Pedro Morandé A 50 AÑOS DE LA CONSTITUCIÓN CONCILIAR GAUDIUM ET SPES Jaime Antúnez ENTREVISTA AL CARD. G. MULLER: SÍNODO, FAMILIA Y OTROS
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
XX
AÑOS
EL TEÓLOGO GEORGES COTTIER, OP., Y EL POLÍTICO ROCCO BUTTIGLIONE HABLAN DE LA MISERICORDIA
R E V I S T A DE A n t r op ol o gí a y C u lt u r a C r i s t i a n a s / N º 8 0 / A ÑO X X
NAVIDAD CON SANTA TERESA DE ÁVILA
Sirviendo al encuentro de la Fe y la Cultura
HUMANITAS
HUMANITAS
Consejo de Consultores y Colaboradores
Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría Nº 147/95, visto 2º). DIRECTOR Jaime Antúnez Aldunate COMITÉ EDITORIAL Hernán Corral Talciani Samuel Fernández Eyzaguirre Gabriel Guarda, O.S.B. René Millar Carvacho Pedro Morandé Court Ricardo Riesco Jaramillo Francisco Rosende Ramírez Juan de Dios Vial Correa Juan de Dios Vial Larraín Arturo Yrarrázaval Covarrubias SECRETARIA DE REDACCIÓN Marta Irarrázaval Zegers
CONSEJO DE CONSULTORES Y COLABORADORES Presidente Honorario: S.E.R. Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, Arzobispo emérito de Santiago. Héctor Aguer, Anselmo Álvarez, O.S.B., Carl Anderson, Andrés Arteaga, Francisca Alessandri, Antonio Amado, Felipe Bacarreza, Rémi Brague, Jean-Louis Bruguès, O.P., Rocco Buttiglione, Massimo Borghesi, Carlos Francisco Cáceres, Cardenal Carlo Caffarra, Cardenal Antonio Cañizares, Jorge Cauas Lama, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, Alberto Caturelli, Cesare Cavalleri, Fernando Chomali, Francisco Claro, Ricardo Couyoumdjian, Mario Correa Bascuñán, Francesco D’Agostino, Adriano Dell’Asta, Vittorio di Girolamo, Carmen Domínguez, José Manuel Eguiguren, Carlos José Errázuriz, José María Eyzaguirre, Jesús Colina, Álvaro Ferrer, Luis Fernando Figari, María Esther Gómez de Pedro, Juan Ignacio González, Stanislaw Grygiel, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Hasbun, Henri Hude, José Miguel Ibáñez, Raúl Irarrázabal, Lydia Jiménez, Paul Johnson, Jean Laffitte, Nikolaus Lobkowicz, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Javier Martínez Fernández, Patricia Matte Larraín, Carlos Ignacio Massini Correas, Mauro Matthei, O.S.B., Cardenal Jorge Medina, Livio Melina, Augusto Merino, Dominic Milroy, O.S.B., Fernando Moreno Valencia, Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Francisco Petrillo, O.M.D., Bernardino Piñera, Aquilino Polaino-Lorente, Rodrigo Polanco, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Dominique Rey, Florián Rodero L.C., Alejandro San Francisco, Romano Scalfi, Cardenal Angelo Scola, Cardenal Fernando Sebastián, David L. Schindler, Josef Seifert, Robert Spaemann, Paulina Taboada, William Thayer Arteaga, Olga Ulianova, Luis Vargas Saavedra, Juan Velarde Fuertes, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo, O.S.B.
NACIONALES
EXTRANJEROS
Andrés Arteaga: Obispo auxiliar de Santiago. Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, UC. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Felipe Bacarreza: Obispo de Los Ángeles, Chile. Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Jorge Cauas Lama: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Fernando Chomali: Arzobispo de Concepción. Miembro de la Pontificia Academia Pro Vita. Francisco Claro: Profesor de la Facultad de Física, UC. Ricardo Couyoumdjian: Profesor del Instituto de Historia, UC. De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Mario Correa Bascuñán: Secretario General de la Pontificia Universidad Católica. Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Carmen Domínguez: Profesora de la Facultad de Derecho, UC. Directora del Centro UC para la Familia. Vittorio di Girolamo: Historiador del arte. María Esther Gómez de Pedro: Miembro del nuevo círculo de discípulos de Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI. José Manuel Eguiguren Guzmán: Fundador del Movimiento Apostólico Manquehue. Carlos José Errázuriz: Consultor Congregación para la Doctrina de la Fe. Profesor de la Pontificia Università della Santa Croce. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Jesús Colina: Director de Aleteia. Álvaro Ferrer: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Juan Ignacio González: Obispo de San Bernardo, Chile. Raúl Hasbun: Sacerdote de Schöenstatt. Profesor del Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. José Miguel Ibáñez Langlois: Teólogo y poeta. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Presidente de la Asociación Chilena de la Orden de Malta. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Patricia Matte Larraín: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Mauro Matthei, OSB: Sacerdote y monje benedictino. Historiador. Cardenal Jorge Medina: Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Augusto Merino: Cientista político, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez. Fernando Moreno: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia Chilena de la Historia. Bernardino Piñera: Arzobispo emérito de La Serena. Rodrigo Polanco: Presbítero, profesor de la Facultad de Teología de la UC. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. Paulina Taboada: Médico. Miembro de la Pontificia Academia Pro Vita. William Thayer Arteaga: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Olga Uliánova: Doctora en Historia por la Universidad de Lomonosov, Moscú. Investigadora de la Universidad de Santiago. Luis Vargas Saavedra: Crítico literario. Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Miembro de la Pontificia Academia Pro Vita.
Héctor Aguer: Arzobispo de la Plata, Argentina. Anselmo Álvarez, OSB: Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Rémi Brague: Filósofo francés. Premio Ratzinger 2012. Jean-Louis Bruguès, OP: Archivista y bibliotecario de la Santa Iglesia. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: Filósofo y político italiano. Cardenal Carlo Caffarra: Arzobispo de Bolonia. Cardenal Antonio Cañizares: Arzobispo de Valencia, España. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Cátedra de Tomás de Aquino, Blackfriars, Oxford. Alberto Caturelli: Filósofo argentino. Cesare Cavalleri: Director de Studi Cattolici, Milán. Francesco D’Agostino: Filósofo del Derecho. Ex presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. Adriano Dell’Asta: Vicepresidente de la Fundación Rusia Cristiana. Aldo Giacchetti: Director del Instituto Persona y Cultura. Luis Fernando Figari: Fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, Lima. Stanislaw Grygiel: Filósofo polaco. Titular de la Cátedra Juan Pablo II en la Universidad Lateranense, Roma. Reinhard Hütter: Teólogo. Profesor en Duke University. Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Lydia Jiménez: Directora General del Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Paul Johnson: Historiador inglés. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Secretario del Consejo Pontificio para la Familia. Nikolaus Lobkowicz: Director del Instituto de Estudios de Europa del Este y Central de la Universidad de Eichstätt, Alemania. Alfonso López Quintás: Filósofo español. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Carlos Ignacio Massini Correas: Catedrático de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Livio Melina: Presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. Dominic Milroy, OSB: Monje de Ampleforth, ex rector de Ampleforth College, York, Gran Bretaña. José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Francesco Petrillo, OMD: Superior General de la Orden de la Madre de Dios. Aquilino Polaino-Lorente: Psiquiatra español. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Dominique Rey: Obispo de Fréjus-Toulon, Francia. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Romano Scalfi: Director del Centro Rusia Cristiana, Milán. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo de Milán. Cardenal Fernando Sebastián: Arzobispo emérito de Pamplona. Josef Seifert: Filósofo austríaco. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Robert Spaemann: Filósofo alemán. Juan Velarde Fuertes: Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, OSB: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra.
H U M A N I T A S
H umanitas Nº 80 PRIMAVERA 2015 – AÑO XX
Editorial “DESDE LAS SOMBRAS E IMÁGENES A LA VERDAD” Jaime Antúnez Aldunate
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CON SANTA TERESA DE ÁVILA, MIRANDO LA NAVIDAD
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50 años de Gaudium et spes REALISMO DE LA ESPERANZA Y DESAFÍOS DE LA ÉPOCA ACTUAL Pedro Morandé
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Al inicio del Año de la Misericordia Entrevista al filósofo-político Rocco Buttiglione LA OMNIPOTENCIA DE LA FUERZA Y LA OMNIPOTENCIA DE LA VERDAD Jaime Antúnez / Sofía Brahm
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Entrevista al teólogo cardenal Georges Cottier, O.P. BRUTALIDAD DEL RIGORISMO, DELICADEZA DE LA MISERICORDIA Antonio Spadaro, S.J.
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EL PRIMADO DE DIOS EN LA LITURGIA DEL VATICANO II Javier Barros
74
ROSMINI Y LA REFORMA DE LA IGLESIA Fulvio de Giorgi
90
Entrevista al cardenal Gerhard Müller “DOCTRINA SIN MISERICORDIA SERÍA UNA IDEOLOGÍA SOBRE DIOS” Jaime Antúnez Aldunate
106
A un año de la beatificación del Papa Montini PABLO VI Y EL CONCILIO VATICANO II: TESTIGO DE LA FE Jorge Soley
110
El caso húngaro y el acuerdo de 1964 AGOSTINO CASAROLI, ARTÍFICE DE LA “OSTPOLITIK” MONTINIANA Giovani Sale
122
Doctor Raúl Schilkrut, psiquiatra: “ESTAMOS EN UNA EPIDEMIA DE CONSUMO DE MARIHUANA” Magdalena Ossandón
140
Restauración del Palacio Arzobispal PROYECTO DE CONSERVACIÓN Y REHABILITACIÓN DE LA ANTIGUA SEDE ARZOBISPAL DE SANTIAGO Verónica Griffin
148
Conmemoración XX AÑOS DE HUMANITAS Crónica/Documentos/Fotografías
156
Destacamos en APUNTES Y NOTAS A seis años de la encíclica social de Benedicto XVI MEDITACIÓN SOBRE “CARITAS IN VERITATE” Juan de Dios Vial Larraín
170
Destacamos en LIBROS Ian Ker NEWMAN Y EL CONCILIO VATICANO II Fernando María Cavaller
246
Portada: Piso Baptisterio de San Juan en Florencia (s. XIII).
Sumario Apuntes y Notas La Palabra del Papa Panorama Libros Sobre los Autores
4 170 176 190 246 264
En orden a facilitar el contacto con nuestros lectores y eventuales suscriptores, se pueden consultar los contenidos de este y de los anteriores números de Humanitas en Internet. Dicha información se entrega por medio de resúmenes de cada uno de los trabajos publicados en www.humanitas.cl VER REVISTA DIGITAL
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AÑOS
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Sirviendo al encuentro de la Fe y la Cultura
HUMANITAS
HUMANITAS (ISSN 07172168) recoge los trabajos de sus colaboradores regulares, nacionales y extranjeros. Asimismo, de otros autores cuya temática resulta afín con los objetivos de esta publicación. Toda reproducción total o parcial de los artículos publicados por HUMANITAS requiere de la correspondiente autorización, a excepción de comentarios o citas que se hagan de los mismos. Diseño y Producción: DISEÑA UC Impresión: Ograma Impresores Suscripciones y correspondencia HUMANITAS, Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, 3er piso, Santiago, Chile. Teléfono (56) 22354 6519, Fax (56) 22354 3755, E-mail: humanitas@uc.cl Suscripción anual, $28.000; estudiantes, $18.000. Valor por ejemplar, $7.000.
C O N F E R E N C I A S
M A R I A N A S
(Oseas 6:6)
A ntropologí a
y
“La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer. La experiencia del profeta Oseas viene en nuestra ayuda para mostrarnos la superación de la justicia en dirección hacia la misericordia” (21)
R E V ISTA
DE
Misericordiae Vultus Bula de Convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. 11.IV.15
1. El Evangelio de la misericordia Lunes 2 noviembre, 19 hr. 2. La misericordia y el
Corazón de Cristo
Lunes 9 noviembre, 19 hr. 3. La Iglesia y el anuncio de la misericordia Lunes 16 noviembre, 19 hr. 4. La misericordia y el dolor en
el hombre contemporáneo Lunes 23 noviembre, 19 hr.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
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“MISERICORDIA QUIERO...”
Cult ur a
Cr isti a na s
X I I I
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EXPOSITOR
Antonio Amado, profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista HUMANITAS. Lugar: Colegio Francisco de Asís. Cerro Catedral Norte 12.150, Las Condes. Precio general: $28.000 (incluye suscripción anual a revista HUMANITAS) Precio estudiantes: $ 18.000 INFORMACIONES E INSCRIPCIONES
Revista Humanitas, Centro de Extensión, Pontificia Universidad Católica. Alameda 390, tercer piso. Teléfono: 2686 6519
humanitas@uc.cl
HUMANITAS Sumario n° 80 (octubre-diciembre 2015)
CON SANTA TERESA DE ÁVILA, MIRANDO LA NAVIDAD. Poemas de Santa Teresa de Jesús. Mirar, deleitarse y caer en la cuenta de todo lo que afecta a la propia vida el que Dios se haya hecho hombre. No como una leyenda histórica, sino de verdad. Es lo que santa Teresa de Jesús llamaba »contemplar la divina Humanidad de Cristo«. Hace 500 años, la santa de Ávila lo proponía como un camino para ponderar mejor lo que se tiene y entender que la misericordia de Dios ha de relacionarse con la vida del día a día y con querer responder al Amor con amor. Teresa de Jesús sabía que la Navidad es un tiempo excelente para esta contemplación que transforma, y por eso compuso villancicos que rezaba con las religiosas de sus monasterios. Humanitas 2015, LXXX, págs. 22-25 50 AÑOS DE GAUDIUM ET SPES EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA, por Pedro Morandé. El mensaje de la Gaudium et spes, dijo san Juan Pablo II, es Cristo mismo. Él es el Señor de la historia, su centro y su fin. Afirma la constitución apostólica que «es la persona humana la que hay que salvar, y es la sociedad humana la que hay que renovar... el hombre concreto y total, con cuerpo y alma, con corazón y conciencia, con inteligencia y voluntad» (GS 22). No es de extrañar, entonces, que sea la antropología teológica el hilo conductor de Gaudium et spes. Lo que está en juego siempre en una época de grandes y vertiginosas transformaciones es lo esencial, no lo accidental. Por ello, la tradición antropológica de la Iglesia ha planteado de forma reiterada y constante que la pregunta acerca «de qué» se es libre no puede contestarse sin plantearse al mismo tiempo el «para qué» se es libre. Humanitas 2015, LXXX, págs. 26-51
"LA OMNIPOTENCIA DE LA FUERZA Y LA OMNIPOTENCIA DEL AMOR". Rocco Buttiglione es entrevistado por Jaime Antúnez y Sofía Brahm. El político italiano y discípulo del filósofo Augusto del Noce, Rocco Buttiglione, es actualmente diputado de la República Italiana, Eurodiputado y miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes y de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Ha escrito numerosas obras sobre temas como familia y la Doctrina Social de la Iglesia. En octubre recién pasado, de visita en Chile invitado por el Movimiento Comunión y Liberación para participar en el Encuentro Santiago 2015 —motivado por el Año de la Misericordia—, que tuvo por título “Misericordia - Justicia - Sociedad”, se entrevistó con Humanitas, ocasión en que tocó temas como la misericordia y los desafíos culturales que enfrenta la Iglesia en un escenario multicéntrico, donde la Iglesia de Latinoamérica se vuelve un referente fundamental. Humanitas 2015, LXXX, págs. 52-57
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Sirviendo al encuentro de la Fe y la Cultura
HUMANITAS
BRUTALIDAD DEL RIGORISMO, DELICADEZA DE LA MISERICORDIA. El cardenal Georges Cottier, O.P., es entrevistado por Antonio Spadaro, S.J. Nombrado teólogo de la Casa Pontificia en 1989 por Juan Pablo II, el padre Georges Cottier, de la Congregación de Santo Domingo, fue en el pasado un colaborador muy cercano a Joseph Ratzinger, particularmente en el contexto de revista Communio. Fue precisamente Benedicto XVI quien renovó la misión de “teólogo pontificio” que le otorgase su antecesor. Con una profundidad de pensamiento al margen de polémicas, se refiere aquí al inicio del “Año de la Misericordia” —convocado por el Papa Francisco a partir del 8 de diciembre de 2015— recordando que la misericordia es doctrina. Constituye la respuesta de la fe a la acción del mal en la historia y es la esencia de la doctrina cristiana. Solo una mentalidad restringida puede defender el legalismo e imaginar misericordia y doctrina como dos cosas distintas. Humanitas 2015, LXXX, págs. 58-73
EL PRIMADO DE DIOS EN LA LITURGIA DEL VATICANO II, por Javier Barros, Pbro. Con el paso del tiempo la liturgia se había convertido para muchos fieles en ritualidad incomprensible. Los padres conciliares percibían que detrás del velo de “irracionalidad” y desconocimiento, se encontraba un tesoro de enorme valor. ¿Cuál era el tesoro escondido de la liturgia? ¿Cuál era esa perla preciosa que el tiempo se había encargado de ocultar hasta hacerla casi irrelevante en la vida de los fieles? El autor afirma que los padres conciliares querían dar a conocer, de la forma más clara y nítida posible, que era el Misterio de Dios y su obra redentora los que con toda la humilde belleza y el noble esplendor de los signos se hacen presentes en la liturgia de la Iglesia. Humanitas 2015, LXXX, págs. 74-89
ROSMINI Y LA REFORMA DE LA IGLESIA, por Fulvio De Giorgi. El Concilio Vaticano II fue decisivo para eliminar toda duda sobre la ortodoxia de Rosmini. Sin embargo, en la etapa posconciliar, las posiciones más o menos hostiles a la reforma promovida por el Concilio Vaticano II fueron también hostiles a la rehabilitación de Rosmini. ¿De qué manera y en qué puntos fue la visión reformadora rosminiana una “fuente” inspiradora de la reforma conciliar? El autor sostiene que fue más bien la espiritualidad rosminiana la que tuvo una importante influencia en tal reforma. Una espiritualidad que puede definirse como de “reforma católica” por cuanto aspira a una autorreforma de la Iglesia, reforma interna y desde dentro, con la participación armónica tanto de la Iglesia docente como de la Iglesia discente. Reforma como purificación y renovación para sanar las “llagas”, los males que afligen a la Iglesia. Este era precisamente el sentido de la “reforma católica” defendido por Rosmini. Humanitas 2015, LXXX, págs. 90-105
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“DOCTRINA SIN MISERICORDIA SERÍA UNA IDEOLOGÍA SOBRE DIOS”. El cardenal Gerhard Müller es entrevistado por Jaime Antúnez Aldunate. El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Gerhard Müller, conoce Humanitas desde los años finales del pontificado de Benedicto XVI, cuando asumió su cargo de Prefecto, relación que se incrementó a raíz de algún encargo suyo a la revista. Durante algunos días, en noviembre pasado, estuvo en Chile, lo que dio ocasión, a pesar de su intenso movimiento, a un diálogo breve pero, como siempre, muy rico por su esclarecedor contenido. El verdadero objetivo del Sínodo: encontrar la mejor manera de presentar la institución familiar como proyecto original de Dios, basada en el Sacramento del Matrimonio, para toda la humanidad, afirma. Humanitas 2015, LXXX, págs. 106-109
PABLO VI Y EL CONCILIO VATICANO II: TESTIGO DE LA FE, por Jorge Soley. «Se creía que después del Concilio vendría un día de sol para la historia de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes, de tempestad, de oscuridad», afirmaba Pablo VI en 1972. El Concilio suscitaría tres momentos espirituales: un primer momento de «entusiasmo, alegría y esperanza»; un segundo momento de «desarrollo efectivo del Concilio, caracterizado por la problematicidad»; y un tercer momento en que el Espíritu Santo, de modo especial a través del Papa, enderezaría el camino del Concilio. El artículo describe cómo muchos no quisieron dar el paso hacia este tercer momento, liderado por Pablo VI, y se empeñaron en alargar y extender ese segundo momento caracterizado por la duda, la crítica y la novedad frívola, provocando una de las crisis más profundas en la vida de la Iglesia Católica. Humanitas 2015, LXXX, págs. 110-121
AGOSTINO CASAROLI, ARTÍFICE DE LA “OSTPOLITIK” MONTINIANA, por Giovanni Sale, S.J. Las críticas más fuertes a la Ostpolitik vaticana provenían de ciertos católicos que vivían bajo regímenes totalitarios, y a veces también de sus pastores, quienes acusaban a la Santa Sede de ceder ante los regímenes comunistas, de concordar con los mismos y así renunciar a protestar en el ámbito internacional contra la violencia y los abusos perpetrados en relación con la Iglesia Católica y otras confesiones cristianas. Estas denuncias constituyeron un duro golpe contra el trabajo desarrollado hasta ese momento por monseñor Agostino Casaroli, encargado por dos Papas de estas delicadas misiones en los países comunistas. Él buscaba el camino diplomático para garantizar un espacio de vida, un modus vivendi o un modus non moriendi, a las Iglesias de esos países al otro lado de la Cortina de Hierro. Hoy es posible reconstruir históricamente estos hechos, utilizando las fuentes diplomáticas del archivo Casaroli, recientemente publicadas. Humanitas 2015, LXXX, págs. 122-139
“ESTAMOS EN UNA EPIDEMIA DE CONSUMO DE MARIHUANA”. El doctor Raúl Schilkrut es entrevistado por Magdalena Ossandón. Médico psiquiatra con más de 25 años de experiencia en materia de adicciones, se refiere al proyecto de ley aprobado, en general, en julio pasado en la Cámara de Dipu-
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tados, que liberaliza el consumo de marihuana, despenalizando el autocultivo de cannabis y permitiendo su uso medicinal y recreativo. El entrevistado se encuentra alarmado por la situación y señala que a los especialistas no se les ha consultado y que las sociedades médicas se han expresado de una manera unánime sobre el gran riesgo del consumo de la marihuana, como rara vez ocurre entre los médicos. Humanitas 2015, LXXX, págs. 140-147
PROYECTO DE CONSERVACIÓN Y REHABILITACIÓN DE LA ANTIGUA SEDE ARZOBISPAL DE SANTIAGO, por Verónica Griffin. El 10 de diciembre de 2014 fueron reinauguradas dos obras emblemáticas del Plan Maestro de Conservación y Rehabilitación de la Sede Arzobispal: la Capilla y el Salón de Actos. El plan contempla la rehabilitación del Palacio Arzobispal, su fachada y también las casas del Sagrario. Además, serán restauradas la Sacristía y el Salón de Audiencias. Estas obras concretan el deseo del Arzobispado de retornar a su sede histórica en la Plaza de Armas y devolver su dignidad a esta noble construcción. Humanitas 2015, LXXX, págs. 148-155
APUNTES Y NOTAS MEDITACIÓN SOBRE CARITAS IN VERITATE, por Juan de Dios Vial Larraín. Desde León XIII y su célebre encíclica Rerum novarum, hasta Lumen fidei, del Papa Francisco, el magisterio de la Iglesia Católica, con rigurosa continuidad, ha mantenido encendida la luz de la doctrina social a través de cartas encíclicas de sucesivos pontífices. El autor afirma que la maravillosa fórmula Caritas in veritate —que el Papa Benedicto XVI ocupara para su tercera y última encíclica— representa el núcleo desde donde irradia el orden de una sociedad verdaderamente humana. Humanitas 2015, LXXX, págs. 170-175
LIBROS “Newman on Vatican II” por Ian Ker (Oxford University Press); “La mujer en la tragedia ateniense y cristiana” por Inés Futten de Cassagne (Editorial Promesa); “Papa Francesco. Questa economia uccide” por Andrea Tornielli y Giacomo Galeazzi (Edizioni Piemme); “Gaudí: el hombre, el artista, el cristiano” por Lluís Martínez Sistach (Ciudad Nueva); “My Battle against Hitler: faith, truth and defiance in the shadow of the Third Reich” por Dietrich von Hildebrand (Image); “A la sombra del asombro. El mundo visto por la Física” por Francisco Claro (Ediciones UC); “La República de las letras” por Marc Fumaroli (Editorial Acantilado); “En la salud y en la enfermedad. Pastoral y Derecho al servicio del matrimonio” por Nicolás Álvarez de las Asturias, editor (Ediciones Cristiandad); “Not As the World Gives. The Way of Creative Justice” por Stratford Caldecott (Angelico Press); “El arte de leer creativamente” por Alfonso López Quintás (Stella Maris). Humanitas 2015, LXXX, págs. 246-263
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“Desde las sombras e imágenes a la verdad”
XX años de HUMANITAS Palabras pronunciadas por Jaime Antúnez Aldunate, Director de revista Humanitas, en el Salón de Honor de la Universidad Católica al conmemorarse 20 años de esta publicación.
Advertimos bien que esas piedras del Muro de Berlín no se transformaron precisamente en polvo, y que su derrumbe afectó muy principalmente al propio hemisferio, el occidental, donde la aberración ideológica que lo había levantado tuvo su origen e incluso su mayor desarrollo como contra-cultura.
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uchas gracias, Sr. rector, por presidir este acto conmemorativo de los 20 años de Humanitas y por sus palabras iniciales. Muchas gracias también al ex rector Vial y a usted por ese intercambio epistolar que se ha leído al comienzo y al que luego deseo referirme.
Obligado por determinada circunstancia, caí días atrás, sin quererlo, en un texto publicado en el primer número de Humanitas. Mirando su título —Sombras y esperanzas después de la caída del Muro—, me vi súbitamente trasladado a la atmósfera, más bien optimista, que recordaba subconscientemente como la predominante en el mundo en general durante el tiempo en que se fundó Humanitas. Hubo quien, según sabemos, apoyado en inconmensurables recursos publicitarios, se aventuró entonces a pronosticar incluso “el fin de la historia”. Adentrándome más tarde en dicho texto de Humanitas, vi entre tanto que junto con algunas esperanzas, en realidad se advertían allí muchas sombras en el horizonte. Sin claudicar de la esperanza —algo muy distinto del mero optimismo— caí así en la cuenta de que aquello que publicamos fue sin duda un realístico gran acierto, por cuanto nos daba ya muchas claves de lo que habríamos de vivir. Tan intenso y vertiginoso ha sido todo lo que se ha sucedido en estos 20 años —o en 26 si lo medimos desde aquel acontecimiento histórico sucedido
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HUMANITAS Nº 80 pp. 8 - 13
EDITORIAL en Berlín en noviembre de 1989— que perfectamente alguien podría postular que supera lo que la humanidad pudo cambiar, en otro tiempo, en el lapso de dos siglos.
Humanitas se explicaba a sí misma no por un eruditismo secular o mediático, ansioso por medirse en una competencia entre iguales con otras instancias. Tampoco, téngase claro, por un doctrinarismo “axiomático” que le permitiese pontificar sobre las complejas realidades de la sociedad y de la cultura en que había de navegar.
Al recapitular este andar de Humanitas, podemos agradecer la oportunidad magnífica que se nos concedió de acompañar de cerca la vida de tres grandes pontificados de la historia moderna. Mas, a la par, decir que hemos visto también, y hasta con crueldad, el cumplimiento de muchos de esos pronósticos sombríos a que se refería esa publicación del primer número de Humanitas. Cuando hoy oímos al Papa Francisco decir —y lo ha repetido en varias ocasiones— que “vivimos una tercera guerra mundial por etapas”, advertimos bien que esas piedras del Muro de Berlín no se transformaron precisamente en polvo, y que su derrumbe afectó muy principalmente al propio hemisferio, el occidental, donde la aberración ideológica que lo había levantado tuvo su origen e incluso su mayor desarrollo como contracultura. Tal ha sido el escenario histórico en que nos hemos desarrollado.
Subrayando la importancia de lo que conmemoramos, en su respuesta al Dr. Vial Correa usted señala, rector, que por el cometido que define su naturaleza, “Humanitas pasa a ser un instrumento excepcional entre quienes deseamos generar conocimiento y discusión en torno a aspectos de interés universal y que precisan de una mirada ampliada con la perspectiva de la fe y la razón en conjunto”.
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Efectivamente, la fidelidad de la communio fundadora de Humanitas a esta misión que usted recuerda, mantenida en forma perseverante durante los 20 años que la Providencia le ha regalado, está en la raíz de lo que celebramos y es también la condición, creo así, de que volvamos y vuelvan luego otros a celebrarlo por muchos años más. Cuando nació Humanitas esto que dice usted estaba naturalmente implícito, pero fue en la brega del camino que había que hacer que esta realidad fue aclarándose y tomando carne. Tuve ocasión de relatarlo en una entrevista dada a la Agencia Zenit cuando se cumplieron los primeros diez años, publicada luego en Humanitas Nº 40.
Esta naturaleza había de encontrar cómo comprenderse y desarrollarse en otra formulación. Esto es, en la de la “traditio”, la del cauce largo de un pensamiento y una enseñanza que va creciendo en el tiempo con fidelidad a sí misma y de ningún modo a paso de ruptura.
¿Eran las preguntas de la razón que nos hacíamos y desarrollábamos en Humanitas, ellas mismas fruto de nuestra fe o constituían —y debían constituir— una parte del discurrir especializado y secularizado de la cultura de nuestro tiempo, quizá más elaboradas y categorizadas, por provenir de una Universidad de la importancia que tiene esta? La cuestión no era menor. Comprometía, vemos ahora, lo que algún filósofo como Etienne Gilson llamó la “unidad del saber”, pero sin duda también algo más, y hasta bastante más, por las características con que se producía esta disyuntiva.
¿Dependería de ella —de la secularización de la humanitas, tal vez con una connotación “iusnaturalista”, concedámoslo— la amplitud de la influencia que habría de alcanzar el proyecto y el apoyo que recibiría de la sociedad civil? El norte trazado a la revista en relación al Magisterio de la Iglesia, principalmente el magisterio pontificio, daba claridad a la dirección del timón. Pero era perfectamente presumible que, en el tráfago vertiginoso de temas y debates contemporáneos, en ese diálogo de fe y razón en que nos situábamos, de no entender las preguntas de la razón como parte y parte vivificadora de la misma fe, sucumbiríamos probablemente en las aguas, no de la laicidad (que es el estado desde el que nos corresponde actuar, como señala el Concilio), sino del laicismo, como tendencia cultural y sobre todo ideológica predominante. Fue en esas condiciones que, entre 1977 y 1978, durante un viaje a Italia, se dio al director de Humanitas la oportunidad de una inesperada
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EDITORIAL conversación con el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el entonces cardenal Joseph Ratzinger. Con sobrecogedor y paterno interés preguntó él de todo, se desfundó plenamente el tema y luminosamente definió con caridad y sabiduría criterios que dejaron de lado cualquier incertidumbre y que marcaron nuestra historia. A la hora de los agradecimientos a que convida este momento, es de justicia referirse en particular a la persona de nuestro querido Papa emérito Benedicto XVI. Su presencia es, en la configuración de esta communio, yo diría que decisiva, y es extraordinario que en la hermosa carta que nos dirigió al término de su pontificado, se refiera él a una relación de 25 años, cuando ahora celebramos tan solo veinte. Sin duda que conocía esto y participaba de nuestro camino desde sus más remotos orígenes. A él se dirige, pues, el agradecimiento de todos. Como también, a su turno, se dirige a nuestros mayores, al ex rector Juan de Dios Vial Correa; al entonces decano de Filosofía profesor Juan de Dios Vial Larraín; al también entonces prorrector, no tan mayor, profesor Pedro Morandé; al abad emérito de Las Condes, Padre Gabriel Guarda —al alero de cuya hospitalidad se reunió por muchos años el Comité Editorial de Humanitas—, y a distinguidas personalidades que un tanto más a distancia, como Don Angelo Scola mientras fue rector del Laterano, nos prodigaron su apoyo y cercanía. Sobre este fundamento humano se resolvería entonces, con gran riqueza, la referida disyuntiva. Humanitas se explicaba a sí misma no por un eruditismo secular o mediático, ansioso por medirse en una competencia entre
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iguales con otras instancias. Tampoco, téngase claro, por un doctrinarismo “axiomático” que le permitiese pontificar sobre las complejas realidades de la sociedad y de la cultura en que había de navegar. Ni una y otra de esas alternativas, ni la reducción “liberal” ilustrada, ni la simplificación “conservadora” axiomática —estereotipos prototípicos de la nomenclatura que impone el sistema mediático— se avenían con la naturaleza de Humanitas. Sin alardes, de forma muy normal, esta naturaleza había de encontrar cómo comprenderse y desarrollarse en otra formulación, “epistemológica” si se me permite así llamarla. Esto es, en la de la “traditio”, la del cauce largo de un pensamiento y una enseñanza que va creciendo en el tiempo con fidelidad a sí misma y de ningún modo a paso de ruptura. De San Juan Pablo II al Papa Francisco, en un espacio que se enriquece paulatinamente con afluentes de orígenes y tiempos bien distintos, por donde confluye también la tradición milenaria de pensamiento de la Iglesia, Humanitas encuentra su lenguaje de diálogo con la sociedad y la cultura del tiempo presente. Es bien obvio que un soporte importante en el todo de ese enfoque lo constituye el lenguaje de la belleza, no como simple solaz de la vista, sino más bien como instrumento dialéctico de su propio discurso o mensaje. Como cualquier creación de su especie en nuestro tiempo, Humanitas habría de registrar a su paso los clásicos etiquetamientos a que hemos hecho referencia. Hay que decir, entre tanto, que tales etiquetamientos no tuvieron jamás influencia alguna sobre nosotros, o más bien, que “no fueron tema”. La pasión de seguir la luz que se nos regalaba hacía que cualquier preocupación semejante resultase una vulgar banalidad. Descubríamos en cambio, con verdadero gozo, que sin proponérnoslo programáticamente —porque lo que voy a declarar no es, además, exactamente
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EDITORIAL
definible en términos de programa—… descubríamos, repito, que nos acercábamos, sin darnos cuenta y haciéndolo sin embargo íntimamente nuestro, al campo epistemológico de nuestro muy admirado John Henry Newman: ex umbris et imaginibus in veritatem (“de las sombras e imágenes a la verdad”). Motu este que Newman —cuando allí residía y enseñaba— a diario leía (al ir a rezar) en la pared de la capilla del Oriel College de Oxford, y tanto se identificó con él que llegó incluso a adoptarlo como epitafio. Es decir, el andar de Humanitas se definía, en sintonía con y al compás de Pedro —buscando “reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio”, como reza el decreto fundacional de octubre del 95— siempre, precisamente como una búsqueda, y esto por la simple razón de que dicho andar parte de la fe, revelada por Dios y definida y enseñada por ese Magisterio, mas no de un programa, conservador o liberal, progresista o tradicionalista, de derecha, de centro o de izquierda, acomodarse a cualquiera de los cuales constituiría una ideologización o una mundanización de nuestra misión, para expresarlo en el lenguaje tan característico de nuestro Papa Francisco. La variedad tan rica y viva de factores que se integran en esta todavía breve historia — algunos de los cuales hemos apreciado en los documentos y fotografías del video que se proyectó— se explica por estas claves, que deben con cuidado ser preservadas.
Descubríamos en cambio, con verdadero gozo, que sin proponérnoslo programáticamente, nos acercábamos, sin darnos cuenta y haciéndolo sin embargo íntimamente nuestro, al campo epistemológico de nuestro muy admirado John Henry Newman: ex umbris et imaginibus in veritatem (“de las sombras e imágenes a la verdad”)
Cuando entre las alentadoras cartas recibidas con ocasión de los XX años de publicaciones y tareas realizadas por la revista, leemos a una persona tan estimada y cercana al Papa Francisco, como es el cardenal Andrés Rodríguez Madariaga —presidente del Consejo cardenalicio que asiste al Papa en la reforma de la Curia Romana—, quien dice algo tan comprometedor para nosotros y para la Universidad como que Humanitas “realiza una misión insustituible en Hispanoamérica”, debemos dar muchas gracias a Dios. Pues, en efecto, cábenos pensar, con justificada razón, que el modo escogido al iniciar el camino y su ulterior y paulatino desarrollo fue el que correspondía, y a todo ello nos ayudó el Espíritu Santo a través de su esposa y madre nuestra, María Santísima. Muchas gracias.
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En la conmemoración de los XX años de Humanitas, fue presentado un importante volumen de 1.048 páginas, publicado por Ediciones UC., que contiene 49 textos escogidos del total de ochenta números de revista Humanitas. La selección consideró un texto por autor y se atuvo a los más significativos de su historia. PUEDE ADQUIRIR SU EJEMPLAR EN LIBRERÍAS UC.
Saludos recibidos en los XX de Humanitas
Algunas cartas facsimilares de saludos recibidas en el Ăşltimo trimestre por el XX aniversario de revista Humanitas, que dan continuidad a las ya publicadas en Humanitas 79 y que agradecemos entraĂąablemente a quienes nos las han enviado
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Sirviendo al encuentro de la Fe y la Cultura
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Niño Jesús, San Juan de la Palma, Sevilla. (s. XVII).
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Con Santa Teresa de Ávila, mirando la Navidad Mirar, deleitarse y caer en la cuenta de todo lo que afecta a la propia vida
el de que Dios se haya hecho hombre. No como una leyenda histórica, sino de verdad, es lo que santa Teresa de Jesús llamaba «contemplar la divina Humanidad de Cristo». Hace 500 años, la Santa de Ávila lo proponía como un camino para ponderar mejor lo que se tiene, aprovechar la oración, sentir y entender que la misericordia de Dios tiene que ver con la vida, con el día a día, y querer responder al Amor con amor. La Santa sabía que la Navidad es un tiempo excelente para esta contemplación que transforma, y por eso compuso villancicos que rezaba con las religiosas de sus monasterios. Navidad es mirar al Dios que lloró al nacer y nació para enjugar nuestras lágrimas; y pecados con su misericordia.
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Sangre a la tierra El Niño viene llorando; Mira, Gil, que te está llamando. Vino del cielo a la tierra para quitar nuestra guerra; ya comienza la pelea, su Sangre está derramando. Mira, Gil, que te está llamando. Fue tan grande el amorío, que no es mucho estar llorando, que comienza a tener brío haviendo de estar mandando. Mira, Gil, que te está llamando. Caro nos ha de costar, pues comienza tan temprano a su sangre derramar, havremos de estar llorando. Mira, Gil, que te está llamando. No viniera Él a morir, pudiera estarse en su nido; ¿No ves, Gil, que si ha venido es como león bramando? Mira, Gil, que te está llamando. Dime, Pascual, ¿qué me quieres, que tantos gritos me das? – Que le ames, pues te quiere y por ti está tiritando. Mira, Gil, que te está llamando.
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Con los Reyes Pues la estrella es ya llegada, vaya con los Reyes la mi manada. Vamos todos juntos a ver el Mesías, pues vemos cumplidas ya las profecías. Pues en nuestros días, es ya llegada, vaya con los Reyes la mi manada. Llevémosle dones de grande valor, pues vienen los Reyes, con tan gran hervor. Alégrese hoy nuestra gran Zagala, vaya con los Reyes la mi manada. No cures, Llorente, de buscar razón, para ver que es Dios aqueste Garzón. Dale el corazón, y yo esté empeñada: vaya con los Reyes la mi manada
Santa Teresa de Jesús
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A 50 años de gaudium et spes
Realismo de
la esperanza y desafíos de la época actual
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n un importante discurso a los 30 años de la Gaudium et spes, San Juan Pablo II calificó esta constitución del Concilio Vaticano II como la «carta magna» para promover y defender la dignidad humana*. Con esta afirmación destacaba, por una parte, cuál es el núcleo esencial del texto conciliar, a saber, la dignidad de todo ser humano según es revelada por el misterio de Cristo, y por otra, la actualidad de esta constitución para el presente y el futuro de la evangelización de la sociedad.
El presente texto corresponde en lo fundamental a la presentación del autor en el Santuario de Loreto, Italia, en el Seminario Internacional realizado en noviembre de 1995 al conmemorarse 30 años de la Constitución conciliar Gaudium et spes. Otros ponentes fueron los cardenales Karl Kasper y Godfried Daneels. * Discurso pronunciado por el entonces Pontífice romano, San Juan Pablo II, en el Aula del Sínodo del palacio Vaticano, el 8 de noviembre de 1995, para inaugurar el Seminario Internacional destinado a conmemorar los 30 años de la Constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II.
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Las imágenes de este artículo corresponde a detalles del piso del Baptisterio de San Juan en Florencia (s. XIII).
POR PEDRO MORANDÉ
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Es especialmente importante este último aspecto, puesto que han sido muchas las voces que han calificado a Gaudium et spes como un texto demasiado optimista frente a la cultura y las relaciones sociales de la época en que fue escrito, optimismo que se habría visto prontamente desmentido en las tres décadas transcurridas desde su publicación. San Juan Pablo II, en cambio, usando la Lo que la gracia necesita, expresión del Sínodo Extraordinario de 1985, calificó la agregó el Papa, son actitud básica frente al mundo y a los problemas de la testigos laboriosos que época que manifiesta Gaudium et spes con la expresión sean el rostro de la «realismo de la esperanza», porque, por una parte, esperanza en medio del reconoce y hace suyos todos los problemas y miserias mundo y esa es la tarea de humanas («nada hay de verdaderamente humano que la Nueva Evangelización. no tenga eco en su corazón» GS n. 1) como, por otra, no El mensaje de la se deja arrastrar por la actitud derrotista que abandona Gaudium et spes, dijo el finalmente su responsabilidad por los hechos sociales, santo Pontífice, es Cristo puesto que sabe que todo el mundo está cruzado y mismo. Él es el Señor de la sostenido por la gracia pascual, aunque sea de manera historia, su centro y su fin. misteriosa y para nosotros desconocida. Lo que la graÉl es el «hombre perfecto» cia necesita, agregó el Papa, son testigos laboriosos que que le revela al ser humano sean el rostro de la esperanza en medio del mundo y la dignidad de su vocación esa es la tarea de la Nueva Evangelización. El mensaje (GS n. 22), Él es el gozo del corazón y la plenitud de la Gaudium et spes, dijo el santo Pontífice, es Cristo de sus aspiraciones (GS mismo. Él es el Señor de la historia, su centro y su fin. n. 45), Él es la luz del Él es el «hombre perfecto» que le revela al ser humano mundo que ilumina el la dignidad de su vocación (GS n. 22), Él es el gozo del misterio del hombre. Su corazón y la plenitud de sus aspiraciones (GS n. 45), gracia, por la acción del Él es la luz del mundo que ilumina el misterio del Espíritu Santo, trabaja hombre. Su gracia, por la acción del Espíritu Santo, activamente en el corazón trabaja activamente en el corazón de todo hombre de de todo hombre de buena buena voluntad (GS n. 22). La cuestión del eventual optimismo o pesimismo voluntad (GS n. 22). del texto queda así radicalmente redefinida. No es decisión humana mirar las relaciones entre la Iglesia y el mundo de un modo positivo o negativo. El juicio sobre la historia está reservado a Cristo mismo, el Cordero de Dios, el que tiene potestad de quitar el pecado del mundo y de reconciliar la creación entera con su Creador. De lo que se trata, entonces, es del reconocimiento de la gracia pascual presente en la historia, cualquiera sea la gravedad o falta de nobleza en la acción humana. Es distinto mirar el pecado del mundo y nuestro propio pecado desde la fe en Cristo reconciliador que hacerlo desde la permanente constatación de la incapacidad
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humana para liberarse por sí misma de sus injusticias y esclavitudes. Como dijera el cardenal Ratzinger, el cristianismo de nuestra época está hondamente amenazado de un cierto «neo-pelagianismo», el cual esconde de manera ambigua una confesión triunfalista fundada en la capacidad tecnológica de gobernar las leyes de la naturaleza y de la sociedad y un pesimismo depresivo ante la constatación de que ese mismo poder es impotente, cuando no la causa de muchas nuevas injusticias y formas de desconocimiento de la dignidad humana. El «realismo de la esperanza» de los padres conciliares carece completamente de esta ambigüedad. Señala la constitución que su reflexión «tiene presente... a la universal familia humana con todo cuanto la rodea, al mundo como teatro de la historia del género humano, marcado por la impronta de su laboriosidad, de sus fracasos y de sus victorias; un mundo, como lo ven los que creen en Cristo, fundado y conservado por el amor de un Creador, puesto, ciertamente, bajo la esclavitud del pecado, pero liberado por Cristo, quien con su crucifixión y resurrección quebrantó el poder del maligno para transformar el mundo según el designio divino y hacerle llegar a su consumación» (GS n. 2). La mirada de la fe no es moralista, en el sentido peyorativo de este término, puesto que no tiene como referencia la generalmente sobrevalorada confianza humana
«Han sido muchas las voces que han calificado a Gaudium et spes como un texto demasiado optimista frente a la cultura y las relaciones sociales de la época en que fue escrito, optimismo que se habría visto prontamente desmentido en las tres décadas transcurridas desde su publicación. San Juan Pablo II, en cambio, usando la expresión del Sínodo Extraordinario de 1985, calificó la actitud básica frente al mundo y a los problemas de la época que manifiesta Gaudium et spes con la expresión realismo de la esperanza».
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de intentar ser o parecer coherente consigo mismo, sino la sobreabundancia de la gracia que se introduce en el mundo por la presencia del Hijo de Dios, lo que establece un nuevo criterio de juicio y una nueva moralidad frente a todas las conductas humanas. Es precisamente esta nueva moralidad, que surge del encuentro del hombre pecador con Cristo en su cuerpo, que es la Iglesia, la que permite la exhortación del Papa a los cristianos a que sean testigos laboriosos, rostros concretos de la esperanza en medio del mundo. No les pide, como suele proponer el moralismo contemporáneo apoyado en el pretexto de la autenticidad personal, que sean testigos de sí mismos, sino de la gracia, es decir, de la vida y presencia de Otro que El «realismo de la es el Salvador, el Redentor del mundo. La confianza de esperanza» de los esta exhortación está puesta en Cristo que ha venido al padres conciliares carece encuentro del hombre «para dar testimonio de la vercompletamente de esta dad, para salvar y no para juzgar, para servir, no para ambigüedad. Señala la ser servido» (GS n. 3), y en el hombre, en cuanto por la Constitución que su gracia es capaz de comprender este misterio y aceptar reflexión «tiene presente... la salvación. Por ello afirma la Gaudium et spes que «es la a la universal familia persona humana la que hay que salvar, y es la sociedad humana con todo cuanto humana la que hay que renovar... el hombre concreto y la rodea, al mundo como total, con cuerpo y alma, con corazón y conciencia, con teatro de la historia del inteligencia y voluntad» (ibíd.). género humano, marcado No es de extrañar, entonces, que sea la antropología por la impronta de su teológica el hilo conductor de esta Constitución, su laboriosidad, de sus fracasos y de sus victorias; criterio más importante de lectura, desde el cual se un mundo, como lo ven los articulan los aportes del análisis histórico, económique creen en Cristo. co, político y sociológico. La constitución se propone «escrutar a fondo los signos de los tiempos» (GS n. 4), como tantas veces se recuerda, pero no con cualquier mirada, sino con la mirada de quien reconoce el misterio de Dios presente y operante en la historia, es decir, con la mirada de la fe. Por la naturaleza de esta mirada, por la luz que la ilumina, se aplica también la misma palabra misterio —reservada tradicionalmente para expresar la dimensión inefable de la divinidad— a la vida humana, como reza la tan conocida y hermosa afirmación de los padres conciliares de que «en realidad, el misterio del hombre no se aclara de verdad sino en el misterio del Verbo encarnado» (GS n. 22). La Iglesia no puede mirar los asuntos humanos con ojos puramente humanos o con los ojos del «hombre viejo», para usar la expresión paulina, por cuanto la naturaleza humana, asumida por la misericordia del Hijo de Dios presente en medio de los hombres, solo puede esclarecer su dignidad y
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vocación en cuanto ha sido transformada con su presencia. El mundo, la sociedad y el hombre que vemos no son los mismos si lo hacemos desde el misterio o desde fuera de él, desde la sola razón o desde la síntesis de la razón y la fe, y el entendimiento cristiano busca interrogar a ambas para establecer la medida adecuada a una naturaleza creada y redimida por el Amor. Si nos atuviésemos a una mirada puramente analítica, habría que decir que los años transcurridos desde la promulgación de la Gaudium et spes han introducido cambios sociales, tecnológicos y culturales de envergadura aun mayor que los analizados por los propios padres conciliares y que, en general, nadie pudo prever en su magnitud, velocidad y complejidad, ni dentro ni fuera Afirma la Gaudium et de la Iglesia. La caída del Muro de Berlín, el fracaso de spes que «es la persona los «socialismos reales» y el término de la Guerra Fría humana la que hay que dieron origen a una nueva configuración geopolítica salvar, y es la sociedad en el mundo. También se ha producido en este período humana la que hay que una profunda transformación científica y tecnológica, renovar... el hombre tanto en el campo de la bio-ingeniería como en el de concreto y total, con cuerpo y alma, con las comunicaciones, iniciándose una nueva etapa en corazón y conciencia, el dominio de la naturaleza y hasta de la vida humacon inteligencia y na misma, cargada de grandes posibilidades como voluntad». No es también de amenazas sin precedentes en la historia. de extrañar, entonces, ¿Ha perdido vigencia, por ello, la Gaudium et spes, que sea la antropología la que, ciertamente, no previó estos acontecimientos? teológica el hilo conductor Pienso que es razonable afirmar que la cuestión funda- de esta Constitución. mental ahora, como en los días en que se promulgara la Constitución, a pesar del cambio de escala que ha afectado a muchos fenómenos sociales, es el reconocimiento y respeto irrestricto a la dignidad de la persona humana, cuestión que, por lo dicho, no es ajena al reconocimiento del misterio de Dios presente en el mundo y al respeto del mandamiento nuevo del amor. Es decir, lo que está en juego siempre en una época de grandes y vertiginosas transformaciones es lo esencial, no lo accidental. Y como lo demuestra toda la historia de la cultura, cuando el pensamiento vuelve a la pregunta por el origen, a la pregunta por el fundamento, sus frutos son de una actualidad y potencia que se proyectan por siglos. Esto es lo que hizo la Gaudium et spes con su centramiento en la antropología teológica, cuyos presupuestos están en la base también de todas las consideraciones más específicas de su segunda parte, acerca de la familia, de la cultura, del orden económico y político, y de las relaciones internacionales.
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La antropología teológica de la Gaudium et spes
«Como dijera el cardenal Ratzinger, el cristianismo de nuestra época está hondamente amenazado de un cierto «neo-pelagianismo», el cual esconde de manera ambigua una confesión triunfalista fundada en la capacidad tecnológica de gobernar las leyes de la naturaleza y de la sociedad y un pesimismo depresivo ante la constatación de que ese mismo poder es impotente, cuando no la causa de muchas nuevas injusticias y formas de desconocimiento de la dignidad humana».
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Los lineamientos antropoteológicos de la constitución conciliar arrancan de las tradicionales preguntas antropológicas presentes de mil formas diversas en todas las culturas: «¿Qué es el hombre? ¿Cuál el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tan grandes progresos, subsisten todavía? ¿Para qué aquellas victorias, obtenidas a tan caro precio? ¿Qué puede el hombre dar a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué vendrá detrás de esta vida terrestre?» (GS n. 10). Pero no lo hace con un espíritu especulativo, por curiosidad o por competencia en relación a la reflexión científica y filosófica, tampoco como una forma de esclarecer su propia posición para diferenciarse del mundo y de los que no comparten la fe en Cristo, es decir, para tomar partido en el debate, sino por solidaridad con todos los hombres, por la conciencia de su misión universal de salvación, por amor al destino de cada uno y de la humanidad en su conjunto. Por ello se esfuerza en descubrir lo que ocurre al interior del corazón humano, sus anhelos y debilidades. Así, luego de enunciar algunos de los bienes sociales que busca el hombre actual, señala que «tras todas estas exigencias se oculta una aspiración más profunda y universal: el individuo y el grupo tienen hambre de una vida plena y libre, digna del hombre, dispuestos a someter a su propio servicio todo lo
que el mundo de hoy les puede ofrecer en tan gran abundancia» (GS n. 9). ¿Pero cómo se puede afirmar que el anhelo más profundo del corazón humano es poder desarrollar en plenitud una vida digna del hombre, si se tiene en cuenta la experiencia trágica del siglo XX con su violencia y genocidio, y con su capacidad de usar la tecnología para destruir la vida? No se puede olvidar que la afirmación acerca de la dignidad humana fue puesta en duda en su mismo fundamento por los experimentos de totalitarismo que han desgarrado nuestra historia contemporánea. La conciencia humana después de Auschwitz, Hiroshima y el Gulag nunca será la misma de antes. Estas experiencias mostraron que los medios más racionales de que dispone el hombre, los medios tecnológicos, no aseguran que la finalidad a la que sirven Lo que está en juego sea igualmente racional, llegando al extremo de poder siempre en una época de producir una destrucción premeditada y en gran escala grandes y vertiginosas de la vida humana. Por ello, Gaudium et spes junto con transformaciones es lo afirmar que el anhelo más profundo del hombre es vi- esencial, no lo accidental. vir dignamente en conformidad a su naturaleza, señala Y como lo demuestra toda también que «los desequilibrios que aquejan al mundo la historia de la cultura, de hoy están estrechamente relacionados con aquel otro cuando el pensamiento desequilibrio más fundamental, que tiene sus raíces en vuelve a la pregunta por el el corazón del hombre, pues es en el hombre mismo origen, a la pregunta por donde muchos elementos están en lucha. Mientras por el fundamento, sus frutos un lado, como criatura que es, experimenta una múltiple son de una actualidad y potencia que se proyectan limitación, por otro lado el sentimiento de su capacidad por siglos. de desear le muestra que es un ser ilimitado y que está llamado a una vida superior. Atraído por tantas solicitaciones, se ve obligado a hacer una continua elección entre ellas y a renunciar a muchas posibilidades. Más aún, débil y pecador, no es raro que haga lo que no quiere y que no haga lo que quisiera hacer. Por consiguiente, sufre una división dentro de sí mismo, de la que también dimanan tantas y tan graves discordias en la sociedad» (GS n. 10). La plenitud de vida está ligada indisolublemente a la libertad humana y a su capacidad de discernir entre aquello que corresponde a su naturaleza y aquello que lo desvía de su destino y finalidad. Por ello, la tradición antropológica de la Iglesia ha planteado de forma reiterada y constante que la pregunta acerca «de qué» se es libre no puede contestarse sin plantearse al mismo tiempo el «para qué» se es libre, es decir, la finalidad o sentido de la dignidad del hombre. El conocer y comprender la finalidad de la existencia es, ciertamente, una capacidad que debe presuponerse en la condición humana en cuanto constituye una realidad única y distinta en relación con todos los otros seres existentes.
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Pero no es solo una precondición, sino también el dinamismo que permite el desarrollo de esa misma capacidad y que corresponde a la realización propia de ella. Puede interpretarse el conflicto interior del hombre precisamente como la conciencia de tener una libertad a su disposición que no sabe, sin embargo, para qué usarla ni qué sentido tiene, o bien, como la certeza de haber extraviado la libertad en un objetivo contrario a la dignidad del hombre, que lejos de incrementar esta capacidad de elegir, se vuelve contra ella sometiéndolo a la esclavitud. Gaudium et spes afirma, recogiendo la enseñanza de la Sagrada Escritura, que «el hombre fue creado a «imagen de Dios», capaz de conocer y amar a su Creador» (GS n. 12). Esta afirmación tan fundamental plantea que la dignidad del hombre no solo debe referirse a la calidad de su origen, al hecho de ser obra del mismo Dios, sino a la vocación inscrita en su capacidad de conocer y amar a Dios. Como la palabra capacidad ¿Cómo se puede afirmar lo indica, no se trata de una fatalidad o de una deterque el anhelo más profundo minación frente a la cual el ser humano podría sentirse del corazón humano esclavizado, sino de una vocación a llevar la vida hasta es poder desarrollar en la plenitud de la libertad que es el amor. Por una parte, la plenitud una vida digna libertad humana procede de Dios y el desconocimiento del hombre, si se tiene de este hecho lleva al hombre a querer ponerse en el en cuenta la experiencia lugar de Dios y a pensar que su capacidad de desarrotrágica del siglo XX con su llo procede de sí mismo, de su propia imaginación y violencia y genocidio, creatividad. Pero el corazón humano no solo se turba y con su capacidad de al desconocer la procedencia de la vida, sino también al usar la tecnología para pretender determinar por sí mismo su finalidad, como destruir la vida? si conocer y amar a su Creador fuese una opción entre otras muchas que se le ofrecen a su libertad y de un valor equivalente o comparable con otras opciones. La realidad del pecado, que recuerda Gaudium et spes a continuación, no se puede disociar, en consecuencia, de la condición libre de la vida humana y la supone. Señala la constitución: «Pero el hombre, constituido por Dios en un estado de justicia desde el mismo comienzo de su historia, abusó, sin embargo, de su libertad por persuasión del Maligno, alzándose contra Dios y pretendiendo conseguir su fin fuera de Dios... Al negarse a reconocer a Dios como su principio, transtornó además su debida ordenación a un fin último y, al mismo tiempo, dañó todo el programa trazado para sus relaciones consigo mismo, con todos los hombres y con toda la creación» (GS n. 13). Como se ve, el pecado es una forma de incomprensión de la naturaleza de la libertad humana. Como ha desarrollado extensamente el magisterio pontificio posterior, particularmente la encíclica Veritatis splendor, la libertad del hombre solo
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puede corresponder a un «estado de justicia» si se deja orientar por la verdad como su fin propio. La libertad no puede verse, en consecuencia, como un atributo de la condición humana cuyo sentido y orientación han quedado indeterminados y el hombre puede determinarlos a voluntad, sino desde el plan del Creador, como el modo específico de participar en la vocación al amor. Como ha señalado Familiaris consortio: «Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor» (FC n. 11). La cuestión fundamental es si acaso la libertad se entiende desde la creaturidad del hombre y, por tanto, en relación con el designio de su Creador al llamar a cada uno a la existencia, o bien, la libertad es una capacidad de autodeterminación que no “Mientras por un lado, tiene otra frontera que las condiciones de ejercicio de la como criatura que es, voluntad, la que puede incluso orientarse a querer ocupar experimenta una múltiple el lugar de Dios. Esta es propiamente la tentación del limitación, por otro Maligno que despojó al hombre de su «estado de justicia» lado el sentimiento de original. Como señala el texto de la carta a los Romanos su capacidad de desear recogido por la Gaudium et spes: «Conociendo a Dios, no le muestra que es un lo glorificaron como Dios..., sino que se nubló su necio ser ilimitado y que está corazón y sirvieron a la creatura más que al Creador» (GS llamado a una vida n. 13). Conociendo a Dios, dice San Pablo, es decir, está superior. Atraído por tantas solicitaciones, se implícita en la afirmación de la creaturidad esta capacive obligado a hacer una dad del entendimiento humano de darse cuenta de que continua elección entre la libertad que constituye su naturaleza está orientada ellas y a renunciar a al desarrollo de la misma, a la obtención de la plenitud muchas posibilidades. de la vocación humana. Más aún, débil y pecador, Gaudium et spes, recogiendo la tradición, desarrolla un no es raro que haga lo que hermoso pasaje sobre la conciencia moral, en donde que- no quiere y que no haga lo da de manifiesto cuál es la capacidad del entendimiento que quisiera hacer”. humano para conocer su origen y vocación. Señala que «en la profundidad de su conciencia descubre el hombre una ley que no se da él a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz suena con claridad a los oídos del corazón cuando conviene, invitándole siempre con voz apagada a amar y obrar el bien y evitar el mal... El hombre lleva en su corazón la ley escrita por Dios, a la que su propia dignidad le obliga a obedecer y según la cual será juzgado» (GS n. 16). Si el hombre no se ha dado la vida a sí mismo, sino que la ha recibido de Otro, es razonable suponer su capacidad de comprender la objetividad de este hecho y, por lo tanto, la existencia de una ley propia de la vida misma que es inseparable de ella. El obrar el bien no puede ser otra cosa que actuar de conformidad con esta realidad objetiva deseada y constituida
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Gaudium et spes afirma, recogiendo la enseñanza de la Sagrada Escritura, que «el hombre fue creado a «imagen de Dios»; capaz de conocer y amar a su Creador» (GS n. 12). Esta afirmación tan fundamental plantea que la dignidad del hombre no solo debe referirse a la calidad de su origen, al hecho de ser obra del mismo Dios, sino a la vocación inscrita en su capacidad de conocer y amar a Dios.
por el autor de la vida. La dignidad humana no tiene, así, una medida humana, sino que corresponde a la plenitud de aquella característica objetiva que el autor de la vida dio a su obra. Pero señala el texto que la conciencia invita al hombre «con voz apagada a amar y obrar el bien y evitar el mal» (ibíd.). ¿Por qué con voz apagada? Precisamente porque la verdad del amor, su realidad más objetiva, es la donación de sí mismo, la que no necesita ni de estridencias ni de discursos, sino simplemente que acontezca, que suceda. Como toda mujer sabe, la aparición de la vida es el acto más silencioso y delicado que acontece en la intimidad de sus entrañas y que se hace anunciar a través de humildes indicios que solo pueden comprender quienes tienen una mirada atenta y no distraída. «La conciencia —continúa Gaudium et spes— es como un núcleo recóndito, como un sagrario dentro del hombre, donde tiene sus citas a solas con Dios, cuya voz resuena en el interior. Y gracias a la conciencia, aquella ley que se cumple en el amor de Dios y del prójimo se le da a conocer de modo maravilloso» (ibíd.). El contenido de la conciencia es la contemplación maravillada del amor, como el contenido y plenitud de la ley objetiva que ordena la realidad de todo lo existente. Como dice el texto, en el amor se cumple la ley. Y por ello, esta contemplación del amor puede entenderse como un diálogo íntimo, como la percepción de Dios y de su libertad creadora en el sagrario del
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entendimiento humano. Es interesante considerar este texto conciliar en contrapunto con la visión agnóstica o atea del mundo actual según la cual el hombre puede hablar «de Dios» pero no «con Dios». No solo se pierde, en este caso, toda objetividad en relación al misterio presente, que se revela según las características de su propia naturaleza y no según las conversaciones que el ser humano pueda hacer circular en torno a él, sino que se pierde también el carácter objetivo de la conciencia moral, que no puede reconocer ya más un «estado de justicia» por sí mismo, sino solo como una construcción hipotética e ideal que tiene su fundamento en el discurso, en la convencionalidad o en la consensualidad. La objetividad de la conciencia moral proclamada por la (…) Como la palabra tradición católica es inseparable de la iniciativa de Dios capacidad lo indica, no de revelarse y comunicarse al hombre no solo a través se trata de una fatalidad de palabras y discursos, sino de la vida misma, como o de una determinación donación amorosa que invita a la plenitud. Por ello ha frente a la cual el ser sostenido el magisterio, con justicia, que la libertad de humano podría sentirse conciencia, particularmente de la conciencia religiosa, esclavizado, sino de una es la primera y fundamental de todas las libertades vocación a llevar la vida humanas, en las que se apoyan todas las demás. Como hasta la plenitud de la ha escrito hermosamente Von Balthasar, solo el amor es libertad que es el amor. digno de fe, y ese es precisamente, el contenido de este Por una parte, la libertad diálogo íntimo entre Dios y el hombre que es recogido humana procede de Dios y con admiración y estupor por la conciencia humana. el desconocimiento de este Por lo dicho, resulta de extraordinaria importancia la hecho lleva al hombre a afirmación de Gaudium et spes de que «el fundamento querer ponerse en el lugar de Dios y a pensar que su esencial de la dignidad humana está en su vocación a esta capacidad de desarrollo comunicación con Dios. El hombre está invitado, desde procede de sí mismo, de que nace, a un coloquio con Dios, pues no existe sino su propia imaginación y porque, creado por Dios en su impulso de amor, debe su creatividad. (…) conservación a ese mismo amor, y no vive de verdad si no lo reconoce libremente y no se entrega a su Creador» (GS n. 19). Y agrega: «Esto hace que el ateísmo se deba considerar entre las más graves realidades de nuestro tiempo» (ibíd.). La Constitución hace una cierta tipología de las distintas formas de ateísmo contemporáneo, destacando, especialmente, el ateísmo sistemático, y llegando a la conclusión de que «quienes profesan tal forma de ateísmo sostienen que la libertad consiste en que el hombre sea fin de sí mismo, artífice y demiurgo único de su propia historia» (GS n. 20). Y se puede comprobar, en la mayor parte de los casos, que esta afirmación ni siquiera vale para el hombre genérico, para la especie humana, sino para cada individuo particular, lo que evidencia la total desproporción entre lo que se aspira y la capacidad
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para realizarla, lo que finalmente trae como consecuencia el más grande empequeñecimiento del valor de cada vida humana en particular. Gaudium et spes alcanza el clímax de su exposición antropoteológica en los números 22 y 24. Ella afirma que «Cristo, el nuevo Adán, en la revelación misma del misterio del Padre y de su amor, pone de manifiesto plenamente al hombre ante sí mismo y le descubre la sublimidad de su vocación. Nada extraño, por consiguiente, que las verdades que anteceden encuentren en Él su fuente y alcancen su coronación» (GS n. 22). Cristo es fuente y coronación de la antropología: el misterio de amor presente en la creación y manifestado al hombre en la intimidad de su conciencia se vuelve presencia visible en la carne humana, revelando que la plenitud del vínculo del ser humano con su Creador es el de la filiación en Cristo. Por ello, señala el texto conciliar, que «el Hijo de Dios, por su Encarnación, se identificó en cierto modo con todos los hombres: trabajó con manos de hombre, reflexionó con (…) Pero el corazón inteligencia de hombre, actuó con voluntad humana y humano no solo se turba al amó con corazón humano. Nacido de la Virgen María, desconocer la procedencia es verdaderamente uno de nosotros, semejante en todo de la vida, sino también al pretender determinar a nosotros, excepto en el pecado» (ibíd.). La obediencia a la voz interior de la conciencia como por sí mismo su finalidad, garantía de la objetividad de la dignidad humana tal como si conocer y amar como ella estaba prevista en la ley de la creación se a su Creador fuese una transforma ahora en una obediencia a la «imagen de opción entre otras muchas Dios invisible», en un seguimiento de Cristo, camino, que se le ofrecen a su verdad y vida. En Él ha sido restituido el «estado de libertad y de un valor justicia» para el hombre y, por lo mismo, la plenitud de equivalente o comparable con otras opciones. su vocación. Comentando justamente este texto de la Gaudium et spes, señalaba San Juan Pablo II: «La redención del mundo —ese misterio tremendo del amor, en el que la creación es renovada— es en su raíz más profunda ‘la plenitud de la justicia en un Corazón humano: en el Corazón del Hijo Primogénito’, para que pueda hacerse justicia de los corazones de muchos hombres, los cuales, precisamente en el Hijo Primogénito, han sido predestinados desde la eternidad a ser hijos de Dios y llamados a la gracia, llamados al amor» (RH n. 9). Pero no se trata solamente de que en la vida y obra de Cristo se nos revele el ejemplo más sublime de la relación de paternidad y filiación, que todo hombre puede ahora intentar imitar. Cristo no es una alegoría o una metáfora para señalar que todo ser humano puede alcanzar la plenitud de su conciencia descubriéndose a sí mismo como hijo de Dios, sino que en Él se realiza la plenitud de la justicia y solo participando de su vida es posible la filiación adoptiva.
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Si el hombre no se ha dado la vida a sĂ mismo, sino que la ha recibido de Otro, es razonable suponer su capacidad de comprender la objetividad de este hecho y, por lo tanto, la existencia de una ley propia de la vida misma que es inseparable de ella. El obrar el bien no puede ser otra cosa que actuar de conformidad con esta realidad objetiva deseada y constituida por el autor de la vida.
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Con la Encarnación del Verbo es el Dios Trinitario mismo quien se revela, puesto que nuestra participación en el misterio de Cristo solo es posible por obra del Espíritu Santo. Por ello, continúa Gaudium et spes: «el hombre cristiano, ...asemejado a la imagen del Hijo, que es el primogénito entre muchos hermanos, recibe las ‘primicias del Espíritu’, con las que se capacita para cumplir la nueva ley del amor. Por este espíritu, que es ‘prenda de la herencia’, queda restaurado todo el hombre interior, hasta la ‘redención corporal’... Cristo resucitó venciendo a la muerte con su muerte, y nos dio la vida, de modo que hijos de Dios en el Hijo, podamos clamar en el Espíritu: Abba, Padre» (GS n. 22). Si desde el horizonte de la teología de la creación el texto conciliar había afirmado que el ser Esta contemplación del humano era capaz de conocer y de amar al Creador, la amor puede entenderse teología de la redención nos señala que por la muerte y como un diálogo íntimo, resurrección de Cristo el cristiano recibe las «primicias como la percepción de del Espíritu» que lo capacitan para cumplir la ley nueva Dios y de su libertad del amor. Por ello habla San Pablo de la sobreabundancia creadora en el sagrario del de la gracia, que es una medida nueva que sobrepasa la entendimiento humano. consideración de la magnitud del pecado humano como Es interesante considerar la vara que comprende la reciprocidad de la justicia. Con este texto conciliar en razón exclama, entonces, el Santo Padre, haciendo una contrapunto con la visión exégesis de este texto, que «[Cristo], solamente Él ha dado agnóstica o atea del mundo actual según la cual el satisfacción al amor eterno del Padre, a la paternidad que hombre puede hablar «de desde el principio se manifestó en la creación del mundo» Dios» pero no «con Dios». (RH n. 9). La medida de la justicia no es, en consecuencia, el pecado del hombre, sino la autodonación del Hijo, en obediencia, hasta su muerte de cruz. En este mismo sentido ha interpretado el magisterio pontificio la parábola del hijo pródigo y el concepto de justicia que en ella se contiene. Llama especialmente la atención sobre el reproche que dirige a su Padre el hijo fiel, que se quedó en su casa, por la fiesta que ordena celebrar por el retorno del hijo pródigo. Él quiere poner como medida de la justicia la comparación entre su propia fidelidad y la conducta pecaminosa de su hermano. Pero el Padre le contesta: «Hijo, Tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Pero era necesario alegrarnos y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado». (Lc 15, 31-32). El amor de misericordia revelado en la cruz de Cristo no tiene medida y abarca la creación entera. Solo el Espíritu Santo puede dar testimonio de él y son justamente «las primicias» de este Espíritu las que se derraman sobre el corazón de quien acepta que Dios sea Dios y se manifieste a los hombres según el modo de su propia naturaleza.
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En razón de esta inimaginable sobreabundancia de gracia que es la Redención, los padres conciliares se atreven a decir que «todo esto es válido no solo para los que creen en Cristo, sino para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de un modo invisible, puesto que Cristo murió por todos y la vocación del hombre es una misma, es decir, la vocación divina, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en el modo solo por Dios conocido, se asocien a su misterio pascual» (GS n. 22). Ante esta afirmación cabe la misma perplejidad que la del hijo fiel que no abandonó la casa de su padre, o la de los labradores que llegaron temprano a trabajar a la viña y recibieron la misma paga que los que llegaron al final del día. Pero no opera con justicia quien desea reducir el «La conciencia —continúa misterio de la redención al tamaño de su propia conver- Gaudium et spes— es sión o de su propia necesidad. Debemos repetir, con el como un núcleo recóndito, Santo Padre, que la justicia se ha realizado en el Corazón como un sagrario dentro del Hijo Primogénito, revelando la paternidad que desde del hombre, donde tiene sus citas a solas con Dios, el principio se manifestó en la creación del mundo (cfr. cuya voz resuena en el RH n. 9). Por ello también califica el Santo Padre, en ese interior. Y gracias a la mismo texto, cuál es propiamente la actitud del cristiano conciencia, aquella ley ante la gracia. Dice: «En realidad, ese profundo estupor que se cumple en el amor respecto al valor y la dignidad del hombre se llama de Dios y del prójimo se Evangelio, es decir, Buena Nueva. Se llama también le da a conocer de modo cristianismo» (RH n. 10). ¿No es acaso el mismo estupor maravilloso» (ibíd.). con que la Santísima Virgen entona el magníficat, ese inigualable himno de alabanza a Dios en la sobreabundancia de su gracia? La antropología teológica de Gaudium et spes se completa con el n. 24 donde se plantea la «índole comunitaria de la vocación humana según el plan de Dios» (así reza el subtítulo). Señala el texto que los hombres «creados a imagen de Dios... tienen todos una e idéntica finalidad, que es Dios mismo» (GS n. 24). Por esta razón, el amor de Dios y del prójimo, además de constituir el principal mandamiento, resultan indisociables entre sí, lo que el texto califica como especialmente relevante «cuanto más crece la interdependencia de los hombres y la unificación del mundo» (ibíd.). La relación de paternidad-filiación revelada en el misterio de Cristo y que se derrama sobre los hombres por las «primicias» del Espíritu hace que sea incomprensible un estado de justicia en que el bien de unos vaya en detrimento del bien de otros. Esa fue, justamente, la incomprensión del hermano del hijo pródigo, quien recibe del Padre un suave pero contundente y definitivo reproche. La sobreabundancia de la gracia no puede dar lugar a visiones egoístas, ni en el plano de los asuntos terrenos, ni menos todavía en los bienes del espíritu. Como dijo
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Jesús a sus discípulos: «el que aspire a ser más que los demás, se hará servidor de Uds. Y el que quiere ser el primero, debe hacerse esclavo de los demás» (Mt 20, 26-27). Por eso, concluye Gaudium et spes: «cuando Cristo nuestro Señor ruega al Padre ‘que todos sean una misma cosa... como nosotros lo somos’ desplegando una perspectiva inaccesible a la razón humana, insinúa una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y la caridad. Esta semejanza pone de manifiesto cómo En razón de esta el hombre, que es en la tierra la única crea- inimaginable tura que Dios ha querido por sí misma, no sobreabundancia de gracia puede encontrarse plenamente a sí mismo que es la Redención, sino por el sincero don de sí mismo» (GS los padres conciliares n. 24). La plenitud de la vocación humana se atreven a decir que es así descrita como la autodonación de «todo esto es válido no sí mismo en cuanto creatura amada por solo para los que creen en sí misma, a semejanza de la unión de las Cristo, sino para todos personas divinas. La donación de sí no los hombres de buena debe entenderse, en consecuencia, solo voluntad, en cuyo corazón como una suerte de regla o principio uni- obra la gracia de un modo invisible, puesto que versal de moralidad al cual todos están Cristo murió por todos sometidos y obligados por el peso de la y la vocación del hombre ley, sino más bien como la plenitud de la es una misma, es decir, la libertad humana que, permanentemente vocación divina, debemos atenta a la invitación específica y personal creer que el Espíritu Santo de Dios de participar en su vida, elige la ofrece a todos la posibilidad autodonación de sí como el modo de vivir de que, en el modo solo en la verdad y la caridad, y de alcanzar la por Dios conocido, se felicidad o beatitud. asocien a su misterio La proclamación solemne de que el pascual» (GS n. 22). hombre es en la tierra la única creatura amada por sí misma, hace de la persona «el principio, el sujeto y el fin de toda institución social» (GS n. 25) como de la sociedad en general. Ciertamente, no todos los vínculos sociales son de la misma naturaleza. La constitución señala que aquellos «que son insuprimibles para el desarrollo del hombre..., como la familia y la comunidad política, se compaginan más íntimamente con su misma naturaleza, otros proceden más bien de su libre elección» (ibíd.). Por ello, es necesario observar la
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justa proporción y jerarquía entre unos y otros vínculos, orientándolos siempre a la búsqueda del bien común cuya medida es la perfección más plena de las personas. Eso incluye derechos y deberes, y una vinculación intrínseca entre la libertad y la responsabilidad. Lo que siempre está en juego es el plan original de Dios sobre cada persona humana que es «amada por sí misma» y que ha sido invitada a la filiación adoptiva en el Hijo de Dios. Es así como el propio Cristo describe el juicio sobre la historia, al señalar que «cuanto hicisteis a uno de estos No todos los vínculos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis.» (Mt sociales son de la 25, 40), identificándose con la suerte de cada uno de los misma naturaleza. La hombres que el Padre le dio.
Constitución señala que aquellos «que son insuprimibles para el desarrollo del hombre..., como la familia y la comunidad política, se compaginan más íntimamente con su misma naturaleza, otros proceden más bien de su libre elección» (ibíd.). Es necesario observar la justa proporción y jerarquía entre unos y otros vínculos, orientándolos siempre a la búsqueda del bien común cuya medida es la perfección más plena de las personas. Eso incluye derechos y deberes, y una vinculación intrínseca entre la libertad y la responsabilidad.
La proyección antropológica sobre la familia, la cultura y la sociedad
A partir de este desarrollo de la antropología teológica, Gaudium et spes dedica párrafos muy importantes a la familia y la cultura, los que se agregan de modo hasta entonces bastante inédito en el magisterio, a la tradicional Doctrina Social de la Iglesia, preocupada de la dignidad del hombre en la sociedad. Estos párrafos han dado origen a un rico magisterio pontificio posterior, como se muestra en la Exhortación postsinodal Familiaris consortio, en el discurso del Santo Padre ante la UNESCO y en la creación del Pontificio Consejo para la Familia y del Pontificio Consejo para la Cultura. En relación con la familia, hay que destacar la dimensión esponsalicia de la vida humana, junto a la dimensión de paternidad y filiación, la cual se expresa de modo especial en el sacramento del matrimonio, signo del misterio de la relación esponsalicia de Cristo con su Iglesia y, a través de ella, de la relación esponsalicia del Dios Trinitario con su creación humana. Al recordar el texto del Génesis y su enseñanza de que el hombre fue creado a imagen de Dios, con capacidad de conocer y de amar a su Creador, Gaudium et spes agrega inmediatamente: «Pero Dios no creó al hombre solo, ya que, desde los comienzos, ‘los creó varón y mujer’, haciendo así, de esta asociación de hombre y mujer, la primera forma de una comunidad de personas: el hombre, por su misma naturaleza, es un ser social, y sin la relación con otros no puede ni vivir ni desarrollar sus propias cualidades» (GS n. 12). La dimensión esponsalicia de la vida
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humana, implícita en la diferenciación y complementariedad de los sexos, es un vivo testimonio de la naturaleza comunional de la vocación humana, recuerda la menesterosidad ontológica de todos los hombres y la invitación a la libertad para dejarse complementar y determinar por el amor a otro y no solo por el amor a sí mismo, la autocomplacencia, o una ilusoria pretensión de autonomía. En el horizonte de la teología de la creación, este diálogo íntimo entre Dios y su creatura que ocurre en el sagrario de su conciencia y que revela la objetividad de la presencia de Dios en su obra, bien puede ser considerado como una relación esponsalicia. Por una parte, está el hecho de que la iniciativa viene siempre de Dios, sin la cual el ser humano no podría entender el sentido y finalidad de su propia existencia. Por otra, esta iniciativa, como ya vimos, apela a la libertad humana, a la libre adhesión a la verdad. La capacidad de Hay que destacar la conocer y amar a su Creador, por parte de cada creatura, dimensión esponsalicia corresponde a la plenitud de la respuesta que la concien- de la vida humana, cia humana puede dar a la revelación de la gracia de Dios junto a la dimensión de en todo lo existente. Dios no es solo una causa primera, paternidad y filiación, la sino quien llama al ser humano al despliegue de su li- cual se expresa de modo bertad, a la aceptación de su gracia, de tal modo que la especial en el sacramento comunicación con Dios se transforma en la más perfecta del matrimonio, signo realización del deseo del yo, de la identidad de cada ser del misterio de la relación humano. Gaudium et spes afirma, por ello, «que fuera de esponsalicia de Cristo Él no hay nada capaz de llenar el corazón del hombre», con su Iglesia y, a través de ella, de la relación terminando este hermoso párrafo con la conocida frase esponsalicia del Dios de las Confesiones de San Agustín: «Nos hiciste para ti, Trinitario con su Señor, y nuestro corazón no conoce descanso hasta que creación humana. lo halle en ti» (GS n. 21). Esta relación esponsalicia, prefigurada en el Antiguo Testamento como la alianza de Dios con su pueblo, con quienes han recibido su revelación y han hecho de la observancia de su ley el principio de su libertad, alcanza su plenitud en el misterio del Verbo Encarnado. La misma encarnación no ocurre sin la libertad humana, sin ese amor de predilección que suscita la mayor experiencia de libertad que pueda imaginarse en un ser humano: el «hágase» de la Santísima Virgen, del cual pende la salvación del género humano y de la creación entera. ¿O es que resulta posible pensar que para Dios, quien ama a cada creatura por sí misma, hubiese sido indiferente encarnarse en una mujer o en otra? La dimensión esponsalicia del amor, como ha destacado Familiaris Consortio, revela que la relación de Dios y el hombre no es genérica, ni se refiere a la especie humana como tal, sino que es personalizada. Por ello,
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su expresión máxima es la fidelidad. Es justamente la fidelidad quien da testimonio de que la donación de la libertad y la donación de sí mismo sin reservas no puede ocurrir en un contexto de indiferencia, donde resulta equivalente una relación u otra, sino en el contexto de una comunión de personas: «Así que ya no son más dos, sino una sola carne» como recuerda el propio Jesús la enseñanza de la Antigua Alianza (Mt 19, 6). San Pablo aplica esta misma relación a la Nueva Alianza entre Cristo y su Iglesia. En ella resalta la fidelidad eterna del Esposo que ha entregado su vida entera para la vida abundante de todos los que ha rescatado del Maligno, de la falsa libertad y de la pretensión de autonomía que desconoce que el sentido de la vida proviene de Otro y La dimensión no de sí mismo. Pero debemos decir, otra vez, que este esponsalicia de la vida amor no es genérico, sino personalizado, como se mueshumana, implícita tra de modo sublime en la pregunta que Jesús le dirige en la diferenciación y a Pedro y que le repite tres veces: «¿Pedro, me amas?» y complementareidad de en la respuesta de Pedro, la única razonable para quien los sexos, es un vivo ha experimentado la fidelidad de su Señor, a pesar de testimonio de la naturaleza la triple negación que pesa sobre su conciencia: «Señor, comunional de la vocación tú sabes que te amo» (Jn 21, 15). La fidelidad de la gracia humana, recuerda la del divino esposo es el fundamento de toda moralidad menesterosidad ontológica humana, la revelación objetiva de la plenitud de la ley de todos los hombres y la natural, de la ley de la creación. Por ello encuentra Gauinvitación a la libertad dium et spes «una cierta semejanza entre la unión de las para dejarse complementar personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la y determinar por el amor verdad y la caridad» (GS n. 24). Así, el matrimonio es a otro y no sólo por el propiamente un sacramento, un signo de la irrupción amor a sí mismo, la de la sobreabundancia de la gracia, del amor divino, en autocomplacencia, o una ilusoria pretensión de la fragilidad del amor humano que se promete mutua autonomía. fidelidad y la total donación de la vida hasta la muerte. La constitución señala que la familia nacida del matrimonio es «una escuela de humanidad más rica» (GS n. 52), tal como esta humanidad esclarece su misterio a la luz del misterio del Verbo Encarnado. Todos sabemos, y la misma constitución lo recuerda, el estado calamitoso en que se encuentran el matrimonio y la familia en tantas partes del mundo, sea porque ya no llega a constituirse, sea porque se ha roto. No es posible ocultar el inmenso desafío pastoral que esta situación representa, especialmente, porque sin el matrimonio cristiano resulta muy difícil o casi imposible que la sociedad comprenda que la libertad personalizada no corresponde a la elección arbitraria entre opciones comparables e igualmente beneficiosas, sino a la donación de sí mismo en fidelidad y a perpetuidad. La vida virginal consagrada
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por amor al divino esposo es la expresión más excelsa de esta dimensión esponsalicia de la libertad humana y divina, siempre que se viva en fidelidad y obediencia a la comunidad que ha recibido esa consagración. Pero el matrimonio, en su específica autodonación de un varón y una mujer, que ponen su libertad a disposición de la libertad del otro para que resplandezca el amor que Dios tiene a cada uno por sí mismo y se encaminen al destino que Él tiene reservado para ambos, es también un testimonio visible de la dignidad del amor humano y de la libertad de los hijos de Dios. No se puede comprender la profundidad de la filiación adoptiva, sin entender su inseparable relación con la esponsalidad. Una de las concepciones más habituales de la sociedad actual, que destruye profundamente a las familias, es la separación entre la filiación y la esponsalidad. ¿Pero son acaso separables? ¿Podría un hijo saberse amado por sí mismo si ve que sus progenitores no se amaron por sí mismos y rehacen su conyugalidad a voluntad? ¿Puede
Familiaris consortio revela que la relación de Dios y el hombre no es genérica, ni se refiere a la especie humana como tal, sino que es personalizada. Por ello, su expresión máxima es la fidelidad. Es justamente la fidelidad quien da testimonio de que la donación de la libertad y la donación de sí mismo sin reservas, no puede ocurrir en un contexto de indiferencia, donde resulta equivalente una relación u otra, sino en el contexto de una comunión de personas.
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ser creíble para un hijo que alguno de sus padres prometa sucesivamente a varios consortes entregarse a sí mismo y su libertad en alianza hasta que la muerte los separe? ¿Podrían, a su vez, los padres considerar que cada hijo es un don del creador con el que bendice su mutua autodonación si su alianza es meramente ocasional y destinada a la sustitución? ¿No se transforma así también el amor al hijo en una satisfacción emocional destinada a perdurar en tanto sea considerado un satisfactor? Pienso que en el matrimonio cristiano y en la familia se juega una de las mayores «herejías antropológicas» de nuestro tiempo, especialmente la negación o el olvido de Dios como Padre y del ser humano como hijo, porque se ha olvidado también en forma previa o simultánea su Pienso que en el fidelidad esponsalicia, la nueva y eterna alianza sellada matrimonio cristiano y en Cristo. Gaudium et spes nos llama la atención, a la en la familia se juega una vez que nos proporciona una rica antropología para la de las mayores «herejías evangelización de las familias y, por medio de ellas, de antropológicas» de nuestro la sociedad entera. tiempo, especialmente, la Finalmente, quisiera destacar la contribución de Gaunegación o el olvido de dium et spes a la conceptualización de la cultura como al Dios como Padre y del ser establecimiento de su merecida prioridad pastoral. Por humano como hijo, porque una parte, la cultura (en singular) es vista como el entorse ha olvidado también en no específicamente humano, el lugar donde el hombre forma previa o simultánea deja testimonio de sus interrogantes más profundos, los su fidelidad esponsalicia, que se pueden englobar bajo el concepto búsqueda de la nueva y eterna alianza sellada en Cristo. sentido. Pero no se trata de una interrogación solitaria, aunque cada cual deba personalizarla en relación con su propio destino. La lengua, la tradición, el universo simbólico muestran la dramaticidad con que generaciones y pueblos enteros han enfrentado este mismo interrogante, tanto los pueblos ya evangelizados como aquellos que no conocen el evangelio. La definición de cultura que da la constitución es amplia y abarca prácticamente toda la obra humana. Con todo, me permito destacar de esta definición, por su directa conexión antropológica, que la cultura «logra hacer más humana, mediante el progreso de costumbres e instituciones, la vida social, tanto en lo familiar como en todo el mecanismo civil y, finalmente, consigue expresar, comunicar y conservar profundas experiencias y ambiciones espirituales en sus obras» (GS n. 54). La constitución valora de un modo muy especial el importante progreso y diversificación de las ciencias, tanto naturales como sociales, destacando su rigurosidad en la investigación de la verdad y el desarrollo del pensamiento crítico, a la vez que su directa incidencia en el progreso económico y social de los pueblos. Puede señalarse, sin temor a equivocarse, que esta actitud ante la ciencia fue el preámbulo
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necesario para la resolución definitiva del caso Galileo, que siempre le había sido enrostrado como motivo de profunda incomprensión cuando no de incompatibilidad entre la razón de la ciencia y la fe. Gaudium et spes, recordando el magisterio del Concilio Vaticano I reafirma «la justa autonomía de la cultura humana y principalmente de las ciencias» (GS n. 59). Sin embargo, especifica qué se ha de entender por «justa»: «la cultura se ha de relacionar con la íntegra perfección de la persona humana, con el bien de la comunidad y con el de la sociedad entera, por lo cual conviene cultivar de tal manera el espíritu, que se vigorice la facultad de admirar, de leer interiormente, de Gaudium et spes, contemplar y de formarse un juicio personal, cultivando, recordando el magisterio al mismo tiempo, el sentido religioso, moral y social» del Concilio Vaticano I (ibíd.). Un párrafo muy similar a este fue reelaborado, reafirma «la justa a partir de este texto, para la constitución apostólica Ex autonomía de la cultura corde Ecclesiae sobre universidades católicas, definiendo humana y principalmente de las ciencias» (GS n. 59). así el sentido último del estudio. Como posteriormente proclamó San Juan Pablo II Sin embargo, especifica que se ha de entender por ante la UNESCO, la Iglesia se ha preocupado tradicio«justa»: «la cultura se nalmente de la cultura porque «el hombre es siempre ha de relacionar con la el hecho primero: el hombre es el hecho primordial de íntegra perfección de la la cultura» (UNESCO n. 8). Y agregaba: «para crear la persona humana, con el cultura hay que considerar íntegramente, y hasta sus bien de la comunidad y con últimas consecuencias, al hombre como valor particular el de la sociedad entera, y autónomo, como sujeto portador de la trascendencia por lo cual conviene de la persona. Hay que afirmar al hombre por él mis- cultivar de tal manera el mo, y no por ningún otro motivo o razón: ¡únicamente espíritu, que se vigorice por él mismo!» (ibíd.). Personalmente, no me canso de la facultad de admirar, citar una y otra vez este pasaje del discurso del Papa de leer interiormente, de ante una asamblea representativa de la totalidad de las contemplar y de formarse culturas humanas, porque nos da un ejemplo de cómo un juicio personal, la fe en Jesucristo es capaz de iluminar hasta lo más cultivando, al mismo hondo las interrogantes de todo ser humano y con una tiempo, el sentido religioso, universalidad tal que nadie podría sentirse ajeno. Esta moral y social» (ibíd.). es la misma riqueza antropológica que Gaudium et spes ofrece a la Iglesia y al mundo, para dar un nuevo impulso evangelizador a la tarea civilizatoria que tradicionalmente la Iglesia ha emprendido en todos los pueblos a los que ha llegado con su palabra y su presencia, y para recordar la inigualable dignidad humana que se manifiesta en el depósito de la revelación que ella custodia y transmite al mundo. Así, «el espíritu humano, menos esclavo de las cosas, puede elevarse más fácilmente al culto y contemplación del Creador» (GS n. 57).
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Entrevista al filósofo político italiano Rocco Buttiglione:
«La omnipotencia
de la fuerza y la omnipotencia del amor»
EL DIOS DE JESUCRISTO ES UN DIOS CUYA ESENCIA ES EL AMOR. ADÁN Y EVA, AL QUERER SER COMO DIOS, CAEN EN LA IDEA DE UN DIOS TODOPODEROSO QUE IMPONE SU VOLUNTAD. SIN EMBARGO, EL DIOS DE JESUCRISTO NO ES UN DIOS QUE QUIERE GANAR POR LA FUERZA, SINO QUE QUIERE AMAR.
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l político italiano Rocco Buttiglione, discípulo del filósofo Augusto del Noce, es actualmente diputado de la República Italiana, Eurodiputado y miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes y de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Ha escrito numerosas obras sobre temas como familia y la Doctrina Social de la Iglesia. Entre ellas un libro publicado en español por Ediciones Encuentro sobre el pensador Karol Wojtyla. Buttligione es también miembro del Consejo de Humanitas desde la fundación de la revista. En octubre recién pasado, de visita en Chile invitado por el Movimiento Comunión y Liberación para participar en el Encuentro Santiago 2015, tomó parte en un panel de reflexión —motivado por el Año de la Misericordia al que convocó el Papa Francisco a partir del 8 de diciembre— que tuvo por título “Misericordia - Justicia - Sociedad”. En un espacio de su visita estuvo en la Universidad Católica para conversar con Humanitas, ocasión en que tocó temas como la misericordia y
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los desafíos culturales que enfrenta la Iglesia en un escenario multicéntrico, donde la Iglesia de Latinoamérica se vuelve un referente fundamental. —Santo Tomás afirma que es propio de Dios usar misericordia y que en esto se muestra su fuerza y su omnipotencia (ST, IIII,q.30,a.4). Misericordia y Justicia, ¿dos realidades que se contraponen o se complementan? —Dos cosas. Una primera sobre Dios: El Dios de Jesucristo es un Dios cuya esencia es el amor. Adán y Eva, al querer ser como Dios, caen en la idea de un Dios todopoderoso que impone su
voluntad. Sin embargo, el Dios de Jesucristo no es un Dios que quiere ganar por la fuerza, sino que quiere amar. No podemos conocer la espada de Jesucristo, pues nunca la tuvo; pero sí tenemos los clavos con los que lo crucificaron. Es la diferencia entre dos ideas de omnipotencia: la omnipotencia de la fuerza y la omnipotencia del amor. Dios afirma la omnipotencia del amor, la capacidad de convencer a través del amor al otro, de trocar su amor. La cruz de Cristo es la omnipotencia del amor que convence derramando su sangre, no derramando la sangre de los demás. Y ese deseo de amor de Dios se expresa en el deseo de darle libertad al hombre. El Dios que derrama su sangre es un Dios de misericordia. Justicia y Misericordia son palabras abstractas —con esto respondo a la pregunta—, la realidad está en el hombre y en su vida, y en la realidad de los hombres no se puede separar justicia y misericordia. Un padre que ama a su hijo algunas veces debe ser duro y decirle que no porque lo ama. El problema de hoy es que hay mucha gente que quiere una misericordia sin verdad, se piensa que el bien del otro se basa
ES LA DIFERENCIA ENTRE DOS IDEAS DE OMNIPOTENCIA: LA OMNIPOTENCIA DE LA FUERZA Y LA OMNIPOTENCIA DEL AMOR. DIOS AFIRMA LA OMNIPOTENCIA DEL AMOR, LA CAPACIDAD DE CONVENCER A TRAVÉS DEL AMOR AL OTRO, DE TROCAR SU AMOR. LA CRUZ DE CRISTO ES LA OMNIPOTENCIA DEL AMOR QUE CONVENCE DERRAMANDO SU SANGRE, NO DERRAMANDO LA SANGRE DE LOS DEMÁS. Y ESE DESEO DE AMOR DE DIOS SE EXPRESA EN EL DESEO DE DARLE LIBERTAD AL HOMBRE.
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simplemente en la opinión del otro respecto de lo que es su bien; sin embargo, muchas veces el bien no es aquello que opinamos y creemos que es, sino que es algo objetivamente diferente, y es un deber de misericordia decirlo, corregir la equivocación. No hay amor sin verdad. La justicia es la dureza de la misericordia. Y la misericordia no es otra cosa que la justicia, su lado más suave y tierno.
YO PUEDO JUZGAR LAS ACCIONES Y TENGO EL DEBER DE HACERLO: JUZGAR LAS ACCIONES ES MORALIDAD, JUZGAR A LA PERSONA, EN CAMBIO, ES MORALISMO. EL MORALISMO NO PERMITE EL DIÁLOGO. EL DIÁLOGO SE VUELVE DIFÍCIL CUANDO EXISTE LA PERCEPCIÓN DE QUE EL QUE JUZGA ES PURO Y EL OTRO ES IMPURO, (…)
—El marco cultural, social y político de nuestro tiempo, al menos en Occidente, aparece dominado —con un énfasis muy fuerte de parte de los medios y de las redes— por un afán de juzgar a todos y a quien sea. Paralelamente a la “dictadura del relativismo”, como la llamó Benedicto XVI, existe una potente judicialización de la vida social en general. ¿Cómo se explica esta aparente contradicción? —La contradicción se explica por un olvido de la persona y de la realidad. Yo no puedo juzgar a la persona. El pecado, para serlo, requiere de conocimiento pleno y pleno uso de la libertad. Y entre tanto es muy raro que el hombre sea completamente libre al actuar y tenga un conocimiento completo; por lo tanto, solo Dios puede juzgar el acto interior de la persona. Yo puedo juzgar las acciones y tengo el deber de hacerlo: juzgar las acciones es moralidad, juzgar a la persona, en cambio, es moralismo. El moralismo no permite el diálogo. El diálogo se vuelve difícil cuando existe la percepción de que el que juzga es puro y el otro es impuro; esto es lo que ocurre típicamente con un homosexual, lo cual es un error: uno debe saberse impuro y si juzga no es porque sea mejor o superior, sino porque piensa honestamente que el otro se está perdiendo una ocasión grandísima que Dios le ha dado de vivir la sexualidad de la manera que más hace crecer y florecer a la persona. Por lo tanto, el problema está en juzgar las cosas y no a la persona. La persona siempre es mucho más grande que el mal que hace; el hombre es siempre más grande que su pecado. —El 8 de diciembre de 2015, concomitantemente a la inauguración del año Jubilar de la Misericordia, se conmemoran 50 años de la conclusión del Concilio Vaticano II. Hoy vemos muy evidentemente cómo este Concilio preparó a la Iglesia para todo lo que había de venir, fruto en gran parte de las profundas tensiones vividas en el siglo XX y más. Usted escribió en un ensayo biográfico sobre Karol Wojtyla que
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la primera piedra que provocó el derrumbe del emblemático Muro de Berlín fue Polonia. ¿No considera que las piedras de ese muro cayeron sobre todo hacia el lado de Occidente? ¿Qué juzga de la verdadera “razzia” sufrida por la cultura cristiana en sus mismas capilaridades, durante los pasados 25 años y en todo el hemisferio? ¿Qué idea se hace a futuro de la reconstitución o re-inculturación cristiana de ese tejido social a la luz, por ejemplo, de lo dicho en el n. 68 de la Exhort. Ap. Evangelii gaudium del Papa Francisco? —Hemos vivido años excepcionales. El comunismo se disuelve no frente a un poder militar más grande, sino frente a un testimonio cultural y moral y a un trasfondo religioso que se vuelve el hecho de un pueblo. La Iglesia Católica está en el centro de ese testimonio, lo cual fue obra fundamentalmente ´ de dos hombres, el cardenal Wyszynski y san Juan Pablo II. Este fue el comienzo de un proceso que buscaba construir la unidad en Europa. La unificación, el euro y la expansión de Europa hacia el este, con la construcción de un sistema que permitiera a los países ex comunistas entrar en una época de prosperidad. Hemos ganado mucho, pero también hemos perdido: hemos perdido en Europa la batalla por los valores cristianos. Los países comunistas descubren en los valores cristianos su propia identidad, encuentran en la Doctrina Social de la Iglesia la expresión adecuada a la esperanza de sus vidas. Eso no lo hemos aceptado... Les hemos dicho a los polacos y a los checos que no necesitamos el aporte de su cultura, y en cambio los hemos obligado a entrar en nuestra cultura, en la cultura consumista de Occidente. Hemos tenido 10 o 15 años de una política de “todos los egoísmos”. La Unión Europea era el lugar de un gran proyecto, proyecto para la paz en el Mediterráneo, la prosperidad y el diálogo interreligioso y el diálogo con Rusia, para tener un área más grande que respirara con dos pulmones, el del este y el de Occidente. Pero en vez de eso hemos vivido el egoísmo de las naciones y de los grupos sociales. El Parlamento Europeo se ha dedicado a condenar al Vaticano por temas como la imposibilidad de que las mujeres se ordenen como sacerdotes o que los sacerdotes puedan o no casarse... Eso obsesionó a Europa, y cuando vino la crisis financiera, nos encontró totalmente desprevenidos y sin preparación. Esto ha causado mucho sufrimiento. Y entre otras consecuencias, el Mediterráneo se ha transformado en un “mar de guerra”.
(…) ESTO ES LO QUE OCURRE TÍPICAMENTE CON UN HOMOSEXUAL, LO CUAL ES UN ERROR: UNO DEBE SABERSE IMPURO Y SI JUZGA NO ES PORQUE SEA MEJOR O SUPERIOR, SINO PORQUE PIENSA HONESTAMENTE QUE EL OTRO SE ESTÁ PERDIENDO UNA OCASIÓN GRANDÍSIMA QUE DIOS LE HA DADO DE VIVIR LA SEXUALIDAD DE LA MANERA QUE MÁS HACE CRECER Y FLORECER A LA PERSONA. EL PROBLEMA ESTÁ EN JUZGAR LAS COSAS Y NO A LA PERSONA. LA PERSONA SIEMPRE ES MUCHO MÁS GRANDE QUE EL MAL QUE HACE; EL HOMBRE ES SIEMPRE MÁS GRANDE QUE SU PECADO.
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—Como “contracara” de Europa, ¿qué apreciación hace del proceso que se ha vivido en Latinoamérica?
LA CULTURA DEL HOMBRE LATINOAMERICANO SABE MUY BIEN QUÉ ES SER HOMBRE, QUÉ ES SER MUJER, QUÉ SIGNIFICA CASARSE, ENAMORARSE, TENER HIJOS, ENTREGAR LA VIDA A LA VIRGEN PARA QUE DÉ FRUTO, Y TAMBIÉN MORIR... TODO ESO HABLA DE LA DIGNIDAD DEL PUEBLO LATINOAMERICANO Y ES UN CAMINO QUE HAY QUE SEGUIR CON GRAN DETENCIÓN DESDE PUEBLA HASTA APARECIDA.
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—En Latinoamérica ha sido diferente... Aquí el tema fue Puebla, es decir, el rechazo de una teología que toma al marxismo como herramienta de análisis principal, pero, a su vez, la aceptación del otro lado de la teología de la liberación: una teología latinoamericana que llega al centro, que es Cristo, pero a través de la experiencia del hombre latinoamericano y de su cultura. La cultura del hombre latinoamericano sabe muy bien qué es ser hombre, qué es ser mujer, qué significa casarse, enamorarse, tener hijos, entregar la vida a la Virgen para que dé fruto, y también morir... Todo eso habla de la dignidad del pueblo latinoamericano y es un camino que hay que seguir con gran detención desde Puebla hasta Aparecida. —En ese sentido se hace muy comprensible la figura del Papa Francisco, tan latinoamericano... ¿Qué piensa al respecto? —Pienso que si Dios quiso tener un Papa latinoamericano, quiere decir que la experiencia del pueblo latinoamericano tiene algo que decir a todo el mundo. De alguna manera se construye Latinoamérica como un modelo que hay que mirar, no para imitarlo de manera servil, sino para aprender y vivirlo de acuerdo con la condición propia de cada país. Hoy se plantea nuevamente la cuestión de una nueva evangelización en un mundo profundamente cambiado. En el mundo la Iglesia Católica ha aumentado en los últimos años si se la compara con el aumento de la población mundial. Los católicos no son menos, son más. Los europeos disminuyeron, los católicos dentro de los europeos han disminuido aún más. Por lo tanto, vivimos hoy una Iglesia que no es principalmente europea, sino que es mayoritariamente latinoamericana, africana, asiática y también es norteamericana. Y hay que observar que en Norteamérica el crecimiento de la Iglesia Católica va acompañado del cambio de la identidad de un pueblo que se va hoy forjando con la integración de los aportes hispanoparlantes, de los latinoamericanos. Marco en el cual la Iglesia Católica tiene un papel integrador fundamental. En este escenario mundial diferente, el problema de la evangelización se plantea de una manera también diferente.
—¿Algo más que agregar? —Sí, respecto al Papa Francisco. Hay personas que se encuentran con dificultades para entender al Papa, lo cual se comprende, pues es un Papa latinoamericano. Ratzinger, aunque filosóficamente y teológicamente sea discípulo de San Buenaventura y de San Agustín, formalmente es tomista, es decir, intenta observar cada cosa desde distintas aristas y formular así un pensamiento teológicamente completo. El Papa Francisco es diferente... Para entenderlo se debe comprender en primer lugar que es un pastor y no un teólogo. Y, por otro lado, se debe comprender que Francisco es un poco como San Agustín. San Agustín no da la verdad de forma total y abstracta, sino que la da de forma particular y concreta. Cuando hablaba con los donatistas, les decía lo que debía decirles a los donatistas; y si se tomara al pie de la letra lo que dice, entonces podría hasta ser herético, por lo que hay que complementar aquello que les dice a los donatistas con aquello que les dice a los maniqueos, y así se encuentra finalmente el equilibrio. El Papa Francisco intenta decir la verdad de forma distinta, y al mismo tiempo habla desde los sentimientos: si alguien dice algo malo acerca de tu madre, comentó una vez, tú querrás instintivamente golpearlo, y si no lo sientes así, no eres un hombre verdadero... Debes tener el instinto y luego este instinto debe moderarse. Esto produce bulla, mientras concomitantemente debe enfrentar a una Europa que ante la matanza de los cristianos en Oriente, no tiene ninguna reacción emotiva, no le interesa…
PIENSO QUE SI DIOS QUISO TENER UN PAPA LATINOAMERICANO, QUIERE DECIR QUE LA EXPERIENCIA DEL PUEBLO LATINOAMERICANO TIENE ALGO QUE DECIR A TODO EL MUNDO. DE ALGUNA MANERA SE CONSTRUYE LATINOAMÉRICA COMO UN MODELO QUE HAY QUE MIRAR, NO PARA IMITARLO DE MANERA SERVIL, SINO PARA APRENDER Y VIVIRLO DE ACUERDO CON LA CONDICIÓN PROPIA DE CADA PAÍS.
—Robert Spaemann afirmó en una entrevista que el Papa Francisco es, en los hechos concretos, lo que Benedicto XVI es en la doctrina. —Sí, esto es más o menos así... Francisco es el Papa de Puebla, es decir, el Papa de una teología de la liberación no marxista, enraizada en la experiencia histórica del pobre y del pueblo latinoamericano, que sirve como modelo para una Iglesia que debe hacerse carne en la historia de todos los pueblos de acuerdo con su historia particular.
Entrevistaron JAIME ANTÚNEZ y SOFÍA BRAHM
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Entrevista con el cardenal Georges Cottier, O.P., al inicio del “A ño de la M isericordia”
Brutalidad del rigorismo, delicadeza de la misericordia
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l nombre de Georges Cottier está ligado a una reflexión teológica que acompañó al pontificado de San Juan Pablo II. Fue él quien lo nombró teólogo de la Casa Pontificia en diciembre de 1989 y posteriormente lo elevó a la dignidad cardenalicia en el Consistorio del 21 de octubre de 2003. Su formación es rica y compleja. Se graduó en Letras Clásicas, en la Universidad de Ginebra, en 1944, e inmediatamente después ingresó al noviciado de los padres dominicos. Obtuvo un título de teología, en 1952, en el Angelicum de Roma, la Universidad de los Frailes Predicadores. En el año anterior, fue ordenado sacerdote. De regreso a Ginebra, en 1959, trabajó en un doctorado sobre el ateísmo del joven Karl Marx. A partir de 1971, enseñó ininterrumpidamente hasta 1990, en Ginebra y en Friburgo. Secretario General de la Comisión Teológica Internacional entre 1989 y 2003, fue muy cercano al entonces cardenal Ratzinger en los años durante los cuales presidió la Comisión. Fue precisamente Benedicto XVI quien renovó la “misión” de “teólogo pontificio” que le otorgase su antecesor. Cottier cumplió esa función hasta el 1 de diciembre de 2005. Ha escrito unos veinte volúmenes, a partir de L’athéisme du jeune Marx, seguido de títulos como Église et pauvreté (1965), Horizons de l’athéisme (1969), La mort des idéologies et l’espérance (1970), Défis éthiques (1996), Le désir de Dieu, sur les traces de saint Thomas (2002), Humaine raison (2011), La mémoire des sources (2014), por citar solo algunos. El cardenal Cottier tiene una forma moderada y clara de articular su pensamiento. En sus frases, se advierte una
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EL PENSAMIENTO SECULARIZADO IGNORA O ELIMINA ESTA RELACIÓN BÁSICA CON DIOS. LOS DESARROLLOS MÁS RECIENTES DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO HAN CONDUCIDO A TEORÍAS RADICALES. TODA REFERENCIA A LA VERDAD SE ELIMINA POR CUANTO LA LIBERTAD AUTÓNOMA ES CREADORA DE VALORES. (…)
«El Espíritu Santo, con una insistencia que merece toda nuestra atención, ha inducido a la Iglesia a tomar cada vez mayor conciencia de su misión prioritaria de anunciar al mundo la fuerza soberana de la divina misericordia. Lo ha hecho de distintas maneras en la historia». Imagen página izq. Figura del Espítiu Santo en muro de la Catedral de Florencia (s. XIV-XV).
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(…) POR SER ESA LIBERTAD SU ÚNICA CAUSA, EN SU EVOLUCIÓN EN EL TIEMPO TAMBIÉN PUEDE CAMBIARLOS. LOS VALORES NO TIENEN ESTABILIDAD DEFINITIVA ALGUNA. TODO ES RELATIVO. SE LLEGA DE HECHO A ESTA PARADOJA: SE CONSIDERA LO ABSURDO COMO UNA ESPECIE DE CATEGORÍA POSITIVA.
profundidad de pensamiento al margen de polémicas, pero siempre atenta a la delicadeza de los problemas planteados. Es un hombre de diálogo, abierto a la historia, precisamente por estar ligado a la tradición de la Iglesia. Su hablar reflexivo le permite mirar al interlocutor a los ojos solamente cuando ha logrado articular sus reflexiones. Veterum sapientia!, comentó un colega suyo al cual hice leer previamente el resultado de nuestra conversación. En el centro de su atención se encuentra el mysterium lunae que es la Iglesia. Esta es responsable de la luz de Cristo sobre la cual es llamada a reflexionar, y esa luz no se oscurece. La Iglesia debe reverberar ese reflejo, sin jamás correr riesgo de empañarlo. Como la luna durante la noche, debe difundir la luz de Cristo en la noche del mundo, que abandonado a sí mismo permanecería en la sombra de la muerte. Por este motivo, él siente que el Año de la Misericordia deseado por el Papa Francisco es una oportunidad extraordinaria ofrecida a la Iglesia para descubrir mejor su propio carácter y su misión. Con este tema se inicia nuestra conversación. —Eminencia, el Papa Francisco invita a la Iglesia a vivir un Año de Misericordia. Usted ha podido conocer bien el pensamiento teológico del Papa polaco. ¿La misericordia era un tema clave para él? —Ciertamente lo fue. El 30 de abril del año 2000, durante la ceremonia de canonización de Sor Faustina Kowalska, San Juan Pablo II proclamó al segundo domingo de Pascua “Domingo de la divina misericordia”. En 1980, había dedicado a la misericordia su segunda encíclica, Dives in misericordia. De este modo. En este sentido, llamó al pueblo de Dios a una verdad que está en el centro del misterio cristiano y constituye la respuesta de la fe a la acción del mal en la historia. La misericordia es doctrina. Es la esencia de la doctrina cristiana. Solo una mentalidad restringida puede defender el legalismo e imaginar misericordia y doctrina como dos cosas distintas. En este sentido, la Iglesia de nuestros días ha comprendido que nadie, independientemente de su posición, puede ser dejado solo. Debemos acompañar a las personas, a justos y pecadores. —Es esto precisamente lo que me impresiona: el rol histórico —y diría también de alguna manera “político”— de la misericordia en
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un siglo —el anterior— que vio dos guerras mundiales y luego un eclipse de lo sagrado… —Se trata de un problema candente para nuestra época. El sacrificio redentor de Cristo, expresión de la divina misericordia, aclara en cierto modo la irrupción del mal. La fuerza del mal parece sumergir a la razón, reducida a la impotencia; pero la sabiduría de la Cruz, que ciertamente no tiene la apariencia de la fuerza que se impone, es fuente de experiencia y de certeza de la victoria del Bien. Para quienes tienen el valor de rasgar los velos de la ilusión, la derrota ante la virulencia del mal representa la gran tentación. Quiero hablar aquí de la razón secularizada, que es el componente más relevante de la cultura moderna y constituye el desafío principal contra la misión de la Iglesia. —Por lo tanto la misericordia tiene que ver intrínsecamente con la misión de la Iglesia… —El Espíritu Santo, con una insistencia que merece toda nuestra atención, ha inducido a la Iglesia a tomar cada vez mayor conciencia de su misión prioritaria de anunciar al mundo la fuerza soberana de la divina misericordia. Lo ha hecho de distintas maneras en la historia. Pensemos en algunas figuras, santos canonizados, de quienes la Iglesia ha reconocido la autenticidad de su mensaje, como Margarita María de Alacoque y más recientemente Sor Faustina Kowalska, sin olvidar a Teresa del Niño Jesús, Doctora de la Iglesia, tan apreciada también por el Papa Francisco. De este llamado a una dimensión que caracteriza la vida de la Iglesia en los tiempos modernos, debemos extraer una primera conclusión: la divina misericordia debe marcar con su sello todas las iniciativas pastorales de la Iglesia. Es necesario que este mensaje llegue a todos absolutamente. Dios, nuestro salvador, “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”, como leemos en la Primera Epístola a Timoteo.
EN VEZ DE ATRINCHERARSE DETRÁS DE SUS OBRAS FORTIFICADAS, LOS CRISTIANOS DEBERÍAN ENTRAR EN LO MÁS PROFUNDO DEL MUNDO, CONTANDO CON LA FUERZA DE DIOS, QUE ES LA FUERZA DEL AMOR Y DE LA VERDAD. SON LAS COSAS DIVINAS LAS QUE SALVARÁN A LAS COSAS HUMANAS. LOS MEDIOS HUMANOS DE DEFENSA DE LA CIVILIZACIÓN RESULTAN SER CADA VEZ MÁS INADECUADOS ANTE LA GRAVEDAD DE LA CRISIS DE LA CULTURA.
—¿Pero no existe el riesgo —dicen algunos— de interpretar la misericordia en forma demasiado humana, es decir, como una especie de condescendencia con una manera de ver “demasiado humana”, mundana? —La misericordia que la Iglesia tiene como misión hacer encontrar es la misericordia divina, sellada por el don de Jesús
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en la Cruz, y por consiguiente no es solo una especie de empatía ante el sufrimiento humano. La Iglesia, que no es “del” mundo, debe ejercer su ministerio en el mundo, en la historia. Por lo tanto, siempre existe el riesgo de interpretar las cosas divinas en forma humana.
LA GRACIA PRESUPONE, PERMEA, SOSTIENE A LA NATURALEZA. LA SANA EN CUANTO HERIDA POR EL PECADO. EL PAPA FRANCISCO HA HABLADO VARIAS VECES SOBRE LA TENTACIÓN DEL PELAGIANISMO, ES DECIR, LA TENTACIÓN DE ASEGURARSE POR SÍ MISMO LA PROPIA SALVACIÓN EN VIRTUD DE LAS FUERZAS DE LA NATURALEZA HUMANA. ESTA HEREJÍA PUEDE VOLVER A PRESENTARSE CON DISTINTAS FORMAS. DESCONOCE LA NECESIDAD DE LA GRACIA.
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—Entonces el llamado a la misericordia siempre debe conjugarse con la realización de la propia existencia cristiana, aquella que llamamos “vocación para la santidad”… —Sí. No se puede mantener el llamado a la misericordia separado de la enseñanza del Concilio sobre la vocación universal para la santidad, como leemos en Lumen gentium: todos los creyentes en Cristo están llamados a la plenitud de la vida cristiana. El camino de santidad se propone a todas las personas. San Juan Pablo II habló sobre esto en la carta apostólica Novo millennio ineunte. Los caminos de santidad son múltiples y adecuados para la vocación de cada uno. El camino de santidad se propone a todas las personas. Y este es el motivo por el cual las iniciativas de “misericordia” emprendidas en favor de quienes viven en situaciones dolorosas, aparentemente sin caminos de salida, deben, mediante la compasión y el consuelo, ayudar al que sufre a abrir su corazón a la confianza en el Padre de la misericordia. —Citando a Joseph Malègue, el Papa Francisco habla de la “clase media de la santidad”, de una santidad para todos y no solo para los “héroes”… —Precisar esto me parece necesario, ya que en muchos aún persiste una idea impuesta desde hace un tiempo, según la cual la santidad está reservada para un número restringido, generalmente aquellos que viven en los conventos y en los monasterios. La gran masa de los cristianos debería tender a una vida honesta en la cual las virtudes humanas serían más importantes que las virtudes teologales. Nosotros somos pecadores llamados a la santidad, don gratuito de la gracia, que nos sana para introducirnos en la santidad de Dios: esta es la paradoja del cristianismo. Esto supone, de parte nuestra, arrepentimiento y pedir perdón, porque por sí mismo uno no tiene la fuerza requerida para anular el pecado que ha cometido. Del mismo modo, debemos preguntarnos cómo es la
«El nombre de Georges Cottier está ligado a una reflexión teológica que acompañó al pontificado de San Juan Pablo II. Fue él quien lo nombró teólogo de la Casa Pontificia en diciembre de 1989 y posteriormente elevó a la dignidad cardenalicia en el Consistorio del 21 de octubre de 2003. Su formación es rica y compleja».
percepción del pecado al interior de una mentalidad plasmada por la secularización. Aquí estamos aludiendo a lo que me parece ser el núcleo de la crisis espiritual de nuestro tiempo.
EL TRAUMA ESPIRITUAL FUE TANTO MÁS PROFUNDO CUANTO NO HABÍA MANERA DE ATRIBUIR A LA NATURALEZA CRÍMENES TAN BIEN CALCULADOS Y SISTEMÁTICAMENTE REALIZADOS. LA CAUSA DE ESTOS CRÍMENES SE ENCONTRABA EN LA LIBERTAD HUMANA MISMA, QUE DE PRONTO SE REVELABA COMO UN ABISMO DE IRRACIONALIDAD. ANTE ESTE RETORNO MACIZO DEL PECADO, LA TENTACIÓN MÁS OBVIA ES EL NIHILISMO Y LA DESESPERACIÓN. EL OPTIMISMO RACIONALISTA RECIBIÓ UN GOLPE MORTAL. EL EXTRAVÍO ES PERCEPTIBLE EN EL FONDO DE DIVERSAS EXPLICACIONES.
—Usted habla de secularización. ¿Qué es? ¿Cuál es su efecto principal? —La secularización es uno de los rasgos salientes de nuestras sociedades; puede ser consciente y deliberada, o experimentarse pasiva e inconscientemente. De ella depende la idea que nos formemos del mal y del pecado, como también de la libertad y de su responsabilidad. Para muchos contemporáneos
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«Hoy se presenta un problema en lo tocante a la salud intelectual de nuestra sociedad. Desde un punto de vista ético y cultural, no es señal de buena salud el hecho de que la mayor parte de los antiguos adherentes de estos partidos no se hayan sometido a un examen crítico serio. La facilidad con la cual se adaptaron a la sociedad de consumo permite vislumbrar un olvido deliberado. Nuestras sociedades no han ajustado realmente cuentas con el fenómeno totalitario que tuvo sus orígenes en nuestra propia cultura occidental. Sin esta catarsis, nuestro inconsciente espiritual será perturbado por un vago sentido de culpa, y eso no es señal de buena salud, tanto más cuanto que el espíritu totalitario puede resurgir en formas nuevas. Precisamente por este motivo, el anuncio de la misericordia divina se impone con urgencia. Esta respuesta al misterio de iniquidad es la única verdadera y adecuada, y es una respuesta de fe». Fosas con los cuerpos de la oficialidad polaca masacrada por los soviéticos en Katyn (1940).
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nuestros, la libertad es parte esencial del Yo individual. La revelación del Antiguo Testamento, que se realiza en la Ley nueva, reconoce que de Dios, de Su sabiduría y de Su voluntad obtenemos la distinción entre el bien y el mal. Y el primer mandamiento es el del amor de Dios; el segundo, similar al anterior, versa sobre el amor al prójimo. Todo ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios; es una persona amada por Él en sí misma. La fraternidad humana descubre su causa y su inspiración en este amor del Padre. Ahora, el pensamiento secularizado ignora o elimina esta relación básica con Dios. Los desarrollos más recientes del pensamiento filosófico han conducido a teorías radicales. Toda referencia a la verdad se elimina, por cuanto la libertad autónoma es creadora de valores. Por ser esa libertad su única causa, en su evolución en el tiempo también puede cambiarlos. Los valores no tienen estabilidad definitiva alguna. Todo es relativo. Se llega de hecho a esta paradoja: se considera lo absurdo como una especie de categoría positiva.
AL PARECER, LA GENTE HOY YA NO SIENTE LA NECESIDAD DEL MATRIMONIO, EL IMPULSO AL COMPROMISO PÚBLICO PARA TODA LA VIDA. VIVIR EN PAREJA PARECE AHORA UN HECHO PRIVADO, SIEMPRE ABIERTO AL POSIBLE CAMBIO. DESDE EL PUNTO DE VISTA CRISTIANO, ES PRECISO FORMARSE UNA IDEA CORRECTA SOBRE LA RELACIÓN QUE MEDIA ENTRE LA INSTITUCIÓN NATURAL Y EL SACRAMENTO. SE TRATA DE LA ELEVACIÓN DE UNA INSTITUCIÓN NATURAL A LA DIGNIDAD DE SACRAMENTO. (…)
—Pero en realidad lo absurdo es el mal que sacude nuestras conciencias, y las sacudió en el siglo que hace poco terminó detrás de nosotros… —Para los herederos del Iluminismo, liberados de los prejuicios provenientes de siglos de oscurantismo, los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios del siglo XX representaron un cataclismo propiamente tal. El dominio de
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(…) ESTO NO IMPLICA AGREGAR UNA MODALIDAD SOBRENATURAL A UNA REALIDAD QUE SIGUE SIENDO SUSTANCIALMENTE NATURAL; SIGNIFICA, EN CAMBIO, QUE EL CARÁCTER SACRAMENTAL CONFIERE A ESTA REALIDAD, QUE SE PRESENTA POR LO TANTO COMO CAUSA MATERIAL, UNA FORMA NUEVA, UNA ESENCIA, UNA IDENTIDAD NUEVA. (…)
sí mismo del hombre civilizado, con su versión moral, se encontró desarmado. El trauma espiritual fue tanto más profundo cuanto no había manera de atribuir a la naturaleza crímenes tan bien calculados y sistemáticamente realizados. La causa de estos crímenes se encontraba en la libertad humana misma, que de pronto se revelaba como un abismo de irracionalidad. Ante este retorno macizo del pecado, la tentación más obvia es el nihilismo y la desesperación. El optimismo racionalista recibió un golpe mortal. El extravío es perceptible en el fondo de diversas explicaciones. Algunos, impulsados por el resentimiento, acusan a Dios de no haber contenido la mano del hombre. Hay también teólogos que, inspirados por el filósofo Jonas, hablan de “impotencia” de Dios ante el mal. En mi opinión, esta es una concepción encaminada a un choque con el mensaje de la fe. Corre riesgo de desconocer la profundidad del misterio de la redención y de caer nuevamente, de hecho, en el viejo dualismo maniqueo. —Pero las ideologías totalitarias, sobre todo el comunismo, han seducido a cierto número de intelectuales que han vivido en las democracias occidentales… —Hoy se presenta un problema en lo tocante a la salud intelectual de nuestra sociedad. Desde un punto de vista ético y cultural, no es señal de buena salud el hecho de que la mayor parte de los antiguos adherentes de estos partidos no se hayan sometido a un examen crítico serio. La facilidad con la cual se adaptaron a la sociedad de consumo permite vislumbrar un olvido deliberado. Nuestras sociedades no han ajustado realmente cuentas con el fenómeno totalitario que tuvo sus orígenes en nuestra propia cultura occidental. Sin esta catarsis, nuestro inconsciente espiritual será perturbado por un vago sentido de culpa, y eso no es señal de buena salud, tanto más cuanto que el espíritu totalitario puede resurgir en formas nuevas. Precisamente por este motivo, el anuncio de la misericordia divina se impone con urgencia. Esta respuesta al misterio de iniquidad es la única verdadera y adecuada, y es una respuesta de fe. —¿Dónde encontrar inspiración, a su juicio, para las opciones pastorales?
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—En la gracia de Dios, en la energía del Evangelio. Es muy importante la relación entre la gracia y la naturaleza, en su distinción y en su simbiosis. La gracia presupone, permea, sostiene a la naturaleza. La sana en cuanto herida por el pecado. El Papa Francisco ha hablado varias veces sobre la tentación del pelagianismo, es decir, la tentación de asegurarse por sí mismo la propia salvación en virtud de las fuerzas de la naturaleza humana. Esta herejía puede volver a presentarse con distintas formas. Desconoce la necesidad de la gracia. La gratia sanans designa un aspecto esencial de la acción de la gracia en nuestra naturaleza que, sin corromperse, es herida por el pecado y necesita ser sanada y corregida. Donde la luz y la energía del Evangelio han forjado la cultura, se ha restituido a la naturaleza su rectitud en proporción con la intensidad de este influjo; pero la lógica de la secularización lleva, por el contrario, a su alejamiento y a su divorcio. Maritain, ya en 1938, constataba el surgimiento de una “inversión evangélica de los valores”. Muchos hombres de buena voluntad consideraban desde hacía un tiempo que la cuestión práctica más importante era que las cosas humanas debían proteger a las cosas divinas. Eso sigue siendo verdad. Los medios humanos ciertamente contribuyen a la propagación del Evangelio y a la expansión del Reino de Dios. Sin embargo, estoy convencido de que hoy en particular corresponde a las cosas divinas proteger a las cosas humanas y vivificarlas. En vez de atrincherarse detrás de sus obras fortificadas, los cristianos deberían entrar en lo más profundo del mundo, contando con la fuerza de Dios, que es la fuerza del amor y de la verdad. Son las cosas divinas las que salvarán a las cosas humanas. Los medios humanos de defensa de la civilización resultan ser cada vez más inadecuados ante la gravedad de la crisis de la cultura.
UNO PUEDE PREGUNTARSE SI ALGUNOS REPRESENTANTES DE LA AUTORIDAD ECLESIAL NO HAN ACTUADO BAJO EL INFLUJO DE ESA PRIMERA CONCEPCIÓN, COMO SI LO QUE HABRÍA QUE CONSIDERAR EN PRIMER LUGAR FUESE EL APOYO QUE SUPUESTAMENTE LAS ESTRUCTURAS LEGISLATIVAS DE LA SOCIEDAD TEMPORAL DEBEN PROPORCIONAR A LOS CRISTIANOS EN SU FIDELIDAD PROPIAMENTE ECLESIAL.
—Pero pasemos ahora a la crisis del matrimonio. Esta crisis concierne a la Iglesia, pero también a la sociedad… —Al parecer, la gente hoy ya no siente la necesidad del matrimonio, el impulso al compromiso público para toda la vida. Vivir en pareja parece ahora un hecho privado, siempre abierto al posible cambio. Desde el punto de vista cristiano, es preciso formarse una idea correcta sobre la relación que media entre la institución natural y el sacramento. Se trata de la elevación de
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PREOCUPA EL HECHO DE QUE NO SE HAYA EMPRENDIDO NADA REALMENTE INNOVADOR A NIVEL PROPIAMENTE ECLESIAL, PARA PONER EN EJECUCIÓN UNA NUEVA PASTORAL DE PREPARACIÓN PARA EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO QUE RESPONDA A LA GRAVEDAD DE LA CRISIS. LA PRÁCTICA ACTUAL HA LLEGADO A SER INSUFICIENTE Y A MENUDO MÁS BIEN PARECE SER UNA FORMALIDAD Y NO UNA EDUCACIÓN PARA UN COMPROMISO QUE DURE TODA LA VIDA.
una institución natural a la dignidad de sacramento. Esto no implica agregar una modalidad sobrenatural a una realidad que sigue siendo sustancialmente natural; significa, en cambio, que el carácter sacramental confiere a esta realidad, que se presenta por lo tanto como causa material, una forma nueva, una esencia, una identidad nueva. Uno puede preguntarse si algunos representantes de la autoridad eclesial no han actuado bajo el influjo de esa primera concepción, como si lo que habría que considerar en primer lugar fuese el apoyo que supuestamente las estructuras legislativas de la sociedad temporal deben proporcionar a los cristianos en su fidelidad
propiamente eclesial. Lo que más me preocupa es el hecho de que no se haya emprendido nada realmente innovador a nivel propiamente eclesial, para poner en ejecución una nueva pastoral de preparación para el sacramento del matrimonio que responda a la gravedad de la crisis, mientras la práctica actual ha llegado a ser insuficiente y a menudo más bien parece ser una formalidad y no una educación para un compromiso que dure toda la vida. —Tal vez aquí es necesario decir algo sobre el problema de los llamados “divorciados vueltos a casar”, ¿no cree? —Sí, así es. La fórmula “divorciados vueltos a casar”, de naturaleza canónica, no es feliz, en realidad; es demasiado genérica y se aplica a situaciones fundamentalmente diversas. Indica el hecho de que una o más personas divorciadas de un matrimonio sacramental, indisoluble, han contraído un matrimonio civil.
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Este segundo matrimonio no anula ni sustituye al primero, que sigue siendo el único matrimonio y que la Iglesia no tiene poder para disolver. El juicio pastoral no puede desconocer el origen de cada una de estas dos uniones. Es una cuestión de mera equidad.
LA FÓRMULA “DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR”, DE NATURALEZA CANÓNICA, NO ES FELIZ, EN REALIDAD; ES DEMASIADO GENÉRICA Y SE APLICA A SITUACIONES FUNDAMENTALMENTE DIVERSAS. INDICA EL HECHO DE QUE UNA O MÁS PERSONAS DIVORCIADAS DE UN MATRIMONIO SACRAMENTAL, INDISOLUBLE, HAN CONTRAÍDO UN MATRIMONIO CIVIL. (…)
Juan Pablo II (en la imagen), estableció la fiesta litúrgica de la Divina Misericordia el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección.
—La fórmula “divorciados vueltos a casar” abarca situaciones irreductiblemente diversas… —Sí. Por ejemplo, una persona abandonada por su propio cónyuge, conserva la custodia de los hijos; su tarea es ardua y encuentra una compañía que le proporciona ayuda y seguridad con la cual contrae un matrimonio civil. O una persona está casada, con hijos ya adolescentes, y la otra persona, comprometida en actividades parroquiales, encuentra a alguien
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más joven y brillante, se deja llevar por la pasión, abandona su propia familia, se divorcia, contrae un matrimonio civil y forma una nueva familia con la cual se inserta en una vida parroquial… Son casos diferentes. En el segundo hay un “escándalo”; en el primero, en cambio, se percibe el peso de la soledad, la dificultad para seguir adelante, la debilidad, y además una necesidad de compañía. Pero en general, para toda situación, la justicia exige que se consideren algunos factores importantes. ESENCIALES SON LOS DERECHOS DE LOS HIJOS NACIDOS EN EL MATRIMONIO INICIAL Y LEGÍTIMO. ELLOS SON VÍCTIMAS DEL DIVORCIO DE LOS PADRES Y SUFREN POR ESO TODA LA VIDA. ES EXTRAÑO QUE ESTE ASPECTO HAYA LLAMADO TAN POCO LA ATENCIÓN DEL SÍNODO DEL AÑO 2014, AL MENOS EN LA MEDIDA EN QUE HAN HABLADO AL RESPECTO LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN.
—Cuáles son? —Ante todo el deber en relación con el primer cónyuge abandonado, que a menudo sigue siendo fiel a su compromiso sacramental. Tiene derechos que deben respetarse. En general, el juez civil fija el pago de un monto. La experiencia revela que a menudo este derecho no es respetado o lo es de manera muy imperfecta. Igualmente esenciales son los derechos de los hijos nacidos en el matrimonio inicial y legítimo. Ellos son víctimas del divorcio de los padres y sufren por eso toda la vida. Es extraño que este aspecto haya llamado tan poco la atención del Sínodo del año 2014, al menos en la medida en que han hablado al respecto los medios masivos de comunicación. Además de las verdaderas heridas por las cuales padecen, no es raro que estos hijos deban experimentar privaciones que generan una desigualdad económica y educativa en comparación con sus hermanastros y hermanastras, nacidos de la nueva unión de su padre o de su madre. En todo caso, sería un error metodológico considerar las uniones reconstituidas, que producen cierta estabilidad y nuevas obligaciones en relación con los hijos nacidos de la nueva unión, únicamente como un dato de hecho, sin tener en cuenta la historia anterior, la cual implica a menudo injusticias y carencias, que han hecho descuidar una cantidad de obligaciones que deben cumplirse. Existe el peligro de confundir las exigencias de la justicia evangélica con una especie de honorabilidad eclesiástica de orígenes demasiado humanos. —Estamos por lo tanto ante un problema de método. Las clasificaciones genéricas sacrifican un buen número de aspectos concretos, si bien estos son determinantes para formular un juicio equitativo.
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—La de Santo Tomás es una moral de la prudencia, que aplica de manera existencial el juicio correcto al dinamismo afectivo orientado por esa moral. Todo juicio de prudencia es único, por una parte porque toda acción es individual, y por otra porque es único el sujeto que realiza esa acción. Yo estoy comprometido personalmente en mis opciones, son mías. Una acción individual no es la repetición de una acción similar que yo haya realizado en otro momento o que otro haya llevado a cabo. El juicio de prudencia debe tener en cuenta las circunstancias del acto por realizarse. Y en esta consideración objetiva no hay señal alguna de relativismo ni de “moral de la situación”. El juicio prudencial compromete a la persona en su unicidad, es un juicio objetivo en el sentido que se refiere a normas objetivas. Subrayar la subjetividad del acto moral no significa en modo alguno ceder al subjetivismo. Así, en el debate reciente sobre el posible acercamiento a la Eucaristía de los “divorciados vueltos a casar”, una generalización simplificadora, que puso entre paréntesis la diversidad de las situaciones, obstaculizó conclusiones sabias y ponderadas. —¿De quién podría provenir un juicio de prudencia? —Creo que la solución de algunos problemas debería provenir del juicio prudencial del obispo. Lo digo no exento de vacilación y dudas, dada la división de los obispos. Este juicio mío se aplica ante todo a ciertas situaciones con una probabilidad importante de nulidad del primer matrimonio, pero para la cual es difícil proporcionar pruebas canónicas.
EN EL DEBATE RECIENTE SOBRE EL POSIBLE ACERCAMIENTO A LA EUCARISTÍA DE LOS “DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR”, UNA GENERALIZACIÓN SIMPLIFICADORA, QUE PUSO ENTRE PARÉNTESIS LA DIVERSIDAD DE LAS SITUACIONES, OBSTACULIZÓ CONCLUSIONES SABIAS Y PONDERADAS.
—Volvamos a la conciencia: decíamos que sus juicios tienen relación con las circunstancias… —Los juicios presididos por la conciencia no son en su totalidad homogéneos en cuanto a su generalidad y a su fuerza vinculante. La Iglesia, mater et magistra, recibe algunos de ellos de Dios mismo; su misión consiste en transmitirlos e interpretarlos fielmente. En cambio, otros juicios y otras directivas son promulgados por la Iglesia misma. Los juicios de este tipo suponen de parte de la Iglesia el discernimiento de las circunstancias, que varían de acuerdo con los tiempos y lugares. Algunas directivas se dirigen a todo el pueblo de Dios y otras a determinadas comunidades. En este ámbito, la uniformidad no es siempre la
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solución más feliz. En virtud de su misión pastoral, la Iglesia debe mantenerse siempre atenta a los cambios históricos y a la evolución de las mentalidades, ciertamente no para someterse a todo esto, sino para superar los obstáculos que puedan oponerse a dar acogida a sus consejos y a sus directivas. —El objetivo es un juicio equitativo. Hablaba de esto en una conversación con su cofrade, el Padre dominico Jean Miguel Garrigues, al cual entrevisté para nuestra revista… EN VIRTUD DE SU MISIÓN PASTORAL, LA IGLESIA DEBE MANTENERSE SIEMPRE ATENTA A LOS CAMBIOS HISTÓRICOS Y A LA EVOLUCIÓN DE LAS MENTALIDADES, CIERTAMENTE NO PARA SOMETERSE A TODO ESTO, SINO PARA SUPERAR LOS OBSTÁCULOS QUE PUEDAN OPONERSE A DAR ACOGIDA A SUS CONSEJOS Y A SUS DIRECTIVAS.
—En el tratado sobre la justicia, Santo Tomás explica cuál es la función eminente de la equidad, que corresponde a la epieikeia de Aristóteles. Él explica cuál es su razón de ser: las leyes emanadas del legislador son por su naturaleza generales; su objeto son los actos humanos, de carácter individual y contingente, y es imposible que abarquen la infinidad de los casos posibles. Puede ocurrir por consiguiente que la observancia de la ley se encuentre en contradicción con la justicia y el bien común, que constituyen el fin de esta ley. En ese caso, el bien consiste en dejar de lado la letra de la ley para obedecer las exigencias de la justicia. Este aspecto del juicio moral no es desatendido, sabiendo que la epieikeia no se aplica a la ley divina, sino únicamente a las leyes humanas. —Esto me parece muy importante, al igual que la gradualidad, que indica el camino de la persona que procede paso a paso. Y a veces el camino puede ser accidentado… —Ciertamente. Si existen actos buenos o malos en sí mismos, siempre deben tomarse en consideración dos dimensiones esenciales de la vida moral. La primera es la ley del “crecimiento”. En virtud de la gracia del bautismo, todos están llamados a la santidad. La vida cristiana se basa en un impulso que la transforma en un camino, un ascenso hacia la perfección, en vista de la cual debe vencer obstáculos y tentaciones y arrepentirse de las posibles caídas. Para definir este avance, el Sínodo sobre la familia de 1980 empleó la expresión “ley de gradualidad”. San Juan Pablo II la retomó en Familiaris consortio. Obviamente, no hay que confundir la “ley de la gradualidad” con la “gradualidad de la ley”. Aquí por “gradualidad” se entiende aquella que es propia del avance del sujeto hacia la perfección.
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—¿Y la segunda dimensión? —Es una dimensión que a menudo no se considera: la doctrina de la conexión de las virtudes, cuya alma es la caridad y cuya guía es la prudencia. En el plano de la pastoral y de la dirección espiritual, no se puede erradicar una virtud en particular de esta trama. Es preciso respetar las coordenadas esenciales de la vida espiritual de las personas. En el rigorismo hay una brutalidad inherente, contraria a la delicadeza con la cual Dios guía a cada persona. —Ya, el rigorismo es una brutalidad. Me parece que el Año de la Misericordia puede servir también para ahuyentar esta brutalidad… —Indudablemente, el Año de la Misericordia iluminará las tareas del Sínodo del año 2015 y determinará su estilo. Ciertas personas han quedado escandalizadas con la Iglesia, hombres y mujeres que, a raíz de un juicio negativo emitido en forma impersonal y carente de alma, se sintieron alejados, rechazados en forma grave. Aquí es grande la responsabilidad de los confesores. Siempre y como sea, independientemente del juicio que se exprese, este debe presentarse y explicarse en un lenguaje que permita comprender claramente la solicitud materna de la Iglesia. El Papa Francisco insiste en la belleza y la alegría de la vida cristiana que la Iglesia debe presentar. A través de la voz de sus pastores, la Iglesia siempre debe dar a entender que es guiada por las exigencias de la misericordia divina.
Entrevista realizada por ANTONIO SPARARO, S.J. Director de La Civiltá Cattolica
INDUDABLEMENTE, EL AÑO DE LA MISERICORDIA ILUMINARÁ LAS TAREAS DEL SÍNODO DEL AÑO 2015 Y DETERMINARÁ SU ESTILO. AQUÍ ES GRANDE LA RESPONSABILIDAD DE LOS CONFESORES. SIEMPRE Y COMO SEA, INDEPENDIENTEMENTE DEL JUICIO QUE SE EXPRESE, ÉSTE [EL CONFESOR] DEBE PRESENTARSE Y EXPLICARSE EN UN LENGUAJE QUE PERMITA COMPRENDER CLARAMENTE LA SOLICITUD MATERNA DE LA IGLESIA.
La presente entrevista fue publicada en el número 3963-3964 de La Civiltá Cattolica
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CĂşpula Baptisterio de San Juan, Florencia (s. XIII).
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El Primado de Dios en la Liturgia del Vaticano II POR JAVIER BARROS, PBRO.
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uando los padres del Concilio Vaticano II se proponen afrontar los enormes desafíos que plantea la modernidad, no dudan en este punto: lo que tienen que hacer es reformar y fomentar la liturgia. Así lo expresan en el gran proemio de la constitución sobre la liturgia, que sería en la práctica el preámbulo de todos los documentos del Concilio: Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia. Por eso cree que le corresponde de un modo particular proveer a la reforma y al fomento de la Liturgia (Sacrosanctum concilium, 1).
Es evidente que entre esos obispos existía la certeza de la potencialidad de la liturgia para enfrentar todos esos inmensos desafíos. Pero, ¿en qué se fundamentaba esa certeza? La pregunta no es trivial si pensamos lo que significaba la liturgia para la mayoría de los cristianos de esos años. En efecto, con el paso del tiempo la liturgia se había convertido para muchos fieles en ritualidad incomprensible; y para muchos ministros había llegado a reducirse en obsecuencia ciega ante la hegemonía de un «rubricismo» inerte. Por eso no era raro que durante su celebración, los fieles ocuparan su tiempo echando mano a sus devociones predilectas1. La situación de la práctica litúrgica llegó a ser tan asfixiante que un teólogo tan ponderado como Romano Guardini, en cierta ocasión confesaba: «la falta de sentido de esta celebración era
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UNA PRIMERA CONSECUENCIA DE ESE PRINCIPIO ES QUE LA ACCIÓN RITUAL NO NOS PERTENECE. ES DE DIOS. LOS RITOS NO SON ARTEFACTOS, NI EXPRESIÓN PEDAGÓGICA DE NUESTRAS IDEAS PRECONCEBIDAS. SON MANIFESTACIONES DE DIOS. ÉL TIENE EL PROTAGONISMO, PORQUE DE ÉL LA HEMOS RECIBIDO Y A ÉL LE PERTENECE.
1 Fuertes corrientes culturales influyeron también para horadar la auténtica fisonomía de la liturgia. Contra la exaltación de la razón propia de la Ilustración, apareció con fuerza en el s. XIX la religiosidad sentimental, la piedad romántica. Y con el influjo persistente del jansenismo, esta además se volvió intimista, con no poca aversión a todo lo externo. Cf. K. F. Pecklers, Atlas histórico de la liturgia (Madrid 2013), 146-153.
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«Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia. Por eso cree que le corresponde de un modo particular proveer a la reforma y al fomento de la Liturgia». (Sacrosanctum concilium, 1)
EL MINISTRO TAMBIÉN TIENE ALGUIEN ANTE QUIEN ESTÁ COMO HIJO Y SERVIDOR, TAMBIÉN COMO MIEMBRO DE UNA COMUNIDAD, TENSIONADO COMO ELLA Y COMO MIEMBRO DE ELLA POR LA ESPERA ARDIENTE DEL QUE HA DE VENIR
insoportable y pude evitar un daño interior solo en la medida en que intenté ser insensible ante semejante sinsentido»2. Los padres conciliares percibían —aquí la premisa fundamental de este artículo— que detrás del velo de esa «insoportable irracionalidad» se encontraba un tesoro de enorme valor. ¿Cuál era el tesoro escondido de la liturgia? ¿Cuál era esa perla preciosa que el tiempo se había encargado de ocultar hasta hacerla casi irrelevante en la vida de los fieles? A ello dedico la primera parte de este texto. En la segunda pretendo invitar a los lectores a verificar si acaso ese descubrimiento se pone de manifiesto en los textos conciliares y en la reforma litúrgica llevada adelante por el Papa Pablo VI y los pontífices que le sucedieron. Y en tercer lugar, pretendo identificar algunos principios del ars celebrandi que emergen de las definiciones del Concilio y de la reforma, y que tienen un inestimable valor.
La celebración del Misterio
2 Guardini se refiere a una ocasión en la que contrajo la obligación de celebrar en una parroquia en Maguncia, donde debía celebrar la misa con el Santísimo expuesto mientras los fieles rezaban el rosario. Cf. R. Guardini, Apuntes para una autobiografía (Madrid 1992), 140.
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Lo que los padres del Concilio entreveían —gracias a más de sesenta años de intenso estudio por parte de los actores del denominado movimiento litúrgico— era que la liturgia era mucho más de lo que se suponía; y que develar aquello iba a constituir un beneficio formidable para la Iglesia y para el mundo. El movimiento litúrgico había logrado descubrir que tras la pátina de formalismo, del rubricismo o incluso del clericalismo con la que se revestía la celebración cristiana,
se escondía lo que Odo Casel llamaría el «misterio del culto cristiano». Si seguimos, aunque sea someramente, el itinerario que recorriera el sabio benedictino alemán, podremos valorar mejor el gigantesco paso que nos lleva hasta el Concilio. En efecto, Casel descubre que los antiguos, cuando hablan de «misterios», no se referían a doctrinas teológicas, a verdades reveladas o nociones del dogma, sino a la «celebración litúrgica de las realidades salvíficas cristianas, la sagrada acción mistérica, por tanto una realidad muy concreta, visible, tangible y audible, consistente no solo en objetos concretos, sino también en una acción que se desarrolla ante los ojos de los espectadores y en la que ellos mismos toman parte activamente»3. El Misterio celebrado era un hecho, un acontecimiento, «la historia de la salvación en acto» presencializada por medio del rito. Por eso san Ambrosio (+397) exclamaba: «Oh Cristo, te hallo y te siento vivo en tus misterios» (Ambrosio, Apologia prophetae David, 58). Y León Magno (+461) dejaba escrito en uno de sus sermones: «Todo lo que fue visible en nuestro Redentor ha pasado a los sacramentos» (León Magno, Sermo 74,2). Casel había redescubierto la contemporaneidad del Misterio —en cuanto acontecimiento— en las celebraciones cristianas. En sus propias palabras: «acción sagrada y cultual en la que se actualiza, por medio de un rito, el hecho de la salvación. La comunidad que realiza el culto bajo estos ritos, se hace partícipe de la acción salvadora, alcanzando por ella su salvación»4. El impacto de entender la liturgia de la Iglesia como la misma «obra de la redención» —así se expresaba en la antigua oración del sacramentario veronense, quizá la más bella y audaz de todo el misal romano y que más tarde Pablo VI emplearía en defensa del carácter sagrado y sacrificial de la eucaristía— permitía a Casel y a todos los que lo siguieron abandonar la reductiva idea de los sacramentos como meros «canales de gracia» y acercarse al hecho litúrgico con la misma fascinación con la que Pedro y Juan, la mujer samaritana y el ciego del camino se acercaron en su día al Señor. De un modo misterioso, quedaba saldada por mediación de la anámnesis la distancia que mediaba entre nosotros y la Pascua histórica del Señor. Porque cuando entramos en la liturgia, cuando ella nos envuelve y nos dejamos encontrar por el Misterio, ya es contemporáneamente para nosotros Phase Domini; ya está delante de nuestros ojos «el único acontecimiento que no pasa» (Cf. CEC 1085), aquel
LA CONSIDERACIÓN DE LAS ORACIONES SECRETAS NOS LLEVA A ATENDER AL HECHO DEL SILENCIO EN EL CONTEXTO DE LA CELEBRACIÓN. LA PRIMACÍA DEL MISTERIO TAMBIÉN SE EXPRESA, POR PARADOJAL QUE PUEDA PARECER, EN EL SILENCIO. LA ESTRUCTURA DIALÓGICA DE LA LITURGIA REQUIERE DEL SILENCIO: SIN ESTE NO HAY ESCUCHA. ES CONDICIÓN SINE QUA NON PARA EL ENCUENTRO CON EL MISTERIO DE DIOS.
3 Citado por B. Neunheuser, Misterio, en: NTL (Madrid 1987), 1327. 4 O. C asel , El Misterio del culto cristiano (San Sebastián 1953), 136-137.
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EL LIBRO DEL APOCALIPSIS, QUE ES LA DESCRIPCIÓN DE LA LITURGIA CELESTE A LA CUAL NOS INTEGRAMOS EN NUESTRA CELEBRACIÓN TERRESTRE, NOS HABLA DE UN SILENCIO QUE SE HIZO EN EL CIELO Y QUE DURÓ COMO MEDIA HORA; SILENCIO VERDADERO, LLENO DE LA PRESENCIA DIVINA CUANDO EL CORDERO ABRIÓ EL SÉPTIMO SELLO (CF. AP 8,1). SOBRE EL SILENCIO, LOS LIBROS LITÚRGICOS INSISTEN MÁS AHORA QUE ANTES.
5 G. E. L essing, Escritos filosóficos y teológicos (Barcelona 1990), 483–484.
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que el tiempo no es capaz de disolver y que encontramos ante nuestros propios ojos cuando nos constituimos en pueblo de Dios, en asamblea santa, en pueblo sacerdotal llamado por el Señor a introducirnos en el Misterio. Casel no podía dejar de decir: «al fin llegó la hora de volver al Misterio». El aporte de Casel era simplemente extraordinario. Venía a responder a una nostalgia profundamente humana. Doscientos años antes de Casel, el poeta y pensador ilustrado alemán Gotthold Ephraim Lessing expresaba un drama personal. A partir de un texto de Orígenes, que hablaba de los milagros del Señor, reconocía que de haber él presenciado aquello, hubiera llegado a tener en ese hombre extraordinario una confianza tal que con gusto habría doblegado su propia inteligencia a la suya. Pero hoy día —escribía— ya no se dan milagros. Todo ha quedado reducido a testimonios que nos ha dejado la historia. El drama del poeta era la separación de siglos con el evento «Cristo». Y afirmaba: «Ese, ese es el repugnante gran foso con el que no puedo, por más que intenté bien en serio saltármelo. Si alguien puede echarme una mano, hágalo; se lo ruego, se lo suplico. Dios se lo pagará»5. Pues bien, ¿no es a esto precisamente a lo que viene a responder la bella originalidad del misterio celebrado en la liturgia? ¿No es esto justamente lo que la liturgia, entendida al modo de Casel, ha querido devolverle al mundo, nostálgico de esa presencia contemporánea de Cristo y de su obra redentora? Eso era precisamente lo que los actores del movimiento litúrgico quisieron devolverle al mundo. Con el Concilio llegó esa hora de volver al Misterio.
El Misterio en los documentos del Concilio y en los libros litúrgicos «Volver al Misterio». ¿Era eso también lo que pretendía la Iglesia? ¿Es eso lo que los textos del Concilio nos ponen de manifiesto? Pretendo afirmar aquí que la perla preciosa que los padres conciliares querían dar a conocer de la forma más clara y nítida posible era justamente esta: es el mismísimo Misterio de Dios y su obra redentora lo que con toda la humilde belleza y el noble esplendor de los signos y de los gestos se hace presente en la liturgia de la Iglesia. Todo el intento del Concilio al hablar, por ejemplo, de «participación plena, consciente y activa» no pretendía darle un lugar
«El impacto de entender la liturgia de la Iglesia como la misma “obra de la redención” —así se expresaba en la antigua oración del sacramentario veronense, quizá la más bella y audaz de todo el misal romano y que más tarde Pablo VI emplearía en defensa del carácter sagrado y sacrificial de la eucaristía— permitía a Odo Casel y a todos los que lo siguieron abandonar la reductiva idea de los sacramentos como meros “canales de gracia” y acercarse al hecho litúrgico con la misma fascinación con la que Pedro y Juan, la mujer samaritana y el ciego del camino se acercaron en su día al Señor».
al protagonismo de la asamblea celebrante, sino provocar que los fieles —y no solo el ministro sagrado— pudieran alcanzar a tener una experiencia viva de formar parte de ese Misterio. El intento por establecer en la celebración —siguiendo el principio de inteligibilidad— el uso de la lengua vernácula tampoco pretendía meramente valorar el lenguaje de cada pueblo, sino que el Misterio de fe que se celebraba pudiera comprenderse mejor. La intención de abrir los tesoros de la Sagrada Escritura y ponerlos en el Leccionario, la reestructuración del ciclo del año en torno a la Pascua del Señor sobre la memoria de los santos, la «noble sencillez» de los objetos litúrgicos… etc. Todo se entiende en la medida que queden articulados en torno al centro vivo de la celebración: es Cristo el que está presente con su acción redentora en el hoy de la celebración. Todo se explica por la primacía de Dios en la vida de la Iglesia y en la celebración de sus misterios. La convicción según la cual Cristo es el centro de la celebración está insistentemente marcada en la constitución conciliar. A mi juicio, el concepto de liturgia que se ha plasmado en ella es de tal envergadura, de tan enorme pretensión, que en la perspectiva de los cincuenta años que han pasado desde la promulgación de la constitución Sacrosanctum concilium hasta nuestro tiempo parece difícil encontrar afirmación más relevante sobre el talante de la liturgia que aquella que dice: «Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la
HABRÍA QUE EVITAR QUE LA CLARA FISONOMÍA DE LA LITURGIA, QUE ES LA PERSONA DE CRISTO —POR LO TANTO ES LA FISONOMÍA DE UNA PERSONA, DE UN ROSTRO—, NO SE VEA SUSTITUIDA POR UNA FISONOMÍA «TEMÁTICA». EN UN INTENTO POR VITALIZAR LAS CELEBRACIONES, A VECES SE HA CONTEMPLADO LA POSIBILIDAD DE ASIGNARLE ALGUNOS MOTIVOS «ADICIONALES» PARA CELEBRAR.
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acción litúrgica» (SC 7)6. Y unida a esa, esta otra que en el texto la precede: «por medio de la liturgia se ejerce la obra de nuestra redención» (SC 2). No se trata solo de la presencia de Cristo en la eucaristía, sino que, en modalidades variadas, en toda acción litúrgica de la Iglesia, en las que encontramos también el acontecimiento redentor7. No solo su efecto, sino su presencia y acontecimiento. No solo Christus passus, sino la misma passio Christi. Recordemos el texto:
6 El párrafo estaba inspirado y seguía muy de cerca a la encíclica de Pío XII Mediator Dei (cf. AAS 39 [1947], 528). Constituye una novedad la afirmación de la presencia de Cristo en la Palabra. Pero más importante todavía es la consideración histórico salvífica del hecho litúrgico. Este es la prolongación del acontecimiento por medio del cual Dios reconcilia a los hombres. 7 J. M. Bernal , “La presencia de Cristo en la liturgia” en: Notitiae 216-217 (1984), 471: “Cuando Casel habla de la «obra redentora» no se refiere exclusivamente a la Pasión y muerte de Cristo. […] La «obra redentora» abarca y contiene la totalidad de la vida de Cristo, desde la encarnación hasta su glorificación a la derecha del Padre. Se confunde con el Misterio Pascual. Según Filthaut, la diferencia con la doctrina de santo Tomás estaría en que el Aquinate «como testigo de la Tradición, enseña todavía la presencia de los actos salvadores de Cristo en los Sacramentos; pero como teólogo sostiene ya la simple presencia de la gracia con un recuerdo puramente simbólico de la obra de la salvación» (citado por J. M Bernal, ibídem). 8 Pirké Aboth, III,8. Citado por L. Bouyer, El rito y el hombre (Barcelona 1967), 162.
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Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro, «ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz», sea sobre todo bajo las especies eucarísticas. Está presente con su fuerza en los Sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla. Está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió: «Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos» (Mt., 18,20). Realmente, en esta obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima Esposa la Iglesia, que invoca a su Señor y por Él tributa culto al Padre Eterno” (SC 7).
Es importante indicar que cuando los padres del Concilio dicen una y otra vez que Cristo «está presente» en el sacrificio de la Misa; que «está presente» con su fuerza en los Sacramentos; que «está presente» en su palabra; que «está presente» cuando la Iglesia suplica y canta salmos, no están haciendo uso de una simple figura retórica. Ese reiterado «está presente» manifiesta una convicción incontenible, y conviene advertir cuál es su entidad. Ella se percibe cuando la ponemos en paralelo con la promesa de Cristo a los apóstoles: «Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos» (Mt 28,20), sobre la cual se asienta toda la verdad litúrgica. O con esta otra: «Cuando dos o más se reúnan en mi nombre yo estaré en medio de ellos» (Mt 18,20), que se relaciona con aquel dicho hebreo: «Cuando diez judíos se reúnan para escuchar la Torah, la Schekinah está entre ellos8. Ese «estar con» supone que Dios ha querido redimir al
Monasterio de San Juan en Patmos, Grecia. Tapiz bordado (s. XVIII).
hombre estableciendo con él una relación personal, tratando a cada ser humano como un amigo (cf. Dei verbum, 2) en una relación comunional de alianza indisoluble. La insistencia del «está presente» pone de manifiesto la certeza de que la liturgia está dominada por esta presencia relacional entre quien sale a nuestro encuentro y quienes quieren dejarse encontrar por Él9. La convicción de esa presencia determina la misma definición de la liturgia. En el mismo número se lee: Con razón, pues, se considera la Liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre,
9 Cf. J. Galot, “La cristologia nella «Sacrosanctum concilium»”, en: Notitiae 202 (1983), 305-319.
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y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia.
HENRY JENNY DENUNCIABA CON LUCIDEZ ESTA PREOCUPACIÓN, Y FORMULABA ESTA PREGUNTA: ¿ES LA MISA UNA EXPOSICIÓN DE «TEMAS»? Y SE RESPONDÍA: «QUERER, BAJO PRETEXTO DE APERTURA AL MUNDO O DE UNA EVANGELIZACIÓN MÁS EFICAZ, CELEBRAR POR MEDIO DE LA EUCARISTÍA LOS “EVENTOS DE LA VIDA HUMANA” ES FINALMENTE TOMAR UNA RUTA EQUIVOCADA». (…)
10 L. Bouyer, Le Mystère Pascal (Paris 1945), 9. 11 Ch. Munier (ed.) Concilia Africae a. 345- a. 525 (Turnhout 1974) CCL, 149: «Ut Nemo in precibus vel Patrem pro Filium pro Patre nominet; et cum altari adsistitur semper ad Patrem dirigatur oratio».
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El cristocentrismo de la afirmación es evidente. Encontramos lo que años antes había dicho con otras palabras un gran teólogo de la liturgia: «todo el culto cristiano no es sino una celebración continua de la Pascua»10. El Catecismo de la Iglesia, fruto postrero del Concilio, también rinde tributo a esta misma certeza sobre la centralidad de Cristo en la celebración. Lo cito según la acertada formulación del compendio del mismo, que cuando se pregunta «¿Qué es la liturgia?», responde (218): La liturgia es la celebración del Misterio de Cristo y en particular de su Misterio Pascual. Mediante el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo, se manifiesta y realiza en ella, a través de signos, la santificación de los hombres; y el Cuerpo Místico de Cristo, esto es la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público que se debe a Dios.
En los libros emanados por especial encargo del Concilio, creo que se verifica con claridad lo que venimos diciendo. Es evidente en el Ordo Missae, que introduce siempre toda la celebración en la persona del Dios trinitario, por expreso deseo de Pablo VI. Lo es también prácticamente en toda la eucología del misal romano: en sus plegarias eucarísticas, todas dirigidas al Padre, por la mediación del Hijo y en la fuerza del Espíritu; y en la eucología menor (1.517 nuevas oraciones introducidas, es decir, más del doble del anterior misal), prácticamente siempre dirigida al Padre —retomando el deseo del antiguo Concilio III de Cartago (397)11— y complementada trinitariamente en la doxología de la oración colecta. Es también así —por indicar solo un ejemplo entre otros— en el Leccionario, que da cuenta del primado de Dios al verter prácticamente toda la Sagrada Escritura en las lecturas de los diversos ciclos, excluyendo —salvo alguna secuencia, o himno de venerable antigüedad— cualquier otra palabra que no sea inspirada. Para qué decir la gestualidad que rodea la procla-
mación del evangelio: La asamblea se pone de pie; el ministro recita la apología: Munda cor Deum inclinado hacia el altar y en voz sumisa; procesión con ciriales hacia el ambón; el evangeliario es portado algo elevado a la vista del pueblo; saludo a la asamblea: «El Señor esté con ustedes»; incensación; los fieles se persignan; las lecturas se leen, el evangelio se proclama; las manos del ministro permanecen juntas; la aclamación de la asamblea es distinta a las precedentes: «Gloria a ti, Señor Jesús»; el ministro besa el evangeliario; tras la proclamación se deja un silencio sagrado; el ministro pronuncia en voz sumisa otra oración mientras besa el libro; en la liturgia papal, ahora también para el obispo —así como la de los griegos de rito bizantino— el pontífice bendice al pueblo con ese mismo libro. Si esto no es expresión de la primacía de Dios en medio de su pueblo que lo adora, no tengo imaginación suficiente para algo más.
La primacía divina en el ars celebrandi Nos queda ahora preguntarnos si acaso esta centralidad del Misterio de Dios, tan evidente en los documentos y en los libros litúrgicos, ha pasado al modo concreto como celebramos. La pregunta es: cuando celebramos, ¿hay actualmente una percepción clara del Misterio por parte de los fieles? Entrar en este terreno supone una mirada lúcida para distinguir la trastienda que puede tener tal o cual elemento introducido en la celebración. En general somos reacios a reconocer que un signo muy simple puede llevar consigo una carga simbólica muy grave. Como ejemplo —y abro aquí una breve digresión— puede resultar útil recordar la antigua controversia sobre la oración de pie o de rodillas en el día sábado12. Hoy nos puede parecer completamente absurda la disputa que sostenía Tertuliano (s. II) contra aquellos cristianos que oraban de pie el día sábado, contrariamente a lo que hacía otro grupo de cristianos, que oraban de pie solo el día domingo. Un lector moderno dirá hoy: «pero ante algo tan simple, ¿por qué no se han puesto de acuerdo?». Por último, dirá otro: «da absolutamente igual, pues Dios escucha tanto al que está de pie como al que está de rodillas, sea día sábado o sea día domingo». Pero ese moderno lector ha perdido la capacidad de leer el simbolismo que hay detrás de un día de la semana o de una postura determinada. Escribe Tertuliano:
(…) RECORDABA HENRY JENNY: «EN TODOS LOS DOCUMENTOS DEL CONCILIO VATICANO II SE ENCUENTRA PROCLAMADA EN PRIMER LUGAR LA IMPORTANCIA HISTÓRICA Y PASTORAL DE LO QUE LOS PADRES LLAMABAN LA ECONOMÍA DE LA SALVACIÓN, ES DECIR, EL ENCADENAMIENTO DE LOS HECHOS QUE SALVARON AL MUNDO. ALLÍ ESTÁ LA PIEDRA ANGULAR DE TODO EL EDIFICIO DE LA IGLESIA».
12 Cf. J. A. Bernal, La pascua en la tradición y en sus fuentes (Barcelona 2012), 66.
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Nosotros, sin embargo, según la tradición que hemos recibido, únicamente el día de la resurrección del Señor debemos abstenernos, no solo de esto (orar de rodillas), sino de todas las preocupaciones que dominan nuestros sentimientos y nuestra actividad, dejando incluso los negocios a fin de no dar lugar al diablo (Tertuliano, De oratione, 23).
LA LITURGIA NO CELEBRA LOS EVENTOS DE LA VIDA HUMANA: NO CELEBRA EL DÍA DE LA MADRE, NI EL DÍA DE LA SOLIDARIDAD, NI EL DÍA DEL TRABAJO, NI EL DÍA DEL NIÑO. LA LITURGIA NO CELEBRA NI LA VIDA NI LOS TEMAS DE LA VIDA, SINO A UNA PERSONA: A CRISTO Y SU PASCUA, DESDE QUIEN —ESO SÍ— TODAS LAS PERSONAS Y LA SOCIEDAD ENTERA CON TODAS SUS CIRCUNSTANCIAS VITALES PUEDEN VERSE REDIMIDAS. (…)
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En este caso estaba en juego la relevancia del domingo como día pascual, en contraposición al sábado, día del descanso judío. Estaba en juego la primacía de Jesús sobre Moisés. No necesito decir que no era un detalle menor. Pues bien, hoy también podemos perder la clarividencia sobre la potencia simbólica que contienen las palabras y los gestos litúrgicos. Pese a ello, no podemos dejar de echar luz sobre algunas modulaciones que va adquiriendo el hecho litúrgico entre nosotros y ante las cuales barruntamos una relación con cierto significado que juzgamos de no poca trascendencia. No nos olvidemos, como aseguraba san Ambrosio, que en las celebraciones de la fe: «las cosas que no se ven son mucho más grandes que las que se ven, porque las que se ven son temporales, y las que no se ven son eternas (Cf. 2 Co 4,18)» (Ambrosio, De sacramentis, 1,10). No deberíamos nunca perder de vista la relación que establece lo visible con lo invisible, porque allí está la dinámica no solo de la liturgia, sino también de la fe, como rezamos con la eucología del misal romano en Navidad: «gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, lleguemos al amor de lo invisible» (Prefacio I de Navidad). Pero cerremos la digresión y volvamos al hilo de nuestro argumento. Intentemos relacionar el principio de la primacía de Dios en el ars celebrandi para que los fieles logren remontarse con facilidad desde la fértil tierra de los símbolos y su potencia evocadora hasta la altura sobrenatural de lo que estos significan. Una primera consecuencia de ese principio es que la acción ritual no nos pertenece. Es de Dios. Los ritos no son artefactos, ni expresión pedagógica de nuestras ideas preconcebidas. Son manifestaciones de Dios. Él tiene el protagonismo, porque de Él la hemos recibido y a Él le pertenece. Lesiona este principio cuando el centro de la celebración lo ocupa otro que no sea el Señor. Llama la atención a veces la multiplicación de venias y reverencias que ministros, acólitos,
lectores, diáconos, realizan ante un presbítero presidente. ¿Se encuentra algo así en la Ordenación General del Misal Romano? Es verdad que el ministro ordenado actúa en la celebración in persona Christi. Pero también Cristo vivía en la historia ante la mirada del Padre, de quien declara que es superior a Él (Jn 14,28), y vive ante la mirada de los discípulos «como el que sirve» (Lc 22,27), hasta inclinarse para lavarles los pies (Jn 13,1-15). A los intentos por restar protagonismo al sacerdote celebrante y hacer de la liturgia un ámbito más fraterno, de relaciones menos asimétricas entre los ministros y el pueblo, en donde el ministro no es dueño, sino servidor de la comunidad, algunos tienden más bien a eliminar aquello que pone de manifiesto las diferencias que puede haber entre quienes celebran. Así, se quita la sede, se eliminan las gradas entre la nave y el presbiterio y se evitan las expresiones del misal que hablan de «lo mío y lo vuestro» y se sustituye por un indiferenciado «nuestro». Pero, si queremos subrayar lo que todos los miembros de una asamblea tienen en común, ¿no debería más bien darse expresión a una gestualidad que indique que el ministro sagrado también está —como todos— delante de Alguien que es más que él, ante quien él se inclina como los demás y se arrodilla como los demás? La controvertida posición conversi ad Dominum, vueltos hacia el Señor, lamentable e injustamente entendida en sentido ideológico como un estar «de espaldas al pueblo», no solo es un dato seguro de la historia de la liturgia13, sino que expresa precisamente eso: el ministro también tiene Alguien ante quien está como hijo y servidor, también como miembro de una comunidad, tensionado como ella y como miembro de ella por la espera ardiente del que ha de venir. Un papel importante lo juegan en ese sentido las oraciones secretas que el misal prescribe para el celebrante principal. Esas oraciones son el testimonio de que el presbítero no solo está delante de la asamblea, sino que está sobre todo en actitud orante ante el Padre eterno, del mismo modo en que Cristo lo estuvo cuando celebrara la última cena (Cf. 1 Co 11,23-27). La consideración de las oraciones secretas nos lleva a atender al hecho del silencio en el contexto de la celebración. La primacía del Misterio también se expresa, por paradojal que pueda parecer, en el silencio. La estructura dialógica de la liturgia requiere del silencio: Sin este no hay escucha. Es condición sine qua non para el encuentro con el Misterio de Dios. Juan Pablo II reflexionaba:
(…) ASÍ SE ENTIENDEN LAS MISAS POR DIVERSAS NECESIDADES, QUE ABORDANDO CIRCUNSTANCIAS HUMANAS CONCRETAS, ÉSTAS SE DEJAN ILUMINAR Y TOCAR POR LA GRACIA DEL ACONTECIMIENTO FUNDAMENTAL: CRISTO Y SU PASCUA.
13 El acucioso estudio de M. Lang, es en ese sentido categórico. Cf. U. M. L ang, Volverse hacia el Señor (Madrid 2007).
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De este silencio tiene necesidad el hombre de hoy, que a menudo no sabe callar por miedo de encontrarse a sí mismo, de descubrirse, de sentir el vacío que se interroga por su significado; el hombre que se aturde en el ruido. Todos, tanto creyentes como no creyentes, necesitan aprender un silencio que permita al Otro hablar, cuando quiera y como quiera, y a nosotros comprender esa palabra14.
A VECES UNA CREATIVIDAD EXUBERANTE POR PARTE DE LA PASTORAL LITÚRGICA PUEDE LLEGAR A LESIONAR EL PRINCIPIO SEGÚN EL CUAL LA LITURGIA ES FUNDAMENTALMENTE UN DON. (…) NO SE PUEDE OLVIDAR QUE LA LITURGIA ES MÁS QUE LA EXPRESIÓN GESTUAL Y SIMBÓLICA DE UN ALGO YA POSEÍDO. EL CRISTIANISMO ES JUSTAMENTE LA NOPOSESIÓN DE ALGUIEN QUE SÍ NOS POSEE A NOSOTROS Y QUE NOS ARRASTRA EN POS DE SÍ.
14 Juan Pablo II, Orientale lumen, 16.
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El silencio antecede el encuentro. Y la liturgia es encuentro. El silencio es el signo que evoca el límite de todos los recursos humanos ante el Misterio que nos sobrepasa. Evita confundir el signo con el significado. Y por representar la máxima actitud de escucha y acogida por parte de Dios, se convierte en testimonio inefable de lo sagrado. El libro del Apocalipsis, que es la descripción de la liturgia celeste a la cual nos integramos en nuestra celebración terrestre, nos habla de un silencio que se hizo en el cielo y que duró como media hora; silencio verdadero, lleno de la Presencia cuando el Cordero abrió el séptimo sello (Cf. Ap 8,1). Sobre el silencio, los libros litúrgicos insisten más ahora que antes. La nueva edición de la Ordenación General del Misal Romano le da mayor énfasis aún: en el acto penitencial, después de la invitación del mismo; después de la invitación a orar de la oración colecta, después de la proclamación de las lecturas, después de la predicación, durante la presentación de ofrendas, durante la plegaria eucarística, antes del Padrenuestro, después de la comunión, etc. En otro plano, habría que evitar que la clara fisonomía de la liturgia, que es la persona de Cristo —por lo tanto es la fisonomía de una persona, de un rostro—, no se vea sustituida por una fisonomía «temática». En un intento por vitalizar las celebraciones, a veces se ha contemplado la posibilidad de asignarle algunos motivos «adicionales» para celebrar. Surge la celebración de «temas». Muchos de ellos brotan de los imperativos morales que se derivan de la fe cristiana, pero que no constituyen el núcleo de la celebración, a saber, el Misterio Pascual. Hace ya muchos años, en el fragor de la implementación de la liturgia postconciliar, un obispo francés, Henry Jenny, denunciaba con lucidez esta preocupación, y formulaba esta pregunta: ¿Es la misa una exposición de «temas»? Y se respondía: «querer, bajo pretexto de apertura al mundo o de una evangelización más eficaz, celebrar por medio de la eucaristía
«Es evidente en el Ordo Missae, que introduce siempre toda la celebración en la persona del Dios trinitario, por expreso deseo de Pablo VI. Lo es también prácticamente en toda la eucología del misal romano: en sus plegarias eucarísticas, todas dirigidas al Padre, por la mediación del Hijo y en la fuerza del Espíritu…» Mosaico al interior del Baptisterio de San Juan, Florencia (s. XIII).
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15 H. J enn y, “La messe est-elle un exposé de «themes»?” en: Notitiae (1971), 266-270. 16 Vale la pena adver tir cómo se las ha titulado en el misal romano. Un primer grupo se denomina «por la Iglesia»: por el Papa, por el obispo, por las vocaciones eclesiásticas, por la evangelización. Otro grupo se denomina «por las necesidades públicas»: por la patria, por los organismos internacionales, por…. Otro grupo se denomina «en diversas circunstancias»: al comienzo del año civil, por la santificación del trabajo humano, por los enfermos. Y un cuarto grupo se denomina «por las diversas necesidades particulares»: por el perdón de los pecados, por la concordia, por la familia, etc. Como se puede ver: misas «por», misas «en», misas «para», preposiciones todas que indican que el núcleo es el Misterio, desde el cual y hacia el cual se vinculan las diversas necesidades particulares de los fieles. 17 Notitiae 11 (1975), 350-352.
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los “eventos de la vida humana” es finalmente tomar una ruta equivocada». Recordaba: «En todos los documentos del Concilio Vaticano II se encuentra proclamada en primer lugar la importancia histórica y pastoral de lo que los padres llamaban la economía de la salvación, es decir, el encadenamiento de los hechos que salvaron al mundo. Allí está la piedra angular de todo el edificio de la Iglesia»15. Por eso la esencia de la liturgia consiste en el anuncio y realización por medio del signo sacramental de ese acontecimiento, que como signo será y es causa de la transformación del mundo y de todo evento humano. La liturgia no celebra los eventos de la vida humana: no celebra el día de la madre, ni el día de la solidaridad, ni el día del trabajo, ni el día del niño. La liturgia no celebra ni la vida ni los temas de la vida, sino a una persona: a Cristo y su Pascua, desde quien —eso sí— todas las personas y la sociedad entera con todas sus circunstancias vitales pueden verse redimidas. Así se entienden las misas por diversas necesidades, que abordando circunstancias humanas concretas, estas se dejan iluminar y tocar por la gracia del acontecimiento fundamental: Cristo y su Pascua16. En este mismo plano podemos recordar que hace años la revista Notitiae se preguntó sobre la licitud de esas misas llamadas «temáticas»17. La respuesta fue negativa. ¿Por qué? Es interesante la respuesta: Porque no se respetaría el curso litúrgico tradicional de la historia de la salvación. De ello resultaría la destrucción del año litúrgico, y a menudo sería una imposición de los propios gustos de algunos (de la comisión diocesana, del obispo, del equipo de liturgia…) a la comunidad (o de la comisión diocesana, etc.). El Concilio en su intento de sana renovación quiso alejarse del inmovilismo y el centralismo romano que había caracterizado los siglos precedentes. La liturgia romana, por lo demás, es la que mejor había integrado el genio cultural de los pueblos que en el devenir de la historia se habían hecho cristianos. ¡Cuántos elementos de nuestro rito romano pertenecen en realidad al genio hispano, celta, franco-germánico, por no señalar los de origen oriental! Los elementos propios de las culturas contemporáneas, tras un cuidado discernimiento regulado por la autoridad de la Iglesia, pueden habitar en el rito romano con toda legitimidad. Sin embargo, a veces una creatividad exuberante por parte de la pastoral litúrgica puede llegar a lesionar el principio según el cual la liturgia es fundamentalmente un
don. Por supuesto que es legítima una preocupación por lograr las expresiones litúrgicas más adecuadas a la configuración cultural de los pueblos o de los ambientes. Pero no se puede olvidar que la liturgia es más que la expresión gestual y simbólica de un algo ya poseído. El cristianismo es justamente la no-posesión de Alguien que sí nos posee a nosotros y que nos arrastra en pos de sí. La forma litúrgica debe introducirnos en la presencia de ese Alguien que proviene de más allá de la historia y de la cultura. Creo que mientras más queremos que las celebraciones expresen nuestra propia cultura, conmueven menos y llegan a ser menos significativas —religiosamente hablando— para el hombre contemporáneo, siempre deseoso de Misterio. No es difícil dar con el porqué: pues estas son mucho de lo que somos y muy poco de lo que no somos, de lo que no tenemos. La liturgia no puede nunca dejar de ser el grito con el cual iniciamos cada día la oración vespertina: «Dios mío, ven en mi auxilio». Se pide que venga, porque es precisamente de lo que carecemos. La precariedad es lo que posibilita la plegaria. Eso es esencialmente el inicio de la percepción de lo sagrado, y lo que permite finalmente que uno pueda salir de uno mismo, recorrer su éxodo y retornar al paraíso del cual todo hombre —en cuanto es un ser religioso— siente una nostalgia abrasadora. Lo esencial es si la liturgia en concreto puede dar cuenta de lo que debe ser su identidad más profunda: el ser hogar fontal —y por lo tanto, anterior a nosotros— en el que se desborda el misterio de amor que nos sorprende por su imprevisto, por su originalidad, por su ser «de otro mundo en este mundo»18. Sin el Misterio la Iglesia no sabe nada de sí misma y no tiene nada verdaderamente original que mostrarle al mundo, nada de lo que hace verdaderamente bella la historia humana. Después de cincuenta años —entre tantos desafíos que ocupan a la Iglesia— ninguno es más acuciante que este: que el mundo pueda dejarse asombrar por la Presencia que le habita, la persona de Dios y su obra incesantemente viva entre nosotros. Es demasiado decisivo lo que está en juego. La reforma ha intentado hacer significativo para el hombre moderno esa realidad. El éxito dependerá de la fidelidad que esta generación tenga a los mismos principios que animaron a los grandes promotores del movimiento litúrgico y que quedaron plasmados en el Concilio.
LA FORMA LITÚRGICA DEBE INTRODUCIRNOS EN LA PRESENCIA DE ESE ALGUIEN QUE PROVIENE DE MÁS ALLÁ DE LA HISTORIA Y DE LA CULTURA. CREO QUE MIENTRAS MÁS QUEREMOS QUE LAS CELEBRACIONES EXPRESEN NUESTRA PROPIA CULTURA, CONMUEVEN MENOS Y LLEGAN A SER MENOS SIGNIFICATIVAS —RELIGIOSAMENTE HABLANDO— PARA EL HOMBRE CONTEMPORÁNEO, SIEMPRE DESEOSO DE MISTERIO.
18 No debiera temerse, en ese sentido, a la repetición de formas rituales, pues en eso consiste precisamente un rito. La solución no es cambiar el rito, sino acompañarlo con la palabra mistagógica de la Iglesia. La sobria predictibilidad del hecho litúrgico lejos de hundirnos en la rutina nos permite reconocer esa objetividad que supera la subjetividad individualista de un equipo o de una comunidad. Los ritos no son artefactos. Si hay algo que la experiencia primordial del hombre pone de manifiesto es que el hombre elementalmente religioso no quiere manipular el rito, sino introducirse en él.
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“Juan y Pedro frente al Concilio”, Jean Guitton, 1964.
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Rosmini y la reforma de la Iglesia POR FULVIO DE GIORGI
L
a relación entre Antonio Rosmini y el Concilio ecuménico Vaticano II puede analizarse desde múltiples puntos de vista: en algunos de estos (por ejemplo, el teológico-pastoral) tal vez es posible utilizar oportunamente la categoría de “precursor” (o de “profeta”). En cambio, en el plano puramente histórico (que es aquel en el cual me sitúo), el uso de semejante categoría parece ser problemático y —en último análisis— de dudosa legitimidad. Concentrándose entonces en el tema de la “reforma de la Iglesia”, será más oportuno preguntarse, por una parte, si la visión reformadora rosminiana fue de alguna manera una “fuente” del Concilio, y por otra, si en el enfoque renovador y reformador del Concilio Vaticano II se reflejaron los desarrollos de la “cuestión rosminiana”. De este segundo aspecto ya me he ocupado, y remitiendo para los detalles al correspondiente trabajo1, observo únicamente que la renovación del Concilio Vaticano II fue decisiva para resolver definitivamente esa “cuestión” y eliminar toda sombra de duda sobre la ortodoxia de Rosmini: desde los estudios de Giacomo Martina sobre la condena de las Cinco Llagas y la reedición postconciliar de la pequeña obra de Rosmini, de la cual se encargó Clemente Riva (y para los tipos de la Editorial Morcelliana)2, hasta llegar a la cita de Rosmini en la encíclica Fides et ratio de Juan Pablo II, a las declaraciones rehabilitadoras por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y por último a la beatificación del roveretano. Cabe señalar que en la etapa postconciliar las posiciones más o menos hostiles a la reforma promovida por el Concilio Vaticano II fueron también hostiles a la rehabilitación de Rosmini: no por azar se llegó a registrar un sólido y biunívoco vínculo entre fidelidad conciliar y atenta simpatía por las reflexiones rosminianas.
HUMANITAS Nº 80 pp. 90 - 105
1 FULVIO DE GIORGI, La questione rosminiana nella storia della cultura cattolica, en BARTOLO GARIGLIO —MARTA MARGOTTI— PIER GIORGIO ZUNINO (a cargo), Le due società. Scritti in onore di Francesco Traniello, Bolonia, 2009, pp. 229-252. 2 Más en general sobre esta “pequeña obra”, ver MASSIMO MARCOCCHI – FULVIO DE GIORGI (a cargo), Il ‘gran disegno’ di Rosmini. Origine, fortuna e profezia delle “Cinque Piaghe della Santa Chiesa”, Milán, 1999; PAOLO MARANGON, Il Risorgimento della Chiesa. Genesi e ricezzione delle «Cinque Piaghe» di A. Rosmini, Roma, 2000.
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EL ROSMINIANISMO ESPIRITUAL ESTUVO PRESENTE EN RONCALLI, EL PAPA QUE CONVOCÓ EL CONCILIO, PERO TAMBIÉN EN MONTINI, QUIEN FUERA EN PRIMER LUGAR PADRE CONCILIAR AUTORIZADO Y LUEGO EL PAPA QUE CONDUJO EL CONCILIO A SU REALIZACIÓN.
3 FULVIO DE GIORGI, La scienza del cuore. Spiritualità e cultura religiosa in Antonio Rosmini, Bolonia, 1995. 4 FULVIO DE GIORGI, Le prospettive della catechesi nell’Italia della prima metà del Novecento e l’opera di Albino Luciani, en GIOVANNI MARIA VIAN (a cargo), Albino Luciani dal Veneto al mondo, Roma, 2010, pp. 257-295. 5 FULVIO DE GIORGI, La figura e l’opera di Padre Giulio Bevilacqua, en LUCA GHISLERI – RENATO PAPETTI (a cargo), Giulio Bevilacqua a quarant’anni dalla morte (19652005), Brescia, 2006, pp. 28-49.
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Más complejo parece ser en cambio el primer aspecto: ¿de qué manera y en qué puntos fue la visión reformadora rosminiana una “fuente” inspiradora de la reforma conciliar? Ciertamente, ningún documento conciliar cita a Rosmini, pero una apresurada y neta respuesta negativa sería no solo superficial y banalizadora, sino sobre todo esencialmente errónea. En el plano metodológico, es preciso considerar que en los períodos preconciliar y del Concilio Rosmini era todavía un autor sospechoso y prohibido, por lo cual no siempre era citado, ni siquiera por quienes en él se inspiraban. Seguramente hubo, en cambio, cierta presencia del rosminianismo en algunos Padres conciliares —importantes— y en algunos de sus “expertos”. Lo más influyente en particular no era el planteamiento filosófico rosminiano, en torno al cual siempre gravitaba el prejuicio de su presunta heterodoxia filo-idealista, y tampoco su teología (poco conocida entonces), ni el Nuevo Ensayo ni la Teosofía. Era más bien la espiritualidad rosminiana lo que tenía cierta influencia no menor; pero precisamente en ella se expresaba de mejor manera el impulso hacia la “reforma católica”. Así, eran más conocidas las Máximas de perfección cristiana (y las demás pequeñas obras espirituales) y las Cinco Llagas, junto con —según algunos— la Antropología Sobrenatural y las obras de filosofía política y filosofía del derecho (que definían el “personalismo” rosminiano). En todo caso, es preciso advertir que en la espiritualidad rosminiana obviamente subyace la teología (pero también la filosofía) de Rosmini, en cuya perspectiva cada aspecto “sintetiza” con los demás. Un reconocimiento capilar de la influencia rosminiana en los Padres conciliares no es posible en esta instancia. Simplemente recuerdo que el rosminianismo espiritual estuvo presente en Roncalli, el Papa que convocó el Concilio, pero también en Montini, quien fuera en primer lugar Padre conciliar autorizado y luego el Papa que condujo el Concilio a su realización (y siguió su posterior ejecución)3. También conocía el rosminianismo Albino Luciani (Padre conciliar y luego sucesor de Pablo VI)4. Con todo, Rosmini estaba muy presente además en Dossetti (y también por su mediación, en Lercaro y en Bettazzi). Y se puede reconocer una veta rosminiana en el Padre Bevilacqua5, quien llegó a ser cardenal y siguió la reforma litúrgica. Además de los italianos, el rosminianismo probablemente
dejó cierta huella en alemanes influenciados por Romano Guardini o por teólogos más jóvenes como Von Balthasar, los cuales, si bien no lo citaban a menudo, apreciaban a Rosmini. Pero —en el plano metodológico— es preciso señalar sobre todo un enfoque fundamental sin el cual no sería posible una verdadera y adecuada comprensión histórica de la cuestión, es decir, se trata de insertar ciertos aspectos en los procesos históricos más amplios que los incluyen. Quiero decir que con la reforma del Concilio Vaticano II se venía abajo esa hegemonía del paradigma intransigente y antimoderno predominante en la edad “plana” de la historia de la Iglesia, esa edad que se extiende desde la Revolución francesa hasta la segunda posguerra y vio cómo de once papas siete tomaron el nombre Pío: desde Pío VI (1775-1799) hasta Pío XII (1939-1958). Precisamente en ese período, el “gran temor” generado por los excesos revolucionarios hizo triunfar una “teoría del complot” (según la cual la Revolución se entendía sustancialmente como obra de un secreto complot masónico) y condujo a una pastoral de intransigente condena en bloque de la modernidad, de fortificada posición cerrada, de cruzada y choque contra la civilización moderna, hija de la Reforma protestante, del Iluminismo y de la Revolución francesa misma. De aquí una eclesiología de la Iglesia-ejército, un mito medievalista (que incluía el neotomismo como filosofía única de los católicos), una visión autoritaria y confesional contraria a los regímenes constitucionales, a las libertades civiles, a la laicidad del Estado. Con respecto a este paradigma intransigente y antimoderno, también hubo —pero con carácter minoritario y en diversos grados marginado— un paradigma opuesto de conciliación y diálogo con la modernidad, que veía con simpatía un reformismo —en sentido constitucional, liberal, laico— de las Instituciones civiles y pedía a la Iglesia autorreformarse para lograr hacerse comprender por los hombres y las mujeres de la era contemporánea, para poder anunciarles el Evangelio. De este segundo paradigma, Rosmini fue ciertamente una de las voces principales, por amplitud de visión y profundidad de pensamiento: una voz por lo demás siempre sumamente fiel a la Iglesia. Cuando, por consiguiente, con el Concilio nos percatamos de que era preciso “abatir los bastiones” y reabrir el diálogo crítico con la modernidad, precisamente entonces el paradigma
EN LA ETAPA POSTCONCILIAR LAS POSICIONES MÁS O MENOS HOSTILES A LA REFORMA PROMOVIDA POR EL CONCILIO VATICANO II FUERON TAMBIÉN HOSTILES A LA REHABILITACIÓN DE ROSMINI.
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ERA MÁS BIEN LA ESPIRITUALIDAD ROSMINIANA LO QUE TENÍA CIERTA INFLUENCIA NO MENOR; PERO PRECISAMENTE EN ELLA SE EXPRESABA DE MEJOR MANERA EL IMPULSO HACIA LA “REFORMA CATÓLICA”.
«La renovación del Concilio Vaticano II fue decisiva para resolver definitivamente esa “cuestión” y eliminar toda sombra de duda sobre la ortodoxia de Antonio Rosmini. Hasta llegar a la cita de Rosmini en la Encíclica Fides et Ratio de Juan Pablo II, a las declaraciones rehabilitadoras por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y por último a la beatificación del roveretano».
intransigente decayó, y como consecuencia obvia pudo finalmente emerger el paradigma de la conciliación. Son estos procesos históricos más amplios —aquí citados sintéticamente y por lo tanto de manera necesariamente esquemática— los que explican la relación histórica profunda entre el reformismo rosminiano y el reformismo del Concilio Vaticano II.
Una espiritualidad de reforma católica El nudo decisivo para comprender el “hilo rojo” que une a Rosmini con el Vaticano es, como se ha dicho, la espiritualidad, más precisamente una espiritualidad que puede definirse como de “reforma católica”, por cuanto aspira a una autorreforma de la Iglesia, reforma interna y desde adentro, con la participación armónica tanto de la Iglesia docente como de la Iglesia discente (para emplear categorías de esa época). Los nombres principales de esta línea espiritual, que floreció en Italia en el siglo XIX, son los del sacerdote Antonio Rosmini y del laico Alessandro Manzoni, amigo y “alumno” suyo (pero junto a
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ellos se encuentran los laicos D’Azeglio, Pellico, Tommaseo y Capponi, y los presbíteros Gioberti, Lambruschini y Aporti). Por otra parte, Rosmini conoció a muchos fundadores de nuevas congregaciones religiosas italianas de la época o tuvo contactos con ellos o fue ciertamente apreciado por los mismos: desde la Canossa a Bertoni, desde Passi a los Cavanis, desde Pavoni a Bosco, desde Ludovico da Casoria a Biraghi, entre otros. Tuvo además relaciones estrechas con los camaldulenses, así como con los franciscanos, los barnabitas, los escolapios y los teatinos. Esta línea italiana de espiritualidad, en medio de muchas dificultades bien conocidas y de modo minoritario, siguió con vida influyendo de distintas formas en figuras como Fogazzaro y Bonomelli, Mazzolari y Bevilacqua, Roncalli y Montini, como ya se señaló. Llega así al Concilio Vaticano II, del cual más bien constituye, por consiguiente, no tanto un antecedente o una premisa, sino una raíz espiritual6. Las obras fundamentales de esta espiritualidad son Los novios, a la cual se pueden agregar los Himnos Sagrados y también las Observaciones sobre la Moral Católica de Manzoni, pero sobre todo, de Rosmini, Las cinco llagas de la Santa Iglesia y sus demás obras ascéticas y de antropología sobrenatural. Por otra parte, esta espiritualidad se interpretaba debidamente como heredera de una larga tradición de espiritualidad italiana, es decir, como se ha dicho, la tradición de la “reforma católica”, que estaba animada por una tentativa de purificación evangélica y de pureza moral de la Iglesia, y que por lo tanto cultivaba ideales de reforma de los males o de las llagas de la Iglesia. Dicha reforma por lo demás no tiene relación con los dogmas, sino con las actitudes morales, las opciones de vida y los estilos pastorales. Era una tradición que encontraba sus antecedentes en la reforma gregoriana y sobre todo en Pier Damiani, tal vez también en Gioacchino da Fiore, pero de manera más elevada y completa en Francisco de Asís y en el franciscanismo, y por consiguiente también en Jacopone da Todi, así como en Dante Alighieri y más tarde en Catalina de Siena y en la corriente dominica que llegaba hasta Savonarola. Proseguía en los exponentes de la “Reforma católica” propiamente dicha de los siglos XV y XVI, especialmente en los camaldulenses Quirini y Giustiniani y en su Libellus ad Leonem, y en el cardenal Contarini, pero también en Carlos Borromeo, en Felipe Neri y en la tradición filipina. Continuaba también
EL ROSMINIANISMO PROBABLEMENTE DEJÓ CIERTA HUELLA EN ALEMANES INFLUENCIADOS POR ROMANO GUARDINI O POR TEÓLOGOS MÁS JÓVENES COMO VON BALTHASAR, LOS CUALES, SI BIEN NO LO CITABAN A MENUDO, APRECIABAN A ROSMINI.
6 En época aún más reciente, es posible detectar un influjo en cierta medida incisivo de esa escuela también en Dossetti y en Turoldo, en Balducci y en Italo Mancini.
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7 FULVIO DE GIORGI, Predicatori apostolici cappuccini tra XVII e XVIII secolo e le “Cinque Piaghe” di Antonio Rosmini, en ACCADEMIA ROVERETANA DEGLI AGIATI (a cargo), L’opera e il tempo di Antonio Rosmini, Brescia, 1999, pp. 87-123. 8 FULVIO DE GIORGI, Istanze di Riforma della Chiesa durante il pontificato di Pio VII, en “PIO VII papa benedittino nel Bicentenário della sua elezione”. Actas del Congreso histórico internacional (Cesena – Venecia, 15-19 de septiembre de 2000), Cesena, 2003, pp. 521-559; FULVIO DE GIORGI, Rosmini e gli Zelanti romani, en “Rosmini e Roma”. Simposio internacional de estúdios filosóficos e históricos en honor de Antonio Rosmini (Roma, 26-29 de noviembre de 1998), Stresa – Roma, 2000, pp. 99-171. 9 FULVIO DE GIORGI, La spiritualità dell’Oratorio nell’Ottocento, en FR ANCO BOLGIANI – GIAN FRANCO GAUNA – ANTONIO GOBBO – GIUSEPPE GOI (a cargo), Oratorio e laboratorio. L’intuizione di San Filippo Neri e la figura di Sebastiano Valfré, Bolonia, 2008, pp. 105-181. 10 FULVIO DE GIORGI, Rosmini e il suo tempo. L’educazione dell’uomo moderno tra riforma della filosofia e rinnovamento della Chiesa (1797-1833), Brescia, 2003; FULVIO DE GIORGI, Il problema della riforma del Clero e l’origine delle “Cinque Piaghe”, en MARCOCCHI – DE GIORGI (a cargo), Il ‘gran disegno’ di Rosmini, pp. 55-93. 11 FULVIO DE GIORGI, Rosmini e i rosminiani. Gli ordini religiosi e l’educazione tra riforma ecclesiale e rivoluzione nazionale, en ROBERTO SANI (a cargo), Chiesa, educazione e società nella Lombardia del primo Ottocento, Milán, 1996, pp. 329-358.
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con los protagonistas de la llamada “reforma tridentina”, como el filipino Mariano Sozzini y el capuchino Buenaventura da Recanati7, con los cardenales “liturgistas” Bona y Tomasi, hasta llegar, en el siglo XVIII, a Muratori, a Benedicto XIV, a los Augustinenses ortodoxos (Noris, Bellelli, Berti) y por último, de manera singular, a Alfonso de Ligorio. Se puede vincular con esta tradición también la exigencia espiritual íntima que animaba al “zelantismo” romano o al menos la parte del mismo más inclinada a la reforma espiritual (por ejemplo, en el período de la “reforma tridentina” o también entre el siglo XVIII y comienzos del XIX: pienso en el Piano di Riforma umiliato a Pio VII, de Giuseppe Antonio Sala, posteriormente cardenal8). Y luego seguramente la entonación “oratoriana” del siglo XIX, que incluye a Newman, pero también a Rosmini mismo9. Ciertamente, con los auspicios de esta espiritualidad, se obtendría una regeneración civil, pero como efecto indirecto de la reforma de la Iglesia, llevada a cabo principalmente mediante la reforma del clero, madurando a su vez mediante la reforma de sus modos de educación10. Dicha reforma combinaba por lo tanto una recuperación de la simplicidad y de la pureza evangélica con el diálogo, crítico (es decir, en forma precisamente moderna), pero siempre abierto y simpatético, con la modernidad: ad intra, significaba una valorización de la dimensión sinodal y conciliar de la Iglesia11; ad extra, tanto una visión respetuosamente atenta a las demás religiones monoteístas12 como, en el plano de la sociedad civil, una perspectiva de la libertad religiosa y de la “laicidad” de las instituciones13. Una vibración típica de este reformismo rosminiano tiene relación con la conocida cuestión de la nómina de obispos. Rosmini vinculaba en gran medida esa “indiferencia religiosa” (o secularización descristianizadora), propia de muchos católicos de la sociedad moderna, con los procedimientos de selección de los candidatos al episcopado: “¿Y se pronunciarán invectivas contra la indiferencia pública en materia de religión? ¿Cuando se llega a exigir al pueblo o se lo educa de tal manera que esté dispuesto a recibir como Obispo suyo a cualquier personaje incógnito y extraño con el cual no tiene comunidad alguna de afectos ni vínculos por beneficios recibidos, y cuyas sagradas obras jamás ha visto ni escuchado sobre ellas, o ha visto o escuchado sobre obras muy poco edificantes?”14. De esto proviene la sugerencia de un replan-
teamiento crítico complejo para evaluar las mejores formas de restaurar la antigua práctica eclesial de la elección de los obispos por el clero y el pueblo: Ciertamente, no siendo el gobierno instituido por Jesucristo en su Iglesia de dominio terrenal, sino un servicio en favor de los hombres, un ministerio de salvación para las almas, no está regido por el arbitrio de una autoridad dura (…). De ahí ese dulce principio del régimen eclesiástico, que en todo se manifestaba en los primeros siglos de la Iglesia, y especialmente en la elección de los principales pastores, a saber: “EL CLERO JUEZ, EL PUEBLO CONSEJERO”. (…) Así, los deseos de los pueblos designaban a los Obispos y a los Sacerdotes, y era sumamente razonable que quienes debían abandonar sus propias almas (y cuando digo las almas, digo todo cuanto puedo decir hablando de pueblos en los cuales está viva la fe) en manos de otro hombre supiesen de qué hombre se trataba y confiasen en él, en su santidad y en su prudencia15
Los dos sentidos rosminianos de la reforma El lema “Reforma” constituía en el ámbito católico una expresión de la connotación negativa (dado el evidente recuerdo del protestantismo y de Lutero) de toda la edad plana y hasta el Concilio: no se empleaba por lo tanto a menudo ni con serenidad, sino rara vez y con circunspección, casi a disgusto. Se trataba, todavía en la etapa preconciliar, de distinguir entre verdadera y falsa reforma de la Iglesia (y en cierto modo el tema fue retomado en las conocidas puntualizaciones de Benedicto XVI sobre la correcta hermenéutica del Concilio). Por otra parte, el Concilio Vaticano II habría presentado la imagen de una Ecclesia semper reformanda. Aquí —me parece— se abre el espacio para una reflexión específica: creo que los dos sentidos en que Rosmini entendía la reforma eclesial son también los dos sentidos presentes al interior mismo del magisterio del Concilio Vaticano II. El primer sentido (presente también en Newman) es de la reforma como progreso, como crecimiento: la Iglesia es un organismo vivo que crece en peregrinación hacia el Reino. De ese modo se inserta un sentido histórico en la autocomprensión de la Iglesia: ya sea porque la jerarquía,
12 En cuanto al judaísmo, es preciso considerar el tema del “primitivo cisma con Israel”. Rosmini, retomando el figurismo de Duguet (y probablemente consciente de las polémicas entre jansenistas y antijansenistas sobre el “retorno de los judíos”), desarrollaba una perspectiva filohebraica casi única en el panorama católico italiano —y no solo italiano— de su época: es suficiente recordar puramente las posiciones antisemitas del jesuita Bresciani. Rosmini, que fue compañero de universidad y amigo del judío Uzielli, planteaba —en el plano de la reflexión jurídica— premisas que luego desarrollarían, en torno a 1848, intelectuales cercanos a él, para pedir la emancipación de los judíos. Sobre todo en la Historia del amor, él atribuía a Israel un rol positivo —y no solo negativo— con respecto a la Iglesia. Así, hablaba de Israel como “la madre de la Iglesia” en momentánea disidencia con la hija, disidencia que se superaría al final de los tiempos. En cuanto a la atenta consideración de la religión islámica, ver FULVIO DE GIORGI, Rosmini e l’Islam, en MICHELE DOSSI – MICHELE NICOLETTI (a cargo), Antonio Rosmini tra modernità e universalità, Brescia, 2007, pp. 23-78. 13 FULVIO DE GIORGI, Laicità europea. Percorsi storici, categorie, ambiti, Brescia, 2007; FULVIO DE GIORGI, Rosmini oggi: attualità del suo modello di laicità delle istituzioni, en “Rivista Rosminiana di filosofia e di cultura”, 99 (2005), pp. 431-437. 14 ANTONIO ROSMINI, Delle Cinque Piaghe della Santa Chiesa (1848), ALFEO VALLE a cargo, Roma, 1981, p. 96. 15 ROSMINI, Delle Cinque Piaghe, pp. 94-95.
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EL “GRAN TEMOR” GENERADO POR LOS EXCESOS REVOLUCIONARIOS HIZO TRIUNFAR UNA “TEORÍA DEL COMPLOT” (SEGÚN LA CUAL LA REVOLUCIÓN SE ENTENDÍA SUBSTANCIALMENTE COMO OBRA DE UN SECRETO COMPLOT MASÓNICO) Y CONDUJO A UNA PASTORAL DE INTRANSIGENTE CONDENA EN BLOQUE DE LA MODERNIDAD (…)
16 ROSMINI, Delle Cinque Piaghe, p. 74. 17 Escribía Rosmini: “El momento en el cual comienza a operar la fuerza que preside la organización puede llamarse la época de marcha; el momento en el cual la organización ha terminado puede llamarse la época de estación” (ROSMINI, Delle Cinque Piaghe, p. 73). 18 ROSMINI, Delle Cinque Piaghe, p. 72.
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si lo desea, puede introducir modificaciones, ya sea porque lo que inicialmente estaba bien, puede ya no estarlo, no porque fuese equivocado, sino sencillamente porque el organismo creció (y la “vestimenta” anterior es estrecha y pequeña, ya no es adecuada). Rosmini hablaba de “progreso de la Iglesia”16, con una especial “sociología religiosa” propia, que distinguía entre “épocas de marcha” y “épocas de estación”17. Independientemente del valor heurístico y del carácter científico de dichas categorías, ciertamente, con la expresión “época de marcha”, el roveretano indicaba un desarrollo, un crecimiento, un progreso de la Iglesia: “uno de esos períodos nuevos, que pueden llamarse de movimiento, en los cuales ella se eleva, por así decir, de su estación y comienza una marcha, períodos en que desarrolla por sí misma una actividad nueva, anteriormente oculta en su seno por falta de ocasión de manifestarse”18. Este sentido está presente en el magisterio del Concilio. La constitución Lumen gentium, recordando que la Iglesia no es sino el “germen y el principio” del Reino, afirma que “paulatinamente va creciendo, anhela el Reino consumado, y con todas sus fuerzas espera y ansía unirse con su Rey en la gloria” (n. 5). La constitución Sacrosanctum concilium habla de un “progreso legítimo” (n. 23). La constitución Gaudium et spes observa que “la estructura social visible” de la Iglesia se adapta “con mayor acierto a nuestros tiempos” (n. 44): “De igual manera comprende la Iglesia cuánto le queda por madurar, por su experiencia de siglos, en la relación que debe mantener con el mundo” (n. 43). Y la constitución Dei verbum aclara debidamente estos aspectos hablando de la Tradición: Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón (ver Lucas 2, 19 y 51), ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios (n. 8).
(...) Y DE CHOQUE CONTRA LA CIVILIZACIÓN MODERNA, HIJA DE LA REFORMA PROTESTANTE, DEL ILUMINISMO Y DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA MISMA. DE AQUÍ UNA ECLESIOLOGÍA DE LA IGLESIA-EJÉRCITO, UN MITO MEDIEVALISTA (QUE INCLUÍA EL NEOTOMISMO COMO FILOSOFÍA ÚNICA DE LOS CATÓLICOS), UNA VISIÓN AUTORITARIA Y CONFESIONAL CONTRARIA A LOS REGÍMENES CONSTITUCIONALES, A LAS LIBERTADES CIVILES, A LA LAICIDAD DEL ESTADO.
«Este sentido está presente en el magisterio del Concilio. La constitución Lumen gentium, recordando que la Iglesia no es sino el “germen y el principio” del Reino, afirma que “paulatinamente va creciendo, anhela el Reino consumado, y con todas sus fuerzas espera y ansía unirse con su Rey en la gloria”» (n. 5). “Teoría de vescovi” por Lello Scorzelli (1964).
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«Naturalmente, el lado “humano” de la Iglesia, en el cual se enquistan las infidelidades, los males y las “llagas”, incluye en el interior de la misma una resistencia a la renovación y a la autopurificación. Rosmini consideraba impropio el llamado a la “prudencia” manifestado por estas resistencias. “La Iglesia en los tiempos del Concilio”. Acuarela de Jean Guitton, (1965).
Un segundo sentido es el de la reforma como purificación y renovación para sanar las “llagas”, es decir, los males que en el presente afligen a la Iglesia. Es precisamente el sentido de la “reforma católica” que Rosmini señalaba: Se me presentaban a la vista los ejemplos de tantos hombres santos que en cada siglo florecieron en la Iglesia, los cuales, sin ser Obispos, como un San Jerónimo, un San Bernardo, una Santa Catalina y otros, hablaron no obstante con admirable libertad y sinceridad de los males que afligían a la Iglesia en sus tiempos y de la necesidad y la manera de restaurarla. No es que yo me comparase, ni siquiera en grado mínimo, con esos grandes; pero pensé que su ejemplo demostraba no ser en sí reprobable investigar y llamar la atención de los Superiores de la Iglesia sobre lo que atormenta y fatiga a la Esposa de Jesucristo. (…) Me venía a la mente, entre otras cosas, esa insigne Congregación de Cardenales, Obispos y Religiosos a quienes Pablo III encargó bajo juramento, en el año 1538, buscar y mani-
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festar libremente a Su Santidad todos los abusos y desviaciones del camino recto introducidos en la corte romana misma. No podían darse personas más respetables que aquellas que la constituían, puesto que la integraban cuatro de los más insignes Cardenales, a saber Contarini, Caraffa, Sadoleto y Polo19.
También está presente este sentido en el magisterio del Concilio. La constitución Lumen gentium afirma que la Iglesia no cesa “bajo la acción del Espíritu Santo, de renovarse hasta que por la cruz llegue a aquella luz que no conoce ocaso” (n. 9). Y aclara que en la tierra la Iglesia, siendo “imperfecta” y “peregrina”, lleva “la imagen de este siglo que pasa” (n. 48). Así, la Iglesia “exhorta a sus hijos a la purificación y renovación, a fin de que la señal de Cristo resplandezca con más claridad sobre la faz de la Iglesia” (n. 15). Agrega la constitución Gaudium et spes: “Aunque la Iglesia, por la virtud del Espíritu Santo, se ha mantenido como esposa fiel de su Señor y nunca ha cesado de ser signo de salvación en el mundo, sabe, sin embargo, muy bien que no siempre, a lo largo de su prolongada historia, fueron todos sus miembros, clérigos o laicos, fieles al espíritu de Dios” (n. 43). Así, el decreto Unitatis redintegratio observa: Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad hasta el punto de que si algunas cosas fueron menos cuidadosamente observadas, bien por circunstancias especiales, bien por costumbres, o por disciplina eclesiástica, o también por formas de exponer la doctrina —que debe cuidadosamente distinguirse del mismo depósito de la fe—, se restauren en el tiempo oportuno recta y debidamente (n. 6).
UNA ESPIRITUALIDAD [LA DE ROSMINI] QUE PUEDE DEFINIRSE COMO DE “REFORMA CATÓLICA” POR CUANTO ASPIRA A UNA AUTORREFORMA DE LA IGLESIA, REFORMA INTERNA Y DESDE ADENTRO, CON LA PARTICIPACIÓN ARMÓNICA TANTO DE LA IGLESIA DOCENTE COMO DE LA IGLESIA DISCENTE.
Por tanto, todos los católicos deben tender a la perfección cristiana y esforzarse cada uno según su condición para que la Iglesia, portadora de la humildad y de la pasión de Jesús en su cuerpo, se purifique y se renueve de día en día, hasta que Cristo se la presente a sí mismo gloriosa, sin mancha ni arruga (n. 4).
Naturalmente, el lado “humano” de la Iglesia, en el cual se enquistan las infidelidades, los males y las “llagas”, incluye en el interior de la misma una resistencia a la renovación y a la autopurificación. Rosmini consideraba impropio el llamado a
19 ROSMINI, Delle Cinque Piaghe, pp. 15-18.
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la “prudencia” manifestado por estas resistencias. Y advertía cómo semejante prudencia era absolutamente mundana (mientras la prudencia evangélicamente entendida podía a veces parecer, en el plano humano, una imprudencia). Escribía:
EL PRIMER SENTIDO (PRESENTE TAMBIÉN EN NEWMAN) ES DE LA REFORMA COMO PROGRESO, COMO CRECIMIENTO: LA IGLESIA ES UN ORGANISMO VIVO QUE CRECE EN PEREGRINACIÓN HACIA EL REINO.
20 ROSMINI, Delle Cinque Piaghe, pp. 173-174.
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Todo está bien, a juicio de los prudentes de este siglo. A juicio de otros aún más prudentes, es necesario que los católicos no tengan la temeridad de hablar: conviene observar perfecto silencio para no provocar inquietudes y rumores desagradables, y todo cuanto puede generar turbación no es sino imprudencia y temeridad. Esa clase de prudencia es el arma más terrible que socava a la Iglesia: ellos la socavan sordamente, y quienes denuncian su debilitamiento, quienes revelan la traición, son los turbulentos, son los perturbadores de la sociedad. Entretanto, la Iglesia gime, y con mucha razón puede decir las palabras del Profeta, “que en su paz, su amargura llegó a ser sumamente amarga”. Por consiguiente, si una voz, interrumpiendo el silencio mortal, se alza para hablar de los medios de salud que le quedan a la Iglesia, observad de dónde viene: surge de algún sencillo fiel20.
También en el Concilio Vaticano II se advierte la conciencia implícita de semejantes posibles resistencias. Y por este motivo la Constitución Gaudium et spes recurre a afirmaciones netas y radicales: “Dejando a un lado el juicio de la historia sobre estas deficiencias, debemos, sin embargo, tener conciencia de ellas y combatirlas con máxima energía para que no dañen a la difusión del Evangelio” (n. 43). Estos dos sentidos fundamentales de la Reforma reflejan algunas imágenes eclesiológicas: el Cuerpo de Cristo que crece en la historia; la Esposa de Cristo que debe quitarse manchas y arrugas para ser más bella para su Esposo que viene; pero hay una imagen que retoma ambas: la de la Iglesia crucificada, es decir, la Iglesia que sigue a su Señor en el despojo de la muerte en la Cruz, en la Kenosi, en la consiguiente pobreza. La imagen rosminiana de las cinco llagas de la Iglesia, sobreponiéndose a la imagen de Cristo en la Cruz y de sus cinco llagas, representa ante todo y sobre todo precisamente esto: una Iglesia crucificada. Y pobre. Y el Concilio, en uno de los puntos “apicales” de su magisterio, afirma en el n. 8 de la constitución Lumen gentium:
«Estos dos sentidos fundamentales de la Reforma reflejan algunas imágenes eclesiológicas: el Cuerpo de Cristo que crece en la historia; la Esposa de Cristo que debe quitarse manchas y arrugas para ser más bella para su Esposo que viene; pero hay una imagen que retoma ambas: la de la Iglesia crucificada, es decir, la Iglesia que sigue a su Señor en el despojo de la muerte en la Cruz, en la Kenosi, en la consiguiente pobreza. La imagen rosminiana de las cinco llagas de la Iglesia representa ante todo esto: una Iglesia crucificada». “Crucifijo”, William Congdon (1960).
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UN SEGUNDO SENTIDO ES EL DE LA REFORMA COMO PURIFICACIÓN Y RENOVACIÓN PARA SANAR LAS “LLAGAS”, ES DECIR, LOS MALES QUE EN EL PRESENTE AFLIGEN A LA IGLESIA. ES PRECISAMENTE EL SENTIDO DE LA “REFORMA CATÓLICA” QUE ROSMINI SEÑALABA.
«Como Cristo realizó la obra de la redención en pobreza y persecución, de igual modo la Iglesia está destinada a recorrer el mismo camino a fin de comunicar los frutos de la salvación a los hombres. Cristo Jesús, «existiendo en la forma de Dios..., se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo» (Flp 2,6-7), y por nosotros «se hizo pobre, siendo rico» (2 Co 8,9); así también la Iglesia, aunque necesite de medios humanos para cumplir su misión, no fue instituida para buscar la gloria terrena, sino para proclamar la humildad y la abnegación, también con su propio ejemplo. Cristo fue enviado por el Padre a «evangelizar a los pobres y levantar a los oprimidos» (Lc 4,18), «para buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,10); así también la Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo. Pues mientras Cristo, «santo, inocente, inmaculado» (Hb 7,26), no conoció el pecado (2 Co 5,21), sino que vino únicamente a expiar los pecados del pueblo (cf. Hb 2,17), la Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación».
Aquí me parece posible una conclusión con referencia a un aspecto de la reforma conciliar recientemente retomado por el Papa Bergoglio (pero también presente en algunos aspectos del magisterio del Papa Ratzinger): lo relativo a la Iglesia pobre y de los pobres. En el fondo, dicho aspecto es de carácter interno en la eclesiología de la Iglesia crucificada. Rosmini presentaba muchos indicadores de reflexión específica al reflexionar sobre la quinta llaga (la servidumbre de los bienes eclesiásticos). Se daba cuenta de que tocaba un punto doloroso y difícil, pero también urgente y necesario. Observaba: «Tal vez en ciertas naciones se habría salvado al Catolicismo de su naufragio liberándolo a tiempo de las riquezas mal empleadas, que lo ponían en peligro, tal como se aligera una nave en medio de una tempestad furiosa, arrojándose al mar hasta las cosas más preciosas y apreciadas para así salvar la embarcación con las vidas de los navegantes. (…) ¿Pero en qué parte encontraremos un Clero inmensamente rico que tenga el valor de volverse pobre? ¿O que simplemente no tenga
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empañada la luz del intelecto y pueda ver que ha llegado la hora en que empobrecer a la Iglesia es salvarla?»21
¿Y entonces, en realidad, no eran tal vez ciertas acciones seculares que despojaban a la Iglesia de sus riquezas una forma de ayuda del exterior, de sus propios enemigos? Una Reforma forzosa, podríamos decir: una astucia de la Providencia. Y al hilo de la reforma conciliar, es esta una observación, tal vez osada, ciertamente radical, que volvió a discurrir en estos últimos años, a través precisamente de Benedicto XVI: En cierto sentido, la historia viene en ayuda de la Iglesia a través de distintas épocas de secularización que han contribuido en modo esencial a su purificación y reforma interior. En efecto, las secularizaciones —sea que consistan en expropiaciones de bienes de la Iglesia o en supresión de privilegios o cosas similares— han significado siempre una profunda liberación de la Iglesia de formas mundanas: se despoja, por decirlo así, de su riqueza terrena y vuelve a abrazar plenamente su pobreza terrena. (…) Liberada de fardos y privilegios materiales y políticos, la Iglesia puede dedicarse mejor y de manera verdaderamente cristiana al mundo entero; puede verdaderamente estar abierta al mundo. Puede vivir nuevamente con más soltura su llamada al ministerio de la adoración de Dios y al servicio del prójimo. La tarea misionera que va unida a la adoración cristiana, y debería determinar la estructura de la Iglesia, se hace más claramente visible. La Iglesia se abre al mundo no para obtener la adhesión de los hombres a una institución con sus propias pretensiones de poder, sino más bien para hacerles entrar en sí mismos y conducirlos así hacia Aquel del que toda persona puede decir con San Agustín: Él es más íntimo a mí que yo mismo (cf. Conf. 3, 6, 11). Él, que está infinitamente por encima de mí, está de tal manera en mí que es mi verdadera interioridad. Mediante este estilo de apertura al mundo propio de la Iglesia, queda al mismo tiempo diseñada la forma en la que cada cristiano puede realizar esa misma apertura de modo eficaz y adecuado. (…) Una Iglesia aligerada de los elementos mundanos es capaz de comunicar a los hombres —tanto a los que sufren como a quienes los ayudan—, precisamente también en el ámbito social y caritativo, la particular fuerza vital de la fe cristiana22.
NATURALMENTE, EL LADO “HUMANO” DE LA IGLESIA, EN EL CUAL SE ENQUISTAN LAS INFIDELIDADES, LOS MALES Y LAS “LLAGAS”, INCLUYE EN EL INTERIOR DE LA MISMA UNA RESISTENCIA A LA RENOVACIÓN Y A LA AUTOPURIFICACIÓN. ROSMINI CONSIDERABA IMPROPIO EL LLAMADO A LA “PRUDENCIA” MANIFESTADO POR ESTAS RESISTENCIAS
21 ROSMINI, Delle Cinque Piaghe, pp. 90-91. 22 BENEDICTO XVI, Discurso a los católicos comprometidos en la Iglesia y la sociedad (Friburgo de Brisgovia, 25 de septiembre de 2011).
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Entrevista al Cardenal Gerhard Müller, Prefecto de la C ongregación para la Doctrina de la Fe
“Doctrina sin Misericordia sería una ideología sobre Dios” POR JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE
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urante algunos días, en noviembre pasado, estuvo en Chile el Cardenal Gerhard Müller, Prefecto del importante dicasterio que heredó al histórico Santo Oficio, cuyo nombre y estructura actual le fueron dados por el Beato Pablo VI. Su misión es la de asistir al Sumo Pontífice en las más delicadas cuestiones que conciernen al sagrado depósito de la fe católica. El actual prefecto, Cardenal Müller, fue nombrado en ese cargo por Benedicto XVI, quien lo conocía bien, pues como arzobispo de Ratisbona y presidente del “Instituto Papa Benedicto XVI” radicado en aquella arquidiocesis —famosa entre otras razones por su Universidad— era y es el editor de la Opera Omnia del Papa emérito, cuyos 16 sustanciales volúmenes van siendo traducidos a varios idiomas, y al castellano por editorial BAC. En su apretada agenda, cupo al Cardenal visitar a los obispos reunidos en Punta de Tralca, dictar una conferencia en el Aula Magna de la Pontificia Universidad Católica de Chile y en el Campus San Joaquín de la misma, conversar con líderes jóvenes, entre otros varios compromisos. El Cardenal Gerhard Müller conocía a HUMANITAS desde los años finales del pontificado de Benedicto XVI, cuando asumió su cargo de Prefecto, relación que se incrementó a raíz de algún encargo suyo a la revista. La presente visita que realizó al país dio ocasión, a pesar de su intenso movimiento, a un diálogo breve pero, como siempre, muy rico por su esclarecedor contenido.
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HUMANITAS Nº 80 pp. 106 - 109
—En un artículo publicado el 2013 en L´Osservatore Romano, titulado Testimonio a favor de la fuerza de la gracia, V.E. afirmaba que “todo el orden sacramental es obra de la misericordia divina y no puede ser revocado invocando el mismo principio que lo sostiene”. Se correría, agrega, el peligro de banalizar la imagen de Dios. ¿Le parece que esta advertencia —más allá de las disquisiciones mediáticas— ha sido bien zanjada en el ámbito del Sínodo? —En efecto, algunos medios de comunicación han tergiversado mucho los objetivos del último Sínodo sobre la familia. En ningún momento se planteo una revisión de la Doctrina católica acerca de la Gracia o de los Sacramentos. El verdadero objetivo del Sínodo era encontrar la mejor manera de presentar la institución familiar como proyecto original de Dios, basada en el Sacramento del Matrimonio, para toda la humanidad. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. La Palabra Dios es irrevocable. La verdad no cambia. En eso se basa su eficacia. Cuando Dios creó al hombre y a la mujer les reveló su diseño de amor, su proyecto de comunión, reflejo de su propia vida interior. De forma que el hombre y la mujer, en obediencia a Dios y con ayuda indispensable, crecieran y se multiplicaran, y extendieran la raza humana en el tiempo y en el espacio. Ningún proyecto humano puede sustituir el proyecto divino revelado desde los albores de la humanidad y confirmado en el ápice de la Revelación en la persona de Nuestro Señor Jesucristo de una forma clara y diáfana. Y este proyecto es para la felicidad de género humano. Sólo siguiendo este proyecto, esforzándonos por ejecutarlo, o mejor dicho, recibiéndolo en la fe de parte de Dios, es que el ser humano encontrará su plena realización, el equilibrio que desea y busca, la serenidad de vida en este mundo. Esto lo ha reafirmado el Sínodo como era de esperarse. Ciertamente el Sínodo ha llamado la atención acerca de algunos temas que hay que tener presente para hacer que el mensaje evangélico —el mensaje que la Iglesia tiene que transmitir a la humanidad— llegue a sus destinatarios con mayor claridad. Ha puntualizado que hay situaciones trágicas entre los creyentes que hay que atender. Ha recordado que en la Iglesia tenemos que servir a todos, sin excluir a nadie, es más, prefiriendo a los que están en mayor dificultad. Pero todo esto reafirmando la verdad que hemos recibido y que hemos de transmitir íntegramente.
ALGUNOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN HAN TERGIVERSADO LOS OBJETIVOS DEL ÚLTIMO SÍNODO SOBRE LA FAMILIA. EN NINGÚN MOMENTO SE PLANTEÓ UNA REVISIÓN DE LA DOCTRINA CATÓLICA ACERCA DE LA GRACIA O DE LOS SACRAMENTOS. EL VERDADERO OBJETIVO DEL SÍNODO ERA ENCONTRAR LA MEJOR MANERA DE PRESENTAR LA INSTITUCIÓN FAMILIAR COMO PROYECTO ORIGINAL DE DIOS.
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—En 1995, la Congregación para la Doctrina de la Fe reeditó la “Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales”, añadiendo los comentarios del entonces prefecto, Cardenal Joseph Ratzinger y de cinco especialistas. HUMANITAS reprodujo en julio de 2013 dicha publicación. A vista de las múltiples discusiones planteadas en la prensa antes y durante el Sínodo, ¿mantiene este documento toda su vigencia?
LA IGLESIA SERENAMENTE ESTÁ ADVIRTIENDO A LA HUMANIDAD ACERCA DE LOS RIESGOS QUE SE CORREN CUANDO SE VA CONTRA LA NATURALEZA DEL MISMO SER HUMANO. LAS CONFUSIONES INNECESARIAS QUE SE PUEDEN CREAR EN LAS MENTES DE LOS NIÑOS Y JÓVENES ACERCA DE SU ORIENTACIÓN SEXUAL SON PELIGROSÍSIMAS. (…)
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—Ante todo aprovecho para agradecer a HUMANITAS por haber publicado este Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuya temática es, hoy en día, sumamente actual. Este Documento pone de relieve la Doctrina de la Iglesia Católica acerca de la homosexualidad y las pautas para la atención pastoral debida las personas con tendencias homosexuales. Sobre todo se reafirma el respeto que, como toda persona humana, los homosexuales merecen y se rechaza enérgicamente cualquier tipo de injusta marginación, de cualquier tipo, y se invita a todos a desarrollar un sincero espíritu de acogida hacia estas personas, frecuentemente discriminadas e incluso burladas. Por otro lado, la Iglesia es madre que ama a sus hijos e hijas sinceramente y el amor no puede ser separado de la verdad. La verdad es que si bien nadie tiene derecho de juzgar a nadie (pues es competencia exclusiva de Dios que conoce los corazones), y esto incluye a nuestros hermanos y hermanas con tendencias homosexuales, también estamos en el deber, inspirados por el amor, a decir que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, y por ello no llevan a la plena realización del ser humano, antes bien, lo reducen y lo degradan. Quisiera decir que la verdad que se expresa claramente en este Documento no es sólo una verdad que proviene de la Revelación. Es también una verdad racional. Lamentablemente hoy en día el pensamiento débil lleva a algunas personas a hacer sólo una especie de selección caprichosa de lo que quieren ver y así reducen y limitan la realidad, terminando por contradecir las evidencias y creando realidades paralelas falsas. La Iglesia serenamente está advirtiendo a la humanidad acerca de los riesgos que se corren cuando se va contra la naturaleza del mismo ser humano. Las confusiones innecesarias que se pueden crear en las mentes de los niños y jóvenes acerca de su orientación sexual son peligrosísimas. La Iglesia repite a saciedad la importancia esencial de un ambiente familiar bien equilibrado, donde esté presente la dualidad
padre-madre (hombre-mujer) para el desarrollo normal de la persona humana. La esperanza de la Iglesia y de la humanidad sensata es la certeza de que la verdad tarde o temprano brillará. Lamentablemente, mientras tanto, muchas personas inocentes sufrirán mucho por estos experimentos sociales innecesarios. Sufrirán seguramente daños irreparables. —El Santo Padre ha convocado a partir del 8 de diciembre —50° aniversario del cierre del Concilio Vaticano II— la apertura de un año jubilar de la Misericordia. Desde su responsabilidad de celador de la doctrina católica, ¿qué palabras de estímulo quisiera entregar a los pastores, sacerdotes y laicos que leen estas páginas? —La síntesis de la Doctrina de la Iglesia Católica es el amor de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tal vez no hay una palabra mejor que la resuma, ni una forma superior de ponerla en práctica. Doctrina sin Misericordia es una aberración. No es Doctrina cristiana. Sería una ideología sobre Dios, pero no la Palabra de Dios. Esto nos debe quedar siempre muy claro. Nuestra preclara y luminosa Doctrina lo es tal porque se realiza en la Misericordia. No hay que esperar un Año Santo para predicar esta verdad esencial, pero es siempre una oportunidad excelente para recordarlo. Como sabemos esta es una idea fundamental y recurrente en la predicación del Santo Padre Francisco. Él ha discernido que la necesidad de insistir hoy en día en la Misericordia es un signo de los tiempos. Para crecer en la fe, para convertir nuestros corazones al Señor, para acercarnos más a Él y a los hermanos, no tenemos otra vía mejor. En esto la Sagrada Escritura es rica y clara. Me viene a la mente una expresión del Profeta Oseas (6,6) retomada por el Evangelio de Mateo (9,13): “Misericordia quiero y no sacrificios”. Quiere decir un culto externo, que no es el culto de Cristo ni el de la Iglesia. Esta frase fue aplicada a aquellas personas que se preocupan del culto externo pero no eran misericordiosos. Dios los rechaza. Porque Dios quiere ante todo el culto del amor, de la solidaridad, que no puede olvidar al hermano que sufre. Entre estos dos cultos, tiene que haber una conexión esencial para que ambos sean verdaderos. ¿Qué les diría a los pastores, sacerdotes y laicos que leerán estas páginas? Bien, que prediquen la Misericordia a tiempo y a destiempo, pero sobre todo, que sean misericordiosos, como el Padre del Cielo es misericordiosos.
(…) LA IGLESIA REPITE A SACIEDAD LA IMPORTANCIA ESENCIAL DE UN AMBIENTE FAMILIAR BIEN EQUILIBRADO, DONDE ESTÉ PRESENTE LA DUALIDAD PADRE-MADRE (HOMBRE-MUJER) PARA EL DESARROLLO NORMAL DE LA PERSONA HUMANA. LAMENTABLEMENTE, MIENTRAS TANTO, MUCHAS PERSONAS INOCENTES SUFRIRÁN MUCHO POR ESTOS EXPERIMENTOS SOCIALES INNECESARIOS. SUFRIRÁN SEGURAMENTE DAÑOS IRREPARABLES.
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A un año de la beatificación del Papa Montini
Pablo VI y el Concilio Vaticano II: testigo de la fe POR JORGE SOLEY
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ablo VI en la última sesión pública del Concilio Ecuménico Vaticano II, el 7 de diciembre de 1965, pronunciaba las siguientes palabras: “Este Concilio lega a la historia la imagen de la Iglesia Católica configurada en esta aula, llena de pastores profesando la misma fe, respirando la misma caridad, asociados en la misma comunión de oración, de disciplina y de actividad, y —lo que es maravilloso— todos deseosos de una sola cosa, de ofrecerse a sí mismos como Cristo, nuestro Maestro y Señor, por la vida de la Iglesia y para la salvación del mundo”. El 29 de junio de 1972 en una homilía de Pablo VI con ocasión de la solemnidad de san Pedro y san Pablo afirmaba: “Se diría que a través de alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios. Hay dudas, incertidumbre, problemática, inquietud, insatisfacción, confrontación. […]. Se creía que después del Concilio vendría un día de sol para la historia de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes, de tempestad, de oscuridad”. Siete años separan estos textos, que parecen salidos de la boca de dos personas distintas, dos personas con una visión antitética de la Iglesia y el tiempo que está viviendo. Y sin embargo ambas citas corresponden al Papa Pablo VI. ¿Cómo explicar este enorme contraste de juicio? Quizás las propias palabras de Pablo VI nos puedan ayudar a comprenderlo. El Concilio Vaticano II había sido convocado por Juan XXIII a finales de 1961 y se iniciaba el 11 de octubre de 1962. Tras la muerte de Juan XXIII en pleno Concilio, es elegido en junio de 1963 nuevo Papa el cardenal Montini, quien reinará con el nombre de Pablo VI. Pablo VI reanudará los trabajos del Concilio y lo llevará a su conclusión, el 8 de diciembre de 1965. Resulta muy revelador detenerse en las alocuciones de Pablo VI en la fase final del Concilio Vaticano II. El 18 de
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SIETE AÑOS SEPARAN ESTOS TEXTOS, QUE PARECEN SALIDOS DE LA BOCA DE DOS PERSONAS DISTINTAS, DOS PERSONAS CON UNA VISIÓN ANTITÉTICA DE LA IGLESIA Y EL TIEMPO QUE ESTÁ VIVIENDO. Y SIN EMBARGO AMBAS CITAS CORRESPONDEN AL PAPA PABLO VI. ¿CÓMO EXPLICAR ESTE ENORME CONTRASTE DE JUICIO? QUIZÁS LAS PROPIAS PALABRAS DE PABLO VI NOS PUEDAN AYUDAR A COMPRENDERLO.
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DETALLA AÚN MÁS PABLO VI LA SITUACIÓN QUE HUBO DE VIVIR: “TODO SE CONVIRTIÓ EN DISCUTIDO Y DISCUTIBLE, TODO APARECIÓ DIFÍCIL Y COMPLEJO, TODO SE INTENTÓ SOMETER A LA CRÍTICA Y A LA IMPACIENCIA DE LAS NOVEDADES; APARECIERON INQUIETUDES, CORRIENTES, TEMORES, AUDACIAS, ARBITRIOS; LA DUDA APARECIÓ AQUÍ Y ALLÁ INCLUSO EN LOS CÁNONES DE LA VERDAD Y DE LA AUTORIDAD”.
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noviembre de 1965 el Papa, al considerar “cuál debe ser la actitud de nuestro ánimo en el período postconciliar” que ya es inminente, nos indica “los tres diferentes momentos espirituales” que suscitó el Concilio: El primero “fue de entusiasmo […] estupor, alegría, esperanza, un sueño casi mesiánico”. Tras este momento de entusiasmo desatado se llega al segundo momento: “el del desarrollo efectivo del Concilio, caracterizado por la problematicidad”. Vemos que quien hubo de guiar la nave conciliar en momentos agitados no edulcora la realidad. Detalla aún más Pablo VI la situación que hubo de vivir: “todo se convirtió en discutido y discutible, todo apareció difícil y complejo, todo se intentó someter a la crítica y a la impaciencia de las novedades; aparecieron inquietudes, corrientes, temores, audacias, arbitrios; la duda apareció aquí y allá incluso en los cánones de la verdad y de la autoridad”. Un desarrollo pues, en palabras de Pablo VI, que en términos humanos no resultaba muy esperanzador y que parecía echar por tierra las primeras y esperanzadas expectativas. Y llegamos al tercer momento conciliar, en el que es el Espíritu Santo, de modo especial a través del Santo Padre, quien endereza el camino del Concilio: “la voz del Concilio empezó a hacerse oír: clara, meditada, solemne […] La discusión acaba; empieza la comprensión. Al arado y la siembra sucede el cultivo ordenado y positivo”. Ahora sabemos que muchos no quisieron dar el paso a este tercer momento propugnado por Pablo VI y se empeñaron en alargar y extender ese segundo momento caracterizado por la duda, la crítica y la novedad frívola, provocando una de las crisis más profundas en la vida de la Iglesia Católica. Esa misma alocución, la penúltima de Pablo VI al Concilio, nos aclara también cómo debemos entender el término aggiornamento, palabra que se convirtió en lema conciliar y de la que tanto se ha abusado para fines contrarios a los que explícitamente buscaba el Concilio. El Papa señala que la novedad del Concilio consiste en “una mayor conciencia de la comunión eclesial, […] una mayor caridad que debe unir, activar, santificar la comunión jerárquica de la Iglesia. Este es el período del verdadero aggiornamento, defendido por nuestro predecesor de venerada memoria Juan XXIII, quien en esta palabra programática ciertamente no quería atribuirle el significado que algunos
intentan darle, como si permitiera ‘relativizar’ según el espíritu del mundo todo en la Iglesia, dogmas, leyes, estructuras, tradiciones, mientras que fue tan vivo y firme en él el sentido de estabilidad doctrinal y estructural de la Iglesia como para que hiciera de él la piedra angular de su pensamiento y su obra. Aggiornamento significará en adelante para nosotros sabia penetración del espíritu del Concilio celebrado y fiel aplicación de sus normas, feliz y santamente emanadas”. Pablo VI habla aquí con una claridad que desarma y no rehúye polemizar ni reconocer que algunos distorsionan el programa querido por Juan XXIII y por él mismo para el Vaticano II, definiendo magistralmente su carácter relativista y su sumisión al espíritu del mundo. Una vez más, con la perspectiva que nos da el tiempo, podemos afirmar que la crisis postconciliar también tuvo aquí otra de sus causas, pues fueron muchos los que no siguieron a Pablo VI y en vez de “penetrar sabiamente” en el magisterio emanado del Concilio prefirieron continuar, orgullosamente, con su lectura relativista de la Iglesia. Acaba Pablo VI invitando a la labor que debía renovar la vida de la Iglesia: “a este trabajo Nos invitamos a nuestros hermanos y a nuestros hijos: que aquellos que aman a Cristo y a la Iglesia estén con nosotros en el profesar más claramente el significado de la verdad, propio de la tradición doctrinal que Cristo y los Apóstoles inauguraron; y con ella el sentido de la disciplina eclesiástica y de la unión profunda y cordial […], como miembros de un mismo cuerpo”. No fueron pocos los que aceptaron filialmente la invitación del Papa, pero aquellos que la rechazaron tampoco fueron una pequeña anécdota. Si leemos ahora con detenimiento la última alocución de Pablo VI al Concilio, muy rica en contenido, encontraremos algunas afirmaciones que nos ayudarán a responder a la pregunta que nos hacíamos al inicio. En primer lugar encontramos la afirmación de la importancia de la transmisión de la verdad, de la doctrina de la Iglesia íntegra: “no solo ofrece el Concilio a la posteridad la imagen de la Iglesia, sino también el patrimonio de su doctrina y sus mandamientos, el ‘depósito’ recibido de Cristo y meditado a través de los siglos, vivo y expresado, y ahora en tantas de sus partes aclarado, establecido y dispuesto en su integridad”. Nada, pues, de cambios revolucionarios, sino transmisión íntegra de la doctrina en forma más adecuada para los tiempos en que vive la Iglesia es la intención explícita
Y LLEGAMOS AL TERCER MOMENTO CONCILIAR, EN EL QUE ES EL ESPÍRITU SANTO, DE MODO ESPECIAL A TRAVÉS DEL SANTO PADRE, QUIEN ENDEREZA EL CAMINO DEL CONCILIO: “LA VOZ DEL CONCILIO EMPEZÓ A HACERSE OÍR: CLARA, MEDITADA, SOLEMNE […] LA DISCUSIÓN ACABA; EMPIEZA LA COMPRENSIÓN. AL ARADO Y LA SIEMBRA SUCEDE EL CULTIVO ORDENADO Y POSITIVO”. (...)
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(...) AHORA SABEMOS QUE MUCHOS NO QUISIERON DAR EL PASO A ESTE TERCER MOMENTO PROPUGNADO POR PABLO VI Y SE EMPEÑARON EN ALARGAR Y EXTENDER ESE SEGUNDO MOMENTO CARACTERIZADO POR LA DUDA, LA CRÍTICA Y LA NOVEDAD FRÍVOLA, PROVOCANDO UNA DE LAS CRISIS MÁS PROFUNDAS EN LA VIDA DE LA IGLESIA CATÓLICA.
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del Papa. Que a continuación se pregunta: “¿Podemos decir que hemos dado gloria a Dios?”. A lo que responde: “Creemos con toda franqueza que sí”. Es la misma pregunta que una y otra vez se hará Pablo VI a lo largo de su vida y que siempre responderá, aun en medio de tribulaciones insospechadas, con un inocente y amoroso sí. Hablábamos de los tiempos que le ha tocado vivir a la Iglesia del Concilio Vaticano II, en tantos aspectos los mismos que vivimos hoy día. Unos tiempos que Pablo VI disecciona así en esta su última alocución: “un tiempo que todo el mundo admite está orientado hacia la conquista del reino de la tierra más que el reino de los cielos; un tiempo en el que el olvido de Dios se ha convertido en habitual y parece, equivocadamente, sugerido por el progreso científico; […] un tiempo en el que el secularismo parece la consecuencia legítima del pensamiento moderno y la sabiduría en el orden temporal de la sociedad”. Traza así el Papa un panorama certero y realista sobre un mundo desorientado. Es este mundo moderno del que se ha ocupado el Concilio, sigue Pablo VI, de un modo intenso, “hasta el punto que algunos han sospechado que un relativismo tolerante y excesivo frente al mundo exterior, a la historia fugaz, a la moda cultural, a las necesidades contingentes, al pensamiento de los demás, ha dominado en las personas y las actas del Sínodo ecuménico, a expensas de la fidelidad debida a la Tradición y en detrimento de la orientación religiosa del Concilio”. Ya habíamos visto que estas sospechas, para el propio Pablo VI, no eran fantasías infundadas, pero aquí negará vigorosamente que esa actitud, existente en algunos, fuera la legítima y auténtica actitud del Concilio: “No creemos que esta deficiencia se deba imputar al mismo tiempo en sus verdaderas y profundas intenciones y en sus manifestaciones auténticas”. Al tiempo que nos da este juicio clarividente y que evita disimulos, Pablo VI afirma que la Iglesia en el Concilio Vaticano II se ha querido mostrar de modo especial como Madre. Sí, la Iglesia se ha ocupado del hombre, “del hombre como hoy en realidad se presenta: el hombre vivo, el hombre todo ocupado de sí mismo, el hombre que se hace el centro de todos los intereses, que se atreve a decirse principio y explicación de toda la realidad. […] El hombre superhombre de ayer y hoy, y por eso siempre frágil y falso, egoísta y feroz”. Ante este hombre alejado
«Pablo VI afirma que la Iglesia en el Concilio Vaticano II se ha querido mostrar de modo especial como Madre. Sí, la Iglesia se ha ocupado del hombre, “del hombre como hoy en realidad se presenta: el hombre vivo, el hombre todo ocupado de sí mismo, el hombre que se hace el centro de todos los intereses, que se atreve a decirse principio y explicación de toda la realidad». Retratos de Pablo VI en la colección Istituto Paolo VI, Brescia.
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“¿PODEMOS DECIR QUE HEMOS DADO GLORIA A DIOS?”. A LO QUE RESPONDE: “CREEMOS CON TODA FRANQUEZA QUE SÍ”. ES LA MISMA PREGUNTA QUE UNA Y OTRA VEZ SE HARÁ PABLO VI A LO LARGO DE SU VIDA Y QUE SIEMPRE RESPONDERÁ, AUN EN MEDIO DE TRIBULACIONES INSOSPECHADAS, CON UN INOCENTE Y AMOROSO SÍ.
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de Dios, soberbio y orgulloso, la Iglesia no teme humillarse y arriesgarse a la censura pública por ir a buscar a su hijo descarriado y sacarle del hediondo hoyo en el que ha caído. Pablo VI lo dirá con estas palabras: “La Iglesia se ha declarado la sierva de la humanidad”, “El magisterio de la Iglesia […] se ha abajado, por así decirlo, a dialogar con el hombre, […] ha asumido la voz fácil y amiga de la caridad pastoral; ha deseado hacerse escuchar y comprender por todos; […] ha hablado al hombre de hoy tal como es”. Y en un pasaje de ecos agustinianos, dirá Pablo VI que “la religión del Dios que se ha hecho hombre se ha encontrado con la religión (porque lo es) del hombre que se hace Dios. ¿Qué ha sucedido? ¿Una lucha, una batalla, una condena? Podría haber sido así; pero no es lo que ha sucedido. La antigua historia del samaritano ha sido el paradigma de la espiritualidad del Concilio. Una simpatía inmensa lo ha impregnado todo”. Estamos aún en la clausura del Concilio; Pablo VI, aunque consciente de los riesgos que se han corrido, confía en haberlos dejado atrás y se muestra optimista. Sabe cuál será la primera reacción ante el mensaje del Concilio y sus pretensiones, que “el mundo juzgará primero como locuras”, pero después, “Nos lo esperamos, querrá reconocer como verdaderamente humanas, como sabias, como saludables”. Y más adelante afirma: “Al menos reconocedle ese mérito, vosotros, modernos humanistas, que habéis renunciado a la trascendencia de las cosas supremas, y reconoced nuestro humanismo: también nosotros, nosotros sobre todo, amamos al hombre”. Es la misma idea, la de que el mundo moderno tendrá que reconocer al gesto, el esfuerzo de la Iglesia, la que expresa el Papa cuando sostiene que “la mentalidad moderna, acostumbrada a evaluar todo bajo el aspecto del valor, es decir, de su utilidad, tendrá que admitir que el valor del Concilio es grande aunque solo sea por esto: que todo se ha referido a la utilidad humana; no se diga nunca, por lo tanto, que una religión como la católica es inútil, la cual […] toda ella se declara a favor y al servicio del hombre”. Finalmente, esta esperanza es la que resuena en el mensaje de clausura del Concilio Vaticano II: “Nos parece escuchar cómo se eleva de todas partes en el mundo un inmenso y confuso rumor: la interrogación de todos los que miran al Concilio y nos preguntan con ansiedad: “¿No tenéis una palabra que decirnos… a nosotros los gobernantes…, a nosotros los intelec-
tuales, los trabajadores, los artistas…, y a nosotras las mujeres, a nosotros los jóvenes, a nosotros los enfermos y los pobres? […] Estas voces implorantes no quedarán sin respuesta.» Sabemos ahora, y así lo han enseñado los papas que han sucedido a Pablo VI, que el mundo no quiso escuchar, que el hombre moderno, lejos de conmoverse ante esa madre que se humillaba, la ha rechazado orgullosamente, se ha cerrado a la acción de la gracia y ha desplegado un desprecio hacia ella que con cada vez mayor frecuencia desemboca en persecución abierta. El Papa Pablo VI era muy consciente de ello transcurridos siete años de la clausura del Concilio. Había albergado esperanzas casi mesiánicas, pero la misión que Dios le pedía y las circunstancias que le obligaban eran otras: “sentimos que tenemos que contener la ola de profanidad, desacralización, secularización, que sube, que oprime y que quiere confundir y desbordar el sentido religioso […] o incluso hacerlo desaparecer”. La Nave de Pedro navegaba por aguas agitadas, asistiendo a la que quizás ha sido la mayor defección, en términos cuantitativos, de su larga historia: “pensamos de nuevo en este momento —con inmensa claridad— en todos nuestros hermanos que nos abandonan, en muchos que son fugitivos y olvidan”, afirmaba Pablo VI. Habíamos visto cómo algunas actitudes, contra las que ya había advertido Pablo VI y que él esperaba haber dejado atrás, no desaparecieron e incluso, al contrario, se erigieron en “intérpretes del espíritu del Concilio”, socavando el Magisterio y la misma vida de la Iglesia. Pero la gravedad de lo ocurrido no puede atribuirse solo a algunas personas desorientadas; llegamos aquí al famoso juicio de Pablo VI en la homilía de junio de 1972, citada en el segundo párrafo de este escrito: “Se diría que a través de alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios. Hay dudas, incertidumbre, problemática, inquietud, insatisfacción, confrontación. Ya no se confía en la Iglesia, se confía más en el primer profeta profano —que nos viene a hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social— para seguirle y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida; y, por el contrario, no nos damos cuenta de que nosotros ya somos dueños y maestros de ella. Ha entrado la duda en nuestras conciencias y ha entrado a través de ventanas que debían estar abiertas a la luz: la ciencia […] Se ensalza el progreso para luego poder demolerlo con las revoluciones
Y EN UN PASAJE DE ECOS AGUSTINIANOS, DIRÁ PABLO VI QUE “LA RELIGIÓN DEL DIOS QUE SE HA HECHO HOMBRE SE HA ENCONTRADO CON LA RELIGIÓN (PORQUE LO ES) DEL HOMBRE QUE SE HACE DIOS. ¿QUÉ HA SUCEDIDO? ¿UNA LUCHA, UNA BATALLA, UNA CONDENA? PODRÍA HABER SIDO ASÍ; PERO NO ES LO QUE HA SUCEDIDO. LA ANTIGUA HISTORIA DEL SAMARITANO HA SIDO EL PARADIGMA DE LA ESPIRITUALIDAD DEL CONCILIO. UNA SIMPATÍA INMENSA LO HA IMPREGNADO TODO”.
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EL CREDO DEL PUEBLO DE DIOS “Y mientras decae el sentido religioso entre los hombres de nuestro tiempo, privando a la fe de su fundamento natural, opiniones exegéticas o teológicas nuevas, tomadas muchas veces de las más audaces, pero ciegas filosofías profanas, se insinúan aquí y allá en el campo de la doctrina católica, poniendo en duda o deformando el sentido objetivo de verdades autorizadamente enseñadas por la Iglesia, y con el pretexto de adaptar las ideas religiosas a la mentalidad del mundo moderno, se prescinde de la guía del magisterio eclesiástico, se da a la especulación teológica una dirección radicalmente historicista, se tiene la osadía de despojar el testimonio de la Sagrada Escritura de su carácter histórico y sagrado y se intenta introducir en el Pueblo de Dios una mentalidad que llaman ‘postconciliar’, que del Concilio deja a un lado la firme coherencia de sus amplios y magníficos desarrollos doctrinales y legislativos, con el tesoro de ideas y de normas prácticas de la Iglesia, para despojarlas de su espíritu de fidelidad tradicional y para difundir la ilusión de dar del cristianismo una buena interpretación, arbitraria y estéril. ¿Qué quedaría del contenido de nuestra fe y de las virtudes teologales, que en ella se profesan, si estos intentos, lejos de la aprobación del magisterio eclesiástico, hubieran de prevalecer?” Pablo VI, Exhortación apostólica “Petrum et Paulum Apostolos” ( 22.II.1967).
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más extrañas y radicales”. La confesión del Papa no oculta su desgarramiento interior: “También en nosotros, los de la Iglesia, reina este estado de incertidumbre. Se creía que después del Concilio vendría un día de sol para la historia de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes, de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre y se siente fatiga en dar la alegría de la fe. Predicamos el ecumenismo y nos alejamos cada vez más de los otros”. Ante este panorama una pregunta se impone: “¿Cómo ha ocurrido todo esto?” Y Pablo VI responde: “Nos os confiaremos nuestro pensamiento: ha habido un poder, un poder adverso. Digamos su nombre: el demonio. […] Creemos en algo preternatural venido al mundo precisamente para perturbar, para sofocar los frutos del Concilio ecuménico y para impedir que la Iglesia prorrumpiera en el himno de júbilo por tener de nuevo plena conciencia de sí misma. Precisamente por esto, quisiéramos ser capaces, ahora más que nunca, de ejercer la función que Dios encomendó a Pedro de confirmar en la fe a los hermanos. Quisiéramos comunicaros este carisma de la certeza que el Señor da a quien le representa, incluso indignamente, en esta tierra. Y deciros que la fe nos da una certeza verdaderamente segura”. Pablo VI nos ofrece aquí un juicio y un programa: juicio del origen del mal que se ha abocado sobre la Iglesia, y el programa de lo que va a ser su pontificado hasta su muerte, el 6 de agosto de 1978. Ante estos embates preternaturales, Pablo VI responde con un llamamiento al pueblo de Dios para que reafirme su fe: “Quisiéramos tan solo que hicierais la experiencia de un acto de fe, en humildad y sinceridad; […] Sí, Señor, yo creo en tu palabra; creo en tu Revelación; creo en quien tú me has dado como testigo y garantía de esta Revelación tuya, para sentir y probar, con la fuerza de la fe, el anticipo de la bienaventuranza de la vida que con la fe se nos ha prometido”. No otro había sido el programa del Concilio, tal y como lo entendía Pablo VI cuando, en palabras ya citadas, insistía en que la Iglesia, con el Concilio, propone “el patrimonio de su doctrina y de sus mandamientos, el depósito recibido de Cristo”. Este proclamar al mundo de la fe y la doctrina de la Iglesia, la buena nueva de Cristo, es lo que el papa Pablo VI tiene conciencia de estar realizando en su intervención ante la Asamblea de Naciones Unidas el 4 de octubre de 1965. Allí alzará su voz ante
ANTE ESTE PANORAMA UNA PREGUNTA SE IMPONE: “¿CÓMO HA OCURRIDO TODO ESTO?” Y PABLO VI RESPONDE: “NOS OS CONFIAREMOS NUESTRO PENSAMIENTO: HA HABIDO UN PODER, UN PODER ADVERSO. DIGAMOS SU NOMBRE: EL DEMONIO. […] CREEMOS EN ALGO PRETERNATURAL VENIDO AL MUNDO PRECISAMENTE PARA PERTURBAR, PARA SOFOCAR LOS FRUTOS DEL CONCILIO ECUMÉNICO Y PARA IMPEDIR QUE LA IGLESIA PRORRUMPIERA EN EL HIMNO DE JÚBILO POR TENER DE NUEVO PLENA CONCIENCIA DE SÍ MISMA.
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PABLO VI RESPONDE CON UN LLAMAMIENTO AL PUEBLO DE DIOS PARA QUE REAFIRME SU FE: “QUISIÉRAMOS TAN SOLO QUE HICIERAIS LA EXPERIENCIA DE UN ACTO DE FE, EN HUMILDAD Y SINCERIDAD; […] SÍ, SEÑOR, YO CREO EN TU PALABRA; CREO EN TU REVELACIÓN; CREO EN QUIEN TÚ ME HAS DADO COMO TESTIGO Y GARANTÍA DE ESTA REVELACIÓN TUYA, PARA SENTIR Y PROBAR, CON LA FUERZA DE LA FE, EL ANTICIPO DE LA BIENAVENTURANZA DE LA VIDA QUE CON LA FE SE NOS HA PROMETIDO”. NO OTRO HABÍA SIDO EL PROGRAMA DEL CONCILIO,
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los representantes de los estados de todo el mundo y les dirá lo siguiente: “Traemos un mensaje para toda la humanidad. […] Así como el mensajero que al término de un largo viaje entrega la carta que le ha sido confiada, así tenemos nosotros conciencia de vivir el instante privilegiado —por breve que sea— en que se cumple un anhelo que llevamos en el corazón desde hace casi veinte siglos. Sí, os acordáis. Hace mucho tiempo que llevamos con nosotros una larga historia; celebramos aquí el epílogo de un laborioso peregrinaje en busca de un coloquio con el mundo entero, desde el día en que nos fue encomendado: “Id, propagad la Buena Nueva a todas las naciones”. Hablaba Pablo VI de expectativas casi mesiánicas al inicio del Concilio, pero si alguno de sus gestos y palabras merecen ese calificativo probablemente sea este anuncio a los representantes de todos los pueblos, acto nunca antes realizado y que constituye uno de los hitos de su pontificado. Pero trasladémonos ahora a otra solemnidad de san Pedro y san Pablo, esta vez la del 29 de junio de 1978, poco más de un mes antes del fallecimiento de Pablo VI, el 6 de agosto de aquel mismo año. En esta especie de testamento que constituye la homilía del Papa con motivo de esa festividad (Pablo VI afirma que su espíritu “continuamente se prepara al encuentro con el justo Juez”) contemplamos nuevamente a un Papa en medio de una enorme tempestad de confusión que se aferra tenazmente a su misión de proclamar la fe, de no permitir que esta sea desfigurada. No hace falta acudir a sutiles intérpretes, pues allí Pablo VI nos lega su último juicio sobre su pontificado, marcado por el Concilio Vaticano II y su posterior desarrollo y recepción. Así, dirá el Papa: “Queremos echar una mirada de conjunto a lo que ha sido el período durante el cual hemos tenido confiada por el Señor su Iglesia; y, considerándonos el último e indigno sucesor de Pedro, nos sentimos en este umbral supremo consolado y animado por la conciencia de haber repetido incansablemente ante la Iglesia y el mundo: ‘Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios Vivo’ (Mt 16,16); y como Pablo, creemos que podemos decir: ‘He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe’” (2 Tim 4, 7)”. ¿Cuál es la fe que ha guardado Pablo VI? En sus propias palabras: “la fe no es resultado de la especulación humana (cf. 2 Pe 1,16), sino el ‘depósito’ recibido de los Apóstoles, quienes
a su vez lo recibieron de Cristo al que ellos han ‘visto, contemplado y escuchado’ (1 Jn 1, 1-3). Esta es la fe de la Iglesia, la fe apostólica. He aquí, hermanos e hijos, el propósito incansable, vigilante, agobiador que nos ha movido durante estos quince años de pontificado. Fidem servavi, podemos decir hoy, con la humilde y firme conciencia de no haber traicionado nunca ‘la santa verdad’”. Ante tantas defecciones, ante tantos errores y confusiones como se expandieron en el mismo seno de la Iglesia durante aquel período, el Papa Pablo VI proclama que no ha traicionado la misión encomendada por Jesús a Pedro, a pesar de incomprensiones, ataques y sufrimientos sin fin. El Papa ha sido fiel. Y esta fidelidad, que permea todo su pontificado, destaca de modo especial, nuevamente en sus propias palabras, en “nuestra ‘profesión de fe’ que justamente hace diez años, el 30 de junio de 1968, pronunciamos solemnemente en nombre y cual empeño de toda la Iglesia como ‘Credo del Pueblo de Dios’ para recordar, para reafirmar, para corroborar los puntos capitales de la fe de la Iglesia misma […] en un momento en que fáciles ensayos doctrinales parecían sacudir la certeza de tantos sacerdotes y fieles”. En este momento final de su vida terrena, Pablo VI habla también con autoridad, usando palabras fuertes y sinceras, reconociendo explícitamente su angustia, muy consciente de cuál es la responsabilidad del ministerio petrino: “Queremos además, hacer una llamada, angustiada sí, pero también firme, a cuantos se comprometen personalmente a sí mismos y arrastran a los demás con la palabra, con los escritos, con su comportamiento, por las vías de las opiniones personales y después por las de la herejía y del cisma, desorientando las conciencias de los individuos y la comunidad entera […] Los amonestamos paternamente: que se guarden de perturbar ulteriormente a la Iglesia; ha llegado el momento de la verdad, y es preciso que cada uno tenga conciencia clara de las propias responsabilidades frente a decisiones que deben salvaguardar la fe”. Pablo VI, durante el Concilio y el postconcilio, no negó las evidencias, sufrió lo indecible, pero podemos decir que nunca renunció a proclamar y salvaguardar la fe de la Iglesia; en medio de tempestades y traiciones, su voz retumbó siempre, angustiada y sufriente, pero firme y fiel.
“FIDEM SERVAVI, PODEMOS DECIR HOY, CON LA HUMILDE Y FIRME CONCIENCIA DE NO HABER TRAICIONADO NUNCA ‘LA SANTA VERDAD’”. ANTE TANTAS DEFECCIONES, ANTE TANTOS ERRORES Y CONFUSIONES COMO SE EXPANDIERON EN EL MISMO SENO DE LA IGLESIA DURANTE AQUEL PERÍODO, EL PAPA PABLO VI PROCLAMA QUE NO HA TRAICIONADO LA MISIÓN ENCOMENDADA POR JESÚS A PEDRO, A PESAR DE INCOMPRENSIONES, ATAQUES Y SUFRIMIENTOS SIN FIN. EL PAPA HA SIDO FIEL.
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El caso húngaro y el acuerdo de 1964
Agostino Casaroli,
artífice de la “Ostpolitik” montiniana POR GIOVANNI SALE, S.J.
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La misión de monseñor Agostino Casaroli en los países del Este
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a Ostpolitik vaticana (definición de origen alemán, pero empleada por la diplomacia de la Santa Sede) dio los primeros pasos en los últimos tiempos del pontificado de Juan XXIII, recientemente canonizado (27 de abril de 2014), con el fin de ayudar a la Iglesia Católica, perseguida y sufriente bajo los regímenes comunistas de Europa oriental, tomando incluso contacto, si se solicitaba, con las autoridades políticas de esos países. Dichos contactos tuvieron como efecto inmediato favorecer el envío a Roma, para el Concilio, de obispos provenientes de esa parte de la Europa cristiana sobre la cual parecía haber descendido una impenetrable cortina de hierro. Con todo, fue en el período postconciliar, en el pontificado del Papa del diálogo, Pablo VI (beatificado por el Papa Francisco el 19 de octubre de 2014), cuando esa orientación se concretó y adquirió una fisonomía y un modo de proceder propio que la caracterizarían durante muchos años1. Sin embargo, no todos los católicos apreciaban positivamente esa apertura de la Santa Sede con los países comunistas, y muchos de ellos criticaban abiertamente los contactos y los acuerdos que la Santa Sede comenzó a establecer a partir de 1963-64 con algunos de esos países (Hungría en primer lugar), considerándolos inútiles La croce, Giuseppe Monguzzi, 1992.
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NO TODOS LOS CATÓLICOS APRECIABAN POSITIVAMENTE ESA APERTURA DE LA SANTA SEDE CON LOS PAÍSES COMUNISTAS, Y MUCHOS DE ELLOS CRITICABAN ABIERTAMENTE LOS CONTACTOS Y LOS ACUERDOS QUE LA SANTA SEDE COMENZÓ A ESTABLECER A PARTIR DE 1963-64 CON ALGUNOS DE ESOS PAÍSES (HUNGRÍA EN PRIMER LUGAR)
1 Ver G. SALE, «I fondamenti della “Ostpolitik” vaticana», en Civ. Catt., 2012, II, 325-338.
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LAS CRÍTICAS MÁS FUERTES A LA OSTPOLITIK VATICANA PROVENÍAN DE CIERTOS CATÓLICOS QUE VIVÍAN BAJO ESOS REGÍMENES TOTALITARIOS, Y A VECES TAMBIÉN DE SUS PASTORES, LOS CUALES, ACUSABAN A LA SANTA SEDE DE CEDER ANTE LOS REGÍMENES COMUNISTAS, DE CONCORDAR CON LOS MISMOS Y ASÍ RENUNCIAR A PROTESTAR EN EL ÁMBITO INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA Y LOS ABUSOS PERPETRADOS EN RELACIÓN CON LA IGLESIA CATÓLICA Y OTRAS CONFESIONES CRISTIANAS.
2 Ivi, 308.
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y perjudiciales para la causa católica. Las críticas más fuertes a la Ostpolitik vaticana provenían con todo de ciertos católicos que vivían bajo esos regímenes totalitarios, y a veces también de sus pastores, los cuales, si bien en distintos tonos, acusaban a la Santa Sede de ceder ante los regímenes comunistas, de concordar con los mismos y así renunciar a protestar en el ámbito internacional contra la violencia y los abusos perpetrados en relación con la Iglesia Católica y otras confesiones cristianas. Entretanto, se estaba configurando dentro de los países comunistas y fuera de ellos cierto disentimiento, con frecuencia animado por motivaciones religiosas2. Esa resistencia a la Ostpolitik vaticana, que trabajó con obstinación y valentía en los años 60 (logrando obtener de algunos países acuerdos mínimos, necesarios para “no dejar morir a la Iglesia”), llegó a ser más fuerte e insistente a comienzos de los años 70. En el Sínodo de obispos que tuvo lugar en Roma, en 1974, dedicado al tema de la evangelización, algunos exponentes importantes de la “Iglesia del silencio”, como el cardenal Josyp Slipyj y el primado polaco Stefan Wyszynski, denunciaron la política de los “acuerdos secretos” llevada a cabo por la diplomacia vaticana (a veces sin acuerdo con el episcopado local), a pesar de su nobilísimo fin, debido a los escasos resultados obtenidos: tantas promesas inútiles ratificadas en el papel —denunciaban los altos prelados— a cambio del reconocimiento moral ofrecido por la Santa Sede a países que despreciaban los derechos humanos y de la Iglesia. A partir de 1971, el primado de Hungría, cardenal József Mindszenty, tras abandonar la embajada de los Estados Unidos en Budapest para establecerse en primer lugar en Roma e inmediatamente después en Viena, reiteraba en diversas ocasiones la incompatibilidad existente entre comunismo y fe cristiana y denunciaba a la Ostpolitik vaticana como una operación perjudicial para la causa católica tanto en Hungría como en los demás países comunistas. Además, en el año del Sínodo sobre la evangelización, se publicaba el primer volumen de la Crónica de la Iglesia Católica en Lituania, entre otras cosas con la petición al Papa de que “no se nombrasen en Lituania nuevos obispos deferentes con los ateos”, sino puramente nuevos sacerdotes fervorosos, capaces de comprometerse valerosamente en la acción pastoral. Este texto además atacaba duramente uno de los objetivos más importantes de la diplomacia vaticana al otro lado de la corti-
na de hierro, cual era garantizar, aun cuando fuese con cierta necesaria adaptación, la supervivencia de la jerarquía católica en los países comunistas. El diálogo diplomático —señalaba el texto— no sirve para la causa del catolicismo en Lituania, y por el contrario la perjudica. “Los católicos (…) tendrán tanta libertad como logren conquistar. (Ellos) tendrán la posibilidad de obtener algo únicamente cuando sean ampliamente apoyados por la opinión pública mundial y por las altas jerarquías de la Iglesia Católica en todo el mundo”3. Estas denuncias, provenientes de los principales exponentes de la “Iglesia del silencio”, considerados por la opinión pública mundial mártires de la causa católica, constituyeron un duro golpe contra el trabajo desarrollado hasta ese momento por monseñor Agostino Casaroli (de quien este año se cumple el centenario de su nacimiento), encargado por dos Papas de estas delicadas misiones en los países comunistas; pero eso no desalentó al prelado piacentino, convencido como estaba de proceder en beneficio de esas Iglesias y por mandato de Pablo VI. De hecho, desde 1963 hasta fines de los años 70, en las numerosas misiones que emprendió en los países comunistas, se enfrentó no solo con dirigentes estatales hostiles, duramente adoctrinados, como eran efectivamente los responsables encargados de los asuntos del culto, sino también con obispos irreductibles, sumamente críticos de la línea adoptada al otro lado de la cortina de hierro por la Santa Sede. A monseñor Casaroli —escribe al respecto Alberto Melloni— se oponían “algunos grandes personajes de la «Iglesia del silencio», de quienes busca, escucha y recibe quejas rencorosas. De los grandes príncipes de la Iglesia pacelliana (…) sOlo Beran mantiene una posición equilibrada (…). Casaroli tiene la sensación de ser juzgado como alguien que no comprende, como un instrumento o de hecho un enemigo que niega (…) la justicia a quienes han sufrido y evita la guerra contra el comunismo, que Mindszenty esperaba a fines de los años 50”4. Hoy es posible reconstruir históricamente estos hechos, que en el pasado a menudo se leían e interpretaban en forma instrumental, utilizando las fuentes diplomáticas del archivo Casaroli, recientemente publicadas por Giovanni Barberini5, al igual que los testimonios de algunos protagonistas de primer plano de esos hechos, como las “memorias”, tan esperadas y al mismo tiempo temidas, del cardenal Mindszenty6. Sobre esta
TANTAS PROMESAS INÚTILES RATIFICADAS EN EL PAPEL —DENUNCIABAN LOS ALTOS PRELADOS— A CAMBIO DEL RECONOCIMIENTO MORAL OFRECIDO POR LA SANTA SEDE A PAÍSES QUE DESPRECIABAN LOS DERECHOS HUMANOS Y DE LA IGLESIA.
3 Cronaca della Chiesa cattolica in Lituania. La lotta dei lituani per la propria identità di popolo, Milán, “La Casa di Matriona”, 1976, 381. 4 A. MELLONI, Il filo sottile. L’Ostpolitik vaticana di Agostino Casaroli, Bolonia, il Mulino, 2006, 26. Sobre el cardenal Casaroli, ver el trabajo reciente de R. MOROZZO DELLA ROCCA, Tra Est ed Ovest, Agostino Casaroli diplomatico vaticano, Cinisello Balsamo (Mi), San Paolo, 2014. 5 Ver G. BARBERINI (ed.), La politica del dialogo. Le carte Casaroli sull’Ostpolitik vaticana, Bolonia, il Mulino, 2008. 6 Ver J. MINDSZENTY, Memorie, Milán, Rusconi, 1991.
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EN EL AÑO DEL SÍNODO SOBRE LA EVANGELIZACIÓN, SE PUBLICABA EL PRIMER VOLUMEN DE LA CRÓNICA DE LA IGLESIA CATÓLICA EN LITUANIA, ENTRE OTRAS COSAS CON LA PETICIÓN AL PAPA DE QUE “NO SE NOMBRASEN EN LITUANIA NUEVOS OBISPOS DEFERENTES CON LOS ATEOS”, SINO PURAMENTE NUEVOS SACERDOTES FERVOROSOS.
7 A. CASAROLI, Il martirio della pazienza. La Santa Sede e i paesi comunisti (1963-1989), Turín, Einaudi, 2000. 8 A. MELLONI, Il filo sottile…, op. cit., 21.
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«Entre todas las fuentes disponibles, ocupa un lugar especial El martirio de la paciencia, redactado por el cardenal Casaroli (pág. derecha) varios años después de los hechos a los cuales alude, utilizando los papeles de su propio archivo. El cardenal quiere desmentir esa interpretación reciente de los años 60 de la política vaticana, que juzga a la Ostpolitik prácticamente como si constituyese un equívoco sobre el enemigo (“el comunismo”), una debilidad dialogante, radicada en la personalidad y en la cultura de Pablo VI” —según algunos—, quien se equivocaba al creer que el comunismo duraría aún mucho tiempo. De hecho fue así: desde esa época hasta la caída del muro de Berlín transcurrieron 25 años, un período suficiente para erradicar la vida cristiana dentro de un país, por falta de predicadores del Evangelio y auténticos testigos de la fe».
materia se han publicado también diversos estudios valiosos, alejados del clamor y el apasionamiento de la controversia. Entre todas las fuentes disponibles, ocupa un lugar especial El martirio de la paciencia7, redactado por el cardenal Casaroli varios años después de los hechos a los cuales alude, utilizando los papeles de su propio archivo. En esta obra, el cardenal, “indirectamente y sin disimulos, quiere desmentir esa interpretación reciente de los años 60 de la política vaticana, que juzga con suficiencia a la Ostpolitik, prácticamente como si constituyese un equívoco sobre el enemigo (“el comunismo”), una debilidad dialogante, radicada en la personalidad y en la cultura de Pablo VI”8, el
cual —según algunos— se equivocaba al creer que el comunismo duraría aún mucho tiempo. De hecho fue así: desde esa época hasta la caída del Muro de Berlín transcurrieron 25 años, un período suficiente para erradicar la vida cristiana dentro de un país, por falta de predicadores del Evangelio y auténticos testigos de la fe. Este texto es interesante también por la periodización de los hechos que propone. De ahí resulta que quien ideó dicho curso fue Juan XXIII. Fue él ciertamente quien envió al joven prelado de la Secretaría de Estado en misión a Hungría y Checoslovaquia en mayo de 1963. El viejo Pontífice tuvo únicamente el consuelo, antes de morir, de escuchar de labios de su enviado el relato detallado de esas visitas. Este legado fue posteriormente, en el mismo año, recogido sin tardanza por Pablo VI, para quien el diálogo con la modernidad y con los alejados (especialmente con los ateos y los comunistas) constituyó uno de los puntos importantes de su pontificado, acogiendo plenamente el espíritu conciliar y el de los nuevos tiempos.
HOY ES POSIBLE RECONSTRUIR HISTÓRICAMENTE ESTOS HECHOS, QUE EN EL PASADO A MENUDO SE LEÍAN E INTERPRETABAN EN FORMA INSTRUMENTAL, UTILIZANDO LAS FUENTES DIPLOMÁTICAS DEL ARCHIVO CASAROLI, RECIENTEMENTE PUBLICADAS POR GIOVANNI BARBERINI.
La negociación con Hungría La actividad diplomática de la Santa Sede en favor de las Iglesias del Este comunista comenzó con la misión de monseñor Casaroli, en ese momento subsecretario de la Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, en Budapest, del 7 al 9 de mayo de 1963. La iniciativa de la misión surgió del gobierno húngaro mismo, interesado en resolver algunos asuntos importantes sobre la organización de la Iglesia Católica húngara, y sobre todo para cerrar de una vez por todas el “caso Mindszenty”, que constituía un obstáculo en sus relaciones con la delegación estadounidense. En abril de 1963, monseñor Endre Hamvás (obispo de Csanád y entonces presidente de la Conferencia Episcopal
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ESTE LEGADO FUE POSTERIORMENTE, EN EL MISMO AÑO, RECOGIDO SIN TARDANZA POR PABLO VI, PARA QUIEN EL DIÁLOGO CON LA MODERNIDAD Y CON LOS ALEJADOS (ESPECIALMENTE CON LOS ATEOS Y LOS COMUNISTAS) CONSTITUYÓ UNO DE LOS PUNTOS IMPORTANTES DE SU PONTIFICADO, ACOGIENDO PLENAMENTE EL ESPÍRITU CONCILIAR Y EL DE LOS NUEVOS TIEMPOS.
9 A. CASAROLI, Il martirio della pazienza…, op. cit., 8
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Húngara), un prelado activo y fervoroso, que gozaba de cierta confianza en los ámbitos gubernamentales, dirigió al secretario de Estado, cardenal Amleto Cicognani, una comunicación en la cual indicaba que el gobierno húngaro estaba dispuesto a recibir a un enviado de la Santa Sede para negociar algunos problemas vinculados con las relaciones entre las dos autoridades. Se respondió de inmediato a monseñor diciéndole que no viniese a Roma, como solicitaba, dirigiéndose en cambio a Viena, donde se encontraría con monseñor Casaroli, quien había actuado como representante de la Santa Sede en la Conferencia de Naciones Unidas sobre las relaciones consulares. En esa oportunidad, el prelado pudo reunirse con algunos funcionarios húngaros y acordar las condiciones generales de su misión en Budapest. Monseñor Casaroli recuerda favorablemente esa ocasión, si bien ya advirtió de inmediato las dificultades y los imprevistos, y le parecía “una puerta que se abría y tal vez podía permitir obtener algo, al menos para aliviar la dificilísima situación de la Iglesia en Hungría”9. En calidad de invitado del gobierno húngaro, el prelado era considerado como huésped por las autoridades húngaras. Dos semanas antes de llegar monseñor Casaroli a Budapest, el arzobispo de Viena, cardenal Franz König, se encontraba en esa misma ciudad visitando al cardenal Mindszenty, a quien había anunciado la noticia de la llegada a la capital del enviado papal. El cardenal König estaba desde hacia algún tiempo comprometido en una misión pastoral, encarecidamente solicitada por Juan XXIII, para apoyar a las Iglesias perseguidas del Este de Europa, y se había reunido con muchos sacerdotes y obispos católicos y ortodoxos, contactos posteriormente muy útiles para la actividad de los invitados de la Santa Sede. Él creía desarrollar una “misión” que, por razones históricas y geográficas, estaba dentro de las funciones de la diócesis de Viena, ciudad centroeuropea que siempre había sido una encrucijada entre el Este y el Oeste o, como decía el canciller austríaco Klaus, una ventana hacia el mundo oriental. En todo caso, el cardenal König no consideró sus numerosos viajes a las capitales de los países comunistas en antagonismo con las misiones del enviado papal, si bien con una característica y finalidad distintas, como era el acercamiento espiritual
y pastoral a las Iglesias del otro lado de la cortina de hierro. Él nunca llevó a cabo negocios oficiales con los gobiernos y con las autoridades políticas de los países que visitó, sino únicamente contactos informales, en parte para sensibilizar a esas Iglesias en relación con el evento conciliar ya encaminado y para mostrar concretamente que las Iglesias de Europa occidental no habían abandonado a las del Este en su situación de aislamiento, soledad y sufrimiento10. Por su parte, monseñor Casaroli observaba con interés y respeto la actividad desarrollada por el arzobispo de Viena en favor de las Iglesias del Este, y más bien, como él mismo escribe, lo informaba “de manera detallada” sobre los resultados de su acción diplomática. El cardenal König estaba muy consciente de la diversidad y complementariedad del compromiso de ambos en favor de la “Iglesia del silencio”. Al respecto, dijo en una entrevista: “Para monseñor Casaroli, el problema era distinto, podríamos decir que al revés del mío. Él buscaba el camino diplomático (…) para garantizar un espacio de vida, un modus vivendi o un modus non moriendi, a las Iglesias de esos países al otro lado de la cortina de hierro”11. La situación de la Iglesia húngara era sumamente crítica en esa época: de 13 diócesis, solo 5 tenían obispos residentes; la diócesis primada de Esztergom era dirigida por el administrador apostólico monseñor Schwarcz-Eggenhofer, mientras el cardenal Mindszenty se encontraba “impedido”. La persecución del régimen contra la Iglesia Católica a partir de fines de los años 40 había sido muy dura, en parte a raíz de la feroz oposición del primado al nuevo gobierno, tildado de usurpador y siervo de Moscú. Muchos sacerdotes y obispos fueron encarcelados y condenados como opositores políticos. La mayor parte de las escuelas católicas y de las obras de caridad fueron confiscadas, y las ricas posesiones inmobiliarias de propiedad de la Iglesia fueron incautadas por el Estado. En realidad, con anterioridad, la Iglesia Católica húngara tampoco proyectaba una imagen de Iglesia “popular”: se presentaba como institución poderosa, prestigiosa y aristocrática, gobernada por un primado-príncipe al cual la Constitución atribuía algunas funciones importantes en caso de estar vacante la Corona. El cardenal Mindszenty fue detenido el 26 de diciembre de 1948 y un año después sometido a un proceso con acusaciones infamantes (complot contra el Estado, tráfico ilegal de moneda y
“PARA MONSEÑOR CASAROLI, EL PROBLEMA ERA DISTINTO, PODRÍAMOS DECIR QUE AL REVÉS DEL MÍO. ÉL BUSCABA EL CAMINO DIPLOMÁTICO (…) PARA GARANTIZAR UN ESPACIO DE VIDA, UN MODUS VIVENDI O UN MODUS NON MORIENDI, A LAS IGLESIAS DE ESOS PAÍSES AL OTRO LADO DE LA CORTINA DE HIERRO”. (CARDENAL KÖNIG)
10 Ver G. BARBERINI, L’Ostpolitik della Santa Sede. Un dialogo lungo e fatigoso, Bolonia, il Mulino, 2007, 175. 11 CSEO-documentos, marzo de 1967, 53.
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MONSEÑOR CASAROLI NO SE HACÍA DEMASIADAS ILUSIONES CON LA SITUACIÓN DE LAS IGLESIAS DEL OTRO LADO DE LA CORTINA DE HIERRO. “FUERA DE POLONIA —ESCRIBIÓ EN SUS MEMORIAS—, DONDE TAMPOCO FALTAN PROBLEMAS SUMAMENTE GRAVES, LA IGLESIA (DE LOS PAÍSES DEL ESTE) DABA LA IMPRESIÓN DE ESTAR CASI AGONIZANTE
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«En el Sínodo de obispos que tuvo lugar en Roma, en 1974, dedicado al tema de la evangelización, algunos exponentes importantes de la “Iglesia del silencio”, como el cardenal Josyp Slipyj (izquierda) y el primado polaco Stefan Wyszynski (arriba), denunciaron la política de los “acuerdos secretos” llevada a cabo por la diplomacia vaticana (a veces sin acuerdo con el episcopado local), debido a los escasos resultados obtenidos».
otras cosas), que terminó con la condena a muerte del primado, conmutada luego por cadena perpetua. El proceso, así como la descripción de las torturas a las cuales fue sometido el cardenal durante los meses de su detención, conmovió a la opinión pública internacional no solo católica: de modo a veces también instrumental, fue considerado por muchos un mártir de la causa católica y la libertad de conciencia, así como un testigo vivo de la barbarie de los regímenes comunistas en el poder. En agosto de 1950, sin consultar con la Santa Sede ni informarla, el gobierno “impuso” a la Conferencia Episcopal Húngara la suscripción de un acuerdo cuyo contenido resultaba ser sumamente duro y vejatorio, con un planteamiento claramente jurisdiccionalista. Se pedía en este al obispado, entre otras cosas, plena fidelidad a las opciones políticas y económicas del régimen, y se ordenaba a los obispos animar al clero a estimular en el pueblo la formación de cooperativas agrícolas de producción. Con semejante acuerdo, el régimen creía haber sometido definitivamente a la Iglesia Católica, y en parte lo consiguió, ya que algunos obispos, por conveniencia, eligieron asumir una actitud pragmática y de no oposición a las opciones del régimen. El gobierno apoyó la constitución de un movimiento por la paz, denominado Opus pacis, en el cual participaron numerosos eclesiásticos. Por otra parte, algunos
sacerdotes aceptaron convertirse en representantes sin autorización de sus superiores, y en 1957 fueron excomulgados, como establecía el derecho canónico. En octubre de 1956, al producirse en Budapest una sublevación popular contra el régimen, el cardenal Mindszenty fue liberado, y a pedido de los insurgentes se dirigió por radio a la nación. La intervención soviética (que utilizó carros armados para recuperar los palacios del poder) sofocó con sangre la revuelta y derribó al nuevo gobierno apenas se instaló en Budapest. Para escapar de los comunistas, el cardenal pidió asilo en la Embajada estadounidense, el cual se le concedió sin tardanza por todo el tiempo en que estuviese amenazada su “seguridad y libertad”. Desde ese momento comenzó para el cardenal una nueva “detención”, que duró 15 años. Cuando monseñor Casaroli se dirigió a Budapest invitado por las autoridades húngaras, la situación de la Iglesia Católica no era diferente a la que acabamos de describir. Él sabía que encontraría tres categorías distintas de eclesiásticos, con los cuales debería enfrentarse sin expresar juicios comprometedores o apresurados: 1) aquellos que siguiendo el ejemplo del primado se mantuvieron firmes en una actitud de decidida oposición al régimen, sufriendo las graves consecuencias correspondientes; 2) aquellos que, por debilidad o por convicción, se adhirieron a los movimientos políticos fundados por el clero y gozaban del apoyo del gobierno; 3) por último, aquellos que si bien se negaban a colaborar activamente con el régimen, procuraban, con espíritu pragmático (o animados por el fervor pastoral), abrirse un espacio de supervivencia sin ir hacia un choque con las autoridades. Estos constituían la mayoría. En realidad, monseñor Casaroli no se hacía demasiadas ilusiones con la situación de las Iglesias del otro lado de la cortina de hierro. “Fuera de Polonia —escribió en sus memorias—, donde tampoco faltan problemas sumamente graves, la Iglesia (de los países del Este) daba la impresión de estar casi agonizante (…), o al menos de tal manera debilitada como para no poder esperar, sino prolongar lo más posible su propia agonía”12; pero secretamente —agregaba el cardenal— permanecía viva una “Iglesia espiritual”, que se organizaba de diversas maneras y miraba hacia el futuro con ojos nuevos. Él fue invitado por el Papa para infundir esperanza a esta Iglesia y dar a todos, en la medida de lo posible, una ayuda concreta.
CUANDO MONSEÑOR CASAROLI SE DIRIGIÓ A BUDAPEST INVITADO POR LAS AUTORIDADES HÚNGARAS, LA SITUACIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA NO ERA DIFERENTE A LA QUE ACABAMOS DE DESCRIBIR. ÉL SABÍA QUE ENCONTRARÍA TRES CATEGORÍAS DISTINTAS DE ECLESIÁSTICOS, CON LOS CUALES DEBERÍA ENFRENTARSE SIN EXPRESAR JUICIOS COMPROMETEDORES O APRESURADOS
12 A. CASAROLI, Il martirio della pazienza…, op. cit., 43.
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Monseñor Casaroli visita al primado cardenal Mindszenty
Portada de la revista “Times” dedicada al primado de Hungría.
PARA ESCAPAR DE LOS COMUNISTAS, EL CARDENAL PIDIÓ ASILO EN LA EMBAJADA ESTADOUNIDENSE, EL CUAL SE LE CONCEDIÓ SIN TARDANZA POR TODO EL TIEMPO EN QUE ESTUVIESE AMENAZADA SU “SEGURIDAD Y LIBERTAD”. DESDE ESE MOMENTO COMENZÓ PARA EL CARDENAL UNA NUEVA “DETENCIÓN”, QUE DURÓ 15 AÑOS.
13 Ivi, 90.
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Las escasas instrucciones recibidas por monseñor Casaroli de la Santa Sede eran bastante claras: su misión debía ser por el momento puramente de exploración; antes de iniciar negociaciones con la contraparte (de la cual se desconfiaba mucho), se consideraba oportuno analizar atentamente los diversos puntos de vista de los funcionarios de gobierno y de los obispos locales. El santo y seña, al menos por el momento, era “contactos sí (con todos aquellos que los solicitasen), acuerdos no”, especialmente si estaban vinculados con la organización interna de la Iglesia. Esa actitud prudente y reservada asumida por el prelado vaticano durante esos días irritó bastante a los funcionarios comunistas, especialmente al ministro Joseph Prantner, el cual estaba convencido de que monseñor Casaroli había ido a Budapest para nombrar nuevos obispos y reordenar el organismo eclesiástico de la Iglesia húngara, tanto más cuanto que el acuerdo de 1950 no había producido los resultados esperados por el gobierno. El contenido de la misión de Casaroli en Budapest se basaba en dos puntos fundamentales: 1) visitar al primado, cardenal Mindszenty, “recluido” en la delegación estadounidense, y entregarle una carta personal del Papa; 2) reunirse con algunos funcionarios importantes del gobierno, especialmente el ministro del Culto, para tratar temas de interés común sobre la Iglesia húngara. Al respecto, el prelado vaticano redactó una lista de asuntos para abordar con sus interlocutores, elaborada a partir de las informaciones y solicitudes por él recibidas de los obispos húngaros que asistieron en Roma al Concilio o con los cuales estuvo poco después en Viena. Posteriormente, esta lista constituyó la base de las conversaciones entre ambas partes en la capital de Hungría y también del documento final, suscrito entre la Santa Sede y el gobierno húngaro en Budapest el 15 de septiembre de 196413. Para monseñor Casaroli, como él mismo da testimonio, la visita al primado Mindszenty en la legación estadounidense fue conmovedora y embarazosa el mismo tiempo. El gobierno húngaro no presentó impedimentos ni puso condiciones para el encuentro, considerándolo más bien un hecho positivo, pensando que la Santa Sede quería ejercer
»El primado de Hungría, cardenal József Mindszenty, ras abandonar la embajada de los Estados Unidos en Budapest para establecerse en primer lugar en Roma e inmediatamente después en Viena, reiteraba en diversas ocasiones la incompatibilidad existente entre comunismo y fe cristiana y denunciaba a la Ostpolitik vaticana como una operación perjudicial para la causa católica tanto en Hungría como en los demás países comunistas».
presiones sobre el primado para que abandonase la delegación estadounidense y se trasladase a Roma, encontrando así un camino de salida honorable para esa delicada cuestión. Eso era sumamente auspiciado por las autoridades vaticanas, pero se sabía, incluso por informaciones obtenidas por el cardenal König, que por el momento no era posible concretar ese proyecto, considerando que el primado no estaba dispuesto a salir de Hungría. El enviado del Papa fue acompañado a la residencia del Encargado de Negocios estadounidense Owen Jones en un automóvil del gobierno. Antes de llegar al departamento del primado, el Encargado, que lo acogió con gran calidez, elogiando la virtud y el heroísmo del indómito “prisionero”, lo hizo instalarse en un salón (entregándole una nota indicando que su conversación podía ser grabada con micrófonos ocultos), donde en forma resumida, pero precisa, se refirió a la “cuestión Mindszenty”. En una relación enviada por monseñor Casaroli a la Secretaría de Estado se señala al respecto: “El asilo concedido al cardenal Mindszenty se le seguirá proporcionando mientras así lo requieran preocupaciones por la seguridad y la libertad personal”. Pero al mismo tiempo, con tono preocupado, el delegado estadounidense agregaba que “el mantenimiento de esa situación en forma permanente o su prolongación por un tiempo indefinido (…) no favorecería, a juicio del Departamento, ni al cardenal mismo (dadas sus precarias condiciones de salud) ni al pueblo húngaro ni a los Estados Unidos”14.
SECRETAMENTE PERMANECÍA VIVA UNA “IGLESIA ESPIRITUAL”, QUE SE ORGANIZABA DE DIVERSAS MANERAS Y MIRABA HACIA EL FUTURO CON OJOS NUEVOS. ÉL [CASAROLI] FUE INVITADO POR EL PAPA PARA INFUNDIR ESPERANZA A ESTA IGLESIA.
14 G. BARBERINI (ed.), La politica del dialogo…, op. cit., 43
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EL PRIMADO PROCEDIÓ CON EL ENVIADO PAPAL EN FORMA INDAGADORA Y DESCONFIADA, LO CUAL DESAGRADÓ EN GRAN MEDIDA A MONSEÑOR CASAROLI, QUIEN POR SU PARTE LO CONSIDERABA “PRÁCTICAMENTE LA PERSONIFICACIÓN DE UNA INDÓMITA GRANDEZA, IRREDUCTIBLE ANTE EL DERECHO RENEGADO Y LA DIGNIDAD HUMANA ATROPELLADA”.
15 A. CASAROLI, Il martirio della pazienza…, op. cit., 49.. 16 Ivi, 50.
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«El cardenal König [Arzobispo de Viena] estaba desde hacía algún tiempo comprometido en una misión pastoral, encarecidamente solicitada por Juan XXIII, para apoyar a las Iglesias perseguidas del Este de Europa, y se había reunido con muchos sacerdotes y obispos católicos y ortodoxos, contactos posteriormente muy útiles para la actividad de los invitados de la Santa Sede».
En sus memorias, monseñor Casaroli describe conmovedoramente su primera reunión con el primado de Hungría. Lo recuerda viniendo a su encuentro, “cubierto por su sotana sacerdotal, algo encorvado como bajo el peso de demasiadas preocupaciones, pero con la tranquila seguridad de quien se siente investido por una dignidad firmemente radicada en la historia y en el derecho”. El primado procedió con el enviado papal en forma indagadora y desconfiada, lo cual desagradó en gran medida a monseñor Casaroli, quien por su parte lo consideraba “prácticamente la personificación de una indómita grandeza, irreductible ante el derecho renegado y la dignidad humana atropellada”15. Evidentemente, el cardenal pensaba que el prelado vaticano era enviado por el Papa para convencerlo de que saliera de Hungría, lo cual lo angustiaba mucho, pensando que en ese punto la Santa Sede había llegado a un acuerdo con el detestado gobierno comunista; pero, como sabemos, eso no era en modo alguno cierto. “Pero incluso la mera hipótesis —escribe monseñor Casaroli— de posibles conversaciones o negociaciones entre la Santa Sede y ese gobierno, sobre este o cualquier otro asunto, le parecía (…) inaceptable en el plano de los principios y sin perspectivas de orden práctico”16. El prelado escuchó con deferencia al primado, que manifestó estar dispuesto a estudiar con él algún acuerdo honesto con el Gobierno en beneficio de la Iglesia húngara. Al final, le entregó la carta del Papa, que él recibió con gran deferencia. Como se había hecho tarde, el cardenal invitó al huésped a cenar, pero este, que no conocía la ciudad y tenía prisa por regresar a su alojamiento, no aceptó, ante lo cual
el primado, con tono de broma, pero no demasiado, dijo que evidentemente él prefería “la cocina comunista, más suculenta”17. Durante los días siguientes continuaron los encuentros y conversaciones con los funcionarios estatales encargados de los asuntos eclesiásticos, y considerando los desarrollos posteriores se puede decir que fueron constructivos. Como se desprende de la relación enviada por monseñor Casaroli al Vaticano, se abordaron enteramente los 14 puntos previstos en el programa, especialmente la situación de las diócesis y el problema de los obispos y sacerdotes “impedidos”18. De regreso en Viena el 9 de mayo, monseñor Casaroli, en conformidad con las indicaciones recibidas, partió el día 12 a Praga para visitar a monseñor Josef Beran, quien desde 1951 había sido exiliado de su diócesis, permaneciendo en diversas localidades. Apenas estuvo de regreso en Roma (16 de mayo), monseñor Casaroli refirió los resultados de los encuentros a Juan XXIII, el cual, si bien ya estaba gravemente enfermo (de hecho moriría muy poco después, el 3 de junio), quiso saberlo todo en forma detallada. Al final de la conversación, el Papa dijo a su enviado en tonos confidenciales que no tuviera prisa ni se hiciera demasiadas ilusiones, y lo animó a proseguir con su misión sin desalentarse, confiando únicamente en Dios. Palabras iluminadoras, que poco tiempo después le fueron confirmadas también por el nuevo Pontífice.
EL CARDENAL MINDSZENTY PENSABA QUE EL PRELADO VATICANO ERA ENVIADO POR EL PAPA PARA CONVENCERLO DE QUE SALIERA DE HUNGRÍA, LO CUAL LO ANGUSTIABA MUCHO, PENSANDO QUE EN ESE PUNTO LA SANTA SEDE HABÍA LLEGADO A UN ACUERDO CON EL DETESTADO GOBIERNO COMUNISTA; PERO, COMO SABEMOS, ESO NO ERA EN MODO ALGUNO CIERTO.
17 Ivi, 51. 18 Al respecto, véase la extensa relación del encuentro enviada al Vaticano por monseñor Casaroli con fecha 18 de mayo de 1963. Ver G. BARBERINI (ed.), La politica del dialogo…, op. cit., 52 s.
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El acuerdo del 15 de septiembre de 1964 entre la Santa Sede y el gobierno húngaro
AL FINAL DE LA CONVERSACIÓN, EL PAPA DIJO A SU ENVIADO EN TONOS CONFIDENCIALES QUE NO TUVIERA PRISA NI SE HICIERA DEMASIADAS ILUSIONES, Y LO ANIMÓ A PROSEGUIR CON SU MISIÓN SIN DESALENTARSE, CONFIANDO ÚNICAMENTE EN DIOS.
En octubre de 1963, cinco meses después del primer encuentro de exploración en Budapest, el gobierno húngaro envió a Roma a sus representantes (es decir, el ministro Prantner para los asuntos del Culto y su vicepresidente Imre Miklós) para continuar, de acuerdo con lo convenido, las “conversaciones” iniciadas poco tiempo antes. Entretanto había muerto Juan XXIII y lo sucedió Pablo VI, el cual, si bien tenía conciencia de que la rigidez del régimen comunista en cuanto a los asuntos de carácter religioso no dejaba espacio para grandes esperanzas, consideraba sin embargo que iniciar una negociación con el gobierno húngaro podría facilitar también las relaciones con otros países socialistas donde estaba sufriendo la Iglesia Católica. En la mesa de negociaciones, se plantearon nuevamente los asuntos ya examinados en Budapest, pero esta vez con la intención de iniciar una negociación propiamente tal, a partir de la cual se llegase a un acuerdo bilateral que comprometiese a ambas partes. Había varios puntos de discusión. Los más importantes tenían relación con los problemas vinculados con la libertad de la Iglesia, el derecho de la Santa Sede a nombrar los obispos y elegir los candidatos idóneos para dicha función, el juramento de fidelidad a la República popular que debían pronunciar los eclesiásticos en conformidad con la ley, la permanencia en los episcopados de los llamados “comisarios ministeriales”, así como el grave problema de los numerosos
«En octubre de 1956, al producirse en Budapest una sublevación popular contra el régimen, el Cardenal Mindszenty fue liberado, y a pedido de los insurgentes se dirigió por radio a la nación. La intervención soviética (que utilizó carros armados para recuperar los palacios del poder) sofocó con sangre la revuelta y derribó al nuevo gobierno apenas se instaló en Budapest».
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eclesiásticos presos (que de acuerdo con informaciones obtenidas por la Santa Sede eran más de mil) o con arresto domiciliario o simplemente “impedidos”. El tema de la libertad de conciencia, que en el plano religioso incluía el derecho a la libertad de culto y de actividad pastoral, era complejo y de no fácil solución, en parte porque los negociadores húngaros consideraban que esos derechos ya estaban garantizados por la Constitución en el marco de la orientación política e ideológica del Estado comunista. En estos temas, que se prestaban para interpretaciones instrumentales, la Santa Sede no abrigaba esperanza alguna de lograr resultados aceptables en períodos breves. Como era previsible, el tema más debatido fue el nombramiento de obispos, de gran interés para la Santa Sede, que no tenía intenciones de transigir, sobre todo en el plano de los principios. Las disposiciones emitidas por el gobierno húngaro, especialmente en 1957, sobre el nombramiento de obispos, tenían como objetivo elegir eclesiásticos no contrarios al régimen. En esa materia, las disposiciones reconocían formalmente el derecho de la Santa Sede a los nombramientos, pero no a elegir los candidatos. Los negociadores húngaros propusieron la solución siguiente: dejar la búsqueda de posibles candidatos en manos del presidente de la Conferencia Episcopal, el cual, antes de transmitir la lista a la Santa Sede, solicitaría el “consenso” al gobierno. Esta proposición pareció inaceptable a los negociadores vaticanos19, considerando además el hecho de que algunos obispos en servicio eran “simpatizantes” del gobierno. “Lo sustancial del problema —escribía Casaroli— era asegurar, en cambio, a la Santa Sede la iniciativa en la búsqueda y en la proposición de los posibles futuros obispos”20. En definitiva, con no pequeños esfuerzos, se logró hacer aceptar el principio según el cual la búsqueda de posibles candidatos sería de competencia de la Santa Sede, la cual recurriría, para tener indicaciones, a la Conferencia Episcopal, pero también a otros sujetos, como desea la ley canónica. “El nombramiento de los obispos —señala la relación enviada a la Secretaría de Estado por monseñor Casaroli— constituye para la Iglesia un asunto de máxima importancia, y la Santa Sede no puede delegar a otros, como norma, la grave responsabilidad que al respecto le corresponde en la constitución de la Iglesia Católica, aun cuando de hecho a veces recurra a la ayuda de otras personas”21.
AL ESTIPULAR ESTA ACTA DE DERECHO INTERNACIONAL, LA SANTA SEDE RECONOCÍA LA LEGITIMIDAD DEL GOBIERNO DE LA REPÚBLICA POPULAR HÚNGARA (ADOPTANDO UNA POSICIÓN OPUESTA A LA DEL PRIMADO), POR LO DEMÁS RECONOCIDA TAMBIÉN POR TODA LA COMUNIDAD INTERNACIONAL.
19 Además de monseñor Casaroli, responsable de la misión, era negociador por parte del Vaticano monseñor Luigi Bongianino. 20 A. CASAROLI, Il martirio della pazienza…, op. cit., 86. 21 G. BARBERINI (ed.), La politica del dialogo…, op. cit., 91.
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ESTE ACUERDO SIRVIÓ COMO MODELO PARA GRAN PARTE DE LOS PACTOS SUSCRITOS POR LA SANTA SEDE CON OTROS PAÍSES COMUNISTAS EN LOS AÑOS SIGUIENTES. LA OSTPOLITIK VATICANA, NACIDA DE UNA INTUICIÓN PROFÉTICA Y CON OBJETIVOS LIMITADOS, SE FUE ASÍ AFIRMANDO (…)
22 Ivi, 94.
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La solución finalmente adoptada representaba en el plano de los principios una verdadera inversión en comparación con el pasado. También en el plano práctico, esta permitió a la Santa Sede superar el punto muerto que le había hecho hasta entonces imposible la reconstitución del cuerpo episcopal húngaro. En los otros asuntos se avanzó de manera más expedita, incluso porque los negociadores vaticanos aceptaron algunas solicitudes de la contraparte. En materia de juramento de fidelidad de parte del clero, “la Santa Sede —señala la relación enviada a la Secretaría de Estado— se limita a no oponerse a que sea emitida por los eclesiásticos (la promesa de fidelidad), pero con la condición de que se inserte la cláusula «sicut decet Episcopum vel sacerdotem»”. En cambio, en cuanto a los llamados comisarios ministeriales, señalados por la gente como los “obispos con bigotes”, las solicitudes de la Santa Sede se aceptaron formalmente. Los negociadores vaticanos fueron inamovibles en este punto: “Se trata de una dificultad realmente grave —señala la relación—: si el gobierno quisiese seguir manteniendo a los comisarios en las Curias diocesanas, cualquier acuerdo sería imposible. Se trata en primer lugar de una cuestión de principios, de independencia reivindicada por la Iglesia en virtud de su propia naturaleza y constitución”22. La contraparte en cambio no aceptó la solicitud de los negociadores vaticanos de permitir que un representante no oficial de la Santa Sede se dirigiese cada cierto tiempo a Hungría para percatarse personalmente de la situación: el gobierno de Budapest no estaba dispuesto a aceptar esa intromisión del Vaticano en los asuntos internos, aun cuando fuesen de carácter eclesiástico, del Estado húngaro. Se discutió luego sobre la situación de los eclesiásticos presos e “impedidos”, que según los negociadores húngaros constituían un número pequeño. En este punto se obtuvo poco o nada y prevaleció la razón de Estado, en parte porque el gobierno no quería dar la impresión de ceder ante las presiones del Vaticano en asuntos que consideraba de carácter político. Además, en la “negociación romana” se acordó no abordar por el momento el “caso Mindszenty”. En realidad, esto, considerando el hecho de que el gobierno no estaba dispuesto a modificar sus planteamientos rehabilitando al primado (a lo más otorgaría una amnistía al cardenal si este la solicitaba), habría eliminado toda posibilidad de entendimiento entre las partes también sobre otros asuntos
importantes. Eso no significa en todo caso que no se advirtiese la gravedad y la necesidad de solucionar de alguna manera el caso, como de hecho ocurrió al cabo de algunos años. La negociación llevada a cabo en Roma, que duró un período razonablemente breve (se desarrolló en 4 sesiones), constituyó la base para el acuerdo definitivo “parcial”, como fue definido, suscrito en Budapest el 15 de septiembre de 1964. Antes de ser firmado por las partes, monseñor Casaroli mostró el texto al primado Mindszenty, quien sorprendentemente no hizo objeciones a su contenido, y por el contrario agradeció a su interlocutor por el trabajo realizado. En esa ocasión dijo también estar dispuesto a dejar la legación estadounidense cuando la Santa Sede hubiese llevado a término el acuerdo con el gobierno. El acta suscrita por las dos partes, que no se dio a conocer públicamente23, no puede definirse como acuerdo en sentido técnico-jurídico, ni mucho menos como Concordato, sino como “un acto bilateral políticamente comprometedor”: constituido por “acta y protocolo”24, con dos escritos. Semejante documento en general se define en las relaciones internacionales como agreement. En todo caso, se subraya que la importancia de ese “acuerdo”, aun cuando se defina como “parcial” y a pesar de su débil “apariencia jurídica”, en ningún caso puede subestimarse, como lo han hecho a veces detractores de la Ostpolitik vaticana. De hecho constituye el primer acuerdo suscrito por la Santa Sede con un Estado comunista. Al estipular esta acta de derecho internacional, la Santa Sede por su parte reconocía la legitimidad del gobierno de la República popular húngara (adoptando una posición opuesta a la del primado), por lo demás reconocida también por toda la comunidad internacional; pero al mismo tiempo el gobierno reconocía a la Santa Sede el derecho de intervenir en la organización y en la vida de la Iglesia Católica húngara. Y eso no era menor. Además, este acuerdo sirvió como modelo para gran parte de los pactos sucritos por la Santa Sede con otros países comunistas en los años siguientes. La Ostpolitik vaticana, nacida de una intuición profética y con objetivos limitados, se fue así afirmando poco a poco en el escenario político internacional con una fisonomía propia y con un significativo recorrido propio, teniendo conciencia de ayudar concretamente a las Iglesias del Este, sometidas al yugo de la dictadura comunista, y con la esperanza de encaminarlas hacia tiempos mejores.
(…) EN EL ESCENARIO POLÍTICO INTERNACIONAL CON UNA FISONOMÍA PROPIA TENIENDO CONCIENCIA DE AYUDAR CONCRETAMENTE A LAS IGLESIAS DEL ESTE, SOMETIDAS AL YUGO DE LA DICTADURA COMUNISTA, Y CON LA ESPERANZA DE ENCAMINARLAS HACIA TIEMPOS MEJORES.
23 El acuerdo, de haberse publicado, ciertamente habría desconcer tado a la opinión pública internacional, que no estaba al tanto del curso de las negociaciones. Muchos habrían criticado las acciones de la Santa Sede, y los detractores de la Ostpolitik vaticana habrían hablado de traición. Los obispos húngaros recibieron amplia información sobre el acta y el protocolo mediante un documento “estrictamente personal” 24 G. BARBERINI (ed.), La politica del dialogo…, op. cit., 156...
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Psiquiatra R aúl Schilkrut, especialista en drogadicción:
«Estamos en una epidemia
de consumo de marihuana”
N
“
os encontramos en medio de problemas de adicción en una amplia una epidemia donde el consumo de gama de edades, que va desde los 12 marihuana alcanza cada vez a un años hasta adultos mayores, con más mayor porcentaje de la población”, de 75 años. nos dice preocupado el doctor Raúl El doctor Schilkrut nos recibe en Schilkrut , médico psiquiatra, con su oficina, donde el trabajo es inmás de 25 años de extenso por la creciente ALREDEDOR DE LA periencia en la materia demanda que tiene de MARIHUANA EXISTEN y fundador de la clínitratamientos por adicMUCHOS MITOS ca que lleva su nombre ciones, en particular CULTURALES QUE ESTÁN y que se ha especiade jóvenes adictos a MUY EXTENDIDOS EN lizado en adicciones, la marihuana. EgreEL MUNDO Y QUE HAN trastornos alimentasado de la escuela de LLEGADO CON FUERZA rios y psicoterapia de medicina de la UniTAMBIÉN A CHILE. adolescentes y adultos. versidad de Chile y UNO DE ESTOS MITOS ES PENSAR QUE LA Manifiesta enconespecializado en psiMARIHUANA ES INOCUA. trarse alarmado ante quiatría, fue becado en la posibilidad de que psicofarmacología por se convierta en ley el proyecto apro- la fundación Alexander von Humbado, en general, en julio pasado boldt, en la Universidad de Munich en la Cámara de Diputados que (Alemania) donde tuvo como guía al liberaliza el consumo de marihua- connotado profesor Hans Hippius. De na, despenalizando el autocultivo regreso a Chile se desempeñó como de cannabis y permitiendo su uso profesor asociado en psiquiatría de la medicinal y recreativo. Facultad de Medicina de la UniverNos dice que a los especialistas sidad de Chile y dirigió un Instituto no se les ha consultado y que debe de Investigación Farmacológica en el abordarse el tema desde todas las Hospital El Peral, ubicado en el área perspectivas por el bien del país. En sur de Santiago. el centro donde trabaja, el Instituto Haciendo un paréntesis en su Médico Doctor Schilkrut, que fundara intensa agenda nos recibe para conel año 1993, atienden a pacientes con versar sobre el tema del consumo de
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drogas en nuestro país y, en particular, respecto de la legalización de la marihuana, sobre lo cual existen versiones contrapuestas.
con la percepción de que es inofensiva? Encuestas oficiales dicen que el 50% de los escolares considera que la marihuana no produce daño y que tiene un bajo poder adictivo… —Alrededor de la marihuana Chile, un país líder en existen muchos mitos culturales que consumo están muy extendidos en el mundo — Las últimas estadísticas sobre y que han llegado con fuerza tamconsumo de marihuana bién a Chile. Uno de muestran un incremento estos mitos es pensar EL INICIO EN de 50 por ciento entre ADOLESCENTES que la marihuana es SIGNIFICA QUE ESTÁ los años 2011 y 2013. inocua; que es meAFECTANDO A UN Además el consumo conos da ñ i n a que el CEREBRO INMADURO, mienza cada vez a una cigarrillo; que es un DONDE TODAVÍA NO edad mas temprana, en producto natural y, ESTÁN DESARROLLADOS séptimo básico… ¿a qué en consecuencia, no LOS MECANISMOS se debería este aumento provocaría n i ng ú n DE AUTOCONTROL tan significativo? efecto tóxico y que, (…) TODOS LOS —Chile es un país JÓVENES QUE ABUSAN por el contrario, sería DEL CONSUMO históricamente de alto bien tolerada por el DE MARIHUANA consumo. Lo que nos organismo. Es sabido COMPROMETEN LO QUE preparó fue el alto conque cuando dismiES LA AUTOESTIMA. sumo de cigarrillo y nuye la percepción alcohol, ya que son de riesgo aumenta el factores que facilitan. Se sabe que un porcentaje de personas, en especial joven que fuma cigarrillos y bebe de jóvenes, que la van a probar. alcohol tiene un riesgo significativa- Otro factor que está influyendo en mente mayor de llegar a probar tam- el incremento del consumo es que bién la marihuana. Estamos ante una también en los adultos ha aumentaepidemia de consumo de marihuana. do la percepción de que no produce De la misma manera que existen epi- daño ni que constituye un riesgo. demias de enfermedades infecciosas, Los padres, que antes tenían una existen epidemias de consumo de actitud de mayor censura hacia el drogas. Nos encontramos en medio consumo, hoy día están confundide una epidemia donde el consumo dos al respecto, lo cual ha hecho que alcanza cada vez a un mayor porcen- la vigilancia y su actitud frente a la taje de la población. droga se haya ido morigerando. Y al moderarse su opinión respecto a la —En el caso del consumo de mari- droga, se facilita el consumo en los huana, ¿tiene que ver este incremento jóvenes y adolescentes.
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—El que recurran a la marihuana jóvenes cada vez a una edad más temprana, ¿aumenta los efectos dañinos sobre ellos? —Sí. Todos los estudios demuestran que cuanto antes comience el consumo —hoy hablamos de un inicio a los 13 años de edad—, las probabilidades de adicción serán mayores. El inicio en adolescentes significa que la sustancia está afectando a un cerebro inmaduro, donde todavía no están desarrollados los mecanismos de autocontrol. Entonces provoca efectos dañinos para la formación de la personalidad, para el desarrollo de la vida afectiva y en el rendimiento intelectual porque los cerebros de los adolescentes son mucho más sensibles. Si a esto se suma el caso de jóvenes o niños con déficit atencional —una condición tan extendida en la actualidad—, el daño es aún mayor debido a su alto grado de susceptibilidad.
Problemas de autoestima Uno de los méritos del doctor Schilkrut es que es pionero en nuestro país en integrar los sentimientos al tratamiento de los pacientes con adicciones, centrándose en su vida emocional, psicológica y familiar;
siempre tomando en cuenta la unión indisoluble entre lo médico y lo psicológico. Esto le permite tener una visión más amplia y acertada del problema de las adicciones. —Usted que trabaja con jóvenes... ¿en el fuero íntimo el joven consumidor de drogas se siente de alguna forma “abandonado” por sus padres? ¿Hay una carencia afectiva o solo lo hace como por vivir la vida buscando un placer? —Existe de todo. No se puede generalizar. No hay cierto tipo de familia o de actitudes. Se Dr. Raúl Schilkrut puede tener una familia de seis hijos, donde cinco se desarrollaron muy bien y en uno se desarrolló un severo problema de adicción. Entonces no se debe generalizar. Hay niños que tienen mayor grado de abandono, pero hay niños de familias donde ha existido mucho cuidado y sensibilidad con respecto al cuidado de los hijos, que también tienen problemas. Es que estamos en medio de una epidemia. Como dicen los norteamericanos, la enfermedad puede afectar a cualquiera. Y eso es lo que ha ocurrido. —¿El consumo responde quizás a problemas también de autoestima? ¿A una baja autoestima?
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—Sí, prácticamente todos los jó- relajamiento en la actitud de los padres? venes que abusan del consumo de ¿O descuido? marihuana comprometen lo que es —Hay distintos factores. Pero en la autoestima. La vida emocional es general la vida familiar hoy día se ve fundamental en la salud de los senti- comprometida. Los trabajos intensos mientos y de toda la vida afectiva que del padre y de la madre, con horarios conlleva el desarrollo de la persona- muy extendidos, hacen que el contacto lidad. Entonces lo que se produce es con los jóvenes se haya reducido y por que la persona que consume tiene di- otra parte la actitud de control, vigenficultades en estructurarse, en adquirir cia y de dar opiniones de los padres, una identidad propia. Por ello se trata de estar encima del desarrollo del de jóvenes que desjoven y el contacto con EL INFORME DE USO pués l lega n a u na el colegio, se ha relaDE DROGAS DE LAS edad adulta con una jado. Naturalmente el AMÉRICAS, PUBLICADO inmadurez en la parte joven se siente, en este ESTE AÑO POR LA OEA, afectiva, debido a que sentido, menos atenMUESTRA QUE CHILE en el período de crecidido y, por otra parte, TIENE EL CONSUMO DE miento no han tenido se siente más libre del MARIHUANA MÁS ALTO un desarrollo adecuacontrol parental. ENTRE LOS PAÍSES DE do en la parte emocioAMÉRICA DEL SUR, DEL nal, lo que contribuye CENTRO Y DEL NORTE. Fenómeno SOMOS LOS PRIMEROS a formar y consolidar transversal CONSUMIDORES. la propia identidad. Un —Los datos muestran punto que es central que la frecuencia del consumo y su edad de porque permite distinguir a cada inicio son similares en colegios municipapersona respecto de los demás. les, particular subvencionados y privados. —¿Estos efectos son más importantes ¿Un problema transversal? —Absolutamente. En este momenaun que la disminución del coeficiente to no tiene nada que ver con el nivel intelectual? —Se van dando paralelamente. socioeconómico ni cultural. Es un Estudios muy recientes demuestran fenómeno transversal. Las estadístique cuando el inicio del consumo es cas oficiales de Chile —que son muy a temprana edad se va reduciendo la confiables— lo corroboran. El Informe de Uso de Drogas de capacidad intelectual del joven, medido en CI, con lo cual se verá afectado las Américas, publicado este año por la OEA, muestra que Chile tiene su rendimiento académico. el consumo de marihuana más alto —Usted señalaba que los padres ya entre los países de América del Sur, no perciben el consumo de cannabis del Centro y del Norte. Somos los como algo tan riesgoso o dañino. ¿Hay primeros consumidores.
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—¿Tiene que ver esto con el crecimiento económico de los últimos años, y con que nos hayamos transformado en una sociedad estresada, con altos índices de depresión, que necesita evadirse? —No necesariamente está ligado a esos factores. Porque en general los jóvenes empiezan a consumir por un deseo de pasarlo bien, buscando la euforia. No es por motivos especialmente patológicos que lo hagan.
Manejo del dolor
tratando de hacer con la marihuana. Existen ya algunos informes de algunos componentes de la marihuana que podrían tener los efectos terapéuticos sin producir los efectos psicoactivos. Existen países donde se está estudiando la capacidad farmacológica de la marihuana. Pero se hacen en condiciones muy controladas y científicas, que es distinto a que cualquier persona que sienta dolor esté autorizada para fumar hierbas.
SI EN ESTE MOMENTO SE APROBARA LA LEY QUE AUTORIZA EL LIBRE CONSUMO DE MARIHUANA APARECERÁ DELANTE DEL JOVEN LA IMAGEN PÚBLICA DE QUE LA MARIHUANA NO ES DAÑINA, CON LO CUAL SERÁ UN FACTOR SOCIAL MUY DIFÍCIL DE CONTROLAR.
—Mucho se ha divulgado de la utilidad terapéutica de la marihuana, en el terreno de la neurología, en el manejo del dolor, en las quimioterapias para el cáncer… —Con la marihuana lo que existen fundamentalmente son reportes casuísticos o anecdóticos. Hay algunos más sugerentes que otros como el caso del tratamiento de las náuseas asociadas a la quimioterapia; o para la disminución del dolor en ciertas circunstancias, sobre todo en el caso de cáncer. Se ha sugerido que también podría disminuir la rigidez en ciertas enfermedades neurológicas. Pero todavía la evidencia no es suficiente para ser aprobada como medicamento. La farmacología siempre está dando pasos. Lo que hace la industria farmacéutica es separar por métodos bioquímicos la parte de la planta que tiene efecto terapéutico de la que tiene otros efectos. Y eso se está
—¿Cómo se puede prevenir o qué se podría hacer para detener esta “epidemia”? —Si en este momento se aprobara la ley que autoriza el libre consumo de marihuana, aparecerá delante del joven la imagen pública de que la marihuana no es dañina, con lo cual será un factor social muy difícil de controlar. Por esto nosotros —es decir, todas las organizaciones médicas que tienen que ver con el tema— hemos levantado la voz para decir que si el Estado -—representado por sus parlamentarios y su gobierno— legaliza el consumo de marihuana, lo que significaría en la práctica que cualquiera podría plantar una mata de marihuana en su casa, el Estado estaría diciendo que esta droga no es de gran riesgo. Ese factor social tendría una fuerza enorme y los padres tendrían que multiplicar sus esfuerzos para enfrentar una situación como esta, sabiendo que su posición quedará de-
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bilitada. Desde luego, actitudes familiares como lo son la cercanía con los hijos, el saber lo que están haciendo, las horas de llegada, con quiénes se juntan, naturalmente siempre serán factores preventivos.
—Qué le parece que una personalidad respetada como es el ex Presidente de la República, Ricardo Lagos, esté a favor de despenalizar las drogas argumentando que con ello se ataca el narcotráfico y se reduciría el mercado ilegal… —Naturalmente son opiniones —¿Cuáles son las sociedades médicas que existen. Y esas opiniones las han que están en contra del compartido distintos actual proyecto de ley economistas destacaLO QUE ESTOY DANDO A aprobado en la Cámara dos con argumentos CONOCER ES LA OPINIÓN de Diputados el 7 de julio académicos. Nosotros DE LOS EXPERTOS. de este año, que despeno compartimos esos NO ES SÓLO UNA OPINIÓN PERSONAL. naliza el autocultivo de puntos de vista. Porque ESTAMOS HABLANDO cannabis y permite lo lo que se ha visto en los DEL COLEGIO MÉDICO que denomina “su uso países que han legalizaEN GENERAL; DE medicinal y recreativo”? do la marihuana es que LA SOCIEDAD DE —Lo que estoy danel consumo de las otras PSIQUIATRÍA Y do a conocer es la opidrogas (que serían las NEUROLOGÍA, DE nión de los expertos. ilícitas, explica) no disLA SOCIEDAD DE No es solo una opinión minuye y por lo tanto PSIQUIATRÍA INFANTIL, DE LA SOCIEDAD DE personal. Estamos hacontinúa el tráfico. Por MÉDICOS DE SALUD blando del Colegio otra parte, se ve en paíPÚBLICA. COMO Médico en general; de ses como Holanda que SOCIEDADES TODAS SE la Sociedad de Psiquiaal introducir los cafés HAN EXPRESADO DE tría y Neurología, de la de drogas aumenta la UNA MANERA UNÁNIME Sociedad de Psiquiaconcentración de THC EN ESTE ASPECTO COMO tría Infantil, de la So(tetrahidrocannabinol, RARA VEZ OCURRE ciedad de Médicos de el componente activo ENTRE LOS MÉDICOS. Salud Pública. Como de la marihuana) en lo sociedades, todas se que las distintas emhan expresado de una manera uná- presas ofrecían. Porque se transforman nime en este aspecto como rara vez en grandes empresas con mucho poder ocurre entre los médicos. Entre noso- político y económico. Entonces en aquel tros lo habitual es que las posiciones país el gobierno se vio obligado a decir sean diferentes entre unos y otros. que la marihuana con un contenido Sin embargo hoy existe una posición sobre un número equis de THC ya no unánime y una situación de alarma se puede considerar una droga lícita. porque sabemos lo que se vendría Por otra parte se produce turismo de encima de aprobarse una disposición drogas y otros fenómenos difíciles de de este tipo. controlar. Me parece que esas opiniones
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se basan en argumentos económicos teóricos, pero que no tienen una base en la realidad. Los especialistas pensamos que estamos en medio de una epidemia de consumo juvenil, por lo que nos parece del mayor riesgo elaborar este tipo de leyes.
una mejoría, en general, se requiere de un tratamiento con especialistas que ayuden a los pacientes a superar las diferentes etapas.
—¿Se logran buenos resultados? —Eso depende mucho de las condiciones que se den para el tratamiento. Si alguien tiene posibilidad de vivir en Síndrome de abstinencia su propia casa, con sus —Usted está en confamilias, los resultados DE APROBARSE TENDRÁ COMO tacto con muchos jóvenes que se obtienen son EFECTO EL AUMENTO que llegan a tratarse a excelentes. En nuesDEL CONSUMO; QUE la clínica para dejar la tro caso siete de cada DISMINUYA TODAVÍA adicción. Sin embargo diez jóvenes que comMÁS LA PERCEPCIÓN existen ciertos temores pletan el tratamienDE RIESGO, CON LO al tratamiento como el to se mejoran a largo CUAL ESTE PROBLEMA llamado “síndrome de plazo. El tratamienSE HARÍA MUCHO MÁS abstinencia”… ¿Es un to demora dos años DIFÍCIL DE MANEJAR. tema complejo? aproximadamente. ¡POR ESO ESTAMOS —La última demosTAN ALARMADOS! tración clínica que —Ante esta epidemia PORQUE AL FINAL QUIENES TENDRÁN permite saber si una de que usted habla, ¿cuál QUE HACERSE CARGO droga es o no adictiva es la mejor forma en que DE LOS ENFERMOS es si acaso produce la debiéramos enfrentar? SEREMOS NOSOTROS Y este síndrome de abs—En este momento LAS FAMILIAS. tinencia. Es decir, una se está discutiendo el serie de síntomas que marco legal que tendreaparecen si se deja de consumir. Con mos en el futuro. Como especialistas la marihuana ocurre este síndrome. nos oponemos al marco legal que se No es violento ni potencialmente está proponiendo. Nos parece que de mortal como el que produce la falta aprobarse tendrá como efecto el aude heroína o de morfina, pero es su- mento del consumo; que disminuya mamente molesto. Es una sensación todavía más la percepción de riesgo, de discomfort físico, psicológico, con con lo cual este problema se haría alteración del sueño, hipersensibilidad mucho más difícil de manejar. ¡Por eso a los ruidos, con mucha irritabilidad y estamos tan alarmados! Porque al final donde el joven sabe con certeza que es- quienes tendrán que hacerse cargo de tos síntomas se le pasarían si volviera los enfermos seremos nosotros y las a consumir marihuana. Por eso para familias, por supuesto. Entrevista realizada por MAGDALENA OSSANDÓN
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Proyecto de conservación y rehabilitación de la antigua sede arzobispal de Santiago POR VERÓNICA GRIFFIN
Capilla de la nueva Sede Arzobispal, orientación norte.
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El 10 de diciembre de 2014 fueron reinauguradas dos obras emblemáticas del Plan Maestro de Conservación y Rehabilitación de la Sede Arzobispal: la Capilla y el Salón de Actos. El plan contempla la rehabilitación del Palacio Arzobispal, su fachada y también las casas del Sagrario. Además, serán restauradas la Sacristía y el Salón de Audiencias. Estas obras concretan el deseo del Arzobispado de retornar a su sede histórica en la Plaza de Armas y devolver su dignidad a esta noble construcción.
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omo en toda fundación indiana, cuando se trazó la ciudad de Santiago, se dio principal importancia al sitio donde se levantaría su primera iglesia. Su presencia preeminente debía destacar entre los edificios más importantes, pues marcaría el rumbo de la ciudad, armonizando la vida de la fe con la actividad política y social. La Corona había destinado para la construcción de la primera iglesia la acera que enfrentaba el lado poniente de la Plaza de Armas, y la mitad de los solares que comprendía la manzana. Allí también se levantaría la casa parroquial. Veinte años después de la fundación de la ciudad, en 1561, Pío IV creaba la diócesis de Santiago y Rodrigo González Marmolejo (1561 - 1564) —compañero de ruta de Pedro de Valdivia— era nombrado su primer obispo. La casa parroquial pasaba a ser así la casa episcopal. Y con este nombre permaneció hasta 1840, cuando Gregorio XVI elevó la diócesis al rango de arquidiócesis y la casa donde habitaría el flamante arzobispo monseñor Manuel Vicuña Larraín, recibió en adelante el nombre de palacio arzobispal. El uso del término «palacio» para referirse a la casa de los prelados, afirma el padre Gabriel Guarda (La Edad Media de Chile - Historia de la Iglesia), deriva del hecho de que, desde sus inicios, la designación de los obispos en América estuvo sujeta al mecanismo del real patronato, por el cual el monarca tenía el derecho de presentar al pontífice el candidato al episcopado que él había elegido. El obispo resultante contaba, por tanto, con el apoyo del monarca, y su casa debía tener la prestancia inherente a su dignidad. Inscritos nuestros siglos coloniales en el esplendor de la reforma católica y de las expresiones artísticas del barroco —prosigue el padre Guarda—, las formas constituían un ele-
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mento de insustituible importancia y los obispos de ninguna manera ignoraban estas normas rigurosamente establecidas. Incendios, terremotos, disputas iban dejando huellas cada vez más visibles en el Palacio Arzobispal, a pesar de dos importantes intervenciones: su reedificación realizada hacia 1630 por el obispo de Santiago, Francisco González de Salcedo (1622 - 1634); y la que realizó monseñor Manuel Vicuña Larraín (1840 - 1843), solventada en parte con el arriendo de los locales comerciales ubicados en los portales del primer piso del Palacio que, desde 1621, financiaba los gastos que originaba su funcionamiento, aliviando en parte las estrecheces económicas que pasaba la Iglesia.
Oratorio Capilla.
Vista de los muros sur poniente Capilla Palacio Arzobispal.
Sin embargo, mientras la Plaza de Armas ya tenía sus bordes conformados, y la Catedral de Toesca y la Capilla del Sagrario comenzaban a lucir su belleza neoclásica, el Palacio Arzobispal no corría la misma suerte. Ni por volumen, ni por su altura, ni en su estilo colonial, se ajustaba a la noble fachada poniente de nuestra plaza mayor. Fue el arzobispo don Rafael Valentín Valdivieso (18471878) quien dio inicio, en 1848, a las obras definitivas del actual Palacio Arzobispal. El proyecto fue obra del arquitecto francés François Brunet de Baines, quien muere en 1855 sin verlo concluido. En 1869, retoma la construcción el arquitecto también francés Lucien Henault, terminando, según la idea de su antecesor. El nuevo edificio se levantó con dimensiones impresionantes para su época. Se trataba de un diseño totalmente novedoso, siguiendo las ideas de la prestigiosa
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École des Beaux-Arts de París, con monumentales fachadas clásicas soportadas por poderosas columnas, inicialmente pensadas en piedra, pero finalmente construidas en un más barato ladrillo, lo que de paso las convierte en una verdadera hazaña técnica que ha resistido hasta el presente todos los ataques sísmicos. Para fines de la década de 1880, la manzana poniente de la Plaza de Armas ya luce con la grata armonía que hoy conocemos, caracterizada por la unidad de lenguajes: fachada continua y la regularidad en las alturas del Palacio Arzobispal, la Capilla del Sagrario y la Catedral de Santiago. Hacia fin del siglo XIX, el arzobispo Mariano Casanova (1886 - 1908) habilitó y ornamentó el Palacio con gusto y elegancia, otorgándole insuperable valor histórico, estético y litúrgico. Es esta imagen la que congrega a quienes trabajan hoy en su rehabilitación.
Siglo XX El edificio albergó durante años diversas oficinas del Arzobispado hasta que el arzobispo de Santiago, el cardenal Raúl Silva Henríquez, decide trasladarlas a la calle Erasmo
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Vista salón de actos.
Parte del equipo de restauración.
Escala 1872. El 17 de enero de 1975, el Palacio Arzobispal fue declarado Monumento Histórico. En 1976, pasó a ser sede de la Vicaría de la Solidaridad, que tuvo allí sus oficinas hasta 1992. En los años que siguieron, el edificio estuvo semiabandonado. Algunas de sus habitaciones fueron arrendadas para oficina; otras, usadas como bodegas.
Restauración En el año 2003, el arquitecto Gonzalo Donoso, por encargo del obispo emérito Sergio Valech, inició los trabajos de despeje y rehabilitación del edificio para que nuevamente fuera sede del Arzobispado de Santiago. Se realizaron entonces los primeros trabajos estructurales, la recuperación de la fachada, la habilitación del ala oriente y la homologación señalética en los locales comerciales del primer piso o basamento, que la Alcaldía de Santiago ha utilizado desde entonces como modelo normativo para otros locales comerciales del sector. El terremoto de febrero de 2010 paralizó estas labores, las que fueron retomadas bajo la dirección del arquitecto Ignacio Julio Montaner, quien concluyó el reforzamiento y recuperación del ala oriente. El mismo arquitecto, por encargo del
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arzobispo cardenal Ricardo Ezzati, a través de la Dirección de Arquitectura y Construcción del Arzobispado de Santiago y de la Fundación del Patrimonio Cultural y Artístico de la Iglesia, coordinó las restauraciones de la Capilla y Salón de Actos del segundo piso, uno de los conjuntos patrimoniales más valiosos de Chile. Para esta labor, se ha contado con fondos, en partes iguales, del Programa de Reconstrucción Patrimonial del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes —en los casos de la Capilla y del Salón de Actos—, y del mismo Arzobispado. El resto del plan maestro está acogido a la ley de donaciones culturales.
Trabajos de conservación y restauración en la Capilla y el Salón de Actos En una primera fase, se ejecutaron los proyectos de conservación histórica de la Capilla y del Salón de Actos. La Capilla es un ejemplo de la armonía que se puede dar entre el arte, la arquitectura y la fe. En su interior, destacan las representaciones de ocho santos y beatos de América, como San Martín de Porres y la Beata Mariana de Jesús Paredes. Luce también alegorías que personifican conceptos como la Paz, las Letras, la Ciencia. Sobre la tela adherida al cielo, está representado el Sagrado Corazón de Jesús, rodeado de una profusión de ángeles y filigranas doradas. El mayor daño causado por el terremoto de 2010 se localizó en el cielo de la sala. La tela que inicialmente estuvo perfectamente adherida al entablado de madera del cielo, y toda la representación ideal pintada sobre ella, se había desprendido, generando tensiones, deformando los planos y rasgando las costuras. Lo mismo ocurría en los muros. Fue necesario el retiro de las telas del cielo que, a diferencia de aquellas de la zona intermedia y del zócalo —intervenidas principalmente donde se encontraban—, se restauraron en el taller que se organizó in situ. Los trabajos de restauración y conservación estuvieron a cargo de los equipos de Ignacio Julio (arquitectura), Hernán Ogaz (pinturas y vitrales), Gabriela García Huidobro, Horacio Medina (iluminación), Sebastián Alainz (documental) y Elena Losón (edición y archivo), liderados por la restauradora Cecilia Beas.
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A lo largo del proceso de recuperación, se realizó un minucioso registro visual, con el objeto de resguardar la puesta en valor y habilitación del espacio patrimonial. Este trabajo fue plasmado en el libro Ofrenda y Gracia. Proyecto de conservación y restauración Capilla Sede Arzobispal, dirigido por Cecilia Beas y Elena Losón. El Salón de Actos comparte con la Capilla una misma ala del Palacio, formando un contrapunto entre la expresiva y colorida Capilla “romana”, y su elegante, solemne y monocromático estilo neoclásico. Los trabajos de restauración y conservación de este valioso espacio fueron ejecutados por el equipo liderado por la restauradora María Eugenia van der Maele. El proyecto consideró la implementación de un sistema de iluminación y un proyecto de interiorismo, así como un acucioso trabajo con las molduras de yeso de los muros, además de la conservación arquitectónica del espacio y la restauración del parquet de raulí y roble cuyo fino diseño elabora fantásticas composiciones en muchas de las cuales es posible distinguir la representación de estrellas en homenaje a las próximas celebraciones del Centenario de la Independencia de nuestro país. Hoy esperamos la conclusión de la segunda fase del proyecto, a cargo de la Dirección de Arquitectura y Construcción del Arzobispado de Santiago, que contempla la intervención del espacio restante e incorpora, junto al plan de rehabilitación total del edificio, la conservación del Salón de Audiencias, fachadas y Sacristía. La recuperación de un edificio de la importancia arquitectónica e histórica, y de las dimensiones y el emplazamiento privilegiado de la Sede Arzobispal, constituye un referente en la valoración del patrimonio cultural chileno. En cuanto al significado espiritual de la intervención que se está realizando, las palabras del cardenal Ricardo Ezzati lo expresan con exactitud y profundidad: “Al acometer esta tarea, los ojos se han fijado en la Capilla donde rezaron tanto los Arzobispos de Santiago, como los fieles que acudían a sus dependencias. Esas oraciones que llegaron al corazón de nuestro Dios, quedaron inscritas en las telas y los muros que embellecen el lugar. Y por respeto a esas oraciones y a las muchas que vendrán, hemos querido devolverla a su belleza original.”
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XX AÑOS DE HUMANITAS
Crónica de una
conmemoración
E
l jueves 12 de noviembre tuvo lugar en el Salón de Honor de la Casa Central de la UC un emotivo acto conmemorativo de los 20 años de la revista Humanitas. Presidido por el rector Ignacio Sánchez, a quien acompañó en la testera el director de la revista, Jaime Antúnez, en el Salón destacó la presencia del Sr. Nuncio, Mons. Ivo Scapolo; de principales autoridades de la Universidad, de miembros del Comité Editorial y del Consejo de la revista y de un selecto público compuesto de lectores y personas cercanas a Humanitas. Durante la ceremonia se presentó el libro “Grandes Textos de Humanitas”, de Ediciones UC, que reúne una cuidada selección de 49 trabajos publicados durante estas dos décadas en las páginas de la revista. También se proyectó un video con los principales hitos de la historia de la revista, en el que aparecen importantes testimonios, al hilo de los cuales conversan el rector fundador de Humanitas, Dr. Juan de Dios Vial Correa, y su director, explicando las ideas que inspiraron su creación y deteniéndose en algunos hitos de su desarrollo. Después de escuchar al Coro interpretar el himno de la Universidad Católica, fue leído un intercambio de cartas entre el rector emérito Dr. Vial Correa —que por razones de salud no pudo concurrir al acto— y el rector Sánchez (ver recuadro), a continuación de lo cual fue dada a él mismo la palabra. El rector Ignacio Sánchez expresó: “La Pontificia Universidad Católica de Chile se siente alegre y también orgullosa por los logros alcanzados por esta publicación que surgió para que la comunidad universitaria y la opinión pública en general pudieran disponer de un órgano de pensamiento y estudio que reflejara las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio. Han transcurrido 20 años desde que se publicara
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Marta Irarrázaval, Angélica Zegers, Amaya y Manuel José Irarrázaval.
el primer ejemplar de Humanitas, período en el cual ya se han publicado 80 números, junto con algunos cuadernos de estudio que han sido acogidos con un gran reconocimiento hacia su contenido por miles de lectores en Chile y en todo el mundo”. “Este libro que hoy se presenta —señaló el rector refiriéndose a “Grandes Textos de Humanitas” (Ediciones UC)— refleja fielmente el espíritu que ha guiado a Humanitas a lo largo de todos estos años. Ha sido un trabajo de reflexión riguroso en la senda de colaborar con la evangelización de la cultura en el tercer milenio, ofreciendo un nuevo lugar para Cristo en cada artículo, comentario o editorial. Para la universidad, Humanitas ha significado también un muy importante apoyo para extender su misión propia de desarrollar conocimiento a la luz de la fe en esta búsqueda incansable de alcanzar la verdad en Cristo. Por todo lo anterior, reitero nuestro reconocimiento en esta celebración que nos llena de orgullo y alegría, en la esperanza de que su reflexión siga llegando a sus fieles lectores. Estoy seguro que en los próximos 20 años Humanitas seguirá cumpliendo la misión que la UC le ha encomendado”, concluyó el rector. Después de la proyección del Video antes aludido, habló el director de Humanitas, Jaime Antúnez, el extracto de cuyas palabras es publicado en la sección Editorial (pág. 716)
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Libro “Grandes Textos de Humanitas”
Prólogo E
n 1995, mi predecesor en la rectoría de la Pontificia Universidad Ca-
tólica de Chile, Dr. Juan de Dios Vial Correa —presidente ya entonces de la Pontificia Academia Pro Vita y personalidad ampliamente conocida e involucrada en relevantes temas de Iglesia y de la cultura1— consideró ser una verdadera necesidad, como explicó en varias
El nombre Humanitas, como ha sido luego constatado por su fundador y por quienes la dirigen, constituyó un feliz acierto, en cuanto definió el programa que habría de seguir la nueva publicación: “el de ofrecer una contribución modesta, pero decidida, a la inmensa tarea de recuperar el auténtico sentido de lo humano”.
ocasiones, dar fundación a una revista abierta a dicho espectro de asuntos. Se la llamó HUMANITAS Revista de Antropología y Cultura Cristianas, lo segundo por haber nacido vinculada al programa de Antropología y Cultura cristiana de la Universidad, que dirigía el Profesor Pedro Morandé, entonces prorrector de esta casa de estudios. Su “nombre de pila”, HUMANITAS, como ha sido luego constatado por su fundador y por quienes la dirigen, constituyó un feliz acierto, en cuanto definió el programa que habría de seguir la nueva publicación: “el de ofrecer una contribución modesta, pero decidida, a la inmensa tarea de recuperar el auténtico sentido de lo humano”2.
Veinte años han transcurrido desde el inicio de HUMANITAS, casi diecisiete mil páginas han dado forma a 80 números de la revista, publicados en forma regular cada trimestre desde enero de 1996 hasta ahora, cuatro cada año (más algunas ediciones especiales). Al margen de otras consideraciones, ya estas cifras dejan constancia del gran esfuerzo realizado por la Universidad y por las personas directamente involucradas en esta tarea. Un empeño, lo decimos con satisfacción, que ha valido con creces la pena.
1 Así en la todavía reciente IV Conferencia General del Celam, presidida por San Juan Pablo II en Santo Domingo, en octubre de 1992, donde le fuese encargado abordar ante el plenario precisamente el tema de la cultura. 2 Humanitas 50, Editorial “Humanitas nombre que revela un programa”, por Juan de Dios Vial Correa.
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Rector Ignacio Sánchez autor del Prólogo.
Esa “recuperación del sentido de lo humano” a que se ha entregado HUMANITAS, más allá incluso de su materialización en las páginas de la revista y en varias otras iniciativas, ha descansado, desde sus primeros pasos, en una communio de personas comprometidas con la lectura del misterio del hombre a la luz del Verbo encarnado (Gaudium et spes, 22). Su camino, guiado por el deseo íntimo de servir al magisterio de la Iglesia, teniendo principalmente en vista la guía de los sucesores de Pedro, hizo de la “via pulchritudinis” —según la denominación tan propia de Benedicto XVI—, casi instintivamente, su más propio instrumento de diálogo
Esa “recuperación del sentido de lo humano” a que se ha entregado Humanitas, más allá incluso de su materialización en las páginas de la revista y en varias otras iniciativas, ha descansado, desde sus primeros pasos, en una communio de personas comprometidas con la lectura del misterio del hombre a la luz del Verbo encarnado.
con el mundo de nuestro tiempo, y su forma original de comunicar lo verdadero y lo bueno. Tal parecer no es solo el de quien escribe este prólogo, sino que ha sido reconocido muchas veces desde distintas partes del mundo. La acogida a este lenguaje corrobora sin duda aquello de que el hombre contemporáneo tiene “sed de belleza”. Grandes Textos de HUMANITAS es un recorrido que resume —en una selección cuidadosa de 49 artículos “grandes”, que como volumen
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supera en algo las mil páginas— el espíritu que ha reunido a lo largo de dos décadas a esta communio que, anclada en la UC, ha atravesado las fronteras no solo de la Universidad, sino del país, en un ligamen caracterizado por el más alto nivel de exigencia.
Su camino, guiado por el deseo íntimo de servir al magisterio de la Iglesia, teniendo principalmente en vista la guía de los sucesores de Pedro, hizo de la via pulchritudinis —según la denominación tan propia de Benedicto XVI—, casi instintivamente, su más propio instrumento de diálogo con el mundo de nuestro tiempo, y su forma original de comunicar lo verdadero y lo bueno.
El valor de este libro puede percibirse, de una parte, en la notabilidad de algunos de sus autores, entre los que destacan un profesor de Tubinga, y un religioso jesuita y arzobispo de Buenos Aires, los Pontífices Benedicto XVI y Francisco, respectivamente. Puede asimismo medirse en la trascendencia de los temas, seleccionados de un vastísimo elenco, calificables casi todos entre los que más decisiva gravitación tienen y han tenido en las grandes disyuntivas culturales del cambio de milenio. En efecto, los grandes textos de este libro, ordenados cronológicamente por sus años de publicación, permiten apreciar el vínculo de HUMANITAS con los acontecimientos y problemas de la sociedad en un momento determinado, confirmando a su vez la continuidad de una visión que trasciende el tiempo, que resulta consistente e iluminadora
tanto ayer como hoy. Que dicha confluencia, tan rica como global, tenga como soporte y vehículo una determinada publicación —como HUMANITAS— de una sola determinada universidad católica, ubicada geográficamente en lo que los antiguos llamaron el “finis terrae”, constituye desde luego un
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Paulina Gómez, Vicerrectora; M. Elena Pimstein, Secretaria General; S.E.R. Ivo Scapolo, Nuncio Apostólico.
ejemplo raro, que puede justamente enorgullecer. Pero, a la vez, y sobre todo, es un estímulo extraordinariamente valioso para la Universidad en sí misma, como institución superior de educación y cultura, en la línea del sustancial llamado a la mayor “amplitud de la razón” (del logos), que formulara luminosamente Benedicto XVI en su célebre discurso de septiembre de 2006 en la Universidad de Regensburg. Dada la excepcional repercusión y acogida que la revista ha alcanzado internacionalmente, HUMANITAS constituye una confirmación de que alta calidad y efectiva comunicación no se confrontan, sino que se potencian, siendo la Universidad el lugar en el que se dan
Grandes Textos de HUMANITAS es un recorrido que resume —en una selección cuidadosa de 49 artículos “grandes”, que como volumen supera en algo las mil páginas— el espíritu que ha reunido a lo largo de dos décadas a esta communio que, anclada en la UC, ha atravesado las fronteras no solo de la Universidad, sino del país, en un ligamen caracterizado por el más alto nivel de exigencia.
las condiciones ideales para la materialización de este binomio. Puestos a su lectura, es legítimo preguntarse, entre los 49 grandes textos que comprende este volumen, cuál de ellos representa más significativa y calificadamente el “programa” llevado adelante por HUMANITAS. En un entorno caracterizado por el paradigma del eficientismo tecnocrático3, en el que el hombre a menudo se ve disminuido o incluso
3 Encíclica Laudato si’ n. 189, por Papa Francisco.
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desaparece comprendido como un mero objeto —un material de estudio cuya dimensión trascendente se descarta o simplemente se ignora—, no es descaminado afirmar que el texto seleccionado de las
Los grandes textos de este libro, ordenados cronológicamente por sus años de publicación, permiten apreciar el vínculo de Humanitas con los acontecimientos y problemas de la sociedad en un momento determinado, confirmando a su vez la continuidad de una visión que trasciende el tiempo, que resulta consistente e iluminadora tanto ayer como hoy.
páginas de HUMANITAS 724 —edición que conmemora el 125o aniversario de nuestra Universidad— es el que más hondamente permite saborear la perspectiva humanista cristiana de la revista, particularmente unificadora en el sentido sinfónico de la expresión. La de HUMANITAS, se entiende, no es una posición, en caso alguno, que se oponga al progreso técnico, sino una que se pregunta por su sentido, consciente de que, único en el universo creado, “el hombre supera infinitamente al hombre” (Pascal). Como afirmara San Juan Pablo II en los inicios de su pontificado, “una fe que no se convierte en cultura es una fe no acogida en plenitud, no pensada en su totalidad, no vivida con fidelidad”5. Un principio que, años más tarde, reiteró el mismo Pontífice, al más alto nivel: “Toda cultura es un esfuerzo de reflexionar sobre el misterio del mundo y en particular del hombre: es un modo de manifestar la
dimensión trascendente de la vida humana (...) El corazón de cada cultura está constituido por su acercamiento al más grande de todos los misterios: el misterio de Dios”6. No son hoy comunes las iniciativas editoriales que observen la relevancia de comunicar, a través de un periodismo cultural de carácter antropológico, la grandeza de una tradición común. 4 Humanitas 72, “¿Qué es el hombre?”, por Joseph Ratzinger. 5 Discurso a los participantes en el congreso nacional de Movimiento eclesial de compromiso cultural, 16 de enero de 1982, por Juan Pablo II. 6 Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, 5 de octubre de 1995, por Juan Pablo II.
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Debo destacar, en tal sentido, la visionaria disposición de mis predecesores que, en el marco histórico de una época de cambios —que se avizora muy principalmente como “un cambio de época”7—, consideraron la necesidad de constituir un órgano que, alimentándose de la cultura cristiana en la que nació y permanece nuestra Universidad, se enfocase en contribuir a fortalecer esta cultura y en dialogar desde ella con la sociedad y el mundo en torno. No en vano lo propio de una universidad católica es el diálogo entre la fe y la razón, diálogo en el cual el propio ejercicio de la razón se entiende animado por la fe. Revista HUMANITAS, porque nació en su contexto, participa del plan delineado a las universidades católicas por la Constitución Apostólica Ex corde Ecclesiae y, en sus circunstancias particulares, realiza la esperanza depositada en aquella constitución. Comunica a través de sus páginas y de diversas iniciativas, a la comunidad universitaria y a la opinión pública en general —y así esperamos siga por muchos años—, la necesidad de leer la verdad de la huma-
Dada la excepcional repercusión y acogida que la revista ha alcanzado internacionalmente, Humanitas constituye una confirmación de que alta calidad y efectiva comunicación no se confrontan, sino que se potencian, siendo la Universidad el lugar en el que se dan las condiciones ideales para la materialización de este binomio.
nidad, de todas sus obras y acontecimientos, a la luz del Verbo Encarnado y del tesoro de la tradición de la Iglesia.
IGNACIO SÁNCHEZ DÍAZ Rector Pontificia Universidad Católica de Chile
7 Discurso durante el encuentro con el episcopado brasileño, Río de Janeiro, 27 de junio de 2013, por Papa Francisco.
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de esta edición nº 80. Con referencia al libro lanzado en la ocasión por Ediciones UC, señaló: “El resultado final que arroja esta selección de 49 ensayos es un buen resumen y una muestra del macizo trabajo sostenido por Humanitas, el cual, con pausa y regularidad, ha mantenido un altísimo y muy reconocido nivel, desde su primer número lanzado el 16 de enero de 1996, hasta hoy. “Podemos afirmar que se trata de un libro único en su género, tanto por la amplitud y esencialidad de sus temas, como por la variedad de sus autores. Único, también, en el ámbito de una universidad en nuestros días, de cualquier latitud que se hable, no habiendo en nuestro tiempo probablemente otra que haya reunido un espectro semejante de colaboraciones, en el seno de una publicación nacida y desarrollada en su ámbito. “Un conjunto de reflexiones que, se diría, haciéndose eco del magisterio de la Iglesia, especialmente del de los Soberanos Pontífices, ha hecho pensar a muchos, en muy distintas partes del mundo, a partir de las huellas que trazara San Juan Pablo II llamando al pueblo a ‘no tener miedo de abrir las puertas a Cristo’, pasando por las vías de sabiduría de Benedicto XVI —que inspiró al cuerpo de esta revista desde antes de su existencia— hasta los días actuales llenos de vitalidad y entusiasmo del Papa Francisco”. Concluyó, a este respecto, que cabe constatar “en forma gozosa y agradecida, más como un don que como un empeño”, que se ha realizado, casi sin advertirlo, “el camino que indicaba John Henry Newman es el propio de la Universidad: educar el intelecto para que razone bien en todos los temas, para que tienda hacia la verdad, y la asimile”.
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El rector junto a Raúl Bertelsen y a Francisco Orrego Vicuña.
En el volumen de 1.039 páginas de “Grandes Textos de Humanitas” figuran 10 firmas chilenas y 39 extranjeras, de un conjunto de 11 nacionalidades. Del total de autores, seis pertenecen al Comité Editorial de la revista y nueve a su Consejo de Consultores y Colaboradores, siendo los restantes de personas generalmente cercanas, provenientes de distintas lenguas y naciones. Veintisiete autores son eclesiásticos, entre los cuales siete son o fueron miembros del Colegio Cardenalicio. Entre estos últimos, dos serían más tarde electos papas: Joseph Ratzinger y Jorge Mario Bergoglio. Mientras tanto, veintidós son, en el total, los seglares católicos que firman en “Grandes Textos de Humanitas”. Algunos, entre los 49 artículos que se recogen en el libro, son: “Desafíos culturales del fin de siglo”, por Pedro Morandé (1996); “Paternidad: don y autonomía”, por Eduardo Valenzuela (1999); “El don de la felicidad”, por Juan de Dios Vial Correa (2004); “Buscar el camino hacia el futuro, llevando consigo la memoria de las raíces”, por Jorge Mario Cardenal Bergoglio, actual Papa Francisco (2007).
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En Nunciatura Apostólica:
Misa conmemorativa con ocasión del XX aniversario de R evista Humanitas E
l pasado 30 de noviembre, se celebró una solemne misa conmemorativa en los jardines de la Nunciatura Apostólica de Santiago de Chile, con ocasión del vigésimo aniversario de la fundación de Revista Humanitas. La misa fue presidida por el cardenal Ezzati, arzobispo y Gran Canciller de la Universidad Católica, a quien acompañaron otros ocho celebrantes, entre los que se encontraban monseñor Ivo Scapolo, nuncio apostólico, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, Presidente de Honor del Consejo de Humanitas y monseñor Juan Ignacio González, obispo de San Bernardo, entre otros. En su homilía, el cardenal Ezzati dedicó buena parte de sus palabras a la figura de San Andrés, cuya fiesta se celebró ese día. Animó a los asistentes a convertirse en instrumento de evangelización, lo mismo que el santo hizo en su tiempo. Concluyó su discurso asimilando esta tarea a la de Revista Humanitas: “Esta revista constituye un servicio indispensable a la acción evangelizadora de nuestra Iglesia, una obra dedicada a nuestros hermanos y hermanas de Santiago y de todo Chile”.
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Aテ前S
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Sirviendo al encuentro de la Fe y la Cultura
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Entre los invitados que acudieron a esta celebración, cabe destacar la presencia del rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Dr. Ignacio Sánchez, miembros de la Dirección Superior de la misma Casa de Estudios, así como de distintas personalidades vinculadas al Consejo de Colaboradores y al Comité Editorial de Revista Humanitas. Acompañó el acto una cuidada selección de piezas musicales, interpretadas por el Coro de la Universidad Católica, dirigido por el maestro Víctor Alarcón, que inició su actuación con el himno dirigido a María, en su mes, Ave Maria gratia plena. Los cerca de 150 asistentes –autoridades, profesores, alumnos y amigos de la revista–, asistieron después a una recepción ofrecida por el Sr. Nuncio y el Director de Humanitas. Tras el coctel, el Sr. Nuncio hizo entrega a Marta Irarrázaval de una bendición del Santo Padre para ella y toda su familia, en agradecimiento por su servicio de veinte años en la Secretaría de redacción de Revista Humanitas.
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APUNTES Y NOTAS
A seis años de la encíclica social de Benedicto XVI
MEDITACIÓN SOBRE CARITAS IN VERITATE por Juan de Dios Vial Larraín
«Portada del Cuaderno HUMANITAS N° 25 donde se recogen —en el 3er aniversarrio de la encíclica social de Benedicto XVI— reflexiones del seminario organizado por revista Humanitas en noviembre de 2009, titulado “Los desafíos de la Caritas in veritate”. Incluye además dicho Cuaderno tres ensayos sobre el tema, de autores estrechamente vinculados al entorno en que fue pensada esta encíclica. A los interesados en obtener este ejemplar pueden solicitarlo a humanitas@uc.cl»
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esde León XIII y su célebre encíclica Rerum novarum, hasta Lumen fidei, del Papa Francisco, el magisterio de la Iglesia Católica, con rigurosa continuidad, ha mantenido una doctrina social a través de cartas encíclicas de sucesivos pontífices. Debo confesar que no me ha sido fácil la lectura de este tipo de documentos, escritos a veces con cierto desorden, mezcla de consejos, de recuerdos, de reproches
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y condenaciones; de tarde en tarde, de pasajes verdaderamente luminosos. Una encíclica papal es eso, sencillamente, una carta. La carta de un padre a sus hijos fieles. Baste aquí recordar a San Pablo. Sus cartas, sus epístolas, son la primera gran teología del cristianismo. De la que ahora se nos invita a hablar es de la carta que Benedicto XVI nos dirigiera bajo una maravillosa fórmula Caritas in
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veritate. Me parece que ahí está el núcleo desde donde irradia el orden de una sociedad verdaderamente humana. Intentaré justificar esta afirmación a partir de la lectura de este texto.
encíclica, y probablemente de este género magisterial de la Iglesia, creo que la frase clave es la que escribió Benedicto XVI en Caritas in veritate: la doctrina social de la Iglesia, dice ahí el Papa, es una “doctrina sapiencial”. Las encíclicas son el fruto de una ancestral sabiduría intenII cionalmente puesta en acción ante cosEn realidad la doctrina social de la tumbres humanas —ideas y opiniones, Iglesia ha surgido en el fragor de los gran- prácticas y estilos de vida— dominantes des conflictos provocados por ideologías en determinadas circunstancias. No sociales de la modernidad, son tratados teológicos, forjadas en el siglo XVIII discursos racionales que PARA ENTENDER y en el siglo XIX, que tan pretendan moverse en la EL SIGNIFICADO DE violentamente estallaran profundidad de las ideas. ESTA ENCÍCLICA, Y en el siglo XX y cuyo crePROBABLEMENTE Son, más bien, exhortacioDE ESTE GÉNERO púsculo fuerza se encaró nes, aclaraciones, discerMAGISTERIAL DE LA el llamado modernismo, el nimientos orientadores. IGLESIA, CREO QUE LA marxismo, el liberalismo, Quiere hablar a todo el FRASE CLAVE ES LA el nacional socialismo. mundo. Hablar de cosas QUE ESCRIBIÓ Lo que primero se nos concretas que ocurren en BENEDICTO XVI EN ofrece es algo así como él. Y hacerlo en un lenguaCARITAS IN VERITATE: LA un gran fresco, una repreje común. Pero, atención, DOCTRINA SOCIAL DE sentación gráfica de gran la mirada es “sapiencial”. LA IGLESIA, DICE AHÍ EL PAPA, ES UNA tamaño de los problemas “DOCTRINA SAPIENCIAL”. que aquejan a la sociedad III de nuestro tiempo. Globalización y cosmopolitismo; crecimiento ¿Qué significa sapiencia, sabiduría? demográfico y reemplazo generacional; En el sentido más profundo de la idea desarrollo sin fin, ni sin fines; mercado de sabiduría cabe descubrir en ella una que genera riqueza sin cohesión social; práctica. Ciertamente, en la sabiduría Estado y subsidiariedad; ecología del hay una práctica. Pero no solamente una planeta; la familia, la educación sexual, práctica. Sino la práctica más elevada, el absolutismo de la técnica; la produc- que naturalmente brota de la forma ción de bienes básicos como el agua y la más alta del saber que tiene los rasgos electricidad. A primera vista un inven- esenciales de una contemplación, de tario muy obvio, una mirada al mapa una mirada profunda del espíritu que económico social de nuestro mundo. Pero edifica prácticamente la vida humana. no nos engañemos: no estamos ante un En la encíclica que aquí consideramos su inventario, ni ante una mirada piadosa. sabiduría profunda está expresada en su Para entender el significado de esta título: Caritas in veritate.
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Ahí hay dos palabras que tejen la pro- de la vida— que mereció la admiración del fundidad sapiencial de este documento: propio Darwin, pese a que lo rectifica en caritas y veritate. Estas palabras tienen una lo que toca a las especies y su evolución. vasta proyección en el plano de la sabiduría. El sustantivo “animal” tiene en el pensaObsérvese aquí lo que los pintores, tratando miento de Aristóteles una carga decisiva. de la perspectiva, llaman el “punto de fuga”. Pero creo mejor decir “viviente”, pues en En la perspectiva de esta encíclica ese punto Aristóteles este concepto vale para el alma va de amor y verdad. —caritas y veritate— a y para el mismo Dios. Estamos, pues, en libertad e inteligencia. El término final, el presencia del hombre como viviente dotapunto de fuga, será el ser humano, el hom- do de logos. Es decir, que sabe hablar, que bre. La encíclica habla de lo está en posesión del verbo que llama “una visión intey, con él, discierne la justiLA LUCHA QUE SE gral del hombre”. Y aquí me cia y funda la comunidad LIBRÓ EN LOS PRIMEROS parece descubrir tres claves humana. CONCILIOS FUE RESUELTA EN que abren la perspectiva Menos conocido, quizá, FUNCIÓN DE LA IDEA final de la encíclica: es el texto de la Ética a NiDE PERSONA. Primera: las referencias cómaco que se lee en el libro EL DIOS ÚNICO DEL a la metafísica que aparecen sexto. La ética aristotélica MONOTEÍSMO en los parágrafos 31, 33, 55. es de índole teleológica, es JUDEO-CRISTIANO Segunda: el concepto de decir, mira a la acción huFUE COMPRENDIDO ampliación de la razón, en los mana como inserta en un COMO UNA parágrafos 31 y 32. orden de fines. Fines que SANTÍSIMA TRINIDAD DE PERSONAS.(…) Tercera: La idea de relaestán en definitiva regidos ción entre personas, de los por la idea de Bien, de claro parágrafos 53, 54. origen socrático-platónico. La dinámica de ese orden es la virtud, vale decir, las diversas capacidades de hacer IV bien las cosas. Dichas capacidades son fruSi uno sigue la trayectoria propuesta y tos de algo que Aristóteles llama proairesis, va de amor y verdad a libertad e inteligen- que se acostumbra traducir como elección. cia para apuntar al hombre en una visión Digamos sencillamente: la libertad. La integral, podrá reconocer la tradición del elección libre resulta, pues, del entretejipensamiento aristotélico que aparece en miento de dos facultades fundamentales la Ética, en de Anima, en la Política y en constituyentes del logos, de la racionalidad los tratados biológicos. En las tres últimas del ser humano, que Aristóteles nombra fuentes uno encuentra textos sobradamen- orexis y dianoia y que en términos más te conocidos en los que Aristóteles habla actuales pudieran traducirse voluntad e del hombre como “animal político” y como inteligencia. La elección, la libertad, dice “animal racional”. En la universalidad del Aristóteles, es “inteligencia deseosa o pensamiento físico de Aristóteles es visible deseo inteligente” (oretikos nous, orexis su inclinación a la biología —en tanto saber dianoetiké). Aristóteles concluye “este
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principio es el hombre” (1139b.) Desde aquí es posible dar el paso absolutamente decisivo al binomio fundamental de la encíclica: Caritas in veritate, amor y verdad. Este paso abre un nuevo camino que amplía el concepto de razón y ofrece una nueva visión del hombre, como dice la encíclica en sus primeros párrafos.
se entendió individualizada en tanto persona divina. Los dos grandes misterios de la fe cristiana, el de la Santísima Trinidad y el de la Encarnación de Jesucristo, fueron pensados con la idea de persona. Ahora bien, en el siglo VI después de Cristo una de las últimas figuras de la escuela que Aristóteles fundara, disuelta por el Emperador Just i n ia no, f ue u n V (…) Y LA RELACIÓN senador romano llamado ENTRE LA ¿Cuál es ese paso? El Boecio, hombre que trabaNATURALEZA DIVINA Evangelio de San Juan lo jó profundamente con los Y LA NATURALEZA describe en sus primeras libros lógicos del Organon HUMANA, QUE HAY palabras: en el principio aristotélico. Boecio, que EN JESUCRISTO, está el logos. Pero esta forera cristiano, forjó una SE ENTENDIÓ midable palabra de la culdefinición de la idea de INDIVIDUALIZADA EN TANTO PERSONA DIVINA. tura griega, y de la lengua persona que todavía se LOS DOS GRANDES en la que ese evangelio está cita ampliamente. PersoMISTERIOS DE LA FE escrito, dice algo absoluna, dijo, es la sustancia CRISTIANA, EL DE LA tamente nuevo: el logos es individual de naturaleza SANTÍSIMA TRINIDAD Y la palabra de Dios hecha racional. Inmediatamente EL DE LA ENCARNACIÓN hombre, el verbo de Dios bien puede reconocerse DE JESUCRISTO, FUERON encarnado. En Jesús, en la ahí al “animal racional” PENSADOS CON LA IDEA persona de Cristo, la revedel que hablara AristóteDE PERSONA. lación de Dios tiene lugar. les. Pero, al hacerlo, cabe En los dos primeros siadvertir cierta redundanglos de nuestra era, desde luego, el debate cia en esa definición, que aparece en la en torno a la interpretación humana del palabra “individual” añadida a la sustanmisterio revelado se disparó en direccio- cia. La sustancia primera que Aristóteles nes a veces muy perversas. Por ejemplo, propone es individual de suyo. ¿Para qué cuando Arrio negó la personalidad divina repetirlo como un adjetivo en la definide Jesucristo o cuando los gnósticos la ción del ser personal? convirtieron en una realidad totalmente Me hice esa pregunta cuando escuchaba oculta. La lucha que se libró en los prime- emplear esa definición y vine a responros concilios fue resuelta en función de la dérmela cuando vi que esa definición no idea de persona. El Dios único del mono- jugaba en los textos lógicos de Boecio, sino teísmo judeo-cristiano fue comprendido en otro que lleva como título De la Doble como una Santísima Trinidad de personas. Naturaleza y única Persona de Cristo. Me ha Y la relación entre la naturaleza divina y la parecido claro, entonces, que la unidad de naturaleza humana, que hay en Jesucristo, la doble naturaleza de Cristo no es la del
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número uno, sino la de la persona divina Aristóteles dio una acabada forma. Con que hay en Él. Tal como la unidad del ser el cristianismo el logos experimenta una de Dios se da en una trilogía de personas, transformación esencial que, sin desconode una manera análoga, la dualidad cuer- cer el discurso natural de la razón, por el po-alma del animal racional que viera contrario, asumiéndolo, acoge la verdad Aristóteles es la integridad de esa relación revelada en la persona de Cristo. Esa entre un cuerpo y un alma en la que el verdad San Juan la define: Dios es amor. alma ha sido infundida por Dios dando al La única naturaleza de Dios se da en tres hombre una dimensión divina que le hace personas, vale decir, en una estructura ser una persona humana. Santo Tomás de relacional, una de las cuales encarna como Aquino, al tratar de la Sanhombre y ofrece vivamentísima Trinidad en la Suma te al ser humano la verdad LUTERO CONFESÓ Teológica, comprendió en de Dios. PERTENECER A LA profundidad este asunto FACCIÓN DE OCCAM, cuando dijo que la unidad COMO ÉL DIJERA. DE VI de la sustancia del ser de AHÍ SU ANTIPATÍA CON Dios era una “relación” de Para concluir creo neARISTÓTELES Y CON tres personas. Cabe decir cesario dar una mirada a LA FILOSOFÍA MISMA, SIGNO A SU JUICIO que la unidad de cuerpo y lo que ocurre en el mundo DE LA CORRUPCIÓN alma, de cuerpo y espíritu, moderno en este campo. DE LA MENTE Y DE LA que hay en el hombre indiPara ello voy a tomar en NATURALEZA vidual, está sellada como cuenta el pensamiento de DEL HOMBRE. persona humana por la requien es considerado el lación con Dios que el alma fundador de la filosofía establece y en la cual lo que se proyecta, moderna: Descartes, y el del hombre es la íntima relacionalidad que hay en el que está en la fuente del pensar contemser mismo de Dios. Esta relacionalidad poráneo: Kant. Descartes, en rigor, no esencial no es otra que el amor. Esa es la habla de persona y Kant, en cambio sí lo visión profunda de la idea de sustancia hace y, al parecer, con mucha elevación. (ousia) que ya tuvo Aristóteles y que Santo Tengo, sin embargo, la convicción de Tomás de Aquino sabiamente recoge en la que Descartes recoge brillantemente la Suma Teológica cuando habla de “relación tradición clásica que va de Aristóteles subsistente”. El amor origina una estruc- a Santo Tomás de Aquino, a la cual ya tura sustancial: el ser mismo del hombre. nos hemos referido y, en cambio, Kant la Este rápido buceo en las profundida- niega. Añadiría que la colocación de las des de la encíclica de Benedicto XVI nos Meditaciones Metafísicas de Descartes en arroja el siguiente resultado. En las bases el Índice de libros prohibidos me parece de la encíclica, la comprensión integral tan lamentable como la condenación de del hombre está forjada desde una visión Galileo. metafísica surgida en la culminación de La metodología cartesiana asume la la filosofía clásica de los griegos, a la que duda, tal como fuera pensada por los
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escépticos de su tiempo y, en la línea como esencia de la autonomía de mi propia de San Agustín, la elimina y establece razón. Una autonomía hipotéticamente la verdad fundamental: cogito ergo sum. fáctica, nada más. Si pienso, si ejerzo vivamente la razón, El planteamiento kantiano tiene su alcanzo una verdad indudable, que está origen subterráneo, a mi entender, en el en el acto de existir tal como lo ejecuto nominalismo de un escolástico del siglo al pensar. Ese acto puede calificarse una XIV, Guillermo de Occam, para quien verdad existencial necesaria, que no solo la inteligencia estaba ajustada a hechos cubre mi propia existencia, justamente singulares de índole física, de manera que como una res cogitans, es decir una cosa la pretendida universalidad de las ideas, que piensa, sino que se extiende geomé- tesis esencial de la filosofía clásica desde tricamente al mundo físico y alcanza Platón y Aristóteles, no pasaba de ser un la infinitud real de Dios. sonido verbal, un flatus voDe las tres pruebas de la cis. Lutero confesó perteneNO HAY QUE ABOLIR existencia de Dios que las cer a la facción de Occam, EL SABER, SEGÚN LA Meditaciones Metafísicas como él dijera. De ahí su DESAFORTUNADA ofrecen, la primera pudiera antipatía con Aristóteles EXPRESIÓN DE KANT. resumirse en una frase de y con la filosofía misma, HAY QUE ABRIRLO, HAY QUE DAR LIBRE CURSO A Caritas in veritate que no signo a su juicio de la coLA LIBERTAD, DE DONDE: se refiere a Descartes pero rrupción de la mente y de CARITAS IN VERITATE. que calza bien con su penla naturaleza del hombre. samiento: “Dios, dice la La tesis nom i nalista encíclica (70), revela el hombre al hombre”. está ligada a otro escolástico bien notable, No es del caso extenderme aquí en el ar- franciscano como Occam y maestro de gumento de Descartes pero, para decirlo este, Duns Scoto, en cuyo pensamiento la muy en breve, pudiera decir: conozco a inteligencia y la voluntad se disocian y Dios antes que a mí mismo; llego a saber la preeminencia la adquiere la voluntad. de mi propia finitud, de mi duda, de mi Al parecer, el amor, tal como fuera vivido imperfección, merced a la intuición que por San Francisco, toma en estos discítengo del infinito de Dios. Esa verdad la pulos suyos un carácter que, por una vía conquista la inteligencia toda vez que la decadente, llegará a llamarse, por ejemplo voluntad se ajusta a ella. Y en esto consiste en el pensamiento de Nietzsche, poderío precisamente la libertad. de la voluntad, voluntad de dominio, o Kant dijo en la Crítica de la Razón Pura como dicen los manuales, “voluntarisque se vio en la necesidad de abolir el saber mo”. Un nominalismo voluntarista en el para dar lugar a la fe. Pero como su propia que la verdad de Dios sencillamente se felicidad le reclamaba ese saber, hizo de él esfuma como una ilusión. No hay que un postulado, es decir, no el conocimiento abolir el saber, según la desafortunada de algo real y verdadero, sino una hipóte- expresión de Kant. Hay que abrirlo, hay sis útil que le permitía sostener lo que él que dar libre curso a la libertad, de donde: llamó el factum de la libertad, expresado Caritas in veritate.
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La Palabra del Papa
LA FAMILIA: AMOR AUTÉNTICO, CAPAZ DE ALEJAR DE LA SOLEDAD “Hoy se vive la paradoja de un mundo globalizado en el que vemos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia; muchos proyectos ambiciosos, pero poco tiempo para vivir lo que se ha logrado; tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el corazón; muchos placeres, pero poco amor; tanta libertad, pero poca autonomía”, señaló S.S. Francisco durante la homilía en la Santa Misa de apertura de la XIV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema de la familia.
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i nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud» (1 Jn 4,12). Las lecturas bíblicas de este domingo parecen elegidas a propósito para el acontecimiento de gracia que la Iglesia está viviendo, es decir, la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema de la familia que se inaugura con esta celebración eucarística. Dichas lecturas se centran en tres aspectos: el drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia. Adán, como leemos en la primera lectura, vivía en el Paraíso, ponía los nomHUMANITAS Nº 80 pp. 176 - 188
bres a las demás creaturas, ejerciendo un dominio que demuestra su indiscutible e incomparable superioridad, pero aun así se sentía solo, porque «no encontraba ninguno como él que lo ayudase» (Gn 2,20) y experimentaba la soledad. La soledad, el drama que aún aflige a muchos hombres y mujeres. Pienso en los ancianos abandonados incluso por sus seres queridos y sus propios hijos; en los viudos y viudas; en tantos hombres y mujeres dejados por su propia esposa y por su propio marido; en tantas personas que de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas; en los emigrantes y los
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Hoy vivimos en cierto sentido la misma experiencia de Adán: tanto poder acompañado de tanta soledad y vulnerabilidad; y la familia es su imagen. Cada vez menos seriedad en llevar adelante una relación sólida y fecunda de amor: en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la buena y en la mala suerte. refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y en tantos jóvenes víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, y de la cultura del descarte. Hoy se vive la paradoja de un mundo globalizado en el que vemos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia; muchos proyectos ambiciosos, pero poco tiempo para vivir lo que se ha logrado; tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el corazón; muchos placeres, pero poco amor; tanta libertad, pero poca autonomía… Son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero. Hoy vivimos en cierto sentido la misma experiencia de Adán: tanto poder acompañado de tanta soledad y vulnerabilidad; y la familia es su imagen. Cada vez menos seriedad en llevar adelante una relación sólida y fecunda de amor: en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la
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pobreza, en la buena y en la mala suerte. El amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado. Parecería que las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social. Leemos en la primera lectura que el corazón de Dios se entristeció al ver la soledad de Adán y dijo: «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude» (Gn 2,18). Estas palabras muestran que nada hace más feliz al hombre que un corazón que se asemeje a él, que le corresponda, que lo ame y que acabe con la soledad y el sentirse solo. Muestran también que Dios no ha creado al ser humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad, para compartir su camino con otra persona que le sea complementaria; para vivir la extraordinaria experiencia del amor: es decir, de amar y ser amado; y para ver su amor
El amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado. Parecería que las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social.
fecundo en los hijos, como dice el salmo que se ha proclamado hoy (cf. Sal 128). Este es el sueño de Dios para su criatura predilecta: verla realizada en la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación recíproca. Es el mismo designio que Jesús resume en el Evangelio de hoy con estas palabras: «Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne» (Mc 10,6-8; cf. Gn 1,27; 2,24). Jesús, ante la pregunta retórica que le habían dirigido —probablemente como una trampa, para hacerlo quedar mal ante la multitud que lo seguía y que practicaba el divorcio, como realidad consolidada e intangible—, responde de forma sencilla e inesperada: restituye todo al origen, al origen de la creación, para enseñarnos que Dios bendice el amor humano, es él el que une los corazones de un hombre y una mujer que se aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad. Esto significa que el objetivo de la vida conyugal no es solo vivir juntos, sino también amarse para siempre. Jesús restablece así el orden original y originante. «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc 10,9). Es una exhortación a los creyentes a superar toda forma de individualismo y de legalismo, que esconde un mezquino egoísmo y el miedo de aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios. De hecho, solo a la luz de la locura de la gratuidad del amor pascual de Jesús será comprensible la locura de la gratuidad de un amor conyugal único y usque ad mortem. Para Dios, el matrimonio no es una
Nada hace más feliz al hombre que un corazón que se asemeje a él, que le corresponda, que lo ame y que acabe con la soledad y el sentirse solo. Muestran también que Dios no ha creado al ser humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad, para compartir su camino con otra persona que le sea complementaria. utopía de adolescente, sino un sueño sin el cual su creatura estará destinada a la soledad. En efecto, el miedo de unirse a este proyecto paraliza el corazón humano. Paradójicamente también el hombre de hoy —que con frecuencia ridiculiza este plan— permanece atraído y fascinado por todo amor auténtico, por todo amor sólido, por todo amor fecundo, por todo amor fiel y perpetuo. Lo vemos ir tras los amores temporales, pero sueña el amor auténtico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total. En efecto «ahora que hemos probado plenamente las promesas de la libertad ilimitada, empezamos a entender de nuevo la expresión “la tristeza de este mundo”. Los placeres prohibidos perdieron su atractivo cuando han dejado de ser prohibidos. Aunque tiendan a lo extremo y se renueven al infinito, resultan insípidos porque son cosas finitas, y nosotros, en cambio, tenemos sed de infinito» (Joseph Ratzinger, Auf Christus schauen. Einübung in Glaube, Hoffnung, Liebe, Freiburg 1989, p. 73).
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Solo a la luz de la locura de la gratuidad del amor pascual de Jesús será comprensible la locura de la gratuidad de un amor conyugal único y usque ad mortem. En este contexto social y matrimonial bastante difícil, la Iglesia está llamada a vivir su misión en la fidelidad, en la verdad y en la caridad. Vive su misión en la fidelidad a su Maestro como voz que grita en el desierto, para defender el amor fiel y animar a las numerosas familias que viven su matrimonio como un espacio en el cual se manifiestan el amor divino; para defender la sacralidad de la vida, de toda vida; para defender la unidad y la indisolubilidad del vínculo conyugal como signo de la gracia de Dios y de la capacidad del hombre de amar en serio. Vivir su misión en la verdad que no cambia según las modas pasajeras o las opiniones dominantes. La verdad que protege al hombre y a la humanidad de las tentaciones de autorreferencialidad y de transformar el amor fecundo en egoísmo estéril, la unión fiel en vínculo temporal. «Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Este es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad» (Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, 3). Y la Iglesia está llamada a vivir su misión en la caridad que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que —fiel a su naturaleza como madre— se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con
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el aceite de la acogida y de la misericordia; de ser «hospital de campo», con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; aun más, de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de salvación. Una Iglesia que enseña y defiende los valores fundamentales, sin olvidar que «el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado» (Mc 2,27); y que Jesús también dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores» (Mc 2,17). Una Iglesia que educa al amor auténtico, capaz de alejar de la soledad, sin olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida. Recuerdo a san Juan Pablo II cuando decía: «El error y el mal deben ser condenados y combatidos constantemente; pero el hombre que cae o se equivoca debe ser comprendido y amado […] Nosotros debemos amar nuestro tiempo y ayudar al hombre de nuestro tiempo.» (Discurso a la Acción Católica italiana, 30 diciembre 1978, 2 c: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 21 enero 1979, p. 9). Y la Iglesia debe buscarlo, acogerlo y acompañarlo, porque una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente se convierte en barrera: «El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos» (Hb 2,11). Con este espíritu, le pedimos al Señor que nos acompañe en el Sínodo y que guíe a su Iglesia a través de la intercesión de la Santísima Virgen María y de San José, su castísimo esposo. Vaticano (04-X-2015)
FUTURO DE LIBERTAD: EXIGE AMOR AL BIEN COMÚN Y ESPÍRITU DE SUBSIDIARIEDAD Y SOLIDARIDAD “Ustedes son el rostro de su pueblo, sus representantes. Y están llamados a defender y custodiar la dignidad de sus conciudadanos en la búsqueda constante y exigente del bien común, pues este es el principal desvelo de la política. La sociedad política perdura si se plantea, como vocación, satisfacer las necesidades comunes favoreciendo el crecimiento de todos sus miembros, especialmente de los que están en situación de mayor vulnerabilidad o riesgo”, dijo S.S. Francisco a los representantes de ambas cámaras en su discurso frente al Congreso de los Estados Unidos de América.
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es agradezco la invitación que me han hecho a que les dirija la palabra en esta sesión conjunta del Congreso en «la tierra de los libres y en la patria de los valientes». Me gustaría pensar que lo han hecho porque también yo soy un hijo de este gran continente, del que todos nosotros hemos recibido tanto y con el que tenemos una responsabilidad común. Cada hijo o hija de un país tiene una misión, una responsabilidad personal y social. La de ustedes como Miembros del Congreso, por medio de la actividad legislativa, consiste en hacer que este País crezca como Nación. Ustedes son el rostro de su pueblo, sus representantes. Y están llamados a defender y custodiar la dignidad de sus conciudadanos en la búsqueda constante y exigente del bien común, pues este es el principal desvelo de la política. La sociedad política perdura si se plantea, como vocación, satisfacer las necesidades
comunes favoreciendo el crecimiento de todos sus miembros, especialmente de los que están en situación de mayor vulnerabilidad o riesgo. La actividad legislativa siempre está basada en la atención al pueblo. A eso han sido invitados, llamados, convocados por las urnas. Se trata de una tarea que me recuerda la figura de Moisés en una doble perspectiva. Por un lado, el Patriarca y legislador del Pueblo de Israel simboliza la necesidad que tienen los pueblos de mantener la conciencia de unidad por medio de una legislación justa. Por otra parte, la figura de Moisés nos remite directamente a Dios y por lo tanto a la dignidad trascendente del ser humano. Moisés nos ofrece una buena síntesis de su labor: ustedes están invitados a proteger, por medio de la ley, la imagen y semejanza plasmada por Dios en cada rostro. En esta perspectiva quisiera hoy no solo dirigirme a ustedes, sino con ustedes y
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Construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiariedad y solidaridad. Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiariedad, dando lo mejor de nosotros. en ustedes a todo el pueblo de los Estados Unidos. Aquí junto con sus Representantes, quisiera tener la oportunidad de dialogar con miles de hombres y mujeres que luchan cada día para trabajar honradamente, para llevar el pan a su casa, para ahorrar y —poco a poco— conseguir una vida mejor para los suyos. Que no se resignan solamente a pagar sus impuestos, sino que –con su servicio silencioso– sostienen la convivencia. Que crean lazos de solidaridad por medio de iniciativas espontáneas pero también a través de organizaciones que buscan paliar el dolor de los más necesitados. Me gustaría dialogar con tantos abuelos que atesoran la sabiduría forjada por los años e intentan de muchas maneras, especialmente a través del voluntariado, compartir sus experiencias y conocimientos. Sé que son muchos los que se jubilan pero no se retiran; siguen activos construyendo esta tierra. Me gustaría dialogar con todos esos jóvenes que luchan por sus deseos nobles y altos, que no se dejan atomizar por las ofertas fáciles, que saben enfrentar situaciones difíciles, fruto muchas veces
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de la inmadurez de los adultos. Con todos ustedes quisiera dialogar y me gustaría hacerlo a partir de la memoria de su pueblo. Mi visita tiene lugar en un momento en que los hombres y mujeres de buena voluntad conmemoran el aniversario de algunos ilustres norteamericanos. Salvando los vaivenes de la historia y las ambigüedades propias de los seres humanos, con sus muchas diferencias y límites, estos hombres y mujeres apostaron, con trabajo, abnegación y hasta con su propia sangre, por forjar un futuro mejor. Con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo. Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad. Estos hombres y mujeres nos aportan una hermenéutica, una manera de ver y analizar la realidad. Honrar su memoria, en medio de los conflictos, nos ayuda a recuperar, en el hoy de cada día, nuestras reservas culturales. Me limito a mencionar cuatro de estos ciudadanos: Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton. Estamos en el ciento cincuenta aniversario del asesinato del Presidente Abraham Lincoln, el defensor de la libertad, que ha trabajado incansablemente para que «esta Nación, por la gracia de Dios, tenga una nueva aurora de libertad». Construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiariedad y solidaridad. Todos conocemos y estamos sumamente preocupados por la inquietante situación social y política de nuestro tiempo. El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta
atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere. Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar. Y, por otra parte, puede generarse una tentación a la que hemos de prestar especial atención: el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; permítanme usar la expresión: en justos y pecadores. El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar
Todos conocemos y estamos sumamente preocupados por la inquietante situación social y política de nuestro tiempo. El mundo es cada vez más un lugar de conflictos cometidos incluso en el nombre de Dios y de la religión. Ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere.
todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos. Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. A eso este pueblo dice: No. Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia. Se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy. También en el mundo desarrollado las consecuencias de estructuras y acciones injustas aparecen con mucha evidencia. Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común. El reto que tenemos que afrontar hoy nos pide una renovación del espíritu de colaboración que ha producido tanto bien a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La complejidad, la gravedad y la urgencia de tal desafío exigen poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia. En estas tierras, las diversas comunidades religiosas han ofrecido una gran ayuda para construir y reforzar la sociedad. Es importante, hoy como en el pasado, que la voz de la fe, que es una voz de fraternidad y de amor, que busca sacar lo mejor de cada persona y de cada sociedad, pueda seguir siendo escuchada. Tal cooperación
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Puede generarse una tentación a la que hemos de prestar especial atención: el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; permítanme usar la expresión: en justos y pecadores. El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos. es un potente instrumento en la lucha por erradicar las nuevas formas mundiales de esclavitud, que son fruto de grandes injusticias que pueden ser superadas solo con nuevas políticas y consensos sociales. Apelo aquí a la historia política de los Estados Unidos, donde la democracia está radicada en la mente del Pueblo. Toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad. «Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad» (Declaración de Independencia, 4 julio 1776). Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas. La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el
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de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social. No subestimo la dificultad que esto conlleva, pero los aliento en este esfuerzo. En esta sede quiero recordar también la marcha que, cincuenta años atrás, Martin Luther King encabezó desde Selma a Montgomery, en la campaña por realizar el «sueño» de plenos derechos civiles y políticos para los afroamericanos. Su sueño sigue resonando en nuestros corazones. Me alegro de que Estados Unidos siga siendo para muchos la tierra de los «sueños». Sueños que movilizan a la acción, a la participación, al compromiso. Sueños que despiertan lo que de más profundo y auténtico hay en los pueblos. En los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad. Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes. Trágicamente, los derechos de cuantos vivieron aquí mucho antes que nosotros no siempre fueron respetados. A estos pueblos y a sus naciones, desde el corazón de la democracia norteamericana, deseo reafirmarles mi más alta estima y reconocimiento. Aquellos primeros contactos fueron bastantes convulsos y sangrientos, pero es difícil enjuiciar el pasado con los criterios del presente. Sin embargo, cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado. Debemos elegir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y
justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los «vecinos», a todo lo que nos rodea. Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiariedad, dando lo mejor de nosotros. Confío que lo haremos. Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar. A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que mo-
Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. A eso este pueblo dice: No.
Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King; cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos, como hizo Dorothy Day; siendo fruto de una fe que se hace diálogo y siembra paz, al estilo contemplativo de Merton. leste. Recordemos la regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes» (Mt 7,12). Esta regla nos da un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros. La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo. Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar
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en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido de que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad solo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito. Recientemente, mis hermanos Obispos aquí, en los Estados Unidos, han renovado el llamamiento para la abolición de la pena capital. No solo me uno con mi apoyo, sino que animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación. En estos tiempos en que las cuestiones sociales son tan importantes, no puedo dejar de nombrar a la Sierva de Dios Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico. Su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio, en su fe y en el ejemplo de los santos. ¡Cuánto se ha progresado, en este sentido,
Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades.
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en tantas partes del mundo! ¡Cuánto se viene trabajando en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza! Sé que comparten mi convicción de que todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional. Al mismo tiempo, quiero alentarlos a recordar cuán cercanos a nosotros son hoy los prisioneros de la trampa de la pobreza. También a estas personas debemos ofrecerles esperanza. La lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan. Sé que gran parte del pueblo norteamericano hoy, como ha sucedido en el pasado, está haciéndole frente a este problema. No es necesario repetir que parte de este gran trabajo está constituido por la creación y distribución de la riqueza. El justo uso de los recursos naturales, la aplicación de soluciones tecnológicas y la guía del espíritu emprendedor son parte indispensable de una economía que busca ser moderna pero especialmente solidaria y sustentable. «La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común» (Laudato si’, 129). Y este bien común incluye también la tierra, tema central de la Encíclica que he escrito recientemente para «entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común» (ibíd., 3). «Necesitamos una conversación que nos una a todos,
porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos» (ibíd., 14). En Laudato si’, aliento el esfuerzo valiente y responsable para «reorientar el rumbo» (N. 61) y para evitar las más grandes consecuencias que surgen de la degradación ambiental provocada por la actividad humana. Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que los Estados Unidos —y este Congreso— están llamados a tener un papel importante. Ahora es el tiempo de acciones valientes y de estrategias para implementar una «cultura del cuidado» (ibíd., 231) y una «aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza» (ibíd., 139). La libertad humana es capaz de limitar la técnica (cf. ibíd., 112); de interpelar «nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder» (ibíd., 78); de poner la técnica al «servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral» (ibíd., 112). Sé y confío que sus excelentes instituciones académicas y de investigación pueden hacer una contribución vital en los próximos años. Un siglo atrás, al inicio de la Gran Guerra, «masacre inútil», en palabras del Papa Benedicto XV, nace otro gran norteamericano, el monje cisterciense Thomas Merton. Él sigue siendo fuente de inspiración espiritual y guía para muchos. En su autobiografía escribió: «Aunque libre por naturaleza y a imagen de Dios, con todo, y a imagen del mundo al cual había venido, también fui prisionero de mi propia violencia y egoísmo. El mundo era trasunto del infierno, abarrotado de hombres como yo, que le
Apelo aquí a la historia política de los Estados Unidos, donde la democracia está radicada en la mente del Pueblo. Toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad. amaban y también le aborrecían. Habían nacido para amarle y, sin embargo, vivían con temor y ansias desesperadas y enfrentadas». Merton fue sobre todo un hombre de oración, un pensador que desafió las certezas de su tiempo y abrió horizontes nuevos para las almas y para la Iglesia; fue también un hombre de diálogo, un promotor de la paz entre pueblos y religiones. En tal perspectiva de diálogo, deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado. Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo. Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad. Un buen político es aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el momento con un espíritu abierto y pragmático. Un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios (cf. Evangelii gaudium, 222-223).
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Igualmente, ser un agente de diálogo y de paz significa estar verdaderamente determinado a atenuar y, en último término, a acabar con los muchos conflictos armados que afligen nuestro mundo. Y sobre esto hemos de ponernos un interrogante: ¿por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas. Tres hijos y una hija de esta tierra, cuatro personas, cuatro sueños: Abraham Lincoln, la libertad; Martin Luther King, una libertad que se vive en la pluralidad y la no exclusión; Dorothy Day, la justicia social y los derechos de las personas; y Thomas Merton, la capacidad de diálogo y la apertura a Dios. Cuatro representantes del pueblo norteamericano. Terminaré mi visita a su País en Filadelfia, donde participaré en el Encuentro Mundial de las Familias. He querido que en todo este Viaje Apostólico la familia fuese un tema recurrente. Cuán fundamental ha sido la familia en la construcción de este País. Y cuán digna sigue siendo de nuestro apoyo y aliento. No puedo esconder mi preocupación por la familia, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior. Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no solo la importancia, sino por sobre todo la riqueza y la belleza de vivir en familia.
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De modo particular quisiera llamar su atención sobre aquellos componentes de la familia que parecen ser los más vulnerables, es decir, los jóvenes. Muchos tienen delante un futuro lleno de innumerables posibilidades, muchos otros parecen desorientados y sin sentido, prisioneros en un laberinto de violencia, de abuso y desesperación. Sus problemas son nuestros problemas. No nos es posible eludirlos. Hay que afrontarlos juntos, hablar y buscar soluciones más allá del simple tratamiento nominal de las cuestiones. Aun a riesgo de simplificar, podríamos decir que existe una cultura tal que empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de oportunidades de futuro. Sin embargo, esa misma cultura concede a muchos otros, por el contrario, tantas oportunidades, que también ellos se ven disuadidos de formar una familia. Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King; cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos, como hizo Dorothy Day en su incesante trabajo; siendo fruto de una fe que se hace diálogo y siembra paz, al estilo contemplativo de Merton. Me he animado a esbozar algunas de las riquezas de su patrimonio cultural, del alma de su pueblo. Me gustaría que esta alma siga tomando forma y crezca, para que los jóvenes puedan heredar y vivir en una tierra que ha permitido a muchos soñar. Que Dios bendiga a América. Vaticano (24-IX-2015).
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PANORAMA VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA FRANCISCO A CUBA (19-22 DE SEPTIEMBRE DE 2015)
Francisco en Cuba: hipótesis para un viaje discutido ¿Cuál ha sido el punto focal del viaje de Francisco a Cuba, cuál su orientación y utilidad verdadera? Empecemos por decir que se ha pretendido medir en términos de geopolítica. Sería absurdo negar que la acción de los papas tiene una dimensión histórico-política (desde que León Magno se plantó ante Atila con sus paramentos episcopales) pero siempre subsidiaria de su misión apostólica. Sobre este viaje yo tengo mi propia hipótesis: su punto focal es el fortalecimiento de la Iglesia cubana de cara al nuevo escenario que se avecina en la isla. En realidad ese ha sido el hilo de oro de las tres visitas papales que ha dis-
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frutado Cuba en los últimos diecisiete años. Por supuesto, en este período la diplomacia vaticana ha trabajado lo suyo, pero seamos conscientes de los límites objetivos de su acción. No está ni en la capacidad ni en la misión del Papa derribar un régimen político, por nefasto que sea. Sí entra plenamente dentro de su misión visitar al pueblo cristiano que camina en un determinado país, confirmarlo en la fe y alentarlo en su presencia evangelizadora. Y de ahí se derivarán también consecuencias para el cambio político-social, pero no serán automáticas, ni se adaptarán a los tiempos y proyectos que otros agentes puedan dictar.
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En mi opinión la homilía clave de la visita es la pronunciada en el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, lugar de peregrinación que simboliza el alma cubana y la posibilidad del encuentro y la reconciliación entre todos sus hijos. Allí Francisco ha rendido homenaje a una comunidad cristiana que se ha forjado entre dolores y penurias (no olvidemos los años de hierro del castrismo), y ha citado expresamente a las abuelas y las madres, heroicas transmisoras de un cristianismo sencillo y pegado a la tierra, gracias a las cuales nunca se extinguió en Cuba la llama de la fe. Para Francisco ese tejido profundo de la transmisión de la fe, muchas veces en el silencio, a través de las familias, de algunas parroquias y de las llamadas casas de misión, es absolutamente vital. Ha sido ese resto el que ha pervivido y crecido, consiguiendo también nuevos espacios de libertad en los últimos años. Es de ese humus precioso del que ha nacido el compromiso valiente de muchas vocaciones públicas, como las que encarnan los miembros del Movimiento Cristiano Liberación o las Damas de Blanco. Es absurdo pensar que Francisco llegaba para dar el empujón definitivo al castrismo. Tampoco lo hizo San Juan Pablo II, y doy fe de que muchos lo esperaban con notable mezcla de pretensión e ingenuidad. El Papa (¡los papas!) apuesta por un cambio profundo que se
gesta en la comunidad cristiana, en las familias, a través de un cambio de mentalidad que requiere educación, gestos y palabras… sí una verdadera revolución, muy distinta de la retórica ideológica con la que Francisco se confrontó (amablemente, es verdad) en la Misa celebrada en La Habana.
Pero volvamos a la Virgen de la Caridad del Cobre. Francisco casi se despedía, y lo hizo reclamando a los católicos cubanos “que no se borren” del actual proceso histórico en marcha, que salgan de su casa y de las sacristías para comprometerse en la vida, la cultura y la sociedad a la que pertenecen con pleno derecho. Ya no nos damos cuenta de lo que significa decir esto a pleno pulmón en un país como la Cuba gobernada por el castrismo. Les pidió tender puentes, abatir muros, encontrar a todos, sembrar reconciliación, custodiar la familia, servir sin descanso y sin excluir a nadie. Efectivamente, una auténtica revolución, una simiente de cambio que no olvida el heroico testimonio de muchos que han pagado con la cárcel estos años. Un viaje papal es siempre una realización contingente de la misión del Pastor de la Iglesia universal, y tendrá por tanto muchos aspectos opinables, muchos perfiles que podrían haber sido de uno u otro modo. Solo al Papa con sus colaboradores, en diálogo con la Iglesia local, le toca correr el riesgo y decidir. Pero recordémoslo de nuevo: la fe, la esperanza y la caridad entrelazan la palanca de cambio más potente y duradera. No vaya a ser que ahora nos volvamos nosotros marxistas. JOSÉ LUIS RESTÁN
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Diez importantes frases del Santo Padre en Cuba Presentamos diez de las mejores frases del viaje apostólico del Papa Francisco en Cuba. 1. “El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera
de tercera guerra mundial por etapas que estamos viviendo” (19 de septiembre de 2015. Aeropuerto de La Habana). 2. “El servicio nunca es ideológico” (20 de septiembre
de 2015. Misa en La Habana, Plaza de la Revolución). 3. “El cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus
búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta a los más frágiles”(20 de septiembre de 2015. Misa en La Habana, Plaza de la Revolución). 4. “No podemos permitir otro fracaso de la paz en
Colombia” (20 de septiembre de 2015. Ángelus en La Habana, Plaza de la Revolución). 5. “Pobreza y misericordia, porque ahí está Jesús”.
(20 de septiembre de 2015. Vísperas con el clero, religiosos, religiosas y seminaristas).
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6. “Soñá que el mundo con vos puede ser distinto” (20
de septiembre de 2015. Encuentro con los jóvenes en La Habana). 7. “Su mirada transforma nuestras miradas, su corazón
transforma nuestro corazón” (21 de septiembre de 2015. Misa en Holguín, Plaza de la Revolución). 8. “Queremos ser una Iglesia que salga de casa
para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación” (22 de septiembre de 2015. Misa en el Santuario de la Virgen del Cobre, Santiago de Cuba). 9. “En el calor del hogar la fe empapa cada rincón” (22
de septiembre de 2015. Encuentro con las familias, catedral de Santiago de Cuba). 10. “Es en casa donde aprendemos la fraternidad,
donde aprendemos la solidaridad, donde aprendemos el no ser avasalladores” (22 de septiembre de 2015. Encuentro con las familias, catedral de Santiago de Cuba).
El Papa regala a Fidel Castro recuerdos del sacerdote y ex maestro que pidió su conversión
El Papa Francisco se reunió durante su estadía en Cuba con Fidel Castro y le hizo un regalo especial: un libro y dos CDs con homilías y canciones del P. Armando Llorente, el sacerdote jesuita español que fue su maestro de escuela y que pidió su conversión antes de morir. El P. Llorente fue profesor y mentor de Fidel Castro en el Colegio de Belén de La Habana, donde el líder cubano estudió cuando tenía 16 años de edad. En el año 2007, en una entrevista para la agencia Efe desde Miami donde se exilió, el sacerdote señaló que si «en algún momento de lucidez» Fidel Castro lo llamaba o pedía encontrarse con él, estaba dispuesto a ir «inmediatamente» para confesarle. «Lo primero que haríamos sería darnos un abrazo tremendo, reírnos recordando las aventuras que tuvimos juntos, que fueron innumerables y muy bonitas» y después le diría: «Fidel, ha llegado el momento de la verdad», declaró a Efe. El sacerdote aseguró que conservaba el anhelo de absolver a Castro si antes pedía «perdón públicamente, porque sus pecados no son solo personales» y se arrepentía «de todo el mal que ha hecho». El P. Llorente nació en España y era un joven novicio jesuita de 24 años cuando lo enviaron a Cuba en 1942 para completar su formación. Trabajó como maestro en el Colegio de Belén donde Castro fue su mejor alumno y se hicieron muy amigos. En 1945, el sacerdote escribió al pie de su fotografía de estudiante en el libro escolar del Colegio de Belén:
«Fidel Castro, madera de héroe, la historia de su patria tendrá que hablar de él». El P. Llorente recordó a Efe que los años de escuela fueron los más felices de Fidel porque hasta entonces «no se había sentido querido por nadie», estaba lleno de «complejos y traumas» por saberse el hijo de una relación extramatrimonial de su padre, Ángel Castro, con Lina Ruz, quien trabajaba en su casa como sirvienta. En diciembre de 1958, el P. Llorente llegó a la Sierra Maestra haciéndose pasar por ganadero, para entrevistarse con Castro durante la revolución. «Él me confesó que había perdido la fe, y yo le respondí: ‘Fidel, una cosa es perder la fe y otra la dignidad’», recordó. En esos años, el P. Llorente ayudó a establecer en la isla la Agrupación Católica Universitaria (ACU), un movimiento juvenil de inspiración jesuita, fundado en la década del ‘30. El sacerdote debió abandonar Cuba en 1961 por el acoso del régimen de Castro contra la Iglesia Católica y estableció ACU en Estados Unidos. Vivió en Miami hasta su muerte el 28 de abril de 2010, a la edad de 91 años. El arzobispo de Boston, cardenal Sean O’Malley, escribió tras su fallecimiento que el P. Llorente «dio más retiros en un año que la mayoría de los jesuitas dan en toda una vida. Tenía un gran don para inspirar a los jóvenes a ser muy activos en la Iglesia». «Era un maestro elocuente de la espiritualidad ignaciana y la vida del Evangelio», indicó.
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La lección del Papa en La Habana
La clave con la que se desarrolló este viaje observado por la humanidad entera y que une el norte y el sur de América, Francisco la expresó en la primera jornada que pasó en La Habana. Una jornada cuidadosamente pensada. Y lo señaló durante los momentos totalmente propios de una visita pastoral: en una misa común, en un Ángelus, en el encuentro con el clero y con los jóvenes, donde, como suele suceder, dejó a un lado los discursos preparados. Igual que en el anunciado encuentro vis-àvis con el viejo Fidel. ¿Cuál es esta clave? La que testimonian las palabrasguía que utiliza: puentes, paz, servicio, reconciliación, amistad social, bien común, cultura del encuentro. Eso significa servicio a la persona, supremacía del diálogo como método y no como una estrategia audaz, rechazo a toda postura de antagonismo ideológico, a cualquier “encierro en los conventillos de las ideologías o de las religiones”, como dijo literalmente en el Centro Cultural de la capital. Eso significa mirar hacia adelante. “Creo que el mundo de hoy está sediento de paz”, y que “vuestro trabajo es construir puentes”, había dicho ya a los periodistas durante su vuelo a la isla, avanzando rápidamente cuál sería el significado de este viaje. No por amor a la retórica, ni por alimentar una apologética papal, sino porque se trata de mirar todos hacia el único camino realista y pragmático, posible de seguir con audacia y determinación. Porque aquí nace también el ob-
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jetivo de la política, que es la realización del bien común y la colaboración en las responsabilidades respetando las diferencias entre los que habitan en la casa común. De ahí “esta esperanza que es convocadora de todos, de un pueblo que sabe autoconvocarse para mirar el futuro”. Ni encierros ni enfrentamientos ni separaciones, sino mentes abiertas para trabajar juntos en el bien común y apostar por el presente y por el futuro: “Amistad social es buscar el bien común. La enemistad social destruye. Y una familia se destruye por la enemistad. Un país se destruye por la enemistad. El mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está destruyendo por la guerra. Porque son incapaces de sentarse y hablar”, insistió Francisco en su última cita de su jornada en La Habana. ”Estar al servicio del diálogo no significa estar al servicio de palabras que no sirven para nada porque son solo una astuta estrategia”. La tarea consiste en «ayudar a superar las diferencias históricas, superar el pasado, construir puentes para ayudar a todos a hacer lo mismo. Si se ayudan los países que no han estado de acuerdo a reanudar el camino del diálogo, se abrirán nuevas posibilidades para todos. No es irresponsabilidad sino coraje y audacia para el presente y para el futuro». Una responsabilidad que atañe directamente a la Iglesia. Por tanto, este reclamo al servicio, «que desde el momento en que sirve a las
personas deja ya de ser ideológico», vale para los castristas y para los anticastristas. De ahí su invitación a la humildad y pobreza del clero para que los miembros de la Iglesia no alimenten elementos revanchistas y sean instrumento de reconciliación. Se enjugan así las lágrimas y heridas. Porque la cuestión cubana de fondo, ¿qué nos muestra? Demuestra el fracaso de la política de muro contra muro. Demuestra que esta política no funciona. Históricamente, no ha funcionado. La pretensión de acabar con el castrismo mediante una política de cerrazón, ideológica y llena de prejuicios, mediante el embargo, solo ha llevado a un endurecimiento que ha arrastrado al mundo al borde de una crisis nuclear y ha dejado a un país congelado durante cincuenta años. Por ello, la apertura de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE.UU., así como la decisión del Papa de hacer una primera etapa de su viaje en la isla, no pueden quedar reducidas a los intereses visuales de un latinoamericano. “Cuba mira hacia todas direcciones, tiene un extraordinario valor clave entre norte y sur, este y oeste. Su vocación natural es la de ser punto de encuentro, para que todos los pueblos puedan encontrarse dentro de una amistad”. El viaje de Francisco asume así un valor simbólico y emblemático para la comunidad internacional al replantear toda la política internacional. Muestra que otro camino es posible. El llamamiento por las negociaciones de paz en Colombia,
que ahora se están desarrollando en Cuba, pronunciado en el Ángelus del domingo para no “permitirnos otro fracaso más en este momento”, vuelve a ir en la misma dirección sin que el Papa reclame para sí supremacía alguna. No solo el Papa, sino toda la comunidad, incluida la eclesial. Pues toda la comunidad eclesial puede dar ejemplo. Un ejemplo que se mostró transparente incluso en la modalidad del encuentro personal y familiar con el anciano líder máximo. Al que se presentó con humildad y con gran atención hacia su historia personal. Lo que ha pasado en La Habana es una auténtica lección de la que todos, pueblos y naciones, tenemos una necesidad urgente, sobre todo cuando, como hemos visto, los sembradores y profesionales de la división y el antagonismo, incluso los que se disfrazan de rigurosos defensores de la buena doctrina y los valores, distorsionan y banalizan haciéndonos creer que eso no es posible. Si el paso de Francisco por la isla puente del Caribe ha infligido su golpe mortal a la guerra fría en el continente americano, lo que queda por curar son las metástasis sobrevenidas hasta el otro lado del océano de esa guerra. A fin de cuentas ese será el último baluarte que queda por superar. Stefania Falasca Páginas Digital
En www.humanitas.cl pueden leerse los discursos y homilías más importantes de la visita del Papa a Cuba.
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VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA FRANCISCO A EE.UU. (23-27 DE SEPTIEMBRE DE 2015)
Francisco: Un periplo de gran esperanza Después de una semana en territorio americano, habiendo recorrido La Habana, Santiago de Cuba, Washington DC y Nueva York, el Papa Francisco arribó a Filadelfia para finalizar allí su viaje al «nuevo mundo», con las celebraciones del VIII Encuentro Mundial de las Familias. Un millón de visitantes llegó ahora desde fuera a la histórica capital de Pensilvania, tan entrañable en los sentimientos norteamericanos, multitud que se dejó sin duda tocar por «The Francis miracle» —título del libro de John Allen— volcándose con entusiasmo a donde él fuese. Como en las anteriores ediciones del Encuentro, el primero de los dos días que pasaría allí, el sábado, concluyó ya al oscurecer con el Festival de las Familias, un verdadero jamboree en el corazón de Filadelfia. En un escenario montado en el Benjamin Franklin Parkway, rodeado de un clima de inmensa expectación, después de un recorrido por calles abarrotadas que se podía seguir
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a través de grandes pantallas, Francisco se hizo presente mientras la Filarmónica de Filadelfia tocaba el último movimiento de la Quinta Sinfonía de Beethoven, que el Papa esperó de pie a que terminara, para sumarse así a la ovación, la cual, de este modo, confundió su aparición en el estrado con el aplauso a los músicos. A los saludos y testimonios, siguió el esperado discurso papal, luego del cual cerraron la noche las interpretaciones de Andrea Bocelli, Aretha Franklin y Juanes. Pronunciado sin libreto y en su más propio y cálido estilo criollo, el discurso del Papa ofreció con claridad las claves del mensaje, fabricado de palabras y gestos, expuesto al cabo del trayecto realizado en el periplo de toda una semana. Ciertamente, también el de su pontificado. Dos alternativas se disputan nuestro destino, explicó, y marchamos como pueblo entre una y otra de
ellas. De una parte, la Verdad, el Bien y la Belleza. De otra, la Guerra. Una guerra, como lo ha dicho antes y lo repitió en estos días, que puede ser llamada Tercera Guerra Mundial y que, a diferencia de las dos anteriores que tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XX, se desarrolla hoy «por etapas». Es esta la dimensión del momento histórico que explica, en su genuino contexto, las palabras y gestos del Papa Francisco. Y si la inmensa audiencia de nivel mundial que lo sigue —aunque implícita y no explícitamente— va percibiendo esa misma dicotomía, podría ser también ello una explicación de la acogida multitudinaria y entusiasta que los pueblos más diferentes del mundo filialmente le ofrecen. Queda en la retina de millones de personas, en todo el orbe, su salida del Central Park, rodeado de multitudes, camino al legendario Madison Square Garden, para celebrar allí una eucaristía. También sus penetrantes palabras en lengua hispana, que concluyen con un sonoro «¡viva el Papa!» de los asistentes (¿qué pensaría Samuel Huntington?). En las Naciones Unidas, y antes en el Congreso pleno en Washington, ha puesto a aplaudir rabiosamente y al unísono a quienes entre sí no se hablan. Si esta era la atmósfera que le acompañaba, debió haber realizado en este segundo escenario algún signo pro vida, dicen algunos críticos. Pensó él también que era bueno hacerlo, pero no a costa de romper esa atmósfera, sino más bien reforzándola, rememorando los cimientos sobre los que se edificó esa gran nación: «The God who gave us life gave us liberty at the same time» (el Dios que nos dio la vida nos dio la libertad al mismo tiempo, Jefferson),
dijo en un inglés suave, de tonalidad argentina, al que respondió una ovación de pie. Para otros no ha resultado explicable que en la sufrida Cuba de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre —en cuya sede recordó la abnegada tarea de tantas madres y abuelas que supieron transmitir la fe a sus hijos (situación bien conocida por él)— se haya omitido algún gesto de apoyo a las Damas de Blanco. Peor aún, que más allá de replicar a sus antecesores que se encontraron con Fidel, haya incluso ido a visitarlo a su casa. En la hermenéutica «al modo del Papa Francisco» que ha recomendado ejercitar el infatigable Lombardi, esto tiene sin embargo otro significado, que creo aplicaría asimismo a Chile: ¡Señores, la Guerra Fría terminó hace 25 años! O yendo más lejos, como urgió en el Congreso norteamericano: El reto que enfrentan hoy las naciones es de tal complejidad y gravedad, que no es sostenible sustraerse de poner en común recursos y talentos para sostenerse mutuamente, asimismo «respetando las diferencias y las convicciones de conciencia». El mismo Francisco, que no cesa aquí y allá de subrayar la absoluta necesidad de rescatar esa memoria histórica que da su fundamento a las sociedades y naciones, es también el primero en descartar esas fijaciones ideológicas que la plagian, que destruyen e impiden avanzar soluciones. Su periplo es motivo de gran esperanza. JAIME ANTÚNEZ *Artículo publicado en el diario El Mercurio 1°.X.15.
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Comentario al discurso en el Congreso de EE.UU. El desafío del Papa Francisco, según editorial del New York Times
El Papa Francisco no podría haber tenido un auditorio más dividido y necesitado que el del Congreso para escuchar su creativa y directa exigencia de enfrentar los problemas de la nación y el mundo, ante lo cual este Congreso ha desarrollado un verdadero arte político de la evasión. En un discurso memorable por su pasión y sus matices, Francisco se centró en gran medida en los aspectos que crean desacuerdo en el país y en el extranjero, la línea divisoria económica que impulsa la pobreza, la amenaza al medio ambiente, las “brutales atrocidades” y el “reduccionismo simplista” de los conflictos permanentes del mundo, y sobre todo la necesidad de “acciones y estrategias valerosas” en vez de “propuestas fáciles” de parte de los líderes responsables de las soluciones. Cualquier auditor en espera de un sano ejercicio del eufemismo en medio del debate presidencial debía estar encantado cuando el Papa se expresó en una línea sumamente prescriptiva recordando a los líderes estadounidenses que nunca deben olvidar las raíces de tolerancia y justicia equitativa de su propia nación. (…) Estallidos de aplausos y vítores resaltaron los puntos específicos apoyados por los legisladores; pero se produjo arrobamiento en el Congreso cuando destacó a cuatro estadounidenses como personificación de la historia de la nación al exponer sueños de libertad,
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tolerancia, justicia social y acercamiento al mundo: Abraham Lincoln, Martin Luther King Jr., Dorothy Day y Thomas Merton. (…) Durante todo el discurso, el Papa ofreció a sus auditores un necesario recordatorio de su potencial y su obligación de hacer de la política un llamado creativo en múltiples esferas, incluyendo la pobreza. Al referirse a Dorothy Day, el Papa elogió su incesante lucha contra el ciclo de la pobreza. “Parte de su gran esfuerzo es la creación y distribución de la riqueza”, declaró a una sala llena de políticos en procura de donantes de grandes cantidades de dólares para las campañas. Y reiteró su llamado a los líderes a proteger “nuestra casa común” del “deterioro medioambiental causado por la actividad humana”, un tema que es anatema para algunas de las corporaciones más ricas. En cuanto a la vida humana, Francisco destacó la necesidad de “proteger y defenderla en todas sus etapas de desarrollo”, punto que parecía aludir al aborto; pero en la frase inmediatamente siguiente, utilizó este tema para luego hablar sobre la necesidad de la abolición de la pena de muerte a nivel global. (…) Lejos de predicar, el Papa Francisco fue gentil, pero firme al enunciar los ideales de la nación. (…) Párrafos principales del editorial del New York Times, (24.IX.15)
NUEVO SANTO Misionero español Junípero Serra El Papa Francisco declaró santo a fray Junípero Serra, el 23 de septiembre pasado en ceremonia multitudinaria celebrada en Washington. Este franciscano de origen español llevó el Evangelio al suroeste de Estados Unidos y fundó nueve misiones en el siglo XVIII. Con su canonización equipolente —es decir, de forma extraordinaria sin necesidad de milagro—, el Pontífice ha valorado el trabajo de tantos misioneros que evangelizaron América y reiteró su llamada a toda la Iglesia a la misión. Uno de los diez templos católicos más grandes del mundo, la Basílica de la Inmaculada Concepción, se hizo pequeña para la Santa Misa que el Santo Padre ofició al aire libre ante más de 25 mil personas, y que también contó con la presencia del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden. En el pórtico este del santuario, donde se situó un escenario con un altar erigido expresamente para la ocasión, el Papa presidió la primera ceremonia de canonización de la historia que tiene lugar en suelo norteamericano. En su homilía, pronunciada en español, Francisco presentó al nuevo santo como “uno de esos testigos de Jesús, que supo testimoniar en estas tierras la alegría del Evangelio”. Fue un hombre que “supo dejar su tierra y sus costumbres. Se animó a abrir caminos, supo salir al encuentro de tantos, aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades”. El misionero hispano contagiaba la chispa de “la vida de Dios en los rostros de los que iba encontrando, haciéndolos sus hermanos”. Por eso, respondiendo a las protestas de algunos líderes indígenas de Califor-
nia, el Pontífice afirmó que “Junípero busco defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado. Abusos que hoy nos siguen provocando desagrado, especialmente por el dolor que causan en la vida de tantos”. En esta misma línea, el Santo Padre llamó a evangelizar “sin miedo, sin prejuicios, sin superioridad y sin purismos”, al tiempo que aseguró que el pueblo de Dios no “teme al error”. Así, detalló que Jesús no da una “lista selectiva de quién sí y quién no, de quiénes son dignos o no de recibir su mensaje y su presencia” y explicó que quien lo sigue se tiene que alejar “de esperar una vida maquillada, decorada, trucada”. Por otro lado, el Papa lamentó el encierro de la Iglesia y exhortó que no se cristalice “en las élites, al aferrarse a las propias seguridades”. En este sentido, explicó que “el encierro en sus múltiples formas es la causa de tantas resignaciones”. La misión “no nace nunca de un proyecto perfectamente elaborado o de un manual muy bien estructurado y planificado” sino de una vida que se sintió “buscada y sanada, encontrada y perdonada”, aseguró. Fray Junípero Serra —concluyó el Santo Padre— “supo vivir lo que es «la Iglesia en salida», esta Iglesia que sabe salir e ir por los caminos, para compartir la ternura reconciliadora de Dios”. Ver en www.humanitas.cl el texto completo de la homilía del Papa en la misa de canonización de fray Junípero Serra y el artículo “Junípero Serra en el contexto de la evangelización de América. Significado y alcance de su canonización” por Guzmán Carriquiry, secretario del Consejo Pontificio para América Latina.
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El desafío del Papa para Nueva York “Anuncien a Jesús en medio del smog de la ciudad”
El Papa Francisco celebró una Misa con unos 20.000 fieles en el Madison Square Garden de Nueva York, donde lanzó un llamado urgente a proclamar a todos que Cristo todavía camina en las calles de las grandes ciudades y a superar todo “smog” espiritual que impide el encuentro con Él. Francisco, quien estuvo acompañado en el altar por
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una imagen de la Virgen de Guadalupe, afirmó que “una de las particularidades del pueblo creyente pasa por su capacidad de ver, de contemplar en medio de sus ‘oscuridades’ la luz que Cristo viene a traer. Ese pueblo creyente que sabe mirar, que sabe discernir, que sabe contemplar la presencia viva de Dios en medio de su vida, en medio de su ciudad. Con el profeta hoy podemos decir: el pueblo
que camina, respira, vive entre el ‘smog’, ha visto una gran luz, ha experimentado un aire de vida”. Jesús, dijo el Papa, les devuelve la esperanza a los fieles, una “esperanza que nos libra de ‘conexiones’ vacías, de los análisis abstractos o de rutinas sensacionalistas. Una esperanza que no tiene miedo a involucrarse actuando como fermento en los rincones donde nos toque vivir y actuar. Una esperanza que nos invita a ver en medio del ‘smog’ la presencia de Dios que sigue caminando en nuestra ciudad. Porque Dios está en la ciudad”. Ante esta realidad, cuestionó el Santo Padre, “¿cómo es esta luz que transita nuestras calles? ¿Cómo encontrar a Dios que vive con nosotros en medio del «smog» de nuestras ciudades? ¿Cómo encontrarnos con Jesús vivo y actuante en el hoy de nuestras ciudades pluriculturales?” El Pontífice dijo que en las grandes ciudades se congregan personas provenientes de diversas culturas y costumbres. “Vivir en una ciudad es algo bastante complejo: contexto pluricultural con grandes desafíos no fáciles de resolver (…). Las grandes ciudades se vuelven polos que parecen presentar la pluralidad de maneras que los seres humanos hemos encontrado de responder al sentido de la vida en las circunstancias donde nos encontrábamos”, señaló. Pero a la vez “las grandes ciudades esconden el rostro de tantos que parecen no tener ciudadanía o ser ciudadanos de segunda categoría”, que quedan silenciados “por
no tener ‘derecho’ a ciudadanía, no tener derecho a ser parte de la ciudad —los extranjeros, sus hijos (y no solo) que no logran la escolarización, los privados de seguro médico, los sin techo, los ancianos solos—, quedando al borde de nuestras calles, en nuestras veredas, en un anonimato ensordecedor. Y se convierten en parte de un paisaje urbano que lentamente se va naturalizando ante nuestros ojos y especialmente en nuestro corazón”. Indicó que el profeta Isaías —cuya lectura se hizo en español— “habló de la luz que es Jesús y ahora nos presenta a Jesús como ‘Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz’”. Dijo que es “consejero maravilloso” porque ante la pregunta de qué hacer, Cristo “propone siempre a sus discípulos ir” al encuentro de los otros. “Vayan sin miedo, vayan sin asco, vayan y anuncien esta alegría que es para todo el pueblo”, señaló. “Dios vive en nuestras ciudades —afirmó Francisco—, la Iglesia vive en nuestras ciudades y Dios y la Iglesia que viven en nuestras ciudades quieren ser fermento en la masa, quieren mezclarse con todos, acompañando a todos, anunciando las maravillas de Aquel que es Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz”. Antes de culminar la Misa, el Papa recibió la ovación y aplausos de los 20.000 fieles por cerca de dos minutos. “En todas las Misas, todos los días, rezamos por y en unión con ‘Francisco, nuestro Papa”, expresó en ese sentido el Arzobispo de Nueva York, cardenal Timothy Dolan, en sus palabras de agradecimiento.
Bandera del Vaticano flamea por primera vez en la ONU
La bandera del Vaticano ondeó por primera vez en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, con ocasión de la histórica visita del Papa Francisco a este lugar. La Santa Sede es uno de los dos Estados reconocidos a nivel mundial como soberanos que no son miembros de la ONU pero posee calidad de Observador, junto a Palestina. En julio de 2004, recibió todos los derechos de una incorporación plena a excepción del derecho a voto y son habituales las intervenciones
de su actual Observador Permanente, el arzobispo filipino Bernardito Auza. La bandera de la Santa Sede, oficial desde 1929, está compuesta por dos bandas verticales, una de color amarillo y otra de color blanco. En este lado se encuentran dibujadas dos llaves (dorada y plateada) que forman una cruz y se encuentran atadas con un cordón rojo y coronadas por una tiara. Encima sobresale una pequeña cruz.
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“Que haya paz en la tierra” La canción en el Ground Zero con el Papa Francisco Luego de que el Papa Francisco terminara su discurso en memoria de las más de tres mil víctimas del atentado del 11 de septiembre del 2001 en las Torres Gemelas del World Trade Center, las paredes del Ground Zero se remecieron con el canto de Let there be peace on earth (Que haya paz en la tierra) interpretado por el Young People’s Chorus de Nueva York. Este tema fue escrito por Jill Jackson Miller y Sy MIllen en 1955 y tiene una conmovedora historia detrás. Luego de un intento de suicidio a causa de su fracaso matrimonial, Jackson descubrió lo que ella llama “la alegría salvadora de la paz de Dios y el amor incondicional”. Let there be peace on earth sonó por primera vez en 1955 en una reunión de 180 adolescentes provenientes de distintos lugares y religiones en las montañas de California. Los jóvenes estuvieron unidos por un sentimiento: generar un clima de paz y de comprensión mundial. Después de esta reunión la canción comenzó a hacerse cada vez más conocida y empezó a cantarse en las iglesias, escuelas de Estados Unidos y en celebraciones internacionales como el Día de las Naciones Unidas.
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El tema ha sido interpretado por diversos artistas y ha recibido la Medalla de Honor de George Washington por la Fundación Libertad en Valley Forge y el Premio de la Hermandad de la Conferencia Nacional de Cristianos y Judíos. A continuación la letra de la canción en español: Que haya paz en la tierra, y que empiece conmigo. Que haya paz en la tierra, la paz como estaba destinada a ser. En Dios nuestro Creador, todos somos familia; Caminemos uno al lado del otro, en perfecta armonía. Que la paz empiece conmigo, que ahora este sea el momento. Con cada paso que yo dé, que este sea mi solemne juramento: Tomar cada momento y vivir cada momento en paz eternamente, Que haya paz en la tierra, y que empiece conmigo.
“Hoy se corre detrás de un like pero se teme al compromiso”
Al presidir el encuentro con obispos de los cinco continentes presentes en Filadelfia (Estados Unidos) con ocasión del Encuentro Mundial de las Familias 2015, el Papa Francisco lamentó que en el mundo actual la sociedad viva “una soledad con miedo al compromiso” pero que al mismo tiempo se encuentra en “una búsqueda desenfrenada por sentirse reconocido”. “Corriendo detrás de un like, corriendo detrás de aumentar el número de followers en cualquiera de las redes sociales, así van —así vamos— los seres humanos en la propuesta que ofrece esta sociedad contemporánea”, lamentó. El encuentro con los obispos tuvo lugar en el Seminario San Carlos Borromeo de Filadelfia. Previamente, en ese mismo lugar, el Santo Padre se reunió con víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros del clero. Francisco advirtió que el mundo parece haberse convertido en un gran centro comercial, “donde la cultura ha adquirido una dinámica competitiva”. “Ya no se vende fiado, ya no se puede fiar de los demás. No hay un vínculo personal, una relación de vecindad”, lamentó, e indicó que “la cultura actual parece estimular a las personas a entrar en la dinámica de no ligarse a nada ni a nadie”. Lo más importante en la actualidad, criticó, “parece que es ir detrás de la última tendencia, de la última actividad. Inclusive a nivel religioso”. “Lo importante hoy parece que lo determina el
consumo. Consumir relaciones, consumir amistades, consumir religiones, consumir, consumir. No importa el costo ni las consecuencias”. Este consumo, dijo, “no genera vínculos, un consumo que va más allá de las relaciones humanas. Los vínculos son un mero ‘trámite’ en la satisfacción de ‘mis necesidades’”. “Esto genera una herida grande, una herida cultural, muy grande. Me animo a decir que una de las principales pobrezas o raíces de tantas situaciones contemporáneas está en la soledad radical a la que se ven sometidas tantas personas”, dijo. El Santo Padre cuestionó: “¿Debemos condenar a nuestros jóvenes por haber crecido en esta sociedad? ¿Debemos anatematizarlos por vivir en este mundo? ¿Ellos deben escuchar de sus pastores frases como: ‘Todo pasado fue mejor’, ‘El mundo es un desastre y, si esto sigue así, dónde vamos a ir a parar’?”. “No, no creo que este sea el camino. Nosotros, pastores tras las huellas del Pastor, estamos invitados a buscar, acompañar, levantar, curar las heridas de nuestro tiempo”. Francisco subrayó que “el Evangelio no es un producto para consumir, no entra en esta cultura del consumismo”. Los pastores, señaló el Papa, están llamados a “mirar la realidad con los ojos de aquel que se sabe interpelado al movimiento, a la conversión pastoral. El mundo hoy nos pide y reclama esta conversión pastoral”.
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Homilía del Papa Francisco en la Misa de clausura del EMF Filadelfia 2015 El Papa Francisco pronunció la homilía de la multitudinaria Misa de clausura del Encuentro Mundial de las Familias que se realizó en Filadelfia con personas llegadas desde los cinco continentes. A continuación primeros párrafos del texto del Santo Padre: (…) Jesús encuentra, en cambio, hostilidad en la gente que no había aceptado cuanto dijo e hizo. Para ellos, la apertura de Jesús a la fe honesta y sincera de muchas personas que no formaban parte del pueblo elegido de Dios, les parecía intolerable. Los discípulos, por su parte, actuaron de buena fe, pero la tentación de ser escandalizados por la libertad de Dios que hace llover sobre «justos e injustos» (Mt 5,45), saltándose la burocracia, el oficialismo y los círculos íntimos, amenaza la autenticidad de la fe y, por tanto, tiene que ser vigorosamente rechazada. Cuando nos damos cuenta de esto, podemos entender por qué las palabras de Jesús sobre el escándalo son tan duras. Para Jesús, el escándalo intolerable es todo lo que destruye y corrompe nuestra confianza en este modo de actuar del Espíritu. Nuestro Padre no se deja ganar en generosidad y siembra. Siembra su presencia en nuestro mundo, ya que «el amor no consiste en que nosotros hayamos amado primero a Dios, sino en que Él nos amó primero» (1Jn 4,10). Amor que nos da la certeza honda: somos buscados por Él, somos esperados por Él. Esa confianza es la que lleva al discípulo a estimular, acompañar y
hacer crecer todas las buenas iniciativas que existen a su alrededor. Dios quiere que todos sus hijos participen de la fiesta del Evangelio. No impidan todo lo bueno, dice Jesús; por el contrario, ayúdenlo a crecer. Poner en duda la obra del Espíritu, dar la impresión que la misma no tiene nada que ver con aquellos que «no son parte de nuestro grupo», que no son «como nosotros», es una tentación peligrosa. No bloquea solamente la conversión a la fe, sino que constituye una perversión de la fe. La fe abre la «ventana» a la presencia actuante del Espíritu y nos muestra que, como la felicidad, la santidad está siempre ligada a los pequeños gestos. «El que les dé a beber un vaso de agua en mi nombre —dice Jesús—, pequeño gesto, no se quedará sin recompensa» (Mc 9,41). Son gestos mínimos que uno aprende en el hogar; gestos de familia que se pierden en el anonimato de la cotidianidad pero que hacen diferente cada jornada. Son gestos de madre, de abuela, de padre, de abuelo, de hijo, de hermanos. Son gestos de ternura, de cariño, de compasión. Son gestos del plato caliente de quien espera a cenar, del desayuno temprano del que sabe acompañar a madrugar. Son gestos de hogar. Es la bendición antes de dormir y el abrazo al regresar de una larga jornada de trabajo. El amor se manifiesta en pequeñas cosas, en la atención mínima a lo cotidiano que hace que la vida siempre tenga sabor a hogar. La fe crece con la práctica y es plasmada por el amor. Por eso, nuestras familias, nuestros hogares, son verdaderas Iglesias domésticas. Es el lugar propio donde la fe se hace vida y la vida crece en la fe.
Viaje apostólicos del Papa Francisco a Kenia, Uganda y República Centroafricana
Del 25 al 30 de noviembre, Francisco visitó Kenia, Uganda y República Centroafricana. Pronunció 19 discursos, y se reunió con la comunidad católica así como con los pobres, los musulmanes y los evangélicos Ver en www.humanitas.cl los discursos del Papa Francisco en África.
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ENTREVISTA A CARD. ANGELO SCOLA, ARZOBISPO DE MILÁN
MATRIMONIO Y FE: UNA RELACIÓN QUE HAY QUE REPENSAR En cierto modo, la Iglesia de Milán dio por adelantado una respuesta “sinodal” al crear la Oficina diocesana para la acogida de los esposos en crisis, que entró en funcionamiento hace unos meses, y que responde al llamamiento del Papa a propósito de la necesidad de abrirse, con espíritu de renovada fraternidad, a las urgencias de las parejas “en riesgo de explosión”. “Es una tarea dura, pero Francisco ha invitado a los obispos a hacerse cargo de las familias heridas. Y nosotros estamos en ello”, señala el cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán. En una conversación con Páginas Digital previa al Sínodo —pero que conserva toda su actualidad por la claridad de las respuestas y por la relevancia del tema—, el arzobispo de Milán señaló la naturaleza de la asamblea sinodal no como un lugar de decisión, sino como un ámbito de comunión entre obispos de las iglesias del mundo entero a las que el Papa pide consejo sobre temas especialmente urgentes para la vida de la Iglesia. “En este sentido no hay que esperar del sínodo “decisiones” —estas, si las hay, las tomará el Papa—, señaló, pero sí un renovado ímpetu misionero”. “Lamentablemente, la super-exposición mediática de este año ha hecho muy difícil entrar en el fondo de la cuestión. El Santo Padre ha convocado la asamblea del Sínodo para reflexionar sobre la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. La Iglesia siente la necesidad de profundizar, con renovado vigor, en la belleza universal del designio de Dios sobre matrimonio y familia”, agregó. —Recientemente, usted ha propuesto retomar con determinación la teología del matrimonio. —Esta propuesta pretende subrayar la necesidad de retomar con decisión la teología y la reflexión canónica sobre el matrimonio a partir de su naturaleza sacramental. En este contexto, la pregunta sobre la fe adquiere toda su importancia. Si por una parte está fuera de toda duda que nadie puede arrogarse el derecho a medir la fe de los demás, por otra la fe siempre tiene una dimensión de comunión eclesial. Esta, según ciertas condiciones respetuosas con la conciencia, puede permitir verificar si los contrayentes pretenden hacer lo que hace la Iglesia. —Hablemos de las parejas que conviven. ¿Es correcto, como sugirió el Instrumentum laboris, mostrar “aprecio y amistad” hacia ellos, reconociendo “elementos de coherencia con el designio de la creación de Dios”? —Como siempre en estos casos, la gran tentación es generalizar. La sabiduría de la Iglesia, en cambio, siempre ha acompañado a la persona en su camino particular. Hay casos en que una convivencia está abierta al sacramento y en otras aún no es así. De cualquier modo, los recientes debates han puesto en evidencia lo que yo considero la urgencia principal de la que el sínodo deberá ocuparse necesariamente: la reflexión sobre el matrimonio, sedimentada a lo largo de los siglos, pide ser repensada. Muchas veces está hecha de yuxtaposiciones que minan la unidad y la sencillez.
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—¿Cómo puede desarrollarse esta reflexión? —Hay que profundizar en el nexo fe-matrimonio, el significado de la naturaleza sacramental del matrimonio, y por qué no puede reducirse a una suerte de “contrato natural”. Si así fuera, sería el resultado de la pura voluntad de los contrayentes. —A propósito de esto, ¿no habría que valorar también el miedo creciente a casarse por parte de los jóvenes? ¿No le parece que será necesario ir a la raíz de este malestar para delimitarlo? —Esta es una de las tareas fundamentales de la acción educativa. Los cristianos están llamados a testimoniar y a dar razón del amor “para siempre”, condición constitutiva de la naturaleza misma del amor. Un deseo que habita en el corazón de todos los hombres, de todo tiempo y lugar. El amor no es solo pasión, afecta a la persona entera, en su unidad de cuerpo-alma, de hombre-mujer, de individuocomunidad, por citar las famosas polaridades a las que se refería Von Balthasar. El miedo será derrotado por el descubrimiento del buen amor. El que Jesús nos ha mostrado. —Estos meses se ha hablado mucho de misericordia, casi en contraposición a la verdad. ¿Son exigencias realmente distintas o es una simplificación mediática? —Cuando el Instrumentum laboris afirma que “la misericordia no quita nada a la verdad”, no hace más que volver a proponer lo que dijo Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Es una grave contradicción pensar que misericordia y verdad se oponen. Ciertos pasajes de la Lumen fidei, la primera encíclica del Papa Francisco, son de gran ayuda para comprender que la verdad se propone siempre a la libertad del hombre. Por eso la verdad viviente y personal que es Cristo mismo, mediante la misericordia, vuelve a poner continuamente al hombre en camino. Esto es el buen amor. Si el buen amor de aquel que nos llamó primero no nos donase la posibilidad de volver a empezar —pero digámoslo con palabras evangélicas—, si no nos moviera a la conversión, ¿qué misericordia sería? —Respecto a proyectos formativos “impuestos por la autoridad pública” en contraste con la visión humana y cristiana, el Instrumentum laboris confirma el derecho a la objeción de conciencia de los educadores. El pensamiento se va inmediatamente a proyectos inspirados en la llamada ideología de género. ¿Le parecen adecuadas estas indicaciones? —Es necesario insistir en que la educación es sobre todo tarea de las familias, eje de la sociedad civil. El Estado debe respetar este dato. Aun antes de entrar en el contenido de las propuestas educativas de las instituciones públicas, es importante subrayar que estas no pueden arrogarse competencias que van más allá de estar al servicio de la sociedad civil. En una sociedad democrática, la objeción de conciencia, cuya práctica debe ser cuidadosamente evaluada caso por caso, antes que un derecho es una garantía de libertad. Siempre es arriesgado pretender que los hombres sacrifiquen su conciencia. Esta sin duda es de la persona, pero tiene un valor social intrínseco.
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—Sobre los cursos de preparación al matrimonio, se aconseja una sinergia entre pastoral juvenil, familiar, catequesis, con la colaboración de movimientos y asociaciones. ¿Es adecuado el ámbito pastoral? —No es en primer lugar una cuestión de estructuras y programas, aunque es necesario. Lo importante, en mi opinión, es privilegiar la atención hacia los interlocutores reales de la acción pastoral. Hay que interceptarlos en los lugares y tiempos de su vida cotidiana, sin pretender llevarles “a otra parte” para darles la posibilidad de vivir o volver a empezar un camino de fe. El matrimonio y la familia son vías privilegiadas para descubrir la belleza y conveniencia de la fe en la vida diaria. —Camino penitencial para los divorciados vueltos a casar. Las opiniones son diversas y, en parte, divergentes. En su opinión, ¿cuál podría ser el camino oportuno? —La fórmula del Instrumentum laboris está articulada porque refleja la riqueza de contribuciones de los padres sinodales durante la asamblea extraordinaria del año pasado. Por lo que se refiere al llamado “camino penitencial”, ¿qué se entiende con esta expresión? ¿Un camino de conversión que implique una superación de la norma? ¿Una especie de “pena” para regular la propia situación? Como he dicho, es necesario seguir profundizando. —La tradición ortodoxa de la llamada “oikonomia” —condescendencia pastoral respecto a los matrimonios fracasados—, ¿podrá representar una oportunidad sobre la que reflexionar? —La teología y la praxis sacramental de las iglesias ortodoxas son muy distintas de la católica. Según la mayoría de los expertos en la materia, es al menos incorrecto hacer comparaciones. Además, la llamada “oikonomia” ni siquiera se contempla por los ortodoxos como un principio general, y mucho menos como una norma que pueda establecerse y aplicarse indistintamente a todos. En la tradición latina se habla de “epicheia”, que no es una excepción a la norma, sino la oportunidad de ir, en cada caso particular, hasta el fondo al principio de justicia que la norma propone. —A propósito de las familias en las que hay personas con tendencia homosexual, se solicita la formación de “proyectos pastorales diocesanos”. Una tarea nada fácil y que, al menos por lo que respecta a nuestras comunidades, constituye un camino por hacer. ¿Cuáles podrían ser las modalidades para seguir estas indicaciones? —He insistido muchas veces en el carácter insuperablemente personal de la diferencia sexual utilizando una expresión un poco técnica pero rigurosa: la sexualidad implica un “proceso de sexuación”. Con esta afirmación se quiere hacer referencia al camino que cada hombre y cada mujer –heterosexual u homosexual– debe hacer necesariamente a lo largo de toda su vida para descubrir la verdad objetiva de la diferencia sexual.
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SÍNODO DE LA FAMILIA 4- 25 OCTUBRE 2015 El Sínodo es caminar juntos
Con motivo del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, el Santo Padre pronunció un discurso en el Aula Pablo VI —el Papa a quien se debe la iniciativa— ante los Padres Sinodales. La introducción estuvo a cargo del secretario general del Sínodo de los Obispos, cardenal Lorenzo Baldisseri, mientras el presidente de la Conferencia Episcopal de Austria y cardenal arzobispo de Viena, Christoph Schönborn, presentó una relación conmemorativa. ‘’Desde el Concilio Vaticano II a la actual Asamblea sinodal sobre la familia, hemos experimentado de forma cada vez más fuerte la necesidad y la belleza de caminar juntos, expresó el Santo Padre en su discurso. “Debemos proseguir por este camino. El mundo en que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el
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potenciamiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión...En la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium he subrayado que ‘’todo bautizado, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de instrucción de su fe, es un sujeto activo de evangelización y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados en el cual el resto del Pueblo fiel sería solamente receptivo de sus acciones’’...Esta convicción me ha servido de guía cuando decidí que el Pueblo de Dios fuera consultado en la preparación de la doble cita sinodal sobre la familia...¿Cómo sería posible hablar de las familias sin interpelarlas, escuchando sus alegrías y sus esperanzas, sus dolores y sus angustias? ‘’. El texto íntegro de este discurso se puede leer en www.humanitas.cl
NUEVOS SANTOS
PADRES DE SANTA TERESA DE LISIEUX El Papa Francisco presidió el 18 de octubre pasado en la Plaza de San Pedro del Vaticano la Misa de canonización de Vincenzo Grossi, María de la Inmaculada Concepción (conocida como Madre María de la Purísima) y de Louis Martin y Marie Zélie Guérin, padres de Santa Teresita de Lisieux. El de los padres de Santa Teresa de Lisieux, de quien el Papa Francisco es devoto, ha sido el primer matrimonio en ser canonizado en la misma ceremonia en la historia de la Iglesia. Louis Martin nació en Burdeos (Francia) el 22 de agosto de 1823 y falleció en Arnières-sur-Iton (Francia) el 29 de julio de 1894. Marie Zélie Guérin nació en Saint-Denis-Sarthon (Francia) el 23 de diciembre de 1831 y falleció en Alençon (Francia) el 28 de agosto de 1877. La familia, después de diecinueve años de matrimonio, ante la crisis económica que afligía a Francia, queriendo garantizar bienestar y futuro a sus hijos, halló fuerza para dejar la ciudad francesa de Alençon y trasladarse a Lisieux. Louis Martin trabajó como relojero y joyero, y Celia Guérin como pequeña empresaria de un taller de bordado. Junto con sus cinco hijas, emplearon tiempo y dinero en ayudar a quienes tenían necesidad. “Los santos esposos Louis Martin y Marie Zélie Guérin vivieron el servicio cristiano en la familia, construyendo cada día un ambiente lleno de fe y de amor; y en este clima brotaron las vocaciones de las hijas, entre ellas santa Teresa del Niño Jesús”. Para leer la homilía completa de la misa de canonización de los padres de Santa Teresa de Lisieux, ver www.humanitas.cl. Asimismo, ver artículo “Beatificación de los padres de Santa Teresa de Lisieux” en Humanitas 53.
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ENTREVISTA AL PAPA FRANCISCO EN LA REVISTA PARIS MATCH La vaticanista francesa Caroline Pigozzi en entrevista con el Pontífice en la cual conversó sobre su devoción por Teresa de Lisieux, su vocación jesuita, pobreza, dignidad humana, capitalismo, y medio ambiente.
L ouis y Zélie Martin, los padres de santa Teresa del Niño Jesús, son una pareja de evangelizadores, que durante toda su vida testimoniaron la belleza de la fe en Jesús. Dentro y fuera de los muros domésticos. Se sabe lo acogedora que era la familia Martin y cómo abría su puerta y su corazón, a pesar de una cierta ética burguesa de este tiempo, que con la excusa del “decoro”, despreciaba a los pobres. Los dos, junto a las cinco hijas, dedicaban energías, tiempo y dinero a la ayuda de quien se encontraba necesitado. Son realmente un modelo de santidad y de vida de pareja. Así lo explica el santo padre Francisco, en la entrevista publicada el 16 de octubre en la revista francesa Paris Match, cuya portada se reserva normalmente a estrellas del deporte o el espectáculo. Sobre su devoción por Teresa de Lisieux, el Papa explica que es una “de las santas que más nos habla de la gracia de Dios y de cómo Dios cuida de nosotros, nos toma de la mano y nos permite subir con agilidad la montaña de la vida si nos abandonamos totalmente a Él, nos dejamos “transportar” por Él. La pequeña Teresa —asegura— había comprendido en su vida qué es el amor, el amor reconciliador de Jesús, quien mueve los miembros de su Iglesia. Y así, el Pontífice cuenta que a menudo le pide a la santa que tome en sus manos un problema que tiene de frente, una cuestión que no sabe cómo va a terminar, un viaje que debe afrontar. “Y le pido que si acepta cuidarlo y hacerse cargo, me envíe como signo una rosa. Muchas veces me ha sucedido que recibo una…”, asegura el Santo Padre. Afrontando el tema del medio ambiente, los problemas climáticos y su mensaje para la conferencia internacional de París sobre el clima, Francisco recuerda que “el cristiano es realista, no catastrofista” y “precisamente por esto no podemos escondernos en una evidencia: el actual sistema mundial es insostenible”. De este modo, el Papa expresa su deseo de que el vértice pueda contribuir a decisiones concretas, compartidas y que amplíen la mirada, para el bien común. “Son necesarias nuevas modalidades de desarrollo para que puedan crecer y vivir con dignidad las muchas mujeres, hombres y niños que hoy sufren hambre, explotación, guerras, falta de trabajo. Son necesarias nuevas modalidades compartidas para poner fin a la explotación indiscriminada de nuestro planeta”, afirma el Santo Padre. Y añade: “nuestra casa común está contaminada, se está deteriorando, es necesario el compromiso de todos. Debemos proteger al hombre de la autodestrucción”. Y, ¿cómo hacerlo?, pregunta la periodista. El Papa responde: “la humanidad debe renunciar
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a idolatrar el dinero y devolver al centro a la persona humana, su dignidad, el bien común, el futuro de las generaciones que poblarán la tierra después de nosotros”. Por otro lado, la periodista le pregunta si cree que habrá vida inteligente fuera de la Tierra, a propósito del descubrimiento del planeta al que se le ha llamado Kepler 452 B, a lo que el Santo Padre indica no saber bien qué responder. Pero de lo que sí está seguro, “es que el universo, y el mundo en el que vivimos, no es fruto de la casualidad ni del caos, sino de una inteligencia divina, del amor de un Dios que nos quiere, nos ha creado, nos ha querido y no nos deja nunca solos”. Respecto a la situación de las comunidades amenazadas por los islamistas radicales, el Santo Padre invita a preguntarse por qué tanta gente huye, cuáles son las causas de tantas guerras y de tanta violencia. “No olvidemos quién fomenta el odio y la violencia, y también quién especula con las guerras, como los traficantes de armas. Y no olvidemos tampoco la hipocresía de esos poderosos de la tierra que hablan de paz pero después, bajo cuerda, venden armas”, advierte el Papa. A propósito de los refugiados, el Pontífice explica que “se puede tratar de resolver este drama mirando solamente a lo lejos. Actuando para favorecer la paz. Trabajando concretamente para resolver las causas estructurales de la pobreza. Comprometiéndose para construir modelos de desarrollo económico que tengan en el centro al hombre y no al dinero. Trabajando para que la dignidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño, de cada anciano, sea siempre respetada”. Finalmente, el Santo Padre también cuenta en la entrevista a la revista francesa que la herencia más preciada que ha recibido de la Compañía de Jesús es “el discernimiento querido por san Ignacio, la búsqueda cotidiana para conocer mejor al Señor y seguirlo cada vez más de cerca. Tratar de hacer cada cosa de la vida cotidiana, también las más pequeñas, con el corazón abierto a Dios y a los otros. Tratar de tener la misma mirada de Jesús sobre la realidad y poner en práctica sus enseñanzas día tras día en las relaciones con las personas”.
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Clausura V Centenario de Santa Teresa de Ávila
Tras un año de celebraciones en torno a la figura y legado de Santa Teresa de Jesús, en la mañana del 15 de octubre fue clausurado en Ávila el V Centenario de la mística reformadora del Carmelo y doctora de la Iglesia. El acto central del cierre del tiempo jubilar teresiano, que fuera concedido por el Papa Francisco del 15 de octubre de 2014 al 15 de octubre de 2015 en la fiesta litúrgica de la religiosa española, fue una solemne Eucaristía que ocurrió en la Plaza de Santa Teresa y fue presidida por el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), además de concelebrada por varios obispos del país europeo. Al iniciar la homilía, el purpurado expresó: «¡Qué regalo nos hizo Dios al darnos a esta mujer genial! Ávila ha quedado para siempre ennoblecida con su nacimiento, con su vida y con su obra». Luego, refiriéndose al lema del Centenario «Es tiempo de Caminar», el cardenal señaló que «ha merecido la pena ponernos en camino siguiendo su invitación al tiempo de morir en Alba de Tormes». Un camino que se evocó con la peregrinación mundial que realizó la reliquia del bastón de la santa de la que también hizo referencia el presidente del Episcopado Español: «Con la réplica de su bastón ha visitado tantos rincones del mundo. De la mano de la Santa nos hemos puesto en camino para ir desde el encuentro con el Señor a todas las periferias y para renovar la dimensión misionera de nuestra vida cristiana». Más adelante, al referirse al pasaje del Evangelio proclamado que habla sobre la íntima relación entre Jesús y el Padre, el purpurado señaló: «¡Con qué claridad y hondura comprendió esto Teresa de Jesús! La fe y el amor a Jesucristo, su seguimiento e imitación, la comunión cordial y obediente a Él es el corazón de la vida de Teresa. Ella habla de la Humanidad de nuestro Señor Jesucristo». Al respecto, añadió: «El cristocentrismo de Santa Teresa, de que se puede fundadamente hablar, significa que la fe y la vida cristiana no consisten en abstracciones ni en filosofías, sino en la existencia singular de una per-
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sona histórica que se llama Jesús. Él es el centro orbital de nuestra vida, que es `vida en Cristo´. Sin Él o fuera de Él, la vida del cristiano se desorbita». «La insistencia de Santa Teresa en la Humanidad de Jesucristo, como orante y maestra de oración, nos introduce en el centro del Evangelio y de la revelación de Dios, a saber, en la persona de Jesús y en su historia, que hunde sus raíces en la eternidad de Dios y desemboca en la gloria, patria de la humanidad y descanso del corazón», continuó el cardenal. En otro momento el presidente del Episcopado se refirió a la Santa como «maestra de oración» y recordó que «la oración supone la fe en el Señor, que es Amigo verdadero; y, viceversa, la oración alienta la fe y reaviva su ardor evangelizador. La oración ensancha el corazón para amar y fortalece la voluntad para que nazcan obras a favor de los demás». El Jubileo por el V Centenario de la «santa andariega» comenzó hace un año —el 15 de octubre de 2014— durante una celebración Eucarística en Ávila, presidida también por el cardenal Ricardo Blázquez. Durante este tiempo la ciudad española acogió varios acontecimientos, como fue la peregrinación de los Obispos Españoles para clausurar la Asamblea Plenaria el 24 de abril y el Encuentro Europeo de Jóvenes que ocurrió del 5 al 9 de agosto y llevó por lema «En tiempo recios, amigos fuertes de Dios», además del Encuentro Internacional Teresiano con la presencia de la familia teresiana de todo el mundo, y diversas peregrinaciones.
FRANCISCO Y EL ABORTO Ver ¡Qué mal interpretaron algunos la decisión del Papa Francisco de facultar a todos los sacerdotes para perdonar la excomunión por el pecado del aborto, durante el Año de la Misericordia! Un periódico de España dijo que esa decisión cimbró a la Iglesia. Otro, de México, dijo que el Papa abre las puertas, pero que nosotros las cerramos. ¡Cómo se nota su desconocimiento de la práctica de la Iglesia! Muchos obispos, en Cuaresma y Pascua, o en otras ocasiones, damos esta misma facultad a todos nuestros sacerdotes. Yo lo hago, en Chiapas, desde hace 24 años. Desde el miércoles de Ceniza hasta el domingo de Pentecostés, todos pueden absolver de este pecado, cuando el aborto se hace en forma consciente, y levantar la excomunión que se contrae. Además, nuestros Vicarios Episcopales lo pueden hacer en forma permanente, en las diferentes zonas o regiones, imponiendo la debida penitencia. Nosotros, los obispos de esta diócesis, cada ocho días, durante la celebración dominical, nos sentamos a confesar, y son muchos los casos de mujeres, y algunos hombres, que se acercan a este sacramento, con todo el dolor de lo que hicieron. Al experimentar la liberación misericordiosa que Dios les concede, brotan espontáneas las lágrimas de paz y de resurrección. Todo cambia con el perdón. Pensar ¿Qué dijo realmente el Papa sobre el asunto? No niega la gravedad del aborto, pero advierte que, en muchos casos, hay circunstancias muy dolorosas que llevaron a tomar esa decisión, y que debemos ofrecer la oportunidad de encontrarse con la misericordia y el perdón de Dios. Dijo: “Uno de los graves problemas de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación de la relación con la vida. Una mentalidad muy generalizada que ya ha provocado una pérdida de la debida sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida. Algunos viven el drama del aborto con una conciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo. “Muchos otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como una derrota, consideran no tener otro camino por dónde ir. Pienso, de forma especial, en todas las mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa. Lo sucedido es profundamente injusto; sin embargo, solo el hecho de comprenderlo en su verdad puede consentir no perder la esperanza. “El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión para obtener la reconciliación con el Padre. También por este motivo he decidido conceder a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante
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cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón. “Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia” (1-IX-2015). Y en un programa grabado antes de su viaje a los Estados Unidos, el Papa dijo a una madre soltera de ese país: “Gracias, Rosemary, por tu testimonio. Quiero decirte una cosa. Sé que no es fácil ser una madre soltera, sé que la gente a veces las puede mirar mal, pero te digo una cosa, eres una mujer valiente porque fuiste capaz de traer estas dos hijas al mundo. Podrías haberlas matado en tu vientre, y respetaste la vida, respetaste la vida que tenías dentro tuyo, y eso Dios te lo va a premiar, y te lo premia. No tengas vergüenza, anda con la frente alta: Yo no maté a mis hijas, las traje al mundo. Te felicito, te felicito, y que Dios te bendiga”. Actuar No se niega la gravedad del crimen del aborto, pero debemos ofrecer la misericordia de Dios a quien lleva el peso de su culpa, para que disfrute el perdón obtenido por Jesús en la Cruz. Felipe Arizmendi Esquivel Obispo de San Cristóbal de Las Casas, México
Simposio del Observatorio Astronómico Vaticano Comprensión religiosa de la creación al mirar el firmamento
En el contexto del diálogo interreligioso, hoy más urgente que nunca, la búsqueda científica sobre el universo puede ofrecer una perspectiva única, compartida por los creyentes y no creyentes, que ayude a alcanzar una mejor comprensión religiosa de la creación. Así lo aseguró el Santo Padre Francisco en su discurso a los participantes del Simposio promovido por el Observatorio Vaticano. Asimismo, indicó que en este sentido, las Escuelas de Astrofísica que el Observatorio ha organizado en los últimos treinta años “son una preciosa oportunidad en la que los jóvenes astrónomos de todo el mundo dialogan y colaboran en la búsqueda de la verdad”. El Pontífice recordó en su discurso que “el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza”. A propósito ha señalado que san Ignacio de Loyola
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entendía bien este lenguaje. “Él mismo contó que su consolación más grande era mirar al cielo y las estrellas porque esto le hacía sentir un gran deseo de servir al Señor”, explicó Francisco. Tal y como recordó, con la refundación del Observatorio en Castel Gandolfo, Pío XI estableció también que su gestión fuera responsabilidad de la Compañía de Jesús. Por eso, subrayó el discurso que Benedicto XVI dirigió a los Padres de la última Congregación General de la Compañía de Jesús en el que señalaba que “la Iglesia tiene la urgente necesidad de religiosos que dediquen su vida a estar precisamente en las fronteras entre la fe y el saber humano, la fe y la ciencia moderna”. El Papa también aseguró a los presentes que es muy importante que compartan el don de su conocimiento científico del universo con la gente, “dando gratis lo que habéis recibido gratis”.
Revista Nature Juzga positivamente la encíclica Laudato si’
No es frecuente que en la prestigiosa revista biomédica Nature aparezcan comentarios positivos con respecto a la fe católica y menos a escritos de los Papas. Por ello, Justo Aznar y Julio Tudela de Zenit comentan el editorial de Nature del 23 junio de 2015, sobre la encíclica papal. “Empieza el artículo haciendo referencia a que las relaciones entre la Ciencia y la Iglesia Católica han sido más bien ambivalentes. En este sentido hace hincapié en cómo el Vaticano tardó 359 años en admitir que la Tierra se mueve alrededor del Sol, y ha tardado muchos más, desde 1633 hasta 1992, para que Galileo Galilei fuera “rehabilitado” por el Papa Juan Pablo II. Sigue comentando Nature que es gratificante comprobar cómo las estructuras católicas oficiales han evolucionado con respecto a estos temas, haciendo especial referencia a la encíclica Laudato si’ sobre la necesidad de salvaguardar el medio ambiente, redactada en un tono que muestra el respeto del Papa argentino y sus cardenales por la Ciencia. En este sentido, hace referencia a las declaraciones del cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, que manifiesta que la encíclica papal fue redactada consultando a destacados expertos en los temas del clima. Sigue el artículo comentando lo afirmado por el Papa Francisco, en el sentido de que si no se lucha contra el cambio climático, se podría llegar a graves alteraciones de los ecosistemas, con importantes repercusiones negativas sobre la sociedad humana. Su carta, dirigida a los más de 1.000 millones de católicos que hay en el mundo, hace hincapié repetidamente en el imperativo moral de que hay que actuar en contra del calentamiento global, las alteraciones de la naturaleza por la actividad humana y la sobreexplotación de los recursos naturales. A juicio de Nature, cuando las negociaciones internacionales sobre el cambio climático entran en su fase decisiva, el Vaticano ha escogido el momento ideal para exponer sus ideas, y, a su juicio, en la línea correcta. También resalta que científicos y líderes políticos, que trabajan favoreciendo acciones para tratar de evitar las alteraciones climáticas, han expresado su gratitud y admiración por la postura tan valiente del papa Francisco. Igualmente se destaca que, además de las acciones técnicas promovidas por significadas personas, como
puede ser el presidente Barack Obama, es muy importante la propuesta del papa Francisco recomendando la utilización de energías renovables, fundando esta recomendación en razones morales que pueden ser seguidas por millones de personas. Asimismo Nature se muestra acorde con la opinión del Papa, cuando critica los excesos del capitalismo y consumismo, a los que atribuye un papel fundamental en la crisis ecológica mundial. Adicionalmente a ello, y de forma inteligente, el papa Francisco hace referencia al cambio global con esperanza, promoviendo la búsqueda de soluciones positivas en lugar de promover negros augurios desde el pesimismo, preguntándose ¿debería la humanidad tomar soluciones que arriesguen el cambio climático y la conservación de la biosfera, cuando existen alternativas viables?”
Nueva fundación pontificia Scholas Occurrentes, red mundial de escuelas
Scholas Occurrentes, la red mundial de escuelas dedicada a promover la cultura del encuentro y desarrollar programas de promoción social en zonas desfavorecidas del mundo, se convirtió en fundación pontificia, por decisión del Papa Francisco. Desde ahora, la entidad sin fines de lucro recibirá el apoyo de la Santa Sede. A través de un quirógrafo, el Santo Padre reconoce a Scholas Occurrentes como una “fundación pía autónoma” de derecho pontificio, erigida como persona jurídica privada, dentro del ordenamiento canónico. Esta decisión está fundamentada en la “coherencia de sus fines educativos y de promoción humana, congruentes con la misión de la Iglesia” y la probada vida ejemplar de los fundadores. Scholas Occurrentes tuvo sus raíces en los programas Escuela de Vecinos y Escuelas Hermanas, desarrollados en Buenos Aires por iniciativa del entonces cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de la ciudad. Actualmente, está
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estructurada como una red con personalidad jurídica de derecho civil constituida en España. Su presidente es el profesor José María del Corral y tiene presencia en 70 países de los cinco continentes. En el decreto papal con el que decidió el cambio de status, el Pontífice destaca que Scholas “después de haberse extendido a más de 70 países, en los cinco continentes, hoy sigue expandiendo su benéfica acción”. Y añade que “después de un largo y loable camino, con una probada fidelidad a sus fines de fomentar y mejorar la promoción y el incremento de la educación integral de la persona, Scholas Occurrentes ha alcanzado sus
objetivos, a través de la integración de sus comunidades educativas, ofreciendo una especial atención a aquellas de menores recursos, para que dispongan de lo necesario y desarrollen su proyecto vital, de acuerdo con su cultura, sus convicciones y con los valores universales trascendentales”. Del mismo modo, reconoce el Papa que “en razón de su obrar, acompañado y monitoreado por referentes eclesiales competentes, Scholas Occurrentes amerita el aliento y el apoyo de la Santa Sede”. De este modo, explica su decisión de reconocerla como “fundación pía autónoma” de derecho pontificio, erigida como persona jurídica privada, dentro del ordenamiento canónico.
Yemen Incendian la última iglesia católica en el sur del país
Un grupo de asaltantes enmascarados incendió en septiembre pasado la iglesia de San José en Adén, posiblemente el último templo que atendía a los fieles católicos en Yemen. La iglesia, también conocida como de la Sagrada Familia, había sido vandalizada en la víspera, cuando le fue arrancada la cruz que la coronaba. A pesar de que nadie se ha responsabilizado del ataque, las sospechas recaen sobre Al Qaeda, según fuentes de la seguridad yemení. Ese grupo terrorista ha aprovechado la intervención militar saudí para extender su presencia en el país. Soldados emiratíes de la coalición árabe lograron expulsar de Adén a los rebeldes Houthi el pasado mes de julio con la ayuda de una alianza de la resistencia sudista y grupos islamistas. Desde entonces, se ha acusado a los integrantes de Al Qaeda de varios ataques contra las fuerzas progubernamentales. Analistas advierten del riesgo que supone apoyarse en los yihadistas y los
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habitantes de la ciudad portuaria se quejan de la presencia en sus calles de hombres extranjeros armados. Hasta la retirada del Reino Unido en 1967, Adén contó con 22 templos para atender a sus numerosos residentes británicos. Pero incluso después, varios de ellos siguieron funcionando. Sus feligreses eran trabajadores indios y filipinos, refugiados africanos y una pequeña minoría cristiana local cuya fe arraigó durante la dominación etíope del siglo V. La práctica religiosa distinta del islam ha retrocedido significativamente desde la reunificación del país en 1990. Los cristianos yemeníes, apenas unas pocas familias, se concentraban en esta ciudad del sur. En 2011 aún había en uso tres iglesias católicas y una anglicana en Adén. Además de la mencionada de la Sagrada Familia, en el barrio de Crater, la de la Inmaculada Concepción, en Maalla, y la de san Francisco de Asís y el templo anglicano de Cristo, en Tawahi.
Genocidio en Irak Testimonio de un sobreviviente
El Padre Douglas Bazi visitó Chile, entre el 27 y 31 de octubre, invitado por Ayuda a la Iglesia que Sufre. Sacerdote iraquí, ha sobrevivido a dos ataques, un secuestro y fuertes torturas por parte de un grupo islámico, el año 2006. Hoy continúa viviendo en Irak y, en su parroquia en la ciudad de Erbil, acoge a 110 familias cristianas que huyeron del Estado Islámico. «No quiero que la gente me mire como un héroe porque no lo soy. Yo solo soy un iraquí que ama a su país. Tengo fe como cristiano y mi vida es ser sacerdote y servir a la gente pese a que he vivido situaciones terribles», señala. Cuando en junio del año pasado los yihadistas del Es-
tado Islámico comenzaron a conquistar territorios en Irak, él era párroco de la iglesia de San Elías en Erbil, en la región del Kurdistán iraquí. Un mes después comenzaron a llegar los primeros cristianos refugiados a su ciudad. Huían de la zona conquistada por los yihadistas, quienes dan tres alternativas a los cristianos: convertirse al Islam, pagar un impuesto o morir. Al día de hoy, 125.000 cristianos —de los poco más de 200.000 que viven en Irak— están desplazados dentro de su propio país. Invitado por la Fundación Pontificia, toda vez que puede visita Occidente para dar testimonio del genocidio que está viviendo su pueblo hoy.
Palmira Grupo islámico dinamita el Arco del Triunfo
L os milicianos del autodenominado Estado Islámico (Daesh, por su acrónimo en árabe) dinamitaron el 4 de octubre pasado el Arco del Triunfo de Palmira, principal referencia histórica y cultural de la ciudad, que databa de la época romana. Los miembros de este grupo fundamentalista acabaron con los arcos y solo quedan las columnas debido probablemente a que contenían símbolos e inscripciones, señalaron este lunes desde el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH). El pasado 14 de septiembre, el director general de Antigüedades y Museos de Siria, Maamoun Abdulkarim, declaró en una entrevista que si la comunidad internacional no actúa en Siria, “olvidaremos un día que hubo una ciudad llamada Palmira”. Abdulkarim insistió una y otra vez en que el estado actual de este complejo arqueológico “es totalmente dramático”.
A principios de septiembre, la organización islamista que lidera Abu Bakr al-Baghdadi dinamitó tres emblemáticas torres funerarias de la ciudad del siglo I d.C. Días antes, habían hecho añicos los milenarios templos de Bel y Baal de esa antigua localidad de comerciantes, citada en la Biblia y que se convirtió también en uno de los centros culturales más importantes del mundo antiguo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que la describió como un punto de encuentro de múltiples civilizaciones. El Daesh tomó la ciudad monumental de Palmira a finales del mes de mayo, después de que las tropas gubernamentales se retiraran ante la intensa ofensiva de los yihadistas. Antes del inicio de la contienda, en marzo de 2011, sus ruinas eran una de las principales atracciones turísticas del país y de la región.
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«SI CALLÁRAMOS, LAS PIEDRAS CLAMARÍAN» Entrevista al P. Juan Ochagavía, S.J., en el Xº Aniversario de la Canonización del Padre Alberto Hurtado. El 23 de octubre del 2005, el Papa Benedicto XVI declaró santo al jesuita chileno Alberto Hurtado Cruchaga (1901-1952). En la Vigilia de su Canonización, en Roma, el entonces Presidente de la República, don Ricardo Lagos, se refirió a él como «un nuevo Padre de la Patria». A diez años de este verdadero jubileo, y en medio de los complejos tiempos que se viven en nuestro país, es significativo volver la mirada sobre su figura. Oír al P. Hurtado se vuelve, una vez más, «una obligación de responsable», como dijera la gran Gabriela Mistral. En esta misión nos acompaña el P. Juan Ochagavía, S.J., quien compartiera mucho en su niñez y juventud con el santo chileno —despertando así su vocación sacerdotal— y a quien años más tarde le tocara revisar todos sus escritos para el proceso de Canonización. Padre Juan, usted conoció hondamente a San Alberto Hurtado, en persona y a través de sus escritos. — ¿Cuál sería, a juicio suyo, el punto neurálgico de su pensamiento, espiritualidad y acción? —Yo diría que su pasión por la humanidad. Y esta le viene de la pasión de Dios, a la luz de la contemplación del Reino y la contemplación de Dios en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. A partir de esta contemplación —Hurtado era un gran contemplativo— él se introduce en el misterio de la Trinidad mirando el mundo y la encarnación. Es una pasión muy universal —abierta a todas las razas, lenguas y grupos sociales— que además, es afectiva e intelectual a la vez: de ahí por un lado su deseo, desde muy joven, de irse a misiones; y por otro, su deseo de estar bien informado de todo lo que pasaba en el mundo, no solo en el Hogar de Cristo, con los pobres. —Hace algunos años, usted publicó un importante libro que tituló: “Alberto Hurtado, su personalidad espiritual”, queriendo destacar uno de los rasgos menos conocidos del fundador del Hogar de Cristo. ¿En qué consistía esta «personalidad espiritual»? —Esta fue desarrollándose, no fue siempre igual... Lo fundamental, y que marcó su persona, fue haber sido conducido por el Espíritu (algo muy típico de San Ignacio) y, por parte de él, haber puesto toda su confianza en Dios como él mismo lo recuerda en una de sus meditaciones personales quizás más autobiográficas: «Soy con frecuencia como una roca golpeada por todos lados por las olas que suben. No queda más escapada que por arriba. Durante una hora, durante un día, dejo que las olas azoten la roca; no miro el horizonte, sólo miro hacia arriba, hacia Dios. ¡Oh bendita vida activa, toda consagrada a mi Dios, toda entregada a los hombres, y cuyo exceso
1 S. Fernández (ed.), La búsqueda de Dios. Conferencias, artículos y discursos pastorales del Padre Alberto Hurtado, S.J. (Santiago, 2005). 2 Ibídem. 3 P. Miranda, Moral Social. Obra póstuma del Padre Alberto Hurtado, S.J. (Santiago 2004).
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mismo me conduce para encontrarme a dirigirme hacia Dios! Él es la sola salida posible en mis preocupaciones, mi único refugio»1. —Padre, Ud. más de alguna vez ha destacado al Padre Hurtado como un «santo estudioso». ¿Por qué? —Porque él es conocido esencialmente por su vocación social; sin embargo, es un santo muy académico, que puso su estudio en favor de la solución de los problemas sociales de toda índole. Desde muy joven se caracterizó por su amor al estudio, su amor «a la obra bien hecha», como él mismo decía. Era muy riguroso en el trabajo y todo esto lo inculcaba a los jóvenes, era un modelo en esto. A ellos los invitaba una y otra vez a ser «inconformistas ante el mal» y los exhortaba a “conocer la realidad chilena y tener una preocupación especial por estudiar su carrera en función de los problemas sociales propios de su ambiente profesional”2. Recientemente, además, se ha sabido que el último tiempo de su vida —estando ya enfermo— lo dedicó casi totalmente a la redacción de un último libro sobre temas sociales, que llamó «Moral Social» (libro póstumo)3. Esto habla de un santo que estudió muy bien los temas sociales en los que se implicó, tanto en los Patronatos, en la Acción Católica, en la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH) y en el mismo Hogar de Cristo. —¿Cómo se desarrolla entonces su vocación social? —Es una vocación que nace desde temprana edad, en el colegio, que luego desarrolla con mayor profundidad en la Universidad, poniendo sus estudios en favor de atenuar la miseria de la época. Recordemos que sus dos trabajos de tesis en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica versaron sobre temas sociales: «La reglamentación del trabajo de los niños» (1921) y «El trabajo a domicilio» (1923). Él buscaba crear un «nuevo orden social» y específicamente en la línea de la encíclica Rerum novarum, de León XIII, a los trabajadores. Este era el ámbito en el cual Hurtado anhelaba desarrollar su vocación social: con los trabajadores, algo que sin embargo pudo hacer tardíamente con la ASICH. Su «vocación al indigente», el Hogar de Cristo, vino más bien por las necesidades imperiosas que se vivían en aquella época, debido a las migraciones del norte del país a Santiago. Sin embargo su vocación social, desde muy joven, se desarrolla en el ámbito de los trabajadores —organizados y no organizados— en luchar por la justicia social, por sus derechos... —Padre Juan, en este X Aniversario de la Canonización del Padre Alberto Hurtado, ¿qué le diría al pueblo latinoamericano que tanto admira su figura? —Este nuevo Aniversario nos vuelve a recordar la figura de uno de los Padres de la Patria más queridos por los chilenos. Es muy necesario conocerlo «más allá» de sus obras; de ahí la importancia de leerlo una y otra vez, y no cansarnos de hablar de él. En este sentido, las palabras pronunciadas por monseñor Manuel Larraín, el día de su funeral, el 20 de agosto de 1952, son elocuentes: «Si calláramos, lapides clamabunt, las piedras clamarían. Si silenciáramos su lección, desconoceríamos el tiempo de una gran visita de Dios a nuestra patria». MARIANA CLAVERO
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MISERICORDIAE VULTUS
AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA 8.XII.15 – 20.XI.16 Misericordiae vultus es la bula con la que el Papa Francisco convocó el Jubileo de la Misericordia el día 11 de abril de 2015, víspera de Fiesta de la Divina Misericordia. Fue leída en la plaza de San Pedro, ante la Puerta Santa, por el protonotario apostólico Leonardo Sapienza en presencia del Papa y muchos cardenales y obispos, para extenderla a toda la Iglesia. La bula consta de 25 párrafos, estableciendo en los primeros las explicaciones teológicas y espirituales de la misericordia y destacando el «misterio de la misericordia». Proclama el 8 de diciembre de 2015, que marca el 50° aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, para la apertura del Año Santo. Según señaló el Papa Francisco, «la Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento». Destacamos los puntos 4 y 5 de esta bula: 4. He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo período de su historia. Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe. La Iglesia sentía la responsabilidad de ser en el mundo signo vivo del amor del Padre. Vuelven a la mente las palabras cargadas de significado que san Juan XXIII pronunció en la apertura del Concilio para indicar el camino a seguir: «En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad … La Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad católica, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella». En el mismo horizonte se colocaba también el beato Pablo VI, quien, en la Conclusión del Concilio, se expresaba de esta manera: «Queremos más bien notar cómo la religión de nuestro Concilio ha sido principalmente la caridad… La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio … Una corriente de afecto y admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno. Ha reprobado los errores, sí, porque lo exige, no menos la caridad que la verdad, pero, para las personas, sólo invitación, respeto y amor. El Concilio ha enviado al mundo contemporáneo en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores; en vez de funestos presagios, mensajes de esperanza: sus valores no sólo han sido respetados sino honrados, sostenidos sus incesantes esfuerzos, sus aspiraciones, purificadas y bendecidas … Otra cosa debemos destacar aún: toda esta riqueza doctrinal se vuelca en una única dirección: servir al hombre. Al hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus necesidades».
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Con estos sentimientos de agradecimiento por cuanto la Iglesia ha recibido y de responsabilidad por la tarea que nos espera, atravesaremos la Puerta Santa, en la plena confianza de sabernos acompañados por la fuerza del Señor Resucitado que continua sosteniendo nuestra peregrinación. El Espíritu Santo que conduce los pasos de los creyentes para que cooperen en la obra de salvación realizada por Cristo, sea guía y apoyo del Pueblo de Dios para ayudarlo a contemplar el rostro de la misericordia. 5. El Año jubilar se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. En ese día, cerrando la Puerta Santa, tendremos ante todo sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia. Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que derrame su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro. ¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros.
ALGUNAS DISPENSAS ESPECIALES CONCEDIDAS POR EL PAPA FRANCISCO
En vista del inicio del Jubileo, abierto el 8 de diciembre de 2015, el Papa Francisco envió una carta al arzobispo Rino Fisichella, coordinador de los eventos del Jubileo. En esta reitera la finalidad del Año Santo, pero al mismo tiempo, con algunas dispensas, busca mostrar que la misericordia de Dios se extiende a casos particulares, haciendo más cercano el perdón divino. Así, los presos podrán obtener la indulgencia jubilar bastándoles “cruzar la puerta de su celda” y a todos los sacerdotes les es concedida la facultad, durante el Jubileo, de absolver a las mujeres y a cuantos hayan concurrido a efectuar un aborto. Por fin, en el mismo período, los que se confiesen con sacerdotes de la Fraternidad San Pío X reciben lícitamente y válidamente la absolución.
Ver en www.humanitas.cl textos y notas sobre el Año de la Misericordia.
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CENTENARIO DE MONSEÑOR BERNARDINO PIÑERA CARVALLO
UN REGALO PARA CHILE El más grande don que puede atesorar un pueblo son sus hombres. Aun cuando en los años recientes se haya impuesto mundialmente el empobrecedor hábito de referirse primordialmente a estadísticas y cifras, no hay nación en la tierra que, en horas cruciales, cuando la historia se le ha hecho exigente o cuando fue apremiada por el temor a perder la unidad de destino que constituye a la Patria, no mirase, para tomar aliento y decisiones sabias, a sus grandes hombres, los del pasado, pero mayormente aun los del presente, si la vida todavía se los regala. Los cien años de vida alcanzados el 22 de septiembre último por monseñor Bernardino Piñera Carvallo son sin duda un inmenso regalo de Dios para él mismo, pero a vista de lo antes señalado, son un don singular para la Patria. La aproximación paulatina a este hermoso centenario ha sido ocasión para que se escriba recordando episodios importantes de su vida y, asimismo, aprovechando la gran lucidez y robustez de espíritu que acompaña su ancianidad, para inquirir sus juicios, opiniones y recuerdos a través de valiosas entrevistas, circunstancias en las que se expresa —como en los homenajes que se le han rendido— con rara elocuencia. Comprobamos en él, una vez más, cómo la fragua de un gran espíritu tiene casi siempre su raíz en la familia. La que formaron sus padres tuvo un valor excepcional. Como excepcional fue también la educación que desde muy joven recibió en sus años de liceo, en el París de la entreguerra. Seguiría a ello la carrera de médico, como luego el seminario y el sacerdocio. El camino que la Providencia preparó para Don Bernardino a través de este llamado, lo puso aquí, desde sus primeros pasos, en la cercanía de dos grandes chilenos, que tendrían significativa influencia en el desarrollo de su vocación de servicio a la Iglesia y al país, Don Manuel Larraín y San Alberto Hurtado. Como joven obispo participó en las cruciales deliberaciones del Concilio Vaticano II, cuya línea pastoral, decisivamente relevante para nuestro siglo, comprendió con lucidez en el designio primigenio de Juan XXIII y Pablo VI, al margen de controversias que tanto agitaron el período posconciliar. Fue esta la línea en que guió su gobierno pastoral en Temuco y en la arquidiócesis de La Serena, donde le correspondió recibir a San Juan Pablo II, en intensa plegaria mariana, acompañada por el pueblo minero del norte. Más allá de las circunstancias que nos imponen hoy algunas limitaciones físicas, en estos recién pasados años recuerdo pocos encuentros personales en los que la riqueza de la amistad estuviese tan presente como en aquellos, familiares y personales, que he tenido con Don Bernardino Piñera. Debo confesarlo
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también, que desde mucho tiempo ellos han sido asimismo de un inmenso valor para el desempeño de mis funciones en el ámbito de la dirección de Humanitas y de otras. Esta experiencia personal que tengo el privilegio de compartir con varios chilenos, que igualmente sienten de Don Bernardino y del contacto personal con él, vive en el trasfondo del recuerdo de sus intervenciones públicas. Aunque legítimamente alguna vez pudiera uno haber disentido de alguna de ellas, estas siempre trajeron consigo el inestimable y edificante valor de ser templadas por la virtud, ajenas a la pasión, y de buscar, en el modelo del Buen Pastor, la prudencia y la sabiduría. De todas aquellas intervenciones, personalmente a mí me sigue siempre en el recuerdo ese momento en que todo Chile suspendió su respiración, cuando en la cumbre del cerro San Cristóbal, al anochecer del día 6 de abril de 1987, monseñor Bernardino Piñera, como presidente de la Conferencia Episcopal, recibió a Juan Pablo II, y con una voz fuerte, de la que todos nos sentimos parte, dijo, irrumpiendo en ese sagrado silencio: «Santo Padre, Chile entero lo está mirando y se prepara para escucharlo. ¡Lo hemos esperado con tantas ansias! ¡Hemos puesto tantas esperanzas en su visita!» Y luego, dando término así a su oficial saludo: «Hemos querido, Santo Padre, que su primer encuentro con el pueblo chileno fuera a los pies de una imagen de la Virgen que nos es muy querida. Porque amamos a Cristo, amamos a María que es la Madre de Cristo y amamos a Pedro que es el amigo de Cristo, y hemos querido unir en esta noche a María y a Pedro para que nos hable de Cristo, para que nos lleve a Cristo». A través de esas últimas palabras, que constituyen todo un programa, en el que es muy claro identificarlo a él, quisiéramos decir a Don Bernardino Piñera cuánto nos ha servido en este sentido y cuánto, por lo tanto, agradecemos su compañía como miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Humanitas en estos veinte años de publicaciones que ahora se cumplen. Y expresarle asimismo nuestra inmensa admiración por tantos dones que ha puesto desinteresadamente y con ejemplar fidelidad al servicio de la Iglesia y de la Patria. JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE
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en el á mbito de
HUM A NITAS
Seminario Internacional Beato John Henry Newman vuelve al panorama actual
SEMINARIO INTERNACIONAL
Al conmemorarse cinco años de la bea-
cación; Luis Riveros, ex rector de la Unitificación de John Henry Newman por el versidad de Chile; e Ignacio Sánchez, Papa Benedicto XVI, revista Humanitas rector de la Pontificia Universidad organizó el Seminario Internacional Católica de Chile. El segundo panel Newman interpela a la Universidad Conestuvo encabezado por monseñor NEWMAN INTERPELA A LA temporánea, que tuvo lugar el lunes 3 Fernando María Cavaller, presidente UNIVERSIDAD CONTEMPORÁNEA de agosto en Casa Central UC y al que de la Asociación argentina de Amigos acudieron más de 200 personas. de Newman, y los académicos Pbro. El acto buscó crear un clima en el Miguel Luis González y Rodrigo FigueXX que reflexionar sobre la naturaleza de roa. El seminario estuvo acompañado la universidad y la educación universien todo momento por un ejemplar de taria, de la mano de John Henry Newman, uno de los la primera edición (1846) del libro Apologia pro Vita Sua, más destacados pensadores que han escrito sobre el con el autógrafo del beato inglés. tema de la universidad y cuyas enseñanzas continúan Estos paneles fueron moderados por Jaime Antúnez, arrojando luz sobre el panorama intelectual del mundo director de Humanitas —quien introdujo el acto— y por la globalizado. profesora Paula Jullian de la Facultad de Letras de la UC. El seminario se abrió con la conferencia “La proSe repartió a todos los asistentes una edición vocativa visión de John Henry Newman”, que dictó el abreviada de “La idea de una Universidad”, de John profesor alemán Reinhard Hütter, de la Duke Divinity Henry Newman, con comentarios de varios profesores School, y que fue posteriormente comentada por los de la Universidad Católica, preparado también por la académicos José Joaquín Brunner, ex ministro de Edu- profesora Paula Jullian. “Afirmo entonces que una Universidad, considerada en su idea desnuda, […], posee este objetivo y esta misión: no persigue en sí mismos la mejora moral ni la producción de bienes útiles, ni trata de
ejercitar la mente en las actividades de la vida o en el deber, sino que su
misión es la cultura intelectual, y aquí puede dejar ya a sus estudiosos,
porque ha realizado su obra, si realmente ha logrado inculcar esa cultura. La universidad educa el intelecto para que razone bien en todos los temas, para que tienda hacia la verdad, y la asimile”.
John Henry Newman, Idea de la Universidad, Discurso VI
AÑOS
LUNES 3 DE AGOSTO, A LAS 17:00 HRS SALÓN DE HONOR DE LA CASA CENTRAL PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE ALAMEDA 340
INFORMACIONES E INSCRIPCIONES
Revista Humanitas / Centro de Extensión, Pontificia Universidad Católica / Alameda 390 Teléfono: 22354 6519 / www.humanitas.cl / humanitas@uc.cl
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Sirviendo al encuentro de la Fe y la Cultura
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Coloquio Encíclica Laudato si´ del Papa Francisco COLOQUIO
A tres meses de la firma de la nueva
del Papa Francisco como de la primera encíclica del Papa Francisco, el rector autoridad que había unido dos situaciode la Pontificia Universidad Católica nes de crisis que en principio parecían Encíclica LAUDATO SI’ de Chile, Ignacio Sánchez, y el director inseparables: la crisis antropológica y del Papa Francisco de revista Humanitas, Jaime Antúnez, la crisis de la naturaleza. Comparó la convocaron a un coloquio en el que se importancia de esta encíclica con la que invitó a dialogar y reflexionar en torno tuvo en su tiempo la Rerum novarum a la encíclica Laudato si´. El acto tuvo de León XIII. lugar el lunes 31 de agosto en el Aula Continuó el acto con la exposición XX Magna de la Casa Central de la UC y del rector de la Universidad Católica, contó con la exposición del invitado Ignacio Sánchez, quien puso en relaespecial, Ricardo Lagos Escobar, ex Presidente de la ción los temas más importantes de la encíclica del Papa República y Miembro de la Comisión Mundial sobre Francisco con la labor de los académicos y la Universidad. la Economía y el Cambio Climático. Finalmente, Eduardo Valenzuela, decano de la Facultad En su introducción al acto, Jaime Antúnez, director de Ciencias Sociales, relacionó, siguiendo el guion de la de revista Humanitas, situó el contexto de este, refiriénencíclica, el llamado del Papa a cuidar la “casa común”, dose al rol de la Universidad y a la elección del invitado con las espiritualidades nacidas en el seno de la Iglesia, especial. Seguidamente, dio comienzo la conferencia de especialmente la benedictina y la franciscana. Ricardo Lagos. El ex Presidente analizó con detalle los Concluyó el coloquio con un intercambio de pregundistintos capítulos de la nueva encíclica, respaldado en tas entre el público y Ricardo Lagos, diálogo moderado su experiencia internacional en el tema. Lagos habló por el director de Humanitas. INFORMACIONES E INSCRIPCIONES
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Invitado especial:
Ricardo Lagos Escobar
Comentarán: Ignacio Sánchez Díaz, Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile Eduardo Valenzuela Carvallo, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales
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LUNES 31 DE AGOSTO, A LAS 12 HRS. AULA MAGNA MANUEL JOSÉ IRARRÁZAVAL, CASA CENTRAL, UNIVERSIDAD CATÓLICA (ALAMEDA 340)
Imagen: Duomo de Monreale. Historia de la Creación, mosaico, s. XII.
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en el á mbito de
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Presentación libro: El Ágape, el Discernimiento y la Audacia, en el pensar y actuar de Raúl Silva Henríquez
La Fundación Cardenal Raúl Silva Henríquez realizó un acto conmemorativo de un nuevo aniversario de la pascua del cardenal Raúl Silva Henríquez, con la presentación del libro El Ágape, el Discernimiento y la Audacia, en el pensar y actuar de Raúl Silva Henríquez, editado por la misma Fundación. En la oportunidad el libro fue presentado y comentado por la profesora Sol Serrano, historiadora y vicerrectora de Investigación de la Universidad Católica, y por el Prof. Jaime Antúnez, director de revista Humanitas. Con un sentido del pensamiento histórico y filosófico ambos comentaristas ampliaron aún más lo que los autores del libro se propusieron analizar al
abordar la vida de Raúl Silva Henríquez desde el Ágape, el Discernimiento y la Audacia. El libro es una coedición de la cátedra Silva Henríquez de la Dirección de Formación Identitaria de la UCSH y la FCRSH y viene a ser el resultado de años de reflexiones, foros, seminarios y publicaciones para mantener viva la memoria del cardenal Raúl Silva Henríquez. “Sin duda, todos podemos pensar en esta mañana que el cardenal Raúl fue un fiel discípulo de Jesucristo que supo “primorear” su evangelio en nuestra patria, en un legado del que la Fundación Cardenal Raúl Silva Henríquez quiere hacerse responsable y que nos motivó a apoyar esta iniciativa que estamos culminando en este día y que desea proyectar la figura y el mensaje de este recordado pastor, patrimonio de la Iglesia que debemos cautelar, compartir con la sociedad chilena, que es un tesoro para la generación actual y las futuras”, señaló Mons. Manuel Camilo Vial, presidente de la Fundación al cierre de acto.
XIII Conferencias Marianas «MISERICORDIA QUIERO...» (Oseas 6:6) “La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer. La experiencia del profeta Oseas viene en nuestra ayuda para mostrarnos la superación de la justicia en dirección hacia la misericordia” (21) Misericordiae Vultus
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“La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer. La experiencia del profeta Oseas viene en nuestra ayuda para mostrarnos la superación de la justicia en dirección hacia la misericordia” (21) Misericordiae Vultus Bula de Convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. 11.IV.15
1. El Evangelio de la misericordia Lunes 2 noviembre, 19 hr. 2. La misericordia y el
Corazón de Cristo
Lunes 9 noviembre, 19 hr. 3. La Iglesia y el anuncio de la misericordia Lunes 16 noviembre, 19 hr. 4. La misericordia y el dolor en
el hombre contemporáneo Lunes 23 noviembre, 19 hr.
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“MISERICORDIA QUIERO...”
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vista al Jubileo Extraordinario de la Misericordia iniciado con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre y que concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Cristo Rey del Universo, revista Humanitas, presentó el curso «Misericordia quiero...», impartido por
R E V ISTA
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C O N F E R E N C I A S Cr isti a na s
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EXPOSITOR
Antonio Amado, profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista HUMANITAS. Lugar: Colegio Francisco de Asís. Cerro Catedral Norte 12.150, Las Condes. Precio general: $28.000 (incluye suscripción anual a revista HUMANITAS) Precio estudiantes: $ 18.000 INFORMACIONES E INSCRIPCIONES
Revista Humanitas, Centro de Extensión, Pontificia Universidad Católica. Alameda 390, tercer piso. Teléfono: 2686 6519
humanitas@uc.cl
Antonio Amado, profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes y miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista Humanitas. Las cuatro sesiones del curso fueron: “El Evangelio de la misericordia”; “La misericordia y el Corazón de Cristo”; “La Iglesia y el anuncio de la misericordia”; La misericordia y el dolor en el hombre contemporáneo”.
Publicación de Pastoral UC El Magisterio de la vida
L a Pontificia Universidad Católica y la Conferencia Episcopal de Chile presentan “El Magisterio de la vida”. Siguiendo la línea de documentos papales, que desde 2013 viene publicando Ediciones UC en conjunto con la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana, “El Magisterio de la vida” es una compilación que reúne las encíclicas Humanae vitae y Evangelium vitae, e incluye además una breve presentación del rector de la UC, doctor Ignacio Sánchez. La encíclica Humanae vitae, publicada en 1968 por el Papa Pablo VI, aborda situaciones referidas a la transmisión de la vida y el problema de la natalidad. En el escrito, el Papa explica elocuentemente que el acto conyugal no puede separarse de dos principios intrínsecos, como lo son la unión de la pareja y la procreación. Según el texto, toda interrupción directa del proceso reproductivo ya iniciado va en contra de la moral cristiana. Sin embargo, Pablo VI hace una diferencia entre aquellas vías lícitas para la regulación de los nacimientos y aquellas que resultan ilícitas. Entre estas últimas, nombra al aborto directamente querido y la esterilización directa, perpetua o temporal. Aquellas lícitas, en cambio, se relacionan con los períodos infecundos. Por su parte, Evangelium vitae, escrita por san Juan Pablo II hace veinte años, versa sobre una defensa de la vida humana en todos sus aspectos, confirmando el valor intrínseco e inviolable de esta. Guiado por el relato bíblico de Caín y Abel, el Papa explica que la vida humana es sagrada y que nadie puede arrogarse el derecho a cometer delitos contra esta. La encíclica aborda también las causas que llevan al aborto, explicando que muchas veces este se justifica como un malentendido altruismo. También desarrolla ideas en torno a otras amenazas a la vida, como la pena de muerte, la experimentación con embriones humanos,
la eutanasia y el suicidio, explicando que todas atentan contra la verdadera libertad del hombre. Lejos de una visión pesimista y abrumadora, ambos pontífices entregan miradas esperanzadoras frente a los temas que abordan, pues estas encíclicas se abren a la vida y ahondan en la verdadera realización humana. Por lo mismo es que no están dirigidas exclusivamente a los creyentes, sino “a toda conciencia humana que aspira a la verdad y está atenta y preocupada por la suerte de la humanidad” (EV n. 101).
Inauguración Biblioteca Joseph Ratzinger/Benedicto XVI Dedicada a la vida y al pensamiento del Papa emérito
En el Camposanto Teutónico, a pocos pasos de la Basílica de San Pedro, se inaugurará una importante Biblioteca que comprenderá el pensamiento y estudios de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, bien como obras y como escritos suyos. Esta biblioteca está preparada para recibir investigadores y estudiosos que quieran acudir a revisar los documentos ahí custodiados. La llamada Biblioteca romana Joseph Ratzinger/ Benedicto XVI fue inaugurada el 18 de noviembre por el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, quien pronunció una conferencia titulada “De la Biblia a la Biblioteca: Benedicto XVI y la Cultura de la Palabra”. En la dirección www.goerres-gesellschaftrom.de/bibliothek/benedikt-bibliothek se encuentra toda la información sobre la Biblioteca y los próximos eventos. El proyecto ha tenido su primer impulso con mil títulos provenientes de la Fundación Joseph Ratzinger/ Benedikt XVI y de la Librería Editrice Vaticana.
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San Sergio de Rádonezh Monje, fundador, patrón de Rusia, propagador del culto a la Santísima Trinidad
Fue canonizado por el Papa Nicolás V en 1449, quien al proclamar sus virtudes se hizo eco de la veneración que ya recibía y continúa dispensándole Rusia, su país originario y del que es su patrón. Nació en Rostov al inicio del siglo XIV en año impreciso; el arco fijado por diversas fuentes que incluyen fechas distintas se halla entre 1312 y 1322. Fue bautizado con el nombre de Bartolomé. Consciente de su dificultad para el aprendizaje oraba a Dios para que abriese su mente. En medio de un hecho prodigioso que le aconteció, a través de un monje recibió la gracia solicitada. Su temprana vocación a la vida monástica no obtuvo la aprobación de sus padres, que se mantuvieron firmes en su disconformidad hasta poco antes de morir, cuando él había entrado en la veintena. Entonces, junto a Esteban, su hermano mayor que compartía el mismo ideal, dejó la casa paterna y herencia en manos del benjamín y se dispuso a cumplir su sueño. Ambos eligieron como morada un lugar recóndito del bosque cercano al río Conchúry. Allí pusieron el signo monástico erigiendo una Iglesia y una humilde celda que dedicaron a la Santísima Trinidad; fue bendecida por el sacerdote Feognósto. Esteban partió a Moscú para hacerse cargo de otro monasterio, y Sergio prosiguió empapándose de la soledad monástica, entregado a una intensa oración y ayuno siguiendo la estela de los antiguos monjes del yermo. Habiendo tomado el hábito que le entregó Mitrofan, abad de un monasterio, se esforzaba por seguir los pasos de los grandes eremitas del desierto, como san Antonio o san Juan Clímaco, entre otros. La gracia de Dios y el ejemplo de lucha contra toda clase de tentaciones que le dieron los venerables cenobitas le ayudaron a superar
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las suyas; afrontó múltiples dificultades y sorteó también muchos peligros. Los animales salvajes —hacia los que tuvo un don especial— le respetaban. Los frutos de su penitencia y humildad se manifestaron de un modo inesperado para él. Aunque detestaba la notoriedad y quería mantener a resguardo su austera vida, no pudo evitar que muchos llegasen hasta allí queriendo emularle y seguir a Cristo bajo su amparo. Y es que la Providencia esparcía las semillas del amor que había germinado en su corazón con el brillo inmarcesible de la humildad y el desasimiento de todo lo que impide correr en pos de la unión con la Santísima Trinidad. Rechazó la misión de abad hasta que en 1354 una voz interior le persuadió de que debía acoger sin reservas la voluntad de Dios. Instado por Él, dio respuesta a las peticiones de sus seguidores, convirtiéndose en fundador y abad del monasterio de la Santísima Trinidad. Predicaba con su virtuosa vida, además de hacerlo con su palabra, movido por gran celo apostólico y caridad. Oraba con tanta fe que siempre llovían del cielo las bendiciones paliando las necesidades de la austera comunidad. Hasta él llegaban personas confundidas que esperaban ver en él signos externos de opulencia. Y se encontraban con un hombre santo, humildemente cubierto por un más que remendado sayal, desempeñando modestas tareas. Al recibirles y hablarles se obraban milagros que suscitaban un inmediato arrepentimiento y la conversión de sus corazones. En el entorno del convento fueron floreciendo nuevos moradores, y los monjes comenzaron a recibir limosnas y a extender su labor acogiendo a enfermos y peregrinos. Sergio tuvo que afrontar momentos internos de gran dificultad. No le agradaba el gobierno que había acogido por obediencia, hasta que la sublevación de algunos discípulos le instó a dejarlos, y se estableció nuevamente en el bosque, en soledad, a la vera del río Kirzhach. Allí vivió pocos años porque el metropolitano Alexis de Moscú, que le tenía en alta estima y le encomendó misiones diplomáticas para reconciliar a algunos príncipes, le rogó que volviera al convento. Cuando Alexis, deseoso de que el santo fundador le sucediese, quiso condecorarle con la cruz de oro, símbolo de tan alta misión, Sergio la rechazó, diciendo: «Desde la infancia no usé oro, a la vejez con más razón quiero mantenerme en la humildad». Su convento de la Santísima Trinidad fue bendecido por el patriarca Filofey, quien aprobó también sus reglas. Antes de morir rogó a sus hermanos que las cumplieran escrupulosamente. Fue el insigne propagador del culto
a la Santísima Trinidad. El conocido icono del monje Andrej Roublev sobre este misterio —que pintó bajo el patriarcado de Nikon, sucesor de Sergio—, es heredero de sus enseñanzas. Este gran patrón de Rusia murió en Moscú el 25 de septiembre de 1392. La Lavra de San Sergio de Rádonezh, a una hora de Moscú, ha sido ininterrumpidamente uno de los centros mayores de peregrinación en Rusia. Durante la era soviética le fue cambiado el nombre por el de Zagorski, recuperando el propio a partir de los sucesos de 1991 que acabaron con la URSS.
Edición 2015 Estadísticas de la Iglesia en el mundo
órdenes religiosas. El número total de sacerdotes aumentó en 1.035 para llegar a 415.348, con descensos en Europa y Oceanía (levemente) y crecimiento en África, América y Asia. Los diáconos permanentes aumentaron en 1.091, con un mayor aumento en América y Europa. Las religiosas registraron un decrecimiento global de 8.954 personas con aumentos registrados en África y Asia. A nivel global, aumentaron los misioneros laicos en un número de 5.191 y un total de 367.679, mientras que se redujo el número de catequistas en 13.075 (nuevamente con aumentos en África y Asia) a un total de 3.157.568 en el mundo. El número de seminaristas se redujo en 1.800 candidatos (la única excepción fue África, que registró aumento) y el total global de seminaristas es de 118.251. El libro de estadísticas también incluye el servicio de las instituciones educativas católicas que sirven a 6.963.669 niños en jardines infantiles, 32.254.204 alumnos de escuela primaria, 19.407.417 estudiantes de secundaria, 2.309.797 en preparatorias y 2.727.940 estudiantes universitarios. La Iglesia cuenta con 5.034 hospitales, 16.627 dispensarios, 611 leproserías, 15.518 hogares para ancianos y personas con discapacidad crónica, 9.770 orfanatos, 14.391 centros de consejería para matrimonios, 3.896 centros de rehabilitación y 38.256 instituciones de servicio de otros tipos.
La más reciente edición del Libro de Estadísticas de la Iglesia fue lanzada con motivo del Domingo Mundial de las Misiones, celebrado el pasado 18 de octubre. El texto, que reúne las cifras registradas por la Iglesia para diciembre 31 de 2013, destaca un crecimiento total de más de 25 millones de católicos en el mundo con respecto a las cifras del año anterior. El informe estima en 1.253.926.000 el número total de creyentes. El porcentaje de católicos habría aumentado en un año un 0,09%, quedando para la fecha límite del estudio en un porcentaje total de 17,68% de los habitantes del mundo. Para atenderlos, se crearon ocho nuevas circunscripciones eclesiásticas, llegándose a un total de 2.989. Las estaciones de misión con un sacerdote permanente llegaron a 1.871, mientras que aquellas que no pueden contar con un presbítero residente llegaron a 133.869, con un aumento de 3.074 en el año estudiado. Se calcula que por cada sacerdote en el mundo hay 13.752 creyentes, un número que aumentó en 180 para diciembre de 2013. Con cuarenta nuevos obispos nombrados en 2013, el total de prelados es hoy de 5.173. De ellos, 3.945 son obispos diocesanos, mientras que 1.228 pertenecen a
Benedicto XVI al Schülerkreis La verdad y el amor de Dios purifican al hombre
El Papa emérito Benedicto XVI presidió una Eucaristía en el Camposanto Teutónico del Vaticano para los miembros del Schülerkreis, el grupo conformado por exalumnos de doctorado y posdoctorado en Teología del entonces profesor Joseph Ratzinger cuando fue nombrado Arzobispo de Múnich y Freising, Alemania. Los encuentros con el Schülerkreis forman parte de las
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excepcionales actividades públicas del Papa emérito y se llevan a cabo desde 1978, continuando durante los años de su Pontificado. En su predicación, Benedicto XVI abordó el tema de la purificación del hombre, haciendo hincapié en la necesidad de una purificación interior más allá del necesario cuidado exterior. «Podemos decir que hay que responder con la limpieza exterior a las muchas enfermedades y a las epidemias que nos amenazan», relató Benedicto XVI. Sin embargo advirtió que hay que prestar atención a la «epidemia del corazón», que conduce a la corrupción, el egoísmo y la suciedad. «En otro pasaje del Evangelio el Señor dice a los suyos: ‘Vosotros sois puros, gracias a las palabras que he anunciado’», recordó el Papa emérito. «Con la verdad, el amor y la amabilidad que vienen de Dios, el hombre se vuelve puro y verdad, amor y amabilidad se encuentran en la Palabra de Dios, que nos libera de la desmemoria en un mundo que no piensa más en Dios». Este encuentro con la Palabra de Dios es un encuentro con Dios mismo, explicó, y los puros de corazón la transmiten a través de su sencillez, su ternura y su sinceridad. «Esperamos que el Señor nos conceda esta ‘limpieza del corazón’ a través de la Verdad que viene de Dios: esta es la fuerza de la purificación», concluyó. El encuentro contó con la presencia del Card. Christoph Schönborn, Arzobispo de Viena; el Card. Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos; el Arzobispo Georg Gänswein, Prefecto de la Casa Pontificia y secretario privado de Benedicto XVI; el Obispo Barthélemy Adoukonou, Secretario del Pontificio Consejo para la Cultura y el Obispo auxiliar de Hamburgo Hans-Jochen Jaschke, así como otros reconocidos prelados y miembros del grupo de exalumnos del Papa emérito.
‘’Cantate Domino’’ La música de los Papas grabada en la Capilla Sixtina
Un hermoso CD musical “Cantate Domino. La Capilla Sixtina y la música de los Papas”, editado por la Deutsche Grammophon, se presentó en septiembre pasado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
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‘’La Capilla Musical Pontificia, también llamada Sixtina, se encuentra entre las instituciones corales más antiguas del mundo y tiene la característica de ser el coro del Papa’’, ha explicado el arzobispo Gänswein, Prefecto de la Casa Pontificia. Una característica que hace de ella —ya que su servicio se inserta en la vida de la ‘’Casa del Papa’’— una articulación de la Prefectura de la Casa Pontificia cuya misión específica es ser un organismo de servicio totalmente dedicado al Pontífice. ‘’La Prefectura —prosiguió— es el referente de la Capilla Musical por cuanto respecta a su gestión artística, administrativa y disciplinar. Se trata de una realidad compuesta y articulada formada por 20 cantores adultos, regularmente contratados por la Santa Sede, a la que se suman unos treinta pueri cantores que frecuentan la escuela elemental aneja a la Sixtina. La publicación de un CD musical con la prestigiosa etiqueta Deutsche Grammophon constituye un evento inédito en la historia de la Capilla que atestigua la calidad y profesionalidad que esta institución ha alcanzado gracias al trabajo serio y asiduo bajo la guía del Maestro Director mons. Massimo Palombella’’. El álbum, publicado el 25 de septiembre, comprende música renacentista compuesta para el coro de la Capilla Sixtina por Palestrina, Lasso y De Victoria, dos cantos gregorianos y dos primeras grabaciones mundiales: el famoso Miserere de Allegri en la versión original según el Codex Sixtino de 1661 y un Nunc dimittis, atribuido a Palestrina, que se canta todavía en las celebraciones papales. ‘’Cantate domino’’ presenta estas piezas como habían sido concebidas: en latín y grabadas en el lugar para el que habían sido compuestas. Para capturar todo el sabor de esta música ejecutada en su ambiente ‘’natural’’, la Deutsche Grammophon instaló en la Capilla un estudio construido ex-profeso. La consola de mezclas se colocó en una antecámara, al lado de la ‘’Sala del Llanto’’ (donde el Pontífice elegido se viste por primera vez con las vestimentas papales). ‘’La Capilla Sixtina se consagró en 1483 y desde entonces ha sido el lugar donde ha cantado ininterrumpidamente la Capilla Musical Pontificia —explicó mons. Palombella— En estos últimos años, tras un estudio intenso y específico de la música sacra en el Renacimiento y su pertinencia estética, hemos podido hacer frente a una grabación interesante y significativa. Mi esperanza es que estas obras maestras musicales lleguen a millones de personas en todo el mundo para ponerles en contacto con la histórica cultura y la profunda espiritualidad de la Iglesia Católica’’.
San Francisco Franciscanos de todo el mundo se reúnen en torno a sus reliquias
Los religiosos contaron con el apoyo del Prof. Nicolò Valentino Miani, médico presente en dos reconocimientos anteriores (1978 y 1994), quien certificó que las reliquias no presentan cambios relevantes y que en general el cuerpo de San Francisco de Asís se mantiene en buen estado de conservación.
JMJ de Cracovia 2016 Tercer mensaje a los jóvenes en preparación a la Jornada
Asís fue sede de una particular ceremonia de la comu-
El Pontificio Consejo para los Laicos hizo público a
nidad de los franciscanos en torno a las reliquias de su fundador: San Francisco de Asís. 150 religiosos provenientes de las cuatro órdenes de la familia franciscana alrededor del mundo se reunieron para realizar un reconocimiento del estado de las reliquias del santo y orar de esta íntima manera junto al venerado fundador. La reunión fue realizada en secreto para no crear falsas expectativas mediáticas y la ceremonia solo se ha llevado a cabo cuatro veces en ocho siglos, según informó la agencia Zenit. Los frailes se congregaron en el mes de marzo y el evento fue registrado por las cámaras de televisión de Tv2000, perteneciente a la Conferencia Episcopal Italiana, la cual divulgó el hecho recientemente. Las imágenes transmitidas por la cadena incluyen tomas del esqueleto del Santo fundador, así como del sarcófago de bronce que conserva las reliquias por voluntad del Papa Pío VII. «El custodio ha convocado a todas las familias franciscanas presentes en Asís, se ha vivido un momento de oración y nos hemos dirigido en peregrinación a la cripta de san Francisco», relató el P. Enzo Fortunato, director de la revista San Francisco de Asís a Tv2000. El religioso describió la experiencia como «ver de nuevo la elección de nuestra vida, como ver de nuevo al papá que nos esperaba para animarnos en el camino, para ir adelante». «Ha sido un silencio muy fuerte el que ha acompañado estos momentos».
través de un comunicado el tercer mensaje que el Papa Francisco ha dirigido a los jóvenes en preparación a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebrará en Cracovia, Polonia, en julio del próximo 2016. Al igual que los precedentes, este tercer mensaje está dedicado a las bienaventuranzas del Evangelio, destacándose, igualmente, la coincidencia del tema de la jornada “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5, 7) con el Jubileo Extraordinario de la Misericordia que comenzará el próximo 8 de diciembre. En dicho mensaje el Sumo Pontífice subraya que el tema de la JMJ se introduce en el corazón del Año Santo de la Misericordia, convirtiéndose “en un verdadero Jubileo de los jóvenes de ámbito mundial”, siendo la tercera vez que un tiempo jubilar coincide con el encuentro mundial de los jóvenes; como ocurrió en dos oportunidades durante el pontificado del Papa San Juan Pablo II durante el Año Santo de la Redención (1983 – 1984) y el Jubileo del año 2000. Asimismo, recuerda a los jóvenes cómo Dios, desde las Sagradas Escrituras, ha demostrado su amor y está siempre dispuesto a perdonar, según se describe en el Nuevo Testamento donde se habla de la misericordia como “síntesis de la obra que Jesús vino a cumplir en el mundo en el nombre del Padre (Mt 9, 13)”. En este sentido, el Papa llama a los jóvenes a experimentar la misericordia del Señor recordando
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un episodio de su vida: “A la edad de diecisiete años, un día en que tenía que salir con mis amigos, decidí pasar primero por una iglesia. Allí me encontré con un sacerdote que me inspiró una confianza especial, de modo que sentí el deseo de abrir mi corazón en la confesión. Aquel encuentro me cambió la vida. Descubrí que cuando abrimos el corazón con humildad y transparencia, podemos contemplar de modo muy concreto la misericordia de Dios”. En otro momento, el Santo Padre también invita a los jóvenes a hacer gestos concretos de misericordia: “Quisiera proponerles que, para los primeros meses del año 2016, elijan una obra de misericordia corporal y otra espiritual para ponerlas en práctica cada mes”. Al concluir, Francisco recuerda que quedan pocos meses para la JMJ y dice que Cracovia, ciudad de San Juan Pablo II y Santa Faustina Kowalska, “nos espera con el corazón y los brazos abiertos (…) Jesús misericordioso; representado en la imagen venerada por el pueblo de Dios, en el santuario de Cracovia a él dedicado, los espera (…) Vayan para decirle desde lo más profundo de sus corazones: ‘Jesús, confío en ti’”.
Arte sacro católico Artista japonés descubre la fe al replicar obras de Beato Angélico
L a Vía de la Belleza ha sido propuesta en varias oportunidades como uno de los caminos más importantes de la Nueva Evangelización, por su facultad de llegar al espíritu de personas que no han tenido contacto con la fe y prepararlas para la contemplación de los misterios de Dios. Un caso muy característico de esta vía de evangelización es el de Osamu Tanimoto, un artista japonés que llegó al conocimiento de la fe
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y a la conversión personal a través de la puerta de entrada del arte sacro católico, en particular la obra del Beato Angélico. Tanimoto relató su experiencia a Regina Magazine, una revista católica de lengua inglesa, y describió cómo el arte le dio a conocer una realidad que había estado ausente por completo en su vida. “Era totalmente ajeno al cristianismo”, aseguró. “La cristiandad no es algo grande en Japón. Por encima de todo la sociedad es muy secularizada. La gente simplemente no oye hablar de Jesús en Tokio”. Para el artista, su ignorancia completa de la fe le hacía completamente indiferente a la religión, aunque describió que ayudó en su camino no haber tenido tampoco prejuicios en su contra. “Elegí Florencia (como lugar de estudio del arte) porque estaba atraído por la armonía que tienen las pinturas del Renacimiento”, explicó. “Después de que copié pinturas de Rafael y Fra Angélico, llegué a entender que no era en realidad la técnica lo que hacía a esas pinturas bellas, sino la espiritualidad detrás de esas obras”. Esta conclusión, fruto de la admiración de las obras maestras del arte sacro que estudiaba, le motivó a indagar sobre la doctrina de la Iglesia Católica. Lo que el artista descubrió, literalmente cambió su vida. “Lo que era extraordinario y me mantuvo encendido fue el misterio de la Resurrección. Cualquier sufrimiento vale la pena ser soportado y no debería hacer perder la esperanza si tengo fe en Él (Jesucristo)”, declaró. “Para mí, esto me volteó el mundo al revés”. Tanimoto encontró que varias doctrinas de la Iglesia eran contrarias a los criterios dominantes del mundo, pero “en lo profundo del corazón, sabía que eran correctas”, indicó. “El arte cristiano fue mi entrada a los misterios. Tocó mi corazón y elevó mi alma con su armonía”, relató. “A menudo vi las imágenes del Evangelio primero y entonces entendí la historia. Luego leí el pasaje”. La experiencia de fe de Osamu Tanimoto se expresa en sus propias obras tras vivir seis años de su camino de descubrimiento de la Iglesia. Obras como “El retorno del Hijo Pródigo”, la “Resurrección de la hija de Jairo” y “La Procesión del Domingo de Ramos 2015”, se exhibirán en el Claustro de La Santissima Annunziata en Florencia en noviembre, coincidiendo con la visita programada del Papa Francisco a la ciudad italiana.
Templos de Nueva York Fotógrafo realiza sorprendentes panoramas verticales
El fotógrafo Richard Silver, nacido en Nueva York, Estados Unidos, aplicó la técnica de panorama fotográfico a quince de los más bellos templos de su ciudad, con un resultado sorprendente. El artista, que realizó sus panoramas de manera vertical, ubicó el lugar perfecto entre las bancas de los fieles para poder registrar los numerosos detalles y la armonía de la arquitectura sacra. Silver se dedica a la fotografía de viajes (ha visitado
Iglesia San Esteban.
75 países y más de 220 ciudades) y tiene una notable experiencia en fotografía de arquitectura, realizando exhibiciones en museos y galerías de gran importancia como el Metropolitan Museum of Art, el Skyscraper Museum, LaGrange Art Museum y la Galería Krause en Nueva York. Las notables fotografías, pueden ser vistas en www. flickr.com/photos/rjsnyc/sets/
Iglesia San Francisco Javier.
Iglesia San Vicente Ferrer.
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LA LECCIÓN DE PARÍS Condenar las formas de violencia significa también rechazar esa ideología que ha alimentado por décadas el terrorismo con la complicidad de gobiernos musulmanes y no musulmanes.
En relación con las modalidades con las cuales se desarrolló la masacre de París, los diversos fragmentos comienzan a recomponerse. Se visualiza la célula que planificó la acción, surgen detalles sobre modalidades de operación, se tiene ya certeza de un vínculo directo con el liderazgo del Estado Islámico. Y obviamente todos ven el nexo entre el crecimiento del yihadismo y el conflicto sirio-iraquí no resuelto, así como entre los asaltos de París y las acciones terroristas que han ocurrido en las últimas semanas en Egipto y el Líbano. Pero si se quiere comprender realmente la lección de París, no es suficiente concentrarse en el cómo; es preciso considerar también la identidad, el nombre —por así decir— del mandante declarado de la masacre, el Estado Islámico. Ciertamente, en el mundo musulmán esta
expresión tiene un vigoroso poder evocador, encarnando en un eslogan una idea que en los últimos cincuenta años ha gozado de extraordinaria fortuna: precisamente la idea de construir un Estado moderno en el cual se realice la perfecta identidad de política y religión, en particular mediante la aplicación de la sharia, entendida como un conjunto de normas jurídicas inmutables, y la resucitación del califato. Se trata, como ha recordado Massimo Borghesi, de una forma de teología política que a veces (no siempre) se alía con un literalismo exasperado (salafismo), con el cual comparte la negación de la alteridad. Lanzada en el mundo islámico en los años 30 del siglo pasado, esta teología política fracasa muy pronto. Y ante su fracaso encontró dos caminos de salida complementarios: descargar
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la responsabilidad sobre el Occidente y/o culpar a los musulmanes mismos de que no serían suficientemente musulmanes. De ese modo, todo fracaso práctico, en vez de convertirse en una prueba contra el desquiciado proyecto de gobernar hoy a golpes cortando la mano a los ladrones, crucificando a los bandidos, dando muerte a los apóstatas, etc., se ha convertido en ocasión de autoconfirmación. Dentro de esta parábola de progresiva radicalización, el surgimiento del yidahismo a partir de los años 80 marca sin embargo un especial vuelco entre fines y medios, de lo cual los estudios magistrales de René Girard sobre los mecanismos antropológicos de la violencia ofrecen probablemente la clave teórica más adecuada. Como efectivamente es posible observar en las acciones de los diversos grupos terroristas, el método toma gradualmente la delantera en relación con el objetivo, y la supresión del otro, de instrumento limitado para la realización del proyecto político pasa a ser un fin en sí mismo. También en lo tocante al pseudo-califato, si bien las primeras medidas parecen inspiradas en una lógica racional, aun cuando son obviamente inaceptables, a partir de una construcción estatal (apoderarse de un territorio, organizarlo, emitir moneda, etc.), progresivamente la dimensión destructiva y de negación de la alteridad absorbe todos los demás elementos hasta llegar a la búsqueda deseada del choque total.
Así, si bien la ideología del Estado Islámico se manifiesta como una especie de profanación, en el sentido etimológico de algo sagrado que se vuelve mundano y de algo mundano que se sacraliza, en cuanto a su método parece oportuno hablar, a la luz de lo dicho por el Papa Francisco en el Angelus del 15 de noviembre, de una blasfemia propiamente tal, como es la violencia en nombre de Dios. La profanación antecede conceptualmente, pero la violencia predomina prácticamente. El verdadero desafío que hoy tenemos por delante, sin pretender subestimar la gravedad de la amenaza a la seguridad, es de tipo cultural y consiste en recorrer nuevamente al revés este camino de radicalización, ante todo condenando el método de la supresión del otro, que ha llevado en París a dar muerte a 129 civiles indefensos en París y provoca víctimas en todo el mundo islámico, desde Nigeria hasta Pakistán; pero inmediatamente después, o tal vez simultáneamente, rechazando también la ideología que lo ha nutrido durante décadas con la complicidad de gobiernos musulmanes y no musulmanes. De no ser así, seguiremos acusando a los síntomas sin curar la enfermedad.
MARTINO DÍEZ Fundación Oasis
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25 AÑOS MARCHANDO AL SANTUARIO DE SANTA TERESA DE LOS ANDES
NOVENTA MIL JÓVENES CHILENOS PEREGRINARON ESTE 17 DE OCTUBRE
Más de 90 mil personas celebraron el 17 de octubre pasado, los 25 años de la peregrinación al Santuario de Teresa de Los Andes, entre los cuales miles de jóvenes provenientes de diversos puntos del país y que recorrieron a pie los 27 kilómetros que separan la Hacienda Chacabuco del Santuario de Auco. Lo indicó la página web de la Conferencia Episcopal de Chile, precisando que durante toda la jornada se desarrollaron en el Santuario gran cantidad de actividades. Los peregrinos visitaron la cripta donde descansan los restos de santa Teresa. Pero además pudieron recorrer una Feria de Carismas en la que diversas congregaciones y movimientos compartieron su ser y quehacer con los jóvenes. Todo ello se vivió en medio de un ambiente de fiesta animado por sacerdotes y jóvenes laicos, y en la que participaron artistas católicos. El obispo auxiliar y vicario general de Santiago, Fernando Ramos, quien presidió la misa central de la peregrinación, recordó que se ha celebrado “un acontecimiento muy importante. Hace 25 años, en 1990, comenzó esta iniciativa de peregrinar a este lugar para encontrarse con una hermana, una chilena, una joven: santa Teresa de Los Andes, que quería acogernos en su Santuario para que nosotros podamos también aprender de ella”. “Si le preguntamos a Teresa de Los Andes —prosiguió el obispo auxiliar— qué pensaba de las demás personas, vamos a descubrir que para ella cada persona es un rayo de Dios para nosotros. Cada persona es alguien a quien puedo amar y servir en mi vida. Jesús nos decía en el Evangelio que hemos venido a servir a los demás y si nosotros descubriéramos que el sentido de la relación con las demás personas es el servicio, otro mundo tendríamos debajo de nuestros pies, porque nos daríamos cuenta que en el amor y en el servicio cambia la vida”.
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TONTOS El adjetivo «tonto» tiene 78 sinónimos en los diccionarios especializados, y equivalentes casi idénticos en latín, portugués, italiano, rumano, húngaro y alemán. Su repetición de consonante y vocal intenta probablemente expresar, al igual que chocho, bobo, soso, fofo y zonzo la idea de insistencia necia e irritante, pregonada al ritmo y estridencia tamboril del «tuntún», vale decir, lo que se hace sin cálculo ni reflexión o sin el debido conocimiento del asunto. En latín, el tonto es un necio: no sabe lo que debería saber. Su ignorancia es vencible, culpable y letalmente peligrosa: «perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen», imploró Jesús en descargo de quienes lo condenaron a muerte. La Biblia es muy severa con la tontería. «Dice el necio en su corazón: ‘no hay Dios’. Se asoma Dios desde el cielo para ver si hay uno que no sea necio, uno que busque a Dios. Están todos descarriados» (salmo 52). Célebre y siempre actual es la parábola de las vírgenes necias: se quedan, por tontas, fuera de la fiesta (Mateo 25,1-12). «¡Tonto!», reprocha Dios al rico que confía en almacenar riqueza, «esta noche te reclamarán el alma» (Lucas 12, 20). «¡Tontos!», les enrostra Jesús a los fariseos puntillosos en lavar copas y platos, mientras por dentro están llenos de rapiña y maldad» (Lucas 11,40). Jesús llamaba las cosas por su nombre, con una pasión templada y calculada para despertar las conciencias dormidas y provocar la conversión de la mente y el corazón. A Pedro, su futuro vicario, lo llamó «¡Satanás!», y en el Juicio Final reprobará como «malditos» a quienes desoyeron el mandato de la misericordia. Su apóstol Pablo fustiga a los que «alucinan con vanos razonamientos y, jactándose de sabios, se vuelven estúpidos» (Romanos 1, 22). La Palabra es filosa espada terapéutica (Hebreos 3, 12). Los Papas, Vicarios de Cristo, deben hablar y hablan como Cristo. Cuando enseñan sobre fe y costumbres, saben que han de proponer todas y solas las verdades reveladas por Cristo. Llamados a pronunciarse sobre asuntos contingentes, siguen la norma de la prudencia: ver (escuchar), juzgar y actuar. No hablan «a tontas y a locas». Al relacionar «mar» y «diálogo» saben perfectamente que Chile lleva décadas ofreciendo «diálogo ahora y aquí», mientras Bolivia lo lleva a la Corte. Pero los bolivianos exultan de gozo y los chilenos se quejan de desinformación y parcialidad papal. Solo nombran un Obispo cuando han llegado a plena certeza moral de su idoneidad, probada en los filtros más severos. Pero la «calle» vociferante y los columnistas omnisapientes pontifican, infalibles ellos, sobre lo que el Pontífice debería saber y hacer. «Está mal informado», conceden con relamida indulgencia. Pero es la misma «diplomacia eclesiástica» que con su informada prudencia nos salvó de una guerra fratricida. La ingratitud es la corona amarga de la tontería. Padre Raúl Hasbún Artículo publicado originalmente en el Diario Financiero. 16.X.2015 Edición en alemán
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«Alberto Hurtado: una vida lograda. La espiritualidad de una acción incesante» «Die Liebe macht den Glauben glaubwürdig, die Liebe, die heldenhafte Liebe; doch Heldenmut ist kein Gebot. Das Priestertum, die Missionen, die Werke der Caritas sind nicht geboten, aber für das Leben der Kirche und für ihr großzügiges Wirken sind sie unerlässlich. Wenn es keine Priester mehr gibt, gibt es auch keine Sakramente mehr, und doch ist keiner verpflichtet, Priester zu werden. An dem Tag, an dem es keine Missionare mehr gibt, breitet sich der Glaube nicht mehr aus, und doch ist keiner verpflichtet, in die Missionen zu gehen. An dem Tag, an dem niemand mehr sich um die Aussätzigen, um die Armen kümmert… gibt es kein überzeugendes Christuszeugnis mehr, und doch sind alle diese Werke nicht verpflichtend… An dem Tag, an dem es keine Heiligen mehr gibt, gibt es auch keine Kirche mehr, und doch ist die Heiligkeit nicht verpflichtend. Was für ein eingreifender Gedanke! Die Kirche lebt nicht von der Pflichterfüllung, sondern von der Großmut ihrer Gläubigen! Wie viel Vertrauen hat Gott in uns gesetzt, als Er auf unseren Edelmut vertraute, auf unsere Großmut, und als Er gewartet hat, bis wir Ihm antworten! – Wenn Er dich nun rufen will, wie wirst du Ihm antworten?» (S. 84)
En conmemoración de
los 10 años de la Canonización del Padre Hurtado, la editorial alemana Johannes Verlag Einsiedeln ha anunciado la publicación de un libro con textos del jesuita chileno. Se trata esencialmente de la traducción del libro «Un fuego que enciende otros fuegos» —libro publicado por el Centro de Estudios San Alberto Hurtado UC el año 2004, que ya cuenta con varias traducciones y más de 20 ediciones en distintos países— más una selección de escritos espirituales del fundador del Hogar de Cristo. Esta edición fue realizada por el obispo emérito de Chur, el P. Peter Henrici, S.J., quien se impresionó con la actualidad y profundidad del pensamiento del Padre Hurtado, y trabajó arduamente en traducir y publicar sus escritos en alemán. El libro «Alberto Hurtado. Gelingendes Leben Die Spiritualität eines rastlos Tätigen», será publicado en noviembre en la colección «Maestros Cristianos n. 61» de la Editorial alemana. Vor zehn Jahren, am 23. Oktober 2005 wurde der chi-
lenische Jesuit Alberto Hurtado Cruchaga (1901-1952) von Papst Benedikt XVI. heilig gesprochen. In seiner vorbehaltlosen Hingabe an Christus hatte er sich den Nöten
seiner Zeit gestellt, die unseren gegenwärtigen Problemen durchaus verwandt sind. Er lehrte an der Katholischen Universität Santiago Pädagogik und Psychologie
und wirkte dort auch als Studentenseelsorger, eröffnete
1945 El Hogar de Cristo für Obdachlose, gründete
1947 eine christliche Gewerkschaft und 1951 eine Zeit-
schrift. Neben seinen akademischen und sozialen Aufgaben blieb er zeitlebens ein unermüdlicher Exerzitien-
ab Mitte November lieferbar:
Alberto Hurtado
Gelingendes Leben
meister, Schriftsteller, Prediger und Vortragsredner.
Die Spiritualität eines rastlos Tätigen
In Anlehung an die Exerzitien des hl. Ignatius hat Weih-
Ausgewählt, eingeleitet und übertragen von
bischof em. Peter Henrici SJ Texte ausgewählt, die uns
die Spiritualität eines zeitgenössischen Heiligen zeigen,
eine einfache Spiritualität, die sich, wie Hurtado betont, ebenso gut für Weltleute wie für Personen geistlichen Standes eignet.
Peter Henrici SJ
Reihe Christliche Meister 61 240 Seiten, kartoniert, 15.- € / 22.50 SFr. ISBN 978 3 89411 433 6
Johannes Verlag Einsiedeln <www.Johannes-Verlag.de> <kontakt@johannes-verlag.de> Lindenmattenstr. 29, D-79117 Freiburg / Tel.: (0761) 64 01 68 / Alemannengasse 78, CH-4058 Basel / Tel.: 061 281 00 07
10 mil personas Manifestación en favor de la vida humana en Santiago de Chile
(inviabilidad del feto, peligro para la vida de la madre y violación). Bajo el lema «Chile de blanco por la vida» miles de personas se congregaron en la explanada del Templo Votivo de Maipú para manifestar su rechazo a esta iniciativa. Vestidos completamente de blanco y con pequeñas cajas con una cruz negra que simbolizaban los ataúdes de los niños y niñas que serán abortados, los manifestantes se unieron al resto de los actos de rechazo al aborto que se efectuaron simultáneamente en otras 33 ciudades del país durante la jornada del sábado 5 de septiembre. En Santiago, la manifestación congregó a más de 40 organizaciones que fueron coordinadas por la agrupación Mujeres de Blanco, entre otras. A las 11:30 horas y en absoluto silencio, los asistentes formaron grandes círculos en torno a una bandera de Chile, en cuya estrella reposaba un niño vestido de rojo. Luego todos los asistentes se pusieron de pie dejando en su lugar las pequeñas cajas. Previamente, una voz en off expresaba: «Este es un acto de profundo respeto. Es un acto que pretende hacer luto por la muerte de muchos inocentes». Tras el acto se celebró una misa en la que se insistió en el llamado a los parlamentarios a rechazar este proyecto de ley y a comprometerse con la vida de los que están por nacer. En la oportunidad, el rector del Templo Votivo de Maipú, sacerdote Carlos Cox, manifestó que «el aborto es una forma de no comprender el tesoro que es la vida».
Perdonar el pecado de aborto No significa minimizar su gravedad
La noticia de la decisión del Papa Francisco de conceder
Más de 10 mil personas respondieron en la capital al llamado a manifestarse contra el proyecto de ley del Gobierno que legaliza el aborto en tres causales
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a los sacerdotes la facultad de perdonar el pecado de aborto en el Sacramento de la Penitencia durante el Jubileo de la Misericordia ha dado la vuelta al mundo. El vocero de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi, profundizó en los motivos de esta decisión y aclaró que en ningún caso perdonar el pecado del aborto equivalga a minimizar su gravedad. El portavoz recordó que los sacerdotes, quienes podrán levantar la pena de excomunión con la cual la Iglesia penaliza a quienes participan en un aborto, deberán «indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso perdón del
Padre que todo lo renueva con su presencia», según reportó la agencia Zenit. El beneficio fue concedido para el Año Jubilar de la Misericordia que comenzará el próximo 08 de diciembre, por cuanto en este momento dicha pena solo puede ser dispensada por el obispo local o los sacerdotes encargados por este. El P. Lombardi destacó que la comunicación del Papa Francisco al presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, aborda la «mentalidad muy generalizada que ya ha provocado una pérdida de la debida sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida» y el hecho de que «algunos viven el drama del aborto con una conciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo». El Papa también reconoció el drama de muchas mujeres que acuden al aborto por pensar que se trata de una salida a graves problemas y quienes además sufren sus consecuencias. «He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa», afirmó el Pontífice. Para el vocero esta decisión es una oportunidad para hacer entender a los fieles la gravedad del pecado del aborto, al tiempo que una extraordinaria oportunidad para que accedan a la gracia del perdón de Dios, el cual «no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión para obtener la reconciliación con el Padre», como afirmó el Santo Padre en su carta al prelado.
Universidad católica en EE.UU. No acatará mandato antinatalista a pesar de graves multas
Después de una batalla legal de dos años, la universidad católica Thomas Aquinas College de Santa Paula, California, afirma estar preparada para enfrentar un escenario negativo y finalmente pagar las onerosas multas que contraería por su negativa a acatar el mandato del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos que obliga a los empleadores a incluir fármacos abortivos, esterilización y anticoncepción en los planes de salud de los empleados. La norma, conocida como el mandato HHS o mandato antinatalista, tiene previsto un régimen especial de elevadas sanciones a quienes objetan esta obligación y
solamente incluye excepciones para un estrecho rango de empleadores religiosos. En la acción legal más reciente llevada a cabo el 25 de agosto pasado, los abogados de la universidad enviaron una comunicación a la Corte Suprema de Estados Unidos en la que solicitan que el tribunal evalúe su caso y exponiendo los argumentos sobre la identidad y misión católicas de la institución y cómo el mandato violenta los principios y valores de la misma. Si la Corte desestima la petición o decide en contra de la universidad, el plantel suspendería totalmente la cobertura de salud o contrataría un servicio coherente con la identidad católica. «Ambos escenarios resultarían probablemente en que la universidad tuviera que pagar multas significativas al gobierno», explicó el director de la universidad, Dr. Michael F. McLean, a The Cardinal Newman Society. El director explicó la importancia de no ceder ante la presión y asumir los costos contraídos por objetar en conciencia. «Seriamente las instituciones católicas de educación superior tienen un deber de profesar y vivir las enseñanzas morales de la Iglesia Católica», comentó. «Esto es de forma que puedan dar testimonio a aquellos a quienes están educando y a quienes apoyan su trabajo de la verdad de la fe y de su convicción de que vivir la fe es el camino hacia la felicidad y plenitud humanas». El Dr. McLean indicó que la cultura actual podría calificarse como post cristiana o incluso anticristiana, «donde los poderes del gobierno están puestos al servicio de doctrinas y prácticas que son antítesis de la vida católica» y destacó la importancia de que los ciudadanos católicos puedan gozar de la libertad de practicar su fe. «Yo motivaría a los objetores a no rendirse en su lucha sino persistir en sus esfuerzos por vencer en esta batalla», concluyó. «Este es un tiempo en el que dar testimonio de la fe tiene la mayor importancia».
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CONSAGRACIÓN Y OFRENDA DEL MUNDO QUE PASA Y DEL REINO QUE VIENE A los pies de la Cruz que simboliza todas las cruces de la tierra, y que nos trae la memoria de Tu inmenso amor y de Tu muerte por la redención de todos los hombres, hoy, con humildad y agradecimiento infinitos, nosotros ponemos en tu presencia la memoria de todo lo que ha sido y será, de todo cuanto en el tiempo de la historia contemplas como obra tuya y de los hombres. Desde este punto del tiempo que Tú abarcas con una sola mirada, nosotros te ofrecemos las edades pasadas y futuras. Quisiéramos que esta ofrenda fuera elevada, junto a nosotros, por cada uno de los corazones humanos para que cada hombre realice un gesto de gratitud, de amor y de reconocimiento por la creación que pusiste en sus manos, por la existencia que le entregaste, por la vida eterna que le prometiste. Que cada tiempo y generación pasados, en cada una de sus civilizaciones y razas, llegue a Ti con su grandeza y su miseria, con su santidad y pecado, con su nobleza y fragilidad, como un homenaje de gozo o de pesar por sus obras y sus vaciedades. Tú nos has advertido: “no pasará esta generación sin que todas estas cosas se cumplan” (Mt 24, 34). Porque “pasa la figura de este mundo” (1 Cor 7, 31), y “los hombres verán venir al Hijo del Hombre en una nube, con gran poder y majestad” (Mc 13, 27; Lc 31, 27). Nosotros ‘no sabemos ni el día ni la hora’ (Mt 25, 13), pero antes de que se cumpla Tu palabra que anuncia la disolución del mundo presente (cf Mt 24, 32-36; Mc 13, 30; Lc 21, 32), nosotros, pequeño grupo de tus hijos, junto al que en estos momentos quisiéramos reunir todas las generaciones y todos los pueblos de la tierra, elevamos hoy el clamor, silencioso o potente, de los corazones y de los labios de toda la multitud de los hombres, aunque muchos de ellos estén alejados de Ti. Antes de que des cumplimiento a tus palabras, nosotros queremos consagrarte y ofrecerte esta obra de tu amor que es el mundo que pasa y la realidad que viene. Este mundo que Tú nos has regalado. Con toda su magnificencia y belleza, con todo el amor y sabiduría de las obras depositadas por Ti en la naturaleza y en cada una de sus criaturas, y con todos los dones de que nos has colmado a cada uno de nosotros, así como el gozo y también el dolor que has sembrado en nuestros corazones. En tu presencia ponemos todos los bienes con que has sostenido nuestras necesidades humanas y todos los dones con que has alimentado nuestra alma, nuestro espíritu y nuestra inteligencia. Hasta Ti sube nuestro reconocimiento por haber colmado nuestro mundo de tu poder, de tu gracia y de tu gloria. Tú has multiplicado sobre nosotros tus misericordias, has merecido para nosotros el perdón y la vida eterna, y nos has sentado a la mesa de Tu Cuerpo y de Tu Sangre. Por todo ello te damos gracias, mientras que desde lo más profundo de nuestros corazones Te suplicamos el perdón y la indulgencia sobre todos nuestros pecados y delitos, los de toda la humanidad en todos los tiempos. Y junto a ellos, Te presentamos también todo el amor y la santidad que los hombres te han profesado, y te los ofrecemos en compensación del que
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muchos otros te hemos negado, de las ofensas, indiferencias y rechazos de que te hemos hecho objeto. Especialmente nos sentimos agradecidos por la obra de la Redención, por medio de la cual nos permitiste recuperar la gracia y la vida divina y eterna para las que fuimos creados. Y experimentamos un especial sentimiento de gratitud porque en María nos diste el ejemplar perfecto de la criatura que respondió íntegramente a Tu voluntad. Su “Fiat” nos devolvió la imagen divina que habías diseñado para nosotros, y en virtud del mismo realizaste el designio de la encarnación y de la salvación. Por eso, en Ella proclamamos a la Madre del Redentor y a la Mediadora de la Salvación, a la vez que la reconocemos portadora del que viene a restaurar la humanidad nueva. ¡Salve, Madre de Dios y Madre nuestra! Esta es la tierra manchada por tantas culpas pero también santificada por Tu presencia y la de Tu Santa Madre, por la acción de Tu Iglesia y la de todos los santos y justos de todos los tiempos. Pero “si creció el pecado más abundante fue la gracia” (Rm 5, 21). Por eso, acogiéndonos a tu promesa, nosotros “esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en los que habite la justicia” (2 Pe 3, 18). “Aguardamos un Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestra condición humilde según el modelo de su condición gloriosa, con esa energía que posee para sometérselo todo” (Flp 3, 20-21). Y así, “nosotros que somos imágenes del hombre terrestre, seremos también figura del hombre celestial” (1 Cor 15, 49). Desde ahora abrimos nuestro corazón a la alegría de ese mundo nuevo donde Tú lo serás todo para todos, donde por fin se cumplirá tu promesa y nuestro sueño: “Venga a nosotros Tu Reino, hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mt 6, 10). Esta es la expectación con que hoy venimos ante Ti, la esperanza de quienes escuchamos la voz que nos grita: “Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios… Mirad: el Señor Dios llega con fuerza, su brazo manda. Mirad: le acompaña su salario, su recompensa lo precede” (Is 40, 1-11). Contigo viene un nuevo cielo y una nueva tierra, en los que habitará un hombre nuevo, el hombre rejuvenecido en la justicia en que Tú nos formaste inicialmente y que nosotros deformamos, pero que ahora quieres restablecer para nosotros y para toda la tierra “según el plan que Dios había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: restaurar en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra” (Ef 1, 10). Entonces “Él transformará nuestra condición humilde según el modelo de su condición gloriosa” (Fil 3, 20). En esta hora de tu expectativa, en la que escuchamos: “ahora todo lo hago nuevo”, en la que nos anuncias que “Dios hará su morada con los hombres y habitará con ellos y ellos serán su pueblo” (Ap 21, 3-5; cf Jer 30, 22), “mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo”, nosotros imploramos: “que a cuantos aguardamos la manifestación del Señor Jesús Él nos mantenga firmes ante Él hasta el fin” (1 Cor, 1, 7-8) y “nos encuentre velando en oración y cantando su alabanza” (Col, 4, 2). Como un clamor unánime, que ponemos en el espíritu de todos los hombres, aun de aquellos que te ignoran o rechazan, nosotros elevamos hacia Ti el anhelo de tu retorno: “portones, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas, va a entrar el Rey de la Gloria. Él es el Señor, Dios de los Ejércitos, Él es el Rey de la Gloria”. *Esta Consagración fue redactada por Dom Anselmo Álvarez, Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos.
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Suicidio asistido Iglesia en Inglaterra celebra derrota de proyecto de legalización
La Iglesia Católica en Inglaterra y Gales celebró a través de un comunicado oficial la derrota en el Parlamento británico de una propuesta de legalización del suicidio asistido en septiembre pasado. La iniciativa fue rechazada por 330 votos contra 118 en la Cámara de los Comunes, lo que representa una victoria para la Iglesia, que había advertido sobre la inmoralidad de la propuesta y pedido a los fieles comunicarse con los legisladores para evitar su avance en el Parlamento. El cardenal Vincent Nichols, quien había dirigido el llamado a la participación de los católicos sobre
esta materia, se unió a la aprobación de la decisión de los legisladores. «Agradezco a todos los católicos en nuestras parroquias que tomaron el tiempo de escribir o visitar a sus miembros del Parlamento para expresar su preocupación», comentó el purpurado. «Fue un importante momento de testimonio de nuestra fe cristiana y el valor que les da a todas y cada una de las vidas». El Card. Nichols también alentó a dirigir los esfuerzos para hacer accesibles los servicios de cuidados paliativos a los pacientes a quienes iba dirigida la propuesta de ley, de forma que sean desarrollados en todos los hospitales.
Basílica Santa María La Mayor Santuario mariano más antiguo de Occidente
Entre las Basílicas Pontificias que se encuentran en Roma, Santa María La Mayor es el monumento de piedad mariana por excelencia de la Ciudad Eterna, sin mencionar que es el Santuario más antiguo de Occidente que está dedicado a la Virgen María y Madre de Dios. El 5 de agosto pasado se conmemoró su dedicación. El cardenal Santos Abril y Castelló, Arcipreste de la Basílica Santa María La Mayor, resaltó que el templo haya sido edificado siglos atrás justamente para conmemorar a María como Madre de Dios: «Es un significado profundo eclesial. Es la fiesta de la Virgen, la Madre de Dios, la Theotokos, precisamente porque se construyó esta Basílica como recuerdo de la proclamación de la Virgen ‘Madre de Dios’ en el Concilio de Éfeso. Por eso continúa siendo un lugar de atracción, no solamente turística, sino, sobre todo, de devoción a la Madre de Dios, y hay muchos fieles aquí, como en tantos otros santuarios, que encuentran a Dios, reviven su fe». Por ello el cardenal espera que con motivo del Año de la Misericordia, año santo proclamado por el
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Papa, sean muchas las personas que se acerquen a la Basílica y revivan la fe por medio de la Madre de Dios. La Basílica Santa María La Mayor es el tercero de los templos patriarcales construidos al interior de Roma. En sus inicios recibió por nombre «Basílica Liberiana», ya que fue construida a mediados del siglo IV en el tiempo del Papa Liberio. Pero tiempo después, en el año 434, fue restaurada por orden del Papa Sixto III recibiendo por nombre «Santa María La Mayor» para recordar la proclamación solemne de la Virgen María como «Madre de Dios» hecha en el Concilio de Éfeso del 431. Con esta nueva dignidad, la iglesia se convierte en el primer templo romano, así como de Occidente, consagrado a la Virgen María. La Basílica también es conocida con el nombre de «Santa María ad praesepe», porque en su interior se conserva la reliquia de la cuna del Niño Jesús. Igualmente, el templo resguarda el hermoso ícono de María «Salus populi romani» que se halla en la capilla Paolina y es de gran devoción de los pontífices.
Estonia Hace 800 años consagrada a la Virgen María
Hace ochocientos años Estonia es la «Tierra Mariana». Fue el 6 de septiembre de 1215 que el Papa Inocencio III aprobó que la entonces llamada Livonia fuese consagrada a la Virgen María. (Por ocasión de la Consagración, Letonia y Estonia de hoy formaban un solo país: Livonia.) Ella fue una de las primeras naciones en consagrarse a Nuestra Señora. Y es por eso que, desde entonces, Estonia es conocida también con el nombre de «Tierra Mariana». Las conmemoraciones por motivo de ese jubileo,
llevaron al administrador apostólico del país, Mons. Philippe Jourdan, y al arzobispo de Riga, en Letonia, Mons. Zbignevs Stankevics, a renovar la consagración de Estonia a la Madre de Dios, en septiembre pasado. Las conmemoraciones de los 800 años de consagración a Nuestra Señora tuvieron inicio un año atrás, el 7 de septiembre de 2014, con la recitación de las Vísperas Solemnes en el Monasterio de Pirita. Durante todo este año 2015 se han realizado numerosos eventos para conmemorar ese acontecimiento histórico.
Caballeros de Colón
Congreso «Dotado por el Creador de Vida y Libertad» En el centro del Mensaje del Papa a los
a partir de la «libertad religiosa», «piedra angular», entendida no simplemente Caballeros de Colón, reunidos en agosto como libertad del culto que se ha escogipasado en el Congreso en Filadelfia, do, sino también, para los individuos y las EE.UU., está la defensa de la familia, del instituciones, de hablar y actuar según los matrimonio y de la libertad religiosa. El dictados de su conciencia. «Este derecho tema del Congreso es «Dotado por el está amenazado —advierte el Papa Creador de Vida y Libertad». Francisco— tanto por políticas públicas El matrimonio es un «sacramento», invasivas, cuanto por la creciente influen«en el plan del Creador, institución cia de una cultura que coloca presuntos natural, acuerdo para toda la vida de derechos individuales por encima del amor y fidelidad entre un hombre y una mujer, teniendo en vista su perfección Padre Michel J. McGivney, fundador bien común». «La protección de la libertad religiosa de los Caballeros de Colón. y santificación», expresa el Pontífice en también debe comprometer —expresa el mensaje manifestando un agradecimiento profundo por la labor que los Caballeros de Colón Francisco— la conciencia de los creyentes a nivel global, en respuesta a los ataques contra las comunidades hacen en la defensa y promoción de esa institución. Sobre el tema del Congreso que habla de la libertad minoritarias, a menudo cristianas, en varias partes de con que el Señor dotó al ser humano, el Pontífice invocó «el nuestro mundo», una «verdadera tragedia humanitaria», deber de los católicos americanos, como ciudadanos res- según se lamenta el Pontífice. El Papa Francisco pide las ponsables que son, de contribuir a la defensa consciente oraciones de todos «para la conversión de los corazones» de aquella libertad sobre la cual está fundada su nación», y «el fin de la violencia fanática de la intolerancia».
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«CRISTO ES EL VERDADERO REY» Con ocasión de vuestro juramento me complace encontraros, a vosotros, guardias, y a vuestros familiares, para acrecentar una amistad que es significativa, porque desempeñáis vuestro servicio muy cerca de mí. Es una amistad particular, porque se basa en el amor de Cristo: ese amor «más grande» que Él vivió y que dio a sus discípulos: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 13). En la historia de la Iglesia, muchos hombres y mujeres hicieron suya la llamada de este gran amor. Los guardias suizos que combatieron durante el saqueo de Roma y que dieron su vida por la defensa del Papa siguieron esta llamada. Y responder con decisión a esta llamada significa seguir a Cristo. En los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, que de joven fue un soldado, habla de la «llamada del Rey», o sea Cristo, que quiere edificar su Reino y elige a sus colaboradores. El Señor quiere construir su Reino con la colaboración de los hombres. Necesita personas decididas y valientes. Así, según san Ignacio, Cristo rey pide a quien quiere ir con Él que se contente con la misma comida, la misma bebida y los mismos hábitos suyos. Le pide que esté dispuesto a trabajar durante el día y a estar despierto de noche, porque así participará en la victoria (cf. Ejercicios espirituales, 91 ss). Al mismo tiempo, Ignacio compara el mundo con dos campos militares, uno con el estandarte de Cristo y el otro con el estandarte de Satanás. Solo existen estos dos campos. Para el cristiano la opción es clara: él sigue el estandarte de Cristo (cf. ibíd., 136 ss). Cristo es el verdadero Rey. Él mismo va adelante, y sus amigos lo siguen. Un soldado de Cristo participa en la vida de su Señor. Esta es también la llamada que os corresponde a vosotros: asumir las preocupaciones de Cristo, ser su compañero. Así, vosotros aprendéis día tras día a «sentir» con Cristo y con la Iglesia. Un guardia suizo es una persona que busca verdaderamente seguir al Señor Jesús y ama de modo especial a la Iglesia, es un cristiano con una fe genuina. Todo esto, queridos jóvenes, también vosotros, como todo cristiano, podéis vivirlo gracias a los sacramentos de la Iglesia: con la participación asidua en la misa y la confesión frecuente. Podéis vivirlo leyendo diariamente el Evangelio. Lo que digo a todos, os lo digo también a vosotros: tened siempre al alcance de la mano un pequeño evangelio, para leerlo apenas tengáis un momento tranquilo. Os ayuda también vuestra oración personal, especialmente el rosario, durante las «guardias de honor». Y os ayuda el servicio a los más pobres, a los enfermos, a los que tienen necesidad de una buena palabra… Discurso del Papa Francisco a la Guardia Suiza. 4.V.2015
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«Querías imitarlo» Franciscano polaco recuerda impacto que causaba San Maximiliano Kolbe
Un hogar para sacerdotes católicos en Connecticut, Estados Unidos, es la residencia de uno de los pocos testigos de primera mano de la santidad de vida de San Maximiliano Kolbe, al haber vivido en Niepokalanow, la Ciudad de la Inmaculada, que el santo franciscano fundó en Polonia. Se trata del P. Lucjan Krolikowski, religioso franciscano que recordó en una entrevista para National Catholic Register varias de sus memorias del prominente evangelizador mariano y mártir polaco. El primer contacto del sacerdote con San Maximiliano fueron las lecturas del Maly Dziennik, diario producido en Niepokalanow y leído frecuentemente por su madre. Algunos textos eran redactados por el propio Santo. «Lo leí de cubierta a cubierta. Desde una edad muy joven, quise ser un sacerdote como Maximiliano Kolbe», recordó. «Niepokalanow era el mayor monasterio del mundo. Era como Cluny en la Edad Media», describió el P. Krolikowski. «Teníamos 800 hermanos, muchos sacerdotes y 130 seminaristas. El principal objetivo de la comunidad era imprimir prensa católica, como nuestra revista mensual, El Caballero de la Inmaculada. Queríamos enseñarle a la gente la fe católica y cómo ser santos». Este fructífero apostolado era animado por el ejemplar compromiso personal de San Maximiliano, entregado por completo a la voluntad de la Santísima Virgen y empeñado sin tregua en ganar almas para Dios a través de la Inmaculada. «El P. Maximiliano Kolbe dirigía el apostolado y era el corazón y alma de la comunidad», relató el sacerdote. «He conocido pocas personas santas en mi vida, pero el Padre Maximiliano Kolbe era el más santo, a mi juicio. Tenía un impacto sobre ti, querías imitarlo». San Maximiliano Kolbe «tomó sobre sí el visitar cada sección del monasterio», agregó el sacerdote.
«Yo era un joven de 16, 17, 18 años; él venía a verme y a mis compañeros seminaristas muchas veces. Quería que fuéramos misioneros como él y fuéramos a Japón o cualquier otro lugar a extender el Evangelio. Nos hablaba con su voz suave, ya que tenía tuberculosis en un pulmón». El P. Krolikowski recordó que el Santo soñaba con usar aeronaves para distribuir las publicaciones católicas y emplear la radio para llevar el Evangelio a la Unión Soviética, sueños que fueron frenados por el arresto del sacerdote a manos de la Gestapo. El P. Krolikowski recordó que San Maximiliano fue enviado al campo de concentración y luego las autoridades soviéticas confiscaron las maquinarias de imprenta y difusión. El propio narrador fue llevado a un campo de trabajos forzados donde tuvo que cortar árboles durante hasta 14 horas al día, los siete días de la semana, con muy escasa alimentación. Afortunadamente para él, la necesidad de soldados obligó a sus captores a darle entrenamiento y enviarlo a Medio Oriente, donde al final de la guerra pudo ordenarse sacerdote en Beirut. No pudo regresar a Polonia hasta que el régimen comunista cayó. Habiendo nacido en 1919, el P. Krolikowski ingresó en el Seminario Menor de Niepokalanow en 1934, durante el apogeo del Convento, y convivió con el Santo tres años. El entonces seminarista fue capturado por las fuerzas soviéticas al inicio de la Segunda Guerra Mundial, lo cual lo separó de San Maximiliano, quien fue capturado por los nazis y llevado al campo de concentración de Auschwitz, donde fue martirizado. Después de la guerra fue ordenado sacerdote y emigró a Canadá al cuidado de 150 huérfanos polacos cuyos padres murieron en los Gulag del comunismo ruso. En 1982, asistió a la canonización de su padre espiritual por parte de San Juan Pablo II.
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LIBROS
Newman y el Concilio Vaticano II Verdaderamente estamos frente a un libro* muy iluminador y altamente recomendable, a cincuenta años del Concilio, guiados por el pensamiento del beato John Henry Newman.
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l padre Ian Ker hace tiempo que es considerado, no solo en Inglaterra, uno de los referentes más importantes de la vida y obra de John Henry Newman, beatificado en 2010 por el Papa Benedicto XVI. Precisamente en esa ocasión eclesial, en el marco de un simposio que tuvo lugar el día antes de la beatificación, expuso algunas ideas sobre el pensamiento del cardenal inglés en relación al Concilio Vaticano II, que encontramos ahora desarrolladas en este libro. Ker afirma ya en la introducción cómo la teología de Newman anticipó
la nouvelle théologie, que a su vez precedió al Concilio, donde muchos de sus documentos reflejan la influencia newmaniana, especialmente Dei Verbum, que reconoce el desarrollo dogmático, y Lumen gentium, sobre el misterio de la Iglesia. Por otra parte, el autor advierte sobre la incomprensión de aquellos que han tratado de ident ificar a Newman, sorprendentemente, o como un conservador tradicionalista o como un liberal disidente, tomando esta o aquella cita fuera del contexto de toda su obra. No fue ni una cosa ni la otra, sino “un pen-
* Ian Ker, Newman on Vatican II, Oxford University Press, Oxford, 2014, 167 págs.
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sador complejo y sutil que rehusó ver los asuntos según alternativas en blanco y negro”. De este modo, su teología “es a la vez innovadora y conservadora, y su propio desarrollo teológico muestra a la vez cambio y continuidad”. De allí su vínculo con el Vaticano II. El primer capítulo, “El radical conservador”, trata de este perfil característico de Newman. Precisamente, su Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana muestra la existencia, a lo largo de la historia de la Iglesia, de un desarrollo homogéneo que es continuidad con el origen, pero a la vez incluye cambios que no son ruptura con el mismo. El autor remite aquí a la lúcida advertencia de Benedicto XVI acerca de las dos hermenéuticas que se han dado acerca del Vaticano II, una de continuidad y otra de ruptura, afirmando la legitimidad de la primera. El capítulo segundo aborda este tema: “La hermenéutica del cambio en la continuidad”. Ker presenta, además, lo que llama una “mini-teología de los concilios”, que descubre en las cartas que Newman escribió durante y después del primer Concilio Vaticano en 1870. Siguiendo este epistolario, se ve la conexión histórica que hubo entre los distintos concilios y “cómo un concilio modifica por adición lo que el previo concilio enseñó, y cómo entonces los concilios representan tanto el cambio como la continuidad”. A este capítulo tercero, “Hacia una teología de los Concilios”, le sigue el cuarto, “La Iglesia carismática”, pues aquella teología permitiría, según el autor, una hermenéutica para comprender cómo han surgido, después del Concilio Vaticano II, cuestiones que el
mismo Concilio no había tratado, tales como el tema de la evangelización y los movimientos y comunidades eclesiales. Newman ilumina esto en su Ensayo sobre el desarrollo, mostrando que “las ideas religiosas se hacen más claras con el correr del tiempo”. Esos movimientos, surgidos desde la eclesiología orgánica de los bautizados, que encontramos en los dos primeros capítulos de Lumen gentium, habrían entusiasmado a Newman, líder del Movimiento de Oxford como anglicano, y fundador del Oratorio de San Felipe Neri, como católico, con la esperanza de hacer surgir con él un movimiento similar frente al anti-catolicismo de la época. El capítulo quinto, “Algunas consecuencias no intentadas por el Vaticano II”, hace un análisis muy agudo de las exageraciones que han distorsionado algunos documentos del mismo, y cómo lo que Newman anticipa de estas enseñanzas provee una hermenéutica correctiva. En el sexto y último capítulo, “Secularización y nueva evangelización”, se pregunta si Newman puede ofrecer alguna contribución a estos problemas actuales. El autor muestra que, en efecto, “Newman anticipó el fenómeno de la secularización” en uno de sus últimos sermones católicos, y también propuso un tipo de evangelización basada en una catequesis personalista, que el padre Ker descubre en la novela “Callista”, donde Newman “apela al deseo humano universal de felicidad y plenitud, enfatizando la necesidad de responder a los afectos y aspiraciones encerradas en el corazón humano”. El Evangelio de Cristo es el que responde a esta necesidad. Para Newman la existencia de un Dios
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personal está implicada en la misma existencia de la persona humana, lo que él mismo experimentó en su primera juventud, y de lo cual da testimonio en la Apologia pro vita sua, como “el pensamiento de dos y solo dos seres absoluta y luminosamente autoevidentes, yo y mi Creador”. Por ello, presenta en la joven Callista esa búsqueda de “algo que no sabemos bien qué es, pero que estamos seguros que es algo que el mundo no nos ha dado”, “algún objeto que pueda poseerme”, “alguna cosa para descansar en ella”, “algo para amar”. “El alma del hombre está hecha para la contemplación de su Creador, y…su felicidad no es sino esa alta contemplación”. El autor señala cómo Newman buscó en sus sermones “hacer real” la figura del Cristo de los evangelios, y cómo esto es lo que convierte a aquella joven del siglo IV. Y señala asimismo cómo Newman, lamentando la ignorancia de los evangelios entre los católicos de su tiempo, insistía en que el catolicismo no era nada sin la contemplación vívida de Cristo. Estaba preocupado en su tiempo con justificar la fe religiosa en una cultura y sociedad secularizadas, y proponía un tipo de apologética que tuviese en cuenta las disposiciones del sujeto, y que hubiera recomendado hoy a la Iglesia para la nueva evangelización de los post-cristianos.
El padre Ker recuerda en la conclusión que Newman rehusó participar en el Concilio Vaticano I al que había sido invitado, y que se puede suponer que habría hecho lo mismo si hubiese vivido en tiempos del Vaticano II. De hecho, se lo ha llamado el “cardenal ausente”. El autor afirma que Newman se habría encontrado del lado de los reformadores, pero no en la postura de discontinuidad con el pasado, sino en la visión moderada de grandes teólogos como Daniélou, De Lubac, del mismo joven obispo Karol Wojtyla, futuro Juan Pablo II, o el joven perito Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI, y todos aquellos que interpretaron el Concilio de acuerdo a la hermenéutica de la reforma en la continuidad. Verdaderamente estamos frente a un libro muy iluminador y altamente recomendable, a cincuenta años del Concilio, guiados por el pensamiento del beato John Henry Newman, el cardenal ausente y presente a la vez, que, de ser canonizado, el padre Ker asegura, será declarado Doctor de la Iglesia en relación al Concilio Vaticano II, de modo análogo a como es considerado San Roberto Bellarmino Doctor de la Iglesia en relación al Concilio de Trento. Interesante analogía. FERNANDO MARÍA CAVALLER Adquirir vía Internet en www.global.oup.com
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LA MUJER EN LA TRAGEDIA ATENIENSE Y CRISTIANA Destaca el punto de vista en el que se sitúa Inés de Cassagne para desplegar su análisis en la obra*. Adopta una perspectiva esencialmente cristiana y la tragedia es analizada cara a una posterior culminación de los anhelos expresados en la forma literaria por los autores griegos, en una visión del hombre que encuentra su clave en la Encarnación del Verbo.
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través de la mirada de Inés Futten de Cassagne, Doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires, nos adentramos en esta obra en el mundo de la tragedia griega. La autora hace su reflexión desde un punto de vista particular, el del papel de la mujer en cinco tragedias y una posterior —e iluminadora— comparación con el modelo femenino en una obra temprana de la era cristiana, el Christus Patiens de Gregorio de Nacianzo. Destaca el punto de vista en el que se sitúa Inés de Cassagne para desplegar su análisis. Abiertamente adopta una perspectiva esencialmente cristiana, y la tragedia es analizada cara a una posterior culminación de los anhelos expresados en la forma literaria por los autores griegos, en una visión del hombre que encuentra su clave en la Encarnación del Verbo. Es este el acontecimiento desde el que se responden inquietudes antropológicas y trascendentales que atraviesan la cultura y tiempo particulares. Las tragedias, dice Cassagne, son “espejo del corazón huma-
no” (p. 73), “tocan las fibras más íntimas del corazón humano: tanto su ansia de grandeza y dignidad, como su tendencia a la desmesura, que lo hunde en la miseria y en la indignidad” (p. 13). Dice la autora que es fructífero leer esas obras “a la luz de Cristo”. Bajo ese prisma ciertos aspectos aparecen “sin interés para la vida que Él inaugura”, mientras que otros revelan “un significado latente y aprovechable para la vida cristiana” (p. 15). De ahí el propósito que Cassagne se traza, el de una “a-létheia”, es decir, una de-velación: “Nosotros hemos elegido la tragedia ateniense del siglo V A.C. por parecernos que la lectura cristiana descubre en ella aspectos que merecen ser tenidos en cuenta para nuestra formación y reflexión” (p. 15). Hecha esta advertencia en el inicio de la obra no resulta pertinente criticar una interpretación que en ciertos aspectos puede resultar forzada, si es que se considera que los autores griegos no pretendían construir sus obras respecto a una cúspide de la historia concebida en relación al Dios
* Inés Futten de Cassagne, La mujer en la tragedia ateniense y cristiana, Editorial Promesa, San José de Costa Rica, 2014, 229 págs.
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Encarnado. Inés de Cassagne identifica su lectura como “doble”: la primera lectura básica y directa la pone en contacto con el “logos” del autor y en la segunda reconoce “otro ‘logos’, del que quizá el autor no es consciente, proveniente de otra parte, al que llamo ‘logos profético’” (p. 213). Así, adhiere a lo que sostienen los Padres al considerar que la cultura griega contenía bienes cuya fuente está en Dios y que por ello llevan a esa fuente: “Hay que ejercer un discernimiento para descubrirlos, retenerlos e integrarlos con sumo provecho” (p. 16). En este sentido el libro de Cassagne recuerda los trabajos del teólogo belga Charles Moeller en Sabiduría griega y paradoja cristiana, libro en el que la creación literaria griega es analizada en una tensión de necesidad hacia una perfección que ha de venir con el cristianismo. Hay que recordar que la tragedia es más que una creación con fines recreativos. Es una pieza de carácter religioso. Cassagne destaca que es liturgia, que manifiesta la creencia de un cosmos, es decir, la concepción de la existencia de un logos, la presencia de un orden y de un ordenador que configuró al mundo desde un caos primitivo. La tragedia enseñaba la pietas o virtud de venerar las sagradas leyes eternas. En este contexto Cassagne, dialogando principalmente con el estudio de Kitto, se adentra en los personajes de cinco figuras femeninas griegas: las hijas de Dánao que integran el grupo de Las suplicantes de Esquilo; Antígona de Sófocles; Medea, Alcestis e Ifigenia en Aulis de Eurípides. Es este último autor —y en esto la postura de Cassagne se asimila también a Moeller— el más trágico de los trágicos según Aristóteles y el último del trío de los grandes,
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el que parece aproximarse más al umbral de lo que será la concepción cristiana del hombre. Al menos, es posible detectar esta proximidad por el dolor de la carencia que manifiestan sus piezas trágicas, y su capacidad de identificar con especial intensidad la limitación de los dioses griegos que no pueden sufrir ni contaminarse con las miserias humanas. Las mujeres, consideradas miembros más débiles de la especie humana, viven oprimidas y perecen víctimas de la injusticia. Son, sin embargo, lúcidos y, muchas veces, heroicos testigos de un orden superior que no siempre se cumple en su entorno social. Antígona es “enterrada” viva en una cueva por su piedad que la lleva a respetar las leyes de los dioses por sobre las de los hombres; Medea, la mujer bárbara, cae en la locura y la sed de sangre al verse traicionada injustamente por su marido Jasón, que la repudia para casarse con una princesa griega; las danaides claman por justicia ante la hybris masculina, buscando en Argos el amparo que no encontraron en Egipto; Ifigenia se entrega al sacrificio que le exige su padre Agamenón, encontrando un sentido a su terrible destino en la confianza de una sabiduría divina que supera la suya propia. Los autores trágicos apuntan a una insuficiencia del aparato social al presentarlas a ellas como heroínas, al dar voz a la mirada que caracteriza su sensibilidad femenina y al justificar sus actos extremos en razón de una justicia superior. Dice Cassagne: “Como los poetas atenienses son profundos pensadores, no se ligan a la mera legislación vigente. Con mirada aguda tratan de sondear en la realidad de las cosas, y de captar en ellas el ‘logos’ o sentido que las funda y que, por lo tanto, dicta también la ley que debería
regirlas. Cuando ven que la ley humana no se moldea sobre esta ley divina que la razón podría descubrir en la esencia de las cosas, no tiene inconveniente en indicárselo al pueblo ateniense” (p. 23). Brilla el caso de la Alcestis de Eurípides, ejemplar único dentro del género y por tanto difícil de clasificar como únicamente “trágica”. Es ella la mujer virtuosa que muere en el lugar de su marido. Alcestis encarna los ideales del matrimonio y lo femenino. Su final tiene un giro inesperado, pues, por intervención de Hércules, es resucitada y devuelta a los brazos de su esposo. La tragedia tiene así un final feliz y está cargada de figuraciones que pueden ser leídas en clave cristiana, entre las que destacan las personificaciones de Hércules y Apolo. Al comparar a las mujeres griegas —cuyos caracteres admirables relucen frente a una masculinidad que las juzga con una
actitud de desprecio— con el personaje de María en la obra de Gregorio de Nacianzo se comprende, según Cassagne, que los Padres de la Iglesia hayan visto en estas mujeres de la Antigüedad prefiguraciones de la Madre de Cristo. La obra de Cassagne las observa en este horizonte, mostrando a través de una “tragedia” cristiana cómo en María se cumplieron los anhelos femeninos y cómo la mujer fue elevada a su antigua dignidad —perdida desde Eva— por medio de la Redención. No hay que olvidar que los autores cristianos, lejos de rechazar la herencia del mundo Antiguo, incorporaron las imágenes míticas de este para comunicar mediante una variación de ellas su propia cosmovisión.
Dos amigas frente al misterio Fe y ciencia en el diálogo sobre el hombre y su destino
El libro del padre Martino de Carli, profesor de la Fac-
Martino de Carli Ediciones UC Santiago de Chile, 2015 265 págs.
BERNARDITA CUBILLOS Adquirir vía Internet en www.promesacultural.com
ultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, se publica en un momento que no puede ser más oportuno. La reciente encíclica Laudato si’, del Papa Francisco, comparte con esta obra la preocupación por aunar los territorios de la fe y la ciencia ―la moral y la investigación científica―, en un intento por crear conciencia en la sociedad de que solo unidas y en constante diálogo podrán salvar al hombre. Fe y ciencia son unidas por De Carli mediante una relación de amistad. Los verdaderos amigos se caracterizan por estar siempre dispuestos cuando se requiere su ayuda, se tienen al lado en los buenos y malos momentos y nunca exigen reciprocidad. Pero, lo más importante, los amigos “comparten siempre un camino” (p.257) y su relación no es el resultado de un contrato o acuerdo, sino de “una aventura compartida” (p.257). La fe y la ciencia quedan así entreveradas en una misma aventura en la que una debe ayudar y enriquecer a la otra.
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El libro se divide en cuatro partes bien diferenciadas que se van hilvanando tenazmente conforme se avanza en su lectura. Todas ellas se aúnan para confluir en un todo final que resulta al lector del todo lógico y concluyente. La primera parte se adentra en el misterio de la interioridad del hombre. El autor se refiere en esta sección a las dimensiones más esenciales del ser humano: desde el asombro ante la realidad como inicio del conocimiento, hasta las aspiraciones más altas de la razón, pasando por el terreno de la voluntad y la libertad. Todas estas caras forman parte de un mismo prisma, se colman de sentido ante una única meta: la afirmación de la existencia del misterio. Razón y libertad anhelan lo infinito, esto es, a Dios mismo. Pero al tiempo saben que sus límites finitos les impiden tal propósito. La percepción de un inalcanzable, la paradoja de un “espíritu que desea contra un mundo que decepciona” (p. 88) es el contrasentido más trágico en la vida del hombre, pero, al mismo tiempo, lo que caracteriza de modo más radical su esencia. Martino di Carli dedica la segunda parte del libro a detallar por separado el método religioso y el método de la ciencia. Esta confrontación permitirá encontrar aquello que finalmente los une en un mismo espacio. Sin restarles ni un ápice de importancia a los desarrollos y avances de la ciencia experimental, el autor va develando cómo, necesariamente, la ciencia dirige al investigador hacia el horizonte de lo infinito. Pero no puede ir más allá. Es precisamente en ese umbral donde la fe le tiende la mano para ayudarla a ser mejor ella misma. La novedad que introduce el cristianismo, a partir de la Revelación, es el hilo conductor de la tercera parte. En esta sección, temas tan diferentes como el mito, la experiencia del dolor o las modernas neurociencias se verán traspasadas por la luz de la Revelación bíblica, adquiriendo así un nuevo sentido. Frente a todas estas cuestiones, el cristianismo ―concluirá De Carli― constituye una opción por la racionalidad, esto es, un creer que detrás de todo hay una Inteligencia en la que podemos confiar. La cuarta y última parte demostrará cómo es posible que fe y ciencia se aúnen en una relación de íntima amistad, una relación que, por cierto, ya existía para los primeros Padres de la Iglesia y durante la Edad Media, pero que, bajo la bandera orgullosa
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de la Modernidad, perdieron los lazos que las unían y acabaron por pertenecer a ámbitos tan distintos como irreductibles. ¿Y cómo es posible esta amistad? La respuesta a esta pregunta descansará en las enseñanzas de Joseph Ratzinger. El Papa emérito advierte sobre los peligros del llamado “universalismo científico”, un idealismo que nace en la Modernidad y en donde ciencia y tecnología se alían creyéndose con la capacidad de ofrecer un juicio absoluto sobre cualquier aspecto de la realidad. Esta superioridad se basa en que toda su estructura descansa en el “infalible” método matemático. El conocimiento científico cree estar así por encima de cualquier otro conocimiento, se cree omnipotente, capaz de todo. El resultado de dejar que la razón actúe en solitario ―sin la fe, sin la moral, sin la caridad― ya se ha podido observar a lo largo del siglo XX. La propuesta de Ratzinger para evitar otro acontecimiento similar es, en efecto, el diálogo entre fe y razón. Ciencia y fe pueden ser amigas, ayudarse mutuamente y compartir una misma aventura. Allí donde la ciencia encuentra su límite, la fe aparece como luz capaz de iluminar lo que está oscuro y, juntas, solo juntas, podrán responder a los anhelos más radicales del hombre y alcanzar la Verdad y la Salvación. Dos amigas frente al misterio ofrece una temática de total actualidad, enriquecida por el enfoque interdisciplinar con que Martino de Carli aborda todos y cada uno de los capítulos que la conforman. Se hace notar que esta obra es el resultado de un profundo y diligente diálogo con sus alumnos, porque cada argumento queda bien construido y porque cada palabra apunta con precisión a aquello que quiere decir. También cabe resaltar, para los amantes del arte, las pertinentes referencias del autor a obras de artistas como Matisse o Masaccio, a la poesía de Borges o incluso al Réquiem de Mozart. Un conjunto de obras artísticas que, en varias ocasiones a lo largo del libro, ilustran al lector y le permiten entender mejor una explicación o un ejemplo. Un estudio novedoso que puede ayudar a ahondar más profundamente en el mensaje que el Papa Francisco dibuja en su encíclica Laudato si’. María Gil de Pareja Adquirir vía Internet en www.ediciones.uc.cl
El Papa Francisco. Esta economía mata Papa Francesco. Questa economia uccide Andrea Tornielli y Giacomo Galeazzi Edizioni Piemme Milán, 2015 226 págs.
En diversas ocasiones, el Papa Francisco ha hecho declaraciones sobre la economía actual que han desconcertado a más de un observador, especialmente en el mundo estadounidense e inglés, por no considerarse correctas, sino abiertamente revolucionarias o “marxistas”. La frase más citada, casi emblemática, es la que da el título al libro, tomada de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium: “Esta economía mata”. Por este motivo, dos vaticanistas han querido recoger en un volumen gran parte de los textos que expresan el pensamiento del Papa Bergoglio en materia de capitalismo y economía de mercado, procurando enmarcarlos en el contexto más amplio y hacer posible así comprender el verdadero pensamiento del Pontífice. Claramente, el propósito del libro es la defensa del pensamiento del Papa, y los diversos capítulos se suceden de manera ágil para refutar las acusaciones que se le han hecho, las cuales también son ampliamente documentadas. Nada ideológico —ni mucho menos marxista— tienen las frases del Papa Francisco: simplemente reflejan el pensamiento y el mensaje del Evangelio. La preocupación por los pobres (que no tiene relación con el pauperismo, al cual tanto critica el mismo Papa, considerándolo “una caricatura del Evangelio y de la pobreza misma”, p. 211) ha estado presente en toda la historia de la Iglesia, constituyendo la principal preocupación de los santos, especialmente los fundadores de Órdenes y Congregaciones. Así, los autores se refieren continuamente a las enseñanzas de los Papas
anteriores, sobre todo a Quadragesimo anno de Pío XI, fácilmente olvidada, además escrita inmediatamente después de una crisis económica grave, y que hablaba de “imperialismo internacional del dinero” y de un sistema “de economía especulativa capaz de empobrecer al instante a millones de familias”. Pío XI fue profético, por cuanto intuyó que esta forma de capitalismo no permitiría una distribución equitativa de la riqueza” (Gotti Tedeschi, p. 175). También Benedicto XVI fue criticado ásperamente por sus objeciones al capitalismo en Caritas in veritate, considerada “una inversión del rumbo con respecto a Centesimus annus” (G. Weigel) de Juan Pablo II, quien en cambio habría confirmado la alianza entre Iglesia y libre mercado. Substancialmente, los críticos están dispuestos a aceptar denuncias de los límites existentes, aun cuando no incidan en el sistema mismo, olvidando, por ejemplo, que la crisis actual nació precisamente en los Estados Unidos de América, que constituyen el país guía del mundo capitalista. En la entrevista concedida a los dos autores, que pone fin al volumen, el Papa admite que “la globalización ha ayudado a muchas personas a salir de la pobreza, pero ha condenado a muchas otras a morir de hambre” (p. 205). Lo que el Papa condena es la economía financiera que ha tomado en gran medida la delantera en relación con la economía real, aumentando las disparidades. Zamagni, en su referida entrevista, señala que en 1980 los activos financieros a nivel global eran equivalentes al PIB mundial (27 trillones de dólares). En 2007 habían aumentado a 240 trillones, con un PIB mundial de 60 trillones: el cuádruplo (ver p. 190). Así, el Papa invoca una regulación del mercado, en particular el mercado financiero, que se ha mostrado incapaz de autorregularse y ha terminado por poner al dinero, antes que al hombre, en el centro de la totalidad del sistema, en una nueva forma de idolatría. En otras palabras, la pobreza absoluta ha disminuido (y para combatirla basta con intervenir en los mecanismos de distribución), pero ha aumentado la desigualdad, y para combatir esta última se requiere intervenir en la producción misma, en la cual la Iglesia no se interesaba mucho en el pasado. Además del mercado que reduce las desigualdades hay ciertamente uno que las hace aumentar, y precisamente este ha llegado a tener hegemonía, como lo denuncia el Papa Francisco, del mismo modo como, además de un ámbito financiero útil, existe uno puramente especulativo.
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Los autores se preocupan justamente, incluso con riesgo de fragmentar el discurso, de documentar también el trasfondo cultural y experiencial de Bergoglio, latinoamericano y de una nación donde ha habido una inflación catastrófica y default a nivel nacional. En Argentina, la Iglesia ha debido y sabido penetrar en las periferias y en las villas miseria de Buenos Aires, encontrándose en contacto directo con todos aquellos que quedaron al margen del bienestar moderno y de hecho fueron excluidos del mismo, convirtiéndose en su “descarte”, expresión muy apreciada por el actual Pontífice. El hecho de que el sistema socialista haya resultado perdedor —el Papa Francisco lo define simplemente como “un sistema equivocado”— no significa que el capitalismo sea lo mejor en todo sentido; como todos los últimos Papas han repetido, este requiere profundas y continuas reformas que le den un alma y un mayor contenido de humanidad. El libro nos parece bien logrado, si bien no se trata de un trabajo científico de investigación académica sistemática (tampoco el Papa habla en calidad de economista), y es de lectura agradable, como corresponde a una obra de buenos periodistas, variado en sus aspectos y debidamente conducido. En medio de las polémicas (muchos, en realidad, atacan al Papa en materia económica, porque no comparten su estilo como persona y como guía de la Iglesia), nos parece un buen método de discernimiento, que tiene también en cuenta las objeciones dirigidas al Papa y las refuta con garbo y decisión. GianPaolo Salvini La Civiltà Cattolica Adquirir vía Internet en www.edizpiemme.it
Gaudí: el hombre, el artista, el cristiano Cardenal Lluís Martínez Sistach Ciudad Nueva Madrid, 2014 141 págs.
El
cardenal arzobispo de Barcelona escribió este hermoso, breve e inspirado libro sobre la obra mayor del arquitecto catalán Antonio Gaudí, que es la Basílica de la Sagrada Familia ubicada en Barcelona.
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Primero, el Pastor lo describe como persona. Antonio Gaudí es una persona de convicciones muy firmes. Aparentemente era huraño y algo adusto en el trato con las personas. Pero cuando estas eran modestas y con pobreza de espíritu, se revelaba sencillo, franco y cordial. Muy sincero y exigente consigo mismo. Gran creyente, levantó el templo como una alabanza a Dios, humilde por parte de él, y gloriosa en su objetivo, un oasis de armonía en la gran ciudad. Persona de mucha Fe, consideraba todo providencial: el encargo como arquitecto, el tiempo que demoraba el templo en construirse. Él decía: «Mi mandante no tiene apuro», «san José terminará la iglesia». En esto la Sagrada Familia sigue la tradición de las grandes catedrales de Europa. Su autor y limosnero posiblemente será el primer arquitecto declarado santo por la Iglesia. El templo está dedicado a la Sagrada Familia: Jesús, María y José, la Trinidad humana, protectora de todas las familias del mundo y devoción especial en Barcelona. El bien de la tierra y de la Iglesia dependen de la salud del matrimonio y de la familia, asimismo del respeto y alabanza por la vida. El reciente Sínodo de la Familia tiene como centros de oración la Basílica de la Natividad en Belén, la Casa de Loreto en Italia y la Sagrada Familia en Barcelona. Antonio Gaudí procede con la libertad que ofrece la Fe, resultando una obra de una imaginación y fantasía admirables: El conjunto piramidal, las fachadas, los pilares y las naves interiores, las torres, las escalas, las galerías, los balcones, los detalles menores, todo es sorprendente y de una belleza única. Cuando el Papa Benedicto llegó a Barcelona para consagrar el Templo, quedó muy impresionado por su belleza, esplendor de la verdad y de la sabiduría. La Biblia adquiere en esta Iglesia forma arquitectónica: la torre mayor situada en el centro, sobre el crucero, está dedicada a Cristo, y está coronada por una cruz de cuatro brazos que se abren en el sentido de los
cuatro puntos cardinales, a 170 metros de altura. Luego están las torres de la Virgen María sobre el ábside, de los Evangelistas y de los Apóstoles. La fachada de la Pasión es austera y dramática, reflejo del dolor de la humanidad de Cristo. La fachada de la Gloria está por construirse, y seguramente será muy luminosa, como es la Resurrección del Señor y será la nuestra. Antonio Gaudí solo la esbozó, y decía que esperaba que las nuevas generaciones la completaran. La santa Liturgia es una permanente alabanza a Dios en la Tierra, y está especialmente considerada en la Sagrada Familia, que es una plegaria pétrea animada por la luz, igual que las antiguas catedrales de Europa. En todo Gaudí prevalece una visión profundamente cristiana. Considera que las formas curvas son propias de la Creación divina, y están presentes en la naturaleza. Por eso tiene como fuente de inspiración los elementos naturales, las células, los troncos, las ramas, hojas y flores. De ahí salen los pilares inclinados y las bóvedas de doble curvatura que son paraboloides hiperbólicos. Las alabanzas «Sanctus, Sanctus, Sanctus», Hosanna a la Santísima Trinidad, suben en forma helicoidal y vertical en las torres, para perderse en el cielo azul del Mediterráneo, igual que el incienso de la liturgia. La Iglesia tiene una planta basilical que es una bóveda vegetal con columnas que surgen como troncos antes de dividirse en ramas mayores y menores. Los arcos parabólicos siguen la catenaria de la parábola para adaptarse a la fuerza de gravedad. Gracias a las formas parabólicas, las fuerzas llegan naturalmente al suelo, sin necesidad de contrafuertes. Los pilares de las naves y las torres son esculturas de raíz geométrica que siempre sorprenden con la cambiante luz de las diferentes horas del día y las estaciones del año. Gaudí trabajaba mucho con la luz. Los pináculos de las torres están revestidos con azulejos quebrados de diferentes colores muy vivos que brillan alegremente con la luz del Mediterráneo. En el techo la luz entra al interior de la doble cubierta, adquiere color y luego es reflejada hacia abajo a través de paraboloides hiperbólicos, como focos de mucha intensidad. Aquí se realiza el «juego sabio, correcto y magnífico del espacio bajo la luz del sol». Nuestro arquitecto, hijo de la Luz, poeta y místico, debe ser reconocido por haber levantado este extraordinario y luminoso templo gracias a su genial talento, como también a su generosa dedicación a recabar el aporte económico de todo el pueblo fiel, venciendo muchas incomprensiones. Se espera que el reconocimiento
por la Iglesia de su vida santa enaltezca su ejemplo y la profunda enseñanza espiritual que su obra lega a las nuevas generaciones, no solo ibéricas, sino del orbe global, que peregrinan constantemente a la basílica de la Sagrada Familia en Barcelona. Raúl Irarrázabal Covarrubias Adquirir vía Internet en www.ciudadnueva.com
Mi batalla contra Hitler: fe, verdad y desafío en la sombra del Tercer Reich My Battle against Hitler: faith, truth and defiance in the shadow of the Third Reich. Dietrich Von Hildebrand. Image Nueva York, 2014 341 págs.
A 101 años del inicio de la Primera Guerra Mundial y 70 de la Segunda, el ciudadano común y el historiador de oficio reflexionan acerca de los hechos y consecuencias que ambos episodios nos legaron. ¿Cómo una Europa con tradiciones filosóficas y políticas ancladas en su fe cristiana y en la primacía del ser humano, llegó a encandilarse con ideas tan contrarias a estos elementos, ocasionando tal reguero de muerte y destrucción? Dietrich von Hildebrand (1889 - 1977), filósofo alemán converso al catolicismo e importante exponente de la corriente personalista, entrega el testimonio de un intelectual que contempló con horror el avance de una ideología contraria a las raíces espirituales y políticas de Occidente. Un estado que buscaba imponerse por sobre la persona, subyugándola a propósitos totalitarios. Si bien sus críticas se centraban principalmente
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en el nacionalsocialismo, extendió esta categoría a la Rusia bolchevique, también identificada como sistema totalitario. Su visión acerca del fascismo italiano y la figura de Mussolini es bastante más matizada. Opositor a toda forma de nacionalismo (que distinguía de una correcta idea nacional y patriótica), fue enemigo del movimiento nazi por haber condenado públicamente en 1921 la invasión alemana de Bélgica en 1914. En estos años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial, Von Hildebrand combatía la gran corriente nacionalista que invadía Alemania y de la cual hizo eco y profitó Adolfo Hitler. Sin embargo, se observa como testimonio de un período histórico complejo, que estas memorias reflejan, que a la par del auge nacionalista, se perfilaba el bolchevismo, cuya oposición al nacionalsocialismo tampoco constituía garantía de libertad y seguridad para la persona, eje central de la reflexión filosófica de este intelectual. El libro se encuentra dividido en dos secciones. La primera consiste en un extracto de sus memorias entre los años 1921 y 1938. Este último año agrega nuevos detalles a la información que hasta ahora se manejaba sobre su huida desde Viena hacia Estados Unidos, tras la anexión de Austria a la Alemania Nazi en el mes de marzo. Varias investigaciones permitieron constatar el intento de Franz von Papen —diplomático y político alemán— para asesinar al filósofo en los meses previos a la anexión, dada la importancia que había alcanzado entre la oposición al régimen. Von Hildebrand sabía que sus pasos eran seguidos muy de cerca por los nazis desde 1935; por lo tanto, el anuncio de la inminente llegada de Hitler a Viena el 11 de marzo de 1938, provocó su inmediata salida hacia la República Checa. Esta primera parte, además de relatar las acciones del filósofo en la medida que el nacionalsocialismo avanzaba en Alemania, da cuenta de la enorme labor llevada a cabo en los círculos intelectuales y teológicos, con el fin de aunar una sólida oposición hacia la ideología nacionalsocialista. Las páginas en torno a las reuniones llevadas a cabo en su casa o las presentaciones en congresos y universidades, donde se evidencia el contacto con figuras connotadas de la intelectualidad de la época, constituyen verdadero deleite para el lector interesado en estos temas. Con la llegada de Hitler al poder en 1933, Dietrich von Hildebrand abandonó Alemania con rumbo a Florencia y luego Austria, decidido a iniciar la resistencia intelectual al nacionalsocialismo. Su clara visión respecto de los
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elementos centrales de esta doctrina, tales como el antisemitismo y orientación anticristiana (entre otros), le hicieron desistir de permanecer en un país en el que para sobrevivir, podría verse obligado a entrar en concesiones con una ideología inaceptable. Aunque no desestimó la opción de otros filósofos de quedarse en Alemania, atravesó sus fronteras seguro de estar cumpliendo la misión querida por Dios para él. Su elección de Austria como centro de operaciones, estuvo guiada principalmente por el levantamiento del Canciller Engelbert Dollfuss, conservador corporativista y miembro del partido socialcristiano austríaco. Dollfuss compartía la férrea oposición de Von Hildebrand al nacionalsocialismo, enfrentando y reprimiendo tanto a la extrema izquierda como al partido Nazi austríaco, promotor de la anexión de Austria a la Alemania Nazi. Ambos extremos mantenían al país en un estado de gran efervescencia social. Es interesante la visión compartida por Dollfuss y Von Hildebrand acerca de una Austria defensora de la tradición cultural y católica de Occidente, ante una Alemania permeada por elementos opuestos a ella. El filósofo alemán obtuvo el apoyo del Canciller a su causa, consiguiendo los medios para fundar su periódico Der christliche Ständestaat (“El Estado Corporativo Cristiano”) y la posibilidad de enseñar filosofía en universidades austríacas. El fuerte impacto que sobre él ejerció el Canciller, explica cuán profundamente sintió su muerte por asesinato en julio de 1934. Luego de ello, su labor de denuncia se hizo cada vez más difícil, en tanto que el gobierno austríaco intentaba una política de “convivencia pacífica” con la Alemania nazi. Ello, a ojos de Dietrich, constituía una quimera impracticable: tarde o temprano, la anexión llegaría. Un segundo capítulo comprende una interesante selección de sus artículos publicados principalmente en Der christliche Ständestaat entre 1934 y 1937 (a excepción de uno impreso en el diario Free World y otro en Die Erfüllung), dirigidos a combatir en el terreno de las ideas el avance de las ideologías nacionalsocialista y bolchevique. Temas transversales a estos escritos fueron el antisemitismo, el nacionalismo, nacionalsocialismo y el personalismo, en oposición al colectivismo y al individualismo, entre otros. Como ejemplo de la defensa del pueblo judío, destacamos el artículo “The jews and the Christian West”, publicado en 1937 en Die Erfüllung. En estas páginas, de gran profundidad y belleza argumentativa, Dietrich
desarrolló la idea de unidad entre el pueblo de Israel y el occidente cristiano, al ser los judíos el primer pueblo al cual Dios habló directamente en el Antiguo Testamento. En relación a este pasado común, que muestra la predilección de Dios por los israelitas, Von Hildebrand recordó la importancia que reviste la conversión de los judíos para la Iglesia y para cada cristiano, en vez de su persecución por motivos raciales o de cualquier índole. My battle against Hitler logra presentar la complejidad del ambiente político, social, religioso e intelectual de la Alemania nazi, ayudando a la comprensión del verdadero significado del nacionalsocialismo. La radicalidad de las opiniones y acciones de Von Hildebrand respondió a la severidad de las implicancias de esta ideología, en todo sentido. María Luisa Harrison Adquirir vía Internet en www.imagecatholicbooks.com
A la sombra del asombro. El mundo visto por la Física Francisco Claro Ediciones UC Santiago de Chile, 2015 268 págs.
La sobreabundancia de información no solo hace necesario ciertos criterios y orientaciones para navegar en dicho maremagnum, sino que, como es el caso, por ejemplo, del ámbito científico, requiere de la participación de alguien que no solo posea la autoridad para hablar con propiedad sobre dichas muchas veces intrincadas y abstractas materias, sino que también sea capaz de exponer y sintetizar de una forma clara y atrayente
(alejada de la aridez que espanta a legos) y sin desvirtuar los conceptos expuestos recurriendo a simplismos o a pirotecnia verbal que en lugar de iluminar termina confundiendo. No es una tarea sencilla, aunque fuera una labor de tiempo completo, lo que normalmente no es el caso. Se requiere de singular talento y no poco ingenio y generosidad para llegar a un público más amplio, sin descuidar la investigación, la docencia, labores administrativas y demás vicisitudes de la vida diaria a la que está sometido regularmente todo mortal contemporáneo. Afortunadamente tenemos entre nosotros al menos dos distinguidos físicos teóricos con una encomiable vocación comunicadora, Francisco Claro y Andrés Gomberoff (este último colaborando frecuentemente con el físico trasandino José Edelstein, profesor de la Universidad de Santiago de Compostela), quienes han llevado la divulgación científica a un plano que no solo no desmerece frente a la de mejor calidad que se practica en países de vasta tradición científica (tanto en ensayo científico como divulgación donde destacan autores como Freeman Dyson, Steven Weinberg, Roger Penrose, Stephen Hawking, Leonard Susskind, Frank Wilczek, David Deutsch, Kip Thorne, Martin Rees, John Barrow, Paul Davies, Lee Smolin, Gerard’t Hooft, Subrahmanyan Chandrasekhar, Douglas Hofstadter y un largo y distinguidísimo etcétera, para no mencionar la labor valiosa de varios bien informados y talentosos escritores científicos). Un aporte significativo de estos próceres chilenos, cada uno con un estilo cautivador en el que se despliega un lenguaje de gran calidad, salpicado de encanto y humor, complementado por historias y anécdotas que enriquecen la lectura y la convierten en algo apasionante y del mayor interés. La profundidad de las ideas involucradas, y lo alejado del ámbito del sentido común en que se mueve la física de frontera, requieren de un esfuerzo importante del lector interesado aunque no familiarizado con estos temas, por lo que todo esfuerzo por estrechar la brecha del conocimiento es bienvenida. Me viene a la memoria la aseveración de un profesor de física que decía que la ciencia bien hecha debiera ser una de las humanidades. Al menos para comunicarla, se podría afirmar que es condición si ne qua non. Ediciones Universidad Católica de Chile acaba de reeditar A la sombra del asombro, un libro escrito por el profesor Francisco Claro, y que se publicara por primera vez hace dos décadas y que ahora incluye novedades en
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la frontera, como el grafeno, el hallazgo en el Gran Colisionador de Hadrones del CERN en Suiza, de la partícula que da origen a la masa en las partículas elementales, el famoso Higgs; el descubrimiento de que nuestro universo se encuentra en una etapa acelerada de su expansión. Incluso se comenta acerca de los intentos por encontrar evidencia directa de las ondas gravitacionales, predicción de la teoría de la relatividad general, cuyo centenario los físicos están conmemorando y celebrando con congresos y publicaciones en todo el mundo. El libro está enmarcado por capítulos que tratan acerca de la diversidad y la unidad en la naturaleza física, y entremedio se va desde lo más pequeño, a lo que aglutina (la acción adhesiva que vemos a nuestro alrededor y de la cual derivan las mismas fuerzas que hacen posible la enorme diversidad que vemos a nuestro alrededor), armando el átomo, lo grande y lo más grande. Francisco Claro es un aficionado a la música docta, de fino oído, cualidad que transmite en sus escritos. En mi caso disfruté leyendo en voz alta para escuchar su fraseo, el ritmo, su cadencia y vivacidad. En este breve espacio, no es posible detallar ni hacer justicia al libro, por lo que mostraré trazas de él, para intentar comunicar algo de su estilo. “En los diversos niveles explicativos en que nos situamos hemos encontrado unidades básicas adecuadas para armar la complejidad que nos admira y que utilizamos como peldaños en una escalera desde cada uno de los cuales se nos muestra una determinada perspectiva de la realidad”. “Es un horno encendido donde se cuecen pacientemente las semillas de la complejidad microscópica que nos rodea y constituye”. “En el ámbito del átomo, el mismo lenguaje queda entrampado por la incertidumbre y no se puede utilizar coherentemente”. Hay una multitud de comparaciones y equivalencias que logran hacernos más cercanos y comprensibles muchas de las cifras tan enormes o pequeñas que escapan a nuestra capacidad de imaginar. Es así como el núcleo de un átomo es comparado con una pulga en medio de un estadio. Todas estas comparaciones se pueden comprobar con datos básicos y cálculos sencillos, posibles de realizar para aficionados entusiastas en una servilleta o el reverso de un sobre. Y ya que estamos en el centenario de la Relatividad General, concluyamos con dos frases de Einstein que aparecen en los libros de Francisco Claro: “No soy particu-
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larmente inteligente, ni especialmente dotado. Soy solo muy, pero muy curioso”. “La invención no es producto del pensamiento lógico, aun cuando el producto final está asociado a una estructura lógica”... y una de Nietzsche, que le viene como anillo al dedo a estos científicos que al dejar la infancia no dejaron de hacerse infinidad de preguntas, de imaginar respuestas, de buscarlas sistemáticamente, de inventar.... Ahí se les ve alegres y jugados muy en serio: “La madurez se alcanza cuando recuperamos la seriedad con que jugábamos de niños”. Rafael Rosende Adquirir vía Internet en www.ediciones.uc.cl
La República de las letras Marc Fumaroli Editorial Acantilado Barcelona, 2013 408 págs.
La editorial Acantilado ha unificado por primera vez todos los trabajos dedicados a la República de las letras, que escribiera un erudito en la materia como lo es el pensador francés Marc Fumaroli. Son ensayos y ponencias que nacieron en distintos momentos, pero que reúnen sin duda un concepto que les da unidad: ver cómo nace y se desarrolla la República de las letras. Pero, ¿qué es esta República de las letras? La respuesta no es inmediata ni mucho menos se llega a ella recorriendo estas páginas que nos llevan por un análisis histórico, analizando los hechos más relevantes y los personajes más significativos. Demos un pequeñísimo esbozo a lo que significa
este trabajo. Como dice el mismo Fumaroli, “hacer la historia de esta institución singular y metamórfica es no sólo afrontar Europa bajo una luz desacostumbrada, ni económica, ni militar, sino convencerse también de que una instancia trasnacional semejante es aún más deseable en el siglo del Facebook de lo que fue en el siglo de la invención del libro”. En la Baja Edad Media se produjo una decadencia en la formación cultural, especialmente de los laicos. En este contexto surge la figura de Petrarca, quien “había inventado la mejor vacuna contra los daños colaterales de la imprenta: había hecho revivir la paideia de los griegos, la institutio de los romanos…. A sus discípulos y lectores se les llamó más tarde los humanistas”. Por lo que “esta elite humanista de la cultura, de la ciencia y del gusto no había esperado la invención de la imprenta para tomar conciencia de sí misma… A la cofradía internacional de humanistas misioneros, lanzados a la búsqueda y a la copia de manuscritos de obras antiguas ignoradas, en la estela de Petrarca, uno de sus jóvenes discípulos, Francesco Barbaro, le había dado el nombre, en 1417, de Respublica litterarum, República de las letras”. Su fin era que “había que pedir a la Antigüedad que formara laicos civilizados y modernos, había que reunir el patrimonio filosófico, científico, oratorio, literario, artístico de la Escuela grecorromana para volverla de nuevo fecunda, y era preciso finalmente, prevenir que se reiniciaran unos desastres de transmisión semejantes a los que se habían producido en el siglo VII, y, por razones diferentes, en el siglo IX”. “La República de las letras clásica es filosófica por la devoción de sus miembros en la búsqueda de la verdad”. Esta nueva República se diferencia en su método de la escolástica tradicional. “La renovatio litterarum et artium que había inaugurado Petrarca, se caracteriza ante todo por un cambio de modelo dominante en el diálogo entre letrados. Del modelo dialéctico de la quaestio y de la disputatio que articula el edificio escolástico y la inteligencia teológica del clero y de los monjes, se pasa a un modelo de diálogo de tipo retórico, cuyos géneros clave son la epístola y sus derivados orales, la conversación, y el ensayo”. “El intercambio epistolar entre los vivos y la comunicación, a través de la lectura, con los grandes muertos, dos formas superiores e íntimas del diálogo, crean entre humanistas un vínculo social aparte, en una república invisible cuyo patrimonio común, sin cesar releído, reinterpretado y acrecido, es un bien común. ¿Era una red social la Respublica Litterarum? Sin duda,
pero entre pares epistológrafos reclutados por elección de los propios miembros, y no entre interlocutores numéricos que se supone por definición aritméticamente iguales. Los ciudadanos de esta República invisible no son los cives activos de las repúblicas antiguas, ni los súbditos pasivos de las modernas monarquías, sino unos sujetos de una relación inédita respecto a sí, al prójimo, al conocimiento y a la verdad”. Quisiera contestar una pregunta que se formula el autor: “¿De dónde proviene esta expresión inédita? Propongo ver en ella una variante de la fórmula más antigua de Respublica christiana”… “En efecto, ambas expresiones aparecen juntas y como intercambiables, o al menos separadas por un imperceptible matiz, Respublica christiana se remonta a La Ciudad de Dios, en la que San Agustín opone a la definición de Cicerón del Estado Romano su propia definición de Estado en general… En el curso de la discusión de la definición Ciceroniana, en la que el iuris consensus y la utilitatis communio fundan la unidad de un pueblo y la legitimidad de un Estado, San Agustín recusa la noción de derecho, convención humanísima, y la idea de comunidad de intereses, que tiende demasiado a las pasiones egoístas, para basar su definición de la cosa pública en una asociación de seres razonables en la participación concordante en los bienes que aman. En el orden legislativo y del interés, sustituye el orden de la gracia y del amor por su reverso, su caricatura demoníaca, la Ciudad Terrenal. Estos textos, que toda la Edad Media había meditado, estaban tanto más presentes en el espíritu de los humanistas cuanto que hacían dialogar a los dos héroes de Petrarca, Cicerón y San Agustín… Y el sentido que el humanista da a la Respublica en este contexto es una síntesis de las dos definiciones discutidas en La Ciudad de Dios: es a la vez la sociedad unida por el amor a los mismos bienes, y por un derecho y unos intereses comunes. Tiene algo de la Iglesia agustiniana, pero también del Estado romano ideal según Cicerón. Y el elemento racional que san Agustín había querido incluir en su definición se especifica mediante el adjetivo litteraria, que supone a la vez la eruditio de los ciudadanos de esta república y la naturaleza del bien común que los reúne en un mismo amor. Respublica Litteraria destaca sobre el fondo de Respublica christiana no para oponerse a ella, sino para revestirla de algún modo de un ropaje literario. Miguel Contreras Adquirir vía Internet en www.acantilado.es
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En la salud y en la enfermedad. Pastoral y Derecho al servicio del matrimonio Nicolás Álvarez de las Asturias (ed.) Ediciones Cristiandad Madrid, 2015 252 págs.
Con ocasión de los dos Sínodos para la Familia, uno de los temas que han estado en el debate ha sido el de la atención pastoral a los divorciados que han entablado una nueva relación afectiva y la eventual admisión de ellos a la Sagrada Comunión. No es, ni mucho menos, el tema más importante del Sínodo, pero ha sido quizás uno de los que más han acaparado la atención de los medios de comunicación. No han faltado las intervenciones, tanto dentro del aula sinodal, como con posterioridad a ella, que han propugnado un cambio en la disciplina vigente, de modo de poder permitir, bajo ciertas condiciones, que estas personas accedan a los sacramentos. Los argumentos han sido muy variados. Algunos van en la línea de la aplicación del principio de la misericordia, análogamente a como algunas Iglesias Orientales aplican la oikonomia. Otros acuden a la historia, trayendo a colación una postura supuestamente más flexible en la materia que habrían tenido algunos Padres de la Iglesia. Para otros, en materia tan delicada, debería primar el juicio de la conciencia de la propia persona afectada. Finalmente, muchos han planteado la necesidad de simplificar los procesos de nulidad matrimonial, suprimiendo, por ejemplo, la exigencia de la doble sentencia conforme, o considerar otros factores que puedan influir en la nulidad del vínculo, como la falta de fe de los contrayentes. Es en el contexto de este debate que deben entenderse las reflexiones contenidas en el libro que
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presentamos. Se trata de cinco artículos escritos por destacados especialistas —cuatro canonistas y un biblista— que intentan demostrar que una auténtica pastoral matrimonial debe estar siempre al servicio de la verdad sobre el matrimonio y la familia. Doctrina, disciplina y pastoral son dimensiones que no pueden disociarse, ya que todas ellas buscan expresar y encaminar hacia dicha verdad, verdad impresa en la naturaleza humana, que ha adquirido su pleno significado y belleza a la luz del Evangelio de Jesucristo. Los profesores Luis Sánchez Navarro y Eduardo Baura afrontan el verdadero sentido de la misericordia. El primero, en su artículo “Sed misericordiosos. Misericordia y justicia, ¿incompatibles?», muestra, a partir de los textos del Nuevo Testamento, cómo la misericordia y la justicia se requieren una a otra. Acoger la misericordia supone la conversión de vida. El autor demuestra, en base a distintos textos que manifiestan la misericordia de Jesús, que “la propuesta de una misericordia que no genere una auténtica conversión al evangelio […] es ajena a la enseñanza de Jesús”. El segundo, en su artículo “Primacía de la persona. Misericordia, oikonomia y derecho” analiza con detención la relación entre misericordia y pastoral por un lado, y derecho y justicia por otro, para hacer ver, una vez más, que no se trata de realidades contrapuestas. Es cierto que la misericordia va más allá de la justicia, pero nunca negándola. A su respecto, es interesante el análisis del concepto de dispensa, institución típicamente canónica, que opera en determinados casos respecto de la ley humana, pero nunca respecto de la ley divina. El autor hace ver, también, cómo toda acción pastoral —por ejemplo el eventual acceso a la Comunión de los divorciados vueltos a casar— tiene que estar enraizada en la verdad, y por lo mismo, no puede ser un derecho de los fieles lo que no sea para ellos un auténtico bien, en base a lo que Cristo ha confiado a la Iglesia. El profesor Nicolás Álvarez de las Asturias, editor de este libro, en su artículo “Dos mil años de experiencia. Enseñanzas de la historia”, aborda lo que la historia del derecho y del matrimonio en la Iglesia puede aportar al debate actual. Partiendo de la convicción de que el Espíritu Santo guía a la Iglesia, peregrina en la historia, hacia “la verdad plena”, explica cómo la historia puede iluminar verdaderamente el presente. Más que en la búsqueda de posibles excepciones, producto de las vacilaciones propias de todo camino humano, ella nos muestra las grandes líneas de un desarrollo homogéneo en la doctrina y la disciplina eclesiales. Entre estas
grandes líneas, destaca la “tenacidad de la Iglesia en anunciar y promover un ‘modelo de matrimonio’ indudablemente más difícil de vivir que los restantes ofrecidos por las distintas culturas”. Miguel Ángel Ortiz, por su parte, en el artículo ‘También llamados a la santidad. La pastoral de los fieles divorciados vueltos a casar civilmente’, analiza la condición de estos fieles en el seno de la Iglesia. Partiendo de una serie de tesis formuladas en su momento por el cardenal Ratzinger, explica los motivos objetivos que impiden que ellos accedan a los sacramentos, a la vez que insiste en que son miembros de la Iglesia necesitados de su solicitud maternal. Señala que toda posible salida pasa por la fidelidad a la medida alta de la vida cristiana, que es la santidad. Finalmente, advierte acerca del peligro de instrumentalizar el proceso canónico de nulidad matrimonial para introducir subrepticiamente el divorcio en la Iglesia y analiza el influjo de la fe en la constitución del vínculo matrimonial. La misma preocupación por evitar una devaluación del sentido del matrimonio cristiano y en concreto de la indisolubilidad del mismo se trasluce en el estudio de Carlos Morán Bustos, decano de la Rota Española, titulado “Derecho a la verdad. Diligencia y celeridad en el proceso matrimonial canónico”. El autor explica con convicción cómo el proceso canónico, madurado a lo largo de muchos siglos de experiencia, es una garantía del derecho de las partes y de toda la comunidad eclesial a un juicio conforme a la verdad del matrimonio. Nos advierte, a la vez, del peligro que subyace en muchas de las propuestas que se han planteado, como eliminar la exigencia de la doble sentencia conforme o de decidir las causas matrimoniales por vía administrativa, de capitular ante la mentalidad divorcista dominante. Del mismo modo, propone algunas pautas para agilizar el proceso matrimonial que no implican caer en el peligro recién expuesto. Esta breve reseña de los temas planteados nos muestra su actualidad e interés. En el contexto del Sínodo, es una lectura iluminadora que proporciona criterios claros, en fidelidad a la verdad del matrimonio y la familia, buscando que la doctrina y el derecho inspiren una pastoral que busque el bien verdadero de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, evitando ceder, así, a la mentalidad mundana preponderante. Francisco Walker Vicuña Adquirir vía Internet en www.edicionescristiandad.es
No como la da el mundo. La vía de la justicia creativa Not As the World Gives. The Way of Creative Justice Stratford Caldecott Angelico Press 2014 292 págs.
En síntesis este libro se irradia de una realidad trascendental: no nos somos, nos son. Nada ni nadie se da el ser a sí mismo, en ese sentido todo es predicado humano de un sujeto que por amor nos regala el ser – Dios. Dante ya lo cantó: “el amor que mueve las estrellas.” Stratford Caldecott ahonda en ese amor, y le capta y comparte su misteriosa Trinidad, todo ese resplandor de amor que se ama y nos ama en Tres Personas indeciblemente Una. Caldecott propone que la existencia que la Trinidad por amor nos está regalando, cuando la sentimos puede transformar cuánto hagamos, todo lo que debiéramos devolverle hecho vida y obra. Stratford Caldecott va, capítulo a capítulo, desplegando esa praxis que asume y se basa en el don de existencia para bien amar al supremo Amor. Su efecto esencial es el amor al prójimo por amor a la Trinidad, que gesta la organización solidaria con nuestros semejantes: la justicia con misericordia y la misericordia con justicia, para constituir la polis, pero no la griega ni la babilónica moderna, sino la que él llama “La Ciudad Radiante” (y que me recuerda la “Ciudad Armoniosa” de Charles Péguy). Todo para Stratford Caldecott es trinitario y la semejanza del ser humano con Dios espejea la dinámica amativa de la Santísima Trinidad: el hombre se completa con la mujer, así como la mujer se completa con el
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hombre, y del amor mutuo procede el hijo. (Como en el verso de Alberto Tach: “Somos un dos que pasa a tres”). Caldecott analiza de qué manera el individualismo (digamos que “des-trinizado”) vuelve yermo al ser que pretende bastarse consigo mismo y decidir él solo su acción, prescindiendo de trascendencia y de solidaridad; es decir, ignorando a Dios y al prójimo. El fracaso de tal pretensión egolátrica y narcisística (variante del deseo de ser o Superhombre o Dios) clama por un reencuentro con la Trinidad. Podría decirse que todo este libro es un ahondamiento didáctico de una cita inicial del Papa Francisco sobre el mandamiento de justicia hacia el prójimo, consecuencia de la veneración a Dios. Un tipo de justicia creativa que inventa toda una cultura compuesta de educación, progreso social, respaldo. Escribió el Papa: “Un hombre integralmente religioso está llamado a ser un hombre justo, que lleve justicia a los demás. En este sentido la justicia de la religión, o la justicia religiosa, crea cultura.” Ahí está explicada la creative justice del título, y el modo de dar y darse “a lo divino,” y no “a lo mundano.” El darse a lo divino ha de realizar las Bienaventuranzas, que es “la manera cristiana de estar y a la vez no estar en el mundo,” trascendiéndolo en la imitación de ese conjunto que para Caldecott es “un autorretrato del Cristo” que las predica. (Es decir, equivale a decirnos “bienaventurados si sois como yo”). La agrupación trinitaria de las bienaventuranzas aconseja la observancia de tres actitudes: pobreza, castidad y obediencia. Esa tríada gobierna la consagración sacerdotal y asimismo el matrimonio, cuya razón de ser consiste en irradiar esos tres votos hacia el mundo, y así en ser imago Trinitatis. El libro comparte una vasta plétora de conocimientos y de experiencias. Requiere ser leído sin prisa, dejando que sus postulados se nos arraiguen. Pero como el lector usual no es millonario de ocio, y cuando lo alcanza suele ser acribillado de distracciones, no resulta expedita la asimilación de este extendido tratado que hubiera sido más eficaz mediante una forma sucinta. Me excede el pretender hacerle un epítome; me corresponde aclamar su contenido, invitando a que sea leído con detención. Luis Vargas Saavedra Adquirir vía Internet en www.angelicopress.com
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El arte de leer creativamente Alfonso López Quintás Stella Maris Barcelona, 2014 351 págs.
El Dr. López Quintás está comprometido en la gran tarea de movilizar métodos que destaquen el poder formativo de las distintas áreas de conocimiento. En su libro Educación escolar y formación humana (Puerto de Palos, Buenos Aires 2005) muestra de modo convincente que todas las asignaturas cursadas en la enseñanza media y en la superior pueden ejercer un decisivo papel formativo si destacan la importancia de la categoría de relación, cada día más valorada en todos los órdenes. En este nuevo libro añade el concepto de mirada profunda a lo ya expuesto en ese anterior. La mirada profunda nos permite ver a lo lejos, a lo ancho y a lo profundo; captar al mismo tiempo niveles de realidad distintos y complementarios; percibir al vuelo el sentido de realidades y acontecimientos, más allá del mero significado… Estas cualidades son indispensables para dar a la lectura de las obras literarias de calidad un carácter de interpretación, afín a la interpretación musical, que no repite las obras; las re-crea, en cuanto les da vida, calor humano, ritmo y tempo… Una obra literaria de calidad es el fruto del encuentro del autor con una vertiente de la realidad con la que entró en juego. Leerla ha de consistir en entrar en juego con ella. Entrar en juego significa, exactamente, reproducir personalmente las experiencias básicas de la obra. En las obras de calidad suele haber una o varias experiencias de las que pende su marcha y su sentido. Recordemos que el sentido de La
náusea, de Jean-Paul Sartre, viene decidido por tres experiencias: la de la mirada fusionante de la raíz, la de la sonrisa del jardín y la de la canción. Rehacer experiencias implica leer creativamente, resaltar las ideas profundas que el autor quiso destacar. En Hernani, de Víctor Hugo, Don Carlos se encuentra ante el sepulcro del gran emperador Carlos, y exclama: “Carlomagno está aquí. Haber sido tan grande como el mundo y que todo quepa aquí. Id a conquistar un imperio y ved el polvo que hace un emperador”. La frase es muy expresiva, casi diríamos sobrecogedora. Pero ¿de dónde le viene tal expresividad? Si ejercitamos una mirada profunda, advertimos que es expresiva porque nos está lanzando del nivel 1 al 2 y del 2 al 1. Al decir Carlomagno, se alude al gran emperador que abarcó el mundo y sigue teniendo vigencia en la idea de una Europa unida (nivel 2). Al afirmar que está en la oquedad del sepulcro (nivel 1), nos sobrecoge por la desproporción entre la magnitud del personaje y la angostura de la tumba. El autor ha hecho un trueque artero y ha conseguido impresionarnos. Lo descubrimos al pensar que Carlomagno no yace en ese sepulcro, por la razón decisiva de que, en cuanto emperador, no ha muerto; subsiste en sus grandes proyectos y en las estructuras que creó. Lo que reposa en la tumba son sus restos. Pero el autor sigue con su táctica de confundir los dos niveles, y nos dice con ironía: id a conquistar un imperio (nivel 2) y ved el polvo que hace un emperador (nivel 1). Otra vez el juego de los niveles. Se nos cuenta que un noble inglés ansía ser rey: mata al rey y a sus herederos, reina durante un tiempo y, al final, el pueblo cerca el castillo y lo deja cubierto
de cadáveres. Visto este tétrico argumento con una mirada profunda, advertimos que su intención es dar cuerpo sensible a las seis fases del proceso de vértigo. Si un joven ya las conoce, sentirá emoción al verlas tan vivamente representadas en La tragedia de Macbeth, del gran Shakespeare. Esta es la manera creativa de leer la literatura y convertirla en una impresionante lección de ética. Confiesa López Quintás que, cuando era joven, no le dejaban leer La celestina, una joya de la literatura universal, porque, al principio, reina en ella un clima de erotismo y, al final, acontecen muertes violentas. Él insta a sus alumnos a que la lean, pero con altura, buscando el tema profundo (niveles 2 y 3), el mensaje humanístico, no el mero argumento (nivel 1). Si un joven toma nota de cuanto sucede en la obra, y hacia el final oye la imprecación que dirige Pleberio —padre de la infortunada Melibea— al amor mal entendido y al vértigo de la pasión, se verá iluminado interiormente al observar que el erotismo es lo que queda del amor cuando se le quita la creatividad y su condición de encuentro, con lo que implica de generosidad, confianza, fidelidad, comunicación cordial… Difícilmente olvidará ese fuerte aldabonazo que dio la literatura española a la conciencia europea. Estamos ante un libro luminoso que abre una vía fecunda al análisis literario y a la enseñanza de la ética.
María Ángeles Almacellas Adquirir vía Internet en www.editorialstellamaris.com
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Sobre los Autores PEDRO MORANDÉ. Ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Del Comité Editorial de revista Humanitas.
ROCCO BUTTIGLIONE. Filósofo-político italiano. Miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Diputado de la República Italiana. y Eurodiputado. Ha escrito numerosas obras sobre temas como familia y la Doctrina Social de la Iglesia.
CARDENAL GEORGE COTTIER O.P. Teólogo de la Casa Pontificia durante parte del pontificado de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI.
RAÚL SCHILKRUT. Médico psiquiatra, especialista en temas de drogadicción. Director del “Instituto Médico Schilkrut “, pionero en el tratamiento de adicciones en Chile.
CARDENAL GERHARD MÜLLER. Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Arzobispo emérito de Ratisbona.
MAGDALENA OSSANDÓN. Periodista. Por más de una década fue colaboradora estable del Cuerpo de Reportajes del diario El Mercurio.
JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE. Director de revista Humanitas. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, Instituto de Chile. JAVIER BARROS. Sacerdote diocesano. Licenciado en Sagrada Teología con especialidad en Teología Litúrgica por la Universidad San Dámaso, Madrid. FULVIO DE GIORGI. Historiador. Profesor de la Universidad de Módena y Reggio Emilia, Italia. Premio Chiocchetti (1997) por su monografía La scienza del coure. Spiritualitá e cultura religiosa in Antonio Rosmini. JORGE SOLEY. Editor y educador catalán, colaborador de la revista Cristiandad, de la Fundación Balmes. GIOVANNI SALE, S.J. Sacerdote jesuita. Redactor de la revista La Civiltà Cattolica, en cuyo número 3931 fue publicado este artículo, con el que cierra una serie de tres en que el autor desarrolla 50 años de relaciones político-diplomáticas entre la Santa Sede y los países del Este comunista (cfr. Humanitas 78 y 79). ANTONIO SPADARO S.J. Crítico literario. Director de La Civiltà Cattolica, revista para la cual realizó esta entrevista.
VERÓNICA GRIFFIN. Editora. Colaboradora habitual de revista Humanitas. SOFÍA BRAHM. Socióloga. Investigadora del Centro de Políticas Públicas de la Universidad del Desarrollo. JUAN DE DIOS VIAL LARRAÍN. Ex rector de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista Humanitas. AUTORES EN PANORAMA Y LIBROS Felipe Arizmendi Esquivel. Obispo de San Cristóbal de Las Casas, México. Anselmo Álvarez Navarrete, OSB. Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Juan Ochagavía, S.J. Provincial de la Compañía de Jesús en Chile ( (1972-1978). Mons. Fernando María Cavaller. Presidente de la Asociación argentina de amigos de Newman. María del Pino Gil. Asistente de Redacción de revista Humanitas. José Luis Restán. Periodista español. Redactor de Páginas Digital. Bernardita Cubillos. Periodista. Colaboradora habitual de revista Humanitas.
COMITÉ EDITORIAL DE HUMANITAS Jaime Antúnez. Director de revista Humanitas. Doctor en Filosofía. Miembro de número de la Academia de Ciencias
Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Hernán Corral. Doctor en Derecho. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Samuel Fernández. Doctor en Teología. Ex decano y profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Director del Centro de Estudios Padre Alberto Hurtado. Gabriel Guarda O.S.B. Abad emérito del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes. Premio Nacional de Historia 1984. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. René Millar. Doctor en Historia. Ex decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile y profesor titular del Instituto de Historia. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. Pedro Morandé. Doctor en Sociología. Ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Ricardo Riesco. Doctor en Geografía. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Francisco Rosende. Ex decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Católica de Chile. Master of Arts en Economía, Chicago. Juan de Dios Vial Correa. Ex rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Miembro de número de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile. Juan de Dios Vial Larraín. Ex rector de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Arturo Yrarrázaval. Doctor en Derecho. Ex decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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HUMANITAS
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Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría Nº 147/95, visto 2º). DIRECTOR Jaime Antúnez Aldunate COMITÉ EDITORIAL Hernán Corral Talciani Samuel Fernández Eyzaguirre Gabriel Guarda, O.S.B. René Millar Carvacho Pedro Morandé Court Ricardo Riesco Jaramillo Francisco Rosende Ramírez Juan de Dios Vial Correa Juan de Dios Vial Larraín Arturo Yrarrázaval Covarrubias SECRETARIA DE REDACCIÓN Marta Irarrázaval Zegers
CONSEJO DE CONSULTORES Y COLABORADORES Presidente Honorario: S.E.R. Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, Arzobispo emérito de Santiago. Héctor Aguer, Anselmo Álvarez, O.S.B., Carl Anderson, Andrés Arteaga, Francisca Alessandri, Antonio Amado, Felipe Bacarreza, Rémi Brague, Jean-Louis Bruguès, O.P., Rocco Buttiglione, Massimo Borghesi, Carlos Francisco Cáceres, Cardenal Carlo Caffarra, Cardenal Antonio Cañizares, Jorge Cauas Lama, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, Alberto Caturelli, Cesare Cavalleri, Fernando Chomali, Francisco Claro, Ricardo Couyoumdjian, Mario Correa Bascuñán, Francesco D’Agostino, Adriano Dell’Asta, Vittorio di Girolamo, Carmen Domínguez, José Manuel Eguiguren, Carlos José Errázuriz, José María Eyzaguirre, Jesús Colina, Álvaro Ferrer, Luis Fernando Figari, María Esther Gómez de Pedro, Juan Ignacio González, Stanislaw Grygiel, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Hasbun, Henri Hude, José Miguel Ibáñez, Raúl Irarrázabal, Lydia Jiménez, Paul Johnson, Jean Laffitte, Nikolaus Lobkowicz, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Javier Martínez Fernández, Patricia Matte Larraín, Carlos Ignacio Massini Correas, Mauro Matthei, O.S.B., Cardenal Jorge Medina, Livio Melina, Augusto Merino, Dominic Milroy, O.S.B., Fernando Moreno Valencia, Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Francisco Petrillo, O.M.D., Bernardino Piñera, Aquilino Polaino-Lorente, Rodrigo Polanco, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Dominique Rey, Florián Rodero L.C., Alejandro San Francisco, Romano Scalfi, Cardenal Angelo Scola, Cardenal Fernando Sebastián, David L. Schindler, Josef Seifert, Robert Spaemann, Paulina Taboada, William Thayer Arteaga, Olga Ulianova, Luis Vargas Saavedra, Juan Velarde Fuertes, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo, O.S.B.
NACIONALES
EXTRANJEROS
Andrés Arteaga: Obispo auxiliar de Santiago. Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, UC. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Felipe Bacarreza: Obispo de Los Ángeles, Chile. Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Jorge Cauas Lama: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Fernando Chomali: Arzobispo de Concepción. Miembro de la Pontificia Academia Pro Vita. Francisco Claro: Profesor de la Facultad de Física, UC. Ricardo Couyoumdjian: Profesor del Instituto de Historia, UC. De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Mario Correa Bascuñán: Secretario General de la Pontificia Universidad Católica. Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Carmen Domínguez: Profesora de la Facultad de Derecho, UC. Directora del Centro UC para la Familia. Vittorio di Girolamo: Historiador del arte. María Esther Gómez de Pedro: Miembro del nuevo círculo de discípulos de Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI. José Manuel Eguiguren Guzmán: Fundador del Movimiento Apostólico Manquehue. Carlos José Errázuriz: Consultor Congregación para la Doctrina de la Fe. Profesor de la Pontificia Università della Santa Croce. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Jesús Colina: Director de Aleteia. Álvaro Ferrer: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Juan Ignacio González: Obispo de San Bernardo, Chile. Raúl Hasbun: Sacerdote de Schöenstatt. Profesor del Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. José Miguel Ibáñez Langlois: Teólogo y poeta. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Presidente de la Asociación Chilena de la Orden de Malta. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Patricia Matte Larraín: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Mauro Matthei, OSB: Sacerdote y monje benedictino. Historiador. Cardenal Jorge Medina: Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Augusto Merino: Cientista político, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez. Fernando Moreno: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia Chilena de la Historia. Bernardino Piñera: Arzobispo emérito de La Serena. Rodrigo Polanco: Presbítero, profesor de la Facultad de Teología de la UC. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. Paulina Taboada: Médico. Miembro de la Pontificia Academia Pro Vita. William Thayer Arteaga: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Olga Uliánova: Doctora en Historia por la Universidad de Lomonosov, Moscú. Investigadora de la Universidad de Santiago. Luis Vargas Saavedra: Crítico literario. Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Miembro de la Pontificia Academia Pro Vita.
Héctor Aguer: Arzobispo de la Plata, Argentina. Anselmo Álvarez, OSB: Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Rémi Brague: Filósofo francés. Premio Ratzinger 2012. Jean-Louis Bruguès, OP: Archivista y bibliotecario de la Santa Iglesia. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: Filósofo y político italiano. Cardenal Carlo Caffarra: Arzobispo de Bolonia. Cardenal Antonio Cañizares: Arzobispo de Valencia, España. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Cátedra de Tomás de Aquino, Blackfriars, Oxford. Alberto Caturelli: Filósofo argentino. Cesare Cavalleri: Director de Studi Cattolici, Milán. Francesco D’Agostino: Filósofo del Derecho. Ex presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. Adriano Dell’Asta: Vicepresidente de la Fundación Rusia Cristiana. Aldo Giacchetti: Director del Instituto Persona y Cultura. Luis Fernando Figari: Fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, Lima. Stanislaw Grygiel: Filósofo polaco. Titular de la Cátedra Juan Pablo II en la Universidad Lateranense, Roma. Reinhard Hütter: Teólogo. Profesor en Duke University. Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Lydia Jiménez: Directora General del Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Paul Johnson: Historiador inglés. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Secretario del Consejo Pontificio para la Familia. Nikolaus Lobkowicz: Director del Instituto de Estudios de Europa del Este y Central de la Universidad de Eichstätt, Alemania. Alfonso López Quintás: Filósofo español. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Carlos Ignacio Massini Correas: Catedrático de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Livio Melina: Presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. Dominic Milroy, OSB: Monje de Ampleforth, ex rector de Ampleforth College, York, Gran Bretaña. José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Francesco Petrillo, OMD: Superior General de la Orden de la Madre de Dios. Aquilino Polaino-Lorente: Psiquiatra español. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Dominique Rey: Obispo de Fréjus-Toulon, Francia. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Romano Scalfi: Director del Centro Rusia Cristiana, Milán. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo de Milán. Cardenal Fernando Sebastián: Arzobispo emérito de Pamplona. Josef Seifert: Filósofo austríaco. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Robert Spaemann: Filósofo alemán. Juan Velarde Fuertes: Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, OSB: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra.
Pedro Morandé A 50 AÑOS DE LA CONSTITUCIÓN CONCILIAR GAUDIUM ET SPES Jaime Antúnez ENTREVISTA AL CARD. G. MULLER: SÍNODO, FAMILIA Y OTROS
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
XX
AÑOS
EL TEÓLOGO GEORGES COTTIER, OP., Y EL POLÍTICO ROCCO BUTTIGLIONE HABLAN DE LA MISERICORDIA
R E V I S T A DE A n t r op ol o gí a y C u lt u r a C r i s t i a n a s / N º 8 0 / A ÑO X X
NAVIDAD CON SANTA TERESA DE ÁVILA
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