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INFORME CENTRAL

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METROPLEX

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Francisco Luna

¿Roles descuidados?

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S COMÚN QUE UNA MISMA PERSONA EJERZA DIFERENTES ROLES, por ejemplo el rol de líder ministerial, el de esposo, el de padre, etc. Un defecto generalizado es que un líder concentre sus anhelos en potenciar al máximo un rol mientras, sin percatarse, descuida otros. ¿Qué espera Dios del cristiano en cuanto al desempeño de los diferentes roles de los que es responsable? E ¿Es legítimo para Dios que un cristiano sea fructífero en un área mientras fracasa en otras?

En el ambiente cristiano el desempeño del rol de líder ministerial no debe ser incongruente con respecto al desempeño de los otros roles que recaen sobre la misma persona, es decir, un cristiano no debería ser un buen líder en el ministerio y ser un mal líder en el hogar. Esta es una diferencia importante con respecto al liderazgo que se ejerce en otros ámbitos, por ejemplo, en el de la política se puede llegar a ver sin importancia que un congresista sea un líder nacional muy destacado a pesar de que sea un mal padre de familia y hasta un esposo degenerado.

El apóstol Pablo enseñó este principio cuando escribió “…, que si alguno desea ser obispo, a noble función aspira.” (1 Ti 3.1 NVI). Sin embargo, esta noble ambición no se debe realizar sin aspirar también a la excelencia en los otros roles que recaen en la misma persona. Por ello, en cuanto al rol conyugal, es necesario que el líder también sea “…esposo de una sola mujer,…” (1 Ti 3.2 NVI). El líder también “Debe dirigir bien a su propia familia, y que sus hijos lo respeten y lo obedezcan.” (1 Ti 3.4 NTV).

Un líder ministerial debe dedicar mucho esfuerzo y energía al rol del matrimonio, más de lo que ya se esfuerza por ejercer el rol de líder ministerial. Esto se reflejará en su filosofía de valores y, por ende, en su conducta. El líder ministerial ama a su esposa así como Cristo amó a la iglesia (Ef 5.25). Esto se traduce en un uso equilibrado del tiempo entre ministerio y familia. También se traduce en la búsqueda de consenso conyugal en cuanto a la cantidad de compromisos ministeriales que el líder aceptará en la iglesia.

Muchos líderes sirven en el ministerio juvenil en equipo junto a su esposa, pero también hay otros quienes no lo hacen. Las razones por las que esto no sucede pueden variar, por ejemplo, algunos líderes optan por mantener a su esposa lejos de las tensiones y del estrés del ministerio. En otros casos el problema es que el cónyuge no desea involucrarse en el ministerio aunque aprueba que su esposo sí lo haga, finalmente, también existen los casos en los cuales las esposas no están de acuerdo con que sus esposos ejerzan el rol de liderazgo ministerial.

En todos los escenarios, el líder debe estar seguro de que ama a su cónyuge de la misma manera en que Cristo amó a la iglesia. Luego debe garantizar que posee un intenso anhelo por ejercer un liderazgo familiar de la misma manera que ambiciona construir un ministerio juvenil de gran impacto. Su ambición por la excelencia matrimonial debe ser mayor que la ambición por la excelencia ministerial. El líder ministerial debe ser ante todo integral en su ser y en su quehacer, no debe pretender tener “éxito” ministerial a costa del bienestar de su familia.

Todo lo anterior provee un clima relacional en el matrimonio que propiciará el diálogo franco y honesto, facilitará el mutuo acuerdo y estimulará el apoyo solidario. Si un líder logra esto entonces podrá ser congruente con el desempeño de sus roles en el ministerio y en el del matrimonio. En el ámbito cristiano la coherencia genera credibilidad, y esta última es la principal condición para un liderazgo espiritual eficaz.

Credibilidad es lo que necesitan todos los líderes de cualquier ministerio para transformarse en atractivos modelos de vida para las nuevas generaciones de jóvenes que divagan en una cultura que exalta los modelos y paradigmas anti bíblicos. ¡El matrimonio es una de las más grandes bendiciones del líder, no es un obstáculo para el liderazgo, es un laboratorio que pone a prueba al verdadero líder! Francisco estudió una Maestría en Liderazgo Pastoral del Seminario Teológico Centroamericano, institución donde actualmente sirve como Maestro y Pastor de Formación Espiritual.

INFORME CENTRAL y Liderazgoy Liderazgo Matrimonio Matrimonio

INFORME CENTRAL

Gabriel y Eli Salcedo

@pgsalcedo / @yosoyeligonzalez

Matrimonio y liderazgo

La mayoría de los orientadores y consejeros de parejas están de acuerdo con ver al matrimonio como una “construcción continua” y que su éxito depende de su capacidad constructiva en cada aspecto de la relación. Desde la capacidad de generar confianza y seguridad, pasando por la capacidad de construir una misión común y desarrollar una comunicación saludable hasta la capacidad de compartir proyectos. Evidentemente las relaciones demandan trabajo y acuerdos continuos. Cuando decidimos construir una relación con otra persona se ponen en juego una serie de expectativas personales y otras que pueden ser compartidas. Estas expectativas pueden transformarse en proyectos que implican la inversión de tiempo, recursos y dedicación en un tiempo prolongado, dependiendo del alcance del mismo. Por ejemplo, un miembro de la pareja que desea viajar a cierto lugar o adquirir cierto producto invertirá tiempo de trabajo y sus recursos materiales para alcanzarlo. Este proyecto puede involucrar o no a la pareja. Este proyecto es un proyecto personal. Ahora bien, si ambos deciden que compartirán una expectativa y juntos la tornan en un proyecto, estamos frente a lo que comúnmente se denomina un proyecto compartido o de pareja. Estar de acuerdo para que la inversión sea doble muchas veces facilita la concreción del proyecto y le suma un ingrediente nuevo: estar junto a alguien para cumplir un objetivo o misión. Los antiguos latinos le llamaban a esto compromiso (com-, -pro-, -miso).

MÓVILES VITALES DE CADA UNO

Cada integrante de la pareja o matrimonio tendrá sus proyectos personales y juntos acordarán sus proyectos compartidos. Esto muchas veces no tiene una planificación previa, sino que se da en el proceso del conocimiento de la otra persona: se descubre lo que es importante para uno y para el otro. Es parte de su terreno sagrado todo aquello que le gusta, divierte y le permite disfrutar de la vida. En este aspecto pueden haber grandes diferencias entre ambos y no por eso hay incompatibilidad en la pareja. El respeto por estos móviles vitales es una exigencia importantísima que se debe cuidar. Demos un ejemplo de esto:

Ella es feliz cada vez que puede ir a leer al balcón de su departamento: es un punto de conexión con su ser y con Dios. Desea que nada (ni nadie) la interrumpa en esos espacios de autonomía personal. Sin embargo, él se enoja cada vez que ella está sin “hacer algo” y cree que es importante generar actividades para sacarla de su espacio “místico”.

Este ejemplo representa una mínima ilustración de cómo podemos interrumpir los espacios del otro y faltarle el respeto que se merece. Para ella, su proyecto personal es cultivar su espiritualidad y crecer intelectualmente. Para él, eso es perder el tiempo porque sobrevalora su propio móvil vital: hacer algo productivo. De esta manera podemos ver que los proyectos personales pueden chocar cuando se minimiza lo que el otro piensa y desea, lo que el otro cree importante y ha decidido que sea su proyecto personal.

Imaginemos ahora que “él” decide respetar el móvil vital de “ella” y hasta se anima a compartirlo o ingresar en esas “aguas místicas”. Quizás le gustan y se queda, quizás no y se vaya. No importa lo que haga sino que la respete a “ella” en el desarrollo de su espiritualidad e intelecto.

Ahora le sumaremos una variable más (no menos importante) a nuestro ejemplo: hijos. Es entonces donde “ella” y “él” se encuentran en un espacio medio, un espacio neutro o de necesarios acuerdos. Esto es así porque los “hijos” son un proyecto compartido. Decidido por ambos de manera consciente, y no bajo los efectos de ninguna presión social, fisiológica o religiosa (por lo menos así debería ser). De esta manera “ella” deberá ceder a su proyecto personal y “él” también. El proyecto compartido sobrepasa y trasciende al proyecto personal. Los dos correrán a salvar a los “hijos” si están peligro (o peleándose) y dejarán a un lado (aunque sea por un instante) sus móviles vitales para salvarle la vida a otros. Los proyectos personales son importantes en la pareja como también los proyectos compartidos. Los primeros remiten al desarrollo individual y saludable del ser humano y los segundos a la nueva comunidad que se genera a partir de la unión de dos personas que deciden ponerse de acuerdo en algo más grande que ellos mismos. Ahora bien, ningún proyecto personal puede ser impuesto a otra persona y cabe preguntarnos si servir a Dios y a mi prójimo es, o no, un proyecto personal o compartido.

SERVIR A DIOS Y A LOS DEMÁS, ¿PROYECTO PERSONAL O COMPARTIDO?

Existen voces que tratan de simplificar y responder a esta pregunta con meros principios del matrimonio cristiano como: “yo y mi casa serviremos a Dios”, “el hombre sirve y la mujer acompaña” y varios más, que reducen esta cuestión de forma tal, que nos limitan a obedecer sin pensar profundamente en lo que implica a futuro y en proyección de la pareja. La vocación de servicio es la capacidad de ver al otro en su necesidad y responder con diferentes recursos: económicos, emocionales, espirituales, intelectuales, etc. Por ejemplo, un profesor que ve la necesidad de aprendizaje de un aprendiz, se acerca y busca satisfacer esa necesidad intelectual. Eso que moviliza al docente es la vocación de servicio. Sumado a esta vocación de servicio tenemos las capacidades que provienen de las herramientas que nos regalan las diferentes disciplinas académicas (medicina, abogacía, educación, etc.). Ahora bien, si a ésta vocación de servicio le sumamos capacidades espirituales o dones que provienen de Dios tendremos la certeza de poder servir a la comunidad de fe y a quienes la rodean.

Todos tenemos una vocación o llamado al servicio ya sea a nuestra comunidad ampliada (barrio, ciudad) por medio de nuestras capacidades o a nuestra comunidad de fe por medio de nuestros dones. Muchas veces, capacidades y dones se entremezclan para servir a todos. Lo importante para destacar es que todos los espacios y personas que nos rodean pueden ser receptoras de nuestro servicio. Con esto queremos decir que todos tenemos una vocación, todos tenemos oportunidad de servicio y que todos podemos hacer algo por alguien estemos donde estemos. Desde una mamá que amamanta a su pequeño bebe, pasando por el taxista que platica con las personas y el anciano La vocación de que sirve a su comunidad de fe, hasta el ingeniero industrial que planifica un espacio seguro para las personas de su ciudad. Todos tienen una vocación o llamado, servicio es la todos tienen capacidades, todos sirven. capacidad de Volviendo al plano del matrimonio podemos observar que ambos están más que capacitados y más que llamados para poder servir a otros. De hecho, algunos ver al otro en creen (y estamos de acuerdo con ellos) que el matrimonio en sí mismo es una vocación y responder a él es un servicio o ministerio no menor en estos tiempos. El su necesidad matrimonio ya tiene un proyecto compartido: servirse y disfrutarse el uno al otro con respeto y entrega. Tener hijos es la segunda parte de esta vocación y también es y responder (o debería ser) un proyecto compartido. con diferentes Extendiendo las fronteras de la familia pasemos a los proyectos de servicio que puede tener cada integrante de la pareja. Quizás existe un acuerdo en el espacio de recursos: servicio o no. Puede ser parte de un proyecto personal o compartido. “Ella” tiene una vocación de servicio hacia los ancianos y “él” hacia los jóvenes. A “ella” le eneconómicos, canta brindar sus capacidades hacia personas que no recuerdan su nombre (ni su rostro, ni su existencia) debido a la edad y el paso del tiempo. “Él” se desvive por emocionales, espirituales, darle tiempo a los adolescentes y jóvenes de su comunidad que sí recuerdan su nombre y lo valoran todo el tiempo. Cada uno tiene un proyecto personal de servicio y eso es su móvil vital. Hay una elección personal y es digna de respeto. Viénintelectuales. dolo de esta manera, tratar de llevar al otro a mi ministerio es quizás una falta de respeto a su proyecto personal de servicio. Dado este caso, deberán llegar a acuerdos sobre la inversión que cada uno hará en su espacio de servicio; sin descuidar los proyectos compartidos en pos de los personales.

Ahora bien, en el caso de que ambos tengan una vocación de servicio hacia los adolescentes y jóvenes tendrán algunas posibles ventajas, como también posibles desventajas y posibles acuerdos (muy necesarios) que deberán tener en cuenta. Veamos algunos ejemplos:

Posibles ventajas de compartir la vocación de servicio Pasar tiempo juntos enfocados en un proyecto compartido que les permitirá conocerse en otros ámbitos y en otros roles. Complementarse en el espacio de servicio con sus carácteres, dones y capacidades. Animarse, alentarse y darse fuerzas uno al otro sabiendo de “primera mano” ya que se vive y percibe lo mismo. Por ejemplo: los desacuerdos, las problemáticas emergentes en el grupo, la realidad familiar de los adolescentes, la falta de recursos económicos, etc. Capacitarse formal o informalmente juntos y estar unidos en los intereses bibliográficos (lecturas, etc.).

Pueden completar juntos otras ventajas que han encontrado…

Posibles desventajas de compartir la vocación de servicio Involucrarse desmedidamente y robarle tiempo a los proyectos compartidos (y que muchas veces son personitas que responden al nombre de “hijos”). Vivir para el proyecto de servicio y olvidar la relación que los une. Hay situaciones donde se cree que la vida es un ranking de relaciones: primero Dios, segundo mi familia, tercero yo, cuarto mi auto, decimosexto mi suegra. La realidad de las relaciones nos dice que todos son importantes en la vida y que Dios no compite con nadie. Tapar los problemas (que todo el mundo tiene) para dar testimonio y ser ejemplo de súper-personas. Lo más alejado de la realidad es creerse un modelo infalible. Por lo general, quienes aspiran a ello, son quienes ocultan más inconvenientes y los que más reclaman santidad en otros. Pueden completar juntos otras desventajas que han encontrado…

Posibles acuerdos de compartir la vocación de servicio Los tiempos de dedicación al proyecto compartido de servicio. Cómo administrar las otras relaciones: familiares, amigos, etc. Los recursos que se van a invertir en el ministerio. Cómo dejarse ayudar y seguir creciendo en cada aspecto de su vida. La crianza compartida de los hijos y el rol que se asuma en el ministerio. Hasta cuando se servirá en la comunidad (es importante planificar el tiempo que nos involucraremos y cumplir las promesas dadas a uno mismo y a los demás). Cuándo tomarse vacaciones como una parte importante del servicio hacia uno mismo, la pareja y la familia.

Un ejemplo que encontramos en el Nuevo Testamento es una pareja de judíos, Priscila y Aquila, que teniendo previos proyectos compartidos: su matrimonio y la fabricación de carpas, suman el proyecto de servir juntos a Dios acompañando a Pablo en sus viajes misioneros (ver Hechos 18). Son mencionados por el apóstol en otras epístolas como sus colaboradores en el ministerio de Cristo Jesús (Romanos 16:3; 1 Corintios 16:19; 2 Timoteo 4:19).

El matrimonio ya tiene un proyecto compartido: servirse y disfrutarse el uno al otro con respeto y entrega.

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