María Cruz González Cárdenas Miembro de la Asociación de Traductores Intérpretes del Ecuador, ATIEC. Estudios en Ciencias de la Educación de la Universidad Técnica Particular de Loja, Estudios de Sociología en la Université Paris VIII, Paris y de Sociología y Lingüística en la Universitá di Trento, Italia. LA LENGUA COMO CULTURA: EL VALOR DE LA LENGUA PROPIA COMO BASE PARA EL APRENDIZAJE DEL RESTO DE IDIOMAS Desde el punto de vista de una intérprete/traductora, me gustaría tratar el tema de la lengua vista como cultura y, por tanto, como un proceso en evolución y la necesidad de interacción de los seres humanos con el mundo. Pero, dentro de esa interacción, la necesidad de mantener la identidad cultural – y, por tanto, el habla local de cada pueblo – como objetivo per se y como propósito de salvación del individuo en una masa humana de más de 6 mil millones de individuos en nuestro planeta. Para ello, he dividido esta charla en 7 áreas: A. La lengua correcta y la lengua incorrecta B. Diversos puntos de vista C. Definición de la lengua D. Definición de cultura E. Nuestra habla dentro de la globalización F. Defensa del español G. Defensa a ultranza del multilingüismo A. La lengua correcta y la lengua incorrecta, entre el “deber ser” y lo que “es” Debo confesar que los planteamientos que voy a presentar a lo largo de estos minutos, resultaron ser algo diferentes de los que tenía en mente cuando formulé la propuesta ante la cordial invitación que me hiciera el Instituto de Investigación, Desarrollo y Excelencia Educativa, junto con la Universidad San Francisco. Es por eso que debo pedir disculpas de antemano si detectaran alguna incoherencia. Lo que yo había planteado en un inicio era una especie de defensa a ultranza de nuestra lengua, el español (o castellano, que es tema de otra discusión) dentro del mundo globalizado. Luego de algunas disquisiciones, si bien de ninguna manera he abandonado mi posición de defensa de nuestra lengua, la duda viene por cuál lengua o, más bien, cuál habla quiero defender. Luego de hacer el esquema inicial de la presentación, comencé a revisar antiguas notas, a releer o leer por primera vez a expertos en lengua española, y durante ese tiempo me saltó a la mente varias veces la pregunta de: “¿Es válido, es útil, defender el DEBE SER frente a lo que ES en la realidad?” En otras palabras, me preguntaba si es que iba a repetir lo que yo había escuchado de estudiante a mis profesores y ante lo que tanto me rebelaba: el famoso “Como debe de ser”, del que habla casi a diario un conocido periodista radiotelevisivo. En ese entonces, cuando yo estudiaba en el colegio, mis profesores de Gramática, que era la materia que recibíamos en lo que al español se refería, en sus aburridísimas lecciones, nos 1
repetían una y otra vez que “vosotros” era el pronombre correcto para referirnos a nuestros compañeros en clase, qué cuándo íbamos a aprender a hablar bien la lengua (sin perjuicio, claro, de que terminado el día, nos gritaran: “¡ustedes me presentan el deber mañana a la 8 o tienen 0!”). Y cada vez que oía y oigo en el habla ecuatoriana ese “vosotros” (con perdón de los migrantes) se me erizan los pelos. Si es una rebeldía que permanece por ahí a estas alturas o un rechazo a “lo que debe de ser”, es materia de otro tema, pero lo cierto es que cualquier cosa que sea impuesta, que no sea auténtica, no tendrá ninguna permanencia en una lengua. Entre otros ejemplos similares al “vosotros” puedo citar el de ‘chubasco’ (que infructuosamente intentaron introducir los pronosticadores del clima por la televisión hace unos años) o últimamente, el sonado término “compañero” (también con el perdón de alguna compañera o compañero que pudiera estar presente) en un sentido que no es exactamente colegas de aula o de trabajo. También gracias a la televisión, y a la mexicana en especial, a muchos serranos nos preguntan en el exterior si somos mexicanos; un claro ejemplo cotidiano es una joven y muy buena presentadora de noticias que ha tenido gran éxito desde su incursión en los noticieros televisivos nacionales desde el año anterior. De hecho, hacer un análisis lingüístico y de la evolución del habla de las presentadoras de la televisión serrana, así, por género y geografía, sería muy interesante. Como habrán notado, en Quito, ya no tenemos wawas, sino nenes o bebés, incluso he oído que nacen ‘babies’; ya no “rallamos queso” sino que todos estamos “rayados”; nunca ‘lloramos’ sino que ‘yoramos’; ahora las guambras no andan chirisiqui, sino que son “cool”; ya casi no tenemos ‘frutillas’ sino ‘fresas’; ‘paltas’ y no aguacates; gripa y no gripe; y, de hecho, los jóvenes ya no ven la televisión sino la televisió“N”. Para incluir en esta lista, además de las influencias, los usos definitivamente incorrectos de la lengua, parece ser que de esas clases de Gramática de antaño y de ahora, el gerundio es el único tiempo verbal que se grabó en la mente de periodistas y abogados. No tuve que esperar mucho para anotar un ejemplo cuando comencé a escuchar un noticiero: “fue diputado por primera vez en 1997, dando inicio a una meteórica carrera política”. Otro que no tardó en llegar fue: “Se cayó una casa matando a tres personas”. Tal vez en la Constitución de Montecristi se olvidaron de incluir la prohibición, como propuso el gobernador del Distrito Federal de Brasil, del uso del gerundio a los empleados públicos pues, dijo él, es una clara muestra de ineficiencia. Pero si hablamos de la evolución de la lengua en nuestro territorio, tendríamos que, por lo menos, regresar al quechua inca, que acá se convirtió en quichua, revisar la nueva lengua nativa que se extendió por todo el territorio que ahora es el Ecuador y eliminó todas las vocales abiertas (a, e o) de la lengua del conquistador inca, y luego analizar la influencia del quichua en el español y la cultura ecuatoriana, pero el tiempo nos faltaría para un análisis más profundo. Lo que sí es muy actual, es que el mundo globalizado está regido por lo que yo llamo la “Generación Nickelodeon”. Esa generación, y sus padres, entre los que estoy yo, dominados totalmente por los derechos de los “niños” (aunque estos ya sean mayores de edad) aquí, en París, en San José o, ahora, en Shangai, es la que apuntala a marcas como Gap, Nike, Oldnavy, McDonalds, etc, es decir, a la globalización. Y para afianzar ese proceso a través del globo, fue indispensable universalizar la lengua, hacer que todos sepan de qué están hablando los promotores de esa globalización. Pero mi punto aquí es el idioma, el español y, más específicamente, el habla ecuatoriana, dentro de la globalización.
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Con todos estos antecedentes, ¿se puede dictaminar que hay una lengua española correcta y otra incorrecta? Eso es lo que subrayaba a diario un profesor español que tuve en la Universidad de Bolonia, cuando ninguneaba a cualquier otro castellano que no fuera el que se habla dentro de las fronteras de España, aun a pesar, o tal vez debido a mis protestas y berrinches con los que defendía, en ese entonces inútilmente, el español no español (es decir, latinoamericano). Eso fue antes de que escritores y lingüistas latinoamericanos, en el I Congreso Internacional de la Lengua Española que tuvo lugar en Zacatecas, México, en 1997, plantearan la urgencia de que la Real Academia de la Lengua Española incluyera las hablas latinoamericanas. Es innegable que la lengua está siempre en evolución: aparecen nuevas palabras, nuevos verbos, se vuelven a usar otros que se pensaban arcaicos, etc., más aún con medios de comunicación masiva. Y eso, al fin, lo reconoció la Real Academia de la Lengua Española (RAE) al incluir en su diccionario lo que ellos denominan “americanismos”. Claro que al marqués de Villena y duque de Escalona, Juan Manuel Fernández Pacheco, quien, en 1713, tuvo la iniciativa de crear la Real Academia de la Lengua con el propósito de «fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza», se le pararían los pelos si abriera la página web de la RAE y encontrara esos americanismos (que es, imagino, lo que le sucedió a mi profesor en Bolonia). Lo que el marqués no se imaginó es que cuando Isabela y Fernando le dieron el visto bueno a Colón para viajar a tierras que resultaron ser las que pisamos hoy, la cosa se les comenzó a ir de las manos, antes siquiera de que se creara la RAE. La razón, que es y no es simple, es que las lenguas provienen de una geografía, una cultura, que trataré de definir más adelante. B. Diversos puntos de vista En 1997, se celebró el I Congreso de la Lengua Española, en Zacatecas, México; exactamente 505 años después de que Colón nos descubriera para salvación del Imperio Español. Tarde, pero llegó el momento en que España atendió a los pedidos de sus antiguas colonias de tomar en cuenta nuestras hablas. Como muchos de ustedes sabrán, en ese Congreso, el autor de Cien Años de Soledad declaró que se debía simplificar a la ortografía en español, hacerla menos complicada. Si bien los premios y la fama de García Márquez le permiten decir lo que se le cruce por la cabeza, la gran mayoría de escritores y lingüistas, muchos de los cuales amigos suyos, objetaron de plano la propuesta, entre ellos Octavio Paz, Bioy Casares, María Ester Vásquez, Juan Goytisolo e incluso un portugués, como José Saramago. Entre los fundamentos de aquellos que la refutaron estaban hechos tan razonables como que el habla evoluciona sola, no por reglas; que eso significaría borrar los rastros etimológicos de las palabras; que en vez de facilitar la lectura se estaría obligando al lector a leer dos veces para comprender bien un texto, y otros similares. Me gustó la comparación de Mempo Giardinelli que dijo que “jubilar la ortografía sería tan absurdo como jubilar a la matemática porque ahora todo el mundo suma o multiplica con calculadoras de cuatro dólares”. Al parecer, el único fundamento de los poquísimos que apoyaron la tesis, se basó en la simplificación de la enseñanza/aprendizaje de la lengua española pero, claro, sin ninguna explicación de cómo se lo haría. Si queremos ser honestos y cumplir con el objetivo de abogar por el español, es imperativo reconocer:
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La enseñanza de la ortografía como la conocemos hasta hoy no es de lo más gratificante y, en general, no es exactamente amor lo que se profesan profesores y alumnos de la materia; Si bien el lema de “todo tiempo pasado fue mejor” no demuestra sino la edad del locutor, la ortografía en textos impresos, ya sean deberes de alumnos, libros de imprenta o periódicos, no dejaba tanto que desear en tiempos pasados; La ortografía del alumno promedio de un colegio secundario privado nos hace, después de secarnos las lágrimas por ese tiempo pasado, reflexionar acerca de que algo anda mal en la educación;
Yo soy traductora e intérprete, y el área legal es una de mis especialidades. La gran mayoría de veces que me han solicitado traducir una ley (o un proyecto de ingeniería, unas instrucciones de algún aparato o lo que fuera) ha venido a mi mente la pregunta: ¿El estudio de la lengua se hizo solo para lingüistas, escritores y traductores? ¿No es indispensable que abogados, médicos, ingenieros, profesores estudiaran también la lengua para poder comunicar correctamente sus objetivos e intenciones? C. ¿QUÉ ES LA LENGUA? Pero pasemos a una definición de lo que es una lengua. Antes de nada, creo indispensable citar al padre de los lingüistas que mencioné en un inicio, a Ferdinand de Saussure, que definió tres áreas de la comunicación: Lenguaje: Capacidad de establecer comunicación mediante signos orales o escritos. Presenta distintas manifestaciones en las diversas comunidades humanas. Entre estas expresiones están lo que conocemos como idioma. Lengua: Sistema de signos que forma todo un código que los hablantes de este código aprenden de memoria y es esencial para la comunicación entre los miembros de una comunidad, como la lengua española, la lengua francesa, inglesa, kichwa, guaraní, etc. Habla: Es la implementación de las lenguas dentro de espacios y tiempos concretos. Según los académicos que interpretaron al suizo Ferdinand de Saussure, el creador de esta teoría en la que nos basamos hasta hoy, “es un acto singular por el que el individuo cifra un mensaje, elige el código, los signos y las reglas (a través de la emisión de sonidos o la escritura) para comunicarse. La lengua materna, lengua nativa o primera lengua, es el primer idioma que aprende una persona y, por lo tanto, la que se conoce mejor respecto a otras lenguas que el individuo pudiera conocer más adelante. También se trata de una lengua adquirida de forma natural, a través de la mera interacción con el entorno inmediato. Según el conocido lingüista estadounidense Noam Chomsky, la lengua materna puede aprenderse hasta los 12 años. Una vez superada esta edad, las habilidades lingüísticas del hablante son distintas y toda lengua aprendida después pasará a ser considerada una segunda lengua. Sabemos que todo individuo social aprende una lengua y que se la puede aprender también únicamente a través del entorno, sin necesidad de estudiarla. Pero, ya que estamos en un 4
recinto académico, dejemos la investigación antropológica de lado, y ciñámonos al estudio de la lengua dentro de una cultura. Si bien, como dije antes, la lengua es un proceso en evolución debido a la interacción de los seres humanos con el mundo, a los procesos políticos, culturales y sociales del planeta, es también, y por sobre todo, el espejo de la cultura a la que pertenece. Pasemos, entonces a tratar de definir D. ¿QUÉ ES LA CULTURA? La palabra cultura proviene del término en latín y se lo relacionó, sobre todo, con “cultivar”. Luego de diversas connotaciones ligadas a la agricultura, en el siglo XX, el término "cultura" emergió como el concepto central de la antropología, que abarcaba todos los fenómenos humanos que no eran el mero resultado de la genética. A partir de la Segunda Guerra Mundial, el término cobró importancia, entre otros, en disciplinas como la sociología, estudios culturales, estudios de psicología y manejo organizacional. En la noción sociológica cultura es el concepto abstracto que describe procesos de desarrollo intelectual, espiritual y estéticos del acontecer humano. Según varios autores de la concepción sociológica, la cultura se define como "el progreso intelectual y social del hombre en general, de las colectividades, de la humanidad". Ahora pasemos a la definición de aculturación que encontré en Wikipedia: “Proceso que implica la recepción y asimilación de elementos culturales de un grupo humano por parte de otro. La colonización suele ser la causa externa de aculturación más común”. Ahora, en nuestro caso el de muchos otros países, podríamos agregar los procesos de migración. Si revisamos la historia, vemos que la humanidad y, de ahí, su riqueza, está llena de aculturación en muchas maneras. Hititas, fenicios, tártaros, romanos, mongoles, incas, británicos, españoles y tantos otros, colonizaron y “aculturaron” a pueblos por medio de invasiones pedestres, a caballo, en naves marinas, aéreas y, ahora, por medios de comunicación masiva en donde el Internet juega un papel preponderante. Pero, con cultura, aculturación y la nueva cultura, la relación entre lengua e identidad es tan estrecha que no ha podido pasar inadvertida a los modernos teóricos de la Sociolingüística. Le Page y Tabouret‐Keller, por ejemplo, proponen un “modelo de proyección” que define la conducta lingüística individual como una serie de acciones por las cuales la gente revela tanto su identidad personal como la búsqueda de una posición dentro de un grupo social. El hablante, mediante los usos lingüísticos, invita a sus interlocutores a compartir su proyección del mundo y sus actitudes hacia él, a la vez que se muestra dispuesto a modificarlas por influencia de las personas con las que habla. E. CON ESTOS ANTECEDENTES, NUESTRA HABLA ECUATORIANA DENTRO DE LA GLOBALIZACIÓN
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Alguna vez, recuerdo que el Internet estaba recién llegado al país, trabajé como traductora fija para una agencia de viajes. De todo lo que traduje en esos años, además de los precios de los viajes, me llamó la atención un lema publicitario de un hotel en Chile manifiestamente dirigido al público consumidor nórdico. No recuerdo los términos exactos, pero el mensaje era que el hotel era tan maravilloso, que el huésped se sentiría como si no hubiera salido de su casa. A mí, como a muchos, me encanta viajar, pero viajar para conocer otra “cultura”. Si voy a viajar para estar como en mi casa, me ahorro la plata. Pero traje a colación este recuerdo porque me pareció un buen ejemplo del sentido que se le ha dado a la globalización. Un proceso que debe ser, y de hecho es, enormemente enriquecedor, no puede, no debe, asumir la tarea de borrar velozmente siglos de historia de culturas, tal vez menos internacionales, menos globalizadas, pero culturas que “son”, que “existen” y provienen de siglos atrás.. Es decir, si yo voy a Chile, incluso si voy para una reunión de una noche en el mismo hotel en donde me voy a alojar, quisiera, al menos, oír el habla chilena y probar unos buenos mariscos de aguas frías que no encuentro acá. ¿No les parecería ideal que cada Sheraton, Hilton, Radisson en los diferentes países nos mostrasen la cultura local y no lugar donde, una vez adentro, no podemos reconocer el punto del planeta en donde está ubicado? ¿No ayudaría a culturizar un poco más al viajero ejecutivo? Obviamente, no es de los promotores innegables de la globalización, de las trasnacionales, de donde va a salir la defensa de nuestra lengua. Sería contradictorio. De donde debe salir es de los dueños del habla. En este caso, desde los centros académicos, universidades, colegios, escuelas, periodistas, escritores, traductores que, de una forma u otra, directa o indirectamente, impartimos la enseñanza de la lengua española. Para eso, tenemos que amar al español, al español ecuatoriano, que es una rica mezcla de culturas; ser conscientes de todo el proceso histórico que nos llevó a hablar como hablamos. No resulta difícil reconocer al habla chilena, peruana, argentina, cubano. Debo ser sincera y decir que me apena mucho que nunca me hayan reconocido como ecuatoriana en ningún país latinoamericano. Es por eso que definitivamente no comparto la posición de instituciones educativas nacionales que, por ser bilingües, hacen de lado al español y reducen su enseñanza a una porción mínima de tiempo. No me malentiendan, en mi opinión, el monolingüismo en la juventud, hoy por hoy, solo puede explicarse por las brechas socioeconómicas, ya que hablar más de una lengua parecería esencial para sobrevivir en este mundo. No comprendo, por otro lado, cómo hay funcionarios internacionales que viajan a otro país por su trabajo y, luego del período de estancia en tal o cual país con una lengua extraña a la suya, ese funcionario y su familia regresan sin un conocimiento de la misma. No puedo imaginarme perder tan preciosa oportunidad de adquirir otra lengua (y, por lo tanto, aprender de su cultura de manera más profunda). El cuidado de la lengua materna también resulta indispensable. Obviamente, y aquí está el trabajo que tenemos por delante, toda esta defensa del habla nacional (de la serrana, que es a la que me estoy refiriendo) tiene que estar basada un ciertas reglas universales que, hasta el momento, las decide la Real Academia de la Lengua Española, asesorada, eso sí, por las academias nacionales de cada país. Las diferentes hablas, como las definió Ferdinand de Saussure, existen como tales y, como les decía al inicio, a mi modo de ver, constituyen una especie de salvación del individuo en una masa humana de más de 6 mil millones en nuestro planeta. 6
El multilingüismo, desde mi punto de vista, debería partir del valor de la lengua propia como reflejo de una cultura y base de un mejor aprendizaje del resto de idiomas. En otras palabras, para pasar a la maravillosa experiencia de abrirnos a otra cultura ajena a la nuestra, sin dejarnos engullir por ella, hay que tener una identidad firme. F. La defensa a ultranza del derecho de todos al multilingüismo Hace poco, un colega traductor francés que vive en el Ecuador desde hace años, nos contó en una de las redes de traductores que tenemos en el país, una experiencia lindísima que había vivido recién llegadito al Ecuador. Por no recuerdo qué vínculos locales, terminó en la celebración a una Virgen en un colegio religioso femenino en Riobamba. Entre discurso y rezo, las estudiantes habían preparado una coreografía, dirigida por una de las monjitas. Con el auditorio ya en silencio, mi colega incluido, había comenzado la música, el baile y el canto con todo entusiasmo de las artistas, profesoras y del público por igual. La canción escogida para la coreografía fue, espero que todos la hayan escuchado y la conozcan: Voulez vous coucher avec moi? Espero que hasta el día de hoy las inocentes monjitas riobambeñas no se hayan enterado de lo que enseñaron a bailar a sus alumnas. Pero es por eso que quiero terminar esta charla con el derecho de todo niño a aprender por lo menos una lengua extranjera, pero de aprenderla bien, al igual que su propia lengua y que no sean hablantes de “medias lenguas”, como las denomina Francisco Moreno Fernández. Pero este es un tema que dejo para mis colegas especialistas en la enseñanza de las diferentes lenguas. Recuerden: el español es un idioma loable, lo hable quien lo hable. *** Bibliografía: Grijelmo Alex, Defensa apasionada del idioma español, Moreno Fernández Francisco, Director Instituto Cervantes de Chicago, Congreso de la Lengua Española en Rosario, http://www.rae.es/rae.html http://lapenalinguistica.blogspot.com/2008/07/discriminar.html www.wikipedia.org http://definicion.de.com http://www.filosofia.com.mx/index.php?/forolibre/archivos/filosofia_de_la_cul tura1/
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