IV CONGRESO DE CALIDAD EDUCATIVA: ¿QUÉ HACEN LOS MEJORES MAESTROS? Marzo, 25 y 26 de marzo de 2011 Instituto de Enseñanza y Aprendizaje (IDEA) - Universidad San Francisco de Quito
EL DOCENTE COMO FACILITADOR Y MEDIADOR DRA. MYRIAM AGUIRRE DE VERGARA Las Naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso con que camina la educación. Ellas vuelan, si ésta vuela; retrogradan, si retrograda; Se precipitan y hunden en la obscuridad, Si se corrompe, o absolutamente se abandona. (Simón Bolívar, 1824). Todos los países considerados en vías de desarrollo tienen un denominador común: “la calidad de su educación y la cobertura de ella”; y si los gobiernos tendrían clara esta realidad atenderían los aspectos prioritarios como de salud y educación, que son los únicos factores de crecimiento y desarrollo. José Luis Cordeiro (2007) en su libro “El desafío Latinoamericano” considera la educación como un primer desafío y afirma “Ningún cambio cultural es posible sin la educación o en contra de ella… Las recomendaciones son claras para el desarrollo de Latinoamérica: educación integral y continua, con base en un consenso entre los diferentes actores de la sociedad. Sin educación no puede haber el tan ansiado progreso de la región. Cierto que la educación es cara, pero más cara es la ignorancia”. Estas reflexiones no tienen otro objetivo que el de situarnos en la responsabilidad de que nos compromete a los docentes. Porque la función primordial del docente es educar, lo cual significa mirar a las necesidades biosicosociales del estudiante, lo que implica una atención integral a su formación, para juntos vivir la experiencia de aprender. ¿En qué ha cambiado la pedagogía? En el objetivo y función del proceso. Antes estaba centrada en la trasmisión de conocimientos, en la repetición de los mismos, y los objetivos eran planteados en función de lo que el profesor creía debe enseñar, y el estudiante era un sujeto pasivo, sometido a un cúmulo de conocimientos, muchas veces descontextualizados e inconexos; hoy está enfocado 1
en la construcción solidaria del conocimiento, el cual se fundamenta en la experiencia, contextualizado, centrado en el proceso de aprendizaje más que de enseñanza, encaminado a logros de aprendizaje significativo, que tiene sentido en la trasferencia vivencial a la práctica. En el Encuentro Nacional de Facultades de Educación (PUCE 2007) se hizo un análisis de la responsabilidad social de los docentes y se cuestionó el que el énfasis se ha dado solamente a los contenidos de la enseñanza y no se ha llevado a cabo un auténtico proceso de Educación que obliga al docente a ir más allá de preparar sus clases y tomar exámenes. Educar –según Kant-‐ es exclusivo del ser humano y afirma que “ la planta se cultiva, el animal se adiestra, sólo el ser humano se educa”. Por ello la necesidad de conocer a ese ser humano que se educa, para lo cual es necesaria una tarea mancomunada entre la Pedagogía y la Psicología, lo que permitirá cumplir de mejor manera el acompañamiento, el apoyo, la dirección, la orientación del estudio de los alumnos, y contribuir a su desarrollo multilateral, como lo afirma Suchodolski (1998). El estudiante es un ser que funciona integralmente y no puede ser que los procesos educativos estén orientados solamente a lo cognitivo, que no ha permitido lograr aprendizajes significativos, encaminados a que le sean útiles en la práctica, encaminados a que valore y ame lo que aprende, que asocie con conocimientos anteriores, que los proyecte en su vida cotidiana presente y futura, que cobren sentido frente a sus metas ocupacionales y profesionales. Aquí cabe aplicar aquella frase que se atribuye a Mahatma Gandhi “Educar es acortar la distancia entre la mente y el corazón”, que está planteando el que no se debe atender solamente como un cultivo de la mente sin el sentido que le puede dar el corazón. Los nuevos tiempos y los nuevos contextos sociales y culturales requieren nuevas perspectivas y desafíos de enseñanza, requiere un modelo centrado en la construcción de conocimientos con el máximo de significatividad posible y enfocado en la contextualización globalización del mismo. Hay que reconceptualizar y revalorizar el contexto socio cultural y el medio ambiente y su relación con el aprendizajes y el conocimiento. En este sentido, la construcción de aprendizajes germina en la escuela y depende fundamentalmente del grado de inserción que logren tener los contenidos escolares en el ámbito de los significados que proporciona el medio ambiente y el contexto cultural y social del estudiante y su comunidad.
ENFOQUES PEDAGÓGICOS El problema esencial de todo educador es resolver una interrogante inicial respecto al tipo de hombre/mujer y sociedad que se quiere contribuir a formar, y los modelos pedagógicos asignan funciones distintas a la educación porque parten de concepciones distintas respecto al hombre o sociedad que se pretende formar. La pregunta por el para qué educamos permite definir propósitos y fines sin los cuales no es posible enseñar conscientemente. 2
Delval en l989, al analizar el trabajo de la Educación Tradicional, decía que pretende formar individuos sumisos, pasivos que contribuyen al mantenimiento de un orden social mirando hacia futuros empleados cumplidores, obedientes y rutinarios. Pero la sociedad cambió en la últimas cuatro décadas, ya tiene otro tipo de demandas más complejas, y nace allí la Escuela Activa que debe ofrecer al niño, joven, adulto, un espacio para socializar y crecer como persona; y esta Escuela Nueva privilegia la acción y se fundamenta en la concepción de que el aprendizaje proviene de la experiencia y la acción, y el estudiante es el actor principal y centro sobre el cual debe girar todo el proceso educativo. Nace también el Constructivismo que enfatiza en la necesidad de la comprensión, superando la visión informativa, acumulativa y mecánica de la antigua educación. Luego llegamos a los enfoques Dialogantes e Inter-‐estructurantes en donde se plantea el que el fin último de la educación no puede estar centrado en el conocimiento y el aprendizaje. La escuela no es el lugar para trasmitir conocimientos sino el lugar para formar individuos más inteligentes a nivel cognitivo, afectivo y práxico; el papel real de la escuela no sería el aprendizaje sino el desarrollo, su función está ligada a favorecer, facilitar, impulsar el desarrollo integral, es decir atendiendo a las diferentes dimensiones. Estos últimos enfoques llevan a buscar estrategias asociadas al diálogo y a la valoración del APREHENDIZAJE como un proceso que se realiza por fases y por niveles de complejidad creciente, y que reivindica un papel distinto del docente como directivo, facilitador y líder, mediador y motivador, reconociendo un rol activo del estudiante.
PERFIL DEL DOCENTE Los cambios históricos del concepto de Educar, del rol del profesor, de la función de la Escuela, del sentido del aprendizaje y sus actores, obliga a pensar en la nueva visión del docente como agente de ese proceso, e implica el desarrollo de nuevas características y competencias quizá no pensadas en épocas anteriores. Se podría confeccionar una larga lista de cualidades y características esperadas de un docente efectivo y eficiente, pero para no caer en un idealismo tenemos que pensar en lo que se llaman las características de las competencias de un docente, enfocadas a sus conocimientos, habilidades, actitudes y valores; en qué grado cada uno de ellas va a depender del nivel, del propósito y de la concepción del ser humano que se quiere, y de la sociedad a la que queremos aportar. Y es una vinculación, de influencia mutua, de características del alumno y del profesor, de sus contextos y del entorno social y político que los rodea. Viene al caso la afirmación de Cecilia Bixio (2010): “Las instituciones educativas requieren de un adulto capaz de mostrar con “fuerza argumentativa” sus ideales y pensamientos, a la vez que estar dispuesto a enfrentar con valentía y pasión los ideales y pensamientos de las jóvenes generaciones”. Luego añade que la misión de este adulto no es llevar a estudiar sino a aprender.
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Y es que el docente es el generador del clima afectivo del aula, y así como puede ser un real facilitador, puede ser un obstáculo en la dinámica del proceso de construcción o reconstrucción del conocimiento. Nuevamente nos vemos frente a la necesidad de preguntarnos sobre la concepción que tenemos de la educación, del rol del docente y del estudiante y el sentido de este complejo proceso para así cada uno poder identificar las cualidades que son demandadas en estos tiempos. Frente a estas concepciones de la Nueva Visión Educativa es que plantearíamos la revisión del rol del docente, y parafraseando a Eva Giberti (1994) vale hacerse la pregunta ¿nuestra misión frente al estudiante es “llenar su mente de conocimientos o ayudarle a desarrollarla para que los descubra” Hildebrand (1973) describe los componentes de una enseñanza eficaz: dominio de la asignatura, la claridad, la interacción profesor-‐alumno y el entusiasmo, a fin de despertar en el estudiante la curiosidad, el interés, y llevarlo a que descubra el sentido de lo que aprende, además de la pasión por el conocimiento. En el ámbito de la docencia universitaria, una de las investigaciones más recientes sobre la excelencia del profesorado universitario es la que realizaron Kane, Sandretto y Heath (2004), cuya finalidad última era la de identificar las características de profesores universitarios considerados “excelentes”; estos investigadores analizan lo que expresan esos docentes sobre su experiencia de enseñanza y lo que relatan sobre lo que hacen cuando enseñan en la práctica. Las conclusiones principales del estudio confirman algunos datos ya existentes en la literatura sobre las características de los profesores excelentes, y destacan el papel fundamental en las relaciones interpersonales y la dimensión más humana del profesor. A partir de las descripciones que realizan los profesores participantes construyeron un modelo con las dimensiones básicas para una enseñanza de calidad, la que contempla estos aspectos: • • • • • •
Conocimiento de la materia Habilidades o destrezas pedagógicas Relaciones interpersonales Relación docencia-‐investigación Características de personalidad Reflexión sobre la práctica
Si analizamos estos aspectos se puede encontrar que solamente uno se refiere a conocimientos de la materia y otro a habilidades y destrezas pedagógicas, los otros se refieren más bien a condiciones humanas que dan cuenta de su importancia. Perrenoud (2004), en su libro “Diez nuevas competencias para enseñar” nos sorprende cuando plantea diez, y ninguna se refiere a conocimiento de una disciplina o asignatura. Menciona las siguientes: 4
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Organizar y animar situaciones de aprendizaje, Elaborar y aplicar metodologías que atiendan a la diversidad, Gestionar la progresión de aprendizajes, Implicar a los alumnos en su aprendizaje y su trabajo, Trabajar en equipo, Participar en la gestión institucional, Informar e implicar a otros actores del proceso enseñanza-‐aprendizaje, Utilizar nuevas tecnologías, Afrontar y asumir deberes y dilemas éticos de la profesión, Organizar y comprometerse con su propia formación continua.
Es importante aclarar que las competencias no son, en sí mismas, conocimientos, habilidades y actitudes; son la forma de integración y aplicación de tales características lo que se demuestra en la situación de planteamiento, planeamiento de las acciones de trabajo en el aula; es decir, que será competente si todas esas cualidades las puede ejercitar frente a situaciones con los alumnos y a situaciones en el aula. Y, en resumen, puede haber docentes con muchos conocimientos, pero su trabajo puede ser poco efectivo sino se complementa con otros elementos y características personales. FACILITADOR Y MEDIADOR Todo lo que se ha dicho nos lleva a asumir que la función del docente va más allá de la “simple trasmisión de conocimientos”, y la actitud del profesor, su concepción de su rol, su percepción del estudiante, etc., etc., nos iluminan para plantear su rol actual. Partiendo del principio de que el rol del profesor es más amplio e integral, ¿qué significaría “Facilitador”?. Si bien la palabra tiene su propio significado, tiene no obstante su connotación especial en el campo educativo, que querría decir: Motivador, estratega, comunicador, hábil en la relación interpersonal, flexible, organizado, seguro, coherente, claro y concreto, etc. Porque su función real es la de promover y crear oportunidades de aprendizaje, enfocar su labor hacia los logros de aprendizaje de los estudiantes, porque los resultados dan cuenta de la calidad del profesor, y sus metas deben estar encaminadas a que el estudiante aprenda y proyecte sus aprendizajes a la práctica. Si asumimos que el proceso de aprendizaje se fundamenta en la relación entre la experiencia, la reflexión y la acción, el docente es quien va a promover y “facilitar” el que se logre aquello, y la pedagogía moderna sostiene que la meta sería hacia la integración del “Saber” con el “Saber hacer” y el “Ser”, en donde se puede visualizar qué función se encamina hacia la formación integral del estudiante para que pueda orientar sus aprendizajes a la vida. 5
No se puede olvidar que entran en juego las características personales de docentes y estudiantes, pero quien promueve un ambiente propicio y clima “ facilitador” en el aula es el profesor y para ello debe proyectar la confianza en su capacidad para hacer que los alumnos se sientan implicados en su propio proceso de aprendizaje y tiene que ver, entre otras cosas, con su capacidad para fomentar la participación de los alumnos, hacerles ver la utilidad de lo que aprenden ( aprendizaje significativo), darles un papel activo en el aula, fomentar sus preguntas, opiniones, propuestas, etc., de tal modo que se sientan auténticos protagonistas de su aprendizaje; más aún, darle un sentido positivo a la evaluación a fin de hacerla vivir como la experiencia de retroalimentación sobre el logro de metas y sobre la eficiencia y eficacia del docente. No quiero abundar en más descripciones, pues esto no es sino un insumo para la reflexión de ustedes que pueden aportar mucho con su experiencia y enriquecernos con sus observaciones y propuestas. También espero que puedan analizar el grado de aplicación de cada uno en su labor diaria. Esta función facilitadora tiene implícita la de mediadora porque se aplica no solamente cuando se presentan conflictos, ya que “mediación “ quiere decir intervención para “facilitar” el encuentro entre el estudiante y el conocimiento, pero no solamente eso, sino también entre el estudiante y su entorno, el estudiante y su realidad actual, el estudiante y su familia, el estudiante y las normas, el estudiante y la comunicación social, el estudiante y sus necesidades propias de la edad, entre el estudiante y la concepción del estudio y el aprendizaje, etc. etc. María Augusta Sánchez Rossini (2008) en su libro “Educar es creer en la persona”, manifiesta que el profesor no puede ser mediador solamente entre el estudiante y los conocimientos y contenidos, ni un simple facilitador de su aprendizaje cognitivo, sino también el mediador entre el mundo real y el mundo ideal, situarse entre el mundo y el estudiante, “traduciendo” o haciendo la realidad más comprensible para sus educandos. Es importante destacar que lo referente a la mediación con ese mundo del estudiante nos llevaría a construir con los estudiantes nuevos paradigmas de realización personal y de metas para un mundo mejor, y como ejemplos se pone algunas consideraciones que pueden estar intercaladas en el diario ejercicio de la labor docente: −
Expresar y aplicar la importancia de la confianza.
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Valorar a la persona y destacar su importancia, aplicando en las diferentes situaciones de convivencia diaria.
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Destacar la responsabilidad de asumir los propios actos.
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Estimular el estudio como un placer, con lo que se estaría mediando para generar una concepción positiva del mismo, lo cual está muy vinculado a la forma de evaluar. 6
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Promover la importancia de saber elegir.
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Enseñar a administrar –o negociar-‐ los “NO” recibidos en la vida. Se puede cambiar la concepción de la palabra no.
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Llevarles a negociar entre la comodidad y el esfuerzo de vivir como seres humanos, conscientes de sus actos.
Finalizo pidiendo disculpas por haberme extendido tanto, y expresando que mi objetivo no ha sido sino dejar interrogantes que nos lleven a las reflexión. Contacto: maguirre@puce.edu.ec BIBLIOGRAFÍA 1. ALLLIDIÉRE Noemí, “El vínculo profesor-‐alumno”, Edit. Biblos, Bs. Aires, 2008 2. BAIN KEN. “Lo que hacen los mejores profesores universitarios.”, Edit. U. de Valencia, 2ª. Edic. Valencia, 2007. 3. BIXIO Cecilia, “Maestros del siglo XXI”, Edit. Homo Sapiens, Santa Fe, Argentina, 2010 4. BYINGTON Carlos, “La construcción amorosa del saber” (Pedagogía simbólica) , Edit. Linear B, Sao Paulo, 2005 5. HENSON K./ELLER B. “Psicología Educativa para la enseñanza eficaz”, Edit. Thomson, México, 2000 6. MARTÍNEZ ZAMPA, Daniel. “Mediación Educativa y resolución de conflictos”. Edit. Novedades Educativas, 2ª Edic. México 2008. 7. PERRENOUD Philippe, “Diez nuevas competencias para enseñar”, Edit. Grao, 3ª Edic. Barcelona 2005. 8. SANCHEZ ROSSINI M.AUGUSTA, “Educar es creer en la persona, edit. Narcea, Madrid 2008. 9. VARIOS AUTORES, “Educación… para qué?. Contrato Social por la Educación, Quito. 7