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PRIMAVERA 2018 AÑO XXIII LA MUJER A LA LUZ DE LA TRINIDAD Y DE MARÍA-IGLESIA Cardenal Mons. Marc Ouellet LA INVOCACIÓN DEL “PUEBLO DE DIOS” EN EL PAPA FRANCISCO Eduardo Valenzuela PABLO VI, EL BARQUERO DE LA MODERNIDAD Claudio Rolle LO CRUCIAL DE LA EVANGELII NUNTIANDI PARA AMÉRICA LATINA P. Joaquín Alliende INVENCIÓN Y DESCUBRIMIENTO EN CIENCIA Y MÚSICA Francisco Claro SAN ÓSCAR ROMERO, MÁRTIR DE LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR Sofía Brahm EL MEJOR DE LOS NUESTROS Carlos Frontaura EN LOS 20 AÑOS DE FE Y RAZÓN CÓMO FUE QUE CHINA Y LA SANTA SEDE LLEGARON A FIRMAR UN HISTÓRICO ACUERDO

R E V I S T A DE A n t r op ol o g í a y C u lt u r a C r i s t i a n a s / N º 8 9 / A ÑO X X I I I

HUMANITAS Nº 89

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE


HUM A NITA S

Consejo de Consultores y Colaboradores

Revista de Antropología y Cultura Cristianas

Nacionales

Extranjeros

Publicación cuatrimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile

Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, UC. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Enrique Barros Bourie: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, del Instituto de Chile. Profesor Facultad Derecho UCH. Rafael Benguria: Premio Nacional de Ciencias Exactas 2005. Profesor Titular del Instituto de Física, UC. Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. José Manuel Castro: Magíster en Historia, UC. José Luis Cea Egaña: Presidente de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Mariano De la Maza: Académico Facultad de Filosofía, UC. José Manuel Eguiguren Guzmán: Fundador del Movimiento Apostólico Manquehue. Pilar Escudero Palacios: Miembro del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Samuel Fernández: Doctor en Teología y Ciencias patrísticas. Director de Investigación y Postgrado y profesor Titular de la Facultad de Teología UC. Álvaro Ferrer: Secretario General Universidad Finis Terrae Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Marta Irarrázaval Zegers: Historiadora. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Guillermo Marini: Profesor de la Facultad de Educación UC. Patricia Matte Larraín: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. René Millar: De la Academia de Historia del Instituto de Chile. Fr. Ricardo Morales, O. de M.: Provincial de la Orden de la Merced en Chile y administrador apostólico de la Arquidiócesis de Puerto Montt. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia de Historia del Instituto de Chile. Cristián Roncagliolo: Obispo auxiliar de Santiago. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. Alberto Vial: Doctor en Filosofía por la Universidad de La Sorbona. Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Profesora Facultad Ciencias Biológicas UC.

Anselmo Álvarez, OSB: Abad emérito de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Rémi Brague: Filósofo francés. Premio Ratzinger 2012. Jean-Louis Bruguès, OP: Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: Filósofo y político italiano. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Cátedra de Tomás de Aquino, Blackfriars, Oxford. Fernando María Cavaller: Presidente de la Asociación de Amigos de Newman, Argentina. Francesco D’Agostino: Filósofo del Derecho. Ex presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. José Granados: Vicepresidente del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia en Roma. Reinhard Hütter: Teólogo. Profesor en The Catholic University of America . Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Lydia Jiménez: Directora General del Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Prelado de la Orden de Malta. Alfonso López Quintás: Filósofo español. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada. Livio Melina: Ex-Presidente y profesor del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia. José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo emérito de Milán. Cardenal Fernando Sebastián: Arzobispo emérito de Pamplona. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Juan Velarde Fuertes: Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, OSB: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra.

La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto de Rectoría N° 147/95, visto 2°).

Director

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Eduardo Valenzuela Carvallo

Hernán Corral Talciani Gabriel Guarda, O.S.B.

Comité Editorial

Pedro Morandé Court

Jaime Antúnez Aldunate

Ricardo Riesco Jaramillo

Carmen Domínguez Hidalgo

Juan de Dios Vial Correa

Rodrigo Polanco Fermandois

Juan de Dios Vial Larraín

Paula Jullian

Arturo Yrarrázaval Covarrubias René Millar Carvacho

Secretaría de Redacción

Rafael Vicuña Errázuriz

Sofía Brahm Justiniano

Francisco Rosende Ramírez

Valentina Jensen Escudero

Consejo de Consultores y Colaboradores Francisca Alessandri, Anselmo Álvarez OSB, Antonio Amado, Carl Anderson, Enrique Barros Bourie, Rafael Benguria, Rémi Brague, Massimo Borghesi, Jean-Louis Bruguès OP, Rocco Buttiglione, Carlos Francisco Cáceres, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, José Manuel Castro, Fernando María Cavaller, José Luis Cea Egaña, Francesco D’Agostino, Mariano De la Maza, José Manuel Eguiguren Guzmán, Pilar Escudero Palacios, José María Eyzaguirre, Samuel Fernández, Álvaro Ferrer, José Granados, Reinhard Hütter, Henri Hude, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Irarrázabal Covarrubias, Marta Irarrázaval Zegers, Lydia Jiménez, Jean Laffitte, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Guillermo Marini, Javier Martínez Fernández, Patricia Matte Larraín, Livio Melina, René Millar, Fr. Ricardo Morales O. de M., Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Florián Rodero L.C., Cristián Roncagliolo, Alejandro San Francisco, Cardenal Angelo Scola, David L. Schindler, Cardenal Fernando Sebastián, Juan Velarde Fuertes, Alberto Vial, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo OSB.


H U M A N I T A S

H umanitas Nº 89 PRIMAVERA 2018 – AÑO XXIII

LA MUJER A LA LUZ DE LA TRINIDAD Y DE MARÍA-IGLESIA Cardenal Mons. Marc Ouellet

12

LA INVOCACIÓN DEL “PUEBLO DE DIOS” EN EL PAPA FRANCISCO Eduardo Valenzuela

30

Canonización de Pablo VI: PABLO VI, EL BARQUERO DE LA MODERNIDAD Claudio Rolle

42

LO CRUCIAL DE LA EVANGELII NUNTIANDI PARA AMÉRICA LATINA P. Joaquín Alliende Luco

56

APUNTES SOBRE EL PAPA MONTINI Pablo VI y la condición social de la mujer Redacción Humanitas

70

La Humanae vitae de Pablo VI Roberto Noriega, OSA

74

INVENCIÓN Y DESCUBRIMIENTO EN CIENCIA Y MÚSICA Francisco Claro

76

Grandes figuras del cristianismo del S.xx SAN ÓSCAR ROMERO, MÁRTIR DE LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR Sofía Brahm

92


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– primavera 2018 – año xxiii

APUNTES Y NOTAS 100 años del ingreso de San Alberto Hurtado a la Universidad Católica EL MEJOR DE LOS NUESTROS Carlos Frontaura

108

Reedición de Fides et Ratio EN LOS 20 AÑOS DE FE Y RAZÓN

113

Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China CÓMO FUE QUE CHINA Y LA SANTA SEDE LLEGARON A FIRMAR UN HISTÓRICO ACUERDO

118

Portada: Iglesia en Nercón,

en: Poirot de la Torre, Luis, Iglesias rurales de Chile. Editorial Contrapunto, Santiago, 2010, p. 195.

Sumario 5 Editorial 8 La Palabra del Papa 124 Panorama 134 Libros 189 Sobre los Autores 212


HUM A NITA S VER REVISTA DIGITAL En www.humanitas.cl se pueden leer las versiones digitales en español y en inglés de los anteriores números de revista HUMANITAS PRESENTACIÓN DE TRABAJOS HUMANITAS (ISSN 07172168) recoge los trabajos de autores nacionales y extranjeros cuya temática resulta afín con los objetivos de esta publicación. Las colaboraciones sometidas a consideración, así como los comentarios y correspondencia deben dirigirse a HUMANITAS, humanitas@uc.cl Toda reproducción total o parcial, impresa o electrónica, de los artículos publicados por HUMANITAS requiere de la correspondiente autorización, a excepción de comentarios o citas que se hagan de los mismos. NORMAS DE ESTILO: Junto con el trabajo deben enviarse el nombre o los nombres del o de los autores, sus grados académicos más relevantes, ocupaciones actuales, instituciones a las que pertenecen, institución de filiación principal y direcciones electrónicas. Permisos de reproducción: Los autores son responsables de obtener autorización escrita para publicar material sobre el cual no poseen los derechos de reproducción. Extensión: Los artículos deben tener una extensión máxima de 4.000 palabras, los artículos para la sección de apuntes y notas deben tener una extensión máxima de 2.000 palabras y las reseñas de libros deben tener una extensión máxima de 800 palabras. Los autores que presenten textos cuyos contenidos sean de algún modo similares a trabajos ya publicados deben hacer presente esta situación en una carta adjunta. Formato de envío. Los trabajos deben enviarse, de preferencia, en formato Word.

Diseño y producción: Ulibarri – Espinoza Impresión: Ograma Impresores Suscripciones y correspondencia HUMANITAS, 3er piso edificio Centro de Medición MIDE UC, Campus San Joaquín, Pontificia Universidad Católica de Chile, Avda. Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago, Chile. Teléfono (56) 22354 6519. E-mail: humanitas@uc.cl Suscripción anual: $21.000; estudiantes, $15.000. Valor por ejemplar, $7.000

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H umanitas SUMARIO N° 89 (SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2018)

LA MUJER A LA LUZ DE LA TRINIDAD Y DE MARÍA-IGLESIA, por Cardenal Mons. Marc Ouellet. Quien es actualmente presidente de la CAL desarrolla una importante exégesis teológica “con el fin de eliminar cuanto obstaculiza la promoción de la mujer y valorizar su dignidad a partir de las fuentes de la revelación cristiana”. Siendo una preocupación primordial sobre todo a partir del Concilio Vaticano II, el autor se propone sentar las bases magisteriales y bíblicas para “reconocer este misterio de la mujer calificando de ‘ministerios sagrados’, sin connotaciones clericales de ningún tipo, sus múltiples funciones y papeles femeninos en la sociedad y la Iglesia: esposa y madre, inspiradora y mediadora, redentora y reconciliadora, ayuda y compañía indispensable para el hombre en cualquier tarea y responsabilidad social y eclesiástica”. Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 12 – 29

LA INVOCACIÓN DEL “PUEBLO DE DIOS” EN EL PAPA FRANCISCO, por Eduardo Valenzuela. La expresión Pueblo de Dios constituye, en la teología de Francisco, una renovada confianza “en la fuerza evangelizadora de la piedad popular” y de sus diversas expresiones. Con ella, el Santo Padre pone el acento en el llamado universal al sacerdocio y en la capacidad de todos los bautizados de “dar razón de la esperanza”. En la fidelidad del pueblo, de aquel “santo de la puerta de al lado”, la Iglesia ve un contrapeso frente al clericalismo que controla y frena la unción de Dios sobre su pueblo y que, en palabras de Francisco, “se olvida que la visibilidad y sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el Pueblo fiel de Dios”. Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 30 – 41

PABLO VI, EL BARQUERO DE LA MODERNIDAD, por Claudio Rolle. La canonización de Pablo VI, el pasado 14 de octubre, ha sido un acontecimiento eclesial de primera importancia. Canonizar a Pablo VI es reafirmar la letra y el espíritu del Concilio Vaticano II, porque él fue quien comprendió su significado en la historia de la Iglesia y supo llevarlo adelante hasta el final. En un comienzo con enorme entusiasmo reformador y, luego, en una etapa de pruebas, desolación e incomprensión, Montini se convirtió en el barquero de la modernidad, el primer Papa de una nueva era que marcaría profundamente a quienes lo han sucedido. Pablo VI pudo ver la mano de Dios en el mundo moderno y puso un nuevo acento en el Pueblo de Dios, la Iglesia peregrina, que vive y sufre con la humanidad. Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 42 – 55

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LO CRUCIAL DE LA EVANGELII NUNTIANDI PARA AMÉRICA LATINA, por P. Joaquín Alliende Luco. Para el autor, es imprescindible asir la bullente y diversa realidad latinoamericana en los años del post concilio para lograr captar la trascendencia que tuvo el pontificado de Pablo VI en este continente. Evangelii nuntiandi volvió a centrar y explicitar la misión de la Iglesia, valorando diversos caminos ajenos a la tradición europea, cimentando las bases para relevar la religiosidad popular y las identidades propias de América Latina. Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 56 – 69

APUNTES SOBRE EL PAPA MONTINI. Para continuar con el homenaje realizado en esta edición al nuevo santo, se han integrado dos breves lecturas —“Pablo VI y la condición social de la mujer” y “La Humanae vitae de Pablo VI”— que constituyen claves para comprender el pontificado de Pablo VI: el renovado acento puesto en la mujer y en su misión dentro de la sociedad y de la Iglesia y el ideal evangélico y humano propuesto a través de la encíclica Humanae vitae. Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 70 – 75

INVENCIÓN Y DESCUBRIMIENTO EN CIENCIA Y MÚSICA, por Francisco Claro Huneeus. ¿Existe una relación entre una melodía musical y los teoremas matemáticos o las teorías físicas? Desde la perspectiva del descubrimiento y la invención, el autor muestra cómo tanto la ciencia como la música constituyen lenguajes que se despliegan en ámbitos bien definidos y específicos, sujetos a restricciones propias de cada uno. Mientras la ciencia se encuentra sujeta a la lógica y al comportamiento de la naturaleza, la música está sujeta al dictado de la belleza. Sin embargo, la amplitud de posibilidades en la creación musical otorga a esta una libertad que la ciencia no parece ofrecer. Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 76 – 91

SAN ÓSCAR ROMERO, MÁRTIR DE LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR, por Sofía Brahm. El arzobispo salvadoreño Óscar Romero, asesinado por odio a la Fe, fue canonizado el pasado domingo 14 de octubre junto a Pablo VI. Su figura, aunque suele estar vinculada a movimientos de corte izquierdista, no es la del sacerdote militante, ni progresista, ni heterodoxo, sino es la del Obispo pastor, que se ocupa de su rebaño hasta la muerte y que se mantiene siempre en estricta comunión con la Iglesia y su Magisterio. Él había decidido predicar el evangelio en un país donde las palabras de Cristo parecían subversivas. Presentamos una breve lectura de su vida, la que resulta luminosa tanto para sacerdotes como para laicos por su coherencia evangélica y su apertura al amor. Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 92 – 107

100 AÑOS DEL INGRESO DE SAN ALBERTO HURTADO A LA UNIVERSIDAD CATÓLICA, “EL MEJOR DE LOS NUESTROS”, por Carlos Frontaura. El 20 de agosto, en el marco de la celebración de los 100 años del ingreso de San Alberto Hurtado como estudiante de Derecho en la UC, fue

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renombrado su Salón de Honor con el nombre del santo chileno. “Esta sala, entonces, implica hacer ver que San Alberto, uno de los Patronos de nuestra Facultad de Derecho, sigue presente entre nosotros, como lo ha estado desde el primer día que cruzó el umbral de Casa Central para estudiar Derecho. Y tenerlo presente, es trabajar incansablemente por aquellos a quienes él se consagró en vida: los pobres, los humildes y excluidos”, señala el actual decano al hacer un recorrido por el legado del santo. Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 108 – 112

EN LOS 20 AÑOS DE FE Y RAZÓN, párrafos seleccionados. “La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”. Con esta frase comienza la tercera encíclica escrita por San Juan Pablo II, Fides et ratio, la cual escribió para su 20° aniversario como Pontífice. Ediciones UC reeditó esta encíclica para celebrar y conmemorar sus 20 años; en esta reedición se integraron comentarios de cuatro académicos, de los cuales se han seleccionado los párrafos más relevantes. En ellos se aborda la relación fe y razón desde las ciencias naturales, las ciencias sociales, la filosofía y la teología. Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 113 – 117

CÓMO FUE QUE CHINA Y LA SANTA SEDE LLEGARON A FIRMAR UN HISTÓRICO ACUERDO. Este 22 de septiembre de 2018 será un día que pasará a la historia de las relaciones entre el catolicismo y China. La Santa Sede y la República Popular China han f irmado un Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de los obispos, luego de casi 70 años de distanciamiento. Unos días más tarde, el miércoles 26 de septiembre, el Papa Francisco envió un mensaje a los católicos chinos y a la Iglesia universal. En estas notas Humanitas presenta algunos antecedentes clave para comprender la trascendencia de estos eventos. Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 118 – 123

LIBROS “Pedro Morandé: escritos sobre universidad” por Pedro Morandé (Ediciones UC); “Fundamentos y plan de urbanismo y arquitectura para Chile” por Raúl Irarrázabal Covarrubias (Ediciones UC); “Bailarines en el Desierto” por Juan van Kessel (Ediciones UC); “Lo dijo el Padre Hurtado” por Samuel Fernández y María Ester Roblero (editores) (Ediciones El Mercurio); “En tus ojos está mi palabra” por Jorge Mario Bergoglio (Publicaciones Claretianas); “Historia, Iglesia y teología. Cómo nuestro pasado ilumina nuestro presente” por John W. O´Malley (Editorial Sal Terrae); “Benedictus montes amabat. Historia de la fundación del monasterio de la Sma. Trinidad de Las Condes” por Mauro Matthei O.S.B. (Ediciones FCF); “Teoría de género o el mundo soñado de los ángeles” por Bérénice Levet (IES); “Mi Espíritu se Regocija. Diario y pensamientos de cada día” por Elisabeth Leseur (Causa Elisabeth Leseur). Humanitas 2018, LXXXIX, págs. 189 – 211

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a canonización de siete nuevos santos —testigos del Pueblo de Dios­— es el motivo central de este número de Humanitas. Las entronizaciones más resonantes han sido las del Papa Pablo VI (1963-1978) y el obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero (1917-1980). Pablo VI cruzó muchos umbrales que nadie se había atrevido a traspasar: dejó de usar la corona pontifical, la tiara que se utilizaba desde el siglo VIII y, como dice Jean Guitton, prefirió el Yo del apóstol Pablo al majestuoso Nos que usaron siempre los papas, en la búsqueda de la sencillez que es característica del mundo en que vivimos. Fue el Papa que, aunque no convocó, condujo el Concilio y lo llevó a buen término, “era aquel en quien se pensaba, aunque no se le nombrara casi, aquel a quien todas las mañanas se miraba en espíritu, como el campesino interroga al cielo para saber de dónde soplará el viento”, dice Jean Guitton en sus libros de recuerdos. Se esperaba un Concilio arduo y discutido, pero que sorprendió a todos por su conciliación y unanimidad, en gran medida gracias a la capacidad de Pablo VI de “situarse siempre por encima de las divergencias”. Pablo VI tuvo, no obstante, su cruce de caminos con la encíclica Humanae vitae, que ha sido vista hasta hoy con mucha reserva. En una Iglesia todavía casi enteramente europea, el catolicismo latinoamericano le debe su viaje a Bogotá para inaugurar la segunda Conferencia Episcopal de Medellín en 1968. La Iglesia lo recuerda

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EDITORIAL

por abrir camino en materia de sinodalidad y ecumenismo. Y el mundo aprecia sobre todo su llamado a la paz mundial que resonó en algunos de los momentos más álgidos de la Guerra Fría y de la posibilidad de una hecatombe nuclear, y por ser uno de los primeros líderes mundiales en llamar la atención sobre los problemas del hambre y la miseria en el Tercer Mundo. Una fe firme y robusta le hará decir en su testamento “ahora que la jornada avanza a su ocaso, y en este estupendo y dramático escenario temporal y terreno todo se acaba y disuelve, ¿cómo darte gracias, oh Señor, después del don de la vida natural, por el don, incluso superior, de la fe y la gracia, en el que al final únicamente se refugia mi ser superviviente?”. Entre los siete nuevos santos, Óscar Arnulfo Romero es el único que conoció el martirio, que en la antigua tradición de la Iglesia Cristiana era la prenda por excelencia de la santidad, la del que ofrenda su vida por amor a Cristo Jesús resucitado. La Iglesia se ha construido con la sangre de sus mártires, testigos autorizados de la fe. ¿De qué manera más excelente se puede probar la fe que decimos tener? Según el apóstol Santiago, existen dos maneras de hacerlo: entregando todos los bienes a los pobres según se lee en la parábola del joven rico y ofrendando la propia vida por amor a Cristo. Los mártires nos interrogan de este modo tan particular, ¿llegaríamos nosotros hasta ese extremo?, pero también nos ayudan a creer, porque ellos han creído hasta ese extremo al que muchos no podríamos llegar.

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Romero nos recuerda la radicalidad del compromiso cristiano, sobre todo la parresía de la fe, la audacia de proclamar la verdad del evangelio en condiciones adversas, cuando esta es abiertamente inconveniente, y coloca la propia vida en peligro de muerte. Esta audacia es tanto mayor y tanto más necesaria cuando esa verdad evangélica incomoda a los que tienen el poder de hacerse valer por la fuerza. Romero ha sido el primer obispo latinoamericano martirizado, pero pertenece a una larga tradición episcopal en nuestro continente conformada por obispos que han bregado por la paz y defendido con ahínco a los perseguidos y expoliados de su época. Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y María Caterina Kasper son fundadoras de órdenes religiosas dedicadas al servicio y la evangelización. Nazaria fundó la Congregación de las Misioneras Cruzadas con sede en Oruro, donde desplegó lo principal de su actividad religiosa dedicada a la evangelización de pobres, al igual que la monja alemana María Caterina Kasper, quien fundó las Siervas Pobres de Jesucristo. Vincenzo Romano representa, por su parte, la santidad del sacerdote diocesano dedicado al servicio de su parroquia en la huella del santo cura de Ars, mientras que Francesco Spinelli propaga el culto eucarístico a través de la adoración del Santísimo Sacramento y se encuentra de la mano de Santa Caterina Comensoli en la fundación de hermanas sacramentinas y adoratrices.

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Nunzio Sulprizio es un caso extraordinario de perseverancia en la fe de quien ha padecido el abandono y la enfermedad que le quita la vida antes de cumplir los veinte años. Ha sido comparado con san Luis Gonzaga, joven sacerdote jesuita que renuncia a sus títulos nobiliarios y muere asistiendo a los incurables de peste en la Italia del mil seiscientos, o con Pier Giorgio Frassati, igualmente proveniente de una familia acomodada y muerto prematuramente, héroe de la juventud católica militante en los comienzos del siglo pasado. Pero Gonzaga y Frassati conocieron la santidad presbiteral y laical, mientras que Sulprizio no tuvo nunca una actividad eclesial relevante. Sulprizio representa la santidad de la vida cotidiana y del fiel común y corriente que gusta tanto a Francisco, quien empujó personalmente su causa en la víspera de la asamblea sinodal dedicada justamente a los jóvenes de hoy. EDUARDO VALENZUELA CARVALLO

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“La anunciación (la niña en la artesa)”. * Las ilustraciones de este artículo corresponden a pinturas hechas por Claudio Di Girolamo. Todas ellas, junto a otras pinturas, conforman el políptico titulado “La buena noticia” (2001). El mural se encuentra expuesto en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. 12

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L a mujer a la luz de la Trinidad y de M aría-Iglesia POR CARDENAL MONS. MARC OUELLET

En el marco de la invitación hecha por el Papa Francisco para pensar y dialogar acerca de la realidad de la mujer en nuestro continente, esta conferencia fue dictada por el cardenal Ouellet durante el primer día de reflexiones en la Reunión Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, dedicada al tema de «La mujer, pilar en la edificación de la Iglesia y de la sociedad en América Latina», en marzo de este año. A continuación, presentamos una selección de párrafos que pueden ilustrar al lector sobre lo propuesto por quien actualmente ocupa el cargo de Prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.

Actualmente se admite de buen grado la necesidad de un reconocimiento

teológico y práctico más concreto de la mujer en la Iglesia y en nuestra sociedad1. El Papa Francisco lo ha reiterado en numerosas ocasiones siguiendo a sus predecesores, pero la ejecución de prácticas eclesiales más abiertas a su presencia e influencia2 tarda en realizarse por razones que no son solamente de orden histórico y cultural. Dejo a otros el análisis sociológico e histórico del problema, para concentrarme en la investigación teológica que debe hacer su parte en este tema, con el fin de eliminar cuanto obstaculiza la promoción de la mujer y valorizar su dignidad a partir de las fuentes de la revelación cristiana. 1 Cf. Ruolo delle donne nella Chiesa. Atti del simposio promosso dalla Congregazione per la Dottrina della Fede, Roma 26-28 settembre 2016, LEV. 2 Papa Francisco: “Estoy convencido de la urgencia de ofrecer espacios a las mujeres en la vida de la Iglesia y de acogerlas, teniendo en cuenta las específicas y cambiadas sensibilidades culturales y sociales. Por lo tanto, es de desear una presencia femenina más amplia e influyente en las comunidades, para que podamos ver a muchas mujeres partícipes en las responsabilidades pastorales, en el acompañamiento de personas, familias y grupos, así como en la reflexión teológica” (Discurso a los participantes en la Plenaria del Consejo Pontificio para la Cultura, 7 de febrero de 2015).

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De hecho, siguiendo las brechas abiertas por la exégesis contemporánea y las intuiciones del santo Papa Juan Pablo II, es posible profundizar el “misterio y los ministerios de la mujer”3 en el designio de Dios, a partir de la persona del Espíritu Santo como Amor recíproco del Padre y del Hijo en la Trinidad, y así fundamentar mejor su dignidad y su papel tanto en la Iglesia como en la sociedad. La cuestión debatida de la ordenación sacerdotal reservada a los varones ha hecho correr ríos de tinta y continúa suscitando la crítica de los adeptos a una concepción absolutamente paritaria de la igualdad entre el hombre y la mujer, desde el punto de vista de los roles que se les asignan en los diferentes ámbitos culturales. No discutiré aquí la cuestión concreta del ministerio ordenado para la mujer, para concentrarme en el fundamento teológico del “misterio” de la mujer a la luz de la Trinidad y de la relación nupcial de Cristo y la Iglesia. De entrada, me inclino entonces por un método teológico que parte de la revelación de la Trinidad en Jesucristo, para comprender a la mujer, creada a imagen y semejanza de Dios, con la ayuda de la exégesis contemporánea acerca de la Imago Dei, la cual restaura la legitimidad y el valor de la analogía entre la Trinidad y la familia4, no obstante una fuerte tradición contraria. Concedo sin embargo a esta analogía una importancia relativa en relación con el conocimiento de Dios que nos viene fundamentalmente de la Persona de Jesucristo en su misterio de la encarnación redentora. La analogía familiar aporta un complemento nada despreciable a la inteligencia del misterio trinitario, pero su valor estriba más en su significado antropológico. El Papa Francisco se refiere a esto numerosas veces en su exhortación apostólica Amoris laetitia:

Añado una última premisa que me parece importante para indicar el centro y el corazón de nuestra reflexión, a saber, el fundamento arquetípico de la mujer en la Trinidad, que es imposible de determinar sin una teología de la Alianza que abarque el entero designio de Dios sobre la humanidad y el cosmos

El Dios Trinidad es comunión de amor, y la familia es su reflejo vivo. Las palabras de san Juan Pablo II nos iluminan: “Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no es una soledad, sino una familia, puesto que él lleva en sí mismo la paternidad, la filiación y la esencia de la familia que es el amor. Este amor, en la familia divina, es el Espíritu Santo”5. 3 Cf. Bouyer, Louis, Mystère et ministères de la femme, Aubier Montaigne, 1976 (Trad. esp.: Misterio y ministerios de la mujer, Fundación Maior, 2014). De considerarse como un ensayo de justificación teológica de la posición de la Iglesia sobre la cuestión del ministerio ordenado reservado al hombre, previo a la declaración Inter Insigniores de 1976. 4 Cf. Marc Ouellet, Divine ressemblance. Le mariage et la famille dans la mission de l’Église, Ed. Anne Sigier, 2006, pp. 35-58. 5 Homilía en la Eucaristía celebrada en Puebla de los Ángeles (28 de enero de 1979): AAS 71, (1979), p.184.

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La familia, de hecho, no es ajena a la esencia divina misma. Este aspecto trinitario de la pareja encuentra una nueva imagen en la teología paulina cuando el Apóstol la pone en relación con el “misterio“ de la unión entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5, 21-33).6

Añado una última premisa que me parece importante para indicar el centro y el corazón de nuestra reflexión, a saber, el fundamento arquetípico de la mujer en la Trinidad, que es imposible de determinar sin una teología de la Alianza que abarque el entero designio de Dios sobre la humanidad y el cosmos. A menudo este marco global hace falta en la reflexión teológica. Hans Urs von Balthasar insiste en este punto en su estética teológica, donde describe la manifestación de Dios al hombre en Jesucristo como misterio nupcial: Hay una relación última esponsal y de alianza entre Dios y el mundo en cuanto tal (cf. la alianza de Noé) y la hay desde el principio en virtud del Logos que media en la obra de la creación, del Espíritu que se cierne sobre las “aguas”, y del Padre que hace al hombre, en la reciprocidad de macho y hembra, a imagen y semejanza de Dios, de un Dios que en su eterno misterio trinitario está ya configurado de un modo esponsal.7

Esta última afirmación, bastante audaz e innovadora respecto de la Tradición, representa un desafío para el pensamiento teológico en general y para la teología de la mujer en particular, porque plantea ya indirectamente la cuestión teológica del fundamento trinitario de la diferencia sexual. ¿Qué significa entonces esta relación nupcial interna a la Trinidad? ¿Habría un arquetipo de la mujer en el misterio íntimo de Dios? ¿Podemos apoyarnos en la teología de la Imago Dei para afirmarlo? ¿Cómo no caer entonces en el grosero antropomorfismo, típico de ciertas religiones, que consiste en proyectar en Dios la sexualidad humana? Estas preguntas son hoy en día más relevantes que nunca y tienen graves implicaciones para el significado de la sexualidad, los valores del amor, la apertura a la fecundidad, el respeto a la vida, la educación y la vida en sociedad. Porque el ámbito de la sexualidad, a pesar de los avances del conocimiento científico, parece más confuso que nunca y el tabú permanece, más o menos tácito, y se relaciona con Dios solamente desde el punto de vista moral. Razón de más para volver a poner sobre la mesa las cuestiones candentes de la actualidad: la mujer, la diferencia sexual, la familia, la fecundidad, el futuro del cristianismo, 6 Papa Francisco, Exhortación Apostólica Amoris laetitia, n. 11; ver también, n. 71. 7 Von Balthasar, Hans Urs, La Gloire et la Croix. I. Apparition, Aubier 1965, p. 488 (Trad. esp. Gloria. Una estética teológica I. La percepción de la forma, Ed. Encuentro, 1985, p. 513). Cf. también Von Speyr, Adriana, Teología de los sexos, Ed. San Juan, 2018.

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en un mundo cada vez más secularizado y antropológicamente incierto y confuso. La Iglesia católica se ha preocupado intensamente de esto desde el Concilio Vaticano II, consciente de tener que superar algunos retrasos, pero también de servir a un Evangelio profético destinado al mundo.

La exégesis contemporánea de la Imago Dei y sus implicaciones para la inteligencia del misterio trinitario y de la dignidad de la mujer Comencemos por hacer un resumen sobre la doctrina de la Imago Dei, replanteada en nuestra época gracias a los progresos de la exégesis. El status quaestionis se encuentra bien resumido por Blanca Castilla de Cortázar, quien recurre al pensamiento liberador del Papa Juan Pablo II frente a las interpretaciones históricas y culturales de la imagen de Dios en el hombre: Haciendo un poco de historia, en la tradición judía se consideró que solo el varón era imagen de Dios, mientras que la mujer era derivada. Esto ha justificado la situación subordinada de la mujer en el mundo judío y musulmán en los que (sobre todo en este último) aun hoy se encuentra encerrada.8

Se superarán poco a poco las inf luencias culturales que afectan el reconocimiento de la igualdad del hombre y de la mujer si se desarrolla la idea de que la imagen de Dios está en el alma únicamente cuando se la considera asexuada, en razón de las facultades espirituales de conocimiento y amor, de inteligencia y voluntad, comunes a los dos.

El cristianismo aportó una liberación de principio a esta subordinación de la mujer, gracias a la actitud innovadora de Jesucristo respecto de las mujeres y a su impacto sobre su papel activo en la Iglesia de los orígenes, como lo atestigua el Nuevo Testamento9. Basta mencionar las escenas de la Samaritana, la mujer adúltera, la prostituta en lágrimas a sus pies, la unción de Betania, la primera aparición a María Magdalena, etc., para simbolizar la apertura de una nueva era en el reconocimiento de la dignidad de la mujer y de su igualdad con el hombre.

Los siglos posteriores asimilaron lentamente, y no sin notables resistencias culturales, la revolución de Jesús respecto a la mujer. En el capítulo que trata precisamente de la interpretación de la imagen de Dios, la Carta de Pablo a los Corintios, por ejemplo, permanece condicionada por la cultura circundante, que subordinaba la mujer al hombre: “El hombre… es la imagen y el reflejo 8 Blanca Castilla de Cortázar, “Mujer y teología: la cuestión de la imagen de Dios”, en Arbor, vol. 192, n. 778, 2016. 9 Cf. Healy, Mary, Women in Sacred Scriptures: New insights from exegesis, en Ruolo delle donne nella Chiesa, op. cit., pp. 43-54: “The New Testament thus provides abundant evidence that both in the ministry of Jesus and in the early church women were present not only as disciples but also as initiators and leaders who actively participated in the ministry of the gospel in a variety of ways” p. 53.

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MUJER “Natividad (un niño pobre nació)”.

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de Dios, mientras que la mujer es el reflejo del hombre” (1Cor 11, 7). De ahí las instrucciones de Pablo para que las mujeres se cubrieran con el velo y permanecieran calladas en la asamblea. Se superarán poco a poco las influencias culturales que afectan el reconocimiento de la igualdad del hombre y de la mujer si se desarrolla la idea de que la imagen de Dios está en el alma únicamente cuando se la considera asexuada, en razón de las facultades espirituales de conocimiento y amor, de inteligencia y voluntad, comunes a los dos. Esto hará progresar la afirmación de que el hombre y la mujer, como miembros de la especie humana, son ambos igualmente imágenes de Dios, pero separadamente e independientemente de su sexo. Habrá que esperar el siglo XX para que la pareja humana, con la diferencia hombre-mujer, sea incluida en la imagen de Dios. Juan Pablo II dará a este aspecto un desarrollo magisterial decisivo en sus catequesis sobre la “teología del cuerpo” y en su La noción de nupcialidad que encíclica Mulieris dignitatem, donde habla de la imagen guía mi reflexión estriba en de Dios en el hombre como Imago Trinitatis, “la unidad tres conceptos que expresan lo de dos” siendo contemplada a10la luz de “la unidad de tres” de la comunión trinitaria . De esta manera, él dio esencial del amor: don, recipro- un impulso fundamental para una teología de la familia.

cidad, fecundidad. Esta noción se aplica analógicamente a diversos órdenes de realidad: a la pareja hombre-mujer, a la relacion Cristo-Iglesia, y a las Personas divinas.

Al término de su status quaestionis, Castilla de Cortázar señala algunas cuestiones pertinentes para la profundización de la teología de la mujer a la luz de la Trinidad. Ella se pregunta cómo identificar el arquetipo trinitario no solamente de la mujer, sino más específicamente de su cualidad de esposa y de madre. Juan Pablo II dio un gran paso adelante precisando la analogía entre la familia y la Trinidad en términos de communio personarum, pero no especificó, sin embargo, la relación entre las personas divinas y la distinción hombremujer. No obstante, él indicó la relación íntima entre el Espíritu Santo como amor que da vida, y la mujer que da la vida. La obra está entonces abierta a nuevos desarrollos, pero la tarea no es fácil, dado el peso de la tradición y la tendencia, aún fuerte en el mismo Louis Bouyer11, a descartar toda dimensión nupcial en la Trinidad por temor al antropomorfismo y por respeto a la absoluta trascendencia de Dios. Superar este temor exige una exégesis rigurosa del texto del Génesis, acompañada por una teología del designio de 10 Cf. Juan Pablo II, Carta Apostólica Mulieris dignitatem, nn. 6-8. “El ser persona significa tender a su realización, cosa que no puede llevar a cabo si no es «en la entrega sincera de sí mismo a los demás». El modelo de esta interpretación de la persona es Dios mismo como Trinidad, como comunión de Personas. Decir que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de este Dios quiere decir también que el hombre está llamado a existir «para» los demás, a convertirse en un don”: n. 7. 11 Bouyer, L., Mystère et ministères de la femme, op. cit. pp. 41-42.

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Dios como misterio de Alianza que compromete la comunión de las Personas trinitarias en la relación nupcial de Cristo y de la Iglesia. Sobre esta base aún por desarrollar positiva y especulativamente, anticipo un SÍ sin reserva a la cuestión del arquetipo de la diferencia sexual en Dios mismo, y por lo mismo, a la cuestión del fundamento trinitario de la dignidad de la mujer. La noción de nupcialidad que guía mi reflexión estriba en tres conceptos que expresan lo esencial del amor: don, reciprocidad, fecundidad. Esta noción se aplica analógicamente a diversos órdenes de realidad: a la pareja hombre-mujer, a la relacion Cristo-Iglesia, y a las Personas divinas12. Así se prolonga la visión del santo Papa de la familia, que dando un nuevo frescor a la analogía trinitaria de la familia, interpreta la Imago Dei como Imago Trinitatis, completando con ello, de manera feliz y fecunda, la doctrina tradicional de la imagen de Dios. Hasta el momento, en efecto, esta se limitaba a la semejanza entre la naturaleza racional del hombre con sus facultades espirituales, y la naturaleza divina, eminentemente espiritual por una parte y, por otra, con las procesiones trinitarias: el Hijo procediendo del Padre como Verbo, y el Espíritu Santo procediendo del Padre y del Hijo como Amor. Evidentemente hablar de analogía no significa hablar de univocidad; por consiguiente, la semejanza evocada es matizada por la más grande desemejanza que se impone siempre en toda comparación entre el Creador y su criatura (DS 806)13. La cuestión es entonces compleja y delicada e invita a integrar las perspectivas complementarias más que a oponerlas14. Consideremos sobre todo que los avances contemporáneos ofrecen perspectivas amplias y fecundas para repensar la persona, la relación hombre-mujer y el misterio de Dios a partir del Amor como Don15.

La Economía del Misterio nupcial trinitario como misterio nupcial de Cristo y de la Iglesia La hipótesis de partida de un arquetipo de la diferencia sexual en Dios supone una teología de la Alianza donde Dios predestina la humanidad en Cristo a llegar a ser “partícipe de la naturaleza divina”, que es el Amor eterno de las Personas trinitarias. Este designio divino se cumple perfectamente 12 Cf. mi libro Dans la Joie du Christ et de l’Église. Au cœur d’Amoris laetitia: intégrer la fragilité. Parole et Silence, 2018, p. 119s. 13 El Catecismo de la Iglesia Católica lo expresa en términos que enfatizan los límites de la analogía: “Dios no es, en modo alguno, a imagen del hombre. No es ni hombre ni mujer. Dios es espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos. Pero las «perfecciones» del hombre y de la mujer reflejan algo de la infinita perfección de Dios: las de una madre (cf. Is 49,14-15; 66,13; Sal 131,2-3) y las de un padre y esposo (cf. Os 11,1-4; Jr 3,4-19)”, n. 370. 14 Ver el excursus “Image et ressemblance de Dieu”, en Hans Urs von Balthasar, La Dramatique divine. Les personnes du drame. 1. L’homme en Dieu, Lethielleux, pp. 275-290; 318-334; 355-359 (Trad. esp.: “Imagen y semejanza de Dios. Excursus 3”, en Teodramática 2. Las personas del drama: El hombre en Dios. Ed. Encuentro, 1992). 15 Cf. M. Ouellet, Divine ressemblance, op. cit., pp. 56-58.

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“Las bodas de Caná (falta vino para celebrar)”.

en Cristo como “misterio nupcial”, porque toda su trayectoria terrestre de encarnación es un connubium entre la divinidad y la humanidad. Su misión redentora hasta el sacrificio supremo revela en efecto el Amor del Padre hacia la humanidad, y su resurrección de entre los muertos confirma el Amor del Padre hacia su propio Hijo, ascendido a su derecha, y hacia la humanidad reconciliada y santificada, por el Don y efusión del Santo Espíritu. La resurrección de Cristo y el don del Espíritu son la prueba del éxito del proyecto de Dios como misterio de Alianza; pero la pregunta queda, a saber, ¿cómo podemos inferir de esto que exista un misterio nupcial interno a la Trinidad? Podemos lograrlo releyendo en términos más explícitamente nupciales las relaciones intra-trinitarias que se desarrollan en la economía de la salvación. En efecto, el misterio de la encarnación consiste en la generación del Hijo en la carne por la mediación del Espíritu Santo; esta generación se expresa

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Después de esta visión general del plan divino, debemos detenernos en la figura del Espíritu que se convierte en el gran protagonista de la encarnación del Amor trinitario después de la resurrección de Cristo, pero de acuerdo con su propio modo de ser que es de comunión. Por eso Él es el gran actor y animador de la respuesta de la Iglesia Cuerpo y Esposa de Cristo al don de la comunión trinitaria. Como en la Trinidad inmanente, su acción en la economía es comunional y más precisamente nupcial y maternal. Él da la Vida divina, comenzando con la maternidad divina de la Virgen María que acompaña prolongándola en su maternidad espiritual en la Cruz y en Pentecostés16. El Espíritu dona también la estructura jerárquica de 16 De aquí la superioridad del «principio mariano» sobre el «principio petrino» en la comunión de la Iglesia que Balthasar desarrolla en: Le Complexe antiromain, Apostolat des éditions, pp. 191-235 (Trad. esp.: El complejo antirromano, BAC, 1971). La estructura ministerial, por importante que sea, se funda sobre la institución por Cristo, y sobre el Amor envolvente de la Madre que constituye, en el Espíritu Santo, la identidad fundamental de la Iglesia como Esposa, en la que se inscribe la representación ministerial-petrina del Esposo, en dependencia y al servicio del «ministerio» más fundamental del amor, que la Virgen Madre y toda mujer encarna en su propia persona.

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de parte del Hijo como obediencia de amor al Padre La figura del Espíritu que se hasta la muerte de Cruz, de donde Cristo resurge de convierte en el gran protagolos infiernos en virtud del Beso de Resurrección que nista de la encarnación del recibe del Espíritu del Padre, como Amor nupcial Amor trinitario después de la confirmando su Filiación divina en su carne resucitada (Rom 1,4) y haciéndola capaz de difundir el Espíritu resurrección de Cristo, pero de de vida sobre toda carne. El momento de la procesión acuerdo con su propio modo de del Espíritu en la Trinidad inmanente corresponde ser que es de comunión. Por eso al momento de la resurrección en la economía de la Él es el gran actor y animador salvación: Cristo resucitado es el Esposo humano- de la respuesta de la Iglesia divino que sale victorioso de la alcoba nupcial; ya Cuerpo y Esposa de Cristo al que la generación del Hijo en la carne llega allí a su término, en la fecundidad recíproca del Padre y del don de la comunión trinitaria. Hijo que co-espira el Espíritu de Amor en la economía de la salvación; primero en la carne de Cristo Resucitado y, a través de él, en toda la humanidad redimida, convertida en Él y por Él, en interlocutor fecundo del misterio de la Alianza. En otras palabras, el acontecimiento de la encarnación como misterio de Alianza es la traducción perfecta, en la economía, del misterio nupcial de la Trinidad inmanente. El orden de las procesiones trinitarias es respetado en el sentido que la generación del Hijo precede y hace posible la procesión del Espíritu, que precisamente se realiza como sello nupcial en el connubium histórico y escatológico de ambas naturalezas de Cristo en su vida-muerte-resurrección. Esta efusión íntima y fecunda del Amor trinitario en la encarnación del Hijo culmina en la Eucaristía, misterio nupcial por excelencia de Cristo y de la Iglesia.


la Iglesia como la representación de Cristo Cabeza y Esposo al servicio de la comunión del pueblo de Dios, que él enriquece aún con múltiples dones y carismas. Al hacerlo, el Espíritu se manifiesta como Aquel que da la vida divina, uniendo y distinguiendo, salvaguardando siempre las diferencias para que la unión sea de comunión y no de uniformidad. Como en la Santísima Trinidad, donde la Persona del Espíritu corona la unidad divina, la Tri-Unidad, consagrando la diferencia absoluta de las Tres Personas trinitarias. Cada una es Persona según su modo propio pero siempre consubstancial con los Demás en el Amor absoluto. No hay tres Personas idénticas y uniformes en la Santísima Trinidad, sino tres Personas cuya propiedad personal realiza una manera de ser Amor en Dios completamente diferente, pero en la unidad de la misma naturaleza: el Amor paternal, el Amor filial, y el Amor nupcial. Detengámonos ahora en el arquetipo de la maternidad en Dios que la Tradición tiende a situar también en el Espíritu Santo. En efecto, Él es confesado en el Credo como aquel que “da la vida”, y es descrito en la Santa Escritura como cercano a la Mujer, sea de la Virgen María en todo su misterio, desde la Anunciación hasta Pentecostés y la Asunción, sea de la Esposa del Apocalipsis con la cual aspira el regreso del Señor Jesús (Ap 22,17). Esta proximidad del Espíritu y de la Mujer no es como la de un Esposo, sino es aún más íntima, como el “Nosotros” en Quien se cumple el misterio nupcial, a pesar de la inadecuada opinión medieval del Espíritu como el Esposo de la Virgen. El Espíritu no es el que desposa, Él es Aquel en Quien y por (para) Quien los esponsales del Verbo de Dios y de la humanidad se realizan en el seno de la Virgen María. Esta proximidad del Espíritu El Espíritu mediatiza estos esponsales en cuanto amor y de la Mujer no es como la nupcial y maternal que vehicula la semilla del Padre, y de un Esposo, sino es aún más que conjuga las dos naturalezas del Verbo encarnado íntima, como el “Nosotros” en en el seno virginal de María, gratificándola al mismo Quien se cumple el misterio tiempo de su SÍ inmaculado y sin reservas a la Palabra nupcial, a pesar de la inade- divina. Por lo tanto, el Espíritu cumple activamente el misterio de la encarnación como Persona-comunión cuada opinión medieval del que actúa al servicio del Padre y del Hijo y persigue Espíritu como el Esposo de esta mediación nupcial a lo largo de la encarnación la Virgen. El Espíritu no es del Verbo hasta su misterio pascual. […]

el que desposa, Él es Aquel en Quien y por (para) Quien los esponsales del Verbo de Dios y de la humanidad se realizan en el seno de la Virgen María.

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Miremos al Espíritu en la Trinidad inmanente para identificar más de cerca esta dimensión materna de su persona y de su acción ad intra y ad extra. Estando el “Nosotros” constituido por la reciprocidad asimétrica, pero perfectamente consubstancial


MUJER

del Padre y del Hijo, el Espíritu deja entrever su dimensión maternal por el reflujo de Amor nupcial que enriquece activamente a las otras dos Personas (Espiración activa – pasiva), pero en modo subordinado a causa de la primacía de las Otras dos (el orden de las procesiones), lo que no afecta de ninguna manera la igualdad perfecta de los Tres fundada sobre su triple consubstancialidad. De aquí, en el plano del lenguaje, la preposición “en” que habitualmente acompaña la mención del Espíritu Santo, ya sea en la oración litúrgica de la Iglesia o en la expresión teológica de su misterio. De hecho, el Dios Uno y Trino es Amor que declina así su misterio: Amor tri-personal que procede del Padre por el Hijo en el Espíritu, una Vida eterna en perpetuo intercambio cuyo flujo y reflujo constituyen su misterio infinito como Deus semper maior. Este acontecimiento de Amor paternal, filial y nupcial que es la Trinidad inmanente se puede vislumbrar en la economía de la salvación, donde las Personas divinas revelan su misterio nupcial íntimo en sus relaciones de alianza en Cristo y María-Eclesia, con cada persona humana y con la humanidad en su conjunto. Esto es así porque el Espíritu Santo posee en Sí mismo la Vida que procede del Padre a través del Hijo. Él la posee como recibida pasivamenteactivamente de los otros dos y agregando a eso, por su propiedad personal, una nueva fecundidad nupcial y materna que es de comunión, de vida nueva, de libertad cada vez más grande en el Amor. Esta es la razón por la cual el papel del Espíritu ad intra y su actividad ad extra en la Iglesia y el mundo llevan el signo de la armonía, de la unidad en la diversidad, de la libertad y de la gratuidad, de la fecundidad que merece su título de Gloria como Amor nupcial y maternal. San Ireneo escribe: “Allí donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y todo tipo de gracias”17. Por lo tanto también la obra de santificación y de glorificación que opera en la economía de la salvación aparece en perfecta conformidad con su personalidad trinitaria. […] El Espíritu Santo trinitario, kenótico como las otras dos Personas de las que procede, se esconde personalmente en el corazón del misterio nupcial de Cristo y de la Iglesia, y garantiza que la unidad de la Iglesia esté constituida por la unidad trinitaria del Padre, del Hijo y del Santo Espíritu, como lo expresa acertadamente el Concilio Vaticano II (LG 4)18. 17 De Lyon, San Ireneo, Adversus Heareses, III, 24. 1. 18 De notar el aspecto inaferrable y kenótico del Espíritu que la Escritura expresa mediante los símbolos universales del agua, el fuego y el viento, lo mismo que por los símbolos sacramentales de la unción, y de la transubstanciación del pan y del vino en Cuerpo y Sangre de Cristo (epíclesis). Este carácter «fluido» de su Persona parece contrastar con el carácter más definido y preciso del Amor paternal y filial, pero de hecho él lleva a su plenitud la expresión del Amor trinitario común a las Tres Personas como des-asimiento de sí, efusión bienaventurada de sí, como Amor cuya felicidad radica en no ser para sí.

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La figura trinitaria de la mujer y sus implicaciones en cuanto a su dignidad y su papel en la Iglesia y la sociedad. La originalidad de nuestra posición se centra sobre esta especificación nupcial que permite a la vez salvaguardar la unidad divina como Amor, y valorizar la imagen de Dios en el hombre y la mujer como don de amor recíproco fecundo en la familia y la sociedad. En esta perspectiva, la dignidad y el papel de la mujer reaparecen notablemente fortalecidos, a la luz de su fundamento relacional en la Santa Trinidad. Este fundamento está bien establecido, me parece, en la procesión del Espíritu Santo (espiración activa – pasiva) que se manifiesta como Amor nupcial irreductible a la fecundidad propia del Amor paternal y filial. La novedad del Espíritu de Amor refluye sobre la fecundidad paternal y filial y le confiere una nueva dimensión que justifica el recurso a la simbología nupcial y familiar para dar cuenta de las riquezas inconmensurables de las relaciones trinitarias, y afirmar en consecuencia la verdad del fundamento arquetípico de la mujer en el Espíritu Santo en su juego de relaciones con el Padre y el Hijo. Si lo propio de la mujer es dar recibiendo (esposa) para ser activamente fecunda (madre) en la misma medida en que ella recibe, ¿no es ella la imagen y, de cierto modo, la participación, y del Hijo que espira el Espíritu en la recepción de lo que él es del Padre y el don que él le da, y del Espíritu Santo que también “vive y enriquece” este movimiento triple de recepción, regalo, fecundidad? La manera de amar de la Virgen María, tan íntimamente vinculada al Espíritu, se manifiesta en su disponibilidad inmaculada hacia el Padre (esposa) y en el servicio incondicional al Hijo (madre) al que el Espíritu Santo concibe en su seno virginal y que lo acompaña en todo su trayecto de encarnación19. El arquetipo de la mujer como esposa y madre en el Espíritu Santo se fundamenta así en estas relaciones trinitarias recíprocas que conocemos por el misterio de la encarnación. Esta conclusión se basa como hemos visto en la exégesis contemporánea de la imagen de Dios como Imago

La manera de amar de la Virgen María, tan íntimamente vinculada al Espíritu, se manifiesta en su disponibilidad inmaculada hacia el Padre (esposa) y en el servicio incondicional al Hijo (madre) al que el Espíritu Santo concibe en su seno virginal y que lo acompaña en todo su trayecto de encarnación.

19 Nos remitimos aquí a cuanto se decía más arriba sobre el misterio de María, madre del Verbo encarnado, que el Espíritu Santo fecunda desde el interior y acompaña hasta elevarla a la dignidad de la Esposa del Cordero inmolado, llegando a ser por él y con él, en su total dependencia, co-espiradora del Espíritu sobre toda la posteridad eclesial y, por lo tanto, Madre de la Iglesia. Lo que la piedad popular expresa en este sentido a través de María, mediadora de todas las gracias, se fundamenta precisamente en este misterio trinitario-nupcial dado en participación.

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MUJER Acercamiento “Crucifixión (yo estuve allí)” .

Trinitatis, y en el designio de Dios como misterio de Alianza interpretado con la simbología nupcial, que es la más evidente y adecuada con la Biblia.

Repercusiones ¿Cuál es la importancia de estos logros para la dignidad de la mujer y para las consecuencias eclesiales y sociales concretas que legítimamente se deberían sacar? Primero, la identificación del arquetipo relacional de la mujer en la Trinidad confirma de inmediato su dignidad de imagen de Dios como persona, mujer, esposa y madre. Esto también confirma los valores del amor, del matrimonio y de la familia, así como las vocaciones virginales sobrenaturales que reciben un apoyo fuerte teológico y espiritual. En segundo lugar, su vínculo privilegiado con el Espíritu Santo, y en el

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Espíritu con el Hijo eterno y encarnado, configura su originalidad relacional y su manera de amar como mujer que acoge, consiente, responde y sorprende por su respuesta doblemente fecunda, natural y sobrenatural, asimétrica, original, procreadora, irreductible a cualquier otro modelo que no sea su modalidad personal de amar como Dios ama. En tercer lugar, la mujer se confirma poderosamente en su papel de esposa y de madre, sin limitarse a estos roles, ya que su feminidad abierta florece en diversos niveles y tonalidades que sobrepasan el núcleo familiar hacia todos los ámbitos de actividad e influencia, particularmente en el campo de la vida consagrada. De aquí su aportación única e irreemplazable al mundo del trabajo, de la salud, la actividad social, caritativa y política, en la ciencia, las artes y la filosofía, la teología, la profecía y la mística, etc., donde su personalidad y sus múltiples carismas naturales y sobrenaturales pueden desarrollarse y contribuir al Reino de Dios y al bien común de la sociedad y de la Iglesia. En cuarto lugar, no hace falta decir que a partir de esta base teológica y señalando la falta de integración de la mujer según su vocación propia y sus potencialidades, a nivel social y eclesial así como a nivel pastoral y misionero, se hace necesaria una vigorosa promoción de la mujer en todos los niveles (¡incluyendo la confirmación de su vocación de esposa y de madre!) y se requiere una lucha paciente y perseverante para favorecer su libertad de actuar y de vivir según sus carismas, su vocación y su misión, que son irreductibles a los esquemas culturales patriarcales o matriarcales vehiculados en las diferentes sociedades. En quinto lugar, la teología en general, y la teología de la mujer en particular, requieren una escucha atenta y sin prejuicios de la teología de las mujeres, una contribución desconocida pero ya disponible en la Tradición, que la Iglesia reconoce simbólicamente mediante la declaración de algunas de ellas como “doctoras de la Iglesia”20, con la esperanza de que estos gestos simbólicos fomenten la participación de las mujeres en todos los niveles de la producción filosófica, teológica y mística.

Por una civilización del amor En definitiva, la manera de ser y de amar de la mujer comporta cualidades indispensables para el progreso de la Iglesia y de la sociedad. En efecto, su persona se desarrolla de manera ejemplar y fecunda por su disponibilidad nativa a la voluntad del Padre y al servicio de la Palabra 20 Pablo VI dio el primer paso declarando en 1970 doctora de la Iglesa a Catalina de Siena y Teresa de Ávila. Luego han seguido Teresa del Niño Jesús (1997) e Hildegarda de Bingen (2012).

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de Dios en el Espíritu. La mujer se pone y se reconoce del lado del Verbo que es segundo, proferido, engendrado, y fecundo a cambio de su amor consubstancial al Padre, que es “más” que filial en virtud del Espíritu que él espira en dependencia del Padre. De ahí, por consiguiente, la participación de la mujer en la dimensión nupcial y maternal del Verbo y del Espíritu, que se manifiesta en su manera de amar, recibida y auxiliatriz, pero igual en dignidad y doblemente fecunda. Su forma de amar, tierna, compasiva, envolvente y fecunda, es irreductible al modelo masculino del amor, más intrusivo y puntual, esporádico y planificado, así como a la psicología masculina más unívoca, particularmente en el modo de administrar las relaciones sociales y la influencia cultural, política o espiritual. La diferencia femenina no tiene que ser borrada por el modelo masculino, que necesita ser complementado por las cualidades indispensables de la feminidad, de la maternidad y de la fecundidad múltiple y diversificada de la mujer, so pena de caer en una dominación injusta que provoca el antagonismo del hombre y de la mujer mientras que son llamados a la comunión. Finalmente, a la luz de la Sagrada Familia, imagen por excelencia del misterio de la Trinidad y de la Iglesia, la figura de la mujer accede en María a una realización sin igual de perfección humana y sobrenatural, en virtud de su verdadero matrimonio, vivido en relaciones humanas auténticas y virginales, pero no asexuadas, con Jesús y José. Esta superación de la sexualidad conyugal natural en ella no implica ningún desprecio de su valor, sino solo su prolongación al nivel superior de la fertilidad sobrenatural de los sexos en el seno de relaciones virginales21. José no fue disminuido en su sexualidad por el hecho La diferencia femenina no de no haber engendrado a Jesús; al contrario, fue tiene que ser borrada por el enriquecido y fortificado en su paternidad putativa modelo masculino, que necenatural-sobrenatural por una calidad incomparable sita ser complementado por de relaciones virginales, en humilde correspondencia las cualidades indispensables con el misterio de Jesús y de su madre. En este sentido, ¿quién no ve la importancia de estas consideraciones para la promoción de la vida consagrada bajo todas sus formas en la Iglesia? Porque las vocaciones sacerdotales y religiosas expresan la fecundidad propia del Espiritu Santo en la Iglesia Esposa dotada por Él de carismas variados al servicio de la comunión y de la misión. Estas vocaciones gratuitas y virginales vividas en comunion con el Esposo

de la feminidad, de la maternidad y de la fecundidad múltiple y diversificada de la mujer, so pena de caer en una dominación injusta que provoca el antagonismo del hombre y de la mujer mientras que son llamados a la comunión.

21 Cf. Von Balthasar, Hans Urs, La Dramatique divine II. op. cit., pp. 361-2.

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eucarístico, demuestran por su fidelidad y su fecundidad virginal, junto con la familia, iglesia doméstica, que el Evangelio de Dios Amor responde en plenitud a todas las aspiraciones del corazón humano desde el centro de gravedad “sacramental-escatológico” del misterio nupcial de Cristo y de la Iglesia. ¿No habría en esta profundización teológica un recurso precioso para superar la controversia alrededor del ministerio ordenado reservado a los varones? Y para reanimar la llama en el corazón de tantas mujeres en busca de una vocación, donde la respuesta no sea solo un servicio social o profesional, una carrera cualquiera, o incluso un servicio desinteresado a los más pobres, sino la fascinación del Amor divino simplemente, un Amor filial, nupcial y maternal, que llene el corazón, el alma y el espíritu de alegría y de pasión para la evangelización del mundo.

Conclusión ¿Qué más podemos añadir como conclusión a estas reflexiones teológicas para remarcar la importancia del “misterio” de la mujer y de su contribución indispensable para la vida social y eclesial? Dada la cercanía del Espíritu y de la mujer en el designio divino de la creación y de la encarnación de la gracia; dada la participación íntima e insuperable de la Virgen María en las relaciones trinitarias recíprocas del Verbo y del Espíritu, ¿no deberíamos reconocer este “misterio” de la mujer calificando de “ministerios sagrados”,

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MUJER “La buena noticia”, de Claudio Di Girolamo (2001). Facultad de Teología, Pontificia Universidad Católica de Chile.

sin connotaciones clericales de ningún tipo, sus múltiples funciones y papeles femeninos en la sociedad y la Iglesia: esposa y madre, inspiradora y mediadora, redentora y reconciliadora, ayuda y compañía indispensable para el hombre en cualquier tarea y responsabilidad social y eclesiástica? ¡Que sobresalga la escucha, la apertura, la reparación de injusticias y la valoración de los carismas femeninos de parte de todos y de todas, y en particular por parte de las autoridades civiles y religiosas, para que se reconozca e integre más y mejor la diferencia femenina! Es comprensible entonces que la Iglesia católica, desde la inmensa gracia del Concilio Vaticano II, haya librado una lucha decisiva y permanente por el respeto de la diferencia de los sexos en todas partes y en todos los niveles, ya sea en el ámbito del trabajo, del matrimonio y la familia o en el del ministerio ordenado, y continúa haciéndolo, incluso en solitario, contra toda “colonización ideológica” (Papa Francisco) que pretenda anular la diferencia sexual en la cultura, y por lo tanto la figura original de la mujer, en nombre de una antropología libre de todo vínculo trascendente. El tema de la mujer es de tal importancia hoy en día que requiere que la Iglesia y la sociedad realicen una inversión colosal de pensamiento y de acción, para iluminar correctamente las elecciones de la sociedad y para permitir que la imagen de Dios en el hombre y la mujer, en dolor y deseo de comunión, alcance la divina semejanza del Amor sin la cual no hay ni felicidad posible para la humanidad ni sociedad digna de este nombre.

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L a Invocación del “Pueblo de Dios” en el Papa Francisco POR EDUARDO VALENZUELA


En una entrevista dada a

La Civiltà Cattolica al comienzo de su pontificado, el Papa Francisco reconoció que “La imagen de la Iglesia que más me gusta es la del santo Pueblo fiel de Dios”1. En adelante, el Papa ha utilizado muchas veces esta definición de la Iglesia tomada del capítulo dos de Lumen gentium, la constitución dogmática sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II. Carlos María Galli habla de una revalorización teológica y pastoral del Pueblo de Dios que está contenida sobre todo en la exhortación apostólica Evangelli gaudium del mismo año en que Francisco fue elegido Papa2.

“Todos los fieles están llamados –a igual título que un ministro– a ser discípulos de Cristo y realizar su sacerdocio común en el testimonio de una vida santa y en la capacidad de “dar razón de la esperanza que tienen en la vida eterna”. [Iglesia en Parinacota, en: Poirot de la Torre, Luis, Iglesias rurales de Chile. Editorial Contrapunto, Santiago, 2010, p. 25.]

1 La Civiltà Cattolica N°3918, 2013, p. 459. 2 Galli, Carlos María, “El “retorno” del Pueblo de Dios Misionero. Un concepto-símbolo eclesiológico del Concilio”, en Azcuy, V.R., Caamaño, J.C. & Galli, C.M. (eds.), La Eclesiología del Concilio Vaticano II. Memoria, Reforma y Profecía. Agape Libros, 2015.

HUMANITAS Nº 89 pp. 30 - 41

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La expresión Pueblo de Dios, una enseñanza que perdura del Concilio Vaticano II Después del Concilio hubo cierta reticencia para utilizar esta definición, demasiado veterotestamentaria y con una connotación histórico-política algo equívoca por la carga semántica del concepto de “pueblo”. Según Galli hubo también algunas sospechas de que se acentuara demasiado el sentido de comunión por encima de realidad sacramental y mistérica de la Iglesia, que expresiones —también utilizadas por Lumen gentium— como Cuerpo de Cristo (que remite inmediatamente al signo eucarístico) o Templo del Espíritu Santo (que indica la realidad sacramental e institucional del misterio de la Iglesia) podían sortear mejor.

Lumen gentium define al Pueblo de Dios como “pueblo mesiánico que tiene por cabeza a Cristo” cuya condición es “la libertad y dignidad de los hijos de Dios”, su ley el mandamiento nuevo del amor de unos con otros y su destino “el Reino de Dios” que recibe su consumación al fin de los tiempos.

Lumen gentium define al Pueblo de Dios como “pueblo mesiánico que tiene por cabeza a Cristo” cuya condición es “la libertad y dignidad de los hijos de Dios”, su ley el mandamiento nuevo del amor de unos con otros y su destino “el Reino de Dios” que recibe su consumación al fin de los tiempos. Ives Congar reconoce que el Concilio pudo haber subrayado mejor la realidad sacramental de la Iglesia con la definición tradicional de “cuerpo de Cristo” que apunta a un “régimen de encarnación ya realizada y del Espíritu concedido”3, es decir, de un pueblo ya configurado como cuerpo de Cristo que se consuma en la cena eucarística. Pero “el Concilio quiso tomar precauciones ante la posibilidad de una homogeneidad demasiado estrecha entre Cristo y la Iglesia”4, para poner de relieve, en cambio, aquello que la impulsa a salir fuera de sí misma, a saber, una perspectiva escatológica de la salvación que subraya lo que todavía ha de venir (no solo lo que ha sido consumado), la condición de “pueblo en marcha” como Iglesia peregrina e itinerante y su apertura misionera hacia el conjunto de la humanidad que requiere todavía ser congregada en el amor de Cristo. Para la definición conciliar, la Iglesia es sacramento, pero también signo de salvación para el mundo, una Iglesia que “no puede contentarse con ser (…) celebración litúrgica” y que está llamada a ser “luz del Mundo” según la expresión eclesiológica conciliar más difundida. La eclesiología que conviene a la noción de “Pueblo de Dios” es también la que deja algún lugar a la acción vivificadora del Espíritu que se reconoce casi siempre por desplazar la estabilidad de las instituciones (donde nunca 3 Congar OP, Ives, Un Pueblo Mesiánico. La Iglesia, sacramento de salvación. Ediciones Cristiandad, 1976. 4 Ibid, p. 99.

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sucede nada) y la potencia de las jerarquías (lo que alienta la comunicación horizontal y la posibilidad de escuchar a los que están abajo). Con todo, la expresión Pueblo de Dios subraya una enseñanza perdurable del Concilio, a saber, la unidad de todos los fieles en una comunidad cuya única cabeza es Cristo. “Todos nosotros somos Iglesia”, dice Lumen gentium en un esfuerzo específico por recordar que antes de cualquier distinción ministerial, subyace la comunidad fraterna de aquellos que han sido iluminados con la fe en Cristo. En su estudio sobre San Agustín, J. Ratzinger indica que una parte importante de la polémica antidonatista versaba sobre la posición del obispo y de los sacerdotes como mediadores respecto de los cuales se exigía pureza y santidad para ofrecer una ofrenda sin mancha que sea eficaz para todo el pueblo, siguiendo con ello la tradición sacerdotal veterotestamentaria. Pero entre los católicos el único intercesor es Cristo, cabeza inequívoca de la Iglesia, respecto del cual todo el resto es Pueblo de Dios. Dice Ratzinger: “Cristo entró solo en el sancta sanctorum e hizo esperar fuera a todo el pueblo (incluidos los obispos)”5. Lumen gentium recoge esta realidad de la multitud congregada en torno a Cristo resucitado con la expresión del sacerdocio común, es decir, de la capacidad de todos los fieles de proclamar y anunciar a Cristo, que subyace a cualquier distinción ministerial que en la comunidad cristiana original divide a los encargados de la palabra y del servicio, y luego, en la tradición de la Iglesia, a los encargados de impartir y recibir los sacramentos. Todos los fieles están llamados —a igual título que un ministro— a ser discípulos de Cristo y realizar su sacerdocio común en el testimonio de una vida santa y en la capacidad de “dar razón de la esperanza que tienen en la vida eterna” —dice Lumen gentium—, de modo tal que la santidad y la comprensión del misterio de Dios, es decir, la inteligencia de la fe, otrora reservados a los sacerdotes y escribas del Templo de Jerusalén, quedan ahora liberados para todos los fieles.

Fidelidad y santidad en la figura del pobre Existe la impresión de que la noción de Pueblo de Dios tuvo mejor fortuna en la teología latinoamericana que recoge la enseñanza conciliar en las sucesivas conferencias del Episcopado Latinoamericano y en las distintas variantes de la Teología de la Liberación. Esta noción adquiere dos determinaciones específicamente latinoamericanas; primero la que le otorga Medellín (1968) y la variante clásica de la Teología de la Liberación, que identifica al Pueblo de Dios con la muchedumbre de los pobres de América 5 Ratzinger, Joseph, Pueblo y Casa de Dios en la doctrina de san Agustín sobre la Iglesia. Obras Completas I. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2014.

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Iglesia en Nercón, en: Poirot de la Torre, Luis, Iglesias rurales de Chile. Editorial Contrapunto, Santiago, 2010, p. 195.

que clama justicia, y segundo, la que aparece en Puebla (1978), que llama Pueblo de Dios a aquel que se ha formado históricamente en el curso de la evangelización americana a través de una forma particular de vivir la fe, que se expresa de manera ejemplar en la piedad popular, sobre todo de los santuarios marianos latinoamericanos. Ambas nociones se entremezclan una con otra, aunque la Teología de la Liberación de Gustavo Gutiérrez nunca se interesó realmente en la religiosidad popular, y la teología Popular argentina de Lucio Gera conservó el clamor de justicia de los pobres, pero rechazó la interpretación profética y salvífica —es decir, enteramente religiosa— de esa aspiración6. Con todo, el Pueblo de Dios era para unos y otros un asunto esencialmente de los pobres, tal como se entiende habitualmente la palabra “pueblo” en nuestro medio que no designa a la nación, sino a la porción que está 6 Para la comprensión de la teología popular argentina se puede ver Lucio Gera. La Teología Argentina del Pueblo. Ediciones Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, 2015, y Juan Carlos Scannone, SJ. La Teología del Pueblo. Raíces teológicas del papa Francisco. SalTerrae, 2017.

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habitualmente afuera (fuera de la ciudad, que habita en aldeas, es decir, en “pueblos”) y abajo (lo que la contrapone con la élite citadina y educada). El Papa Francisco ha combinado las exhortaciones de Medellín y Puebla de una manera enteramente original que se expresa en su llamado a permanecer con los pobres, lo que recuerda su decisión de instalar el seminario de formación jesuita de Buenos Aires en la barriada de San Miguel. Solo en el contacto vivo con los pobres se puede apreciar el clamor de justicia que emana de una situación de abandono y desamparo. Pero también en el contacto con los pobres se puede apreciar una experiencia de fe completamente particular que configura propiamente al pueblo como Pueblo de Dios. El Papa ha subrayado dos características de la piedad popular: la fidelidad y la santidad. La fidelidad debe entenderse en un sentido veterotestamentario como la del pueblo que permanece fiel, a pesar de que tiene todos los motivos para desesperar del amparo divino. El clamor de justicia puede perfectamente torcerse contra Dios como sucedió en suelo europeo con la apostasía del mundo obrero. A pesar de la vehemente expresión de Juan Pablo II “los pobres no pueden esperar”, que hizo época en la conciencia eclesial latinoamericana, los pobres han seguido esperando y confiando en que Dios — El Pueblo de Dios en la por mediación de la Virgen— les ofrecerá el amparo teología de Francisco no es suficiente. La fidelidad del Pueblo de Dios es también solamente fiel sino también un mentís a la apostasía de la élite que los profetas del santo. Esta santidad se enantiguo Israel denunciaban en la corte del Rey y en cuentra esparcida por doquier los encumbrados de la época, en la que se asienta la larga tradición, también neotestamentaria, que confía y se la puede reconocer en la en la fe de los sencillos y de los necios, más que en las vida de todos los días para doctrinas y teorías de los doctos y educados. Son los quien sepa mirar atentamenpobres los que escuchan y comprenden primero, y los te la presencia de Dios en que permanecen fieles en medio de las tribulaciones el mundo. Francisco conticon la conocida expresión de Pedro que exclama núa así una larga tradición simplemente “¿A dónde iremos? Tú tienes palabras de la Iglesia que reconoce de Vida Eterna”. El Pueblo de Dios en la teología de Francisco no es solamente fiel sino también santo. En la exhortación apostólica Gaudete et exsultate (2018), el Papa la denomina la santidad “de la puerta de al lado” o la “clase media de la santidad” de madres y padres que tienen la “constancia para seguir adelante día a día” o de ancianos y enfermos que siguen sonriendo frente a la adversidad7.

la santidad en la pobreza, en una existencia austera y despojada, en la capacidad de compartir la vida con los pobres y en todas las virtudes asociadas con la pobreza.

7 Francisco, Gaudete et exsultate, 2018, 6-7.

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Esta santidad se encuentra esparcida por doquier y se la puede reconocer en la vida de todos los días para quien sepa mirar atentamente la presencia de Dios en el mundo. Por lo demás, Francisco continúa una larga tradición de la Iglesia que reconoce la santidad en la pobreza —pobres a secas como aparece en Lucas—, es decir, en “una existencia austera y despojada”, en la capacidad de compartir la vida con los pobres y en todas las virtudes asociadas con la pobreza, como mansedumbre, bondad, humildad, comprensión y misericordia, que constituyen los dones del Espíritu por excelencia8.

Revalorización de la fuerza evangelizadora de la piedad popular La revalorización teológica de la noción de Pueblo de Dios ha culminado en manos de Francisco en una revalorización pastoral que está contenida sobre todo en Evangelii gaudium (2013). El punto esencial es una confianza nueva “en la fuerza evangelizadora de la piedad popular”. En Puebla solo se trataba de revalorizar una cultura y una religiosidad popular menoscabada por años por el desprecio de las élites y la desconfianza sacerdotal, pero siempre necesitada de purificación según la teología de las “semillas del Verbo” (según la cual la semilla ha sido sembrada, pero es necesario el cultivo sacerdotal para que germine y dé al fin sus frutos, que ha sido la guía de toda la pastoral de santuarios hasta hoy en día). En Aparecida, se da un sentido completamente nuevo a la religiosidad popular. La piedad popular es un depósito de fe del que la Iglesia debe alimentarse (“beber en el propio pozo”, según la expresión de Gustavo Gutiérrez) y en el que descansa la posibilidad misma de la renovación de la Iglesia. “Las expresiones de piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención, particularmente a la hora de pensar la nueva evangelización”9. En Evangelii gaudium, el Papa recoge la definición de la piedad popular de la exhortación apostólica Evangelli nuntiandi de Pablo VI (1975), como “una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer” y que los hace capaces de una “generosidad y sacrificio (que llega) hasta el heroísmo cuando se trata de manifestar la fe”10. En el parágrafo siguiente se hace referencia al Documento de Aparecida que define la piedad popular como una mística y “una verdadera espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos” que se expresa en un “acto de fe que acentúa más el credere in Deum que el credere Deum”11, es decir, el acto que cree más con la voluntad que con el entendimiento. 8 Francisco, Gaudete et exsultate, 2018, 70 y ss. 9 Francisco, Evangelii gaudium, 2013, 126. 10 Francisco, Evangelii gaudium, 2013, 123. 11 Francisco, Evangelii gaudium, 2013, 124.

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Agustín decía que también los demonios creyeron que Jesús era el Cristo, pero no creyeron en Cristo, es decir, no conformaron su voluntad con esa creencia, o dicho de otra manera no amaron a Cristo y le siguieron como discípulos. En la tradición católica el credere in Deum que el Papa atribuye a la piedad popular tiene siempre primacía sobre aquel que meramente comprende y puede incluso disponer correctamente el entendimiento hacia Dios. El credere in Deum se expresa de manera particular en la peregrinación, en la fe que mueve la voluntad a tal punto que el devoto es capaz de recorrer un largo y fatigoso camino para encontrarse con su Señor, algo que la religiosidad ilustrada de élite —que a veces comprende mejor los misterios de la fe— dejó de hacer hace mucho tiempo. El gesto característico de la piedad popular efectivamente es la peregrinación, que Aparecida define como “el gozo de sentirse inmerso en medio de una multitud de hermanos caminando juntos hacia el Dios que los espera”12. En la peregrinación se encuentra reflejada la Iglesia como multitud orante y se forma una comunidad fraterna —la de los peregrinos que se encuentran y se prestan apoyo en la ruta— más poderosa que la que se crea en cualquier otra expresión de encuentro eclesial. Las peregrinaciones son también el símbolo de una Iglesia misionera o “en salida” como le gusta decir al Papa, cuyo dinamismo la hace salir del Templo y la pone en camino hacia Dios, lo que recoge también la poderosa imagen de Evangelii nuntiandi sobre la piedad popular como “sed de Dios” que remite a la actitud peregrina de aquel que se esfuerza un largo trecho y por un sendero escarpado para llegar a los pies de la Virgen milagrosa. La fuerza evangelizadora de las peregrinaciones se hace evidente para los propios peregrinos que renuevan y revitalizan de esta manera su fe, de donde proviene la expresión de Aparecida acerca del “pueblo que se evangeliza continuamente a sí mismo” y que define según Evangelli Gaudium la importancia de la piedad popular como “verdadera expresión espontánea del Pueblo de Dios”13. En la peregrinación se encuentra de modo evidente esta capacidad del Pueblo de Dios de evangelizarse a sí mismo de un modo espontáneo, es decir, al margen de la mediación eclesiástico-sacramental, algo que la distingue de la religiosidad de Templo (que la piedad popular tiende a rehuir) e incluso de otras formas de salida del Templo como las procesiones o romerías siempre organizadas y presididas por el obispo o el sacerdote del lugar. La tensión entre comunión y sacramento que es característica de la noción de Pueblo de Dios (y uno de los motivos por los que despierta cierto resquemor) se pone a prueba de manera particular en el caso escogido de la peregrinación. 12 Documento Preliminar, Aparecida, 232. 13 Francisco, Evangelii gaudium, 2013, 122.

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Piedad popular como fuerza renovadora de la vida eclesial El Pueblo de Dios no es solo una fuerza evangelizadora, sino también renovadora de la vida eclesial. En su Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile, el Papa ha declarado que “en mi experiencia personal como pastor aprendí a descubrir que la pastoral popular es uno de los pocos espacios donde el Pueblo de Dios es soberano de la influencia de ese clericalismo que busca siempre controlar y frenar la unción de Dios sobre su pueblo”14. Esa autonomía de la piedad popular respecto del control clerical (que se puede observar típicamente en los santuarios marianos, especialmente los santuarios de baile y peregrinación) permite hacer visible la experiencia del sacerdocio común o bautismal. Recordando la doctrina del sacerdocio común de Lumen gentium, el Papa señala que “el clericalismo se olvida que la visibilidad y sacramentalidad de la Iglesia pertenecen a todo el Pueblo fiel de Dios, y no solo a unos pocos elegidos e iluminados”15. El clericalismo consiste precisamente en olvidar que todo bautizado tiene una dignidad y una libertad que le es propia por su condición de hijo de Dios, y al mismo tiempo una misión específica de naturaleza plenamente sacerdotal, la de convertirse a sí mismo y convertir al mundo para Cristo. El Papa es enteramente consciente del papel insustituible del bautizado en el anuncio del evangelio y en la propagación de la fe, más no sea porque la fe se transmite esencialmente en la comunicación de padres a hijos (muchísimo más que en la comunicación de sacerdotes a fieles), tal como revela por doquier la investigación en sociología religiosa.

El clericalismo consiste precisamente en olvidar que todo bautizado tiene una dignidad y una libertad que le es propia por su condición de hijo de Dios, y al mismo tiempo una misión específica de naturaleza plenamente sacerdotal, la de convertirse a sí mismo y convertir al mundo para Cristo.

En el Encuentro con los obispos chilenos durante la visita papal de 2018, el Papa define al clericalismo como “la falta de conciencia de pertenecer al Pueblo de Dios como servidores, y no como dueños”. El sacerdocio presbiteral debe colocarse al servicio del sacerdocio bautismal, no inhibir ni aplastar su iniciativa ni oscurecer su misión, sino alentarlo con la fuerza que procuran los sacramentos y la palabra de Dios. Que los sacramentos y la homilía sean realizados e impartidos por sacerdotes no significa que la competencia religiosa sea únicamente presbiteral. Jean Luc Marion indica con razón que el Pueblo de Dios está compuesto de bautizados y no de laicos. El sacerdocio común no se

14 Francisco, “Carta del Santo Padre Francisco al Pueblo de Dios que Peregrina en Chile”, Humanitas N° 88, 2018. 15 Discurso Encuentro con los Obispos, catedral Metropolitana de Santiago, 16 de enero de 2018. En Mi Paz les Doy. Mensajes de S.S. Francisco. Visita apostólica a Chile. Conferencia Episcopal de Chile y Pontificia Universidad Católica de Chile.

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PUEBLO DE DIOS El credere in Deum se expresa de manera particular en la peregrinación. En la peregrinación se encuentra reflejada la Iglesia como multitud orante y se forma una comunidad fraterna más poderosa que la que se crea en cualquier otra expresión de encuentro eclesial. Las peregrinaciones son también el símbolo de una Iglesia misionera o “en salida”, cuyo dinamismo la hace salir del Templo y la pone en camino hacia Dios. [La Tirana, en: Poirot de la Torre, Luis, Iglesias rurales de Chile. Editorial Contrapunto, Santiago, 2010, p. 68.]

encuentra en el laico militante o comprometido —que en tono polémico Marion califica como una creación especular del propio clericalato para indicar su preeminencia ministerial—, sino en el bautizado, porque laico indica la parte del cuerpo eclesiástico que no está consagrada ministerialmente (y que se define por consiguiente por su deficiencia religiosa), pero bautizado refiere al conjunto del Pueblo de Dios consagrado a Cristo (y que se define por su unción sacramental, es decir, por su capacidad religiosa)16. 16 Marion, Jean Luc, “De l’eminente dignité des pauvres baptisés”, en: Le croire pour le voir. Reflexions diverses sur la rationalité de la révelation et l’irracionalité de quelques croyants. Éditions Parole et Silence, Communio, 2010.

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Iglesia en Socoroma, en: Poirot de la Torre, Luis, Iglesias rurales de Chile. Editorial Contrapunto, Santiago, 2010, p. 34.

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En la historia de la Iglesia, el sacerdocio común ha provenido siempre de la vida monástica, que se encarna en la figura del monje que no ha querido ser sacerdote, como en el caso de San Francisco de Asís, que se resistía a ser ordenado, y que ha permitido equilibrar y moderar los excesos del clericalismo. En América Latina, sin embargo, no ha existido históricamente una tradición monástica consolidada. La Iglesia latinoamericana se ha identificado enteramente con el Templo y el Sacerdote, no con el convento ni el monje. Solo la devoción popular ha desbordado esta identificación a través de la peregrinación de santuario que tanto celebra el Papa Francisco como expresión paradigmática del Pueblo santo y fiel de Dios. También la invocación del Pueblo de Dios puede tener un sentido prospectivo que conviene captar adecuadamente en un contexto de crisis de la mediación eclesiástica y sacramental de la experiencia de fe. Como en el Concilio de Trento, la respuesta católica a una crisis semejante ha sido doble: por un lado, intensificar la santidad de la vida sacerdotal a través de la formación y control más riguroso de sus miembros y, por otro lado, intensificar la participación de los laicos en la vida de la Iglesia y realzar el sacerdocio común de los bautizados. La reforma tridentina del clero católico a través de la creación de seminarios especializados (que sustituyeron sobre todo la ordenación a dedo que hacían los obispos de sus propios parientes entre otros) y de un entrenamiento ascético similar al de la vida monacal (que incluyó la exigencia perentoria del celibato) fue el detonante de una elevación generalizada de la moralidad en el clero católico, que ganó por ello en reconocimiento y prestigio. La vieja distinción entre el clero vocacional de las órdenes religiosas y el clero diocesano guiado por los intereses prebendarios del cargo desapareció lentamente y permitió la formación de un catolicismo parroquial de gran envergadura y consistencia doctrinaria y moral del que el santo cura de Ars fue su emblema más señero. Después de Trento también ganaron terreno no solo la participación laical en las obras de caridad de la ciudad o de la parroquia (la tarea de Marta), sino las devociones propiamente laicales (la tarea de María) que se abrieron camino sobre todo mediante el incentivo de la comunión frecuente entre los fieles y de las múltiples devociones marianas, a veces cristológicas como en la devoción del Sagrado Corazón de Jesús. El sacerdocio presbiteral y el sacerdocio común fueron reformados en una dirección convergente. La noción de Pueblo de Dios puede ser vista como una invitación a renovar la vida sacerdotal de todos, de unos y otros, no a suprimirla, porque no se trata de aplastar el sacerdocio común como hace el clericalismo, ni de suprimir el sacerdocio presbiteral como hace el protestantismo, sino de revitalizar a ambos en un esfuerzo y dignidad comunes.

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“La última cena (pan y vino, cuerpo y sangre)”, en: El mural de la historia de Claudio Di Girolamo (2001).


Pablo vi, el barquero de la modernidad POR CLAUDIO ROLLE

“El espectáculo que en esta memorable hora se ofrece ante nuestros ojos

es tan solemne, tan magnífico y tan expresivo que no puede por menos que impresionar a nuestra alma, y pide silencio mejor que palabras: una tácita meditación en vez de un discurso”. Con estas palabras comenzaba su homilía –y su pontificado– Giovanni Battista Montini el domingo 30 de junio de 1963, con el Solemne Rito de Coronación como Papa Pablo VI. Había ya en estas frases y en el lugar del rito un sello innovador que se haría distintivo del nuevo pontífice: su vocación de comunicador, de creador de vínculos y de aperturas en un tiempo de renovación para la larga historia de la Iglesia, inspirando su acción en la fidelidad a su lema episcopal In nomine Domine. La ceremonia de coronación del Papa Pablo VI tuvo un carácter liminar, pues se utilizaron por última vez algunos ornamentos como la tiara, símbolo de soberanía, y fue la primera ocasión en que este acto solemne se realizó en la Plaza de San Pedro, fuera de la basílica vaticana, inaugurando una práctica que sus sucesores confirmarían haciendo de este espacio el símbolo de una sede episcopal que abre los brazos a todo el mundo1. La referencia al “silencio mejor que palabras: una tácita meditación en vez de un discurso”, indica un rasgo central en la figura de un Pontífice de meditación y de acción, que debió atravesar aguas muy difíciles y enfrentar los vientos a veces huracanados de los complejos años sesenta y setenta del siglo XX, conduciendo la barca de Pedro, según la clásica imagen de la Iglesia2. 1 El Concilio Ecuménico Vaticano II se había inaugurado el 11 de octubre de 1962 al interior de la basílica de San Pedro. Fue decisión del Papa Pablo VI realizar la ceremonia de clausura del Concilio, el 8 de diciembre de 1965, en el espacio abierto de la Plaza de San Pedro. 2 Juan Pablo II decía en una homilía en septiembre de 1979: “Pablo VI ha conocido esta dimensión interior de la cruz. Ciertamente, no estuvo exento de “insultos” y “salivazos” (cf. Is 50, 6) que sufrió como maestro y servidor de la verdad. Ciertamente, su alma no estuvo exenta de esa “tristeza y angustia” (Sal 114 [115], 3) de las que habla el salmista. Tristeza y angustia, que nacen del sentido de responsabilidad por los valores más santos, por la gran causa que Dios confía al hombre, solo pueden ser superadas en la oración; solo pueden ser superadas con la fuerza de la confianza sin límites: “El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas me salvó” (Sal 114 [115], 5-6). Pablo VI era el hombre de esta profunda, difícil —y justamente por esto— inquebrantable confianza. Y gracias a ella precisamente, él era la piedra, la roca sobre la que se edificaba la Iglesia en este período excepcional de grandes cambios después del Concilio Vaticano II”.

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“El espectáculo que en esta memorable hora se ofrece ante nuestros ojos es tan solemne, tan magnífico y tan expresivo que no puede por menos que impresionar a nuestra alma, y pide silencio mejor que palabras: una tácita meditación en vez de un discurso” (Homilía de Pablo VI, solemne rito de la coronación, Plaza de San Pedro, 30 de junio de 1963).

Esto porque Pablo VI no fue un Papa silente, no fue un pontífice volcado al interior de la Iglesia Católica, sino, por el contrario, actuó como un barquero que trasborda, que pone en contacto las orillas, que buscó llevar a Cristo y el Evangelio a los desafíos más acuciantes de la modernidad para construir una nueva civilización fundada en el amor.

He querido comenzar este breve recorrido por parte de la historia del pontificado del nuevo Papa canonizado, que alcanza en los altares a su predecesor —Juan XXIII— y a su sucesor en la conducción de la Iglesia, Juan Pablo II3, poniendo atención a sus palabras en el inicio de su acción como siervo de los siervos de Dios. Pese a la reflexión sobre el silencio y la meditación, que sería lo que el nuevo Papa desearía, Pablo VI establece de inmediato con claridad la responsabilidad que el cargo impone e, implícitamente, las circunstancias históricas demandan: “Pero es nuestro deber hablar como si en realidad el clementísimo Señor deseara públicamente mostrar su misericordia y su bondad hacia nosotros, por lo que elevamos nuestro agradecimiento junto con el respeto y la fe de las personas y de los pueblos”. Daba así también particular proyección al lema episcopal que honrará en sus más de 15 años como obispo de Roma, llevando su palabra y su presencia al mundo, iniciando una práctica que revolucionará el modo de ejercer la actividad de cada sumo pontífice, quienes usarán los medios técnicos modernos para las comunicaciones como complemento de la actividad evangelizadora, emprendiendo viajes que los convierten en peregrinos y pastores universales atentos a tomar contacto con los fieles de todo el mundo. En este sentido, Pablo VI muestra desde el inicio de su pontificado una disposición a moverse a encontrar al Pueblo de Dios, a reconocer en todos los seres humanos el rostro de Cristo, convirtiéndose en el primer pontífice que viaja en avión para visitar todos los continentes, con disposición de servicio y anuncio del evangelio. Hombre sistemático y organizado, no dado a las improvisaciones o a los impulsos, enuncia ya en esta homilía inicial el cómo entiende su misión y servicio:

3 El sucesor inmediato de Pablo VI fue Albino Luciani que, con el nombre de Juan Pablo I, fue Sumo Pontífice por un brevísimo tiempo. El papa Luciani está en proceso de canonización.

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CANONIZACIÓN PABLO VI Monseñor Montini había sido desde muy temprano un sostenedor del Concilio, siendo la primera voz que manifestó apoyo y claro entusiasmo por el anuncio que Juan XXIII hiciese el 25 de enero de 1959. [“Vaticano II” de Isabella Ducrot (2012)]

Justamente porque hemos sido elevados a la cumbre de la Iglesia militante, nos sentimos al mismo tiempo colocados en el más bajo puesto como siervo de los siervos de Dios. La autoridad y la responsabilidad aparecen así maravillosamente conectadas; la dignidad, con la humildad; el derecho, con el deber; el poder, con el amor.

Giovanni Battista Montini se convertía en Papa en un momento particular, pues estaba en curso el Concilio Ecuménico Vaticano II que seis meses antes de su elección había iniciado un período de intervalo entre sesiones conciliares. Monseñor Montini había sido desde muy temprano un sostenedor del Concilio, siendo la primera voz que manifestó apoyo y claro entusiasmo por el anuncio que Juan XXIII hiciese el 25 de enero de 1959 en contraste con la desatención de L’Osservatore Romano frente a la gran noticia dada por el Papa. Monseñor Montini compartía la preocupación de Juan XXIII por la necesidad de atender los desafíos pastorales

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“Pablo VI en oración” de Ernst Günter (1969).

que el mundo contemporáneo planteaba a la Iglesia en su vida estructural y apostólica4. Como arzobispo de Milán, la mayor diócesis de la Iglesia, desde 1954 había desarrollado una intensa actividad de renovación de iniciativas pastorales y de la vida parroquial intuyendo lo que el Papa Juan XXIII llamaría aggiornamento de la Iglesia 5. Con amplia experiencia en la administración de la acción de asistencia y servicio de la Iglesia, especialmente desarrollada en los años de la Segunda Guerra Mundial y en la inmediata posguerra, monseñor Montini era una figura reconocida en el episcopado italiano. Fue llamativo el hecho de que Pío XII, con quien Montini trabajó estrechamente por muchos años en la Secretaría de Estado vaticana, no lo hubiese creado cardenal como era costumbre para la sede episcopal de Milán. Debía esperar a la elección de Juan XXIII para alcanzar el cardenalato. Apenas elegido Papa, Roncalli puso en primer lugar de la lista de nuevos cardenales en su primer consistorio a Montini, e incluso le comunicó su decisión el día de su coronación6 . Ya como cardenal, Montini sostuvo el Concilio con decisión y convicción, con

4 Como arzobispo de Milán el cardenal Montini escribió una Carta Pastoral para la semana de cuaresma preparando el Concilio, titulada Pensar el Concilio, con una rica reflexión sobre el significado de este para la Iglesia universal. El texto se puede ver en Ceriani, Grazioso, L’ora del Concilio. Editrice Massimo, Milano, 1963, pp. 265-286. 5 En palabras de Pablo VI, este aggiornarse significa obtener “una mayor conciencia de la comunión eclesial, […] una mayor caridad que debe unir, activar, santificar la comunión jerárquica de la Iglesia. […] Aggiornamento significará en adelante para nosotros sabia penetración del espíritu del Concilio celebrado y fiel aplicación de sus normas, feliz y santamente emanadas”. 6 “Excelencia queridísima, estoy a punto de bajar a San Pedro para la gran ceremonia [de coronación como Papa]. Pienso en San Carlos, en su sucesor y en todos los milaneses juntos, clero y pueblo. En seguida anunciaré el consistorio, en el que figurarán los nombres de monseñor Montini y monseñor Tardini. Pero esto sucederá en el plazo de una semana; mientras tanto quedará en absoluto secreto”. Así decía el mensaje que ese 4 de noviembre de 1958, fiesta de San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán, le envió Juan XXIII a Giovanni Battista Montini.

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la conciencia de que se estaba iniciando una nueva etapa en la vida de la Iglesia. La elección del Papa luego de la muerte de Juan XXIII podía parecer en cierto modo simplificada, dadas las manifestaciones de aprecio que el Papa Roncalli había tenido con el arzobispo de Milán. Sin embargo, el escenario era más complejo justamente porque estaba en curso el Concilio, al interior del cual se confrontaban posiciones diversas acerca de la naturaleza y magnitud de los cambios que el aggiornamento de la Iglesia requería. Tratándose de un Concilio Ecuménico, con representaciones consistentes de las Iglesias de todo el mundo y con una explícita orientación hacia el desarrollo de un espíritu de ecumenismo al buscar el acercamiento con las Iglesias separadas, las sensibilidades de los padres conciliares eran variadas y amplias, y no coincidían con las orientaciones que predominaban en el Colegio Cardenalicio, en el que había una significativa representación de cardenales curiales que eran, predominantemente, más tradicionales y en cierto modo escépticos de las orientaciones que había tomado el Concilio7. El día 21 de junio de 1963, a la quinta votación del Cónclave el cardenal Montini fue elegido Papa, tomando como nombre el de Pablo por devoción al “Apóstol de las Gentes”. En su homilía de coronación, Pablo VI se refiere a la imagen que tiene de la figura y misión del romano pontífice: No olvidemos la admonición de Cristo, de quien somos ahora Vicario: “Que el más grande entre vosotros sea el más pequeño y que el jefe se convierta en siervo”. Consiguientemente tenemos conciencia en este momento de asumir una sagrada, solemne y grave misión: la de continuar y extender sobre la Tierra la misión de Cristo.

Establecía así uno de los principios rectores de su pontificado, que están presentes desde su primera encíclica Ecclesiam suam del 6 de agosto de 1964 hasta su último gran documento, la exhortación apostólica Envangelii nuntiandi del 8 de diciembre de 1975, vinculando implícitamente su nombre como Papa a la tarea de evangelizar el mundo moderno. Con clara conciencia del enorme proceso que se había puesto en marcha poco más de nueve meses antes con la primera sesión del Concilio y las iniciales discusiones, tomas de posición, propuestas y orientaciones de la reunión de los padres conciliares en Roma, Pablo VI propone desde el inicio una definida orientación de sus acciones y preocupaciones como obispo de Roma. Su propuesta “programática” es clara: 7 Sobre este punto, véase Riccardi, Andrea, El poder del papa. PPC, Madrid, 1997, especialmente el capítulo VII.

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“Reanudaremos con la mayor reverencia la obra de nuestros predecesores, defenderemos a la Santa Iglesia de los errores doctrinales y de costumbres que dentro y fuera de sus fronteras están amenazando su integridad y ensombreciendo su belleza. Procuraremos preservar e incrementar la virtud pastoral de la Iglesia, que se presenta, libre y pura, en su propia actitud como Madre y Maestra, amante de sus hijos, respetuosa y paciente, pero invitando cordialmente a unirse a ella a todos aquellos que no están todavía en su seno” (Homilía de Pablo VI, solemne rito de la coronación, Plaza de San Pedro, 30 de junio de 1963).

Reanudaremos con la mayor reverencia la obra de nuestros predecesores, defenderemos a la Santa Iglesia de los errores doctrinales y de costumbres que dentro y fuera de sus fronteras están amenazando su integridad y ensombreciendo su belleza. Procuraremos preservar e incrementar la virtud pastoral de la Iglesia, que se presenta, libre y pura, en su propia actitud como Madre y Maestra, amante de sus hijos, respetuosa y paciente, pero invitando cordialmente a unirse a ella a todos aquellos que no están todavía en su seno.

Estas frases del inicio de su pontificado marcaron toda su extensión, anunciando en cierto modo los aspectos que más dificultades y dolores le traerían a Pablo VI en sus 15 años como sucesor de Pedro, en los que se esforzó por atender a todas las sensibilidades, por buscar los encuentros, por promover la paz, fundando esa tarea en el anuncio del Evangelio y la difusión de la doctrina de Cristo. Con valor, coherencia, humildad y caridad, Pablo VI honró este propósito enunciado al iniciar su misión como Papa y que desarrollaría de modo más sistemático poco más de un año más tarde con Ecclesiam suam.

Era, sin embargo, la continuidad del Concilio el gran reto y desafío para el nuevo pontífice y para la Iglesia entera. Por eso en la ocasión solemne en que desea el silencio de la meditación, Pablo VI es claro al subrayar: Reanudaremos, como ya hemos anunciado, el Concilio Ecuménico, y pedimos a Dios que este magno acontecimiento confirme la fe en la Iglesia, vitalice sus energías morales, la fortalezca y la adapte mejor a las exigencias de nuestro tiempo. Y así se ofrezca a los hermanos cristianos separados de su perfecta unidad, de una manera que haga posible su reintegración en el Cuerpo Místico de la única Iglesia Católica en la verdad y la caridad, fácil y jubilosamente.

La verdad y la caridad se transformaron en los pilares del pontificado de Pablo VI, atento a buscar comprender el mundo en que vivía con amplitud, generosidad, libertad y amor, reconociendo en la modernidad y sus lenguajes expresiones de belleza y de bien, de una humanidad que debía ser evangelizada de acuerdo a los signos de los tiempos, operando con los medios de este mundo contemporáneo, lleno de conf lictos

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Entronización de Pablo VI. Pablo VI ofrece su tiara a los pobres. Primer Papa viajero.

y dolores, pero también de descubrimientos e impulsos creativos que podía usar la Iglesia en su tarea de evangelización. A la cabeza del Concilio, asumiendo con decisión y claridad la conducción de la asamblea de la Iglesia, hizo de esa tarea de confirmar la fe en la Iglesia, de vitalizar sus energías morales, fortaleciéndolas y adaptándolas mejor a las exigencias de nuestro tiempo, su preocupación principal. Se planteaba una nueva forma de relación con el mundo, incluyendo en ese desafío uno de los grandes temas que habían apasionado al Papa Juan XXIII, el del ecumenismo. Pablo VI estaba consciente de las dificultades que este tema suponía, pero no descansó en su afán en buscar los puntos de encuentro entre cristianos y, más aún, en participar de diversas formas en el diálogo interreligioso en el mundo contemporáneo 8 enfrentando los reclamos de los grupos más críticos del Vaticano II y su legado. En este esfuerzo realizó acciones de alto valor simbólico, como encontrar autoridades de otras confesiones, resultando especialmente significativo el encuentro en el Monte de los Olivos en Jerusalén con el Patriarca de Constantinopla Atenágoras I, con quien se abrazó luego de más de mil años de distanciamiento tras el Cisma de Oriente. El Papa Montini hizo honor al nombre del santo que había escogido al convertirse en Sumo Pontífice y realizó varios viajes apostólicos, que 8 Sobre este punto véase: De la Hera Buedo, Eduardo. Pablo VI al encuentro de las grandes religiones. Desclée de Brouwer, Bilbao, 2001.

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El Papa Montini hizo honor al nombre del santo que había escogido al convertirse en Sumo Pontífice y realizó varios viajes apostólicos, que abrían un nuevo modo de comunicar y propagar el Evangelio, inaugurando un modo moderno de vivir el servicio a la Iglesia.

abrían un nuevo modo de comunicar y propagar el Evangelio, inaugurando un modo moderno de vivir el servicio a la Iglesia. Entre 1964 y 1970 realizó nueve viajes, hasta cuando su salud no le permitió continuar con esta vía de evangelización. El primero de estos viajes es el apenas recordado a Tierra Santa al inicio de 1964, para celebrar allí la fiesta de la Epifanía, en concordancia con la nueva evangelización que estaba promoviendo la Iglesia. En ese mismo año, Pablo VI viajó a la India a principios de diciembre para presidir el Congreso Eucarístico Internacional en Bombay. En este viaje se hizo manifiesto el compromiso del Papa Pablo VI en la denuncia de la injusticia y en la promoción de la paz en el Tercer Mundo, tema que lo acompañaría el resto de su pontificado. Durante el desarrollo de la tercera sesión del Concilio, Pablo VI realizó un rápido viaje a Nueva York para dirigirse a la Asamblea General de la ONU en su vigésimo aniversario. Fue ocasión para hacer un gesto elocuente a los mejores aspectos del mundo moderno reconociendo el trabajo de la organización en pro de la paz. En ese foro, luego de un apasionado llamado a la paz, Pablo VI dijo a la Asamblea: En una palabra: el edificio de la civilización moderna debe levantarse sobre principios espirituales, los únicos capaces no solo de sostenerlo, sino también de iluminarlo. Y esos indispensables principios de sabiduría superior no pueden descansar —así lo creemos firmemente, como sabéis— más que en la fe de Dios. ¿El Dios desconocido de que hablaba San Pablo a los atenienses en el Areópago? (Hch 17, 23). ¿Desconocido de aquellos que, sin embargo, sin sospecharlo, le buscaban y le tenían cerca, como ocurre a tantos hombres en nuestro siglo? Para nosotros, en todo caso, y para todos aquellos que aceptan la inefable revelación que el Cristo nos ha hecho de sí mismo, es el Dios vivo, el Padre de todos los hombres.

En los años siguientes visitaría Fátima, en 1967, para el cincuentenario de las apariciones de la Virgen, y Turquía, en una peregrinación ecuménica. En 1968 viaja a Colombia, donde en Medellín participa en la segunda conferencia general del CELAM, dedicada a trabajar en la recepción del Vaticano II en América Latina, un continente expectante y en agitación. En 1969 está en Ginebra, en el Consejo Ecuménico de Iglesias y ante la OIT, y más tarde en Uganda. Emprende el último y

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extenso viaje en 1970, recorriendo el sudeste de Asia y Oceanía. La Iglesia, que se había hecho progresivamente más universal con el Concilio Vaticano II y con la composición del Colegio Cardenalicio, con las visitas pastorales de Pablo VI adquirirá una práctica que marcó fuertemente su vida en el tiempo post conciliar. En efecto, la mayor parte de estos viajes corresponde al intenso trabajo de Pablo VI como conductor de una Iglesia en profunda transformación y ocupada en asimilar el legado del Vaticano II. Para cumplir esa tarea el Papa había planteado, ya en los primeros meses de su pontificado, una consistente reforma de la Iglesia, anunciando en septiembre de 1963 a la curia su intención de continuar con la tarea de responder a las necesidades de los tiempos manteniendo un vínculo vivo con la tradición 9. A l inaugurar la segunda sesión del Concilio planteó los objetivos principales de su pontificado que comprendían una def inición más clara de la Iglesia, tema que el mismo abordó en agosto de 1964 en su encíclica programática Ecclesiam suam y que luego se vería ref lejada en la constitución dogmática Lumen gentium de ese mismo año; un esfuerzo por la renovación interior “Pablo VI a las Naciones Unidas” de Lello Scorzelli.

9 Entre las numerosas reformas emprendidas destaca la transformación del Santo Oficio en Congregación para la Doctrina de la Fe y la eliminación del índice de libros prohibidos en 1965.

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El primer tercio del pontificado de Pablo VI fue de propuestas y reformas significativas, llevadas adelante por el Papa y el Concilio, con un enorme esfuerzo de Pablo VI por ser un fiel intérprete y traductor del trabajo del Vaticano II. En este período, el Papa percibe con claridad una Iglesia en busca de sí misma que cambia a la luz de los años del Concilio. [“Plaza con personas – Concilio” de Ivo Dulcic (1962-1965)]

de la Iglesia, presente en variadas reformas y en parte significativa en las constituciones Dei Verbum y Sacrosanctum Concilium de 1965 y 1963 y varios de los decretos conciliares; el establecimiento de un puente hacia el mundo moderno, que encontró especial resonancia en encíclicas como Populorum progressio de 1967, Humanae vitae de 1968 y de manera muy evidente en la constitución pastoral Gaudium et spes de 1965; y un esfuerzo especial por el diálogo con las iglesias separadas, confirmando el distintivo sello ecuménico del Concilio y de ese tiempo, que se evidencia no solo en el decreto conciliar Unitatis redintegratio, sino también en numerosos gestos de acogida y apertura, además de varios de los viajes apostólicos. Con plena conciencia de la tarea que significaba llevar adelante la reforma al interior de la Iglesia en lo referente a adecuar sus formas de acción y organización, promulgó, desde 1963, cambios disciplinares

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relevantes estableciendo, por ejemplo, el Sínodo de los Obispos, en 1965. Esta instancia le permitió al Papa tener un encuentro regular con los obispos para tratar temas precisos y delimitados y favorecer una mayor colegialidad10. El primer tercio del pontificado de Pablo VI fue de propuestas y reformas significativas, llevadas adelante por el Papa y el Concilio, con un enorme esfuerzo de Pablo VI por ser un fiel intérprete y traductor del trabajo del Vaticano II. En este período, el Papa percibe con claridad una Iglesia en busca de sí misma que cambia a la luz de los años del Concilio. Así, al concluir la gran asamblea, se entregan mensajes al Pueblo de Dios considerando a los laicos, hombres y mujeres, y dirigidos a los gobernantes, a los intelectuales, a los artistas, a las mujeres, a los trabajadores, a los pobres y sufrientes, a los jóvenes, invitando a la construcción de un mundo distinto, fundado en el amor. Profundamente mariano, dedicó a la Virgen dos de sus encíclicas11 y, sobre todo, promovió y consagró durante el Concilio a María como Madre de la Iglesia, en 1964. Vale la pena destacar la claridad y la fuerza con que Pablo VI llamó a la Iglesia a construir una nueva civilización fundada en el amor y experta en humanidad, promotora de la justicia y de la paz. Populorum progressio fue una invitación a la acción y al compromiso profundo con el vivir el Evangelio en el mundo contemporáneo con sus necesidades y retos, y tuvo un alto impacto en muchos países del llamado Tercer Mundo y en el mundo de los laicos y las comunidades cristianas de base. Hizo evidente cómo Pablo VI invitaba a entender los desafíos del desarrollo integral y planteaba la necesidad de traducir la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo en la promoción de la justicia y la paz. Fue un momento de propuesta y de esperanza que humanizó el mundo del desarrollo económico y actualizó los escenarios de la nueva evangelización. Pablo VI tuvo en el segundo tercio de su pontificado una etapa de prueba y, en cierta forma, de desolación. Las grandes reformas, entre las cuales la Litúrgica llama particularmente la atención, ya que despierta 10 Durante su pontificado, Pablo VI condujo cuatro asambleas regulares del Sínodo de los Obispos y una extraordinaria. Las materias tratadas en ellas fueron: en la primera, de 1967, el nuevo código de Derecho Canónico; los seminarios; la reforma litúrgica; el ateísmo y los matrimonios mixtos. La segunda asamblea ordinaria reunida en 1971 trató el sacerdocio ministerial y la justica en el mundo. El tercer encuentro ordinario, en 1974, tuvo como tema la evangelización; y el cuarto, en 1977, se ocupó de la catequesis. En el año 1969 Pablo VI presidió la primera asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos que estuvo dedicada a la cooperación entre la Santa Sede y las conferencias episcopales. 11 Mense Maio en 1965 y Christi Matri en 1966.

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Pablo VI tuvo en el segundo tercio de su pontificado una etapa de prueba y, en cierta forma, de desolación. Debió, a raíz de los vientos del post concilio, en ocasiones huracanados, soportar momentos muy duros de contestación e incomprensión.

fuertes rechazos y desencadena numerosas formas de experimentación, fueron su gran desafío. Debió, a raíz de los vientos del post concilio, en ocasiones huracanados, soportar momentos muy duros de contestación e incomprensión. Criticado por unos por prudente, era acusado por otros por el fuerte compromiso reformista. No solamente las discusiones en torno al Catecismo holandés o las reacciones a la encíclica Humanae vitae, sino también la radicalización de las posturas de cambio y los vínculos con la idea de revolución o la seducción de la violencia, tensionaron su pontificado del mismo modo que la línea cismática de los seguidores de Marcel Lefebvre12. Con esta alta carga de tensiones, contestaciones y polémicas, la salud del Papa se fue resintiendo. Juan Pablo II en su primera encíclica, destaca la figura de Pablo VI, cuya actividad pudo observar de cerca. Me maravillaron siempre su profunda prudencia y valentía, así como su constancia y paciencia en el difícil período posconciliar de su pontif icado. Como timonel de la Iglesia, barca de Pedro, sabía conservar una tranquilidad y un equilibrio providencial incluso en los momentos más críticos, cuando parecía que ella era sacudida desde dentro, manteniendo una esperanza inconmovible en su compactibilidad.13

12 Arzobispo francés conocido por su oposición al Concilio Vaticano II. 13 Juan Pablo II, Redemptor hominis, 1979.

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En sus últimos cinco años aproximadamente, el pontificado de Pablo VI ve un renacer del espíritu inicial marcado por la enseñanza del “amor intrépido a la Iglesia, la cual, como enseña el Concilio, es «sacramento, o sea, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano»” en Palabras de Juan Pablo II.

En sus últimos cinco años aproximadamente, el pontificado de Pablo VI ve un renacer del espíritu inicial marcado por la enseñanza del “amor intrépido a la Iglesia, la cual, como enseña el Concilio, es «sacramento, o sea, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano»” en Palabras de Juan Pablo II. Son los años de exhortaciones apostólicas como Gaudete in Domino, de mayo de 1975, y, sobre todo, de Evangelii nuntiandi, documento que reafirma el programa inicial de este pontífice comunicador y al mismo tiempo amante del silencio y la introspección, entusiasta del mundo que le tocó vivir, a pesar de todos los crímenes, tensiones y tragedias a las que asistió y frente a las que buscó sentido de trascendencia. Abierto a toda forma de belleza y sensible para buscar la posibilidad de evangelizar la cultura contemporánea, dedicó el cuarto Sínodo ordinario a los retos de la catequesis, transmitiendo a los obispos su esperanza en la construcción de la civilización del amor, anticipando ese “no tengáis miedo” de su sucesor, y ratificando su confianza en la alegría del Evangelio que llevó a la orilla de la modernidad.

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“Evangelizar América Latina. Pero ¿qué es América Latina? ¿Quién tiene su radiografía íntima? La sociología general y la sociología religiosa habían aportado a Medellín un panorama asible del continente”. Para dialogar con la riqueza y diversidad cultural latinoamericana hemos escogido distintos tejidos para ilustrar este artículo [“Sarape de Saltillo del período postclásico (1875-1900)”, en Sarape de Saltillo. Museo Franz Mayer y Artes de México, México, 2008, p. 47.]


Lo crucial de la Evangelii nuntiandi para A mérica L atina POR P. JOAQUÍN ALLIENDE LUCO

La canonización de un Papa invita a redescubrir y actualizar su mensaje y legado. Humanitas conversó con el sacerdote Joaquín Alliende Luco, quien fue miembro del Equipo de Reflexión Teológica y Pastoral del CELAM entre 1976 y 1993, sobre las ideas que él ya había expresado acerca del impacto que tuvo el pontificado de Pablo VI en el continente latinoamericano, y los desafíos que planteó en aquel contexto la implementación del Concilio Vaticano II1.

“El Verbo de Dios se hizo carne”. Aquí se encierra todo el misterio de la

historia, la autocomprensión del hombre, el estupor fundante y palpitante de la Iglesia. Todo lo que hacemos en el quehacer cotidiano, cualquier forma de servicio eclesial, todos los textos que leemos o redactamos, todo ello se mueve en el campo magnético de esta tensión. “El Verbo de Dios se hizo carne”. Es nuestra realidad más existencial y es el encuadre de cualquier reflexión teológica. Como no podemos percibirlo ni formularlo en su síntesis dinámica, ni en su esencialidad trascendente… no nos queda otra cosa que oscilar, intentando lo más que podemos la convergencia de los dos polos. La historia de los dogmas cristológicos certifica también ese progreso en la tensión polar hacia la mayor integración posible para la Iglesia creyente. ¿Por qué estas palabras iniciales? Porque, a mi juicio, enmarcan el providencial aporte de Pablo VI a la Iglesia de América Latina, en un momento histórico en que había que reformular la síntesis encarnacional. Los expertos nos enseñarán a rastrear, en la totalidad del pensamiento del Papa Montini. Yo solo puedo limitarme, desde la memoria de lo vivido, a hacer una cala histórica, que con todas sus carencias, sin embargo, creo apunta hacia el núcleo central. 1 Texto adaptado de la conferencia dada durante el Simposio Universidad Católica Santa María de los Buenos Aires, Organizado por el Instituto Paolo VI de Brescia y UCSMBA. Buenos Aires, 10 y 11 octubre 2000.

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La interrogación pastoral de la Iglesia a fines del segundo milenio es precisamente esta: cómo creer, en una época que no puede ya hacer la restauración del teocentrismo medieval, y que tampoco quiere seguir en un tumbo más, de la ebriedad antropocéntrica de los últimos siglos.

Es evidente que lo que ocurre en la América Latina de los años 70 es una estación del flujo histórico de la cultura del Occidente cristiano. Desde el teocentrismo medieval y el antropocentrismo del Renacimiento en adelante, con todas las variaciones que se quieran recoger, necesitaba la Iglesia un intento global, no tanto en la zona teórica, sino que en la cuestión pastoral. Este término ha servido, y con razón, para definir el carácter específico del Vaticano II. No se trata primeramente de una novedad dogmática, acerca de qué creer, sino del cómo creer hoy. Así sitúa Rocco Buttiglione la comprensión que Karol Wojtyla tiene del acontecimiento del Vaticano II, como acto de conducción magisterial2. La interrogación pastoral de la Iglesia a fines del segundo milenio es precisamente esta: cómo creer, en una época que no puede ya hacer la restauración del teocentrismo medieval, y que tampoco quiere seguir en un tumbo más, de la ebriedad antropocéntrica de los últimos siglos. Ahora, será una fe en Dios encontrado en el espacio del hombre. Pero de un hombre que es, intrínsecamente, huella y presagio de la Trinidad. No es casualidad que el célebre número 22 de la Gaudium et spes adquiera la categoría de topos, en el ejecutor magno del Concilio que es Juan Pablo II, porque “el Hijo de Dios con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre”.

La situación postconciliar Cuando los obispos vuelven a sus países, en diciembre de 1965, vienen con una clara voluntad de poner en práctica lo que los documentos habían formulado. Dos focos centrales condensaban el interés episcopal: una renovación de la Iglesia en su identidad, tal como la describe la Lumen gentium; y el segundo, la superación de los eclesiocentrismos previos, por una nueva actitud y un nuevo ánimo en las relaciones Iglesia y mundo, según la Gaudium et spes. Se puede decir que la novedad eclesiológica fue asumida no sin serias conmociones, pero que, con todo, de alguna manera, era moverse en 2 Buttiglione, Rocco, Karol Wojtyla filósofo, teólogo, poeta. Atti del 1º coloquio internazionale del pensiero cristiano, Città del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1984, p. 17: “Per Wojtyla il Concilio è un Concilio eminentemente pastorale. Sappiamo già che questo non implica, nel pensiero del nostro autore, nessuna svalutazione ma il massimo dell’ apprezzamento. Il Concilio non ha proposto nessuna novità dogmatica, nessuna nuova verità da credere, ma ha posto il problema nuovo, originalissimo e tutto moderno del come credere. Quali sono gli atteggiamenti che nella interiorità del cristiano en el suo modo di essere nel mondo nascono dalla presenza vissuta della rivelazione nella sua coscienza? La Rivelaziones come incontro personale? Come la fede cambia la vita?”.

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campos más propios y conocidos. Mucho más dramático era el otro escenario, el de la relación Iglesia-mundo, pues la Iglesia no había logrado un sitial sereno para el diálogo con el mundo en el nuevo horizonte cultural del siglo XX. Era casi imposible que no se produjera una reacción pendular de un repliegue apologético a una proximidad ingenua, acrítica, con la cultura de la modernidad. De hecho, ocurrió así con graves consecuencias, y con aprendizajes valiosos pero también dolientes. En América Latina, la nueva relación Iglesia y mundo fue todavía más convulsionadora. Casi todo resultaba nuevo. Era inédita la conciencia subcontinental y algunos aspectos de la realidad de nuestros pueblos adquirían una visibilidad chocante. Así fue en la conciencia abrupta y generalizada de la injusticia social. La comparación con los países de la abundancia era instantánea y masiva, por esa ventana diaria de la televisión. La percepción crítica de las desigualdades fue tan aguda y escandalosa que puso en marcha los vértigos que lanzaron a toda una generación a suscribir la necesidad de un cambio revolucionario; y la tentación de la violencia se transformó en fascinación para muchos. El laicado dirigente, los sacerdotes, los pensadores, los teólogos, vivían en carne propia el proceso. La Conferencia Episcopal de Medellín fue ese primer grito. En sus Conclusiones, la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano trató muchísimos temas diferentes, pero la relación del Evangelio con las estructuras sociales existentes fue la materia más movilizadora. El debate se tornó apasionado y la conducción del proceso postconciliar se hacía muy difícil para quienes tenían el encargo y la obligación de ser guías. Hoy es arduo recrear el dramatismo del momento. Pero es un hecho que, efectivamente, desde 1968 y en los dos o tres primeros años de la década del ’70, de veras se estaban definiendo las orientaciones de toda la aplicación del Vaticano II, y de la disposición histórica para enfrentar el cambio epocal que ya era insoslayable.

El laicado dirigente, los sacerdotes, los pensadores, los teólogos, vivían en carne propia el proceso. La Conferencia Episcopal de Medellín fue ese primer grito. En sus Conclusiones, la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano trató muchísimos temas diferentes, pero la relación del Evangelio con las estructuras sociales existentes fue la materia más movilizadora.

Entonces, Pablo VI nos entrega la Evangelii nuntiandi. Por cierto, esta Exhortación Apostólica no brota mágicamente, sin contexto. El que la firma es el mismo Pablo VI de la “profesión de fe” del Credo del Pueblo de Dios. Es el Pontífice cuya primera encíclica, Ecclesiam suam, propone el diálogo responsable como la forma propia de ejercer la identidad de la Iglesia de cara al mundo. Evangelii nuntiandi anuda todo Pablo VI en su profecía jerárquica para

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América Latina, nos media el Concilio con una oportunidad pastoral que solo puede ser fruto del Espíritu Santo.

En el primer postconcilio latinoamericano Evangelii nuntiandi no solo es maduración del Magisterio del Pontífice, sino que es, además, un eslabón del diálogo vivo entre nuestras Iglesias y el Pastor universal.

“Tres rebozos tejidos en telar de otate por Evaristo Borboa”, en El rebozo. 20 Artes de México Revistalibro bimestral. N° 90, agosto 2008, p. 26.

El magisterio constante del Papa Montini había impulsado el período postconciliar con un estilo de optimismo y prudencia. Ello aflora muy caracterizadamente en el clásico discurso sobre “El valor religioso del Concilio”, del 7 de diciembre de 1965. Pulsa aquí todo el entusiasmo benevolente y esperanzado con el cual la Iglesia mira al mundo. “Una simpatía inmensa lo ha penetrado todo” (n. 8), para continuar más adelante: “[…] una corriente de afecto y de admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno” (n. 9).

Pero no se trata de un movimiento candoroso de la inteligencia. Haciendo referencia al misterio de la Encarnación dirá, en aquel texto: “El humanismo laico y profano ha aparecido, finalmente, en toda su terrible estatura y, en un cierto sentido, ha desafiado al Concilio. La religión de Dios que se ha hecho hombre se ha encontrado con la religión —porque tal es— del hombre que se hace Dios” (n. 8).

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Por esas mismas semanas, se reúnen en Mar del Plata miembros del Equipo de Reflexión del CELAM con representantes de lo que se ha llamado la Escuela del Plata, liderada por Lucio Gera y Alberto Methol. Se prepara una contribución del CELAM para el Sínodo de Obispos de Roma, sobre la evangelización3.

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En 1974, ya hay casi 10 años de experiencias postconciliares de muy diversa índole. En ese lapso, tiene lugar la trascendental II Conferencia General del Episcopado en Medellín. Su gravitación fue inmensa en la Iglesia de América Latina, dinamizando todo con una fuerza inédita. Sin embargo, quedaban espacios vacíos, había omisiones que se denotarían muy pronto. Por ejemplo, Medellín no supo decir nada sobre María. Es casi una proeza escribir un capítulo sobre religiosidad popular latinoamericana y que ella, la Madre de Dios, no sea siquiera nombrada. Este mutismo no era solo regional. Todavía no se articulaba el modo nuevo de la fe mariana de la Iglesia. El Papa percibió esta afonía e hizo preparar el texto de Marialis Cultus que, en nosotros, tendrá una función inspiradora importante. Lo publicó el 2 de febrero de 1974.

El presidente del CELAM declaró algo inusual para la época: “la religiosidad popular es un punto de partida para una nueva evangelización: hay elementos válidos de una fe auténtica que busca ser purificada, interiorizada, madurada y comprometida. Se manifiesta en un sentido especial de Dios y su providencia, en la particular asistencia de María Santísima y de los santos, en una actitud fundamental frente a la vida o la muerte”.

A inicios de octubre de aquel año en Buenos Aires, hay una reunión decisiva para nuestro asunto del Equipo de Reflexión. Participa el presidente del CELAM, el Obispo de La Plata, monseñor Eduardo Pironio. Justo antes de tomar el avión que lo llevaría a Roma, para el Sínodo, tuve la oportunidad de conversar con monseñor Pironio, quien me indicó que en las conversaciones de aquellos días a él se le había abierto un horizonte nuevo: el de la religiosidad popular. Llegando a la Ciudad Eterna, lo entrevistó L’Osservatore Romano (ver el 6 de octubre de 1974). El presidente del CELAM declaró algo inusual para la época: “la religiosidad popular es un punto de partida para una nueva evangelización: hay elementos válidos de una fe auténtica que busca ser purificada, interiorizada, madurada y comprometida. Se manifiesta en un sentido especial de Dios y su providencia, en la particular asistencia de María Santísima y de los santos, en una actitud fundamental frente a la vida o la muerte”4. No puedo olvidar cuán alegres nos puso a muchos este lenguaje, hasta entonces inusitado, de la más alta autoridad del CELAM. Una vez más, 3 “Algunos aspectos de la evangelización en América Latina”, Boletín CELAM 18, 1974. 4 Equipo Seladoc, Puebla. “Panorama de la teología latinoamericana”. Salamanca, Sígueme, 1981, vol. V, p. 475.

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monseñor Pironio había sabido recoger una inquietud y la había representado en el mejor foro. El Sínodo registrará en sus debates esta voz diferente de los Obispos latinoamericanos. Ella implica una nueva forma de aproximación al acervo cultural más propio de nuestras gentes, lo que en Puebla se llamará “sustrato católico” (Documento de Puebla, 1, 7, 412). Junto al tema de la religiosidad popular llegan, además, desde nuestras latitudes hasta el Sínodo dos materias que habían emergido, creadoramente, en el post-Medellín: la liberación evangélica (cfr. EN n. 30 ss) y las comunidades eclesiales de base (cfr. EN n. 58). Cuando el Sínodo en sus acuerdos es presentado coherentemente por Pablo VI en Evangelii nuntiandi, el tema de la religiosidad popular será abordado en el número 48 . Se titula allí “piedad popular”, recogiendo la ref lexión teológico-pastoral de América Latina, tal como se daba en aquel momento. Finalizado el Sínodo, en la misma ciudad de Roma, se reúne el CELAM en el mes de noviembre. Sus autoridades encomiendan al Equipo de Reflexión elaborar la nueva visión de la religiosidad popular. Entre tanto, el tema de la liberación era motivo de un debate teológico y de la compleja confrontación de estilos eclesiales, en todos los niveles del Pueblo de Dios, en América Latina.

Cuando el Sínodo en sus acuerdos es presentado coherentemente por Pablo VI en Evangelii nuntiandi, el tema de la religiosidad popular será abordado en el número 48. Se titula allí “piedad popular”, recogiendo la reflexión teológico-pastoral de América Latina, tal como se daba en aquel momento.

No hay duda que, en tales circunstancias, estaban ocurriendo reduccionismos políticos de la fe, como también, en lo que se refiere a las comunidades eclesiales de base, se fueron gestando prácticas diferentes que se distanciaban entre sí, de modo progresivo e inquietante.

El magisterio providencial de la Evangelii nuntiandi

La búsqueda del nuevo rostro de la Iglesia conciliar ocurre en un oleaje agitado. Se hace evidente que el postconcilio debe decantarse. Pablo VI es un timonel vigilante. Una y otra vez toma posición, alienta, corrige. En América Latina, el debate es vehemente, a ratos confuso. Se dan recriminaciones, se abren heridas. Los episcopados de los diversos países y el CELAM no logran hacerse oír con una voz suficientemente global y vigorosa.

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Solo un maestro de la fe, un pastor mistagogo, asistido por el Espíritu Santo, podía dar a la Iglesia de América Latina una clave. Para que esta fuese operativa se necesitaban, además, conceptos funcionales que encaminaran la praxis.

¿Cómo redenominar la identidad de la Iglesia en su voluntad de diálogo con el mundo? y ¿cómo entender ese mundo que se nos encargaba en un tiempo de redefinición de América Latina? Llega la Evangelii nuntiandi, y tras ella está todo el Concilio, especialmente la Lumen gentium y Gaudium et spes. Pero está también el dolor postconciliar, está la esperanza teologal que da el Espíritu cuando el camino nos fatiga y desconcierta. Evangelii nuntiandi es todo lo contrario a lo que es un miedoso intento de restauración. La Iglesia quería y debía seguir siendo aquella que, en el citado discurso del 7 de diciembre de 1975, Pablo VI aludió diciendo que ella “se ha declarado casi la sirvienta de la humanidad”.

“Banda de tapicería. Nazca tardío. Fibra de camélido. N° 901”, en Nasca. Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago, 1996, p. 55.

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Para clarificar la cuestión no bastará con un documento puramente doctrinal. Hay demasiada temperatura en el ambiente, los hijos de la Iglesia viven un proceso histórico existencial. Lo que se precisa es una palabra de sabiduría que comunique una lúcida reflexión orientadora, con ánimo de esperanza. Solo un maestro de la fe, un pastor mistagogo, asistido por el Espíritu Santo, podía dar a la Iglesia de América Latina una clave. Para que esta fuese operativa se necesitaban, además, conceptos funcionales que encaminaran la praxis.


Lo que había sucedido, entre tanto, es que ya era insoslayable definir el servicio específico, único, de la Iglesia al mundo. El concepto medular para el Sínodo del ’74, escogido directamente por Pablo VI, adquirió con la Evangelii nuntiandi, un carácter definitivo y programático: “evangelización”.

Lo que había sucedido, entre tanto, es que ya era insoslayable definir el servicio específico, único, de la Iglesia al mundo. El concepto medular para el Sínodo del ’74, escogido directamente por Pablo VI, adquirió con la Evangelii nuntiandi un carácter definitivo y programático: “evangelización”. Esta es la palabra irreemplazable que la Iglesia pronuncia en su diálogo con el mundo. Evangelización que incluye una liberación integral, que se dirige a todo el hombre, contiene un anuncio explícito (n. 22), es un mensaje escrito con la sangre del testimonio (n. 21), una predicación viva (n. 42), busca los lenguajes adecuados (n. 63), abarca todos los estados posibles del cristiano (n. 67). La evangelización que es, primeramente, acción divina porque “puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización” (n. 75). A través de él, la evangelización penetra en los corazones y es en la Iglesia un reclamo de amor “hasta el extremo” ( Jn 13, 1). Ocurre eficazmente si es un ejercitar la fe “con el fervor de los santos” (EN n. 80). Y María es la “Estrella de la evangelización siempre renovada sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza” (EN n. 82).

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CANONIZACIÓN PABLO VI “Rebozo de seda con hilos de oro, plata y seda, ca. 1790”, en El rebozo. 20 Artes de México Revista-libro bimestral. N° 90, agosto 2008, p. 70-71.

Ya lo dijimos, este Pablo VI es el mismo de la Ecclesiam suam. Tan solo que, en 1975, le ha dado nombre preciso a la palabra que arde en los labios de la Esposa de Cristo cuando dialoga con el mundo. La identidad del servicio propio de la Iglesia es evangelizar. En este concepto se centran, nucleándose, todos los elementos de las riquezas conciliares. La Iglesia actualiza su autodefinición y se apropia de ella haciéndola rápida, concisa, verificable, temporalizada, tal como hoy los expertos en comportamiento institucional declaran —conditio sine qua non— para la eficacia de un ser corporativo. Desde ese momento, no se podía ya más argumentar sosteniendo que la fermentación inquieta de los factores impedía denominar con nitidez lo propio de la misión. Con el concepto de evangelización se diseña, funcionalmente, el rostro de la Iglesia. ¿Y el mundo? ¿Qué es ese mundo que llamamos América Latina? ¿Cómo asirlo? ¿Con qué categoría se le puede aprehender y, a la vez, entrar con él en una forma de trato dialógico de modo que el Evangelio lo penetre en sus zonas esenciales? Evangelizar América Latina. Pero ¿qué es América Latina? ¿Quién tiene su radiografía íntima? La sociología general y la sociología religiosa habían

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aportado a Medellín un panorama asible del continente. Los números eran, muchas veces, abrumadores. La sociometría indicaba llagas que eran labios del grito de los sin voz. Y en la ciudad colombiana se había intentado una respuesta, pero la experiencia del tiempo inmediato había indicado que la radiografía era insuficiente. Con razón se comenzó a decir que no bastaba con indicar los índices de pobreza o las terribles condiciones de injusticia, para entender quién era y cómo era el pueblo pobre de América Latina. Los números que señalaban el PIB de algunos países podían coincidir con el de otras regiones asiáticas o africanas, pero las cifras eran fríamente esquemáticas. La Iglesia necesitaba conocer la carne y la sangre latientes de esos pobres, su estilo de vida, el alma de sus motivaciones, su comportamiento frente al amor y a la muerte, y a la trascendencia. Aquí es donde Evangelii nuntiandi se muestra funcionalmente profética. Aporta a la sabiduría pastoral una definición de mundo humano, que hará posible el diálogo evangelizador con él. Ya el dibujo de mundo no vendrá de la sociología de corto alcance, aquella que en un decir irónico de Alberto Methol, por aquellos años, pretende ser igualmente útil tanto en Chicago para investigar la comercialización de dentífricos como para inquirir la fe trinitaria de los campesinos del interior del Uruguay. América Latina, entendida como un mapa sociométrico, era un campo demasiado distante e indescifrable para que la Iglesia pudiese entender el cómo ayudar a creer por medio de su labor evangelizadora.

Evangelii nuntiandi vuelve al cofre del Concilio a rescatar una idea fuerza, que se había quedado dormida en la Gaudium et spes, n. 53. Retoma y proyecta el concepto de cultura en su globalidad, como estilo de vida de los pueblos, como su “patrimonio propio”, como “el medio histórico determinado, en el cual se inserta el hombre de cada nación o tiempo”.

Evangelii nuntiandi vuelve al cofre del Concilio a rescatar una idea fuerza, que se había quedado dormida en la Gaudium et spes, n. 53. Retoma y proyecta el concepto de cultura en su globalidad, como estilo de vida de los pueblos, como su “patrimonio propio”, como “el medio histórico determinado, en el cual se inserta el hombre de cada nación o tiempo”. La cultura, así entendida, tiene una intrínseca referencia a lo absoluto. Esta aproximación la hace desde la experiencia de comunidad, de fraternidad histórica, concreta, desde la escuela constante donde la persona responde, con su libertad, al reto de las preguntas ineludibles. La cultura pasa a ser, entonces, la descripción dinámica de pueblo, terreno este en el cual la Iglesia se ha sentido siempre cómoda para anunciar la salvación.

Hoy, todo esto, puede sonar más o menos convincente. A mediados de los ’70, era un golpe de timón intelectual. El pueblo al que se quería servir era

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CANONIZACIÓN PABLO VI “Tejido Wichí en chaguar del Noreste Argentino”, en Artesanías de Salta. Herencia viva. Ministerio de Educación de la Provincia de Salta – Secretaría de Cultura, Argentina, 2006, p. 17.

mucho más que una suma de pobres, o el número global de los oprimidos. Era mucho más que la fotografía de un corte transversal instantáneo, estático y anónimo. Era la cinematografía de una comunidad histórica, en la cual se decantan símbolos, lenguajes, instituciones, tierras, ritos y “formas de desarrollar las ciencias, las artes y de cultivar la belleza” (GS n. 53). Se entraba a este tejido celular, a esta red capilar de la fraternidad, o la evangelización era esparcir un mensaje a modo de barniz, que resbalaba por la superficie de las apariencias sociales, por muy dramáticas que fuesen las lágrimas de un dolor que no se entendía desde la historia, desde la identidad cultural. Así como el concepto de evangelización había redefinido el “polo Iglesia”, el concepto de cultura venía a proporcionar el perfil actualizado y permeable del “polo mundo”. Recién con la Evangelii nuntiandi se hacía posible serenar las encrespadas olas de un postconcilio que necesitaba entrar en una segunda fase para ser fecundamente histórico. Ahora, América Latina sí estaba en condiciones de dar permanencia a las mejores intuiciones, a los mejores brotes de la primavera postconciliar. No todas las flores serían fruto, pero ya muchos gérmenes señalaban un vigor verdaderamente promisor.

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La recepción compartida, asentada y pública de la Evangelii nuntiandi ocurrió en Puebla, y fue Argentina quien aportó una madurada reflexión sobre la idea de cultura en relación con los conceptos de historia, pueblo, trascendencia.

La recepción compartida, asentada y pública de la Evangelii nuntiandi ocurrió en Puebla, y fue Argentina quien aportó una madurada reflexión sobre la idea de cultura en relación con los conceptos de historia, pueblo, trascendencia. El magistral capítulo poblano, titulado “Evangelización de la cultura”, es una elaboración aguda, sensible y oportuna de la Evangelii nuntiandi. Es un comentario aplicado o un caso de fecundación del pensamiento de la Exhortación Apostólica de Pablo VI, desde la identidad latinoamericana. Es un modo creativo de leer el número 20 de la Evangelii nuntiandi, es su programa sintético: Posiblemente podríamos expresar todo esto diciendo: lo que importa es evangelizar —no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces— la cultura y las culturas del hombre en el sentido rico y amplio que tienen sus términos en la Gaudium et spes (n. 53), tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios […] La ruptura entre Evangelio y cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo […]”5.

Pues bien, ese texto de Puebla que recoge el aporte de todos los miembros de la Comisión que trataba el tema de la evangelización de la cultura fue pensado, elaborado y redactado por el Pbro. Lucio Gera. Pero queda pendiente la pregunta acerca de si esta aprobación latinoamericana de Evangelii nuntiandi es legítima. ¿Cómo fue en los otros continentes? Todo indica que en ninguna otra latitud esta Exhortación de Pablo VI tuvo la trascendencia crucial que adquirió en América Latina. No se ha dado otro Puebla y no hay un capítulo de una Conferencia Episcopal continental como el del número 2 del capítulo II poblano al que hemos aludido. Se sabe que un colaborador estrecho de Pablo VI, a la hora de recoger el Sínodo de los Obispos del año 1974, fue monseñor Lucas Moreira Neves, quien fuera Prefecto de la Congregación para los Obispos. Tal vez, los historiadores puedan dilucidar la forma y el grado de ese servicio del brillante cardenal brasileño. Por ahora, se puede dejar sentada la hipótesis de trabajo de que la condición de latinoamericano de monseñor Moreira Neves no es accidental a la fecunda recepción de la Evangelii nuntiandi entre 5 Pablo VI. Evangelii nuntiandi n. 20.

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CANONIZACIÓN PABLO VI

nosotros. Esto no se dice porque él hubiese tenido una acción directa para que la Exhortación Apostólica fuese asumida a este lado del Atlántico. Creo que se trata de una congenialidad intrínseca que permitió el encuentro providencial histórico, decisivo y salvador, entre las Iglesias de América Latina y el Magisterio Pontificio de Pablo VI.

Dos corolarios breves Pablo VI, con la Marialis Cultus y la Evangelii nuntiandi, abrió la senda para un reencuentro actualizado de la Iglesia en América Latina con la condensación más propia de la identidad de nuestros pueblos. Así lo expresó el texto redactado por el P. Egidio Viganó, quien fuese Rector General de los Salesianos, y destacado teólogo. Lo hizo en la carta aprobada por la unanimidad de todos los miembros de la Comisión de Evangelización de la Cultura y Religiosidad Popular, que dirigieron a la Comisión Central, de Puebla. Fechada el 10 de febrero de 1979, sostiene que la religiosidad popular es la aportación que “consideramos sea uno de los aspectos más originales y más latinoamericanos de esta III Conferencia Episcopal”. El soporte que enmarcaba el espacio de legitimidad teológica de tal afirmación era, claramente, el ya aludido número 48 de la Evangelii nuntiandi, titulado “Piedad popular”. La religiosidad popular latinoamericana es la condensación histórica más auténtica y vigorosa del alma de nuestros pueblos, si bien está amenazada de desgastes y degeneraciones, como todo lo que está en el ámbito de las culturas. El silencio de Medellín sobre María va a tener un vuelco en los extensos números dedicados a la Madre de Dios en el Documento de Puebla (282 a 303 y 333s), que sin duda tienen un origen comprobable en la Marialis Cultus de Pablo VI. Esto se documenta bien en las varias citas que se hacen de Marialis Cultus (cfr. DP 283, 291, 293, 302).

La religiosidad popular latinoamericana es la condensación histórica más auténtica y vigorosa del alma de nuestros pueblos, si bien está amenazada de desgastes y degeneraciones, como todo lo que está en el ámbito de las culturas.

La trascendencia de este tema se puede ponderar recordando el muy citado número 446 de Puebla, con el cual quiero terminar estas reflexiones: “El Evangelio encarnado en nuestros pueblos los congrega en una originalidad histórica cultural que llamamos América Latina. Esa identidad se simboliza muy luminosamente en el rostro mestizo de María de Guadalupe que se yergue al inicio de la Evangelización”6. 6 N° 446 del Documento con las conclusiones de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Puebla de los Ángeles, México, entre el 27 de enero y 13 de febrero de 1979.

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A puntes sobre el Papa Montini Pablo VI y la condición social de la mujer1

POR REDACCIÓN HUMANITAS

Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga.2

La mujer dentro de la Iglesia Católica ha ocupado desde siempre un papel fundamental ­—donde su más clara expresión ha sido la Virgen María, escogida por Dios, para ser la madre de Cristo y de toda la humanidad—. Las mujeres del evangelio se mostraron como los discípulos más fieles, al pie de la cruz y escogidas como testigos de la resurrección.

Sin embargo, la importancia doctrinal explícita dada a la condición social de la mujer se revela principalmente en los impulsos renovadores del Concilio Vaticano II y por la relevancia de los múltiples cambios que trajo la incorporación activa de la mujer a los diversos campos de la vida social. La cuestión femenina comienza a constituirse como elemento esencial de un proceso de cuyo éxito depende el futuro de la Humanidad. A Juan XXIII, impulsor del Concilio Ecuménico Vaticano II, le toca proponer un nuevo modo de enfocar la relación entre la Iglesia y la sociedad. Él vio en la histórica participación de la mujer ya no un problema sino un verdadero “signo de los tiempos”, una tendencia social favorable a la dignidad humana. Su sucesor, Pablo VI, profundizaría aún más en esta mirada y estuvo a la vanguaria de la cuestión femenina, abriendo caminos que la mujer nunca antes, ni en la Iglesia ni fuera de ella, había podido transitar.

1 Fuente principal: Parrilla, José Manuel, “La Condición de la Mujer en la Doctrina Social de la Iglesia”. Studium Ovetense, Revista del Centro Superior de Estudios Teológicos de Oviedo, XXVI (1998). 2 Pablo VI, Mensaje a las mujeres, Clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II.

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CANONIZACIÓN PABLO VI

Las madres del concilio El primer gesto que muestra el radical compromiso de Pablo VI con la mujer, a pesar de las críticas que le significaría, fue la incorporación de la mujer al Vaticano II. Ante 2.500 obispos, en la segunda sesión del Concilio Vaticano II se escuchó: “¿Dónde está la otra mitad de la Iglesia?”. Era la voz del cardenal Suenens, que se hacía eco de la ausencia de la presencia femenina. En el discurso de apertura de la siguiente sesión, el 14 de septiembre de 1964, Pablo VI saludó a las auditoras pensando que estaban allí, participando por primera vez en la historia de un concilio ecuménico (en realidad se incorporaron solamente una semana más tarde porque no habían sido aún convocadas formalmente por los responsables de la logística vaticana…). “Las madres del Concilio”, obviamente haciendo alusión a “los padres conciliares”, fue la denominación, entre cariñosa e irónica, que muy pronto recibieron en la prensa estas 23 mujeres (10 religiosas y 13 laicas, entre ellas una sola casada que asistió con su esposo). Quienes pensaron que la representación femenina sería solo simbólica se equivocaron. No hubo restricciones para que las auditoras participaran en las congregaciones generales, cualquiera fuera el tema tratado, aunque sin voz ni voto. Su incidencia, según consta en los archivos, fue significativa en las comisiones principalmente para mejorar el famoso “Esquema XIII” que luego sería dado a conocer como Gaudium et spes, Constitución sobre la Iglesia en el Mundo Moderno y el decreto sobre el Apostolado de los Laicos. El Espíritu Santo se valió de la pluma de estas mujeres para la redacción de algunos puntos de dichos documentos. 3

En la Constitución Gaudium et spes (1965) se recalcó la igualdad de derecho y hecho con el hombre, así como también la participación de la mujer desde su propia naturaleza. La igualdad de todas las personas se fundamentaría desde el punto de vista de la creación, creados a imagen y semejanza de Dios, y desde el punto de vista de la redención, igualmente redimidos por Cristo. Las discriminaciones arbitrarias existentes se denuncian sin borrar con ello las diferencias naturales que no pueden ni deben ser anuladas sino que asumidas desde la perspectiva de la complementariedad.

3 Zervino, María Lía, Pablo VI y las mujeres. Fundación Pablo VI, Madrid, 2018.

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El 8 de diciembre de 1965, día en que la Iglesia celebra la Inmaculada Concepción de la Virgen María y cuando concluía el Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI publicó un “Mensaje a las Mujeres”. En ese mensaje señala que “la Iglesia está orgullosa, vosotras lo sabéis, de haber elevado y liberado a la mujer, de haber hecho resplandecer, en el curso de los siglos, dentro de la diversidad de los caracteres, su innata igualdad con el hombre”. Había llegado la hora para la mujer, para que su vocación se cumpliera en plenitud.

Tras recordar la presencia de la mujer en los momentos más importantes de la vida humana, en el misterio de la vida que comienza y a través del consuelo en el momento de la partida, el mensaje del Papa las exhorta a reconciliar “a los hombres con la vida”. Es a ellas, según el Papa, a quienes les “toca salvar la paz del mundo”.

Tras recordar la presencia de la mujer en los momentos más importantes de la vida humana, en el misterio de la vida que comienza y a través del consuelo en el momento de la partida, el mensaje del Papa las exhorta a reconciliar “a los hombres con la vida”. Es a ellas, según el Papa, a quienes les “toca salvar la paz del mundo”.

La mujer en las encíclicas de Pablo VI

En la encíclica Populorum progressio (1967), Pablo VI propone una nueva mirada sobre el progreso. Para el desarrollo de los pueblos resultaría fundamental dejar de basarse solo en criterios económicos y comenzar a valorar criterios de índole cultural y valórica, como las relaciones humanas, la solidaridad, la atención al débil, etc. Con esto, se resalta el valor social de la mujer y su aporte intelectual y sensible al fortalecimiento de la paz. Por otro lado, en la carta apostólica Octogesima adveniens (1971), el Papa Montini insiste en que no debe haber oposición entre la promoción de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer y la específica función que tienen en la familia y la sociedad. Al Papa le interesaba que las mujeres tuvieran su propia parte de responsabilidad y de participación en la vida comunitaria de la sociedad y también de la Iglesia4. Finalmente, en su encíclica mariana Marialis cultus (1974), “advierte que cierta literatura vocacional no encuadra la imagen de la Virgen con el Evangelio y con las condiciones de la vida contemporánea; en cambio, presenta a María como modelo para las mujeres que se desempeñan en los ámbitos familiar, político, social, cultural y científico”5. 4 Pablo VI, La justicia en el mundo, Sínodo de obispos, 1971. 5 Zervino, María Lía, Pablo VI y las mujeres. Fundación Pablo VI, Madrid, 2018.

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CANONIZACIÓN PABLO VI

Gestos para la promoción de la mujer en la Iglesia y la sociedad A petición del Sínodo de Obispos de 1971, el Papa instituyó una comisión especial con la finalidad de estudiar los problemas contemporáneos en relación con la efectiva promoción de la dignidad y de la responsabilidad de las mujeres. Esta Comisión, según el discurso inaugural del Papa (1973) debía “recopilar, verificar, interpretar, revisar, desarrollar ideas sobre la función de las mujeres en la comunidad moderna”. A pesar de las disputas internas, produjo dos informes: uno con propuestas concretas al Sínodo de los Obispos (1974), y otro final, que en su sexta sesión (1976) fue evaluado por el Papa como un “rico dossier” para la Iglesia universal y las iglesias locales, a las que recomendó revisar y promover el aporte activo de las mujeres a nivel diocesano. Parte de la Comisión se involucró incluso en la discusión sobre el sacerdocio femenino y en el Año Internacional de la Mujer.6

Por otra parte, por primera vez en la historia proclama a mujeres doctoras de la Iglesia: Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena (1970), lo cual adquiere un enorme simbolismo en cuando a la valoración de la originalidad del aporte de personalidades femeninas al Magisterio de la Iglesia. Con Pablo VI la Doctrina Social de la Iglesia adquiere una perspectiva mundial de los problemas sociales, el tratamiento de la cuestión social se ve enriquecido con la reflexión sobre las desigualdades existentes entre los pueblos. Para él, el desafío de la paz mundial no podría realizarse solamente al modo masculino, el que estaría marcado profundamente por valores economicistas. Los nuevos tiempos requerían de una atención especial a aquellos elementos que tradicionalmente se han considerado femeninos y que serían portadores de una nueva cultura de la gratuidad: la solidaridad, las relaciones humanas, la atención por el más débil. Por ello, años más tarde, en la Carta Apostólica a la Conferencia Mundial de Ciudad de México por el Año Internacional de la Mujer (16 de abril de 1975), indicará: Se trata de asegurar concretamente la plena integración de la mujer en el esfuerzo global del desarrollo, de reconocer y promover su aportación para el fortalecimiento de la paz. Qué esperanza para la humanidad si por medio del esfuerzo coordinado de todas las buenas voluntades, los cientos de millones de mujeres de todas las regiones del mundo pudieran poner al servicio de estas grandes causas [el desarrollo y la paz] no sólo la fuerza numérica sino también la aportación irrenunciable de sus dones tanto de la inteligencia como del corazón.7 6 Ibíd. 7 Pablo VI, Carta Apostólica a la Conferencia Mundial de Ciudad de México por el Año Internacional de la Mujer, 1975.

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L a Humanae vitae de Pablo VI POR ROBERTO NORIEGA, OSA Fundación Pablo VI, M adrid

Pablo VI firma la encíclica Humanae vitae el día de Santiago (25 de julio)

de 1968. Para actualizar su memoria, sorteando el riesgo del anacronismo y del juicio extemporáneo en una época de rápidas transformaciones, podemos atender a dos criterios.

Las aportaciones de Humanae vitae a la Iglesia y a la humanidad Situémonos: Mayo francés, hippies, Vietnam, Praga, Barnard y el trasplante de corazón, asesinatos de Luther King y Robert Kennedy, primer asesinato de ETA, 2001 una odisea en el espacio. Tiempos de amor psicodélico, de libertad crítica y contestataria y de guerra fotografiada en los que el Servus servorum Dei hace oír su palabra magisterial sobre algunas de las cuestiones que identifican lo humano: el amor y la vida. Tras un complicado proceso para gestionar los tiempos y los espacios de los argumentos conciliares, el Papa Montini promulga su carta encíclica. Esta nace necesitada de ajustada interpretación y discernimiento normativo, propuesto subsidiariamente por las ágiles Conferencias Episcopales. Destacamos dos preocupaciones en la aportación papal: proponer el ideal evangélico y respetar a la persona en búsqueda de la verdad.

Se dirige a toda la Iglesia y a la humanidad, ofreciendo de modo razonado un objetivo de plenitud y unos valores para alcanzarlo. Desea mantener la tensión del Evangelio del amor y de la vida en aquello que ennoblece el espíritu del ser humano y favorece la vida social.

Se dirige a toda la Iglesia y a la humanidad, ofreciendo de modo razonado un objetivo de plenitud y unos valores para alcanzarlo. Desea mantener la tensión del Evangelio del amor y de la vida en aquello que ennoblece el espíritu del ser humano y favorece la vida social. Respeta la conciencia de la persona humana, sagrario de Dios.1 Pide el recto aprecio de los valores verdaderos de la vida y de la familia, orientados hacia la paternidad responsable, a partir de la evaluación subjetiva separada de autonomías excluyentes.2 1 Pablo VI, Gaudium et spes, 1965, 16. 2 Pablo VI, Humanae vitae, 1968, 21.

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CANONIZACIÓN PABLO VI

Al recordar bienes antropológicos fundamentales como el carácter profundamente razonable y humano del principio que une el amor y la vida3 anticipa que la separación de los aspectos procreativo y unitivo de la vivencia de la sexualidad matrimonial puede ser fuente de graves desajustes. La escisión irracional de dichas dimensiones hace más frágil y vulnerable a la persona, favoreciendo a la larga la mercantilización del cuerpo. Las víctimas primeras de esa fragilidad suelen ser la mujer y los hijos.

La honestidad de conciencia Montini actúa sabiéndose continuador de sus predecesores en su misión de evangelización: amplía la comisión creada por Juan XXIII, excluye el debate del aula conciliar, consulta a los mayores especialistas y busca la colegialidad de los padres sinodales de la 1ª Asamblea General del Sínodo de los obispos el otoño de 1967. Asimismo, se reserva la decisión —a la que dedica cuatro años de estudio y elaboración a partir de datos sin unanimidad— y rechaza otro texto concluido por extraño al personalismo conciliar. En la Audiencia general de 31 de julio de 1968 muestra algunas pistas de su decisión. Habla de “grandísima responsabilidad”, de estudiar, leer, debatir y rezar “cuanto pudimos”, con sufrimiento, con sensación de insuficiencia y pobreza personal, buscando la libertad apostólica para expresarse con la caridad necesaria. ¿Qué más se puede pedir éticamente en una toma de decisión incómoda? El Papa escucha su conciencia y respeta la de los esposos firmando un texto de tono dialogante, propositivo, no infalible; sugiere deberes, ignora penas, recuerda la gracia de Dios y la posibilidad de reconciliación y misericordia. Presenta un elevado ideal de vida arriesgándose a provocar el escándalo de muchos cristianos. Espera la comprensión de los matrimonios sospechando su mala recepción. Aun así, hay que respetar el misterio de su honestidad responsable tras decidir “a ciencia y en conciencia” por la opción minoritaria. Humanae vitae no pretende ser un estudio orgánico y sintético, sino una toma de posición sobre una cuestión particular. Celebrar su quincuagésimo aniversario sugiere releerla serenamente a partir de un amplio diálogo interdisciplinar alejado de las lecturas escoradas de defensores/detractores a ultranza. Hay que actualizar sus enseñanzas normativas, fortalecer la jerarquía de valores4 sin perder de vista el ideal evangélico-montiniano, las sucesivas enseñanzas magisteriales y la experiencia, incorporando el sensus fidelium acerca del amor generador de vida.

3 Pablo VI, Humanae vitae, 1968, 12. 4 Pablo VI, Humanae vitae, 1968, 10.

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“Alegoría del azar” de Frans Francken II (1627). Museo del Hermitage, San Petersburgo, Rusia.

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Invención y descubrimiento en ciencia y música1 POR FRANCISCO CLARO HUNEEUS

A menudo se dice que la ciencia y la música tienen algo en común, particularmente aludiendo al estilo y repertorio de Juan Sebastián Bach. Pero, ¿qué es ese “algo”, precisamente?

Por supuesto, la música es mediada por el sonido, un fenómeno físico que atañe a la ciencia. Se origina en algún material que vibra y luego se transmite por el aire para remecer esa extraordinariamente sensible membrana que protege el oído medio y que llamamos tímpano, siendo eventualmente procesado por el cerebro, situaciones que la física, la biofísica y la neurociencia abordan en propiedad2. Pero no es ese el tipo de relación entre ciencia y música la que más nos interesa, ya que solo se refiere al soporte material del sonido, no al contenido que este transmite a través del discurso musical, que excita nuestro intelecto y mueve nuestras emociones. Menos explorada es la vinculación entre los procesos creativos que tienen lugar en la composición musical y en la investigación científica. ¿Están ellos relacionados? La frase atribuida a Gottfried Leibniz «la música es el ejercicio aritmético oculto de un alma inconsciente que está calculando» parece avalar esta asociación. Relaciona la habilidad de calcular con la experiencia artística de componer o escuchar música. A un nivel básico de análisis existe un ritmo y un pulso en la música, que encierran una cierta forma de contar cuando el sonido fluye de compás en compás. El contenido estético o emocional de este mero contar es en gran parte de la literatura musical escaso, ya que no hay significado de por sí para la secuencia de pulsos, y se podría acompañar igualmente la melodía contando «uno, dos, tres» o diciendo «a, b, c» o meramente golpeando una mesa. El director de orquesta no gesticula dando sentido numérico a los intervalos de tiempo que marca con la batuta, solamente lleva el compás para asegurar la acentuación natural de la partitura y la coordinación temporal entre los miembros de 1 Conferencia dictada en la Universidad de Oxford. 2 Existen textos de ya larga data que describen aspectos relevantes del sonido y su percepción, como: Jeans, James, Science and Music. The University Press, Cambridge, 1937; Roederer, Juan, Introduction to the Physics and Psychophysics of Music. Springer-Verlag, 1973; Helmholtz, Hermann von, Die Lehre von den Tonempfindungen. Fr. Vieweg u. Sohn, Braunschweig, 1863, entre otros.

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la orquesta, formando así el esqueleto sonoro de la pieza que se ejecuta. El contenido musical mismo lo apreciamos más bien en otras dimensiones, como la expresión de su rostro, los gestos corporales, el a veces sutil movimiento de sus manos y dedos más allá de la batuta. Si bien es cierto que hay ritmos de gran complejidad y expresividad en partituras como las de Igor Stravinsky, el pulso en la mayor parte de la literatura de la música no suele encerrar más contenido matemático que el latir de un corazón. Conexiones estructurales con simetrías de la naturaleza se encuentran explícitas en unos cuantos casos. Un ejemplo es el segundo canon de la Ofrenda Musical de Juan Sebastián Bach, a veces llamado Canon del Cangrejo. Esta pieza consta de dos voces, una de las cuales es la inversión temporal de la otra, es decir, partiendo de la última nota de la otra voz, avanza hasta terminar en la primera. La operación se llama simetría bajo inversión temporal, importante en la física del siglo veinte. Otro ejemplo es una singular obra que se atribuye a Mozart, que contiene solo un pentagrama ­—una voz— dividido en setenta y seis compases3. La partitura se pone sobre una mesa entre dos intérpretes ubicados uno frente al otro. Mientras el primero ejecuta la obra en un sentido, el segundo lo hace simultáneamente en el sentido inverso, formando una sonoridad de dueto. Por la inversión de perspectiva, cuando para un intérprete un intervalo es ascendente, para el otro es descendente. La partitura es (imperfectamente) simétrica bajo las operaciones de reflexión respecto a una línea vertical que pasa por su centro —entre los compases 38 y 39— e inversión respecto de una línea horizontal, más algunas trasposiciones de origen seguramente estético. Ambos intentos, el de Bach y el de Mozart, ilustran dos épocas y dos temperamentos, el primero austero y riguroso, mientras el segundo, posterior, se revela menos paciente, más libre y juguetón. El desafío que plantea componer una obra sujeta a alguna simetría voluntariamente adoptada como restricción es que la música resultante aun “suene bien”, bien logrado en los ejemplos citados. Casos como estos son bastante raros, y condiciones autoimpuestas como las mencionadas, externas a la música per se. En matemáticas las propiedades de simetría se tratan en teoría de grupos y en física son importantes tanto a un nivel fundamental como en arreglos atómicos cristalinos. Se asocia a Juan Sebastián Bach con cierta fascinación por los números y con haberlos utilizado de diversas formas en su trabajo. Es el caso, por

3 Citado en Garland, Trudi Hammel y Kahn, Charity Vaughan, Math and Music. Dale Seymour Publications, 1995, p. 80.

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CIENCIA Y MÚSICA “Canon a dos voces de la Ofrenda Musical” de Juan Sebastián Bach.

ejemplo, del número 14, que se puede vincular a su apellido asociando dígitos correlativos a las letras del alfabeto [2 (B) +1 (A) +3 (C) +8 (H)]4. Pero, aun cuando hubiese sido deliberado en el compositor alemán este alcance numérico, el propósito debió ser ajeno al contenido mismo de su música. En una carta al biógrafo de su padre, Johann Nikolaus Forkel, Carl Philipp Emanuel Bach escribió en 1775: “El difunto, así como también yo o cualquier músico de verdad, no se caracterizaba por ser un amante de las abstracciones matemáticas”5. Como actos creativos, la música y la ciencia tienen en común el estar sujetos a restricciones estructurales específicas sobre el acto creador, propias de cada campo. Nos referiremos a las matemáticas y a la física en particular, como ejemplos distintivos del ámbito de la ciencia reconociendo que en ciencia se incluyen otras disciplinas para las cuales afirmaciones que hacemos pudiesen no ser del todo adecuadas.

MATEMÁTICAS

Mariposa con simetría de inversión respecto de línea vertical que pasa por su centro.

Hay una larga disputa en matemáticas sobre si números como 1, 2, 3, y figuras como el triángulo, el cuadrado y el círculo, fueron descubiertos o inventados. Los que adhieren al descubrimiento piensan que hay una especie de «limbo» donde los objetos matemáticos han existido siempre.

4 Friedrich Smend, J. S. Bach bei seinem Namen gerufen. Bärenreiter, 1950. 5 Citado en Malcolm Boyd, Bach. Oxford University Press, 2001, p. 206.

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Como actos creativos, la música y la ciencia tienen en común el estar sujetos a restricciones estructurales específicas sobre el acto creador, propias de cada campo.

Así, en algún momento, ya sea buscando o por accidente, alguien en el pasado muy lejano encontró el número 2, y comenzó a utilizarlo con éxito expandiendo su uso a la tribu6. Es entonces un descubridor en el campo de las matemáticas.

Pero no todo el mundo cree que los objetos matemáticos como el círculo tienen existencia independiente, y proclaman más bien que son inventados. El proceso de invención crea matemáticas a partir de la nada, mientras que el proceso de descubrimiento simplemente extrae de una especie de bodega preexistente los conceptos matemáticos, expandiendo así el dominio de la conciencia humana.

Han sido muchos aquellos que creen en el descubrimiento en matemáticas. En el diálogo con Menón, Platón afirma que las estructuras matemáticas son independientes de la experiencia e incluso la preceden, vinculándolas a la existencia del alma. En su visión hay descubrimiento, pero como una especie de recuerdo de algo preexistente en nuestra mente. Más recientemente, el matemático francés Jacques Hadamard en su Psicología de la invención en el campo matemático escribe: «Aunque la verdad todavía no nos es conocida, preexiste e impone ineludiblemente el camino que debemos seguir». Godfrey H. Hardy, el famoso analista británico en La disculpa de un matemático expresó: «Creo que la realidad matemática está fuera de nosotros, que nuestra función es descubrirla y observarla, y que los teoremas que probamos y que describimos grandilocuentemente como nuestras ‘creaciones’, son simplemente nuestras notas de las observaciones que hacemos”7. Por su parte, Henri Poincaré reconoce la existencia de un genio creador en matemáticas, asociándolo a la habilidad para encontrar los teoremas ocultos a través de caminos eficientes elegidos de entre a veces miles de ellos, con participación del inconsciente. Se trataría de una capacidad virtuosa similar a la del ajedrecista que entre numerosas jugadas posibles ve en forma inmediata la más promisoria8. Para estos pensadores, los conceptos matemáticos están ahí afuera, en alguna parte, en un reino desconocido y misterioso, quizás ligados a estructuras profundas de la mente humana donde “hay que irlos a buscar” para ser expuestos y llevados a la conciencia. El respaldo a esta creencia en el caso de los objetos más simples, como los números, proviene de su relación con el mundo exterior. Hay una distinción objetiva entre tener que alimentar a uno u once niños en una 6 Ver por ejemplo Amir D. Aczel, Finding Zero, a Mathematician’s Odyssey to Uncover the Origins of Numbers. St. Martin’s Press, 2015, traducción al español Biblioteca Buridán. 7 Hardy, Godfrey Harold, A Mathematician’s Apology. Cambridge University Press, Londres, 1940. 8 Poincaré, Henri, The Foundations of Science. Science Press, 1924, pp. 383-394.

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CIENCIA Y MÚSICA Han sido muchos aquellos que creen en el descubrimiento en matemáticas. Para ellos, los conceptos matemáticos están ahí afuera, en alguna parte, en un reino desconocido y misterioso, quizás ligados a estructuras profundas de la mente humana donde “hay que irlos a buscar” para ser expuestos y llevados a la conciencia. [“El matemático” de Diego Rivera (1918)].

familia, enfrentar solo o acompañado a un pelotón de 10 guerreros en la selva, acoger a los amigos en una sala de estar sin sillas o en una con seis asientos, o recibir como regalo un pastel entero o uno medio comido. Las figuras geométricas son también parte de nuestra experiencia común. Las piedras tienen formas y, cuanto más esféricas, más fáciles de rodar. El sol y la luna aparentan círculos perfectos y sus órbitas también asemejan círculos. Uno de los conceptos más antiguos en geometría, que data de unos miles de años atrás y asociado a Pitágoras, es que un triángulo con lados en las proporciones de 3, 4 y 5 tiene un ángulo recto. Este ángulo es particularmente significativo en la construcción de viviendas y monumentos, ya que define la relación entre las líneas horizontal y vertical. Los números simples y las figuras geométricas elementales tienen una fuerte relación con la observación cotidiana del mundo que nos rodea. Verlos como preexistentes en el mundo y como «descubiertos» resulta, entonces, natural. Uno puede, por supuesto, argumentar que los conceptos «número 2» y «círculo» fueron inventados para hacer una representación abstracta, pura y simple en la mente de lo que se observa, pero entonces este uso del concepto de «invención» se aparta de la definición que estamos utilizando y solo oscurece la discusión.

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¿Es esto cierto de todos los objetos matemáticos? De ninguna manera. El famoso Teorema de Fermat, resuelto en 1995 por el matemático británico Andrew Wiles, es una extensión del teorema de Pitágoras a un reino apartado, de alta abstracción9. Euclides construyó su monumental geometría a partir de apenas cinco axiomas bastante elementales y obvios, como que entre dos puntos se puede dibujar una y solo una línea de longitud mínima (minimal), la línea recta. Luego una miríada de teoremas se sigue a través de la deducción lógica, incluyendo algo tan sorprendente como que la suma de los ángulos internos en un triángulo equivale a media vuelta de círculo. Sin embargo su geometría, muy relacionada con nuestra vida cotidiana, es válida solamente sobre superficies planas como una mesa o una cancha de fútbol. Más de dos mil años después, Nikolai Lobachevski, Jano Bolyai y Bernhard Riemann la ampliaron de forma independiente a espacios curvos como la superficie de una esfera, donde los axiomas de Euclides no funcionan: los ángulos internos de un triángulo ya no suman 180 grados, y entre dos puntos se pueden dibujar no una, sino dos líneas minimales de diferente longitud. Son conclusiones extrañas para seres como nosotros, cuya experiencia cotidiana es más bien plana. Además, el estudio de objetos en imaginarios espacios de cuatro o más dimensiones se convirtió en moda, circulando la broma de que un automóvil es un ejemplo entre cuerpos que se equilibran sobre N ruedas, para el caso particular de N = 4. Históricamente, los matemáticos trataron primero los conceptos más cercanos a la vida diaria, y cuando se quedaron sin problemas que resolver en ese ámbito, extendieron su trabajo a otros dominios en los cuales los objetos matemáticos no tienen un correlato obvio en el mundo físico. Es interesante, sin embargo, que a veces estas extensiones abstractas han encontrado su nicho en teorías que describen en forma muy práctica la materia que nos rodea. Por ejemplo, la Relatividad General de Albert Einstein interpreta la gravitación como una deformación geométrica de un espacio de cuatro dimensiones, el espacio-tiempo, visión a la cual cae como anillo al dedo la aparentemente inútil geometría para espacios curvos de Riemann, concebida más de cincuenta años antes. También, algunas teorías recientes que describen a las partículas elementales se formulan ya no en el espacio cotidiano de tres dimensiones: arriba, al frente y al lado, sino en un espacio imposible de imaginar, de once o más dimensiones. 9 Ver por ejemplo: Aczel, Amir, Fermat´s Last Theorem. Bantam, 1997.

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Hay otra característica que emerge de la convic- Los desarrollos matemátición de que en matemáticas se descubre, no se inven- cos que una vez parecieron ta. He oído a alguien afirmar que ha descubierto un meras especulaciones absnuevo teorema en geometría. Leyendo entre líneas, tractas terminan teniendo un esto es como decir: «Mira, como sabes, en el cajón correlato con el mundo físico de verdades matemáticas hay un gran número de teoremas sobre geometría, algunos de los cuales ya y, por lo tanto, un sabor de son conocidos. Entre los que permanecen ocultos, es- haber estado siempre ocultos carbando, acabo de encontrar uno». Si esta persona en la naturaleza siendo solo no lo hubiera descubierto, entonces otra persona lo descubiertos. haría, siendo solo cuestión de tiempo, genio y suerte encontrarlo. Una vez que los axiomas se dan y las reglas de la lógica se aceptan como el camino hacia las verdades, entonces encontrar un teorema es como recoger una flor en un sendero, o avistar una isla en una travesía por los mares, experiencias ajenas a la invención libre en el sentido estricto de la palabra. El teorema existe atemporalmente en el espacio virtual de consecuencias lógicas, y podría ser encontrado por cualquiera que respete las reglas de búsqueda, incluida, por supuesto, una máquina. Esta realidad favorece la noción de que las matemáticas están «ahí afuera», y que el ejercicio de hacer matemáticas es uno de verdadero descubrimiento. Sin embargo valga decir que la pregunta acerca del origen de los axiomas que engendran todas esas verdades, no demostrables en general, queda sin respuesta desde esta postura. Si bien la lógica permite conectar teoremas y colgar estos de axiomas, es interesante también notar que existen verdades matemáticas que no son demostrables, como observó Kurt Gödel en 193110. Esto sugiere una limitación estructural de nuestras capacidades mentales, cuyo parangón es el principio de incerteza de la física cuántica que mencionaremos brevemente más adelante. 10 Gödel, Kurt, Über formal unentsheibdare Sätze der Principia Mathematica und verwandter Systeme I. Monatshefte für Mathematik und Physik, vol. 38, 1931, pp. 173-198. Una lúcida discusión del aporte de Gödel se encuentra en Nagel, Ernest y Newman, John Henri, Gödel’s Proof. New York University Press, 1958.

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Así, los desarrollos matemáticos que una vez parecieron meras especulaciones abstractas terminan teniendo un correlato con el mundo físico y, por lo tanto, un sabor de haber estado siempre ocultos en la naturaleza siendo solo descubiertos. Pero hasta donde sabemos hoy, en matemáticas no hay necesidad estricta de esta correlación, puede haber todo un sector —y ciertamente lo hay— que es genuinamente abstracto, siendo el rigor lógico, que impera entre sus verdades, la única restricción irrenunciable a que está sometido.


“El astrónomo” de Johannes Vermeer (1668).

FÍSICA Analicemos a continuación cómo aparece en física la dicotomía a que nos hemos referido. ¿Se inventó o descubrió la física que conocemos? La afirmación de descubrimiento se encuentra muy a menudo en este campo. En 1995, por ejemplo, la evidencia de que un planeta circundaba una estrella brillante fuera del sistema solar se encontró a través de la observación paciente de los cielos, y desde entonces se han encontrado miles, tantos, que se ha acuñado para ellos la palabra “exoplanetas” y hay astrónomos dedicados en forma exclusiva a buscarlos y estudiarlos. Estos objetos ciertamente han estado dando vueltas y vueltas por miles de millones de años, y sin embargo solo lo supimos ayer, por así decirlo. Ciertamente fueron descubiertos, no inventados.

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Al igual que la matemática, la física se ramifica a partir de principios simples y escasos, como los árboles emergen en majestad y complejidad a partir de unas pocas raíces. Su belleza y poder radican precisamente en este mismo hecho. De un principio se derivan consecuencias lógicas que luego se utilizan para explicar fenómenos observados, o predecir uno nuevo. Por ejemplo, a partir de la conservación de la energía se deduce que la propagación del sonido en el aire es a través de ondas de materia. Esta noción puede entonces ser usada para entender el comportamiento del sonido en cada punto de un auditorio, o la calidad del tono de un tubo de órgano de 16 pies. La analogía estructural entre la física y las matemáticas va incluso más allá, en el sentido de que, como Galileo Galilei señaló una vez, el lenguaje de la física es la matemática. En otras palabras, para un extraterrestre bastarían algunas páginas de ecuaciones para informarse de toda la física que ha desarrollado el homo sapiens desde sus orígenes. Pero hay una diferencia muy fundamental entre los dos: mientras la matemática no tiene que explicar nada del mundo real, la física se extrae necesariamente de la observación de los fenómenos que nos rodean, y sus verdades deben conformarse en detalle con cada uno de ellos. No solo los principios básicos deben estar de acuerdo con la experiencia, sino que toda afirmación que se derive lógicamente de esos principios debe hacerlo también, de igual forma que un mapa es copia fiel de la geografía de un lugar. En todo momento sus verdades se refieren al mundo Mientras la matemática no real y deben ser coherentes con su comportamiento. tiene que explicar nada del La física se refiere explícitamente a la realidad tal como la experimentamos. Es sobre el mundo que nos mundo real, la física se extrae rodea que funciona a su manera, estemos nosotros necesariamente de la observaahí para observarlo o no lo estemos. Es acerca de su ción de los fenómenos que nos comprensión a partir de tan pocos elementos como rodean, y sus verdades deben sea posible. conformarse en detalle con Se trata entonces de una construcción intelectual muy restringida, al punto que uno puede cuestionar si hay espacio alguno para la invención, si hay libertad mental en ella en absoluto. Sin Einstein, su teoría de la Relatividad General ¿habría sido formulada por otro científico? Una pregunta frecuente para la cual no tenemos –ni podemos tener– respuesta segura. Las teorías físicas parecen ser bastante únicas y más propias de la mente humana y sus características genéricas que de un individuo en particular, por genial que sea. Como

cada uno de ellos. No solo los principios básicos deben estar de acuerdo con la experiencia, sino que toda afirmación que se derive lógicamente de esos principios debe hacerlo también, de igual forma que un mapa es copia fiel de la geografía de un lugar.

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en matemáticas, es una experiencia común de los investigadores descubrir que la misma idea sobre la que uno está trabajando es considerada simultáneamente y de forma similar, sin quizás siquiera sospecharlo, por alguien en otro lugar del planeta. Este hecho revela una interesante universalidad de las verdades en la física, cualquiera de las cuales puede ser propuesta por primera vez por un científico británico, uno en Israel o uno en Chile. Es más el logro de una especie que la de un individuo de tal especie. Un ejemplo que pareció por un momento desafiar esta universalidad se sitúa en la historia de la física cuántica. En los años veinte del siglo pasado se buscaban ideas que permitieran explicar el comportamiento atómico de la materia. ¿Por qué los gases, por ejemplo, absorben luz de frecuencias muy definidas y separadas una de otra como los peldaños de una escalera irregular? En medio de una búsqueda bastante a ciegas surgieron dos propuestas bien diferentes. Una, debida al alemán Werner Heisenberg y originada en Götingen en 1925, se basaba en probabilidades de transición entre estados del átomo y usaba como herramienta el lenguaje de las matrices, objetos matemáticos que se pueden multiplicar pero con la extraña particularidad que, a diferencia de los números ordinarios, el orden de los factores altera el producto. La otra, debida al austríaco Erwin Schrödinger y propuesta desde Zürich en 1926, asociaba una onda al átomo y su lenguaje era el antiguo cálculo infinitesimal desarrollado por Newton y Leibniz. Si bien inicialmente se consideró estas dos teorías como independientes, pronto Schrödinger demostró que eran enteramente equivalentes, dos caras de una misma moneda11. La física cuántica trajo una sorpresa al establecer el principio de incertidumbre. Formulado por Werner Heisenberg el mismo año en que propuso su mecánica matricial, el principio afirma que hay parejas de magnitudes físicas que no se pueden conocer simultáneamente para un mismo sistema. Por ejemplo, no podemos localizar en forma exacta un átomo y al mismo tiempo conocer su velocidad con precisión. El grado de conocimiento de una variable limita el conocimiento de la otra, por lo que la teoría física acude a las probabilidades para tratar tales parejas. Es una renuncia, un reconocimiento de cierta fragilidad en nuestra capacidad de conocer que se suma a las dudas que levanta en matemáticas el trabajo de Kurt Gödel mencionado más arriba. Resumiendo, tanto la física como las matemáticas se desarrollan bajo restricciones específicas. Ambas están sujetas a la lógica, sin otro requisito en el 11 Schrödinger, Erwin, Über das Verhältnis der Heisenberg-Born-Jordanshen Quantenmechanik zu der meinen. Annalen der Physik Vol 79, 1926, pp. 734-756.

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caso de las matemáticas, mientras la física se debe al mundo real y concreto y debe dar cuenta de su comportamiento con completa fidelidad. Todo esto sujeto a las capacidades de nuestra mente, las que tienen también un límite. ¿Qué ocurre en la música? ¿Inventó o descubrió Juan Sebastián Bach su Oratorio de Navidad?

“Apolo tocando el laúd” de Caravaggio (1595).

MÚSICA La música se construye a partir de sonidos que rompen el fondo silencioso, desplegando un discurso que se desenvuelve en el tiempo. Por así decirlo, su materia prima la integran el silencio, el sonido y el tiempo. El silencio es un continuo uniforme que se muestra en el tiempo como un lienzo vacío lo hace en el espacio. La música occidental clásica dibuja el sonido a partir de apenas doce notas —y múltiplos de sus frecuencias, las octavas— ordenadas en una escala. Un conjunto bastante pequeño. Con él se pueden hacer 12 temas musicales diferentes de tan solo una nota cada una, 144 de dos notas, 1.728 usando tres notas, aceptando repeticiones. Estos son números pequeños, pero crecen muy rápido con el número de notas incluidas. Por ejemplo, el número de temas de doce notas

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La música se construye a partir de sonidos que rompen el fondo silencioso, desplegando un discurso que se desenvuelve en el tiempo. Por así decirlo, su materia prima la integran el silencio, el sonido y el tiempo.

de longitud en una sola octava ¡es casi nueve millones de millones! Aunque grande, el punto aquí es que este número es finito. Una computadora podría escribir todas esas melodías, e incluso tocarlas a través de un altavoz a alguien con bastante tiempo y paciencia — unos dos millones de años— para escucharlas todas. Entre esas canciones estaría el tema del Arte de la Fuga de Bach, por ejemplo, aunque una versión algo aburrida si las notas tienen todas igual duración. Si se permite variar esta, entonces el número de canciones posibles crecería asombrosamente, permaneciendo sin embargo finito. Por lo tanto, una computadora realmente grande podría escribirlas y reproducirlas todas, requiriendo de suficiente tiempo para hacerlo. ¿Significa esto que los temas en música son «descubiertos» de entre todas estas posibilidades? ¿Significa esto que, en principio, si Bach no hubiera existido y el período barroco hubiese durado lo suficiente, entonces el Oratorio de Navidad habría sido escrito por otro músico, o por alguna máquina muy paciente, como un agujero negro que se descubre en medio de trillones de billones de objetos brillantes en el cielo? Esto suena ridículo. Sin embargo, hace unas décadas un estudio mostró que la melodía “sol - sol - mi - la - sol - - mi - -“había sido «descubierta» por niños en diferentes culturas de forma independiente, siendo tarareada cotidianamente por ellos. De algún modo, este ordenamiento de notas tan sencillo, disponible «allá afuera», en el espacio de las posibilidades temáticas musicales, fue encontrado y adoptado en variados contextos gracias a su atractivo aparentemente universal. El hecho se parece a dos personas en lados opuestos del mundo, escribiendo las mismas ecuaciones en algún tema de física o matemáticas, algo que como hemos dicho antes, no es infrecuente. Pero este ejemplo es ciertamente muy raro en la música y puede entenderse en términos de su simplicidad, el haber incluido apenas tres sonidos con un ritmo elemental y algunas repeticiones. Una coincidencia temática en piezas de más de tres notas es extremadamente improbable. Un compositor sofisticado nunca sentirá el síndrome del científico que, a menos que se apure, alguien más en algún lugar del planeta va a desarrollar en forma similar una hermosa melodía que se le acaba de ocurrir. El músico está a salvo de llegar tarde. A pesar de lo dicho, el trabajo de compositores de un mismo período cultural no es tan diferente después de todo. Debo confesar que he dudado si alguna sinfonía que no he escuchado antes es del joven Mozart o del viejo

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CIENCIA Y MÚSICA “La lección de música” de Jean Fragonard (1769).

Haydn. Esta experiencia bastante común sugiere que de alguna manera el rango de exploración que el compositor musical realiza en el «espacio del sonido» tiene también restricciones. En su diccionario de temas musicales, Harold Barlow y Sam Morgenstern listan más de diez mil melodías, advirtiendo que no son todas las que existen12. Tal vez el número total sea más cercano a 20 o 30 mil, o, digamos, poniendo un límite superior, 100 mil. Barlow y Morgenstern utilizan un promedio de 24 notas para caracterizar completamente un tema. Ahora, el número de melodías posibles que se pueden hacer con solo 24 notas, permitiendo repeticiones aunque sin contar su duración, es más de cien millones de millones de millones (trescientos millones de veces la edad del Universo expresada en segundos), por lo que nuestra cifra de 100 mil es una muy, pero muy modesta fracción del total posible, un porcentaje de solo una diez millonésima de millonésima de millonésima de los disponibles. La nada misma. Uno se pregunta, entonces, por qué los músicos han utilizado tan pocas melodías entre todas las posibles. Elegir un buen tema no debe ser tan fácil, 12 Barlow, Harold y Morgenstern,Sam, A Dictionary of Musical Themes. Crown Publishers, Inc., New York, 1975.

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ya que incluso los compositores famosos tienden a privilegiar los ya existentes utilizándolos más de una vez. Por ejemplo, Norman Carrell encuentra más de doscientas obras instrumentales de Juan Sebastián Bach en las que el autor utiliza temas de sus composiciones anteriores13. Y también menciona ochenta temas tomados de otros compositores. Ejemplos famosos son las transcripciones para clavecín de conciertos de Antonio Vivaldi, así como la elaboración de temas de Legrenzi, Corelli, Albinoni y otros. Carrell encuentra en las obras de Bach también más de 200 casos en los que un himno luterano es la base de un coral. Así pues, aun cuando el compositor puede elegir entre una infinidad de temas posibles, parece haber un criterio de selección que privilegia algunos y descarta otros. Además, una vez elegido el tema, su tratamiento parece también guiado por un criterio que es propio de cada compositor y lleva su marca. ¿Cuál es ese criterio? Al igual que las matemáticas se atienen a la lógica, y la física es esclava de la naturaleza, la creatividad en música se ha ajustado históricamente a restricciones, aunque de muy diversa índole. Ya no son la lógica ni los ruidos del mundo los que la exigen, sino elementos diversos como el rango acústico de audición humana, los instrumentos disponibles para la ejecución musical con su timbre característico, la escala musical utilizada, las formas y diversas reglas de composición propias de cada época. Pero por encima de todas estas limitaciones, y en gran parte orientando su evolución histórica, se encuentra la más grande de las restricciones de todo arte: la búsqueda de la belleza. Ante la pregunta “¿qué tema escojo para componer una fuga, este o aquel?”, la respuesta natural y simple de la buena música ha sido “el más bello, y que presente mayores posibilidades para su desarrollo”. Aunque en lo bello se pueden incluir atributos diversos, valga mencionar en este contexto el impacto emotivo y el interés intelectual que despierta una obra musical, teniendo este último particular presencia en la música de Bach y de algunos compositores del siglo veinte. La universalidad que se percibe en la ciencia, esa coincidencia de ideas propuestas en forma simultánea por personas diferentes en entornos culturales diversos, no aparece en la creación musical. Si bien en cada época se comparten estilos expresivos, así como reglas de composición (o su ausencia) que hacen parecerse a las composiciones de una misma época, los músicos usan estas restricciones como mero marco estructural dejando amplio margen para el despliegue de su propia imaginación y creatividad. La individualidad del compositor aparece entonces en majestad en cada obra, que pasa a ser absolutamente única. En una carta en que describe en forma 13 Carrell, Norman, Bach, the Borrower. Londres, George Allen / Unwin, 1967.

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Algunos estudios buscan patrones ocultos que revelen la identidad del compositor, como el trabajo pionero de Clifford Pickover15. Estos patrones o pautas pueden ser identificados por programas informáticos, que luego escriben música en el mismo estilo. Es el caso del programa Emmy desarrollado por David Cope en la Universidad de Santa Cruz, California, capaz de componer mazurcas de Chopin o invenciones de Bach, que aún músicos profesionales tienen dificultad en distinguir de las auténticas. Estudios de esta naturaleza se llevan a cabo buscando comprender la naturaleza del acto creativo y hasta qué punto una máquina es capaz de producirlo.

La universalidad que se percibe en la ciencia, esa coincidencia de ideas propuestas en forma simultánea por personas diferentes en entornos culturales diversos, no aparece en la creación musical. La individualidad del compositor aparece en majestad en cada obra, que pasa a ser absolutamente única.

Conclusión Nuestra reflexión acerca de las relaciones entre ciencia y música nos ha llevado a sugerir que ambas constituyen lenguajes que se despliegan en ámbitos bien definidos y específicos, sujetos a restricciones propias de cada uno. La mente humana aparece en ellos con sus posibilidades y limitaciones constitutivas, sujeta a la lógica y el comportamiento de la naturaleza, en el caso de la ciencia, y al dictado de la belleza, en la música. La amplitud de este último otorga a la creación musical una libertad que la ciencia no parece ofrecer, aun cuando en esta existe espacio para el genio, distinguiéndose este por la capacidad de visualizar rápidamente un contenido de valor, y la forma más eficiente de llegar a él. El filósofo Jorge Eduardo Rivera afirma en uno de sus escritos que «La música es el sonar del ser», agregando que la belleza, guía de la creación musical, es “esplendor” del ser16. En el mismo espíritu podríamos aventurar que la ciencia, por su parte, es el resplandor de nuestra mente y el modelo de mundo que es capaz de construir. Mientras en la música se nos muestra el ser del compositor, en la ciencia vislumbramos el ser genérico de la especie humana toda. 14 Citado en Holmes, Edward, The Life of Mozart Including his Correspondence. Chapman & Hall, 1878, pp. 211-213. 15 Pickover, Clifford, Representation of melody patterns using topographic spectral distribution functions. Computer Music Journal, Vol 10 (1986) pp.-72-78. 16 Rivera, Jorge E. ¿Qué es lo que oímos cuando oímos música? Resonancias Vol. 1 (1997) pp. 18-25. Reproducido en Von Rätsel des Begriffs, Paola-Ludovika Coriando ed. Duncker & Humblot, Berlin, 1999.

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vívida su proceso creativo, Mozart anota “Pero por qué mis composiciones salen de mi mano con esa forma y estilo particulares que las hace Mozartianas, y diferentes de las obras de otros compositores, es probablemente por la misma cosa que hace mi nariz tan larga y aguileña, o en breve, la de Mozart, diferente de la de otros”14.


Grandes figuras del cristianismo del siglo xx

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San Óscar Romero mártir de la civilización del amor POR SOFÍA BRAHM

El arzobispo salvadoreño Óscar Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 por odio a la Fe, fue declarado mártir el 3 de febrero de 2015 por el Papa Francisco, quien estableció su beatificación para el 23 de mayo siguiente y su canonización para el pasado domingo 14 de octubre (2018). En su homilía, pronunciada pocos instantes antes de ser asesinado, había dicho:

Acaban de escuchar en el Evangelio de Cristo que es necesario no amarse tanto a uno mismo, que se cuide uno para no meterse en los riesgos de la vida que la historia nos exige y, que quien quiera apartar de sí el peligro, perderá su vida. En cambio, el que se entrega por amor a Cristo al servicio de los demás, vivirá como el granito de trigo que muere, pero aparentemente muere. Si no muriera se quedaría solo. Si [se da] la cosecha es porque muere, se deja inmolar [en] esa tierra, deshacerse, y solo deshaciéndose produce la cosecha.1

Es la elección que él había tomado frente al martirio que se le avecinaba y que aceptó voluntariamente, confiado en Dios. Su figura aparece con frecuencia asociado a movimientos sociopolíticos de corte izquierdista, porque fue asesinado por personas que combatían a tales movimientos; pero eso no lo convierte en un luchador político y partidista. Como indica Santiago Mata, autor de la biografía Monseñor Óscar Romero, pasión por la Iglesia, “Los mártires no son patrimonio de un grupo ni de un país o una época, ni siquiera de la Iglesia Católica. Son de Dios y a Dios entregaron voluntariamente su vida”. Él había decidido predicar el evangelio en un país donde las palabras de Cristo parecían subversivas. Su figura no es la del sacerdote militante, ni progresista, ni izquierdista, ni heterodoxo, sino es la del Obispo pastor, que se ocupa de su rebaño hasta la muerte y que se mantiene siempre en estricta comunión con la Iglesia y su Magisterio. 1 Romero, Monseñor Óscar, Homilía. San Salvador, 24 de marzo de 1980.

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Él había decidido predicar el evangelio en un país donde las palabras de Cristo parecían subversivas. Su figura no es la del sacerdote militante, ni progresista, ni izquierdista, ni heterodoxo, sino es la del Obispo pastor, que se ocupa de su rebaño hasta la muerte y que se mantiene siempre en estricta comunión con la Iglesia y su Magisterio. Óscar Romero.

Así lo describe el Papa Francisco en una misiva escrita al arzobispo salvadoreño José Luis Escobar y Alas: En tiempos de difícil convivencia, monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia. Su ministerio se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados. Y, en el momento de su muerte, mientras celebraba el Santo Sacrificio del amor y la reconciliación, recibió la gracia de identificarse plenamente con Aquel que dio la vida por sus ovejas. 2

A continuación presentamos una breve lectura de su vida, la que resulta luminosa tanto para sacerdotes como para laicos por su coherencia evangélica y su apertura al amor que lo llevó a ofrecer su vida como mártir por haber proclamado con radicalidad el mensaje de Cristo. Para ello nos serviremos sobre todo del libro escrito por Santiago Mata, Monseñor Óscar Romero, pasión por la Iglesia.3 2 Carta del Santo Padre Francisco con motivo de la beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez, 23 de mayo de 2015. 3 Mata, Santiago, Monseñor Óscar Romero, pasión por la Iglesia. Palabra, Madrid, 2015. 554 págs. Santiago Mata es licenciado en periodismo y doctor en historia. Dio sus primeros pasos en el periodismo como redactor de Mundo Cristiano. Como historiador, ha publicado una trilogía sobre la historia reciente de España (El Tren de la Muerte en 2011, Holocausto católico, los mártires de la guerra civil en 2013 y El sueño de la Transición en 2014) y otras obras como Ramon Llull, el hombre que demostró el cristianismo (2006).

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Su juventud Romero nació el 15 de agosto de 1917 en un hogar humilde de Ciudad Barrios, El Salvador. Es el segundo de ocho hermanos, hijo de Santos Romero y Guadalupe de Jesús Galdámez. Crece en un pequeño país, cuya superficie es de aproximadamente 21.000 km2 (similar a la italiana isla de Cerdeña) y cuya historia está colmada de pobreza extrema, polarización sociopolítica, injusticia y violencia. A los dos años fue bautizado, lo que muestra que sus padres no tenían una observancia estricta de la religión; sin embargo, lo educaron Biografía escrita por Santiago en la fe e hicieron crecer en él la sed espiritual. Mata: Monseñor Óscar Romero, Romero es descrito como un niño tímido e pasión por la Iglesia. introvertido a causa de una seria enfermedad contraída a los cuatro años, a pesar de la cual supo educar su alma para hacer de sí mismo una entrega libre y amorosa a Dios. Entra al seminario menor, gestionado por los padres claretianos, y en 1937 es enviado a estudiar a Roma, a la Pontificia Universidad Gregoriana. De acuerdo con Jesús Delgado, sacerdote y co-postulador de la causa de beatificación de Romero, en sus años como estudiante los temas que le interesaban eran sobre todo la ascética y la mística, además de la figura de Cristo, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, las escuelas espirituales, la santidad sacerdotal, la Virgen, las obras de caridad y la emancipación de los países latinoamericanos. En cuanto a los autores que le sirvieron de referencia, destaca San Agustín, San Ambrosio, San Bernardo, San Roberto Belarmino, el cardenal Billot, el padre Léonce de Grandmaison, Joseph de Guibert, Luis de la Puente, Paul Galtier, Jules Lebreton y Columba Marmion. Las fuentes que habrían sellado el universo de su cultura teológica serían: San Juan Crisóstomo, San Ireneo, por su destacado servicio a la Iglesia en la defensa de la fe católica; J. de Guibert y L. de La Puente, quienes enriquecieron su sed de mística y de espiritualidad; los documentos del Magisterio, y monseñor Eduardo Pironio, por su formulación de la teología de la liberación ceñida al evangelio y a la Doctrina Social de la Iglesia.

Sacerdocio En 1942, es ordenado sacerdote y, tras un año, regresa a San Miguel para ejercer su ministerio. En sus años como sacerdote párroco, primero

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GR ANDES FIGUR AS DEL CRISTIANISMO DEL S.XX

en Anamorós y luego en Santo Domingo, diócesis de San Miguel –donde también fue secretario de la Conferencia Episcopal–, se destacó por tener un concepto elevadísimo e integérrimo del sacerdocio, el que trataba de ponerlo en práctica con su vida todos los días. Eso mismo le hacía parecer intolerante ante las debilidades humanas de algunos de sus hermanos de profesión. La vocación sacerdotal, para el santo, era un verdadero honor y riqueza del cielo: no hemos querido ver, o no se nos ha enseñado que la religión es vida y vida conquistadora y vida que es engrandecimiento del ciudadano porque templa su voluntad, porque da a su cerebro un sistema que apoya en lo inmutable, porque da energías en el deber, porque es comprensiva de todos los sentimientos humanos y es capaz de solucionar todos los problemas de la historia. Y es la religión que predica el sacerdote. Por eso nadie como él hace patria. Y son suicidas las naciones que excluyen o ponen trabas a la libre acción del sacerdote.4 Si los hogares cristianos comprendieran bien la invitación de Cristo; si la falsa aristocracia comprendiera este honor; si más que el brillo efímero de su posición social o de sus riquezas relativas, o de sus pretensiones mundanas apreciara esta verdadera aristocracia del espíritu, esta sólida riqueza del cielo… de qué distinta manera recibirían las íntimas confidencias de un hijo, de una hija a quien Cristo llama para su colaborador…5

Sacerdocio.

A pesar de ser un sacerdote caracterizado por su observancia fiel de los deberes litúrgicos y espirituales, también era conocido como un párroco empático, cercano con el pueblo y con los menos favorecidos, lo que hizo que se ganara el cariño y la admiración de sus feligreses. 4 19 enero 1945 en Mata, Santiago, Monseñor Óscar Romero, pasión por la Iglesia. Palabra, Madrid, 2015. 5 Ibid. 16 de febrero de 1945.

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Fue escritor recurrente en diversos diarios y, a través de sus artículos, evangelizaba y combatía aquellos males que se enfrentaban a la santidad. Entre los temas sobre los que escribía destacaba su crítica a la violencia, al comunismo, a la masonería y al catolicismo a medias. Rechaza al mismo tiempo el odio de clase de los obreros y la injusticia de los ricos, Y claro está; cuando se ha perdido este concepto superior que baña de esperanza a la humanidad, no queda más que el odio de clases, la visión despiadada de miles de obreros en huelgas de hambre y miseria, turbas sin fe y sin amor… En suma, la rebelde negación de lo sobrenatural ha llevado a los ricos injustos a olvidarse de aquel Dios que no es aceptador de personas cuando reclama la justicia; ha llevado a los pobres inconformes a soñar en paraísos terrenales conquistados con el puño cerrado; ha llevado a unos y otros al odio y a la ambición de solo bienes terrenales, olvidando que hay una felicidad más noble y un destino más alto.6

“La rebelde negación de lo sobrenatural ha llevado a los ricos injustos a olvidarse de aquel Dios que no es aceptador de personas cuando reclama la justicia; ha llevado a los pobres inconformes a soñar en paraísos terrenales conquistados con el puño cerrado; ha llevado a unos y otros al odio y a la ambición de solo bienes terrenales, olvidando que hay una felicidad más noble y un destino más alto”.

Critica también a la Universidad Católica a cuyo rector, Fabio Castillo, lo tilda de peligro para la patria por la influencia comunista que estaría recibiendo. Ante ello, propone la creación de una nueva universidad que vería la luz en 1965 gracias a la Ley de libertad de enseñanza universitaria. Se crea la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), en cuya residencia universitaria morirían años más tarde también asesinados Ignacio Ellacuría y otros cinco sacerdotes jesuitas (1989). Es también contrario a la indisciplina eclesiástica y al catolicismo a medias: “En verdad un catolicismo a medias es tan enemigo de la Iglesia —o peor— que el mismo protestantismo, el laicismo o la masonería. Porque tan enemigo de la verdad es el error, como la verdad mutilada o desmentida con la conducta”.7

Romero sigue con gran atención el desarrollo del Concilio Vaticano II. Las constituciones Lumen gentium y Gaudium et spes marcan la evolución de su pensamiento, que comprende bien la necesidad de una renovación que alcance a la Iglesia en muchos frentes: desde el litúrgico hasta el pastoral. “¡Católicos! Comprendamos que el misterio cristiano de la Iglesia es ante todo un misterio de Juventud y renovación. Una primavera eterna, decía el Papa Pío XII hablando a los jóvenes de acción católica, esto es la Iglesia”.8 6 Ibid. 16 de marzo de 1945. 7 Ibid. 8 Ibid.

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El 15 de enero del último año del Concilio, Romero reflexiona en un editorial sobre el significado del Aggiornamento. En él aparece por primera vez lo que será su lema episcopal: sentir con la Iglesia. para no caer en el ridículo de estar apegado a lo viejo sin criterio, y para no caer en el ridículo de ser un aventurero de “sueños artificiosos” de novedades, lo mejor es vivir hoy más que nunca aquel clásico axioma: sentir con la Iglesia, que concretamente significa apego incondicional a la Jerarquía. Porque son el Papa y los Obispos los hombres inspirados por Dios para el “aggiornamento” de la Iglesia en todas las horas de su historia.9

En 1967 es nombrado secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador. Se muda al seminario de San José de la Montaña, donde se encuentran las oficinas de la Conferencia Episcopal. Justamente en este seminario, dirigido por los jesuitas, se encuentra con el P. Rutilio Grande: un encuentro que resultará fundamental tanto en el proceso de Romero en cuanto sacerdote y guía pastoral como en las opciones que posteriormente hizo. Después de su primer encuentro, el P. Rutilio siempre fue amigo suyo, hasta el final.10

De obispo a arzobispo En 1970 Romero es nombrado obispo auxiliar de San Salvador, nombramiento que despierta importantes críticas dentro del clero, por considerarlo demasiado conservador y opuesto a los vientos de cambio por los que atraviesa la Iglesia latinoamericana tras el Concilio Vaticano II y la conferencia de Medellín de 1968. No obstante su posición moderada en el campo político, en el campo social Romero fue tomando opciones decisivas para el futuro a medida que se agravaba la situación de su país. Se comprometió fuertemente con los presos, los pobres y los enfermos, tuvo un importante sentimiento de responsabilidad y asumió un papel decidido de ser guía de su pueblo y defensor de sus ciudadanos. Al mismo tiempo, impulsó el nacimiento de asociaciones laicales y de centros de Cáritas en varias parroquias.11 El 15 de octubre de 1974 es nombrado obispo de Santiago de María, situada en su casi totalidad en el departamento de Usulután, uno de los territorios más pobres del país. Ahí se encontró con el sufrimiento de la gente, sujeta a la 9 Ibid. 10 Spadaro S.I., Antonio, “Óscar Arnulfo Romero, testigo de la fe y de la justicia”. La Civiltà Cattolica Iberoamericana N°21, 2018. 11 Cfr. Ibid.

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No obstante su posición moderada en el campo político, en el campo social Romero fue tomando opciones decisivas para el futuro a medida que se agravaba la situación de su país. Se comprometió fuertemente con los presos, los pobres y los enfermos, tuvo un importante sentimiento de responsabilidad y asumió un papel decidido de ser guía de su pueblo y defensor de sus ciudadanos. Al mismo tiempo, impulsó el nacimiento de asociaciones laicales y de centros de Cáritas en varias parroquias.

explotación y oprimida por la represión militar. Ello incide profundamente en su espíritu: el pueblo y su sufrimiento lo van transformando. Su figura corresponde a la de un obispo que optó, de manera radical, por estar en medio de su pueblo —“El pastor tiene que estar donde está el sufrimiento”12 / “me glorío de estar en medio de mi pueblo y sentir el cariño de toda esa gente que mira en la Iglesia, a través de su obispo, la esperanza”13— y por procurar la comunión entre los sacerdotes. En medio de la persecución contra la Iglesia el arzobispo Luis Chávez presentó su renuncia a la arquidiócesis de San Salvador por edad y Pablo VI designó para sucederle a monseñor Romero el 3 de febrero de 1977. Su nominación tuvo promotores y detractores; hay quienes creyeron, entre ellos el mismo Romero, que fue promovido por un ala más conservadora como la persona indicada para poner en su lugar a los curas marxistas y las comunidades eclesiales de base; pero existe otra versión que asegura que en realidad fueron los teólogos de la liberación más radicales quienes eligieron a Romero: en él veían la posibilidad de tener a un obispo “manejable”. 12 Homilía 30 de octubre de 1977. En: Romero, Óscar. Día a día con Monseñor Romero: (meditaciones para todo el año). Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. 13 Ibid. Homilía 25 de septiembre de 1977.

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Romero realiza de inmediato gestos concretos de solidaridad con los más pobres y rechaza el ofrecimiento de la construcción de un palacio episcopal, eligiendo como vivienda la casita del custodio del Hospital de la Divina Providencia, donde estaban internados los enfermos terminales de cáncer. El 10 de febrero de 1977, en una entrevista que le realizó el periódico La Prensa Gráfica, Romero pronunció una de sus frases más citadas: “El gobierno no debe tomar al sacerdote que se pronuncia por la justicia social como un político o elemento subversivo, cuando este está cumpliendo su misión en la política del bien común”14. Días después, el 20 de febrero se celebraron elecciones presidenciales. Los sacerdotes del “Grupo de Reflexión Pastoral” habían escrito una carta contra Romero y ocuparon la catedral para impedirle tomar posesión del arzobispado, por lo que la ceremonia hubo de celebrarse, el 22 de febrero, en el seminario San José de la Montaña. El maestro de ceremonias fue Rutilio Grande, quien le comentó: “Ud. debió estar en Apopa presidiendo la misa que se celebró con motivo de la expulsión del P. Mario Bernal15, el domingo 13 de febrero. Hubiera sido la mejor toma de posesión y presentación eclesial; no esta de aquí ´encuevado´, como tienen que andar tantos sacerdotes”16. Y es que proclamar el evangelio y elegir la causa de los pobres se estaba tornando en el país cada vez más peligroso, como lo menciona Rutilo en uno de los párrafos más conocidos de su homilía durante la misa del 13 de febrero, realizada para honrar al expulsado padre Mario Bernal: Mucho me temo, mis queridos hermanos y amigos, que muy pronto la Biblia y el Evangelio no podrán entrar por nuestras fronteras. Nos llegarán las pastas nada más, porque todas sus páginas son subversivas. ¡Subversivas contra el pecado, naturalmente! Me llama la atención la avalancha de sectas importadas y de slogans de libertad de culto, en este contexto, que se andan pregonando por allí. ¡Libertad de culto, libertad de culto! ¡Libertad de culto para que nos traigan un dios falso! Libertad de culto para que nos traigan un dios que está en las nubes, sentado en una hamaca. Libertad de culto para que nos presenten a un Cristo que no es el verdadero Cristo. ¡Es falso y es grave!17

El día 22 el gobierno anunció que varios religiosos no podrían regresar a El Salvador. Luego, el 26, el Consejo Central de Elecciones declaró vencedor al general Carlos Humberto Romero, candidato del Partido de Conciliación 14 Romero, Monseñor Óscar, Entrevista realizada para La Prensa Gráfica, 10 de febrero de 1977. En: Mata, Santiago, Monseñor Óscar Romero, pasión por la Iglesia. Palabra, Madrid, 2015. 15 El sacerdote colombiano Mario Bernal Londoño, que servía en El Salvador, había sido secuestrado el 28 de enero de 1977 frente al templo Apopa cerca de San Salvador —supuestamente por guerrillas— junto con un miembro de la parroquia, quien salió salvo. Posteriormente el padre Bernal fue expulsado del país por el gobierno. 16 Ibid. 22 de febrero de 1977. 17 Ibid. Homilía. 13 de febrero de 1977.

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Nacional. La oposición denunció fraude y convocó a una concentración popular en la Plaza Libertad de San Salvador, la que se llevó a cabo el 28 de febrero y que terminó con decenas de muertos y desaparecidos. El 5 de marzo en una asamblea especial, los obispos acordaron preparar un comunicado para denunciar la persecución de la Iglesia en el país y afirmar que los cristianos “van tomando conciencia del radical NO que Dios pronuncia sobre nuestro pecado de omisión”18.

Un acontecimiento que marca su itinerario interior El 12 de marzo de ese mismo año, a sus 49 años, el jesuita Rutilio Grande fue asesinado por miembros de la Guardia Nacional, mientras conducía su automóvil, junto a Manuel Solórzano, de 70 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 1619. El padre Grande era párroco de Aguilares, un pueblo cuya población está compuesta sobre todo por campesinos y jornaleros. En medio de ellos, a través de pequeñas comunidades eclesiales, difundía el evangelio procurando también una promoción humana. Por medio de la fe que Grande transmitía, los campesinos entendieron que su pobreza no era voluntad de Dios, y eso incomodaba a los terratenientes que acusan al sacerdote de instigar a sus feligreses a la lucha política y sindical. Las razones de su asesinato las explica un exmiembro de la Guardia que participó en la emboscada: “Es que mucho hablaba en contra del gobierno”. Monseñor Romero llegó al lugar donde estaban los cadáveres y, lleno de lágrimas, se lamenta por aquella barbaridad. Se enteró del crimen por un llamado telefónico del presidente saliente, su amigo personal el coronel Molina, quien le aseguró que el gobierno no había tenido nada que ver y que se investigaría para dar con los asesinos. Para Romero, Grande había sido asesinado por una predicación que fue incomprendida: “Una doctrina social de la Iglesia que se le confundió con una doctrina política que estorba al mundo: una doctrina social de la Iglesia, que se le quiere calumniar, como subversión, como otras cosas que están muy lejos de la prudencia que la doctrina de la Iglesia pone a la base de la existencia”20. Por iniciativa de algunos sacerdotes se programó la celebración de una única misa en la arquidiócesis para el domingo 20 de marzo con motivo del funeral del sacerdote asesinado. La misa fue realizada en la catedral de San Salvador a la que asistieron en torno a cien mil personas. 18 Ibid. Obispos de El Salvador, 5 de marzo de 1977. 19 En marzo de 2015, el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, anunció que se abriría una investigación sobre la vida del padre Rutilio Grande en aras de formar una causa de beatificación. 20 Homilía lunes 4 de marzo de 1977. En: Mata, Santiago, Monseñor Óscar Romero, pasión por la Iglesia. Palabra, Madrid, 2015.

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Para Romero, Grande había sido asesinado por una predicación que fue incomprendida: “Una doctrina social de la Iglesia que se le confundió con una doctrina política que estorba al mundo: una doctrina social de la Iglesia, que se le quiere calumniar, como subversión, como otras cosas que están muy lejos de la prudencia que la doctrina de la Iglesia pone a la base de la existencia”. [Romero junto a Rutilio Grande (a la derecha), 1970].

Respecto a sus relaciones con el gobierno, aunque Romero nunca lo acusó directamente del asesinato de Grande, decidió no asistir a ninguna actividad gubernamental o entrevista con el presidente hasta que se aclarara lo sucedido. Como nunca se produjo ninguna investigación, Monseñor no asistió a ninguna ceremonia de Estado, en absoluto, durante sus tres años como arzobispo. En tanto, los hechos provocaron en él una transformación y lo prepararon, aún más, para su entrega unos años después: “Cuando yo lo miré a Rutilio muerto, pensé: si lo mataron por hacer lo que hacía, me toca a mí andar por su mismo camino. Cambié, sí, pero también es que volví de regreso”21. Lo que cambió en él no fue su forma de pensar, pero sí su forma de vivir y enfrentarse con la realidad. En el centro de su prédica seguía estando la palabra de Dios, pero el sufrimiento de su pueblo y, en particular, el asesinato de su amigo, le habían quitado las vendas. Se dio cuenta de que habían quedado huérfanos de “padre”, y que ahora le tocaba a él, como arzobispo, ocupar el lugar incluso a costa de su propia vida. 21 Ibid. Testimonio de una conversación con el jesuita César Jerez.

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Romero autorizó que los templos refugiaran a los perseguidos políticos, preparó ediciones de la Doctrina Social de la Iglesia y aumentó la tirada del semanario Orientación.

Hacia el martirio A fines de marzo de 1977 viajó a Roma. En aquella ocasión Pablo VI alabó a los católicos salvadoreños porque procuraban poner en práctica las enseñanzas de la Populorum progressio, y en una audiencia privada bendijo la foto de Rutilio Grande que el arzobispo le mostró, y le confortó diciendo: “No todos comprenden, pero no desfallezca. ¡Ánimo!, es usted quien manda”. Luego, el 14 de junio Romero escribió a Pablo VI informando la grave situación de la Iglesia en San Salvador. Por su parte, a los católicos del país los animaba, los orientaba a rechazar las doctrinas de odio, y como señal de conversión promovía el perdón a los perseguidores, mientras que se difundían comunicados pidiendo la expulsión de sacerdotes bajo amenaza de ejecución, se profanaba la Eucaristía y se asesinaba, encarcelaba y torturaba a cientos de campesinos salvadoreños. La resonancia internacional que adquirió la persecución de los sacerdotes llevó al Comité de Relaciones Internacionales del Congreso de EE.UU. a fijar dos audiencias sobre la persecución de la Iglesia en El Salvador.

A los católicos del país los animaba, los orientaba a rechazar las doctrinas de odio, y como señal de conversión promovía el perdón a los perseguidores, mientras que se difundían comunicados pidiendo la expulsión de sacerdotes bajo amenaza de ejecución, se profanaba la Eucaristía y se asesinaba, encarcelaba y torturaba a cientos de campesinos salvadoreños.

Hubo acusaciones y peticiones de destitución hacia Romero. Él se mostró dispuesto a que Roma así lo ordenase. Pero Roma, teniendo como prueba sus homilías, no vio en él ninguna falta. El arzobispo no fue destituido y el Santo Padre continuó animándolo en su tarea. Yo tengo la conciencia muy tranquila de que jamás he incitado a la violencia. Todos esos campos pagados y esas calumnias y esas voces de radio gritando contra el obispo revolucionario son calumnias, porque mi voz no se ha manchado nunca con un grito de resentimiento ni de rencor. Grito fuerte contra la injusticia pero para decirle a los injustos: ¡Conviértanse! Grito en nombre del dolor para decirle a los criminales: ¡Conviértanse! ¡No sean malos!22

22 Homilía 1 de diciembre de 1977. En: Romero, Óscar. Día a día con Monseñor Romero: (meditaciones para todo el año). Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

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El 22 de enero de 1979 viajó Romero a Puebla a la segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Ahí conoció al nuevo Papa, Juan Pablo II. El viaje a México lo emprendió días después de presenciar el cuarto asesinato de un sacerdote. Romero poco a poco se va convirtiendo en la voz de los sin voz y va haciendo que el pueblo se cuestione su realidad, mientras su figura se hacía cada vez más incómoda para el gobierno. “Fíjense que el conflicto no es entre la Iglesia y el gobierno. Es entre gobierno y pueblo. La Iglesia está con el pueblo y el pueblo está con la Iglesia, ¡gracias a Dios!”23 Sus homilías radiadas eran un acontecimiento nacional, ahí se escuchaban nombres y apellidos de muertos, desaparecidos, y denuncias sin tapujos de la represión que sufría la población. Acusa incesantemente las injusticias perpetradas por el poder económico y político, considerado responsable directo de las oleadas de violencia que afectan al pueblo y a la Iglesia. Al mismo tiempo, predica un evangelio de la paz y de la no violencia e invita a una conversión de los corazones sin la cual se hace imposible una transformación de la grave situación por la que atraviesa su pueblo: Ya me duele mucho el alma de saber cómo se tortura a nuestra gente, de saber cómo se atropellan los derechos de la imagen de Dios. No debía de haber eso. Es que el hombre sin Dios es una fiera. El hombre sin Dios es un desierto. Su corazón no tiene flores de amor, su corazón no es más que el perverso perseguidor de los hermanos.24

Su posición obtiene reconocimiento internacional: el 14 de febrero de 1978 recibe el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Georgetown, en 1979 es propuesto por el parlamento británico como candidato al premio Nobel de la Paz y en febrero de 1980 recibe el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Lovaina. El año 1980 es un período particularmente violento para El Salvador, el gobierno actúa en estrecha relación con el grupo paramilitar “Orden” y con los escuadrones de la muerte. Entre enero y marzo son asesinados más de 900 civiles. Se intensifican las amenazas de muerte contra el arzobispo, se ataca la estación de radio que transmitía sus homilías y las religiosas que gestionan el Hospital de la Divina Providencia, donde vivía el arzobispo, reciben llamadas telefónicas anónimas intimidantes. El gobierno le ofreció su protección, pero Romero la rechazó, pues no aceptaría que lo protegiera si, a su vez, su pueblo no estaba protegido. 23 Ibid. Homilía 21 de diciembre de 1979. 24 Ibid. Homilía 5 de diciembre de 1977.

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Muchas gracias, señor presidente, por escucharme. Pero también quiero agradecerle el haber ofrecido proporcionarme protección si yo se la solicitaba. Se lo agradezco, pero quiero repetir aquí mi posición: que no busco yo nunca mis ventajas personales, sino que busco el bien de mis sacerdotes y de mi pueblo... Antes de mi seguridad personal, yo quisiera seguridad y tranquilidad para 108 familias y desaparecidos, para todos los que sufren. Un bienestar personal, una seguridad de mi vida no me interesa mientras mire en mi pueblo un sistema económico, social y político que tiende cada vez más a abrir esas diferencias sociales. 25

Ante esto y con una lucidez enteramente confiada en Dios, aunque no desprovisto de miedo26, Romero esperaba su inminente martirio al que lo dispuso su confesor, el P. Azcue, en su último ejercicio espiritual.

“Acepto con fe en Él mi muerte, por más difícil que sea. No quiero darle una intención, como lo quisiera, por la paz de mi país, y por el florecimiento de nuestra Iglesia […] porque el Corazón de Cristo sabrá darle el destino que quiera. Me basta para estar feliz y confiado saber con seguridad que en Él está mi vida y mi muerte; que, a pesar de mis pecados, en Él he puesto mi confianza y no quedaré confundido y otros proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la Iglesia y de la Patria”.

Acepto con fe en Él mi muerte, por más difícil que sea. No quiero darle una intención, como lo quisiera, por la paz de mi país, y por el florecimiento de nuestra Iglesia […] porque el Corazón de Cristo sabrá darle el destino que quiera. Me basta para estar feliz y confiado saber con seguridad que en Él está mi vida y mi muerte; que, a pesar de mis pecados, en Él he puesto mi confianza y no quedaré confundido y otros proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la Iglesia y de la Patria.27

A las 6:20 de la tarde del 24 de marzo de 1980, monseñor Romero decía lo siguiente: Con fe cristiana sabemos que en este momento la Hostia de trigo se convierte en el Cuerpo del Señor, que se ofreció por la redención del mundo, y que en este Cáliz el vino se transforma en la Sangre que fue precio de la Salvación. Que este Cuerpo inmolado y esta Sangre sacrificada por los hombres nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar cosechas de justicia y de paz a nuestro pueblo. Unámonos, pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por doña Sarita y por nosotros...28

25 Ibid. Homilía 14 de enero de 1979. 26 Cuentan que los días previos a su asesinato el arzobispo estuvo especialmente paranoico. 27 Romero, Monseñor Óscar. Cuaderno de ejercicios espirituales. En: Mata, Santiago, Monseñor Oscar Romero, pasión por la Iglesia. Palabra, Madrid, 2015. 28 Romero, Monseñor Óscar, Homilía. San Salvador, 24 de marzo de 1980.

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En ese momento, sus palabras fueron interrumpidas por un disparo. Romero es asesinado mientras celebraba la misa en la iglesia del Hospital de la Divina Providencia por un sicario a las órdenes del exmayor Roberto D’Aubuisson, que se ocupaba de los escuadrones de la muerte y que después habría de convertirse en el líder del partido nacionalista conservador Alianza Republicana Nacionalista.

Personas congregadas para el funeral de Óscar Romero. Catedral de San Salvador, domingo 30 de marzo de 1980.

Su causa Como afirma el Papa Francisco, Romero fue mártir dos veces: El martirio de Mons. Romero no fue puntual en el momento de su muerte, fue un martirio-testimonio, sufrimiento anterior, persecución anterior, hasta su muerte. Pero también posterior, porque una vez muerto —yo era sacerdote joven y fui testigo de eso— fue difamado, calumniado, ensuciado, o sea que su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado. No hablo de oídas, he escuchado esas cosas. O sea que es lindo verlo también así: un hombre que sigue siendo mártir. Bueno, ahora ya creo que casi ninguno se atreva, pero después de haber dado su vida siguió dándola dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias. Eso a mí me da fuerza; solo Dios sabe. Solo Dios sabe las historias de las personas y cuántas veces, a personas que ya han dado su vida o que han muerto, se las sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua.29 29 Francisco, Discurso a una peregrinación de la República de El Salvador, 30 de octubre 2015.

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El Papa bendice la imagen de Óscar Romero. ©Vatican Media

El 24 de marzo de 1993 se inicia la causa de su canonización y en 1996 se nombró postulador a Mons. Vincenzo Paglia. La demora del proceso se debió a una interrupción “prudencial”, pues no había certeza de si su martirio había sido in odium fidei30. Como aclara Santiago Mata en una edición especial de VN por su beatificación: En el caso de Romero, hay también que constatar la existencia de una persecución religiosa y de su denuncia por parte del prelado, molesta para el opresor. Además, la decisión última de matarlo se tomó el 23 de marzo de 1980, cuando proclamó en una homilía: “Ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: no matar”. De quien considerara esto odioso y razón suficiente para matar a quien lo dijo, es obvio que puede decirse que odia la Ley de Dios que Romero invocaba, y sigue, en cambio, la ley del pecado, que el obispo rechazaba.

La muerte de Romero se debe a su coherencia con la fe y con el magisterio de la Iglesia, “hasta el punto de que él se sentía preparado y dispuesto al martirio”31. El voto expresado por la Congregación de las Causas de los Santos fue unánimemente positivo sobre el martirio formal y material que él sufrió como pastor de la Iglesia. La figura de Romero nos resulta a muchos contradictoria, por la confluencia de elementos que, desde una mirada mezquina y atrincherada, parecieran no calzar. En él vemos a un sacerdote excepcional, a un obispo 30 Cfr. Spadaro S.I., Antonio, “Óscar Arnulfo Romero, testigo de la fe y de la justicia”. La Civiltà Cattolica Iberoamericana N°21, 2018. 31 Ibid.

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Sus continuas llamadas al diálogo, para que los ricos no se aferraran al poder, y los oprimidos no optaran por las armas, no surtieron efecto, a pesar de la popularidad que alcanzaron sus homilías dominicales. Luego de su muerte se continuaron violando los derechos humanos, provocando una guerra civil que duraría once años y causaría 70.000 muertos. No obstante Romero siempre abogó, en primer lugar, por la conversión de los corazones, pues ninguna lucha por la justicia social tendría efecto si antes las personas no se dejaban tocar por el amor de Cristo y su llamado a la conversión. Y la voz de los mártires es más fuerte que la de los factores de división32.

No solamente no era un subversivo, sino que predicó siempre con insistencia la caridad cristiana, la conversión y el perdón como auténtica revolución y liberación del pecado y de las injusticias sociales. Fue siempre fiel al Magisterio, en comunión con los Papas y con el Concilio Vaticano II, supo dar un testimonio heroico de fortaleza, aun sabiendo que podría pagar con su propia sangre esa valentía.

La misa iniciada por Romero el día de su asesinato no pudo terminar, así como tampoco pudo terminar la misa de su funeral, el domingo 30 de marzo. Esta fue saboteada con bombas y balas, lo que provocó el pánico de la multitud y una estampida humana que dejó 44 víctimas y muchísimos heridos. Hasta el día de su entierro no dejó de gritar “basta de violencia, de represión mezquina, de venganza, de injustas desigualdades”, “él sigue hablando y pidiendo nuestra conversión”33. La vida de este santo fue un sí decidido y sin miedo a la civilización del amor.

32 Cfr. Juan Pablo II en conmemoración ecuménica, Jubileo del año 2000. En: Francisco, Gaudete et exsultate, 2018. 33 Palabras de su postulador, Vincenzo Paglia, con motivo de su beatificación.

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excepcional, a un luchador social y a un mártir. No solamente no era un subversivo, sino que predicó siempre con insistencia la caridad cristiana, la conversión y el perdón como auténtica revolución y liberación del pecado y de las injusticias sociales. Fue siempre fiel al Magisterio, en comunión con los Papas y con el Concilio Vaticano II, supo dar un testimonio heroico de fortaleza, aun sabiendo que podría pagar con su propia sangre esa valentía. Finalmente, si fue capaz de amar con tal heroísmo cristiano, fue porque siempre procuró encontrarse con la Palabra en la meditación, la formación y la oración personal.


A puntes y Notas 100 años del ingreso de San Alberto Hurtado a la Universidad Católica:

“EL MEJOR DE LOS NUESTROS” por Carlos Frontaura R.

El 20 de agosto, en el marco de la celebración de los 100 años del ingreso de San Alberto Hurtado como estudiante de Derecho en la UC, fue renombrado su Salón de Honor con el nombre del santo chileno. Presentamos en esta sección el discurso de Carlos Frontaura, decano de la Facultad de Derecho. La ceremonia comenzó con una intervención del rector Ignacio Sánchez, hubo un panel en el cual diferentes expertos compartieron pensamientos y acontecimientos de la vida del santo chileno, y finalizó con la bendición de la nueva placa ubicada a la entrada del Salón de Honor San Alberto Hurtado, realizada por el Vice Gran Canciller, Tomás Scherz.

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HUMANITAS Nº 89 pp. 108 - 112


“(…) la primera ley fundamental de mi vida debe ser la humildad, que corresponde a quien es nada, indigente, mendigo absoluto que necesito de Dios para vivir, para moverme, para ser”.1 Estas palabras de San Alberto Hurtado resuenan con fuerza precisamente hoy que nos juntamos a conmemorar el centenario de su paso por nuestra Universidad y honramos su legado, nombrando nuestro Salón de Honor, el aula más importante de nuestra Universidad, con su nombre. El varón más importante que ha nacido en esta tierra desde que tengamos conciencia, prudentemente declara su insignificancia y la nadería de todo su ser y tener. Pero, entonces, ¿por qué no cayó en el desaliento? ¿Cómo fue posible que llevara a cabo, del modo que lo hizo, tareas titánicas que iban desde la diligente actividad emprendedora hasta la reposada meditación intelectual? Las dos cosas eran posibles, es decir, “conciencia de no ser nada” y “espíritu inquieto y optimista”, justamente, porque San Alberto Hurtado entendió que el centro de su existencia era buscar a Dios, abandonarse en él y darse entero al prójimo, especialmente al más pobre. Al hacer esto, al ofrecerse completamente, sin tasa ni medida, por amor, su pequeñez se convertía en instrumento eficaz en manos de Dios para transformar el mundo2. Este es el gran secreto de San Alberto Hurtado, lo que explica su grandeza, su empuje y la extensión de su trabajo. Por eso, si hoy estuviera con nosotros esta mañana, muy probablemente sonreiría con indulgencia ante este homenaje y protestaría firmemente, haciéndonos ver que es a Cristo a quien debiéramos dirigir todo nuestro respeto y reconocimiento. No obstante, podríamos también decirle que precisamente honrarlo de este modo es hacer presente la inconmensurable bondad y eficacia de Nuestro Señor cuando encuentra un corazón dispuesto, como el de Alberto Hurtado, para llevar a cabo la tarea que nuestro santo señala como la más propia de un católico, identificarse con Cristo y, por tanto, hacerse cargo de “a quienes Cristo nos recomienda en forma especial: a sus pobres (…) [puesto que] El prójimo, el pobre en especial, es Cristo en persona”3. Esta sala, entonces, implica hacer ver que San Alberto, uno de los Patronos de nuestra Facultad de Derecho, sigue presente entre nosotros, como 1 Hurtado, Alberto “Principio y fundamento”, en Fernández, Samuel (selección) Un disparo a la eternidad. Retiros espirituales predicados por el Padre Alberto Hurtado, S.J., Ediciones Universidad Católica de Chile, Cuarta Edición, Santiago de Chile, 2005, p. 162. 2 Vid. Hurtado, Alberto, “Pesimistas y Optimistas”; “¿Cómo llenar mi vida?”; y “El obstáculo mayor del optimismo”, en Fernández, Samuel (Ed.) La búsqueda de Dios: conferencias, artículos y discursos pastorales del Padre Alberto Hurtado, S.J. Ediciones Universidad Católica de Chile, Tercera Edición, Santiago de Chile, 2011, pp.79-92. 3 Ibid. “¿Cómo llenar mi vida?”, p. 86.

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lo ha estado desde el primer día que cruzó el umbral de Casa Central para estudiar Derecho. Y tenerlo presente es trabajar incansablemente por aquellos a quienes él se consagró en vida: los pobres, los humildes y excluidos.

San Alberto no solo vivió plenamente su relación con la Universidad Católica, sino que, en sus palabras y escritos, delineó cuál es la profunda misión del universitario. Justamente en este mismo lugar hace 73 años, remarcó que ella consistía en un deber social de traducir las enseñanzas de Cristo, concretamente la del amor, a nuestra vida pública.

Alberto Hurtado no fue solo un destacado estudiante de derecho y un activo participante de nuestro cuerpo estudiantil, sino que siguió ligado toda su vida a la Universidad Católica: se desempeñó como profesor y asesor espiritual; organizó múltiples retiros para miembros de nuestra comunidad; dictó conferencias, participó en congresos y en nuestra Semana Universitaria. Tanta fue su conexión con nuestra Universidad que pasó sus últimos días de vida en nuestro Hospital Clínico, hace ya 66 años, cumplidos el sábado recién pasado.

Hemos venido aquí, a este lugar, para erigir concretamente un homenaje físico y permanente al mejor de los nuestros, a aquel que, habiendo transitado por los mismos pasillos que cruzamos diariamente, ofrendó su vida entera al Señor. Lo hacemos no solo para rendirle un reconocimiento humano, sino, sobre todo, para implorar su intercesión ante el Padre por todos nosotros, por quienes trabajamos y estudiamos en esta querida Universidad, para que seamos capaces de compenetrarnos de su mensaje y entender cuál es nuestra propia vocación. San Alberto no solo vivió plenamente su relación con la Universidad Católica, sino que, en sus palabras y escritos, delineó cuál es la profunda misión del universitario. Justamente en este mismo lugar hace 73 años, remarcó que ella consistía en un deber social de traducir las enseñanzas de Cristo, concretamente la del amor, a nuestra vida pública. Ello debía hacerse buscando soluciones técnicas que hicieran realidad la justicia y la caridad; con “ojos abiertos al mal no para deshacerse en crítica estéril, sino para remediar y construir”4; y, en definitiva, siendo cristianos integrales, lo que implica darse cuenta que “el mundo entero es un lugar de oración”5, abandonando el espíritu del paganismo que “solo piensa en Dios en el sitio de culto”6 y se encierra en un egoísmo infecundo. “La misión del universitario —decía— es la del estudioso que traduce esos ideales grandes del hombre de la calle en soluciones técnicas,

4 Ibid. “La misión social del universitario”, p. 114. 5 Ibid. p. 104. 6 Ibid.

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aplicables, realizables, bien pensadas. Hacerlo es la mayor obra de caridad que puede hacer un hombre, pues es la caridad social, pública”. 7 Por eso, cada profesión debía concebirse a la luz de esta vocación, puesto que “La caridad del universitario debe ser primariamente social: esa mirada al bien común. Hay obras individuales que cualquiera puede hacer por él, pero nadie puede reemplazarlo en su misión de transformación social”8. Por ello, para todos nosotros, como decía San Alberto, el estudio y ejercicio de una profesión debe ser asumida como un servicio público, es decir, al bien general. La misma misión social que llevó adelante San Alberto y lo guió, desde el primer día que comenzó sus clases en la UC hasta el último que vivió entre nosotros, a pocos metros de aquí. Todos —los que tenemos el privilegio de hablar en esta ceremonia, los que hoy están presentes en este salón, los que transitan por los patios de esta Universidad y los estudiantes que están por venir— debemos mirar con atención la vida y el legado de San Alberto. No se trata necesariamente de ser y hacer lo mismo que él, sino de extraer de su acción y vida la médula, es decir, el modelo que nos legó. Hoy, más que nunca, tenemos la oportunidad de revisitar la vida de San Alberto, leer sus escritos y escuchar sus discursos. De esa manera, debemos intentar comprender el sentido profundo de su paso por nuestra Universidad: él no se limitó a ser un mero receptor, difusor o generador de conocimientos, sino que fue un verdadero constructor de vida, en el amplio sentido del término. Él, que usó cada instancia, cada examen, cada iniciativa, cada clase o cada investigación, para dejar una huella imborrable y demostrar que la Universidad es mucho más que la satisfacción de una vocación profesional o académica, y que todos estamos invitados a desarrollarnos integralmente en ella y a responder, aquí y ahora, al llamado a la santidad.

Él, que usó cada instancia, cada examen, cada iniciativa, cada clase o cada investigación, para dejar una huella imborrable y demostrar que la Universidad es mucho más que la satisfacción de una vocación profesional o académica, y que todos estamos invitados a desarrollarnos integralmente en ella y a responder, aquí y ahora, al llamado a la santidad.

Decía San Alberto, “No es lo que tenemos, ni lo que tememos, lo que nos hace felices o infelices. Es lo que pensamos de la vida. Dos personas pueden estar en el mismo sitio, haciendo lo mismo, poseyendo igual, y, con todo, sus sentimientos pueden ser profundamente diferentes”9. 7 Ibid. p. 113. 8 Ibid. p. 116. 9 Hurtado, Alberto, Humanismo social. Ensayo de Pedagogía social dedicado a los educadores y padres de familia. Editorial Difusión S.A., Santiago de Chile, 1947, p. 256.

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Es evidente que muchos, entre ellos nosotros mismos, nos esforzamos y agotamos en una tenaz y perseverante —y a veces angustiante— tarea diaria, en un constante pulular de aquí para allá. Sin embargo, son muy pocos los que alcanzan la felicidad y el sitial de San Alberto Hurtado. Habremos de reconocer, entonces, que no es la extrema prisa y urgencia, signo exterior, lo que caracteriza el buen trabajo y la satisfacción del deber cumplido. El secreto está en otra parte, en aquello que nuestro santo señalaba al indicar que “El gran apóstol no es el activista, sino el que guarda en todo momento su vida bajo el impulso divino”10; es el que comprende que “La caridad nos urge de tal manera que no podemos rechazar el trabajo (…)”11, pero que “La acción llega a ser dañina cuando rompe la unidad con Dios. No se trata de la unión sensible, pero sí de la unión verdadera, la fidelidad, hasta en los detalles, al querer divino”12. Aquí estuvo la raíz de la vitalidad y felicidad de San Alberto Hurtado. Este es el modelo que hemos venido a homenajear, aquel paradigma al que debiéramos acercarnos, cada uno en su ámbito y estado; he aquí lo que nos ha legado nuestro Patrono y lo que como Universidad hemos venido a pedir a Nuestro Señor: intentar ser fieles a aquello que el propio San Alberto identificaba como la clave de la moral católica y el centro de todo, la fuente de la auténtica dicha, “¡Ser Cristo!”13 para servir como Cristo. Muchas gracias.

10 Hurtado, Alberto, “Siempre en contacto con Dios”, en Fernández, Samuel (Ed.) La búsqueda de Dios: conferencias, artículos y discursos pastorales del Padre Alberto Hurtado, S.J. Ediciones Universidad Católica de Chile, Tercera Edición, Santiago de Chile, 2011, p.19. 11 Ibid. p. 20. 12 Ibid. p. 22. 13 Ibid. p. 91. También cuando dice: “La Moral Católica es igualmente un acomodar todo creyente a Cristo; hacer de él «otro Cristo»” en Ibid. p. 102.

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EN LOS 20 AÑOS DE FE Y RAZÓN “La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”. Con esta frase comienza la tercera encíclica escrita por San Juan Pablo II, Fides et ratio, la cual escribió para su 20º aniversario como Pontífice. Para celebrar y conmemorar los 20 años de Fides et ratio, Ediciones UC reeditó la encíclica integrando comentarios de cuatro académicos que abordaron la relación fe y razón desde las ciencias naturales, las ciencias sociales, la filosofía y la teología.

Fe y Ciencia: ¿por qué la discusión sobre fe-razón parece no tener fin? Utilizando herramientas tomadas de la ciencia, en particular de la física y de la química, la decana de la Facultad de Química de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Bárbara Loeb, ofrece una mirada integradora de la disyuntiva fe-razón. En ella muestra cómo fe y razón son, tal como ocurre en la dualidad onda-partícula, una misma realidad que parte de enfoques distintos, pero que unidas dan la visión del todo:

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SS Juan Pablo II, en Fides et ratio, hace un llamado en este sentido, un llamado a la armonía entre fe y razón: “La fe y la razón, dice, son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”. No se puede volar solo con un ala… un ala complementa a la otra. Más adelante en la encíclica hace una afirmación aún más fuerte: “No hay, pues, motivo de competitividad alguna entre razón y fe: una está dentro de la otra, y cada una tiene su propio espacio de realización”.

A partir de su reflexión, en el contexto del mundo universitario, llama a aceptar que no somos espectadores de este fenómeno. El medio externo también nos afecta, nos “polariza”, perceptible o imperceptiblemente, y puede llegar a producir una ruptura en nuestra concepción del tema fe-razón. No somos inmunes. ¿Debemos aislarnos entonces del mundo? […] Así entonces, desde dentro del mundo, tomando conciencia de los efectos “polarizantes” que este puede ejercer sobre nosotros, debemos buscar, como universitarios, esa síntesis unificadora de fe y razón, que construya un enlace indisoluble entre ambas, que nos permita enfrentar los desafíos del medio externo, y ¿por qué no? influirlo y modificarlo, haciendo un aporte a una nueva cultura.

Desde dentro del mundo, tomando conciencia de los efectos “polarizantes” que este puede ejercer sobre nosotros, debemos buscar, como universitarios, esa síntesis unificadora de fe y razón, que construya un enlace indisoluble entre ambas, que nos permita enfrentar los desafíos del medio externo, y ¿por qué no? influirlo y modificarlo, haciendo un aporte a una nueva cultura.

Fe y Filosofía: Fides et ratio como una defensa a la importancia de la filosofía Por su parte, Olof Page, decano de la Facultad de Filosofía, explicó la tesis central de la encíclica: no se puede entender en profundidad la novedad del cristianismo sin una lectura de la relación de mutua necesidad que existe entre la fe y la razón.

De acuerdo con el filósofo existen dos extremos en la dicotomía entre fe y razón: o bien afirmar que la razón se sostiene únicamente en verdades empíricamente verificables y que, por tanto, la fe no puede relacionarse con la verdad. Una persona aun teniendo fe podría situarse en este extremo vaciando a la fe de cualquier contenido y experiencia respecto de la cual sea posible predicar la verdad y, por lo tanto, se estaría privando a la fe de su sentido más vital. Por otra parte existe el racionalismo religioso, que al identificar la fe con la razón vacía a la fe de dos elementos vitales: del arrojo y la confianza; la fe se transforma en la mera conclusión de un silogismo o

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el resultado de la verdad de una teoría científica de la cual se espera demostrar la existencia de Dios. Los dos extremos no son fenómenos externos a la tradición cristiana, sino parte del desarrollo de esa misma tradición. En ambos hay un peligro: por un lado, el peligro de una fe solipsista y, por el otro, el peligro de una racionalidad omniabarcadora que hace de la fe algo completamente innecesario. La radical separación entre la fe y la razón encapsula a la fe y la identificación de la fe con la razón la disuelve.

La encíclica Fides et ratio sería un intento por dar cuenta de ese precario punto de equilibrio entre estos dos extremos. Una peculiaridad se agrega a Fides et ratio: esta encíclica no solo trata acerca de la filosofía —y de manera abundante—, sino que, al proponer una cierta manera de entender la actividad filosófica, es ella misma un texto de filosofía y una defensa de su importancia. Por esa razón, las tesis que Juan Pablo II elabora en este plano sobre cuestiones como la naturaleza de la verdad, el sentido de la existencia y la relación entre filosofía y cristianismo (en particular, sobre si puede o no haber algo así como una filosofía cristiana) están y deben estar sujetas a la discusión filosófica habitual sobre estas materias.

Lo que la encíclica demanda de la filosofía, afirma Page, tiene algo de nostálgico, pues resiente una ausencia: Ausencia a aspirar a construir una “superior síntesis del saber”1. Por distintas razones, habría ocurrido un “ofuscamiento de la auténtica dignidad de la razón, que ya no es capaz de conocer lo verdadero y de buscar lo absoluto” 2. La incapacidad de buscar lo absoluto y, por tanto, de alcanzar esta síntesis, tiene una consecuencia de gran alcance: impedir la “unidad interior” 3 del ser humano. No tener ya la capacidad de poner verdades parciales —las de las ciencias exactas, experimentales y humanas— en relación con el absoluto que es Dios impediría nuestra propia autocomprensión.

Esta encíclica no solo trata acerca de la filosofía —y de manera abundante—, sino que, al proponer una cierta manera de entender la actividad filosófica, es ella misma un texto de filosofía y una defensa de su importancia.

1 Ex corde Ecclesiae, 16. 2 Fides et ratio, 48. 3 Fides et ratio, 85.

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Fe y Teología: para una Fe más adulta del Pueblo de Dios Joaquín Silva, decano de la Facultad de Teología, realiza una extensa reflexión que busca poner a la teología ante los desafíos de la fe y la razón. En ella plantea que los obstáculos a la relación entre fe y razón no solo provienen de una razón que reduce las múltiples expresiones del ser, sino que también pueden surgir desde la misma fe religiosa, que rechaza las posibilidades del intelecto humano para alcanzar una comprensión mayor de Aquel a quien ama como origen y destino de todo cuanto es. Una fe más adulta del Pueblo de Dios requiere, como enseña Santo Tomás, audacia, libertad y honradez: La teología debe ofrecer una articulación de la fe y la razón que sea significativa para los hombres y mujeres de hoy, para así contribuir eficazmente a la adultez de la fe del Pueblo de Dios. Pero para lograr este cometido se requiere que cumpla con las siguientes condiciones, según hemos visto a luz de Fides et ratio: 1) reconocer el profundo nexo entre fe y razón, superando los persistentes racionalismos y fideísmos; 2) enfocarse efectivamente en aquello que nos concierne de modo último e incondicionado; 3) estar en comunión con la Iglesia, especialmente con el sentido de la fe del Pueblo de Dios y con el Magisterio eclesiástico; 4) acoger críticamente los desafíos que le presentan las diversas racionalidades presentes en la cultura actual; 5) proceder metodológicamente conforme a su objeto, esto es, escuchando a Dios que se comunica en la historia, interpretando su Palabra en el mismo Espíritu en que ella ha llegado hasta nosotros, juzgando cómo se hace salvífica en nuestro tiempo, provocando una práctica más lúcida en favor del reinado de Dios; y 6), al modo de Santo Tomás de Aquino, la teología deberá proceder con audacia, libertad y honradez.

La teología debe ofrecer una articulación de la fe y la razón que sea significativa para los hombres y mujeres de hoy, para así contribuir eficazmente a la adultez de la fe del Pueblo de Dios.

Fe y Ciencias Sociales: la parresía de la fe y la audacia de la razón

De acuerdo con Eduardo Valenzuela, decano de la Facultad de Ciencias Sociales, “la fe y la razón son dos facultades que apuntan a un mismo objetivo, la verdad, pero lo hacen por caminos diferentes. La fe consiste en la facultad de creer en lo que no se ve, ‘felices aquellos que creen sin haber visto, dice el Señor’, mientras que la razón consiste en acreditar la verdad de algo a través de lo visible”. Sin embargo, la fe no sería nunca ciega, sino que se basa en alguna experiencia previa que permite acreditar la verdad de lo

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que se dice y se espera. Con la razón la fe se aleja de la ortopraxis de las religiones orientales y reconoce la universalidad del espíritu humano al margen de cualquier particularismo cultural. “Este universalismo del mensaje evangélico lo acercó inmediatamente a la filosofía del Logos”. A su vez con ella puede encontrar respuesta a preguntas fundamentales, como aquella que se hace sobre el sentido de la vida, y, a través de ese preguntar, se constituye la esencia del pensar. Por su parte, la fe motiva a la Razón a preguntarse las cuestiones finales, aquellas que refieren al fundamento último de la existencia y que proporcionan el sentido de la vida. Una razón sin fe es la que se ofrece en la clausura operacional de la ciencia positiva que otorga carácter racional solo a lo que es experimentable y empíricamente demostrable (y todo lo demás lo desdeña como “mera opinión”, como decía Hobbes) y renuncia con ello a otorgarle un estatuto racional a las preguntas fundamentales del hombre. Una razón sin fe es aquella que renuncia a hablar sobre aquello que no puede conocer positivamente o sobre lo que escapa a la comprensión inmediata del hombre.

Con la razón la fe se aleja de la ortopraxis de las religiones orientales y reconoce la universalidad del espíritu humano al margen de cualquier particularismo cultural. A su vez con ella puede encontrar respuesta a preguntas fundamentales, como aquella que se hace sobre el sentido de la vida, y, a través de ese preguntar, se constituye la esencia del pensar.

Y concluye: Como indica Hannah Arendt, es preciso trazar bien la distinción entre conocer y pensar, entre intelecto y razón, puesto que, si una de estas facultades se ocupa de la verdad de lo que percibimos, la otra apunta al significado de la existencia de algo. Esa audacia de preguntarse por el significado de la existencia de las cosas constituye todavía el punto de encuentro entre Razón y Fe.

Las publicaciones de Fides et ratio están disponibles en las Librerías UC y en ediciones.uc.cl.

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CÓMO FUE QUE CHINA Y LA SANTA SEDE LLEGARON A FIRMAR UN HISTÓRICO ACUERDO Este 22 de septiembre de 2018 será un día que pasará a la historia de las relaciones entre el catolicismo y China. La Santa Sede y la República Popular China han firmado un Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de los obispos, luego de casi 70 años de distanciamiento. Unos días más tarde, el miércoles 26 de septiembre, el Papa Francisco envió un mensaje a los católicos chinos y a la Iglesia universal. A continuación, se presentan algunos antecedentes para comprender la trascendencia de estos eventos en las relaciones entre China y el Vaticano.

Nicolás Asfouri / AFP

El cristianismo en China, una fuerza en expansión Los primeros esfuerzos misioneros en China comienzan en el siglo VII con los nestorianos. En el año 635 el obispo Sirio Alopen se convirtió en el primer monje cristiano en pisar China, llevando la palabra de Dios. Por entonces gobernaba la dinastía Tang. Él fundó la llamada Iglesia Oriental, un centro cristiano nestoriano. El nestorianismo era una doctrina religiosa

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creada por Nestorio, obispo de Constantinopla en el siglo V, según la cual Cristo estaba formado por dos naturalezas totalmente diferentes al mismo tiempo, la divina y la humana. Una estela erigida en el 781 a Xi´an atestigua la presencia del cristianismo en aquellos años, donde se lee el relato en caracteres chinos y siríacos de la llegada de los misioneros cristianos cuyos nombres están grabados junto al anuncio de la “religión de la luz”. Luego, en el siglo XIII llegó la primera misión franciscana, seguida por los jesuitas en el siglo XVI, donde Mateo Ricci resuena por su importancia. Ricci fue aceptado rápidamente en los círculos eruditos de Pekín, gracias a sus conocimientos en ciencias y en lengua china. El escribió y tradujo numerosas obras y dio a conocer la religión cristiana. Fue crucial también la reforma al calendario chino a través de la cual se introdujeron aspectos del cristianismo. La evangelización de los jesuitas estuvo enfocada en las clases sociales más altas, los dirigentes y los sabios, pues se esperaba que así, con el tiempo, el pueblo también los seguiría. En 1705, un incidente con el emperador Kangxi pondrá freno a la propagación del cristianismo en China. Desde entonces las fronteras quedaron cerradas para los cristianos y la orden jesuita debió ser disuelta. En el siglo XIX las potencias coloniales volvieron a llevar el cristianismo a China. La historia de la iglesia protestante en China comienza con los esfuerzos de Robert Morrison, que llegó a Cantón (ahora Guangzhou) en 1807. Su traducción de la Biblia sentó las bases para el éxito sustancial de miles de misioneros protestantes de Occidente en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Con la llegada de Mao todos los extranjeros una vez más tuvieron que irse. Sin embargo la Iglesia china sobrevivió. Actualmente se cuentan alrededor de 12 millones de católicos oficiales repartidos en más de 140 diócesis y unos 40 millones de cristianos. Existe una predilección por las formas carismáticas del cristianismo. La propagación de la fe hoy se da a través de las “iglesias hogareñas”, donde esas pequeñas semillas plantadas en pueblos remotos se han transformado en un jardín de gran variedad y magnitud. Se cree que en el año 2030 el país podría convertirse en el de mayor población cristiana del mundo, con 247 millones de creyentes. En su libro Jesus in Beijing, how christianity is transforming China and changing the global balance power, David Aikman señala cómo este aumento de cristianos podría convertirse en un cambio fundamental en las alineaciones de

Actualmente se cuentan alrededor de 12 millones de católicos oficiales repartidos en más de 140 diócesis y unos 40 millones de cristianos. Existe una predilección por las formas carismáticas del cristianismo. La propagación de la fe hoy se da a través de las “iglesias hogareñas”, donde esas pequeñas semillas plantadas en pueblos remotos se han transformado en un jardín de gran variedad y magnitud.

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poder mundial. La difusión de la fe cristiana podría producir una «masa crítica» de creyentes que impactaría en la política interna y externa, inclinando a la nación hacia América en el conflicto global entre Occidente y el Islam. En 1926 fueron ordenados los primeros obispos chinos por Pío XI, en Roma, y veinte años más tarde su sucesor establece la jerarquía católica en el país. Pablo VI fue el primer Papa en viajar a China y él mismo pidió en un discurso a las Naciones Unidas la admisión del país comunista a la Organización1.

Historia de las relaciones entre China y la Santa Sede Las relaciones diplomáticas entre el Vaticano y China se rompieron en el año 1951, cuando Mao Zedong expulsó del país al Nuncio de la Santa Sede y a sus misioneros católicos. Luego, en 1957 fue fundada por el Gobierno la Asociación Patriótica de Católicos Chinos (APCC), de modo que el partido tuviera un importante control en todos los aspectos, tales como los lugares de culto, los horarios, los alumnos de los seminarios, los profesores y el financiamiento. Al año siguiente ya habían sido consagrados más de 20 obispos sin autorización del Papa. Desde entonces China consideraba una injerencia que Roma hiciera el nombramiento de los obispos y no reconocía la autoridad del Papa como jefe de la Iglesia Católica. La Santa Sede, por su parte, no aceptaba que los nombramientos viniesen impuestos por el régimen chino y continuó nombrando obispos. Por esa razón suele decirse que dos Iglesias conviven en el país: la oficial o patriótica y la clandestina o subterránea. La clandestina, legitimada por el Vaticano, con unos 30 obispos impedidos de ejercer su ministerio o incluso encarcelados, y la oficial, controlada por la Asociación Patriótica, con otros 60 obispos. Esta duplicidad ha dividido a los fieles entre los que aceptan el control del partido sobre la Iglesia por medio de la APCC —o simplemente se han resignado a él—, y los que han rehusado contemporizar y han tenido que celebrar el culto en la clandestinidad. Sin embargo, esta división de la Iglesia es una cuestión política, que no tiene que ver con la fe, y la inmensa mayoría de los obispos que han sido nombrados sin el consentimiento del Papa han seguido siendo fieles a Roma aunque hubieran sido ordenados siguiendo las directrices de la Asociación Patriótica. En 1981 la Santa Sede concedió a los obispos chinos el privilegio de consagrar a otros, en caso de necesidad, sin consultar con Roma. Con Juan Pablo II comenzó un paciente acercamiento a China que tuvo en el 2000 un notable retroceso, con nuevas ordenaciones ilícitas de obispos y la reacción indignada 1 Nota: Se puede profundizar en el pensamiento cristiano que existe en China y la recepción de su filosofía en el artículo titulado “Tomás de Aquino en China, entrevista a William Carroll”. Humanitas N°87, 2018.

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Dos Iglesias conviven en el país: la oficial o patriótica y la clandestina o subterránea. La clandestina, legitimada por el Vaticano, con unos 30 obispos impedidos de ejercer su ministerio o incluso encarcelados, y la oficial, controlada por la Asociación Patriótica, con otros 60 obispos.

La mayoría de los obispos ilícitos comenzaron luego a solicitar el reconocimiento de la Santa Sede, y aunque en 2006 volvió a haber consagraciones sin mandato pontificio, un año después Benedicto XVI pudo anunciar que, tras haber acogido las peticiones, casi todos los obispos de China eran legítimos. El Papa Benedicto XVI suprimió además el privilegio de ordenar obispos ocultamente. Después de 2007 hubo un tiempo de calma, con nombramientos consentidos por Pekín y Roma, hasta que en 2010 y 2011 nuevamente fueron consagrados obispos ilícitos. El acercamiento quedó detenido.

En continuidad con sus predecesores, Francisco logró reanudar el diálogo. En los últimos meses puso a varios obispos anteriormente ilegítimos al frente de diócesis que tenían obispos legítimos (al nombrarlos los ha legitimado), y ahora el Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de obispos constituye un primer fruto del diálogo. Este se pudo concretar tras reuniones semestrales entre el Vaticano y representantes del Gobierno Chino. En su mensaje, publicado en esta edición en la sección “Palabra del Papa”, Francisco afirma que este Acuerdo es fruto de un largo y complejo diálogo institucional entre la Santa Sede y las Autoridades chinas, iniciado ya por san Juan Pablo II y seguido por el Papa Benedicto XVI. A lo largo de dicho recorrido, la Santa Sede no tenía —ni tiene— otro objetivo sino el de llevar a cabo los fines espirituales y pastorales que le son propios; es decir, sostener y promover el anuncio del Evangelio, así como el de alcanzar y mantener la plena y visible unidad de la comunidad católica en China.

En paralelo, queda todavía un gran escollo para la recomposición definitiva de las relaciones diplomáticas entre ambos estados: Taiwán. China considera que la isla es parte inalienable de su territorio, mientras que la Santa Sede es uno de los pocos países que la reconocen como un Estado.

El Acuerdo Provisional, un hito que entrará en la historia El primer paso para recomponer las relaciones consiste en el reconocimiento por parte del Vaticano de los obispos nombrados por el régimen

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del régimen a la canonización de 120 católicos chinos muertos en la rebelión de los bóxers (1899-1901): mártires para la Iglesia, ejecutados por “traidores al servicio de las potencias extranjeras”, según Pekín. Al año siguiente, Juan Pablo II intentó cerrar heridas en un significativo discurso sobre Matteo Ricci, en el que pidió perdón por los errores cometidos en la evangelización de China.


durante las últimas décadas, y en acordar los futuros nombramientos. A cambio, Beijing reconoce la autoridad del Papa. Asimismo, Greg Burke, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ha declarado: “El objetivo del acuerdo no es político sino pastoral, permitiendo a los fieles tener obispos que están en comunión con Roma, pero al mismo tiempo reconocidos por las autoridades chinas”. Se busca ayudar a las iglesias locales para que gocen de condiciones de mayor libertad, de mayor autonomía, de una posibilidad de mejor organización, y así se dediquen al anuncio del Evangelio y a contribuir al desarrollo integral de la sociedad y de la persona. De acuerdo con un comunicado de la Santa Sede, se espera que el acuerdo fomente un proceso de diálogo institucional fructífero y con visión de futuro, y contribuya positivamente a la vida de la Iglesia Católica en China, para el bien común del pueblo chino y para la paz en el mundo.

Se busca ayudar a las iglesias locales para que gocen de condiciones de mayor libertad, de mayor autonomía, de una posibilidad de mejor organización, y así se dediquen al anuncio del Evangelio y a contribuir al desarrollo integral de la sociedad y de la persona.

El acuerdo no ha sido publicado puesto que tiene un carácter provisional o experimental, por lo que no se conoce el contenido de la fórmula que utilizará: si el gobierno o la Santa Sede escogerán un obispo entre una lista de candidatos presentada por la otra parte, o si el Papa tendrá poder de veto sobre los designados por la APCC.

Este, además de tratar el tema de los nombramientos episcopales, incluye la creación de una nueva diócesis, Chengdé (Hebei, al noreste del país), cosa que no se había podido hacer desde Pío XII, en 1946. Asimismo, el día en que se anunció el acuerdo, el Papa admitió a la plena comunión a los últimos ocho obispos consagrados sin mandato pontificio. El Papa justifica el acuerdo señalando que este responde a la finalidad de “sostener e impulsar el anuncio del Evangelio en China y de restablecer la plena y visible unidad en la Iglesia”. Y continúa, Todos conocéis que, lamentablemente, la historia reciente de la Iglesia Católica en China ha estado dolorosamente marcada por las profundas tensiones, heridas y divisiones que se han polarizado, sobre todo, en torno a la figura del obispo como guardián de la autenticidad de la fe y garante de la comunión eclesial.

El hecho de que se haya firmado este acuerdo da cuenta que el vínculo entre el Papa y la Iglesia en China es un vínculo religioso y no político, y no representa, por tanto, un peligro para la unidad y la paz en el país. Sin embargo, al ser un bien para la comunidad católica que vive en China, es también un bien para todo el país.

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A pesar del Acuerdo, los católicos chinos seguirán sin tener libertad religiosa plena, especialmente en un momento en que se está endureciendo el control sobre las prácticas religiosas en el país: una serie de regulaciones entró en vigor en marzo de este año, las que estipulan que solo se puede celebrar el culto en lugares registrados con las autoridades, imponen restricciones sobre la enseñanza religiosa a los menores, y se ha presentado un proyecto de ley que obliga a las organizaciones que quieran diseminar contenido religioso a recibir una licencia de las autoridades de sus respectivas provincias. Este también prohíbe la oposición al Partido Comunista de China, las actividades que inciten a la subversión o que promuevan el extremismo.

APUNTES Y NOTAS

El acuerdo ha sido criticado por distintos sectores, especialmente por algunos de los obispos y fieles que han vivido en la clandestinidad, perseguidos por el régimen, pues no tienen claro cuál será su futuro. Ellos pueden ver en un acuerdo con Beijing un menosprecio de sus sufrimientos o estiman que Roma ha cedido demasiado. No obstante, este acuerdo es el resultado de una realidad que resulta innegable: en China en realidad no hay dos Iglesias, todos han sido católicos y romanos. Hubo unos obispos que dieron y dan un testimonio profético por no aceptar la pretensión de control del Partido y otros que, para garantizar la continuidad de los sacramentos y la visibilidad de la fe, aceptaron las imposiciones que les venían del poder. El control ejercido por la Asociación Patriótica no ha afectado cuestiones esenciales de la fe ni ha impedido a los futuros sacerdotes transmitir íntegramente la experiencia cristiana. No pactar de una forma u otra prolongaría y quizá ahondaría una división formal en la Iglesia que en su esencia siempre ha sido una sola y puesto que el Papa es signo visible de la unidad de la Iglesia, resulta esencial que en todos los países del mundo los obispos sean nombrados por él, y así, tal comunión podrá crecer.

En China en realidad no hay dos Iglesias, todos han sido católicos y romanos. Hubo unos obispos que dieron y dan un testimonio profético por no aceptar la pretensión de control del Partido y otros que, para garantizar la continuidad de los sacramentos y la visibilidad de la fe, aceptaron las imposiciones que les venían del poder.

Pero la fidelidad de los sencillos ha abierto una nueva grieta en este Imperio y el mérito de este logro corresponde especialmente a ellos y a su perseverancia. A ellos el Papa ha querido confirmar en la fe, para invitaros a que pongáis cada vez con mayor convicción vuestra confianza en el Señor de la historia, discerniendo su voluntad que se realiza en la Iglesia. Invoquemos el don del Espíritu para que ilumine la mente, encienda el corazón y nos ayude a entender hacia dónde nos quiere llevar para superar los inevitables momentos de cansancio y tener el valor de seguir decididamente el camino que se abre ante nosotros.

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L a Palabra del Papa

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO A LOS CATÓLICOS CHINOS Y A LA IGLESIA UNIVERSAL «Su misericordia es eterna,

su fidelidad por todas las edades»

(Salmo 100, 5)

Publicamos el “Mensaje a los católicos chinos y a la Iglesia universal”, escrito el pasado miércoles 26 de septiembre por el Papa Francisco, días después de la firma, entre la Santa Sede y la República Popular China, del Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de los obispos (22 de septiembre). En este mensaje el Papa explica las razones que llevaron a la firma de este histórico Acuerdo: promover el anuncio del evangelio y alcanzar la unidad de la comunidad católica. A través del texto, el Papa muestra su admiración por los católicos chinos, destaca la continuidad que existe entre el Acuerdo y el diálogo iniciado por Juan Pablo II y continuado por Benedicto XVI, aborda la cuestión puntual del nombramiento de los obispos, hace un llamado a la unidad, rescata el papel de los católicos chinos en la sociedad y llama a continuar con confianza el diálogo con las autoridades.

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© L’Osservatore Romano

Queridos hermanos en el episcopado, sacerdotes, personas consagradas

y todos los fieles de la Iglesia católica en China: damos gracias al Señor, porque es eterna su misericordia y reconocemos que «él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño» (Sal 100,3). En este momento resuenan en mi interior las palabras con las que mi venerado Predecesor os exhortaba en la Carta del 27 de mayo de 2007: «Iglesia católica en China, pequeña grey presente y operante en la vastedad de un inmenso Pueblo que camina en la historia, ¡cómo resuenan alentadoras y provocadoras para ti las palabras de Jesús: “No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino” (Lc 12,32)! Por tanto, “alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro a Padre que está en el cielo” (Mt 5,16)» (Benedicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27 mayo 2007, 5). 1. En los últimos tiempos, han circulado muchas voces opuestas sobre

el presente y, especialmente, sobre el futuro de la comunidad católica en China. Soy consciente de que semejante torbellino de opiniones y consideraciones habrá provocado mucha confusión, originando en muchos corazones sentimientos encontrados. En algunos, surgen dudas y perplejidad; otros, tienen la sensación de que han sido abandonados

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por la Santa Sede y, al mismo tiempo, se preguntan inquietos sobre el valor del sufrimiento vivido en fidelidad al Sucesor de Pedro. En otros muchos, en cambio, predominan expectativas y reflexiones positivas que están animadas por la esperanza de un futuro más sereno a causa de un testimonio fecundo de la fe en tierra china. Dicha situación se ha ido acentuando sobre todo con referencia al Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China que, como sabéis, se ha firmado recientemente en Pekín. En un momento tan significativo para la vida de la Iglesia, y a través de este breve Mensaje, deseo, sobre todo, aseguraros que cada día os tengo presentes en mi oración, además de compartir con vosotros los sentimientos que están en mi corazón.

En un momento tan significativo para la vida de la Iglesia, y a través de este breve Mensaje, deseo, sobre todo, aseguraros que cada día os tengo presentes en mi oración además de compartir con vosotros los sentimientos que están en mi corazón.

Son sentimientos de gratitud al Señor y de sincera admiración —que es la admiración de toda la Iglesia católica— por el don de vuestra fidelidad, de la constancia en la prueba, de la arraigada confianza en la Providencia divina, también cuando ciertos acontecimientos se demostraron particularmente adversos y difíciles.

Tales experiencias dolorosas pertenecen al tesoro espiritual de la Iglesia en China y de todo el Pueblo de Dios que peregrina en la tierra. Os aseguro que el Señor, precisamente a través del crisol de las pruebas, no deja nunca de colmarnos de sus consolaciones y de prepararnos para una alegría más grande. Con el Salmo 126 tenemos la certeza de que «los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares» (v. 5).

Sigamos, entonces, con la mirada fija en el ejemplo de tantos fieles y pastores que no han dudado en ofrecer su “testimonio maravilloso” (cf. 1 Tm 6,13) al Evangelio, hasta el ofrecimiento de la propia vida. Se han de considerar como verdaderos amigos de Dios. 2. Por mi parte, siempre he considerado a China como una tierra llena

de grandes oportunidades, y al Pueblo chino como artífice y protector de un patrimonio inestimable de cultura y sabiduría, que se ha ido acrisolando resistiendo a las adversidades e integrando las diferencias, y que tomó contacto, no por casualidad, desde tiempos remotos con el mensaje cristiano. Como decía con gran sutileza el P. Mateo Ricci, S.J., desafiándonos a vivir la virtud de la confianza, «antes de establecer una amistad, se necesita observar; después de tenerla, se necesita confianza mutua» (De Amicitia, 7).

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Tengo también la convicción de que el encuentro solo será auténtico y fecundo si se realiza poniendo en práctica el diálogo, que significa conocerse, respetarse y “caminar juntos” para construir un futuro común de mayor armonía. En este surco se coloca el Acuerdo Provisional, que es fruto de un largo y complejo diálogo institucional entre la Santa Sede y las Autoridades chinas, iniciado ya por san Juan Pablo II y seguido por el Papa Benedicto XVI. A lo largo de dicho recorrido, la Santa Sede no tenía —ni tiene— otro objetivo sino el de llevar a cabo los fines espirituales y pastorales que le son propios; es decir, sostener y promover el anuncio del Evangelio, así como el de alcanzar y mantener la plena y visible unidad de la comunidad católica en China. Sobre el valor y finalidades de dicho Acuerdo, deseo proponeros algunas reflexiones, ofreciéndoos además alguna sugerencia de espiritualidad pastoral para el camino que, en esta nueva fase, estamos llamados a recorrer. Se trata de un camino que, como la etapa precedente, «requiere tiempo y presupone la buena voluntad de las partes» (Benedicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27 mayo 2007, 4), pero para la Iglesia, dentro y fuera de China, no se trata solo de adherirse a valores humanos, sino de responder a una vocación espiritual: salir de sí misma para abrazar «el gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. ap. Gaudium et spes, 1), así como los desafíos del presente que Dios le confía. Por tanto, es una llamada eclesial para que nos hagamos peregrinos en los caminos de la historia, confiando ante todo en Dios y en sus promesas, como hicieron Abrahán y nuestros padres en la fe. Abrahán, llamado por Dios, obedeció partiendo Es una llamada eclesial para hacia una tierra desconocida que tenía que recibir que nos hagamos peregrinos en heredad, sin conocer el camino que se abría ante en los caminos de la historia, él. Si Abrahán hubiera pretendido condiciones, soconfiando ante todo en Dios ciales y políticas, ideales antes de salir de su tierra, quizás no hubiera salido nunca. Él, en cambio, y en sus promesas, como confió en Dios y por su Palabra dejó su propia casa hicieron Abrahán y nuestros y sus seguridades. No fueron pues los cambios his- padres en la fe. tóricos los que le permitieron confiar en Dios, sino que fue su fe auténtica la que provocó un cambio en la historia. La fe, de hecho, «es fundamento de lo que se espera y garantía de lo que no se ve. Por ella son recordados los antiguos» (Heb 11,1-2).

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3. Como Sucesor de Pedro, deseo confirmaros en esta fe (cf. Lc 11,32) —en

la fe de Abrahán, en la fe de la Virgen María, en la fe que habéis recibido—, para invitaros a que pongáis cada vez con mayor convicción vuestra confianza en el Señor de la historia, discerniendo su voluntad que se realiza en la Iglesia. Invoquemos el don del Espíritu para que ilumine la mente, encienda el corazón y nos ayude a entender hacia dónde nos quiere llevar para superar los inevitables momentos de cansancio y tener el valor de seguir decididamente el camino que se abre ante nosotros. Con el fin de sostener e impulsar el anuncio del Evangelio en China y de restablecer la plena y visible unidad en la Iglesia, era fundamental afrontar, en primer lugar, la cuestión de los nombramientos episcopales. Todos conocéis que, lamentablemente, la historia reciente de la Iglesia católica en China ha estado dolorosamente marcada por las profundas tensiones, heridas y divisiones que se han polarizado, sobre todo, en torno a la figura del obispo como guardián de la autenticidad de la fe y garante de la comunión eclesial. Cuando, en el pasado, se pretendió determinar también la vida interna de las comunidades católicas, imponiendo el control directo más allá de las legítimas competencias del Estado, surgió en la Iglesia en China el fenómeno de la clandestinidad. Dicha experiencia —cabe señalar— no es normal en la vida de la Iglesia y «la historia enseña que pastores y fieles han recurrido a ella solo con el doloroso deseo de mantener íntegra la propia fe» (Benedicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27 mayo 2007, 8).

Quisiera daros a conocer que, desde que me fue confiado el Ministerio Petrino, he experimentado gran consuelo al constatar el sincero deseo de los católicos chinos de vivir su fe en plena comunión con la Iglesia universal y con el Sucesor de Pedro, que es «el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de fieles» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 23).

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Quisiera daros a conocer que, desde que me fue confiado el Ministerio Petrino, he experimentado gran consuelo al constatar el sincero deseo de los católicos chinos de vivir su fe en plena comunión con la Iglesia universal y con el Sucesor de Pedro, que es «el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de fieles» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 23). De este deseo, he recibido durante estos años numerosos signos y testimonios concretos, también de parte de los que, incluso obispos, han herido la comunión en la Iglesia, a causa de su debilidad y de sus errores, pero, además, no pocas veces, por la fuerte e indebida presión externa. Por lo tanto, después de haber examinado atentamente cada situación personal y escuchado distintos pareceres, he reflexionado y rezado mucho buscando el verdadero


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bien de la Iglesia en China. Finalmente, ante el Señor y con serenidad de juicio, en continuidad con las directrices de mis Predecesores inmediatos, he decidido conceder la reconciliación a los siete restantes obispos “oficiales” ordenados sin mandato pontificio y, habiendo remitido toda sanción canónica relativa, readmitirlos a la plena comunión eclesial. Al mismo tiempo, les pido a ellos que manifiesten, a través de gestos concretos y visibles, la restablecida unidad con la Sede Apostólica y con las Iglesias dispersas por el mundo, y que se mantengan fieles a pesar de las dificultades. 4. En el sexto año de mi Pontificado, que ya desde los primeros pasos

puse bajo el amor misericordioso de Dios, invito por lo tanto a todos los católicos chinos a que se hagan artífices de reconciliación, recordando con renovado empuje apostólico las palabras de san Pablo: «Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación» (2 Co 5,18). De hecho, como escribí al concluir el Jubileo Extraordinario de la misericordia, «no existe ley ni precepto que pueda impedir a Dios volver a abrazar al hijo que regresa a él reconociendo que se ha equivocado, pero decidido a recomenzar desde el principio. Quedarse solamente en la ley equivale a banalizar la fe y la misericordia divina. […] Incluso en los casos más complejos, en los que se siente la tentación de hacer prevalecer una justicia que deriva solo de las normas, se debe creer en la fuerza que brota de la gracia divina» (Carta ap. Misericordia et misera, 20 noviembre 2016, 11). Con este espíritu, y con las decisiones adoptadas, podemos iniciar un camino inédito, que confiamos en que ayudará a sanar las heridas del pasado, a restablecer la plena comunión de todos los católicos chinos y a abrir una fase de mayor colaboración fraterna, para asumir con renovado compromiso la misión de anunciar el Evangelio. En efecto, la Iglesia existe para dar testimonio de Jesús y del amor del Con este espíritu, y con las Padre que perdona y salva. decisiones adoptadas, podemos 5. El Acuerdo Provisional firmado con las Autorida-

des chinas, aun cuando está circunscrito a algunos aspectos de la vida de la Iglesia y está llamado necesariamente a ser mejorado, puede contribuir —por su parte— a escribir esta nueva página de la Iglesia católica en China. Por primera vez, se contemplan elementos estables de colaboración entre las Autoridades del Estado y la Sede Apostólica, con la esperanza de asegurar buenos pastores a la comunidad católica.

iniciar un camino inédito, que confiamos en que ayudará a sanar las heridas del pasado, a restablecer la plena comunión de todos los católicos chinos y a abrir una fase de mayor colaboración fraterna, para asumir con renovado compromiso la misión de anunciar el Evangelio.

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En este contexto, la Santa Sede desea hacer lo que le corresponde hasta el final, pero también vosotros, obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos, tenéis un papel importante: buscar de forma conjunta buenos candidatos que sean capaces de asumir en la Iglesia el delicado e importante servicio episcopal. No se trata, en efecto, de nombrar funcionarios para la gestión de las cuestiones religiosas, sino de tener pastores auténticos según el corazón de Jesús, entregados con su trabajo generoso al servicio del Pueblo de Dios, especialmente de los más pobres y débiles, teniendo en cuenta las palabras del Señor: «El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,43-44). En este sentido, es evidente que un Acuerdo no es nada más que un instrumento, y por sí solo no podrá resolver todos los problemas existentes. En realidad, este resultaría ineficaz y estéril si no fuera acompañado por un compromiso profundo de renovación de la conducta personal y del comportamiento eclesial. 6. A nivel pastoral, la comunidad católica en China está llamada a permane-

cer unida, para superar las divisiones del pasado que tantos sufrimientos han provocado y lo siguen haciendo en el corazón de muchos pastores y fieles. Que todos los cristianos, sin distinción, hagan ahora gestos de reconciliación y de comunión. En este sentido, tomemos en serio la advertencia de san Juan de la Cruz: «A la tarde te examinarán en el amor» (Palabras de luz y de amor, 1,60).

A nivel pastoral, la comunidad católica en China está llamada a permanecer unida, para superar las divisiones del pasado que tantos sufrimientos han provocado y lo siguen haciendo en el corazón de muchos pastores y fieles. Que todos los cristianos, sin distinción, hagan ahora gestos de reconciliación y de comunión.

Que, en el ámbito civil y político, los católicos chinos sean buenos ciudadanos, amen totalmente a su Patria y sirvan a su País con esfuerzo y honestidad, según sus propias capacidades. Que, en el plano ético, sean conscientes de que muchos compatriotas esperan de ellos un grado más en el servicio del bien común y del desarrollo armonioso de la sociedad entera. Que los católicos sepan, de modo particular, ofrecer aquella aportación profética y constructiva que ellos obtienen de su fe en el reino de Dios. Esto puede exigirles también la dificultad de expresar una palabra crítica, no por inútil contraposición, sino con el fin de edificar una sociedad más justa, más humana y más respetuosa con la dignidad de cada persona.

7. Me dirijo a todos vosotros, queridos hermanos obispos, sacerdotes y per-

sonas consagradas, que «servís al Señor con alegría» (Sal 100,2). Que nos reconozcamos como discípulos de Cristo en el servicio al Pueblo de Dios.

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Que vivamos la caridad pastoral como brújula de nuestro ministerio. Que superemos las contradicciones del pasado, la búsqueda de intereses personales y atendamos a los fieles, haciendo nuestras sus alegrías y sufrimientos. Que trabajemos humildemente por la reconciliación y la unidad. Que retomemos con fuerza y pasión el camino de la evangelización, como señaló el Concilio Ecuménico Vaticano II. A todos vosotros os digo nuevamente con afecto: «Nos moviliza el ejemplo de tantos sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos que se dedican a anunciar y a servir con gran fidelidad, muchas veces arriesgando sus vidas y ciertamente a costa de su comodidad. Su testimonio nos recuerda que la Iglesia no necesita tantos burócratas y funcionarios, sino misioneros apasionados, devorados por el entusiasmo de comunicar la verdadera vida. Los santos sorprenden, desinstalan, porque sus vidas nos invitan a salir de la mediocridad tranquila y anestesiante» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 19 marzo 2018, 138). Os ruego con convicción que pidáis la gracia de no vacilar cuando el Espíritu nos reclame que demos un paso adelante: «Pidamos el valor apostólico de comunicar el Evangelio a los demás y de renunciar a hacer de nuestra vida cristiana un museo de recuerdos. En todo caso, dejemos que el Espíritu Santo nos haga contemplar la historia en la clave de Jesús resucitado. De ese modo la Iglesia, en lugar de estancarse, podrá seguir adelante acogiendo las sorpresas del Señor» (ibíd., 139). 8. En este año, en el que toda la Iglesia celebra el Sínodo

Nos moviliza el ejemplo de tantos sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos que se dedican a anunciar y a servir con gran fidelidad, muchas veces arriesgando sus vidas y ciertamente a costa de su comodidad. Su testimonio nos recuerda que la Iglesia no necesita tantos burócratas y funcionarios, sino misioneros apasionados, devorados por el entusiasmo de comunicar la verdadera vida.

de los Jóvenes, deseo dirigirme especialmente a vosotros, jóvenes católicos chinos, que atravesáis las puertas de la Casa del Señor «con himnos dándole gracias y bendiciendo su nombre» (Sal 100,4). Os pido que colaboréis en la construcción del futuro de vuestro País con los dones personales que habéis recibido y con vuestra fe joven. Os animo a llevar a todos, con vuestro entusiasmo, la alegría del Evangelio.

Estad dispuestos a acoger como guía segura al Espíritu Santo, que indica al mundo de hoy el camino hacia la reconciliación y la paz. Dejaos sorprender por la fuerza renovadora de la gracia, también cuando os pueda parecer que el Señor os pide un compromiso superior a vuestras fuerzas. No tengáis miedo de escuchar su voz que os pide fraternidad, encuentro, capacidad de diálogo y de perdón, y espíritu de servicio, a pesar de tantas experiencias dolorosas del pasado reciente y de las heridas todavía abiertas.

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Abrid el corazón y la mente para discernir el plan misericordioso de Dios, que nos pide superar los prejuicios personales y antagonismos entre los grupos y las comunidades, para abrir un camino valiente y fraterno a la luz de una auténtica cultura del encuentro.

Abrid el corazón y la mente para discernir el plan misericordioso de Dios, que nos pide superar los prejuicios personales y antagonismos entre los grupos y las comunidades, para abrir un camino valiente y fraterno a la luz de una auténtica cultura del encuentro.

Muchas son las tentaciones de hoy: el orgullo del éxito mundano, la cerrazón en las propias certezas, la supremacía dada a las cosas materiales como si Dios no existiese. Id contracorriente y permaneced firmes en el Señor: «Él solo es bueno», solo «su misericordia es eterna», solo su fidelidad dura «por todas las edades» (Sal 100,5). 9. Queridos hermanos y hermanas de la Iglesia univer-

sal: todos debemos reconocer como uno de los signos de nuestro tiempo lo que está sucediendo hoy en la vida de la Iglesia en China. Tenemos una tarea importante: acompañar con la oración fervorosa y la amistad fraterna a nuestros hermanos y hermanas en China. De hecho, ellos deben experimentar que no están solos en el camino que en este momento se abre ante ellos. Es necesario que sean acogidos y ayudados como parte viva de la Iglesia: «Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos» (Sal 133,1).

Que cada comunidad católica local, en todo el mundo, se comprometa a valorizar y a acoger el tesoro espiritual y cultural específico de los católicos chinos. Ha llegado la hora en que probemos juntos los frutos genuinos del Evangelio sembrado en el seno del antiguo “Reino del Medio” y que elevemos al Señor Jesucristo el canto de la fe y de la acción de gracias, embellecido con auténticas notas chinas. 10. Me dirijo con respeto a los que guían la República Popular China y

renuevo la invitación a continuar el diálogo iniciado hace tiempo con confianza, valentía y amplitud de miras. Deseo asegurar que la Santa Sede seguirá trabajando sinceramente para crecer en la auténtica amistad con el Pueblo chino. Los contactos actuales entre la Santa Sede y el Gobierno chino se están revelando útiles para superar las contraposiciones del pasado, también reciente, y para escribir una página de colaboración más serena y concreta en la certeza de que «las incomprensiones no favorecen ni a las Autoridades chinas ni a la Iglesia católica en China» (Benedicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27 mayo 2007, 4). De este modo, China y la Sede Apostólica, llamadas por la historia a una tarea difícil pero apasionante, podrán actuar más positivamente a favor del crecimiento ordenado y armonioso de la comunidad católica en tierra china, y se esforzarán en promover el desarrollo integral de la

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Es de suma importancia que también en China, a nivel local, se profundicen cada vez más las relaciones entre los Responsables de las comunidades eclesiales y las Autoridades civiles, mediante un diálogo sincero y una escucha sin prejuicios que permita superar las actitudes recíprocas de hostilidad. Se tiene que aprender un estilo nuevo de colaboración sencilla y cotidiana entre las Autoridades locales y las eclesiásticas —obispos, sacerdotes, ancianos de las comunidades— de tal modo que se garantice el desarrollo ordenado de las actividades pastorales, armonizando las expectativas legítimas de los fieles y las decisiones que son competencia de las Autoridades. Esto ayudará a comprender que la Iglesia en China no es ajena a la historia china, ni pide ningún privilegio: su finalidad en el diálogo con las Autoridades civiles es la de «llegar a una relación basada en el respeto recíproco y en el conocimiento profundo» (ibíd.). 11. En nombre de toda la Iglesia, pido al Señor el don

de la paz, a la vez que os invito a todos a invocar conmigo la protección maternal de la Virgen María.

China y la Sede Apostólica, llamadas por la historia a una tarea difícil pero apasionante, podrán actuar más positivamente a favor del crecimiento ordenado y armonioso de la comunidad católica en tierra china, y se esforzarán en promover el desarrollo integral de la sociedad, asegurando un mayor respeto por la persona humana también en el ámbito religioso, trabajando de forma concreta en la protección del ambiente en el que vivimos y en la construcción de un futuro de paz y de fraternidad entre los pueblos.

Madre del cielo, escucha la voz de tus hijos, que humildemente invocan tu nombre. Virgen de la esperanza, a ti confiamos el camino de los creyentes en la noble tierra de China. Te pedimos que presentes al Señor de la historia las tribulaciones y las fatigas, las súplicas y las esperanzas de los fieles que te rezan, oh Reina del cielo. Madre de la Iglesia, te consagramos el presente y el futuro de las familias y de nuestras comunidades. Protégelas y ayúdalas en la reconciliación fraterna y en el servicio hacia los pobres que bendicen tu nombre, oh Reina del cielo. Consoladora de los afligidos, nos dirigimos a ti para que seas refugio de los que lloran en la hora de la prueba. Vela sobre tus hijos que alaban tu nombre, haz que lleven juntos el anuncio del Evangelio. Acompaña sus pasos por un mundo más fraterno, haz que todos lleven la alegría del perdón, oh Reina del cielo. María, Auxilio de los cristianos, te pedimos para China días de bendición y de paz. Amén. Vaticano, 26 de septiembre de 2018

Francisco

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sociedad, asegurando un mayor respeto por la persona humana también en el ámbito religioso, trabajando de forma concreta en la protección del ambiente en el que vivimos y en la construcción de un futuro de paz y de fraternidad entre los pueblos.


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Panorama LA IGLESIA CHILENA CELEBRA

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Virgen del Carmen abre Parada Militar de los 200 años del voto de O`Higgins En su 400 aniversario: Año Jubilar en la Iglesia de San Francisco Te Deum Ecuménico: la patria, don de Dios Religiosa y religioso chilenos son elegidos superiores generales de la Congregación de los Sagrados Corazones A 50 años de la muerte del fundador de Schoenstatt: el desafío de la fidelidad creadora Destacados académicos participaron del IV Congreso Internacional de Filosofía Tomista Para ver y disfrutar: “Flores sagradas en la pintura virreinal” La obra de Gaudí en Chile: belleza reveladora de Dios Las positivas cifras que deja el primer viaje apostólico sustentable de la historia Pastoral UC, comprometida con el fortalecimiento de la Iglesia

LA IGLESIA EN EL MUNDO

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Medellín 50 años después Sínodo sobre los jóvenes: puntos clave del Documento Final Nuevos santos para la Iglesia canonizados junto a Pablo VI El mensaje de Francisco en Irlanda ¿Por qué viajó el Papa Francisco a los países Bálticos? V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina de la Iglesia Católica en Estados Unidos Papa Francisco publica constitución apostólica sobre el Sínodo de los Obispos Ayuda de la Iglesia Católica a la crisis humanitaria en Siria e Irak Con participación de tres chilenos se constituye el Dicasterio para Laicos, Familia y Vida

EN MEMORIA DE…

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Vicente Bianchi

HUMANITAS Nº 89 pp. 134 - 188

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LA IGLESIA CHILENA CELEBRA Virgen del Carmen abre Parada Militar en los 200 años del voto de O’Higgins

Para muchos fue impactante y sorpresivo ver la imagen de la Virgen del Carmen iniciando la Parada Militar del 19 de septiembre de este año.

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Comandante de la Guarnición de la Región Metropolitana, quien tiene a cargo la Parada Militar.

Por primera vez se dio este gesto donde las Fuerzas Armadas la honraron debido a la conmemoración de los 200 años de la independencia de Chile, de la Batalla de Maipú y de la Promesa de levantar un Santuario donde se consolidara la Independencia.

La Virgen fue enviada solemnemente el domingo 16 desde el Santuario de Maipú. Es la misma imagen que tuvo un lugar de honor para las celebraciones de los 200 años de la Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 2017), donde estaban presentes autoridades chilenas y argentinas encabezadas por los presidentes Bachelet y Macri.

La iniciativa partió del Club de Huasos Gil Letelier, animada muy especialmente por el socio Esmildo Pastén Torres, gran impulsor de las tradiciones patrióticas religiosas, y fue acogida con mucho gusto por el general Juan Eduardo González,

En este gesto se plasmó lo que el Papa Francisco había dicho especialmente a los jóvenes, unos meses antes en Maipú: “Si ustedes no aman a la Patria, yo no les creo que lleguen a amar a Jesús y que lleguen a amar a Dios… Si no son patriotas —no


En este 2018 en que se cumplen los 200 años de la Promesa de Chile de levantar el Santuario, es momento de preguntarnos si hemos ido a Maipú a renovar la promesa de fortalecer el espíritu de la Patria. La invitación está abierta.

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patrioteros, patriotas—, no van a hacer nada en la vida. Quieran a su tierra, chicos y chicas, quieran a su Chile, den lo mejor de ustedes por su Chile”. Esta es la razón fundamental por la cual el P. Kentenich quiso que Schoenstatt y especialmente los Padres, animaran a Chile desde Maipú.

P. Carlos Cox D. y Equipo Pastoral Santuario Nacional de Maipú

En su 400 aniversario: Año Jubilar en la Iglesia de San Francisco L ocalizada en el corazón de la ciudad chilena de Santiago, la iglesia de San Francisco cumplió en septiembre su cuarto centenario. Por ocasión de la celebración, el ministro provincial de la Orden Franciscana en Chile, Fray Isauro Covili Linfati, OFM, y el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, solicitaron a la Penitenciaria Apostólica el inicio de un Año Jubilar y la indulgencia plenaria para todas las personas que visiten el templo. Para iniciar ese Año Jubilar, que sigue el lema «Confiados en tu misericordia reconstruimos tu Iglesia, Señor», después de la celebración eucarística del día 23 de septiembre se realizó la apertura de la Puerta Santa, quedando la iglesia abierta a un tiempo de gracia. El Arzobispo de Santiago dio lectura al Decreto del Año Jubilar, autorizado por el Papa Francisco, y abrió la puerta del templo para ingresar junto a los sacerdotes y religiosos de la orden franciscana y los fieles presentes. El cardenal Ezzati recordó en su homilía que “el Año Jubilar nos invita a descubrir los signos de gracia y misericordia que el Señor ha hecho presentes en este lugar

de bendición (…) Más que nunca, en estos días, los miembros de la Iglesia de Santiago necesitamos de este espacio espiritual donde implorar el perdón misericordioso de Dios por nuestras culpas y su indulgencia por los abusos y delitos más graves que han cometido algunos hermanos y hermanas de nuestra comunidad”. “Que este lugar y lo que en él acontezca en el año jubilar, contribuya a la más radical conversión de cada miembro de nuestra Iglesia a los criterios del Evangelio de Jesús”, agregó el cardenal Ezzati. “Desde lo más hondo del corazón, en nombre de la Arquidiócesis de Santiago, imploro de quienes han sido abusados por miembros de nuestra comunidad, especialmente consagrados, el perdón y la ayuda necesaria para que nunca más estos delitos tengan lugar entre nosotros”, sostuvo. Durante el año jubilar que lleva por lema “Confiados en tu misericordia reconstruimos tu Iglesia, Señor”, los fieles pueden participar de la indulgencia plenaria, la que es alcanzada con el Sacramento de la Confesión, la Comunión Eucarística y la oración por las intenciones del Papa Francisco.

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Para ese tiempo de gracia, los miembros de la Orden Franciscana en Chile realizarán liturgias penitenciales en forma mensual y animarán la participación en el comedor San Antonio que alimenta a las personas en situación de calle y se ubica a un costado del templo. También publicarán una serie de videos realizados por la oficina de comunicaciones de la Orden Franciscana de Chile y el departamento de Comunicaciones del Museo de Arte Colonial San Francisco. El Guardián de la Fraternidad de San Francisco de la Alameda, Fray Santiago Andrade Triviño, sostuvo que el Señor “siempre da signos potentes. Ha permitido que nosotros los cristianos, nos podamos rehabilitar de todas estas situaciones que estamos viviendo, tomar mayor conciencia de nuestra vocación y sobre todo, del testimonio que debemos dar. Es un tiempo que debemos aprovechar en todas sus instancias”. La trascendencia del templo En 1553 llegaron los cinco primeros franciscanos a Chile. Ellos alentaron la construcción del templo en 1572 y fue terminado en 1618. El 23 de septiembre de 1594 se colocó el Santísimo y la imagen de la Virgen del Socorro, que perteneció al conquistador Pedro de Valdivia y es custodiada a perpetuidad por la Orden de los Frailes Menores en Chile. En 1929, siendo ministro provincial Fray Luis Orellana y Arzobispo de Santiago Mons. Crescente Errázuriz, se funda la Parroquia en la iglesia San Francisco para responder a la atención espiritual y sacramental de los habitantes de Santiago. A la fecha, 25 frailes han asumido como párrocos para animar la actividad pastoral y la acogida de los fieles, en especial de la gente de calle y migrantes.

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Iglesia San Francisco en 1977. Fotografía de Jack Ceitelis.

El 6 de julio de 1951, el conjunto arquitectónico, conformado por la iglesia y el convento, fue declarado Monumento Nacional de Chile. Fray Isauro Covili explicó que «celebrar los 400 años del Templo San Francisco tiene una importancia única. Celebrar la vida y la historia de este templo en términos de memoria, de presente y de futuro nos remite al inicio de nuestro país». El ministro provincial resaltó además que «esta conmemoración nos remite al Evangelio, a la vida, a tantas historias de hombres y mujeres que en sus alegrías, pero también en sus dolores y tristezas supieron descubrir la protección y la Fe en Dios vivida en este templo». La iglesia de San Francisco es una de las más significativas de la región metropolitana, no solo por su patrimonio, sino también por el servicio que ofrece a la comunidad, donde se celebran cuatro Misas diarias a lo largo de la semana y cinco los domingos.


El martes 18 de septiembre se realizó el Te Deum Ecuménico de Fiestas Patrias, una liturgia de acción de gracias realizada en Chile cada 18 de septiembre en la Catedral Metropolitana de Santiago, con ocasión de las Fiestas Patrias. El Te Deum se celebra desde 1811, año en que el General José Miguel Carrera pidió a la autoridad eclesiástica de la época que celebrara una Santa Misa de Acción de Gracias para conmemorar el primer aniversario de la Primera Junta Nacional de Gobierno. Desde entonces, y siempre a las 11 hrs., la ceremonia se realiza en la Catedral Metropolitana (salvo en 1973, que debió hacerse en otro lugar por razones de seguridad). En esta ocasión Chile se encuentra en un momento particular, con una Iglesia que vive, como nunca antes, un tiempo de purificación profunda, de crisis y de pérdida de confianza. A ello se suma una sociedad ampliamente secularizada, con el porcentaje de católicos en disminución. En esta tradicional celebración por primera vez no hubo cámaras de televisión, algunos parlamentarios decidieron restarse y el arzobispo de Santiago no fue quien la presidió. En este contexto, el mensaje evangélico de perdón, de ternura y de confianza adquirió mayor belleza y significado que nunca. El abad benedictino Benito Rodríguez, monje del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes, encabezó la ceremonia. Esta, llena de carácter simbólico, es una ocasión para pedir por la patria, a la que el abad puso algunos adjetivos a lo largo de su homilía*: la patria es el punto de partida de nuestra

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Te Deum Ecuménico: la patria, don de Dios peregrinación, un desafío para desarrollar los dones y ponerlos al servicio de los demás, un proyecto común, un lugar al que decidimos pertenecer libremente y, sobre todo, un don. Para ser chileno no se necesitan tantas condiciones ni requisitos, como si se tratara de algo por conquistar y de lo que jactarse, porque ser chileno es ante todo un regalo, un don, y es esa conciencia de don la que despierta con paz, alegría y libertad el sentido de responsabilidad. (…) De alguna manera, decir Patria es como decir padre, y solamente quienes puedan ser hijos serán sus verdaderos habitantes: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”.

La ceremonia estuvo fuertemente marcada por el llamado de la Iglesia para que los inmigrantes sean integrados a la sociedad chilena. Todos hemos llegado como extranjeros a esta patria que Dios nos ha regalado gratuitamente. Y así como nosotros hemos llegado como extranjeros, los inmigrantes también deberían poder acoger este don. Son tantos los hermanos y hermanas de otros países, especialmente latinoamericanos, que vienen a nuestra tierra en busca de mejores condiciones de vida para sus familias, a ellos queremos abrirles las puertas no solo de la oficina de inmigración sino también de nuestros corazones. A veces por miedo, o desconfianza quizás, no lo hacemos. Y los que vienen de otras latitudes americanas nos aportan una diversidad que nos enriquece, y que se expresa en colores y sabores distintos, otros ritmos y maneras

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de vestir, tonadas y giros de vocabulario que nos sorprenden. Parece que va cambiando el rostro de lo que tradicionalmente entendíamos como chileno. Todo esto presenta un desafío también para nuestras autoridades de gobierno y para nuestros líderes y, de manera particular, para nuestros empresarios y trabajadores, porque abrirles la puerta de nuestra Patria a nuestros inmigrantes también debiera traducirse en que puedan aspirar a un trabajo y un lugar dignos para ellos y sus familias. En Chile tradicionalmente se ha recibido bien al forastero, lo que se ha inmortalizado incluso con una tonada muy popular que trasciende nuestras fronteras.

sea, si lo hace con un genuino espíritu de servicio, en lo que se empeña es no tanto en mandar ni en ser obedecido, sino más bien en orientar personas para despertar vidas. En este sentido, el verdadero líder es aquel que le plantea al país no lo que quiere oír, sino lo que es más adecuado para lograr los propósitos de construir una Nación más humana, justa y solidaria. (…)

Al final de la homilía dedicó algunas palabras a la crisis de la Iglesia chilena, a los “tiempos recios que está viviendo, y a “un tiempo de purificación, quizás como nunca antes en su historia”.

La acogida, el respeto, la conciliación son palabras que también deben referirse a todos quienes conviven dentro de nuestras fronteras y dentro de nuestras familias, para ponernos en camino para que Chile pueda sanar sus desconfianzas. Renacer desde la confianza implica crecer en hospitalidad, aprender a integrarnos y también aprender a cuidar a quienes poseen cargos de autoridad.

Creemos que hablar desde esta precariedad, sin pretender negarla o esconderla es también nuestro aporte al hoy de nuestra historia, intentando acoger con humildad y con generosidad nuestros errores, sin pretender privilegios o algún trato especial, y sin renunciar al desafío y la responsabilidad de una profunda conversión en Espíritu y en verdad, para ser mejores testigos de ese Evangelio que hemos recibido y que llevamos en vasijas de barro.

Debemos aprender a valorar, agradecer y también cuidar a quienes se comprometen en el servicio público de la Nación, a quienes son elegidos por la ciudadanía y quienes noblemente trabajan por el bien de todos desde el Estado, porque ellos también hacen posible que podamos caminar juntos a pesar de la diversidad de cada uno. Quien ejerce un liderazgo o un rol de autoridad en el ámbito que

En este nuevo aniversario chileno, la patria se pone bajo el amparo de María para renacer desde la confianza, desde la ternura y desde el perdón, para “salir de nuestra soledad cómoda” y para “correr el riesgo de mirarnos y escucharnos en un mismo nivel, así simplemente, acogiendo con benevo-lencia esa hambre de proximidad que Dios puso como un sello de humanidad en nuestros corazones”. *Lecturas de la misa: Gn 12, 1- 4; Salmo 22 (23) y Jn 3, 1-8.

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Alberto Toutin Cataldo ss.cc. fue elegido el 17 de septiembre en Roma como el nuevo Superior General de la Congregación de los Sagrados Corazones en medio del 39º Capítulo General, que se realiza desde fines de agosto y hasta fines de septiembre, con la participación de 42 religiosos de todo el mundo. En tanto, la rama de hermanas de la congregación (conocidas en Chile como “monjas francesas”) nombró a Patricia Villarroel Garay ss.cc. como Superiora General en el 36º Capítulo General que celebran paralelamente en la casa Villa Aurelia en Roma. El sacerdote chileno fue escogido con casi el 80% de los votos en primera vuelta, y permanecerá como superior en la casa general de Roma por un período de seis años que podrían renovarse. Alberto Toutin reemplaza en el cargo al español Javier Álvarez-Ossorio, quien estuvo en esa función durante doce años. Durante el segundo período de su gobierno, Alberto fue miembro de este como consejero. “Con la gracia de Dios y el apoyo de los hermanos, acepto”, dijo Alberto Toutin al finalizar el escrutinio. Alberto Manuel Toutin Cataldo nació en Valparaíso el 11 de marzo de 1968. Hijo de Josefina Cataldo de Caballería y Agustín Toutin Urzúa, es el sexto de siete hermanos. Cursó toda su escolaridad en el Colegio SS.CC. de Viña del Mar. Ingresa al postulantado de la Congregación de los Sagrados Corazones en 1986. Se ordena sacerdote en Concepción el 27 de agosto de 1993. El 1º de enero de 1997 parte rumbo a París a realizar una maestría y luego un

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Religiosa y religioso chilenos son elegidos superiores generales de la Congregación de los Sagrados Corazones doctorado en Teología Sistemática (fundamentos teológicos de la fe cristiana) en el Instituto Católico de esa ciudad. Posteriormente se desempeñó como académico de la Facultad de Teología UC, lugar donde desarrolló diferentes iniciativas. Fue codirector del programa de pregrado de Estudios Pastorales de la Facultad; participó en un convenio con el Instituto Superior de Pastoral Catequística del Instituto Católico de París cuyo principal objetivo era la conformación permanente de un equipo internacional de investigación de teología de las prácticas eclesiales; y coorganizó el I y II Coloquio de Teología Práctica que convocó a expertos de Latinoamérica en la UC, entre otras labores. Además fue profesor de Teología Sistemática, cuyas principales áreas de interés eran teología sacramental, teología pastoral y ciencias humanas, teología y literatura. Por su parte, Patricia del Carmen Villarroel Garay nació en Santiago de Chile el 27 de julio de 1955. Profesó como religiosa de los Sagrados Corazones el 4 de marzo de 1984. Estudió pedagogía en matemáticas y teología en Chile. Hizo estudios de posgrado de Teología dogmática en París. Ha estado a cargo de la pastoral juvenil y de la formación de las hermanas. Fue directora del Colegio SS.CC. Providencia en Santiago y maestra de novicias durante nueve años en Brasil y Chile. También fue coordinadora de la formación inicial de la Conferencia de América Latina y profesora en CONFERRE. Actualmente era la Superiora Provincial y coordinadora regional de las hermanas en Chile.

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Congregación de los Sagrados Corazones La Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María y de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento del Altar nace en la nochebuena de 1800 en el contexto de la Revolución Francesa, exactamente en Poitiers, donde se instalaron los fundadores Pierre Coudrin y Henriette Aymer —ambos en proceso de beati-

ficación—, quienes crearon la rama de hermanos y hermanas respectivamente. En la actualidad son cerca de 700 religiosos en la rama de los hermanos (sacerdotes), esparcidos en todos los continentes y en 19 provincias o delegaciones. Al primer lugar que arribaron en América Latina fue Valparaíso, donde la congregación tiene 180 años de historia. En Chile actualmente hay 50 sacerdotes en cinco diócesis chilenas y una diócesis argentina. Comunicaciones SSCC

A 50 años de la muerte del fundador de Schoenstatt: el desafío de la fidelidad creadora

Con una convocatoria internacional, entre

el 11 y 14 de octubre se llevó a cabo el Congreso Teológico Padre José Kentenich. El acto de conmemoración por los 50 años de la muerte del fundador de Schoenstatt fue acogido por la Universidad Católica, cuyo rector se dirigió a cientos de asistentes en el Salón de Honor San Alberto Hurtado. En su presentación, Ignacio

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Sánchez enfatizó el carisma y figura paternal de José Kentenich, y la manera en que interpela a los miembros del movimiento a vivir el llamado del Santo Padre a ser “Iglesia en salida” y devolver la alegría y esperanza a los cristianos. Por su parte, el superior general del Instituto de los Padres de Schoenstatt,


dialogue con la época actual; y transmitir y desarrollar el verdadero vínculo de corazón, pensamiento y obra que une a la comunidad con su fundador.

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P. Juan Pablo Catoggio, instó a mirar esta conmemoración de cara al tiempo presente y venidero, puesto que cumplidos ciertos ciclos, en toda comunidad religiosa se pone a prueba la fidelidad y vitalidad. Señaló tres puntos que son necesarios de desarrollar: repensar la imagen del. P. Kentenich elaborando una nueva biografía que lo ubique en su contexto histórico y eclesial, y que plasme de una manera más profunda su experiencia de Dios; lograr, tras una comprensión profunda, que el carisma del fundador

El congreso se desarrolló en el Santuario de Bellavista de La Florida. Las ponencias se agruparon bajo cuatro focos de análisis: la persona del P. Kentenich, antropología, historia y signos de los tiempos, y eclesiología. Los contenidos están disponibles en su página web: http:// congresoteologicokentenich.cl/.

Destacados académicos participaron del IV Congreso Internacional de Filosofía Tomista La actividad se inició con una Santa Misa celebrada por el cardenal Ricardo Ezzati y con la charla magistral de Serge-Thomas Bonino, presidente de la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino en el Vaticano.

R econocidos estudiosos e investigadores del tomismo a nivel mundial se congregaron para dar vida al IV Congreso Internacional de Filosofía Tomista, que se llevó a cabo entre el 17 y 19 de julio en la Universidad Santo Tomás. En esta versión, el encuentro estuvo dedicado al lema “Operari Sequitur Esse”, el cual se refiere a las relaciones entre la naturaleza y la acción, relaciones que se analizaron desde perspectivas teológicas, cosmológicas, éticas y antropológicas. La jornada inaugural comenzó con la intervención del Vicerrector Académico de la UST, Sebastián Rodríguez, quien destacó la importancia que tiene para la Universidad organizar este tipo de encuentros inspirados en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino. “Uno de nuestros

objetivos fundamentales no es solo formar profesionales altamente calificados en lo disciplinario, sino que también personas virtuosas y competentes, lo que queda reforzado por la visión de Santo Tomás de Aquino, que nos sirve de base implícita para nuestro proyecto educativo, el que se centra tanto en el docente que enseña como en el estudiante que aprende”, aseguró Rodríguez. Por otro lado, Ignacio Serrano, director del Centro de Estudios Tomistas UST, comentó que el objetivo de esta instancia siempre ha sido otorgar un punto de encuentro entre las tradiciones tomistas. “El congreso está destinado a pensar en la relación entre el orden de ser y el orden de actuar con el fin de comprender el ser de las cosas como criterio orientador de la acción. A nosotros nos

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Serge-Thomas Bonino, Ignacio Serrano y Mauro Mantovani.

mueve la convicción de que las cuestiones importantes solo pueden tomarse desde la raíz, aunque eso deje más veces preguntas que respuestas o soluciones”, agregó. Pensamiento Tomista en la sociedad actual Serge-Thomas Bonino, O.P., presidente de la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino en el Vaticano, fue el expositor encargado de realizar la conferencia magistral inaugural, la que fue titulada “Ser y actuar en el ángel”. La ponencia se dividió en dos grandes temas: primero, Bonino presentó las tesis principales de Santo Tomás sobre la relación entre el ser y el actuar en el ángel. En una segunda parte, abordó la acción del ángel como forma de superar la incomprensible finitud ontológica de la criatura por medio de su propia integración en el orden del universo y la unión de Dios. “La acción es para las criaturas un remedio a la finitud ontológica, como dice explícitamente Santo Tomás sobre el conocimiento en el párrafo 2 de De Veritate. Por medio de la superación que le permite la acción, que lo dilata a las dimensiones de la totalidad, el sujeto se promueve a sí mismo hacia su perfección y deviene bueno

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simplemente”, explicó Bonino. Por otro lado, para analizar el pensamiento de Santo Tomás de Aquino en el mundo actual, Mauro Mantovani, S.D.B., presidente de la Conferencia de Rectores Universidades Pontificias en Roma, presentó durante la segunda jornada la charla magistral “Agere sequitur esse. ¿Cómo considerar el ‘sequitur’ en la relación entre metafísica y antropología?”. “Cómo las personas viven y se relacionan con los otros realizando el bien común es lo que más nos interesa manifestar, como una contribución que el pensamiento tomista puede dar a los problemas y a los desafíos de la vida actual de nuestra sociedad. Yo soy salesiano, por eso es también un reto pensar esto desde la educación hacia los jóvenes”, dijo Mantovani. En tanto, Michael Sherwin, O.P., profesor de Teología Moral de la Universidad de Fribourg en Suiza, se refirió al concepto de animal racional en la época contemporánea. “Hemos olvidado demasiado nuestra animalidad, somos animales racionales y eso influencia nuestra vida. Debemos estudiar las virtudes cristianas, ¿son ellas virtudes animales y en qué sentido?”, comentó Sherwin en la ponencia que dictó el último día del encuentro.


Durante los tres días que duró el congreso, participaron destacados académicos extranjeros y nacionales, entre ellos, Thomas M. Osborne, director del Centro de Estudios Tomistas de la Universidad Santo Tomás de Estados Unidos, quien dictó la conferencia magistral “Hábitos operativos y naturaleza racional”. También, se realizaron las exposiciones de Steven A. Long, profesor de Ética de la Universidad Ave María de Estados Unidos, Mauro Ronco, profesor de Derecho de la Universidad de Padova en Italia, y Antonio Amado, académico de Metafísica de la Universidad de los Andes. En la ocasión, además, se presentaron cuatro libros editados por el CET de la UST y se hizo un homenaje póstumo al profesor Germain Grisez, quien participó como conferencista del congreso en el

2014 y falleció recientemente. En dicho reconocimiento, al mismo tiempo, se celebró al mismo tiempo los 50 años de la encíclica Humanae vitae, cuya doctrina fue defendida por Grisez desde antes de la promulgación del documento.

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Expositores

La naturaleza de las cosas Los Congresos Internacionales de Filosofía Tomista que se realizan de manera bienal, son coordinados por el Centro de Estudios Tomistas de la UST y patrocinados por la Sociedad Internacional Tomás de Aquino (SITA) en Chile. Su misión es ofrecer un espacio de conversación, ser una plataforma de difusión sobre el pensamiento de Tomás de Aquino y la doctrina católica, como también congregar a las principales autoridades de las sociedades de estudios tomistas, con el fin de establecer lazos de amistad y organizar redes de trabajo entre distintos países.

Para ver y disfrutar: “Flores sagradas en la pintura virreinal” En el Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile se encuentra expuesta la muestra “Flores sagradas en la pintura virreinal” de la Colección Patrimonial de arte colonial americano, Joaquín Gandarillas Infante. Esta es la décima muestra de la colección y busca rescatar la milenaria simbología que enlaza el mundo vegetal y la sacralidad. En términos académicos, la muestra ha buscado la interdisciplinariedad a través de un acercamiento entre arte y ciencia; botánica y simbología. Para ello,

un equipo liderado por la botánica de la Universidad Católica Gloria Montenegro tuvo el desafío de identificar las flores y frutos pintados hace más de 300 años como ornamentos de vírgenes y santos. Este trabajo permite rescatar el avanzado conocimiento en botánica de parte de los anónimos autores de las obras. Asimismo, la muestra busca visualizar el contacto entre el mundo precolombino, donde las flores y frutos tenían especial significado y uso, resaltando la personalidad de los personajes retratados, y el

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“Sagrada familia con San Juanito y orillas de flores y frutas”. Pintor cusqueño no identificado, seguidor de Diego Quispe Tito. Siglo XVII, tercer tercio.

período virreinal, que adapta el legado de los artistas europeos, en particular de la pintura flamenca. El cristianismo modificó el sentido y simbología de las flores refiriéndolas a valores cristianos como la castidad, el martirio, la perennidad o la brevedad de la existencia .A continuación, palabras del rector Ignacio Sánchez, incluidas en su prólogo: “Múltiples significados han tejido el simbolismo universal en torno a las flores, al relacionarlas a nociones naturales y estéticas, a rasgos psicológicos, virtudes y defectos.

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Con el cristianismo confieren dignidad o enaltecen a una persona si se asocian a los valores perdurables con que el creyente, al explicitar su común origen divino, resguarda y santifica el mundo natural. La naturaleza se considera bella y perfecta por ser obra de Dios, y se afirma que Dios es el mayor artista y que, por tanto, las flores son más bellas que las obras de arte. Ya en el siglo V I I, un pequeño tratado, De Corona Virginis, atribuido al obispo Ildefonso de Toledo, analiza en España, bajo el prisma cristiano, un


En paralelo, el dibujo sobre flores y plantas en los libros miniados de los beatos medievales, inspirados en obras de la antigüedad clásica como Materia Médica de Dioscórides, autor

griego del siglo I DC, instruían sobre las propiedades medicinales de plantas, flores y frutos, altamente apreciados en la época. De este modo, la simbología vegetal en el mundo cristiano nunca se disoció de sus usos terapéuticos, sanadores y purificantes, lo que permitía a la Iglesia tender un puente entre la iconografía religiosa y el ámbito de lo cotidiano. Los denominados “herbarios” y “florilegios medicinales” del medioevo se multiplicaron desde la Alta a la Baja Edad Media en copias

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conjunto de plantas imaginándolas como ornamento de la Virgen María. Las flores son definidas allí tanto en su sentido alegórico como simbólico, por su color y por las propiedades terapéuticas que se conocían de ellas, entre las que se mencionan la rosa, el lirio, el azafrán, la violeta, la caléndula y la manzanilla.

“Virgen con el Niño y orla de flores y frutas”. Pintor cusqueño no identificado, seguidor de Diego Quispe Tito. Siglo XVII, tercer tercio.

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“Virgen de Passau o Santa María Passaviensis con tarja y orla de flores y frutas”. Pintor cusqueño no identificado. Siglo XVIII, segundo tercio.

manuscritas, ilustradas, y desde la segunda mitad del siglo XV, a partir de la invención y difusión de la imprenta, en versiones impresas. Hasta el siglo XVIII eran de gran importancia para la salud de la población, ya que una buena parte de la farmacopea de la época era de origen natural y particularmente vegetal. Las ilustraciones botánicas se desarrollaron en paralelo a la pintura, a la que contribuían a informar y precisar. En América y especialmente en el Sur

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andino circularon ampliamente estas obras botánico-médicas, y los médicos y farmacéuticos de la época agregaron a las propiedades y virtudes curativas de las plantas europeas aclimatadas en estos territorios, las de las plantas americanas tropicales y de las zonas templadas, sus flores y frutos, semillas, hojas, tallos y bulbos, que abrieron una rica gama de posibilidades de uso y sanación en tisanas, compresas, friegas, gotas y hasta baños. Las propiedades


patrimonio de la Colección Gandarillas a develar nuevas facetas de nuestro arte y de nuestra cultura donde se encuentran y convergen el conocimiento y los valores de lo universal y lo regional”.

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terapéuticas de las flores, en la historia de la humanidad, como odorizantes, desinfectantes, antinflamatorias, antibacterianas, calmantes o sedantes, han llegado hasta hoy cuando se vuelven a valorar los “tratamientos naturales”. La devoción y la belleza, la simbología y la terapéutica se unen pues en estas pinturas que hoy ofrecemos con satisfacción y alegría, esperando contribuir a través del magnífico

La muestra se podrá visitar hasta el 26 de enero de 2019, de lunes a viernes de 10 a 20 hrs. y los sábados de 11 a 19 hrs. en la Sala Joaquín Gandarillas del Centro de Extensión UC (Alameda 390, Santiago).

La obra de Gaudí en Chile: belleza reveladora de Dios Muestra “Gaudí en Valparaíso” La Delegación Región de Valparaíso del Colegio de Arquitectos de Chile, en colaboración con la Embajada de España en Chile, el Arzobispado de Barcelona y el Ministerio de Educación de Chile, entre otros, traerá la muestra “Gaudí en Valparaíso”. La exposición tiene dos partes, una muestra itinerante y una exposición temporal. La primera de ellas está en marcha desde octubre y continuará hasta febrero del 2019. Consiste en una muestra itinerante que recorrerá 14 comunas de la Región, comenzando en Los Andes y finalizando en enero en la ciudad de Rancagua, donde la Corporación Gaudí de Triana de Rancagua pronto estará poniendo la primera piedra para la única obra de Gaudí construida fuera de España. La estructura, trasladada sobre un camión, cuenta con 20 lentes de realidad virtual a través de la que se pueden visualizar las obras más destacadas del arquitecto, además de una escenografía que hace que todos se sientan en la misma Sagrada Familia.

Luego, entre marzo y mayo del 2019, la Galería de Artes Visuales del Parque Cultural de Valparaíso exhibirá más de 150 piezas originales, 13 audiovisuales, instalaciones multimediales e interactivas. Se expondrán maquetas originales, muebles, dibujos y toda una sección de realidad virtual inédita en la región y en Chile. Tanto en la itinerancia como en la muestra habrá un nutrido programa de mediación enfocado y orientado a colegios prioritarios de 36 comunas de la región. En ese sentido, se invitará a un mínimo de un colegio por comuna, permitiendo la visita y el traslado completamente gratuitos. En una entrevista concedida a Humanitas (2016), José Manuel Almuzara, presidente mundial de la causa Gaudí ante el Vaticano, señaló que dar a conocer a Gaudí es una obra de misericordia “pues puede servir de aliciente a muchos cristianos, particularmente a los artistas católicos”.

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Proyecto Gaudí en Rancagua El proyecto tiene un importante sello regional, además de buscar resaltar el nexo importante de Chile con la obra de Gaudí. En 1909 el franciscano Angélico Aranda se reunió con el arquitecto catalán y consiguió, posteriormente, los bocetos de la capilla de la Asunción del Templo de la Sagrada Familia de Barcelona para levantar un santuario dedicado a Nuestra Señora de los Ángeles en Rancagua: el único diseño realizado por esta figura española en Sudamérica. Hoy la Corporación Gaudí de Triana -que se encuentra colaborando con el Colegio de Arquitectos de Valparaíso en el desarrollo de la muestra- proyecta construir este mencionado templo en base al bosquejo donado por el español. “Se trata de un proyecto espiritual y cultural de gran valor arquitectónico y simbólico. Es un gran desafío construir una “Porciúncula” o lugar de Perdón y contextualizarlo en el siglo X X I. Ello ha

constituido una propuesta con la implementación del Centro Cultural y Espiritual para Rancagua, espacio urbano, con vocación de participación, para la ciudad y para el mundo. El proyecto se plantea el propósito de descubrir la belleza en la cotidianidad y anclarse en el sentido de la vida, desde una suerte de refundación de la ciudad que se rememora históricamente con el “Desastre de Rancagua” (…) “El sentido más profundo de esta construcción está en su propio origen, cuando el fraile franciscano Angélico Aranda solicitó en 1922, una “Porciúncula para Rancagua”, es decir, un lugar para vivir la experiencia del perdón a quienes lo buscan, dedicada, como la original en Asís, a Santa María de los Ángeles.” (Corporación Gaudí de Triana). El diseño del proyecto fue dirigido por el arquitecto Christian Matzner Thomsen el año 2010 y el equipo profesional conformado por: Elena Corbalán, Álvaro Guerra y Eugenia Moreno.

Proyecto de la capilla dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles en Rancagua basada en los bocetos entregados por Gaudí de la capilla de la Asunción del Templo de la Sagrada Familia de Barcelona.

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Palabras del Papa Benedicto XVI en la Consagración de la Iglesia de la Sagrada Familia: “Antoni Gaudí, arquitecto genial y cristiano consecuente, con la antorcha de su fe ardiendo hasta el término de su vida, vivida en dignidad y austeridad absoluta (…) hizo algo que es una de las tareas más importantes hoy: superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza. Esto lo realizó Antoni Gaudí no con palabras sino con piedras, trazos, planos y cumbres. Y es que la belleza es la gran necesidad del hombre; es la raíz de la que brota el tronco de nuestra paz y los frutos de nuestra esperanza. La belleza es también reveladora de Dios porque, como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad y arranca del egoísmo.”

Algunos artículos sobre la vida y obra de Gaudí en revista Humanitas: Swinburn Pereira, Jorge, “Antoni

Carta enviada por Angélico Aranda a Antoni Gaudí.

Gaudí, su herencia. En los 150 años de su nacimiento”. Humanitas N°25, 2002. Lamonte, Ciro, “Antoni Gaudí: el maestro y el dragón”. Humanitas N°29, 2003. Monserrat, Javier, “El efecto de cosmovisión en la obra de Gaudí”. Humanitas N°35, 2004. Martínez Sistach, Cardenal Lluís, “El Papa realizó el sueño de Gaudí”. Humanitas N°61, 2011. Castro, José Manuel, “Rupnik y proyecto Gaudí en Rancagua. Un corazón en medio de una ciudad”. Humanitas N°81, 2016.

* Detalles de la muestra “Gaudí en Valparaíso” en www.gaudienvalparaiso.cl, en tanto las inscripciones para visitar el contenedor pueden hacerse al correo produccion@gaudienvalparaiso.cl. Más información sobre el proyecto de Gaudí en Rancagua en www.gaudichile.cl.

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Las positivas cifras que deja el primer viaje apostólico sustentable de la historia

Altar Parque O’Higgins.

Con fecha 31 de agosto de 2018, la Conferencia Episcopal de Chile dio a conocer el Reporte de Sustentabilidad y Cuenta Pública de la Visita Papal realizada entre el 15 y 18 de enero de este año. El documento, de 139 páginas, contiene una completa descripción de los aspectos organizativos de la visita, así́ como una selección de los principales mensajes del Papa Francisco en Chile, además de una detallada cuenta de los ámbitos sociales, ambientales y económicos del viaje. En línea con lo anunciado a fines del año pasado, la visita a Chile del Santo Padre fue la primera a nivel mundial que tuvo un sello de sustentabilidad, acogiendo la exhortación realizada por el Papa Francisco en su encíclica Laudato si’. Como una forma de dar cuenta de ese compromiso se estableció un plan de 15 medidas de sustentabilidad, a las que se hizo seguimiento y evaluación, que se plasman en

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el reporte. “Ser transparentes, inclusivos y respetuosos con el entorno nunca fue tan importante como lo es hoy, y este reporte espera ser un ejemplo de esta opción. Es un documento que muestra el esfuerzo de nuestro equipo organizador —en su mayoría laicos— por hacer vida las enseñanzas del Santo Padre en su encíclica Laudato si’ a través de la cual nos invita concretamente a ser protagonistas del Cuidado de la Casa Común. Muestra el impacto de esta visita más allá de las cifras económicas, relevando las acciones sociales y ambientales acorde a los nuevos desafíos”, explica en la introducción del documento el Secretario General de la Conferencia Episcopal, monseñor Fernando Ramos. El reporte contiene algunos de los mensajes más importantes del Papa durante su visita a las tres ciudades (Santiago, Temuco e Iquique), y también ref lexiona sobre los acontecimientos


Más de un millón y medio de personas, “laicos y religiosos cubrieron las calles y sitios de nuestro país durante tres días”, cuando se realizó la visita del Papa. Según el análisis realizado por la Universidad Católica de Chile —en base a una muestra de 844 personas—, la mayoría de los asistentes (76%) fue de la Región Metropolitana. La edad promedio de los fieles era de 36 años y 23% de los asistentes fueron estudiantes de la educación superior. Dentro de las principales cifras que se dan a conocer en el ámbito social, se destacan los indicadores de participación en las actividades (que sumaron más de 1,6 millones de personas); las acciones de inclusión que se consideraron para los eventos (se repartieron dos mil entradas inclusivas); y la activa participación de los voluntarios, que totalizaron 20 mil personas, y los esfuerzos por favorecer la incorporación de personas con discapacidad, pueblos originarios y migrantes. La mayoría de los voluntarios (93%) eran chilenos, y entre los extranjeros destacaron los argentinos (43,3%).

En materia ambiental se resalta el importante esfuerzo desplegado para disminuir los residuos (la visita generó un 77% menos de residuos que otros eventos de similar envergadura), la compensación de un 100% de las emisiones de CO2 y los distintos ejemplos para reducir, reutilizar y reciclar elementos en diversos niveles.

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posteriores a su paso por Chile, referente al tema de los abusos sexuales y cambios institucionales en la Iglesia en Chile. “Si bien la decisión de elaborar y hacer público este reporte fue tomada mucho antes de los sucesos posteriores, esperamos que esta sea una señal concreta del cambio que hoy tanto el mismo Santo Padre como el pueblo chileno nos pide realizar”, asegura monseñor Ramos. Según afirma el secretario de la Conferencia Episcopal en el informe, se está en un período de “reflexión y transformación”, y en ese contexto “confirmamos la decisión de publicar este reporte como símbolo de expresión de la Iglesia sencilla y diáfana que anhelamos y queremos ser”.

En materia económica, se presenta en este informe el balance general con fecha final de cierre al 28 de agosto de 2018. La organización de la visita recaudó un total de $6.564 millones, un 64% más de lo originalmente propuesto gracias a distintas campañas, y fue el Banco Santander el que más fondos recaudó (cerca de $2.551 millones), seguido del Banco de Chile ($1.087). Como excedentes se repartieron $749 millones a siete distintas fundaciones, mientras un monto superior a los $800 millones fue destinado a pagos de IVA. Más de un 70% del total de los ingresos se destinó a pago de proveedores. Las siete fundaciones beneficiadas estaban definidas previamente y en línea con las prioridades del pontificado de Francisco, se privilegió a grupos de nuestra sociedad en situación de vulnerabilidad, con énfasis en organizaciones que atendieran a niños, adultos mayores o migrantes. Las destinatarias fueron Fundación María Ayuda, Fundación Aldea Cardenal Silva Henríquez, Fundación Ciudad del Niño Ricardo Espinoza, Fundación Las Rosas, Fundación Villa Padre Hurtado, Instituto Católico Chileno de Migración y Fundación Servicio Jesuita a Migrantes. En la realización del reporte colaboró la consultora Sustenta+ y se utilizó el estándar internacional del Global Reporting Initiative en su versión GRI Standards, mientras la revisión de la contabilidad fue realizada por KPMG Auditores y Consultores.

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Pastoral UC, comprometida con el fortalecimiento de la Iglesia

Encuentro Pastoral UC en Picarquín.

La Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana es el organismo inserto en el corazón de la Universidad que busca concretar la misión de la Iglesia en nuestra casa de estudios, ofreciendo a sus miembros “la ocasión de coordinar el estudio académico y las actividades para-académicas con los principios religiosos y morales, integrando de esta manera la vida con la fe” (Ex corde Ecclesiae n. 38), a través de diversas actividades, encuentros, proyectos y servicios. En octubre se llevó a cabo el Encuentro Picarquín, que, tal como en versiones anteriores, congregó a más de 450 personas que participan activamente en los más de 65 proyectos que ofrece la Pastoral UC a la comunidad. En esta ocasión, se realizó la actividad “Iglesia en diálogo”, iniciativa que pretende llevar a la comunidad universitaria a un espacio de diálogo frente a la crisis por la que atraviesa la Iglesia católica. Esta instancia se ha llevado a cabo en dos oportunidades en los distintos campus de la universidad, conformando mesas de

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conversación con una activa participación de alumnos, funcionarios, académicos y religiosos. Es muy significativo que, sin dejar de lado sus proyectos estables, la Pastoral abra espacios de reflexión y trabajo para hacerse parte del momento que vive la Iglesia. Son muchas las maneras en que se plasma el compromiso de la Pastoral UC. Para empezar, la dirección de alumnos vela por el desarrollo pastoral y de las vivencias de fe de los alumnos de la Universidad a través de diversas actividades, formas y modos procurando contribuir a que ellos adquieran una “forma de vida auténticamente cristiana” (ECE 23) y sean verdaderos testigos de Cristo en la Universidad y en los lugares donde deberán desarrollar sus competencias. La Pastoral UC también organiza misiones y trabajos de invierno y verano, en los que jóvenes universitarios van voluntariamente a localidades de todo Chile durante diez días de sus vacaciones de invierno y/o


Por otra parte, es fundamental poner en el corazón de la evangelización en la UC la preocupación por los más pobres y los que sufren a causa de cualquier injusticia en el campo económico, social, cultural o religioso (cf. ECE 43), tanto dentro como fuera de la comunidad universitaria, a través de los proyectos Calcuta UC, Belén UC, Prácticas Solidarias, Luz, Casa Macul, Cima y Galilea. Buscando generar una verdadera cultura del encuentro no solo con quienes sufren, sino con toda la sociedad, este año se realizó también el IV Congreso Social: Chile, patria de encuentro. Con motivo de la reciente visita del Papa Francisco a nuestro país en enero de este año y de sus discursos en esta visita, es que se contextualiza el congreso, principalmente, en torno al llamado de unidad y del encuentro entre chilenos, además del incentivo de un espíritu de comunidad y escucha a lo largo de nuestro territorio. En esta instancia, se reunieron autoridades del Gobierno, de Iglesia y de diferentes universidades para reflexionar acerca de las problemáticas sociales que enfrenta nuestro país. La transmisión de valores cristianos desde distintas visiones y experiencias es esencial; por ello el proyecto REC, Razón en Cristo, realiza ciclos de charlas breves e inspiradoras, de no más de 10 minutos, que luego del evento, quedan disponibles en la web para quien quiera verlas. La versión digital de las charlas REC contempla más de 535.000 reproducciones. La innovación es un tema de gran relevancia, por lo cual se creó Innova, programa de innovación pastoral que busca que proyectos inspirados en distintos documentos pontificios como Laudato sí´ y Evangelii gaudium puedan desarrollarse hasta convertirse en realidad.

En una línea paralela, el “Concurso de Investigación y Creación para alumnos” busca potenciar la incorporación temprana de alumnos a la actividad académica y motivar la vinculación entre docentes y estudiantes. Pueden participar todos los alumnos de pregrado de la UC, cuyas propuestas presenten una clara identidad católica y que cuenten con el apoyo de un profesor tutor de una unidad académica. Se puede postular en la categoría proyecto propio o ayudantía. Asimismo, se invita a los académicos a ser parte del “Concurso de Investigación y Creación para académicos” que incentiva a los profesores de la Pontificia Universidad Católica de Chile a que contribuyan a la misión de esta casa de estudios, presentando proyectos de investigación y/o creación que pongan en diálogo a las distintas disciplinas con los valores cristianos, sin dejar de lado la amplitud de temas que desde la academia pueden dialogar con la fe. Y con el objetivo de generar instancias de conversación y profundizar en diferentes temáticas actuales y de interés semestralmente se realizan cursos de formación para académicos, funcionarios y profesionales.

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verano en Misión País, Capilla País, Misión de Vida, Siembra UC y Trabajo País.

La Pastoral UC también se preocupa de que los estudiantes de los distintos programas de doctorado pongan en diálogo su disciplina y estudios con la fe, mediante la realización de tesis que aporten de modo significativo a la misión de la universidad de evangelizar la cultura a través del “Premio Cardenal Newman”. Finalmente, como una forma de agradecer la tarea que realizan los funcionarios externos de la universidad, la comunidad UC entrega, a través de la Pastoral UC, 950 Cenas de Navidad. Son muchos los ámbitos en los cuales se plasma el compromiso por construir Iglesia. En pastoral.uc.cl están todos los contactos y la información disponible.

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LA IGLESIA EN EL MUNDO Medellín 50 años después Han pasado 50 años desde que se realizó en Medellín (Colombia), la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. El documento de Medellín es un punto de partida y una perspectiva para la aplicación del Concilio Vaticano II y, con ello, ha sido el inicio de una tradición que continúa haciendo camino, en la fidelidad al Evangelio de la justicia, del amor y de la paz. Gracias a la atención que puso en el proceso de transformación sociocultural de los pueblos de Latinoamérica, ha sido considerada como el nacimiento de la carta de identidad de una Iglesia que, progresivamente, adquirió un rostro teológico y pastoral propio en el marco de una iglesia mundial. La historia de Medellín De la misma manera como se realizaban en la Iglesia europea las asambleas sinodales, en América se realizaron algunos sínodos diocesanos y provinciales que fueron una expresión más orgánica de la colegialidad episcopal. Entre estas asambleas episcopales se destaca el III Concilio Limense celebrado en 1582-1583 en tiempos de Santo Toribio de Mogrovejo, y el III Concilio Mexicano, realizado dos años más tarde, en 1585. Ambos tenían como horizonte común la aplicación del gran Concilio de Trento a las realidades del Nuevo Mundo. Sin embargo, la I Conferencia General del Episcopado fue convocada por el Papa Pío XII y se celebró en Río de Janeiro en 1955. Fruto de aquella Conferencia se creó el Consejo Episcopal Latinoamericano

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(CELAM). En este sentido, Roma aceptaba la idea de que los obispos de esta región del mundo se reunieran para reflexionar y estudiar en conjunto los problemas comunes que afectaban a las Iglesias de América Latina. Años más tarde, el Papa Juan XXIII convocó a un nuevo Concilio en la Iglesia, de alcance ecuménico. Con ello se inauguraba un nuevo período para la Iglesia Latinoamericana y la Segunda Conferencia General de Medellín pasó a ser el Concilio Vaticano II Americano. Este Concilio tuvo una fuerza renovadora en la Iglesia, que ha sido de vital importancia, ya que ha sido un reflexionar sobre sí misma. Al afirmar que la Iglesia es Pueblo de Dios, se aleja a esta de aquel concepto más jurídico e institucional y se da paso a una nueva imagen de sí misma. A diferencia de lo sucedido en la I Conferencia General, donde la Santa Sede preparó y realizó en todas sus partes la Conferencia, en este nuevo encuentro, sería el CELAM quien se empeñará en preparar y orientar los temas, la mecánica de trabajo y la elección de los conferencistas con la aprobación de la Santa Sede. Los antecedentes inmediatos de esta Conferencia pueden situarse hacia el otoño de 1965, cuando el Concilio Vaticano II estaba a días de clausurarse. En ese momento el Papa Pablo VI reunió a los obispos de América Latina que participaban en el Concilio, con motivo del décimo aniversario de la creación del CELAM. En esa reunión el Papa exhortó a los ahí presentes a sensibilizarse y asumir una visión crítica


PANOR AMA frente a los problemas que agitaban a América Latina como un requerimiento indispensable para la acción pastoral de la Iglesia en esas regiones. Sería, pues, en ese ambiente que el entonces presidente del CELAM, monseñor Manuel Larraín (obispo de Talca) concebiría la idea de una reunión episcopal latinoamericana para ver la realidad del continente a la luz del Vaticano II buscando que este “no pasara al lado de la Iglesia latinoamericana”. La iniciativa fue bien acogida e implícitamente animada por Pablo VI, situación que conduciría a la preparación formal de ese evento. Así pues, Medellín nació, se preparó y se realizó como fruto de una coincidencia histórica de dos hechos significativos: primero, el impacto histórico, renovador, del Concilio Vaticano II; segundo, los comienzos del CELAM, que había sido creado en 1955 en Río de Janeiro en el marco de la primera Conferencia y que ayudó a moldear,

incluso antes del Vaticano II, la fisonomía de una identidad eclesial latinoamericana como misterio de comunión al servicio del pueblo de Dios. Estos dos hechos constituyeron el fértil terreno que hizo madurar el fruto de Medellín.

La II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano sería inaugurada por el Papa Pablo VI el 24 de agosto de 1968 y se clausuraría el 6 de septiembre del mismo año. Esta no fue muy numerosa: apenas un poco más de doscientos asistentes. Entre cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes y religiosos, religiosas, seglares y observadores no católicos. Los puntos luminosos vividos en el Concilio Vaticano II iluminarán en Medellín la irrupción histórica de los pobres como un apremio del Espíritu a las Iglesias del continente. Ir al mundo humano a evangelizarlo con el Espíritu de Jesús, era entrar en el submundo de las mayorías pobres como «Iglesia Madre de los pobres». (…)

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Lo mismo que el Concilio representa para la Iglesia en el mundo, ha significado Medellín para la Iglesia en América Latina, ya que ella se propone aterrizar las intuiciones y los ejes fundamentales del Vaticano II en el propio contexto continental. Medellín da a la Iglesia latinoamericana una palabra propia, una fisonomía autóctona, lo que lo constituye en fuente inspiradora y programática de las Iglesias locales. La autoconciencia de la Iglesia, en estrecha fidelidad a las intuiciones básicas del Concilio Vaticano II, fue resorte propulsor de una misión en perspectiva profética y transformadora, engendrando en el continente lo más precioso que tenemos: la «Iglesia de los pobres» es la «Iglesia de todos». Estos siguen inspirando el discipulado y la misión, en un continente donde la vida está cada vez más amenazada por señales de muerte nacidas de un modelo social excluyente, frente al cual se levanta la tradición profética latinoamericana. (…) La II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano constituye un hito fundamental en la historia y en la pastoral de la Iglesia en nuestra región. Los obispos se propusieron encaminar a la Iglesia hacia la búsqueda de una nueva y más intensa presencia en la actual transformación de América Latina, a la luz del Concilio Vaticano II. De allí surgió un compromiso de renovación profunda y la necesidad de una mayor presencia y diálogo con el mundo. A la luz del Evangelio, del Concilio Vaticano II y del magisterio pontificio, la Iglesia examinó e interpretó «los signos de los tiempos» en el contexto de la América Latina que le tocó vivir. Asumió así su

misión salvadora en orden a la promoción integral del hombre latinoamericano, analizó sus formas de evangelización y decidió revisar sus estructuras visibles y promover una pastoral coordinada. Medellín dio impulso al concepto y la vivencia de la colegialidad episcopal en América Latina, comenzada trece años antes en Río de Janeiro. En este sentido, la Iglesia latinoamericana, digna heredera del espíritu del Concilio Plenario de Roma, realizado en las postrimerías del siglo XIX, fue pionera en la recuperación de esta dimensión teológica del episcopado, puesta de manifiesto expresamente en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium. Las siguientes Conferencias continuarán las sendas de renovación pastoral de la Iglesia latinoamericana y su compromiso con la promoción humana. Medellín hizo posible que la Iglesia en América Latina tuviera un mayor reconocimiento, en cuanto a su propia identidad.*

Congreso eclesial: “Medellín 50 años: profecía, comunión y participación”, 23-26 agosto, Medellín, Colombia El Congreso Eclesial “Medellín 50 años: profecía, comunión y participación” se celebró del 23 al 26 de agosto en Medellín (Colombia) para conmemorar el 50º aniversario de la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Alrededor de 500 personas se dieron cita en el Seminario Conciliar de la ciudad colombiana para reflexionar sobre los desafíos que enfrenta la Iglesia católica en América Latina, medio siglo después del evento eclesial.

* Fr. Mirko Fredy García Valladares, O. de M. La Conferencia de Medellín: Una recepción del Concilio Vaticano II en América Latina (2008).

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Religiosas y Religiosos (CLAR), el Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas (SELACC) y la Arquidiócesis de Medellín. Su objetivo fue examinar la situación de América Latina hoy, identificando los desafíos de la transformación que exige el Continente, y los aportes de Medellín que siguen siendo válidos y proféticos en el tiempo presente. Se constituyeron 22 grupos denominados “Comunidades de Vida y Aprendizaje”, los cuales tuvieron que hacer un análisis comparativo de la situación de América Latina hace 50 años con respecto a la situación de hoy, para establecer líneas de acción que orienten el trabajo de la Iglesia cuya obra evangelizadora es humanizadora y salvífica. El Congreso culminó con la Eucaristía presidida por el cardenal Rubén Salazar Gómez, Arzobispo de Bogotá y presidente del Celam, y el envío misionero que hizo a todos los obispos, sacerdotes y fieles, a quienes se les impuso una cruz como signo de ser discípulos misioneros de la Iglesia latinoamericana que se compromete a seguir anunciando el Evangelio con alegría y pasión y ser una Iglesia misionera, pobre para los pobres, en constante conversión pastoral y en diálogo con el mundo. El objetivo del congreso fue conmemorar y proyectar el mensaje de Medellín como un eje clave de la Iglesia en el continente, en diálogo con la Iglesia universal. De esta forma, se examinó la presencia de la Iglesia en la actual transformación de América Latina y El Caribe. El Congreso ha tenido tres etapas: Una etapa de preparación (mayo a agosto de 2018), donde los participantes se inscribie-

ron en una de las “Comunidades de Vida, Reflexión y Aprendizaje” que durante el Congreso funcionaron para profundizar en los temas seleccionados; una etapa de celebración (del 23 a 26 de agosto de 2018), y una etapa de proyección y seguimiento (septiembre a diciembre de 2018), donde se han revisado los compromisos asumidos durante el Congreso, que se pondrán en marcha con el apoyo de las cuatro instituciones convocantes.

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El Congreso fue organizado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), la Confederación Latinoamericana de

Desarrollo y conclusiones del Congreso en: http://www.celam.org/observatoriosociopastoral/detalle_noticias.php?id=MTgx Conclusiones por grupos temáticos en: https://prensacelam.org/2018/08/26/ conclusiones-por-nucleos-tematicos/ Congreso Internacional “Medellín 50 años después: Memoria y perspectivas de futuro” 5-8 noviembre, Santiago, Chile. Con motivo de la celebración de los 50 años de Medellín, un conjunto de teólogos y teólogas de diversos países latinoamericanos reunidos en París en 2015 acordaron promover la celebración de un evento académico internacional de teología con el título: “Medellín 50 años después: memoria y perspectivas de futuro”, cuyos objetivos se centraron en realizar un ejercicio de memoria lúcida y agradecida, responder a los desafíos del presente e identificar las tareas de nuestras iglesias y del servicio teológico que se está realizando en el continente. El Congreso fue organizado por la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad Alberto Hurtado, y contó con la participación de diversas instituciones del continente y fuera de él.

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El evento tendría dos fases: Un Congreso continental, realizado entre los días 5 y 8 de noviembre (2018) y un encuentro teológico en noviembre de 2019 que, con representantes de otros continentes, reflexionará en torno al tema de cómo Medellín le ha hablado al mundo y cómo dicho acontecimiento

ha sido recibido en diversos contextos culturales y eclesiales. El encuentro recién pasado buscó una participación diversa en términos de edades, países y sexos, y la presencia de temas teológico-pastorales diversos, ecuménicos, multirreligiosos y multidisciplinares.

Sínodo sobre los jóvenes: puntos clave del Documento Final

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Tres partes, doce capítulos y 60 páginas:

“Caminaba con ellos”

así se presenta el Documento Final de la XV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, sobre el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. El texto fue aprobado por los dos tercios del Aula, la tarde del 27 de octubre. El episodio de los discípulos de Emaús, narrado por el evangelista Lucas, es el hilo conductor del Documento Final, complementario al Instrumentum laboris del Sínodo.

En primer lugar, el Documento final del Sínodo examina el contexto en el que viven los jóvenes, destacando sus puntos de fuerza y sus desafíos. Ello permite comenzar con una escucha empática que permita dialogar verdaderamente con la juventud, evitando “respuestas pre confeccionadas y recetas ya preparadas”. Los jóvenes quieren ser “escuchados, reconocidos, acompañados” y desean que su voz sea “considerada interesante y útil en el campo


La escuela y la parroquia Otra respuesta de la Iglesia a las interpelaciones de los jóvenes proviene del sector educativo: las escuelas, universidades, colegios, oratorios, permiten una formación integral de los chicos, ofreciendo al mismo tiempo un testimonio evangélico de promoción humana. En particular, las instituciones educativas católicas están llamadas a afrontar la relación entre la fe y las exigencias del mundo contemporáneo. La parroquia también tiene su papel: “Iglesia en el territorio”, necesita volver a pensar su vocación misionera, porque a menudo es poco significativa y poco dinámica, especialmente en el ámbito de la catequesis. Los migrantes, paradigma de nuestro tiempo El Documento se detiene luego en el tema de los migrantes. La preocupación de la Iglesia es sobre todo por una auténtica promoción humana que pase a través de la acogida de los refugiados y prófugos, y sea punto de referencia para los muchos jóvenes separados de sus familias de origen. Adicionalmente se recuerda que los migrantes son también una oportunidad de enriquecimiento para las comunidades y sociedades a las que llegan y que pueden ser revitalizadas por ellos. Resuenan los verbos sinodales “acoger, proteger, promover, integrar”, indicados por el Papa Francisco para una cultura que supere la desconfianza y los miedos. Los obispos

piden también un compromiso mayor en el garantizar a quien no querría migrar, el derecho efectivo de permanecer en su propio país. La atención del Sínodo se dirige también a las Iglesias que son amenazadas, en su existencia, por las migraciones forzadas y las persecuciones sufridas por los fieles.

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social y eclesial”. La Iglesia no siempre ha tenido esta actitud, reconoce el Sínodo: a menudo los sacerdotes y los obispos, sobrecargados por muchos compromisos, tienen dificultad para encontrar tiempo para el servicio de la escucha.

Compromiso firme contra todo tipo de abuso. Luz en la verdad y pedido de perdón Luego hay una amplia reflexión sobre los “diferentes tipos de abusos” (de poder, económicos, de conciencia, sexuales) cometidos por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. De ahí el llamamiento del Sínodo a “un firme compromiso a la adopción de rigurosas medidas de prevención que eviten su repetición”. Será necesario erradicar aquellas formas -como la corrupción o el clericalismo- en las que se injertan estos tipos de abusos, contrarrestando también la falta de responsabilidad y transparencia con la que se han gestionado muchos casos. Al mismo tiempo, el Sínodo expresa su gratitud a todos aquellos que “tienen el valor de denunciar inmediatamente el mal”. No deben olvidarse, sin embargo, los numerosos laicos, sacerdotes, consagrados y obispos que se dedican cada día, con honestidad, al servicio de los jóvenes, quienes pueden ofrecer realmente “una ayuda preciosa” para una “reforma de envergadura histórica” en este ámbito. La familia, “Iglesia doméstica” Otros temas presentes en el Documento tienen que ver con la familia, principal punto de referencia para los jóvenes, primera comunidad de fe, “Iglesia doméstica”: el Sínodo recuerda, en particular,

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el papel de los abuelos en la educación religiosa y en la transmisión de la fe, y advierte sobre el debilitamiento de la figura paterna y de los adultos que asumen estilos de vida “juveniles”. Además de la familia, para los jóvenes cuenta mucho la amistad con sus coetáneos porque les permite compartir su fe y ayudarse mutuamente en su testimonio. Promoción de la justicia “contra la cultura del descarte” El Sínodo se detiene seguidamente, en algunas formas de vulnerabilidad de los jóvenes en diversos ámbitos: la desocupación, las persecuciones, la exclusión social, la discapacidad. Frente a esta “cultura del descarte”, la Iglesia debe hacer un llamamiento a la conversión y a la solidaridad, convirtiéndose en una alternativa concreta a las situaciones de malestar. Arte, música y deporte, “recursos pastorales” También el mundo del deporte y de la música ofrece a los jóvenes la posibilidad de expresarse lo mejor posible. En el caso de la música, el Sínodo se centra en su ser, “un recurso pastoral” que interpela también a una renovación litúrgica, porque los jóvenes tienen el deseo de una “liturgia viva”, auténtica y alegre, un momento de encuentro con Dios y con la comunidad. Los jóvenes aprecian las celebraciones auténticas en las que la belleza de los signos, el cuidado de la predicación y el compromiso comunitario hablen realmente de Dios”. Las jóvenes generaciones quieren ser protagonistas de la vida eclesial, aprovechando sus propios talentos, asumiendo responsabilidades. Los jóvenes saben ser muy activos en la evangelización de sus semejantes,

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ejerciendo un verdadero apostolado que debe ser apoyado e integrado en la vida de las comunidades. “Se abrieron los ojos” Dios habla a la Iglesia y al mundo a través de los jóvenes, que son uno de los “lugares teológicos” en los que el Señor se hace presente. La juventud puede estar “más adelantada que los pastores” y por eso debe ser acogida, respetada, acompañada. Gracias a ella, de hecho, la Iglesia puede renovarse, sacudiéndose de encima “la pesadez y lentitudes”. Misión y vocación Otra “brújula segura” para la juventud es la misión, don de sí mismo que conduce a una felicidad auténtica y duradera. Estrechamente ligado al concepto de misión, está el de vocación: cada vida es una vocación en relación con Dios y toda vocación bautismal es una llamada a la santidad para todos. El acompañamiento Acompañar es una misión que la Iglesia debe llevar a cabo a nivel personal y de grupo: en un mundo “caracterizado por un pluralismo cada vez más evidente y una disponibilidad de opciones cada vez más amplia”. El Sínodo promueve un acompañamiento integral centrado en la oración y en el trabajo interior que valora también la aportación de la psicología y de la psicoterapia, en cuando están abiertas a la trascendencia. El Documento Final destaca la importancia del sacramento de la Reconciliación en la vida de fe y anima a los padres, enseñantes, animadores, sacerdotes y educadores a ayudar a los jóvenes, a través de la Doctrina Social de la Iglesia, a asumir responsabilidades en el campo


“Se fueron sin demora” María Magdalena, primera discípula misionera, sanada de sus heridas, testigo de la Resurrección, es el icono de una Iglesia joven. Los esfuerzos y la fragilidad de los jóvenes “nos ayudan a ser mejores, sus preguntas –se lee– nos desafían, las críticas son necesarias porque muchas veces a través de ellas la voz del Señor nos pide conversión y renovación”. Todos los jóvenes, incluso aquellos con diferentes visiones de vida, sin excepción, están en el corazón de Dios, y las condiciones concretas y las necesidades urgentes son diferentes entre países y continentes. De ahí la invitación a las Conferencias Episcopales y a las Iglesias particulares a continuar el proceso de discernimiento con el fin de desarrollar soluciones pastorales específicas. Sinodalidad, estilo misionero Hay que valorar los carismas que el Espíritu dona a todos, evitando el clericalismo que excluye a muchos de los procesos de toma de decisiones y la clericalización de los laicos que frena el impulso misionero. La autoridad se debe vivir en una perspectiva de servicio. Sinodal debe ser también el enfoque del diálogo interreligioso y ecuménico, orientado al conocimiento mutuo y a la ruptura de prejuicios y estereotipos, así como a la renovación de la vida comunitaria y parroquial para acortar la distancia entre los jóvenes y la Iglesia, mostrando la íntima conexión entre la fe y la experiencia concreta de vida.

El desafío digital

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profesional y sociopolítico. El desafío en sociedades cada vez más interculturales y multirreligiosas es indicar en la relación con la diversidad, una ocasión de enriquecimiento mutuo y comunión fraterna.

El entorno digital es parte integrante de la realidad cotidiana de los jóvenes, una “plaza” donde pasan mucho tiempo y donde se encuentran fácilmente. De ahí la invitación del Sínodo a habitar en el mundo digital, promoviendo las potencialidades comunicativas con vistas al anuncio cristiano, y a “impregnar” de Evangelio sus culturas y dinámicas. Reconocer y valorar a la mujer en la sociedad y en la Iglesia El documento evidencia también la necesidad de un mayor reconocimiento y valoración de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, porque su ausencia empobrece el debate y el camino eclesial: hay una urgente necesidad de cambio por parte de todos —se lee— incluso a partir de una reflexión sobre la reciprocidad entre los sexos. Se espera que “haya una presencia femenina en los organismos eclesiales a todos los niveles, incluso en las funciones de responsabilidad” y que “haya una participación femenina en los procesos de toma de decisiones eclesiales con respecto al papel del ministerio ordenado”. Cuerpo, sexualidad y afectividad El Sínodo recuerda a las familias y a las comunidades cristianas la importancia de hacer descubrir a los jóvenes que la sexualidad es un don. A menudo la moral sexual de la Iglesia se percibe como “un espacio de juicio y condena”, mientras que los jóvenes buscan “una palabra clara, humana y empática” y “expresan un deseo explícito de confrontación sobre cuestiones relacionadas con la diferencia entre la identidad masculina y la femenina, la reciprocidad entre hombres y mujeres, la

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homosexualidad”. Los Obispos reconocen el esfuerzo de la Iglesia por transmitir en el contexto cultural actual “la belleza de la visión cristiana de la corporeidad y de la sexualidad”: es urgente buscar “caminos más apropiados, que se traduzcan concretamente en la elaboración de caminos formativos renovados”. “Es necesario proponer a los jóvenes una antropología de afectividad y sexualidad capaz de dar el justo valor a la castidad” para el crecimiento de la persona, “en todos los estados de vida”. En este sentido, es necesario prestar atención a la formación de agentes pastorales creíbles y maduros desde el punto de vista afectivo-sexual. El Sínodo constata también la existencia de “cuestiones relativas al cuerpo, a la afectividad y a la sexualidad que requieren una elaboración antropológica, teológica y pastoral más profunda, que debe llevarse a cabo de la manera más adecuada y en los niveles más adecuados, desde lo local hasta lo universal”. Entre ellas surgen las relacionadas con la diferencia y la armonía entre la identidad masculina y femenina y las inclinaciones sexuales. “Dios ama a cada persona y también a la Iglesia al renovar su compromiso contra toda discriminación y violencia por motivos sexuales”. Igualmente —continúa el Documento— el Sínodo “reafirma la importancia antropológica decisiva de la diferencia y de la reciprocidad entre

hombre-mujer y considera reductivo definir la identidad de las personas a partir de su orientación sexual”. Acompañamiento vocacional Se requiere una atención especial en la acogida de los candidatos al sacerdocio, que a veces tiene lugar “sin un conocimiento adecuado y una relectura profunda de su historia”: “la inestabilidad relacional y afectiva, y la falta de raíces eclesiales son signos peligrosos. Descuidar las normas eclesiales a este respecto —escriben los Padres sinodales— constituye un comportamiento irresponsable, que puede tener consecuencias muy graves para la comunidad cristiana”. Llamados a la santidad “Las diversidades vocacionales —concluye el Documento Final del Sínodo de los Jóvenes— están reunidas en la única y universal llamada a la santidad. Lamentablemente, el mundo está indignado por los abusos de algunas personas de la Iglesia, más que animado por la santidad de sus miembros”. Por eso la Iglesia está llamada a “un cambio de perspectiva”: a través de la santidad de tantos jóvenes dispuestos a renunciar a la vida en medio de la persecución para permanecer fieles al Evangelio, puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico. Vatican News

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El pasado domingo 14 de octubre, en el marco del Sínodo de los Jóvenes que se realiza en Roma, el Papa Francisco canonizó, junto con Pablo VI, a seis católicos ejemplares; al Arzobispo de San Salvador Óscar Arnulfo Romero Galdámez (19171980); al sacerdote diocesano Francesco Spinelli (1853-1913); al presbítero Vincenzo Romano (1751-1831); a la virgen María Caterina Kasper (1820-1898); a la virgen Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús (1889-1943); y al laico Nunzio Sulprizio (1817-1836). El día anterior Francisco se acercó a visitar a Benedicto XVI en su residencia de los Jardines Vaticanos, puesto que su debilidad articular no le permitió participar en la ceremonia. Concilio Vaticano II El Papa Francisco afirmó en su homilía que “siguiendo el ejemplo del apóstol del que tomó su nombre”, Pablo VI “gastó su vida por el Evangelio de Cristo, atravesando nuevas fronteras y convirtiéndose en profeta de una

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Nuevos santos para la Iglesia

Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres”. Incluso “en medio de dificultades e incomprensiones”, Giovanni Battista Montini fue testigo de “la belleza y la alegría de seguir totalmente a Jesús”. Además de personaje de gran envergadura intelectual, espiritual y humana, fue el gran artífice del Concilio Vaticano II, por lo que, según Francisco, “también hoy nos exhorta, junto con el Concilio del que fue sabio timonel, a vivir nuestra vocación común: la vocación universal a la santidad. No a medias, sino a la santidad”. Refiriéndose al arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero, asesinado de un disparo en el corazón cuando celebraba la misa, Francisco ha dicho que “dejó la seguridad del mundo para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos”. El Papa ha llevado durante la ceremonia una reliquia muy especial de san Óscar

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Romero: el cinturón litúrgico —cíngulo— que utilizaba en aquella última misa el 24 de marzo de 1980 cuando un francotirador de los paramilitares le disparó desde fuera de la capilla del hospital de la Divina Providencia en el momento en que se disponía a pronunciar las palabras de la consagración.

Francisco ha señalado un último terreno importante: “Pidamos la gracia de saber dejar por amor del Señor: dejar las riquezas, la nostalgia de los puestos y el poder, las estructuras que ya no son adecuadas para el anuncio del Evangelio”. A continuación, presentamos a cada uno de los santos canonizados:

Dejar las riquezas Comentando la vida de los siete nuevos santos, Francisco ha hecho notar que “todos ellos, en diferentes contextos, han traducido con la vida el Evangelio de hoy, sin tibieza, sin cálculos, con el ardor de arriesgar y de dejar cosas. Que el Señor nos ayude a imitar su ejemplo”. Comentando el pasaje evangélico del joven rico —que rechazó el consejo de “vende cuanto tienes y dalo a los pobres”— y algunas enseñanzas centrales de los nuevos santos, Francisco ha subrayado que “el Señor no hace teorías sobre la pobreza y la riqueza, sino que va directo a la vida. Él te pide que dejes lo que paraliza el corazón, que te vacíes de bienes para dejarle espacio a él, único bien”. Por eso, “a quien nos ofrece la vida eterna, no podemos darle un poco de tiempo sobrante. Jesús no se conforma con un ‘porcentaje de amor’: no podemos amarlo al veinte, al cincuenta o al sesenta por ciento. O todo o nada”. Recordando que el joven rico “se fue triste”, el Papa ha comentado que “la tristeza es la prueba del amor inacabado. Es el signo de un corazón tibio. En cambio, un corazón desprendido de los bienes, que ama libremente al Señor, difunde siempre la alegría, esa alegría tan necesaria hoy”. Pero el desprendimiento debe llegar a otros campos dentro de la Iglesia, pues

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Pablo VI Nació en Lombardía (Italia) el 26 de septiembre de 1897. Fue elegido Papa el 21 de junio de 1963. Luego de 15 años de pontificado, falleció en Castel Gandolfo el 6 de agosto de 1978. Fue conocido principalmente por su inf luencia en el desarrollo del Concilio Vaticano II y por llevarlo a término. Su pontificado estuvo marcado por símbolos de humildad y cercanía con el Pueblo de Dios: En 1964, renunció al uso de la Tiara Papal, símbolo de soberanía; la Silla Gestatoria y la Corte Pontificia. Establece la costumbre de las Catequesis del Papa de todos los miércoles y la de dirigir la Homilía en todas las Misas públicas que celebra. Además, Pablo VI fue quien estableció formalmente el organismo del Sínodo de los Obispos, favoreciendo así una mayor colegialidad dentro de la Iglesia. Escribió siete encíclicas. La primera de ellas fue la Encíclica Ecclessiam suam, un programa de acción y una orientación en la ruta hacia el diálogo con el mundo, con los hombres y con otras doctrinas. Luego, en abril de 1965 y para complementar su anterior proclamación de la Virgen María como Madre de la Iglesia, publica Mense


Más detalle sobre Pablo VI en el artículo de esta edición: Rolle, Pablo, Pablo VI, el barquero de la modernidad. Humanitas N°89, 2018. Monseñor Romero, mártir al servicio del Evangelio (ver sección “Grandes Figuras del Cristianismo del S.XX”) El Arzobispo de San Salvador nació en la Ciudad de Barrios (El Salvador), el 15 de agosto de 1917 y murió mártir por odio a la fe el 24 de marzo de 1980, asesinado cuando celebraba la Misa en medio de una

naciente guerra civil entre la guerrilla de izquierda y el gobierno dictatorial de derecha. Según las investigaciones, la autoría del asesinato apunta a un grupo de aniquilación vinculado a la dictadura militar, que creía que monseñor Romero era cercano a la guerrilla marxista debido a su preocupación por los pobres, una acusación alejada de la realidad. En su lucha por los más pobres y en sus denuncias contra la dictadura, el futuro santo estuvo respaldado por los Papas Pablo VI y San Juan Pablo II.

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maio, sobre la devoción a la Virgen en el mes de mayo, donde invita a rezar el rosario y pide oraciones a María por el éxito del Concilio. Ese mismo año publicó la encíclica Misterium fidei, sobre la Eucaristía y luego, en 1966 hace una invitación a invocar a María en el mes de octubre por la causa de la paz a través de la encíclica Christi matri (1966). Al mundo no cristiano le dedica la encíclica Populorum progressio (26 de marzo de 1967), obra cumbre del pensamiento social cristiano. Ese mismo año aborda el tema del celibato sacerdotal con la encíclica Sacerdotalis caelibatus (24 de junio de 1967). Sin duda una de sus encíclicas más importantes fue Humanae vitae (25 de julio de 1968), donde aborda los complejos temas del control de la natalidad y de la contraconcepción a través de una concepción cristiana del matrimonio y de la vida misma. Esta encíclica obtuvo diversos disidentes, incluso en el seno de la misma Iglesia, constituyendo un punto de quiebre y de crítica importante durante su pontificado. Su último documento importante fue la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1975), la que iluminaría la acción pastoral de la Iglesia por los próximos 100 años.

Es hermoso que, junto a él, Pablo VI, y a los demás santos y santas de hoy, se encuentre Monseñor Romero, quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos. (Homilía Papa Francisco, 14 de octubre)

Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, fundadora de las Misioneras Cruzadas, luchadora incansable por los pobres, por la promoción de la mujer y por los ancianos Nació el 10 de enero de 1889 en Madrid, España. Después de algunos años en México, donde fue trasladada su familia, entró al Instituto de las Hermanitas de los Ancianos

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Desamparados. Luego, en 1912 fue enviada a Bolivia y entró en contacto con una realidad de extrema pobreza y auténtica degradación. En 1925 fundó una nueva congregación: las Hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia, con la que sirvió a los más necesitados y a las mujeres en Bolivia. En 1933 funda el primer sindicato femenino con el nombre de “Sociedad de Obreras Católicas”. Su lema “Fuertes en la fe de Cristo” y su objetivo “la solidaridad de la clase obrera femenina, basada en la sociología cristiana”. A su vez encabezó una manifestación de mineros, una iniciativa inédita en la década de los años treinta del siglo XX. Su vida corrió grave peligro tanto en Bolivia como en España durante la guerra civil (1936-1939). En 1942 se fue a Buenos Aires, pero su estado de salud, ya preocupante, empeoró de repente; no obstante, promovió varias instituciones a favor de los jóvenes y los pobres. Murió el 6 de julio de 1943 en Buenos Aires. Juan Pablo II celebró su beatificación en 1992 en Roma. Fue en junio de 1947, cuatro años después de la muerte de Nazaria Ignacia, cuando el Instituto recibió la aprobación definitiva de las Constituciones y el nombre de Misioneras Cruzadas de la Iglesia. Más de noventa años después, la obra iniciada en Oruro por Nazaria Ignacia cuenta con 70 comunidades en 21 países de cuatro continentes. Según cuent a Joaquina Lozano, Secretaria General de las Misioneras Cruzadas, cada 6 de julio el Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, asistía a la casa de las Misioneras para celebrar con ellas la fiesta de Nazaria

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Ignacia. En ese lugar estuvo enterrado el cuerpo de la santa, pero luego lo trasladaron a Oruro, Bolivia, donde pasó la mayor parte de su vida de apostolado y donde fundó la Congregación. El pueblo boliviano celebró con gran júbilo a la nueva santa, con música, procesiones y una vigilia de adoración la noche del 13 de octubre en la ciudad de Oruro. El vicario general de la Diócesis de Oruro, P. Jaime Encinas Ayala, se dirigió a los fieles en los exteriores del templo, Es una gran alegría saber que en Roma se encuentran el obispo, varios sacerdotes y laicos de Oruro y todo Bolivia para decir que nuestro país está presente, que se enorgullece tener su primera santa. Los orureños esta noche no podremos dormir de alegría, porque nuestra patria boliviana contará con su intercesión.

En una Misa realizada en la Basílica Menor de San Francisco (La Paz) el domingo 14 de octubre, el P. José Fuentes, Secretario General Adjunto de la Conferencia Episcopal Boliviana, agradeció la canonización y animó a los fieles a vivir la santidad como Nazaria Ignacia, quien encontró a Cristo como lo primero de su vida, encontró en Él el amor de su vida por encima de todos los bienes de este mundo y dejó todo. (…) Ella estaba totalmente disponible para Dios, eso es un santo. Verdaderamente Dios hizo obras grandes en ella. Fue una apasionada de la evangelización, de la misión. Se dedicó a la promoción humana, promoción de los más pobres y especialmente a la promoción de la mujer boliviana, tan postergada al principio del siglo X X.


Inicialmente estaban programadas seis canonizaciones para el 14 de octubre, según anunció el Vaticano en mayo de este año. Sin embargo, el Papa Francisco decidió que Nunzio Sulprizio, fallecido a los 19 años de edad, fuese también declarado santo en el marco del Sínodo de los Jóvenes. Nunzio Sulprizio nació en Pescosansonesco (Italia) el 13 de abril de 1817. Durante su infancia padeció las consecuencias de la pobreza, la enfermedad y el maltrato; especialmente de su tío materno. Desde que sus padres fallecieron, a muy temprana edad, su abuela lo educaría de manera humana y cristiana. Sin embargo, cuando ella muere, su tío lo acoge y lo obliga a trabajar como herrero en condiciones inhumanas, las cuales le habrían provocado el tumor óseo que lo llevó a la muerte el 5 de mayo de 1836, a los 19 años. Como resultado de estas difíciles condiciones de vida, Nunzio Sulprizio desarrolló una grave infección en una pierna que, al no tratarse, le causó una minusvalía. Esta aumentó y le impidió seguir trabajando, lo que provocó que su tío lo expulsara de casa y lo condenara a la mendicidad y la pobreza extrema. La situación del joven llegó a oídos de otro tío, un militar de profesión que lo recogió y lo llevó ante el coronel Felice Wochinger, quien se hizo cargo de su tratamiento médico. Gracias al coronel Wochinger, en 1832 ingresó en el Hospital de Incurables. En este lugar su salud mejoró notablemente,

aunque no llegó a recuperarse del todo, y comenzó a prepararse para recibir la Primera Comunión.

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Nunzio Sulprizio, joven, obrero y santo en el dolor

Dispuesto siempre a ayudar a todos, y pobre entre los pobres, consoló en gran manera a los demás enfermos y alivió sus miserias. Nunzio vio en sus sufrimientos la posibilidad de santificarse. Durante los dos años que permaneció en el hospital, con altibajos en su salud, el joven dio muestras de una gran cercanía a Dios: impartía catecismo, preparaba a los pequeños para la confesión y la Primera Comunión y desarrolló una profunda vida interior en la que la santificación del dolor era la piedra angular de su espiritualidad. Una vez que dejó el hospital, Nunzio se trasladó a casa del coronel Wochinger, que lo trató como a un hijo. A él le transmitió su voluntad de consagrarse a Dios. Sin embargo, la infección de la pierna empeoró y el avance de la gangrena se hizo imparable llevándolo a su muerte en 1836. El 1 de diciembre de 1963 fue beatificado por Pablo VI, convirtiéndose en protector de inválidos y víctimas de accidentes de trabajo. Nunzio Sulprizio os dirá a vosotros, jóvenes, cómo santificó e iluminó vuestros años; él es una gloria vuestra. Él os dirá que la juventud no ha de considerarse como la edad del libertinaje, de las caídas inevitables, de crisis invencibles, de pesimismos desalentadores y de egoísmos exacerbados, y sobre todo os dirá que ser joven es una gracia una fortuna. San Felipe repetía: Bienaventurados vosotros, los jóvenes, porque tenéis tiempo de hacer el bien (Pablo VI en su misa de beatificación, 1963).

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P. Vincenzo Romano, la grandeza de la misión de un párroco Vincenzo Romano fue sacerdote diocesano, nació el 3 de junio de 1751 en Torre del Greco (Italia). Recibió la ordenación sacerdotal en 1775. Por más de 30 años fue párroco de la parroquia de Santa Croce, cuyo templo reconstruyó de los escombros después de la desastrosa erupción del Vesubio en 1794. Como buen pastor, guio la comunidad que se le confió confirmándola en la fe y vivificándola con la caridad. Cuidó de los pobres y los enfermos y se interesó activamente por la realidad social de su tiempo, sobre todo por las necesidades de la gente del mar, haciendo muchas veces de mediador entre los dueños de los corales y los marineros que enfrentaban los riesgos y la fatiga de la pesca. “En él se conjugaban la profundidad y el rigor en la búsqueda de la voluntad de Dios con una carga de caridad entusiasta que lo acompañó hasta los últimos días de su vida.” (Intervención del cardenal Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos). Como estrategia misionera, inventó la “rastreadora”, que consiste en reunir, con el crucifijo en la mano, a grupos de personas o transeúntes, improvisar una predicación y luego acompañarlos a la iglesia u oratorio más cercano para rezar juntos. Murió en 1831. Fue beatificado por Pablo VI en 1963, junto con Nunzio Sulprizio. El Papa Montini lo destacó como un ejemplo para los párrocos: “Quiera Dios que el nuevo beato les demuestre qué y cómo un sacerdote con cura de almas ha de ser santo; que les sostenga en sus fracasos, que compense

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sus privaciones, que fortifique su espíritu de sacrificio y desinterés, consuele sus penas, que premie sus esfuerzos”. María Caterina Kasper, camino de la perfección evangélica al servicio de los más necesitados Nació el 26 de mayo de 1820 en Dernbach, un pueblo en Hesse (Alemania), en una familia de campesinos. Desde su primera juventud se distinguió por la asistencia a enfermos a domicilio y ayuda a los pobres. Pronto se le unieron otras mujeres deseosas de llevar una vida de perfección y asistir a los niños, ancianos y necesitados. En 1846 formaron una Asociación de Caridad con el propósito de propagar la virtud y curar a los enfermos en el alma y en el cuerpo. En 1847, con el aval del obispo Peter Josef Blum, unos once pesos y mucha fe, comenzó la construcción de la llamada «Pequeña Casa de Nazaret», donde acogieron a pobres y enfermos. Con el tiempo, más jóvenes se unieron y el 15 de agosto de 1851 este pequeño grupo llegó a ser una congregación religiosa. Catalina eligió el nombre “Siervas Pobres de Jesucristo”. La madre María Caterina siguió la formación de novicias y la apertura de nuevas casas, incluso en el extranjero, para ayudar a los inmigrantes alemanes. Visitaba constantemente las casas, cada vez más numerosas, para conocer en persona los problemas y dificultades y llegaba por sorpresa, para que no le rindieran honores, viajando a pie y, a menudo, en condiciones precarias. Murió de infarto el 2 de febrero de 1898 y fue beatificada por Pablo VI el 16 de abril de 1978.


Nació en Milán el 14 de abril de 1853, fue ordenado sacerdote en 1875, comenzó su apostolado entre los pobres en la parroquia de su tío Don Pietro. En 1882 conoció a Caterina Comensoli, que deseaba convertirse en religiosa de

una congregación cuyo propósito fuera la Adoración Eucarística. Entre miles de vicisitudes se llega a la fundación de un instituto que debía dividirse. La Madre Comensoli estableció la Congregación de las Hermanas Sacramentinas y Francesco la de las Hermanas Adoratrices del Santísimo Sacramento.

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Francesco Spinelli, fundador y promotor de la vida religiosa femenina

Promovió a los marginados, rechazados, y estableció escuelas, oratorios, asistencia a los enfermos o ancianos solitarios. Murió el 6 de febrero de 1913 y fue beatificado por Juan Pablo II en 1992.

El mensaje de Francisco en Irlanda E n agosto se desarrolló el Encuentro Mundial de las Familias, convocado por el Santo Padre y promovido por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida de la Santa Sede. Este tuvo como tema “El Evangelio de la Familia: Alegría para el Mundo”. El Papa estuvo ahí entre los días 25 y 26 de agosto, donde no solo participó de los eventos propios del encuentro, presidiendo la vigilia del sábado por la noche y la misa del domingo por la mañana, sino también aprovechó la ocasión para dirigir discursos a las autoridades locales y eclesiales y para reunirse con un grupo de víctimas de abusos por parte de miembros del clero. Francisco ofreció un mensaje estimulante, realista y práctico. Para el Santo Padre el Encuentro es “un testimonio profético del rico patrimonio de valores éticos y espirituales que cada generación tiene la tarea de custodiar y proteger”

(Encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático). Habló de la familia, “pegamento de la sociedad” y de su significado para la Iglesia que es una “familia de familias”. Se trata de un mensaje profético en un momento en el cual emerge la necesidad de unidad, en un mundo marcado por la división entre los pueblos y por el conflicto exasperado. Francisco llega a un país muy diferente de aquel que encontró San Juan Pablo II hace 40 años. Secularizado, inmerso en las contradicciones de la modernidad y profundamente herido por el escándalo de los abusos sexuales cometidos por miembros del clero. La Iglesia irlandesa, que hasta hace poco era una institución fuerte, hoy en día se encuentra asediada y humillada. A continuación, algunos de los mensajes clave del encuentro.

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El matrimonio, testimonio de lo duradero en una cultura de lo efímero En su visita a la Procatedral de Santa María en Dublín, el Papa rescató el significado del amor matrimonial, que es amor para toda la vida. “¿Cómo podemos experimentar, en esta cultura de lo efímero, lo que es verdaderamente duradero?” se preguntó. En esta cultura de lo efímero “parece que nada hermoso, ni precioso dura”. Sin embargo, el amor es una promesa para toda la vida, esa sí es una promesa para hacer crecer y hacer fecundo el amor. “Sabemos que el amor es lo que Dios sueña para nosotros y para toda la familia humana. Por favor, no lo olvidéis nunca. Dios tiene un sueño para nosotros y nos pide que lo hagamos nuestro. No tengáis miedo de ese sueño. Soñad a lo grande. Custodiadlo como un tesoro y soñadlo juntos cada día de nuevo. Así, seréis capaces de sosteneros mutuamente con esperanza, con fuerza, y con el perdón en los momentos en los que el camino se hace arduo y resulta difícil recorrerlo”. Algunas de las claves que entrega para hacer fecundo el amor consiste en rezar juntos en familia, hablar de cosas buenas y santas y dejar que María entre en nuestras vidas. Celebrar las fiestas cristianas y transmitirles a los hijos que es una fiesta en familia. A su vez, vivir en profunda solidaridad con cuantos sufren y están al margen de la sociedad, y que los hijos aprendan. El valor del perdón Para el Santo Padre, cualquier familia es un faro si acoge el perdón, que es “un

regalo especial de Dios que cura nuestras heridas y nos acerca a los demás y a él”. Esto pues perdonar significa “dar algo de sí mismo” y con la fuerza del perdón de Jesús nosotros también somos capaces de perdonar. “Gestos pequeños y sencillos de perdón, renovados cada día, son la base sobre la que se construye una sólida vida familiar cristiana”. Como le gusta hacer, recordó las tres palabras que deben pronunciarse a menudo en el hogar: “perdón”, “permiso (o por favor)” y “gracias”*. Y destacó en especial la necesidad de restaurar la paz y el cariño después de una discusión. “No hay familia perfecta. Sin el hábito de perdonar, la familia se enferma y se desmorona gradualmente”. Amor abierto a la transmisión de la vida y de la tradición En su mensaje valoró al matrimonio como único entre todas las formas de fecundidad humana y “signo sacramental de la nueva y eterna alianza entre el Señor y su esposa, la Iglesia”. “Es un amor que da origen a una vida nueva. Implica la responsabilidad mutua en la transmisión del don divino de la vida y ofrece un ambiente estable en el que la vida nueva puede crecer y florecer”. Respecto a los ancianos resaltó su valor en la vida de la Iglesia y la familia: “una sociedad que no valora a los abuelos es una sociedad sin futuro. Una Iglesia que no se preocupa por la alianza entre generaciones terminará careciendo de lo que realmente importa, el amor. Nuestros

* Palabras pronunciadas originalmente en su discurso a las Familias del mundo con ocasión de su peregrinación a Roma en el Año de la Fe (26 octubre 2013): AAS (2013), 980.

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Y concluyó “vosotras, familias, sois la esperanza de la Iglesia y del mundo. (...) Con vuestro testimonio del Evangelio podéis ayudar a Dios a realizar su sueño, podéis contribuir a acercar a todos los hijos de Dios, para que crezcan en la unidad y aprendan qué significa para el mundo entero vivir en paz como una gran familia”. Abuso contra menores El tema del abuso estuvo muy presente en el viaje, debido a la publicación del Informe preparado por el Gran Jurado de Pensilvania, sobre el abuso sexual de menores cometidos por miembros del clero católico. A raíz de este informe, escribió el Papa, el 20 de agosto, una Carta al Pueblo de Dios. El eco de lo sucedido se dejó sentir

en Irlanda. Francisco expresó en varias ocasiones dolor y vergüenza por tales abusos. Lo hizo en su encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático en el Dublin Castle, se reunió con algunas víctimas de abuso, rezó ante el Santísimo en la Procatedral de Santa María de Dublín por todas ellas y en la ceremonia final del Encuentro reemplazó el Acto Penitencial con un pedido de perdón por los abusos sexuales cometidos por el clero.

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abuelos nos enseñan el significado del amor conyugal y parental”, señaló en la Fiesta de las Familias.

El Papa se refirió directamente al “grave escándalo causado en Irlanda por el abuso de menores por parte de miembros de la Iglesia encargados de protegerlos y educarlos”. Reconoció que “el fracaso de las autoridades eclesiásticas —obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros— para enfrentar adecuadamente estos delitos repugnantes ha despertado indignación y sigue siendo la causa del sufrimiento y la vergüenza para la comunidad católica”.

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¿Por qué viajó el Papa Francisco a los países Bálticos? El Papa viajó a Lituania, Letonia y Estonia del 22 al 25 de septiembre; naciones que celebran sus 100 años de independencia.

Papa rinde homenaje a judíos exterminados en Lituania.

“La libertad, como sabemos, es un tesoro que debe ser constantemente preservado y transmitido, como un legado precioso, a las nuevas generaciones”, dijo el Papa Francisco en su videomensaje enviado a los pueblos de Lituania, Letonia y Estonia antes de comenzar su visita, en septiembre de este año. Francisco se presentó como un pastor que abraza a toda la población para ofrecer “un mensaje de paz, buena voluntad y esperanza”. Así, el Papa vuelve a elegir las periferias del mundo y evita los centros de poder, dando visibilidad a una iglesia que ha sufrido la persecución, y su población padecido la ocupación alemana, nazi y soviética. “En tiempos de oscuridad, violencia y persecución, la llama de la libertad no se apaga, sino que inspira la esperanza de un futuro en el que

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la dignidad dada por Dios a cada persona sea respetada y todos nos sintamos llamados a colaborar en la construcción de una sociedad justa y fraterna”, expresó el Papa Francisco en su mensaje. Según la Oficina de Prensa de la Santa Sede, en Lituania casi el 80% de los 2,8 millones de habitantes se definen católicos. En Letonia, alcanzan cerca el 21% de una población de 1,9 millones y en Estonia, apenas llegan al 0,5% de sus 1,3 millones de habitantes. Hoy estos países conviven entre la emigración masiva de sus jóvenes a occidente, la crisis económica y los conflictos geopolíticos de la región que se extienden a Georgia, Rusia y Ucrania. “Espero que mi visita sea una fuente de aliento para todas aquellas personas


Tres naciones marcadas por una historia común Letonia, Lituania y Estonia comparten historias similares: los tres formaban parte de la Rusia zarista, ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y pasaron décadas bajo el gobierno comunista soviético antes de independizarse en 1991. Esa historia dejó su huella en el pueblo de la región y la forma en que los cristianos locales se relacionan con su fe. Durante su viaje a la región, del 22 al 25 de septiembre, el Papa Francisco observó de primera mano el efecto que esas décadas han tenido en la Iglesia en la región del Báltico. El padre Peteris Skudra, director de Radio María Letonia, dice que la ocupación soviética de ese país tuvo dos grandes efectos: unió a todos los cristianos en redes de resistencia clandestinas y grupos de oración, y causó una brecha generacional en la transmisión de la fe. Explicó que hay tres generaciones de letones con diferentes relaciones con la religión: abuelos que se bautizaron y son creyentes, padres que no se bautizaron y no tuvieron formación reli-

giosa porque la Iglesia fue suprimida, y los niños, que ahora están en sus treinta, y que tienen curiosidad por saber cuál es el papel que la Iglesia puede jugar en sus vidas.

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de buena voluntad que, inspiradas por los valores espirituales y culturales más profundos heredados del pasado, trabajan pacíficamente para aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas necesitados y para promover la unidad y la armonía en la sociedad, en todos los niveles”, agregó en su mensaje preliminar. Al regresar de su viaje apostólico, volvió a resaltar el objetivo de su visita: “Ahora que gozan de libertad, mi misión fue anunciarles nuevamente la alegría del Evangelio y la revolución de la misericordia y de la ternura, porque para darle sentido y plenitud a la vida, además de la libertad, es indispensable el amor que viene de Dios”.

Esa brecha generacional y un sentido profundamente arraigado de la vida privada frente a la vida pública, se traduce en que muchos católicos letones luchan por conectar su fe a su vida diaria. «Somos un país con raíces cristianas, pero para muchos no hay una relación diaria con Dios», dijo el padre Skudra. Gracias al trabajo de los grupos de oración clandestinos durante los años soviéticos, los católicos letones tienen al menos una conexión cultural con su fe. El momento culminante del año para los católicos y otros cristianos es el 15 de agosto (la fiesta de la Asunción), cuando se lleva a cabo una peregrinación nacional a la ermita de la Madre de Dios en Aglona. Allí las personas se conectan con su herencia católica. «Muchas personas vienen a la confesión durante la peregrinación y nos dicen que su última confesión fue hace un año durante la peregrinación del año pasado», dijo el P. Skudra. El santuario y la devoción mariana que promueve es un recordatorio de cuánto lucharon los cristianos para mantener viva a la Iglesia en su país. En el siglo X V I I, los frailes dominicanos que viven en Aglona trajeron el icono de la Madre de Dios a su hogar y construyeron una iglesia a su alrededor en 1768. Se considera que el icono tiene poderes curativos y ha sido una fuente de devoción popular y peregrinación para los católicos desde que la imagen fue instalada por primera vez. Bajo el gobierno soviético, especialmente hacia el final del régimen, los católicos hicieron peregrinaciones secretas al santuario, rezando por su país.

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una invitación conjunta al Papa Francisco para visitar Estonia, quien participó en dos encuentros ecuménicos durante su viaje: uno en la Catedral de Riga y otro con jóvenes en la Iglesia Luterana Carlos de Tallin, resaltando así las sólidas relaciones ecuménicas en la región. Basílica de la Asunción, Aglona, Lituania.

Una vez que el régimen soviético cayó a principios de los 90, Aglona seguía siendo un lugar importante porque no había muchas otras opciones de lugares para retiros. Hoy católicos, ortodoxos e incluso luteranos asisten a los servicios en el santuario el 15 de agosto. El Papa Francisco lo visitó y celebró una misa el 24 de septiembre. El P. Skudra dijo que el trabajo de reevangelizar a Letonia y ayudar a las personas a conectar su fe a sus vidas diarias se está realizando a través del trabajo de organizaciones como Radio María y grupos dirigidos por laicos como Alpha y Encuentros para Matrimonios. Dijo que tener laicos discutiendo los problemas cotidianos a través de la lente de su fe de una manera no dogmática, tiene buena resonancia entre los letones. Aun así, solo alrededor del 55% de los letones se identifican como cristianos. En Estonia la situación es aún más difícil. Alrededor del 75% de los estonios afirman que no tienen religión, y menos del uno por ciento de la población es católica. La colaboración ecuménica es una necesidad para aliviar lo que el Administrador apostólico de Estonia, Philippe Jourdain, llama la «inseguridad espiritual» con la que viven los estonios. El obispo Jourdain explica que él y el obispo luterano Urmas Viilma presentaron

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En Lituania, a pesar de tener una historia similar, a la Iglesia le ha ido mejor. Aproximadamente el 89% de los lituanos son cristianos, y de ellos el 77% son católicos. Aquí, también, las décadas de ocupación por rusos y soviéticos llevaron a una red clandestina de actividad cristiana. La fe cristiana y la independencia política del país se ven entrelazadas en cierta medida. Una capilla en Vilnius dedicada a María como la Madre de la Misericordia es un recordatorio nacional de la lucha por la independencia lituana. La imagen de la Virgen María como la Madre de la Misericordia ha estado en exhibición en el mismo lugar desde el siglo XVII, cuando se construyó un muro alrededor de la ciudad. Cada puerta tenía una imagen colgada sobre ella. La imagen de la Madre de la Misericordia colgaba sobre la puerta conocida como La Puerta del Amanecer y sobrevivió a dos incendios, la destrucción del muro, la Segunda Guerra Mundial y la ocupación soviética. Es la única imagen de la muralla de la fortaleza que sobrevivió. La capilla, que el Papa visitó el 22 de septiembre, ahora está dedicada a los lituanos que murieron por su fe y su país. Una réplica de la imagen se instaló en una capilla dedicada en las Grutas del Vaticano en 1968. Al día siguiente visitó la antigua sede de la KGB en Vilnius, uno de los muchos lugares donde el Beato Teofi-


secretamente en 1929, y solo regresó a la libertad en Lituania en 1933. En 1946 estuvo nuevamente en la cárcel porque se negó a cooperar con los soviéticos. En los años 60 le negaron el permiso para ir al Concilio Vaticano II. En 1962, después de una inspección de KGB de su apartamento, le inyectaron veneno y murió. La antigua sede de la KGB y la cárcel en Vilnius ahora es el Museo de las Luchas por la Ocupación y la Libertad.

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lius Matulionis fue encarcelado antes de morir envenenado en 1962. El beato Matulionis nació en Kudoriskis, Lituania, y se convirtió en sacerdote en 1900 en San Petersburgo, Rusia (Lituania era parte de Rusia en ese momento). Pasó un total de 17 años en prisión, primero a manos de los rusos, luego a manos de los soviéticos que intentaron acabar con todas las religiones. A pesar de estar en la cárcel, fue ordenado obispo

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Papa junto al presidente Raimonds Vejonis frente al monumento a la libertad en Letonia.

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V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana de la Iglesia Católica en Estados Unidos Inspirada por la visión del Papa Francisco de una Iglesia en salida —que siempre “primerea” en el anuncio de la Buena Noticia del amor infinito y misericordioso de Dios—, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB por sus siglas en inglés) decidió realizar el V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina en el transcurso del presente Plan Estratégico que corresponde a los años 2017-2020. El encuentro tuvo lugar en las cercanías de Dallas, entre el 20 y 23 de septiembre. Asistieron a este evento más de 3.000 delegados, sobre todo laicos y familias, pero también sacerdotes, religiosos y religiosas provenientes de parroquias, diócesis, regiones, movimientos y organizaciones. Junto con ellos, se hicieron también presentes más de 150 Obispos de todo el país. El Papa Francisco en su mensaje para el Encuentro mencionó: Soy consciente del aporte que la comunidad hispana ofrece a la vida de la nación y rezo para que el V Encuentro siga contribuyendo a la renovación de la sociedad y al apostolado de la Iglesia en los Estados Unidos de América.

Por su parte, Guzmán Carriquiry, quien fue invitado al encuentro y pronunció algunas palabras en el día conclusivo, destacó el momento particular en que se desarrolla, haciendo de él un “bálsamo para las heridas”: Lo que más me impresiona es que la Providencia de Dios haya querido que este Encuentro se celebrara precisa-

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mente dentro de un momento muy difícil para la Iglesia en Estados Unidos. La Providencia de Dios ha querido que este Encuentro fuera un kairos, un fuerte acontecimiento del Espíritu de Dios, con abundantes gracias y dones, para bien de la Iglesia en Estados Unidos, en estos tiempos sufridos. ¡Un bálsamo para las heridas! ¡Una caricia de Dios! ¡Un consuelo en tiempos de turbulencia y desolación! No he encontrado aquí a nadie que se asemejara a aquellos discípulos de Emaús cuando caminaban entristecidos, abatidos, deprimidos, confusos, ante la ignominia de la Cruz en el Calvario, sino que encontré hombres y mujeres que se asemejan a aquellos discípulos cuando sienten arder su corazón al reconocer la presencia de Cristo y su compañía en el camino, convertidos en sus testigos, dispuestos a proclamar con “parresia” ese acontecimiento de salvación. ¡Y vaya si hemos encontrado al Señor durante estas Jornadas, en el rostro de los participantes, en los testimonios compartidos, en la presencia y palabras de los Obispos, en las bellísimas celebraciones litúrgicas!

El profesor Carriquir y menciona algunos consejos para los días posteriores al encuentro: permanecer con Cristo en la vida cotidiana, no olvidar a los hermanos hispanos que han ido perdiendo su arraigo en la tradición católica, hacer crecer las voces y liderazgos en la vida pública sobre la cuestión hispana (inmigración, discriminación, explotación), aprender a enriquecerse


vez mayor realidad a aquella intuición profética de San Juan Pablo II sobre la “Ecclesia in America” y a la solidaridad entre pueblos y naciones como “forma mundis” de esta comunión eclesial.

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mutuamente entre las diversas formas de inculturación de la fe, pedir por las vocaciones sacerdotales y, finalmente, anima a los hispanos americanos a llegar a ser como un puente que dé cada

Papa Francisco publica constitución apostólica sobre el Sínodo de los Obispos

En las semanas previas al comienzo del

Sínodo de los Obispos bajo el título “Los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, el Vaticano hizo pública la constitución apostólica Episcopalis communio del Papa Francisco, sobre la función y estructura del organismo sinodal. El documento pontificio está conformado por dos secciones: una doctrinal, compuesta de 10 párrafos, y otra disciplinar, que contiene 27 artículos. El Santo Padre asegura que “la comunión episcopal” (Episcopalis communio), con Pedro y bajo Pedro, se manifiesta en modo peculiar en el Sínodo de los Obispos, que, instituido por Pablo VI el 15 de septiembre de 1965, constituye uno de los legados más preciosos del Concilio Vaticano II”.

El Papa destaca también que “las Asambleas del Sínodo han demostrado ser un instrumento válido de conocimiento mutuo entre los obispos, oración común, confrontación leal, profundización de la doctrina cristiana, reforma de las estructuras eclesiásticas, promoción de la actividad pastoral en todo el mundo”. “De esta manera, estas Asambleas no solo se han configurado como un lugar privilegiado para la interpretación y recepción del rico magisterio conciliar, sino que también han ofrecido un considerable impulso al posterior magisterio papal”. Francisco señala que en la actualidad, “en un momento histórico en que la Iglesia entra en ‘una nueva etapa de evangelización’”, en

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que la Iglesia debe encontrarse en todas partes en un “estado permanente de misión”, el Sínodo de los Obispos “está llamado, como cualquier otra institución eclesiástica, a convertirse cada vez más en ‘un canal adecuado para la evangelización actual’”. Citando a la constitución dogmática Lumen gentium y al Código de Derecho Canónico, el Papa destaca que “en particular, el Colegio Episcopal nunca existe sin su Cabeza; pero también el Obispo de Roma, que posee ‘en la Iglesia un poder pleno, supremo y universal, que siempre puede ejercer libremente’, ‘está siempre unido en comunión con los demás Obispos y con toda la Iglesia’”. El primer artículo de la Constitución Apostólica determina que “el Sínodo de los Obispos está directamente bajo el Romano Pontífice, que es su presidente”. A continuación, el Santo Padre determinó que el Sínodo de los Obispos se reúne en tres situaciones: la primera es la Asamblea

General Ordinaria, “si se tratan asuntos concernientes al bien de la Iglesia universal”; una segunda ocasión es la Asamblea General Extraordinaria, “si los asuntos a tratar, que conciernen al bien de la Iglesia universal, requieren una consideración urgente”; y la tercera es la Asamblea especial, en caso de “temas que se refieren principalmente a una o más áreas geográficas específicas”. Además, de acuerdo al documento pontificio, “si el Romano Pontífice lo considera oportuno, particularmente por razones ecuménicas, puede convocar una Asamblea sinodal de acuerdo con otras modalidades establecidas por él mismo”. La constitución apostólica Episcopalis communio describe luego temas propios de la conformación del Sínodo, de su duración, de la consulta al pueblo de Dios, entre otros. El documento del Papa Francisco fue aplicado en la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que se realizó en Roma del 3 al 28 de octubre.

Ayuda de la Iglesia Católica a la crisis humanitaria en Siria e Irak Durante septiembre se llevó a cabo una reunión sobre la crisis humanitaria de Siria e Irak, organizada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y en la que participó el Papa Francisco durante el último día. El objetivo de este encuentro, en línea con el camino emprendido en los últimos seis años, fue “ser un tiempo de reflexión y comunión fraternal” entre todas las instituciones eclesiales que participan en las obras de caridad y asistencia a las poblacio-

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nes afectadas por esta crisis humanitaria, acerca de la cual el Santo Padre ha llamado repetidamente la atención de la opinión pública. Para ello, se propuso hacer un balance de la labor realizada hasta ahora por los organismos caritativos católicos en el contexto de la crisis, compartiendo la información sobre la evolución de la situación humanitaria y las respuestas de la Iglesia; discutir los asuntos críticos que han surgido e identificar las prioridades para el futuro; analizar la situación de las comunidades cristianas que residen en los países


PANOR AMA Cáritas entrega ayuda en Siria.

afectados por la guerra, promoviendo la sinergia entre los organismos eclesiales, las congregaciones religiosas y las diócesis. Este año se dedicó una reflexión particular a las perspectivas realistas de un retorno voluntario de los desplazados internos y los refugiados a sus comunidades de origen.

católicas —ONG, diócesis e institutos religiosos—, desde 2014 la Iglesia ha destinado mil millones de dólares a paliar los efectos de la guerra en ambos países. 14.000 personas implicadas

“La situación en Siria después de tantos años de guerra está tan deteriorada que no es fácil volver a empezar”, afirmó el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, durante la reunión. “Pero también hay premisas positivas”, reconoció. Así se desprende también del informe La respuesta de las instituciones católicas a la crisis humanitaria sirio-iraquí 2017-2018, elaborado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y presentado durante el encuentro.

Pasados los momentos más graves de la crisis, esta ayuda no solo ha permanecido constante, sino que se ha consolidado. 2017 fue, desde 2014, el año que más recursos se destinaron a la región: 286 millones de dólares, de los que se beneficiaron 4,6 millones de personas. Este año está prevista una inversión algo menor, 230 millones de dólares, que llegarán a 3,9 millones de beneficiarios. El conflicto causado por la guerra civil en Siria desde 2011 y la irrupción del Daesh en Irak han dejado a 13 millones de sirios y 8,7 millones de iraquíes en situación de necesidad.

Según los datos recogidos en el documento, procedentes de 84 instituciones

Además, se subraya la capacidad de movilización de la Iglesia: en Siria e Irak,

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Cristianos huyendo de Irak.

y otros países afectados por la llegada de refugiados como el Líbano, Jordania, Turquía, Egipto y Chipre, más de 5.800 profesionales y de 8.300 voluntarios han trabajado para ayudar a los afectados. El año pasado los fondos se repartieron geográficamente entre Siria (35%), Líbano (30%), Irak (17%) y Jordania (9%). Un reparto que, un año después, es más equilibrado, con un 31% para Siria, un 25% para el Líbano, un 22% para Irak y un 15% para Jordania. De la emergencia a la recuperación Con todo, la principal novedad del informe de este año, el tercero que se elabora desde 2014, es que “por primera vez

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miramos hacia el futuro, con el final de la fase aguda de la emergencia en la mayoría de los sectores de intervención” —en algunas zonas de Siria todavía persiste el conflicto— “y una transición a la fase de primera recuperación”. Este cambio de tendencia ya se dejó notar en 2017. Ese año, las principales partidas fueron educación (26% de los fondos), alimentación (19%) y atención sanitaria (11%). Pero también se empezó a destinar más dinero que antes a garantizar unos ingresos a las familias (por ejemplo, mediante formación o proyectos de generación de empleo, con un 7% de los fondos), a ayudas al alquiler y rehabilitación de casas (6%), a apoyo psicosocial y


Este esfuerzo para que las familias tengan “más estabilidad” que les permita “reconstruirse en el futuro” se está incrementando este año. La educación ha continuado en cabeza (20%), seguida de la atención sanitaria (18%) y las actividades destinadas a dotar de ingresos a las familias (10%). Las partidas para la adquisición de alimentos y otros productos de emergencia se redujeron. El informe constata con preocupación, sin embargo, que “las crecientes necesidades [en este ámbito] están insuficientemente cubiertas”. La educación, la atención sanitaria y psicosocial todavía son prioridades, pero “el mayor desafío hoy es responder a una necesidad cada vez creciente de estabilidad para el futuro de las familias, programas de desarrollo agrícola y económico, relanzamiento del tejido social y económico, formación profesional y lanzamiento de actividades laborales”. Sombras en el retorno a Nínive Un síntoma de la importancia de este aspecto es el gran peso que en los últimos meses ha tenido la promoción del regreso voluntario de los desplazados iraquíes a sus lugares de origen en la llanura de Nínive, de donde habían sido expulsados por el Daesh. Además de la reconstrucción de casas, escuelas, clínicas y templos, del apoyo social y del acompañamiento pastoral, es clave “aumentar la concienciación para que se garanticen condiciones seguras y dignas” a los retornados.

El cardenal Parolin aludió en su intervención a esta necesidad. Las tensiones entre el Gobierno central de Bagdad y el regional del Kurdistán —explicó— “siguen teniendo efecto sobre la normalización de la vida de las comunidades cristianas”. Esto causa “fuerte preocupación por el futuro”, incluido el temor a que se modifique la composición demográfica de esa región, “cuna del cristianismo en Irak”.

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a protección legal. Esta última área, que implica el asesoramiento y la asistencia legal a los afectados por la guerra, es importante para la Iglesia sobre todo en el Líbano, pero también en Jordania, Turquía y Chipre.

La inseguridad sigue siendo un problema en Siria En lo que respecta a Siria, el informe recuerda que, a pesar de la mejora de la situación, la preocupación predominante sigue siendo “la seguridad y el acceso a algunas zonas del país, unida a la inestabilidad de la situación socio-política”. El secretario de Estado del Vaticano también aludió a esta cuestión. “El Papa Francisco continuará repitiendo sus llamamientos por la paz porque estamos convencidos de que solo por el camino del diálogo y la negociación se podrá llegar a una solución pacífica y duradera”. Por el contrario —continuó—, “sin perspectivas de paz y esperanza para el futuro, sin un proceso de justicia y reconciliación, sin un esfuerzo de curación de las heridas que implique a todos los componentes de las respectivas sociedades, nos arriesgamos a que antes o después se reavive el fuego bajo las cenizas”. Más directo incluso fue el cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, que afirmó que “el conflicto en Siria terminará cuando termine la guerra en el seno del Consejo de Seguridad [de la ONU], donde hemos visto tantos desencuentros”.

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Atención a las comunidades de acogida Además de la necesidad de seguir apostando por la reconstrucción material y de las personas, el informe del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral recoge una serie de reflexiones destinadas a orientar la labor de la Iglesia en el futuro, siempre desde una doble perspectiva: “La humanitaria, desarrollada para todas las personas que lo necesitan, sin distinción, y el trabajo específico de brindar asistencia y apoyo a las comunidades cristianas locales”. Una de ellas es la preocupación por las tensiones intercomunitarias que se dan entre los habitantes de los países de acogida de refugiados y las comunidades desplazadas; una cuestión que “no se puede subestimar”. A la hora de acoger a los desplazados, subrayan los autores, “debería prestarse cada vez más atención a las comunidades anfitrionas” y “continuar trabajando en la cohesión social, el acceso justo a los servicios públicos y el apoyo a los más vulnerables” también entre la población local. Otras prioridades para los próximos años, según el documento, es promover

la implicación de los actores locales, capacitándolos para que tengan un protagonismo cada vez mayor; así como la labor de activismo social, concienciando y defendiendo los derechos de los refugiados y las comunidades cristianas y alzando la voz para que se logre una paz sostenible. El regreso, un «deber de civilización» En su encuentro con los participantes, el Papa Francisco ha pedido a la comunidad internacional que renueve sus esfuerzos por la paz en estos países para que puedan regresar con seguridad a sus hogares los millones de desplazados, algo que ha considerado “un deber de civilización”. También ha exhortado a superar “la lógica del interés y [ponerse] al servicio de la paz poniendo fin a la guerra”. Francisco ha agradecido la labor que realizan estas organizaciones sobre el terreno y destacó “este año el gran trabajo realizado para apoyar el regreso de las comunidades cristianas en la llanura de Nínive, en Irak, y los cuidados de salud proporcionados a tantos enfermos pobres en Siria, en particular a través del proyecto Hospitales Abiertos”. Alfa y Omega

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LA REPRESIÓN RELIGIOSA ALCANZA LOS «NIVELES MÁS DUROS» En el informe de la comisión internacional de Libertad Religiosa de los EE. UU. (USCIRF), 16 países fueron designados como Nivel 1: el nivel más severo de represión: Myanmar, República Centroafricana, China, Eritrea, Irán, Nigeria, Corea del Norte, Pakistán, Rusia, Arabia Saudita, Sudán, Siria, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Vietnam. Según el informe, un país de Nivel 1 es «cualquier país cuyo gobierno participe o tolere violaciones particularmente graves de la libertad religiosa, es decir, aquellas que sean sistemáticas, continuas y atroces». Otros 12 se enumeraron como países de Nivel 2: Afganistán, Azerbaiyán, Bahrein, Cuba, Egipto, India, Indonesia, Irak, Kazajistán, Laos, Malasia y Turquía. El Nivel 2 está definido por USCIRF como “naciones en las cuales las violaciones involucradas o toleradas por el gobierno durante 2017 son graves y se caracterizan por al menos uno de los elementos del ‘estándar de CPC’ sistemático, continuo y atroz”. Estos países, dijo USCIRF, “representan las preocupaciones más urgentes sobre la libertad religiosa en todo el mundo”. Entre las opciones de política que el informe recomendaba para el gobierno de los EE. UU., estaba “presionar al gobierno del país para que las leyes y regulaciones nacionales, incluidos los requisitos de registro para las comunidades religiosas, cumplan con los estándares internacionales de derechos humanos” y “presionar al gobierno del país para que lleve a cabo investigaciones exhaustivas, y para enjuiciar a los perpetradores, de incidentes de violencia sectaria, terrorismo y otras violaciones de la libertad religiosa”. Una tercera categoría, “Entidades de particular preocupación”, estaba reservada para los Estados Islámicos, los talibanes en Afganistán y Al-Shabaab en Somalia como actores no estatales. Myanmar, China, Irán y Sudán han sido designados como países de especial preocupación en cada informe de la USCIRF desde su primera reunión en 1999. El informe anual, publicado a principios de septiembre, se centró en tres temas: la promoción de la liberación de presos específicos, el uso de leyes contra la blasfemia en al menos 69 países —y que “debería ser derogado”, decía el informe—, y las mujeres y la libertad religiosa. También abordó la realidad de los “presos de conciencia”, con la esperanza de reducir el número de presos en todo el mundo y resaltar las condiciones que llevaron a su encarcelamiento en cada país.

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Con participación de tres chilenos se constituye el Dicasterio para Laicos, Familia y Vida En un importante paso hacia la reforma de la Curia Romana, querida por el Papa Francisco, se creó el Dicasterio para Laicos, Familia y Vida hace dos años. En mayo de 2018 se dieron a conocer los Estatutos, y a principios de octubre se llevó a cabo el nombramiento de los 25 miembros -más tres cardenales que habían sido señalados con anterioridad- y 26 consultores, entre quienes se encuentras tres chilenos: el matrimonio compuesto por Pilar Escudero y Luis Jensen, pertenecientes al Instituto de Familias de Schoenstatt, y Ana María Celis, actual presidenta del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas, profesora de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Las competencias del Dicasterio para Laicos, Familia y Vida son aquellas que anteriormente pertenecían al Consejo Pontificio para los Laicos y al Consejo Pontificio para la Familia, dos organismos que se han fusionado y han dejado de existir. Trabaja sobre “aquellas materias que pertenecen a la Sede Apostólica para la promoción de la vida y del apostolado de los fieles laicos, para el cuidado pastoral de los jóvenes, de la familia y de su misión, de acuerdo con el plan de Dios, y para la protección y el apoyo de la vida humana”. El Dicasterio es presidido por el Prefecto, asistido por un secretario (que puede ser laico) y cuenta con, al menos, dos Subsecretarios laicos. Después, cuenta con un gran número de funcionarios, clérigos y laicos que son elegidos, en la medida de lo posible, de diferentes regiones del mundo, según las normas actuales de

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la Curia romana. Además de contar con sus propios consultores, tiene sus propios miembros, incluidos fieles, hombres y mujeres, solteros y casados, comprometidos en los diferentes campos de actividad y procedentes de diferentes partes del mundo, reflejando así el carácter universal de la Iglesia. Dentro de su campo de acción está: Promoción de los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo “Animar y fomentar la promoción de la vocación y de la misión de los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo, como individuos, casados o no, y también como miembros pertenecientes a asociaciones, movimientos y comunidades” es una de las bases de su naturaleza, así como “favorecer en los fieles laicos la conciencia de la corresponsabilidad, en virtud del Bautismo, para la vida y la misión de la Iglesia”. Este Dicasterio también promueve todas las iniciativas que atañen a la acción evangelizadora de los fieles laicos en los diversos sectores de las realidades temporales y promueve la participación de los fieles laicos en la instrucción catequética, en la vida litúrgica y sacramental, en la actividad misionera, en las obras de misericordia, de caridad y de promoción humana y social. Promoción de iniciativas para los jóvenes Promover el protagonismo de los jóvenes “en medio de los desafíos del mundo actual” es otra de las premisas del Dicaste-


Importancia de la mujer en la Iglesia . Cuidado de la familia en la sociedad actual Así mismo, a la luz del Magisterio papal, “promueve la atención pastoral de las familias, protege su dignidad y su bien” y basado en el Sacramento del Matrimonio, “favorece sus derechos y responsabilidades en la Iglesia y en la sociedad civil, para que la institución familiar pueda cumplir cada vez mejor sus funciones tanto en el ámbito eclesial como social”. Además, “discierne los signos de los tiempos para valorizar las oportunidades a favor de la familia” y para hacer frente, con la confianza y la sabiduría del Evangelio, a los desafíos que la atañen. En este sentido,

el Dicasterio promueve conferencias y eventos internacionales, en particular, el Encuentro Mundial de las Familias.

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rio para Laicos, Familia y Vida. Y es por ello, que apoya “todas las iniciativas del Santo Padre en el ámbito de la pastoral juvenil” y se encuentra al servicio de las Conferencias episcopales, de los movimientos y asociaciones juveniles internacionales, “para promover y organizar encuentros a nivel internacional”, siendo una tarea clave “la preparación de las Jornadas Mundiales de la Juventud”.

Por otro lado, ofrece “directrices” para los programas de formación de los novios que se preparan para el matrimonio y para los recién casados, así como para los programas pastorales que sostienen a las familias “en la educación de los jóvenes en la fe”, con una atención especial a los pobres y marginados. Sin olvidarse de la “apertura” que ofrece a aquellas familias que hayan optado por la “adopción” y “la acogida de los niños”, o incluso “al cuidado de las personas mayores”. Protección de la vida en todas sus fases Por último, ofrece un significativo apoyo para sostener “la protección de la vida humana desde la concepción hasta su fin natural” y coordina iniciativas a favor de la “procreación responsable”, alentando a las organizaciones y asociaciones a que ayuden a la mujer, especialmente en casos de embarazos difíciles, a “prevenir el aborto” y por consiguiente apreciar el don de la vida. Y en el caso de mujeres que hubieran abortado, promueven otra serie de programas para ayudarles en este complicado momento de sus vidas.

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EN MEMORIA DE... Vicente Bianchi Alarcón A los 98 años de edad y víctima de una doble pulmonía, falleció el 24 de septiembre el afamado compositor, pianista y director de coros y orquestas chileno Vicente Bianchi Alarcón, quien compuso y ejecutó innumerables obras religiosas, populares, folclóricas y doctas. En cuanto a su producción musical católica destacan la Misa a la Chilena (1965), varios de cuyos temas aún se cantan en los templos; el Te Deum (1970), oración de acción de gracias a la que le puso música y que interpretó en la Catedral Metropolitana el año 2000 con ocasión de las Fiestas Patrias; la Misa de la Cruz del Sur; la Misa del Huaso; el oratorio de Navidad Historia de Belén, y obras menores como Ave María, Magnificat, Oración por la Paz en Chile, la Canción a Teresa de Los Andes y numerosos villancicos.

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Entre sus composiciones tradicionales chilenas más conocidas está la musicalización de obras de Pablo Neruda, como las Tonadas de Manuel Rodríguez, Romance de Los Carrera y Canto a Bernardo O’Higgins. Su obra justificó plenamente el otorgamiento de galardones como el Premio Nacional de Artes Musicales, en 2016, y el Premio Nacional de Folclor, otorgado por el Sindicato de Folcloristas y Guitarristas de Chile, en 1996, entre otros. La misa de exequias, celebrada en la Catedral Metropolitana, fue acompañada por 80 voces, provenientes de los coros Vicente Bianchi y Alejandro Bianchi, que interpretaron todos los temas de la Misa a la Chilena compuestos por el galardonado artista. También durante la misa una delegación del Bafona interpretó «De la vida a la luz», una pieza creada por el fallecido maestro.


Libros Pedro Morandé: Escritos sobre Universidad* El aniversario número 130 de la Pontificia Universidad Católica de Chile ha dado ocasión para publicar un tercer libro con escritos del sociólogo Pedro Morandé. En esta ocasión, se recopiló una selección de los 12 mejores artículos y conferencias que desarrolló el autor en torno al tema de Universidad en un período de cerca de 30 años.

La mayor parte de la vida inte-

lectual del autor se desarrolló en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue profesor durante 45 años, además de prorrector y decano de la Facultad de Ciencias Sociales. Su cercanía con el quehacer universitario permitió que conociera y entendiera la misión de la institución, sintiéndose, a la vez, parte de la misma. Su preocupación por el tema de la Universidad se vio alimentada por las transformaciones que esta estaba experimentando producto de la reforma universitaria y de las corrientes modernizantes que le exigían abarcar cada vez más funciones de carácter técnico,

pero, según él, produciendo un progresivo divorcio con la sociedad y la cultura. La mayor originalidad de los escritos de Morandé, respecto a otros que puedan hacerse sobre la Universidad, es la mirada que le da a esta desde la cultura. La cultura es, precisamente, una de las principales preocupaciones intelectuales del autor. Cultura entendida como bien público (capítulo 11), como el modo en que los distintos sujetos habitan el mundo y significan la realidad. La cultura y los significados se constituyen, principalmente, en el encuentro, en el hecho de cohabitar con otros un espacio simbólico que

* Pedro Morandé (Sofía Brahm, ed.), PEDRO MORANDÉ: ESCRITOS SOBRE UNIVERSIDAD. Colección Alameda, Ediciones UC, 194 págs. Santiago, 2018.

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resulta familiar. En este sentido, la Universidad tendría para Morandé un sentido cultural profundo: son ellas las instituciones llamadas a representar la memoria histórica de una sociedad, son ellas las portadoras de la síntesis cultural de un pueblo (Capítulo 1). La Universidad es, en definitiva, “una cultura construida dentro de la cultura, que permite registrar, rememorar y transmitir las pautas de valoración de la experiencia del habitar humano que esa cultura había hecho familiar y habitual, como también explorar, anticipar y proyectar su continuidad y cambio hacia el futuro” (Capítulo 11). Lo antiguo y lo nuevo se hacen uno en esta idea de Universidad. La tradición, que es transmitida intergeneracionalmente en aquella comunidad de maestros y discípulos, necesita renovarse, perfeccionarse, resignificarse y desplegarse sobre sí para no agotarse; a la vez que el progreso y la búsqueda de verdad requieren de una cultura y de una historia para tener dramatismo, vitalidad y contexto para su narración. Esta función cultural de la Universidad, Morandé se lamenta, ha ido perdiendo prioridad, encontrándose en una tensión permanente con aquellas demandas que la sociedad moderna exige de la institución. La ciencia, que para el autor es una instancia de la cultura, en la modernidad comenzó a monopolizar para sí todos los criterios de racionalidad, generando un divorcio entre quienes

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se dedican a la ciencia y el resto de la sociedad. Como consecuencia de ello la Universidad poco a poco debió comprenderse como institución principalmente técnica, subordinada a finalidades externas a ella y perdiendo su dimensión contemplativa. Esta razón que se hace autorreferente es una razón clausurada delante del misterio o, como diría Chesterton, a quien el profesor Morandé citaba a menudo en clases, es una razón enloquecida. Este proceso redujo el saber a información, y la información se caracteriza por tener valor económico y estratégico, pero no por engrandecer nuestro conocimiento de nosotros mismos, de la naturaleza y de Dios. La información jamás deviene en sabiduría. La razón, para no transformarse en razón clausurada, debe abrirse a la fe, a la trascendencia, a la persona y al misterio. En ese sentido, el diálogo entre fe y razón constituye uno de los aspectos centrales del quehacer universitario. Las universidades están llamadas a ser aquella ventana que se abre a toda la realidad natural, humana y divina, en busca de su unidad y consistencia (Capítulo 5). En continuidad con Fides et ratio el autor postula que la razón y la fe no deben competir mutuamente, “una está dentro de la otra y cada una tiene su propio espacio de realización” ( Juan Pablo II, Fides et ratio, n.17 en capítulo 9). Las preguntas de la fe no anulan las preguntas de la razón sino que las proyectan en


LIBROS su dimensión sapiencial. De esta forma las universidades estarían contribuyendo a que la sociedad levante la mirada hacia “el sentido último de todo, al mediano y largo plazo de la vida humana, a aquella ecología social que representa cada cultura, a desarrollar la subjetividad de la sociedad que se hace sensible al destino de todos, especialmente, de los excluidos” (Capítulo 8). La misión privilegiada de la Universidad es la búsqueda de verdad y esta búsqueda, para el cristiano, va acompañada de la “certeza de conocer ya la fuente de la verdad” (S.S. Juan Pablo II: Discurso al Instituto de París,1980). El profesor Morandé se pregunta ¿Cómo se desempeña la búsqueda y el gozo de la verdad? A través del perfec-

cionamiento y ampliación del saber mediante su constante integración y logrando que aquella armonía del saber se realice al interior de cada persona (Capítulo 2). Teniendo como núcleo esta idea del gozo de la verdad que se cultiva en el saber y que se encarna en las personas (Capítulo 12), otro elemento que destaca en sus escritos es la comunidad universitaria. Antes que una institución, la universidad es, para el autor, una agrupación de personas: de maestros y estudiantes reunidos con un proyecto común, el «studium», esto es, “la aspiración a comprender la unidad y totalidad del orden del mundo y su correspondencia con el conocimiento de la interioridad de la vida humana o conocimiento de sí mismo” (Capítulo 1).

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Una comunidad de maestros y discípulos consagrados a la búsqueda de la verdad exige el acompañamiento recíproco de profesores y de estudiantes (Capítulo 10). De esta forma, lo constitutivo de la universidad es esa solidaridad intergeneracional construida entre varias generaciones.

del ser, educar una inteligencia que se distingue por su apertura. Esta idea de educación el profesor buscó plasmarla en su trabajo y reflexión acerca de la educación integral (Capítulo 6), la que influyó decisivamente en el aún vigente programa de formación general de la Universidad Católica.

Las palabras del autor son una defensa a la comunidad de maestros y discípulos como el sujeto propio de la experiencia universitaria. Solo en aquella comunidad puede acontecer la búsqueda de la verdad y el servicio a ella (Capítulo 8).

Este libro es un testimonio de la pasión del autor por aquella realidad a la que ha dedicado gran parte de su vida y, a su vez, es testimonio de su dolor al sentir que aquella realidad amada estaba dejándose arrastrar por la tecnocratización que tanto daño le hacía. Sus conferencias y artículos son una invitación a centrarse más en el pensar que en lo pensado, en el conocer que en lo conocido, en la pregunta que en la respuesta, pues, como muchas veces se le escuchó decir repitiendo las palabras de Heidegger, “preguntar es la devoción del pensar” y la pregunta engrandece al hombre y lo proyecta hacia lo trascendente.

La presencia del profesor en esta comunidad, especialmente del profesor católico, debiera ser una invitación al desarrollo de la libertad interior, un testimonio de veracidad y humildad de quien es capaz de admirarse ante todo lo que existe (Capítulo 4). Y su tarea principal es educar, esto es, sacar a luz las potencialidades

SOFÍA BRAHM J.

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LIBROS

Fundamentos y Plan de Urbanismo y A rquitectura para Chile* Una pulcra caja ilustrada por dibujos de mano del autor abriga los tres volúmenes de esta obra de plenitud, que representa fielmente el trabajo de una vida al servicio de su fe y de su patria de este reconocido arquitecto chileno, Raúl Irarrázabal Covarrubias. Como expresa el mismo autor en las bellas páginas del Prólogo a su libro —y como hemos visto en su obra y en su aproximación a la realidad expresada en tantas exposiciones habladas y en la presentación de sus proyectos—, en estos volúmenes se entrecruzan la búsqueda de la Luz (que él escribe preferentemente con mayúscula) y de la armonía en el espacio de la creación, siendo la finalidad que persigue, declara, acercarse a la primera, que identifica con Cristo —“por quien todas las cosas han sido creadas”—, y rendirle alabanza. En el primer volumen, Plan para Chile 1 (251 págs), se trata de los “fundamentos de la ciudad y del campo ideales”. En el segundo, Plan para Chile 2 (247 págs), de “la nación chilena, norte grande, * Raúl Irarrázabal Covarrubias, FUNDAMENTOS Y PLAN DE URBANISMO Y ARQUITECTURA PARA CHILE. Serie “Hacia la luz”, 3 volúmenes. Ediciones UC, 895 págs. Santiago, 2018.

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norte chico, Chile central”. En el tercero, Plan para Chile 3 (397 págs), de “Santiago, Chile central sur, los lagos y los canales”. Al igual que la caja, cada volumen es ilustrado en portada y contraportada con dibujos del autor, cuidadosamente meditados y diseñados para expresar su pensamiento, así como el contenido del todo y de las tres partes. Sus dibujos son, además, tónica muy principal del libro, y explican gráficamente lo que se quiere decir. Siguen un trazado de pluma, al que a veces se superponen colores, principalmente cuando se trata de hacer relevante el tema dominante de la luz. Este libro tiene el realismo propio de un viajero. En efecto, Raúl

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Irarrázabal, que conserva apuntes y dibujos de los más diversos lugares del mundo que ha visitado y que aquí muchas veces reproduce, no se dio por satisfecho para realizar esta obra sobre Chile sino habiendo antes recorrido, de Arica a Magallanes, todas sus capitales y dibujado con meditación sus múltiples plazas. Dicho “realismo” se enriquece no obstante en este caso de un factor que diríamos cósmico, que lleva al autor también más allá de la estratosfera, a diseñar por ejemplo una “Estación espacial en el Universo”, en un lance de alma que lo hermana —no solo en este punto, pero aquí de modo más claro— con el autor de “El Principito”, Antoine de Saint-Exupery.


Como puso de relieve el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio, en un ensayo publicado en Humanitas 47 (y reeditado en Humanitas 70), tratando de la recuperación del vínculo social en nuestras ciudades, “la pérdida de las referencias espaciales y las continuidades temporales va vaciando también la vida del habitante de la ciudad de determinadas referencias simbólicas, de aquellas ‘ventanas’, verdaderos ‘horizontes de sentido’ hacia lo trascendente, que se abrían aquí y allá, en la ciudad y acción humana...”, hasta encontrarse muchas veces la persona perdida en su propia ciudad, en un espacio que algunos llaman nuevo, pero que Bergoglio llamó “no lugares”.

LIBROS

Si se quiere develar la f ilosofía que inspira esta obra y en general el trabajo de toda una vida de Irarrázabal, es conveniente detenerse en el segundo capítulo del primer volumen, “La ciudad y el campo cristianos”. Se trata allí de la sociedad justa, de la libertad, el bien común, la caridad, la subsidiariedad, la participación, la solidaridad. Sin probablemente percatarse, el autor nos está haciendo pasear —entre sus palmeras dibujadas en la bien delimitada plaza de Curicó, los patios del Huique en la sexta región y lugares públicos de Europa y América— por el importante capítulo uno del primer libro de la “Política” de Aristóteles: “Solo en el ámbito de un pueblo puede el individuo vivir como un hombre entre los hombres”. Es lo que trasunta su devoción por los patios y las plazas.

En ese capítulo segundo del libro, al que siguen otros dedicados a la

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familia, la ciudad, su relación con el clima y el ideal del campo, Irarrázabal entra en el meollo más hondo y actual del bien común, entendido como un estado de cosas que se dirige a que el conjunto de los bienes materiales y espirituales que hacen la riqueza de una patria se comuniquen y participen en la sociedad, ayudando a los individuos a perfeccionar su vida y libertad de personas. Actuando como un “filósofo de la arquitectura” —espacio del pensar filosófico nunca especificado y a lo mejor aproximable a una “filosofía del arte”—, Irarrázabal se acerca en estos pasos al pensamiento del círculo de Ántoni Gaudí, siempre muy estimado por él, célebre arquitecto catalán que en compañía de Eusebi Güell y otros empresarios católicos desarrolló sistemáticamente un

trabajo inspirado en los postulados del bien común. El autor, por muchos años profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, ha sido desde su fundación y hasta hoy miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de HUMANITAS. En muchas de las páginas de esta revista Raúl Irarrázabal ha expresado a lo largo de años, sea a través de textos, dibujos y fotografías de su propio lente, este mismo enfoque artístico-antropológico. La amenidad de su contenido, la pedagogía y claridad con que está escrita esta obra, la extraordinaria originalidad y belleza de los dibujos, debería hacer del libro que presentamos un instrumento fácil y grato para muchos padres enseñar Chile y su luz a nuestros niños y jóvenes. JAIME ANTÚNEZ A.

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Juan van Kessel. Colección Memoria originaria. Ediciones UC. Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR) Santiago, 2018 400 págs.

Pedro Mege Rosso Director Centro de Estudios Interculturales e Indígenas - CIIR

Juan van Kessel

COLECCIÓN ESTUDIOS ORIGINARIOS

Tres sociedades de baile

La declinación de la espiritualidad religiosa en las sociedades modernas parece ser un fenómeno de evidencia casi irrefutable. Pero otra cosa sucede con el ritual festivo, entendido como una práctica religiosa que se hace presente como acción de devoción y de culto con una intención de aproximación directa a la divinidad a través de gestos y formas que buscan como objetivo último obtener de ella favores, bienestar y protección. Observamos con sorpresa entonces, cómo resurge y se incrementa con fuerza la religiosidad según las maneras rituales ancestrales y renovadas en los lugares de culto del desierto, el mismo en el que Juan van Kessel se sumergió para observar, registrar y comprender la espiritualidad hecha fiesta. En Bailarines en el Desierto el autor nos introduce en el mundo devocional del gran culto a las imágenes sacras de la Virgen del Norte Grande chileno.

Bailarines en el desierto

gación de contacto tras o de colección reflexión prensión

Bailarines en el desierto

Juan van Kessel nació en Eindhoven, Holanda en 1934. Su formación académica se inició con estudios en teología en Oudenbosch y pedagogía en francés en la Universidad de Tilburg. A mediados de los años sesenta se trasladó a Tocopilla, norte de Chile, como sacerdote misionero católico de la Orden de la Sagrada Familia. Cursó estudios de postgrado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y en el Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine (IHEAL) de París, y obtuvo el doctorado en Sociología del Desarrollo Latinoamericano en la Universidad de Tilburg en 1980. Fue profesor e investigador de sociología, antropología y culturas andinas en diversas universidades, entre las cuales se cuentan la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad Católica del Norte y la Universidad Libre de Ámsterdam. Fue cofundador del Centro de Investigación de la Realidad del Norte (Fundación CREAR) y del Instituto para el Estudio de la Cultura y la Tecnología Andina (IECTA). Cumplió además diversas actividades pastorales en la Diócesis de Iquique, donde creó el Equipo Pastoral Andino y fue párroco de San Lorenzo de Tarapacá.

Bailarines en el desierto Tres sociedades de baile Juan van Kessel

Dentro de su vastísima obra destacan los libros Holocausto al Progreso, Los Aymaras de Tarapacá (1980, CEDLA, Ámsterdam), Lucero del Desierto (1985, Universidad Libre de Ámsterdam-CIREN, Iquique) y La Iglesia católica entre los Aymaras (1989, Rehue). Su obra dedicada al estudio de las fiestas religiosas del Norte Grande chileno comprende además del libro que reeditamos Bailarines en el Desierto (Antofagasta,1975), Danseurs dans le Désert; une Étude de Dynamique Sociale (1980, Editorial Mouton, París) y la recopilación en dos volúmenes de cánticos religiosos El desierto canta a María (1976, Editorial Mundo).

“Bailarines en el desierto” es la reedición de las etnografías que el padre Juan van Kessel (Eindhoven, Holanda, 1934) de la congregación de la Sagrada Familia construyó sobre tres sociedades de bailes religiosos: el baile de Los Pieles Rojas de Alberto Madrid (Tocopilla), el baile de los Chunchos Promesantes de Abdón Rosales (Calama) y el baile Moreno de Hilario Ayca (Arica), alrededor del año setenta del siglo pasado. Estos tres grupos bailaban (y todavía lo hacen) en los grandes santuarios marianos del Norte Grande, la Virgen del Carmen de La Tirana en el caso de Madrid, la Virgen de la Guadalupe de Ayquina (aunque Rosales se inscribe como baile nuevo por algunos años también en la Tirana) y Nuestra Señora de Las Peñas en el caso de Ayca. Estos relatos constituyen retratos de la vida interior de bailes que Van Kessel consideraba representativos de centenares de grupos semejantes que se formaban en los grandes puertos de Tocopilla, Iquique o Arica o en las ciudades cupríferas como Calama en ese entonces.

La investigación consta de observaciones bastante detalladas de las coreografías y estructura de los bailes, de la liturgia festiva en los santuarios con sus rituales de entrada y despedida, de las reuniones y preparaciones previas que incluyen delicadas cuestiones de logística, pero también de dirección y organización del grupo y en todos los casos ofrece detalles sobre la formación e historia del grupo de baile. Una parte considerable de estos relatos versa sobre la vida cotidiana al interior de las familias troncales que han formado y sostienen el baile y su esfuerzo específico por mantenerlo vivo en el marco de las nuevas generaciones que despuntan en un mundo en proceso de cambio y modernización. Junto con los relatos, se agregan en esta reedición fotografías que el mismo Van Kessel tomó de las fiestas de entonces presentadas y prologadas por la profesora Margarita Alvarado. “Bailarines en el desierto” es el segundo volumen de una obra mayor de J. van Kessel que contempla también los resultados de un censo de todas las sociedades de baile del Norte Grande (con un registro de 355 grupos) y de una encuesta realizada en la fiesta misma de La Tirana en 1970 en una muestra de bailarines, peregrinos, turistas y comerciantes. Los resultados de esta investigación fueron publicados en francés, bajo el mismo título que la presente obra (Danseurs dans le Désert. Une étude de dynamique sociale, Mouton Éditeur, 1980). En este libro, Van Kessel expone largamente su tesis sobre los bailes religiosos desde la perspectiva de una sociología de la modernización y de la pregunta —tan común en aquella época— acerca de las posibilidades de los bailes religiosos de coordinarse y sobrevivir en un proceso acelerado de cambio social. Es sabido que las

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teorías en boga de la modernización apenas acreditaban la religión popular como un fenómeno digno de consideración y estudio, y con mucho se consideraban meras sobrevivencias destinadas a desaparecer con el progreso de la conciencia de clase o de la educación universitaria. Para sorpresa de muchos, Van Kessel demuestra que los bailes religiosos y la devoción a la Virgen se alojan en una población que posee niveles de escolaridad, ingresos y sindicalización superiores al promedio de la población obrera de la época. Las etnografías de Van Kessel se escriben en una época en que la presión social contra los bailes se intensificaba, como en el caso de los directores de escuelas públicas que prohibían ausentarse a los niños en edad escolar durante la semana que duraba la fiesta, punta de lanza del secularismo y del ímpetu modernizador del Estado chileno. Algo similar sucede con la actitud de la Iglesia que oscila entre la condescendencia del cura párroco (que nunca se había involucrado demasiado con los bailarines) y la hostilidad de las devotas de Acción Católica, representantes de una religiosidad más ilustrada y moralmente orientada. El esfuerzo, sin embargo, del baile de Alberto Madrid por conseguir el apoyo del cura párroco e incorporarlo como asesor del baile de los Pieles Rojas muestra una actitud de apertura que tendrá hondas consecuencias en el reforzamiento de los lazos entre los bailes y la Iglesia en los años venideros, que será refrendado por el esfuerzo que proviene del interior de la misma Iglesia por revalorizar la religiosidad popular, algo que encontrará confirmación años más tarde en la Conferencia de Puebla y en las distintas variantes de la teología popular, aunque Van Kessel —a pesar

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de haber sido finalmente párroco de San Lorenzo de Tarapacá— conservó siempre la mirada académica de un investigador fino y escrupuloso. También en algunos relatos aparece el desafío de los pentecostales, “los de la Biblia”, que los bailes contraponen rígidamente con ellos mismos, que se califican como “los de la Virgen”. Los jóvenes comienzan a quedar expuestos a la disidencia religiosa del protestantismo –y no todavía del secularismo– como en el caso del sobrino de Abdón Rosales que se hace adventista, sin dejar de bailar por algunos años todavía en La Tirana. El pentecostalismo impulsa la preocupación por saber más acerca de la religión propia en consonancia con el progreso escolar de la nueva generación que ha tenido mayor acceso al libro. Este ambiente de presión y hostilidad contrasta, sin embargo, con la aparición del turismo religioso en los bailes de La Tirana que data justamente de la época en que Van Kessel escribe su etnografía y que tendrá un desarrollo considerable en los años venideros. Los turistas, aunque no siempre adhieren a las creencias religiosas de los bailarines y no forman parte de la comunidad religiosa, miran con simpatía e incluso entusiasmo los bailes y les brindan un soporte tácito e inesperado. Van Kessel estimaba entonces que los turistas acrecentarían el tradicionalismo de los bailes religiosos y la conciencia de su especificidad cultural, puesto que al turista le atrae justamente el elemento idiosincrático de la fiesta religiosa. Con todo, los bailes religiosos no son una reliquia que haya que cuidar y preservar en medio del oleaje de la modernización. Han mostrado una vitalidad y capacidad de adaptación asombrosas, han resuelto sus dificultades de comunicación con la iglesia y la sociedad, y enfrentan


EDUARDO VALENZUELA C.

Lo dijo el Padre Hurtado Samuel Fernández y María Ester Roblero (editores) Ediciones El Mercurio Santiago, 2018 232 págs.

E s conmovedor leer las columnas periodísticas del Padre Hurtado compiladas por primera vez en este libro. Primero, por la crudeza con que san Alberto describe a nuestro Chile de los años 40. Y luego, porque comprobamos que, aunque hayan pasado más de 70 años desde su muerte, muchos de los problemas que describe siguen aquí. El libro logra abrirnos los ojos a otro hecho no siempre considerado: el Padre

Hurtado vivió solo 16 años de su vida adulta en Chile, entre 1936 y 1952, cuando murió con apenas 51 años de edad. Pero en ese fructífero período publicó diez libros, recorrió Chile dando retiros, ejercicios espirituales y conferencias; construyó el noviciado de los jesuitas en el pueblo de Marruecos (que hoy lleva el nombre del Padre Hurtado), creó el Hogar de Cristo, la ASICH y la revista Mensaje... En medio de esas trabajadas jornadas, escribió estas numerosas columnas periodísticas en los principales diarios y revistas de su época: El Diario Ilustrado, El Mercurio de Santiago y de Valparaíso, revista Margarita, revista Ercilla, además de las publicaciones internas de la Acción Católica y más tarde el Hogar de Cristo.

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exitosamente los rigores de la secularización que provienen de la cultura de masas y de la educación universitaria de los más jóvenes. Unos y otros, cualesquiera sean sus convicciones y posición dentro de la fiesta, reconocen que esa vitalidad proviene de una devoción sincera e inquebrantable en la eficacia milagrosa de la Virgen.

La recopilación de este material comenzó bajo la coordinación del Padre Samuel Fernández en la Universidad Católica en 1999. La edición de “Lo dijo el Padre Hurtado” estuvo a cargo de María Ester Roblero este año 2018. Su mayor mérito radica en la organización de las columnas de modo no cronológico, dando cuenta así de las preocupaciones de san Alberto a su regreso a Chile. En el primer capítulo se presentan las columnas y entrevistas que reflejan su experiencia en la Europa de entreguerras donde estudió hasta convertirse en jesuita; en el segundo, aquellas columnas que describen con exactitud y desgarro la situación de Chile; en el tercero, aquellas publicaciones en que relata historias de miseria y dolor; en el cuarto, una serie de escritos en que urge a solucionar el drama de la niñez abandonada y la adolescencia vagabunda; el quinto y el sexto reúnen crónicas y entrevistas acerca de dos de sus grandes obras:

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el Hogar de Cristo y la ASICH (Acción Sindical Económica y Chilena) y donde rompe el paradigma caridad/limosna para alzar el de caridad/justicia social. Por último, en el séptimo capítulo, se reúnen escritos sobre su apostolado con jóvenes, la predicación del evangelio de la mano de Cristo Pobre y bajo la protección de María. Uno de los capítulos más impactantes es el 4, titulado “Extrema urgencia en Chile: Los jóvenes vagabundos”. Las columnas allí reunidas demuestran que el Padre Hur tado comprendió muy temprano que el problema de la delincuencia juvenil tenía como raíz el abandono de los niños. Relata cómo al recoger a muchachos casi desnudos debajo de los puentes para llevarlos al Hogar de Cristo, se enteraba que el 95% de ellos había sido detenido alguna vez por carabineros. El Padre Hurtado reconocía en sus columnas los intentos del gobierno por solucionar este drama, pero discrepaba de sus estrategias y reclamaba porque no se tomaban en cuenta las iniciativas privadas. Todo lo que escribe refleja que se había preparado mucho sobre este tema: en 1935 había recorrido numerosas instituciones sociales europeas y en 1945 visitó “La Ciudad de los Niños”, fundada a comienzos de siglo por el sacerdote Edward Flannagan para re-

formar a niños y jóvenes delincuentes y abandonados. De ahí sacó la idea de las Granjas talleres que creó en Colina y donde puso en práctica lo que había visto y aprendido: priorizar el aprendizaje de hábitos, el desarrollo de habilidades y lo más importante para él, la voluntad de los adolescentes. También resulta sorprendente el Cap. 6, titulado “Fe y Justicia: Mi deseo más ardiente”. El Padre Hurtado nació con el siglo XX, el año 1901, 10 años después que el Papa León XIII escribiera la primera Encíclica Social, Rerum novarum, en 1891, sobre los derechos sociales de los trabajadores. En 1920 un joven Alberto Hurtado supo del surgir de Lenin y después en 1938 de León Trotsky. En este contexto histórico sus columnas reflejan su determinación en 1947 por llevar el mensaje cristiano a los obreros y empleadores. Y que su motivación al fundar la ASICH no fue otra que promover la doctrina social de la Iglesia Católica en Chile. “Lo dijo el Padre Hurtado” es un libro de enorme valor histórico. Pero su gran aporte a los lectores es que logra corregir el recuerdo que debemos tener de san Alberto. Estas columnas nos lo muestran como viajero, post graduado, políglota, emprendedor, innovador… y por supuesto, como un hombre de gran fe que llegó a los altares. MARÍA PAZ VEGA

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Homilías y discursos de Buenos Aires 1999-2013 con una conversación con Antonio Spadaro. Jorge Mario Bergoglio Publicaciones Claretianas Madrid, 2018 1075 págs.

Aparece en castellano y en esmerada edición, esta valiosa recopilación integral de homilías, discursos y mensajes, en un total de 205 textos, que contienen todo el magisterio pastoral del arzobispo de Buenos Aires entre 1999 y 2013. Su primera edición fue publicada en italiano por Rizzoli Libri en el año 2016. Se revela aquí no solo la hondura de pensamiento, sino sobre todo el sorprendente vínculo espiritual, sencillo y directo, del actual Papa con los distintos auditorios o destinatarios de su enseñanza. El libro se inicia con una entrevista del Padre Antonio Spadaro SJ, director de la Civiltà Cattolica. En ella se explica el título del libro, derivado de la convicción de Bergoglio que las homilías deben decirse “mirando a los ojos” del Pueblo de Dios. El Papa expresa que, siguiendo el consejo de Ignacio de Loyola, “duerme” la noche

anterior la palabra de Dios para sus homilías, las que pronunciará al día siguiente. Son estas dos maneras de proceder de un Papa jesuita al preparar y pronunciar sus homilías, que se centran en la oración y la Palabra de Dios, y explican bien el talante de Bergoglio.

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En tus ojos está mi palabra

Si bien Spadaro recomienda la lectura cronológica para guardar la frescura de los textos, a continuación procederé a dar cuenta, en forma de síntesis, de algunas homilías con ocasión de los Te Deum. Se trata de 9 homilías realizadas el día de la Independencia de Argentina, entre los años 1999 y 2012. Todas parten del Evangelio, principalmente de versículos del Evangelio de Lucas, llamado por los biblistas el Evangelio de la ternura de Dios. Algunos énfasis que se repiten son la esperanza, el ser un pueblo con identidad propia, la globalización amenazante, la refundación de los vínculos sociales, la exclusión de los pobres, la liberación de las cautividades al interior de cada uno y también de las sociales e institucionales, el alma del pueblo. Todo ello dicho con pasión y cariño, en la imaginería bergogliana tan sabrosa: la “projimidad”, los “conos de sombra y de luz”, el “rescoldo de la memoria y del corazón”, “sacar del rescoldo de la amargura, la brasa cálida de la serenidad esperanzada”. Ello no impide los gestos proféticos de denuncia, a veces como un golpe al mentón: “Sabemos bien que este pueblo podrá aceptar humillaciones, pero no la mentira de ser juzgado culpable por no reconocer la exclusión de 20 millones de hermanos con hambre y con la dignidad pisoteada” (2002). O el anuncio, como misión y tarea para el 2004:

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Nuestro pueblo quiere vivir y realizar la convocatoria del Cristo que camina entre nosotros, animando nuestros cora zones, uno a uno, reavivando las reservas de nuestra memoria cultural. Nuestro pueblo sabe y quiere porque ama la Creación del Padre y lo comunitario, como lo hicieron y lo hacen nuestros aborígenes; porque se arroja y compromete con sus ideales, como nos lo legaron los españoles que poblaron nuestro suelo; porque es humilde, piadoso y festivo como nuestros mayores inmigrantes. El año 2006 el cardenal Jorge Mario Bergoglio parafrasea las Bienaventuranzas, en la versión de Mt. 5, 1-12. La homilía está construida sobre el binomio “bienaventuranza” – “malaventuranza”, en un contrapunto notable. Así la “bienaventuranza de la justicia” y la “malaventuranza de la anomia”: Este es el camino de los justos; el que emprenden los que tienen hambre y sed de justicia y que, al vivirla, “ya son saciados”, como nos dice el Evangelio… Porque la justicia misma estimula y premia al que arriesga y se desgasta por ella y da oportunidad al que trae esfuerzos genuinos y sólidos. (…) ¡Pobre el que burla la ley gracias a la cual subsistimos como sociedad! Ciego y desdichado es, en el fondo de su conciencia, el que lesiona lo que le da dignidad. (…) La anomia es una “malaventuranza”: esa tentación de “dejar hacer”, de “dejar pasar”, ese descuidar la ley,

que llega hasta la pérdida de vidas; esa manera de malvivir sin respetar las reglas que nos cuidan, donde solo sobrevive el pícaro y el coimero, y nos sumerge en un cono de sombra y desconfianza mutua. El último Te Deum del cardenal Bergoglio esboza temas que ahondará en su Magisterio Pontificio: …en la voracidad insaciable del poder, consumismo y falsa juventud, los extremos son descartados como material desechable… Los extremos débiles son descartados: los niños, los ancianos… como siempre, los más pobres encarnan lo más trágico del felicidio social: violencia y desprotección, tráfico, abuso y explotación de menores… cuando se utiliza el nombre de Dios para someter y violentar, o a cualquier otra entidad real o ideológica para lo mismo, se cae en pura idolatría y, cuando lo hacemos, no obramos como Jesús obra en nosotros. Los Te Deum de Bergoglio son señeros en su género, mucho más cuando las homilías de los aniversarios patrios a menudo son un conjunto de lugares comunes, invocaciones intrascendentes, concesiones a lo políticamente correcto, verborrea mundana. El libro presentado es un verdadero “thesaurus”, donde el lector encontrará gemas variadas para su vida espiritual, oración, y sobre todo para la caridad de su acción. JORGE ENRIQUE PRECHT P.

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“HISTORIA, IGLESIA Y TEOLOGÍA. CÓMO NUESTRO PASADO ILUMINA NUESTRO PRESENTE.” El historiador jesuita John W. O’Malley nos acerca con este libro* a la evolución histórica de las cuestiones más polémicas de la Iglesia, entregando una visión de conjunto sobre cada tema y su conexión con nuestra vida actual. El prólogo a esta edición en lengua española estuvo a cargo de Carlos Coupeau, SJ, y a continuación se presenta un extracto del mismo.

No le sobran palabras a este libro, que quiero presentar como historia interesante, entretenida, amena y para el gran público. Está concebido para lectores deseosos de informarse. Reúne una colección de lecturas breves e independientes, cuya coherencia interna debemos interpretar. Observamos que no van apoyadas en referencias textuales o notas a pie de página, sino en la autoridad del historiador. Tampoco las acompaña la típica bibliografía que ayude a profundizar en ellas. Son lecturas históricas de temas distintivamente “católicos” y presentes en la cultura multirreligiosa de los Estados Unidos y también en la nuestra: los papas —Benedicto XVI o Francisco en particular—, el celibato y la formación de los sacerdotes, el Concilio Vaticano, las excomuniones de mandatarios, etc. Creo que el título original refleja esta actitud informativa para el contexto donde el libro se publicó en un principio (J.W. O’Malley, Catholic History for Today’s Church: How Our Past Illuminates Our Present, Rowman & Littlefield, Lanham 2015). El autor ha buscado enriquecer a lectores interesados, favorables (católicos), a quienes no debía convencer, pero convenía informar. También aquí, muchos católicos no suelen estar familiarizados con aquellos procesos por los cuales las cosas han llegado a ser como hoy las conocemos en la Iglesia. Simplemente, viven estos temas según se los sirven la radio, los periódicos y la televisión. Para hacer sentir la voz católica en un contexto más hostil entonces, nació en 1909 el * John W. O´Malley, SJ. HISTORIA, IGLESIA Y TEOLOGÍA. CÓMO NUESTRO PASADO ILUMINA NUESTRO PRESENTE. Editorial Sal Terrae, 244 págs. España, 2018.

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semanario América (Nueva York). En este magazine aparecieron originalmente la mitad de estos ensayos. Uno de los críticos que leyeron el libro confesó que él, siendo protestante, había disfrutado no poco con la lectura. Este libro le resultaba una invitación a la conversación, atractiva, interesante, simpática. Es verdad, O’Malley ofrece una historia que nos es familiar, pero la ofrece de un modo agudo, nuevo, refrescante. Es historia acerca de asuntos católicos para la gran audiencia. Se sigue y se entiende muy bien, aun si quien la lee no está familiarizado con toda la terminología. No es difícil convenir en que la contribución del conjunto es sólida. Ofrece argumentos que ponen de manifiesto los firmes fundamentos que garantizan la estabilidad de la Iglesia. Al final de la historia larga y cambiante que se adivina para cada tema aquí tratado, uno se abre a comprender la capacidad que la Iglesia ha demostrado para adaptarse a las culturas y para seguir avanzando en modos positivos. Regreso sobre este punto eclesial enseguida. La relación entre las lecturas aquí seleccionadas queda resumida en las tres partes que las reúnen. Los títulos de estas secciones describen con precisión decreciente los contenidos de los capítulos que abrazan. El título de la primera parte parece el más adecuado: “El papado y los papas”. O’Malley es un reputado historiador de los papas (J. W. O’Malley, Historia de los papas: Desde Pedro hasta hoy. Sal Terrae, Santander 2012). Esta sección incluye artículos que de un modo más o menos directo tratan acerca de la “papalización”. El término ha ingresado en la historia de mano del autor. Con él se refiere a un proceso histórico de desarrollo ya milenario. Es el proceso que comienza en la Reforma Gregoriana. A partir de esta Reforma, una institución relativamente anónima e irrelevante para la cultura del mundo en el siglo X se fue transformando en el “papado”. Un milenio después, a finales del siglo XX y comienzos de siglo XX, los papados de Pío IX y Pío X destacan en la historia por su verticalidad y rigidez jurídica. Sin embargo, un siglo más tarde, con Juan Pablo II, Benedicto XVI o Francisco, el papado sigue cambiando. La describiríamos como una realidad decrecientemente jerarquizada, burocratizada, centralizada. Ya no se trata de aquella institución imponente, pero mucho menos se ha convertido en una realidad sencilla. CARLOS COUPEAU, SJ.

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Mauro Matthei O.S.B. Ediciones FCF Santiago, 2017 123 págs.

El historiador benedictino tiene la misión de señalar cómo Dios interviene en la vida humana y cómo la conduce a su plena realización.

a seguir la voluntad de Dios. Se trata de la familia Subercaseaux Errázuriz. De entre sus figuras más notables, el historiador fija su atención en la madre del fundador, Amalia Errázuriz y en su hermano, Juan Subercaseaux, futuro obispo de Linares y arzobispo de La Serena.

LIBROS

Benedictus montes amabat Historia de la fundación del monasterio de la Sma. Trinidad de Las Condes

De las relevantes virtudes de la madre del fundador, destaca el padre Mauro la magnanimidad, que siempre la dispuso a las cosas grandes y hermosas. Ella sería la principal impulsora de la fundación. Tomando la voz de nuestra gran Gabriela Mistral, describe a doña Amalia como uno de esos puntos de la red nacional que no se tocan sin conmover a todos…. Que llenó sus años en educar varios hijos -sobrenaturalmente educarlos-… Que dio a nuestro catolicismo un sentido social, llevándolo a la asistencia material de los más desposeídos… Que ella entendía el influir en una colectividad como una fuerte exigencia de cultura y de virtudes, como un manifestar esa cultura en una muchedumbre de acciones generosas, pero además finas…

E l libro Benedictus montes amabat, del

La historia desarrolla, en contrapunto, dos secuencias argumentales: el nacimiento del monasterio de Las Condes, por una parte, y, por la otra, los avatares de la vida de su fundador, el célebre pintor chileno Pedro Subercaseaux Errázuriz, artista y más tarde monje benedictino.

La narración de la vida del padre Pedro Subercaseaux prosigue un orden cronológico. Su infancia, su juventud, sus estudios de arte y su éxito como artista a su regreso de Europa. Luego, su matrimonio con Elvira Lyon Otaegui y la profundización de ambos en la espiritualidad que culmina en la solicitud de dispensa papal y el posterior ingreso de ambos a la vida religiosa, él en el monasterio de Nuestra Señora de Quarr, en la isla de Wight en Inglaterra, y ella en el Instituto de Damas Catequistas en Loyola, España.

La secuencia que inicia la fundación del monasterio podría sintetizarse como el Fiat [hágase] —el mismo de la Virgen María— de una familia chilena dispuesta

En este punto, el relato se entronca con el de la historia de la fundación. Aparecen nuevos actores a medida que el historiador benedictino va descubriendo al

padre Mauro Matthei O.S.B., describe la fundación del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes, las personas que intervinieron en ella y la acción de la providencia divina.

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lector el enorme esfuerzo del padre Pedro por llevar adelante su obra fundacional, alumbrado a veces solo por la luz de la fe, como escribe en una carta a su hermano Juan: “Me parece ver muy claro que esta empresa es obra de Dios, empezada y dirigida por Él. Y por eso tengo la convicción de que no la abandonará si seguimos confiando en Él”. Bajo el subtítulo El decenio solesmense (1938 – 1948) y luego El rescate de los monjes beuronenses a la fundación chilena, el padre Mauro Matthei prosigue su apasionante narración, con los benedictinos franceses ya en tierra chilena, y la posterior llegada de los monjes alemanes. Finalmente, al término del libro, el autor entrega una mirada a la actual comunidad benedictina de Las Condes. El libro es de digno formato, acorde a la blanca y sobria impronta del monasterio benedictino de Las Condes. El financiamiento ha sido posible con la generosidad y apoyo de la Fundación Charles de Foucauld, que lo comprendió en todo su valor: un instrumento para la evangelización de Chile. El tamaño de la tipografía permite una lectura fácil, y la acertada selección de fotografías ayuda a representarse un mundo tan atractivo, pero a veces tan poco conocido, como

es el de la Orden Benedictina. Sin duda, los lectores gozarán su encuentro con esta obra. En cuanto al autor, en la Introducción, el hermano Bernardo Álvarez O.S.B. coloca al padre Mauro Matthei en la tradición de “una estirpe de venerables monjes que han dedicado su vida a revelar cómo la gracia actúa de modo sapiencial en la vida humana”. Esta biografía se inserta en la labor principal que, cuantitativamente, el padre Mauro ha realizado a lo largo de su vida: la escritura de biografías de monjes y monjas que nos muestran la realidad divina, y a trabajar en ella confesando, absolviendo, expulsando demonios, alentando y aconsejando. Era necesario que se reunieran la sensibilidad espiritual del monje, la rigurosidad del historiador y el talento del escritor para narrar esta historia tan real, pero tan bella y providencial que a veces estamos tentados de confundirla con un relato novelesco. Por todo esto -sin querer ofender la humildad del monje, y dando testimonio de su fidelidad a la verdad-, hay que decir que el autor, sirviendo a la gloria de Dios, ha servido también, con su notable escrito, a las glorias de nuestras letras. VERÓNICA GRIFFIN A la venta en el Monasterio Benedictino de Las Condes, Montecasino 960.

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Bérénice Levet Instituto de Estudios de la Sociedad (IES) Santiago, 2018 184 págs.

L a mayoría hemos “tropezado” con las discusiones sobre género en la opinión pública, más que en elevados discursos teóricos. Quien reflexiona al respecto, sin embargo, advierte un buen elenco de interrogantes. ¿No se niega aquí de plano la biología? ¿Y no está esa biología en la base misma de la vida humana en general y de la vida social en particular? ¿No lleva la implementación de este ideario en la educación a la vulneración de los derechos de los padres? ¿No trae también consigo, más temprano que tarde, alguna vulneración de la libertad religiosa? Tales preocupaciones suelen estar en la primera línea de objeciones que circulan en estos debates; ellas se encuentran, sin embargo, conspicuamente ausentes en Teoría de Género o el mundo soñado de los ángeles, el ensayo de la filósofa francesa Bérénice Levet. También Levet “tropezó” en la vía pública con el Género —es ella quien lo personifica con esta mayúscula—. Con

tal personificación se refiere a la teoría que niega toda diferencia relevante entre hombres y mujeres. Más aún: no existen hombres ni mujeres, sino solo individuos en proceso de autoconstrucción de su identidad. ¿Qué preocupa a Levet de esta manera de comprender la condición humana? La desaparición del erotismo y de la gratitud –he aquí su novedad– constituyen el foco central de su texto.

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Teoría de género o el mundo soñado de los ángeles

El ensayo de Levet tiene un registro eminentemente polémico. Nos habla de un “desconocimiento y un desprecio fundamental por la condición humana” en el mismísimo “corazón del Género”. Pero su argumento es tan filosófico como polémico. Entiende el conflicto entre partidarios y enemigos del Género no como una oposición entre los defensores de la libertad del individuo a un lado y los del orden natural y divino al otro, sino como un conflicto entre diferentes cosmovisiones. Conducida por Hannah Arendt, Levet subraya uno de los efectos más profundos de la aplicación del Género, a saber, la pérdida de gratitud. Un regalo implica la existencia de elementos que escapan a nuestro arbitrio. Hay una cierta belleza, desde la que se origina la gratitud, en la recepción de un don que nos sorprende. La propia filosofía germina de la sorpresa por lo dado, que toma la forma de admiración ante el ser que se presenta sin haberlo buscado. Los pensadores del Género, en cambio, introducen no solo la sospecha nietzscheana, sino también el desprecio y la “rebelión contra todo dato de la existencia, tanto natural como cultural”. Al Género le repugna la idea de que algo pueda escapársele, de que existan aspectos en su propia constitución que no dependan de su voluntad y, más aún, que aquellos datos tengan algún significado relevante que

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limite la infinitud de posibilidades que cada individuo tiene ante sí. Por ello, la misma noción de naturaleza toma aspecto de violencia, de norma impositiva y dictatorial; y un defensor de la validez e irreductibilidad de lo dado se presenta inexcusablemente como un enemigo de la libertad. El Género quiere creer en un individuo absolutamente causa sui. Ahora bien, o uno es causa de sí mismo desde el principio, o no lo es en absoluto. El ser humano debe “llegar a ser lo que es”, según el corolario de Nietzsche. Así, las normas, los roles asignados y las identidades impuestas lejos de facilitar la tarea, la entorpecen. De ahí la resuelta aplicación de los principios del Género en programas escolares y preescolares. Ante todo, se trata de dejar “florecer” a nuestros niños para que descubran quiénes son, aliviados de las odiosas cargas impositivas que insistimos en asignarles. Pero “la gran ilusión de nuestro tiempo —señala Levet— es pensar que se puede construir lo que sea a partir de nada. No es la libertad, la originalidad, la inventiva de nuestros niños lo que se favorece al amputarlos de todo lo dado y al abandonarlos a sí mismos”. Y un niño abandonado a sí mismo es, ante todo, un niño abandonado. Levet piensa que, si para poder decir algo debemos ceñirnos a la realidad captada en la experiencia, entonces es necesaria una filosofía que parta desde ella. Levet busca “una réplica que no tome prestados de Dios o de la teología sus argumentos, ni de la neurobiología o de otras ciencias sus motivos”, y recomienda así la fenomenología como filosofía para repensar los “indiscutidos e indiscutibles” postulados del Género. Su marco de referencia es la obra de Hannah Arendt, Maurice Merleau-Ponty y Albert Camus.

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En ellos encuentra inspiración para recuperar el rumbo de la dialéctica sexual que hemos tenido desde siempre, y que el Género pretende abolir. Como es lógico, este ensayo no busca detenerse demasiado en ninguno de esos autores, ni tampoco en los pensadores del Género, sino más bien proponer un trayecto filosófico que retome la realidad del cuerpo sexuado. Esta filosofía nos abre al riesgo que hoy corren dimensiones tan fundamentales como la gratitud y la experiencia romántica, y nos recuerda no solo que en la discusión sobre el Género se juega más de lo que pensamos; también nos recuerda la enorme insuficiencia del mero rechazo irreflexivo que tantas veces nos guía. GABRIELA CAVIEDES y MANFRED SVENSSON

Mi Espíritu se Regocija. Diario y pensamientos de cada día Elisabeth Leseur Causa Elisabeth Leseur Buenos Aires, 2001 256 págs.

Diario y pensamientos de cada día (original en inglés: My spirit rejoices) contiene cuatro obras de Elisabeth Leseur que su esposo Félix llama “la historia de un alma”. Estas


Las cuatro obras que se incluyen son El diario, el Libro de resoluciones, Pensamientos diarios y Testamento espiritual, y están en orden cronológico. El diario es un derramamiento de sus pensamientos espirituales más profundos y no existe en él una consistencia en el tiempo o las razones por las que escribe. Este fue hecho en dos secciones en un período de diez años, la primera cubre los años 1899-1906 y la segunda 1911-1914. Resulta difícil leer El Diario sin detenerse, debido a la riqueza de sus pasajes, llenos de reflexiones sobre los evangelios u otros escritos que la inspiraron. En la primera sección, el Diario incluye varios momentos de importancia en la vida de Elisabeth. Entre ellos está el derramamiento de sus oraciones por la conversión de su esposo, la consagración de su alma a Dios, su apostolado y la importancia de las virtudes que se esfuerza por perfeccionar en sí misma, particularmente la caridad. Incluye también una colección de oraciones íntimas para la curación de su hermana. Tras

la muerte de su hermana escribe sobre sus “profundidades de angustia y tristeza”, las que, no obstante, no alcanzan el lugar central que ocupa en su alma su unión con Dios.

LIBROS

obras fueron escritas por Elisabeth y destinadas solo a ella. Contienen pensamientos privados de su corazón durante un período de trece años que concluyó antes de su muerte, en 1914. La introducción fue escrita por un esposo orgulloso, cuya propia vida y fe fueron transformadas por los escritos de su esposa, los que le fueron revelados después de ella morir. Félix proporciona una breve biografía de la vida de Elisabeth y una idea del sufrimiento que ella padeció. Aunque el valor del sufrimiento es un tema recurrente en sus escritos, particularmente en el poder que este tiene para unirla a Cristo, también escribe extensamente sobre el llamado al amor. Ella cree que su apostolado es el amor a la humanidad a través de actos de caridad que la Divina Providencia pondría en su camino.

La segunda sección de su Diario comienza después de que ella conoce al padre R.P. Herbert, O.P. quien se convertiría en un guía de su alma. En esta parte escribe más explícitamente sobre el valor de su sufrimiento y sobre su fe en la Divina Providencia. Su anotación final en el Diario se escribe unos meses antes de su muerte donde pide por la unión de su alma con las almas que ama y reafirma su fe en la comunión de los Santos. El Libro de las resoluciones es una fuente de inspiración para cualquier persona que busque renovar su fe. Elisabeth detalla sus planes para las épocas litúrgicas especiales del año, incluyendo Adviento y Cuaresma. Ella ve cada estación y año nuevo como una oportunidad para renovar y fortalecer su fe y subraya que el foco de su vida es “instaurare Omnia en Christo” (“restaurar todas las cosas en Cristo”). La colección de Pensamientos Diarios capta frases cortas y hermosas, así como oraciones más largas en temas de sufrimiento, caridad y amor. En consonancia con el enfoque de su vida, una de sus poderosas frases es que “Cristo debe vivir en nosotros, para que Lo podamos dar a otros.” Finalmente, el Testamento espiritual es una carta escrita a Félix. Ella está completamente segura de su conversión y espera que con su muerte él se convierta en un discípulo de Cristo. Le pide que continúe con el apostolado de amor. Sus obras privadas tienen un atractivo universal no solo para aquellos que sufren, sino para aquellos que se sienten incomprendidos, aquellos que están afligidos y aquellos que luchan con su fe. JENNIFER MACNEIL

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BREVE BIOGRAFÍA DE LA VIDA DE ELISABETH Y FÉLIX LESEUR Por Jennifer MacNeil

Elisabeth Arrighi Leseur nació en París en 1866 y creció en una familia católica. En 1889 conoció a su esposo Félix, también criado en una familia católica, contrayendo matrimonio solo unos meses más tarde. Poco después de su boda, Elisabeth descubrió que Félix había abandonado sus creencias religiosas cuando estudiaba medicina, pero no lo había hecho público para evitar decepcionar a sus padres, especialmente a su madre. Luego de varios años de matrimonio, Félix no solo trataría de eliminar la fe de Elisabeth, sino que comenzaría a publicar artículos anticlericales y a hacer más pública su pérdida de fe. Ante esto, y las opiniones de la sociedad que la rodeaba, Elisabeth alcanzó el punto más bajo de su vida de fe en 1897. Sin embargo, a pesar de sus diferencias religiosas, Elisabeth y Félix tenían un trato amoroso uno para el otro. Tanto Félix como Elisabeth eran muy cultos. En 1898 Félix le sugirió leer las obras de Ernest Renan, un autor brillante pero racionalista, y Elisabeth comenzó la lectura de La Vie de Jésus (La Vida de Jesús). En lugar de ser persuadida por la obra, encontró fallas en los argumentos. Esta lectura y reflexión volvió a despertar su vida espiritual y comenzó a anotar sus pensamientos y reflexiones en varios diarios. Los diarios plasman sus oraciones y el desarrollo de una profunda fe y confianza en la Divina Providencia. A lo largo de su vida adulta, Elisabeth enfrentó muchos problemas de salud, incluyendo el cáncer de mama, que finalmente terminaría con su vida en 1914. A menudo se sentía aislada e incomprendida en los círculos sociales en que se encontraba, por lo que tanto su sufrimiento físico como mental y espiritual forman parte de muchas de sus oraciones privadas. En lugar de argumentar sobre la fe, ella simplemente buscó vivir las virtudes cristianas en silencio. En su diario registra su visita en 1903 a Roma donde consagró en privado su vida a Dios. Además de sus diarios, también hay una hermosa correspondencia que compartió con personas de diferentes orígenes y, dada su naturaleza amorosa y gentil, muchos no creyentes buscaban su consejo.

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LIBROS Félix descubrió los diarios espirituales y la correspondencia de Elisabeth después de su muerte. En sus diarios Elisabeth revela su pacto con Dios, en el cual ofreció su vida por la conversión de su amado esposo. Ella creía que no solo la gracia de Dios inspiraría un cambio en el corazón de Félix, sino que él serviría a Dios como sacerdote Dominico. Félix originalmente buscó destruir el diario en un viaje que emprendió a Lourdes, anhelaba descartar las historias de conversión y curación de Lourdes junto con los escritos de su esposa. Sin embargo, al llegar a Lourdes sintió fuertemente la presencia de Elisabeth, así como la presencia de Dios y lentamente comenzaría su conversión de nuevo al catolicismo. No fue tan fácil para Félix convertirse en un sacerdote Dominico. Tendría que alegar su caso ante el Papa Benedicto XV, quien inicialmente le prohibió entrar en el sacerdocio. Sin embargo, el Santo Padre Pío XI revirtió su decisión y en 1923 Félix fue ordenado sacerdote, pasando la mayor parte de su Ministerio publicando los escritos de Elisabeth, sus diarios espirituales y su correspondencia. Hizo traducir sus obras a varios idiomas por lo que la vida y escritos de Elisabeth fueron compartidos muy rápidamente con una amplia audiencia. Él fue decisivo para abrir la causa de la canonización de su esposa. Elisabeth continúa sirviendo como ejemplo de un camino único a la santidad para muchos alrededor del mundo. Un grupo de laicos a nivel mundial ha renovado su apoyo a la causa de su canonización y en junio de 2017 fue creado el sitio web elcause.org, para compartir información sobre Elisabeth, la causa, y para proporcionar una lista completa de fuentes acerca de ella. El sitio web está actualmente disponible en cinco idiomas, incluyendo inglés, francés, italiano, portugués y español, y se emite mensualmente una reflexión sobre algún aspecto de la vida o la escritura de Elisabeth.

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Sobre los Autores Monseñor Marc Ouellet. Prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Eduardo Valenzuela Carvallo. Director de revista Humanitas. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Claudio Rolle. Doctor en Historia. Académico del Instituto de Historia y miembro del Consejo Superior de la Pontificia Universidad Católica de Chile Joaquín Alliende Luco. Sacerdote del Instituto Secular Padres de Schoenstatt. Miembro de la Academia de la Lengua del Instituto de Chile. Francisco Claro Huneeus. Doctor en Física. Académico de la Facultad de Física de la Universidad Católica de Chile. Miembro correspondiente de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile y Fellow de la American Physical Society (EE.UU.). Sofía Brahm Justiniano. Socióloga. Secretaria de redacción de revista Humanitas. Carlos Frontaura Rivera. Decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Autores en Libros Jaime Antúnez. Doctor en Filosofía. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. María Paz Vega. Directora Ejecutiva Fundación Padre Hurtado. Jorge Enrique Precht. Abogado. Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Académico de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Carlos Coupeau, SJ. Doctor en Teología Espiritual. Decano de la Facultad de Teología Universidad de Deusto. Verónica Griffin. Editora. Colaboradora habitual de revista Humanitas. Gabriela Caviedes. Filósofa. Profesora Centro Estudios Generales en Universidad de los Andes. Manfred Svensson. Doctor en Filosofía. Académico de la Facultad de Filosofía de la Universidad de los Andes. Jennifer MacNeil. Promotora de la causa de beatificación y canonización de Elisabeth Leseur, sierva de Dios.

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HUM A NITA S

Consejo de Consultores y Colaboradores

Revista de Antropología y Cultura Cristianas

Nacionales

Extranjeros

Publicación cuatrimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile

Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, UC. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Enrique Barros Bourie: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, del Instituto de Chile. Profesor Facultad Derecho UCH. Rafael Benguria: Premio Nacional de Ciencias Exactas 2005. Profesor Titular del Instituto de Física, UC. Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. José Manuel Castro: Magíster en Historia, UC. José Luis Cea Egaña: Presidente de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Mariano De la Maza: Académico Facultad de Filosofía, UC. José Manuel Eguiguren Guzmán: Fundador del Movimiento Apostólico Manquehue. Pilar Escudero Palacios: Miembro del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Samuel Fernández: Doctor en Teología y Ciencias patrísticas. Director de Investigación y Postgrado y profesor Titular de la Facultad de Teología UC. Álvaro Ferrer: Secretario General Universidad Finis Terrae Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Marta Irarrázaval Zegers: Historiadora. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Guillermo Marini: Profesor de la Facultad de Educación UC. Patricia Matte Larraín: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. René Millar: De la Academia de Historia del Instituto de Chile. Fr. Ricardo Morales, O. de M.: Provincial de la Orden de la Merced en Chile y administrador apostólico de la Arquidiócesis de Puerto Montt. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia de Historia del Instituto de Chile. Cristián Roncagliolo: Obispo auxiliar de Santiago. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. Alberto Vial: Doctor en Filosofía por la Universidad de La Sorbona. Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Profesora Facultad Ciencias Biológicas UC.

Anselmo Álvarez, OSB: Abad emérito de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Rémi Brague: Filósofo francés. Premio Ratzinger 2012. Jean-Louis Bruguès, OP: Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: Filósofo y político italiano. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Cátedra de Tomás de Aquino, Blackfriars, Oxford. Fernando María Cavaller: Presidente de la Asociación de Amigos de Newman, Argentina. Francesco D’Agostino: Filósofo del Derecho. Ex presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. José Granados: Vicepresidente del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia en Roma. Reinhard Hütter: Teólogo. Profesor en The Catholic University of America . Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Lydia Jiménez: Directora General del Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Prelado de la Orden de Malta. Alfonso López Quintás: Filósofo español. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada. Livio Melina: Ex-Presidente y profesor del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia. José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo emérito de Milán. Cardenal Fernando Sebastián: Arzobispo emérito de Pamplona. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Juan Velarde Fuertes: Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, OSB: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra.

La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto de Rectoría N° 147/95, visto 2°).

Director

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Eduardo Valenzuela Carvallo

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Consejo de Consultores y Colaboradores Francisca Alessandri, Anselmo Álvarez OSB, Antonio Amado, Carl Anderson, Enrique Barros Bourie, Rafael Benguria, Rémi Brague, Massimo Borghesi, Jean-Louis Bruguès OP, Rocco Buttiglione, Carlos Francisco Cáceres, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, José Manuel Castro, Fernando María Cavaller, José Luis Cea Egaña, Francesco D’Agostino, Mariano De la Maza, José Manuel Eguiguren Guzmán, Pilar Escudero Palacios, José María Eyzaguirre, Samuel Fernández, Álvaro Ferrer, José Granados, Reinhard Hütter, Henri Hude, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Irarrázabal Covarrubias, Marta Irarrázaval Zegers, Lydia Jiménez, Jean Laffitte, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Guillermo Marini, Javier Martínez Fernández, Patricia Matte Larraín, Livio Melina, René Millar, Fr. Ricardo Morales O. de M., Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Florián Rodero L.C., Cristián Roncagliolo, Alejandro San Francisco, Cardenal Angelo Scola, David L. Schindler, Cardenal Fernando Sebastián, Juan Velarde Fuertes, Alberto Vial, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo OSB.


PRIMAVERA 2018 AÑO XXIII LA MUJER A LA LUZ DE LA TRINIDAD Y DE MARÍA-IGLESIA Cardenal Mons. Marc Ouellet LA INVOCACIÓN DEL “PUEBLO DE DIOS” EN EL PAPA FRANCISCO Eduardo Valenzuela PABLO VI, EL BARQUERO DE LA MODERNIDAD Claudio Rolle LO CRUCIAL DE LA EVANGELII NUNTIANDI PARA AMÉRICA LATINA P. Joaquín Alliende INVENCIÓN Y DESCUBRIMIENTO EN CIENCIA Y MÚSICA Francisco Claro SAN ÓSCAR ROMERO, MÁRTIR DE LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR Sofía Brahm EL MEJOR DE LOS NUESTROS Carlos Frontaura EN LOS 20 AÑOS DE FE Y RAZÓN CÓMO FUE QUE CHINA Y LA SANTA SEDE LLEGARON A FIRMAR UN HISTÓRICO ACUERDO

R E V I S T A DE A n t r op ol o g í a y C u lt u r a C r i s t i a n a s / N º 8 9 / A ÑO X X I I I

HUMANITAS Nº 89

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