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ROBERTO C. FRONTERA
Miro brillar entre el albor del traje que faUS carnes envuelve tiernamente, una boj,:¡ efe acero reluciente, en la de:.o1Jci6n de aQut-1 paisaje.
Y en el lecho de nieve blanquecino e!>ta helándose el cuerpo de la niña, victima de 1011 celos de un mezquino que tif'ló con la sangre de la amada IR nieve, que a la lóguhre campiña, hizo que se tornase ensangrentada
A PUERTO RICO (1)
Cuando léjns se estáde Puerto Rico, de ese suelo riquefio americano, que n�tenta alt,ivo de Luqnillo el pico. 11e suel1a con '·Et Yunque" borincano.
Y al recordar que mi terruflo ausente en !IU seno me guarda on séramado, del bogar el recuerdo du!cemente mi corazón en sueño ha despertado.
;Oh! tierra santa, tierra de esmeralda! Ninfa que duermes en la blanca ei:apuma del mar Atlante en su gigante falda:
Perla pulida de valor ingente, que se recata en medio de la bruma y que acaricia el sol en occidente!
Chicag1>, llllnois, enero 1 de 191i1.
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