Domingo XVIII del Tiempo Ordinario

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DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (Mt 14, 13-21) En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer». Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer». Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces». Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Comieron todos hasta quedar satisfechos

P. Octavio Figueredo, SSP

Multiplicación de los panes

El lenguaje de las lectu-

ras de hoy es un lenguaje de fiesta, alegría, banquete. En la primera lectura vemos cómo un pueblo sediento y hambriento es invitado por el mismo Dios a comer y beber pan y bebida verdaderos, sustanciosos, enjundiosos. Cuando el pueblo se siente raquítico y falto del verdadero alimento, Dios le invita a través del profeta Isaías: «Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis». Qué imagen de Dios, qué cambio tan grande cuando vemos esta imagen de Dios: Dios como verdadero alimento, alimento de vida. Dios que ama por encima de todo. Y el evangelio vemos a Jesús curando y alimentando a una multitud hambrienta y cansada. Vemos que a Jesús le duele la gente, y entonces cura y alimenta a la multitud.

Este pasaje tan conocido de la multiplicación de los panes es toda una catequesis, y esto significa que puede leerse y apreciarse

desde distintos ángulos. Permítanme compartirte uno. Fueron los discípulos quienes dijeron a Jesús: Estamos en despoblado; es tarde; despide a la gente para que vayan y se compren algo de comer. Despídelos para que vayan y se compren su pan, su comida. Pero –dice el texto evangélico– Jesús sintió lástima. Seguramente los discípulos tenían aseguradas sus provisiones de comida para ese día, pero no podían comer porque la gente estaba con ellos. La solución de los discípulos: «¡Despídelos para que se compren su comida!». Pero se encuentran con la respuesta de Jesús: «Denles vosotros de comer». Id y ved cuántos panes tenéis. Este «id y ved» quiere decir: «Sacad lo que tengáis, poned a disposición de esta multitud todo lo que tengáis, compartid lo poco que tengáis». Pero quizá la petición de los discípulos es muy razonable, es perfectamente humana, y además, es seguramente lo que también nosotros pediríamos. Después de


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