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COSMÉTICA
La piel en la menopausia
Durante la etapa previa y posterior a la menopausia, se suceden en las mujeres diferentes cambios cutáneos en los que se aceleran los procesos de envejecimiento de la piel con una disminución de su funcionalidad. Ahora bien, ¿es posible retrasar los impactos del paso del tiempo?
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Por Dra. Silvina Gurgitano
La Organización Mundial de la Salud define la menopausia como “la cesación permanente de la menstruación como resultado de la pérdida de la actividad folicular del ovario”. Es un diagnóstico retrospectivo ya que, la falta de la menstruación deberá mantenerse por 12 meses consecutivos. La edad media de la menopausia en las mujeres uruguayas es de 52 años en promedio. Pero, debemos distinguirla del síndrome del climaterio que es más amplio. Este se inicia antes, con la perimenopausia, alrededor de los 46 años, y se manifiesta con síntomas asociados a la variabilidad de la actividad estrogénica. Finalmente, acaba con la postmenopausia y el cese de los ciclos. Contar con información profesional clara nos permite a las mujeres acceder a nuevas herramientas para vivir este período con más calidad de vida y retrasar o contrarrestar algunas manifestaciones clínicas. Durante esta etapa, que puede ser un tercio o incluso la mitad de la vida, debemos tener en cuenta que las variaciones hormonales determinan alteraciones en el funcionamiento de diferentes órganos y sistemas. Indefectiblemente, cuando hablamos de menopausia, pensamos en los síntomas vinculados a la esfera ginecológica, pero es importante te-
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# 43 • MAYO 2022 • Pág 22 ner en cuenta que es un proceso que involucra cambios en diferentes targets. En este caso, nos enfocaremos en la piel.
El envejecimiento cutáneo Es imprescindible realizar una breve introducción de cómo se produce el envejecimiento cutáneo para luego ver cómo impacta la menopausia en el mismo. El envejecimiento cutáneo se produce básicamente por dos grandes determinantes. Por un lado, los factores secundarios del medioambiente (exposoma) como son las condiciones climáticas, la radiación ultravioleta, el tabaco, el alcohol, el aumento del índice de masa corporal, y los factores genéticos y hormonales. Y, por otro lado, están los factores cronológicos que generan cambios a nivel de los planos cutáneo y subcutáneo, condicionando que, con el paso del tiempo, sucedan alteraciones tanto en la piel como en los compartimentos grasos de la cara y el sistema ligamentario, que sostiene y adhiere la piel a las estructuras óseas de la cara. La interacción entre los factores del exposoma y los cronológicos es constante y, obviamente, unos condicionan a otros. Por ejemplo, el tabaquismo puede actuar aumentando el envejecimiento e incluso adelantando la edad de la menopausia. Las variaciones hormonales (disminución de estrógenos y aumento de cortisol) que ocurren en el periodo de la menopausia, actúan acelerando los procesos del envejecimiento con una disminución de la funcionalidad de la piel: • La función de barrera se ve afectada como consecuencia de la menor secreción de lípidos por las glándulas sebáceas y el enlentecimiento en el recambio de los queratinocitos. Estas alteraciones condicionan una piel más seca, engrosada y con menos luminosidad. • La función de defensa de la piel también se altera, con un aumento de los marcadores proinflamatorios y un déficit de antioxidantes. Esto se manifiesta con mayor tendencia a la inflamación, sobre todo en pacientes que ya tenían patologías inflamatorias previas como rosácea, por ejemplo. • La función estructural cambia como consecuencia de la menor síntesis de colágeno, elastina y ácido hialurónico, eventos que con el tiempo irán condicionando mayor cantidad de arrugas, flacidez y laxitud de la piel. ¿Cómo retrasar y contrarrestar estos cambios cutáneos? A través de los años, la investigación y la ciencia han logrado dar respuestas y herramientas terapéuticas para retrasar y contrarrestar los cambios propios del envejecimiento. Teniendo en cuenta las modificaciones que la piel sufre en este período, es necesario realizar ajustes en la rutina de cuidado diario de nuestra piel. Como dermatóloga, en esta etapa, trato de adecuar la higiene de la piel con syndets humectantes, la hidratación con productos que contengan ácido hialurónico, glicosaminoglicanos y lípidos que logren humectar, antioxidantes como las vitaminas A, B, C y E y alfahidroxiácidos AHA o retinol y sus derivados para mejorar la renovación celular. También se sugieren moléculas que actúen mejorando la síntesis de la sustancia extracelular. Los tratamientos de consultorio estarán orientados a disminuir el engrosamiento cutáneo, ya sea a través de peelings químicos, microdermoabrasión (puntas de diamante) y, fundamentalmente, a estimular las células productoras de colágeno, los fibroblastos, a través de diferentes tratamientos como pueden ser lasers, luz pulsada y plasma rico en plaquetas, entre otros. Los hábitos saludables no solo retrasan el envejecimiento cronológico de la piel, sino que también contribuyen a que los tratamientos sean más eficaces y perduren por más tiempo. Como especialista en dermatología considero importante evaluar individualmente a cada paciente y, al margen de los procesos secundarios al envejecimiento, debemos tener en cuenta la variabilidad interindividual y las características propias de la piel de cada persona. La correcta evaluación de estos aspectos es fundamental a la hora de planificar los procedimientos médicos dermatológicos a realizar y lograr un tratamiento exitoso.
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