Evolución IARSE Nº40 - Edición Diciembre 2015

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SUMARIO 01 EDITORIAL Un año bisagra, con compromisos impostergables Por Alejandro Roca, Director Ejecutivo del IARSE

Señales de Cambio

Por María Virginia Vilariño, Coordinadora del Área de Energía y Clima del CEADS

02 ESPECIALES “Asegurar la gestión sostenible de un Bien Común Ambiental” Por Daniel Tomasini, Coordinador del Área de Ambiente y Desarrollo Sostenible del PNUD en Argentina

Acciones y desafíos en la lucha contra el Cambio Climático Por Enrique Maurtua Konstantinidis, Climáticas Nacionales de la FARN

Coordinador

El rol del sector privado ante el Cambio Climático

Proyecto

Agendas

Por Pablo A. Cortínez, Coordinador de Negocios y Ambiente de Fundación Vida Silvestre Argentina


02 ESPECIALES Respuesta corporativa al Cambio Climático

Por Juliana Lopes, Directora de Carbon Disclosure Project (CDP) para América Latina

03 GESTIÓN El cuidado ambiental como parte de nuestra gestión Por Enrique Sargiotto, Gerente General de Aguas Cordobesas

Asociarnos por filosofía Por Diego Moyano, Gerente de Bioplastico S.A.

Llegó el momento de actuar

Por Julio Gabriel Cerasa, Presidente del Conservación del Ambiente Campana-Zárate

Comité Interindustrial de

El sector agropecuario en la gestión del Cambio Climático

Por Javier Amuchástegui, Socio Fundador y Director de Tecnocampo

Cuestión de clima y algo más Por Claudio Moreno, Jefe de RSE en Transportadora de Gas del Norte


03 GESTIÓN El enfoque global como eje para actuar contra el Cambio Climático Por Alejandro Toscano, Intitutional Relations Manager de Whirlpool para Latinoamérica

04 ESCENARIOS Y TENDENCIAS Aspectos relevantes de la COP 21

Por Leila Devia, Coordinadora de Regulaciones Ambientales del INTI

Escenarios y desafíos de Argentina en la gestión de la lucha contra el Cambio Climático Por María Carolina Ulla, Magister en Derecho Ambiental

05 DESTACADOS COP21: Una Cumbre histórica que ofrece oportunidades para las empresas

Por Jeanne Simon, Primer Secretaria y Consejera en Asuntos Globales en la Embajada de Francia en Argentina


06 DOCUMENTOS RECOMENDADOS 07 SITIOS DE INTERÉS

COMITÉ EDITORIAL Alejandro Roca Director Ejecutivo IARSE Luis Ulla Director de Investigación + Desarrollo IARSE Jimena Mercado Directora Editorial IARSE Laura Massari Directora de Relaciones Institucionales IARSE Alicia Rolando Colaboradora Externa – Experta en Reportes y Fundadora del IARSE Los artículos y opiniones vertidas en esta publicación son de absoluta y exclusiva responsabilidad de los autores. Las opiniones expresadas no reflejan necesariamente la visión y el espíritu del IARSE.



EDITORIAL UN AÑO BISAGRA, CON COMPROMISOS IMPOSTERGABLES Por Alejandro Roca, Director Ejecutivo del IARSE aroca@iarse.org www.iarse.org

Diciembre siempre acelera los balances. Desde el Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE) entendemos que 2015 ha sido un año bisagra para la Sustentabilidad en el mundo, por diversos motivos. Este año 193 países han aprobado por consenso los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, que vinieron a reemplazar a los anteriores Objetivos de Desarrollo del Milenio. Representan un magnífico nuevo horizonte en la agenda de las naciones, una guía de los desafíos y acciones que debemos planificar conjuntamente para resolver cuestiones troncales e inherentes a la Sustentabilidad (económica, social y ambiental) de la humanidad. También por estos días, Paris es el escenario de la 21er Cumbre sobre el Cambio Climático, la #COP21. El mundo atestigua el debate global para asumir compromisos urgentes de los países, a fin de limitar el aumento de la temperatura planetaria a menos de 2°C y así mitigar los efectos más dramáticos del Cambio Climático. ¿Acaso alguien puede negar la urgencia de lograr cuanto antes este nuevo acuerdo global, con fuerza legal y aplicable a todos? Hollande, presidente de Francia, en la apertura de la COP 21, indicó: “Estamos acá para cuidar el planeta entero, las víctimas de este fenómeno son millones...y ningún país o región está exento de los desastres del cambio climático por lo cual necesitamos hablar de la justicia climática”. Justicia climática.


A continuación, Ban Ki-Moon -Secretario General de las Naciones Unidas- manifestó que “el acuerdo debe preservar el equilibrio entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo”, haciendo hincapié en la necesidad de un acuerdo lo más rápido y dinámico posible con miras hacia un mundo con menos emisiones. El compromiso con economías bajas o neutras en carbono constituye una obligación moral a la cual deben comprometerse los líderes mundiales sin ninguna especulación. Sin demoras. Pero no será posible alcanzar dicho objetivo sin solidaridad entre naciones: ningún país puede ni debe actuar solo. Al día de la fecha, algunas de las declaraciones más salientes de los primeros días son: a) Rusia propuso reemplazar el protocolo de Kioto para garantizar la reducción efectiva del cambio climático en el mundo; b) Ecuador elevó el pedido de crear un Tribunal Internacional de Justicia Ambiental, que permita proteger los derechos de la naturaleza; c) Brasil solicitó un acuerdo ambicioso y duradero que permita la inclusión de los países en vías de desarrollo en la lucha mundial contra el cambio climático, reclamando una mayor contribución al desarrollo mundial; d) el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se hizo responsable de que su país es uno de los mayores emisores de dióxido de carbono del mundo; e) China y Estados Unidos –los dos mayores emisores del planeta- han rubricado un compromiso para luchar juntos contra el calentamiento y los países del G7 han emitido una declaración comprometiéndose a poner fin a los combustibles fósiles en 2100.

“EL COMPROMISO CON ECONOMÍAS BAJAS O NEUTRAS EN CARBONO CONSTITUYE UNA OBLIGACIÓN MORAL A LA CUAL DEBEN COMPROMETERSE LOS LÍDERES MUNDIALES SIN NINGUNA ESPECULACIÓN”. Se ha previsto también un mecanismo para que los países revisen regularmente sus objetivos cada cinco años, de manera que con el tiempo vayan siendo más ambiciosos. Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los compromisos requerirían una inversión de 13,5 billones de dólares hasta 2030, y en el caso de los países pobres están condicionados a la recepción de ayuda internacional. Probablemente, además, estemos asistiendo al principio del fin de la era de los combustibles fósiles. El éxito de esta COP 21 dependerá de varios factores como el nivel de ambición del acuerdo; la transparencia de los compromisos; la vocación de trabajar en conjunto; la ayuda a las naciones en vías de


desarrollo; y la prioridad que se le asigne al cumplimiento de las metas y sus revisiones cada cinco años. Dos grandes siglas (ODS – COP), dos mega reuniones de los países en el mismo año, para acordar políticas. No es un dato menor para este 2015. Gobiernos, Empresas, Ciudadanos, ONGs debieran abrir los ojos ante la magnitud de la evidencia: quien no entienda que la Responsabilidad Social y Sustentabilidad son asuntos de máxima vigencia e importancia en los años por venir, está probablemente mirando la realidad desde un paradigma caduco. 2016 nos encontrará trabajando intensamente –desde nuestro rol- para materializar actividades, eventos, programas de sensibilización y acciones concretas en torno a muchos de estos temas. Porque aunque parezca una tarea inalcanzable, la urgencia de la acción mundial a favor de las personas y el planeta es claramente impostergable.

Alejandro Roca Tiene más de 15 años de experiencia en temas de RSE y Sustentabilidad de las compañías y organizaciones. En la actualidad es el Director Ejecutivo del IARSE. Fue Director Ejecutivo -durante 4 años- de Comunidad Empresaria. Apasionado por la educación en temas de RSE, ha sido Docente en el Diplomado de RSE de la Universidad Anáhuac de México, por más de 6 años. Colabora regularmente con varios medios de comunicación especializados en la temática, tanto gráficos como radiales y televisivos. Es Licenciado en Comunicación Social con orientación en Comunicación Gráfica, egresado de la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), en junio de 2002.


SEÑALES DE CAMBIO COP21: El evento de Naciones Unidas con mayor asistencia de líderes mundiales Por María Virginia Vilariño, Coordinadora del Área de Energía y Clima del CEADS www.ceads.org.ar

El 30 de noviembre más de 150 Jefes de Estado y de Gobierno dieron inicio en París a la reunión de la que surgirá un nuevo acuerdo universal sobre cambio climático. Siendo la mayor reunión de líderes que jamás ha asistido a un evento de Naciones Unidas, es una señal sin precedentes de la voluntad política mundial para alcanzar un acuerdo. Con antelación a la COP21, 184 países que representan casi el 95% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero ya habían presentado sus planes nacionales de acción climática a la Secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). Éste es otro buen signo de avance real: si bien la suma de estos esfuerzos nacionales no son suficientes para el acuerdo internacional de mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 grados centígrados, nos ubica en una senda de emisiones que llevaría a un incremento promedio de 2,7°C al 2100. Sin dudas, se trata de una buena base que cobra real dimensión cuando tenemos en cuenta que el calentamiento global proyectado para fines de siglo, en ausencia de políticas y medidas de mitigación, llegaría a 4° C - 5 ° C. En palabras del Presidente de la COP21 y Ministro de Asuntos Exteriores francés, esta reunión no es más que un punto de partida que demandará ampliar esfuerzos por parte de todos los países: “Los riesgos son demasiado elevados, y la amenaza del cambio climático es demasiado grande para ser contenida con un acuerdo mínimo. Los Jefes de Estado y de Gobierno que han venido a París, han venido a expresar la voz de la ambición”. Es innegable que los planes nacionales de acción climática representan un punto de inflexión en la agenda climática. Dichos compromisos, asumidos casi universalmente, responden a planes, programas y estrategias nacionales, actualmente en marcha o al menos ya planificadas en cada país. Es por ello que, de acuerdo a la Secretaria Ejecutiva de la CMNUCC, Christiana Figueres, “finalmente el mundo está


viendo que es irreversible avanzar hacia un futuro bajo en carbono y resiliente”. Otra señal de optimismo se resume en las decenas de miles de empresas en el mundo, inversores y gobiernos locales y regionales que han anunciado su compromiso en la transformación económica y social necesaria para avanzar hacia un futuro sostenible y bajo en emisiones. La Agenda de Acción Lima-París (LPAA por sus siglas en inglés) une tanto a actores estatales como no estatales a nivel mundial para acelerar las acciones climáticas cooperativas presentes y futuras para apoyar el nuevo acuerdo. En su sitio web registra compromisos de acción frente al cambio climático de tipo individual o cooperativo por parte de empresas, ciudades, regiones subnacionales e inversores. Si bien durante la COP21 los ojos del mundo están puestos en París, la agenda de negociación y los esfuerzos de cada país se extenderán mucho más allá de la ciudad de la luz. A partir de esta instancia quedará trazado un plan para seguir trabajando hasta el 2020 -cuando el Acuerdo entrará en vigor- en el incremento de los niveles de mitigación comprometidos por los países, así como en diversas acciones climáticas por parte de empresas, inversores y gobiernos locales y regionales.

“OTRA SEÑAL DE OPTIMISMO SE RESUME EN LAS DECENAS DE MILES DE EMPRESAS EN EL MUNDO, INVERSORES Y GOBIERNOS LOCALES Y REGIONALES QUE HAN ANUNCIADO SU COMPROMISO EN LA TRANSFORMACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL NECESARIA PARA AVANZAR HACIA UN FUTURO SOSTENIBLE Y BAJO EN EMISIONES”. Cuanto antes actuemos, cuanto antes se intensifiquen los esfuerzos, mayores serán las probabilidades de reducir los riesgos extremos y adaptarnos al cambio climático. Seguir demorando la acción, significará mayores esfuerzos y mayores costos a futuro y afectará el desarrollo de los países. De acuerdo a UNDP, el cambio climático podría minar décadas de logros del desarrollo, por los impactos en salud, alimentos, agua, eventos metereológicos extremos, entre otros. Las respuestas y soluciones que se brinden ante el desafío del cambio climático también repercuten en el desarrollo social. Las políticas de mitigación y adaptación que asuman los gobiernos, así como las decisiones de inversión privada, tendrán como eje aspectos clave de desarrollo productivo y social de regiones y países: energía, agua, alimentos, producción, ciudades, infraestructura. Estas políticas e inversiones serán una oportunidad para reorientar el desarrollo de


nuestras sociedades y de cada uno de los sectores proveedores de bienes y servicios. Es por ello que, el nuevo acuerdo climático que se aspira alcanzar el 11 de diciembre en París, junto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, darán forma a la agenda global de desarrollo de las próximas décadas.

María Virginia Vilariño Lic. en Ciencias Ambientales (Universidad del Salvador) con especializaciones en Ciencias Químicas y Ambiente (UBA), en Gestión Ambiental (Universidad San Pablo, España y Institut de l'Environnement, Francia) y Master en Evaluación de Proyectos de Inversión (ITBA - UCEMA). Coordina el Área de Energía y Clima del CEADS desde el 2002, y más recientemente lidera las iniciativas Agro Sustentable y Ecosistemas de dicha institución. Autor líder y miembro del grupo de expertos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC). Fue miembro del subcomité de cambio climático de ISO, participando en la elaboración de estándares internacionales de huella de carbono y huella de agua. Es miembro del Stakeholder Advisory Group del World Resources Institute y trainer oficial del estándar GHG Protocol.


ESPECIALES “ASEGURAR LA GESTIÓN SOSTENIBLE DE UN BIEN COMÚN AMBIENTAL” Por Daniel Tomasini, Coordinador del Área de Ambiente y Desarrollo Sostenible del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina

El año 2015 será recordado por la relevancia de los acuerdos globales alcanzados y por grandes expectativas sobre sus resultados e impactos en la promoción del desarrollo sostenible. En efecto, varios son los acontecimientos que se llevaron a cabo este año y que visibilizaron la temática ambiental como un aspecto trascendental: la 3° Conferencia Mundial sobre Reducción de Riesgos de Desastres en Japón, que generó un marco de acción mundial para disminuir la vulnerabilidad ante los riesgos de desastres (Marco de Sendai 2015-2030); la 3° Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo en Etiopía, con el propósito de asegurar recursos para el desarrollo de los países más pobres; la Cumbre de Naciones Unidas realizada en octubre pasado en Nueva York, para la adopción de una agenda del desarrollo post-2015, cuyos Objetivos del Desarrollo Sostenible se constituyen como la guía global para la sostenibilidad; son algunos de los hechos que reflejan esta situación. Y marcan la antesala de la 21ª Reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención de Cambio Climático (COP 21) en Paris. Desde 1992 -incluso con muchas manifestaciones previas- los países vienen elaborando, discutiendo y tratando de consensuar estrategias apropiadas para reducir las emisiones de gases efecto invernadero, espacio en el cual la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se ha constituido como el único foro internacional de


política de cambio climático con legitimidad suficiente para alcanzar un acuerdo global vinculante. La presente reunión de París es una excelente oportunidad para la gobernabilidad global ambiental, en la medida que se espera que genere las condiciones reales para asegurar la gestión sostenible de un bien común ambiental mundial, la atmósfera terrestre. Como bien común de la humanidad, la atmosfera debe ser gestionada en su uso como sumidero de gases (CO2), regulando, restringiendo, acordando y comprometiendo a todos los que tienen derechos y obligaciones sobre la misma: los países y sus sociedades. Tarea que ha demostrado su dificultad y que, aún hoy a 25 años de discusiones, sigue siendo esquiva en sus resultados. Los países, sus científicos, especialistas, negociadores y políticos han ensayado muy diferentes mecanismos sin lograr compromisos sostenibles, universales, efectivos, ni mucho menos justos y equitativos. Sin embargo, en esta oportunidad estamos ensayando una estrategia novedosa o, al menos, ingeniosa.

“LA PRESENTE REUNIÓN DE PARÍS ES UNA EXCELENTE OPORTUNIDAD PARA LA GOBERNABILIDAD GLOBAL AMBIENTAL, EN LA MEDIDA QUE SE ESPERA QUE GENERE LAS CONDICIONES REALES PARA ASEGURAR LA GESTIÓN SOSTENIBLE DE UN BIEN COMÚN AMBIENTAL MUNDIAL, LA ATMÓSFERA TERRESTRE”. Desde las reuniones de Durban (2011) y de Varsovia (2013) comenzó a fortalecerse la idea del cambio. Si el conjunto no puede forzar a las partes (los países) a asumir compromisos de mitigar las emisiones de gases, si el esfuerzo de algunos no resulta acompañado ni alcanza el resultado necesario, se puede optar por invitar a todos y cada uno a ofertar en qué capacidad se considera para contribuir con el esfuerzo de mitigación de manera sostenible y comprometida. Así se estableció el mecanismo de las Contribuciones Previstas y Determinadas a nivel Nacional, en el que los países acordaron exponer públicamente las acciones climáticas hasta el 2030 (mitigación y adaptación), que prevén aplicar en el marco de un posible acuerdo internacional vinculante (obligatorio) con la intención de limitar el incremento de la temperatura media en menos de 2° C sobre los niveles de la época preindustrial. La expectativa de la reunión de París es consolidar y validar un conjunto de metas de mitigación cuantificables y superadoras de la situación


actual, reflejando las circunstancias económico- sociales de cada parte y que puedan ser legalmente vinculantes (compromisos efectivos y cumplibles). La Convención de CC estima que en función de las contribuciones nacionales de reducción de emisiones de GEI recibidas a octubre, que cubren el 86% de las emisiones mundiales, puede asegurarse un aumento de temperatura no mayor a 2,7 °C para el año 2100. Este incremento es superior a la meta necesaria para evitar impactos severos en el clima mundial, por lo que es clave profundizar el esfuerzo y revertir la trayectoria -todavía creciente- de liberación de emisiones a la atmósfera. Esta fuerte inercia en la modificación de la trayectoria creciente de emisiones, tiene su eje en la complejidad del cambio climático, que más allá de su naturaleza ambiental y sus consecuencias en todos los ámbitos, expresa sus raíces profundas en el crecimiento económico, logrado por unos y en los esfuerzos por alcanzarlo en otros, a través de la lucha contra la pobreza, el desarrollo sostenible y la gestión de los recursos naturales. Por tanto, es absolutamente necesario llegar a los acuerdos globales con estrategias y políticas locales concretas, que aseguren un desarrollo económico sostenible, de manera inclusiva y equitativa, incorporando mecanismos de mitigación de GEI, a través de estrategias para un desarrollo bajo en carbono y de la adopción de iniciativas de adaptación ante los cambios generados, mejorando los niveles de resiliencia (reducción de la vulnerabilidad) en nuestras comunidades.

“…ES ABSOLUTAMENTE NECESARIO LLEGAR A LOS ACUERDOS GLOBALES CON ESTRATEGIAS Y POLÍTICAS LOCALES CONCRETAS, QUE ASEGUREN UN DESARROLLO ECONÓMICO SOSTENIBLE, DE MANERA INCLUSIVA Y EQUITATIVA…” Por otra parte, debe también tenerse en cuenta que el beneficio ambiental global (mitigación de emisiones de CO2) aportado por cada iniciativa es a su vez acompañado por otros beneficios no necesariamente ambientales, pero que se registran y apropian económicamente a nivel local: el incremento de eficiencia en el agro ola industria reduce emisiones pero también mejora la relación costobeneficio de la empresa, el ahorro de energía en los hogares tiene su impacto en la economía familiar, el uso eficiente y las fuentes renovables de energía optimizan la matriz energética ahorrando inversiones, entre otros. Estos ingresos adicionales se denominan co-


beneficios y permiten no sólo reducir los costos netos de la mitigación, sino hasta superarlos con el valor de los beneficios locales obtenidos. Es así que intervenciones público/privadas, como programas de producción mas limpia para las pequeñas y medianas empresas, modelos sectoriales de desarrollo bajo en carbono (eficiencia en cadenas productivas, nuevas tecnologías con reducción de emisiones), mejoras en el acceso a nuevas y más eficientes fuentes energéticas, protección de bosques nativos como sumidero de carbono; contribuyen con el objetivo global. Este tipo de acciones priorizan las necesidades del desarrollo sostenible local, acompañadas por las iniciativas de adaptación al cambio climático, involucrando nuevas inversiones en infraestructura, ordenamiento territorial y gestión de riesgos ambientales. En este cometido, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) contribuye con el país para un desarrollo inclusivo y sostenible, apoyando este tipo de iniciativas, integrando la política ambiental y el crecimiento económico nacional, en el marco de una acción colectiva global por el cambio climático.

Daniel Tomasini Ingeniero Agrónomo de la UBA. Especializado en economía y derecho ambiental, con estudios de postgrado en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Harvard. Actualmente es Coordinador del Área de Ambiente y Desarrollo Sostenible del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina, donde apoya la implementación de proyectos y actividades nacionales e internacionales vinculados a la gestión ambiental en el desarrollo. Su actividad académica se desarrolla en la Facultad de Agronomía de la UBA, como profesor en el área de economía de los recursos naturales y el ambiente.


ACCIONES Y DESAFÍOS EN LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO Por Enrique Maurtua Konstantinidis, Coordinador Proyecto Agendas Climáticas Nacionales de la FARN www.farn.org.ar

La Cumbre de Paris, la COP 21, debe firmar un acuerdo mundial que defina las políticas climáticas mundiales y los acuerdos de cooperación internacional a partir de 2020 para todos los países del mundo. Actualmente, el único instrumento legal de esta naturaleza es el Protocolo de Kioto, que aplica solo para los países más desarrollados, y tiene objetivos de reducción bastante cortos en comparación con lo que la ciencia dice que hay que reducir si queremos estabilizar el clima mundial. Este nuevo acuerdo deberá lograr el compromiso de los 194 miembros de la convención para lograr objetivos de reducción colectivos, compartidos, pero diferenciales, es decir, todos los países deberán aportar con reducción de emisiones, pero en la medida de sus respectivas capacidades. Ésa es la primera diferencia con Kioto que aplica solo a los países anexo I (los más desarrollados). Este acuerdo también deberá fijar mecanismos de financiamiento internacional para que los países más poderosos puedan contribuir -por ser más responsables del problema- con los países más pobres y vulnerables a generar proyectos de desarrollo sustentable y aplicar medidas de adaptación. También para apoyar aquellos de renta media (como Chile y Argentina, por ejemplo) para poder afrontar medidas de reducción de emisiones. En el caso particular de Latinoamérica, muchos países han hecho grandes inversiones en energías renovables. Chile y Uruguay por ejemplo, han aumentado el porcentaje de energías renovables de manera realmente notable y están viendo los beneficios de tener energía limpia sustentable e independiente de cualquier otro país. Países como Costa Rica y Brasil han hecho propuestas ambiciosas para la reducción de emisiones que contribuyen a escala global (en el caso


de Brasil), y promoviendo un desarrollo sustentable bajo en emisiones, en el escaso de Costa Rica. En Argentina los avances son muy pocos. Si bien Argentina hizo su propuesta, lo cual la incluye dentro de los países que cumplieron con este compromiso, ésta no es lo suficientemente ambiciosa, ya que promueve el uso de energía nuclear y no hace uso de todas las políticas ambientales que sí están aprobadas (ley de bosques, reforma de ley de renovables, entre otras). La reciente reforma de ley de renovables daría un espacio más importante para la inversión limpia, pero habrá que ver en el tiempo si se cumple. La ley tiene 10 años ya y Argentina tiene una participación de menos del 1% de energías renovables no convencionales como solar y eólica.

“ESTE ACUERDO TAMBIÉN DEBERÁ FIJAR MECANISMOS DE FINANCIAMIENTO INTERNACIONAL PARA QUE LOS PAÍSES MÁS PODEROSOS PUEDAN CONTRIBUIR -POR SER MÁS RESPONSABLES DEL PROBLEMA- CON LOS PAÍSES MAS POBRES Y VULNERABLES A GENERAR PROYECTOS DE DESARROLLO SUSTENTABLE Y APLICAR MEDIDAS DE ADAPTACIÓN”. En este momento muchos países ya propusieron metas de reducción de emisiones en sus “Contribuciones Nacionales”, que es el elemento central del nuevo acuerdo climático, y quedan muchos más por proponer. Estas contribuciones son definidas por cada país y una vez que estén todas, habrá que ver si el agregado de todas las contribuciones logra estabilizar las emisiones o no. Es muy importante que los países acuerden en este tratado una manera de comparar los esfuerzos así como también mecanismos de incremento de la ambición. Por ahora todos dicen que habría que tener sólo uno, pero habrá que ver cómo lo terminan definiendo, ya que esto implica comprometerse con antelación a futuros incrementos de los compromisos. Otros desafíos de este acuerdo están vinculados al rol de la adaptación y los daños y pérdidas asociados al Cambio Climático. Los países mas vulnerables necesitan que el nuevo régimen considere los daños y pérdidas para poder afrontar los impactos inminentes, pero los países más desarrollados no quieren atarse a pagar los costos. Finalmente, el acuerdo de la COP 21 deberá establecer acciones tempranas de acción climática, es decir, que funcionen antes de 2020 para lograr cerrar la brecha de emisiones que existe actualmente y las que deberíamos tener en 2020. Éste es otro punto en el que los países encuentran dificultades, ya que implica un compromiso inmediato de acción para los próximos cinco años.


Enrique Maurtua Konstantinidis Experto en negociaciones de Cambio Climático de Naciones Unidas, proceso en el que está activamente involucrado desde el año 2004. Entre 2011 y 2014 ha sido Coordinador Regional de Climate Action Network Latin America (CANLA). Desde el departamento de Cambio Climático de Fundación Biosfera ha trabajado en proyectos de pequeña escala de energía renovable, y educación ambiental. Frecuentemente da entrenamientos de fortalecimiento de capacidades sobre la CMNUCC, las negociaciones internacionales y actualmente de manera ad-honorem, coordina el grupo de Mitigación de CAN Internacional.


EL ROL DEL SECTOR PRIVADO ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO Por Pablo A. Cortínez, Coordinador de Negocios y Ambiente de Fundación Vida Silvestre Argentina www.vidasilvestre.org.ar

Desde el inicio de las negociaciones relacionadas con el Cambio Climático, el foco ha sido puesto en las estrategias, decisiones y compromisos de los gobiernos nacionales involucrados. Incluso en el marco de la COP 21 (Paris, diciembre de 2015), las “estrellas” del evento serán las contribuciones de los países al objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a no más de 2° C. Sin embargo, existen otros actores que, sin desmerecer la importancia de los gobiernos, están llamados a cumplir un papel fundamental para que los compromisos puedan ser cumplidos. Esos otros actores son las ciudades, los gobiernos regionales, la sociedad civil y el sector privado. Prescindiendo por un momento de la suficiencia o insuficiencia de las contribuciones nacionales previstas y determinadas (INDC por sus siglas en inglés) ya presentadas por los países, las empresas del sector privado tienen claramente un rol fundamental que jugar. Si bien la posición y medidas que adopten los gobiernos son determinantes, las empresas ya están implementando acciones, por diversas razones y en diversos ámbitos. Sin descartar la mera convicción como uno de los móviles, existen empresas que comprendieron que ser sustentable implica disminuir los costos en el mediano - largo plazo; otras que descubrieron que un modo de acceder o de permanecer en ciertos mercados requiere certificaciones de sustentabilidad, como los casos de FSC, RTRS y MSC relacionados con productos forestales, soja y pescado, respectivamente. Otras compañías están actuando en base al análisis de ciertas tendencias del mercado, como aquella que surge de una encuesta de la consultora Nielsen, donde este año se consultó a consumidores finales de 60 países acerca de la predisposición a gastar más en productos provenientes de empresas socialmente responsables: el 60% contestó afirmativamente. Si bien podemos estar ante una respuesta “políticamente correcta”, no puede soslayarse el crecimiento en respuestas positivas respecto de 2011 que ascendió al 46%.


¿Significa esto que los gobiernos pasarán a un segundo plano una vez acordados los compromisos de cada país? No parece ser el caso, si se pone en consideración las siguientes razones. Por un lado, lo que se acuerde en Paris acerca de las contribuciones estará sujeto a revisión cada cinco años. En el corto plazo, la agenda post COP 21 ya incluiría el pedido de mejoras en la gran mayoría de los INDCs presentados. Por otro lado, serán los gobiernos quienes, en cada caso, deberán establecer marcos regulatorios y reglas de juego claras y de largo plazo que se traduzcan en señales inequívocas hacia los mercados, en base a las cuales las empresas tomarán decisiones, realizarán inversiones, y se posicionarán de acuerdo a una planificación de largo plazo. Esto podrá incluir también incentivos fiscales y esquemas de financiación. En ese sentido, el Green Climate Fund está llamado a cumplir un rol muy relevante. Se espera que el presupuesto de ese fondo alcance los 100 billones de dólares anuales a partir de 2020; debe ser fondeado por los países industrializados, y constituye la gran esperanza para facilitar acciones que atenúen el cambio climático en los países en desarrollo. Si bien con algunas excepciones, se estima que gran parte de estos fondos involucrarán al sector privado. La Agenda de Acción de Lima a París es una de las iniciativas surgidas luego de la COP 20 realizada en 2014 en la capital peruana. El objetivo es incentivar y registrar acciones concretas de parte de ciudades, regiones, empresas e inversores. Hacia noviembre de 2015, de un total de 4.119 entes que registraron compromisos, el 58% eran empresas e inversores; y de los 8.600 compromisos registrados a ese momento, más del 52% provenían del sector privado. Los compromisos asumidos por entes argentinos totalizaban once.

“HACIA NOVIEMBRE DE 2015, DE UN TOTAL DE 4.119 ENTES QUE REGISTRARON COMPROMISOS, EL 58% ERAN EMPRESAS E INVERSORES; Y DE LOS 8.600 COMPROMISOS REGISTRADOS A ESE MOMENTO, MÁS DEL 52% PROVENÍAN DEL SECTOR PRIVADO”. Un caso concreto acerca del rol más dinámico que está desempeñando el sector privado tuvo lugar en julio de 2015: trece de las compañías más importantes de Estados Unidos firmaron ante el Presidente de ese país un compromiso con el cambio climático, estableciendo metas individuales concretas en términos de disminución de emisión de gases efecto invernadero, inversiones en energías renovables y financiaciones relacionadas con el combate al cambio climático, por mencionar algunos. Entre los firmantes se encuentran empresas del sector tecnológico (Apple, Google, Microsoft); empresas del sector real incluyendo Coca Cola, General Motors y Cargill; retailers


como Wal Mart; y empresas relacionadas con representadas por Bank of America y Goldman Sachs.

las

finanzas

El sector privado del país anfitrión de la COP 21 también realizará su contribución: parte importante del empresariado galo más representativo ha anunciado compromisos para favorecer la transición a un modelo de desarrollo menos intensivo en emisiones de carbono. Así como los dos casos mencionados, existen otras iniciativas similares en diversas partes del mundo. Resumiendo, en un principio, las empresas permanecieron cómodamente a un costado, siendo meras espectadoras de una discusión y puja de intereses entre países desarrollados y países en vías de desarrollo que, eventualmente, en algún momento, podrían ponerse de acuerdo y tener alguna injerencia en la esfera privada. Algunos aseveran que se había ingresado en una suerte de círculo vicioso, en un intento de las dos partes por evitar la responsabilidad de las consecuencias del cambio climático: bajo esta hipótesis, las empresas condicionaban su actuación a decisiones gubernamentales, en tanto los gobiernos esperaban mayor dinamismo e iniciativa de parte del sector corporativo. Aquella falsa elección para los empresarios entre ser socialmente responsables y ser rentables ha quedado en evidencia. Para el sector privado se trata de una buena oportunidad para dar un paso más allá de la responsabilidad social corporativa, incorporando la sustentabilidad en los planes de mediano y largo plazo para que, cambios transformacionales mediante, la sustentabilidad también sea sinónimo de rentabilidad y de nuevos negocios. Las señales en este sentido provienen tanto del sector público (en sus diversos niveles) como del sector privado, de la comunidad científica, las ONGs y de organismos multilaterales, así como de iniciativas que nuclean a empresas. El amplio abanico incluye a sectores que habían permanecido al margen: Laudato si, se hace eco al mencionar la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo para combatir al menos las causas humanas que producen o acentúan el calentamiento.

“PARA EL SECTOR PRIVADO SE TRATA DE UNA BUENA OPORTUNIDAD PARA DAR UN PASO MÁS ALLÁ DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA, INCORPORANDO LA SUSTENTABILIDAD EN LOS PLANES DE MEDIANO Y LARGO PLAZO…” Luego de la experiencia poco fructífera del Protocolo de Kyoto, nos encontramos frente a otra oportunidad para demostrar en los hechos que la transición ecológica, lejos de oponerse al crecimiento


econ贸mico, puede constituir un factor que lo potencie. El desaf铆o consiste en que todos los actores se involucren, cada uno cumpliendo su rol, para contribuir al desarrollo sustentable de nuestro planeta.

Pablo A. Cort铆nez Coordinador de Negocios y Ambiente de Fundaci贸n Vida Silvestre Argentina.


RESPUESTA CORPORATIVA AL CAMBIO CLIMÁTICO Por Juliana Lopes, Directora de CDP para América Latina ww.cdproject.net

Cualquier que sea el resultado al fin de las negociaciones en Paris –y ojalá que tengamos un acuerdo global bastante ambicioso para frenar el aumento de la temperatura mediana global en el límite seguro de los 2ºC- esta COP consolida un movimiento creciente del sector privado que ha tomado una acción positiva frente al cambio climático. Un ejemplo en este sentido es la iniciativa Commit to Action, en la que Carbon Disclosure Project (CDP), organización internacional que ofrece el mayor sistema de divulgación ambiental del mundo, junto a una coalición llamada We Mean Business, desarrolló una plataforma central para colectar y ampliar el liderazgo empresarial en la acción climática con el objetivo de acelerar la transición hacia una economía baja en carbono. A través de esta iniciativa, más de 320 compañías han firmado por lo menos uno, entre seis compromisos sugeridos que incluyen, por ejemplo, el suministro de energía 100% renovable y objetivos de reducción de emisiones de carbono en base a la ciencia (Ver lista de compromisos en cuadro 1). En muchos países la movilización del sector privado animó los gobiernos nacionales a asumir compromisos más ambiciosos en sus contribuciones nacionalmente determinadas (del inglés Intended National Declaration Commitment – INDC) presentadas a fines de septiembre, a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático como subsidio para las negociaciones. Es el caso de Brasil, único país en desarrollo que presentó una meta absoluta de reducción de emisiones que se extiende a toda la economía y no solamente a cambios en el uso de la tierra causados por la deforestación. El mecanismo de las INDCs representó un cambio de estrategia importante en la Convención del Clima. Por primera vez, se está construyendo un acuerdo desde la base al tope, puesto que los países


pusieron sus cartas en la mesa, presentando en sus INDCs los compromisos que están dispuestos a asumir. Se espera así, llegar a un consenso en cuanto a un acuerdo climático que defina compromisos de reducción de emisiones en escala global. El mensaje que los Jefes de Estado compartirán cuando culminen las negociaciones en Paris determinará la velocidad de la transición hacia patrones de producción y consumo más sostenibles, como así también si lograremos evitar el cambio climático peligroso. Sin embargo, el mundo ya inició su trayectoria hacia una economía baja en carbono, de manera que los países y las empresas que más rápido adapten sus estrategias tendrán ventajas competitivas. Muchos gobiernos y empresas ya captaron este cambio de ruta y están adaptando sus estrategias a diferentes escenarios de precificación de carbono. El número de compañías que trabajan con un precio interno de carbono aumentó de 105 en 2014 para 437 en 2015 de acuerdo al último estudio de CDP acerca del tema “Putting a price on risk: Carbon pricing in the corporate world”. Entre las 437 que reportaron el uso de un precio interno de carbono, 14 son empresas de Sudamérica. Otras 23 empresas de la región informaron que pretenden usar un precio interno de carbono en los próximos dos años. En cuanto a los gobiernos, según la última investigación del Banco Mundial, “State and Trends of Carbon Pricing 2015”, 38 gobiernos nacionales y sub-nacionales ya establecieron instrumentos de precificación de carbono, ya sea a través de sistemas de comercio de emisiones o impuestos de carbono.

“…EL MUNDO YA INICIÓ SU TRAYECTORIA HACIA UNA ECONOMÍA BAJA EN CARBONO, DE MANERA QUE LOS PAÍSES Y LAS EMPRESAS QUE MÁS RÁPIDO ADAPTEN SUS ESTRATEGIAS TENDRÁN VENTAJAS COMPETITIVAS”. Decisores políticos y de negocios encuentran subsidios para avanzar en esta temática, tal como se plasma en la publicación “Carbon Pricing Pathways”, de CDP y We Mean Business que presenta un conjunto de herramientas para adaptar las estrategias en diferentes escenarios de precificación de carbono. Imperativo para hacer negocios Pese que el diseño de un marco político global de combate al cambio climático tardó en llegar, la integración del tema en la agenda corporativa ha evolucionado desde 2010, año posterior a la


Convención de las Partes, COP 15, en Copenhague, donde se esperaba definir las bases para el acuerdo substituto al Protocolo de Kioto, discusión que se pospuso para 2015 en la COP 21, en Paris. El informe “CDP Global Climate Change Report 2015” trae un análisis de la respuesta corporativa al cambio climático entre 2010 y 2015. La publicación muestra que el número de empresas que contestaron la solicitud de información sobre cambio climático enviada en nombre de inversionistas institucionales globales creció de 1799, en 2010, para 1997, en 2015, alcanzando 55% de capitalización de mercado global. También se nota una evolución en una serie de indicadores, un ejemplo de ello es el incremento de un 60% en el número de empresas que ofrecen incentivos para gestión del cambio climático; que saltó de menos de la mitad de las respondientes en 2010 para 75% en 2015 y el doble de empresas con objetivos de reducción de emisiones de carbono. Esa evolución también es observada en América Latina, donde el número de empresas que ofrecen incentivos para gestión del cambio climático saltó de 24% en 2010 para 64% en 2015. También se nota un crecimiento de cinco veces en el perceptual de empresas con objetivos de reducción de emisiones. Cada vez más empresas perciben que la protección del clima está íntimamente relacionada con el crecimiento de los negocios. Ejemplos en este sentido incluyen el caso de Arcos Dorados, detentora de la marca Mc’Donalds en Sudamérica, que solicita a sus proveedores el reporte de información ambiental a través de CDP como forma de evaluar, por ejemplo, el impacto de eventos climáticos extremos como el stress hídrico en sus cadenas de suministro. En su relato a CDP, Braskem, empresa química brasileña que desarrolló un plástico a base de caña de azúcar, señaló que se beneficiará con la reducción de costos de producción a partir de la implementación de mejoras en sus procesos y cambios tecnológicos, a fin de atender a nuevos patrones de producción y regulaciones en términos de gases de efecto invernadero en el mediano y largo plazo. En tanto, Itaú-Unibanco reportó que la precificación de carbono fue determinante para la decisión de invertir en un proyecto de auto-generación de energía a partir de paneles solares en su principal centro administrativo en São Paulo. Estos casos evidencian, sin lugar a dudas, un cambio en la narrativa de los negocios acerca del clima, con una visión de costos vinculada con la generación de nuevas oportunidades de mercados y la construcción de una ventaja competitiva.


Cuadro 1: Compromisos sugeridos en la iniciativa Commit to Action:

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Objetivo de reducción de emisiones basado en la ciencia 100% de electricidad de fuentes renovables Eliminación de la deforestación en la cadena de suministro Reducción de contaminantes climáticos de vida corta Compromiso corporativo responsable de Política Climática Poner precio al carbono Reportar información ambiental en informes financieros

Figura 1: Expansión de gobiernos nacionales y sub-nacionales que están poniendo un precio al carbono

Fuente: Banco Mundial. State and trends of carbono pricing. Acceso en 16/11/2016: http://documents.worldbank.org/curated/en/25053834

Figura 2: Evolución de indicadores de gestión corporativa del cambio climático en el ámbito global


Fuente: CDP Global Climate Change Report 2015

Figura 3: Evoluci贸n de indicadores de gesti贸n corporativa del cambio clim谩tico en Am茅rica Latina

Fuente: CDP Global Climate Change Report 2015


Juliana Lopes Directora de Carbon Disclosure Project (CDP) para América Latina, siendo responsable por la expansión de los programas de la organización en la región. Tiene una Maestría en Administración de Empresas, con énfasis en Sustentabilidad, y forma parte del Grupo de Estudios sobre Licencia Social Para Operar de la Fundación Educacional Inaciana - FEI. Es Licenciada en periodismo, con un MBA en Marketing.



GESTIÓN “EL CUIDADO AMBIENTAL COMO PARTE DE NUESTRA GESTIÓN” Por Enrique Sargiotto, Gerente General de Aguas Cordobesas www.aguascordobesas.com.ar

“Ser referentes en la construcción de una ciudad mejor” es la visión que nos identifica y con la que nos proyectamos desde Aguas Cordobesas. De la misma manera, nuestro compromiso con el cuidado ambiental, formalizado en nuestra Política de Sustentabilidad contempla “minimizar el impacto de nuestra actividad en el medio ambiente a través del uso racional de los recursos y promover la responsabilidad medioambiental en la comunidad”. Estos lineamientos estratégicos dieron lugar a un Programa Medioambiental y otras acciones asociadas que nos han permitido a lo largo de estos últimos cinco años, obtener la certificación de la Norma ISO 14001 de gestión Medioambiental y la adhesión voluntaria a la Norma ISO 26000 de RSE y Pacto Global de la ONU. Estamos convencidos que para ser una empresa referente y responsable en la comunidad, debemos abordar estratégicamente el desafío de la problemática medioambiental como parte de nuestra gestión, siendo ésta uno de los temas materiales, formalizada en nuestro Reporte que elaboramos a través de GRI anualmente.

“EL DESAFÍO QUE TENEMOS EN EL FUTURO, ES GENERAR ESA CONCIENCIA MEDIOAMBIENTAL EN TODOS LOS ACTORES SOCIALES DE NUESTRA COMUNIDAD…”


En Aguas Cordobesas, implementamos acciones sistemáticamente para minimizar el impacto en el medio ambiente. Entre ellas, podemos mencionar: Acciones de Gestión:  Evaluación de riesgos medioambientales y planes de acciones para su mitigación  Definición de tableros de control y objetivos medioambientales. Acciones de la Operatoria:  Innovación de tecnología para la gestión de eficiencia de plantas potabilizadoras.  Manejo de presión y regulación de redes de distribución para la reducción del consumo energético.  Detección y reparación preventiva de fugas en redes de distribución.  Reducción de tiempos de intervención de la red para la reducción de pérdidas.  Instalación masiva de medidores para el consumo responsable del agua.  Tratamiento de efluentes en plantas potabilizadoras. Acciones de Concientización y Apoyo a la Comunidad:  Cálculo de la huella de carbono y de la huella hídrica.  Programas de concientización a alumnos primarios, secundarios, organismos de la comunidad y público interno.  Convenios y asociaciones para la investigación de las fuentes de agua.  Apoyo financiero a organizaciones y eventos de concientización medioambiental.  Campañas publicitarias.  Elaboración de un Plan Hídrico para Córdoba 2050. Acciones Internas:  Programas de reducción de consumos internos de papel y agua.  Canales internos de participación y denuncias de incidentes medioambientales.  Implementación de programas de reciclado de papel y plásticos.  Concurso interno de proyectos de sustentabilidad.  Gestión de Residuos: islas de residuos peligrosos, instructivos y capacitación. Acciones con Proveedores:  Evaluación de la gestión medioambiental de proveedores críticos. El desafío que tenemos en el futuro, es generar esa conciencia medioambiental en todos los actores sociales de nuestra


comunidad, para que se extiendan las prácticas de prevención, protección y remediación que llevamos adelante. Además, la implementación de reglamentaciones que regulen las buenas prácticas en las distintas áreas y el fomento de gestiones sustentables en todos los órdenes, para afrontar los problemas ambientales que tenemos hoy y que repercutirán en los próximos años, por el bienestar de las generaciones venideras.

Enrique Sargiotto Egresado en 1978 del Colegio Nacional de Monserrat de la Ciudad de Córdoba. Cursó sus estudios universitarios en la Universidad Nacional de Córdoba, egresando como Ingeniero Civil en 1986. Entre 1992 y 1993 cursó un Magister en Administración y Finanzas en la Universidad Católica de Córdoba. En 2004, participó del Programa de Alta Dirección del IAE Business School, Universidad Austral. Desde 1986 a la fecha se desempeña en el Grupo Roggio, participando de diversas obras y siendo designado como Director en diferentes empresas del mismo. Desde 1994 a 2007 se desempeñó como Gerente General de las Covicentro S.A., Covinorte S.A. y Concanor S.A., Concesiones Viales. Desde 2007 a la fecha conduce como Gerente General a la Empresa Aguas Cordobesas S.A.


ASOCIARNOS POR FILOSOFÍA Por Diego Moyano, Bioplastico S.A.

Gerente

de

En Estados Unidos el 13% de los adultos forman parte del segmento de consumo LOHAS. HOLAS significa “Lifestyles Of Health And Sustainability”, o, “Estilos de Vida Saludables y Sustentables”. Ese 13% representa 41 millones de personas. En Japón, este segmento suma 17 millones de consumidores o el 12%. LOHAS es un concepto poderoso y útil para las empresas porque sintentiza de manera simple el comportamiento de una gran cantidad de consumidores. En pocas palabras, el patrón identificado es el siguiente: aquel consumidor/a que compre, por ejemplo, alimentos orgánicos, muy probablemente filtre todo su consumo con los criterios de sustentabilidad ambiental y vida sana. Es decir que preferiría energía de fuentes limpias o renovables por sobre fuentes tradicionales; comprará prendas de fibras naturales y orgánicas por sobre telas sintéticas o de algodón tradicional; optará por productos sin packaging, o con packaging compostable; antes que ir a Las Vegas, probablemente vaya a Galápagos, o a la Patagonia, sin resignar confort. Y si el presupuesto se lo permite, conducirá un auto eléctrico o un híbrido antes que un diesel o un naftero. El consumidor LOHAS es muy coherente (sin necesariamente ser un obsesivo radicalizado). Además, es un consumidor de segmento medio, medio-alto, y alto. En Estado Unidos, estas personas gastan anualmente 117 mil millones de dólares en salud personal, 100 mil millones en construcción sustentable; en ecoturismo y en transporte alternativo, 42 mil y 20 mil millones, respectivamente. Y las categorías continúan. Lógicamente, así como hay consumidores que se identifican y se comportan acorde a valores de sustentabilidad y vida sana, existen cada vez más empresas que se dirigen explícitamente a este segmento de consumidores, y podemos llamarlas “empresas LOHAS”.


Esto es muy relevante porque, se trate de helado, hamburguesas, bebidas, cereales, packaging, o kW/h (energía), las marcas LOHAS tienen una tasa de crecimiento interanual que es la envidia del gerente de marketing de cualquier marca tradicional. De hecho, hay una carrera entre las grandes marcas mundiales por comprar empresas LOHAS – sean start-ups o empresas con un cash flow consolidado. Pero, ¿puede una empresa LOHAS, después de ser comprada por una marca mundial, continuar creando valor social y ambiental, y económico para sus accionistas? Depende de si se la limpia por dentro y le queda sólo el nombre a modo de cascarón, o si continúa con su ADN original. Porque este ADN es lo que produce fidelización hacia la marca en consumidores tan observadores y exigentes como los consumidores LOHAS. ¿Y cuál es este ADN? Es recordar que la empresa es una herramienta para generar los recursos que nos permitan hacer algo que disfrutamos, mientras a la vez nos preocupamos por cuidar el medio ambiente y la salud de nuestros clientes y otros stakeholders. Todo esto hace a la coherencia de nuestra empresa, que es tan agudamente monitoreada por los consumidores. Este ADN conduce a que la empresa, como herramienta para ganar dinero, sea un medio –indudablemente necesario, y por supuesto, gratificante– pero no deja de ser eso, un medio. Lo que da sentido a levantarse cada día a trabajar es aquello que estamos cuidando o construyendo desde nuestra empresa. Curiosamente, mientras nosotros encontramos sentido en lo que producimos y vendemos, el consumidor encuentra “sentido” en premiar con su poder de compra a la empresa que le está cuidando su salud y su ambiente. Esta confluencia de “sentido” produce una empatía que trasciende la categoría “consumidor-empresa”. Aparece una poderosa percepción de que hay personas detrás del comprar, vender, o fabricar, y que todos están haciendo su parte por el mismo fin.

“…LA EMPRESA ES UNA HERRAMIENTA PARA GENERAR LOS RECURSOS QUE NOS PERMITAN HACER ALGO QUE DISFRUTAMOS, MIENTRAS A LA VEZ NOS PREOCUPAMOS POR CUIDAR EL MEDIO AMBIENTE Y LA SALUD DE NUESTROS CLIENTES Y OTROS STAKEHOLDERS”. Como estamos viendo en este mismo momento en COP21, la Conferencia de las Partes, en París, resguardar nuestro medio ambiente y cuidar la salud de las personas en este planeta es un desafío titánico. Para ello, está reunida una increíble diversidad de perspectivas y


disciplinas. En donde hay mucho menos diversidad es en los objetivos referidos a emisiones, contaminación, extinción de especies, tecnología, y hasta de pobreza. Qué sabemos hacer varía. Pero lo que nos une es la visión. Y París/COP21 es la expresión macro de lo que pasa en el mundo todos los días: WWF tiene una junta de empresarios asesores, grandes empresas suman a líderes de ONGs ambientales a sus directorios, el Estado busca capacidad de gestión empresaria, empresarios se suman a grupos ciudadanos para discutir transparencia y responsabilidad ambiental y social, etc. Nos reunimos y unimos fuerza con aquellos que comparten nuestra filosofía (visión). Tratamos de rodearnos de la mayor diversidad posible de herramientas (tecnologías). Antes, las empresas no sólo se reunían con otras empresas. Había una asociación por tecnologías compartidas: cámaras metalúrgicas, comerciales, de transporte, etc. Los individuos se unían con el mismo criterio. Se colegiaban o agremiaban. Hoy nos reunimos para trabajar, hablar, y construir, cada vez más con aquellos que comparten nuestra visión de hacia dónde ir, no importa si compran y venden, o si piensan, o si escriben, o qué sombrero usan cotidianamente. Hoy estamos aprendiendo a asociarnos por filosofía. Y da la impresión que este criterio para juntarnos o asociarnos está redefiniendo lo que es hacer negocios, con modelos muy exitosos y gratificantes, como muestran los mercados LOHAS. En pocas palabras, los mercados nos están mostrando que hacer las cosas bien se ha vuelto buen negocio.

Diego Moyano Gerente de Bioplastico SA.


LLEGÓ EL MOMENTO DE ACTUAR Por Julio Gabriel Cerasa, Presidente del Comité Interindustrial de Conservación del Ambiente Campana-Zárate www.cicacz.com.ar

“No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer”. M. Gandhi

Los representantes de casi 200 países se están reuniendo en París en estos momentos, teniendo como objetivo cerrar el Primer Acuerdo Global para intentar frenar el cambio climático y sus efectos sobre el planeta y sobre quienes lo habitamos. Los llamados gases de efecto invernadero, principalmente el dióxido de carbono (CO2), se acumulan en la atmósfera e impiden que las radiaciones infrarrojas que emite el planeta al calentarse salgan al espacio. Ello hace que la temperatura del planeta suba. Estos gases siempre han estado presentes en la atmósfera, el problema -según el consenso científico (casi absoluto)- es que las actividades humanas han contribuido a romper el equilibrio existente. La industria, el transporte y el uso del suelo han aumentado la concentración de los mismos. Según la según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la concentración de CO2 en la atmósfera alcanzó en 2014 las 397,7 partes por millón (ppm), cuando antes de la Revolución Industrial era de 278 ppm. Los científicos de la ONU señalan que si el ser humano continúa con el ritmo de emisión de gases sin tomar medidas de mitigación, la temperatura media global subirá entre 3,7 y 4,8 grados en 2100 respecto al nivel preindustrial. Además del aumento de la temperatura y del nivel del mar, los científicos sostienen que también afectará a los fenómenos climáticos extremos, como inundaciones, sequías y ciclones. Ahora bien, conociendo el problema, vale preguntarnos: ¿se puede revertir?; ¿hay acciones que podemos tomar para lograr torcer este rumbo? Creemos que esta Cumbre supone un paso histórico en la lucha contra el cambio climático, ya que, por primera vez se producirá un hecho inédito: se trata de lograr un acuerdo universal y vinculante (que


incluirá a China, Brasil y Estados Unidos) que impulse la creación de sociedades menos contaminantes. El objetivo principal: limitar el aumento de la temperatura media global a 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Ése es nuestro desafío. Ése es el desafío mundial. Ése debería ser el compromiso. Esperamos que el Acuerdo, con el consenso de todos, entre en vigencia a partir de 2020, sustituyendo al Protocolo de Kyoto, y a su vez, obligue a los países firmantes a presentar un compromiso nacional donde queden reflejados los esfuerzos particulares que desarrollarán para luchar contra el cambio climático. Ahora bien, este desafío no es gratis: se deben lograr reunir 100 mil millones de dólares anuales a partir del 2020 para financiar todas las acciones necesarias y ser giradas al Fondo Verde para el Clima. Nunca la humanidad, a lo largo de toda su existencia, ha enfrentado una amenaza de tal magnitud como lo es ésta, y solo podremos alcanzar el éxito si somos capaces de aunar esfuerzos y trabajar juntos todos los actores involucrados. No hay otro camino. Solo hay un norte y entre todos debemos enfocarnos para que sea un objetivo común. Las empresas, las instituciones, los ciudadanos en general y las asociaciones no gubernamentales, como el CICACZ, tienen mucho para hacer y aportar. Pensar retos concretos sobre uso eficiente de la energía, el agua, el transporte, el consumo de productos en general, la huella de carbono y los residuos, entre otros temas, debe tomarse como un desafío para consolidar una estrategia común que nos permita poner sobre la mesa de discusión metas concretas y tangibles.

“NUNCA LA HUMANIDAD, A LO LARGO DE TODA SU EXISTENCIA, HA ENFRENTADO UNA AMENAZA DE TAL MAGNITUD COMO LO ES ÉSTA, Y SOLO PODREMOS ALCANZAR EL ÉXITO SI SOMOS CAPACES DE AUNAR ESFUERZOS Y TRABAJAR JUNTOS TODOS LOS ACTORES INVOLUCRADOS”. Si bajamos estos ratios en nuestro país, emitimos 0,88 por ciento del dióxido de carbono (CO2) que se produce en el mundo, pero cada uno de nosotros es responsable de 10 toneladas al año de estos gases, lo que nos coloca en las ligas de los contaminadores importantes. No somos como los Estados Unidos, cuyos ciudadanos generan con su estilo híper consumista de vida 23 toneladas de CO2, pero estamos por encima de muchos países europeos (España, Francia, Italia, Bélgica,


Holanda, Polonia) y también de los chinos, que tienen la mayor clase media mundial. Éste es sin lugar a dudas, un punto que todos debemos atacar. El CICACZ, como entidad no gubernamental, pero conformado por empresas puede y debe hacer su aporte. Según Barros, uno de los autores de los escenarios climáticos de la Argentina, las emisiones del país crecieron 90 por ciento en los últimos años, por encima del promedio de los países de ingresos medios. Gabriel Blanco, investigador del Centro de Ciencias Ambientales y Tecnologías de la Universidad Nacional del Centro, sostiene que el 0,88 por ciento de las emisiones de la Argentina puede “parecer poco, pero la gran mayoría de los países emite ese porcentaje”. Y señala: “Hay que mirar múltiples indicadores. Si nos preguntamos si Argentina es un gran emisor desde el punto de vista de la responsabilidad histórica, la respuesta es no. Pero su presente y su proyección empieza a ser preocupante”. He aquí que como organización debemos encontrar la forma para hacer nuestra contribución, y ella debe ser multidisciplinaria. Creemos que tenemos las herramientas para hacerlo. Articulando acciones con el Estado, con los diversos actores de éste en sus distintos estratos. Con el trabajo férreo y continuo con la sociedad, en las áreas educativas y de promoción. Este campo, con el que ya trabajamos como institución y hemos obtenido resultados más que interesantes, tiene aún múltiples oportunidades y ofrece alternativas variadas. Sólo basta tomar un fuerte compromiso de acción. Planes y programas sistemáticos, que sean sostenibles en el tiempo y que puedan alcanzar los objetivos y metas propuestos, resultan altamente motivadores y a su vez, al poder mostrar su cumplimiento, se transforman en efectos multiplicadores relevantes. En resumen, hay una cuestión ética que atender y no podemos hacernos los distraídos. No hay lugar para el discurso de “aquel no hace nada entonces yo no hago nada tampoco”. Obviamente hay responsabilidades diferenciadas, lo que no quiere decir que uno mire para un costado. Es el momento de compromisos valientes y propuestas ambiciosas. Para ello éstos deberían ser vinculantes y obligatorios. Si la comunidad internacional no avanza en este marco, es poco probable que unos pocos vayan hacia una determinada dirección.


Julio Gabriel Cerasa Presidente del ComitĂŠ Interindustrial de ConservaciĂłn del Ambiente Campana-ZĂĄrate. Licenciado en Seguridad e Higiene en el Trabajo. Ingeniero en Seguridad Ambiental.


EL SECTOR AGROPECUARIO EN LA GESTIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO Por Javier Amuchástegui, Socio Fundador y Director de Tecnocampo www.tecnocampo.com

“Analizando la actual encrucijada en que se encuentra la Humanidad ante la necesidad de aumentar en lo inmediato la producción de alimentos en cantidad y calidad, y la imperiosa necesidad de hacerlo sin destruir el ambiente, resulta evidente la importancia de diseñar y ejecutar un modelo agrícola eficaz que contemple ambos aspectos. Para ello, resulta fundamental aprender de las experiencias del pasado, de las herramientas que provee la ciencia, y de la capacidad de innovación de todos, para encontrar alternativas nuevas y superadoras”. (Lorenzatti 2008) Como productores de alimentos, fibras y energía para un mundo que demanda cada vez mayor cantidad y calidad, las empresas agropecuarias nos encontramos con un desafío sin precedentes: por una parte tenemos que continuar incrementando la producción, pero por otro lado debemos hacerlo con el menor impacto ambiental posible. En el caso específico del calentamiento global, la agricultura y especialmente la ganadería bovina, son actividades que provocan emisión de Gases Efecto Invernadero (GEI). Si bien en los países productores de América del Sur (Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil), gran parte de la emisión total de GEI es debida a la producción agropecuaria, la cantidad total de emisiones a causa de dicha actividad es menor al 3% del total mundial, y es a su vez unas 15 veces menor al bloque de los países con altas emisiones (Estados Unidos, Unión Europea, China e India). Por lo tanto, es evidente que las emisiones globales sólo mostrarán disminuciones significativas si las acciones de mitigación son aplicadas principalmente por los mayores emisores. La presión internacional de los países de alta emisión hacia los de baja emisión para reducir sus emisiones de GEI no tendría en la práctica ningún efecto importante en la mitigación del calentamiento global. (Viglizzo, 2015)


Por otra parte, estas actividades son imprescindibles justamente porque producen alimentos, fibras y energía que son utilizadas por otros países, contribuyendo de esa forma a la seguridad alimentaria e hídrica mundial. Para expresarlo en términos simples, si estos cuatro países de Sudamérica, que son responsables de abastecer casi el 50% de la demanda de productos agrícolas y ganaderos de la Unión Europea y China, redujeran un 75% su producción con el fin de reducir los GEI, la disminución sería de sólo un 2%. Esto significaría un precio muy alto respecto a la seguridad alimentaria e hídrica mundial, para generar un mínimo impacto en la mitigación del calentamiento global. El sentido común indicaría que las estrategias de mitigación deberían enfocarse más que en la producción de alimentos, en sectores económicos que tienen mayores posibilidades tecnológicas y operativas de reducir la emisión de GEI.

“…LAS EMPRESAS AGROPECUARIAS NOS ENCONTRAMOS CON UN DESAFÍO SIN PRECEDENTES: POR UNA PARTE TENEMOS QUE CONTINUAR INCREMENTANDO LA PRODUCCIÓN, PERO POR OTRO LADO DEBEMOS HACERLO CON EL MENOR IMPACTO AMBIENTAL POSIBLE”. En el caso particular de la agricultura, la emisión de GEI está relacionada principalmente a la deforestación y cambio en el uso del suelo, sumado a la utilización de insumos que requieren abundante uso de combustibles fósiles para su manufactura y transporte. Las acciones para mitigar este impacto están relacionadas a lograr una disminución de la deforestación y un incremento de la reforestación; la adopción de la siembra directa junto a las buenas prácticas agrícolas; y la utilización de biotecnología, realizando una “intensificación sustentable” que permita producir más cantidad de alimentos sin aumentar la superficie cultivada, disminuyendo de esa manera la huella de carbono por unidad producida. El sistema de siembra directa como práctica de conservación permitió hacer un ahorro en el uso de combustibles fósiles de hasta el 66%, además de reducir la erosión del suelo entre un 90 y un 96 por ciento y aumentar el secuestro de carbono frente a la agricultura tradicional. Hoy, junto a las Buenas Prácticas Agrícolas, sigue evolucionando y constituye una auténtica respuesta al dilema entre producción y sustentabilidad. (Aapresid 2013)


Pero más allá de estos datos globales relacionados a la agricultura, todos debemos, como habitantes de esta “casa común”, tomar verdadera conciencia de la problemática que estamos enfrentando. Y a partir de ello, hacernos cargo, cada uno desde el lugar que ocupa, articulando acciones entre los sectores públicos y privados, para disminuir el impacto negativo que le estamos ocasionando a nuestro querido y a la vez maltratado planeta.

Javier Eduardo Amuchástegui Ingeniero Agrónomo, Universidad Católica de Córdoba (1990). Es Socio Fundador y Director de Tecnocampo, empresa dedicada a la Producción de Granos, Venta de Insumos, Acopio, Riego y Agricultura de Precisión. Tecnocampo fue pionera en la implementación de Agricultura Certificada, logrando su primera certificación en el año 2010. Actualmente produce bajo la norma europea RTRS de Soja Sustentable en 47 establecimientos, totalizando una superficie de más de 20.000 has certificadas.


CUESTIÓN DE CLIMA Y ALGO MÁS En sintonía global con enfoques y prácticas locales Por Claudio Moreno, Jefe de RSE en Transportadora de Gas del Norte www.tgn.com.ar

En las últimas décadas, en especial desde la Cumbre de Río de 1992, han cambiado algunas formas de interacción, la sociedad civil creció en complejidad y el sector privado ha logrado posicionarse en la agenda de la sustentabilidad. La Cumbre de París genera expectativas de que se logren compromisos tangibles. Representantes de 195 países coinciden con el objetivo de que las temperaturas no se incrementen en más de 2° C de los niveles que había entre 1850 y 1899. Pero las diferencias surgen cuando se trata de analizar la contribución de cada país para lograr esta meta global. La aplicación del principio jurídico de responsabilidades comunes pero diferenciadas del derecho internacional abre un campo de posibilidades para que los países contribuyan al logro de metas globales en la medida de sus condiciones de desarrollo. En buen romance, la consecución de metas ambientales no puede jugar en detrimento de las demandas sociales y necesidades de crecimiento económico que enfrentan las naciones en vías de desarrollo. Por otra parte, las economías basadas en fuentes de energía renovables requieren de fuertes inversiones de capital, además de desarrollo científico y tecnológico. Se abre aquí otra discusión puesto que no todos los países disponen de la tecnología adecuada para sustituir a las fuentes hidrocarburíferas existentes. Desde una perspectiva optimista es posible que nuevas tecnologías abran un abanico de oportunidades en el mercado de las energías renovables para todos los sectores. El problema es tan complejo que resulta difícil encontrar una solución satisfactoria para todos. De cualquier manera, el saldo de la Cumbre puede arrojar un resultado positivo que confiera impulso a las políticas ambientales de los próximos años.


Desde el ámbito empresario en general, y desde TGN en particular, permanecemos atentos a lo que acontece en la Cumbre y somos optimistas respecto de su desenlace. Venimos participando de iniciativas locales, foros y redes que cuentan con la participación del sector privado, de las organizaciones de la sociedad civil, de instituciones gubernamentales y también de instituciones educativas. Participamos de distintos procesos para analizar prioridades en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y para comprender con otras organizaciones cuáles son los roles que debemos asumir para hacer nuestra mejor contribución, en función de las competencias que cada organización posee. Debemos considerar que esta nueva agenda abarca temas específicos que son interdependientes y deben guardar relación con el fin último de la sustentabilidad global. Cada uno de los 17 objetivos y las 169 metas que integran los ODS ofrecen desafíos para todas y cada una de las organizaciones que cooperamos en este gran colectivo. La Organización de las Naciones Unidas brinda una plataforma y colabora con los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil en general para alcanzar los objetivos de este ambicioso programa de desarrollo post 2015.

“PARTICIPAMOS DE DISTINTOS PROCESOS PARA ANALIZAR PRIORIDADES EN RELACIÓN CON LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE (ODS) Y PARA COMPRENDER CON OTRAS ORGANIZACIONES CUÁLES SON LOS ROLES QUE DEBEMOS ASUMIR PARA HACER NUESTRA MEJOR CONTRIBUCIÓN…” Todos sabemos que los ODS cobrarán plena vigencia a partir de enero de 2016 para continuar la tarea que hasta aquí se llevó a cabo con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Cada país adoptará políticas y aplicará indicadores de cumplimiento en base a las metas que configuran los ODS. Se espera que este proceso logre una síntesis que haga del principio abstracto de responsabilidades comunes, pero diferenciadas, un conjunto de prácticas concretas con beneficios para todos. Desde la gestión de Responsabilidad Social de TGN buscamos movilizar compromisos destinados a contribuir con esta nueva etapa que se pone en marcha. Contamos con un nuevo marco para orientar la acción y modelar nuestras prácticas de Responsabilidad Social. El cuidado del medio ambiente, la educación, la construcción de ciudadanía y el desarrollo local seguirán siendo nuestros ejes


estratégicos, ahora tendremos el desafío de inscribir este enfoque en un contexto más amplio para coordinar nuestros esfuerzos.

Claudio Moreno Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Dictó clases de RSE en la Maestría de Recursos Humanos de la UBA y de Administración Estratégica en la Universidad de Belgrano. Autor de publicaciones de Responsabilidad Social, Negociación Colectiva, y Gestión de Recursos Humanos. Actualmente se desempeña en Transportadora de Gas del Norte, tiene a su cargo la gestión de responsabilidad social, diseña e implementa políticas de sostenibilidad. Entre otras prácticas, implementa proyectos de articulación público privada, negocios inclusivos en la cadena de valor, y modos de intervención para la gestión y la transformación de los conflictos sociales. Licenciado en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario y Especialista en Dirección Estratégica de Recursos Humanos de la Universidad de Buenos Aires.


EL ENFOQUE GLOBAL COMO EJE PARA ACTUAR CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO Por Alejandro Toscano, Intitutional Relations Manager de Whirlpool para Latinoamérica www.whirlpool-latam.com

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, 150 Jefes de Estado y de Gobierno estarán formando parte de la COP21. Este nivel de participación no solo la convierte en una de las mayores conferencias diplomáticas que se hayan organizado, sino que permite vislumbrar un mayor compromiso de cooperación entre países para lograr contener y revertir los efectos del cambio climático, a través de una estrategia global orientada a desarrollar sociedades sostenibles. Este enfoque global es el que requiere el mundo empresarial para lograr amplificar el alcance de una gestión sustentable. La definición de metas globales, la comunicación transversal de buenas prácticas que fomente el intercambio de conocimiento entre las operaciones que la compañía tenga en distintos países así como el trabajo intersectorial entre empresas, organizaciones sociales, grupos de interés y sector público a nivel local; permiten generar un verdadero círculo virtuoso en la búsqueda e implementación de soluciones que preserven los recursos e impacten positivamente en la calidad de vida de las personas. La COP21 representa una gran oportunidad para que cada vez más compañías tomen conciencia del rol que cumplen en la lucha contra el cambio climático y se comprometan a trabajar sobre un modelo de gestión que busque continuamente el equilibrio entre los factores ambientales, económicos y sociales. Con esta perspectiva trabajamos en Whirlpool. Desde hace más de cuatro décadas, existe una decisión corporativa de invertir fuertemente a nivel global en Investigación y Desarrollo para generar avances concretos en materia de sustentabilidad, a través de políticas y


programas orientados a desarrollar productos innovadores con atributos sustentables; mejorar los procesos de fabricación y distribución, utilizar materias primas de bajo impacto ambiental y generar eficiencia y un impacto positivo de triple resultado para nuestros públicos de interés. Para ello, utilizamos la metodología Design for Environment que incorpora la variable ambiental como guía para el desarrollo de los productos, identificando los impactos que tienen en el medio ambiente, desde que se conciben como idea hasta su disposición final. Siguiendo estos lineamientos, durante los procesos productivos se establecen indicadores sobre la gestión de residuos, consumo de agua y consumo de energía por producto fabricado. Asimismo, se conforma un inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero donde se registran todas las actividades que generan emisiones con alcance 1, 2 y 3 de acuerdo a la metodología del protocolo GEI de Brasil, con el objetivo de medir la huella de carbono y establecer metas de reducción cada año, incluyendo la logística. Esto nos ha permitido obtener conquistas importantes en materia de sustentabilidad como reducir el consumo promedio de agua en un 9,3% en comparación a 2012; y disminuir en un 72,7% el descarte de residuos peligrosos en los desagües de la operación y de residuos no peligrosos en un 52,3%, entre 2012 y 2014; en las operaciones en Argentina y Brasil.

“…EXISTE UNA DECISIÓN CORPORATIVA DE INVERTIR FUERTEMENTE A NIVEL GLOBAL EN INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO PARA GENERAR AVANCES CONCRETOS EN MATERIA DE SUSTENTABILIDAD, A TRAVÉS DE POLÍTICAS Y PROGRAMAS ORIENTADOS A DESARROLLAR PRODUCTOS INNOVADORES CON ATRIBUTOS SUSTENTABLES…” A su vez, a través de proyectos enfocados en nuevas tecnologías, sustitución de motores y lámparas, optimización e inteligencia de procesos, hemos logrado mejoras significativas en el consumo de energía de los productos, disminuyendo consecuentemente las emisiones de CO2 que éstos generan durante su uso. Por ejemplo, las heladeras Whirlpool llegan a consumir 50% menos de energía comparadas con las que se producían hace 10 años y muchas llegan a consumir menos energía que una bombita de luz incandescente. Las empresas tienen el desafío de concientizar a los consumidores en la importancia de elegir productos y servicios que sean amigables con el medio ambiente; y de estimular hábitos que promuevan la reducción propia del consumo de energía eléctrica y agua. El rol de las compañías al momento de generar relacionamiento con sus clientes


y/o consumidores es clave desde el punto de vista de comunicar sus esfuerzos en esta dirección, mediante técnicas de promoción, comunicaciones en redes sociales con tips y consejos para la utilización de los productos orientada al uso eficiente de los recursos naturales. Además, distintas organizaciones de la sociedad civil también están contribuyendo en esa línea, como por ejemplo la iniciativa TopTen lanzada por Fundación Vida Silvestre Argentina, proponiendo la creación de un ranking de productos eco-eficientes y con menor impacto en el medio ambiente. Esta herramienta les permite a los consumidores acceder a información neutral, rigurosa y transparente para tomar decisiones adecuadas antes de adquirir productos. Sin lugar a dudas, los efectos del cambio climático se perciben cada vez con mayor intensidad alrededor de los cinco continentes. Se trata de un desafío global que requiere del compromiso y accionar conjunto de gobiernos, empresas, organizaciones de la sociedad civil e incluso de cada persona, para asegurarles un futuro a las próximas generaciones. El momento de actuar es ahora.

Alejandro Toscano Actualmente se desempeña como el Intitutional Relations Manager de Whirlpool para Latinoamérica. Desde este lugar, tiene a su cargo la gestión estratégica de los Asuntos Públicos y la Sustentabilidad de la compañía en los distintos países de la región. Fue Coordinador de la Comisión de Sustentabilidad de la Cámara Argentina de Exportación de Conocimientos (Argencon). Anteriormente, se desempeñó como Gerente de Ciudadanía Corporativa y Asuntos Corporativos para IBM Argentina y Colombia. Es Licenciado en Comercialización, egresado de la Universidad Argentina de la Empresa.



ESCENARIOS Y TENDENCIAS ASPECTOS RELEVANTES DE LA COP 21 Por Leila Devia, Coordinadora Regulaciones Ambientales del INTI

de

Breve historia de las negociaciones Todos sabemos que el cambio climático ha llegado para permanecer. Los impactos a la salud, infraestructura, ambiente, son diversos y muy importantes. No podemos olvidar que dicho cambio amenaza poblaciones e incide en las economías de los países, generando un nuevo problema o categoría de refugiados. Por ello, es necesario pensar no solamente en medidas ambientales, sino también económicas y sociales. Los principales hitos de las negociaciones sobre Cambio Climático se desarrollaron en la COP 3 en 1997, en Kioto, Japón, donde se aprobó el Protocolo de Kioto. El Protocolo estableció una meta de reducción de emisiones para los países desarrollados (reducción que promedia del 5% comparado a los niveles de 1990, a realizarse entre 2008 y 2012). Además, se sentaron las bases del mercado de carbono. Debido a las demoras y aplazamientos en el cumplimiento del mismo, se aprobó en el año 2007 en la COP 13, en Indonesia, el Plan de Acción de Bali, que marcó la trayectoria de un nuevo proceso de negociación. Se proyectó llegar a un acuerdo global vinculante que incluyera todos los países del mundo y no sólo los desarrollados. En la COP 15 (Copenhague 2009) no se logró un acuerdo global y cinco países plantearon el Acuerdo de Copenhague. En el mencionado Acuerdo, los países desarrollados se comprometieron con el financiamiento a largo plazo. Se hizo una declaración formal que fijaba en 2° grados el aumento máximo de temperatura aceptable.


La COP 16, celebrada en Cancún, México, tuvo la capacidad de resucitar el proceso luego del fracaso de Copenhague. En esta reunión se acordó crear el Fondo Verde para el Clima, con 100.000 millones de dólares anuales a partir del año 2020, destinados a acciones de mitigación y de adaptación al cambio climático. La decisión de iniciar un nuevo acuerdo se plasma en la COP 17 en Durban (Sudáfrica) en el año 2011. Se decide negociar un nuevo acuerdo mundial sobre el cambio climático, que sea adoptado en el año 2015 y entre en vigor en el año 2020. Se definió como objetivo aumentar la ambición global para el período 2015-2020. Ya en la COP 19 en Varsovia, Polonia, en el año 2013, se decide que en marzo del 2014 se deberían aprobar los elementos para un nuevo acuerdo. Se fijó que se harían reuniones bienales para evaluar el financiamiento y que habría una reunión de Alto Nivel Ministerial en diciembre del año 2014. Es entonces en Lima, Perú, en el año 2014, en la COP 20, que los países miembros aprueban un texto borrador del nuevo acuerdo climático global y además se logra que haya claridad sobre la información que contendrán las contribuciones nacionales, compromisos voluntarios de los países frente al cambio climático.

“…ES NECESARIO PENSAR NO SOLAMENTE EN MEDIDAS AMBIENTALES, SINO TAMBIÉN ECONÓMICAS Y SOCIALES”. Luego de más de 20 años de negociaciones, el nuevo acuerdo climático global deberá ser aprobado por todos los países miembros, con el fin de mantener el calentamiento global, por debajo de los 2º C comparado a los niveles preindustriales. En la COP 26, en el año 2020, el acuerdo debería entrar en vigencia. Temas claves a discutir en la COP 21 1. Mitigación: América Latina en conjunto contribuye solo en un 9,6% al calentamiento global, siendo los sectores más emisores el cambio de uso del suelo (es decir, principalmente la deforestación) y la agricultura, que representan alrededor del 65% de las emisiones. 2. Adaptación: Se discutirá cómo cada país va a presentar sus objetivos de adaptación, qué cooperación va a haber entre países en temas de financiamiento y compartir buenas prácticas para mejorar la adaptación.


3. Pérdidas y daños: Fondo especial. Es un mecanismo bastante controvertido, muy necesario para los países en desarrollo, pero resistido por los países desarrollados. 4. Financiamiento: Fondo Verde para el Clima. Los países desarrollados se comprometieron a aportar 100 millones de dólares al Fondo Verde para el Clima para el 2020, tanto de fuentes privadas como públicas, pero no queda muy claro aún cómo se va a conseguir ese dinero ni cómo va a haber un flujo continuo en el tiempo. 5. Desarrollo y transferencia de tecnología: Desarrollo de nuevas tecnologías limpias, y sobre todo, que puedan ser compartidas con los países en desarrollo. (Ejemplo: cómo eliminar barreras económicas para la transferencia, cooperar en el desarrollo de la tecnología, etc.). 6. Fortalecimiento de capacidades: Se pretende ayudar a los países menos desarrollados a una transición hacia una economía limpia, a diseñar planes de adaptación y mitigación para sus regiones, facilitar el acceso a la financiación, fomentar la educación y la conciencia ciudadana. 7. Transparencia, reporte y revisión: Deben diseñarse mecanismos munidos de transparencia y que permitan la revisión del cumplimiento de los objetivos fijados. 8. Acción pre-2020 (Workstream 2): Se desarrollarán temas de ambición en reducción de emisiones a corto plazo.


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El nuevo acuerdo sobre cambio climático, puede fijar las INDC en términos de reconocimiento, rendición de cuentas y apoyo adecuado, lo que impulsará un compromiso mayor (necesario). A medida que pase el tiempo, será necesaria una mayor acción. Las contribuciones nacionales (INDC) deberán ser revisadas, especialmente a medida que se movilice la financiación climática y otras formas de cooperación multilateral que serán catalizadas por el nuevo acuerdo y que permitirán a los países cumplir los compromisos asumidos.

En conclusión, estas negociaciones que se están llevando a cabo, revisten un reto para el sector público como para el sector privado. En cuanto al sector público, la obligatoriedad de los compromisos de reducción que asuma, las medidas locales que adopte para minimizar los impactos sociales y económicos, la política energética, teniendo en cuenta cómo se tomará el acceso a la energía. En tanto, el sector privado, se encuentra ante el desafío de mejorar su competitividad y


abrirse a nuevos emprendimientos más sustentables, como implementar innovaciones tecnológicas. Por último, es importante señalar que el futuro instrumento jurídicamente vinculante deberá ser analizado a la luz de las regulaciones internacionales, regionales y locales y de los 17 objetivos del desarrollo sostenible, aprobados en este año 2015. Fuentes: • ONU Cambio Climático: http://newsroom.unfccc.int/ • Conexión COP: http://conexioncop.com/ • http//www.iisd.ca/climate/cop21/enb/

Leila Devia Abogada, especialista en régimen jurídico de los recursos naturales de la UBA. Doctora en Ciencias Jurídicas de la Universidad del Salvador, estudios de posdoctorado en la UBA finalizados en el año 2015. Docente de grado y posgrado de Derecho Ambiental de la UBA, UADE, USAL, UNSAM, ITBA, UCEMA. Docente del Doctorado de la UBA y de la USAL, Titular de Régimen Jurídico de los Recursos Naturales de la carrera Franco-argentina de la Universidad del Salvador. Profesora visitante de la Universidad de Toulouse y Universidad París I La Sorbonne. Realizó estudios de posgrado en Estados Unidos, Japón y Holanda. Directora del Centro Regional de Capacitación y Transferencia de Tecnología dependiente del Convenio de BASILEA. Coordinadora de Regulaciones Ambientales del INTI. Autora de numerosas publicaciones. Coordinadora del libro Mercosur y Medio Ambiente. Autora y Directora del Libro Avances del Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación en los Aspectos Ambientales.


ESCENARIOS Y DESAFÍOS DE ARGENTINA EN LA GESTIÓN DE LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO Por María Carolina Ulla, Abogada (UNC), Magister en Derecho Ambiental (IIFA) abmculla@gmail.com

Desde mediados del siglo XIX, el aumento promedio de la temperatura de la superficie terrestre ha sido de 0,85 grados centígrados (°C) en relación a la última Edad de Hielo, que finalizó hace 1.150 años, y donde la temperatura era inferior a la actual en un 5 ºC. A simple vista se puede observar que los cambios en el clima no simbolizan un nuevo fenómeno, puesto que la variabilidad natural es propia del sistema climático, y el cual ha variado a través de la historia de la Tierra. Sin embargo, para el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), existen otros factores que contribuyen a esta situación: “el conjunto de alteraciones en el clima del planeta producido por el aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera y otros procesos asociados, a consecuencia de las actividades humanas de los últimos siglos, principalmente la quema de combustibles fósiles y la destrucción de la vegetación natural” (IPCC, 2007). De modo que, más allá de que la Tierra como parte de su evolución ha experimentado cambios climáticos importantes, ya no se puede desconocer que la degradación antrópica se relaciona con el proceso económico que viene desarrollado la acción humana desde la revolución industrial, y es quien ha incrementando la actual concentración de los Gases Efecto Invernaderos (GEIs) que provocan el calentamiento global. Desde hace ya muchos años, el derecho internacional viene trabajando en la construcción de una arquitectura global en el ámbito medioambiental que contribuya a gestionar los problemas derivados del cambio climático, y cuya principal respuesta fue la redacción de la


Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en el año 1992, con el objetivo de “estabilizar las concentraciones de los GEIs1 a niveles seguros”. A pesar del esfuerzo de la comunidad internacional, la Convención no resultó suficiente para abordar el problema, lo que llevó a una nueva etapa para alcanzar los compromisos asumidos. Fue recién en la Tercera Conferencia de las Partes (COP3) en Japón en el año 1997, donde se adoptó por consenso el Protocolo de Kioto, reconocido “como el instrumento que define cuantificadamente límites específicos de las emisiones de gases efecto invernadero; y dota de herramientas con miras a cumplir con los compromisos asumidos” (FARN, 2006). Finalizada la vigencia del Protocolo de Kioto, se inició un nuevo proceso de negociaciones en la COP19 en Varsovia, y que podría culminar con un nuevo acuerdo que involucre a los 195 países del mundo para reducir las emisiones de gases que afectan al clima en la próxima COP21 en Paris. En cuanto a los históricos países responsables de las mayores emisiones a nivel global, queda claro que se encuentra en manos de los más desarrollados como Estados Unidos (EE.UU), los que forman parte de la Unión Europea (UE), Canadá, Rusia entre otros; aunque por estos días China representa uno de los mayores emisores del mundo junto a EEUU. Sin embargo, y a pesar de que América Latina no tiene responsabilidad en los GEIs a escala global, comienzan a ser alarmantes los niveles de emisiones causadas por estos países como consecuencia del cambio del uso del suelo y la silvicultura. En términos generales, las mayores emisiones de GEI en la región provienen de Brasil, México, Venezuela y Argentina. Evidentemente, los países de la región e incluso Argentina, no pueden ser ajenos a las consecuencias negativas del Cambio Climático.

“…A PESAR DE QUE AMÉRICA LATINA NO TIENE RESPONSABILIDAD EN LOS GEIS A ESCALA GLOBAL, COMIENZAN A SER ALARMANTES LOS NIVELES DE EMISIONES CAUSADAS POR ESTOS PAÍSES COMO CONSECUENCIA DEL CAMBIO DEL USO DEL SUELO Y LA SILVICULTURA…” En este contexto global, y en cumplimiento de los compromisos asumidos en la CMNUCC, Argentina presentará en la Cumbre de Paris, los resultados de su Tercera Comunicación Nacional que incluye el inventario de GEI y un plan de acciones con medidas -predominantes de mitigación- para hacer frente al fenómeno global. Según los datos De conformidad con lo establecido en el Anexo A del Protocolo de Kioto, los seis gases son: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFCs), perfluorocarbonos (PFCs) y hexafluoruro de azufre (SF6). 2 En Copenhague (2009) y Cancún (2010), los países desarrollados se comprometieron 1


que surgen del inventario, el 43% de las emisiones provienen del sector energético, el 28% de la agricultura y ganadería, el 21% del cambio de uso del suelo y silvicultura, el 5% de residuos, y el 3% de procesos industriales. De ahí que, la propuesta de compromiso se limita a disminuir al 15% las emisiones de GEI para 2030, y un 15% más, si cuenta con financiación internacional, en un plan de Acciones para fortalecer prioritariamente la Mitigación del Cambio Climático vinculados con el sector energético. Sin embargo, surgen algunos interrogantes de la estrategia nacional. Si se infiere que (a diferencia del orden de prelación establecido en el documento oficial) hay una tendencia en el aumento de emisiones proveniente del sector agropecuario y el cambio en el uso del suelo y la silvicultura representando el 49% del total de las emisiones, entonces: ¿resulta adecuada la propuesta de Argentina, cuando se encuentra entre los 25 principales emisores mundiales y depende en gran medida del sector agropecuario para su desarrollo económico? o ¿Argentina perdió la oportunidad diseñar, adoptar y ejecutar medidas estratégicas que contribuyan a la mitigación y la adaptación del Cambio Climático y que a la vez resulten económicamente convenientes- para el sector agropecuario y forestal? A pesar de la sólida arquitectura jurídico-institucional que posee nuestro país para la implementación de la Convención y el Protocolo, conformada por una serie de herramientas legales, planes, programas y acciones, tanto con objetivos específicos como a través de leyes sectoriales (sector agropecuario, forestal, energético, etc.); existen fuertes dificultades para llevar adelante una clara política climática nacional que logre poner en la agenda el problema del calentamiento global y el impacto económico político y social en el territorio nacional. En este sentido, la Cumbre de Paris, resulta un escenario propicio para que nuestro país fortalezca el proceso de implementación y ejecución de medidas no sólo de mitigación, sino también de adaptación. Ello implica contemplar, por un lado, la dimensión social del fenómeno del cambio climático (indicadores de causas estructurales tales como: salud, educación, pobreza, etc.); y por otro lado, la dimensión jurídicopolítica, a través de la articulación, coordinación y armonización entre los objetivos de las políticas del sector agropecuario y el sector forestal, el desarrollo económico, el ordenamiento territorial y las políticas sectoriales en favor del clima y el medio ambiente. En pocas palabras, Argentina todavía está a tiempo de comenzar a diagramar una estrategia nacional frente al fenómeno global vinculado con las causas actuales de sus emisiones, acorde con sus circunstancias y su proyección hacia el futuro.


Mientras el mundo espera un acuerdo climático global, comienza a asomarse un nuevo concepto de la gobernanza ambiental, denominado “gobernanza participativa o descentralizada o regional”, que trabaja a nivel local en esquemas multipartitos de toma de decisiones, concertados entre, por ejemplo, sociedad civil, instituciones públicas, ciudadanía y actores privados como un espacio más propicio, para comenzar a gestionar medidas de mitigación o adaptación para el calentamiento global (Forcada Barona, 2012). Por lo tanto, más allá de los resultados de la COP21, debe tomar cada vez más fuerza la idea de “pensar globalmente y actuar locamente”; es la gobernanza local en cuestiones ambientales, el espacio más propicio para comenzar a gestionar medidas de mitigación o adaptación para el calentamiento global, “por ser donde se manifiestan más claramente los problemas y donde están más cerca de la gestión, ello hace en algunos casos que la política ambiental tenga una acción más directa sobre los problemas” (Juliá, 2012). Fuentes consultadas - Di Paola, María Marta; Rivero Inés y Di Paola María Eugenia (editora). 2012. “Informe Nacional sobre el Estado y Calidad de las Políticas Públicas sobre Cambio Climático y Desarrollo en Argentina. Sector agropecuario y forestal.” FARN. Argentina. - Forcada Barona, Ignacio. El futuro de la Gobernanza Medioambiental internacional en Revista de Derecho Ambiental N° 32, Octubre/Diciembre, Año 2012. - Juliá, Marta- FOA TORRES, Jorge y DEL CAMPO Cristina Formulación de políticas públicas ambientales. Los casos de Aguas, Bosque Nativos y Residuos peligrosos, Lerner Editorial, Abril 2013. - Ryan, Daniel. 2012. “Informe sobre el Estado y Calidad de las Políticas Públicas sobre Cambio Climático y Desarrollo en América Latina. Sector Agropecuario y Forestal.” Plataforma Climática Latinoamericana. Sitios web:  http://farn.org.ar  http://www.futurosustentable.com.ar  http://www4.unfccc.int/submissions/INDC/Published%20Documents/Argentina/ 1/INDC%20Argentina.pdf  http://itba.edu.ar/sites/default/files/estado_componente_mitigacion.pdf  http://www.perfil.com/ciencia/Argentina-lleva-a-la-Cumbre-del-clima-unapropuesta-debil-20151122-0020.html  http://informes.gflac.org/argentina/presupuestos-publicos-para-el-cambioclimatico-en-argentina


María Carolina Ulla Abogada (UNC), Magister en Derecho Ambiental (IIFA), Diplomada en Integración Regional y Desarrollo Sustentable (OLAGI/ESCOLAGI), Doctorando en la IV Cohorte en Ciencias Políticas (CEA-UNC) con Beca Doctoral CONICET (CIJS/FDyCS-UNC). Docente en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Córdoba. Adscripta en la asignatura “Derecho de los Recursos Naturales y el Ambiente”, Cátedra B de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (FDyS-UNC). Miembro de Foro Ambiental Córdoba.



DESTACADOS COP21: UNA CUMBRE HISTÓRICA QUE OFRECE OPORTUNIDADES PARA LAS EMPRESAS Por Jeanne Simon, Primer Secretaria y Consejera en Asuntos Globales en la Embajada de Francia en Argentina www.embafrancia-argentina.org

La cumbre de Paris debe lograr un acuerdo, “ahora o nunca” Tal como lo destacó el papa Francisco de vuelta de su viaje en 3 países africanos el 30 de noviembre, estamos en un momento histórico. Hoy en día crece a nivel global un sentimiento amplio de urgencia, fundado sobre hechos científicos, para frenar el calentamiento global: en su último informe de 2014, el grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático (GIEC/IPCC) confirmó el consenso de la comunidad científica global de que el cambio climático de origen humano es verdadero, y que daña al planeta en un 97% de probabilidades. En este contexto, la Conferencia sobre los cambios climáticos, que tiene lugar en París del 30 de noviembre hasta el 11 de diciembre 2015, representa la última oportunidad para actuar. Nunca estuvimos tan cerca de un consenso global. Las contribuciones nacionales de 183 países al 30 de noviembre, ya ilustran el compromiso de casi todos; 150 Jefes de Estado y Gobierno estuvieron el 30 de noviembre en Paris para destacar la importancia del tema, con una determinación política expresada en particular por los grandes emisores, China y Estados Unidos a la cabeza, además del constante compromiso y liderazgo de la Unión Europea, y especialmente de Francia, en este tema. Seguramente, el suspenso se mantendrá hasta los últimos momentos de la “COP21”, alias vigésima primera cumbre de la Convención-Marco de


las Naciones Unidas sobre los Cambios Climáticos. El desafío es inmenso: lograr un acuerdo global creíble del cual todos los Estados participen, ya que todos son impactados por el fenómeno, con sus capacidades diversas y sus circunstancias nacionales de desarrollo sostenible, tal como las expectativas. “Un momento de esperanza y solidaridad”, François Hollande, 16 de noviembre de 2015 En una ciudad sitiada después de los dramáticos atentados del 13 de noviembre pasado en París, Francia reafirmó su voluntad de acoger y presidir la COP21, en concordancia con sus valores y con un espíritu de escucha global para todos. Francia, después de un año de trabajo muy estrecho con Perú que tuvo la presidencia de la COP20 de noviembre 2014 hasta noviembre 2015, preside a las discusiones climáticas desde el 30 de noviembre hasta el fin de año 2016. Queremos facilitar un acuerdo global, fundado en la ciencia, dinámico y durable en el largo plazo, gracias a un mecanismo de revisión regular de la ambición climática colectiva –cada 5 años por ejemplo a partir de 2020– en línea con el imperativo de los dos grados. Cuatro objetivos son claves para lograr tal resultado: 1) un acuerdo internacional, 2) contribuciones nacionales de todos los Estados-Partes de la Convención-marco de Río de 1992 sobre los cambios climáticos, 3) medios de implementación como financiamiento, transferencia de tecnologías limpias o aumento de las capacidades, 4) un impulso de las soluciones no-estatales que ya existen para emitir menos y adaptarse a los impactos del calentamiento climático. La urgencia climática necesita el compromiso de todos, en particular del sector privado. Las empresas tendrán que implementar el acuerdo global y las contribuciones nacionales después de su ratificación por los Estados-Partes. Pueden contribuir a financiar y a acelerar las acciones climáticas, dado que, a través de sus innovaciones, permiten conseguir crecimiento económico y acción climática.

“LA URGENCIA CLIMÁTICA NECESITA EL COMPROMISO DE TODOS, EN PARTICULAR DEL SECTOR PRIVADO. LAS EMPRESAS TENDRÁN QUE IMPLEMENTAR EL ACUERDO GLOBAL Y LAS CONTRIBUCIONES NACIONALES DESPUÉS DE SU RATIFICACIÓN POR LOS ESTADOS-PARTE.”


De hecho, las empresas intervienen en el financiamiento climático: afín que los países desarrollados cumplan con sus promesas de aumentar sus compromisos financieros a favor de los países en desarrollo frente al desafío climático 2 . Por otra parte, los inversores deben reorientar sus estrategias y flujos financieros a favor de esquemas de crecimiento bajos en emisiones de gases a efecto invernadero. Este gran desafío ya se está concretizando, mediante iniciativas y anuncios como la Alianza solar internacional, o señales de desinversión en las energías fósiles como los de la fundación Bill Gates por ejemplo, sin hablar de la llamada a una tarificación global del carbono. Por eso, Francia quiso dar lugar y voz a las empresas en Paris y en el futuro acuerdo. En diciembre de 2014, durante la COP20 en Lima, Francia, Perú, el Secretariado de la Convención-Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y el Secretario general de las Naciones Unidas lanzaron el Plan de Acción de Lima-París (Lima-Paris Action Agenda) para promoverlas, por diversos medios:  una plataforma web “NAZCA” donde las empresas pueden compartir sus contribuciones individuales o colectivas;  iniciativas de cooperación internacionales emblemáticas como la alianza solar internacional, lanzada por el Primer Ministro de India y el mandatario francés el 30 de noviembre. Encuentros de alto nivel, durante la COP21, son dedicados a temas claves como energía, agricultura, transporte, ciudades, además del “día para la Acción”, el sábado 5 de diciembre 2015. También la COP21 permite encuentros profesionales, en un lugar específico del sitio de la Conferencia, o manifestaciones de gran público en Paris mismo, por ejemplo a través del salón “SolucionesCOP21”. Argentina siempre ha sido un país de oportunidades para los innovadores y los investigadores. Gracias a sus inmensas riquezas naturales y a sus áreas de excelencia ingeniera y científica, el país tiene a su alcance diversos esquemas de crecimiento. Sus desafíos son tan grandes como su territorio (notablemente en ciudades y en zonas aisladas), pero también como su potencial enorme de energías alternativas y sustentables, como biomasa, energía eólica y energía solar de calidad. Las empresas son esenciales en la concretización de tal potencial a todos niveles. ¿París, un “punto de inflexión” para el cuidado de “nuestra casa común”? En Copenhague (2009) y Cancún (2010), los países desarrollados se comprometieron a dedicar cien mil millones de dólares por año a partir de 2020, de fuentes públicas y privadas, bilaterales o multilaterales, a favor de los países en desarrollo para encapazarlos a actuar frente al cambio climático. 2


En París en 2015, aumentemos la ambición colectiva, desde ahora y hasta antes de la entrada en vigor del acuerdo esperado en 2020, y lancemos una dinámica durable de desarrollo sustentable equilibrado entre sus tres pilares económico, social, y ambiental para el bien de las generaciones futuras. En este sentido, esperamos que la cumbre de París sea un punto de inflexión, sino de nueva partida, para contribuir al cuidado de la “casa común”, al cual llamó la reciente encíclica “Laudato sí” del Papa, entre otras personalidades de la conciencia global.

Jeanne Simon Primer Secretaria y Consejera en Asuntos Globales en la Embajada de Francia en Argentina. Empezó su carrera diplomática en 2005. Pasó 3 años en Bruselas de 2012 a 2015 como Consejera en Asuntos Ambientales en la Representación permanente de Francia ante la Unión Europea, después de más de 3 años en la dirección de Naciones Unidas del Ministro Francés de Asuntos Exteriores, sobre cuestiones de paz y seguridad, notablemente en América Latina y Caribe.


DOCUMENTOS RECOMENDADOS Las Comisiones Regionales de las Naciones Unidas y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: Acciones para cumplir con una agenda transformadora y ambiciosa. Naciones Unidas. Septiembre de 2015.

Evaluación de los Impactos del Cambio Climático sobre la Salud. Economía del cambio climático en la Argentina. Carbajo, Aníbal. Publicación de Naciones Unidas, Año 2015.

Cambio climático 2014. Impactos, adaptación y vulnerabilidad. Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Año 2014.

SITIOS DE INTERÉS COP 21 Euroclima Cambio Climático y Pobreza Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente Agenda de Acción Lima-París



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