III Domingo del Tiempo Ordinario

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DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO

P. Antonio Maroño, SSP

(San Lucas 1,1-4; 4,14-21) Excelentísimo Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír».

Que tu Espíritu, Señor, mueva a tu Iglesia a actualizar hoy tu mensaje y tu misión.

Programa mesiánico de Jesús

El evangelio correspondiente a este domingo –tercero de Tiempo Ordinario, Ciclo C– es la unión de dos capítulos diferentes de Lucas, el evangelista que nos va a acompañar a lo largo del año. El primer elemento proviene del prólogo de su evangelio, en el que el autor sagrado explica cuál es el objetivo que pretende; el segundo elemento es la presentación de Jesús en la sinagoga de Nazareth, donde, apoyándose en un texto del profeta Isaías, expone cuál será el perfil particular de su acción como Mesías.

este domingo: Lucas hace una rápida referencia a los comienzos de la actividad evangelizadora de Jesús, que se desarrolló en Galilea, en las ciudades y aldeas que estaban junto al lago. La frase de Lucas: “su fama se extendió por toda la comarca”, sugiere que tuvo una buena acogida en las comunidades que lo escucharon. Después de esta rápida referencia a los comienzos de la predicación, Lucas nos presenta a Jesús en la sinagoga de Nazareth, relato fundamental en su evangelio, pues le permite precisar cuál es el proyecto del Señor. Se ha fijado en este hecho para darnos, desde el comienzo, una síntesis de lo que va a ser el mensaje y la vida de Jesús. Se trata, pues, de una escena programática.

El evangelista comienza diciendo que, después de verificar cuidadosamente los hechos, ha decidido escribirlos para que se conozca la solidez de las enseñanzas recibidas. Ese es el objetivo que se propone al escribir su obra. La fecha de redacción se si- Jesús, que era un devoto túa hacia el año 80. judío, iba todos los sábados a la sinagoga, pues Pero pasemos a lo que ese día estaba destinado constituye el punto central al descanso y a la oración. del relato evangélico que Las sinagogas eran el lugar nos presenta la liturgia de de culto donde se reunían


los judíos. El esquema de la celebración litúrgica constaba de cantos, proclamación de la fe, alabanzas a Dios, lecturas y comentarios sobre éstas. En estas reuniones de los sábados se hacían dos lecturas: la primera estaba tomada del Pentateuco, palabra que designa los cinco primeros libros del Antiguo Testamento; ese texto era comentado por un especialista. La segunda lectura estaba tomada de uno de los profetas, y era comentada por cualquier varón mayor de 30 años, después de obtener el permiso de la persona que presidía la asamblea. Es lo que sucedió en el caso de Jesús: comentar un texto del profeta Isaías, en el que se describía la acción del Ungido del Señor o Mesías: “El Espíritu de Dios está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor”. Al terminar la lectura de estas palabras de Isaías, Jesús se las aplicó a sí mismo: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. De este modo, queda sintetizado el programa que va a desarrollar durante su vida pública: Él es el Mesías prometido a Israel. Ahora bien, su mesianismo chocará muy pronto con las expectativas de las clases dirigentes judías de su tiempo, políticas y religiosas, que esperaban un enviado que devolviera a Israel las viejas glorias de los tiempos de David y Salomón. En el mesianismo que asume Jesús, la salvación tiene unos beneficiarios prioritarios; está dirigida a los pobres, a los oprimidos, a los presos, a los ciegos; en una palabra, a los excluidos de la fortu-

na. La liberación que anuncia no es sólo espiritual, sino que está dirigida al ser humano como totalidad: abarca lo espiritual y lo material, lo individual y lo social. Y no se trata sólo de una salvación para la otra vida, sino que esa salvación ya se empieza a dar desde ahora, en este mundo. Se trata, pues, de una buena noticia que produce alegría. Y a eso se refiere Jesús cuando anuncia “un año de gracia”. En el ciclo C, san Lucas es el evangelista que acompaña a la comunidad cristiana a lo largo de todo el año hasta el comienzo del Adviento. Nació en Antioquía de Siria, no perteneció al grupo de los doce apóstoles, parece ser que fue médico de profesión y compañero de viaje del apóstol san Pablo en varias ocasiones. Escribió dos libros: el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. En la introducción www.sanpablo.es

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