A guisa de Epílogo de "El drama del humanismo ateo", por José Ignacio Tellechea

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EL DRAMA DEL HUMANISMO ATEO A GUISA DE EPILOGO A UNA OBRA DEL P. LUBAC (*)

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jesuHa francés P. ENRIQUE DE LUBAC ha publicado una obra titulada "El drama del humanismo ateo", cuya traducción española ,acaba de publicarc,e ,en EPESA, Un título tan sugestivo invita a enfrentarse con esta respetable, obrR, al pRrecer tentarnos con el incentivo de una visión sintética, del ateísmo moderno y sus problemas característicos. Pero la obra del ilustre escritor francés no trata directamente de ,eso, sino que, ,dejando a un lado toda exposición sistemática del ateÍsmo, nos adentra en el mundo ,de sus hombres próceres: FEUERBACH, .NIETZSCHE, COMPTE y DOSTOYEVSKY. Claro que esto no quita para que, -como de paso, vaya¡ el autor lanzando apreciaciones de mucho interés .acerca del punto de vista ¡que estudia. Hemos leído estas páginas, no siempre fáciles, y, al encontrarnos al fin de la lectura sin esa casi "institución literaria ", llamada epílogo, ,en que se nos da la quinLaes'encia de lo que en compañía del escritor 118mos repensado, hemos vuelto instintivamente a leer el prólogo, realmente orientador. Con todo, nos ha quecla'do en el alma el regusto de lo asimilado, que, a guisa de epílogo, vamos a intentar traducirlo a las cuartilla~. Existe un gozo Íntimo en el descubrimiento de las causas y razones profundas de los seres,; ya lo expresó el poeta latino: Beatus qui ,re1'um po test cognoscere causas. Cuando esa causa viene a convertirse ·en clave de arco de un vasto sistema de cosas, de un complejo fenómeno social, la satisfacción sube de punto. Esto es, cabalmente, lo que acontece al concluir la lee!.ura de esta obra y pararse a meelitar las razones que han preparado el actual ateísmo. Pero, por otra parte, este goce íntimo se v·e casi sofocado por la fuerte impresión que causa la visión elel ateísmo contemporáneo, ra.yana en el RbRndono y la opresión. L

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ateísmo mode1'IW. En efecto, ¿cuál suele ser ele ordinario nuestra concepción del ateísrilo? QuieIles por deber nos hemos dedicado algo a estas ma¡!'erias .eonseI1\'amos el recuerdo un tanto di! uído ele unas fríRs tesis ele Teo-dicea, donde por argumentos de razón tratamos de probar la imposi(*) 19~U.

LUBAC> ENRIQUE DE, S, J.: El (/mma ctel humanismo ateo, Madrid. E, p, rE. -S. A.


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bilidad de un ateísmo teórico prolong'ado e invencible, Y venía el recurso a la esta,dística y al consentimiento universal de todos los siglos y todos los pueblos ... De nuevo se nos volvía a presentar la cuestión en los tratados de Teología, abonada esta vez por textos escriturísticos de ambos T'estamentas, donde, al relacionar el problema con razones de índole moral (orgullo, impureza" pasiones -cegadoras ... ), se envolvía al sin-Dios en el denso misterio del abandono divino a los vanos deseos de su ('01'azón, apóstata de antemano, Con todo, era muy simple y superfir,ial nuestra visión del materialismo dialéctico comunista, principal manifestación, aunqu.e no única, del a'teísmo moderno. Es ésta, sin duda, la primera lección 'que de la obra del P. DE LuBAQ se desprende. Un espíritu despreocupado y al margen de las grandes corrientes ideológicas de los últimos tiempos podría espantarse ante la actual crisis religiosa ,europea, por todos reconocida; quien, a tl'avés de la presente obra se remonta unos años para encontrarse ron las figuras de FEUERBACH, MARX, NIETZSCHE, etc., comienza a comprender que la actual catástrofe no 'es s;no la,s bodas de oro, de platino. o de seres aún más preciosos, de una apostasía iniciada ya llace largo tiempo. En définitiva, y ello es aleccionador, han :vencido las ideas. Un largo proceso de incLlbrución de ideas filosóficas irrumpe hoy en la más colosal crisis de la Humani'dad, ya que jamás se ha llegado a plantear con la crudeza presente el problema del humanismo ateo. Y no sería poco interesante elexií.l11inar a fondo hasta qué punto viven en la actualidad las masas europeas, aun las que conservan cierto substrato cristiano, empapadas de ideología atea. aunque no la hayan conscientemente digerido.

Hu.manismo ateo. Este concepto que directamente acusa una visión no cristiana del hombre y de su destino, encierra un hondo significado, cuando tratamos de establecer una comparación entre el ateísmo acLual y el de siglos pasa'dos. Porque, no lo olvidemos, el ateísmo, misteriosamente relacionado con el pecado individual o social, es tan antiguo como el lTlJismo pecado y éste, a su vez, se remonta ya al primer hombre. Mas, euando queremos comparar la actual con fases anteriores ateas en la historia humana, nos referimos con praferencia a los siglos de VOLTAIRE y el Enciclopedismo. "Las densas sombras", "la negra marea" que proféticam,ente viera NIET~SCHE ascender sobre Europa, son alg'o muy distinto de los ingeniosos juegos pillos de VOLTAIRE y sus contemporáneos contra la Iglesia y su Dogma. El irónico VOLTAInE,el de la envenena¡da sonrisa, es objeto de compasión de los ateos modernos. No sería exacto confundir al ateísmo teórico moderno (siempre hablamos de él, no del práctico) con el ateísmo vulgar, fuertemente cargado de materialismo sensual, impulsado por el afán del bien vi'vir terreno y propio de todas la\s épocas. Ni siquiera podríamos emparentarlo con cierta actitud intelectual crítica, la propia dele,Ilciclope-


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dismo,de valor negativo. No; es preciso que valor'lmos en su punto el signo positivo que pretendepresenLar el ateísmo moderno. El ateísmo moderno trae air'ls de nueva concepción del mundO' y del hombre, de sistema coherente que da sentido a la existencia huma)na, de dogmática bien estructurada cuyo postulado fundamental, no conclusión, 'ls la ,exclusión de Dios y la afirmación del monismo materialista. Y esto no sólo en SARTRE, sino,de una u otra forma,en todos a partir de FEUERBACH {1). El Humanismo renacentis.ta dualizó-por así decirlo~el ser humano, al presentar descarnadamente s,eparadas la r'lalidad naturaleza.graciaen el hombre. hhora bien: bajo la presión de sistema ateo, no teocentrista sino más bi'ln antropocentrista, tal dualismo ha ido acentuándose hasta la ruptura de equiHbrio y, al fin, lógicamente, hasta la disociación y muerte de uno de los elementos (2). Para conseguir este resultado, nada .de movimientos violentos ofensivos, de duro aLaque ... ; aunque en la l8 apariencias su estilo sea a veces .contorsiona,do, ,en el fondo están seguros de lo que afirman. No atacan a Dios, lo arrinconan, como una simple forma cultural ajena que desempeñó su pap'll cuando fué su tiempo. Dios no tiene hoy nada que hacer; éste es el sentido de la frase de N'lETZSCHE "Dios ha muerto" (3). De aquí se deriva,en ·el t'lrrenode la práctica,el fenómeno de la sustitución (4). Toda vez que arrinconan por inútil el mundo cris(1) Es sintomático que se trate de descubrir .el sustituto filosófico y 11umano que se encierra en Ia obra de Marx. Cfr. LEFEVRE, El materialismo dialéctico, Par1s. (2) LENZ MEDoa 11a clestawelo recientemente a LEIBNITZ como vidente e incllba.c/or ele Ia actual crisis ,a dos sigloS y medio de distancia. Sus razones no dejan de ser originales e interesantes. Respecto .a lo primero, LEIBNITZ previó la futura crisis europea, apuntando certeramente sus fundamentos: la base ele toda crisis está en las Ideas relig'ioso-mor.ales falsas que influyen en el comportamiento diario de los 110mbres. En seres de excelente natural pueelen co11onestarse estas ideas con una vida digna y libre de vicios; no ocurre ya lo mismo con disc1pulos, y al fin, cuando esta3 ideas son del ,dominio 'ele la masa e invaelen los Iibros de mo-da, sobreviene la catástrofe, En segundo lug'ar, pueele llamarse a [,EIBNITZ incubador de la actual crisis porque bJ fuéquien con más fuerza ,afianzó su causa motiva al seflalar en ,la 11istoria del pensamiento alemán el punto neurálgoico de la "secularización del cristianismo por su -doble proceso: el de retirar del mismo el elemento "escandaloso"-aunque esenDIal-en pro de ,la unión ele las ig'le'Sias-falso irenismo, diriamos 110y-, y el de tratar ele absorber la fe por la razón, descubrir su aspecto lógoico, discursivo, en la fase 11istórica que HAZATID llama de "la razón ag-resiva". Por lo demás, son de sumo interés las ideas del articulista sobre la tr.ayectoria del pensamiento alemán, cuyo centro va trasladándose 11acia el Este, la parte no romanizacla.' LENz-MEDoa, PAULUS: La m01't de Dlell, en "Etudes Carmelitaines", Sa.tan (Parls, 1948), pág's, 611 ss. (3) La idea ele la muerte ele Dios data ele Hegoel. El 11ec11O del Calvario queda €nmarcado dentro ele su dialéctica con un significado lógico más amplio. El Viernes Santo histórico se eonvierte en el viernes santo especulativo. De Hegel pasa la idea 11 su disclpulo Heine, más burlón y sarcástico; siguen Feuerbach, Marx, socializador de la idea, y Nietzsc11e, inspirado ideológica y aun verbalmente en Heine. 'Con todo, apunta LENz-MEDoa, "su acto contr.a ,la existencia de Dios no es el acto satánico que desea la destrucción de lo grande, de lo más grande". Seria éste el principal punto en una interpretación detallada del atelsmo nietzsc11iano y en su ('otejo con el ate1smo de postulado. L. c., pág. 628, texto y nota 2, (4) Uno de olas 110mbres -que más 11a contribuido, ·aun conscientemente, a esta sustitución es Compte, y es ciertamente uno de los méritos del P. DE LUBAC el ha-


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tiano y aun el cristianismo mismo, sus afanes positivos les impulsan a una obra constructi!va, a sustituir una ideología por otra, una, visión cristiana del mundo por la comunista. Un caso bien curioso tenemos en el campo del Derecho matrimonial ruso, recient'emente estudiado por el Dr. GARCÍA BARBERENA (5). Sobre la base de que el matrimOl~io es un simple contrato privado, y emp]:eando hábilmente los calificativos de cristiano, burgués ... han elaborado un nuevo derecho matrimonial que, aunque externamente evoca los occidentales (constitutivo,. impedimentos ... ), en realidad su espíritu es opuesto de plano. ·Consciente e inconscientemente, el ateísmo marxista se nos presenta hoy, más que como una filosofía o V,Teltanschaung teorética, como un programa práctico de vida, como una verdadera religión. Son curiosísimas las analogía~s descubiertas. Recientemente, H. LAURENT ha cotejado la mística cristiana con la marxista. Para ambas tiene .su clave la historia: Jesucristo o la Revolución proletaria. A la escatología cristiana inundada de esperanza sustituy.e ,el optimismo marxist.a frente al progresismo. El cristianismo no es un sistema ideológiw, SIn consecuencias en la transformación de la¡ propia vida y en la del prójimo; pero también ·el marxismo tiene por consigna la acción, y aun se diría que más que otra cosa es una mística ele la acción. JeL Cuerpo Místico, que se convierte en la clase proletaria, camina hacia una meta fija: la libertad o !.iberación marxista, fundume1l1almenLe distinta. de la liberación crisViana. Tolerancia e intolerancia, tesis e hipótesis tienen análogo sentido en ambas concepciones. A la concepción cristiana del destino, hondamente arraigada en el personalismo y gobernada por el sentido de responsabilidad ante Dios, sucede la visión clasista del mismo, cuyo árbitro moral supremo es el juicio popular. Sustitución profunda en que se transponen los términos. En lugar de la Jerusalén ceIeste que condiciona nuestro paso por la tierra, se yergue la Jerusalén terrestre, "el paraíso cOlm;mista" (6). Tras la sust,Uución, quP )Jodíamos llamar interna, se sigue la externa, ·estoes, 'el reemplazar a las demás religiones con la ambiciosa ilusión de ser los libertadores de la Humanidad. Si se tratase de trabajosos procesos dialécticos, podría esperarse cierta ,dificultad en el abrirse ,del corazón de la masa; mas ·en el fondo de la cuestión late un problema profundamente humano: el del Dios que, por necesidad, se ha de erigir ,en señor del espíritu Ihumano, .llámese como se llame. y no sab'emos hasta Iqué punto el alma humana es capaz en su ceguedad de adorar dioses reconocidos-y creados-por ella. La IV1erdad, berlo puesto de relieve. Su profecía tuvo efecto en el orden de las ciencias, en la. historia del capitaIísmo ... creando la tentación dt1 ser ateo y orig'inanclo una at,rnósfera propicia al respeto humano. En el orden cientifico tuvo enorme resonancia entre la masa el biologismo ateo de Haeclcel. (5) GAnetA BARBERENA, TOMAs: El matrim.onio en la legislaci6n soviética, "Revis-· tll de Derecho Canónico", IV (1949), 383-413. (6) LAUREl'{T, H.: Perspectiva c1'ist.iana y perspectiva marxista de la histo1'ia, en "Razón y Fe", 1. 143' (195'1), 342-357.


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con todo, es que ,en el seno de est:e falso humanismo existe un vacío inocultahle, que actuará como fermento de regeneración más tarde: es el vacío de Dios.

Ateísmo-Antiteísmo Sie ha dicho, y con razón, 'que al moderno ateísmo cuadra mejor 'el nombre de antiteÍsmo. Antes lo indicábamos y ahora lo repetimos de nuevo; en los cerebros del moderno ateísmo nada hay maridado con un materialismo de baja ralea, comodón y chato, de horizontes estnechos ... , sino que su posLuraes de franco combate a cuanto respira teísmo. Tratan de repetir la hazaña promeLeica de robar el fuego sagrado del Olimpo, o si se quiere, la de los gigantes bíblicosqur. trataron de elevar una torre, que llegase hasta el cielo. Partiendo del postulado ,del materialismo inmanentisla (7), que nada reconoce sobre el hombre y considera como un atentado contra su alutarquía toda busca de principios superiores, llegan a la consecuencia d,el antiteísmo, que, en los cerebros del ateísmo, se traduce en feroz rebeldía contra Dios., y en las masas, en ese espantoso engendro del siglo: el ateísmo o antiteísmo milit3jlüe. El hombre ¡quiere desterrar a Dios, sacudir el yugo de cuanto presente especie de trascendencia, llámese mist.erios en dogmática, principios o8n moral... Quiere embriagarse con el vino de la más absoluta libertad, en el amoralismo que no reconoce normas, en la independencia, de tuda ascetismo ... El hombre se repliega sobre sí, se cierra en sí, no reconociéndose religado a otro s,er y orden superior; al declararse señor absoluto se ha apropiado las palabras bíblicas de 13bias de J'ehová: "No daré mi gloria a otro." Con ello, se llega a la forma más cruda de lo 'que Si' ha llamado alienación del hombre: al cerrar sus ojos ante la exigencia de infinito de su ser, al renegar de su condición de hijo de Dios, al llegar, en el paroxismo de su orgullo, a pensar que Dios mendiga el ser de nuestro ser individual. ¿Puedo concebirse mayor absurdo que son1eter a plebiscito la ,existencia del mismo Dios, aunque esto se haga entre ,quienes se mofarían de tamaña insensatez, si fuera cometida por el 'pueblo? Ante Dios 'Y el -cristianismo no adopta la actitud frívola del enc.iclopedismo, la sonrisa volteriana., sino la actitud seria de quien des-precia unos .dato~ que no precisa para la solución de un problema. El .que su desprecio desemboque en el odio es explicable, porque estima que el catolicismo ha sido infiel a su misión. Dios y ·e1 catolicismo han sido 'puras formas históricas culturales 'que 11an rendido todo su fruto; hoy han sido superadas, al igual que la física o biología antiguas. Eran formas provisionales, constituían .(7)

El inmanentismo idealista guarcla una variantr, especial al pasura Feuerbacll

y Marx. Su principio antropológ'ico funüament.al es qUE! el sujeto ele la Historia no es el A)Jsoluto, SillO el lloml))'e concreto, üe carne y hueso. El Absoluto, lo mismo

que cualquier otra iüea, es proelueto ele este cerebro; el 110m)Jre adora un ídolo, creado y elivinizHelo por sí mimo. Al fin, ¿será verüad que no se recllaza sillo ulla falsa iüea üe Dios?


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los estadios primeros de COlVIPTE, un simple interregno. Si, para HEGEL, Dios 'era una forma ideal que significaba el límite del progreso, ,el humanismo ateo profesaría lo mismo, pero ese límite lo encapsulará dentro de la órbita antropocéntrica. En esta inversión total de términos y en es~e nuevo planteamiento del problema, no sólo se excluye a Dios, "lino hasta la posibilidad del problema teísta. Este es el senlido positivo del ateísmo, que hace incompl,eta la visión del mismo tan, sólo a través de conceptos negativos. El drama del atC'Ísmo

"El Occidente ha perdido a Cristo. Por eso, el Occidente muere, nada más que por eso" ("Cuadernos", pág. 187), nos dice DOSTOYEVSKY, el que conoció la era de liberación anunciada por NIETZSCHE y barruntó el resultado final del destierro de Dios . .su tesis ,es dura en extremo: el mundo sin Dios se vuelve contra el hombJle; matando a Dios se da muerte al mismo hombre. Las nuevas .formas históricas ateas, aun cuando aparentemente estructuradas sobre pilares de ciencia y libertad, desembocan en la mús terrible esclavitud. En el supuesto de roealizarse y en la medida en que se realice esa nueva sociedad, "resultarán tales tinieblas, tal caos, algo tan grosero, tan ciego e inhumano, que todo el edificio tambaleará bajo el poeso ,de la maldición de la Humanidad antes de que su construcción termine" (DOSTOYEVSKY, cit. por LUBAC, pág. 379). El vidente del drama del humanismo ateo ha sido también quien mejor ha descubierto ese secreto instintivo de lo trascendente, esa nec'esidad Íntima de adoración, la imprescindibilIda,d de Dios, cuya ausencia abre una sima incalmable COIl otra criatura. Hace un siglo que comparó 'el P. LACORDAIRE el orden mora,! trascenc]¡mte a una pirámide; cuando el hombre ha intentado invertirla se ha visto aplastado en su vano in lento por su masa. DOSTOYEVSKY, 'que mucllo ha profundizado en los recovecos del corazón humano, hai dado en él hasta con las mínimas fuerzas de esa gravitación teocéntrica del ,espíritu humano. He aquÍ el terrible drama: un humanismo deshumanizado. No sólo que quede manco 'en el marco de lo pura¡mente natural, y no extienda el campo visual de sus principios hasta las realidades sobrenaturales, sino, lo que es más, un humanismo que disocia, que desintegra 'Bn el 'hombre sus elementos sustanbivos, fuertemente incrustados ,en su ser concreto, más aun, confundidos con su vida misma: el ansia por lo sagra do, la necesidad del ser "a se". Al fin de la loca aventura de la independización de su ser, de la afirmación :de su señorío soberano, encuéntrase el hombre desequilibrado, roto, menos hombre. He 8iquí el saldo final que arroja el humanismo ateo, 'en pm[abras de BERDIAE;B'F: "El ¡humanismo no ha fortificado, sino debilitado al hombre. He aquí el resultado paradójico de la historia moderna. El


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Renacimiento comenzó por la, afirmación de la individualidad de las fuerzas creadoras del hombre, y-ha terminado por la negación de la individualidad creadora del hombre. El hombre sin Dios deja de ser hombJ1e; tal es el sentido religioso de la dialéctica interna de la historia moderna¡, ,historia de la grandeza y decadencia de las ilusiones humanistas. El hombre, ,en el ,estado de separación y vacío de su alma, hácese escla)Vo no de las fuerzas superiores, suprahumanas, sino die los el'ementos inferiores, inhumanos. El espíritu humano se entenebrece y 'los espíritus inhumanos se apoderan de él" (8). ¡Qué lT;tisterio el del "pondus" humano de SAN AGUSTÍN, a cuya fuerza nos es imposible sustraernos! ¡Misteriosa fuerza magnética espiritual que orienta nuestro ser hacia Dios, polo a,bsoluto, sin esperar a que conscientemente se orienten nuestras potencias libres! DosTOYEVSKY tiene ciega fe en el corazón humano, y espera que ,esta fe, que podíamos llamar ontológica-orientación del ser hacia lo que aun no ve-, arrastre algún día al hombre y a Europa entera por Ivías de retorno. Eides quaerens inte.llectum. ¡El "pondus" óntico que llevará a la razón flebelde por caminos de Damasco!

Proyecciones hist6ricas ¿Qué será de los pueblos, de la masa atea? No sabemos hasta dónde puede illegar ,el poder de una educación atea, desde la niñez. Lo mismo puede afirmarse de los 'efectos de una propaganda estudiada hasta en sus mínimos detalles. Mas, nadie,por otra parte, adivina los tortuosos caminos que puede seguir la Prolvidencia con su gracia. ¿Será verdad 'que, ,en el fondo,es otro Absoluto lo que inconscientemente se adora, 'Y que, por lo mismo, algún día llegará la transposición de ese .ser 'que se presenta como trascendente por parte de esos que MARITAIN llama "pseudoateos"? Sin quererlo viene a la memoria el texto en que San Pa¡blo describe 'el estado ,de la gentilidad: "Conociendo a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se ,entontecieron en sus razonami'entos, viniendo a oscur,ecerse su insensato corazón, y (8) BERDIAEFF, N.: Un nouveau Moyen Age, p. 69. Frente al pesimismo maniqueo y al optimismo pelag'iano, la doctrina católica proclama el intimo ensamblaje y perfeccionamiento de la naturaleza humana por la gracia. Cfr. CAPÁNAGA, VICTORINO, O.' R. S. A.: Intl'oclucción geneml, Obras de San Agustin, B. A. C., t. 1 (Madrid, 1946), pág's. 158-161: "( ... ) el hombre, para conservar su excelencia y dignielad superior debe asemejarse a Dios, lo cual es efecto ele la gTacia. Y por aqui lleg'amos a una conclusión importante: cómo Cristo es no sólo la flor y g'ala de la Humanidac!, porque atesora todos los valores del hombre, sino también la columna que la sostiene." Ha aqui ,31gunos textos agustinianos: "En tanto vale el hombre alg'o en cuanto vIve unido al que .lo creó, porque separándose de El no hay nada." "Si recedat Spiritus Del, pondere suo spiritus hominis revolvitur in carnem." "Fiant catholici (ariani) ut possint servare quod homines sunt: ut non in illis pereat Dei creatura, accedat Dei g'ratia." "Antes de venir Cristo, el hombre era como una pared ag'rietada y curva, y el demonio la estaba empujando para dercl'ibarla en el suelo. Vino Cris~o, y, arrimándose a ella, se hizo su sostén y columna." "Esta amenaza y ruina -dice el P. 'Capánaga-signlfica la pérdida de ciertos valores como la libertad espiritual, el eJercicio sano de la razón, el sefiorlo sobre las pasiones, la prorunda intimidad de la vida."


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alardeando de sabios se hicieron necios y trocaron la gloria del Dios incorruptible por la semejanza de la imagen del hombre corruptible y de aves, cuadrúpedos y reptiles. Por esto los enf.rrg·ó Dios a los deseos de su corazón, a la impureza con que deshonrHn sus propios cuerpos, pues trocaron la verdad de Dios por la mentira y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador" (Rom. I, 21-25). Será original, si se quiere, aducir como ·element.os subsj,linrios a la ·exégesis del texto a NIETZSCHE y DOSTOYEVSE:Y. Pero, i que resonancia nueva adquieren en el alma estas 'Palabras cuando zumban aun en nuestros oídos las blasfemias del vidente, de las sombras y la angustia del profeta de amaneceres. "Oscurecimiento y necedad y trocar la verdad de Dios cpn la mentira ... " ¿No habremos llegado de nuevo al colmo de la iniquidad? ¿Nos espera una nueva epifaníw del Des'eado de las naciones? Si .es verdad que el problema religioso es profundamente humano, cada hombre. aunque sea aleo, Heva en su corazón la semilla de un futuro acto de amor a Dios. En el orden social, la ola de fuego y sangre, de oscuridRd y confusión que invaden el mundo, harán que el homlJre rinda a Dios el eeLro que en su Inca ambición quiso arrebaMtrselo. ¿Es que vienen los días en que enlviará Yahvé no hambre de pan yagua, sino de oír la palabra de Yahvé? (Amós, 8, 2).

Meditando ... Mas entretanto, y dejando a la Provic1eneia el regir los destinos del 110mbre, ,primariamente nos toca hacer un sorio examen sobre cuanto nos pueda 'enseñar este es.tudio del moderno ateísmo. Camino ele ideas.-No se puede negar 'que un CmvlPTE, un HEGEL, poseían vlÍva conciencia de ser los profetas de los novísimos tiempos; pero si hubiésemos preguntado a cualquier conLemporáneo suyo qué pensaba flcerca ele'l posible influjo sobre la humanidad ele las ideas de es10.'; hombres, Ladas las posibilidades abonan una r'espuesta escéptica. Sin embargo, no podemos olvidar est'l lección, que da reparo el enunciarla de puro lriv;al: son las ideas las que Iy,encen. Napoleón sacuclió tronos y naciones enteras, abrigó sueños vanos; mas, al fin, feneció cual est1'811a fugaz. La 18rga serie de filcJsofos que une a DESCARTES con FEUERBACH y NIETZSCHE a través de KANT, HUME Y HEGEL ha ido conquistando a Europa por un proceso lento, pero eficaz, ,de r,alladaelectrólisis espiritual. Y hoy nuestra masa vive, inconscienvemente en su n1f1yor parte, ele una atmósfera cargada de ideas materia'¡¡stas y at'eas que se manifiestan de diyersas formas. La restauración habrá ele seguir similar camino; hemos. de predicar el mensaje ele esplritua.lidad en estilo directo, concreto, interesando al homb1'e por entero. Es sencilla la lección, pero prácticamente no parecemos estar convencidos cuanelo pretendemos derrocar "al humanismo ateo" por medio de let fuerza y la victoria armada. Con todo, ¿acaso será necesaria una más grave hecatombe humana, una


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tempestad que, ozonizando nuestro ambiente materializado" haga posible "el gran retorno" de la hlUl1anidad prevaricadora ha¡cia Dios? ¿Antifef'ichismo?-La palabra es d'emasiado dura para lo que queremos afirmar; pero, por eso mismo, más fuertemenle impresiona, Es 'complejo, como hemos visLo, el proceso del moderno ateísmo a partir del Renacimiento (9), mas, ¿qui7:á lo que se niega n ataca es, un concepto falso y espúreo de Dios y del crisUanismo? Dentro ,del organismo teológico, ¿habrá ocupado siempre el lugar que debiera, no la idea que nunca ha faltado, sino la postura práctica de reconocimiento de la a1180luta trascendencia divina? Será la moral cristiana, la auténtica, la evangélica, la que es vilipendiada o una concepción "sui generis" de la misma. En <81 orden ideológico, carga sobre nosotros la responsabilidad de hacer en algún sentido justificables muchas acuRaciones.. Entre la concepeión renacentista, tan radirmt'e y luminosa como la pintura ele su tiempo, y cierta yisión alscética cristiana presentada énmo tradicional, tenebrosa como ZURBARÁN ... está la ascética auténtir,a, la ele los maest.ros, saturada ele desnudez desearnada del es.píritu, ])er,O inundada de luces trascendentes. ¿Se niega y odia fetiches erisLianos? Esto es, ¡,hemos hecho inadmisible nuestro Dios, por la manera de l1¡¡blar y de comportarnos "pon El, que mostramos? (10). Defe,cción cl'istia17(J.-Los a t.aques cont.ra el cristianismo por parte del antiteísmo se fundan en la awsación de infidolichlld. Podrá haber exageración y mala f'e; mas nos incumbe un serio examen sobre la actiLucl eristiana. ¿Somos genuinos hijos de la verdad y de la .luz, eual nos creemos al vindicar, con exclusivismo, su monopolio? ¿Es 8luténticam81üe cristiana nuesLra postura ante Dios y el prójimo, aparecemos eon el gozo de ·es.tar 'en el reino del Padre, o será V1erclacl -como afirmaba NJETZSCHE- 'que haría falta que los discípulos de Crist.o tuviesen un aire mús de salva,dos? (" Ainsi pa1'lait Zamthustm", página 99). El adual afán por el "1 estimonio" no es sino sflludable reaeción ant.e esla clefeceión erisLiana. Debemos mostrar a los cuaLro vienio". (O) La sepurución y elivorcio entre relig'ión y vicIa Síg'11ió elerroteros no previstos por el Hunlanísrno renncentisla. Sus 110mlJrcs pr(jeercs cle luLlos los campos {lel "aber sig-llieron uniclos al (Tis1.ianismo; sólo lo abandonaron euanelo pcrrlieron S11 1'e. Cl1rnplfun con ·Plus, aun euanrlo vivían al lnargon de E1, y querían g'llnrclar este pelig'l'oso equililJrio. La relig'ión pasa asimismo a ser pura fórmula social para la gTan mnsn, incluirla la burg'uesa, que babia ele r8g-ir los elestl.nos ele Europa; buena parte corresponelió en ello al liberalismo en sus eliversas manifestaciones. La intelectualielael, prácticamente atea, creyó ver en la relig-ión una pura construcción ícleológ'iea, y al trular ele sustituirla quiso conceeler el eliploma ele suficiencia a su confuso amasljo ele principios, en los que no seria la110r fácil clelimitar la inspiración pag'ana-gTecolalínismo lLUmunista-o el resicluo cristiano. Estas notas, que nos inclican la mentalielael ele Jos puelres [lcl "nlileislJlo, nos inelucen a plantearnos el problema cle la autenticidad el el ateismo. Cfr. CALVE'!', J.: D/eu dans la V'ie, "L'Année Tlleolog'ique", j951, págs. 5 ss. (10) "No hay ateos.' No hay más que llOml)res que se nieg-an a reconocer en la imag-en deformaela que se les presenta al Dios cuya idea llevan en el fonelo ele si mismos." LAGNEAU, cil'aelo por RTQUET: El Cl'isti,11l0 {rente al a/eismo (Bilbao, 1951), pág. 19.


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nuestro aire de salvados, como los señalados con la Tau maravillosa del Apoca'lipsis. F'e inquebrantable, 'esperanza que se traduzca en tensiónescatológica. Estamos entre dos polos: la Redención de Cristo -liberación, difusión de la caridad divina, incoación de vida celesi-e- ' y la Jerusalén eterna,donde todo es plenitud. A medida que nos va-ciemos y despeguemos de tierra, [lOS hagamos santos ---agios~. percibir'emos la tensión espiritual de estar "redimidos"; pero "in spe", en la esperanza de la consumación, a semejanza de lo que ocurre con los tubos 'de rayos catódicos. Optimismo antB el sufrir, caridad desbordanLe, amor integral a Dios, Biena¡venturanzas, E1vangelio sin glosa ... Mucho He habla de cristianismo, como si éste fuera una Fi¡osofía, un conjunto de principios que garantizan la paz, el bien vivir, la :restauración de una humalnidad resignada; en 'el fondo no hay sino pragmatismo, o cn quien no piensa así, miedo a hablar de una persona que es Todo en el cristianismo: Cristo. La aceptación de Cristo-el úni,co eristianismo-puede solueionar la actual situa~ión. Y Cristo está ausente, berriblemente ausente, de las vidas y aun de las menúes de muchos cristianos. Es necesaria una inundación de santidad, de hombres qUi¡l piesen y obren en crlÍstiano y ,den la pa,uta a un mundo, sin contar para nada con sus criterios y habladurías, y 1J07' eso mismo, aunque parezca paradójico, con mayor objetividad.

A todos, ciertamente, nos tocal de cerca la labor que con acilerto precisa LUBAC (págs. 146-7) : "Se trata de devolver al cristianismo su fuerza en nosotros. Y esto quiere ,decir, ant'e todo, 'encontrarlo tal como les en sí, 'en su pureza y su autenticidad. En fin de cuentas, lo que necesitamos no es un cristianismo más viril, o más eficaz, o más heroico, o más fuerte, sino es vivir nuestro cristianismo más virilment'e, más efica¡zmente, más fuertemente, mús heroieamente, si es preciso. Para vivirlo tal como 'es, no 'hay nRda que cambiar, nada que añadir; no hay ,que adaptarlo a la moda del ,dí8i.Es preciso devo~ver~o a nuestras a~mas. Poner~o en nuestras ahnas. Los falsos dioses 'que quisieron llenar 'el vacío del único Dios en el alma ,humana han caído; la inquietud que por un momento apaga¡ron vuelve a renaüer con mayor vigor. La solución total 'está so].amente en la vida int'egral del Cristianismo. A los constructores de la nueva humanidad 'se les puede repetir el texto profético avalado con el testimonio irrefragable de los hechos: "Ftmdamentum aliud nemo potest ponere nisi quod positum est CJiRISTUS lESUS". Nadie puede poner otro fundamento fuera .del que ha sido puesto, ORISTO JESUS (1 Cor., lII, 11). De nuevo hemos de repetir la cantinela, agustiniana, el "fiant c.hristian'i ut homines sint"; es preciso que vuelva Dios a la órbita


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Del hombve, si no queremos que sü siga el caos ele la ruptura de la gravitación del ser humano. El Dios que ofendía a la autonomía del hombre €S la ga¡rantía única de esa libert.ad que a gritos proclamara y a hachazos la conquistara. Ni está de sobra advertir con .MGR. CALVE'f que, aunque no sea ·el motivo supr'emo de nuestro retorno a Dios, "a nuestros contemporáneos que han perdido el sentido de Dios es preciso recordarles que necesitamos de Dios para ser perf·ec1.amenle hombres" ('11). Pío XII ?J el ate'ísmo mode1'1w

En medio de estas tinieblas destaca, si eabe más rDCliante, ·la figura blanca de Pío XiII, verdadero Angel de los tdempos prl'sentes. El es la paloma mensajera qU'e de.ió escapar Cristo desde la. bRI'Ca de la Iglesia ~)ara que llevara la oliva de paz a los hombres; pero como IR avecil1R de Noé, no pudo posar 'en un mundo anegado, en un diluvio de sangre y tinieblas, consecuencia de un mar de pecados. Ya ,desde los albores de su Pontificado señaló, con mirada penetrante, ·el cáncer que corroe a nuestra Humanidad. Mientras los que regían los destinos de ,los pueblos tan sólo hablaban de crisis económicas, de libertades holladas ... Pío X<II gritó anl e la sonrisR rsr.éptica de cuantos le escucharon ·distraídos : "Al comienz.o del camino que conduce a la indigencia espiritual Ji moral de los tiempos pl'eSe11Jtes, se yerguen los nefastos esfuerzos de no pocos pam dest1'0?Wr a Cristo, el apartamiento de la Ley de la Verdad que El anunció, de la ley del amor, aliento vital de S 1/, reino. Elreconacimiento de los derechos reales de Cristo y la V1wUa de los pa1,ticwlares yde la sociedad a la ley de su verdad ?J de su amor son la única. v'Íade salvación" (12). "En 11v,estros días, las disensiolll's no provienen únicamente del í171pet'u de pasiones rebeVlcs, sino de 'l/na protwlCla c)'isis espiritual quc ha trastornado los sanos principios ele la moral privacla y pública" (13). Y para compl,et.ar 'esta I\ü~ión tenebrosa de nuestra situación, la comparó con las tinieblas que rodearon la vierra cuando ésta crucificó a su Dios.

"Narra el Sag1'ado Evangelio que ,cuando Jesús fué crucificado J las tinieblas invadieron toda la superficie de la tierra (MaL, 27, 45) : símbo,lo espantoso de lo que sucede y sigue sucedicndo espirUtwlmenic, dondequiem que la incredulidad, ciega y orgullosa ele sí, ha excluido de hecho a Cristo de la vida moderna, especialmente de la pública" (U). Mt. cit., pág'. 11. ('1'2) "Su111111j Ponli/icé'!lllS", CoI. (le Eneiel. y Cartas Pontificias. A. C. E., 1042, pág. 387, n. 10. (13) Ibld .• pag·. 390, n. 16. Crro' Mensaje al Conyreso Cate,]'u'istica (le Bastan, en "Eeelesia", 1946, pág's. 486-487. (14) Ibicl., pág'. 3S9, n. 15. (11)


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¡Cómo evocan estas palabras las angustias, de muy diverso s'entido, ciertamente, de NIE'IZsCHE y DOSTOYEVSKY! Al diag'nóstico, duro y 'cruel, pero verista, se sigue la solución ex- , r;lusiva de la e.nferme'dad: si la raíz de los males está en la crisis religioso-moral, solamente mediante la reeducación espiritual de la Humanidad se a tajarán de plano todos los mal'es: "La reeducacIón de la Humanidad, si se q1liere que sea efectiva, tiene que se?', ante todo, espiritual y l'eligiosa; pO?' tanto, debe pa?'tir de Cristo como de Sil fundamento indispensabl,e, tener la justicia como su ejecutoria y PO?' corona la caridad" ('15),

Mientras los hijos pródigos consumían sus fortunas y sus vidas, lejos de la casa paterna, el Padre común no cesaba de cla,mar: "Lasa,zvacIón de las gentes está sólo en la vuelta a la vida sobrenatuml" ('16), Léans,e los patéticos mensajes de Navidad de 1941 y 1942, En ellos de mil formas se repite el mismo gratve eonsejo :e1 mundo se muere porque s'e alejó de Cristo; sólo el retorno a El puede salvarnos, Mas al olvido de los buenos y a la actitud crimiml'l antiteístade los enemigos de Dios, se debía salir al paso con acentos más gra,lVes y acti tudes más vwlientes: "Ningún cristiano tiene de1'echo a cZar sel1,ales de esta?' cansado de la lucha contra la oleada antirreligiosa de la hora prel'ente, P,oeo importa cuáles puedan ser ,las fm'mas, los métodos, las m'mas, las palabras ridículas o amenazadoms, el disfmz con que se cubre el enemigo, A nadie se le podría perdona?' que ante ella se quedase con los bmzos e1'uzados, la cabeza baja y temblándole las piel'nas" (17), Pero es en 1949 euando Pío XII levanta nl voz para acusar púhlieamente a nuestra generación de pl'evaricm:lora, en la forma espanto::m del ateísmo militante, Fué la Exhorta,ción aposLólica del 12 de febrero (J 8). En ella habló meri·dialllarnente de ",la iniquidad de los rnalos" en un pecado que "causa 11.01'1'01' el rcfeT'i?'lo", "pecado contra cl Esp'Írítu, Santo ", calificado de "e?'im,inal impiedad" de quienes son "la la.cra ele nuest1'o sig[o". (15) J'ág, 402, n, 29. (16) Alocución al [ Congl'eso Nacional EucarisUco de El Sn1vado/', en "Ecclesia", 194,2, pág'. 1.169. Ninguna metáfora más apropiada para calificar la conducta (le los

pueblos europeos, hijos pródig'os, que la que tanto menudeó en los labios fustiga,·· dores de los profetas de Israel: aclulterlo, Porque adulterio es en el fonclo t.oda apostasla, individual o social, ya que en ella se deja al verdadero Dios para forIliear con otras criaturas o mitos: lil)ertad, raza, riqueza, progreso técnico, revoluc1ón marxista. (17) Mensaje de Navidad, en "Eccle~ia", 1046, pág'. 1.710, (18) E:rho1'l'1ción apostólica. de S. S. Pío XII. Expiación elel crimen del ateísmo en "'Eeclesw", 1949, págs, 202-203. Plo XI nabía cIado el gTan grito elenlarma en su Enclcliea "2arltate Chrlsti compulsi", 3 de mayo de 1932. Se enfrentó con el ateísmo militante y, superando toela confianza en los remedios naturales, exhortó vivamente a la oración y penitencia, a la vuelta a la Moral trascendente, para contrarrestar los efectos del odio satdllico conl1'a la 1'eliq"ión, que 1'eCllel'da. el "m?/sle1'i1lm iniquUatis" ele que n08 habla S. Pablo. (JI Tes., JI, 7). Colee, de Ene., pág'. 513, n, I L


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Los 'ef1ectos de este monstruoso peca,do son terribles, tanto en el orden individual eomo en el social: "menosprecio del divino mandato", "t'uente t/U'bia de todos los males". "Priva al hombre de Dios y le roba así su cliflni<lad espil'itual, le haee iuguete innoble del materialismo, dest1'1l?/e totc~lmellte todo lo q1¿e sea vÍJ'tll'd, amor, esperanza y hermosw'a de la vida intel'iol'." En el orden social, todos los ma:]es prooeden de la falta de sentimiento de fraternidad universal que asegure los estados y garantice los pactos. "Pero por experienC'ia nos' consta eon toda certeza que, en la pl'áctica, los hombrcs no se sienten hermanos entJ'e sí, si ,ellos no sc sienten todos hijos ele '/In m'ismo Padre." Quizá. los remedios que propone el Santo Padre no satisfagan a quienes no han calado lo suficiente en la profundidad e interioridad del mal pres.enbe y en la necesidad de una renovación sobrenatural P,ero contra este "pecado gravísimo" y "cl'imen l/Jorrendo", en el 'que se descubre "la insinuación cngañosa dcl enemigo int'el'nal, de quicn es lJropio oeliaJ' a Dios y hacer daño a los hombres", se ha de luchar con las armas 'espirituales de la penibencia y oración y con aquello que "supera a c¡¿alquier', acto de piedad": el Sacl'it'icio EucaJ'ístico. "La et'nsión elc la Sangre de Jesucristo" puede lavar la infección del mundo moderno. La oración y penitencia, junto con" el gran perdón y el gJ'an retonio" en la sinceridad de nuestra conciencia, será. la mejor arma frente all drama del humanismo ateo. Conclusión, La Historia, y para cuantos no sepan interpretar su lección, Pío XII, nos indican 'SI camino de la Restauración. Sin duda, presenciamos las postrimerías -elel ci'cl0 renacentista. A la excesiva hipostatización de la naturaleza, rayana 'en la idolatría, acompaña el cOlJocinüent'O y dominio más perfecto de la misma. A la proclamación orgullosal de la autarquía del hombre, acompaña el sentimiento más vivo de su dignidad y una más fuerte conciencia de centrar rectamente en torno al hombre los valores inferiores, Esta labor nos incumbe, dentro de cauces cristianos. "Si un human'ÍSmo. integral-diremos con

MGR.

CALVET-introdnce

a. Dios en el homb'I'C, a la religión en la vida, puede llegar el equilibrio, seguido. de una triunfal explotación de las conquistas elel Renacimiento por el homb1'e completo. El introduC'il' a Dios en la vida pOl' una recta concepción elel homb)'e, no es solmnlmte para el pensado)' 1m acto de sana t'ilosot'ía, y para el crisl'iano un aclo de auténtico cristianismo, es para la universalidad de los hombres, que no pueden ccrl'aJ'se a la visión ele la realidad, un acto ele salud lJública" (19). JOSÉ IGNACIO TELLECHEA.

(19)

Art. cit"

pág', 12.


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