Domingo XXXI Tiempo Ordinario

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Diácono Juan Carlos Pinto Suárez, SSP XXXI Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 19,1-10): En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más». Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

¿QUIEN ERA ZAQUEO?

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esús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. La escena es en la Jericó herodiana, a 3 kilómetros al sur de la vieja, que era la única habitada. Lucas es el único que narra esta escena. A la fascinación que causan las riquezas, y que Lucas expuso en el pasaje del joven que no “siguió” a Jesús por sus muchas riquezas, la conversión de Zaqueo presenta un ejemplo en contrapartida. Es otro caso, aquí con hechos, del tema de la misericordia de Jesús, tan destacado en los relatos de este evangelista. No dejes, Señor, que por respeto Zaqueo, que significa “el puro,” “el justo,” o, si es abreviatura humano me prive de bus- de Zacarías, “Dios se acordó,” carte y, sobre todo, de es presentado por este relato acogerte en mi alma cuan- en dos caracteres íntimamente unidos entre sí. Es “jefe de publícanos” y hombre “rico.” Los publícanos eran los recaudadores de los impuestos de Roma a Israel. Por eso eran aborrecidos por los judíos, como coautores de la dominación romana. La autoridad de Roma admitía de éstos una cantidad alzada, y luego ellos podían resarcirse en los cobros del pueblo. Ello dejaba un margen de abuso manifiesto en los do tú me busques a mí. beneficios. Acaso por eso era “rico.” Máxime siendo “jefe” de los publícanos de toda aquella zona de Jericó (cf. Lc 3:12-13).

SITUARSE POR DONDE JESÚS HA DE PASAR El buen deseo se ve en este hombre de “estatura pequeña,” por lo que se sube a un árbol, y no tiene reparo en “correr” para situarse por donde Jesús ha de pasar. A su paso, Jesús lo miró, lo llamó, y dijo que bajase “pronto”, en esta palabra hay un ansia espiritual de ganarle, porque “hoy tengo que hospedarme en tu casa.” El bajó “con toda prisa.” Este rasgo de este relato corresponde al ansia que Jesús tiene de él. Y lo recibió en su casa “con alegría.” La murmuración judía no podía faltar al ver que se hospedaba en la casa de un “pecador.” Esta palabra tenía para ellos el sentido de un hombre inmerso en toda impureza “legal,” que aquí también podía ser moral por su oficio. Al escribir este fragmento, Lucas es rápido en la descripción de la escena. Pero va a lo fundamental de los hechos. Zaqueo está convertido. El confiesa su satisfacción: “Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más.” En la Ley se exigía el cuádruple en casos de robo (Ex 21:37; 22:1). Pero en caso de fraudes sólo se exigía una quinta parte, a más de la devolución o compensación de lo defraudado


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