EMERGENCIAS 11 SEPTIEMBRE 2016, GT-IIEE (IDEA-USACH)
EL PENSAMIENTO CRÍTICO SOCIAL EN LA CULTURA DE LO EFÍMERO Sandra Iturrieta Olivares*
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Doctora en ciencias sociales. Magíster en el análisis de los problemas sociales de las sociedades avanzadas. Post-doctorante en el IDEA- USACH. Académica de la Escuela de trabajo social de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Correo: sandra.iturrieta@pucv.cl
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EMERGENCIAS 11, SEPTIEMBRE 2016 GTIIEE / IDEA, USACH
EL PENSAMIENTO CRÍTICO SOCIAL EN LA CULTURA DE LO EFÍMERO Sandra Iturrieta Olivares Scatolini (2011) en la Revista Anales de Filosofía n° 41, de la Universidad de la Plata, Argentina, augura el surgimiento de una nueva disciplina que podría ser llamada “crisiología”, que como signo de un pensamiento epocal referido a que vivimos en un mundo siempre en crisis, caracterizado por la caída de la concepción histórica de que nos regíamos por la razón, se centra en el análisis de la conciencia del cambio incesante; la cultura de lo efímero; un presente vertiginoso; la muerte del progreso; el fin de las utopías; el miedo a la vida cotidiana en que la felicidad se busca siempre en el presente, donde se agotan los valores modernos y en que culturalmente se admiten rebeliones individuales siempre que no afecten el “statu quo”, en que la heterogeneidad es impropia y lo colectivo sospechoso. Esta idea de una sociedad en permanente crisis, parece habitar entre las páginas de las ciencias sociales latinoamericanas, donde es habitual el llamado al desarrollo del pensamiento crítico social. No obstante, tan habitual como ello, es la ausencia de premisas que doten de contenidos aquello de lo “crítico social” como uno de los componentes esenciales del quehacer profesional. Así, tal mandato suele posesionarse en el campo de lo inmaterial, quedando las más de las veces circunscrito al universo simbólico de cada persona. En esta inmaterialidad cobra sentido la producción de conocimientos sobre las ideas, pensamientos, ideologías y cosmovisiones, que van paulatinamente imbricándose en la cotidianeidad, y que dados los procesos de naturalización que vivimos los seres humanos y nuestras sociedades, van arraigándose en usos, costumbres, abstracciones y acciones, que finalmente pasan a constituirse en realidades objetivadas, dadas por obvias, y por tanto asumidas las más de las veces de un modo incuestionado. En tal sentido, la realización de estudios eidéticos, abre posibilidades para contribuir al desarrollo de dicho pensamiento crítico social, donde la rigurosidad entendida como vigilancia epistemológica, adquiere un rol central considerando la cultura del relativismo, que también en ocasiones se escurre en la cotidianeidad de las ciencias sociales latinoamericanas. De modo que la observación atenta de los vínculos entre los conceptos de ciencia con el que enfrentamos la producción de conocimientos, y las teorías, métodos y técnicas que han de emplearse para ello, sustentará la producción de saberes validados desde nociones de ciencia diferentes y pertinentes para cada contexto micro o maro social, lo que lejos de producir certezas científicas, potencia la discusión con bases comunes, de construcciones eidéticas crítico sociales, donde también sea posible la identificación situada de obstáculos epistemológicos, en el sentido de lo argumentado por Bachelard. Así, el desarrollo del pensamiento crítico social habitualmente acechado tanto por la cultura de lo efímero, como por la idea de que vivimos en un mundo en permanente crisis, requiere de un ejercicio de reflexividad constante, ya sea para cuestionar el privilegio arbitrario del sujeto cognoscente en la producción de conocimiento, como para hacernos conscientes de las causas o razones que sustentan lo dicho o pensado en la cotidianeidad, según los argumentos de Bourdieu; para autoconfrontarnos con los efectos de la sociedad del riesgo
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según Beck; o para hacernos conscientes de que la vida social en la actualidad no está regida por obligaciones naturales o la rutina de las tradiciones, sino que existen procesos regulares de pérdida y reapropiación de los conocimientos cotidianos, según Giddens. En cualquier caso, el desarrollo de tal pensamiento crítico social, exhorta a incorporar no sólo la noción de reflexividad cognitiva, sino además estética, la que según Lash está sustentada por un conjunto articulado de redes de información y comunicación, a través de las que fluyen conocimientos y símbolos conceptuales y miméticos, que funcionan como condiciones estructurales de la reflexividad. Por tanto, el desarrollo del pensamiento crítico requiere observar la desigualdad social impregnada en la cotidianeidad y en las formas de organización de las sociedades latinoamericanas, lo que condiciona las posibilidades de reflexividad cognitiva y estética de cada ser humano. Sobre la base de todo lo anterior, instamos a las presentes y nuevas generaciones de cientistas sociales, a dotar de reflexividad y de contenidos rigurosos su pensamiento crítico social.
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