Domingo XXI del Tiempo Ordinario

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DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO

(Mt 16, 13-20) En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

P. Juan Carlos Pinto Suárez, SSP

LAS PREGUNTAS DE JESÚS 1. ¿Quién decís que soy yo? El pasaje evangélico de hoy, con sus preguntas y respuestas, nos resulta «a posteriori» fácil de entender, a pesar de la acumulación de imágenes y giros semitas: piedra (y el consiguiente juego de palabras), edificar, poder del infierno, llaves, atar y desatar, etc. Pero un examen detenido del texto suscita interrogantes inevitables que son eco de las dos preguntas de Cristo a sus amigos: 1.ª. ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? 2.ª. Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Cuestionario que sigue abierto y que solamente desde la fe puede tener contestación cumplida.

Dios vivo. La primera parte de la confesión del apóstol Pedro: «Tú eres el mesías» es importante; pero se queda lejos de la segunda parte: «el hijo de Dios vivo». Afirmación cristológica que supone ya la revelación del Padre, como dice Jesús, es decir, la fe pascual.

A raíz de su confesión de fe, Pedro es objeto de una promesa formal de Jesús: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Cristo le cambia así el nombre de Simón por el de Kefas (=piedra, en arameo; Petros, en griego), y hace un juego de palabras con su nuevo nombre. En la biblia dar nombre a una persona significa conferirle una misión espeLa respuesta de los após- cial. Efectivamente Pedro y sus toles a la primera pregunta es sucesores desempeñarán una bastante obvia. El pueblo sen- función relevante en el nuevo cillo, impresionado por la per- pueblo de Dios: ser la roca y sonalidad, doctrina y milagros fundamento visible de su perdel rabí de Nazaret, lo tiene por manencia y unidad. Después un profeta. Unos lo identifican añade Jesús: Te daré las llaves con Juan Bautista redivivo, a del reino de los cielos; lo que quien había hecho decapitar ates en la tierra, quedará ataHerodes Antipas, otros con el do en el cielo, y lo que desates, mítico Elías que ha vuelto, o desatado. bien con el profeta Jeremías. Las llaves significan la autoriPero Jesús sigue preguntan- dad y el gobierno sobre la casa y do: Y vosotros, ¿quién decís la ciudad; imagen todavía actual que soy yo? La respuesta de y aplicada simbólicamente en el Pedro a esta segunda pregunta caso de huéspedes ilustres. Y la de Jesús es ya más compro- potestad de atar y desatar exmetida. Es una profesión de fe presa, además de la autoridad, mesiánica que adquiere altura también el gobierno, el magisteológica. En nombre de todos, terio, el discernimiento y el juitomó la palabra Pedro y dijo: cio absolutorio o condenatorio. Tú eres el mesías, el hijo de Todo ello constituye el primado


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