Una vida ejemplar fue la de Mario Jiménez Cadena

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Una vida ejemplar fue la

de Mario Jiménez Cadena

Carlos Julio Cuartas Chacón

Palabras pronunciadas en las exequias que tuvieron lugar en la capilla del Gimnasio Femenino el miércoles 6 de febrero de 2013.

Una vida ejemplar fue la de Mario Jiménez Cadena

De honor y dignidad queda cubierta la vida de Mario Jiménez Cadena. A él me unió un profundo afecto que, por supuesto, solamente supera el respeto que un hombre llega a merecer, ese respeto que no se gana con dinero o poder, intereses y apariencias, ese respeto que riñe con la ostentación y la adulación, ese respeto que se arraiga con firmeza en la honestidad y el esfuerzo, el rigor y la austeridad, en la franqueza, virtudes que adornaron a este noble Ingeniero, caballero de todos los tiempos que pudo conjugar su recio carácter con un humor fino, con la ternura que hace adorable al abuelo y entrañable al amigo.

Fui discípulo del Doctor Mario, no en las aulas de Ingeniería como tantos y tantos colegas javerianos; lo fui en el recinto sagrado y estrecho creado por el encuentro de dos personas que comparten sobre todo causas y banderas, también criterios y aficiones, entre ellos la historia, el ejercicio del recuerdo y especialmente la admiración por los mayores.

Lo conocí como el destacado profesor de estructuras, alumno de la primera promoción de Ingenieros Civiles de la Javeriana2 , que en sus años de estudiante había sido Secretario Auxiliar de la Facultad3 , y en 1963, el primer egresado a quien se confiaba el cargo de Decano de Estudios. Con Mario Jiménez Cadena se abrió entonces una segunda generación de Ingenieros Javerianos en la cual encontró lugar por primera vez una mujer4 .

Se puede afirmar sin duda alguna, que la vida del Doctor Mario se entrelaza estrechamente con la de su Facultad, en un período que se inició el 20 de febrero de 1951, día de la primera clase de Ingeniería en la Javeriana. Su amor a la Universidad, sellado indeleblemente con el grado de sus cinco hijas, -una en

1 Palabras pronunciadas en las exequias que tuvieron lugar en la capilla del Gimnasio Femenino el miércoles 6 de febrero de 2013.

2 Su diploma, que tiene fecha 22 de mayo de 1956, fue el No.2.

3 Entre el 1º de febrero de 1954, fecha de su vinculación laboral a la Javeriana, y el 30 de abril de 1956; del cuarto al sexto año de su carrera.

4 Como Decano de Estudios, Mario Jiménez Cadena presidió el 29 de octubre de 1963 la ceremonia de grado de Gladys Alvarado de Valderrama, primera Ingeniera Javeriana.

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Medicina, otra en Arquitectura y tres en Ingeniería-, fue reconocido de manera particular, primero, cuando fue recibido en 1966 como Caballero de la Orden Universidad Javeriana, y años después, en el 2000, cuando fue ascendido al grado de Comendador. Fue profesor por casi cuatro décadas5 y Decano de Estudios por ocho años6. Razones suficientes había para que la Universidad le rindiera tributo con su bandera, el tricolor javeriano que con orgullo ondea en sus astas y que hoy, con más orgullo aún, cubre y protege este féretro que hace suyo al imponerle su escudo.

Muy cerca de la labor académica, estuvo su participación en las asociaciones profesionales. A la Sociedad Colombiana de Ingenieros se vinculó el mismo año de su grado, en 1956, y llegó a ser socio vitalicio. El Gobierno de Colombia le concedió en 1991, la condecoración de la Orden al Mérito Julio Garavito, distinción destinada a los Ingenieros que han prestado “señalados servicios a la Nación”. También tomó parte activa en los primeros intentos de creación de una asociación de Ingenieros Javerianos, en 1956 y 1960, llegando a ser elegido presidente de ASIA7 Ingeniería Javeriana. Su presencia en congresos y reuniones de colegas, siempre grata, enaltecía todo encuentro8 . Con los Ingenieros Enrique Camargo y Efraín Jaramillo, creó a finales de los 60’s la firma de Ingeniería Ingecos Ltda. que por cerca de treinta años fue el ámbito para su ejercicio profesional. Y solamente por un breve período de cuatro años, de 1970 a 1974, se desempeñó como servidor público, en el Ministerio de Obras, cuando el Ministro Argelino Durán Quintero lo nombró Director Nacional de Construcción de Carreteras. Desarrolló una magnífica labor y mereció el aprecio de todos. De esta forma el nombre de Mario Jiménez Cadena figura en forma destacada en los anales de la Ingeniería de Colombia y de la Universidad Javeriana.

5 En 1964 recibió la Distinción Académica de Profesor Titular, y desde 1988 fue Decano del Cuerpo Docente.

6 En 1963, a los 29 años asumió el cargo y lo ejerció hasta 1971; desde 1961 había sido Decano Auxiliar.

7 Antiqui Societati Iesu Alumni.

8 En el XII Congreso Nacional de Ingenieros Javerianos reunido en Santa Marta el 18 de octubre de 1997, recibió la distinción de Presidente Honorario de la Asociación. La resolución correspondiente fue publicada en El Ingeniero Javeriano No. 33 de mayo de 1998.

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Hombre prudente y medido, incluso en las palabras, su optimismo fue moderado. En alguna ocasión, hablando de contrariedades y desencantos que trae la vida, el Doctor Mario me enseñó una expresión proverbial, no libre de algo de ironía o picardía: “Doctor Carlos, -me dijo-, toda obra buena tiene su castigo inmediato”.

Permítanme que vuelva a los años de la Facultad para destacar su amistad con un jesuita maravilloso que en 1963 llegó a ocupar el cargo de Decano de Disciplina, el inolvidable Padre José Gabriel Maldonado, amigo suyo y de su casa. Muchas anécdotas, salpicadas del humor de Maldonado, dan cuenta de esa relación estrecha que superó el espacio de los años de dirección conjunta de la Facultad. Por supuesto, desde la niñez del Doctor Mario, la Compañía de Jesús se había constituido en un importante marco de referencia9 . Este hombre creyente que se empezó a formar en un entorno profundamente cristiano, llegaría primero al Colegio de San Bartolomé, donde obtuvo su grado de Bachiller en 195010 ,entonces ya había fallecido su padre-, y luego seguiría a la Universidad Javeriana para realizar sus estudios universitarios, también bajo la guía de los Padres Jesuitas. Así aprendió el imperativo ignaciano reflejado en sus pasos: “Confía en Dios como si todo tu trabajo dependiera de Él y en nada de ti; pero pon todo tu esfuerzo como si todo dependiera de ti y en nada de Él”.

Ahora bien, el elogio de la vida del Doctor Mario nos conduce necesariamente al hogar -y aquí esta hermosa palabra cobra todo su sentido y esplendor-, el hogar que formó con la Nova. A ese hogar cultivado con esmero llegarían primero sus cinco niñas, luego los yernos, las mellizas y los demás nietos. Mario y La Nova se amaron por 50 años, con todo el corazón y toda el alma, compartieron todo en la vida; se complementaron y formaron un equipo incondicional, una familia, para

9 Tres de sus hermanos ingresaron a la Compañía de Jesús entre 1941 y 1946. En este año el Doctor Mario que era el menor de los siete hermanos, cumpliría 13 años.

10 En Juventud Bartolina No. 185 de diciembre de 1949 salió una foto suya (página 137) por figurar entre los alumnos que recibieron la Cruz de Honor. En el No. 188 de diciembre de 1950, en el cual aparece la fotografía del Mosaico de Bachilleres del Colegio, se registra que recibió en sexto curso Mención Honorífica en Física, inglés y Latín (pág. 208).

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muchos envidiable y ejemplar, donde la rectitud, la prudencia y la integridad fueron la base de su formación, valores irradiados a todos aquellos que tuvimos el privilegio de estar cerca de esa casa. ¡Fue siempre un modelo de papá! Él y la Nova inculcaron en sus cinco hijas y diez nietos la importancia de la unión familiar. Por supuesto, no se puede hablar del Doctor Mario sin mencionar a Paipa, su tierra natal, los paseos y las cabalgatas.

Ahora sí podemos afirmar que ha quedado completo este elogio porque para el Doctor Mario la familia fue lo primero en su mente y en su corazón.

Separarse de un ser querido, así sea temporalmente y haya certeza del reencuentro más allá del horizonte, así sea para provecho y bienestar de ese ser querido, resulta siempre doloroso, no importa que la vida haya sido larga, llena de aventuras y experiencias. Esto no hace diferencia en el momento en que la muerte nos arranca de un tajo parte importante de nuestro ser. Es el precio de amar y compartir, de andar juntos, de querer y ser querido. ¡Es el precio que con gusto estamos dispuestos a pagar!

La partida del Doctor Mario empobrece a un mundo que clama por personas como él. Saber que estaba cerca y contar con la posibilidad de nuevos encuentros hacían más grata la vida. A nosotros todos nos corresponde honrar su memoria, no sólo recordándolo y exaltando su ejemplo, sino también siguiendo las sabias enseñanzas contenidas en sus huellas.

Continuaremos construyendo caminos y sembrando esperanza, afligidos sin él, inspirados por él, con la ilusión de alcanzar un día la paz que sólo Dios concede, la paz que merecidamente ahora disfruta el Doctor Mario, luego de una vida que ha quedado cubierta de honor y dignidad.

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