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VIDRIERAS

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# 43 • MAYO 2022 • Pág 24

Sandra Rodríguez

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Detrás del sueño de ser mamá

Hace 11 años, la psicóloga Sandra Rodríguez creó la Fundación Dar a Luz junto a Lola Capurro, a quien conoció en el proceso de atravesar la infertilidad y querer convertirse en madre. Así nace una organización sin fines de lucro que brinda información profesional y acompaña emocionalmente a mujeres y hombres que emprenden el camino de la reproducción asistida para lograr tener un hijo.

Una de cada seis parejas en el mundo tiene dificultades para concebir un hijo y esta misma estadística se replica en Uruguay. El mes de mayo, cuando se celebra el Día de la Madre en nuestro país, suele ser de mucha felicidad para algunas mujeres, pero también de mucha tristeza y ansiedad para otras que desean convertirse en madres y no pueden. Ayudar desde la experiencia, ese es el leitmotiv de Fundación Dar a Luz. Sandra Rodríguez, una de sus creadoras, fue atravesada por la infertilidad, conoce lo difícil que es el camino y hoy es madre de tres varones. Día a día, a través de la fundación, recibe consultas y brinda apoyo a quienes a veces solo se acercan para ser escuchados. Su actividad está marcada por jornadas presenciales y, desde la pandemia, también virtuales, ya que permiten llegar a pacientes de todas partes del territorio. Cuando Sandra atravesó el difícil camino de convertirse en mamá, no había ninguna institución que ofreciera contención y acompañara a los pacientes con información, apoyo

emocional y redes entre profesionales de la salud. Tampoco existía la ley de Reproducción Asistida, decretada en 2013 y por la cual se regulan las técnicas y requisitos que deben cumplir las instituciones públicas y privadas, mitigando los costos de un procedimiento que cuesta en torno a los 10 mil dólares. “Somos un equipo integrado por expacientes que logramos ser padres y que sentimos la necesidad de ayudar a quienes hoy están atravesando esta dura vivencia. Creemos que la información, la contención y el apoyo emocional son fundamentales para que los pacientes transiten de la mejor manera todos los aspectos que implica el tratamiento”, explica la psicóloga especializada en Reproducción Asistida. Su testimonio inspira a cientos de mujeres que ansían convertirse en mamá y acompaña desde una mirada empática y resiliente.

¿Cómo es su propia historia en relación con la maternidad?

Me gustaría decir que mi maternidad fue una búsqueda de varios años. Nos llevó más de cinco años ser padres. Toda mi vida soñé con ser mamá, no imaginé nunca una vida sin hijos. Después de 10 inseminaciones y tres fertilizaciones in vitro llegó nuestro primer hijo. Y resulta que, tras seis meses, nos enteramos que estábamos embarazados de forma natural… Ahí no termino la sorpresa, ya que un año y medio después, ¡nació nuestro tercer hijo! Fue un camino muy duro, de mucha angustia y frustración, pero con un final muy feliz.

¿Cómo hace una mujer para conectarse con la fundación y qué tipo de apoyo recibe?

Tanto hombres como mujeres pueden recurrir a la fundación a través de nuestra página web o Instagram. Respondemos consultas y también “En las jornadas de la fundación conjugamos la información con el apoyo emocional, intentando que los pacientes puedan atravesar esta crisis vital de la mejor manera posible”.

# 43 • MAYO 2022 • Pág 26 “La imposibilidad de concebir un hijo es una de las experiencias más perturbadoras de la vida”.

les brindamos un espacio donde son escuchados y contenidos emocionalmente. Muchas veces nos llegan consultas médicas y esas dudas las trasladamos a los especialistas que nos acompañan siempre. Nos apoyan muchos profesionales en reproducción asistida, así que cualquier duda que nosotras no podemos evacuar, se la trasladamos a ellos. La información es desde lo básico, el comienzo de la consulta con un especialista, hasta cómo se da el proceso después. Y, a veces, es simplemente abrir un espacio de escucha para hacer catarsis y sentir que quien te escucha te entiende.

¿Qué profesionales están involucrados desde que la mujer llega a la fundación?

Son muchos los profesionales que han colaborado y colaboran con la fundación en estos más de 10 años: ginecólogos especializados en reproducción asistida, genetistas, andrólogos, nutricionistas y, por supuesto, psicólogos. Todos se ponen la camiseta, nos dan una mano con una charla o dando una consulta con honorarios menores para ayudar a alguna paciente. Nosotros no estamos comprometidos con ningún laboratorio ni médico particular. Cada paciente debe buscar a su médico ideal y es muy importante que cada uno se sienta cómodo con ese vínculo que será a largo plazo.

¿Cuáles son las actividades periféricas que se realizan para concientizar e informar sobre este tema?

La información y la contención son fundamentales y es así que nuestra actividad principal son las jornadas de Fundación Dar a Luz. Realizamos tres o cuatro al año y se trata de instancias de riquísimo intercambio entre los pacientes y entre pacientes y profesionales. Generalmente, convocamos a expacientes para que brinden su testimonio y relaten su historia para logar tener un hijo. Así mismo invitamos a profesionales vinculados a la reproducción asistida para que expongan sobre algún tema en particular. Cuando las jornadas son presenciales, dividimos a los asistentes en grupos que coordinamos las psicólogas de la fundación. Abrimos así un espacio catártico donde los pacientes comparten emociones y vivencias. Alivia saber que hay otros pasando por lo mismo…El dolor cuando es compartido se mitiga. De esta manera en las jornadas conjugamos la información con el apoyo emocional, intentando que los pacientes puedan atravesar esta crisis vital de la mejor manera posible.

Hablemos de la infertilidad y sus impactos. ¿Qué sucede en la vida de una mujer cuando quiere ser madre y no lo logra?

La imposibilidad de concebir un hijo es una de las experiencias más perturbadoras de la vida. Si bien tanto hombres como mujeres viven esta crisis, obviamente, es en el cuerpo de la mujer donde se juega gran parte de este proceso. El deseo de querer formar una familia y no poder lograrlo implica una crisis vital, por lo cual el objetivo básico de la intervención de la fundación es mejorar la calidad de vida de los pacientes, acompañándolos a mitigar el impacto de las consecuencias de la infertilidad y de las técnicas de reproducción asistida. Hay tres síntomas fundamentales que aparecen y suelen ser comunes a todos los pacientes: aislamiento social, problemas en la pareja y trastornos en el estado de ánimo. Es normal que eso suceda. A su vez, la crisis vital genera un gran estrés que se extiende, a veces, a lo largo de años. Y este estrés, incluso, puede reducir la tasa de éxito de los tratamientos de fertilidad. También aparece un tema muy importante que es la culpa. La infertilidad es conyugal, aunque es inevitable que aparezca la culpa en uno de los integrantes. Y a todo esto hay que sumar los problemas económicos, que en ocasiones tiene un gran protagonismo, si bien ahora, por suerte, contamos con una ley que ampara. La presión social no es menor. El entorno preguntando “¿para cuándo?” genera muchísima ansiedad y angustia. Lo que buscamos a través de nuestro apoyo es reducir la ansiedad vinculada al miedo y el dolor de los procedimientos invasivos. Generar la sensación de control de ciertos aspectos y brindarles herramientas para tolerar de la mejor manera posible los tiempos de espera. Me gusta decir que son momentos de siembra. En este proceso hay que esperar mucho, entonces es importante convertir ese tiempo en algo útil.

¿A qué tratamientos puede someterse una mujer que no puede tener hijos de forma natural?

Si bien son temas médicos, puedo dar una idea general. Los tratamientos pueden ser de alta o baja complejidad. Estos últimos implican una estimulación ovárica, relaciones sexuales programadas o una inseminación artificial. Mientras que los de alta complejidad implican la extracción de los óvulos para realizar la fecundación fuera del cuerpo de la mujer.

¿Qué fortalezas tiene la ley de Reproducción Asistida en Uruguay?

La ley de reproducción fue una lucha de muchos años y es una muy

buena ley, que ampara a las mujeres de hasta 40 años. Ha permitido que muchos pacientes para los que hubiera sido imposible lograr ser padres y acceder a los tratamientos, hoy lo puedan hacer. Además, la ley incluye franjas adaptadas a los salarios que se perciben, por lo que hay gente que no paga absolutamente nada por su tratamiento de alta complejidad.

A lo largo de estos años, ha acompañado a muchas familias en este proceso. ¿Cuáles son las mayores gratificaciones que le dejan estas experiencias?

En lo particular, creo que me dedico a algo que me da muchísimas gratificaciones. Yo trabajaba como psicóloga en el área de selección de personal, mientras estaba en el camino de buscar formar mi familia. Luego de tener a mis hijos, me especialicé en el camino de la reproducción asistida. Y me ha cerrado todo, se ha dado una conjunción en lo laboral y en lo personal. Es súper gratificante cuando nos agradecen por el acompañamiento que les dimos, nos mandan fotos de sus bebés recién nacidos, de cuando cumplen un año. Nos tienen siempre presentes porque los acompañamos en el dolor y también en la alegría. Formamos parte de su vida a veces por varios años. Yo digo que vemos a los pacientes en los peores y en los mejores momentos de sus vidas.

¿Qué les diría, en este mes especial, a aquellas mujeres que están en la búsqueda de ser mamás?

En este mes de las mamás, les diría que sé que el Día de la Madre es muy duro, pero sé también que con perseverancia se va a convertir en un día muy feliz. Les pediría que no bajen los brazos, que conecten con otras mujeres que están pasando por lo mismo. Hay luz al final de este camino largo y doloroso. Les diría que se acerquen a la fundación, que les podemos tender una mano. Somos un farolito en el camino y, como ya lo transitamos, se lo podemos ir mostrando. Hay muchas piedras, pero se sale y se sale fortalecido. Les deseo a todas muchísima suerte y mucho ánimo. Me gustaría, para finalizar, compartir una frase inspiradora que nos escribió una paciente alguna vez: “Anduvimos un largo, costoso y doloroso camino de aprendizaje. Lo más importante que hemos aprendido es que el sacrificio fue grande, pero valió la pena porque descubrimos que no existe amor que se parezca al que se siente por un hijo”.

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