3 minute read

¿Es todo lo que tienes?

tiendo una horrible mezcla entre decepción, miedo e incertidumbre.

Era el verano de 2007, Hora Cero había evidenciado la corrupción que prevalecía en el Ayuntamiento de Reynosa, donde el alcalde Cabeza de Vaca y sus hermanos habían encontrado una mina de oro para enriquecerse a costa del erario público.

Advertisement

Como era de esperarse, las revelaciones no cayeron nada bien en el poder local que respondió de inmediato… y con violencia.

Mis compañeros podrán contarles las presiones y amenazas que recibieron en esta etapa de lo que yo recuerdo como “la guerra”. Lo que sí les puedo confirmar es lo que a mí -y a mi familia- nos tocó vivir.

Una partida de ladrones e inútiles fueron convocados para destruirnos. Tanto a mí como a mi esposa nos seguían, a ella la acosaban con llamadas anónimas y amenazantes.

Aquellos que fueron comisionados para atacarme usaron a otros mucho más imbéciles para distribuir las hojas de un juicio por pensión alimenticia que ya había sido cosa juzgada, pero manipularon para intentar hacerme ver como un mal padre.

Fue gracias a Miguel Domínguez, un gran periodista al que admiro y que espero que un día pueda considerarme su amigo, que fui alertado de esta infamia y pude detenerla.

Es más, varios que en algún tiempo consideré mis camaradas fueron enviados para hacerme llamadas telefónicas que eran grabadas y donde intentaban sacarme información de lo que estábamos investigando, de quién escribía la Caja de Pandora y otros asuntos. Allá ellos, yo ya los perdoné.

Esto nos puso a todos en Hora Cero bajo una enorme presión que soportábamos nada más porque sabíamos que la verdad estaba con nosotros, que no estábamos mintiendo y que nadie estaba patrocinando nuestras revelaciones… era solo ejercer el periodismo libre.

Aún así, algunas noches, especialmente aquellas en que llegaba a casa y una asustada Oriana me reclamaba el pavor que sintió de ver -otra vez-, un auto extraño siguiéndola del trabajo a casa, me ponían al límite. Ahí es cuando el miedo y el coraje me invadían.

¿Y cómo no estarlo? Nadie en el gobierno del Estado o el Federal movía siquiera un dedo no obstante les pusimos en bandeja de plata las evidencias de la corrupción… ahí es cuando la decepción me embargaba.

En esas noches tan largas, lo único que se me ocurría es beber un vaso de whisky y poner una película para intentar evadirme un poco de todo lo que traía en la cabeza y estar listo para, en unas horas, seguir investigando, tecleando, exhibiendo lo que se estaba haciendo mal.

Una de esas ocasiones puse el DVD de la que es una de mis películas favoritas: Ali, dirigida por Michael Mann y protagonizada por Will Smith, en una actuación que le valió una nominación al Oscar.

La cinta culmina con la historia del “Rumble in the Jungle”, como se le conoció a la pelea por el campeonato del mundo entre Muhammad Ali y George Foreman que se celebró en Zaire el 30 de octubre de 1974.

Quienes no conozcan la historia de ésta, que por un tiempo fue conocida como “la pelea del siglo”, les cuento que básicamente era el intento de Ali, ya veterano, de recuperar el Campeonato Mundial de Peso Completo que le fue despojado en 1967, luego de que le retiraran su licencia de boxeador por haberse negado a acudir a pelear por Estados Unidos en la Guerra de Vietnam.

El problema es que tenía enfrente a un joven campeón de 25 años de nombre George Foreman, quien no solamente contaba con juventud, sino una fuerza y poder en los puños que hacía pensar a todos que no solo iba a derrotar al veterano peleador… sino que lo iba a matar.

La cinta cuenta cómo todos le dicen a Ali que no peleé, que va a perder, que su oponente es demasiado poderoso, que no vale la pena.

El final es una maravillosa recreación del enfrentamiento, de cómo Ali aguantó round tras round los poderosos golpes de Foreman, que descargaba toda su fuerza en cada uno de los puñetazos que impactaban en el cuerpo del más grande de todos los tiempos.

Pero ¿qué hizo Ali?, soportó los embates de Foreman pero no solo eso, como sabía que no podía permitir que el monarca se diera cuenta que lo estaba quebrando, en ocasiones y tras un fuerte castigo, se le acercaba al oído y le preguntaba: “¿es todo lo que tienes, George?”.

Así pasaron los rounds, con Ali sobre las cuerdas y Foreman descargando golpes a diestra y siniestra hasta que, en un momento de la pelea, Muhammad se dio cuenta que el campeón se había quedado sin gasolina… fue entonces cuando contraatacó y tras una quirúrgica combinación de puños decapitó al dragón, envió al gigante a la lona, logró lo imposible.

Al ver esa escena algo hizo clic en mi cabeza. Comprendí que los que teníamos enfrente era fuertes, muy fuertes, pero nosotros lo éramos más, que era cuestión de tiempo para encontrar abierta esa ventana que nos llevaría a la victoria. Solo teníamos que aguantar y ser más inteligentes.

No acostumbro compartir por estas vías este tipo de recuerdos, pero reconozco que esa noche lloré hasta desahogarme. Luego supe que estaba listo para los largos años de lucha que nos tocó enfrentar.

Pocas personas conocían esta historia. Hoy me da gusto poder compartirla con muchas más.

¡Ah!, y otro detalle: en mi casa, que es la de ustedes, aún conservo una pintura que me hizo Carolina Hernández, hoy reconocida articulista y creadora de contenido digital donde recrea, en su estilo, ese enfrentamiento. El cuadro se llama (¿les sorprende?): “¿Es todo lo que tienes, George?”. v

This article is from: