimiento de una secuencia lógica de movimientos, grupos y tendencias. He seleccionado la carta abierta de la Comisión Coordinadora porque es buena síntesis de las situaciones. El Ministro Galán ya ha producido su plataforma de la reforma universitaria colombiana. Está dirigida al Presidente y al Ministro. Hay muchas universidades cerradas, pues “un estado, por esencia instrumento opresor, no puede mantener abiertos los lugares donde se reúnen los estudiantes, no a repetir bendiciones al sistema y a quemar incienso al Gobierno, sino a cuestionar uno y denunciar otro. Por atrevernos a hablar se nos ha reprimido ferozmente”. Así hablan los estudiantes del movimiento nacional. Y prosiguen: “Queremos también que se sepa cómo a exigencias que los estudiantes hemos hecho, el Gobierno nos ha respondido a golpes de represión. En esto la historia del movimiento ha sido clara y trágica a la vez: 26 de febrero, masacre en Cali; 4 de marzo, asesinatos en Popayán y Medellín; 14 de abril, masacre en Bucaramanga; 15 de abril, un nuevo mártir en Cali; el Valle ocupada dos veces militarmente; UIS y Universidad de Cartagena, ocupadas también, y más de 300 detenidos en todo el país. “¿Y cuál ha sido la sustanciosa justificación? El viejo y universal sofisma de que se trata de minorías violentas y subversivas, cuando ustedes mismos saben que nuestro movimiento no solo comprende la totalidad de los estudiantes colombianos sino que cuenta con la participación activa de importantes sectores del profesorado, cuyas proposiciones, en la Universidad Nacional, coinciden con las nuestras y aún con el apoyo del personal administrativo, como lo demuestra el hecho de que los últimos decretos amenazan a todos por igual e incluyen cancelaciones de contratos y suspensiones de licencia, o sea que todos los partidarios de la reforma se han convertido hoy en los principales enemigos del Gobierno. “Se ha dicho que no tenemos objetivos definidos. Pero ustedes y la opinión pública saben que nuestros objetivos de lucha han sido claros; que hemos representado fórmulas, hoy condensadas en el Programa Mínimo de los estudiantes colombianos y que las respaldamos teóricamente. Si hay deficiencias en cuanto a información se deben a que no disponemos, como ustedes, de los medios masivos de comunicación. Y retamos a la DEMOCRACIA colombiana a que nos los facilite ampliamente, en la seguridad de que nosotros enseñaremos sobre la Universidad mucho más de lo que

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explica el simple hecho de que sus cupos son reducidos, dato utilizado hoy paradójicamente no para descubrir la explotación de unas clases sobre otras, sino para ponernos la mordaza”. La carta hace mención del ‘programa mínimo de los estudiantes colombianos’, digno de tenerse en cuenta porque será bandera durante el año siguiente, 1971.

Iv. De nuevo en la Javeriana En la Universidad Javeriana persistió activa la idea del comité estudiantil interfacultades, presentado bajo diversos nombres y expresado bajo modalidades diversas según la facultad; grupos estudiantiles los propiciarían, o las facultades, de acuerdo con sus vivencias e intereses específicos.

1. Otros Movimientos El 31 de mayo una profesora de psicología se retira, debido a la “gran distancia ideológica, y más que todo actitudinal (con el decano), en lo que se refiere al concepto de educación”. “Desde 1969, algunos estudiantes y profesores de psicología venían reuniéndose en búsqueda de nuevas vías para la Facultad. La carta se duele de que “otra vez se cumpla en la Facultad de Psicología la represión de pensamiento, actitud lo suficientemente contraria a un régimen que pretende ser democrático, dialéctico y dialogal”. La presión del grupo continuó hasta manifestarse por medio de una carta abierta de profesores y estudiantes (julio 29) en la que se propone una forma de consejo de participación para la Facultad de Psicología, que se reúna por lo menos dos veces en el semestre. La profesora aludida pertenecía al grupo de “los abajo firmantes”. En la Facultad de Derecho se inició la publicación periódica “Aquí 218” que se continuó posteriormente en JUS, órgano de expresión de la facultad. Abundan ambas en manifestaciones contra ésta, su sistema docente, su régimen, captadas de encuesta que se realizara entre los estudiantes. Se hace también eco de aspectos políticos nacionales para criticarlos, como la compra que se anuncia de reactores de guerra, sobre el cual hecho circularon cartas abiertas al estudiantado total (septiembre 7 y 14) firmadas por estudiantes de leyes. La ‘organización estudiantil’ arguye en estas efímeras publicaciones con carácter polémico contra la forma como la práctica de la participación se analiza en mi ponencia al seminario de conflictos; y la fórmula de un vice-rector de estudiantes en la Javeriana se rechaza por preverla inadecuada. A fines de octubre o principios de septiembre aparece el periódico FRENTE, abiertamente político, de izquierda, ‘cheguevarista’. Tiene la virtud de no ser anónimo; y sus cuadros redactores y directivos son los mismos que hemos visto aparecer en las dos publicaciones anteriores, con cartas contra el Presidente Pastrana. FRENTE es de estudiantes de derecho, sociología, trabajo social y comunicación y presenta la iniciativa que llaman ‘asamblea interfacultades’ como una exigencia básica, diferente a lo que se ha venido conociendo como ‘bienestar estudiantil’.

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‘Bienestar estudiantil’ es, en realidad, un nuevo nombre, por una parte y una nueva orientación de lo que en 1965 se llamó la CUJ o Confraternidad Universitaria Javeriana, sobre la cual haré posteriormente una mención histórica. En él militan personas cuya presencia he venido advirtiendo en todos los acontecimientos relatados desde 1969. Algunos son estudiantes que suelen aparecer como ‘observadores’, pero siempre activos, especialmente con la pluma. Surgió por entonces en la Facultad de Educación el llamado Grupo Bochica. Sus volantes son anónimos pero bien conocidos los propiciadores. Quizás el grupo dio a luz una publicación llamada Boletín. Amigo el movimiento de la educación concientizadora, tiene a Paulo Freire como mentor principal, y fue autor del documento, Diagnóstico de una Facultad de Educación y del Proyecto de Organización del Comité Estudiantil de la Facultad de Educación.

2. Con el nuevo Rector. Julio 18 de 1970 Como el Movimiento Z, otros escoltaron mi retorno a la Universidad en calidad de nuevo Rector. Pobretón de carácter y demiso de espíritu fue el movimiento, -si así merece llamarse tan liviana actitud- autodenominado “Los Sumisos”. Anónimo por supuesto; encuévanse en él especialmente estudiantes de filosofía y letras, varios de entre ellos jesuítas y religiosos. Que por poco sagaces en estas disciplinas del espíritu; carentes -según ellos mismos lo confesaban- de identidad profesional, o más afectados por el inmediatismo de la acción social directa, no descollaban con brillo en las lides académicas. Identifícanse así: “¿Quiénes somos los sumisos?... ‘Sumisos’, somos todos nosotros. Tanto ustedes como quienes esto escribimos. Sumisos porque nos conformamos con un orden de cosas, que termina muchas veces por asesinar nuestras iniciativas, encerrándonos en el más lúgubre indiferentismo. Con la diferencia de que nosotros manifestamos nuestro descontento. “Y es que ocurren cosas como las siguientes: ¿Qué dijo ‘nuestro magnífico’ rector cuando pasó revista a todos sus niños bonitos de la Pontificia? … Puro bla...bla...bla... Fue un ‘gran honor’ y una desenfrenada alegría el poder ver con nuestra ‘indignidad’ el amable rostro ceñudo (contradicción intencional) de nuestro ‘venerable padre rector’, pidiendo colaboración, diálogo y ‘sumisión’.” Y en el mismo pasquín anónimo agregan: “hace poco surgió en nuestra Universidad un nuevo pasquín... Agonos... Agonos... a peso... a peso... Agonos, quiere ser: ‘expresión estudiantil de javerianos para javerianos’… Bla... Bla... Bla... Son mejores infinidad de pasquines que encontramos a diario por diversos lados; por lo menos son más originales y con menos gente ‘amontonada’ en la redacción”... Como éste, fueron muchos los pasquines que alfombrarían mi ingreso en época turbulenta de la Universidad Javeriana. “Los Sumisos” eran infantiles y primerizos de ideales, y en lenguaje poco adecuado a su talante, ‘slogaban’ así sus anónimos: “La juventud que no es rebelde, se eclipsa”, para quejarse a renglón seguido de las puertas cerradas de la secretaría de la facultad cuando deseaban recabar de los profesores las décimas salvadoras de una previa.

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No eran intelectuales “los sumisos”. Y se dejaron venir -según lo hemos visto- contra el periódico estudiantil Agonos, que significaba lucha, el único que fundió plomo de linotipos y -aunque efímeramente- fatigó las prensas. Vió la luz en el primer semestre de 1970, fundado por estudiantes de economía, con algunos de comunicación social, filosofía y algunas otras facultades. Ya veremos a los redactores de Agonos aplaudiendo el movimiento Cataluña y los acontecimientos de marzo y mayo de 1971. Serán también partidarios del “programa mínimo” de los estudiantes colombianos, en este mismo año. “Universitarios” fue un periódico que no se ajustó a su prevista periodicidad quincenal de quinientos ejemplares’. Sólo llegó al primer número. Lo cual me dolió porque fue iniciativa de estudiantes optimistas del movimiento ‘Nosotros’. Que fue, para mí, grato; ilustró su única edición con muñequitos tipo Kim, pues en ese entonces comenzaba a ponerse en boga el inserto periodístico “Amor es...” Así, en formato y corte usurpado a Hoy en la Javeriana, dos figuritas dibujaban mutuas sonrisas: una el Rector; otra el estudiantado. Un simpático santandereano que hoy está tratando de fundar una universidad más en Colombia, estudiante de comunicación social, ‘manchetió’ el amplio gráfico con esta leyenda: “Javeriano es... colaborar con el Padre Borrero en el gran cambio. “ En esto mostró el movimiento “nosotros” que eran visionarios y proféticos. Pero, lástima, pronto dejó a sus líderes la coda febril del entusiasmo. No supe más de “nosotros”, sí de los amigos gestores del fugaz movimiento.

3. El Movimiento ‘Cataluña’. 1970 Subtendidos entre la maraña y multiplicidad de comunicados y movimientos, corren hilos de Ariadna que develan personas e inquietudes, repiten estilos literarios y subpasan divisas. Por lo que no me fue sorpresiva la visita que el día 30 de octubre de 1970 hicieron al incipiente rector los directivos de los departamentos de sociología y trabajo social, con séquito de 12 profesores -un jesuíta- a comunicarme que ellos habían apoyado la declaratoria de paro anunciado por sus estudiantes. En efecto, éstos, con profesores de ambos departamentos habíanse reunido en asamblea de facultad el día 28 de octubre, de 9 a 12:30, al término de la cual emitieron el siguiente comunicado: “Los departamentos de sociología y trabajo social han venido afrontando en los últimos años una serie de problemas que afectan directamente al alumno de la facultad. Problemas de tipo académico (profesores, nivel de estudios, investigaciones y proyecciones a la sociedad); problemas de tipo administrativo; problemas de participación de los alumnos en la organización y toma de decisiones en la facultad. “La situación fluctuante se ha venido a agravar ante el hecho inminente de una alza de $50.00 por crédito, que representan en, promedio, para sociología y trabajo social un alza de $1. 000. 00 (mil pesos) semestrales por persona.

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“Ante este hecho el alumnado no pudo permanecer impasible. En ASAMBLEA GENERAL reunida en la cafetería de Cataluña entre las 9 y las 12:30 del día 27 de octubre de 1970, entró a analizar la decisión tomada unilateralmente por las directivas de la facultad, sin tener en cuenta los intereses de los directamente implicados, los estudiantes. Por cuanto esta decisión no sólo afecta los intereses económicos sino, además, no va a redundar en provecho de la facultad misma, un mejoramiento del nivel de estudios, de la investigación, de la adquisición de nuevos profesores de tiempo completo (en la actualidad solo contamos con dos), de mejorar en la Biblioteca representativa con respecto al nuevo ingreso, LA ASAMBLEA GENERAL consideró injustificada el alza y la decisión tomada sin contar con los estudiantes. Consideró, además, que no es justificable un alza en las matrículas con el único fin de cubrir un déficit presupuestario proveniente de la Administración Central de la Universidad. Si la facultad va a seguir funcionando en la forma en que lo ha hecho hasta el presente, el alza de matrículas carece de fundamentos”. El cese de actividades anunciado consistía en: no asistencia a clases a partir del 28 de octubre; no presentación de los exámenes de fin de semestre, y no concurrencia a las matrículas del primer semestre lectivo de 1971. Constituyéronse, además, los comités por uno y otro departamento, (cuatro por cada uno), en la misión de “establecer contactos con las Directivas de la facultad y enterar a la Universidad y a la opinión pública sobre la marcha del presente Movimiento Estudiantil. Y firma el comité coordinador, conformado por nueve personas. El mismo día 28 de octubre, dirigí un mensaje al decano académico y a los profesores de la facultad, aclarando aspectos presupuestales y financieros; ordenando la cancelación de las clases en consideración a que solo restaban cinco días para el cumplimiento del calendario adoptado al principio del semestre; pidiendo fijar la tabla de exámenes finales, y elaboración de las matrículas en el mes de enero (Hoy en la Javeriana, n. 299, 1970). La respuesta no se hizo esperar, firmada a las 5 p.m. del mismo día, quejosa de que mi actitud, simple y obvio ejercicio de autoridad, mi carta les había sonado a represiva. La respuesta advertía que el “problema de fondo es el de la participaci6n estudiantil en la toma de decisiones que afectan directamente al estudiantado”. Parece que a los directores de los Departamentos de Sociología y Trabajo Social, más agradó la perspectiva de cese que mi carta y la actitud leal del decano académico. Por lo que el 30 de octubre -cuando practicaron su visita a la rectoría- me dirigieron una carta que fue por ellos dada a conocer a toda la Universidad. “Compartirnos plenamente -dicen- los planteamientos de los estudiantes de los departamentos de Sociología y Trabajo Social, consignados en documento elaborado por comisiones mixtas de profesores y alumnos y que ha sido entregado a usted, por cuanto tienden a buscar una necesaria participación de todos los estamentos de la Universidad en la gestión académica y administrativa de la misma y en la medida en que se constituyen un punto de partida serio, maduro y reflexivo para iniciar un proceso de diálogo que le permita a la Universidad y en concreto a los departamentos

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mencionados, llegar a unas estructuras abiertas a la polémica de todos los grupos y en especial, a la problemática social colombiana. “Como profesores de la Universidad consideramos que es nuestro deber y nuestra responsabilidad, iniciar la tarea de diálogo permanente con las directivas y los estudiantes, que sea a la vez evaluación crítica y productiva de la Universidad en su conjunto y no permanecer a la expectativa y como simples elementos intermediarios entre las directivas y los estudiantes. “Consideramos, Padre Rector, que el cese de actividades decretado por la asamblea de estudiantes el día 27 de octubre de 1970, más que un instrumento de lucha destinado a producir enfrentamientos negativos con el necesario principio de autoridad que rigen las relaciones universitarias, para no caer en situaciones de anarquismo, ha sido más bien un período de reflexión y de estudio, un detenerse un momento a pensar, en cuanto ha permitido que los profesores y los estudiantes se reúnan comunitariamente a dialogar sobre los problemas universitarios que a todos nos conciernen y nos interesan. “Igualmente consideramos que este período de reflexión y de evaluación, admitido como tal por los mismos estudiantes de estos departamentos en carta dirigida a usted, ha sido altamente productivo, en medida en que se han elaborado unos documentos de trabajo que juzgamos serios y honestos, para un estudio crítico legítimo y necesario de las actuales estructuras universitarias”. “Como lógica consecuencia de los planteamientos que anteceden y confiando en un recto criterio, que no es otro que el de lograr el continuo mejoramiento de la Universidad, nos permitimos solicitarle de la manera más respetuosa, se sirva considerar el cese de actividades estudiantiles en esta área, como una pausa de reflexión y de evaluación critica y en estas condiciones, iniciar el diálogo tanto con los estudiantes como con los profesores, en busca de las soluciones que estos departamentos y la Universidad en general requieren, a fin de superar no solamente la crisis del momento, sino las soluciones al desequilibrio estructural de la Universidad. “Por último, los profesores de los departamentos de Sociológica y Trabajo Social consideramos que no se debe concebir el diálogo entre estamentos vivos y estamentos muertos de la Universidad y juzgamos que son precisamente estos departamentos, no por fuera del contexto universitario sino muy dentro de él, los departamentos más conscientes y más maduros de toda la Universidad. Por ello, nosotros los profesores, queremos hacer pública nuestra voluntad y abrir el diálogo real y permanente sobre la problemática de la Universidad, que es, sinceramente, nuestra propia problemática. Firman junto a los dos directores, una docena de profesores. Respondíles el día dos de noviembre (Hoy en la Javeriana,No. 300, 1970): “Ya Uds. han producido un documento de análisis sobre la carrera de Trabajo Social, y espero que en los próximos días hagan otro tanto con la de Sociología, para poder, partiendo de una base concreta, entrar a examinar en conjunto estos documentos, e ir sacando conclusiones que contribuyan al perfeccionamiento de dichas profesiones en la Javeriana. Esto, como digo, supondrá una dedicación seria de parte de todos, y nos exigirá recia disciplina de trabajo”. “Las ideas que propongan esos dos departamentos sobre la comunidad javeriana, por ejemplo, serán un aporte más en la solución de dicho problema, que he venido estudiando en años pasados,

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y que podrán acompañar adjuntas a las que sobre el mismo tema han estado estructurando de tiempo atrás, otras unidades docentes de la Universidad, también muy conscientes y maduras”. “También las orientaciones y posibilidades de estas dos carreras me interesan: conozco su inquietud sobre la funcionalidad e identidad de estas profesiones, y su futuro en el contexto colombiano actual. Las ideas que ustedes aporten arrojarán mucha luz sobre tan delicado problema”. “Estimo, que han logrado adelantar los procesos de reflexión y maduración sobre estos planteamientos. Lo cual me permite esperar de Uds. una pronta formulación escrita de las conclusiones, dado el ritmo de trabajo que han mantenido, y que estoy cierto no disminuirá en los próximos días”. “Espero que Uds. podrán terminar el año lectivo dentro de las fechas normales de la Universidad; con lo cual se evitarán los graves trastornos que implicaría una excesiva postergación de los exámenes, y que ya es causa de profunda preocupación en un grupo de estudiantes de esos departamentos”. Comento dos párrafos de mi carta del dos de noviembre. Uno habla sobre la funcionalidad e identidad profesional de estas profesiones, y su futuro en el contexto colombiano, pues tales dudas, convertidas en argumento, nos llevarían al decano y a mí al cierre de ambos pregrados. Y, ulteriormente, conducirían hacia la creación de la Facultad de Estudios Interdisciplinarios, a nivel de post-grado. Así lo permití entonces; así se hizo en 1974. Otro, sobre el análisis de la carrera de Trabajo Social. Propusieron un currículo novedoso. De acuerdo con el decano, este se puso en vigencia, juntamente con el ya usado, a partir de enero de 1971. Y dejóse la escogencia al libre arbitrio de cada estudiante. Superadas dos semanas de clase, los estudiantes que se decidieron por el novedoso, se refugiarían en el antiguo. Y con él todos terminaron su carrera. Antes de mi carta del dos de noviembre, los Departamentos de Sociología y Trabajo Social habían emitido varios comunicados a la Universidad entera, anunciando las metas fundamentales del que empezaban a llamar Movimiento Cataluña; “el logro de una verdadera participación estudiantil a través de canales institucionalizados de la Universidad y el logro de una solución justa y realista, al problema económico del estudiantado y la Universidad; lo mismo que al problema del nivel académico que siempre ha sido preocupación fundamental de alumnos y profesores” (comunicado N° 4 [ver anexo facsimilar]). Otro documento, el producido por el Comité de participación, explicita como objeto del movimiento “examinar la actual estructura de la Universidad Javeriana, en lo relativo al proceso de la toma de decisiones académicas y administrativas, para diseñar y crear unos canales institucionales que le permitan a la comunidad estudiantil participar real y eficazmente con esos procesos decisorios, que por obra de la tradición han permanecido cerrados a los estudiantes y para que sea posible, además, un diálogo permanente, crítico y consciente de toda la evolución de todo el sistema universitario, que no se entiende mediante la unilateral imposición de las decisiones, sino por medio de la contínua consulta de todos los estamentos de la Universidad, o sea, directivas, profesores y estudiantes”.

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Como se vio, los dos directores de departamento y los profesores, conciertan el elenco de solicitudes participativas. En el mismo comunicado (número 4), solicitan apoyo de las facultades que no ha de consistir necesariamente en paro, pues “el Movimiento Cataluña no nació solamente para hacer paro, y de ninguna manera puede condicionarse en la consecución de sus metas a este único medio”. Sin embargo, los estudiantes se gloriaron en no pocas ocasiones de haber sido capaces de producir por fin el que llamaron primer paro en la historia de la Javeriana. En subsiguiente comunicado (número cinco) reiteran el propósito de cese de actividades como condición de éxito en las jornadas de reflexión. Y a mi carta del dos de noviembre responden en el comunicado número seis, abundante en conceptos sobre lo que entienden por diálogo; y, a la vez, con un rechazo al reajuste de matrículas, por haber sido medida inconsulta. Se rumoró en pasillos y aulas de la Universidad que la difícil situación financiera por la cual transitara la institución, debíase a auxilios periódicamente derivados para el sostenimiento del Hospital de San Ignacio. Los conceptos sobre participación y diálogo aparecen más explícitos y, a la verdad, orgánicamente expuestos en documento emanado del Comité de participación. Pues desde la asamblea del 28 de octubre, habían constituído cuatro grupos de trabajo, con cometidos específicos, cuales eran estudiar lo referente a la participación, a los currículos de Trabajo Social y Sociología, y a la administración de la Universidad. Los dos últimos documentos, o no fueron elaborados a plenitud, o nunca llegaron a mis manos. El de participación, entiende la Universidad como una institución capaz de propiciar la participación de pensamiento, de creatividad y de acción. Y ello mediante el diálogo que ha de ser horizontal, auténtico, crítico, permanente y eficaz. Pero al proponer el organismo operativo de tan acertados principios, deriva, lamentablemente, a la propuesta de un consejo de Facultad más gremialista que académico, abundante en miembros (veintidós en total) y demasiado dependiente del Rector al que hacen miembro necesario del mismo consejo. Buscaban con esta propuesta derogar la resolución número 1 del 20 de enero de 1970, mediante la cual se adoptó una constitución para el consejo de facultad, fundada en principios científicos -no gremiales- y que daría claras pautas para la reforma estatutaria de 1971. Propone además el documento, un comité permanente de facultad, conformado por los alumnos y profesores solamente, y dotados de funciones fiscalizadoras del consejo de facultad. A éste, entre otras, atribúyele la función de elegir decano y directores de departamentos, mediante procedimientos usurpados de las universidades oficiales del país. En la casona de Cataluña las asambleas y evaluaciones se suceden. Duran hasta la madrugada. Los estudiantes organizadores obligan la asistencia de los compañeros renuentes, pasando lista y haciendo creer que tal es la orden de las autoridades de la Universidad. Que la inasistencia será castigada con triple falla, acumulable a las clases que en determinadas horas debieran estarse dictando. Las clases han sido sustituídas por reflexiones.

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El día 4 de noviembre realizan un entierro simbólico de la vieja universidad. Portan un féretro, y en torno a él anuncian el nacimiento de la nueva. Esta divisa de la ‘nueva universidad’ aparece en todos los comunicados, y fue el lema del Movimiento de El Ocaso. Es uno de los hilos continuos en todas las inquietudes estudiantiles desde años atrás. Este acto, y otros similares causaron la imagen que la prensa llamó “carnaval”, “huelga”. Lo que no gustó a los promotores que preferían la designación de “paro” para su movimiento. La rectoría, que en perfecto acuerdo con el decano académico y todos los decanos de la Universidad habían venido analizando situaciones y adoptando medidas, no cedió un punto de lo que fue expresado en la carta del 28 de octubre. Y el cinco de noviembre, la asamblea de sociología y trabajo social empieza a pensar que deben presentar los exámenes de final de semestre, y solicitan sean dictadas las clases faltantes. Tampoco a esto se accede, y se publica el calendario de exámenes. Por lo que el día 5 de noviembre escasean los asistentes, las tres C. C. C., nueva divisa del movimiento Cataluña: Crítica, Conciencia, Creatividad. Así en entrevista sostenida con estudiantes y profesores de sociología y trabajo social, el siete de noviembre, anunciaron que suspenderían el paro. El nueve, los líderes configuraron la decisión que fue superfluo comunicar. A este aconteció lo que a tantos paros. Se declaran y luego se desvanecen. Mas el líder, con pupila intencionadamente ciega ante la realidad, procura recabar un póstumo crédito, y ordena el levantamiento. Como se esperaba, el “Movimiento Cataluña” hizo metástasis a otras facultades, mas no a todas, como se pretendía, ni con la profundidad prevista desde meses antes. Y esto digo porque el movimiento había tenido su primera gestación ante mis ojos. Fue en una finca de la localidad de Sasaima a donde invité en un fin de semana a dirigentes varios de lo que por entonces se llamaba “bienestar estudiantil”. Fue en agosto de 1971. “Bienestar Estudiantil” tenía origen en la llamada “Confraternidad Javeriana -CUJ-”, creada en 1965 para integrar en alguna forma los diversos grupos estudiantiles de cultura, y los que venían promoviendo acciones de ayuda a la comunidad en regiones varias de Colombia. Fue uno de los elementos preexistentes al Medio Universitario, como se verá. Poco antes de la reunión en Sasaima, muchos de ellos se habían congregado en asamblea formal -11 de agosto, 1970- a fin de estudiar planes qué proponer al nuevo rector. Fundamental entre ellos fue conjugar la que llamaban asamblea estudiantil, nueva modalidad de la asamblea interfacultades, originada durante la acción que llevó a cabo la “marcha del silencio”, con “bienestar estudiantil”. Aquella tendría a su cargo la acción política y era independiente de las directivas universitarias; la segunda, además de establecer contacto con ellas, continuaría realizando las acciones culturales, deportivas, sociales. Sin embargo, reclamaba autonomía respecto a la misma, sin que la financiación parcial o total que de la Universidad recibían fuera un óbice, toda vez que juzgaban los aportes una obligación de la Javeriana, con el derecho correlativo que a ellos -”Bienestar estudiantil”- correspondía para percibirlos y destinarlos a promociones específicas. De estos y de muchos otros aspectos hablamos en la reunión de Sasaima. La reforma estatutaria y la participación, no podían faltar. Y como no estuviera yo para tomar decisiones de ninguna clase, cundió en los grupos manifiesta insatisfacción. Por la noche improvisaron coplas sobre la

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‘nueva universidad’ que pretendían, no en todo acorde -según algunos- con las concepciones del nuevo rector. Y advertí que germinaba la posibilidad de un paro, el primero en la historia de la Javeriana. Sin este ingrediente tampoco habría ‘universidad nueva’. La cogienda sería en el “Movimiento Cataluña”, pues “bienestar universitario” -según se empezó a llamar la coordinación de grupos, a partir de la asamblea del 11 de agosto- no promovió los hechos. Otro fue el motor primero; sociología y trabajo social que, a sus reclamos que ya hemos visto, agregaron un motivo que hiciera escuela en toda la Universidad, el reajuste de matrículas. La expansión del movimiento Cataluña la fuimos conociendo por las constantes rondas informativas de decanos, y por el boletín EXTRA que la Facultad de Comunicación Social creó entonces para cubrir la noticia. Esta facultad fue la primera en prestar oídos al Movimiento Cataluña, y reunió su segunda asamblea el 30 de octubre. Creáronse en ella tres comités denominados de Reporterismo, redacción y crítica. De los dos primeros emanarían las informaciones a la radio y a la prensa. Y por iniciativa de los mismos, el día 31 de octubre se tuvo una mesa redonda para compulsar situaciones incipientes en las facultades de ingeniería civil y electrónica, lo mismo en filosofía y letras, derecho, arquitectura. Fecundo en asambleas de facultades fue el dos de noviembre. Las hubo en las ingenierías, en filosofía y letras, en arquitectura. Esta última decretó suspensión de actividades para reflexionar sobre los propios programas académicos, lo que no gustó a los promotores del movimiento Cataluña. Recuérdese que la tarea se sintetizaba en costo de matriculas, participación estudiantil y profesorado, la ‘nueva universidad’. Sin embargo, al final del período evaluativo, concluyeron “que la estructura y las directivas de la Universidad no permiten una participación de alumnos y profesores en las decisiones académicas”, y se lanzaron al cese de actividades, a la luz de fogatas y cantos en la ‘mediatorta’. Y el nueve de noviembre, amplio grupo de profesores presentó renuncia colectiva e irrevocable. Así le fue aceptada a no pocos de ellos. La asamblea de derecho (9 de noviembre) fue escasa, y desoyó el llamado de los sociólogos y trabajadores sociales. Que les interesaban más sus propios problemas, no los ajenos. Ignoro dónde andaban los consabidos líderes de la facultad, tan activos en todos los movimientos anteriores. Ni siquiera la ‘observadora’ de siempre se hizo presente, en la casona Cataluña. El boletín EXTRA del 10 de noviembre ya se quejaba en su editorial, de indiferencia en varios sectores del estudiantado. “Muchos han condenado el movimiento ... quizás piensan en su presente, en lo que actualmente les rodea, sin ver algo futuro. No han entendido, por ejemplo, que se está forjando una ‘nueva universidad’ que el día de mañana puede ayudar a ser más ‘persona’ a sus propios hijos”. Así, el elegíaco editorial, que prosigue en tono jocoso: “¿Las preguntas ? Abundan en los pasillos, cafeterías y, si por casualidad hay un encuentro en el bus, entonces son en el bus: -¿Cómo va la huelga? -¿Los movimientos están buscando que los echen? -¿El movimiento nació muerto? -¿Ese movimiento es violento?”. Y concluye irónico y sentencioso: “Ante esta situación debemos luchar hasta conseguir que esos grandes cerebros se orienten, se informen objetivamente y puedan decir: ‘Somos libres porque

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al menos contribuimos a nuestra propia formación y estamos comprometidos ‘libremente’ con la realidad y la proyección del javeriano”. En efecto, ingeniería civil desistió de sus reflexiones el 11 de noviembre, fiesta nacional. Las enfermeras, en su primera asamblea del cinco de noviembre, se declararon desinformadas de las inquietudes que aquejaban a sus vecinas pobres de Cataluña. Y enteradas por ellas mismas el día siguiente, no reaccionaron. Los arquitectos entregaron el fruto de su trabajo reflexivo el 10 de noviembre, y fueron a correcciones de taller, no sin antes hacer una marcha en donde cantaban coplas, fruto de las reflexiones: “¿Qué somos? Tornillos. -¿De qué? De una organización. -¿De qué clase? Inhumana. -Reforma, ¿cómo? Con el rector estudiantil. -¿Por qué? Porque es efectivo, joven, objetivo, consciente. -¿Qué es necesario? Sentar las bases del cambio. El cambio es inaplazable”. En medicina a decir del número 10 de EXTRA (17 de noviembre) completo misterio... El viernes trece habíanse reunido en asamblea, en el Paulo VI. Nada pudieron averiguar los reporteros de comunicación social, y se contentaron con decir: “Es desconocida la actitud de los estudiantes de medicina ante la actual situación de la Universidad Javeriana”. Los galenos emitieron ‘pronóstico reservado’. La Facultad de Electrónica fue más perseverante. Así relata EXTRA (número 7, noviembre 10) lo acontecido allá: “Nosotros, estudiantes de la facultad de Ingeniería Electrónica, consideramos de vital importancia la realización de una revaluación de la facultad. Este estudio supone una suspensión TOTAL de las actividades académicas durante el tiempo necesario, hasta que se llegue a conclusiones definidas que plantean claramente la posición y política de la facultad” (Texto de la carta del 3 de noviembre, firmada por 181 estudiantes de la facultad). “El decano de estudios, en la asamblea general del 5 de noviembre, admitió la conveniencia de una semana de evaluación, pero rechazó enfáticamente su realización en los días fijados por la asamblea (9 a 16) atendiendo a la “exigencia” del Padre Rector de no modificar las fechas de terminación de semestre y horarios de exámenes. Insistió además, en la imposibilidad de asistencia de los profesores de tiempo parcial y en el trastorno que se causaría a los estudiantes que deben presentar su tesis de grado antes del 11 de diciembre. Aconsejó que la semana de evaluación se realizara el próximo semestre”. Sin embargo estudiantes y profesores hicieron la semana evaluativa, que terminó el sábado 14 de noviembre, con una misa ‘enguitarrada’ y animación de los estudiantes de la Facultad de Teología, cuya participación en el Movimiento Cataluña había sido discretamente hacendosa; y aunque distante, eficaz. Filosofía y Letras tomó sus propios senderos. Y lejos de interesarse por la ‘nueva universidad’ emergente, expresaron a EXTRA (número 4, noviembre 4) que ellos ya venían filosofando de tiempos atrás, sobre la ‘ubicación’ del futuro egresado de la facultad en la realidad nacional y en la realidad latinoamericana. Más preocupados están -son informaciones de una profesora de la facultad- de la carencia de una filosofía latinoamericana, por lo que desconocían los objetivos del Movimiento Cataluña. No existe en Latinoamérica -insiste- una filosofía propia, autóctona, sino una filosofía importada. Y así pensando desde el día cuatro de noviembre cuando hicieron asambleas por cursos, les llegaron los exámenes finales.

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Los estudiantes de Psicología se reunieron en asamblea el día cuatro de noviembre, en el salón de grados: levantaron un paro que se había decretado pero que no consta se hubiera hecho, y opinaron que, a nivel de consejo, estudiarían lo de la participación. Reporteros de EXTRA hablaron con el decano el día 4 de noviembre para insinuarle que “Psicología forma parte de la universidad, y nuestro deber de comunicadores es comunicar”. Y a la pregunta sobre el temor que llevó a los directivos de la facultad de clausurar anticipadamente las actividades académicas, respondió: “Obedeció, como lo expresa un comunicado de los profesores, al interés del consejo por salvar la normal finalización del año lectivo”. Y reprobó el paro. Cuando los directores, y algunos profesores y estudiantes de los departamentos de Sociología y Trabajo Social me comunicaron el final de cese de actividades (7 y 9 de noviembre), dirigí (noviembre 12) una carta a toda la comunidad Javeriana, convulsa aún, como se ha visto, en algunos de sus recodos universitarios. De esta carta mencionada antes a propósito del segundo anuncio de reforma, espigo ahora apartes pertinentes. “En las últimas semanas -dije entonces- se ha manifestado una serie de inquietudes que de hecho no son más que un lógico reflejo de las que hoy presiden la vida universitaria, en general, y de explicables aspiraciones de la juventud moderna en cuanto a ser elemento vivo de los órganos de que forman parte”. “La participación aparece como el más notorio motivo de inquietud y en ello hay que reconocer también uno de los aspectos más vivos del universitario actual. Precisamente por eso, aceptada con simpatía, hay que estudiarla de modo que pueda ser ejercida dentro de los principios de autoridad que confieren firmeza a instituciones como la nuestra, principios que queremos reafirmar en esta ocasión. “En cuanto a las formas de participación, hay que evitar errores que nublaron o desviaron el auténtico sentido de ella en otras instituciones que ya la experimentaron a veces socavando el vigor académico y conduciendo la entidad orgánica de las universidades por senderos de antagonismo, disociadores y estériles. La Universidad ha pulsado en relación con el tema las opiniones de decanos, profesores y estudiantes en gran número; ha recopilado diversidad de experiencias; y ha recibido varios estudios o proposiciones parciales de unidades docentes o grupos javerianos. Todo ello forma un amplio cuerpo documental del que próximamente ha de salir, no una fórmula mágica por supuesto, sino un sistema que consulte las necesidades actuales y las aspiraciones de todos los que integramos nuestra Universidad. “Vamos a estudiar una vez acabado este curso, sin apresuramientos y sin pausas como lo merecen los problemas de fondo más allá de las simples reparaciones locales, lo que conviene a una renovación que sintonice a la Universidad Javeriana con el nuevo mundo. “Quiere toda la Universidad -no solamente sus estudiantes- ser una institución viva, pero no recién nacida; formar seriamente en su seno al hombre contemporáneo, pero no olvidar al hombre eterno; estructurarse ágilmente, pero no dislocarse; y contar con todos, pero no ser subvertida por algunos”. Esta carta fue dada a conocer juntamente con una declaratoria de principios elaborada de concierto con los decanos de la Universidad y por todos firmada (Hoy en la Javeriana, No.366, noviembre 12, 1970).

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Punto nodal de reflexiones anteriores y de las que se concretarían en los Principios Universitarios y en los Estatutos, juzgo necesario transcribirla enteramente, porque preludia los Estatutos, de tales principios emanados. Nada improvisó entonces la Universidad, que siendo siempre la misma, rehuyó ser idéntica a sí misma por estar animada de impulsos de renovación y de progreso. Dice así: “El Rector y los decanos de la Pontificia Universidad Javeriana, a todos los profesores, alumnos y amigos de la Universidad: a. La Universidad Javeriana es una Institución docente de inspiración Cristiana y Católica, dedicada a la educación a nivel superior; dentro de este marco concreto inspira el desarrollo orgánico de sus actividades y el progreso de su labor académica. b. La Universidad Javeriana aspira, como lo ha hecho siempre, a la formación de cristianos integrales, lo que implica preparar agentes de cambio social hacia un orden más justo. Se trata de infundir en los javerianos una actitud de servicios a la sociedad, en cuya transformación deben colaborar, y una eficaz preocupación por el asentamiento de la justicia social. c. La Universidad Javeriana entiende que su misión no puede realizarse de manera adecuada sin una clara conciencia de comunidad universitaria, integrada por directivas, profesores y alumnos, comunidad que implica la armoniosa participación en la búsqueda de las metas arriba indicadas. d. Entiende la Universidad Javeriana que quienes ingresan a su claustro en busca de educación y formación superior, lo hacen no con el propósito de adquirir privilegios sino con el fin concreto de perfeccionar su capacidad de servicio, dentro de las condiciones posibles que la Javeriana puede ofrecer. e. La Universidad Javeriana reconoce como uno de los principios rectores de su organización el de la autoridad que los educadores tienen para dirigir el proceso educativo hacia las metas que se propone su filosofía, la cual implica un sano pluralismo en la búsqueda de la verdad. La Universidad es así foro abierto a la discusión de los problemas concretos que plantea la realidad, y orientadora en búsqueda de los ideales que la animan. f. Entendida así la Universidad, su gobierno, no puede constituirse en fenómeno anárquico, sino por el contrario, en elemento básico de orden, y la participación en él de todos sus estamentos no puede sobrepasar los límites propios de la misión que a cada uno compete dentro de los propósitos comunes. g. La Universidad Javeriana es un organismo vivo y desde su fundación lo ha sido, tal como lo demuestra su indiscutible progreso académico y material, aún dentro de difíciles condiciones económicas. Su vitalidad aumenta y sigue en escala ascendente porque fue fundada, y existe, para servicio de la sociedad. h. Es evidente que quienes no compartan los principios aquí expuestos no están obligados a vincularse a ella pero quienes los acepten y los compartan deben constituirse en elementos creativos y defensores de ellos.

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i.

En relación con los hechos que se han presentado en los últimos quince días en la Universidad queremos exponer nuestra posición como cuerpo directivo de la misma, en orden a establecer claridad sobre los distintos problemas planteados. • La Universidad valora los aspectos positivos de estos acontecimientos y reconoce un sano deseo de perfeccionamiento en la mayoría de quienes postulan una renovación de las estructuras universitarias; • Es nuestro sincero deseo llegar a una profunda renovación de la Universidad que haga más nítido y más operantes los principios en que ella inspira toda su labor formativa; • Tenemos el firme propósito de acelerar el estudio que desde tiempo atrás viene realizando la Universidad sobre su naturaleza y estructura para llegar pronto a plasmarlo en determinaciones concretas. En este proceso queremos integrar el fruto de los trabajos realizados y en vías de realización en las distintas entidades de la Universidad, ya que la obra de renovación de la misma es tarea de todos los que la integramos; • La Universidad está empeñada en lograr, en breve plazo, un mecanismo que regule y salvaguarde una verdadera y eficaz participación universitaria de todos los estamentos que la integran, pues estamos convencidos de que sin una auténtica participación de todos en su desarrollo vital, no es posible el logro de sus objetivos esenciales; • Teniendo como meta favorecer los legítimos intereses de la totalidad del alumnado y del profesorado, y ayudar a que los aportes que puedan hacer las distintas unidades docentes al estudio de nuestros problemas tengan positiva influencia en sus soluciones (pues consideramos que tal estudio debe adelantarse dentro de la calma y la profundidad que el caso requiere), reafirmamos la vigencia de las fechas oficialmente establecidas para los exámenes y la conclusión de las labores académicas.

Dado en Bogotá, a los once (11) días del mes de noviembre de mil novecientos setenta (1970)”. Los estudiantes comentaron así el documento del rector y los decanos de la Universidad: “En líneas generales este documento abre el camino de los “canales regulares” para llegar a ser javeriano con sentido y conciencia de participación. Así tenemos la respuesta del R.P. Alfonso Borrero, Rector de esta Universidad y la “opinión” de todas las directivas, puesto que el documento adjunto viene firmado por 21 decanos, 4 directores, 1 coordinador y por el propio Padre Borrero”. ¿Comillas y subrayado destilan sentimientos de ironía? ¿de sumisión? ¿de aceptación? El número 9 de EXTRA sintetiza así el acto de clausura del Movimiento Cataluña: “A las 5 p. m. de hoy jueves 12 de noviembre, se reunió la asamblea general de los departamentos de Sociología y Trabajo Social para concretar la política a seguir en los días próximos. Se destacó un interés general por la continuación de sus actividades académicas y fue aprobada la proposición de presentar exámenes finales en la mayor normalidad.” Cuando los redactores de EXTRA emitieron su último número, el 10, -17 de noviembrecomentaban epílogamente: “Desde que surgió el problema en los departamentos de Sociología y

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Trabajo Social, los comunicados y/o cartas mimeografiadas, han invadido esta universidad como “plaga”. “Algunos son respetables y serios en su contenido; otros... “sin comentario”. Lo extraño en todo esto es que abundan en aquellos que dejamos “sin comentario”, los anónimos o engañosamente firmados. “¿No será este un vicio, de algunos javerianos, que impide la participación? Porque las cosas claras y los resultados concretos. Quien no da la cara, quien se escuda cobardemente bajo un titulillo, no puede pedir participación, ni siquiera puede hablar de ella puesto que él mismo no se hace “participable”. “Y con la intención de participar en algo, amigos anónimos de impresos mal escritos, unas sugerencias: 1. Cuidado con las redundancias, 2. Evite las “frasecitas de cajón” y 3. Es triste ver “los términos de moda” mal utilizados. Participemos...”

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Ilustraciones facsimilares






Documentos Javerianos 01 Se terminรณ de imprimir en noviembre de 2010, en los talleres de Javegraf, Bogotรก, D.C., Colombia. Compuesto con tipos BernhardMod BT y Formata e impreso en papel marfil.


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