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DESTACADOS Augusto Ferreira

# 43 • MAYO 2022 • Pág 8

Augusto Ferreira

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“La enfermería no se puede concebir de otra forma que no sea en un entorno humanizado”

El presidente honorario de la Comisión Nacional de Enfermería del Ministerio de Salud Pública y decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica habla de los desafíos y las gratificaciones de ser enfermero. Además, recuerda la intensa labor de la enfermería en épocas de pandemia y reflexiona sobre la evolución que la disciplina ha tenido en las últimas décadas.

Durante toda su formación universitaria -la cual inició en la Universidad Católica en los 90-, Augusto Ferreira siempre ha concebido la enfermería como una profesión autónoma, independiente, científica y generadora de conocimientos propios para brindar los mejores cuidados y la mejor gestión para los servicios y sistemas de salud. Esa visión lo ha llevado a desarrollarse en roles de asistencia, pero también de gestión y docencia. Trabajó en varias organizaciones de perfil asistencial, los ejemplos

más relevantes son el Banco de Prótesis y el Hospital Evangélico, así como en instituciones educativas como Universidad de la República, CLAEH y otras universidades del exterior. También fue evaluador de carreras universitarias para el Sistema ARCU SUR del Mercosur Educativo y para agencias internacionales de acreditación de la calidad académica. Con titulación de doctor en Enfermería y especialista en Gestión de Servicios de Salud, Salud Comunitaria y Estomaterapia, diplomado en Gestión de Equipos Sanitarios por la OPS/OMS y el Ministerio de Salud de España, Ferreira ha trabajado como consultor para la Organización Panamericana de la Salud y otras organizaciones nacionales e internacionales. Hoy en día, se desempeña como Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UCU, una unidad académica con 12 carreras de grado y con una fuerte propuesta interdisciplinaria y de formación interprofesional. Además, es presidente honorario de la Comisión Nacional de Enfermería del Ministerio de Salud Pública.

¿Qué lo atrajo de la enfermería y por qué no medicina?

De la enfermería siempre me atrajo el rol que juegan los cuidados a la persona, la familia y la comunidad para lograr la mejor evolución posible en esa condición de alteración de la salud. ¿Por qué no medicina? Nunca quise ser médico, porque, en definitiva, me atrae mucho más todo lo que es el entorno del cuidado respecto a la alteración de salud y no tanto centrarme en la patología, el diagnóstico o el tratamiento. Me gusta mucho más la metodología enfermera, donde se hacen diagnósticos enfermeros. Todo eso proporciona el entorno de los cuidados que se brindan al paciente, que son cuidados más in“Trabajar con el paciente significa para el enfermero trabajar con el cuerpo y el espíritu del otro”.

tegrales, con una visión más interdisciplinaria y con fuerte hincapié en todo el entorno que lo rodea.

¿Cómo es el vínculo entre el enfermero, el paciente y su familia?

El vínculo entre el enfermero y el paciente es muy humanizado. Tiene mucho de pensar en el otro, no como un ser pasivo que no puede hacer nada, sino como una persona con un potencial que el enfermero tiene que tratar de aprovechar al máximo. Trabajar con el paciente significa para el enfermero trabajar con el cuerpo y el espíritu del otro. Por eso, la enfermería es una profesión en la que resulta fundamental el concepto de salud humanizada o cuidado humanizado. En todas las profesiones de la salud es muy importante ese concepto y se ha puesto en agenda en los últimos tiempos, pero en este trabajo siempre ha sido así, porque la enfermería no se puede concebir de otra forma que no sea en un entorno humanizado, tomando al otro como sujeto y no como objeto. Por supuesto, también, integrando a su familia en todo lo que supone los cuidados del paciente porque muchas veces son los familiares quienes dan la continuidad a esos cuidados. Pero me gustaría enfatizar que no es solo el vínculo entre enfermero-pacientefamilia, sino que prefiero hablar del vínculo entre el enfermero, las personas y la comunidad. La enfermería tiene un rol fundamental en las instituciones de salud, en el segundo y en el tercer nivel de atención, pero, sobre todo, en el primer nivel de atención. Ahí hay un potencial desarrollo para el enfermero y su vínculo con la comunidad, que es importantísimo, porque es donde suceden el 70-80 % de las alteraciones de salud de las personas, donde está la mayor parte de los problemas de salud de la gente. Hay que empezar a hablar del vínculo enfermero-persona-comunidad, porque ahí está, probablemente, la solución a buena parte de los problemas de salud que ocurren en el país.

¿Cómo fue transitar la pandemia? A la distancia, ¿qué recuerdos prevalecen de ese entonces?

Fue una experiencia para la que nadie estaba preparado y la enfermería, como profesión, tampoco. Sin embargo, rápidamente nos adaptamos. La enfermería tiene una flexibilidad enorme para adaptarse a diferente contextos y eso la convierte en el sostén del sistema de salud. Como me gusta decir a mí, el tejido conectivo del sistema de salud. Hubo muchas experiencias a lo largo de la pandemia; probablemente, lo que más haya que resaltar es que la enfermería fue la primera línea de atención a pacientes que llegaban con un diagnóstico de covid-19. No solo atendiéndolos, sino exponiéndose, porque ser enfermero implica estar expuesto de continuo a una cantidad de riesgos que tienen que ver con el cuidado. Los que no estábamos vinculados a la asistencia, en ese momento, intentamos apoyar de la mejor manera posible a quienes sí; por eso, desarrollamos desde la Comisión Nacional de Enfermería, en conjunto con las universidades científicas y otros actores, un plan rápido de capacitación para que los enfermeros pudieran prepararse para enfrentar esta situación tan desconocida. Los principales recuerdos que tengo de 2020-2021 no son respecto a mí, sino a cientos y cientos de colegas vestidos con equipos de protección

# 43 • MAYO 2022 • Pág 10 “Probablemente, la enfermería sea la profesión de la cual nunca va a poder prescindir el sistema de salud”.

personal, atendiendo en CTI durante larguísimas jornadas de trabajo. Hoy en día, mirado a la distancia, con un Uruguay que ya no usa tapabocas ni cumple estrictos cuidados preventivos, se puede decir que el país tuvo una excelente gestión y se logró salir de una manera bastante adecuada.

¿Qué rol han ocupado los enfermeros durante esos días?

Un rol fundamental, sin dudas. Probablemente, la enfermería sea la profesión de la cual nunca va a poder prescindir el sistema de salud. Es imposible pensar un hospital sin enfermeros que recorran los pasillos; es imposible pensar cómo se podría atravesar una emergencia sanitaria sin enfermeros comunitarios haciendo promoción de salud y brindando cuidados. Hubiera sido imposible poner en marcha un plan de vacunación tan exitoso sin enfermeros al frente de los vacunatorios.

¿Qué desafíos tienen a diario dentro de nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS)?

Como profesión, la enfermería tiene desafíos múltiples. Siempre me gusta ordenarlos en las cuatro dimensiones del rol de enfermero: la asistencia, la educación, la gestión y la investigación. Luego, hay otros desafíos que me gusta nombrar. Es altamente valioso el desafío que los enfermeros tenemos a diario en cuanto a dar soporte al sistema de salud, pero también tenemos un reto fundamental como colectivo y es el de posicionar cada día más a la profesión. Tenemos que asumir el desafío de asesorar, colaborar y aportar en todo lo que tenga que ver con las políticas de salud del SNS. Es necesario que en las políticas de salud se aporte una visión enfermera por una sencilla razón: buena parte de estas políticas son exitosas en su implementación si los enfermeros las desarrollan. Enfermería es en el entorno del 70 % de la fuerza laboral que tiene el sistema de salud. Más allá de nuestro rol asistencial es fundamental que los jóvenes enfermeros tengan esta visión de la dimensión política de la enfermería.

¿Cree que esta labor está lo suficientemente valorada?

Es una pregunta que, para la mayor parte de las profesiones, seguramente la respuesta sea no. Pero, en nuestro caso, se da la particularidad de que venimos escuchando eso desde hace muchos años, que no se tiene el reconocimiento económico ni social que debiera dada la importante labor de la enfermería en la salud. Esa también es mi opinión. Se está trabajando fuertemente para obtener logros en todo lo que tenga que ver con la motivación de los profesionales enfermeros, con que estén mejor valorados, pero es un trabajo que cuesta mucho y no es este en el único país en el que cuesta.

Actualmente, se desempeña como presidente de la Comisión Nacional de Enfermería. ¿Qué responsabilidades tiene este organismo?

Desde marzo de 2020 fui nombrado presidente honorario de la comisión. Las responsabilidades son bien interesantes. Es una organización creada desde hace muchos años y ha trascendido a las diferentes administraciones de gobierno. Eso me parece un aspecto a resaltar porque quiere decir que los distintos ministros de Salud Pública la han valorado como un órgano que aporta. En esta administración, el ministro Daniel Salinas le ha dado un apoyo fundamental a la comisión, tenemos un diálogo fluido con él y se le hace llegar nuestra posición sobre diferentes temas vinculados a la enfermería nacional. La comisión es un órgano asesor respecto a las políticas de desarrollo en este campo, pero también se le ha dado, recientemente, un rol ejecutor, contando con representantes de las más diversas y plurales instituciones.

¿Qué prioridades tiene durante su gestión?

Las prioridades específicas para esta gestión son tres: el proyecto de profesionalización de auxiliares de enfermería, el proyecto de dotaciones y los cargos de tiempo completo. Para nosotros es fundamental profesionalizar los cuidados de la enfermería y que vaya adquiriendo cada vez más un perfil universitario. Debería ser una prioridad para cualquier país del mundo contar con enfermeros con formación universitaria para el desarrollo de cuidados de calidad. También, creemos importante que exista un decreto respecto a las dotaciones de enfermería, es decir, que exista un índice de cantidad de pacientes que cada enfermero puede asumir. Y, por último, es fundamental que las instituciones puedan definir algunos cargos que sean de tiempo completo, en el entorno de las 8 horas, para que los enfermeros puedan cumplir las cuatro dimensiones del rol.

Como decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica, ¿en qué medida ha evolucionado la enseñanza de esta disciplina, en comparación a cuando usted se formó?

En las últimas décadas la educación en enfermería de nivel universitario ha evolucionado notoriamente, al igual que muchas otras disciplinas. Yo me formé en los años 90 y cuando

miro la formación que tienen los estudiantes hoy en día, entiendo que, si bien se mantienen los ejes principales de la carrera, ha crecido en una cantidad de aspectos. Por ejemplo, nosotros en la Universidad Católica, tenemos varios profesionales dentro del plantel docente con titulación de doctor. Eso hace que los estudiantes tengan profesores con un alto nivel de formación, lo que impacta en la calidad de la enseñanza. Cuando yo estudiaba no existía que un docente tuviera un título de doctorado. Otro gran cambio es que hoy los estudiantes se forman con mucha más evidencia científica a su disposición. En mi época, nosotros estudiábamos de libros que probablemente estaban escritos hace muchos años, mientras que los estudiantes del presente tienen acceso a bases científicas de alto nivel y artículos de investigaciones recientes. Todo es just in time y eso es muy valioso.

¿Cuál es la mayor virtud de las nuevas generaciones que egresan?

Creo que las virtudes de las nuevas generaciones pasan por cuatro aspectos que son claves. Sin dudas, es destacable la capacidad de adaptación que tienen los jóvenes y la visión interdisciplinaria con un enfoque muy variado. Ellos egresan sabiendo que los problemas de salud de la gente no se resuelven con la visión de un único profesional ni una única disciplina, sino con una visión de equipo. Otra virtud es el manejo de la tecnología en los nativos digitales. Y, por último, creo que la más valiosa es la virtud de aprender a aprender: estar en continua formación, siempre aprendiendo. La pandemia ha demostrado que todo lo que parecía ser sabido puede de un día para el otro cambiar. Entonces, la capacidad de aprender a aprender, de reciclarse continuamente, me parece que es una de las mayores virtudes de quienes egresan en la actualidad.

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