Ideas de Izquierda 04, octubre 2013

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de

Dossier

ZONA DE RIEsGO crisis del transporte y lucro capitalista

ELECCIONES E IZQUIERDA

Escriben: Eduardo Grüner, Enrique Carpintero, y Patricio Del Corro Entrevista a

Terry Eagleton marxismo y teoría literaria

Escriben: MYRIAM BREGMAN | HERNÁN CAMARERO EMMANUEL BAROT | ANDREA D’ATRI

DIÁLOGO CON JUAN CARLOS TORRE

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precio $20

ideas izquierda Revista de Política y Cultura

OCTUBRE 2013


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IDEAS DE IZQUIERDA

SUMARIO 3 PRESENTACIÓN 4 MÉXICO. LA LUCHA DE CLASES VUELVE AL CENTRO DE LA ESCENA Pablo Oprinari

7 FASTFOOD NATION

Celeste Murillo y Juan Andrés Gallardo

10 LA PERSISTENCIA DE UN RECLAMO Andrea D’Atri

13 ”ELECCIONES: TRAMPA PARA TONTOS” Eduardo Grüner

LA IMPORTANCIA DE UN PROGRAMA ANTICAPITALISTA Enrique Carpintero

16 EL FRENTE DE IZQUIERDA Y LAS ELECCIONES EN LA UBA Patricio Del Corro y Sol Cheliz

19 DE LA “MEMORIA” A LA RECONCILIACIÓN Myriam Bregman y Gloria Pagés

22 ¿CÓMO SE FINANCIA Y A QUIÉN SOSTIENE EL ESTADO

34 PRODUCCIÓN DEL SABER Y LUCHA DE CLASES EN LA

25 DOSSIER:

37 “EL MARXISMO ES MUCHO MÁS QUE UN MÉTODO CRÍTICO”

ARGENTINO? Esteban Mercatante

TRANSPORTE PÚBLICO Y LUCRO EMPRESARIAL: FINES IRRECONCILIABLES Pablo Anino y Verónica Zaldívar DEJAMOS LA VIDA VIAJANDO Margarita Valencia “LAS CONCESIONARIAS DEBEN IRSE” Entrevista a Claudio Dellecarbonara ¿QUIÉNES SON LOS GRANDES BENEFICIADOS? Mirta Pacheco RESISTENCIA OBRERA AL DESGUACE Juan Carlos Cena

31 “LA IDEA SERÍA QUE EL GIGANTE SE VERTEBRE” Diálogo con Juan Carlos Torre

STAFF CONSEJO EDITORIAL Christian Castillo, Eduardo Grüner, Hernán Camarero, Fernando Aiziczon, Alejandro Schneider, Emmanuel Barot, Andrea D’Atri, Paula Varela COMITÉ DE REDACCIÓN Fernando Rosso, Juan Dal Maso, Ariane Díaz, Juan Duarte, Esteban Mercatante, Celeste Murillo COLABORAN EN ESTE NÚMERO Terry Eagleton, Juan Carlos Torre, Enrique Carpintero, Juan Carlos Cena, Claudio Dellecarbonara, Myriam Bregman, Gloria Pagés, Pablo Oprinari, Patricio Del Corro, Sol Cheliz, Leonardo Améndola, Pablo Anino, Verónica Zaldívar, Margarita Valencia, Yamila Cairu, Germán Koll, Mirta Pacheco, Juan Andrés Gallardo, Violeta Bruck, Matthias Flammenman, Gastón Gutiérrez EQUIPO DE DISEÑO E ILUSTRACIÓN Fernando Lendoiro, Mariano Mancuso, Anahí Rivera, Natalia Rizzo PRENSA Y DIFUSIÓN ideasdeizquierda@gmail.com www.ideasdeizquierda.org Entre Ríos 140 5° A - C.A.B.A. | CP: 1079 - 4372-0590 Distribuye en CABA y GBA Distriloberto www.distriloberto.com.ar ISSN: 2344-9454

UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI Emmanuel Barot

Entrevista a Terry Eagleton

40 CONTORNO Ariane Díaz

43 EN TORNO A LA LUCHA CONTRA EL FASCISMO EN ALEMANIA Hernán Camarero

46 RESEÑA DE FORTUNES OF FEMINISM, DE NANCY FRASER Celeste Murillo

47 RESEÑA DE MIKA, MI GUERRA DE ESPAÑA, DE FITO POCHAT Y JAVIER OLIVERA Violeta Bruck


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presentación

Este cuarto número de Ideas de Izquierda sale a la calle en un octubre invadido por la vorágine de las encuestas y especulaciones electorales, a la espera del “veredicto de las urnas”. Si bien esta segunda escena electoral del año tiene en común con la anterior la pobreza de “debates y combates” entre el kirchnerismo y los aspirantes a su sucesión, esa pobreza contrasta con la extendida politización que las elecciones han producido entre trabajadores y jóvenes. Las elecciones universitarias en la UBA, donde las corrientes que integran el FIT lograron muy buenos resultados, son parte de ese fenómeno. Patricio Del Corro y Sol Cheliz analizan las elecciones en la Universidad, relacionándolas con el desarrollo del Frente a nivel nacional y comparando la situación del movimiento estudiantil en otros “fines de ciclo”. Los resultados del FIT en las PASO han vuelto visible, también, las posiciones de algunos analistas del arco progresista e incluso sectores de la propia izquierda, que defienden la perspectiva de la obtención de escaños por parte del FIT bajo el argumento de la necesidad de incorporar a la lógica de la representación parlamentaria una inofensiva “voz de izquierda”. A contramano de ese discurso y con el sugestivo título “Elecciones: trampa para tontos”, Eduardo Grüner retoma el artículo publicado por Jean-Paul Sartre en 1973 para analizar la lógica de serialización a que el voto en formato burgués somete a las masas populares, y su contradicción con la experiencia colectiva de la organización de fábrica, de la militancia política, de la lucha de clases. Completa estas reflexiones la opinión del psicoanalista Enrique Carpintero sobre la importancia de un programa anticapitalista. El dossier de este número analiza la situación crítica del transporte de pasajeros en el Área Metropolitana de Buenos Aires. La necesidad de abordar este problema no requiere explicación, dada la cercanía de los crímenes sociales de Once y Castelar, y del tercer aniversario del asesinato de Mariano Ferreyra. Sin embargo, pareciera que la contradicción entre la persecución del lucro y la preservación de la vida de los trabajadores y trabajadoras, se empeñara en ponerse de manifiesto. Al cierre de esta edición, otro trabajador del subterráneo falleció a causa de la falta de medidas de seguridad. Los artículos establecen la trama de responsabilidades

que compromete a las empresas, los gobiernos de la Nación, de la ciudad de Buenos Aires y de la Provincia, así como a las cúpulas sindicales del sector, y demuestran el proceso de deterioro de las condiciones en que viajan los usuarios producto de que en la última década no se revirtió la desinversión. El dossier se completa con una entrevista a Claudio Dellecarbonara y extractos de una conferencia de Juan Carlos Cena sobre la historia de desguace del ferrocarril. Completan esta sección nacional el análisis de Esteban Mercatante sobre la fuente de ingresos y el destino del gasto público en Argentina, y el abordaje de dos problemas centrales de la agenda de los movimientos sociales y de la izquierda en Argentina: los derechos humanos y el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Myriam Bregman y Gloria Pagés analizan la política kirchnerista hacia las FF.AA., y Andrea D’Atri describe la situación de las mujeres de la región bajo los gobiernos “posneoliberales”. El horizonte internacional se introduce en este número a través de la lectura que realiza Pablo Oprinari sobre la situación en México. El autor analiza rol que están jugando las luchas de los docentes y el resurgimiento del movimiento estudiantil mexicano en la primera crisis después del retorno del PRI al gobierno. A su vez, Celeste Murillo y Juan Gallardo escriben sobre la huelga del precariado de los fastfood, un sector superexplotado de la fuerza de trabajo estadounidense. Los debates ideológicos y cuturales una vez más abarcan las producciones internacionales y nacionales, así como las tradiciones y novedades teóricas que los recorren. La entrevista exclusiva al crítico literario y escritor inglés Terry Eagleton, uno de los más importantes teóricos marxistas contemporáneos, a través de las definiciones dadas en uno de sus últimos libros publicados, abordan las visicitiudes de la teoría literaria y su relación con la lucha de clases. En ese recorrido retoma conceptos elaborados en algunos de sus libros más influyentes, y reflexiona sobre el fundamentalismo antiteórico posmoderno y los desarrollos y límites de los aportes hechos desde el marxismo. Emmanuel Barot nos envía desde Francia un artículo que actualiza sus investigaciones sobre la universidad francesa publicadas en el libro Révolution dans l’université. Quelques leçons théoriques et lignes tactiques tirées de l’échec du printemps 2009.

A propósito de la nueva edición de La lucha contra el facismo en Alemania de León Trotsky, Hernán Camarero repasa con detenimiento la obra, destacando de qué modo el análisis de Trotsky sobre las condiciones de emergencia del nazismo es inseparable de su lucha política para que la Internacional Comunista, bajo el stalinismo, adoptara una política que permita al proletariado alemán (y al del mundo entero) enfrentar el fascismo. Continuando la propuesta de conversaciones con intelectuales que han estudiado el movimiento obrero en Argentina, Paula Varela y Leonardo Norniella visitan al sociólogo Juan Carlos Torre. El análisis de Torre sobre la experiencia de Pasado y Presente y el clasismo cordobés es el disparador de un diálogo sobre las continuidades y rupturas con esa tradición, la distancia entre lo sindical y lo político, y el sindicalismo de base en la actualidad. Como planteamos desde el inicio, Ideas de Izquierda pretende inscribirse en la tradición intelectual nacional de las revistas que nacieron y, a su vez, expresaron momentos bisagra en la vida política, social y cultural del país. Parte de esa aspiración implica una crítica a esas experiencias intelectuales y políticas. En este número, Ariane Díaz reflexiona sobre Contorno, destacando su influencia en la construcción de la tradición de la literatura nacional así como el peso que la política irá cobrando en la revista, atravesada por los posicionamientos políticos de los contornistas en relación al peronismo y el frondicismo. Finalmente, se repasan dos producciones recientes en las reseñas del libro Fortunes of Feminism: From State-Managed Capitalism to Neoliberal Crisis de Nancy Fraser, y del documental Mika, mi guerra de españa de Fito Pochat y Javier Olivera.

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Como dijimos al inicio, la revista sale a la calle en medio de una vorágine electoral que atenta, las más de las veces, contra la reflexión sobre el tipo de desafíos y oportunidades que estas elecciones abren para una izquierda que se reivindica revolucionaria. Con este número de Ideas de Izquierda apostamos, al contrario, a alimentar esa reflexión y a abrir nuevos debates.


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MÉXICO

Foto: www.5oymexico.org

LA LUCHA DE CLASES VUELVE AL CENTRO DE LA ESCENA Las expectativas de que el regreso del PRI al gobierno representara una vuelta a la estabilidad se mostraron endebles. Aunque el gobierno de Enrique Peña Nieto había logrado con el Pacto por México un acuerdo con la oposición para avanzar con una agenda de reformas estructurales, tras ocho meses en el poder el rechazo a las reformas educativa y energética, junto a la reemergencia de la juventud, están configurando un nuevo escenario.

Pablo Oprinari Sociólogo, revista Estrategia Internacional, Liga de los Trabajadores por el Socialismo de México. Desde fines del 2012, el viejo dinosaurio priista está de regreso. La clase dominante y las trasnacionales brindaron alborozadas cuando Peña Nieto ganó las elecciones en julio del año pasado. Los primeros tiempos del gobierno de Enrique Peña Nieto mostraban lo que en apariencia era el retorno de la dictadura perfecta, como llamó el escritor peruano Mario Vargas Llosa al antiguo régimen. En los primeros meses de este año, los movimientos de protesta se limitaban, fundamentalmente, a sectores del magisterio, que protagonizaron paros y movilizaciones en algunos estados del país, en particular en el sur de México. Parecía que el país entraba en un nuevo letargo y que la aparición juvenil del #yosoy132 durante el 2012, era apenas un rayo en cielo sereno. Sin embargo, antes de cumplir los 9 meses de mandato, algo cambió. Desde mediados de


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agosto se desplegó un nuevo proceso de la lucha de clases, encabezado por el magisterio democrático1, en protesta contra una reforma educativa finalmente aprobada y promulgada, la cual supone el fin de la permanencia y la estabilidad laboral docente, sujeta a los maestros a mecanismos de evaluación que implican la estandarización y, por la vía de la descentralización, abre las puertas al fin de la gratuidad. La protesta magisterial se combinó con otros procesos de resistencia juvenil y popular, entre los que se destaca el despertar del movimiento estudiantil universitario. La causa de esto no fue, como podría pensarse, la poca destreza política del nuevo gobernante, o que sea “una creación de las televisoras”, como planteaban muchos durante la campaña electoral; en realidad, Peña Nieto, quien viene de gobernar el estratégico Estado de México, resultó ser un político burgués que combina el oficio y componendas del viejo priísmo, con la agresividad de los “juniors” educados en la escuela política neoliberal. Si queremos explicar esta situación hay que ir más profundo: aunque el partido tricolor2 intentó mostrar un proceso de cambio y de “democratización”, no ha dejado de ser visto por amplios sectores de la población como la expresión del viejo sistema político y como el que encabezó el neoliberalismo en las décadas de los ‘80 y ‘90. Si a esto le añadimos que durante los 12 años de reinado panista fue el principal socio de las administraciones de Vicente Fox y de Felipe Calderón, y que tuvo un peso institucional de proporciones a través del Congreso de la Unión y la gubernaturas, puede entenderse que su triunfo representó, para amplias capas de la población, el retorno al poder del viejo sistema político responsable de las masacres de 1968 y 1971, contra el que se levantó primero el movimiento democrático en 1988 y luego la insurgencia indígena campesina en Chiapas, en 1994. Recordemos que el #yosoy132 emergió al grito de “Atenco no se olvida” –en referencia a la represión instrumentada por el entonces gobernador Peña Nieto en el 2006– adelantando esta falta de legitimidad del “nuevo” priísmo en el gobierno. Por último, no podemos dejar de considerar que el curso abiertamente neoliberal que Peña Nieto asumió desde su primer día de gobierno no hizo más que acrecentar el descontento latente. Era cuestión de tiempo para que el mismo se transformase en movilización y protesta en las calles. En este nuevo escenario político confluyen tres procesos que recorren el México profundo. Por una parte, desde hace años viene desplegándose una verdadera contrarreforma en el terreno de

la educación, cuya mayor expresión es el paquete legislativo que acaba de ser aprobado; todo lo cual despierta la protesta del sector magisterial, el cual estuvo a la vanguardia de la lucha de clases en los años previos. Junto a esto, la reforma energética propuesta por Peña Nieto es visualizada por amplios sectores de la población trabajadora y las capas medias como una privatización encubierta de Petróleos Mexicanos en favor de las transnacionales imperialistas, empujando un proceso de movilizaciones. Y, en tercer lugar, la salida represiva ensayada por el gobierno contra el magisterio despertó un movimiento democrático en torno al cual hizo su aparición el movimiento estudiantil. A continuación nos referimos a todo ello.

Una nueva insurgencia magisterial En el año 2006, la insurgencia magisterial en el sureño estado de Oaxaca y su alianza con otros sectores populares, llevó al surgimiento de lo que se conoció como la Comuna de Oaxaca y de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Aunque aquella fue derrotada, quedó como un hito de la lucha de clases y como parte de la experiencia histórica de uno de los sectores asalariados mas activos en los movimientos de protesta de la ultima década. En tiempos más cercanos, las movilizaciones magisteriales y de los estudiantes normalistas generaron una acumulación que hizo eclosión en las ultimas semanas. La actual movilización magisterial conmovió el centro político, económico y administrativo del país –la Ciudad de México, donde se instaló un plantón con miles de maestros de distintas regiones– y con el correr de los días el conflicto se nacionalizó. A diferencia de procesos previos no se limitó a las secciones de la CNTE del centro y sur del país (ver nota 1) sino que se gestó una rebelión antiburocrática en el propio SNTE que alcanzó a la mayoría de los estados y cuya profundidad aún está por verse. No se puede dejar de considerar lo que es una característica de la historia del México contemporáneo: por el peso enorme que tiene el aparato de los charros (burocracia) en el movimiento obrero y su vinculación con el PRI, las jornadas mas significativas de la lucha de clases han hecho irrupción con fuertes movimientos antiburocráticos. La protesta magisterial retomó métodos radicales, tales como el bloqueo de arterias claves de la ciudad de México, los accesos al Aeropuerto Internacional, e impidió sesionar al Congreso de la Unión en sus instalaciones, demandando primero la no aprobación de la reforma y luego la abrogación de la misma. La alta combatividad de las bases magisteriales se nota también en el cuestionamiento que emerge respecto a

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la propia dirección de la CNTE, enfrentando a quienes buscan negociar por separado de acuerdo a las reivindicaciones locales de los estados, lo cual conduciría a debilitar la lucha nacional por la abrogación de la reforma. El violento desalojo del plantón, el pasado 13 de septiembre, despertó un nuevo torbellino en la lucha de clases: un amplio movimiento democrático y de apoyo al magisterio, el cual contrarrestó la campaña mediática contra los maestros. Esto se inscribe en una una verdadera tradición en la lucha de clases del país: esto es, que la represión del PRI tiende a despertar procesos de movilización democrática que empujan a las calles a decenas y centenares de miles de personas provenientes de distintas capas y clases sociales, como fue en 1994 en defensa de la rebelión chiapaneca o en febrero del 2000 en demanda de la libertad de los presos políticos de la UNAM. Si Enrique Peña Nieto esperaba una victoria que arrinconase al magisterio, sin duda se trató de una victoria pírrica.

Los estudiantes, una vez más, en la escena política Nuevamente, si se trata de considerar la importancia de la acumulación de experiencia, hay que recordar que el movimiento #yosoy132, que durante largos meses cuestionó la legitimidad del retorno del PRI, es un antecedente próximo de lo que hoy vemos en la universidades, a tal punto que muchos que entonces surgieron a la vida política hoy son ya veteranos activistas de la solidaridad con el magisterio. El despertar político de esa juventud estudiantil evidenciaba el hartazgo con el sistema político mexicano, que recorría a amplias capas de la sociedad. El #yosoy132, además, sacaba a la juventud mexicana del letargo y la inscribía con fuerte trazo en las mismas páginas donde los jóvenes del mundo árabe, de Chile o el Estado Español, escribían sus experiencias de movilizaciones, barricadas y represión. Cuando parecía que el estudiantado mexicano estaba preso de la pasividad post-electoral, sucedió la represión del 13 de septiembre y todo cambió. Después de una nutrida asamblea interuniversitaria realizada ese mismo día, miles de estudiantes de las universidades publicas se movilizaron el domingo 15 de septiembre3. En los siguientes días asambleas multitudinarias en distintas escuelas y facultades aprobaron el paro estudiantil, para repudiar el desalojo del Zócalo y por la resolución de las demandas magisteriales. Brigadeos al metro, a las colonias y barrios, y a zonas fabriles, así como la participación masiva en las marchas de la CNTE, junto a la organización asamblearia y la puesta en pie de una Asamblea Interuniversitaria, señalaron »


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MÉXICO

“... el curso abiertamente neoliberal que Peña Nieto asumió desde su primer día de gobierno no hizo más que acrecentar el descontento latente. Era cuestión de tiempo para que el mismo se transformase en movilización y protesta en las calles.

también el despertar del movimiento estudiantil. Éste comenzaba a retomar formas de lucha y de organización puestas en juego en los movimientos de 1968 y en la huelga universitaria de 1999-2000, que no se veían desde los inicios de ésta última. Los estudiantes de las universidades públicas actuaron como una verdadera caja de resonancia de las contradicciones sociales. Expresaron la existencia de un fuerte descontento con el regreso del PRI y su programa político neoliberal, y con un régimen político garante de los intereses de los grandes capitalistas, que está perfeccionando la legislación y el aparato represivo. No es casual que la protesta estudiantil surja contra una acción policial que, por su despliegue de fuerzas, fue retratada como el retorno del viejo priato. Los ritmos y tiempos de la emergencia estudiantil no pueden predecirse. Lo que nos interesa destacar es que, después de muchos años, vuelve a la escena. El #yosoy132 fue el decir presente de una nueva generación juvenil y estudiantil en México. Después del 13 de septiembre, volvió a pisar fuerte nutriendo un movimiento democrático y solidario, y mostrando a la vez una tendencia a la confluencia y la unidad con los trabajadores.

PEMEX una entrega anunciada Correctamente visualizada por amplios sectores de la población como una privatización encubierta de PEMEX, la reforma energética propuesta por Peña Nieto toca una fibra altamente sensible en un país tratado por los Estados Unidos como su patio trasero, y que ha incrementado su subordinación económica, política y militar al vecino del norte. Desde la expropiación petrolera de 1938, la entrada del capital privado en PEMEX siempre fue realizada con gran sigilo por parte de la clase dominante. La reforma proyectada pretende brindar un millonario beneficio económico a las transnacionales del sector, pero también avasallar y pisotear la tradición, aún viva, en torno a la defensa del carácter nacional de los recursos naturales. Las magnas movilizaciones que se han dado muestran un escenario que no se veía desde las manifestaciones contra el denunciado fraude del 2006, por el que Felipe Calderón le arrebató la presidencia al candidato centroizquierdista Andrés Manuel López Obrador. La movilización en defensa del petróleo está encabezada por los dos principales líderes de la oposición burguesa, Cuauhtémoc Cárdenas y el mismo López Obrador, quienes mantuvieron las manifestaciones separadas de la protesta magisterial, limitándolas a un horizonte de “resistencia civil y pacífica” y proponiendo medidas como “consultas populares”. Distinto a esto, y recordando a León Trotsky, quien en 1938 afirmaba que la expropiación y la lucha por el petróleo mexicano eran el único medio efectivo para salvaguardar la independencia nacional, podemos decir que en la actualidad la vía para enfrentar la entrega del petróleo es asumir una perspectiva que confronte radicalmente la expoliación de los recursos naturales y a los capitalistas nacionales y extranjeros que –aun más

que en los tiempos en que el revolucionario ruso llegó a Tampico– , succionan la savia vital de México.

¿Hacia un nuevo período de la lucha de clases? México había trascendido, los últimos años, por el desarrollo de la narcoguerra, que dejó un tendal de más de 125.000 muertos y desaparecidos, y por el proceso de militarización, que implicó un perfeccionamiento del terror del estado contra la población. El regreso del PRI prometía aplastar sin piedad viejas conquistas del pueblo trabajador. Pero los distintos procesos que hemos presentado en estas páginas podrían estar mostrando el umbral de un nuevo periodo. El proletariado mexicano es una poderosa fuerza social, de los más nutridos de la región, anclado en los servicios, en el transporte, y en una moderna industria imbricada con las transnacionales y con la exportación hacia Estados Unidos, con una fuerza de trabajo concentrada y numerosa. Hacia adelante, el que despierten el conjunto de las fuerzas de este gigante obrero es sin duda la llave para profundizar el curso actual de la lucha de clases e ingresar a nuevos y profundos acontecimientos revolucionarios. El México que hoy esta surgiendo no es en absoluto igual a la imagen que el neoliberalismo -a pesar de sus avances innegables- pretendió moldear: en el patio trasero yanqui, verdadero paraíso de las transnacionales, anuncia su emergencia, nuevamente, el México bronco y profundo; el mismo que, desplegando todas sus fuerzas sociales contra la clase dominante y la dominación imperialista, permita hacer posible, en pleno siglo XXI, la tarea de retomar y culminar la obra de Emiliano Zapata.

1. En México existe el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que es el sindicato más grande de América Latina. Su dirección fue históricamente priísta y en las ultimas décadas se asoció con los gobiernos panistas de turno. Una de las acciones de EPN fue encarcelar a la dirigente histórica del SNTE, Elba Esther Gordillo, y disciplinar a la nueva dirección burocrática. Por otra parte, desde 1979 el magisterio disidente o “democrático” se agrupa mayoritariamente en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que en estados como Oaxaca es hegemónica, cuyo mayor peso está en los estados del suroeste y otros del centro y occidente del país, y es una fuerza muy importante en el autodenominado movimiento obrero independiente. Tanto el SNTE como la CNTE se organizan en secciones estatales. 2. Los principales partidos de México se denominan también por los colores que los distinguen: el PRI, que como “heredero de la revolución” adoptó los colores de la bandera nacional, es el “tricolor”; el PAN es el “blanquiazul”; en tanto que el PRD es el “sol azteca” por su color amarillo y el logo que lo distingue. 3. La excusa para el desalojo del Zócalo de la ciudad fue “liberarlo” para realizar allí la ceremonia oficial del Día de la Independencia el 15 de septiembre, cuando el Presidente sale al balcón y pronuncia el “grito”, que rememora el “grito de Dolores”, la arenga con que los rebeldes iniciaron la guerra de Independencia.


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El precariado norteamericano va a la huelga

Fastfood Nation

Celeste Murillo Comité de redacción. Juan Andrés Gallardo Miembro del staff de la revista Estrategia Internacional. La primera chispa se encendió en Nueva York en noviembre de 2012. Muchos dijeron que eran un grupo de locos: los trabajadores exigían un salario mínimo de 15 dólares (el doble del salario mínimo establecido en 7,25 dólares por hora). Pero los salarios de pobreza no son el único problema de las y los trabajadores de este sector. Los puestos de trabajo son absolutamente precarios, los horarios son rotativos, nadie tiene seguro de salud, mucho menos licencias por enfermedad o maternidad, y están prohibidos los sindicatos. Las empresas que emplean a estos trabajadores con salarios bajísimos y malas condiciones laborales son millonarias. Y esta es otra de las grandes banderas del movimiento de los trabajadores/as de fastfood. McDonald’s embolsó 5.500 millones de dólares en ganancias en 2011, una muestra más de que la “recuperación” económica estadounidense solo rige para las empresas. Pero lo peor es que este panorama no es exclusivo de los fastfood, es una realidad cotidiana para millones de personas. Las trabajadoras y trabajadores estadounidenses tienen una de las jornadas laborales más largas de los países industrializados, no existen las obras sociales ni la salud pública, la jubilación es un privilegio que solo una minoría puede pagar mientras la mayoría envejece como pobre dependiendo de la ayuda familiar y estatal. Y una cifra estrechamente relacionada con todo lo anterior es que solo el 6,6% de la clase obrera está sindicalizada1. Existe una imagen típica del trabajador de fastfood: joven, estudiante, menor de 30 años, que solo necesita un trabajo part-time y dinero

extra para salir con amigos, comprar un celular o ahorrar para un auto. Sin embargo, esta imagen está muy lejos de la realidad; de hecho solo cerca del 15% cumple con esa descripción. Como señala Kate Bronfenbrenner, directora del Centro de Educación e Investigación Laboral de la universidad de Cornell: “Aquí es adonde va la gente cuando cierran las fábricas, cuando hay despidos en el sector público, aquí es donde van a trabajar los adultos”. Es más, según las cifras del National Employment Law Project (NELP), estos empleos representan una gran parte de la tan alabada “recuperación”. Según el estudio del NELP los empleos de bajos salarios representaron el 21% de los puestos de trabajo perdidos durante la llamada “gran recesión”, pero son el 58% de los puestos de trabajo creados en la “recuperación”. Y el mismo estudio muestra que el sector de fastfood, el de venta minorista y servicios comerciales juntos

representan el 43% del crecimiento de empleo durante los últimos dos años. Resultado: más de la mitad de los trabajos creados durante los últimos años son basura. La precariedad es una característica que viene extendiéndose en toda la fuerza laboral. Según las últimas estadísticas oficiales (2012), el top 3 de ocupaciones fueron: vendedor/a, cajero/a y “preparación y servicio de alimentos, incluidos los fastfood”. Esto hace que las malas condiciones laborales y los bajos salarios sean prácticas cada vez más comunes en otros sectores. Y esto ya es una tendencia en el mercado laboral reconocida incluso por el gobierno estadounidense en sus cifras oficiales: 6 de las 10 primeras ocupaciones laborales de la próxima década serán empleos de bajos salarios y baja calificación2. Esta realidad ha debilitado la fuerza de la clase trabajadora para conseguir, al menos, mejores »


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ESTADOS UNIDOS

“La clave del modelo Wal-Mart fue eliminar los sindicatos, atacar la negociación colectiva, y destruir por todos los medios la percepción de la pertenencia a una clase.

condiciones. Se tradujo en 10 años de salarios estancados mientras las ganancias de las grandes empresas y los bancos se dispararon, a pesar de las pérdidas de la “Gran Recesión”. El Economic Policy Institute señala en un estudio sobre el salario que su bajo crecimiento en el período 20002007 se combinó con los recortes salariales del período 2007-2012, y como resultado el 60% más bajo de la escala de ingresos no tuvo ninguna mejora en su remuneración aunque la productividad creció casi un 25%3. Y este no es un fenómeno nuevo en la economía estadounidense. Los trabajadores son los grandes perdedores desde finales de los años 1970. El mismo estudio señala que durante casi todo el período 1979-2012 la mayoría de los trabajadores no vio ningún crecimiento o un crecimiento mínimo de su salario; el salario medio real a valores actuales solo aumentó 5% entre 1979 y 2012, y la productividad durante el mismo periodo creció 74,5%4. Trabajadores cada vez más pobres, condiciones de trabajo cada vez más precarias y ganancias cada vez más altas para las empresas. Esta es la ecuación del “crecimiento” que ningún empresario quiere ver trastocada.

El modelo Wal-Mart En Estados Unidos, el sector de comercio está en gran parte libre de sindicatos, y el de fastfood casi en su totalidad. Uno de los emblemas de estos sectores fue el modelo Wal-Mart, que se extendió a otras ramas de la economía donde los sindicatos tuvieron alguna vez mucho poder como la industria manufacturera, el procesamiento de alimentos e incluso el sector público. La burocracia de la AFL-CIO fue imprescindible en este proceso, ya que en ningún momento se enfrentó seriamente a las leyes antisindicales que estado tras estado votaban legisladores y gobernadores republicanos y demócratas. Al contrario, alimentaron –y alimentan– siempre las expectativas en que el partido Demócrata mejoraría las condiciones de vida de su histórica base electoral. Un ejemplo trágico del fracaso de esta estrategia fue la derrota de la lucha

de Wisconsin5 contra el ataque del gobernador republicano Walker, que fue imitado en varios estados, incluso varios gobernados por demócratas como New Hampshire y Missouri. La clave del modelo Wal-Mart fue eliminar los sindicatos, atacar la negociación colectiva, y destruir por todos los medios la percepción de la pertenencia a una clase. Por ejemplo, en toda la cadena Wal-Mart está prohibido hablar de trabajadores y empleadores, todos se llaman a sí mismos “asociados”. Así, el modelo Wal-Mart se tradujo en una cultura antisindical y contratos flexibilizados. Pero el último producto de la cadena fue el más inesperado y resistido, un modelo de lucha sindical sin sindicato: en 2012, después de años de lucha y despidos, tras una batalla legal los trabajadores de Wal-Mart encontraron una forma de asociarse sin que la patronal pudiera echarlos. Así nació OUR Wal-Mart (OUR por sus siglas en inglés, Organización Unidos por el Respeto). Los primeros esfuerzos de los trabajadores de los fastfood fueron alentados, según los propios trabajadores, por luchas como la de Wal-Mart. El problema central de esta clase obrera precaria, con su corazón en McDonald’s y Wal-Mart no es la falta de calificación o educación de sus trabajadores (que como mencionamos más arriba provienen de la industria y otras ramas de la economía y no necesariamente carecen de oficio y/o formación) sino que se encuentran privados del mínimo derecho a la organización para mejorar sus condiciones laborales. Prueba de esto es que, como publicó el Center for Economic and Policy Research, durante el período 1979-2010, el número de trabajadores que tienen educación media y superior casi se duplicó mientras cayó la cantidad de trabajadores con buenos salarios, seguro médico y jubilación.

de este impacto es que puso en discusión un problema que irrita a los empresarios y puede transformarse en un problema para el gobierno demócrata: el salario mínimo. Como en pocos lugares del mundo, los empresarios en Estados Unidos no están acostumbrados a las huelgas y mucho menos a las luchas por sector, donde los trabajadores de varias empresas luchan de forma unificada. Todo lo que huela a negociación colectiva causa estupor. Una muestra de ese temor puede verse en el aviso publicitario financiado por los hermanos Koch6 en julio de 2013, donde lanzan diatribas contra las regulaciones y cualquier medida que “reduzca la movilidad laboral” y que obstaculice el libre juego del mercado. Advierten: un aumento del salario mínimo –o el salario mínimo en sí– pondría en peligro la economía entera, el futuro del imperialismo norteamericano. Y si irrita a los de arriba y alimenta el descontento de los de abajo, no es difícil imaginar que el gobierno empiece a ocuparse del tema. Barack Obama ya había hablado del aumento del salario mínimo después de la segunda tanda de huelgas de los fastfood en julio de 2013, pero el Día del Trabajo (6/9) anunció que planea solicitar un aumento del piso salarial de 9 dólares en… ¡2015! (hablando de empatía con la vida real de quienes trabajan todo el día y aun así dependen de la ayuda estatal para que haya comida en su mesa). De más está decir que no es verdad que un aumento del salario mínimo pondría en peligro “la grandeza de Estados Unidos”. Pero lo que es cierto es que “dañaría” las ganancias extraordinarias de las empresas, y pondría de manifiesto el cambio en la relación de fuerzas que significaría el triunfo de los trabajadores peor pagos del país que representan ni más ni menos que la mitad de los nuevos trabajos creados durante la “recuperación”.

La batalla del salario mínimo

Lazos de solidaridad, estrategias y perspectivas

Esto explica el suelo fértil que alimenta este movimiento de huelgas y acciones de lucha en más de 50 ciudades. Y uno de los motivos

Ese precariado, enorme, hastiado, con pocas herramientas políticas y de organización, pero rodeado de solidaridad y apoyo, viene


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“… los empresarios en Estados Unidos no están acostumbrados a las huelgas y mucho menos a las luchas por sector, donde los trabajadores de varias empresas luchan de forma unificada. Todo lo que huela a negociación colectiva causa estupor.

desafiando a los más cínicos y escépticos. Hasta la burocracia sindical de la AFL-CIO7 está buscando cómo ser parte (y canalizar de alguna forma) de este movimiento híbrido, donde participan trabajadores, comunidades locales y organizaciones políticas (desde grupos de abogados laboralistas, pasando por Occupy, hasta grupos de extrema izquierda). El movimiento Occupy Wall Street8 viene jugando un rol importante. Para los trabajadores de fastfood vienen siendo una red de apoyo y solidaridad que cumple en muchos casos las tareas que llevaría adelante un sindicato: apoyo económico, ayuda legal, difusión de la lucha, incluso nutren los “piquetes” de huelga (que concretamente consisten en hacer manifestaciones frente a los locales). Es para destacar cómo este movimiento, que ha mostrado muchos límites políticos en su desarrollo desde que surgió en 2011, juega un rol muy progresivo, al amplificar las demandas y las críticas de “cómo funciona” el capitalismo en Estados Unidos. Estos lazos entre la juventud de Occupy y sectores de trabajadores, que se vienen forjando y transformando durante estos años, estuvieron en primer plano en la huelga de los fastfood. Aun cuando el proceso enfrente muchos obstáculos que dificultan la perspectiva más general como movimiento de la clase obrera (por su configuración, su lugar en la economía, el rol de la burocracia, etc.), su extensión nacional e impacto va más allá. Uno de los primeros sindicatos en organizar este nuevo sector de trabajadores fue el SEIU (Service Employees International Union). A pesar de que SEIU está fuera de la AFL-CIO desde 20059, la central sindical apoyó varias medidas y está intentando participar de este fenómeno que se viene desarrollando a la vera de la inacción de la burocracia oficial. Sin embargo, hasta ahora ha sido imposible para este y otros movimientos desarrollar una estrategia que permita combatir a las empresas y los gobiernos locales y federal (a lo que se niegan tanto SEIU como

la AFL-CIO). Por el momento se han desplegado las energías de los sectores más bajos de los trabajadores, pero aun está ausente la perspectiva de pelear por recuperar los sindicatos, superar la fragmentación de la clase obrera para demostrar el poderío social del proletariado norteamericano. Aunque el movimiento de los fastfood no es radicalizado ni mucho menos, está lejos de las mesas de negociaciones de los burócratas que se manejan como verdaderos empresarios. SEIU impulsa instancias de negociación colectiva en varios lugares, de acuerdo con las leyes de cada estado (EE. UU. es un país federal, y cada estado elige cómo legislar los temas laborales). El hecho de no contar con una estrategia nacional es uno de los puntos más débiles de esta política, que no llega a equiparar siquiera los esfuerzos que realizan los trabajadores que, con poco o nulo apoyo legal, apuntaron en acciones coordinadas en todo el país. Uno de los aciertos de la última huelga en agosto de 2013 fue la acción simultánea en más de 50 ciudades, en protesta contra todas las empresas de fastfood, con el apoyo y la movilización de Occupy, ONG de consumidores, organizaciones de inmigrantes y grupos de izquierda. Este carácter híbrido es una fortaleza porque amplifica el alcance de la huelga aunque deja entrever la debilidad de los trabajadores, huérfanos de organizaciones de clase y aun con desconfianza de la enorme fuerza social (y política) que representa el proletariado norteamericano. Pero ningún proceso es lineal y, a pesar de las innumerables trabas, la escala más baja de la clase obrera da sus primeros pasos en un escenario de “recuperación” de las ganancias empresariales y “recesión” del salario obrero.

1 Según el último censo oficial, el 6,6% del sector privado está afiliado a un sindicato; mientras la cifra asciende al 35% en el sector público. 2 Economic News Release, 2012, http://www.bls. gov. 3 “A Decade 21/08/2013.

of

Flat

Wages”,

www.epi.org,

4 Ídem. 5 En febrero de 2011, docentes y estudiantes, con el apoyo de la comunidad, tomaron la legislatura de Wisconsin para evitar la votación de la ley que eliminaría el derecho a negociar colectivamente de los docentes. Aunque la lucha logró impacto nacional y se ganó la simaptía de una parte importante de la población, culminó en una derrota. 6 Son los dueños de Koch Industries, la segunda empresa privada más grande de Estados Unidos (y uno de los principales aportantes –ellos no lo reconocen– del Tea Party, que ha radicalizado el ala derecha republicana). 7 Cuyo último gran “triunfo” fue la entrega que encabezó el sindicato automotriz UAW de los derechos del último reducto de la clase obrera industrial norteamericana, para permitir el salvataje de las empresas como General Motors en 2009. El acuerdo del gobierno de Obama exigía bajar los costos de producción, y UAW accedió a recortar salarios, eliminar bonos y desfinanciar el fondo de salud sindical. Más sobre el acuerdo: “Vergonzoso acuerdo de UAW con General Motors”, La Verdad Obrera, 28/5/2009. 8 El movimiento Occupy Wall Street surgió en 2011 con el lema “Somos el 99%”, que ilustra la enorme brecha entre ricos y pobres en Estados Unidos. Aunque su protesta tuvo resultados desiguales, por su programa general y relativamente abstracto, viene cumpliendo un rol muy progresivo al denunciar las características más brutales del capitalismo, agudizadas por la crisis económica que se desarrolla desde la caída de Lehman Brothers. Surgió como parte del movimiento internacional de la “juventud indignada” que multiplicó sus protestas en varias ciudades del mundo. 9 SEIU rompió junto a otros sindicatos de la AFLCIO para formar la coalición Change to Win (cambiar para ganar), en una supuesta búsqueda de emplear métodos más ofensivos para organizar a los trabajadores. Desde la ruptura, tanto Change to Win como la AFL-CIO vienen apoyando las iniciativas “alternativas” de organización impulsada por los mismos trabajadores, pero ninguna de las dos cuestiona la fragmentación y precarización de la clase obrera.


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MUJER

Derecho al aborto en América Latina

La persistencia de un reclamo

Aunque el reclamo cada vez gana mayor adhesión de la población, la mayoría de los gobiernos de la región siguen resistiéndose al pedido de millones de mujeres latinoamericanas. Por Andrea D’Atri Especialista en Estudios de la Mujer. Del 12 al 15 de agosto pasado, sesionó en Montevideo la I Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe, organizada por CEPAL, donde los delegados concluyeron que era necesario instar a los Estados a modificar las leyes que penalizan el aborto para salvaguardar la salud y la vida de las mujeres. Ya en 2012, el Comité sobre Población y Desarrollo de la CEPAL señaló que no había “apoyo de la comunidad religiosa para cambiar las condiciones del aborto en la subregión y que mientras no se contara con ese apoyo no se lograría un avance”. También, que cambiar las leyes era una tarea que “tomaría tiempo”.

Mientras estas reuniones internacionales solo concluyen en resonantes discursos, el primer Papa latinoamericano invita a la Iglesia a ser misericordiosa con las mujeres que abortaron, pero recuerda que “cada niño no nacido pero condenado injustamente a ser abortado, tiene el rostro de Jesucristo”1. Entretanto, las mujeres de América Latina y el Caribe –donde se practican aproximadamente 4 millones de abortos anualmente–, siguen muriendo por las consecuencias de la clandestinidad. El riesgo de muerte asciende a 370 por cada 100.000 casos y más del 50% de los abortos se practican a mujeres de entre 20 y 29 años2. Estas cifras son más que elocuentes y explican por qué el reclamo por la despenalización del aborto es, quizás, el más persistente

y extendido de la agenda feminista latinoamericana de la última década. En gran parte del continente, las feministas armaron amplias coaliciones, limando asperezas y sobreponiéndose a las diferencias políticas existentes, para pelear unitariamente por el derecho al aborto. En ocasiones, estas alianzas surgieron para diseñar estrategias que permitieran avanzar en la legalización; otras veces, fueron la resultante de tener que actuar defensivamente, frente a la avanzada de sectores reaccionarios y fundamentalistas. En esta década, a pesar de que el derecho al aborto ha sido un tema central en la agenda de los movimientos sociales, la estrategia privilegiada para su conquista fue la del cabildeo con los gobiernos posneoliberales en los que


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se depositaron grandes expectativas, en detrimento de la movilización y la lucha en las calles. El magro resultado fue que estos gobiernos –privilegiando sus vínculos con la Iglesia Católica y otras instituciones reaccionarias que impulsaron el reconocimiento constitucional de los derechos del no-nacido y la judicialización de los casos de aborto no punible3–, en los mejores casos, apenas reglamentaron las excepciones contempladas como aborto no punible. Mientras las organizaciones que encabezan el reclamo por el derecho al aborto en gran medida depositaron expectativas en los gobiernos y parlamentos (desarmando al movimiento por abajo), las instituciones del régimen avanzaron en su cooptación e integración, a cambio de algunas reformas parciales que en vez de jalones en la lucha por el derecho al aborto, se convirtieron en el “techo” máximo al que puede aspirarse en la ampliación de derechos. Por esta razón, en la última década, no solo son pocos los avances (en este período se despenalizó en Uruguay y en la ciudad de México DF), sino que también hemos visto grandes retrocesos: se derogó el aborto no punible en Nicaragua y El Salvador, donde ahora está penalizado en todos los casos; aumentó la criminalización de las mujeres que abortan en México –exceptuando el Distrito Federal– y tanto el gobierno de Dilma Rousseff en Brasil como el de Cristina Kirchner en Argentina, fortalecieron sus vínculos con el Vaticano, desde la asunción de Bergoglio como Papa.

Situación del Aborto en América Latina MÉXICO (EXCEPTO DF)

CUBA

REPÚBLICA DOMINICANA

HAITÍ

GUATEMALA

PUERTO RICO

BELICE COLOMBIA COSTA RICA

MÉXICO DF

SURINAM VENEZUELA

GUYANA GUYANA FRANCESA

HONDURAS EL SALVADOR

PANAMÁ NICARAGUA BRASIL ECUADOR

PERÚ

BOLIVIA PARAGUAY

CHILE

URUGUAY

ARGENTINA

LEGAL ABORTO NO PUNIBLE Ante dos o más de estas causas (violación, malformaciones del feto, razones socio-económicas, riesgo de vida o salud de la mujer gestante) ABORTO NO PUNIBLE Ante riesgo de vida de la mujer gestante

Brasil: compromisos con las iglesias En Brasil, las contradicciones entre las expectativas generadas por el gobierno del PT y su compromiso real con el derecho al aborto estallaron durante la campaña presidencial de 2010, cuando la Conferencia Episcopal Brasileña y las iglesias evangélicas amenazaron con boicotear la candidatura de Dilma Rousseff. Para evitarlo, Dilma se comprometió a no presentar ningún proyecto de despenalización del aborto. La presencia religiosa en el parlamento brasileño es considerable; tan importante que hasta se habla de un “bloque cristiano” que es transversal a los partidos políticos del régimen y que había impulsado, unos años antes, el Frente Parlamentario en Defensa de la Vida y Contra el Aborto. Como antecedente del compromiso de Dilma con los fundamentalistas religiosos, existía el apoyo de Lula Da Silva, en 2007, a una campaña coordinada por la Conferencia Episcopal que tenía como lema la defensa del derecho a la vida desde la concepción y, en 2008, el acuerdo Brasil-Vaticano, que consolida la enseñanza religiosa en las escuelas públicas y fortalece las posiciones religiosas en contra del derecho al aborto. Los sectores antiaborto del parlamento habían creado, además, una comisión para investigar el comercio ilegal de sustancias abortivas y la acción de organizaciones feministas que defienden el derecho al aborto. En los últimos meses, el escándalo estalló con la propuesta de un diputado cristiano de establecer la legalidad y obligatoriedad en la salud

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PENALIZADO EN TODOS LOS CASOS

pública de un tratamiento para “curar” la homosexualidad. Y poco después, se conoció la propuesta del Programa de Prevención del Aborto que consistiría en la creación de “Casas de Apoyo a la Vida” que, supuestamente, brindarían asistencia a las mujeres víctimas de violación que quedaran embarazadas, garantizando que no interrumpan voluntariamente sus embarazos traumáticos para que, luego de parir, sus bebés puedan darse en adopción.

Argentina: la impotencia del lobby parlamentario En Argentina, durante la “década ganada”, como es presentado por el kirchnerismo su ciclo de tres gobiernos consecutivos, casi 3.000 mujeres perdieron la vida a consecuencia del aborto clandestino. El índice de abortos inducidos es altísimo, casi medio millón por año, lo que se acerca al número de nacidos vivos, que es de aproximadamente 700.000, superando el promedio de América Latina y duplicando la cifra que se estimaba hace una década atrás. En los hospitales públicos se registran casi 60.000 internaciones por abortos inseguros al año; el 15% corresponde a adolescentes y niñas menores de veinte años, y el 50%, a mujeres de entre veinte y veintinueve años. Pero son apenas algunos casos de los centenares que no llegan a registrarse en las instituciones de salud pública. »


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MUJER

Sin embargo, a pesar de la persistente negativa del Gobierno nacional, el apoyo al proyecto de ley, presentado ya en tres oportunidades en el Congreso por las organizaciones nucleadas en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, crece cada vez más4. Según una investigación del CONICET, el 80% de los católicos del país aprueba el uso de anticonceptivos, un 70% acepta las relaciones prematrimoniales y hasta un 60% aprueba el aborto en casos de violación, malformación del feto o peligro de vida para la madre, contrariando el dogma eclesiástico. Pero ese apoyo de amplias franjas de la población a la legalización del aborto, termina dilapidándose, por parte de las organizaciones que encabezan este reclamo, en aras de no confrontar con el gobierno. En septiembre de 2003, una movilización en la que participaron miles de mujeres, reclamó el derecho al aborto, basándose en la ilusión de que el entonces presidente Néstor Kirchner lo resolvería. Mientras tanto, la entonces senadora Cristina Kirchner prometía al Vaticano no innovar en esta materia. Pero este dato pasó sin mayor importancia, porque el ministro de Salud y hasta el mismo presidente, dejaban entrever su opinión favorable por la despenalización. Solo estos discursos ambiguos alcanzaron para que las organizaciones más importantes que estaban a la cabeza del reclamo por el derecho al aborto, establecieran una estrategia de presión sobre las instituciones del régimen político, que diez años después muestra su fracaso. Dos años después, se lanzaba la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, que nucleó a diversos sectores, organizaciones de mujeres, feministas y activistas de distintos espacios. Esta campaña comenzó con un petitorio que reclamaba el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, consiguiendo la adhesión de miles de personas en todo el país. Pero, luego, cuando conquistó mayor aprobación social, modificó el rumbo de sus acciones que empezaron a limitarse a pequeños actos y encuentros con legisladores, evitando las amplias movilizaciones callejeras, para evitar enemistarse con el kirchnerismo en el poder. El gobierno de Cristina Kirchner, que sucedió al de su esposo, encierra la paradoja de que,

México

DESPENALIzACIóN EN uN SOLO DIStrItO Después de muchos años de lucha del movimiento feminista, a principios de 2007, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal de México aprobó la reforma de las cláusulas del Código Penal que penalizaban el aborto. La innovación legislativa fue recusada inmediatamente por sectores fundamentalistas y religiosos y fue, finalmente, la Corte Suprema de Justicia la que dictaminó su constitucionalidad.

Pero, una vez aprobada la reforma en el Distrito Federal, numerosos estados mexicanos endurecieron la legislación, con reformas promovidas por la Iglesia Católica en connivencia con el partido que ocupa la presidencia y organizaciones antiabortistas. Esto fue al punto que, en algunos estados, se contempla al óvulo fertilizado como una persona legal, profundizando la criminalización de las mujeres.

más que nunca antes, el proyecto de ley ha recibido el apoyo transversal de diputados y diputadas de casi todos los bloques, mientras la presidenta insiste en su negativa a que esta discusión prospere, lo que ha sido visto con agrado por la jerarquía eclesiástica. La Campaña Nacional tuvo que presentar su proyecto en tres oportunidades, ya que caducó sin que fuera tratado por los legisladores. Este año, atravesado por las elecciones parlamentarias, tampoco fue propicio para su tratamiento: el gobierno, la oposición de derecha y hasta la centroizquierda dieron su beneplácito al nuevo Papa, el obispo argentino Jorge Bergoglio y nadie quiere “enemistarse” con semejante figura “bendecida” por la prensa mundial, cuando están en juegos los votos. Las movilizaciones por el derecho al aborto quedaron limitadas únicamente a la iniciativa de los partidos de izquierda y algunas agrupaciones estudiantiles, mientras los acuerdos superestructurales desnudan su impotencia, cuando cada día que el proyecto de ley queda guardado en un cajón del Congreso, muere una mujer más por causas absolutamente evitables.

los canales de televisión y que el apoyo social a la despenalización creciera y siga en aumento. Sin embargo, la lección a sacar de esta enorme experiencia de años de lucha por el derecho al aborto, debiera ser que no alcanza con este apoyo pasivo de la población y la confianza en las negociaciones parlamentarias. La independencia del poder del Estado, pero no para recluirse ensimismadamente en la creación de una contracultura, sino para enfrentar, exigir y conquistar nuestros derechos sin compromisos; la construcción de movimientos amplios que incluyan a las mujeres trabajadoras y de los sectores populares como protagonistas y sujetos políticos de sus propias reivindicaciones y no como meras beneficiarias de las políticas diseñadas por las expertas; como la necesidad de la lucha y la movilización para arrancar incluso avances parciales, son algunas conclusiones de la última década transcurrida, que deben permitirnos avanzar en la conquista de nuestros derechos. En el balance de esta última década, donde –con acuerdos y divergencias– el movimiento de mujeres ha sabido construir un masivo apoyo para este antiguo reclamo, hagamos nuestras aquellas palabras de la feminista Julieta Lanteri: “los derechos no se mendigan, ¡se conquistan!”.

Volver a las calles Lo que las maniobras no pudieron evitar, sin embargo, es que el derecho al aborto ganara las planas de los diarios, se debatiera en todos

DE guErrILLErOS A FErvIENtES ANtIAbOrtIStAS El nicaragüense Daniel Ortega (FSLN), durante la campaña electoral del 2006, por el que sería su segundo mandato después de tres derrotas electorales, pactó con el obispo Obando el apoyo de la Iglesia Católica a su candidatura a cambio de que su partido aprobara la penalización del aborto terapéutico, que existía en el país desde 1891. Y así se hizo, con la unanimidad conseguida

por los votos del FSLN y la derecha, antes de las elecciones en las que Ortega salió ganador. Hoy, junto con Chile y república Dominicana, Nicaragua y El Salvador son países donde ni siquiera está permitida la práctica del aborto terapéutico. La misma política que rige en el vaticano que, a ciencia cierta, debe ser el Estado con menor índice de embarazos del mundo.

1 “Francisco condenó el aborto y pidió a los médicos que no lo hagan”, Clarín, 21/09/13. 2 OMS, 2012. 3 No olvidemos que durante casi toda la década, el gobierno de George W. Bush (2001-2009) apoyó a los poderosos grupos de la derecha cristiana y retiró la ayuda financiera a los gobiernos y organizaciones civiles que apoyaran el derecho al aborto. 4 Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (expediente 1218-D-2012).


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“Elecciones: trampa para tontos”

Eduardo Grüner Ensayista, sociólogo, docente de la UBA. Su libro más reciente es La oscuridad y las luces.

1. El título-cita –de allí el entrecomillado– de este artículo no es nuestro, obviamente. Se lo tomamos en préstamo a Jean-Paul Sartre, que tituló así un breve pero muy sustancioso ensayo publicado en Les Temps Modernes en enero de 1973, en ocasión de las elecciones nacionales en Francia, y todavía bajo la “sombra terrible” de mayo del ‘68. Las tres o cuatro primeras páginas, sin embargo, exceden en mucho esa coyuntura. El primer párrafo es contundente: “En 1789 se estableció el voto restringido: se hacía votar no a los hombres, sino a las propiedades reales y burguesas, que no podían conceder sus sufragios más que a sí mismas. Aunque profundamente injusto, porque se excluía del cuerpo electoral a la mayor parte de la población francesa, el sistema no era absurdo”. En efecto: el voto individual y secreto corresponde perfectamente al carácter de propietario del elector. Esos ciudadanos, dirá Sartre, estaban ya aislados por sus propiedades, “que se cerraban sobre ellos y oponían las cosas y los hombres en toda su impenetrabilidad material”. El voto restringido expresa con toda transparencia el interés de clase, su “impenetrabilidad material”, y el voto individual y secreto traduce con toda lógica la competencia igualmente individual entre los miembros de las clases propietarias. La sencillez de esa fórmula, no obstante, podría hacernos pasar por alto la enormidad “escandalosa” del corolario que puede extraerse de esta premisa: lo que por comparación sí suena en primera instancia como un completo “absurdo” es que, una vez establecido (gracias a la lucha de clases, conviene recordar) el llamado “voto universal” como derecho que incluye a las clases no

propietarias, la operatoria siga siendo la misma que la del antiguo voto restringido. Por supuesto que el voto secreto universal, en la práctica, sirvió históricamente para proteger (muy) relativamente a los miembros de las clases dominadas contra los “aprietes” y represalias de las patronales, las “autoridades” del Estado o los matones –incluyendo frecuentemente la policía y las fuerzas armadas– que inducían o directamente forzaban a las masas a votar contra sus propios intereses. Pero eso no obsta para reconocer que el hecho de que las masas desposeídas se vean obligadas a votar según la lógica burguesa es, precisamente, una flagrante contradicción lógica. Las masas populares, podríamos decir, están sometidas a un doble régimen (por no decir un “doble vínculo”) en su relación con lo político: en la asamblea sindical o de fábrica, en las reuniones del partido si lo tienen, en las manifestaciones, en las ocupaciones o las luchas callejeras, los trabajadores expresan su “voto” a cielo abierto, de viva voz o en las acciones concretas, y sobre todo, como un colectivo que amalgama “lo uno y lo múltiple”; en las elecciones, en cambio, lo hacen uno por uno, en el silencio secreto y solitario del sintomáticamente denominado “cuarto oscuro”, tan semejante al penumbroso confesionario de una iglesia: ¿o no se dice, en ambos casos, que allí el ciudadano está “a solas con su conciencia”? Es decir: los explotados no-propietarios son conminados por la lógica “anónima” del sistema a comportarse como si fueran aquellos miembros de las clases dominantes a los que quedaba restringido el antiguo derecho a voto: ¿no parece, por decir lo menos, “esquizofrénico”?

2. En la sociedad burguesa las masas oscilan, pues, del colectivo a la serie (para retomar la célebre oposición que proponía el propio Sartre

en su Crítica de la Razón Dialéctica): pero – aun cuando votaran por la izquierda que dirige o acompaña sus movimientos colectivos– su opinión y sus intereses solo tienen oportunidad de ejercer algún peso sobre el Estado en la serialización a la que deben someterse cada dos o cuatro años; incluso si sus acciones colectivas logran muchas veces “torcerle el brazo” a la burguesía o a su Estado, salvo en las situaciones revolucionarias (donde toda esta discusión pierde sentido) en la política “normal” lo que predomina es el aislamiento de la serie: el movimiento colectivo es siempre considerado del orden de lo particular, la serie del orden de lo universal. Desde ya, sabemos muy bien –basta leer unas pocas páginas del “joven Marx” en la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel o en La Cuestión Judía– lo que está detrás del “truco” de la serialización: la operación nítidamente fetichista de una “ciudadanía universal” que borra no solamente las diferencias de clase en-sí, sino las experiencias concretas del para-sí de las distintas clases en su lucha. Como continúa diciendo Sartre: “Todos los electores participan de las clases y grupos más diversos. Pero la urna los espera no como miembros de un grupo sino como ciudadanos. El cuarto oscuro, instalado en una sala de escuela o de municipio, es el símbolo de todas las traiciones que el individuo puede cometer hacia los grupos en que participa. A cada uno le susurra: Nadie te ve, no dependes de nadie, vas a decidir en la soledad y después podrás ocultar tu decisión o mentir. Con esto basta para transformar a todos los electores que entran al cuarto en traidores potenciales. La desconfianza agranda la distancia que los separa”. Es decir: de protección contra la patronal o el Estado, el voto secreto deviene, si no necesariamente en traición, al menos en des-responsabilización de la pertenencia al colectivo. Con el voto secreto universal, la vigilancia “panóptica” del Estado »


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POLÍTICA

“La función de la izquierda radical parlamentaria es

la de tender a cerrar lo más posible la brecha entre la serie y el colectivo. Así como la lógica de la serialidad, decíamos, condensa la historia del mismo Capital, la de la ‘representación’ de la izquierda procurará anticipar el momento ideal futuro en el que la política, tal como la conocemos, quede disuelta en la sociedad autoorganizada.

ha cambiado de táctica: al prohibir el “voto cantado” (se puede llegar a ir preso por hacerlo), de lo que se trata ahora es de que el ciudadano en tanto individuo “serial” le oculte al colectivo su posición. Y se la oculte, por lo tanto a sí mismo, en la alucinación de que, en tanto ciudadano, en tanto unidad en la serie, ya no es miembro de un colectivo. Se trata, evidentemente, de la ideología dominante –es decir, la de las clases dominantes–. Pero no de una mera cuestión “superestructural” (como se decía antes). Es la materia misma del funcionamiento del capitalismo, y de su historia. El capitalismo se ha hecho a sí mismo, desde la propia “prehistoria” de la acumulación originaria a la que se refería Marx, transformando las relaciones de producción pre (o no)-capitalistas mediante la “serialización” de los antiguos colectivos sociales: el proceso sangriento y violento, a escala mundial (pues incluyó la colonización de las zonas no-capitalistas del globo, con sus secuelas de esclavización, etcétera) de separación entre los productores directos y los medios de producción –es decir, la generación de masas inmensas de “proletarios” sin otra propiedad o herramienta que su fuerza de trabajo– supuso la disolución catastrófica, en las antiguas capas populares, de los colectivos cooperativos de producción, desde las alianzas basadas en el parentesco a las “comunas”, desde las tierras comunitarias de los pueblos originarios a los talleres artesanales del Medioevo, y un largo etcétera. Esas vastas redes de “colectivización” de la experiencia cotidiana (no solamente laboral: también cultural, sexual, artística, del tiempo de ocio y demás) fueron paulatinamente atomizadas en una “nube de individuos” aislados entre sí que obligadamente entraron en competencia en el mercado de trabajo y en el contexto de las nuevas relaciones de producción basadas en el

“contrato” individual con los nuevos amos, los capitalistas. A las masas populares les llevó siglos de lucha, con inmensos sacrificios, recuperar una parte de aquella experiencia colectiva tradicional bajo la nueva forma de asociaciones gremiales, partidos políticos de la clase trabajadora, movimientos sociales de todo tipo. Pero en el plano político-estatal, como veíamos, tuvieron que someterse a la lógica de la serialización, atrapadas en la fractura “esquizofrénica” que mencionábamos. En muchos sentidos, pues, la lógica del voto tal como se “naturaliza” en las elecciones burguesas, lejos de ser un sencillo mecanismo institucional o “procedimental”, condensa la historia entera del capitalismo y de su dominación de clase.

3. ¿Significa, todo lo anterior, que entonces un partido o movimiento de pretensiones revolucionarias no debería presentarse a elecciones, para no hacerse cómplice objetivo de la potente y nefasta ideología de la “serialización”? Claro que no: el abstencionismo revolucionario solo tiene significación política (y siempre dependiendo del “análisis concreto de la situación concreta”), solo puede aspirar a “hacer diferencia”, en el contexto de una situación revolucionaria, o al menos de una relación de fuerzas potencialmente favorable a los trabajadores. Fuera de ello, es necesario que la voz de la izquierda radical resuene en los recintos parlamentarios como la única capaz de defender consecuentemente los intereses y derechos populares. Pero sí significa, todo lo anterior, que esa presencia obedece a una lógica absolutamente inconmensurable con la de los partidos burgueses o pequeñoburgueses. Para estos la “serialidad” es natural; para la izquierda es un artificio ideológico cuya armazón hay que

denunciar, y si fuera posible, destruir. Pero entonces, la representación parlamentaria de la izquierda ¿no es también un artificio? Sí y no. Lo es, en el sentido de que necesariamente participa de la forma del dispositivo de funcionamiento emanado de la “serialización”. Pero no lo es, en tanto el contenido de esa “forma” es radicalmente diferente, y entonces la forma misma queda alterada. La función de la izquierda radical parlamentaria es la de tender a cerrar lo más posible la brecha entre la serie y el colectivo. Así como la lógica de la serialidad, decíamos, condensa la historia del mismo Capital, la de la “representación” de la izquierda procurará anticipar el momento ideal futuro en el que la política, tal como la conocemos, quede disuelta en la sociedad autoorganizada. La “representación” es un efecto –entre muchos otros– de la acción en el seno del movimiento de las masas en la lucha de clases, y nunca un fin en sí mismo. Es –no habría que temerle a la palabra– instrumental, en el mejor sentido de una herramienta que puede ser extremadamente útil, pero que no tiene vida propia, sino que es conducida por el cerebro, el corazón y el músculo del movimiento consciente de las masas. Como su nombre teatral lo indica, la “representación” es una ficción: no porque no sea “verdadera” (en rigor, la de la izquierda es la más verdadera de todas las representaciones, incluso dentro del formato burgués), puesto que toda ficción contiene su propia verdad, en la medida en que produce efectos materiales; sino porque es solo el resultado visible, en la gran escena pública y mediática, de un “proceso de producción” mucho más profundo y consecuente que pone por encima de la representación “serial” el movimiento colectivo y cotidiano en la “otra escena” de la gran política, la real de la lucha emancipatoria.


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LA IMPorTANCIA DE UN ProgrAMA ANTICAPITALISTA Enrique Carpintero

Psicoanalista, director de la revista Topía. Algunos de sus libros publicados son La Alegría de lo necesario. El poder y las pasiones en Spinoza y Freud y (junto a Alejandro Vainer) Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina, Tomo I (1957-1969) Tomo II (1970-1982).

Esto se verifica en los detalles aparentemente más pequeños: pongamos, que un diputado de origen obrero o docente cobre de su dieta solo el equivalente de su salario de la fábrica o la escuela, y done el resto al partido, al sindicato, al movimiento social, al fondo de huelga o lo que fuere, no es un simple gesto “ético” (que también lo es, desde ya): es una declaración filosófico-política de “cierre” de aquel hiato entre la serie y el colectivo. Es el movimiento que se demuestra andando.

4. Todo eso es desde luego completamente incomprensible para los partidos burgueses y pequeñoburgueses (sean liberales o de “centroizquierda”), así como para los grandes medios. Tributarios de la histórica serialidad, su universo es el de la estricta y ramplona cuantificación: el mundo se mide –literalmente– en número de votos, proporcionalidades, puntos de rating. Y por supuesto, dinero, corrupto u “honesto”. Su filosofía política es una gran hoja de contabilidad. No pueden entender que la diferencia específica que hace la izquierda es cualitativa. Que cuando se piensa en términos del colectivo y no de la serie, se trastoca –y se trastorna– toda la lógica política “normal”. Que un Frente de Izquierda no se presenta a elecciones porque ha terminado aceptando la estructura “serial”, sino justamente por lo contrario: porque se trata de socavarla, y entonces sus “representantes” son el ariete del movimiento colectivo en la calle, las fábricas, la universidad, en fin, la vida real. No lo entienden: están totalmente encerrados en la “trampa para tontos” que ellos mismos han armado. Para la izquierda, se trata de que las masas sí entiendan, y sepan cómo sortear la trampa.

La gestión del gobierno se fue readaptando a la crisis económica mundial pero no ha modificado el modelo de desarrollo productivo ni las bases económicas y financieras centradas en el mercado léase, en que hagan negocios las empresas capitalistas . El modelo K no pretende alcanzar una nueva forma de sociedad más allá del mercado y del Estado como promotor del consumo. En el fondo su objetivo es simplemente intentar componer la supresión de las obligaciones sociales por medio de subsidios y políticas clientelares. Dada la brevedad de este texto voy a centrarme en la Salud Pública. En esta área las acciones implementadas apuntan a transferir recursos públicos al sector privado. Uno de los mecanismos utilizados son los subsidios a las empresas de medicina y a las obras sociales de los grandes sindicatos aliados al gobierno. Su resultado es la tercerización de la salud producto de la descentralización que deriva en la transferencia de establecimientos de la Nación a las provincias y de estos a los municipios conjuntamente con la tercerización que permite contratos con salarios muy por debajo de lo que deberían percibir. De igual manera ocurre con los trabajadores de la salud cuyos sueldos son muy bajos o cómo en el caso de muchos profesionales directamente trabajan en forma gratuita. Esta política de privatización de la salud tiene su consecuencia en un paulatino desmantelamiento de la Salud Pública. Esto no ocurre solamente en la CABA bajo el gobierno de Macri no podemos dejar de mencionar la represión a pacientes y personal del hospital Borda para defender sus negocios inmobiliarios sino en todos los establecimientos del país. Es así como nos encontramos con el abandono y vaciamiento de los hospitales; disminución del personal, falta de instrumentos médicos, disminución de la calidad y cantidad de insumos; privatización de servicios como mantenimiento, cocina y lavandería que para obtener más ganancias bajan la calidad y podríamos seguir. Esta situación es consecuencia de la lógica de un sistema capitalista donde la salud se ha transformado en una mercancía. La Salud Pública es para los pobres y la privada para los que pueden pagar la prepaga o tienen una obra social debemos recordar que el 40% de la población trabaja en negro . Una ética basada en el derecho a la salud es reemplazada por los derechos individuales donde el derecho básico es el de propiedad. Además es necesario decir que la salud en sus aspectos psíquicos y orgánicos ambos van siempre juntos dependen de una complejidad de factores familiares y sociales: cómo vivimos, dónde vivimos, si tenemos vivienda, la calidad del trabajo, el acceso a la educación, la contaminación ambiental. Ante esta situación la propuesta del gobierno para el presupuesto del año 2014 fue priorizar el pago de la deuda externa bajando el monto asignado a salud, educación y vivienda que anuncian los futuros ajustes. Los conocidos fantasmas de la inflación y la deuda externa volvieron a aparecer en el marco de la crisis mundial. Es que tanto el liberalismo progresista disfrazado de nacional y popular como el liberalismo conservador están ligados a la estructura capitalista que lo sostienen. De allí la importancia del FIT al ser la única propuesta en estas elecciones con un programa anticapitalista. Su notable crecimiento en las anteriores elecciones expresa la necesidad de un espacio de izquierda. El casi millón de votos se transformó en un hecho inédito. Lograr diputados en las diferentes legislaturas permitirá instalar una agenda de la izquierda anticapitalista y socialista consecuente con las luchas sociales y políticas. Todo un desafío para ir construyendo y afianzando alianzas políticas inclusivas y propuestas activas de transformación social. Todo un desafío para seguir sosteniendo un Frente de Izquierda, con sus necesarias diferencias, en los tiempos por venir. La experiencia de estos años nos dice que es posible.


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El Frente de Izquierda y las elecciones en la UBA

Patricio del Corro Estudiante de Sociología, Juventud del PTS. Sol Cheliz Socióloga, docente de la UBA. La juventud en el mundo comienza a cobrar protagonismo en distintos procesos. Desde el movimiento Occupy Wall Street en EE.UU. y los indignados españoles, la llamada Primavera Árabe, las movilizaciones en Brasil que comenzaron por el transporte, el movimiento YoSoy132 en México, hasta los estudiantes chilenos, que desde hace tres años vienen sosteniendo una dura lucha contra la educación pinochetista logrando incentivar la salida a escena de los trabajadores e interviniendo en común en las calles contra el régimen. Aún no estamos ante un proceso agudo como el ascenso de fines de los ‘60 en que tuvo lugar el Mayo Francés, la Primavera de Praga y el ascenso obrero en América Latina; sin embargo, este despertar de la juventud plebeya y estudiantil es el marco en el que se da la entrada de la clase obrera a la escena política como comenzamos a ver en diferentes países al calor del quinto año de la crisis capitalista. En Argentina, el tránsito del fin de ciclo kirchnerista tiene su expresión en la disputa entre distintas variantes del peronismo que buscan alzarse como los sucesores en 2015. Pero son estas mismas disputas las que puede abrir brechas que favorezcan la emergencia de los de abajo, en especial si se agudizan y comienzan a manifestarse más abiertamente algunas de las contradicciones económicas que se fueron acumulando en estos años. Por su parte, la derechización de la política del kirchnerismo apoyándose en Scioli, tomando

la agenda de la llamada “seguridad” de la derecha a través de la designación del intendente de Ezeiza Granados (quien implementó el programa de “Tolerancia Cero”) como ministro de Seguridad en la provincia de Buenos Aires, el “pago serial” de la deuda y el acuerdo con la imperialista Chevron, profundiza una crisis en los sectores progresistas que apoyan al gobierno. En el movimiento obrero el fin del “nunca menos” dio lugar al inicio de una ruptura de sectores de masas que tuvo su expresión en el 20N y que parece que el gobierno no volverá a conquistar. Es que, como dijimos en Ideas de Izquierda 3, el voto al Frente de Izquierda es un voto que expresa el sentimiento de sectores del movimiento obrero y también de importantes sectores de la juventud que se reconocen en las luchas de la izquierda y sus ideas frente al derrotero del kirchnerismo. En el movimiento estudiantil de la UBA la gran elección del FIT en agosto no tardó en expresarse. A pocos días de las PASO los frentes que son expresión del FIT obtuvieron un categórico triunfo en las elecciones estudiantiles ganando los Centros de Estudiantes de Ciencias Sociales, Filosofía y Letras, Psicología y Ciencias Exactas, todos dirigidos hasta entonces por La Mella, y conquistando de manera simultánea la mayoría estudiantil en los consejos directivos de las dos primeras1. Una conquista que significó el mayor cambio superestructural en la UBA de la última década y también dejó en evidencia el retroceso kirchnerista en esta Universidad. Esta conquista es la continuidad del desarrollo del FIT y del trabajo orgánico en la Universidad de las corrientes que lo conformamos, más allá de nuestras importantes diferencias. El debate que pone sobre la mesa esta situación es qué perspectivas se abren para la izquierda

en el movimiento estudiantil y cómo utilizar las conquistas obtenidas en la perspectiva de construir un movimiento estudiantil anticapitalista, proobrero y autoorganizado.

El movimiento estudiantil de la UBA y los fines de ciclo El actual fin de ciclo, a diferencia del alfonsinista del ‘89 o del menemista que culminó con la debacle de la Alianza en 2001, encuentra a la clase obrera en un proceso de recomposición objetivo y subjetivo, y a la izquierda trotskista con una pequeña pero significativa influencia no solo sindical sino también política en el movimiento obrero. El avance de la influencia política de la izquierda en el movimiento estudiantil también constituye una característica presente en las últimas décadas. Este es un dato importante a la hora de pensar la Universidad y el movimiento estudiantil, en este caso de la UBA, como un actor político nacional. Si tomamos como parámetro el último fin de ciclo, los años que antecedieron a la crisis de 2001 estuvieron marcados por una vuelta del movimiento estudiantil a las calles (‘95 y ‘99) enfrentando los diversos ataques presupuestarios del gobierno y la avanzada de la Ley de Educación Superior. En este marco se desarrollaron principalmente corrientes de izquierda reformista o centroizquierda como el PCR (Partido Comunista Revolucionario), el MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores), Patria Libre (hoy Libres del Sur), y el rasgo distintivo lo dieron las corrientes autonomistas, algunas de ellas ligadas a los movimientos de desocupados, o “independientes” como TNT en la UBA (agrupación de Económicas cuyos referentes como Axel Kicillof e Iván Heyn terminaron como funcionarios kirchneristas), que pasaron a la historia


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como fenómenos transitorios. Sin embargo, este desarrollo de sectores que se reivindicaban de izquierda no logró durante la Jornadas Revolucionarias del 19 y 20 de 2001 tener peso alguno en las calles como movimiento estudiantil, aunque sí tuvo su expresión electoral en algunos centros de estudiantes a nivel nacional y federaciones, como la FUBA mediante un acuerdo de esas tendencias y el PO, bajo la dirección de los independientes2.

La década kirchnerista en la Universidad Los primeros años de la década kirchnerista, aún marcados por la estela de 2001, dieron lugar a algunos procesos y luchas del movimiento estudiantil como la Elección Directa en Sociología de la UBA en 2002 (que dio como ganador bajo el criterio de 1 persona=1 voto a Christian Castillo ante el rechazo del régimen universitario que culminó por intervenir la carrera), la lucha en Comahue en Neuquén contra la LES en 2004, o la lucha de 2005 que a nivel nacional acompañó la lucha de los docentes y dio lugar al renacimiento de las interfacultades3. En estos años, el kirchnerismo no logró hacer pie en las Universidades y las corrientes autonomistas, como TNT, comenzaron a colapsar. En un marco en el que al calor de la recomposición económica se desarrolló un crecimiento de las aspiraciones de ascenso social, el kirchnerismo impulsó políticas de cooptación especialmente dirigidas a sectores de la intelectualidad. Esto tuvo una de sus expresiones más claras en el desarrollo de las Universidades del conurbano bonaerense, lo cual trajo una puja presupuestaria con la UBA, al igual que la masividad de distintos programas de becas e investigación. Un punto de inflexión para el kirchnerismo fue la llamada “crisis del campo” en 2008. Luego de la derrota parlamentaria en la votación de la “125”, el gobierno buscó dar una respuesta política con la Ley de Medios y la Asignación Universal por Hijo. Esta ofensiva también se expresó en la Universidad, donde el kirchnerismo intentó avanzar lo más que pudo, llegando a su techo en 2010/11, sin lograr terminar de hacer pie en el movimiento estudiantil (nunca pudo conquistar ningún Centro de Estudiantes en la UBA) pero fortaleciéndose en el régimen universitario y en la intelectualidad. Expresión de esto fue el surgimiento del agrupamiento de intelectuales “Carta Abierta”. Por su parte la politización de 2008 y la “crisis del campo” también marcaron un importante retroceso tanto para el MST como para el PCR, que deciden ubicarse del lado de la “rebelión agraria”, generando su propio salto al vacío al quedar enganchados del alambrado de la Sociedad Rural. Fue en este momento que a la par del crecimiento de las corrientes que levantábamos una política de independencia de ambos bandos patronales (el llamado “ni K ni campo” que logró la adhesión de más de 500 intelectuales), comienza el rápido desarrollo de corrientes como La Mella, ligada al Frente Popular Darío Santillán, y otras similares, que tendieron a ubicarse como flanco izquierdo del kirchnerismo con una política de “apoyar lo bueno y criticar lo malo” del gobierno kirchnerista.

Cinco años más tarde es la misma crisis política del kirchnerismo y su giro a derecha la que golpea a la base social de la autodenominada “izquierda independiente”, dejando sin efectividad una política ambigua frente al gobierno nacional. Esto se expresó en el retroceso electoral que sufrió La Mella perdiendo en una sola noche los cuatro centros de estudiantes que dirigía frente al FIT. Más allá del peso del fenómeno político en ciertas franjas de masas, expresa también el trabajo orgánico que hemos desarrollado en estas décadas. Desde las agrupaciones impulsadas por el PTS hemos aportado algunos jalones de la tradición sentada alrededor de la organización democrática en asambleas interfacultades, la democratización de los espacios de gestión de los centros, la difusión de las ideas del marxismo y la organización de debates políticos a través de revistas y jornadas, la ligazón a las luchas obreras como hemos hecho en la textil Brukman, Zanon en Neuquén, o las mas emblemática quizá, la que a través del CEFyL (y otros centros de estudiantes como Educación de la UNLu) dimos acompañando la gran huelga de los trabajadores de Kraft en 2009. Muchos debates se han suscitado entre la izquierda, e incluso nuestros aliados dentro del FIT como el PO (que comparte la conducción de la FUBA con La Mella), por la importancia de sentar estas tradiciones, rompiendo con la concepción de “centros de servicios y gestión” de los Centros de Estudiantes. Esta política junto a la de impulsar frentes para llevarla adelante con independencia política (o sea, sin corrientes que tarde o temprano apoyan a alguna variante burguesa) es la opuesta a la de los “frentes opositores” en general que ha caracterizado a la conducción de la FUBA en los últimos años, y cuyos resultados han sido la adaptación a una rutina de calendarios electorales, dejando como saldo Centros de Estudiantes y una Federación completamente vacía de participación estudiantil. Revertir esta situación es uno de los principales desafíos que hoy se plantean.

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Patricio Del Corro, candidato a legislador por la Ciudad de Buenos Aires.

El FIT en la UBA y los desafíos de la Izquierda La conquista por parte del Frente de Izquierda de cuatro centros de estudiantes fue un dato significativo de las tendencias políticas que están abiertas en sectores de la juventud, en particular en el movimiento estudiantil. Este resultado confirma las tendencias de la PASO y plantea como primer desafío inmediato redoblar la pelea del FIT de cara a octubre, donde se han transformado en referentes candidatos jóvenes que integran nuestras filas como Nicolás del Caño, del PTS, que cosecha amplias simpatías en Mendoza que provocan la reacción inusitada de los políticos burgueses ante la emergencia de la izquierda trotskista. Esto es parte de conquistar fracciones de masas de la juventud que vean con rechazo la casta de funcionarios que dirigen organizaciones como La Cámpora, “una juventud al servicio de Chevron y los fondos buitres”, frente a los cuales no son alternativa las variantes de centroizquierda que apoyan lo bueno y critican lo malo pero cuya salida no »

Foto: enfoque rojo


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POLÍTICA

Foto: enfoque rojo

NICoLáS DEL CAño, LA jovEN REvELACIóN DEL FRENTE DE IzquIERDA Los sorprendentes resultados que obtuvo el Frente de Izquierda y los Trabajadores en las primarias de agosto, tuvieron entre los protagonistas más destacados a Nicolás del Caño, joven dirigente del PTS y primer candidato a diputado nacional por la provincia de Mendoza. Con el 7,6% de los votos en toda la provincia y promediando el 10% en las principales ciudades, se ubicó en tercer lugar y se proyecta como uno de los aspirantes a quedarse con la quinta banca en juego en la provincia cuyana. En las encuestas está entre los candidatos de mayor crecimiento en la intención de voto para las generales de octubre. Nicolás es el emergente del descontento de una gran parte de la población de Mendoza, y especialmente de la juventud, y el malestar contra los viejos partidos tradicionales. A la calificación de “voto bronca” que el periodismo sentenció como característico del apoyo conquistado, Del Caño contestó: “la bronca de la juventud que sufre la precarización laboral y la represión, la bronca de los trabajadores que cobran bajos salarios y muchas otras broncas que estamos orgullosos de representar”. La propuesta de que “todos los legisladores y funcionarios ganen lo mismo que una maestra”, un punto programático que está en la plataforma del FIT y que fue presentada como proyecto de Ley en la Legislatura de Neuquén por Raúl Godoy, legislador del Frente en la provincia patagónica, estuvo entre las propuestas de Del Caño con más apoyo popular.

La “gansada” Según cuenta la historia, la denominación de “gansos” del histórico Partido Demócrata de Mendoza se debe a que “se los identificaba, por su manera prolija e impecable de vestir que trasuntaba una cierta soberbia y menosprecio, inclusive en el modo de caminar, en los gestos y en ciertos hábitos y modos”. Soberbia y menosprecio clasista expusieron los dos jóvenes de ese partido que realizaron un video contra Nicolás, con argumentos dignos de dinosaurios políticos y con un lenguaje lindante con el utilizado por los partidarios de la última dictadura militar. Se convirtieron en el hazmerreír del mundo político y periodístico; y como si fuera un boomerang, el fallido ataque reaccionario se les volvió en contra, hundió aún más al PD en la opinión pública y tuvo como consecuencia un mayor reconocimiento y apoyo a Del Caño. “Cuando se dieron cuenta ya era tarde”, escribe un columnista de un diario mendocino, describiendo la sorpresa de los partidos burgueses tradicionales ante el espectacular ascenso del joven del PTS y el FIT, que llevó a la medida desesperada de los jóvenes “gansos”, cuyo partido parece haber definido como eje de campaña el ataque al joven candidato del FIT. Ahora es cuando una parte de esta historia se gestó el 11 de agosto, cuando Del Caño realizó una elección inédita en la política de la provincia. El próximo 27 de octubre, los trabajadores, los jóvenes y el pueblo de Mendoza, tienen la posibilidad de confirmar que están ante un hecho histórico, consagrando al primer diputado nacional de izquierda y trotskista en la historia de Mendoza.

es una alternativa política de los trabajadores sino la de “caminar distinto” de la mano de alguna variante burguesa. Pero también tenemos un desafío que supera la pelea de octubre, ya que estas tendencias se dan en un marco de debacle del kirchnerismo donde de agudizarse las contradicciones al calor de la apertura de brechas en las alturas puede emerger el descontento de los de debajo. Algunos síntomas de ello es el activismo que comenzó a desarrollarse en lugares con menor tradición de lucha del movimiento estudiantil en las últimas décadas como en Tucumán y La Rioja. Ambos casos expresan las contradicciones del régimen local gobernado por el kirchnerismo, que es en Tucumán el blanco de ataque de las asambleas interfacultades la denuncia de la complicidad policial y de funcionarios del poder político provincial con las redes de trata, y en La Rioja la renuncia del rector kirchnerista que gobierna la UNLR hace 26 años, un régimen universitario tan feudal como el provincial. Estas tendencias aún embrionarias se combinan con el fenómeno profundo que se desarrolla en el movimiento obrero de comienzo de ruptura de franjas con el kirchnerismo. Este hecho, sumado a la influencia de la izquierda en importantes sectores del movimiento obrero y estudiantil, a la conquista de posiciones en Comisiones Internas y Centros de Estudiantes y la posibilidad de obtener bancas parlamentarias, marca el desafío de que estas conquistas puedan ser puestas en función fortalecer una alternativa política independiente de los trabajadores y la juventud, enraizada en las fábricas, los colegios y las facultades, preparándose para la intervención en la lucha de clases. Para la izquierda trotskista, las características del fin de ciclo actual implican una mayor responsabilidad ante los desafíos que se plantean.

1. En Derecho, el FIT también realizó una elección histórica obteniendo una secretaria en el Centro con el 7,70%. En Veterinarias y Farmacia y Bioquímica se mantuvo la conducción del PO. Por su parte, en FADU el Centro lo mantuvo la alianza entre la CRCR, Libres del Sur y el PO, quien decidió no romper esta alianza a pesar del derrotero que viene teniendo Libres del Sur, llegando a ir en la lista de Cobos en Mendoza. Por nuestra parte, desde la Juventud del PTS presentamos la lista “La Izquierda al Frente” que obtuvo casi el 8%. En Ingeniería se votará en las próximas semanas, en tanto la conducción actual es un frente entre CRCR, PO e IS, y en Medicina ganó la UCR el centro que mantenía el PO y la Mella. 2. El Frente 20 de Diciembre ganó la FUBA bajo la presidencia encabezada por TNT, seguido por el MST, La Venceremos (hoy Libres del Sur) y el PO. 3. Durante la lucha del 2005, al igual que en el ´99, surgieron asambleas interfacultades impulsadas a propuesta de la agrupación En ClaveROJA (PTS+independientes). Las mismas mostraron la potencialidad en momentos de lucha de los organismos de base, logrando las asambleas estudiantiles más participativas luego de años. Al igual que en el 2010, estas instancias de organización chocaron con la política burocrática de la conducción de la FUBA.


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El kirchnerismo y su política hacia las FFAA

De la “memoria” a la reconciliación Myriam Bregman Abogada querellante en numerosas causas de lesa humanidad, integrante del CeProDH. Gloria Pagés Integrante del CeProDH, hermana de desaparecidos, testigo en causas de lesa humanidad. En Argentina, las Fuerzas Armadas salieron de la dictadura envueltas en un gran desprestigio, del que no han podido recuperarse por ser las responsables de un verdadero genocidio de clase en el que actuaron bajo las órdenes del gran empresariado local, el imperialismo yanqui y bendecidas por la cúpula de la Iglesia. La derrota en Malvinas profundizó ese desprestigio, al tiempo que aumentaba el descontento popular y la lucha de víctimas y familiares de los detenidos desaparecidos agrupados en organismos de derechos humanos. Este no fue su primer genocidio. Preexistente a la Nación, como la Iglesia Católica, el Ejército masacró a los pueblos originarios en la

“Conquista del Desierto” dirigida por Roca y Alsina. “Dos genocidios, ambos impunes, ambos perpetrados por las fuerzas represivas con el objetivo de reestructurar las relaciones sociales existentes. El primero para ‘organizar’ el estado-nación argentino. El segundo, para implementar lo que los genocidas denominaron como ‘Proceso de Reorganización Nacional’”1. Como parte orgánica de la burguesía local, desde el golpe de 1930 al mando de Uriburu, el Ejército fue utilizado como Partido Militar para imponer con golpes de Estado los intereses de las clases dominantes, donde sin dudas su mayor rol contrarrevolucionario lo jugó en el ‘76. Los sucesivos gobiernos constitucionales tomaron nota del desprestigio que cargaban las FF.AA. y que esto les dificultaba recuperar el poder de fuego que hasta entonces tenían. Buscaron recomponerlas y reconciliarlas con la sociedad, intentos que adquirieron diferentes formas con el objetivo de que el Estado recupere de la crisis a uno de sus pilares, para tenerlas alistadas cuando los trabajadores y los oprimidos osen cuestionar

a la clase dominante como en los ‘70, y las necesiten para cumplir el rol de represión interna y garantizarle los intereses al capital. El gobierno de Alfonsín realizó el Juicio a las Juntas “bajo el paradigma de juzgar algunos casos y unos pocos responsables, preservando e imponiendo la impunidad al conjunto de las fuerzas represivas”2. Luego, atravesados por la resistencia de un sector militar y levantamientos carapintadas, promovió las leyes de Punto Final y la Obediencia Debida como formas de cortar la cadena de responsabilidades y preservar a la institución. Carlos Menem completó la tarea con los indultos y sometió como nunca las FF.AA. a la política de EE.UU.3. Redujo presupuesto, armamento, infraestructura y terrenos; al mismo tiempo se vieron envueltas en escándalos de corrupción como la venta de armas a Ecuador o la voladura de Río Tercero. En un doble juego, Menem designó como jefe del Ejército a Martín Balza, que pidió perdón por los crímenes cometidos en nombre de las FF.AA. »


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POLÍTICA

La ofensiva neoliberal de los ‘90 y las profundas derrotas para el pueblo trabajador no pudieron. sin embargo, pasar la política de reconciliación. El reclamo de juicio y castigo siguió siendo una consigna democrática que mantenía vitalidad.

La Era K Luego de las jornadas de diciembre de 2001 que derrocaron al antipopular gobierno de la Alianza, el kirchnerismo llegó a la presidencia con el 22% de los votos. Para legitimarse, y como parte de una serie de políticas para recomponer el régimen, en el terreno de los derechos humanos, expropió la demanda de “juicio y castigo”, votando en el Congreso el proyecto de Izquierda Unida de nulidad de las leyes de impunidad en agosto de 2003. Se habilitó así volver a juzgar a los genocidas; una política que en última instancia podía servir para salvar al conjunto de las fuerzas, de momento expuso ante los ojos de millones el papel contrarrevolucionario de las fuerzas represivas y los atroces crímenes cometidos. Los Kirchner, llegan al poder 20 años después del fin de la dictadura. Se permitieron esta política porque especularon que ya no había peligro de quiebre de las FF.AA., pues ingresaron en ellas nuevas camadas de oficiales y suboficiales que no estuvieron implicados en el genocidio y varias otras se retiraron. Su frío cálculo fue que se podía votar la reapertura de los juicios sin poner en peligro a las fuerzas de conjunto (como sí sucedía en 1983).

Al mismo tiempo, combinaron hechos simbólicos como bajar los cuadros de Videla y Bignone del Colegio Militar, actos en la ESMA, con la institucionalización de organismos de derechos humanos como oficinas estatales, esmerilándoles todo perfil de lucha. Todo esto no pudo tapar hechos como la desaparición de Julio López, una represalia de sectores de las fuerzas represivas, expresión de la relación entre éstas y personajes que actuaron en la dictadura4. Como tampoco el “suicidio” del prefecto Febres5 o el asesinato de la testigo Silvia Suppo6. A 30 años de gobiernos constitucionales y de un cambio de discurso con relación a la dictadura, esto no implicó un correlativo avance en cuanto a la cantidad de involucrados ni encarcelados. A 10 años de aquella votación, la cantidad de represores que se sometieron a proceso no ha cambiado: cerca de 1.000 se decía en el gobierno de Alfonsín, y al mes de julio de 2013 son 1.049 los que están siendo juzgados. La responsabilidad aquí es compartida. Por un lado, un poder judicial, garante de los intereses de la clase dominante, que conserva decenas de funcionarios de la dictadura y otros con múltiples relaciones familiares, políticas e ideológicas con los genocidas, que impidió avances serios en las causas, aceptando en muchos los juicios las chicanas de los defensores de los represores, dilatando ad infinitum, llegando al colmo de que solo 28 tienen condena firme. Por otro lado, un gobierno que no tomó una medida elemental para el esclarecimiento y enjuiciamiento de los

genocidas como es la apertura de los archivos de la represión. Así, no se dependería en forma casi exclusiva del testimonio de los sobrevivientes sino que aparecerían los nombres de los agentes del Estado involucrados en el genocidio, de los que secuestraron bebés, de las patotas que hacían el trabajo sucio, de los buchones que hacían inteligencia (como Gerardo Martínez7 o Américo Balbuena8), de los empresarios, los dueños de medios de comunicación, los partidos como la UCR y el PJ que les brindaron intendentes a la dictadura, de la cúpula y miembros de la Iglesia, principal sostén ideológico, y un sinnúmero de etcéteras que elijen ocultar ante el conjunto de la sociedad. La polémica designación de César Milani al mando del Ejército, implicado en causas de lesa humanidad, volvió a sacar a la luz que están aún en funciones miles y miles de los que participaron del genocidio. El kirchnerismo hasta aquí llegó y se le comienzan a ver los hilos con que maneja la política para las FF.AA. Los que se entusiasmaron con que un gobierno burgués, con un discurso con tintes de centroizquierda, podía juzgar al conjunto de los militares genocidas, se chocarán una vez más contra la pared de la realidad. Quiere demostrar que se empieza a hacer cargo de la tarea burguesa de cerrar esa brecha enorme (el río al decir de CFK) que abrió el golpe del ‘76 entre las mayorías populares y las fuerzas armadas. Los últimos discursos de Cristina Kirchner son elocuentes. Se mezclan apelaciones a la verdad y la justicia, al nuevo rol, al desarrollo nacional. En un llamado a la unidad nacional dice: “Me siento responsable (…) de incorporar a esas Fuerzas Armadas a este proyecto de desarrollo nacional, de integración latinoamericana, de crecimiento económico porque somos todos argentinos”; así lo expresó el 26/6/13. El ministro de Defensa Agustín Rossi la secundó en esta línea: “Un país, que pretende profundizar su camino de autonomía y soberanía, necesita a sus FF.AA. integradas a la sociedad civil”9. Discurso poco creíble cuando entregan a inversores extranjeros como Chevron los recursos hidrocarburíferos, se paga sin pausa la deuda externa y se votan las leyes que reclama EE.UU. como la Ley Antiterrorista. Pese a ello, estas declaraciones no han caído bien en los sectores más reaccionarios de la derecha que las criticaron, de conjunto, por “chavistas”, crítica que cree ver en las FF.AA. un empoderamiento y politización inexistentes. El cambio que está mostrando el gobierno para reinsertar las FF.AA. tiene una de sus patas en el intento de otorgarles un rol productivo tal como señaló CFK en la última cena de camaradería con los militates: “la Armada con la recuperación de los astilleros Tandanor y Domeq y (…) reestructuración de Fabricaciones Militares”. Esto va de la mano de tareas que se le han atribuido ante catástrofes naturales, lavándole la cara a esta institución y naturalizando su intervención social. El 25 de mayo, la Presidenta declaró: “algo maravilloso que me llenó el corazón y que fue ver trabajar a miles y miles de jóvenes de la política, de las iglesias junto a los hombres de las Fuerzas Armadas”.


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EN EL MIENTRAS TANTO Desde el ‘83, debido al retroceso de las FF.AA., se desplazó la función represiva interna hacia la Gendarmería Nacional y la Prefectura junto a las policías Federal y provinciales, cumpliendo un rol de guardia nacional. Las feroces policías provinciales también están corroídas por el desprestigio, envueltas en escándalos de corrupción, trata de personas y narcotráfico como los recientes casos de las cúpulas de las policías de Córdoba y Santa Fe, provincias gobernadas por la oposición política al gobierno. La descomposición de la Bonaerense es en uno de los principales problemas del aparato represivo del Estado. No sólo involucrada, entre otros, en el atentado a la AMIA, en el asesinato de Kosteki y Santillán, sino en el extendido fenómeno denominado “gatillo fácil” como forma brutal

de control social en los barrios populares. La combinación de deslegitimación con descomposición, llevó a que el discurso kirchnerista de “no represión de la protesta social” haya sido un perfil político y también un producto de la necesidad. Este gobierno ha venido priorizando como ninguno las intervenciones y el despliegue de Gendarmería y Prefectura, saturando barrios y zonas de la provincia de Buenos Aires como reclamaban sectores de la derecha, acción que se profundiza notoriamente luego de la mala elección en las primarias de agosto, llevando cerca de 5.000 gendarmes a la Provincia de Buenos Aires1. Mientras se la intentaba mostrar como una fuerza moderna, desligada de las prácticas propias de la pasada dictadura militar, desde el CeProDH, en representación

Este intento de naturalización se ve reforzado por el envío de 4.500 soldados del Ejército para reemplazar a los gendarmes que fueron afectados a la Provincia de Buenos Aires, violando incluso la ley de Defensa.

es el violador, es el apropiador de bebés. No hay retórica que tape esa realidad. No hay futuro de la mano de los genocidas y sus cómplices. Martín Fresneda14, actual Secretario de Derechos Humanos fue claro al reclamar que “en el transcurso del 2015 empiecen a concluir los procesos judiciales por delitos de lesa humanidad”. Las declaraciones de Estela de Carlotto diciendo que “si presumimos que cada miembro de una fuerza que estuvo en un lugar determinado es responsable, tenemos que juzgar a todos sus integrantes”15 son funcionales a una política que tiende a la reconciliación. Es evidente que con juicios abiertos –aún con sus enormes limitaciones de las que hablamos– seguirán apareciendo los más brutales crímenes; por lo tanto, avanzar en la reconciliación implica darlos por cerrados, esta vez con un discurso inverso: diciendo que ya fueron juzgados todos los responsables y al mismo tiempo, yendo contra el sentir popular que indica que “son todos genocidas los milicos del proceso”. El genocidio y sus consecuencias no son cuestión del pasado, las nuevas generaciones de jóvenes y militantes deben saber de qué son y serán capaces las FF.AA. y de Seguridad, muy distantes a las casi irónicas alusiones de Milani: “el Ejército (tiene) la convicción y el compromiso de jamás empuñar las armas que la Nación nos ha confiado para un fin que no sea defender a nuestro pueblo”. Oculta la historia y la razón de ser de las FF.AA. Es fundamental continuar la pelea por el juicio y castigo de todos los genocidas, exigiendo la apertura de los archivos de la represión. Si el proceso iniciado con la dictadura del ‘76 tuvo como fin último disciplinar a la clase trabajadora que avanzaba en fuerza y combatividad, que comenzaba a desarrollar elementos de poder dual con las coordinadoras interfabriles y a la superación del peronismo como dirección, toda política de reconciliación de las Fuerzas Armadas y de Seguridad con la sociedad tiene por objetivo evitar ese curso e intentar que esa

Hoy reconciliación es impunidad Con nuestra participación en los juicios como parte del Colectivo de querellantes Justicia Ya! hemos demostrado que se cometió un genocidio: “contra una generación militante a la que era necesario aniquilar para imponer un proyecto económico, político y social que tenía como objetivo: cambiar regresivamente la estructura del país; disciplinar y aumentar la explotación de la clase trabajadora; esto a la vez que al mismo ritmo se redoblaban las ataduras con los países imperialistas”10. Todos los que participaron de este plan son parte del engranaje genocida, de los cuales una gran cantidad sigue en funciones hoy. En los diferentes alegatos en los que participamos, utilizamos esa oportunidad para denunciar, por ejemplo, que en la Armada hay 4.366 oficiales y suboficialees que prestaron servicios entre el '76 y el '8311; y en la Policía Bonaerense hay de 9.026 efectivos de la dictadura12 sobre un total de 55.000 integrantes de la fuerza. Por supuesto que el resto de las fuerzas no están exentas de esto, Milani es sólo una muestra. CFK el 25 de mayo llamó a reconciliarnos: “Tenemos que cerrar ese río con memoria, con verdad, con justicia, con trabajo (…) tenemos que unirnos porque la patria es el otro, sea quien sea”. A lo que el genocida Milani agregó cuando asumió al mando del Ejército: “Queremos una fuerza (...) mirándose al futuro, (…) un ejército sanmartiniano profundamente comprometido con los valores de la argentinidad, la democracia y los derechos humanos”13. Dejar de mirar para atrás como se nos propone, es impunidad de los genocidas que siguen libres y en su gran mayoría, en funciones. Seamos concretos, en este caso el otro es el torturador,

de los trabajadores de la comisiones internas de las multinacionales Kraft y Pepsico denunciamos y demostramos que esta fuerza montó una red de espionaje autotitulada Proyecto X. Tuvo enorme repercusión mediática dado que descubrió como nunca antes un sistema de inteligencia ilegal orquestado desde los más altos niveles del Estado y con uso de moderna tecnología para tal fin, información que se utilizó para criminalizar la protesta social.

1 No estamos mencionando aquí las represiones a los luchadores como las que Sergio Berni lleva adelante con Gendarmería ante cada corte de ruta, ni las represiones que en los últimos años se han cobrado la vida de cerca de 30 luchadores (Qom, Parque Indoamericano, etc.).

institución esté lo más preparada posible cuando, más temprano que tarde, la clase trabajadora vuelva a poner en cuestión este sistema de opresión y explotación.

1 Extractos del alegato de las abogadas Liliana Mazea y Myriam Bregman de Justicia Ya! en Causa “Campo de Mayo”, en 2009. 2 Alegato Causa ESMA por los abogados Bregman y Bonomi, 18/05/2011. 3 Tropas argentinas fueron enviadas a Irak y Kosovo, y a “misiones humanitarias” bajo órdenes imperialistas, misiones que hoy continúan como la MINUSTAH en Haití, o tropas a Chipre. 4 M. Bregman fue una de las abogadas de López. 5 Asesinado en su lugar de detención por ingesta de cianuro el 10/12/2007 sobre el final del juicio por su actuación en la ESMA, en el que participamos los abogados del CeProDH. 6 Exdetenida desaparecida, testigo en juicios contra genocidas, asesinada en Rafaela, Santa Fe, en marzo de 2010. 7 Dirigente de la UOCRA que actuó como personal civil en el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército. 8 Américo Balbuena entró en el ‘82 a la P. Federal. Durante los últimos 10 años se infiltró como periodista en la Agencia de Noticias Rodolfo Walsh. 9 Discurso ante oficiales y suboficiales Ejército en San Luis, 14/8/2013. 10 Alegato Causa ESMA por los Dres. Bregman y Bonomi, 18/05/2011. 11 Datos obtenidos en 2010 mediante presentación efectuada en Causa ESMA Nº14217/03. 12 Ante una exigencia de Justicia Ya!, el gobernador Solá tuvo que brindar en 2006 esos datos en la causa que investiga la desaparición de Julio López. 13 Acto de asunción de los jefes de las tres fuerzas, 3/7/2013. 14 Fundador de HIJOS Córdoba, La Voz, 29/04/2013. 15 La Nación, 25/07/2013.


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ECONOMÍA

¿Cómo se financia y a quién sostiene el Estado argentino? A pesar de las recientes modificaciones en ganancias, que morigeraron uno de los aspectos donde más se acentuó la regresividad del sistema impositivo en tiempos recientes, el análisis de las fuentes de ingresos y destinos del gasto público nos muestra un Estado que recauda mayormente de los trabajadores y el consumo popular, y gasta en beneficio de empresarios y especuladores. Esteban Mercatante Economista, docente de la UBA. Con el reciente decreto que modificó el mínimo no imponible (MNI) del impuesto a las Ganancias, eximiendo los salarios en bruto de hasta $15.000 ($12.450 de bolsillo) a partir de septiembre y elevando 20% el MNI para los que cobran menos de $25.000 de bruto (30% si residen en la Patagonia), el gobierno reforma uno de los aspectos que más acentuó la regresividad del sistema impositivo argentino durante la última década. Aunque la parte del impuesto a las ganancias de personas físicas es menor que el gravamen a sociedades, aumentó en los últimos

años, y no precisamente porque se grave más a los que más ganan. Con los aumentos de salarios registrados durante estos años para los trabajadores registrados, que, como es obvio para todo el mundo menos para los defensores de las artimañas del IndeK, no hicieron mucho más que recomponer el poder adquisitivo erosionado por el proceso inflacionario, y el ajuste más lento en los valores del MNI para el impuesto a las Ganancias de cuarta categoría (es decir, las de las remuneraciones), cada vez más trabajadores han debido pagar el impuesto. El MNI se mantuvo inmóvil entre mediados de 2003 y 2006. Ese año subió 50%. Luego hubo aumentos del 20% en 2007, 2008, 2010, 2011 y a comienzos de 2013.

En 2012, el 20% de los asalariados pagaron impuesto a las ganancias, cuando en 2001 era el 9,7%. Es el gravamen sobre estos sectores lo que explica que el impuesto a las ganancias haya pasado de representar el 15,2% de lo recaudado en 1998 a los niveles actuales de 18%. Con los nuevos anuncios que casi duplican el MNI, la situación se retrotrae momentáneamente a la de 2007, cuando el nivel de asalariados alcanzados por el impuesto superaba ligeramente el 10%. Decimos momentáneamente porque no hay pauta de ajuste automático. La presión por la recomposición de los salarios ante una inflación que no ceja, hará crecer nuevamente el universo de los que superan el mínimo.


I dZ Octubre

Otra reforma de Ganancias grava la distribución de dividendos, elimina exenciones a los no residentes e impone el tributo a la compra venta de títulos y acciones que no cotizan en Bolsa. Y simultáneamente se elevaron los topes para recibir las asignaciones familiares. En las últimas semanas se sumaron los ajustes de las categorías de monotributistas. Con su retroceso, el gobierno concede en un punto que había creado profundo malestar en millones de asalariados. Sin embargo, aunque esto revierte un aspecto que había acentuado la regresividad del sistema impositivo, esto no puede confundirse con un avance en su progresividad. Veámoslo.

De dónde salen los recursos del Estado nacional Los impuestos se apropian de una parte del ingreso generado anualmente, o gravan los stocks de riqueza acumulada por los sectores que tienen capacidad para hacerlo. En el primer caso, para los marxistas la fuente última es una parte de la masa de excedente (la llamada plusvalía) generado por la producción social. Sin embargo, de esto no puede deducirse que no importa su mayor o menor progresividad. Al contrario, la mayor o menor disposición de gravar sin mediaciones a los sectores más ricos o apoyarse a la inversa en recaudar sobre estratos medios y asalariados da cuenta de ciertos cambios en las relaciones entre las clases. La recaudación del Estado nacional, tomando el año 2012, se descompone de la siguiente manera: • Ganancias: 18% de lo recaudado • IVA: 29% • Comercio Exterior: 11% • Aportes a la seguridad social: 30,9% • Transacciones bancarias: 6,2% • Bienes personales: 1% • Resto de los impuestos: 3,9% Es notoria la baja ponderación que los gravámenes directos al capital. Aparte del impuesto a las ganancias (del cual una parte en realidad no son “ganancias”, por lo que señalamos al comienzo), puede decirse esto de la parte de los impuestos al comercio exterior referida a los derechos de exportación (8,8% de la recaudación) ya que su origen es una parte del excedente generado en la producción agraria, de combustibles crudos y minerales no procesados, que constituyen la mayoría de los productos alcanzados por estos impuestos; y el impuesto a los bienes personales que grava la propiedad individual de los estratos de mayores ingresos. En este último caso salta a la vista su poco peso en la recaudación. No resulta sorprendente, ya que las alícuotas oscilan entre 0,75% y 1,25%. Estos impuestos suman solo 27,8% del total de la recaudación.

Excluyendo las cargas sociales, el impuesto de mayor peso es el IVA. Este es afrontado por los consumidores finales, ya que en cada instancia intermedia de la producción los agentes declaran como crédito ante el fisco la parte del impuesto que afrontaron en sus compras de insumos. Se trata de un impuesto regresivo porque grava proporcionalmente más a los sectores de menores ingresos, de los cuáles una mayor parte de su ingreso está destinado al consumo. Por último, el mayor capítulo dentro de los impuestos lo componen los aportes a la seguridad social. Es común en el pensamiento “progre” destacar el carácter “solidario” de un sistema de reparto y homologar esto con progresividad, ensalzándolo frente a los sistemas de seguro de retiro basados en la capitalización individual de fondos. Sin duda, los sistemas de capitalización son una fuente que engrosa los fondos con los que lucran las instituciones financieras, que en numerosas ocasiones los dilapidaron en apuestas riesgosas. La liquidación de sistemas de este tipo, como fue el de las AFJP en la Argentina, es un necesario desguace de la “patria financiera”. Sin embargo, la “solidaridad” forzada por el Estado que caracteriza al sistema de reparto, apoyada en una deducción sobre el salario bruto que hoy alcanza el 17%, dudosamente podría conformar un sistema progresivo. Aún haciendo abstracción de los usos de esta caja por parte del Estado (que hoy financia ampliamente los gastos corrientes del Estado a cambio de títulos de deuda pública, y también prestan a tasa subsidiada a empresarios) la tónica la impone ya el hecho de que la principal fuente de fondos para la seguridad social proviene de esta deducción al salario. Los aportes patronales vienen reduciéndose marcadamente desde comienzos de los años ‘90. En 1991 eran de 33%, y para el año 2000 habían caído a 17,7%, casi la mitad. Aunque después de la devaluación de 2002 se elevaron a 23,7%, diversas normas continuaron la senda de rebajas, para empresas radicadas en zonas geográficas específicas. A esto se agrega la incorporación de “sumas no remunerativas”, que no conllevan pago de aportes y contribuciones. El resultado es que entre 2003 y 2013 las contribuciones promediaron el 13,3% de la masa total de los salarios. Aunque la elevación de los aportes patronales mitigaría la regresividiad, otro aspecto que han señalado distintos autores es que aunque en lo formal se grava a los empresarios, en los hechos esto no necesariamente significa que éstas terminen pagando enteramente estas cargas, ya que entran dentro del “arbitraje” entre patrones y asalariados. La medida en que los patrones pueden transformar la carga que le corresponde en una deducción adicional de hecho al salario, o no, depende en última instancia de lo que ocurre en el mercado de trabajo.

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Para Jorge Macón, que analiza el período 19501980, es muy probable que los empresarios hayan logrado transferir la mayor parte del costo de las contribuciones a los salarios (Las Finanzas Publicas Argentinas 1950-80, Macchi, Buenos Aires, 1985, p. 152). Es necesario que todo el sistema previsional se sostenga con impuestos directos a las ganancias y las fortunas.

Exenciones Aunque a lo largo del Siglo XX las clases poseedoras aceptaron la necesidad de realizar mayores aportes impositivos para solventar un accionar estatal las favorece, al mismo tiempo expresaron su reticencia buscando –y logrando– numerosas exenciones. El caso del impuesto a las ganancias ilustra toda una serie de condiciones favorables a los estratos de mayores ingresos. Aunque la llamada deducción especial es mayor en los asalariados que en los autónomos, intervienen otros elementos que crean condiciones muy favorables al empresariado. La primera de ellas es el momento de pago. Al asalariado se le retiene el impuesto en el preciso momento en que percibe el ingreso que lo genera. Cuando un empresario retira una suma similar puede llegar pagar el impuesto hasta dos años después. Esto es porque, como explica Sergio Arelovich: “el primer año lo retira, el segundo lo homologa como honorarios o dividendos y en el tercero, al presentar la declaración jurada por el año anterior, nace la obligación de cancelación del saldo del impuesto” (“Revisar las exenciones”, Página/12, 2/9/2013). El empresario tiene un margen amplio para definir el monto imponible; lo hace unilateralmente según el estado de su empresa, utilizando la estrategia fiscal más conveniente, para lo cual cuenta con amplia elaboración contable al servicio de la elusión. Las empresas deducen como gasto todo lo que permita reproducir la fuente generadora de ingresos, sin límite de monto, con excepción de algunas partidas específicas. Esto disminuye el monto imponible del impuesto sin restricciones. El asalariado, en cambio, solo puede deducir montos generales (MNI, deducción especial, cargas de familia) con independencia de si puede reproducir la fuente generadora de ingresos, es decir, su fuerza de trabajo. Existen toda una serie de condiciones asimétricas que exceden ampliamente la cuestión del MNI. Aunque su elevación pateó hacia adelante el impacto de estas cuestiones sobre casi dos millones de asalariados, estas siguen en el tintero. El salario no es ganancia, y no puede ser tratado como tal. Otra cosa es si las relaciones que adoptan la forma salarial, pero refieren a las funciones de comando de la producción y se remuneran directamente con una parte del excedente »


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ECONOMÍA

“283 personas ganaron en 2012 más de 10 millones de pesos

cada una, sumando de conjunto 4.799 millones de pesos. Esas 283 personas pagaron en concepto de impuesto a las Ganancias 849 millones de pesos correspondientes al ejercicio fiscal 2012. Es decir un 17,7%, exactamente la mitad de la alícuota de 35% vigente para la escala más alta del impuesto.

de las empresas, como es el caso de los gerentes y otros estratos dedicados directamente a representar el capital, han de ser gravadas como ganancia. Pero hacer esto exigiría una profunda reformulación de la cuarta categoría, ausente en cualquiera de los debates actuales. Por eso, ante todo, de lo que se trata para los trabajadores es de rechazar este impuesto a los salarios, que consitituye además una “doble imposición” que se suma a las contribuciones previsionales. Que contrasta con el hecho de que a los sectores más ricos se les exime de pagos previsionales, ya que existe un tope remunerativo que hoy es de $24.473,92, por encima del cual no es obligatorio el ingreso de aportes con destino a los sistemas de seguridad social y obras sociales, mostrando las patas cortas del pregonado concepto de solidaridad. Aunque como contrapartida esto engrosa la base imponible del impuesto a las Ganancias, se reduce la base de ingresos específicos del sistema previsional, en beneficio del financiamiento del tesoro, a lo cual se suma el conjunto de las exenciones que benefician a los más ricos y hacen que vaya al tesoro una parte menor de lo que iría al sistema previsional de no existir dichos topes. Por si quedan dudas de cómo funciona el sistema tributario, veamos los pagos de ganancias de los estratos más altos. Según datos de la AFIP relevados por Marcelo Zlotogwiazda, 283 personas ganaron en 2012 más de 10 millones de pesos cada una, sumando de conjunto 4.799 millones de pesos. Esas 283 personas pagaron en concepto de impuesto a las Ganancias 849 millones de pesos correspondientes al ejercicio fiscal 2012. Es decir un 17,7%, exactamente la mitad de la alícuota de 35% vigente para la escala más alta del impuesto. La presión tributaria (es decir, la relación entre todos los ingresos tributarios de nación y provincias, y el producto bruto) era en 2012 de 37% según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF). Es decir, más del doble de lo que soportaba este selecto grupo como impuesto a sus ganancias, uno de los gravámenes que sin duda más repercute en

la presión tributaria sobre estos individuos. Por suerte pagan más los que más tienen, ¿no? Como señalamos, las deducciones y desgravaciones tienen una marcada orientación clasista.

Dime a favor de quién gastas... Las usinas de divulgación de ideas vinculadas a distintos sectores empresarios nos tienen habituados a los reclamos de un Estado “chico”. En los medios más afines al empresariado leemos regularmente notas que declaran con escándalo que la presión tributaria escaló desde el 17,5% del PIB que representaba en 1999. Estos pataleos van asociados a numerosas críticas por los supuestos excesos de un gasto “social”. Desde veredas ideológicas opuestas a estas, muchas veces se identifica un mayor peso de la recaudación y gastos del Estado como proporción de la producción nacional como algo lisa y llanamente progresivo. Sin embargo, por mucho que pataleen los primeros y festejen los segundos, un análisis de la estructura del gasto estatal hoy muestra que la parte del león del presupuesto se la llevan las transferencias al capital y otros gastos que cumplen un rol clave en garantizar condiciones fundamentales para la marcha de los negocios capitalistas, y no el gasto social que –según suponen detractores y apologistas por igual– le habría impreso una orientación pretendidamente progresiva basada en algunas medidas distributivas –muy limitadas en términos absolutos y como parte del gasto total–. Si por el lado del financiamiento a través de impuestos ya hemos visto los rasgos que confieren al sistema impositivo un carácter regresivo, por el lado de los gastos también se puede ver un marcado sesgo clasista. Veamos. Una de las políticas más promocionadas por el gobierno como parte de la batería de medidas de índole redistributiva es la Asignación Universal por Hijo (AUH) –medida que también repercute sobre la demanda para los empresarios que producen bienes de consumo, ya que es un ingreso adicional que se destina en su mayor parte a la adquisición de los mismos, ayudando a sus beneficios–. Esta

representó en 2012 un monto de $18.500 millones. Frente a esto, las erogaciones en subsidios al transporte y la energía, cuyo principal beneficiario son los empresarios (tanto lo que reciben un subsidio que solventa sus ganancias como los demás, que se benefician indirectamente por el hecho de que las tarifas planchadas limitan las presiones a la recomposición salarial que afrontan por parte de los trabajadores bajo convenio) sumaron $84.700 millones, es decir, 4,5 veces lo que insume la AUH. Los pagos de servicio de la deuda pública, sumaron en 2012 $55.000 millones. Otros regímenes de promoción económica que benefician a distintos sectores empresarios insumieron el año que pasó casi $11.000 millones. Todo esto sumado alcanza $139.700 millones, lo que representa casi un 55% de todo el gasto en seguridad social, es decir, la suma de jubilaciones, asignaciones y pensiones, y AUH, que como ya señalamos tienen su base mayormente en la deducción que se hace de los salarios. Otras comparaciones resultan lapidarias: en 2012 la suma de los presupuestos de Salud y Educación de la Nación fue de $37.500 millones, es decir, apenas un cuarto de lo que va directo a manos de los empresarios y especuladores. El plan de viviendas PROCREAR representa apenas un 1,5% de dicho monto. Y esto sin contar los variados beneficios especiales para sectores o empresas específicas, créditos a tasas subsidiadas, etc. Existen toda una batería de medidas que transfieren recursos a los empresarios. Aunque las partidas destinadas a mejoras de ingresos de los sectores más pobres crecieron en los últimos años, no se registra un cambio global en el rol estatal hacia una mayor progresividad. Al mismo tiempo que se implementaron medidas como la AUH, se reforzaron las transferencias al capital y medidas benefician proporcionalmente más a los sectores de mayores ingresos. Solo es posible transformar progresivamente el sistema si el conjunto de los gastos del Estado, incluyendo la seguridad social, se basan en impuestos a las grandes fortunas, a las rentas (financieras y del suelo) y gravámenes directos al capital y las ganancias personales más elevados que los vigentes en el país y en el extranjero hoy (que cayeron sustantivamente durante las “contrarreformas” neoliberales desde los máximos históricos alcanzados en los años del llamado “Estado benefactor”) y sin las deducciones y exenciones que rigen. Terminando definitivamente con el impuesto al salario que constituye la cuarta categoría de ganancias y con el impuesto al valor agregado. Con estas medidas simples –que para conquistarse requieren una amplia movilización obrera y popular– podrían obtenerse decenas de miles de millones de pesos, para garantizar a todos los trabajadores un salario acorde a la canasta familiar, sostener el 82% móvil para todos los asalariados –hoy retaceado por el gobierno– y encarar rápidamente las obras de infraestructura vial, de vivienda y de provisión energética que hoy son postergadas o realizadas a cuentagotas con el argumento de la falta de recursos.


La crisis de la gestión privada del transporte urbano de pasajeros

Transporte público y lucro empresarial: fines irreconciliables Después de décadas de destrucción, el problema del transporte en el Área Metropolitana de Buenos Aires, que concentra millones de trabajadores, se transformó en una bomba de tiempo tal que el gobierno nacional se vio obligado a ensayar una batería de anuncios y medidas superficiales. Detrás de éstas, los mismos empresarios que están desde las privatizaciones siguen haciendo grandes negocios, de la mano de la burocracia sindical responsable del asesinato de Mariano Ferreyra. Pablo Anino Economista y docente de la UBA. Verónica Zaldívar Periódico La Verdad Obrera. Ciudad de Buenos Aires (CABA), primeras horas de la mañana. Un ejército de más de un millón de mujeres y hombres ingresa proveniente del conurbano bonaerense, sumándose a otro millón y pico que se moviliza dentro de la misma ciudad. Trenes, colectivos, combis, subterráneo y autos trasladan a cada cual a su lugar. Moverse de un sitio a otro se convirtió en una verdadera odisea, ya que los medios de transporte disponibles resultan absolutamente insuficientes. El trabajo en común entre los gobiernos de Ciudad, Provincia y Nación para la política de transporte en el ámbito metropolitano quedó en simples anuncios. Durante la última década distintos hechos expresaron que en el transporte hubo continuidad con la era menemista. Castelar, Flores, los estallidos de usuarios en Haedo y Constitución y, más brutalmente, la masacre de Once, dan cuenta de un problema estructural que afecta a millones de habitantes. En la CABA, la situación de crisis vuelve intolerables las condiciones de viaje para las más de 3 millones de personas que viajan diariamente, así como insoportables son también las condiciones laborales de los trabajadores del sector, como queda claro en la muerte de un compañero ferroviario y otro del subte solamente en el mes de septiembre de este año. Al mal servicio de los trenes interurbanos y los colectivos se suma el estado del subterráneo, que hasta hace poco fuera responsabilidad del gobierno nacional y hoy está en manos del macrismo. Macri

y el kirchnerismo realizan anuncios e inauguraciones en el marco del proceso electoral en curso y, ante el fracaso de sus medidas, concentran energías en atacar a los trabajadores del transporte, convirtiéndolos en chivos expiatorios para focalizar el odio de los pasajeros. Todo esto en un contexto de falta de planificación en el que, en vez de conformar una red intermodal eficiente, se toman decisiones en base al lucro empresario y sus negociados del momento con la burocracia sindical y los funcionarios. La falta de control y la fragmentación de los organismos del Estado abocados al transporte, que el kirchnerismo potenció durante su gestión creando numerosas “quintas” que responden a distintos miembros del gabinete, agravan la situación.

Kirchnerismo: dilapidación de subsidios y exiguas inversiones El actual sistema de transporte fue concebido en sus rasgos principales previo a la finalización de la Segunda Guerra Mundial. La inadecuación de los transportes a la actual dinámica urbana y económica se agravó durante las privatizaciones de los ‘90 cuando se entregó la operación de los ferrocarriles de pasajeros a empresas concesionarias, en su mayoría contratistas del Estado (la llamada “patria contratista”), mientras que la infraestructura y el material rodante seguían a cargo del Estado. En los primeros años de concesión del servicio »

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26 de pasajeros hubo una leve mejora de frecuencias y renovación de algunas estaciones, con aumento de tarifas y en desmedro del cierre de los servicios de larga distancia. Pero en pocos años el sistema terminó de derrumbarse. El kirchnerismo tuvo una política híbrida: mantuvo en lo esencial las concesiones de los ‘90 en combinación con crecientes subsidios. Hoy este esquema está en crisis. Algunas concesiones fueron recientemente rescindidas frente al estado calamitoso del servicio y la infraestructura. Entre 2003 y 2010, los subsidios al transporte se cuadruplicaron como porcentaje del PIB1. En 2012, alcanzaron casi a $22.000 millones. El desembolso de subsidios es favorable al transporte en colectivos (77% del total), pese a que el transporte en ferrocarriles es comprobadamente más rápido y consume menos energía. Si bien es cierto que la mayoría de los desplazamientos se realizan en colectivos, esta situación es inducida por el pragmatismo de la política pública debido a que la incorporación de unidades adicionales de colectivos es mucho más simple ya que no tiene costo hundido2, mientras que la inversión ferroviaria es elevada. De ningún modo esto significa que la inversión en colectivos haya sido adecuada: en 2010 había menos colectivos que hace una década. Es la razón por la cual las condiciones de viaje son tan malas como en subtes y trenes. Además, la mayoría de los subsidios están destinados a gastos operativos, haciendo imposible la recomposición de la infraestructura y el material rodante. Los subsidios alimentan las ganancias de las empresas pero resultan totalmente insuficientes desde el punto de vista de las inversiones necesarias para reconstruir el sistema de transporte. Por eso nunca llegaron ni el anunciado soterramiento del Sarmiento, ni la electrificación del Roca hasta La Plata, y el mantenimiento y renovación de vías y material rodante se dio en

cuentagotas. El resultado es la reducción de la velocidad, la cantidad y la calidad de los servicios. En el Sarmiento las frecuencias son de entre 15 y 20 minutos, cuando deberían ser entre 5 y 7 en horas pico, como reconoció Randazzo. En 1999 la regularidad de toda la red metropolitana de ferrocarriles alcanzó el 96%, en 2010 fue del 85%. Esto significa que el 15% de los servicios programados no se cumplen3. Los índices de calidad ferroviaria ubican a la Argentina con una nota de 2,1 en una escala que va del 1 (calidad insuficiente) al 7 (suficiente y confiable)4. La renovación de vías del Sarmiento se hizo el último año luego del crimen social de Once, y los delegados están denunciando que no se terminó adecuadamente. En las otras líneas empezó lentamente. Ahora Randazzo fue a comprar coches a China y existen, una vez más, anuncios de la electrificación del Roca con financiamiento del BID. El kirchnerismo está volviendo a la política de hipotecar los bienes públicos con el endeudamiento de YPF y ahora de los ferrocarriles, cuando el mejoramiento del transporte se podría hacer con los recursos existentes. Un ejemplo: la compra de coches a China requirió 841 millones de dólares. Sin pagar los intereses de la deuda solamente durante un año podría fácilmente multiplicarse por 10 esa inversión en coches. Del mismo modo se podría destinar fondos de la ANSES, que son prestados a los grandes empresarios (como General Motors), a reactivar el sistema de transporte y reabrir los talleres cerrados para reconstruir la industria ferroviaria y no tener que recurrir a la compra de vagones en China, sino construirlos acá. El cierre de talleres y la destrucción de la industria ferroviaria tienen consecuencias graves. Incluso una propuesta conservadora de elevar la inversión al 1% del PBI significaría un adicional de más de 7.000 millones de dólares al año, monto que sobrepasa las inversiones

Subsidios al sistema de transporte público de pasajeros (en millones de pesos) Medio de transporte

Subsidio

Participación

Colectivos

16.663

77%

Tren

4.708

21%

Subte (Metrovías-Roggio)

355

2%

Total:

21.727

100%

Subsidios y pasajeros por ramal del ferrocarril. Año 2012 Medio de transporte

Subsidio (en millones)

Participación

Pasajeros

Subsidio por pasajeros

Roca (Ugofe)

1.895

40%

97.157.488

20

Mitre-Sarmiento (Ugoms)

1.129

24%

74.763.921

15

San Martín (Ugofe)

629

13%

48.898.919

13

Belgrano Sur (Ugofe)

545

12%

12.235.213

45

Belgrano Norte (Ferrovías)

401

9%

30.461.099

13

Urquiza (Metrovías-Roggio)

109

2%

18.963.418

6

Total:

4.708

100%

282.480.058

17 (promedio)

Fuente: elaboración propia en base a datos del Ministerio del Interior y transporte. Disponible en: http://www.ministerior.gov.ar/web_transporte/index.php

necesarias para renovar el material rodante, el soterramiento del Sarmiento y la electrificación del ramal a La Plata del Roca, que en su conjunto requerirían sólo 3.500 millones de dólares. En Argentina se invirtió para el transporte en su conjunto en promedio un 0,81% del PIB entre 1981 y 1986 (todo público) y durante 2001-2006 se invirtió apenas 0,68% del PIB (0,56% del PIB público y 0,13% privado)5. La “década ganada” muestra menos inversión que la “década perdida”.

Macrismo: inauguraciones electoraleras y ataques El gobierno de la Ciudad viene realizando inauguraciones en materia de transporte de cara a las elecciones primarias. Comenzaron a funcionar el Metrobus 9 de Julio y el del Corredor Sur, sistema que se queda a medio camino, porque no llega a estar separado del tránsito general, con un desplazamiento de los coches por un recorrido fijo central, en unidades más grandes y con menos gasto energético. A él se suman las líneas de ómnibus con los mismos coches de siempre y solo en parte de su recorrido, lo que le resta eficiencia. Se trata de un parche con el cual se evitó realizar una extensión y mejora sustancial de los subterráneos, obra mucho más costosa, pero que redundaría en enormes beneficios en cuanto a la capacidad y velocidad de traslado, además de aliviar el tránsito porteño. Una de las promesas de campaña de Macri que más se recuerdan es que iba a construir “10 kilómetros de subte por año”. Pero en 6 años de gestión no puso ni el subte ni el resto del transporte de pasajeros a tono con las necesidades de la población. Este año se abrieron nuevas estaciones de las líneas H, A y B; las inauguraciones en la B se realizaron sin las instalaciones en condiciones, no se había reforzado la cantidad de personal ni se habían sumado nuevas formaciones para dar respuesta al incremento en la cantidad de usuarios: según estimaciones, las inauguraciones de julio sumaron entre 50.000 y 60.000 nuevos pasajeros diarios. Con la inauguración en septiembre de dos estaciones de la Línea A se suman 35.000 usuarios más, llegando a casi 100.000 nuevos pasajeros diarios en el año. Esto derivó en un empeoramiento de la frecuencia del servicio y las condiciones de viaje, lo cual terminó provocando un conflicto de un mes con los trabajadores de la línea. Había preocupantes antecedentes, ya que este año fallecieron dos trabajadores en la B y otro se salvó por poco. Durante todo el conflicto la empresa y el gobierno de la Ciudad intentaron tapar la verdadera situación en el subte realizando una campaña de calumnias contra los trabajadores, con especial saña contra Claudio Dellecarbonara, a quien atacaban por ser dirigente del PTS y candidato a senador por el Frente de Izquierda. Finalmente, la empresa y el ente estatal responsable del subte debieron admitir que los trabajadores no tenían ninguna responsabilidad en los problemas de la línea. A esto se suma el deterioro de todas las líneas, fruto de la desidia de ambos gobiernos y la nula inversión de Metrovías. El kirchnerismo tiene


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gran responsabilidad en esto, ya que tuvieron a su cargo el subte por cerca de una década. La incorporación de coches viene haciéndose con material que es descartado de otros países, formando verdaderos engendros donde se combinan tecnologías distintas, obligando incluso a cambiar la infraestructura. Mientras tanto, en la extensión de la línea H hacia el norte hay idas y venidas. El plan de futuras estaciones en la zona de Retiro está siendo cuestionado como inviable, ya que son terrenos ganados al río, no aptos para construcción subterránea. El plan del macrismo para Retiro, al igual que para otros puntos de la ciudad, tiene poco que ver con dar más servicios a los habitantes: estas “revalorizaciones” esconden enormes negocios inmobiliarios. Como es esperable dados los antecedentes que se vieron en los últimos años, el kirchnerismo va a prestar su colaboración para que todos estos negociados puedan ser realizados.

de los pasajes. Es el intento de Macri en CABA cuando el “progresismo” terminó entregándole el subte para sacarse de encima el costo de financiar este medio. El traslado de trabajadores y mercancías constituye un costo fundamental en la ecuación de ganancias de las empresas. La tensión entre la rentabilidad de las operadoras del transporte y la del conjunto del capital se intentó moderar con los subsidios para bajar el componente de transportes en la canasta de reproducción de los trabajadores (y, por ende, el valor de la fuerza de trabajo). Aunque una gran proporción de los subsidios va a parar a las ganancias de las concesionarias, lo cual no sucedería con una gestión obrera, en la actual situación su función es evitar que suban las tarifas para que las patronales no tengan que responder a esos aumentos con mayores salarios. Considerando 22 días de trabajo al mes, un viaje ida y vuelta en tren y otro en colectivo diariamente, la eliminación total de los subsidios significaría un aumento de los gastos de transporte de $1.188 mensuales por trabajador. Es decir que más de un cuarto del salario promedio (hoy en $4.000) se licuaría si aumentan los pasajes por eliminación de subsidios. Esto devela el ahorro que hacen las patronales con el abaratamiento del costo de transporte en el valor de reproducción de la fuerza de trabajo. Un programa de gestión obrera tiene que estar ligado a destinar muchos más recursos al transporte que los que actualmente se van en subsidios. También es indispensable aplicar impuestos progresivos a los capitalistas. Así se pueden obtener los recursos para reconstruir el sistema ferroviario y mejorar las condiciones de viaje en todos los medios de transporte, poniendo más servicios, renovando y ampliando el material rodante y la infraestructura, reabriendo los talleres ferroviarios cerrados y estatizando los privados, tal como vienen planteando los trabajadores de EMFER, propiedad de Cirigliano. Tardíamente (al igual que el caso de YPF) el gobierno está planteando una estatización de los servicios de pasajeros y de carga. Supuestamente estaría buscando mejorar la competitividad

Giro y retroceso de la política K El sistema ferroviario es más caro que antes de las concesiones, aún transportando menos pasajeros. Hoy los $4.708 millones de subsidios al ferrocarril significan un 137% más con relación a antes de las privatizaciones. El transporte en colectivos recibe una masa de subsidios mayor que el ferrocarril, mientras que el subsidio por pasajero es menor. No obstante, en el cálculo de los costos de transporte en colectivos no se incorporan los gastos de mantener las vías de circulación (calles, avenidas y autopistas) ni el costo de las facilidades crediticias para renovar la flota. Hacia fines de 2011 el Estado comenzó a tener problemas de déficit fiscal. Con la fortaleza del 54% de los votos el gobierno intentó practicar la “sintonía fina”, lo que conducía a un “sinceramiento” de las tarifas de los servicios públicos. Esa política tuvo que ser postergada a principios de 2012 con el crimen social de Once, pero se aplicó parcialmente a fines de ese año y principios de 2013. El crecimiento de los subsidios llevó a la oposición patronal de derecha al reclamo de su eliminación, impulsando por lo bajo un aumento

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empresarial mediante la baja de los costos del transporte, principalmente en las cargas. Para esto busca que las empresas que dependen del Ministerio de Defensa (Fabricaciones Militares, Tandanor) construyan material ferroviario. Hay que rechazar la gestión militar y pelear por la gestión obrera de esas fábricas. Al igual que con la crisis energética el gobierno actúa de contragolpe frente al estallido de una situación generada por su propia gestión. Pero la reacción y el viraje de su política tiene el mismo objetivo que la expropiación parcial de YPF: la preservación de los negocios privados. Las “estatizaciones” que está haciendo Randazzo son más bien una parodia, en tanto mantienen contratos con las mismas concesionarias que vaciaron el ferrocarril. Quiere contener el colapso manteniendo las ganancias empresarias de la renovada “patria contratista”. La operación descentralizada no solo facilitó el desguace y los negocios privados, sino que se agudizó aún más a causa de políticas de transporte cada vez más fragmentarias: cada jurisdicción que tiene a su cargo un servicio actúa de manera autónoma El intento de Randazzo de poner en pie la Agencia Metropolitana de Transporte para coordinar las acciones de Nación, CABA y Provincia de Buenos Aires quedó archivado. El problema de la desarticulación en la que opera el sistema de transportes no lo podrá resolver la clase capitalista porque no le importa; aunque en condiciones extraordinarias pueda llevar adelante estatizaciones parciales, por lo bajo sigue actuando una casta de políticos y funcionarios con intereses fusionados con las empresas que aunque no operen el sistema son beneficiarias de las licitaciones o contrataciones para las obras públicas, y proveedoras. Las líneas de colectivos son propiedad de más de 170 empresas, pero un puñado de grandes empresarios como los Cirigliano concentran gran parte de las líneas más importantes. Su regulación y fiscalización comprende múltiples jurisdicciones: municipios, gobiernos provincial y nacional. La única salida real a esta situación es una empresa estatal única bajo gestión obrera y con participación y control de los de usuarios que establezca una verdadera planificación del sistema de transporte.

FERROCARRIL URBANO. REGULARIDAD ABSOLUTA (SERVICIOS PUNTUALES SOBRE PROGRAMADOS)

Ferrocarril urbano. Regularidad absoluta (servicios puntuales sobre programados) 100% 95% 90%

96% 94%

97%

97% 95%

94%

91% 87%

85%

86%

86% 82%

80%

84%

83% 81%

85%

79%

1. Castro, Lucio y Szenkman, Paula: “El ABC de los subsidios al transporte”, Documento de Políticas Públicas/Análisis 102, CIPPEC, Buenos Aires, enero de 2012. 2. Concepto utilizado para definir los fuertes desembolsos iniciales que requieren ciertas actividades, cuya recuperación lleva mucho tiempo.

75%

3. Comisión Nacional de Regulación del Transporte. Disponible en: www.cnrt.gov.ar/estadisticas.asp

70%

4. Perrotti, Daniel E. y Sánchez, Ricardo J., La brecha de infraestructura en América Latina y el Caribe, CEPAL, Julio de 2011, Pág.82.

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 Fuente: Comisión Nacional de Regulación del Transporte

Fuente: Comisión Nacional de Regulación del Transporte

5. Calderón, César y Servén Luis, “Infrastructure in Latin America”, Banco Mundial, Mayo 2010, pág.51.


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28 DEJAMOS LA VIDA VIAJANDO Margarita Valencia

Según la última investigación sobre transporte urbano público, realizada por el Ministerio de Transporte (2007), el 66,6% de los usuarios se traslada por motivos laborales, mientras que el 7,3% lo hace por estudios. Cerca del 25% de los usuarios son jóvenes de entre 25 y 29 años, ubicados dentro de los denominados s ectores medios bajos , el 43% completó apenas los estudios secundarios. Cerca del 70% de los usuarios proviene de sectores m edios inferiores o b ajos . La mayoría de los usuarios del transporte público son trabajadores jóvenes, los sectores más explotados de la clase trabajadora. La precariedad del transporte tiene estrecha relación con la precariedad de la salud, de la vivienda, de la vida. Durante el día se trasladan alrededor de 1 millón y medio de usuarios desde sus viviendas en GBA a sus trabajos en Capital. Para la mayoría de esos trabajadores acceder a una vivienda en Capital es prácticamente imposible, es por eso que deben viajar entre una y dos horas diariamente para trasladarse a sus trabajos. A las jornadas de entre 8 y 10 horas que cumplen, se suma entonces el tiempo que insume viajar cada día hasta el trabajo. Si un trabajador demora una hora de ida y otra hora de vuelta (en el mejor de los casos y sin contar los tiempos de espera), habrá gastado en un año, 490 horas, es decir, ¡más de 20 días al año!, tiempo por el que los empresarios no pagan un solo peso; quienes lo pagan son los trabajadores en sus cuerpos, su salud y su cansancio. No es solo la cantidad de horas de viaje que se sustraen al tiempo libre de los trabajadores y a su descanso; es el hacinamiento, el viajar parado (en los colectivos que tienen en promedio solo 25 asientos) o directamente aplastado contra las puertas y ventanas (en el caso de los trenes), es el estado calamitoso de las unidades, las demoras; es el conjunto de las condiciones de viaje y además del riesgo de muerte. La cantidad de víctimas de crímenes sociales como Once y Castelar, y otros miles de accidentes , (aproximadamente 2.000 solo en 8 años, entre las líneas Mitre y Sarmiento), hace que los usuarios no solo dejen su vida en las fábricas, sino también mientras viajan. Todo esto para que Randazzo termine reeditando la vieja fórmula de Schiavi, al hablar de una (mala) cultura del usuario , para desligarse, al igual que Macri, de la responsabilidad de haber mantenido la herencia neoliberal del sistema público. El cinismo no tiene límites para los funcionarios.

“Las concesionarias deben irse” Entrevistamos a Claudio Dellecarbonara, dirigente del PTS, delegado de la línea B de subte y candidato a senador nacional por el Frente de Izquierda. IdZ: ¿Cuáles son las causas de la crisis del transporte público? El transporte argentino está en crisis hace años y se va profundizando; con esta dinámica no se ven perspectivas de poder solucionarse. Hoy estamos en presencia de un gobierno que se define nacional y popular y sin embargo ha sostenido en su mayoría todas las políticas que se dictaron en la década de los ‘90 con el avance de las privatizaciones: una planificación totalmente desordenada en función de garantizar –mediante subsidios o aumentos de tarifa– las ganancias de las empresas que están a cargo de las concesionarias de servicios y las grandes empresas automotrices. Y, a su vez, de transar con las burocracias sindicales, responsables del asesinato de Mariano Ferreyra, y así sostener un entramado de corrupción y vaciamiento. Una planificación irracional que desenmascara un gran negocio: por ejemplo, un medio de transporte como el automotor que es altamente contaminante y produce tantos accidentes, se ha privilegiado en detrimento de otros como el ferrocarril o el subte. En ningún momento se contemplan los intereses de las mayorías que somos los que utilizamos el transporte público: los trabajadores, los jóvenes, los jubilados, los sectores oprimidos. IdZ: ¿Qué pensás de que se incrimine a los trabajadores del ferrocarril o el subte por el mal estado del transporte? No es casualidad que Macri cuando se hizo la extensión de la línea B haya lanzado una campaña contra los trabajadores denunciándonos por “hacer política” y “tener a los usuarios como rehenes” ni que el gobierno nacional con Randazzo como vocero esté haciendo una campaña tratando de responsabilizar a los conductores de las fallas de los trenes o en el subte con el fallecimiento de un compañero que fue arrollado y otro que murió electrocutado. Ellos son socios de la ganancia empresarial de las concesionarias y por lo tanto son responsables del estado del transporte y de los crímenes sociales de Once, Castelar y Flores. También lo son de los muchos accidentes y muertes de trabajadores, como ocurrió recientemente con un maquinista del Belgrano o en el subte durante las inundaciones de abril, cuando se electrocutó un compañero. Para tratar de camuflar su responsabilidad pretenden generar un sentido común

contra los trabajadores en general, sobre todo contra aquellos –como es nuestro caso– que venimos denunciando todo esto, que nosorganizamos y peleamos contra las condiciones de explotación no sólo salariales sino también laborales. Eso es lo que realmente le molesta a la clase capitalista. IdZ: ¿Qué salida hay a la crisis del transporte? Para pensar un transporte cómodo, eficiente y seguro, las empresas concesionarias que están garantizando solo sus ganancias deben irse del transporte público. Antes de eso deben abrir los libros de contabilidad para ver dónde esta el dinero que se robaron, porque los subsidios que recibieron fueron a enriquecerlos y no a mejorar el servicio, y todo ese dinero debe volver. Hay que crear un organismo estatal único que se encargue del transporte, y así revertir la descentralización de organismos que regulan el transporte que al ser compartimientos estancos, garantizan los negocios empresariales y generan una casta de burócratas sindicales y políticos. Este organismo debe ser controlado por los trabajadores y usuarios para que se planifique en función de las necesidades de los que lo usamos. Esto debe ser parte de un programa político más general de cómo se deberían planificar en forma racional todos los ámbitos de la economía de un país, y a nivel mundial para desarrollar armónicamente las fuerzas productivas para ponerlas al servicio de las enormes mayorías. Por eso no se puede pensar que todos estos cambios se van a dar evolutivamente teniendo más diputados o sacando leyes. Las bancas que consiga el Frente de Izquierda en estas elecciones tienen que estar puestas al servicio de fortalecer la lucha y la organización de los trabajadores, usuarios, vecinos y sectores populares, para poner esas fuerzas en las calles. Porque hay que poner a funcionar no solo el transporte sino la salud, la educación, la energía, en función de la mayoría. La clase obrera esta llamada a jugar un rol histórico fundamental. Somos los que manejamos los resortes de la economía y somos los que podemos con esa fuerza impulsar a los sectores oprimidos a dar esa pelea y poner el sistema de cabeza, terminando con este sistema capitalista.

Entrevistó: Yamila Cairu.


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¿quiénes son los grandes beneficiados? Mirta Pacheco Periodista. Un grupo de empresarios con Taselli y Cirigliano a la cabeza, junto con Gabriel Romero y la familia Roggio fueron a partir de los ‘90 los grandes beneficiarios de la política privatista del transporte. Las concesiones en ferrocarriles y subterráneos iniciaron una trama de complicidades y negociados entre empresas, burocracia sindical y Estado. Si bien el gobierno kirchnerista viene anunciando quite de concesiones y supuestas “estatizaciones”, las concesionarias continúan haciéndose de jugosos contratos.

Las tres patas de un negocio millonario En 2010, el entramado entre empresas, burocracia sindical y Estado se puso de manifiesto con el asesinato del militante del PO Mariano Ferreyra a manos de una patota que respondía a José Pedraza de la Unión Ferroviaria (UF), cuando trabajadores tercerizados reclamaban el pase a planta. Lo que “defendía” esa burocracia eran sus negocios. Pedraza inicia su carrera empresarial en 1993 cuando Menem le otorga la concesión del Belgrano Cargas S.A. a la UF y pone en el directorio a su esposa. En la línea Roca, su sobrino Maximiliano Pedraza estaba al frente de Cooperativa Unión del Mercosur hasta 2012, cuando se logró el pase a planta definitivo de un sector importante de trabajadores tercerizados. En esta línea existían hasta 2010 alrededor de 15 empresas que tercerizaban trabajos de renovación de vías, seguridad o maestranza, relación laboral consentida por el Ministerio de Trabajo de la Nación. Perduran dos empresas subsidiarias de Metrovías y Ferrovías: HERSO S.A. (de Romero); SOGESIC S.A (Grupo Roggio,) y COMSA (capitales españoles). El gobierno nacional le otorgó recientemente a COMSA la renovación de vías del tramo OnceCastelar del Sarmiento y el soterramiento de 9 kilómetros, tantas veces proclamado. Este mecanismo de tercerización sirve para reducir costos, evitando el pago de salarios de convenio. Todo con el aval del gobierno nacional.

Quién es quién en el negocio del transporte público El caso de los hermanos Cirigliano es paradigmático. Tuvieron la concesión de las líneas Mitre y Sarmiento hasta la masacre de Once.

También poseen EMFER, que remodela y fabrica unidades ferroviarias; TATSA, fábrica de colectivos; y Baires Ferrovial, que hace infraestructura ferroviaria, entre otras empresas. En cuanto a transporte de colectivos, son los principales accionistas del holding Comercio Metropolitano de Transporte (COMETRANS) que posee casi el 25% de las líneas de colectivos del AMBA, entre ellas el Grupo Plaza. Sergio Taselli comenzó sus negociados con el Estado allá por la década menemista. Manejó la concesión de las líneas San Martín, Roca y Belgrano Sur. Al frente de estas tres empresas contrata a Técnica Industrial S. A. para tareas de limpieza, seguridad y control de evasión de pasajes. Esta es una de las casi 80 empresas que le pertenecen. Otra es Materfer (Material Ferroviario S.A.), una de las principales plantas constructoras de material ferroviario, que adquiere en 2002. En 2007 cuando estalla en Constitución la bronca de usuarios, Kirchner se ve obligado a retirarle la concesión del Roca y del Belgrano Sur (ya se le había retirado la del San Martín), pero sus empresas subsidiarias continuaban haciendo negocios. Asume entonces la operatoria de estas líneas UGOFE (Unión de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia S.A.). Participan Metrovías y Ferrovías (Roggio y Romero), además de Cirigliano a través de Trenes de Buenos AireslíTBA. Al momento de la masacre de Once, la lí nea Sarmiento era controlada por TBA, al igual

que la línea Mitre. El resto de las líneas ferroviarias metropolitanas (San Martín, Roca y Belgrano Sur) estaban en manos de UGOFE, y Roggio también manejaba el ferrocarril Urquiza. A través de esta unidad de gerenciamiento los Roggio, los Cirigliano, y Romero obtuvieron grandes ganancias gracias a contratos con sus subsidiarias. Esto era imposible sin la complicidad del Estado. UGOFE firmó numerosos “acuerdos de gerenciamiento” con la Secretaría de Transporte, recibiendo como contraprestación el 6% del cobro de tarifas, compensación de costos de explotación, fondos para las obras, explotación de colaterales, entre otros. Tres meses después de Once, el Estado rescinde el contrato a TBA, y crea una nueva unidad de gestión operativa, UGOMS S.A., con participación de Metrovías y Ferrovías. »

Facturación de las principales empresas de transporte urbano. Año 2012. Empresa

Facturación (millones de pesos)

Grupo Plaza

1.299

Benito Roggio Transporte

835

Trenes de Buenos Aires (TBA)

380

Metrovías (Grupo Roggio)

348

Fuente: Prensa Económica 311.


DOSSIER

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30 Nuevos anuncios: parodia de estatización Florencio Randazzo, ministro de Interior y Transporte, anunció en enero una “revolución” en el transporte que se vería en 60 días. Casi 5 meses después sucede un nuevo crimen social en Castelar, de nuevo en la línea Sarmiento, donde mueren 3 personas y más de 300 resultan heridas. Ante esta nueva crisis, y ya sin tanta pompa, Randazzo anuncia en septiembre que el Estado asume el manejo de las líneas Mitre y Sarmiento, anuncio que se suma al realizado para el San Martín, Belgrano Sur y Roca. Y serán los organismos estatales SOFSE (Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado) y ADIF (Administradora

de Infraestructura Ferroviaria) los que asuman el control. Pero esta parodia de reestatización de la operación y administración, en verdad un quite de concesiones, deja en pie todo el sistema de empresas subsidiarias de los otrora concesionarios. Las empresas que desde la década de 1990 se beneficiaron a costa de desinversiones continúan haciéndolo. SOFSE, mediante la resolución 1083/13, solo adquiere mayor relevancia ya que controlará la ejecución de las obras que estén en curso de UGOMS (Ferrovías y Metrovías), además de continuar contratando a esas empresas para realizar los trabajos anexos a la operatividad de ferrocarriles.

RESIStENCIA ObRERA AL DESguACE Juan Carlos Cena

Ferroviario desde los 12 años, participó de luchas históricas en defensa de los FFCC argentinos y en el Cordobazo. Especialista en transporte ferroviario e impulsor del Movimiento Nacional por la Recuperación de los FFCC Argentinos. Presentamos aquí extractos de su exposición realizada en la UTN FRBA el 13/09/2013. Cualquier mercancía que se elabora en una fábrica o en el campo recién toma valor cuando interviene el transporte. Por eso todos los Estados deben tener especial atención en el transporte. La historia de los ferrocarriles nacionales está cruzada por el carácter semicolonial y dependiente del Estado argentino y su relación con el imperialismo, primero británico y luego norteamericano. Con la nacionalización del ‘48 el ferrocarril deja de ser una empresa privada para ser un servicio público, con todas sus virtudes y defectos. En ese período aparecemos los profesionales que fabricamos locomotoras diesel y de vapor, vagones, coches, rieles. Después que lo derrocan a Perón viene el primer informe sobre el déficit del ferrocarril, de Verrier en 1957, secretario de Hacienda del gobierno de Lonardi. Ahí empieza toda una política de Estado de destrucción del ferrocarril que continúa hasta la fecha. Nunca pudieron quebrar o imponer nada a los ferroviarios a pesar de la represión. Nos reprime hasta Perón. En la huelga del ‘50 Eva Perón va a Remedios de Escalada y pide que levanten el paro, los obreros le dicen que no y ella los insulta. Los obreros pedían que lo sacaran al Pedraza de ese tiempo que también era vicepresidente de los ferrocarriles. La clase obrera, a pesar de su adhesión al peronismo, no perdió su condición de clase. Después de 1958 viene una ofensiva feroz contra el ferrocarril y la destrucción se impone a garrotazos. El Estado no quiere más el ferrocarril, la indicación la da el imperio, viene el transporte automotor. Llega a la Argentina Larkin, que fue el director de transporte en la segunda guerra mundial por EE. UU. Un hombre de Eisenhower

y por lo tanto de la General Motors. A partir de ahí se instala la industria del transporte automotor y las consecuencias las paga el pueblo. En los países capitalistas centrales, estos han privilegiado al sistema ferroviario. Es decir, son capitalistas pero no estúpidos, le dan un lugar privilegiado como modo de transporte. No únicamente porque es más barato, sino porque ahorran combustible, reducen el costo de mantenimiento de las carreteras, bajan los accidentes de tránsito y la polución. En el año ‘60 nos aplican el Plan Conintes, que fue ideado por Perón pero aplicado por Frondizi, represión mediante. Nos mandan a los militares que nos meten a todos en cana en nuestros lugares de trabajo. Tenemos compañeros muertos y desaparecidos ya de ese entonces. En el ‘61 hacemos la gran huelga de 42 días contra el Plan Larkin. La ofensiva de la última dictadura militar no viene contra las organizaciones armadas. El 75% de los desaparecidos son obreros. A nosotros en el ferrocarril nos matan a unos 111 y empiezan a desaparecer, no en la dictadura, sino en el gobierno de Isabel. Viene después la ofensiva de Alfonsín. terragno es el ejecutor. Nombra de director de las empresas públicas a Losovich, presidente de la cámara de industriales del transporte automotor, al ferrocarril nos mandan al dueño de FATE, Bronner. Toda esta debacle termina en la época de Menem con la ley Dromi, de Reforma del Estado. Los ferrocarriles se concesionan, no se privatizan. La infraestructura sigue siendo del Estado. Se alquilan las líneas ferroviarias y para que las empresas obtengan ganancias se inventa lo de los subsidios. Es cuando viene el gran negociado.

Se organiza una alianza entre el Estado, los concesionarios y los dirigentes gremiales que sigue hasta la actualidad. La última gran huelga fue en el ‘91, ‘92, dirigida por los jóvenes que se escaparon de las estructuras de La Fraternidad, de la unión Ferroviaria y parte del Personal de Dirección. Protagonizaron una huelga de 45 días contra el menemismo. Desde la prensa y los medios se instaló que nosotros teníamos la culpa del déficit nacional. La sociedad lo aceptó. La misma operación puede verse en los ataques políticos a los trabajadores del Subte y ferroviarios por parte de los gobiernos de la Ciudad y nacional. Buscan enfrentar a los usuarios con los trabajadores para hacerlos responsables del estado calamitoso de los servicios y preparar ataques más duros. La destrucción del ferrocarril son los 37 talleres que se cerraron, 85.000 ferroviarios despedidos, 1.200 pueblos fantasma, los muertos y accidentados de todas las semanas. Once y Castelar fueron verdaderos crímenes sociales. tenemos dos ferrocarriles: el presente, que está acá, en crisis; y el ausente, que no está en el interior del país y las economías regionales que dependen del flete del camión. una tonelada de soja cuesta igual desde Chaco a Rosario, que desde Rosario a Ámsterdam. ¿Y qué es lo que tenemos que hacer? Y bueno, tenemos que seguir peleando, en forma empecinada junto al pueblo, seguir trabajando de esa misma manera con los compañeros y diciendo la verdad. “La verdad, magna palabra”, dijera Hegel. A esa magna palabra hay que tenerla presente en todo momento. El ferrocarril es un bien nacional, por lo tanto decimos los ferroviarios, es una cuestión nacional.


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“La idea sería que el gigante se vertebre” En el número 2 de IdZ entrevistamos al historiador Daniel James con el formato de un diálogo entre las lecturas históricas y las experiencias actuales del movimiento obrero en Argentina. En este número, visitamos al sociólogo Juan Carlos Torre, autor de La vieja guardia sindical y Perón, y El gigante invertebrado. Paula Varela y Leonardo Norniella (dirigente obrero de Pepsico) dialogaron con él sobre el clasismo cordobés, la distancia entre lo sindical y lo político, y el sindicalismo de base en la actualidad.

TorrE Por TorrE Me preguntaban “¿qué libro suyo sería el que recomendaría leer?”. Yo tengo dos libros. La vieja guardia sindical que es la historia de un puñado de dirigentes que en algún momento creyeron que podían tocar el cielo con las manos y solamente comprobaron, rápidamente, que ya alguien había ocupado el cielo. Algunos retrocedieron, otros se fueron a la casa, otros se plantaron. Pero una mayoría decidió: “bueno, se acabó, eso fue un sueño”. Y después tengo otro libro dedicado a las luchas sindicales

y obreras durante el ‘73-76, o sea, la vuelta de Perón al gobierno. Ese es un trabajo sobre prácticas obreras y sindicales. Y yo creo que ese vale la pena leerlo. Lo publiqué en el año ‘83 y se llamaba Los sindicatos en el gobierno, 1973-1976. Después, volviendo sobre el tema, me di cuenta que en ese libro estaba hablando del gigante invertebrado. ¿Qué quería decir el gigante invertebrado? Es un gigante, o sea, pesa. Invertebrado, o sea, su peso no lo controla él. La idea sería que el gigante se vertebre.

La entrevista como intervención política

PV: Está por salir la segunda edición de El obrerismo de Pasado y Presente. Documentos para un dossier (no publicado) sobre SITRACSITRAM, con prólogo suyo. ¿Cómo llegó hasta el clasismo cordobés? JCT: Comencé como militante del movimiento estudiantil. Terminé mis estudios y, formado como había sido en las ideas de izquierda, entro en contacto con un grupo disidente dentro del PC, promotor de una experiencia intelectual que se recuerda mucho en Argentina. Pasado y Presente, con base en Córdoba, tenía como telón de fondo una ciudad universitaria y un marco industrial. Ahí convergían intereses de tipo intelectual con intereses más de intervención política. Y, animados por ese interés de intervención política, pensamos en producir un acercamiento a lo que en ese momento comenzaba poco a poco a ser un clima de efervescencia obrera en las fábricas, en el complejo industrial de Córdoba. Estamos hablando de los años ‘63-64. Ese acercamiento no solo estaba motorizado por esa realidad social e industrial de la ciudad de Córdoba, sino también por nuestras propias lecturas, que se nutrían muchísimo de la producción de izquierda italiana. No por azar, Pasado y Presente es un homenaje a Antonio Gramsci, fundador del PC italiano que va a morir en las cárceles de Mussolini. Él fue, entre otras contribuciones notables, uno de los que subrayó la importancia de los consejos de fábrica, un equivalente acá pueden ser las comisiones internas. Pero en todo caso era la representación de los trabajadores in situ, y no de los sindicatos, sino de los propios trabajadores. Con ese estímulo intelectual, con una »


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IDEAS & DEBATES

“ Uno de los rasgos del panorama actual es la proliferación de comisiones internas en grandes empresas fuera del control de las grandes maquinarias sindicales.

observación más o menos de cerca de lo que pasaba en Italia (Italia va a vivir en el año ‘68 lo que se llama el Otoño Caliente, una movilización de la clase obrera muy grande), y la realidad de Córdoba, es que nos estimuló a hacer un trabajo. ¿Pero cómo pensamos este trabajo? Una manera de encararlo es hacer de periodista, ir con un cuaderno de preguntas, poner el micrófono y escuchar. Termina la entrevista, se transcriben las respuestas y ahí quedó todo. Nosotros entendíamos que era una forma de acercarse al objeto que nos interesaba demasiado escolar y comenzamos a hablar de la entrevista como intervención. Para eso nos inspiramos también en experiencias italianas, en donde quien entrevista no se queda apenas a recibir la respuesta del entrevistado sino que discute con él, en un contexto de una reunión colectiva, de modo que lo que comienza siendo preguntas y respuestas, luego va transformándose en una suerte de coro, todo el mundo va contribuyendo, y quizás al final de esa conversación la gente termina con la cabeza cambiada. El que va a entrevistar, porque se encuentra con un mundo que desconocía, y los que son entrevistados (en este caso los obreros), teniendo oportunidad unos y otros, de discutir en público, y escuchar otra voz, en la búsqueda de argumentos o justificaciones de lo que uno dice, se va enriqueciendo la experiencia. Y eso fue lo que se intentó hacer. Los materiales de esa experiencia, por las vicisitudes de la época, quedaron ignorados. Afortunadamente hoy podemos volver sobre ellos porque han sido recuperadas las notas que se tomaron con vistas a escribir ese trabajo.

La experiencia de fábrica (o nuevamente sobre la doble conciencia)

PV: ¿Y qué rescata de esa experiencia? JCT: Lo que cualquiera hoy puede capturar leyendo esos materiales: las potencialidades de la experiencia de fábrica y los límites de la experiencia de fábrica. Algo que advertimos ahí es que el compromiso de los militantes con una tradición socialista en sentido amplio, los hizo

muy rápidamente descollar entre sus compañeros. Cuando digo compromiso digo lo siguiente: para hacer penetrar una voz cuestionadora que quiebre la dominación de la patronal se necesita una dosis de recursos personales que no todo el mundo tiene. Esos recursos personales tienen mucho que ver con un compromiso a largo plazo. El compromiso a largo plazo por una idea socialista blinda al militante sindical frente a las contingencias del momento y le hace ver los reveses inevitables desde una perspectiva distinta. Si uno no tiene una perspectiva a largo plazo, el revés puede ser fatal. Una derrota puede ser terminal. Pero si uno tiene una proyección hacia adelante puede digerir las derrotas y por supuesto potenciar la victoria. Entonces, un componente fundamental de la militancia de base es esa mirada larga, que le da una tradición. Otro componente base importante es alguna dosis de audacia personal. Audacia personal significa sacrificio personal. Eso explica lo que vimos en Córdoba, pero lo que vemos toda vez que echamos una mirada sobre el panorama contemporáneo. Uno de los rasgos del panorama actual es la proliferación de comisiones internas en grandes empresas fuera del control de las grandes maquinarias sindicales. Y en general, bajo la gestión de militantes de izquierda. Ahora bien, las potencialidades de esa lucha son muy grandes. Pero una de las cosas que también vimos es que esos logros, esas victorias que se obtienen en las luchas, cuando quieren ser proyectados fuera del mundo de las fábricas, no siempre dan buenos resultados. Los trabajadores van a apoyar en sus luchas de empresa a militantes aguerridos de tradición socialista, pero cuando llega el momento de las urnas, el momento de ponerse la camiseta política, muchas veces miran hacia otro lado. LN: Pero, ¿a qué se lo atribuye? JCT: A mí me gustaría conocer qué pasa ahora, como no estoy en ese frente… LN: Cuando hicimos la entrevista con James, nos planteaba algo parecido: “bueno, ¿pero en Kraft cuántos van a votar al FIT?”, y nosotros le dijimos “el 20% más o menos”. Eso no quedó

en la entrevista pero hubiese sido un golazo. En Pepsico, de una fábrica de 600, 120 compañeros y compañeras se llevaron boletas para votarnos. Un porcentaje muy alto. Ahora, el punto –para mí–, está en qué obrero se forja. Porque después del menemismo nosotros, que militamos en la fábrica, tuvimos que hacerle reconocer a los obreros que tengan confianza en sus propias fuerzas. O sea, se partió desde muy abajo. La primer asamblea que se hizo en la fábrica (yo no era delegado), los convencí a los que eran delegados de que hagan una asamblea y la gente decía “¿esto qué es?”. Yo pregunté: ¿nunca hicieron una asamblea en el colegio? (yo había estado en un centro de estudiantes). Nunca. Bueno, entre esos obreros y hoy, con 10 años de kirchnerismo, se nota que hay mucha más politización. Lo que veo hoy es que el kirchnerismo no tiene corriente propia en el movimiento obrero. Y eso es una pata floja de ellos, y es una oportunidad para hacer política para nosotros. Por ejemplo, en esta elección hay muchos compañeros de las fábricas que son candidatos, entonces, hablan con sus familiares, en el barrio, hacen campaña, y creo que eso, por lo menos allá en Zona Norte, que obreros que no son militantes partidarios y son referentes de la fábrica, sean candidatos del FIT, es muy novedoso. Y los compañeros los votan también porque ven la actividad en la fábrica. Entonces, un problema nuestro de la izquierda es el punto de cómo se hace política dentro de la fábrica. Si vos te quedás solamente con los reclamos sindicales o el conflicto, y no buscás las formas de hacer avanzar la conciencia de la clase obrera es difícil, porque no es que si vos ganaste un 35% de aumento, votan automáticamente al FIT.

La importancia de la continuidad

JCT: Dijiste una cosa muy importante, “de dónde venimos”. Entonces mencionaste el estado de desmovilización, si vos querés de apatía, que significó para parte del mundo del trabajo la experiencia de Menem. Entonces comenzás desde allí, a través de la práctica y no de la teoría, a instalar en esa gente la conciencia de que si se plantan, pueden. Y que se saquen de encima esa idea de que “el mundo es así”. Entonces decís “hemos avanzado” y la continuidad de esta experiencia es la clave. Cuando yo vuelvo sobre la experiencia del SITRAC-SITRAM, me gana una sensación de tragedia, porque los tipos de repente desaparecen. No es que se quebraron y tampoco fueron corrompidos por el consumismo capitalista. Aquí fue simplemente la acción brutal del terrorismo. Yo tengo la sensación de que allí la historia se vuelve trunca. Lo ideal sería que no tuviéramos que comenzar del principio cada vez. Hay que hacer todo lo posible para que estas experiencias no naufraguen. ¿Qué hacer? Porque hay cosas que podés decidir y hay cosas que no. Podes decidir equivocarte, y eso se llama sobregirarte. En un punto, los trabajadores de esas fábricas (SITRAC-SITRAM) que estaban movilizadas, se cansaron del estado de asamblea permanente al que los delegados los estaban forzando. Y yo digo, atención compañeros, esa gente también es padre de familia, también tiene su casa, también tiene su club. Yo puedo entender que un militante


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haga de la militancia toda su vida, pero el obrero común no. Entonces, atención a sobregirarse y no convertirse en el equivalente a “ah, esos tipos todos los días hinchando las pelotas”, porque eso puede torpedear la experiencia y ayudar a discontinuarla, a quebrar la trayectoria. Y el otro plano que me interesaría subrayar es el menú. Vos me decís, “ahora la gente se presenta a elecciones, compañeros de la fábrica”, y a mí me parece muy importante que se logre algún triunfo electoral, aunque sea un pequeño triunfo electoral, de un concejal, o sea que el hombre de la corriente de izquierda de la fábrica, no se resuma apenas en obtener un mejor salario, sino por haber obtenido, por ejemplo, un jardín de infantes en el barrio. PV: Usted dice que hay dos problemas que surgen de la experiencia del clasismo que no pueden no tenerse en cuenta hoy: uno es el vanguardismo y el otro es el de tener un programa sindicalista-corporativo que deje afuera necesidades de la clase obrera en el ámbito extra fabril. ¿Cree que la potencialidad de la experiencia del clasismo no pudo llevarse hasta el final por esos errores? Porque si uno quisiera pensar hoy el sindicalismo de base bajo el prisma de la continuidad o ruptura con el clasismo cordobés, ese balance es central. JCT: Yo creo que ese desenlace fue trágico, pero los componentes son múltiples. Me parece que la contribución que pudo haber hecho una conducción sindical que se equivoca es importante pero no relevante. El país estaba metido en una vorágine política que complicó todo. En ese balance no veo un fracaso, parto de un desenlace trágico. Hubiera sido un fracaso si esas conducciones hubieran cometido errores que después se volvieron en contra suyo, quizás algo de eso pudo haber habido, el exceso de gimnasia militante. Pero me parece que en la coyuntura de la época, no es tan central. Me parece que allí las cosas son de otra naturaleza. PV: Y para pensar en clave de apuestas políticas, a 40 años de la experiencia del clasismo, con una clase obrera fragmentada, ¿hoy vale la pena apostar a una experiencia que trate de potenciar el poder obrero desde el mismo lugar (la fábrica)? Porque uno de los conceptos que más aparece en el libro sobre Sitrac-Sitram es el de autonomía de la clase obrera y el de la organización de fábrica como organización de poder obrero que podía generar esa autonomía. ¿La perspectiva de una clase obrera independiente es actual o no va más? JCT: Para que a esa ambición de comenzar a caminar sobre las bases de la movilización obrera se la considere caduca, habría que partir de esta idea: que hoy ya no hay más obreros. O mejor dicho que hay 3 obreros, los otros 7 no son obreros, pertenecen al mundo de los precarios, desocupados. Yo no creo que sea el caso. Creo que se tiene que seguir apostando ahí. Ahora, apostar a esas experiencias de clasismo, porque estamos hablando de clasismo... ¿clasismo qué quiere decir? La clase obrera camina sobre sus propios pies. Eso es clasismo. Ahora, ¿el clasismo como tal es una consigna que uno debe levantar urbe et orbi para todo el país? No. ¿Por qué? Porque los obreros no son todo en este

momento. Pienso que cualquier otro tipo de intervención que aparezca, además del clasismo, debe ser bienvenida. Por eso les decía, tratemos de ver si el menú de opciones que ofrece el partido, el arma política de esta experiencia del sindicalismo de base, puede hablar algo más que para el mundo obrero, porque el mundo obrero se ha encogido. Sigue siendo importante, y quizás allí está la mayor fuente de continuidad, pero se ha encogido. Y quiero hacer esta precisión: cuando digo algo sobre el achicamiento del mundo obrero, no digo el achicamiento del mundo de la gente que tiene que vender su fuerza de trabajo. El obrero en este caso que yo tengo en la cabeza, es el que trabajaba en la fábrica y con un empleo estable. Ese, en algún momento era todo. Ahora se ha comprimido porque está el trabajo precario, los transitorios, y después están aquellos que ni son transitorios. Y una novedad de los tiempos contemporáneos, uno podría decir, del desenlace del neoliberalismo bajo Menem, es que aparecen los pobres. El mundo de los pobres suscita una cantidad de formulaciones, discursos, la gente por ahí se siente más enganchada con el pobre porque el pobre en principio, no aparece como inquietante, el obrero sí porque puede parar una fábrica o una empresa. Lo que quiero decir es que en el ‘70 todavía podemos hablar de un mundo del trabajo bastante compacto y homogéneo, hoy día se ha fragmentado, y la centralidad de los problemas de la fábrica hoy día está compartida por la centralidad de los problemas extra fábrica que es el mundo de la gente que está en pampa y la vía. LN: Por ejemplo, con las inundaciones de este año, nosotros tuvimos una pelea con la empresa porque propusimos que los trabajadores lleven cosas y repartirlas nosotros como comisión interna, y la empresa quería que la gente lleve al canasto de la empresa que la empresa iba a repartir. Fue toda una discusión, por suerte bien tomada por los trabajadores. Lo mismo pasó en Kraft. En la mayoría de las internas que dirigimos en Norte tuvimos esa política. Y yo creo que eso tiene que ver con los votos al FIT. Con los de Kraft fuimos a un barrio, Las Tunas, que se inundó porque hicieron un country con un paredón; el agua no corre y se inundó el barrio. Entonces fue la gente a romper el paredón y los sacaron a los tiros la seguridad, y nosotros fuimos ahí desde Kraft, desde Donelley, con muchos activistas y compañeros de las comisiones internas, que no son militantes. Eso, me parece que une un poco más el tema de lo sindical y lo político.

La izquierda y la fábrica

JCT: Quería aprovechar una frase sobre el mundo de la fábrica. Una hipótesis sobre el tema de cómo es que corrientes de izquierda, del sindicalismo combativo, logran una presencia en la fábrica. Para mí el sindicalismo argentino, el convencional, es un sindicalismo que llega hasta las puertas de las fábricas. Si discute algo, discute fuera de la fábrica, discute salario. Pero no entra a la fábrica ni discute sobre condiciones de trabajo. El sindicalismo tradicional le dice a la patronal: “lo que pasa adentro de la fábrica es asunto suyo”. Y ha dejado, por lo tanto,

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“ Para que esa ambición de comenzar a caminar sobre las bases de la movilización obrera se la considere caduca, habría que partir de esta idea: que hoy ya no hay más obreros. Y yo no creo que sea el caso.

la mayoría de las fábricas desguarnecidas, sujetas al arbitrio de la patronal. Eso crea la ventana para la militancia de izquierda. PV: De hecho, el sindicalismo tradicional tuvo la política activa (no sólo reactiva como suele interpretarse en la literatura académica) de abandonar el lugar de trabajo en la mayoría de los establecimientos y, en algunos casos, de apoyar la política de desindicalización de varias plantas. La precarización laboral no es solo en el mercado de trabajo (precarios, temporarios, tercerizados, en negro), sino también una precarización de la organización sindical de fábrica que es el complemento perfecto del empeoramiento de las condiciones de trabajo. Cuando en FATE conquistaron la Comisión Interna y luego la Seccional San Fernando (20072008), lo que planteaban varios obreros en las entrevistas era que los viejos delegados de planta garantizaban una sola cosa: que cuando se marcara el standard en la línea (que establece la velocidad de la máquina), los delegados no estuvieran en la planta. O sea, allí donde la comisión interna se mantenía, garantizaba que no hubiera organización gremial a la hora de establecer los ritmos de trabajo… Esa horfandad en que quedaron los trabajadores en la planta también es central para entender el peso que ganó la izquierda en las comisiones internas. LN: Es verdad, la mayoría de las veces nos encontramos nosotros solos contra la burocracia. No tenemos competencia. Al resto de la izquierda tampoco le entusiasma mucho ir y meterse en las fábricas. Y es loco, porque hay un terreno fértil en la fábrica. Y la patronal se da cuenta. En Zona Norte comienzan a haber algunos ataques a comisiones internas combativas. Como puso un compañero en el periódico: “algo bueno se está cocinando en zona norte”. El sábado (24/08) hicimos un encuentro a raíz de los despidos de los contratados de Kraft y del fraude a las compañeras de Kromberg, y había como 200 obreros entre delegados y activistas, de distintas fábricas. Eso, más el posicionamiento que logró el FIT, da para pensar bien qué es lo que se está prefigurando en zona norte que es una zona de mucha concentración obrera.


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Producción del saber y lucha de clases en la Universidad contemporánea

Transición histórica y “revolución pasiva” del orden universitario mundial EMMANUEL BAROT Profesor de filosofía en Toulouse II -Le Mirail, autor de Camera política y Marx au pays des soviets ou les deux visages du communisme, entre otros. “Y aún cuando la necesidad económica era la principal fuerza motriz del progresivo conocimiento de la naturaleza […] Quienes se ocupan de esto pertenecen a su vez a campos especiales de la división del trabajo y se imaginan trabajar en un dominio independiente. Y en la medida en que constituyen un grupo independiente dentro de la división social del trabajo, sus creaciones, incluyendo sus errores, ejercen una influencia retroactiva sobre el desarrollo social de conjunto, incluso sobre su desarrollo económico. Pero, de todo modos, ellos no dejan de estar bajo la influencia dominante del desarrollo económico.” F. Engels, “Carta a Conrad Schmidt”, 27 de Octubre 1890.

1. La internacionalización de la crisis universitaria Desde los “treinta gloriosos”, la cuestión universitaria ha estado en el corazón de las políticas económicas de los países imperialistas. La Unión Europea ha elaborado de forma específica, desde los años ‘90, una ideología regional centrada en “la inversión en la inteligencia” y la excelencia científica: “la economía del conocimiento” ha sido punta de lanza del nuevo “Espacio Europeo de la Enseñanza Superior”. Pero en razón de la interconexión orgánica de las dinámicas en el plano mundial –de la cual es expresión el flujo internacional creciente de estudiantes y de profesores–, esta ideología sirve, en realidad, de caballo de Troya de las reformas al plan mundial. Como prueba, la Universidad ahora se convirtió en teatro de conflictos, también estructurales, en los países llamados “emergentes”. Estados Unidos y Europa están acostumbradas a los movimientos estudiantiles masivos desde los años ‘60, los últimos ejemplos fueron franceses e ingleses, por ejemplo, en la primavera del 20091 y el otoño del 2011, respectivamente. Pero hoy en

día, nuevos actores toman la palabra; los más avanzados: Chile, que conoce desde 2011 movilizaciones sin precedentes; este mes de septiembre los trabajadores de la educación y los estudiantes mexicanos se manifiestan una vez más –lo mismo ocurre en Grecia– contra las reformas educativas y la privatización de la industria del petróleo. La imagen de la juventud trabajadora y/o estudiantil que se levanta desde 2011 en los países árabes, es un verdadero espíritu de los tiempos” (Zeitgeist decía Hegel) neo-altermundialista de la “indignación” (desde Madrid al “Yo soy 132” mexicano, pasando por los “Occupy” neoyorquinos y la “Primavera del arce” en Québec en 2012), y el levantamiento en Turquía en junio de 2013 y, finalmente hemos visto este verano boreal, en San Pablo, toda una nueva generación brasileña entrar en lucha contra una sociedad que produce miseria, injusticia y represión2. Aquí, en relación a la Universidad y la educación, la identidad de las principales reivindicaciones es sorprendente: rechazo a las políticas de austeridad presupuestaria, a la privatización y al desentendimiento del Estado, resistencia a los aumentos en los costos de escolaridad, a los ataques a los derechos sociales y democráticos de los estudiantes (becas o contratos de trabajo, libertad de expresión, representatividad sindical, etc.) y del estatus de los docentes y los investigadores; todo esto converge en la defensa de una educación y una investigación gratuitas y laicas, detrás de la bandera según la cual “el saber no es una mercancía” y “la educación no está a la venta”. A la homogeneización internacional de las contra-reformas y de la crisis universitaria, se responde entonces con una internacionalización de las revueltas, cuyas elaboraciones teóricas, sin embargo, siguen siendo dominadas por los restos del alter-mundialismo autonomista y por “anti-capitalismos” posmodernos y de contornos bien borrosos. Estas están afectadas por un doble límite: 1) Una débil caracterización histórica de la secuencia anterior al período actual, seguida de una mala comprensión de la historia de la reglamentación de

la ciencia y de la cultura bajo el yugo del capital. Una debilidad sostenida en la ilusión según la cual la EC (“economía del conocimiento”) y la “mercantilización del saber y de la cultura” constituirían hoy una verdadera “mutación histórica”3. 2) Desde allí, una evaluación totalmente débil de las delimitaciones estratégicas del combate a seguir y de las fuerzas socio-políticas capaces de llevarlo adelante. La crítica marxista de la economía política del saber permite superar este doble límite.

2. La secuencia histórica de una transición sin mutación Por definición una “transición” es una mezcla híbrida e inestable de lo antiguo y de lo nuevo; es necesario, entonces, tener el sentido dialéctico de las proporciones para responder esta cuestión: ¿cuál es la naturaleza de la transición histórica que afecta hoy, en el plano internacional, el modo de producción y de circulación de las ciencias y de las humanidades en las instituciones educativas? Un intelectual de renombre mundial, como Chomsky, no va a ir más allá de denunciar la “privatización de la Universidad” que “amenaza gravemente la función subversiva y emancipadora que deberían procurar en una democracia que goza de buena salud”4. ¿Es decir que “mercantilización” y “privatización” (neoliberal) son sinónimos, y sin la segunda no existiría la primera? Chomsky comparte con la mayoría de los intelectuales de izquierda una caracterización parcialmente ilusoria de la universidad que actualmente desaparece bajo los golpes de esta “privatización”, contribuyendo a dar crédito a esta visión de una verdadera “mutación”. Al contrario: asistimos en la superficie (en los “fenómenos”, diría Hegel, y no en su “esencia”) y parcialmente, a un cambio de naturaleza de la universidad: el período actual no viene de la nada, constituye una transición sin mutación, entendida como una reorganización de la Universidad nacida en la posguerra bajo la presión socio-económica de los “treinta gloriosos”. Este período, caracterizado en los centros imperialistas por el


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Foto: Pierre Metivier

impacto de la tercera revolución tecnológica, estuvo especialmente marcado por el incremento general del nivel de vida, la disminución creciente del trabajo no calificado y la homogenización aparente de las clases sociales detrás del crecimiento de las “clases medias”. Los años 1960 y 1970 han visto alimentar dialécticamente el aumento de la demanda del trabajo intelectual calificado expresando las nuevas necesidades económicas del capitalismo y el aumento de la oferta de trabajo calificado suministrado por las Universidades, tanto en las esferas de producción de mercancías, como en las de “reproducción productiva” (que participan en el desenvolvimiento de la producción, tanto en el comercio, en los servicios y en la administración) que contribuyen indirectamente a la constitución de las ganancias. Esta extensión drástica de trabajadores asalariados intelectuales de alta formación, que previamente eran esencialmente profesiones liberales, así como la formación de aristocracias obreras, ha ampliado y al mismo tiempo opacado el concepto de “proletariado obrero” y la idea de “lucha de clases”. En países como Francia, Alemania, Italia, o los EE.UU., esta configuración hizo explotar la Universidad burguesa y elitista de antes de la guerra5. Las revueltas estudiantiles, especialmente las de 1968, se dirigen contra los cuadros estrechos y aristocráticos, así como contra las pseudo-resistencias de las organizaciones de izquierda reformistas, integradas y burocratizadas. Pero atacaban también esta nueva Universidad tecnocrática naciente, destinada a formar en masa una mano de obra intelectual, tan especializada como disciplinada6. Es en este período que la fuerza de trabajo intelectual se alineó con el modelo de la fuerza de trabajo manual, adquiriendo un precio de mercado, fluctuante según la relación entre oferta y demanda. Las Universidades de este período participan de manera sistemática en

esta “mercantilización” de la fuerza de trabajo intelectual, la cual no es ninguna novedad del “neoliberalismo”, y no puede ser captada por la lógica de la privatización. Sin embargo, la mirada es parcial si nos olvidamos de que esta Universidad nacida alrededor de 1968, de un lado y del otro del Atlántico, fue constitutivamente una universidad del compromiso, especialmente en los países de Europa, que como Francia, experimentaron al mismo tiempo el desarrollo de los “servicios públicos” y la administración pública, donde la masificación de la Universidad fue acompañada de una democratización parcial y, en lo que hace a la conquista de una real autonomía del pensamiento (aunque sea relativa) en la elaboración y difusión de la enseñanza: allí las tensiones son recurrentes entre la reivindicación humanista, que defiende los principios de igualdad y libertad, haciéndose eco de la presión popular; y la conminación económica a la adaptación permanente a las evoluciones del mercado (que en particular hoy crea una sensación subjetiva de pérdida real de libertad). La Universidad desde 1968, cristalizó este antagonismo social, y su estatización ha expresado, mantenido y a la vez contenido, el equilibrio entre las dos presiones. A imagen de todos los demás servicios públicos, esta refractó en su orden el compromiso capital-trabajo de la posguerra. Compromiso bien real: la educación ha sido, es y será siempre, un instrumento de doble filo para las clases dominantes. Transformar a los proletarios en posibles sabios, es ofrecerles armas contra su explotación y opresión y un potencial desarrollo de su conciencia de clase. Sin embargo, también hay que “formarlos” bien, de manera tal que ellos hagan cambiar eficazmente la máquina productiva: toda la cuestión es procurar siempre organizar la socialización del conocimiento limitando el

alcance subversivo, y es a esto que el nuevo orden de mercado universitario mundial no busca ni más ni menos, aún hoy, que responder prioritariamente. Prolongando el período neoliberal, el capitalismo actual desde la aparición de la crisis histórica de 2007-2008, aceleró la des-democratización social y la des-masificación técnico-económica del conocimiento y de la investigación, al servicio de un management, la privatización y la austeridad presupuestaria. Mediante los mecanismos de la deuda pública, Estados endeudados y al borde de la bancarrota, reducen los costos en capital variable (masas salariales) quebrando las conquistas de los profesores e investigadores, y por otro lado, como el mercado ya no es capaz de absorber a las nuevas generaciones de estudiantes, buscan privar tendencialmente –por el aumento de los costos– de la oportunidad de asistir a la Universidad a los sectores populares, que se ven confinados a cursos cortos dominados por la adquisición de competencias polivalentes (de ahí la generalización de instituciones de segunda, marcadas por un enfoque multidisciplinario, mientras, institucional y geográficamente se reducen en número los polos de excelencia). Más allá de esta especificidad, la Universidad, estatal o no, permanece, sin embargo, como un “aparato ideológico” (Althusser), o mejor un aparato económico-ideológico, que asegura: 1) la calificación de la mano de obra requerida por el mercado, 2) justificación y reproducción ideológica del orden burgués, y, 3) conquista del consentimiento fiel de la mayor parte posible de la pequeña burguesía. La forma privatizada que estas tres funciones adoptan tendencialmente, revelan el achicamiento creciente del Estado en la regulación del capitalismo (ahogado financieramente, y por lo tanto más concentrado en sus funciones represivas y soberanas). Esto no »


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significa que la universidad estaba, antes de esta privatización, ajena a la lógica de la mercantilización7, sino que indica justamente, que el lugar de las instituciones estatales y del Estado-nación en la geopolítica del capitalismo mundial está parcialmente modificado.

3. “Revolución pasiva global” y fetichismo de lo universal en el intelectual funcionario Rechazar la tesis de la “mutación” no debe, sin embargo, conducir a minimizar las dinámicas ideológicas propias de nuestro período actual, que podemos asimilar, con la economista inglesa Phoebe Moore, heredera de Gramsci, a una “revolución pasiva global”8, aspirando a restaurar las formas arcaicas y óptimas de disciplinarización de los cuerpos y de los espíritus en el sentido del “empleo” del “capital humano”. Aunque no lo haya logrado con los estudiantes, a los que lógicamente se esfuerza en someter, esta revolución pasiva ha fabricado el consentimiento subjetivo de la mayoría de los educadores e investigadores. Pero no hay consentimiento subjetivo, sin disposición y éthos objetivo a conseguir: la protesta de los universitarios franceses en 2009 (en la que los estudiantes llegaron en un segundo momento, pero pronto la desbordaron), fue una de las más importantes de la historia de este país y de la universidad en general. Pero para el programa y para las concepciones defendidas, fue también reveladora de las contradicciones y de los cuadros asalariados altamente calificados que, sociológicamente hablando, constituyen todavía la mayoría de los empleados y cuadros del Estado, burgueses y pequeño-burgueses, altamente calificados. Estos últimos ven, tendencialmente, su estatus descalificado, su valor simbólico descualificado, y experimentan asimismo, en grados diversos, una cierta precarización, sin embargo están lejos de sufrir la proletarización vivida por los trabajadores administrativos y por los trabajadores no-docentes de las Universidades, con frecuencia ya pasados, además, bajo la aplanadora de la sub-contratación privada. En efecto, el funcionario intelectual no se beneficia directamente con el reparto de las ganancias, y ya no es el apólogo incondicional del progreso capitalista que era, antes de la guerra, en la Universidad elitista que la burguesía reservaba para sus hijos. No obstante permanece objetivamente interesado en el mantenimiento de la relación capitaltrabajo, por lo cual en una de las tres funciones del aparato económico-ideológico, ya distinguidas antes, él es el último resorte empleado. La imagen del “col blanc”9, cuya fidelidad al capital de la empresa es comprada en acciones, primas y “stock-options”, una porción de la plusvalía social, ayer y todavía hoy funcionario, mañana asalariado de un consorcio privado o de fundación ficticiamente pública, el intelectual estándar recupera las prebendas simbólicas vinculadas a sus posicionamiento en la jerarquía cultural, y satisface, en razón de su propia formación y hábitus culturales, sus aspiraciones crónicamente individualistas, concientemente o no. De ahí su facilidad (a la imagen de la “fraseología” de los jóvenes hegelianos alemanes que defendían “no los intereses del proletariado, sino los intereses del ser humano, del hombre en general, del hombre que

no pertenece a ninguna clase, ni a ninguna realidad, y que solo existe en el cielo brumoso de la imaginación filosófica”10), perorando contra de la “mercantilización del conocimiento”, para defender “desinteresadamente” y blandir la “libertad” y el “carácter emancipador” de la cultura, –manejando este fetichismo de lo universal (que las burocracias sindicales y los partidos reformistas anudan en su corazón), en la que ahoga a los peces en las contradicciones de su posición, olvidando cuidadosamente de decir que esta cultura es el de la burguesía, y que esta emancipación se resumen para ellos en las reformas pacíficas y la democracia parlamentaria. Por lo tanto, siguen siendo, congénitamente, perros guardianes de la burguesía, como escribía Nizan en 1932, funcionarios de hegemonía les decía Gramsci, sirvientes, tanto del capital, como del Estado, que es su agente en última instancia. Trotsky igualmente, había formulado, en 1910, que no podíamos contar mucho con ellos para el proyecto comunista revolucionario, y resumía la situación así: “…no se puede atraer a la intelligentsia al colectivismo con el programa de las reivindicaciones materiales inmediatas. Lo cual no significa que no sea posible atraer a la intelligentsia en su conjunto por algún otro medio, ni tampoco que los intereses materiales inmediatos y las conexiones clasistas de la intelligentsia no puedan resultar para ella más convincentes que todas las perspectivas histórico-culturales del socialismo”11. Es por eso que: “si la conquista misma del aparato social dependiera de la adhesión previa de la intelligentsia al Partido del proletariado europeo, las cosas no irían nada bien para el colectivismo”12. El proletariado debe tratar, tanto ayer, como hoy, de forjar en su seno sus propios “intelectuales orgánicos”, sin esperar la ilusoria conversión de los “intelectuales tradicionales” a sus intereses. La fuerza de las revueltas estudiantiles contemporáneas, que tiene como fondo la creciente expansión de la clase obrera mundial, revela la especificidad contradictoria del período: una dominación burguesa particularmente reaccionaria que intenta actualizar las condiciones generales de reproducción ampliada del capital, pero cuya hegemonía está en crisis. El desafío hoy, no es como tal, ni “salvar la Universidad del Estado”, cuando está en tren de desaparecer, ni tratar de que exista cuando nunca ha sido así. Los trabajadores y los estudiantes, para revolucionar la universidad, no tienen que militar por saberes “desinteresados” o “des-socializados”: porque “la clase que posee los medios de producción material, dispone, del mismo modo, de los medios de la producción intelectual”13, se trata de denunciar y defender claramente los intereses de nuestra clase sobre un terreno híbrido, y de atacar sistemáticamente el poder burgués. Esto implica la transformación de la batería de reivindicaciones sociales y democráticas evocadas al comienzo del artículo, en reivindicaciones propiamente transitorias, ordenadas en un modo radicalmente alternativo de compartir el conocimiento racional y creativo con la sociedad; en definitiva, una verdadera resocialización comunista de su producción y su circulación.

Traducción: Matthias Flammenman y Gastón Gutiérrez.

1. Una nueva fase de contrarreformas está en curso de realización desde 2012 por parte del gobierno “de izquierda” del Partido Socialista en Francia. Esta reforma “Fioraso”, por el nombre del actual ministro de Enseñanza Superior e Investigación, continúa la reforma “LRU”(Libertad y Responsabilidad de Universidades) votada por la derecha zarkozysta en el verano de 2007, que oficialmente ha comenzado el proceso de autonomización y privatización de los centros universitarios. Para un análisis de la situación francesa hasta 2009, ver E. Barot, Révolution dans l’université. Quelques leçons théoriques et lignes tactiques tirées de l’échec du printemps 2009, Montreuil, La ville brûle, 2010. Este artículo incorpora y prolonga este libro sobre la base de estudios posteriores. 2. Para un panorama internacional de las revueltas de la juventud (no solamente estudiantil), ver C. & T. Palmieri (eds.), Springtime. The New Student Rebellions, London-New York, Verso, 2011. 3. I. Bruno & allii, La grande mutation. Néolibéralisme et éducation en Europe, Paris, Syllepse, 2010. El título lo dice todo. 4. N. Chomsky, Democracy and Education, tr. fr., Réflexions sur l’université, Ivry-sur-Seine, Raisons d’Agir, 2010, ch. V, “Education supérieure et engagement d’hier à aujourd’hui” (1999), p. 148. 5. En “La intelligentsia y el socialismo”(1910) (www. ceipleontrotsky.org), Trotsky resume así la fisonomía de esta Universidad: “La Universidad es la última fase de la educación estatalmente organizada de los hijos de las clases poseedoras y dominantes, de igual modo que el cuartel es la institución educativa final de la generación joven de obreros y campesinos. El cuartel educa las costumbres psicológicas de subordinación y disciplina necesarios para las funciones sociales propias de los mandos subalternos. La Universidad, en principio, prepara para funciones de administración, dirección y poder. Desde este punto de vista incluso las corporaciones estudiantiles alemanas conforman una institución clasista original, creadora de tradiciones que vinculan a padres e hijos, fortalecen el espíritu nacionalista, inculcan costumbres necesarias en el medio burgués y abastecen en última instancia de cicatrices en la nariz o debajo de la oreja como señal de adscripción a la raza dominante”. Ver también para el caso francés, Les chiens de garde (Los perros guardianes-1932) de Paul Nizan. 6. E. Mandel, Les étudiants, les intellectuels et la lutte des classes, Paris, La Brèche, 1979, p. 104. 7. La parte II de este artículo analizará los diferentes rostros de esta mercantilización (los viejos y los nuevos que operan en la “economía del conocimiento” y el “nuevo manegement”) sobre la base de la teoría marxista del valor trabajo. 8. Cf. P. Moore, The International Political Economy of Work and Employability, Palgrave MacMillan, 2010, Introduction pp. 8-12. 9. “Col blanc” significa “cuello blanco” así llamados, en Francia, los asalariados gerenciales (N. de T.). 10. K. Marx y F. Engels, Manifiesto Comunista. 11. L. Trotsky, Ob. Cit. 12. Ídem. 13. K. Marx y F. Engels, La Ideología alemana.


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“El Marxismo es mucho más que un método crítico” Presentamos una entrevista exclusiva a Terry Eagleton, crítico literario marxista y escritor, sobre uno de sus últimos libros, The event of literature. Además de exponer algunas de las ideas centrales de este libro, el autor nos remite a conceptos tratados ya en otros trabajos publicados en castellano, como La estética como ideología, Después de la teoría o Por qué Marx tenía razón. IdZ: Su libro The event of literature plantea que la teoría literaria ha estado en declinación durante los últimos 20 años, y que históricamente existe una relación entre las vicisitudes de la teoría y determinados momentos de conflictividad social. ¿Por qué cree que la teoría se desarrolla y alcanza sus picos más altos en períodos en que la conflictividad social es mayor? En nuestra época, la teoría literaria alcanzó su punto más álgido, a grandes rasgos, en un momento en el cual la izquierda política se encontraba en ascenso. Hubo un auge de dicha teoría

en el período que abarca, aproximadamente, desde 1965 hasta mediados o finales de la década de 1970, lo que coincide más o menos con el momento en el que la izquierda era mucho más militante, y tenía mayor confianza en sí misma, que en la actualidad. De 1980 en adelante, con el endurecido control del capitalismo postindustrial avanzado, estas producciones teóricas empezaron a ceder lugar al posmodernismo, que entre otras cosas es –como lo ha señalado Fredric Jameson– la ideología del capitalismo tardío. La teoría radical no se ha desvanecido, es cierto, pero fue empujada hacia los márgenes, y

gradualmente se fue volviendo menos popular entre los estudiantes. Las grandes excepciones a esto fueron el feminismo, que continuó atrayendo una gran cantidad de interés, y el poscolonialismo, que se convirtió en algo así como una industria en crecimiento, y aún sigue siéndolo. Uno no debería concluir, de esto, que la teoría es inherentemente radicalizada. Hay muchas formas de teoría literaria y cultural que no son radicales. Pero la teoría como tal plantea algunas cuestiones fundamentales –más fundamentales que la crítica literaria de rutina–. Donde la crítica se pregunta “¿Qué significa la novela?”, la teoría »


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CULTURA Literatura

“ La teoría es también una reflexión sistemática sobre las suposiciones, procedimientos y convenciones que gobiernan una práctica social o intelectual.

los asuntos humanos. Los seres humanos son en primer lugar naturales, animales materiales. Son el tipo de animal que necesita de la cultura (en el sentido amplio del término) para sobrevivir; pero eso se debe a su naturaleza material como especie –lo que Marx llama “ser genérico”–.

se pregunta “¿Qué es una novela?”. Hace que la pregunta retroceda a un paso previo. La teoría es también una reflexión sistemática sobre las suposiciones, procedimientos y convenciones que gobiernan una práctica social o intelectual. Es, para decirlo de algún modo, el punto en el cual la práctica es empujada a una nueva forma de autorreflexividad, tomándose a sí misma como objeto de su propia indagación. Esto no tiene necesariamente efectos subversivos, pero puede significar que la práctica esté obligada a transformarse, habiendo examinado algunas de sus consideraciones subyacentes, en una nueva forma crítica. IdZ: En el mismo libro comenta que el concepto de “literatura” es relativamente reciente, surgido durante un período de turbulencias sociales, y que reemplazó a la religión como refugio de valores estables. Pero también señala que la literatura puede ser vista como una actividad capaz de desmitificar las ideas dominantes. En La estética como ideología, planteaba también que la estética ha sido tanto una forma de interiorización de valores sociales –y en este sentido un elemento de disciplinamiento social–, así como también un vehículo de utopías y cuestionamientos a la sociedad capitalista. ¿Sigue cumpliendo el arte ese papel doble y contradictorio? Desde un punto de vista político, tanto el concepto de literatura como la idea de la estética son, sin duda, conceptos de doble filo. Hay sentidos en los que se ajustan a los poderes dominantes, y otras formas en las cuales los desafían –una ambigüedad que es también verdad para muchas obras artísticas individuales–. El concepto de literatura data de un período en el cual había una sentida necesidad de proteger ciertos valores creativos e imaginativos de una sociedad que era

cada vez más filistea y mecánica. Está relativamente hermanada con la llegada del capitalismo industrial. Esto luego permitió que esos valores actúen como una crítica poderosa a dicho orden social, pero al mismo tiempo los distanció de la vida social cotidiana y algunas veces ofreció una compensación imaginaria por ello. Lo que quiere decir que se ha comportado de una manera ideológica. La estética encontró un destino similar. Por un lado, la así llamada autonomía del artefacto estético brindó una imagen de autodeterminación y libertad en una forma autocrática, a la vez que desafió su racionalidad abstracta con su naturaleza sensorial. En este sentido puede ser utópica. Al mismo tiempo, sin embargo, esa autodeterminación era, entre otras cosas, una imagen de un sujeto de clase media, que no obedecía a la ley sino a sí mismo. Creo que esas ambigüedades permanecen en la actualidad. En las sociedades capitalistas avanzadas, donde la idea misma de las Humanidades está bajo amenaza, es vital promover actividades como el estudio de las artes y la cultura precisamente porque las mismas no tienen ningún propósito pragmático inmediato, y en este punto cuestionan la racionalidad utilitaria e instrumentalista de tales regímenes. Esta es la razón por la cual el capitalismo en realidad no tiene tiempo para ellas, y por la cual las universidades, actualmente, quieren desterrarlas. Por otra parte, todo socialista tiene claro que el arte y la cultura no son, en última instancia, los escenarios de lucha más importantes. Tienen su importancia, en particular porque la cultura, en el sentido cotidiano de la palabra, es el lugar donde el poder se sedimenta y reposa. Sin esto, es muy difícil y abstracto ganar la lealtad popular. Sin embargo, el culturalismo posmoderno está equivocado en creer que la cultura es lo básico en

IdZ: En el libro propone la noción del trabajo literario como “estrategia”, esto es, una estructuración determinada por una funcionalidad, propuesta como un especial tipo de “respuesta” a una pregunta planteada en la realidad social. ¿Cómo se lleva esta definición con la idea de autonomía de la obra, en tanto un fenómeno autorregulado? No creo que exista necesariamente una contradicción entre estrategia y autonomía. Una estrategia puede en sí misma ser autónoma, en el sentido que es una pieza distintiva de una actividad cuyas reglas y procedimientos son peculiares e internos a sí misma. La paradoja de la obra artística, al respecto, es que de hecho va a trabajar en algo que está fuera de sí misma, concretamente, problemas en la realidad social, pero esto lo hace “autónomamente”, en el sentido de que “reprocesa” o “retraduce” estos problemas en sus propios y sumamente peculiares términos. En este sentido, lo que empieza como algo externo o heterónomo a la obra, termina como algo interno a la misma. Una obra realista debe respetar la lógica heterónoma de su material (no puede decidir que Nueva York esté en el Ártico, como una obra modernista o posmodernista podría), pero al hacerlo simultáneamente arrastra este hecho a su propia estructura autorregulada. IdZ: Varias veces en este libro señala que las teorías posmodernas y posestructuralistas terminan en un fundamentalismo antiesencialista simétrico a aquellos “fundamentalismos” que se pretendían minar. ¿Siguen siendo estas definiciones posmodernas las dominantes en la discusión cultural e ideológica, o la nueva situación de crisis capitalista y cierto reemerger de la lucha de clases han dado pie a nuevos intentos teóricos que no sean teórica y socialmente escépticos? El posmodernismo es, supuestamente, antifundamentalista, pero se podría afirmar que simplemente sustituye ciertos fundamentos tradicionales


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“... el culturalismo posmoderno está equivocado en creer que la cultura es lo básico en los asuntos humanos. Los seres humanos son en primer lugar naturales, animales materiales.

por uno nuevo: concretamente, la cultura. Para el posmodernismo, la cultura es la base más allá de la cual no se puede excavar, dado que para ello se necesitaría recurrir a la cultura (concepto, métodos y demás). En este punto, cabría sostener entonces que este antifundamentalismo es bastante falaz. En cualquier caso, todo depende de lo que se considere por “fundamento”. No todos los fundamentos necesitan ser metafísicos. Existe, por ejemplo, la posibilidad de un fundamento pragmático, como podemos encontrar, pienso, en el último Wittgenstein. Respecto de la cuestión de si el discurso posmoderno sigue siendo dominante o no en nuestros días, me inclino a pensar que mucho menos. Desde el 11/9 hemos presenciado el despliegue de una nueva –y bastante alarmante– gran narrativa, justo en el momento en el que se decía con complacencia que las grandes narrativas habían terminado. Una gran narrativa –la de la Guerra Fría– se había de hecho acabado; pero, por razones relacionadas sutilmente a la victoria de Occidente en dicha lucha, ni bien terminó esa narrativa, se desató otra. El posmodernismo, que juzgaba la historia como posmetafísica, posideológica, incluso en un sentido poshistórica, fue tomado por sorpresa. Y no creo que se haya recuperado realmente. Idz: A lo largo del libro repasa, en lo que considera sus aportes y debilidades, diversas teorías literarias desarrolladas en del siglo XX y más contemporáneamente. La perspectiva marxista parece haber tenido en esta historia un importante peso. ¿Cuáles son en la actualidad los nuevos aportes que se ubican desde esta perspectiva? ¿Sigue siendo fructífera hoy esta tradición en este terreno como lo es en otros, según plantea por ejemplo en Por qué Marx tenía razón? La respuesta breve a la pregunta sobre cuáles son las nuevas contribuciones marxistas críticas es: son casi inexistentes. Simplemente, el contexto histórico no es el adecuado para este tipo de desarrollos. La obra de quien, desde mi punto de vista, es el crítico más eminente del mundo –Fredric Jameson– sigue en curso. Produce un libro brillante tras otro en una época en la que muchos críticos muy reconocidos han caído en el silencio. Pero no hay un nuevo cuerpo de crítica marxista, y dado que no se dan las circunstancias históricas propicias, uno casi no

esperaría que lo haya. Al mismo tiempo, indudablemente el marxismo no ha desaparecido, como sí ha ocurrido con el posestructuralismo (de manera bastante misteriosa), e incluso quizá con el posmodernismo. Ello se debe en gran medida a que el marxismo es mucho más que un método crítico. Es una práctica política, y si lo que tenemos es una grave crisis del capitalismo, es inevitable que de algún modo éste se encuentre en el aire. Lo mismo puede afirmarse del feminismo, cuyo momento culminante está unas décadas atrás, pero que ha sobrevivido de

manera modificada, porque las cuestiones políticas que plantea son vitales. Las teorías van y vienen; lo que persiste es la injusticia. Y mientras esto sea así, habrá siempre alguna forma de respuesta intelectual y artística a ello.

Entrevistaron: Alejandra Ríos y Ariane Díaz. Traducción: Alejandra Ríos.

TERRY EAGLETON Es un destacado teórico marxista, crítico literario, escritor y Profesor Distinguido de Literatura Inglesa en el Departamento de Literatura Inglesa y Escritura Creativa de la Universidad de Lancaster, Inglaterra. Nacido en una familia de clase obrera irlandesa de tradición católica y republicana, y formado teóricamente con Raymond Williams, es en la actualidad uno de los más destacados críticos literarios. Su perspectiva marxista le ha valido una importante influencia en el panorama de debate ideológico y político marxista, así como enconados ataques de conservadores y liberales, entre ellos el mismo Príncipe Carlos, quien ha recomendado evitar el “terrible Terry Eagleton”. Ha publicado diversos artículos en la New Left Review desde la década de 1970 hasta la actualidad. Periódicamente también, publica

artículos de crítica cultural y política en The Guardian, periódico inglés de tradición izquierdista. Entre sus más de cuatro decenas de libros escritos sobre teoría marxista, crítica y teoría literaria, y abundantes polémicas (es conocido por sus irónicos y fundamentados argumentos en el debate ideológico), se encuentran algunos de los más influyentes en el panorama marxista de las últimas décadas. Algunos de ellos, publicados en castellano son: Walter Benjamin o hacia una crítica revolucionaria, Las ilusiones del posmodernismo, La estética como ideología, Después de la teoría, Por qué Marx tenía razón, Introducción a la teoría literaria, y el reciente El marxismo y la crítica literaria –que reseñamos en IdZ 1–. Ha publicado sus memorias con el título de El portero.


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Contorno Con 10 números (entre simples y dobles) y dos Cuadernos, el trayecto de la revista Contorno estuvo marcado por los acontecimientos y discusiones de los años en que fue editada (1953 a 1959), tanto como ella misma marcó posteriormente buena parte de los debates de la intelectualidad argentina.

Ariane Díaz Comité de redacción. El grupo editor –compuesto entre otros por Ismael Viñas, David Viñas, Adolfo Prieto, Noé Jitrik, Juan José Sebreli, Adelaida Gigli, Carlos Correas, Ramón Alcalde– no tuvo una posición homogénea ni con respecto a la lectura que se haría de las tradiciones culturales, ni en cuanto a los posicionamientos políticos adoptados, que en algunos casos llevarían a alejamientos. El balance posterior de la experiencia tampoco es unánime entre ellos. Sin embargo, ésta no solo tiene frutos en lo que de conjunto constituye una renovación de la crítica cultural, que encontraría más tarde expresión en la obra de muchos de sus exparticipantes, sino que canaliza problemas en cuanto a la relación entre intelectuales y política que en los años posteriores seguirían desarrollándose, y en los que el contornismo dejará huella. Formada por jóvenes intelectuales en su mayoría provenientes de la revista Centro de Filosofía y Letras de la UBA, Contorno atraviesa hitos de la historia nacional que marcan los posicionamientos políticos de la intelectualidad.

El período previo a la “Libertadora” era el hábitat de un frente único que hermanaba, contra Perón, a sectores heterogéneos e incluso tradicionalmente opuestos (desde la oligarquía más rancia hasta el PC argentino). La Universidad en la que los miembros de la revista participaban estaba marcada por el antiperonismo, pero el golpe de 1955 romperá ese frente único, y la revista puede contarse como una de las primeras expresiones que en dichos ámbitos señale la necesidad de diferenciarse.

El denuncialismo El trayecto de Contorno en buena medida se dibuja como contraposición a la liberal revista Sur de Victoria Ocampo, referencia cultural importante de aquellos años, en cuya redacción se contaron a Borges, Bioy Casares o Girondo. Esto no la reduce a ser su mera contraparte: en este camino de diferenciación, Contorno fue sentando una nueva tradición. Uno de los primeros reproches a Sur fue su escasa referencia a la realidad social y política, aquello que el nombre elegido, Contorno, viene a contrarrestar. Para los contornistas, se atrave-

saba un tiempo de “desorientación”, donde era difícil “tomar posición”, pero en el que estaba “prohibido guardar silencio” (I. Viñas, 1953). Declarando una falta de referentes previos, se imponía la necesidad de construcción de una nueva genealogía donde encontrar su lugar, pero a su vez se criticaba el planteo generacional de Sur: “Lo que se proponen los jóvenes, más que cambiar la vida como quería Rimbaud o modificar el mundo como decía Marx, es sobre todo molestar a sus padres burgueses” (Sebreli, 1953). El “denuncialismo”, tonalidad predominante que adoptan ya desde el primer número –el aviso del segundo número incluso se autodefinía como “denuncialista”–, entendido como voluntad de ser la voz de los que no tienen voz, no sería una ubicación cómoda para quienes darían peso, en sus análisis, al origen de clase de los escritores. Ellos mismos se reconocerán según remarcan, viciados por su procedencia. Allí entra con fuerza el problema de definición del intelectual. La intelectualidad debe ser crítica, pero estará marcada por la culpa. David Viñas dirá, contra quienes buscaban en el “otro” su


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chivo expiatorio: “Hoy la culpa es de todos, y es necesario escribir y vivir como culpables [...] Los otros somos nosotros mismos” (D. Viñas, 1954). El lugar del intelectual, preocupación que se encontraba desde el primer número en artículos como “La traición de los hombres honestos” de Ismael Viñas, se ubicará así bajo el signo de Sartre, a quien remite la adopción de esta versión del intelectual comprometido, vocero de los oprimidos o excluidos, situado socialmente, interpelado a actuar, y por tanto, una figura que tiene las “manos sucias”: “individuos que escriben mojados después de la lluvia, no como aquellos que se pretenden secos, intactos, y señores de todo el Universo” (Contorno, 1956). También en este espíritu sartreano, pero adoptando un sesgo propio, podemos ubicar la apelación en su literatura a “poner el cuerpo” de David Viñas. Un eje que se mantendría a lo largo de sus tiradas es que el panorama nacional se mostraba mucho más problemático que las dicotomías manejadas en Sur, que no acertaba a ver los matices y novedades de la historia nacional, donde todo lo bueno se ubicaba del bando elegido y “lo otro” era observado como el Mal Absoluto. Rozitchner en el último número resume las diferencias con la generación anterior: “el infierno son los otros” es el postulado literal con que los intelectuales de la generación previa se manejaban, pero en Contorno se asumirá (como en la obra A puerta cerrada, de Sartre), que lo son porque nos muestran las propias miserias. Además de algunas herramientas de análisis, la matriz sartreana les serviría para sustentar los cargos con que se enjuiciaba la intelectualidad que los precedía.

Una literatura nacional Centrada en sus inicios en temas literarios, la política iría cobrando peso hasta superar los temas culturales. Pero en ese trecho, y lo que sería uno de sus legados distintivos, hay una reconstrucción de la historia de la literatura nacional, que se irá organizando a través de los fenómenos políticos y de las respectivas posiciones de clase y políticas de los autores. La relectura de Arlt del número 2, o de Martínez Estrada en el 4, desafían las definiciones canónicas sobre estas figuras, tanto de la Academia como de otras instituciones culturales – sean la misma Sur o aquellas promovidas por el PC. El número 5/6, dedicado a la novela argentina, refuerza los ataques a estos blancos a la vez que traza una nueva matriz crítica que se nutre de referencias sociales y políticas. Jitrik por ejemplo discute con los comunistas tanto como con la lectura hecha en Sur sobre Adán Buenosayres de Marechal –revista a la que no se privan de atacar también Adelaida Gigli y Rozitchner, quien la emprende contra las mistificaciones de Mallea–. David Viñas (con el apodo de Raquel Weinbaum) esboza la crítica al canon literario liberal que luego desarrollaría en su influyente Literatura argentina y realidad política, redefiniendo el lugar del romanticismo. Ramón Alcalde reseñará críticamente la lectura populista que la “izquierda nacional”, por boca de Jorge Abelardo Ramos, realizara sobre la tradición liberal –en un simplismo asimilable al de Sur invertido,

que Alcalde no considera digno de quien se considera parte de la tradición de Literatura y revolución, de Trotsky–, pero reconocerá que el imperialismo busca reforzar su dominio económico y social en el terreno cultural, así como la falta de una conciencia nacional en las clases altas y medias del país. Aunque los abordajes no son, como dijimos, homogéneos, en ellos se configura la problematización de la figura de “lo nacional” en relación a la tradición europea y americana, y se propone como clave de lectura, tanto contra los que prefieren evitarla como contra quienes hacen de ello una lectura mecánica, la condición de clase del novelista y de su público, aunque en análisis concretos que no caigan en dicotomías simplificadoras. La perspectiva adoptada no solo se delimita de las generaciones previas. El número también incluye el repaso de “escritores jóvenes” y delimitaciones como las del artículo de Osiris Troiani con el surrealismo de un Aldo Pellegrini, que considera, a contramano del original francés, despolitizado.

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“ Uno de los primeros reproches a Sur fue su escasa referencia a la realidad social y política, aquello que el nombre elegido, Contorno, viene a contrarrestar.

El divorcio con las masas La relectura de la ubicación política de los intelectuales irá tomando valores más concretos al momento de evaluar la postura frente al peronismo. Los contornistas estaban alejados de unas masas que intervenían en la vida nacional y aparecían como un factor político de peso, defendiendo una “ideología” que ellos combatían por paternalista y autoritaria. Dando cuenta de este problema, la estrategia elegida por la revista, y lo que hace predominar a partir de aquí la discusión política, será separar en el análisis a las masas de Perón, en la búsqueda de una “tercera posición”. La discusión estuvo marcada por la apelación de Sur de noviembre de 1955, donde Victoria Ocampo llama a la unidad antiperonista para “reconstruir” la nación, elogiando a los “hombres que se jugaron la vida” dando el golpe. La apelación abrirá dentro de la revista respuestas que, aunque ninguna favorable a Sur, muestran diferentes visiones del peronismo. En el N° 7/8 estallará esta discusión en la revista: mientras Rozitchner llamará a Perón “titiritero” y “Gran utilizador” (Rozitchner, 1956), Troiani afirmará que “las revoluciones que no se hacen con el pueblo no son revoluciones” en respuesta a la persistencia del discurso peronista ampliamente difundido entre las masas (Troiani, 1956). El Editorial se ubica una vez más contra las dicotomías cuyo “esquema” viene a romper el peronismo, reconociendo a la vez la falta de “herramientas” para analizar el fenómeno que arrastran. Los enfoques adoptados son diversos. Se incluyen desde perspectivas como la de Halperín Donghi, analizando sociológicamente por qué el peronismo no sería una vertiente del fascismo; hasta una ficcionalización de David Viñas donde se caracteriza a Perón como un experto demagogo al que responden unas masas casi animalizadas y la incómoda posición de un “espectador” fácilmente identificable con los contornistas. Pero también se encuentran diferencias en la evaluación de las propias posiciones asumidas frente al golpe. Mientras entre otros resalta que Ismael Viñas no deja de tener alguna esperanza puesta en la Libertadora, Troiani plantea la

necesidad de autocrítica de sus propias posiciones. Concluirá que: “a) no pudimos aceptar la mistificación peronista; ni b) la restauración oligárquica, su única alternativa; y que c) fuimos incapaces de organizar una posición revolucionaria [...] No hemos legado nada. Ni un partido de izquierda, ni una hoja periódica audaz e inteligente, ni un libro encendido” (Troiani, 1956). Masotta agregará un disenso más tajante, considerando que en su caracterización del peronismo, no distaban mucho de la visión de la que querían separarse: donde “hay víctimas y verdugos, como se ha dicho, no se puede estar con los primeros sin hacerse cómplice de los segundos”. Concluirá, en lo que parece una respuesta a Ismael Viñas que en el mismo número hablaba del “miedo” vivido durante el régimen peronista, que “el miedo es la contraparte o la otra cara del conservadurismo” (Masotta, 1956).

Matrimonios mal avenidos La discusión sobre la posibilidad de una tercera posición llevaría también a la discusión, ya existente en el terreno cultural, con la izquierda. A pesar de las referencias a categorías y autores marxistas que existían en la revista, la izquierda que les era contemporánea no les parecería una alternativa por ser deudora de ideas liberales. En el Nº 9/10 la discusión ya será en netos términos políticos, pero en los primeros números, la referencia sartreana cobraba otra ventaja para los contornistas en este aspecto: su lugar diferenciado del PC francés les permitía jugar con una figura de intelectual que se ajustaba a su propio lugar. En el último número algunos planteos remitirían a una teorización sobre la intelectualidad con reminiscencias gramscianas, pero en la amplia mayoría de los escritos de la revista, los planteos sartreanos seguirían siendo el eje. En esta situación, el surgimiento del frondicismo apareció como la posibilidad de un proyecto no alejado de las masas, sin necesidad de hacerse peronistas. Apoyaron su campaña desde la revista. En el Cuaderno de Contorno Nº 1, el análisis del peronismo está ligado a la esperanza en »


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“ Aunque los abordajes no son homogéneos, en ellos se configura la problematización de la figura de ‘lo nacional’ en relación a la tradición europea y americana, y se propone como clave de lectura (…) la condición de clase del novelista y de su público, aunque en análisis concretos que no caigan en dicotomías simplificadoras.

el frondicismo. En “Resollando por la herida” (Contorno, 1957), donde se relata los conflictos abiertos con el ala derecha del mismo, puede verse cómo se figuraban su propia ubicación: pelear por ser una presión de izquierda a su interior. Pero la ilusión duró poco. Con la llamada “traición” de Frondizi, esto es, su corrimiento abierto a la derecha, cuyos ejes fueron la discusión con la Iglesia por la política educativa (conocida como “laica o libre”) y los acuerdos con empresas imperialistas en que se convirtió la promesa desarrollista, las divisiones se profundizan en el seno de la revista. El Cuaderno Nº 2 tratará aspectos de la política económica con un artículo de Ismael Viñas y otro de Liceaga –más crítico–, pero será en el Nº 9/10 donde Ismael Viñas dedicará un análisis detallado a la situación nacional en “Orden y progreso”. En el artículo se caracterizaba cada una de las fuerzas políticas desde la izquierda a la derecha, junto con un análisis de la estructura económica y social del país, cuya conclusión intentaba demostrar que la llamada “traición” estaba incluida en lo contradictorio del frondicismo como expresión de estas tendencias, y donde sin embargo ellos podían ser un polo que presionara a esas fuerzas hacia izquierda. Pero por los escasos artículos del último número 9/10, donde sólo escriben Ismael Viñas, Halperín Donghi y Rozitchner, para la mayoría de los intelectuales relacionados con la revista una vez más parece pesar la dificultad de hablar por una clase a la que no se pertenece, y los consecuentes desvíos hacia políticas que terminan en desengaño, a lo que se le agregaba ahora haber apoyado al gobierno explícitamente. Los argumentos serán parecidos a aquellos esgrimidos en la relectura de la literatura nacional. Según Ismael Viñas, de entre los tradicionales representantes de la izquierda, el PS y el PC, el primero estaba en un claro viraje derechista, y el segundo se subordinaba al liberalismo con ideas fatalistas de “progreso” histórico, trastocando su ventaja de tener una perspectiva internacionalista en una embotada referencia a la URSS como modelo, es decir, también aplicando modelos externos a la historia nacional. Es cierto que además de sus “desviaciones” teóricas, sin mencionar que el internacionalismo proletario no era para él más que un eco del pasado, el PC había sido parte del bloque gorila. Pero a pesar de lo exhaustivo del análisis, Ismael Viñas no logra hacer más concretas las críticas al PC por una política que lo llevó a perder el peso ganado en sectores del movimiento obrero en la década de 1930 –momento de ascenso de un nuevo proletariado industrial y de consolidación de los sindicatos por rama–, que el PC dilapidó con la aplicación del la política de “Frentes populares” votada por la Internacional estalinizada, que implicó en el país una política de seguimiento a sectores “de oposición” patronales. La continuidad de esta política los llevó a traicionar las huelgas de principios de la década de 1940, dejando el terreno libre para el avance del peronismo. Pero Contorno no puede realizar estas críticas con mucha autoridad, no tanto por su pertenencia de clase, sino por sus erradas ubicaciones políticas frente al peronismo y el frondicismo1.

La revista dejaría de editarse por estos años. Sin embargo, las discusiones alrededor del posicionamiento de la intelectualidad serían un rasgo que la posicionaría como predecesora de las discusiones de la “Nueva Izquierda”: la crítica a la aplicación de modelos externos y la subordinación al liberalismo del PC serían retomadas en la década posterior. Se acercaba la revolución cubana que le daría un nuevo cariz a la discusión sobre “lo nacional”: la perspectiva latinoamericanista, que será la marca seguida por varios de sus representantes. Este proceso tensionaría al máximo la relación intelectuales-política, con la discusión del intelectual “revolucionario” –leído en claves gramscianas o tercermundistas– y ya no “comprometido”. Los intelectuales reunidos en Contorno ya no intervendrían como grupo, pero sus planteos en buena medida empalmarían como antecedentes de aquello que en una nueva escala se plantearía para todo el continente, y que encarnaría también otras experiencias de revistas político-culturales. Bibliografía: - Las referencias a la revista corresponden a la edición digital del CEDINCI y la New York University, Buenos Aires, s/f. - Contorno, 1956: editorial de Contorno 7/8. - Contorno, 1957: “Resollando por la herida” en Cuadernos de Contorno 1. - Masotta, Oscar, 1956: “Sur o el antiperonismo colonialista” en Contorno 7/8. - Rozitchner, León, 1956: “Experiencia proletaria y experiencia burguesa” en Contorno 7/8. - Sebreli, Juan José, 1953: “Los ‘martinfierristas’: su tiempo y el nuestro” en Contorno 1. - Troiani, Osiris 1956: “Examen de conciencia” en Contorno 7/8. - Viñas, David, 1954: “La historia excluida: ubicación de Martínez Estrada” en Contorno 4. - Viñas, Ismael, 1953: “La traición de los hombres honestos” en Contorno 1. - Viñas Ismael, 1959: “Orden y progreso” en Contorno 9/10.

1 Ismael Viñas también incluye en su paneo al trotskismo. De hecho, da cierta verosimilitud, aunque exagerada, en las acusaciones reiteradas de “trotskismo” a posiciones radicalizadas que se expresaban en la realidad: “es difícil determinar con exactitud cuál es la influencia real de estos grupos, pero parece indudable que las vacilaciones del peronismo en la conducción del proletariado industrial y la desilusión causada a parte de los cuadros juveniles de clase media por el actual gobierno, ha provocado entre ellos una corriente de acercamiento hacia aquellos” (I. Viñas, 1959). Sin embargo, aunque parece conocer de primera mano las ideas que agrupa dentro de este sector, lo desdeña por sus “constantes divisiones”.


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Balances acerca del nazismo y la Internacional Comunista

En torno a La lucha contra el fascismo en Alemania

Hernán Camarero Historiador, docente de la Universidad de Buenos Aires, investigador del CONICET. Autor del libro A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935. El nazi-fascismo fue la mayor experiencia contrarrevolucionaria del siglo XX. Para el movimiento obrero y el socialismo internacional, su peor enemigo. Su estudio devino en un insumo vital para el desarrollo de un pensamiento estratégico. El destino quiso que León Trotsky, un referente clave de la tradición marxista clásica, fuera el encargado, sobre la base de su propio protagonismo, de ofrecer una explicación teórica, no solo sobre la Revolución Rusa, sino también acerca de esos dos fenómenos reaccionarios contemporáneos: el estalinismo y el fascismo. La actual reedición en castellano de La lucha contra el fascismo en Alemania, que compila todos sus escritos sobre la temática, es una oportunidad para reexaminar esa elaboración, desplegada al calor de los acontecimientos. El título constituye la tercera entrega de las Obras Escogidas del autor, a cargo del CEIP León Trotsky/Ediciones IPS (Buenos Aires), en coedición con el Instituto del Derecho de Asilo/Museo Casa de León Trotsky (México). Se trata de la más completa y rigurosa versión del libro hecha hasta el momento en español, en base a una presentación muy cuidada. No solo reproduce y corrige todas las otras ediciones de la obra realizadas en ese idioma sino que incorpora otra gran cantidad de textos que el teórico de la Revolución Permanente escribió sobre el asunto y se hallaban sin traducir o dispersos en otras publicaciones, lo cual extiende el volumen a más de 500 páginas. El tramo central del libro son las páginas escritas en su mayoría entre 1930-1933, originalmente publicadas en el Boletín de la Oposición

Ilustración: Art Spiegelman

de Izquierda, en artículos de periódicos de la corriente o en folletos. Para el revolucionario ruso esos fueron años de gran producción intelectual, pero bajo condiciones muy difíciles de exilio, aislamiento y persecución, mientras se hallaba desterrado en la isla turca de Prinkipo. Sus textos no podían llegar sino a un puñado de militantes que, además de su combate al nazismo, apenas podían resistir la doble hegemonía de la socialdemocracia y del estalinismo. Trotsky entendía a esta pequeñísima vanguardia, en Alemania y en algunos otros pocos países, como la base para un nuevo reagrupamiento del socialismo revolucionario. Con ellos, acabó luego lanzando el proyecto de la Cuarta Internacional.

Una radiografía marxista del nazi-fascismo La obra propone una compleja y matizada reconstrucción de las condiciones históricas que hicieron posible la emergencia, desarrollo y acceso al poder del nazismo. Trotsky advertía sobre la profunda crisis económica del capitalismo

mundial iniciada en octubre de 1929, con su impacto devastador sobre el sistema económico, social y político de la República de Weimar, en donde en un lapso de tres años se multiplicó por cinco el número de desocupados. ¿Por qué fue el extremismo nazi quien pudo capitalizar más eficazmente la polarización política acicateada por la quiebra económica y la descomposición social? Este se erigió como la respuesta estructural a las necesidades del capital, que para poder sortear la crisis debía reducir los costos laborales, conquistar nuevos mercados y ampliar el mercado interno a través de la masiva producción armamentística. La brutal regimentación de la sociedad, la destrucción de los sindicatos y la liquidación de los partidos obreros, era la precondición para la militarización de la economía. Tras ver fracasar todos los intentos de montar un gobierno fuerte y decidido a aplicar este plan, la burguesía apostó a la salida del nazismo. Y con ella, el camino hacia una nueva guerra, para romper el corsé que atenazaban a las fuerzas productivas del capitalismo germano. »


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CULTURA Lecturas críticas

En contra de la miopía ultraizquierdista del estalinismo, que identificó como iguales regímenes burgueses al fascismo y a la democracia parlamentaria, Trotsky plasmó una visión y una estrategia alternativas: si bien ambos sistemas políticos respondían a los intereses del capital, en el segundo de ellos los sindicatos, las cooperativas o las demás instituciones obreras podrían subsistir, y debían salvaguardarse frente al intento fascista por destruirlas. La burguesía optaba por el fascismo cuando la democracia ya no le aseguraba el equilibrio de la sociedad: allí era cuando la pequeña burguesía enfurecida y el lúmpenproletariado desmoralizado eran convertidos por el capital financiero en un movimiento de masas para aplastar a la clase obrera. La incompatibilidad entre fascismo y socialdemocracia era total, pues si esta última no podía tener influencia sin las organizaciones obreras de masas, el nazismo sólo podía consolidar su poder si disolvía a estas instituciones proletarias. Ello obligaba a un acuerdo práctico entre comunistas y socialistas. Este planteo está bien desplegado en el texto más extenso y quizás relevante del libro, luego conocido como “¿Y ahora? Problemas vitales del proletariado alemán”, originalmente escrito en enero de 1932.

Tras el acceso de Hitler al poder, Trotsky, en “Qué es el nacionalsocialismo” (junio 1933), trazó un magistral retrato socio-cultural e ideológico del nazismo, mostrando el modo como éste usurpaba el concepto de revolución: en verdad, era un movimiento que dejaba “intacto el sistema social”. Identificaba las peculiaridades del bizarro fenómeno racista, antisemita y antimarxista, como el que había “hecho accesible la política a los bajos fondos de la sociedad”. No obstante, Trotsky no confundía el esencial carácter de clase del fascismo: a pesar de sus pretendidos rasgos plebeyos, decía, “no es para nada el gobierno de la pequeñoburguesía. Por el contrario, es la dictadura más despiadada del capital monopolista”.

Cómo combatir al nazismo: un juicio al estalinismo El modo en que el movimiento obrero y los comunistas debían enfrentar la grave amenaza del fascismo introducía el dilema crucial. El principal interés de Trotsky giraba en torno a impugnar la línea global que en ese entonces estaba adoptando el estalinismo: la del tercer período, también conocida como de clase contra clase. La misma había sido argumentada en el VI Congreso de la

IC (julio-agosto de 1928), ya bajo el dominio del sector liderado por Stalin. Rigió hasta la adopción de un nuevo viraje, en 1935, cuando se introdujo el frente popular. El tercer período ponía fin a la etapa iniciada en 1921, entendida como de relativa estabilización social. Desde una visión catastrofista, ahora se auguraba la inminente caída final del capitalismo y la radicalización de masas, al tiempo que se anulaban las diferencias entre dictaduras y democracias burguesas y solo se reconocía la existencia de dos campos políticos: fascismo y comunismo. El fascismo sería la última fase del capitalismo, y el triunfo de la revolución sería precipitado por el acceso al poder de aquél. Era una caracterización ultraizquierdista, sectaria y aventurera, combinada con los elementos de oportunismo propios del estalinismo. Bajo esta línea la socialdemocracia fue definida como “socialfascista”, “hermana gemela” del fascismo. Así lo sostenía el PC alemán (KPD) y su líder, Ernst Thälmann. Trotsky combatió esta orientación desde su inicio mismo. En el Anexo de esta edición se reproduce su texto “La crisis austríaca y el comunismo” (noviembre 1929), que apuntaba las contradicciones entre fascismo y socialdemocracia: lo del “socialfascismo” era un desvarío que alienaba toda posibilidad de diálogo con los obreros socialistas que odiaban a la extrema derecha. Pero a Trotsky le preocupaba Alemania, donde el peso del KPD hacía más determinante su conducta. En las elecciones de septiembre de 1930, el estalinismo festejó el aumento de votos del PC a 4,5 millones, ignorando el mayor salto protagonizado por el partido nazi (NSDAP), que saltó de 800.000 a 6.400.000 de sufragios, multiplicando casi por diez el número de sus diputados, mientras que el Partido Socialdemócrata (SPD) aún recibió 8,5 millones de votos. Para el KPD, ese ascenso de los nazis era “el principio del fin para ellos”. En “El giro de la Internacional Comunista y la situación en Alemania”, Trotsky señalaba que aún se estaba a tiempo de actuar, pues la burguesía estaba dividida en distintas opciones. Pero una perspectiva revolucionaria debía considerar que la pequeñaburguesía viraba a un terreno hostil al proletariado, inclinándose al nazismo en tanto “partido de la desesperación contrarrevolucionaria”. Reclamaba, pues, un “frente único proletario” SPD-KPD para enfrentar los ataques nazis y defender “aquellas posiciones materiales y morales que la clase obrera ha logrado conquistar en el Estado alemán”. Pero el estalinismo se empeñó en el curso contrario. Cuando en julio de 1931 la derecha intentó avanzar con la celebración de un plebiscito (con resultado finalmente adverso) para definir la disolución del gobierno socialdemócrata de Prusia, contó con el apoyo de los nazis y… de los comunistas. En “¡Contra el comunismo nacional! (Lecciones del ‘Referéndum rojo’)”, Trotsky repudió esta política, que había provocado el debilitamiento de los comunistas, su distanciamiento de los obreros socialistas y el fortalecimiento de los nazis. En noviembre, en “Alemania, la clave de la situación internacional”, Trotsky redoblaba el llamado al frente entre el SPD y el KPD para enfrentar al nazismo. Pero lo cierto era que el primer partido prefería hacer alianza con los católicos de


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centro, mientras que el segundo apenas llamaba a unirse con los obreros socialdemócratas aunque sólo para denunciar a sus jefes. Al fin y al cabo, “después de Hitler, Thälmann”, argumentaban los estalinistas, creyendo que una victoria nazi uniría a la clase obrera y catapultaría a la dirección comunista. Para Trotsky se subestimaba el peligro. Informaba que el triunfo de Hitler superaría a la barbarie del fascismo italiano y conduciría a la destrucción del movimiento obrero. Su convocatoria iba asumiendo un carácter urgente e imperativo, como se registra en su “Por un frente único obrero contra el fascismo” (diciembre de 1931).

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“En contra de la miopía ultraizquierdista del estalinismo, que identificó como iguales regímenes burgueses al fascismo y a la democracia parlamentaria, Trotsky plasmó una visión y una estrategia alternativas.

La caracterización del colapso definitivo de la IC En la perspectiva de Trotsky, la dinámica política a lo largo de 1932 confirmaba las tendencias preexistentes. El mariscal reaccionario Hindemburg, merced al apoyo de la coalición gubernamental de Weimar (incluido el propio SPD), pudo aún imponerse a Hitler en las elecciones presidenciales de abril, pero el dato era que ya el NSDAP se había convertido en el partido más votado. Y el KPD se estancaba en una significativa, pero al fin y al cabo minoritaria, porción del electorado. Y mientras se alternaban las cancillerías de Brüning, Von Papen y, después, Von Schleicher, para Trotsky resultaba claro que, frente a la división y parálisis de la clase obrera, la victoria del nazismo resultaba inevitable y cercana. Las derivaciones de ello en el mediano plazo serían la disolución del Tratado de Versailles y un ataque bélico contra la URSS. Ello aparece bien reflejado en su escrito “Preveo la guerra con Alemania”, de abril, y en su extenso folleto “El único camino”, de septiembre. El 30 de enero de 1933 la continuidad de la crisis condujo al gran capital a optar por el nombramiento de Hitler como canciller. Días después, en sus textos “Ante la decisión” y “El frente único defensivo”, se lee cómo Trotsky se resistía a un análisis derrotista, pues juzgaba que todavía había capacidad de reacción proletaria y la nueva coalición gubernamental aún poseía un carácter inestable. Anticipó así las movilizaciones obreras unitarias en los días siguientes en Berlín, que arrinconaron al NSDAP, pero que al no convertirse en una articulada estrategia de frente único, volvió a darle la posibilidad a Hitler a fines de febrero de lanzar los zarpazos definitivos. Fueron estos golpes y éxitos nazis (la clausura de la sede del KPD, el incendio del Reichstag, la aplicación del terror represivo y el fraude que les permitió una victoria en las elecciones de marzo) los que garantizaron los progresos del régimen hitlerista. Trotsky tomó nota de la magnitud de los hechos. Tres textos lo testimonian: de marzo, “La tragedia del proletariado alemán. Los obreros alemanes se levantarán de nuevo. ¡El estalinismo jamás!”; de abril, “El derrumbe del Partido Comunista alemán y las tareas de la Oposición” (agregado para esta edición); de mayo, “La catástrofe alemana: la responsabilidad de la dirección”. Para el revolucionario ruso el derrotado era el “proletariado más poderoso de Europa”, el cual “no ofreció ninguna resistencia desde la llegada de Hitler al poder y sus violentos

ataques contra las organizaciones obreras”. En esa debacle, la novedad no había sido el esperable comportamiento de la socialdemocracia, sino el de la IC, creada precisamente para liberar a los obreros de la influencia de aquella. El tercer período de la burocracia estalinista había dejado al proletariado alemán “impotente, desarmado y paralizado en el momento de su mayor prueba histórica”. Una verdadera quiebra política y moral. Dado que la línea y la actuación habían sido plenamente convalidadas, sin la menor crítica por la IC, para Trotsky se abría la tarea de construir un nuevo partido, primero en Alemania, luego prolongado como consigna de labor para todas las secciones de la Oposición de Izquierda. De ello derivaría, tiempo después, la construcción de la Cuarta Internacional. Así lo expresan los textos de julio: “Es necesario construir nuevos partidos comunistas y una nueva Internacional” y “Es imposible permanecer en la misma ‘Internacional’ con los Stalin, Manuilsky, Lozovsky y Compañía”. *** La lucha contra el fascismo en Alemania contornea una imagen de Trotsky, ya no sólo en su perfil de estratega revolucionario, sino también de analista de la realidad política, faena en la

cual desplegó una refinada comprensión histórico-sociológica. Lo notable es la versatilidad que ella alcanzó respecto a geografías tan diferentes, sobre las que buscó descubrir el modo en que se produjo la interacción entre clases, partidos, direcciones, Estados y regímenes políticos, en tiempos de corta o de larga duración. Lo que había mostrado para el caso ruso, pudo prolongarse en el dominio de otras especificidades nacionales, como lo evidencia este libro, pero también los volúmenes dedicados hacia la misma década a las situaciones en Francia, España o Inglaterra, entre otras. Como sostuvo Perry Anderson, en Consideraciones sobre el marxismo occidental, respecto a estos escritos de Trotsky: su “calidad como estudios concretos de una coyuntura política no tiene parangón en los anales del materialismo histórico. En este campo, ni siquiera Lenin escribió una obra de semejante profundidad y complejidad. Los escritos de Trotski sobre el fascismo alemán constituyen (…) el primer análisis marxista verdadero de un Estado capitalista del siglo XX: la formación de la dictadura nazi”. Creemos que La lucha contra el fascismo en Alemania aún ofrece un método de análisis, provechoso de ser estudiado, independientemente de si todas sus hipótesis y conclusiones mantengan o no plena vigencia.


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FORTUNES OF FEMINISM: FROM STATE-MANAGED CAPITALISM TO NEOLIBERAL CRISIS, de Nancy Fraser

Londres, Verso, 2013.

Celeste Murillo

Recientemente publicado en inglés, el nuevo libro de la filósofa y socióloga estadounidense Nancy Fraser, recorre los debates que atravesaron el movimiento feminista desde los años ‘70 hasta la actualidad. Durante esos años se desarrollará lo que la autora define como un “giro enorme en el imaginario feminista: mientras la generación previa [la de los años ‘70, NR] había buscado rehacer la economía política, esta se centró en transformar la cultura” (p. 4). La teórica feminista ha trabajado alrededor de la idea de la justicia como un concepto múltiple, que incluye la esfera de la distribución de recursos, el reconocimiento y la representación. Sin definirse marxista, Fraser ha mantenido un diálogo con el marxismo, especialmente con las feministas socialistas, por su comprensión de la opresión como un fenómeno de dos dimensiones, económico y político. Desde este punto de vista comparte con las marxistas la necesidad de criticar el capitalismo como única forma de cuestionar el patriarcado hoy, por sus múltiples interacciones. En uno de sus debates con las feministas de la diferencia, Fraser apunta: “Analizo el sexismo como una forma de subordinación de dos dimensiones, enraizado simultáneamente en la economía política y el orden de status de la sociedad capitalista” (p. 11). El libro reúne los ensayos de Fraser en tres partes organizadas de acuerdo con los ejes de los principales debates que recorrieron el movimiento feminista en sus diferentes alas durante estas cuatro décadas. El ensayo que introduce el libro, breve aunque cargado de definiciones, guía la lectura que nos propone la autora alrededor de lo que denomina un “drama en tres actos”. Así, Fraser presenta sus trabajos, en los que se destaca su crítica certera al desarrollo teórico de las corrientes feministas que se alejaron del horizonte de la emancipación y divorciaron su lucha de todos aquellos que sufren la opresión. Estas corrientes, señala Fraser –y coincidimos con ella–, no han

sabido responder el desafío que plantea una sociedad que, por un lado, amplía los derechos de algunos sectores y, por otro, agudiza los agravios que sufren las mayorías. Pero es necesario señalar que en la ecuación política que nos propone Fraser se encuentra quizás su punto más débil. Más allá de sus aspiraciones de refundar un feminismo radical, y sus críticas acertadas a las “femócratas” que se integraron a la elite de los Estados capitalistas y las posmodernas que buscan el reconocimiento individual a la sombra del capitalismo, la política de Fraser no va más allá de una redistribución más justa: “…Superar la subordinación de género, sostengo, requiere la combinación de una política feminista de reconocimiento con una política de la redistribución” (p. 11). Los tres actos del “drama” que nos presenta Fraser son: el movimiento feminista de la segunda ola1, surgido junto a la Nueva Izquierda y la movilización de la juventud a nivel internacional; el segundo representa el alejamiento de las calles y la oscuridad posmoderna que renunció a la emancipación para “reconocerse en la diferencia”; y el tercero, en curso, donde la crisis capitalista vuelve a plantear nuevos desafíos para el movimiento feminista. Los escritos de la primera parte, centrados en el feminismo de la segunda ola (primer acto), apuntan los aciertos de la crítica feminista, surgida en un contexto radicalizado, que apuntaba contra el paternalismo del Estado de bienestar (planteando las exclusiones basadas en el género, la raza y la clase). Pero también señala los primeros giros de la segunda ola: “pasaron de la crítica de la distribución de clase a la injusticia de género concebida de forma amplia” (p. 9). La segunda parte agrupa los mejores trabajos de Fraser, que incluyen una extensa crítica a la institucionalización de un sector de las feministas, la respuesta impotente de las posmodernas, y en general el giro hacia la política de la identidad en un contexto de retroceso de las luchas sociales y avance del neoliberalismo, e identifica una “coincidencia entre el ascenso de la política de identidad con el revival del fundamentalismo de libre mercado” (p. 9). Uno de los principales ejes de esta parte es la polémica con Judith Butler (emblema de las feministas posmodernas), pero en general recorre las discusiones con la tendencia de la época que ella define como la del “divorcio del reconocimiento de la redistribución en la teoría y la política feministas” (p. 10). O, en otras palabras, el abandono de la lucha social y política por la crítica exclusiva en el terreno cultural, aceptando de hecho los marcos del capitalismo como el único posible para realizar no ya la emancipación de las mujeres sino una realización individual. En su diálogo polémico con Judith Butler, en respuesta al planteo butleriano sobre el carácter revolucionario per se de

las luchas LGTB, señala: “Las formas de regulación sexual del capitalismo tardío están ligadas solo indirectamente a los mecanismos de la acumulación de plusvalía. Por lo tanto, las luchas contra el no-reconocimiento heterosexista no amenazan directamente al capitalismo, sino que deben aliarse a otras luchas (anticapitalistas)” (p. 12). Fraser en ningún momento niega el valor de algunas de las críticas planteadas por las feministas de la diferencia, sin embargo sí cuestiona el hecho de haberlas transformado en una perspectiva (anti)política que borra cualquier horizonte de crítica al orden social capitalista. En la última parte, Fraser desarrolla las conclusiones que, según su punto de vista, son vitales para la nueva generación feminista que debería volver a plantearse una perspectiva teórica que incluya: “las preocupaciones económicas del primer acto, sin dejar de lado las percepciones ‘culturales’ del segundo acto” (p. 5). La necesidad central para un movimiento feminista hoy es, para Fraser: “un marco de género que permita comprender el carácter fundamental de la crisis, así como las perspectivas para una resolución emancipadora” (p. 12). Lo más interesante de la compilación es la lectura desde la actualidad signada por la crisis capitalista en curso, que cierra para Fraser las posibilidades de desarrollo de las corrientes del pensamiento feminista que florecieron en los años dorados del neoliberalismo. Como nos preguntábamos en el segundo número Ideas de Izquierda: “Hoy, cuando asistimos a la emergencia de un nuevo período de crisis económica, social y política, ¿cómo hacer que la ‘ampliación de derechos’ conquistada no cristalice como estrategia última de integración, sino que se transforme en punto de apoyo para una lucha radical por la emancipación de las más amplias masas femeninas?”2. Las peleas de nuestra época vuelven a poner en el centro los debates que recorrieron el movimiento feminista las últimas décadas, y plantean una vez más el dilema de cuál es el terreno de combate, los métodos y los aliados para conquistar la emancipación de las mujeres.

1. Se denomina segunda ola al movimiento feminista de fines de los años ‘60 y comienzos de los ’70. Este movimiento fue precedido a principios del siglo XX por la primera ola, como se conocen las luchas por el sufragio femenino y los derechos democráticos básicos, de los que estaban privados por ley las mujeres. 2. A. D’Atri y L. Lif, “La emancipación de las mujeres en tiempos de crisis mundial (II)”, Ideas de Izquierda 2, agosto de 2013.


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MIKA, MI GUERRA DE ESPAÑA, de Fito Pochat y Javier Olivera

Violeta Bruck

UN VIAJE EN BUSCA DE LA REVOLUCIÓN Sobre el preestreno del documental y nueva edición del libro El martes 27 de agosto en el cine Gaumont se realizó un preestreno del documental Mika, mi guerra de España. Las palabras de presentación de Fito Pochat, uno de los codirectores junto a Javier Olivera, y que es también sobrino nieto de Hipólito y Mika, rescataron esta historia como un ejemplo de la consecuencia entre las ideas y la acción. Cristina Banegas, comentó que al leer el libro quedó tan fascinada con la historia que significaba un gran honor para ella poder representar la voz de Mika en este documental. La película se basa en el libro que lleva su mismo título, escrito por la argentina Mika Etchebéhère para rescatar su experiencia durante la Revolución Española. Fue publicado por primera vez en Francia en el año 1976, y luego de varias ediciones españolas, se lanza ahora en Argentina, por iniciativa de Motoneta Cine, productores del documental, y la editorial Milena Caserola. La luz se apagó y apareció la primera sorpresa: Mika Etchebéhère se prepara para una entrevista. Nos imaginábamos una película que recreaba la historia, pero nos encontramos con esta gran noticia, dos entrevistas a Mika rescatadas de archivos olvidados y ocultos, que nos metieron de lleno en la historia de estos personajes argentinos viajando por el mundo en busca de la revolución. Los realizadores nos contaron luego que el encuentro de este material fue también una gran sorpresa para ellos, que ya estando avanzados en la producción, apareció este archivo para replantear el trabajo. A través de imágenes en blanco y negro, con rayas y el deterioro que deja el paso del tiempo, sumado a otras ya en colores, filmadas en los años ‘80, el documental va entrelazando estas entrevistas con archivo histórico, recorridas por los lugares donde sucedieron los hechos, las reflexiones de Mika a través de la voz de Banegas, y el relato de su sobrino, Arnold Etchebéhère. Múltiples recursos que conforman una “road movie revolucionaria” para llevarnos junto a sus protagonistas

a recorrer importantes momentos de la lucha de clases. España es el comienzo, no importa la cronología, ya en los primeros minutos de la película Mika describe una España de 1936 donde “el pueblo tenía el poder, pero no el gobierno…y la única legalidad era la legalidad revolucionaria”. Y desde esa revolución, que siempre fue el objetivo de todo su recorrido, se vuelve para atrás en la historia para descubrir los demás escenarios. En la Argentina, Hipólito y Mika se conocen al calor de la Reforma universitaria y militan en el grupo Insurrexit. Recorren la Patagonia, en donde trabajan hasta juntar los fondos para viajar a Europa. Las imágenes actuales de los lagos, las montañas, junto a las fotos de ellos en esos paisajes, refuerzan las palabras de Mika cuando escribe que la Patagonia fue la “gran tentación”, dejada atrás por las fuertes convicciones forjadas en la juventud, que ponen la impronta, para partir del tranquilo sur argentino a la agitada Alemania de los tiempos previos al nazismo. El paso por Alemania combina las imágenes de archivo de grandes movilizaciones obreras, con edificios imponentes en la actualidad que tienen el eco de los discursos nazis. Los textos de Mika mezclan desesperación y bronca por la política llevada adelante por el Partido Comunista y Stalin. En España, las imágenes actuales tienen los rastros de la revolución. Los alrededores de Madrid en donde estuvieron peleando, la catedral de Sigüenza en donde resistieron, la escalera por donde se escapan hacia el bosque y el río, los refugios. Todas las paredes tienen las huellas de balas y bombas. El relato histórico encuentra sus marcas en la imagen, y esta combinación nos transporta en el tiempo para hacernos sentir más cerca el pulso de esta lucha. La muerte de Hipólito en medio de la batalla marca un punto, en la historia y en la película. Ella vuelve unos días a Paris, y ahí las imágenes actuales de la pequeña pieza en donde vivían se entrelazan con los recuerdos personales, siempre en permanente fusión con el compromiso militante, con la convicción revolucionaria de cambiar el mundo. Los recuerdos fortalecen las convicciones y vuelve a España decidida a ponerse al frente de su columna del POUM1. Mika e Hipólito se habían unido al POUM porque se identificaban políticamente con la oposición al estalinismo, en Argentina habían sido expulsados del Partido Comunista, en Alemania fueron críticos de la línea política oficial, y en Francia estuvieron ligados a los grupos de la Oposición de Izquierda. Mika vuelve para ponerse a la cabeza del combate y de todas las tareas, conoce a cada uno de los milicianos a su cargo, mantiene en alto la moral de la tropa, y

muchas mujeres vienen desde otras columnas para sumarse a la suya. El tiempo que le toca estar al frente coincide con el fortalecimiento del estalinismo y el comienzo de las persecuciones contra la oposición. Cuenta una anécdota de cuando estuvo presa porque un camarada gritó tres veces “¡Viva Trotsky!” y los detuvieron. Ella remarca que los propios guardias la llamaron “Capitana” y entonces mira a cámara, y hace un gesto de orgullo al contarlo. A lo largo del documental, las dos entrevistas transmiten con sus propias palabras y gestos, la convicción política militante, y su certeza de vivir en consecuencia con sus ideas. Mika, mi guerra de España es un viaje en busca de la revolución. Los títulos finales hablan sobre su participación en el Mayo Francés y en las movilizaciones en Francia contra la dictadura Argentina, siempre activa hasta su muerte en 1992. Este nuevo documental aporta también en el necesario rescate de la militancia marxista argentina y de las mujeres revolucionarias. Este año se realizó el preestreno y a comienzos del próximo año se podrá ver en el cine. Para conocer más su historia la nueva edición del libro, que cuenta con fotos y una carta de Julio Cortázar, es un material muy importante. También en 2012, se editó Mika de Elsa Osorio, y en 2006 en Luchadoras, historias de mujeres que hicieron historia, editado por la agrupación Pan y Rosas, se destaca un capítulo que rescata y profundiza su historia. La película termina y nos quedamos con la vitalidad de las palabras de Mika, que a sus 80 años, nos contagian e invitan a seguir su camino.

1. El POUM, (Partido Obrero de Unificación Marxista) se funda a fines de 1935 sobre la base de la fusión del Bloque Obrero y Campesino (militantes del PC Catalán y Fed. Catalano-balear del PCE), y la Izquierda Comunista, integrante de la Oposición de Izquierda hasta febrero de 1936. Trotsky mantuvo diferencias con la política del POUM. Cuando en enero de 1936 el POUM firma el programa electoral del Frente Popular, Trotsky caracteriza a esto como una traición. El POUM no representó en España la política del trotskismo, pero igualmente fue perseguido por el estalinismo que encarceló a sus militantes, y asesinó a su dirigente Nin.


PUBLICACIONES DE EDICIONES IPS-CEIP PAN Y ROSAS Pertenencia de género y antagonismo de clase en el capitalismo Andrea D’Atri “¿Acaso el feminismo sólo puede proponernos una restringida emancipación, limitada a sectores minoritarios que gozan de algunos derechos democráticos, en determinados países, a expensas de la extensión de brutales agravios contra la inmensa mayoría de las mujeres a escala global? Si ésta es la perspectiva, profundizada en estos tiempos que nos toca vivir, ¿qué debería plantearse el feminismo, en tanto movimiento emancipador que denuncia la inequidad social, política y cultural de las mujeres bajo el dominio patriarcal? ¿Y qué tendría para decir el marxismo revolucionario? […] Esperamos que, en ese camino de la lucha de las masas femeninas por su emancipación y la crítica marxista enriquecida por los aportes de las corrientes feministas, surja un renovado feminismo socialista que aún espera ver la luz.”

NOVEDADES OCTUBRE

OCTUBRE. Escritos sobre la Revolución Rusa León Trotsky

“La burguesía liberal puede tomar el poder, y lo ha hecho muchas veces, como resultado de luchas en las cuales no había participado: para ello posee órganos de control magníficamente desarrollados. Sin embargo, las masas laboriosas se encuentran en otra situación; se las ha acostumbrado a dar y no a tomar. Trabajan, son pacientes el mayor tiempo posible, esperan, pierden la paciencia, se sublevan, combaten, mueren, dan la victoria a otros, son traicionadas, caen en el desaliento, se someten, vuelven a trabajar. Así es la historia de las masas populares bajo todos los regímenes. Para tomar con seguridad y firmeza el poder en sus manos, el proletariado necesita un partido que sobrepase ampliamente a los demás en claridad de pensamiento y en decisión revolucionaria. El partido de los bolcheviques, que más de una vez ha sido designado, y con razón, como el partido más revolucionario en la historia de la humanidad, era la condensación viva de la nueva historia de Rusia, de todo lo que había en ella de dinámico” (León Trotsky).

LA LUCHA CONTRA EL FASCISMO EN ALEMANIA León Trotsky

ESCRITOS LATINOAMERICANOS EN MÉXICO [1937-1940] León Trotsky

OBRAS SELECTAS V. I. Lenin

STALIN, EL GRAN ORGANIZADOR DE DERROTAS La III Internacional después de Lenin León Trotsky VISÍTENOS EN

MI VIDA Intento autobiográfico León Trotsky

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