Domingo III de Adviento

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Padre José María Fernández, SSP

DOMINGO III DE ADVIENTO En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!». Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: «Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti». Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».

La Esperanza una virtud inagotable La esperanza es la virtud que distingue al tiempo de Adviento y que se convierte en fuente de dinamismo inagotable a la vez que de optimismo para nuestras vidas, a menudo tan áridas como puede ser un desierto.

labrador que aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, estemos seguros de que lo que ocurra ha de superar todas nuestras expectativas.

Y siguiendo el consejo de san Pablo en la segunda lectura “no nos quejemos, hermanos, unos de otros, para no ser condenados. Mirad que el juez está ya Los profetas nunca dejaron de a la puerta” y una vez más nos predicarla, incluso en los mo- pone como ejemplo a los promentos más difíciles por los fetas que estaban pasando el pueblo elegido y cuando parecía Por su parte el Evangelio pone que no había ninguna salida. ante nuestros ojos el ejemplo Y sin embargo los invitaban a de Juan el Bautista, un pro«Mirad, los signos precursores feta especial y único, modelo de vuestra liberación son ya vi- de fidelidad y paciencia. Juan sibles. ¡Sed fuertes, no temáis! anuncia al que ha de venir, que ¡Que cesen vuestras quejas y puede más que él, al que no lamentos desesperanzados! es digno de desatarla correa Aplicad el oído y percibiréis en de su sandalia. No lo ha visto la noche el rumor de los pasos pero cree en él. Para que sus de vuestro Dios que viene en discípulos lo conozcan les enpersona a salvaros». Palabras vía donde se encuentra Jesús. que pueden servirnos también en este momento en que tam- Ante la pregunta de si es él el bién nuestro horizonte se pre- “que ha de venir o tienen que senta bastante oscuro para que esperar a otro”, Jesús no reslevantemos nuestras cabezas. ponde categóricamente: Sí, lo Es verdad que todavía no ha llegado el tiempo de la cosecha, de la realización de la promesa, pero la semilla ha sido arrojada ya en el surco y germina en silencio incluso bajo el más crudo invierno. Como los profetas, esos hombres de la esperanza que nunca defrauda porque sabemos en quién hemos puesto nuestra esperanza, o como el,

soy. Sino que responde cumplidamente mostrándoles la presencia del reino de Dios, en su persona y en su actividad profética. Se aplica los textos mesiánicos del profeta Isaías: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el evangelio.


Prepara, Dios Padre bondadoso, nuestro corazón para la pruebas y crisis.

Son ellas las que garantizan la calidad de nuestra fidelidad a ti.

Preguntas: ¿Qué significado tiene la actividad de Juan Bautista? ¿Por qué es necesario prepararse para la venida de Jesús? ¿Sé descubrir los signos del Reino en el aquí y ahora de mi vida?

Novedades

Novedad

Los signos de la llegada del Reino no son siempre los que nosotros esperamos. Pero hay algunos que no dejan lugar a dudas. Dios y su Cristo están presentes siempre que el mal retrocede, cuando los, pequeños, los débiles son los preferidos. Esa es la respuesta que Jesús da a los que Juan envía a preguntarle. No existe otro criterio para discernir la llegada del Reino de los cielos y la santidad de los enviados de Dios. Realizando tales obras es como se llega a ser, y se sigue siendo cada vez más verdadero discípulo de Cristo. Conviene que nos hagamos algunas preguntas en torno al evangelio meditado:

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