Pimer domingo de adviento

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Cl. Omar Delgado, SSP Primer Domingo de Adviento CICLO B (Mc 13, 33-37): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!».

Luz del Adviento, despiértanos del sueño de la oscuridad. Encamínanos por la senda de la sencillez, el desprendimiento

y el don de sí.

El creador está oculto, pero su creación nos rodea El tiempo de Adviento marca el comienzo del año litúrgico y prepara para la celebración de la fiesta de la Navidad. Hay que tener en cuenta este doble dato para comprender bien el sentido y la importancia de este primer período del calendario litúrgico. Para captar el verdadero sentido y la importancia decisiva del nacimiento del Hijo de Dios es nuestra carne, hay que considerarlo dentro de la continuidad dinámica de las sucesivas manifestaciones del Señor. Ya antes había venido de múltiples maneras, y ahora, colmando más allá de lo imaginable las expectativas milenarias de los siglos, se ha hecho hombre; viene hoy, y volverá un día en la gloria. El tiempo de Adviento celebra esta triple venida. Las pocas semanas que preceden a la fiesta de Navidad constituyen una importante iniciación al misterio insondable de la encarnación que es el ámbito en el que vivimos desde entonces en la fe y en la esperanza. Pero ciñéndonos al evangelio que nos presenta la liturgia de la palabra de este domingo primero de Adviento del ciclo B, vemos cómo Jesús orienta la mirada de sus discípulos, hacia el futuro, mostrándoles a grandes rasgos lo que les aguarda. Al final les dice lo que han de hacer, exhortándoles a la vigilancia. Antes les había dicho

que la venida del Hijo del Hombre en gloria concluiría la historia del mundo e inauguraría la situación de cumplimiento eterno. Jesús compara la situación de los discípulos a la de los criados a quien es el Señor, antes de alejarse, ha confiado unos bienes, pero sin darles a conocer cuál ha de ser el momento en que volverá. Tal es también nuestra situación. El Señor no está presente, no está al alcance de nuestros ojos, no lo vemos, aunque todo lo que tenemos lo hemos recibido de él. No está presente pero nos ha dejado como legado su Palabra y nos ha dicho cómo debemos comportarnos; cómo debemos usar de los bienes recibidos, aunque no sepamos el momento en que vendrá de nuevo y nos pedirá cuentas. El creador está oculto, pero su creación nos rodea; más aún, nosotros mismos pertenecemos a ella. Un dato incontrovertible es que nosotros no hemos creado el mundo ni nos hemos creado a nosotros mismos, sino que todo nos ha sido dado. El Creado está oculto, pero su obra es el fundamento de nuestra vida, manteniéndonos continuamente ocupados. Vivimos en un tiempo de esperanza fundada en la fidelidad de Dios, en su misericordia a prueba de desánimos, en su paciencia infinita. Sale sin ce-


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