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BALSEYRO ZENO

Ella al joven con cariilo, hijo llamaba de su alma; y él, mi madre, la decfa, mi madre tierna, adorada. Y cuando en doIces caricias hijo y madre se estrechaban, de gozo et perro leal su hermosa cola agitaba.

No eran pobres; renta fija, si no abundante, no escasa, uoamano misteriosa, que siemprequedó ignorada, de cada trimestre al fin en entregar era exacta. ¿Por qué, pues, con capital, educación esmerada, y con ilustre, tal vez, l:!sclarecida prosapia, el jóven Carlos no hacia en la sociedad su entrada?

UM VPZ que saber quiso cual fuera de ésto la causa, sacó a la pobre señora tintas rojas a la cara.

Y desde entónces silenci.:> ambos en cuestión tamaña guardaron: él pesnroso, ella con pesar y lágrimas, resignándose a 'vivir extranjeros en su patria.

Inquieto el jóven y audaz adoptó desde la infancia por compañeros y amigos s•1 perro, un bote y las aguas. Cuando en oriente la luz envuelta en tules y gasas empezaba a derramar espléndida la mafiana. el bote, el perro y el jóven sobrelas ondas cruzaban, engolfándose del mar entrela bruma y las algas, buscando del horizonte el fin, que nunca se halla.

Cinta que al Orbe limita yque siemprea igual distancia, si ca:niniimos, caminli; si nos paramos, se para.

AIU elsimpáticojóven con laeternidad h11blaba, y sus ojos en el cielo al mirar grandeza tanta fijos, por horasenteras en meditaciónpasaba, sus éxtasiscasi siemµre terminando estas palabras:

-¿Quién fué mipadre, Dios santo, dó está, quieri <le élme separa7 Mae, nadie, nadie, nieleco respondfa en lontananza. Solament� el perro fiel quelamiénrlole la planta, ea pruebade su lealtad su hermosacola agitaba.

Entónces la proa II tierra, la vela del viento hinchada, a ver mi mlidre, decía, que ya impacienteme aguarda. Y el bote corrfa veloz y al divisarsela playa también de pie y esperando, como si fuera una estátua, allfa doña Inés veia, en ferviente oración santa siempre. porel hijo ausente, alzando a Dios su plegaria.

Ligerala embarcación destruialadistancia, Y al llegar el triste jóven hallaba delbien la calma, arrojándose en los brazos de su madreidolatrada.

Y cuando en dulcescaricias hijo ymadre seestrechaban, de gozo el perro leal su hermosa cola agitaba.

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