Santa María, Madre de Dios

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SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

P. Juan Antonio Carrera Páramo, SSP

(San Lucas 2,16-21) En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

¡Bendice, Señor, a tu pueblo en el año que comienza. Muéstranos tu rostro, concédenos tu favor, danos tu paz!

María, reina de la paz

¡Feliz Año Nuevo! Comenzamos un nuevo año recordando a santa María, la madre de Dios y la reina de la paz. La paz hay que invocarla, pedirla y hacerla posible desde una sana conciencia. El mensaje de la Jornada Mundial de la Paz propuesto por el papa Francisco para este año dice así: “Vence la indiferencia y conquista la paz”. Vivimos tiempos complicados y revueltos. Todos exigimos cambios y no se puede aplazar por más tiempo el llevarlos a cabo. La comunidad cristiana no puede permanecer impasible. La Palabra del Señor del primer día del año nos brinda algunos puntos clave, recordándonos que Dios siempre nos bendice y nos protege, que está a nuestro lado siempre que como María abramos las puertas de nuestro corazón. Para que seamos constructores de paz, superando la indiferencia y el egoísmo.

de bendición no se reduce a un asunto ritual sino que desciende para tocar lo íntimo de cada persona. Dios bendice y protege y esto ocurre iluminando la existencia humana al ser mirado por la ternura del rostro de Dios. Esa mirada, llena de misericordia, procura que cada persona se sienta elegida, amada, reconocida y enviada. Lleva la experiencia de la paz en lo más íntimo de su ser. Cada bautizado debe ser para el mundo signo de la bendición de Dios, portador de dicha bendición, alzar su voz y manifestar su compromiso en favor de la paz.

El Salmo responsorial del primer día del año pretende grabar en lo más íntimo este deseo de todo ser humano, que Dios tenga piedad y nos bendiga. Esa bendición de Dios, cuya descripción recoge el libro de los Números, como leemos en la primera lectura, se convierte en plegaria para que se haga efectiva Nuestro Dios nos bendice en las relaciones interpery nos protege. La fórmula sonales, ente las familias y


las naciones. Pidamos que todo el mundo goce de esta paz. El apóstol san Pablo, en la carta a los Gálatas, nos habla hoy del tiempo de plenitud, un verdadero tiempo de salvación que tiene a dos personas como signos relevantes y realizadores de la definitiva y eterna voluntad salvífica del Padre: el Hijo, enviado en la plenitud de los tiempos, y María, la mujer de la cual nace con una misión concreta: rescatar a los que estaban bajo la Ley, para llevarnos a vivir la gozosa experiencia de la filiación y la fraternidad.

el ángel antes de su concepción”. Podemos concluir que es todo el pueblo el que se encarga de aceptar este nombre revelado, que significa: Dios es mi salvador o Yavé salva. Es una comunidad la que reconoce en el nombre todo lo que Dios le regala. Por tanto, en su nombre está escrito su futuro: ser el salvador de los hombres. Por eso María, reina de la paz, guardaba todas estas cosas en su corazón. ¡Feliz Año Nuevo!

El relato evangélico de Año Nuevo tiene toda la riqueza temática que san Lucas quiere resaltar, es decir, que son los pobres los primeros que escuchan, corren y cuentan todo lo comunicado. Los pobres dan crédito porque viven esperando que les ayuden, que les tengan en cuenta, que les regalen lo que más precisan, es decir, ser tenidos en cuenta. Y eso es lo que cuentan, que les han tenido en cuenta. A los pobres se les comunica el nacimiento del Mesías, el Señor. Reconocen la buena noticia y sienten el impulso interior que les hace correr y contar lo que han visto y oído. María, la Madre de Dios, escucha en silencio. Ella sabe lo que significa escuchar, callar, acoger y correr también para ayudar a los demás, compartiendo la alegría de experimentar la obra del Señor. María oye a los pastores y silenciosamente piensa cómo Dios salva. Dios bendice, Dios reconcilia y transforma el corazón de cada uno. San Lucas termina hoy su evangelio contándonos la circuncisión y la imposición del nombre. Nos dice: “Le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado

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