Innovación ¿Cómo nutrir emocionalmente a los niños? 2/8/2012 Claudia Tobar M.Ed. En los niños, el bienestar integral no es muy diferente; para estar sanos ellos necesitan nutrición, salud, y vivir en un ambiente emocionalmente seguro. Hoy en día se dice que los niños “vienen con otro chip instalado”. Tenemos en nuestras aulas generaciones de niños que dominan la tecnología -incluso más que nosotros los profesores-, niños que conocen más del mundo, se relacionan con niños de lugares remotos. ¿Vienen programados de manera diferente? Las pantallas La estimulación que reciben los niños hoy en día es diferente a la que nosotros recibíamos. Los juguetes han evolucionado de tal forma que los juegos que nos entretenían cuando niños no van a ser remotamente tan divertidos para los niños de hoy. Por ejemplo, las pantallas han pasado a ser una compañía para niños y adultos: el celular, la televisión, el computador, entre otros entretenimientos de pantallas son con frecuencia más importantes que las personas mismas. La Academia Americana de Pediatría recomendó a los padres que limiten a lo mínimo posible la exposición a pantallas que sus hijos reciben. Además, atribuyeron problemas como obesidad, de sueño, de comportamiento, bajo rendimiento escolar, demasiada violencia, pero sobretodo menos tiempo para jugar cuando hay una alta exposición a pantallas como el televisor. Algunos juegos de video, por ejemplo, han revelado que sí son beneficiosos para el desarrollo cognitivo y motor. Sin embargo, debemos encontrar el balance: ¿a qué costo se están desarrollando estas habilidades? Entretenimiento sin esfuerzo A través del juego explorativo los niños desarrollan importantes destrezas, conocimientos y habilidades de aprendizaje que les permite crecer y madurar. Juegos que brindan interacción social, exploración, movimiento, novedad y solución de conflictos han mostrado ser los más efectivos para niños entre los 0 y los 8 años. Desde su nacimiento ya muchos niños han sido expuestos a tanto entretenimiento sin esfuerzo -la televisión, por ejemplo- que realmente no conocen cómo es el juego verdadero. Aburrirse es la mejor receta para la creatividad. En los momentos donde aparentemente no se tiene nada que hacer es cuando nacen increíbles iniciativas de juego que les permite sumergirse en la imaginación y el desarrollo cognitivo. “El juego es el trabajo de los niños.” Además de estar privados de juego de calidad los niños están privados de amor. Casi todos los padres pueden asegurar que aman a sus hijos y están dispuestos a hacer todo por ellos. Con frecuencia padres y madres expresan ese amor incorrectamente. El mensaje que llega a los niños es equivocado: ellos se perciben como carga, no como prioridad dentro de la vida de sus padres. ¿Cómo tanto amor puede ser interpretado así? —Hijo, espera, estoy viendo las noticias. —Estoy en el teléfono, no puedo ahora. —¿Sabes cuánto dinero gasto en darte todo lo que tienes? Los niños saben que para los adultos las pantallas son más importantes que ellos. Una anécdota Esta nutrición emocional que ellos necesitan recibir para sentirse valiosos crea relaciones de apego inseguras y desconfianza en ellos. Una anécdota triste de cómo este fenómeno se da fue cuando un alumno de 6 años se rehusaba a quedarse un momento en la clase con su profesora mientras su padre asistía a la entrega de libretas de su hermano. Sus ojos llenos de lágrimas demostraban que tenía miedo de quedarse, hasta que la profesora sugirió que su padre dejara su celular en la clase hasta el momento de volver para retirarlo junto con su hijo. De pronto el niño respiró; sabía que su padre, al no olvidarse del celular, tampoco se olvidaría de él. Amor no es regalos Aunque la percepción del niño estaba probablemente equivocada, su percepción finalmente es todo lo que cuenta. El amor podemos expresarlo, pero para que sea recibido tenemos que vivirlo, entregarlo como tiempo, esfuerzo y dedicación. Amor no necesariamente significa regalos, viajes, o costo de la escuela. ¿En qué se convierten estas generaciones? ¿En adolescentes que priorizan las pantallas antes que una conversación con sus padres? ¿Chicos que no quieren comunicar lo que sienten o quieren?, ¿Jóvenes desinteresados por su futuro y toma de decisiones? ¿Podemos culparlos? Entonces, ¿qué podemos hacer? Nunca es tarde para intentar guiar a los padres a dar tiempo de calidad a sus hijos. Como maestros, nuestra meta principal es que los padres de nuestros alumnos sean padres presentes, involucrados, que conozcan a sus hijos en sus debilidades y fortalezas. Eso lo sabemos bien. ¿Qué mensaje enviamos a casa? —trabajen en el deber, —completen la hoja de trabajo, —repasen los números, —su hijo no atendió, castíguelo. Muchas veces, el poco tiempo que pueden pasar juntos tienen que hacerlo trabajando y no fortaleciendo vínculos de apego. Apoyemos a los padres ofreciéndoles ideas de actividades: leer cuentos juntos, conversar con ellos todo el tiempo, acompañar juegos creativos, oportunidades de sano aburrimiento, acompañamiento en tareas rutinarias de los padres, entre otros. El cambio La nueva generación de niños recibe una estimulación diferente, no necesariamente mala, pero aprendamos como maestros y padres a balancear esta estimulación para guiar a futuros ciudadanos con herramientas sociales, comunicativas y prácticas para que sepan resolver problemas. Si el ambiente ha cambiado, ¡preparémonos para el cambio!.
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