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SEPTIEMBRE 2014
De Zanon a Donnelley
CUANDO LOS OBREROS TOMAN EL CONTROL Dossier
DÉCADA KIRCHNERISTA: TIEMPO PERDIDO PARA LA LEGALIZACIÓN DEL ABORTO
CARTA A QUIENQUIERA QUE SEA SOBRE LA “CUESTIÓN PALESTINA” Eduardo Grüner
REVOLUCIÓN PASIVA, REVOLUCIÓN PERMANENTE Y HEGEMONÍA Juan Dal Maso y Fernando Rosso
BONAPARTISMO MÁGICO
Default, ajuste y paro
precio $25
ideas izquierda Revista de Política y Cultura
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IDEAS DE IZQUIERDA
SUMARIO 3 LA TRANSICIÓN, BAJO EL SIGNO DE LA INCERTIDUMBRE Esteban Mercatante y Fernando Rosso
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LUCHA FABRIL Y POLÍTICA LA IZQUIERDA, LOS SINDICATOS Y EL PERONISMO Charla debate en Filosofía y Letras-UBA “TOQUÉ TIMBRE Y UN COMPAÑERO ME ABRIÓ LA PUERTA” Entrevista a Gonzalo, trabajador de Donnelley
9 “OCUPAR, RESISTIR, PRODUCIR”
STAFF CONSEJO EDITORIAL Christian Castillo, Eduardo Grüner, Hernán Camarero, Fernando Aiziczon, Alejandro Schneider, Emmanuel Barot, Andrea D’Atri, Paula Varela. COMITÉ DE REDACCIÓN Fernando Rosso, Juan Dal Maso, Ariane Díaz, Juan Duarte, Gastón Gutiérrez, Esteban Mercatante, Celeste Murillo, Azul Picón. COLABORAN EN ESTE NÚMERO Gonzalo (trabajador de Donnelley), Mariela Cambiasso, Georgina Andrada, Gastón Ramírez, CeProDH, Sergio Moissen, Pablo Anino, Marcos Robles, Adrián Cri, Augusto Dorado.
Gastón Ramírez
12 SU LEY, NUESTRA LUCHA Azul Picón y Esteban Mercatante
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DOSSIER DÉCADA KIRCHNERISTA: TIEMPO PERDIDO PARA LA LEGALIZACIÓN DEL ABORTO Andrea D´Atri SOCORRISTAS Y REDES SOLIDARIAS EN UN MAR DE CLANDESTINIDAD Celeste Murillo
22 LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS EN MÉXICO Sergio Moissen
25 BRICS: ¿UNA ALTERNATIVA AL ORDEN IMPERIALISTA? Pablo Anino
28 CARTA A QUIENQUIERA QUE SEA SOBRE LA “CUESTIÓN PALESTINA” Eduardo Grüner
32 LA FANTASÍA DEL IMPERIO COLECTIVO Marcos Robles y Adrián Cri
35 REVOLUCIÓN PASIVA, REVOLUCIÓN PERMANENTE Y HEGEMONÍA Juan Dal Maso y Fernando Rosso
38 SERVIDUMBRE Y EMANCIPACIÓN (II) Gastón Gutiérrez
41 ROSA LUXEMBURG Fernando Aiziczon
44 ¿FUERON LOS BEATLES LA BANDA DE MÚSICA POPULAR MÁS INFLUYENTE DE TODOS LOS TIEMPOS? Augusto Dorado
47 RESEÑA DE THE FALL, DE ALLAN CUBBIT Celeste Murillo
EQUIPO DE DISEÑO E ILUSTRACIÓN Fernando Lendoiro, Anahí Rivera, Natalia Rizzo. PRENSA Y DIFUSIÓN ideasdeizquierda@gmail.com Facebook: ideas.deizquierda Twitter: @ideasizquierda Ilustración de tapa: Natalia Rizzo www.ideasdeizquierda.org Entre Ríos 140 5° A - C.A.B.A. | CP: 1079 - 4372-0590 Distribuye en CABA y GBA Distriloberto - www.distriloberto.com.ar Sin Fin - distribuidorasinfin@gmail.com ISSN: 2344-9454 Los números anteriores se venden al precio del último número.
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LA TRANSICIÓN, BAJO EL SIGNO DE LA INCERTIDUMBRE
Fotografía: Enri
Esteban Mercatante y Fernando Rosso Comité de redacción. Cisne negro. A esta metáfora apelaba el ensayista Nassim Taleb para explicar los efectos de la quiebra de Lehman Brothers en 2008 como “el impacto de lo altamente improbable”. Es muy discutible si puede hablarse del crack de Wall Street como un imprevisto semejante, cuando se acumulaban los síntomas desde un buen tiempo antes. En cambio, calza como anillo al dedo en el derrotero que viene siguiendo la Argentina desde que la Corte Suprema de los EE. UU. le soltara la mano en el litigio con los buitres, avalando en los hechos el fallo del juez Thomas Griesa que impone pagar el total de la deuda a los buitres. Aunque ahora para todos resulta que era una obviedad que la máxima autoridad judicial de la potencia imperial no aceptaría el caso, su rechazo a tomar la apelación del gobierno argentino, o como mínimo posponer la decisión haciendo consultas al gobierno de Obama, tuvo todos los visos de un imprevisto. Un imprevisto relativo, ya que estaba inscripto en la lógica del vasallaje de los pagadores seriales, desde que el gobierno argentino renunció a su soberanía y aceptó subordinarse a la Justicia norteamericana. El gobierno y toda la oposición patronal estaban orientados a la perspectiva de una vuelta
a los mercados. Después de la devaluación de enero, el ministro “soviético” venía cumpliendo puntillosamente con todas las cuentas pendientes para poder emitir deuda en el exterior: acuerdo con el Club de París, acuerdo con Repsol por la expropiación parcial de las acciones de YPF. El último escollo era el litigio en el juzgado de Griesa, y todo indicaba que el gobierno terminaría su mandato con una economía estabilizada gracias a una lluvia de dólares, lograda a fuerza de volver a embargar el futuro del país. La confirmación del fallo de Griesa dinamitó el camino hacia Wall Street, e hizo ingresar al gobierno de Cristina en zona de turbulencias. El 30 de julio tuvo lugar otro cisne negro en relación a los pronósticos de la mayoría de los analistas y las expectativas de los especuladores de los llamados “mercados”: las negociaciones que dispuso el juez neoyorquino entre la Argentina y los buitres no arribaron a ningún acuerdo. Poniendo sobre el tapete la cláusula RUFO, que obliga hasta enero de 2015 a extender a los bonistas que participaron de las reestructuraciones de deuda cualquier oferta que mejore las condiciones de los canjes de 2005 y 2010, el gobierno argentino rechazó la posibilidad de establecer cualquier compromiso con los buitres. La
Argentina entró en un default atípico. La plata para pagar los vencimientos estaba en el banco, pero los 539 millones de dólares estaban bloqueados por orden del juez. Desde entonces, se suceden a un ritmo febril una serie de decisiones que describen un rumbo desorientado: del anuncio de la aplicación de la ley antiterrorista contra los dueños internacionales de la gráfica Donnelley –decisión corregida en menos de una semana–, al envío al Congreso de un proyecto de ley para hacer un nuevo canje e intentar salir del default en tiempo limitado, mostrando voluntad de volver a pagar “serialmente” a los acreedores. De la decisión de reforzar el arbitraje estatal modificando la ley de abastecimiento, a la presentación de los rapaces George Soros y David Martínez Guzmán –propietario de Fintech– como próceres de la nación contra Paul Singer, el buitre “malo”. Y mientras tanto, Sergio Berni apareciendo en continuado como emblema de la “mano dura” contra la protesta social, contra quienes toman tierras en reclamo de vivienda y apoyando a las multinacionales que dejan familias en la calle, convertido, por momentos, en virtual Ministro de Trabajo. »
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ECONOMÍA & POLÍTICA
Sin solución de continuidad, hacia un rumbo y el opuesto en el mismo momento. Y sin que ninguna de estas decisiones parezca conducir a una salida de los atolladeros en los que entró la economía argentina, contrariando la ilusoria pretensión kirchnerista de que el estatalismo bastaría para resolver las contradicciones del capitalismo semicolonial, atrasado y dependiente.
Una economía en zona de turbulencia Al mismo tiempo que el gobierno anunciaba el tercer canje, que tiene un panorama incierto, recrudecía la tensión en el mercado cambiario. El dólar blue volvió a estar en las noticias de todos los días, y el Banco Central debió vender más de 400 millones de dólares en agosto para controlar el cambio oficial. La vuelta de la tensión cambiaria se explica por varios motivos. De fondo está la inflación, que ha vuelto a colocar la paridad cambiaria real –es decir, en términos de poder de compra de la moneda local en relación con el dólar– en niveles cercanos a los de comienzos de año, cuando la corrida cambiaria llevó al gobierno a dar un salto devaluatorio de 23 % en enero. Como ocurre en estas circunstancias, no faltaron los reclamos –solapados– de sectores empresarios por la pérdida de “competitividad” (que en su concepción se consigue devaluando los salarios). A la inflación se suman el déficit energético e industrial, y los pagos de deuda pública en dólares, que generan una fuerte demanda sobre las reservas del BCRA. Esta demanda se confronta con la estrechez de las arcas de la autoridad monetaria: las reservas nuevamente amenazan caer a menos de 28 mil millones de dólares, como a comienzos de año. Ocurre que las fuentes de divisas están bloqueadas. No solo fracasó la vuelta a los “mercados” por el litigio con los buitres; al mismo tiempo, se registra una caída de las ventas al exterior, la principal fuente de ingreso de dólares: entre enero y julio las exportaciones cayeron 3.780 millones de dólares en comparación a 2013. Por si esto fuera poco, se multiplica la evidencia de que los pronósticos optimistas de hace unos meses, de que el parate económico trocaría en recuperación durante la segunda mitad del año, son de cumplimiento imposible en la actual situación. Las cifras del Indec pusieron en evidencia en agosto, por primera vez, que no solo cae la economía y la industria, sino también el empleo. La ampliación de “Progresar” y la vuelta de los Repro, presentados como virtuoso keynesianismo, son medidas de contragolpe para intentar contrarrestar los efectos de la política de ajuste profundizada desde la devaluación. Se quiere borrar con una mano lo que se escribe con la otra.
28A: contundente pronunciamiento de los trabajadores El mes que comenzó con un nuevo default, finalizó con el tercer paro nacional contra el gobierno kirchnerista, al que adhirieron millones de trabajadores. Esto ocurrió a pesar de que los
empresarios anunciaron descuentos y represalias, los sindicatos oficialistas llamaron a carnerear y apretaron a quienes querían adherir, el Ministerio de Trabajo empapeló la ciudad asegurando que “el movimiento obrero organizado” no adhería, y de que Moyano y Barrionuevo no organizaron ni una sola asamblea ni un solo piquete para garantizar la medida. Además de que no paró la UTA, que anduvo con los colectivos semivacíos. El miedo a las suspensiones y los despidos, hace que la contundencia del paro tenga un doble valor. Los millones que vaciaron las fábricas, las calles y colectivos realizaron el jueves 28 fue un pronunciamiento contundente. Un pronunciamiento en defensa de los puestos de trabajo y del salario desgastado por la inflación, contra el impuesto al salario y las condiciones de vida que se deterioran mes a mes. Fue un mensaje claro al gobierno y también para las patronales: si quieren descargar la recesión sobre sus espaldas, habrá respuesta. Por eso, la jornada del 28 ha sido otra muestra del desgaste del kirchnerismo. Confirmó su pérdida de base social y la resistencia creciente ante los ataques patronales y la persistencia de la resistencia no solo de vanguardia, sino de masas, a los ajustes. Tres paros generales en menos de dos años, y dos de ellos con apenas seis meses de diferencia, demuestran que el proceso es profundo. El otro dato destacado de la jornada es la persistencia y desarrollo del fenómeno del sindicalismo combativo y la izquierda clasista en sectores de la clase trabajadora. Así lo reconocieron destacados editorialistas de todo el espectro mediático. Mario Wainfeld, editorialista del oficialista Página/12, escribió el día después del paro: “Para este cronista, desde que Moyano se pasó a la oposición gremial y política, el único sector que mejoró su posición relativa es, precisamente, la izquierda radical. No fue un salto abrupto, sino la continuidad de un proceso de acumulación. Lo cierto es que ha ganado representatividad por ‘abajo’, en comisiones internas, en delegados de base”. Y desde la oposición rabiosa del diario La Nación, Morales Solá afirmó: “La perseverancia de Moyano en la protesta y la participación del sindicalismo más radicalizado en los piquetes explican mejor que nada la relación de la Presidenta con el peronismo y con la izquierda verdadera. La izquierda con antecedentes y con coherencia, aunque seguramente equivocada, en sus luchas laborales. Es la contracara del progresismo retórico del cristinismo, que habla de revoluciones incomprobables, mientras se refugia en un Estado generoso o en los opulentos edificios de Puerto Madero”. Con estas acciones, la clase obrera viene realizando una serie de experiencias con el peronismo en el poder, particularmente con la versión “más de centroizquierda” desde la salida de la dictadura. Y que expresa una contradicción, para la propia burocracia y el conjunto del régimen político, en el marco de un plan de ajuste
que es el punto de coincidencia entre el gobierno y la oposición: aquella entre el peso de los sindicatos en la estructura del peronismo y el Estado argentino y la tendencia política que predomina en los candidatos que se proponen suceder a CFK. Cualquiera de ellos, sea Massa, Scioli o Macri –hoy los mejor ubicados, según las encuestas–, no tiene nada que ofrecer al movimiento obrero más que ajuste. En este contexto, si bien la burocracia sindical es un pilar del régimen político argentino y precisamente lo es por su control del movimiento obrero, lo cierto es que la perspectiva de ligarse a proyectos políticos patronales que poco y nada tienen para ofrecer, deja a Moyano-Barrionuevo en una situación incómoda, que los lleva a oscilar entre esporádicas acciones, que intentan mantener en carácter “dominguero”, y la pasividad total. Fue a pesar de Moyano y sus aliados que se expresó esta contundencia. Entre el temor a quedar como “destituyentes” y sus estrategias políticas que los conducen a Macri o Massa, no convocaron al paro por objetivos de lucha precisos para enfrentar suspensiones y despidos. Como ocurre entre paro y paro, las centrales opositoras se predisponen a continuar la tregua mientras el ajuste continúa y los despidos y suspensiones se profundizan. Además, producto de la acción del gobierno (y sus contornos más “radical-frepasistas”), su ruptura con Moyano y su constante afrenta contra los sindicatos –mientras coopta a algunos dirigentes–, la burocracia sindical está más dividida que nunca. Este hecho y la emergencia de la izquierda radical del FIT, con peso político y de dirección en fábricas que son emblema, o con minoría intensas en gremios estratégicos, le dan a este fin de ciclo características que estuvieron ausentes en otros –fin del menemismo o el alfonsinismo–. Esto volvió a dar protagonismo a la izquierda en el paro, ganado porque los piquetes de la izquierda y el sindicalismo combativo vienen siendo el símbolo de la defensa de los puestos trabajo. La histórica lucha de Lear contra los despidos y la persecución, y la gestión obrera en la gráfica Donnelley, son los ejemplos más reconocidos. Con esta iniciativa, los delegados combativos y la izquierda –con una destacada participación del PTS– dieron una respuesta contundente al ponerla a producir bajo su gestión para evitar que 400 familias vayan al desempleo y uniéndose con los obreros de Lear en la lucha contra los despidos. También lo hacen en la zona sur del Gran Buenos Aires, el Comité de Solidaridad con los despedidos de Shell, Calsa y Honda. Estas expresiones de la vanguardia obrera y la izquierda de las que participamos, contrastan con la conducción de Moyano-Barrionuevo. El paro nacional reafirma y da nuevo impulso a la izquierda clasista, consecuente, revolucionaria, que venimos construyendo en el movimiento obrero, con nuevas camadas de dirigentes obreros, con nuevas fuerzas en el movimiento estudiantil, y con nuevos y jóvenes referentes políticos e intelectuales.
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Fotografía: Agustín Ariztegui
Lucha fabril y política “La Panamericana se va transformando en una especie de Franja de Gaza”, afirmó Jorge Fontevecchia en una editorial de Perfil. Más allá de la evidente exageración, lo que es cierto es que la Zona Norte del conurbano muestra, con la Panamericana como teatro de operaciones, el avance de los sectores combativos y de izquierda en el movimiento obrero. Para debatir sobre esto, IdZ organizó una charla en la Facultad de Filosofía de la UBA, y entrevistó a un joven obrero de Donnelley que reflexiona sobre el proceso que va de la organización sindical de fábrica a la toma de la planta. La izquierda, los sindicatos y el peronismo El martes 26/8, en el aula 108 de la Facultad de Filosofía de la UBA se reunieron Hernán Camarero; Christian Castillo; Daniel y Ezequiel, de la autopartista Lear; Germán, Nahuel, Javier y Pablo, de la gráfica Donnelley; con la coordinación de Paula Varela. Entre intelectuales, obreros y estudiantes, se discutió sobre el peronismo en los fines de ciclo, la burocracia sindical, las enseñanzas de 2001 para las actuales luchas, y los desafíos de la izquierda. La charla fue auspiciada por la Juventud del PTS en la presidencia del CEFYL, CECSO y CEP. Aquí presentamos algunos de los puntos centrales señalados por los panelistas.
Hernán Camarero: “el peronismo siempre termina así” El kirchnerismo, que es una especie de mezcla bastante promiscua de un poco de peronismo histórico, un centroizquierdismo nacional y popular, acuerdos estratégicos con las fracciones más importantes del gran capital, la intervención de la burocracia sindical, y todo esto condimentado con la participación de sectores juveniles; es evidente que hoy aparece como indispuesto para afrontar esta nueva etapa que se ha abierto y que hemos denominado como fin de ciclo. El viraje a la derecha aparece como inevitable y eso es lo que estamos presenciando en estos meses: »
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MOVIMIENTO OBRERO
la represión, hoy encarnada en Berni; y el trabajo que va a realizar la burocracia sindical una vez más. En ese sentido, si uno reflexiona sobre el carácter de la salida por derecha del kirchnerismo, uno podría decir que el peronismo aburre con las novedades de siempre. Fíjense que el primer peronismo tuvo un período de “gloria”, asociado a otro ciclo en alza de la economía, que le permitió una serie de medidas de redistribución que las pudo practicar los primeros años, pero luego inevitablemente las tendencias fueron a la baja y fue el propio gobierno de Perón, desde comienzos de los años ‘50, el que tuvo que empezar a hacer algunas tareas como las que hoy tiene planteadas el gobierno de Cristina. En ese momento se usaba otro término, “racionalización”, después se le empezó a llamar “flexibilización”, y eso iba asociado a quitas salariales, convenios a la baja y despidos. Esa tarea ingrata la empezó a afrontar el peronismo, y lo hizo Perón en el ‘52 y ‘53 de la mano de la burocracia sindical que cumplió un papel muy importante en el período previo a la caída. También estaban los Pignanelli…Y también empezó a emerger un activismo desde las fábricas que intentó ser aplastado por la burocracia sindical. Y el peronismo empezó a aplicar ese programa por las propias contradicciones de la base social que representaba. El peronismo combina una salida por derecha, aplicando la racionalización, aplastando al activismo, avalando los planes de productividad que le exigía la burguesía; y luego, cuando vio que no podía completar ese plan hasta final, tira la toalla. Tirar la toalla significa que se rindió sin lucha ante el golpe del ‘55 y le dio el paso a la derecha. Eso es muy importante del peronismo: en su propio surgimiento está la mácula de la derrota y la capitulación. Entonces, para la clase obrera, para la vanguardia, para la izquierda que quiere organizarse y orientar el proceso de lucha de los trabajadores, debe tener presente estas salidas históricas a las que recurrió el peronismo, que siempre son por derecha.
Obreros de Lear: despedidos por pelear Nosotros empezamos hace 5 o 6 años atrás para empezar a formar la agrupación Celeste. Con compañeros que hacían asados, partidos de futbol, para empezar a luchar contra un sindicato que era el responsable de que los ritmos de producción aumenten, de que muchos compañeros se lastimen y se vayan a sus casas todos “rotos”, despedidos sin una moneda, e impidiéndoles de poder conseguir otros trabajos. Nuestros delegados fueron perseguidos y se ganaron la antipatía del SMATA por no querer firmar un acta de rebaja salarial en la decía que, si entraba personal
nuevo, ganaba la mitad que nosotros. Desde ahí empezó la lucha nuestra contra el sindicato. Y a medida que veían que nosotros nos estábamos organizando, la verde nos empezó a hostilizar, señalándonos como que nosotros éramos vagos, éramos los quilomberos. Hoy estamos despedidos por pelear por nuestros compañeros, pelear por lo que nos corresponde. Nosotros no vamos a bajar los brazos, atrás de nosotros tenemos una familia que depende de nosotros y no nos deja bajar los brazos. Tanto nuestra familia, como las organizaciones que nos apoyan, la gente en la calle, mucha gente está de acuerdo con nuestra lucha porque sabe que es cierta y la tenemos que ganar.
Obreros de Donnelley: esto no nació de un repollo En 2001, cuando la fábrica estaba casi sin producir, hubo compañeros que se cargaron la mochila en la espalda de sacarse de encima a la burocracia de Ongaro. Y llegaron a 2003 pudiendo barrerla. Donnelley es una patronal bastante dura en los ritmos de trabajo, con 12 horas diarias, sábados y domingos, con la mentira de las horas extras y el dinero ficticio. Entonces los compañeros tuvieron que hacer un trabajo para poder empezar a pelear por otras demandas que no eran económicas, como condiciones de trabajo, solidaridad con otras fábricas, con otros conflictos. Lo que siempre se propagó en la fábrica es la solidaridad de clase y la conciencia de que todos juntos, es la única manera de enfrentar a las patronales y al gobierno en los golpes que nos dan. Participamos en la lucha de Kromberg, más de 50 compañeros en cada uno de los días del acampe; estuvimos con lo de Gestamp –acá está el compañero Robi que estuvo en el puente grúa resistiendo–; estuvimos con Lear acompañándolos, es más, somos una organización hermana con Lear. Nosotros tomamos su ejemplo y ellos el nuestro durante todo este tiempo. También fuimos una de las pocas fábricas que hizo un paro de una hora por los compañeros de Las Heras con asambleas casi diarias, con cortes como el del 27/2 de este año. Un poco es eso lo que explica que hoy hayamos puesto a producir la fábrica.
Christian Castillo: “estamos disputando donde está el centro del poder económico” Desde 2009 viene desarrollándose una vanguardia combativa y luchadora que desafía a las burocracias sindicales y a las patronales dentro de numerosas fábricas del cordón que rodea la Panamericana. Y cuando hay delegados combativos, se discuten los ritmos de trabajo ahí donde está el poder económico concentrado. No disputarle a las multinacionales que controlan la
economía del país es mostrar que uno no quiere desafiar el poder de la clase dominante. Por eso el SMATA, la patronal, el gobierno, atacan tan duro cuando empieza la oposición, porque saben que hay descontento, entonces tienen que ejercer un poder prácticamente policial sobre los trabajadores. Eso es lo que empezó en Gestamp y lo que estamos viviendo en Lear, una contraofensiva para hacer lo que Pignanelli dijo: “tratar de que no quede ningún delegado de izquierda en el SMATA”. Y Lear le está diciendo a las patronales, “donde estamos los sectores combativos y quieran atacar, van a enfrentar una resistencia monumental; nos podrán derrotar, podremos conseguir más, podremos conseguir menos, pero que a nosotros no nos hacen bajar la cabeza, irnos a nuestras casas, sin mostrar la voluntad de lucha del movimiento obrero, eso ténganlo asegurado”. Ese es el gran mensaje de Lear. Hay una segunda cosa a la que me quiero referir: la relación entre el crecimiento de los sectores combativos y la izquierda en el movimiento obrero, y la crisis del kirchnerismo. Ahí hay una relación muy importante: el corrimiento a izquierda de sectores de la clase obrera muestra una tendencia a hacer un partido de izquierda obrera en Argentina. Eso se ve en la presencia de la izquierda en la lucha de clases y en el crecimiento electoral del Frente de Izquierda. Pero si hubiéramos sacado 1.200.000 votos, conseguido los diputados, y una vez que comienza la lucha de clase no hay protagonismo de la izquierda combativa… ¿qué pasa con esa elección? Hubiera quedado en el olvido. La elección del FIT se actualiza porque hubo lucha de clases y la militancia del FIT está allí. Nosotros como PTS queremos redoblar esa apuesta. Imagínense si en vez de hacer un paro matero, 500 mil obreros ganan las calles el día jueves (28/8), la burguesía estaría mal. Por eso no lo hace Moyano. Moyano tiene conciencia de burócrata: opina que si 500 mil obreros ganan las calles, él está mal. Quiere darle un mensaje a Massa, a Macri, al que sea, de que si quieren gobernar tienen que negociar con él porque puede parar el país; no quiere poner de rodillas a la clase dominante. ¿Cuál es nuestro objetivo? Poder poner los 500 mil obreros en la calle que pongan a la burguesía de rodillas. Ese es nuestro pequeño objetivo. Y la clase obrera lo ha hecho a lo largo de la historia. Justamente, aprender de la historia es aprender que el movimiento obrero puso a la burguesía de rodillas y la barrió de escena, y empezó a construir una sociedad distinta al capitalismo. Eso es lo que nadie tiene que olvidar porque eso es lo que nos proponemos hacer.
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“Toqué timbre y un compañero me abrió la puerta” El lunes 11 de agosto la empresa gráfica R. R. Donnelley Argentina S. A., ubicada en la zona norte del Gran Buenos Aires, amaneció cerrada y con un cartel que decía “Lamentamos profundamente tener que comunicarle que, afrontados a una crisis insuperable y habiendo considerado todas las alternativas viables, estamos cerrando nuestras operaciones en Argentina y solicitando la quiebra de la empresa, luego de 22 años de actividad en el país”, dejando solo un 0800 para dar detalles de una decisión que ponía a más de 400 familias en la calle. R. R. Donnelley es una empresa norteamericana de servicios de impresión con más de 150 años de trayectoria, que se instaló en Argentina en el año 1992 cuando adquirió la gráfica Atlántida. Actualmente cuenta con más de 40 plantas en todo el mundo, empleando aproximadamente 57 mil trabajadores, y su facturación anual en 2013 ascendió a 218 millones de dólares. La socióloga Mariela Cambiasso, y la trabajadora social Georgina Andrada entrevistan a un trabajador de “Donnelley bajo control obrero”, tal como han decidido denominarla sus trabajadores. Gonzalo tiene 25 años, trabaja desde el año 2010 en el sector de producción y participa de la organización sindical interna. La experiencia personal de Gonzalo invita a reflexionar sobre la relación de los trabajadores jóvenes con la política, los partidos políticos de izquierda y las organizaciones sindicales de base; sobre las nuevas formas que asume la conflictividad; y sobre las implicancias políticas de un proceso de toma de fábrica bajo control obrero en la Argentina actual.
Empezar a hacer política
¿Cuándo empezaste a trabajar, y dónde trabajaste antes de entrar a Donnelley? Entré en el 2010, antes trabajé por todos lados. Cuando tenía 15 años dejé el colegio y empecé a laburar en la obra. Mi viejo es albañil, mis hermanos también y bueno laburé en la obra. A los 17 años tuve a mi nene y cuando cumplí 18 empecé a buscar laburo en fábricas. Pero nunca tuve un trabajo efectivo. Había
Fotografía: Fernando Lendoiro
trabajado en tres fábricas pero trabajé dos meses, tres meses, nada seguro. Y bueno empecé a trabajar por agencia, estuve cuatro meses y enganché justo una camada que iba a quedar gente efectiva, más que nada porque ya había una organización acá adentro. Quedé efectivo en junio del 2010. ¿Cuál fue tu relación con la organización sindical en Donnelley? ¿Tenías alguna experiencia sindical previa? Sinceramente antes de buscar trabajo acá nunca había tenido ningún contacto con la política. Como siempre digo, si bien nunca fui un tipo garca, nunca le había dado bola. Cuando quedé efectivo tomé contacto con el Chavo, una vuelta me invitaron a una reunión de la agrupación, y bueno ellos me plantearon un poco cómo se manejaban acá adentro y si yo estaba dispuesto a darme a ello. Y entonces les dije que sí, que me parecía re bien todo lo que hacían pero que no tenía idea de nada. Cuando entré acá no sabía ni lo que era un delegado. Fue como que asumí ese compromiso, pidiéndoles a ellos que me den una mano en ese sentido. Empezamos teniendo reuniones y charlas para meterme en la lucha. ¿Ese proceso fue inmediatamente, cuando empezaste a trabajar? Fue más o menos cuando quedé efectivo. En los cuatro meses que estuve por agencia no tenía contacto con la Comisión Interna (CI), porque en aquel tiempo si el de agencia tenía contacto con el efectivo o con la CI, era mal visto. Apenas quedé efectivo hubo una reunión en la que también había compañeros míos que habían quedado efectivos conmigo, y nos hicieron ese planteo de formar parte de la agrupación. ¿Y qué expectativas tenías cuando entraste a trabajar? Comentabas que era la primera vez que trabajabas en una empresa grande. Cuando entré ya había una organización formada. Ellos vienen hace 8, 9 años con esta organización de tener una CI combativa. Y para
mí siempre estuvo muy bueno trabajar acá. No sólo en la comodidad de cómo se trabajaba sino que podíamos pelear día a día contra las opresiones, y eso no se ve en ningún lado. Me ha pasado de charlar con gente amiga y que no me crea cosas que yo comentaba de acá. No sé, hacer asambleas, que vengan los jefes y te verdugueen y que vos llames a la CI, o que entre los mismos compañeros les paren el carro, ese tipo de cosas. Y bueno, para mí era importante en ese sentido, porque nunca había tenido trabajo efectivo, acá tenía dentro de todo un sueldo accesible y una estabilidad laboral, que se podía garantizar, porque no era fácil que pudieran echar a una persona así porque sí. Porque la gente iba a saltar. Y por otro lado, he hablado con gente sobre la CI, y siempre creían que el delegado era un garca. Hablaba con mi hermano y él me decía, “Tené cuidado siempre de una manera u otra ellos van a sacar un beneficio”. Y yo les decía que no, que yo ponía las manos en el fuego por los tipos porque los conocía y que día a día se demostraba acá adentro que eran claros en este sentido. Por ahí, no sé si lo que pasa acá adentro pasaba en todas las fábricas…
El fin del “no te metás”
¿En tu casa estaban de acuerdo con tu participación en la organización sindical? Cuando empecé a trabajar acá ya vivía con mi señora y mi nene. Vivíamos en lo de mis viejos. Mi señora estuvo dentro de todo bien, porque después del 2011 que hubo despidos empezó a formar parte de la Comisión de Mujeres1. O sea, con ella nunca tuve una discusión en ese sentido. Mi vieja es una señora que fue ama de casa toda la vida, nunca se conversó sobre política en casa. Por ahí con mi viejo si hablaba algo, y él lo que siempre me decía era “andá a laburar, agachá la cabeza” o que haga lo que sea para obtener un beneficio para mí y para mi familia. Si bien mi viejo es un tipo laburante, tenía esa visión. Con él sí hablamos del tema y él me tiraba que no le convencía mucho que yo me meta en la política. Como que él también veía que »
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MOVIMIENTO OBRERO
la política sólo era la política que se ve más común… el político corrupto, el delegado garca, ¿entendés? Así que con mi familia con el que más discutía era con mi viejo. Una vez estábamos hablando y salió el tema de Mariano Ferreyra, él me decía que no quería que yo fuera un Mariano Ferreyra, o sea, como padre. Y justo estaba mi vieja, que no hablaba pero escuchaba. Por ahí lo que pasaba por su cabeza era, no sé, el miedo ese de que su hijo pueda correr algún peligro, ¿no? Con respecto a eso, el otro día hablábamos de lo que estaba pasando ahora. Anteriormente él me había planteado que me fije que si de última tenía que empezar todo de nuevo, que él me iba a dar una mano, y yo le dije “mirá viejo, yo la voy a pelear hasta morir, por mi familia, por mi esposa, por mi hijo, por ustedes mismos”. Y conversando salió el tema de la dictadura, y él me había dicho que lo que le pasó a los compañeros desaparecidos fue porque seguramente en algo andaban, algo habrán hecho. El otro día hablando por teléfono estuvo bueno, porque salió ese tema, de lo que pasó en aquel tiempo, y él me dijo “yo no quiero que a vos te pase, porque yo sé que a esa gente le pasó lo que le pasó porque era gente que salía a pelear”, o sea me terminó dando la razón. Porque antes me decía que esos tipos en algo andaban, no me decía en qué, y ahora me dijo “tengo miedo que te pase eso porque en aquel tiempo ellos peleaban por lo mismo que estás haciendo vos”. Para mí eso es algo positivo, ya que antes por ahí él no lo pensaba, o no lo quería decir, pero ahora lo dijo.
La toma
¿Cómo viviste la toma de la fábrica?, ¿cómo tomaron la decisión? El panorama que se esperaba eran despidos, la patronal venía amenazando hace un tiempo. Si bien esperábamos en algún momento una situación como esta, no sé si esperábamos que fuera ya. Pero nos veníamos preparando para ese proceso. Yo conocí Zanon en el 2011. Era como una meta para nosotros, creo que por eso mismo salió todo como salió. Pero fue todo medio de golpe. El domingo 10 se había dicho que la patronal iba a cerrar. Y el lunes nos encontramos con el cartelito en la puerta que decía que la patronal se había ido… y nada en concreto en el cartel, decía que para seguir teniendo información se podía llamar a un 0800, o sea algo totalmente absurdo ¿no? Bueno, lo que hace cualquier patronal con los trabajadores, que no somos nada para ellos. La decisión de tomar la planta fue discutida en asamblea el día lunes, mientras estaban en reunión en el Ministerio de Trabajo. Y ahí ganó la moción de no entrar hasta no saber qué se había resuelto en la reunión del Ministerio. Así que esperamos, los compañeros llegaron a las 9 de la noche y nos dijeron que la patronal se había ido. Al día siguiente vino un funcionario del Ministerio, constató que la patronal no estaba y que había violado la conciliación obligatoria. Y en la asamblea del lunes a la noche se votó que si la patronal no se presentaba, íbamos a entrar a la fábrica. El martes después de que vino el funcionario formamos grupos de compañeros y entramos a la planta,
entramos, hablamos con los de seguridad, les dijimos que íbamos a tomar la planta, que teníamos una conciliación obligatoria que nos decía que teníamos que entrar a trabajar y que la patronal no se había presentado. Entramos alrededor de 50 compañeros por una puerta de atrás, caminamos por todo el pasillo y abrimos la puerta de adelante. Adelante había una asamblea, así que abrimos la puerta y entramos todos. Fue el martes a la mañana, tuvimos otra asamblea adentro, donde se votó que íbamos a poner la fábrica a producir. Y bueno, ya a las 11 de la mañana teníamos máquinas produciendo.
Sentimientos inexplicables
¿Y qué significó para vos personalmente ser parte de este proceso? Yo me había levantado el lunes a las 5 de la mañana para venir para acá, que ya más o menos teníamos todo planeado, porque sabíamos lo que iba a pasar. Hasta el martes que fue la toma de la fábrica estábamos todos sin dormir. Tomamos la fábrica, después como a las 10 me fui para casa que tenía que hacer cosas. Y cuando volví, llegué, toqué el timbre y fue un compañero mío el que me abrió la puerta, o sea con mucha felicidad, una sonrisa en la cara. Entrar y que otro compañero me pida que firme en un libro de actas la entrada, y ver a todos mis compañeros contentos, o sea, no había ningún jefe, ningún gerente. En el momento fue algo totalmente raro. El entrar a trabajar en las máquinas, producir, tener la fábrica bajo control obrero, con casi la totalidad de las máquinas produciendo… es algo inolvidable… o sea hay algunos sentimientos que son inexplicables. Trabajar con mis compañeros en las máquinas, algunos que trabajan en encuadernación que trabajen en impresión, o los de mantenimiento en la vigilancia y los de limpieza en la producción… nosotros ese día hicimos vigilancia en el puesto 3, el otro día estuvimos limpiando los baños, al otro día en la producción… yo tengo tarea liviana, por las condiciones en las que trabajamos acá se me formaron dos hernias de disco y tengo una vértebra desplazada… Pero bueno colaborando en todo lo que no requiera un esfuerzo físico que no pueda hacer, y así estamos todos, en todo momento preguntando cómo estás. Se formó un grupo muy unido. O sea en todo momento que vos estás viendo cómo está el compañero, si está bien, si lo vas a relevar para que vaya al baño, si hace falta en una máquina, hablás con los compañeros.
Zanon como referencia
¿En qué experiencias se referencian?, ¿aparecieron las discusiones sobre las tomas de fábricas del 2001? Del 2001 no tengo mucho conocimiento de cómo fue todo. Yo al menos lo que tomo como experiencia, o lo que hablo con mis compañeros, es Zanon. En 2011 tuve la posibilidad de ir con un par de compañeros de acá y fue una experiencia inolvidable, haber conocido una fábrica bajo control obrero, haber conocido a esos compañeros, que nos contaban su
experiencia de lo que fue la toma y cómo era tener una fábrica bajo control de los trabajadores, fue algo que me ayudó a poder nutrirme mucho más y poder seguir avanzando en esta lucha. El otro día en el Encuentro2 estaba el compañero Raúl Godoy y yo le decía que para nosotros ellos eran un ejemplo de lucha. Y él me dijo que ahora el ejemplo éramos nosotros. Y para mí que una persona como Godoy me diga eso, a mí o a los compañeros, es algo que me pone la piel de gallina.
Lo sindical, lo político, lo personal….
Si mirás para atrás y volvés sobre las decisiones que tomaste ¿qué balance hacés? Y yo creo que hoy más que nunca me quedo totalmente convencido de que lo que yo vengo haciendo es para bien. O sea fue demostrado en el sentido de que hemos conseguidos mejores condiciones de trabajo, bonos, mejores paritarias que lo que daba el sindicato, hemos conseguido una comisión de riesgos del trabajo formada por los trabajadores que yo soy parte de esa comisión, y que con algunos de mis compañeros tomamos esa decisión para que no siga habiendo compañeros que les pase lo que me pasó a mí, que somos un par con tendinitis, hernia de disco, por las condiciones en las que trabajábamos acá. No sé, creo que jamás podría estar arrepentido de lo que hice, de lo que vengo haciendo, y de lo que va a pasar. Yo una vez hablando con mi vieja le decía que desde que me metí en todo esto pude madurar yo mismo. Cuando entré acá tenía 21 años y en un sentido como que no me interesaba nada. Y el cambio que hubo en mi persona, más allá de lo sindical y lo político, fue muy importante. Y mi vieja me lo supo aceptar. Una vez me había preguntado a qué llamaba yo “haber tenido un cambio”. Y me acuerdo que le dije que después de todo esto hasta aprendí a tratar mejor a una mujer, o a saber cómo tratar a una mujer. Ya que si bien no me considero un hombre machista, apuesto todos los días a seguir cambiando en ese sentido. Qué fue lo que me llevó a tener una mejor relación con mi compañera, con mi familia misma. Era un ejemplo que le daba a mi vieja para que ella vea el cambio del que yo le hablaba. Que no fue solo un cambio político el que yo tuve, sino que fue un cambio general que me ayudó a mejorar en muchos aspectos. No sé, creo que lo que yo hice estos cuatro años acá y afuera, es lo que yo recomiendo, lo que hablo con mis amigos, con mis primos, con mis parientes para que los tipos se puedan sacar esa venda que yo traje puesta 21 años que no me dejaba ver una realidad que es la que realmente vivimos. Y si no salimos a pelear, los empresarios y el gobierno nos van a terminar pisando la cabeza. 1. La Comisión de Mujeres se puso en pie en el marco de los conflictos por los despidos en el año 2011 y está conformada por las familias de los trabajadores. En la empresa en total solo pueden contarse entre tres y cinco trabajadoras mujeres, concentradas en los sectores de limpieza, calidad y enfermería. 2. Realizado el 16/08, reunió en la puerta de la fábrica a distintos sectores combativos del movimiento obrero.
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“Ocupar, resistir, producir”
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Ilustración: Anahí Rivera
La reciente ocupación y puesta en producción de la imprenta Donnelley trae a la memoria la experiencia de las fábricas ocupadas durante la crisis de 2001, que popularizó el lema “ocupar, resistir, producir”. Por entonces, el gobierno hizo lo imposible por aislar el reclamo de expropiación y estatización bajo gestión obrera de los trabajadores de Brukman y Zanon de otras 200 fábricas ocupadas, concediendo cooperativas. Hoy el activismo obrero de la estratégica zona norte, enfrenta desafíos y peligros similares. Gastón Ramírez Economista, docente de la UNJu. “Si los obreros podemos manejar una fábrica, podemos manejar el país”. Celia Martínez, dirigente de Brukman bajo gestión obrera, abril de 2003.
Control obrero No podemos abordar la cuestión de la gestión obrera sin antes repasar la larga tradición sobre el control obrero. Los procesos revolucionarios más importantes estuvieron recorridos por experiencias de este tipo. En la revolución que en Rusia tiró abajo al zarismo en febrero de 1917, Lenin planteó ante la conferencia general de comités de fábrica –que se organizaron al calor de la revolución como había ocurrido en 1905–, ante 421 delegados en representación de 236 fábricas, que el control obrero era la respuesta a la
catástrofe económica impulsada por el gobierno y las patronales. Establecía que los obreros debían tener las tres cuartas partes de los votos en todas las instancias de decisión; que el control abarcaría a todas las fases de la producción; que existiría un total acceso a la documentación comercial y financiera de las empresas (abolición del secreto comercial); que verificaría la comercialización de los productos básicos, en especial en relación con el campo. Para Lenin, el control obrero serviría para establecer una contabilidad nacional, basada en la dirección obrera
democráticamente elegida a través de las asambleas de los comités de fábrica. Con el triunfo de la revolución, en octubre del mismo año, uno de los primeros decretos fue el del control obrero, que lo establecía “en todas las empresas industriales, comerciales, bancarias, agrícolas, etc., que cuenten con cinco obreros y empleados” por lo menos. Inspirados en la Revolución rusa, los consejos obreros de Turín dieron lugar a la toma generalizada de las industrias metalúrgicas y automotrices donde más de 500.000 trabajadores »
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MOVIMIENTO OBRERO
“ ...un aspecto que distingue a la toma y puesta a producir de la ceramista Zanon (hoy FaSinPat) de otras fábricas recuperadas por sus trabajadores, es el desarrollo de un largo período en el cual los trabajadores habían dado algunos pasos hacia el control obrero...
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iniciaron el control obrero de un sector estratégico de la economía europea. Trotsky va a tomar en cuenta estas experiencias durante las primeras décadas del siglo XX, planteando que nuevas oleadas de control obrero y ocupación de fábricas eran inevitables en aquel entonces. En Argentina, durante la “resistencia peronista” cientos de grandes fábricas, entre ellas la huelga histórica del frigorífico Lisandro de la Torre, fueron tomadas por los trabajadores y en muchos casos hubo control obrero. En los ‘70, los cordones industriales de Chile fueron el proceso más avanzado de control obrero en Latinoamérica. La historia demuestra que el control obrero de la producción puede empezar de distintas maneras, de acuerdo también con el grado de radicalización política y social del contexto. Puede ser a través del control de las condiciones y los ritmos de trabajo o de la seguridad e higiene, como respuesta a situaciones límite donde los aumentos de la productividad “rompen” al trabajador o por accidentes que pueden costarle la vida a los obreros. En la misma exigencia de apertura de los libros de contabilidad, cuando la empresa amenaza con ajustar acusando crisis, aparece un interés del trabajador por develar lo que los capitalistas ocultan, y se abre la posibilidad de ejercer un verdadero control de la empresa. La actividad cada vez más consciente de controlar, observar, vigilar, decidir sobre la producción y las condiciones de trabajo, comienza a generar una nueva relación dentro de la empresa. El poder indiscutible del capitalista empieza a ser cuestionado, y en la medida que avanza el control obrero, se establece un doble poder al interior de la unidad productiva: el de los trabajadores y el del capitalista. El inicio de este poder dual plantea un dilema. El empresario intentará por todos los medios frenar a los obreros y retomar el control total en la fábrica. Los trabajadores presentarán resistencia. Por ello, está inscripta en la naturaleza misma del control obrero su carácter transicional, en el sentido de que no puede permanecer ad infinitum una situación de doble poder dentro de la fábrica; sino más bien la misma acelera el enfrentamiento entre el trabajo y el capital buscando una resolución para un lado o para el otro. Como toda conquista parcial, también el control obrero puede ser cooptado e integrado en los mecanismos de gestión de la clase capitalista. En Alemania y otros países europeos
se desarrollaron comités de empresa que “colaboran” con la gestión capitalista de las mismas, operando como correa de transmisión de los requisitos del capital. En la experiencia argentina reciente, un aspecto que distingue a la toma y puesta a producir de la ceramista Zanon (hoy FaSinPat) de otras fábricas recuperadas por sus trabajadores, es el desarrollo de un largo período en el cual los trabajadores habían dado algunos pasos hacia el control obrero, luego de la muerte de Daniel Ferrás por un accidente, responsabilidad de la empresa, con la huelga se conquista una comisión obrera encargada de la seguridad y de la higiene que logró reducir considerablemente los accidentes. Luego, ante la crisis que aducía la empresa, que en realidad era resultado de un vaciamiento, exigieron la apertura de los libros contables. En el caso de Donnelley, hoy, también los trabajadores venían rechazando las maniobras de la empresa para aducir la quiebra, y supieron derrotar varios intentos de desviar la producción hacia otras gráficas. En ambos casos, las patronales enfrentaban colectivos obreros decididos a responder las maniobras y ataques para derrotarlos.
Expropiación y estatización bajo gestión obrera o cooperativa En los casos donde los trabajadores ocupan y ponen a producir las fábricas, cuando el capitalista huye, se está en las puertas de una nueva experiencia: la gestión obrera. La misma contempla el control obrero, pero lo supera, al extenderse dentro de la unidad productiva a todos los ámbitos antes ocupados por el capital que ya no está presente dentro de la fábrica. Aquí se produce un primer cambio, trabajadores en igualdad de condiciones producen y ponen al desnudo el carácter despótico y vertical del control de los supervisores y los encargados que responden a la patronal.
Cada vez que los trabajadores deciden tomar la producción en sus manos, se despiertan las fuerzas contrarias de jueces, funcionarios, burócratas, síndicos que buscan poner un freno al impulso vital de la acción obrera. La fábrica pasa a ser además objeto de disputa entre los capitalistas (o la misma patronal con sus testaferros), que intentarán utilizar la Justicia y cuanto amigo encuentren en el Estado para recuperar los medios de producción. Por esto mismo, es que se hace necesario exigir la expropiación y estatización de la fábrica, como reaseguro de que la misma no vaya a ser objeto de especulación capitalista. Y debe ser expropiando a la patronal sin pago, ya que no puede implicar que los trabajadores se hagan cargo de las deudas del patrón ni “premiar” con indemnizaciones las maniobras de vaciamiento y fuga de capitales que las empresas hacen, en muchos casos, con la vista gorda del Estado. A su vez, el planteo de gestión obrera se corresponde con la puesta en marcha de un plan que permita orientar la producción según necesidades de la población, con exigencia al estado de que garantice los salarios y cargas sociales, compre la producción en función de necesidades sociales (como podría ser por ejemplo para planes de vivienda en el caso de Zanon, o materiales educativos en el caso de la gráfica Donnelley). Sin embargo, el gobierno responde: “hagan una cooperativa”. Las cooperativas, como formas de organización de la producción, en sí mismas, tienen un gran valor estratégico si se proponen traspasar los límites de la sociedad capitalistas. Marx, como parte de sus conclusiones de la Comuna de París, llego a plantear ante la burguesía que alentaba la formación de cooperativas,
Las fábricas cooperativas demuestran que el capitalista como funcionario de la producción es un personaje tan superfluo como él mismo, en su altísima cultura, considera que lo es el terrateniente (K. Marx, El Capital, Tomo III, cap. XXIII, FCE).
si la producción cooperativa ha de ser algo más que una impostura y un engaño; si ha de substituir al sistema capitalista; si las sociedades cooperativas unidas han de regular la producción nacional con arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y poniendo fin a la constante anarquía y a las convulsiones períodicas, consecuencias inevitables de la producción capitalista, ¿Qué será eso entonces, caballeros, sino comunismo, comunismo “realizable”? (K. Marx, La Guerra Civil en Francia).
Por su parte, si ser dueño de los medios de producción es lo que le concede al capitalista su rol de mando; la gestión obrera de la fábrica plantea un cuestionamiento profundo a la propiedad.
Incluso, tienen un valor pedagógico, que ya lo destacara Marx, cuando ponen de manifiesto que sin empresarios la empresa puede seguir en funcionamiento, pero sin trabajadores no.
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En realidad, el problema de las cooperativas no está en su forma de organización del trabajo, sino en la naturaleza misma de la producción capitalista que se encuentra dominada por el mercado. Rosa Luxemburgo afirmaba: “Pero en la economía capitalista el cambio domina la producción, convirtiendo, en vista de la concurrencia, la explotación desmedida, es decir el sometimiento completo del proceso de producción a los intereses del capital, en condición necesaria de la empresa” (R. Luxemburgo, Reforma o Revolución).
Si la economía capitalista, genera una feroz competencia que solo algunos pocos pueden sobrellevar, en el caso de las cooperativas obreras, resistir en el mercado de igual a igual con capitalistas es, cuanto menos, insostenible. De aquí que las cooperativas se vean ante la disyuntiva de ser integradas al mercado capitalista transformando los logros de la gestión obrera en su contrario, en autoexplotación entre los socios cooperativos, que por presión del mercado tienen que actuar en él como capitalistas, e incluso, adoptar medidas propias de racionalización interior de la empresa como cualquier capitalista. Por el contario: El control obrero [en el sentido de la autogestión, NdR] rechaza toda institucionalización, toda idea de convertirse, aunque solo sea por un período transitorio, en un parte integrante de la forma en que funciona el sistema, porque sus realizadores comprenden que su integración implica necesariamente su degeneración en instrumento de conciliación entre las clases” (E. Mandel, Control obrero, consejos obrero, autogestión).
La pelea por la expropiación y estatización bajo gestión obrera se basa en la comprensión de que los trabajadores no pueden conquistar sus demandas en forma aislada, compitiendo unos con otros, sino luchando como clase de conjunto contra las patronales, el Estado y la burocracia sindical que los defiende. Desde esa perspectiva se ven las diferencias con las cooperativas que se adaptaron a los gobiernos y a las “leyes del mercado”. El planteo implica ir contra la corriente, hacia una posición de independencia bajo una estrategia de unidad de la clase trabajadora y el pueblo pobre en pos de desarrollar la lucha de clases contra el capital, conquistando un gobierno obrero basado en organismos de democracia directa que unan las decisiones de producción con las decisiones políticas.
Lecciones de la experiencia de control obrero en la Argentina reciente Hacia fines de 2001, de unas 2000 fábricas cerradas, más de 200 fueron recuperadas por sus
trabajadores como respuesta a la crisis profunda desatada por la salida de la convertibilidad. Los trabajadores, sus familias y las asambleas populares dieron batallas en común para iniciar la ocupación y el control obrero, en casos como los de Renacer, IMPA, Milhojas, La Baskonia, El Aguante, Imprenta Chilavert, Grissinópoli, Clínica Junín, Hotel Bauen. Todas ellas se conformaron bajo la forma de cooperativas. Otras como Brukman y Zanon, sostuvieron la estatización bajo administración de los trabajadores. El cambio en las condiciones económicas a partir de 2003, que fue producto del severo ajuste que la burguesía logró cargar sobre la clase trabajadora, y de una situación internacional que resultó inéditamente favorable para el comercio exterior argentino, impidió que la experiencia se extendiera, sin por eso quitar el enorme valor y potencialidad de haber levantado esa perspectiva estratégica. El capital grande y pequeño recompuso sus condiciones de valorización, los patrones mantuvieron sus fábricas contratando más asalariados, e incluso retomaron el control de algunas empresas. Sin embargo, aún “en pequeño”, la experiencia de Zanon y Brukman y la batalla dada por una perspectiva de respuesta obrera independiente dejó su marca. Que las fábricas que cierran, se ocupan y se ponen a producir, es un aprendizaje que está presente en vastos sectores de las generaciones actuales del movimiento obrero argentino. Esta estrategia se plasmó también en nuevas medidas de lucha ante las diversas cuestiones que se fueron planteando a la gestión obrera. Por ejemplo los obreros de Zanón salieron a luchar para exigir créditos para renovar la maquinaria. Hoy en día el conjunto de las empresas que optaron por la modalidad de cooperativas, que impulso el gobierno a través del MNFR (Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas) del abogado Caro, fueron integradas al mercado y muchas de ellas fueron reabsorbidas por los capitalistas o directamente tuvieron que cerrar. No es casual que hoy ante el cierre de la autoparista Visteon, el gobierno junto con el municipio de Quilmes y la UOM, hayan conformado una cooperativa en la cual ya se perdieron más de la mitad de los puestos de trabajo, a los que deseen continuar les exigen dar una parte de su indemnización para capitalizar la empresa, y aún no está resulta la propiedad del inmueble. Una respuesta que contrasta con el proyecto de ley presentado por el diputado provincial del Frente de Izquierda, Christian Castillo, por el cual se solicita la expropiación y la estatización de Donnelley bajo gestión obrera, tal como votó la asamblea de los trabajadores gráficos. Un caso contrario al de la mayoría del las fábricas recuperadas devenidas en cooperativas es el de Zanon. Allí los trabajadores mantuvieron
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la unidad entre las formas tácticas de organización, como fue aceptar la cooperativa transitoria, con el planteo estratégico de la expropiación y estatización bajo gestión obrera de la fábrica para ponerla a producir cerámicos al servicio de las necesidades de la comunidad. En este duro camino de más de 14 años de resistencia y búsqueda de unidad con el pueblo, se logró arrancar la expropiación al gobierno provincial, una medida que fue votada por la mayoría de la legislatura hace dos años1. Aunque Zanon no está exenta de las presiones propias del mercado y las tensiones de renovar las maquinarias, se mantiene como un ejemplo para toda la clase obrera del mundo, que ve en la experiencia de los obreros ceramistas un punto de partida para cuando peligran los puestos de trabajo y las patronales amenazan con cerrar. Esta “excepcionalidad” de Zanon con respecto al resto de las fábricas recuperadas, se encuentra justamente en la unidad entre producción y política, que se estableció desde un inicio como guía del control obrero y la ocupación de fábrica. Tal como señala Raúl Godoy: Nuestra concepción, a diferencia del pensamiento de corrientes autonomistas, o incluso de corrientes de izquierda, es que no puede haber gestión obrera “exitosa” y en ascenso de su producción en el marco de una crisis más general del capitalismo. Si consideramos políticamente que no puede coexistir y desarrollarse el “socialismo en un solo país”, sería muy ingenuo pensar una gestión obrera libre de presiones, máxime bajo la forma de cooperativa. (R. Godoy, “De Zanon a Phillips Dreux: experiencias de control obrero”, La Verdad Obrera, 09/09/2010.)
Por eso mismo es que Zanon se mantuvo hasta el día de hoy levantando la bandera de la ocupación, la puesta a producir y la estatización bajo control obrero como una bandera de lucha para el conjunto de los trabajadores, alentando con su experiencia, una salida por izquierda a la crisis capitalista. En la dinámica transitoria del control obrero, se encuentra el potencial histórico de la clase trabajadora en la búsqueda de una nueva sociedad, tal como afirmaba Trotsky en el Programa de Transición, “Si la abolición del secreto comercial es la condición necesaria de control obrero, ese control representa el primer paso en el camino de la dirección socialista de la economía”.
1. Fasinpat –ex Zanon– no es una mera cooperativa. Los ceramistas se han ganado hasta el día de hoy un lugar indiscutido en todo el mundo como ejemplo de resistencia, organización democrática y clasista, y de solidaridad con el pueblo mediante las donaciones, construcciones de una clínica de salud comunitaria, escuelas de oficio, etc. Ver, “Doce años de Zanon-Fa.Sin.Pat”, www.pts.org.ar, 01/10/2013.
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POLÍTICA
Su ley, nuestra lucha
Fotografía: Fernando Lendoiro
Ante cada intento de los explotados por cuestionar el orden establecido, la clase capitalista intenta caerle con todo el peso de la ley. Retomando tradiciones como la de los abogados que en los ‘60 y ‘70 defendían presos políticos y acompañaban a los trabajadores, el CeProDH interviene en juicios contra la represión y la impunidad y asesora sectores obreros en lucha, poniendo el objetivo en el triunfo de la clase trabajadora, siempre con independencia del Estado y el gobierno. Azul Picón y Esteban Mercatante Comité de redacción.
El Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH) fue impulsado por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) para dar la pelea por profesionales que se integren a las luchas de la clase obrera y que intervengan desde esa perspectiva en las luchas contra la represión, la impunidad y la criminalización de la protesta. Lo integran también luchadores y luchadoras contra la impunidad del terrorismo de Estado, como Victoria Moyano Artigas –hija de desaparecidos y nieta recuperada–, Alejandrina Barry –hija de desaparecidos y querellante en Causa ESMA y Plan Cóndor–, Gloria
Pagés –hermana de desaparecidos y querellante en Causa I Cuerpo de Ejército–, Carla Lacorte – víctima de gatillo fácil– y Jorge “Turco” Sobrado –exdetenido desaparecido–. Militando en común con los trabajadores y definiendo sus acciones colectivamente, la mayoría de ellos se encuentra hoy junto a los trabajadores de Lear, enfrentando un enorme engranaje conformado por piezas del gobierno, sus ministerios, fuerzas de seguridad, sindicatos traidores y una multinacional norteamericana. Para que la lucha de los obreros triunfe, los compañeros destinan su tiempo, su imaginación y todas las herramientas
a su alcance. Mientras tanto, reflexionan para qué seguir construyendo este organismo, construcción indisoluble, así lo piensan, de la perspectiva de emancipación de la clase trabajadora. Acá conversamos con algunos de sus integrantes. “Cuando lo fundamos, se vivía un momento muy particular en la Argentina, se comenzaba a ver en las calles el descontento con la infame década menemista”, nos cuenta Myriam Bregman, una de sus fundadoras. Myriam es hoy diputada nacional electa del Frente de Izquierda por la Provincia de Buenos Aires. Quiso ser abogada desde que tiene memoria. Veía la facultad
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de Derecho como un ámbito hostil para los estudiantes del interior que venían con pocos recursos y tenían que trabajar. “Vivía en el conurbano, hacía las prácticas y daba las últimas materias en la facultad cuando conocí al PTS. ¡Fue recibir aire puro conocer aquellos compañeros que me hablaban de la clase trabajadora!”. Un aspecto que distingue al CeProDH es su labor incansable en conflictos laborales, utilizando todos los elementos legales y políticos como una herramienta contra los ataques de las patronales y sus aliados: las conducciones sindicales, el poder judicial y los funcionarios. “Para nosotros, era necesario un organismo que tuviera este perfil de defensa de la lucha de los trabajadores”, dice Ivana Dal Bianco. Ivana comenzó a militar en el ‘99 cuando estudiaba derecho en la UBA, luego de un proceso de lucha estudiantil contra el ajuste: “allí conocí la política del CeProDH y la impulsamos en la facultad con la idea de cuestionar de raíz la propia profesión”. Hoy, en Neuquén, participa junto con Natalia Hormazábal en las querellas contra los genocidas de Escuelita y Escuelita II. Una de las primeras causas en las que intervino fue el juicio a Castells: “Junto con mis compañeros Myriam Bregman y Rubén Tripi fuimos en el año 2000 los abogados de Raúl Castells, acusado del delito de extorsión por pedir comida en Wal-Mart”. Castells decidió realizar un “juicio de ruptura”, es decir, no aceptar defensa pública, y hacer su propio alegato de defensa. “Allí iniciamos una importante experiencia en la defensa de los presos políticos”. Ante el crecimiento de los movimientos de desocupados en un momento de hiperdesocupación, la fuerza del Estado se descargaba contra las víctimas de la bancarrota capitalista, convirtiéndolas en culpables.
Contra la represión y la impunidad A partir del 2003, con la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, el CeProDH formó parte del colectivo ¡Justicia Ya!, conformado por diversos organismos de derechos humanos independientes del gobierno, para llevar adelante causas contra los represores por delitos de lesa humanidad y genocidio. Ante ese fenómeno de reapertura de los juicios, Myriam considera como “un aporte fundamental” el realizado con otros compañeros como Adriana Calvo de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos: “la constitución de un espacio de querellantes y víctimas para intervenir en forma independiente del gobierno así como del poder judicial en aquellos procesos”. Desde sus inicios el CeProDH tuvo como principio fundamental la independencia política del Estado, los
gobiernos y los partidos patronales. Esta independencia que hoy mantienen, les permitió mantenerse al margen de los intentos de cooptación que sí se produjeron con otros organismos y luchadores populares. Desde el CeProDH, Myriam Bregman y Luis Bonomi formaron parte de la querella en el juicio contra Etchecolatz. También intervinieron en la causa contra el capellán Von Wernich, y en la megacausa ESMA representando a las hijas de Rodolfo Walsh y Raimundo Villaflor, entre otras. La condena a Miguel Osvaldo Etchecolatz, jefe de la policía bonaerense durante la dictadura, sentó un precedente muy importante: la condena por ser delitos cometidos en el marco de un genocidio, y no por la simple suma de los delitos que se le imputaban. Para Bregman: “La conclusión es contradictoria. Logramos que se reconozca que en la Argentina hubo un genocidio de clase. Sostuvimos en nuestros alegatos que la dictadura cívico militar tuvo como fin exterminar a la vanguardia obrera y popular y a sus organizaciones políticas y gremiales, denunciamos la complicidad civil y de la Iglesia. Pero tuvimos que pasar por una experiencia nueva y dolorosa para muchos de nosotros: la desaparición de Julio López”. Julio López desapareció el 18 de septiembre de 2006 luego de declarar contra Etchecolatz. Se inició de inmediato la batalla por su aparición con vida. “Hoy Julio López es reconocido como un desaparecido porque no nos paralizamos, desde el primer día dimos esa pelea”. La causa que investiga la desaparición de Julio López es el “monumento a la impunidad”, como la definió Adriana Calvo: fue secuestrado y desaparecido bajo un gobierno que en la última década construyó su relato en la defensa de los derechos humanos. Está completamente frenada y la impunidad que reina fortalece al aparato represivo del Estado. Este mes se cumplen 8 años de su desaparición. En la megacausa ESMA, donde Myriam y Luis fueron parte de la querella, representando a Patricia, la hija de Rodolfo Walsh, se condenó a pena de reclusión perpetua a emblemas de la dictadura, como Alfredo Astíz y Jorge “El Tigre” Acosta entre otros 14 condenados. Myriam remarca el interés de llevar adelante estos juicios como parte de un colectivo con diversas miradas políticas sobre la dictadura, sobre las organizaciones de la vanguardia obrera y popular de aquella época, y sobre los objetivos de los genocidas. “Nos enfrentamos a algunos de los genocidas más grandes de la historia, no es para medias tintas, hay que jugarse todo en cada audiencia, jurídica y políticamente para demostrar, por ejemplo, la continuidad de esos genocidas en las fuerzas armadas y de seguridad de la actualidad”. No estuvieron exentos de amenazas:
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el Tigre Acosta escribió una “carta” sobre la actuación de Patricia Walsh y Myriam Bregman. La labor del CeProDH en el terreno democrático, también enfrenta al aparato represivo de hoy. En Neuquén se realizó este año el primer juicio por jurados en un caso de gatillo fácil. Matías Casas, un joven de 19 años, fue asesinado por el policía Héctor Méndez en el 2012. Meses después, el policía Claudio Salas mató a Braian Hernández, de 14 años. La lucha de la familia de Matías –de la cual Ivana y Mariano Pedrero son abogados–, junto a organizaciones sociales y de derechos humanos, hizo que donde comúnmente reina la impunidad, el jurado dictamine la culpabilidad por unanimidad. Luego llegó la condena a cadena perpetua para Héctor Méndez. “Fue una pelea difícil, con infinidad de maniobras por parte de la defensa y la justicia, y finalmente en este juicio por jurado, doce personas sorteadas que eran trabajadores en su mayoría, dictaminaron por unanimidad la culpabilidad del policía Méndez. Fue una experiencia muy importante que se dio junto a la movilización”, nos cuenta Ivana. No era la primera vez que se enfrentaba al aparato represivo; contaban con la experiencia de representar a Pepe Alveal, un obrero ceramista que en una represión del año 2003 recibió 64 impactos de balas de goma y perdió un ojo. “Luego de mucha lucha logramos llevar a juicio »
EL RECUERDo DE PoLo El 14 de marzo de 2011 fallecía en un accidente automovilístico, en Mendoza, Leopoldo “Polo” Denaday, que integraba el CeProDH en Neuquén. “Polo” acompañó desde sus comienzos la gestión obrera de Zanon, entre muchos conflictos de trabajadores en los que intervino, y trabajó intensamente en la exigencia de cárcel común para los genocidas. Un recuerdo pinta de cuerpo entero la manera en que él, y el conjunto del CeProDH, encara su actividad militante. Cuenta Myriam: “Cuando murió mi querido amigo Polo Denaday, los obreros de una papelera pararon la fábrica para ir al velorio y uno de ellos dijo en su homenaje ‘este abogado nos enseñó a levantar la cabeza y hablarle de frente al patrón’. ¿Puede haber un reconocimiento mayor? Creo que no”.
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POLÍTICA
oral a 12 policías que fueron condenados por el ataque y también por haberlo mantenido cinco horas torturándolo, malherido en las comisarías sin recibir atención médica”. En la Pcia. de Buenos Aires, donde la policía brava acumula casos de gatillo fácil impunes, con la lucha se logró, después de 13 años y sorteando todo tipo de maniobras de los uniformados y de la Justicia misma, que el ex oficial de la Policía Bonaerense José Ignacio Salmo, que disparó y dejó en una silla de ruedas a Carla Lacorte, finalmente deba ir preso preso.
Eli Díaz: el caso Tejerina, al revés El CeProDH tuvo relación con un caso emblemático en la provincia de Córdoba. Se lo llamó “El caso Tejerina, al revés”1 ya que Eli Díaz, una joven de 19 años, fue acusada de matar a su hija al nacer. El embarazo era producto de los constantes abusos sexuales de su patrón desde que ella tenía 10 años. El fiscal pidió prisión para Eli, pero fue absuelta por un tribunal compuesto por jurados populares y el abusador fue condenado a 8 años de prisión. Como cuenta Leticia Celli, quien fue su abogada, para obtener esa absolución fue clave la movilización popular y el acompañamiento de organizaciones de mujeres y de la población, ya que se había ganado la opinión pública, contando lo que le pasa a miles de mujeres. “Llevar adelante la querella contra el abusador de Eli Díaz me marcó a fuego. Ir a ver a Eli a la cárcel de máxima seguridad de la provincia, enrejada durante un año solo por ser mujer y pobre, fue vivir en carne propia lo patriarcal y machista que es la justicia”, cuenta Leticia, y agrega que este caso constituyó un antecedente muy importante para la lucha de las mujeres. A Leticia le impactó un comentario de Eli, una de las veces que fue a verla a la cárcel. Ella le decía que prefería estar dentro de la cárcel que fuera, porque allí no estaba expuesta a los abusos cotidianos. “Ese día salí llorando y con una bronca terrible, me fui pensando lo que era la ‘libertad’ para determinadas personas en este sistema... imposible ser libre si no tenés nada para elegir, solo la miseria y opresión, y esa bronca me dio fuerza para luchar con más fuerza por la libertad de Eli y contra la miseria y explotación de este sistema”.
Derecho contra derecho Desde el comienzo, como decíamos, el CeProDH ha puesto un acento central en la defensa de los derechos de los trabajadores. Entre las primeras causas se cuentan las empresas recuperadas Brukman y Zanon.
Es imposible concebir el derecho por fuera del carácter de clase del Estado y de los intereses que éste defiende. El derecho es la herramienta de la burguesía para legitimar su dominación; por el contrario, para el trabajador, el derecho burgués no es más que la forma jurídica en la que se expresa su condición de explotado. Por lo tanto no podemos concebirlo despojado de la lucha de clases. Sin embargo, se han incorporado derechos y garantías para los trabajadores en el entramado jurídico burgués, que se conquistaron como resultado de largas luchas. Eso le permite a la burguesía disimular su dominación. Pero al mismo tiempo abre contradicciones y posibilidades según la coyuntura política. El trabajo de los abogados del CeProDH busca los puntos de apoyo legales para potenciar y no enchalecar la lucha de los trabajadores, que es la única fuerza que en definitiva decide. Las patronales, el gobierno y la burocracia sindical, pretenden poner la lucha consecuente en los marcos de la “ilegalidad”. Por el contrario, desde el CeProDH buscan los elementos que permitan desarrollar la lucha, justificando acciones que muchas veces rompen la legalidad burguesa (como una ocupación de fábrica o un bloqueo de portones). El Estado y sus leyes están hechos para defender la propiedad privada de los medios de producción y de cambio, y no hay solución que no sea conquistar un “poder constituyente”, un gobierno de los trabajadores que sea transitorio hacia una sociedad sin explotadores ni explotados. “En el CeProDH hemos aprendido, hemos avanzado y hemos encontrado mecanismos, nos hemos ido renovando, pensando ideas más originales”, nos cuenta Agustín Comas, quien destaca que “no separamos lo legal de lo político”. Al reconocer lo legal como una herramienta que juega un rol importante en las luchas, es fundamental registrar “las contradicciones dentro de la misma justicia, en el Ministerio de Trabajo… es un aprendizaje de cómo aprovechar las instituciones de la justicia y cómo intervenir ahí políticamente”. A su vez, el CeProDH busca, en cada lucha, desarrollar el más amplio frente único en función de demandas progresivas. En el conflicto de Lear, por ejemplo, Victoria Moyano actuó en común con otras personalidades y organismos de DDHH, como Elia Espen –de Madres Línea Fundadora–, Pérez Esquivel –Premio Nobel de la Paz– y el SERPAJ. Acompañando las luchas obreras, también arrancaron fallos que sentaron precedente. Uno
ABoGADoS y ABoGADAS DEL CEPRoDH Edgardo Moyano, Rubén Tripi, Agustín Comas, Myriam Bregman, Matías Aufieri, Gonzalo Miri, Leonardo Carracedo, Sergio Castro, Natalia Hormázabal, Ivana Dal Bianco, Vanesa Rodríguez, Luciano Sívori, Leticia Celli, Enrique Jasid, Mariano Pedrero, Carlos Platkowski, Gabriela Campos, Luz Santos Morón, Sebastián Maidán, Tomás Celli, Maia Hirsch, Alejandro Meyer, Gustavo Intieri, Paolo Zaniratto, Luis Bonomi, Ivana Esper, Raúl Ramaccioni, Mara Beltrame, Lucas Montiel, Mariana Derni y Elena Rita Gil Sosa.
de ellos fue el del lockout/paro patronal ofensivo contra los patrones de la ceramista neuquina Zanon. Estos habían vaciado la fábrica, y la cerraron para golpear a la interna y el sindicato combativo que venía de una dura lucha en la que expulsó a la burocracia que lo conducía. Pedrero desde Neuquén, y Bregman y Tripi desde Buenos Aires, presentaron la denuncia contra la patronal. La justicia les dio la razón y sancionó el cierre ilícito que tuvo como objetivo cercenar los derechos de los trabajadores. Era la primera vez en muchos años que una resolución judicial condenaba el accionar de una empresa. La fuerza de los trabajadores ceramistas fue un fiel clave en la balanza para lograrlo. Después de esta derrota recibida por la patronal en el plazo legal, los trabajadores discutieron y prepararon la ocupación y puesta a producir. Empezaba la gestión obrera. Empezaba Fasinpat2.
Delegada de hecho Catalina Balaguer había sido despedida de la fábrica Pepsico Snacks por apoyar la resistencia de 150 trabajadoras al despido. Sus compañeras eran contratadas que, como es habitual en muchos gremios, fueron dejadas en la calle. Los trabajadores en blanco que se solidarizaron con ellas fueron “escrachados” y despedidos. Catalina rechazó la indemnización e inició la pelea por su reincorporación. “Caty Balaguer se impuso en una fábrica donde siempre los delegados fueron hombres, era una activista con personalidad, y la despidieron. No era delegada, para la ley formalmente, no tenía fueros”, nos cuenta Myriam Bregman, quien la representó junto a Tripi. A fines del 2003 Caty debió ser reincorporada por un fallo “completamente novedoso para la jurisprudencia argentina. Su reinstalación sentó un precedente jurídico. Este es el primer caso de reinstalación en el ámbito privado y contra una de las multinacionales más poderosas del país”, nos cuenta Bregman. El fallo condenó a la empresa por práctica antisindical y discriminación contra los trabajadores, y contra Balaguer en particular por ser activista sindical y compañera de Leonardo Norniella, delegado de la fábrica y opositor a la línea del sindicato. Pero lo novedoso es haber logrado el reconocimiento de Caty como delegada de hecho. “Nosotros la consideramos una delegada de hecho y no una trabajadora común, y que le correspondían los mismos derechos que a los delegados, cosa que los jueces nos reconocieron”. Este fallo sentó un antecedente muy importante para los activistas que están en empresas en las que las comisiones internas están con la patronal. “Creo que lo más importante fue que combinamos ‘audacia jurídica’ con una lectura política de todo lo que habían removido las jornadas del 2001, incluso en el conservador poder judicial”, reflexiona Myriam. Hoy a esa experiencia se la conoce como “el caso Balaguer” y se la estudia en las facultades. En Neuquén el CeProDH también consiguió el reconocimiento de María Inés Cabrera como delegada de hecho y su reincorporación, sentando más jurisprudencia, en una causa que llevó Leopoldo “Polo” Denaday.
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Proyecto X: infiltración y espionaje K contra los trabajadores No es un programa de ciencia ficción. Es el programa de infiltración, espionaje y posterior construcción de causas penales organizado por la Gendarmería Nacional. “A partir de la lucha del 2009 de Kraft, empezaron a llover las causas penales por cortes de la Panamericana”, comenta Agustín Comas. Él tuvo entre sus primeras experiencias, junto a Matías Aufieri, la pelea de los tercerizados del ferrocarril Roca, que peleaban por su pase a planta permanente. Una lucha dura, de muchos años, que estuvo cruzada por el asesinato de Mariano Ferreyra. Junto a Edgardo Moyano forma parte de los abogados de Kraft, y en los últimos tiempos van de conflicto en conflicto: Liliana, Kromberg, y hoy – con el conjunto del CeProDH– están abocados a las dos luchas más importantes de este momento: Lear, por la reincorporación de los despedidos y contra las maniobras para destituir a los delegados combativos y junto a los trabajadores de Donnelley, que en agosto ocuparon la planta y la pusieron a producir. “Acá ponés un pie en la Panamericana y si sos obrero, te procesan”, sigue Agustín. Javier “Poke” Hermosilla, delegado de Kraft, llegó a tener 16 procesamientos, con un embargo de 300 mil pesos. Lo mismo ocurrió con Leonardo Norniella, delegado de Pepsico Snacks. “Causas enormes, de muchas fojas”, recuerda Agustín. Estudiando esos expedientes monumentales, observaron que los gendarmes con total impunidad decían “me metí de civil entre los manifestantes…”, y eso los llevó a descubrir que existía una red de espionaje ilegal, que infiltraba agentes en las manifestaciones y en organizaciones políticas. Nos dice Myriam: “Preparamos una filosa denuncia penal que impulsamos hasta el día de hoy logrando algo inédito, demostrar con pruebas contundentes cómo espía el Estado a través de sus fuerzas represivas”. Los sistemas de espionaje quedaron expuestos a la luz pública y en tela de juicio. Quienes construían las causas comienzan a ser juzgados. Y algunas de las causas contra los trabajadores armadas con declaraciones de infiltrados cayeron por las denuncias realizadas. Como dice Agustín: “Nosotros le cambiamos el eje: no sé si será delito o no cortar una ruta, pero vos me estás espiando”. La causa adquirió tal magnitud que la entonces Ministra de Defensa, Nilda Garré, debió referirse al tema, en un fracasado intento por negar la existencia de esta práctica de infiltración y encausamiento.
Lo legal y la política Muchas anécdotas pueblan las entrevistas, desde sus primeras experiencias en conflictos duros, hasta sus experiencias con el sistema penal, pasando represiones y recuerdos de compañerismo. También vuelve una y otra vez la experiencia de los abogados de los ‘70. “Son nuestro espejo porque eran parte de las organizaciones, no eran abogados que venían desde afuera a decirle a los trabajadores que tenían que hacer y que no”, cuenta Ivana. Estudian los hábeas corpus para pensar las estrategias de defensa de aquella época. Nos
Fotografía: Juan Sebastián Linero
cuenta Agustín que abogados como Roberto “Cuqui” Curutchet y Ortega Peña llevaban su estrategia revolucionaria hasta la estrategia legal, y se las ingeniaban para estar en el lugar y momento indicado. Y agrega que estudian estas estrategias, “no para copiarlas, sino para extraer las conclusiones, para ver cuáles eran las debilidades, qué les faltaba, qué era lo positivo”. La estrecha relación entre política y acción legal surge una y otra vez a lo largo de las entrevistas. “Ante la pregunta que surge en cada conflicto de qué se puede hacer en el terreno legal, nosotros siempre planteamos que el punto de partida no puede ser otro que la decisión política de los trabajadores. Nosotros llevamos al terreno legal la defensa de lo que ellos deciden
discutiendo en sus organizaciones”, relata Agustín. Para Myriam: “Desde lo político, lo más interesante, aprender cómo cuando se saca la bota del patrón de la cabeza de los trabajadores, lo que ellos pueden avanzar no tiene límites. De los avances de los trabajadores, de esa creatividad desarrollada en la lucha de clases, sacamos las ideas que luego intentamos rodear de forma jurídica, de plasmar en un escrito judicial”.
1. Página/12, 25/03/10. 2. Ver la nota “Ocupar, resistir, producir” en este mismo número.
LEAR y DoNNELLEy, DoS LUCHAS qUE HACEN HISToRIA En dos de las principales luchas de la actualidad –la de los trabajadores de Lear que enfrentan a la autopartista yanqui y al SMATA de Pignanelli; y la de Donnelley que inició la gestión obrera después de que la patronal la abandonada en una quiebra fraudulenta–, intervienen los abogados del CeProDH Edgardo Moyano y Agustín Comas. Los trabajadores los reconocen “como uno más”, y toda decisión sobre los pasos a dar ante la justicia surge de debates comunes. Como cuenta Agustín: “No suplantamos con acciones o presentaciones legales lo que los laburantes no están dispuestos o no pueden pelearla en la fábrica, por eso decimos que acompañamos y somos parte de la lucha, no asesores”.
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La lucha por el derecho al aborto bajo el kirchnerismo
DÉCADA KIRCHNERISTA: TIEMPO PERDIDO PARA LA LEGALIZACIÓN DEL ABORTO Andrea D’Atri Especialista en Estudios de la Mujer. El debate por la legalización del aborto, en Argentina, es de larga data. Sin embargo, después del impasse que le impuso la dictadura militar a este debate, con genocidio, represión y reacción ultraconservadora, el reclamo fue retomado recién a mediados de los ‘80. Con un nuevo lenguaje formulado en los escenarios internacionales y al amparo de la resonancia que adquirían en el país las luchas contra la impunidad y por el respeto de los Derechos Humanos, el derecho al aborto se inscribió en la agenda política de los nuevos Derechos Sexuales y Reproductivos. Muchas experiencias se concentran en estas décadas, que merecerían un extenso análisis. Aquí vamos a centrarnos en los últimos diez años, donde al calor de las movilizaciones que se desarrollaron después de la caída del gobierno de Fernando de la Rúa (diciembre de 2001), la cuestión del derecho al aborto volvió a tomar impulso y a transformarse en una de las de-
Fotografía: Romina Vermelha
mandas centrales del movimiento de mujeres. Nuestra visión no es desinteresada: somos parte de esta lucha de manera activa, con la agrupación de mujeres Pan y Rosas que –por su extendida presencia en Argentina, Brasil, Chile, Bolivia y México y su perspectiva socialista revolucionaria– se constituyó en una referencia ineludible entre las corrientes anticapitalistas del feminismo de América Latina.
Donde muere el progresismo Si nos referimos a la última década, en la que transcurrieron tres gobiernos del mismo signo político –la presidencia de Néstor Kirchner y dos períodos sucesivos de Cristina Fernández–, no se puede omitir la contradicción singular que manifiesta el kirchnerismo con respecto al derecho al aborto. A diferencia de otros temas en los que el gobierno mantuvo, durante un cierto período, un doble discurso, la presidenta Cristina Fernández siempre declamó sin ambigüedades su férrea oposición a la legalización del aborto. No solo hizo declaraciones en este sentido, sino que se conoció su injerencia para retirar la publicación de un manual
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del Ministerio de Salud de la Nación sobre la atención de abortos no punibles, como también la imposición de disciplina partidaria a su bloque parlamentario, para que no diera quórum al tratamiento de un proyecto de ley en la comisión de Legislación Penal, en noviembre de 2011. Pero, gran parte de la militancia kirchnerista –como también un sector importante de sus votantes– no solo aprueba la despenalización del aborto sino que integra las organizaciones de mujeres que pelean por su legalización o, incluso, ha comprometido su apoyo a distintos proyectos presentados en este sentido. Hasta el momento, esa contradicción no se resolvió con un cambio de actitud por parte del gobierno, en respuesta al interés de sus bases; sino más bien, con la búsqueda de algunas vías de escape a ese dilema, por parte de su propia militancia, que promueve algunas reformas acotadas (promoción del uso de misoprostol y el aborto medicamentoso, organización de redes de apoyo para las mujeres que deben abortar en clandestinidad, etc.) para evitar la confrontación1. Además, esto trajo como consecuencia que se estancara el crecimiento del movimiento de lucha por el derecho al aborto, enfrentado a la dificultad de establecer consensos entre la militancia kirchnerista –que se niega a confrontar con el gobierno en esta materia y no admite críticas a la gestión presidencial– y, por otra parte, la izquierda, que constituye el ala política más consecuente de la oposición y además es coherente con su participación en el movimiento de mujeres, sus propuestas durante las campañas electorales y su actividad parlamentaria. Si en los primeros años posteriores a la crisis de 2001, se podía comprender que una parte importante del movimiento de mujeres sostuviera expectativas en una reforma parlamentaria, ya hace tiempo que esa expectativa se tornó incomprensible. Más aún si se tiene en cuenta que, en la década kirchnerista, son aproximadamente 3 mil las mujeres cuyas muertes se hubieran evitado con la voluntad del bloque oficialista que, junto con el voto de algunos diputados y diputadas de los otros bloques que aprueban la legalización, habría hecho posible una ley que permitiera la interrupción voluntaria del embarazo, realizada en los hospitales públicos y en condiciones idóneas. En mayo de este año, invitada a un programa de televisión, la jefa de bancada del Frente
para la Victoria en la Cámara de Diputados, Juliana Di Tullio, afirmó que: “el Congreso no está maduro para debatir la interrupción del embarazo”. Y agregó: “Mi propio bloque tiene contradicciones. Cristina [Fernández] también se ha pronunciado en contra”, reconociendo, además, que el Papa argentino incide en la discusión pública2. Si su pesimismo sobre las perspectivas parlamentarias tiene importancia, no es solo porque se trata de la jefa de bancada, sino porque Juliana Di Tullio firmó el proyecto de legalización impulsado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y también es autora de otras iniciativas, como el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo si el mismo proviene de la comisión de un delito contra la integridad sexual. Pero, mientras el oficialismo –incluso los sectores que apoyan la legalización del aborto– insiste en que el Congreso no está maduro para el debate, la sociedad parece haberlo madurado ya hace tiempo: en los últimos años, según distintas encuestas, la despenalización y la legalización del aborto alcanzaron el mayor índice de aprobación social de todos los tiempos. Esa “maduración” del debate entre la población no se la debemos a ningún gobierno: fue conquistada por la lucha persistente del movimiento de mujeres.
De las calles al palacio Esa lucha persistente tiene una larga historia en Argentina. Pero, en diciembre de 2001, el espíritu deliberativo de las asambleas populares surgidas en distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires, reactivó a las agrupaciones de mujeres y volvió a poner en el centro la discusión de la legalización del aborto. En este marco, un espacio de activistas feministas independientes y mujeres de distintas organizaciones políticas y sociales, que funcionó bajo el nombre de Asamblea por el Derecho al Aborto, acordó estrategias para intervenir en el XVIII Encuentro Nacional de Mujeres, que se realizaría en Rosario en agosto de 2003. El objetivo era enfrentar, con un discurso consensuado, los ataques de la jerarquía eclesiástica local y, además, buscar alternativas para esquivar los obstáculos que la Iglesia ponía para impedir el debate en los talleres que funcionan en estos encuentros. Fue así que, rompiendo con los usos y costumbres de funcionamiento del Encuentro Nacional
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de Mujeres, se convocó –por fuera de las actividades programadas– a una Asamblea Nacional por el Derecho al Aborto, que reunió a centenares de mujeres de todo el país. El atolladero en el que nos encerraba la discusión con las mujeres fundamentalistas fue sorteado. En esta asamblea, las que estábamos de acuerdo con la legalización del aborto, pudimos debatir diferentes propuestas para llevar adelante la lucha con este propósito3. Allí votamos un plan de lucha nacional por la legalización del aborto, que comenzaría con una marcha a realizarse en el Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe y la convocatoria a un encuentro nacional para debatir estrategias para la legalización del aborto. Por primera vez, el Encuentro Nacional de Mujeres de Rosario venció el cerco mediático y la bandera Por el Derecho al Aborto fue tapa del diario Página/12. De regreso, la marcha en Buenos Aires por el derecho al aborto reunió a más de 7.000 mujeres que, frente a la Catedral Metropolitana custodiada por la policía, gritaron consignas contra la Iglesia. Un grupo representativo entregó el petitorio en la Casa Rosada. Otras movilizaciones se desarrollaron en las principales ciudades del país. Una de las feministas que más había luchado por el derecho al aborto en nuestro país, la abogada Dora Coledesky, declaraba: “Ya no somos cuatro locas las que pedimos la legalización, ya no es un reclamo exclusivo de las feministas”4. Sin embargo, el clima político creado por el kirchnerismo, donde el discurso presidencial generaba expectativas en la resolución de las demandas del movimiento de masas, suscitó las primeras diferencias entre quienes conformaban la Asamblea por el Derecho al Aborto, que comenzó a fracturarse y desgranarse. En 2004, se realizaba el I Encuentro Nacional sobre Estrategias por el Derecho al Aborto, para debatir estrategias jurídico-legislativas, sanitarias y comunicacionales. Se decidió exigir la reglamentación de los casos de abortos no punibles ya contemplados en el Código Penal, propiciando una interpretación amplia de las excepciones de punibilidad. También se inició la elaboración de un proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo, y se planteó la necesidad de establecer un bloque transversal de legisladores por el derecho al aborto. Esto se daba mientras el oficialismo postulaba a la jueza Carmen Argibay –cuestionada por »
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“ ...mientras el oficialismo –incluso los sectores que apoyan la legalización del aborto– insiste en que el Congreso no está maduro para el debate, la sociedad parece haberlo madurado ya hace tiempo: en los últimos años, según distintas encuestas, la despenalización y la legalización del aborto alcanzaron el mayor índice de aprobación social de todos los tiempos.
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la Iglesia y sectores conservadores por sus declaraciones favorables a la despenalización del aborto– para la Corte Suprema de Justicia. El ministro de Salud, Ginés González García, también hacía declaraciones a favor de la despenalización y, hacía muy poco tiempo, se había aprobado la Ley Nacional de Salud Reproductiva, largamente postergada. Además, los ministros de Salud provinciales habían firmado un compromiso para la reducción de los índices de mortalidad materna donde se establecía: que la mujer en situación de aborto no sea discriminada y reciba una atención humanizada, rápida, efectiva y con asesoramiento y provisión de insumos anticonceptivos. Garantizar el acceso a la atención del aborto no punible en los hospitales públicos, dando cumplimiento a lo estipulado en el Código Penal5.
Los sectores sociales que se habían movilizado hasta hacía poco tiempo atrás, retrocedían bajo la pasivización impuesta por el kirchnerismo que, seduciendo con el discurso a amplios sectores, reconducía los reclamos de la calle al palacio. Finalmente, la Asamblea por el Derecho al Aborto se disolvió y, un sector significativo de activistas y agrupaciones que la habían integrado, conformaron, al año siguiente, la coalición denominada Campaña Nacional por el Derecho al Aborto [en adelante, La Campaña], que además, recibe el apoyo de otras organizaciones sociales y políticas que no la integran. Aunque La Campaña mantiene aún su presencia en todos los Encuentros Nacionales de Mujeres, en actividades públicas y algunas marchas unitarias, ha privilegiado la estrategia del cabildeo político, a
la de potenciar la construcción de un amplio movimiento activo y de lucha en las calles.
Mayor consenso, menor movilización Mucha agua ha corrido bajo el puente desde mayo de 2005, cuando se lanzó La Campaña, bajo la consigna “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. En pocos meses, La Campaña presentó 80 mil firmas al Congreso, respaldando su petitorio. Para entonces, las encuestas señalaban que el 44 % de la población acordaba con la despenalización del aborto y que ese porcentaje ascendía notablemente si se preguntaba por la despenalización en determinados casos (violación, riesgo de salud de la gestante, malformaciones del feto). Esos índices han aumentado considerablemente, como, lamentablemente, también lo han hecho los de embarazo adolescente y morbi-mortalidad de mujeres gestantes. Un estudio más reciente, del Centro de Estudios de Estado y Sociedad, señala que más del 90 % de las personas encuestadas en el área metropolitana contestó que estaba “de acuerdo” o “muy de acuerdo” con el aborto en casos de violación a una mujer discapacitada o menor; que la aceptación llega al 85 % en casos de malformación del feto y 84 % cuando la mujer gestante corre riesgos de salud o de muerte. El mismo estudio señala que 6 de cada 10 personas entrevistadas están de acuerdo con la despenalización de todas las prácticas abortivas. Índices bastante altos si se tiene en cuenta que, además, 7 de cada 10 dijeron profesar la religión católica. Aquella consigna de “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, que sintetizaba la lucha del
movimiento de mujeres, en los años siguientes fue reemplazada por la de “Aplicación efectiva de la Ley 25.673 de Salud Sexual y Procreación Responsable”, seguida por “Aborto legal, una deuda de la democracia” y, más recientemente, por la que está dirigida más expresamente al Congreso, que plantea “Exigimos el debate”. La Campaña ha presentado, ya en cinco ocasiones, un proyecto de ley en el Congreso Nacional. Por primera vez, lo hizo como iniciativa de la sociedad civil, en mayo de 2007; al año siguiente, se presentó con la firma de 22 diputadas y diputados. Se debió volver a presentar en 2010, donde las firmas llegaron a 33. En esa ocasión alcanzó a ser tratado en la comisión de Legislación Penal, en noviembre de 2011, donde consiguió un dictamen favorable. Pero apenas terminó de sesionar la comisión, se sucedieron diversas desmentidas y contradicciones sobre supuestos incumplimientos del reglamento del quórum, con el objetivo de voltear el dictamen. Las otras dos comisiones interesadas (Acción Social y Salud Pública y Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia) no convocaron a sesiones, por lo que, finalmente, el proyecto caducó y debió ser presentado nuevamente con la conformación de la nueva cámara, al año siguiente. En su cuarta presentación, en 2012, se consiguió el apoyo de 54 diputadas y diputados, pero nunca fue tratado. La última se hizo a principios de este año, con el aval de 64 firmas. Por primera vez, la izquierda partidaria contaba con tres diputados nacionales que agregaron su firma, rubricando en el parlamento el apoyo que siempre manifestó en las calles. Durante la presentación del proyecto en el Congreso Nacional, el diputado Nicolás Del
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Caño, del Partido de los Trabajadores Socialistas en el Frente de Izquierda, saludó al movimiento de mujeres y recordó a la pionera feminista Dora Coledesky, antes de expresar que pelearía por un dictamen favorable en la comisión de Legislación Penal. Sin embargo, suscitó una inesperada reacción censuradora del sector oficialista de La Campaña cuando dijo que saludaba que muchos diputados y diputadas acompañaran este proyecto, pero no queremos dejar de señalar la responsabilidad política del bloque mayoritario del Frente para la Victoria, que permite que algunas leyes, como la indemnización a Repsol, salgan aprobadas en menos de dos meses y otras, como ésta, que evitaría la muerte de miles de mujeres, lleva casi una década sin ser tratada.
Quienes nunca confrontaron con la expresa negativa del gobierno de legalizar el aborto ni permitieron que las críticas contra su política se expresaran abiertamente en aras de “mantener la unidad”, cortaron el micrófono al diputado Del Caño y lo silbaron sin impedir, sin embargo, que éste reafirmara que el aborto clandestino se ha cobrado la vida de más de 3.000 mujeres jóvenes y pobres y hay una responsabilidad política. Ése es nuestro planteo y lo vamos a seguir señalando, al tiempo que acompañamos la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, como desde hace décadas, en la Cámara de Diputados, en las calles, con las compañeras de La Campaña y de Pan y Rosas, y todos aquellos que lo quieran impulsar.
Por las declaraciones ya mencionadas de la jefa del bloque oficialista, parece que este año, tampoco hay visos de que vaya a considerarse el proyecto presentado por quinta vez. La conquista de La Campaña, en casi una década de existencia, fue la instalación del tema del derecho al aborto en la agenda política nacional y también mediática. Dicen algunas de sus integrantes: …el trabajo colectivo de todos estos años nos permitió instalar la palabra aborto en voz alta, sustraerla del silencio, de la clandestinidad y del aislamiento que su sonido implicó por largos años. Denominamos “despenalización social” a la instalación de un debate social y político hace unos años muy silenciado en el país. (…). Hasta la crisis del año 2001 en que la cuestión toma estado deliberativo en las asambleas barriales, el aborto era un tema tabú para la militancia política partidaria, incluso para el movimiento de mujeres amplio6.
El creciente apoyo a la despenalización y legalización del aborto se debió a su persistencia, a la lucha del movimiento de mujeres y también a la indignación que, durante estos años, generaron algunos resonados casos de niñas abusadas y adolescentes con discapacidad mental que fueron violadas, a las que se les negó el acceso al aborto no punible, o mujeres que murieron porque se les negó el tratamiento médico necesario para combatir su enfermedad, porque implicaba riesgo de pérdida del embarazo en curso. Por parte del gobierno solo hubo una férrea negativa a avanzar un solo paso en la despenalización del aborto.
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En 2012, la Corte Suprema de Justicia se pronunció contra la judicialización de los casos de aborto no punible y exhortó a las autoridades del poder ejecutivo a implementar protocolos de atención en los hospitales públicos. Sin embargo, al día de hoy, el fallo es ampliamente cuestionado por distintos gobernadores de la oposición derechista y del propio kirchnerismo, y solo ocho provincias cuentan con protocolos que contemplan los requisitos establecidos por el mismo. Paradójicamente, durante estos años, mientras La Campaña conquistó cada vez mayor visibilidad en los medios y numerosos apoyos entre congresistas, figuras de la cultura, organizaciones sociales y políticas, se redujo notoriamente su capacidad de movilización, que ha quedado, esencialmente, en manos de la izquierda, limitando lógicamente su amplitud7. Las consecuencias de haber generado expectativas en que sería el Congreso y la casta política quienes podrían ofrecer respuesta a las mujeres, se hacen sentir ahora, cuando la movilización es más necesaria que nunca para arrancar nuestros derechos a un gobierno que ha girado a la derecha.
¿Un callejón sin salida? Es innegable el persistente esfuerzo de La Campaña por convencer a la casta política de la necesidad de una legislación favorable a las mujeres, que permita la interrupción voluntaria del embarazo. Sin embargo, aún cuando se ha alcanzado el apoyo creciente de diputadas y diputados de todos los bloques en el Congreso »
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20 “ El creciente apoyo a la despenalización y legalización del aborto se debió a su persistencia, a la lucha del movimiento de mujeres .
Nacional, el proyecto de ley apenas ha sido tratado en una oportunidad, en una comisión cuyo dictamen favorable fue cuestionado. Es que no hay posibilidad de conseguir un dictamen favorable sino es por la presión, el empuje o la imposición de un movimiento de masas, dispuesto a movilizarse por sus derechos. Ésta ha sido la experiencia de numerosos países, donde el aborto fue legalizado en la década de los ‘70, bajo la presión de un activo movimiento de liberación femenina. Si eso fue necesario en países centrales como Francia, Estados Unidos y otros, más aún será necesario en la Argentina actual, en un régimen de democracia degradado y donde, asistimos, más recientemente, a un giro derechista del gobierno nacional. El kirchnerismo que se encontraba enfrentado con el cardenal Bergoglio –quien encabezó la reacción conservadora contra la ley del matrimonio igualitario–, hoy estableció una estrecha alianza con aquel cardenal devenido en Papa Francisco. Esa mancomunión suscitó asperezas en el propio oficialismo –obligando al Poder Ejecutivo a dilatar su presentación en el parlamento– cuando salió a la luz la injerencia de la Iglesia en la redacción del nuevo Código Civil. Si nunca antes este gobierno, ni ningún otro, habían intentado avanzar contra los privilegios económicos de la Iglesia Católica que emanan de varios decretos de la dictadura militar del ‘76, menos aún ahora, cuando el influyente sillón de Pedro es ocupado por un argentino. Y mientras la Iglesia no se separa del Estado, la curia también desarrolla su estrategia de cabildeo, amenazando a legisladoras y legisladores con movilizar a sus fieles en contra. En los primeros momentos del kirchnerismo –cuando el discurso gubernamental generaba expectativas en el movimiento de masas–, quienes sosteníamos la necesidad de mantener
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la movilización independiente por nuestros derechos nos veíamos obligadas a argumentar por qué no había que generar confianza en el régimen político, sino esencialmente, en nuestras propias fuerzas. Mantuvimos la perspectiva de luchar por poner en pie un amplio movimiento de mujeres en lucha por el derecho al aborto, al tiempo que acompañamos y buscamos apoyo para el proyecto de ley impulsado por La Campaña. Diez años de recorrido en el Congreso Nacional, lamentablemente, probaron que no estábamos equivocadas. Las firmas de diputadas y diputados, aun cuando han crecido, son impotentes a la hora de confrontar con la agenda del poder ejecutivo, que ya ha definido que no avanzará con la despenalización y legalización del aborto. Algo que sostiene obligando a los sectores de su bloque parlamentario que aprueban el proyecto de ley, a no dar quórum para su tratamiento o hacer silencio y acatar una agenda que no lo contempla. La muerte de las mujeres jóvenes más pobres de nuestro país, que podría evitarse con la aprobación de la ley, permitiendo la interrupción voluntaria de los embarazos en los hospitales públicos y en condiciones idóneas, nos exige estar a la altura de las circunstancias. Porque tenemos derecho a decidir y porque no queremos ni una hermana más muerta por los abortos clandestinos. 1. Ver “Socorristas y redes solidarias, en el mar de la clandestinidad”, en este mismo dossier. 2. “Di Tullio: ‘El Congreso no está maduro para debatir la interrupción del embarazo’”, Infonews, 12/05/14. 3. En esta asamblea participaron mujeres de la Comisión por el Derecho al Aborto, Foro por los Derechos Reproductivos, Católicas por el Derecho a
Decidir, Acción Política LGTTTB, CTA, Red de Mujeres Solidarias, Polo Obrero, activistas y académicas del Área de Estudios Queer de la UBA. También se encontraba una comisión de estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, reconocidas dirigentes del movimiento de fábricas ocupadas que había irrumpido en diciembre de 2001 –como Celia Martínez de la textil Brukman– y militantes del Partido de los Trabajadores Socialistas que, después de esa experiencia, convergimos en la fundación de la agrupación Pan y Rosas. 4. M. Carbajal, “La marcha del aborto”, Página/12, 26/9/03. 5. “Compromiso para la Reducción de la Mortalidad Materna en Argentina”, Consejo Federal de Salud, Ministerio de Salud de la Nación, 6 de octubre de 2004. 6. Anzorena y Zubbrigen, “Trazos de una experiencia de articulación federal y plural por la autonomía de las mujeres: la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, Legal, Seguro y Gratuito en Argentina”, en Otra historia es posible, Buenos Aires, Herramienta Ediciones, 2013. Hacemos la salvedad de que el Partido de los Trabajadores Socialistas fue duramente discutido en los medios de comunicación (y reconocido por el movimiento de mujeres), justamente por levantar el derecho al aborto como eje central en las campañas electorales desde 1993, cuando participamos por primera vez en comicios nacionales. También acompañamos solidariamente desde sus primeros pasos a la Comisión por el Derecho al Aborto organizada por la abogada feminista Dora Coledesky. 7. Hubo movilizaciones por el derecho al aborto en las que marcharon separadas las organizaciones que seguían permaneciendo en La Campaña y las agrupaciones y partidos de izquierda que confrontaban con el gobierno nacional. Incluso, hubo años en los que La Campaña decidió hacer otras actividades de menor convocatoria y no marchar, como se hacía habitualmente, para el Día de Lucha por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe. Esto se revirtió el año pasado, donde La Campaña encabezó una movilización unitaria en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de, aproximadamente, 5.000 personas –en su mayoría, mujeres– nutrida esencialmente por las agrupaciones y partidos de izquierda.
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Socorristas y redes solidarias en un mar de clandestinidad Celeste Murillo Comité de redacción. Existe otra visión en sectores del movimiento de mujeres sobre el aborto, que concentra sus esfuerzos en montar redes de solidaridad para acompañar a las que deben atravesar la experiencia de la interrupción voluntaria del embarazo. Lo hacen con la convicción de que la misma práctica del aborto, aunque sea clandestino, es un ejercicio del derecho, aun cuando el mismo no esté reconocido como tal por el Estado. Además, sostienen que esta acción enfrenta al patriarcado, que controla la capacidad reproductiva de las mujeres y les niega toda autonomía. Definen que las mujeres, al tomar en sus manos las herramientas necesarias para practicar abortos, construyen autoconfianza, rompiendo con los mitos de las prácticas sanitarias legitimadas por el Estado y la corporación médica. El aborto es una realidad social: las mujeres han interrumpido sus embarazos a lo largo de la historia, en condiciones legales o clandestinamente, en entornos seguros o corriendo riesgos para su salud o su vida. Siempre existieron redes solidarias entre las mujeres, quienes desde tiempos inmemoriales han intercambiado métodos más o menos caseros o peligrosos, siempre clandestinos, para evitar embarazos no deseados. La tradición de las redes de socorristas se extendió en distintas ciudades de Estados Unidos, así como en Francia e Italia durante los años ‘60 y ‘70. Eran parte del movimiento feminista y de liberación sexual, que, concientemente, sostenían que ésta era una respuesta insuficiente ante la realidad que vivían millones de mujeres pobres. En el marco de un movimiento social y político amplísimo, que exigía la legalización del aborto –que se conquistaría, finalmente en 1973, con el fallo Roe vs. Wade en Estados Unidos–, surgieron redes de mujeres que acompañaban a las que necesitaban o deseaban interrumpir su embarazo. La premisa de las ONG y redes que actualmente sostienen esta política es muy diferente. Trabajan en un contexto de prohibición, donde el horizonte del movimiento de mujeres dejó de ser el de la crítica del patriarcado y su relación funcional con el capitalismo. Por el contrario, hoy se persigue la ampliación de derechos de la democracia capitalista, sin cuestionar sus fundamentos excluyentes y opresivos, o se actúa a la vera de la prohibición, coexistiendo con ésta.
Algunos ejemplos son las campañas como la de “Mujeres sobre las olas”, un barco que viaja a través del mundo y se presenta como alternativa en los países donde el aborto es ilegal, practicando abortos a bordo, fuera de las jurisdicciones marítimas nacionales, pero sin confrontar con las políticas gubernamentales que retroceden en derechos conquistados, restringen o directamente niegan ese derecho de la población femenina. La extensión de estas redes solidarias para acompañar a las mujeres en la interrupción voluntaria del embarazo, muestra el crecimiento del respaldo social que tiene esta práctica. Estas redes practican procedimientos quirúrgicos sencillos, pero es imposible descartar potencia-
les complicaciones, y si surgieran, difícilmente contarían con las condiciones y las herramientas para enfrentarlas. Al riesgo médico, se agrega el riesgo legal, ya que estas prácticas alternativas no cuestionan la criminalización de las mujeres y profesionales que practican los abortos en situación de clandestinidad. Y si no se cuestiona la tipificación del aborto como un crimen, las mujeres se exponen al riesgo de penas carcelarias. En los hechos, esta perspectiva deja en un segundo plano e, incluso, niega en ocasiones, la necesidad de luchar por la legalización del aborto y que esta práctica se brinde de manera gratuita y segura en el sistema público de salud.
Ilustración: Greta Molas
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MÉXICO
Una aproximación marxista a sus implicaciones sociales y políticas
La guerra contra las drogas en México
Fotografía: factornoticia.com
México se ha convertido en un país demencialmente violento, un país de nota roja. Desde el año 2006 el régimen político mexicano comenzó una llamada “guerra contra las drogas” que ha causado una catástrofe sin precedentes en la historia de nuestro país. Sergio Moissen Profesor, Ciencias Políticas y Sociales, UNAM. Movimiento de Trabajadores Socialistas de México. A Don Nepomuceno Moreno1 Según cifras estimadas por analistas y movimientos sociales del país las “bajas colaterales” de la “narcoguerra” en estos 8 años de combate a los cárteles del narcotráfico es de más de 120 mil muertos, más de 25 mil desaparecidos y más de 1 millón y medio de desplazados2. En cifras, la cantidad de asesinatos en México en estos 8 años de “guerra contra el narco” es comparable a los resultados de la guerra civil en Siria... No son pocos los analistas que sugieren que en México hay una guerra de “limpieza social” pues las “bajas colaterales”, así las llamó el expresidente Felipe Calderón, vienen de los sectores más explotados: migrantes centroamericanos,
jóvenes, mujeres trabajadoras, obreros, campesinos, pobres urbanos. Esta “guerra” ha construido verdaderos monumentos a la barbarie moderna como la llamadas “narcofosas”, donde fueron encontrados los cuerpos de 78 migrantes en el estado de Tamaulipas en 2010 y más de 150 cadáveres en Durango o el asesinato de jóvenes en masa como en Villas de Salvarcar en el mismo año.
Capos y espectáculo La detención del líder del Cártel de Sinaloa, el “Chapo Guzmán”, en febrero de 2014 por el gobierno de Enrique Peña Nieto fue noticia
internacional. La DEA, el FBI y el gobierno de los Estados Unidos consideraban a Joaquín Guzmán Loera, el “Chapo”, como enemigo público destacado desde 2013. De ahí que la detención tuviera un gran efecto mediático que trascendió las fronteras de México. En la editorial del Whashington Post, por ejemplo, la nota acompañaba, además de la felicitación al gobierno mexicano, el detalle de la participación de autoridades norteamericanas en México: la DEA, según la editorial, había geolocalizado el celular del famoso capo3. Peña Nieto declaró pronto que la violencia en México estaba a la baja y que la detención del “Chapo” era una
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muestra de que México está avanzando hacia la “paz”4. La detención fue presentada con bombo y platillo como una gran victoria del gobierno en la “guerra contra el narcotráfico”, y se sopesaba que la participación de los Estados Unidos en la captura fue “crucial”. El modo en el que Televisa mostró la detención del capo evidenció pronto que se trataba de un gran, muy importante, espectáculo. La realidad para el mexicano común es distinta a la que vende el gobierno en los mensajes en los que se pretende convencer de que se está “ganando una guerra” y que la “violencia en México disminuye”. Ya antes Televisa, en series como El Equipo, una especie de remake de la serie norteamericana CSI (Crime Scene Investigation), filmada con equipo de las Fuerzas Armadas Mexicanas, mostraba el deseo de que las víctimas de la “guerra” se identificaran con la Policía Federal, las Fuerzas Armadas y la actual Gendarmería Nacional en contra de los capos del narco5. Una realidad distinta al espectáculo de la detención del gran “capo” recorre los rincones de México día con día: es la realidad de una “supuesta guerra contra el narco” que no para.
Duelos y catástrofe nacional En las plazas públicas se vive un México distinto al del espectáculo que propicia el PRI. Un grupo de mujeres en Jalisco llamado Bordamos por la paz, religiosamente, cada fin de semana, se reúne para bordar en pañuelos los nombres de personas asesinadas por la “guerra contra el narco”. Sentadas en bancos de mimbre tejen en un ejercicio de duelo a quienes les fueron arrancadas la vida por una bala perdida, por una emboscada o por alguna ejecución extra judicial del ejército mexicano. Desde 2008 este grupo de personas cuelga en un tendedero sobre la plaza de la ciudad los nombres de las “bajas colaterales” producto de la violencia desatada por la militarización del país. Probablemente nunca logren bordar 120 mil pañuelos para poner finalmente en luto a los muertos de la “guerra contra las drogas”. En una imagen contrastante, en Tierra Caliente, Michoacán, un grupo de agricultores aguacateros armados hasta los dientes fundaron,
hace unos meses, los llamados grupos de “autodefensas” y dieron una nueva nota a nivel internacional sobre la espiral de la violencia en México. A primera vista la imagen impacta: decenas de hombres y mujeres en los páramos de Michoacán con armas de alto calibre como la Pietro Beretta calibre 9 milímetros y los fusiles AK-47 y R-15 rondaban toda Tierra Caliente. En meses los grupos de autodefensa, que surgieron a raíz de combatir al cartel de los Caballeros Templarios, pasaron casi en su totalidad a ser cooptados por el Estado mexicano para fungir como guardias rurales al servicio del Ejército y la gendarmería nacional. En última instancia las autodefensas fortalecieron al Estado capitalista. Pronto, las armas largas de las “autodefensas”, pasaron al servicio de Peña Nieto y los que no se cuadraron pasaron a ser perseguidos6.
Narcotráfico: una visión marxista La “guerra” ha despertado un debate público en México y América Latina sobre el carácter social del narcotráfico. Es una realidad que el narco es un sector “pujante” en la economía mexicana de exportación al mercado norteamericano que ha llegado a rebasar en la producción de marihuana, cocaína, metanfetaminas y drogas sintéticas a países como Colombia. Según diarios como La Jornada, el narcotráfico produce un 3,1 % del PIB bruto nacional7. La riqueza de este sector ilegal de la burguesía en México asciende a millones de dólares al año. El transporte y la comercialización de producción de drogas en México son un negocio de grandes réditos pues el país está en frontera con el país más consumidor de todo el continente. Hay estados de la república donde el narco emplea a miles de personas, con métodos coercitivos, como trabajadores agrícolas, transportistas y han llegado a tener una verdadera asociación política con el Estado mexicano. Recientemente fueron filtradas fotografías donde el famoso capo “La Tuta”, Servando Gómez Martínez, se entrevista en una cita de trabajo con uno de los encargados del Estado priista, Luis Antonio Torres, para negociar y legalizar a los grupos de autodefensa. “La Tuta” se ha entrevistado con diversos funcionarios de gobierno del Estado de Michoacán, y se ha comprobado la complicidad
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del Estado con el narco en diversos escándalos nacionales y hasta internacionales. Este pequeño ejemplo es, por ahora, el más sonado en estos meses en que Tierra Caliente Michoacán está en boca de todos luego del surgimiento de los grupos de autodefensa.8 Como una aproximación se podría decir que el narco es una burguesía ilegal inestable en una fase declinante del capitalismo. El narco es un fenómeno social abiertamente reaccionario en ascenso en un momento de cierta decadencia en el modo de acumulación capitalista mexicano impuesto por la ofensiva neoliberal. Este fenómeno creció después de la primera oleada de privatizaciones y de la crisis del campo al que fue sometido el país con las reformas de Carlos Salinas de Gortari en los años 1990, el Tratado de Libre Comercio, modificando la relación del Estado con esta inestable e ilegal burguesía productora de drogas. Es bien conocido que en México los cárteles del narco compiten, como toda empresa capitalista, entre sí por el mercado norteamericano con métodos no convencionales, haciendo uso de la violencia (grupos paramilitares como los Zetas, por mencionar a los más famosos), y que su carácter ilegal lo convierte en un sector de la burguesía de alta inestabilidad. Dicha inestabilidad se manifiesta, por ejemplo, en que la “fama” de los capos es temporal y es oscilante en función de su permanencia en el mercado9. Es también conocido que este sector ilegal de la burguesía mexicana participa de negocios tradicionales y el lavado de dinero en búsqueda de superar su oscilación. Aunque la violencia desatada entre capos competidores por el mercado norteamericano ya existía desde los años 1990, es con la llegada a la presidencia de Felipe Calderón y con la política de supuesto “combate militar” que la violencia demencial se dispara de forma estrepitosa y acelerada. La militarización del país para su supuesto “combate” ha disparado la violencia a un modo insólito en América Latina.
La guerra contra el narco en México: una guerra de clase sin freno de emergencia La “guerra” comenzó en 2006 cuando Felipe Calderón Hinojosa arribó a la presidencia en »
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“ Como una aproximación se podría decir que el narco es una burguesía ilegal inestable en una fase declinante del capitalismo.
medio de fuertes protestas en Oaxaca (la “Comuna” que encabezó la CNTE)10 y en la Ciudad de México (el movimiento antifraude). Producto de la debilidad del nuevo gobierno, éste emprendió el llamado combate contra el crimen organizado que se convirtió en la “guerra contra las drogas y el narcotráfico” basando su dominación de clase en el apoyo de las Fuerzas Armadas. Calderón usó las Fuerzas Armadas para tareas de seguridad pública (el uso de militares en operativos conjuntos en los estados de la república) militarizando el país entero. La militarización del país trajo como consecuencia el disparo acelerado de la violencia. Es de este modo que la militarización del país tuvo consecuencias sociales funestas: en tan solo 2 años de la “guerra” fueron asesinadas 14 mil personas y, para 2009, la cifra se elevó a 19.803; luego, en 2010, aumentó a 25.757, y en 2011 subió a 27.213 homicidios11. La militarización ha estado acompañada de la paramilitarización de amplias zonas del país, por ejemplo en Chiapas y Michoacán, para acosar las experiencias autonómicas indígenas (como el EZLN o Cherán) y por el aumento de asesinato selectivo de luchadores sociales. La apoteosis del asesinato selectivo a luchadores sociales se ha manifestado en lugares como Ciudad Juárez, Chihuahua, con los casos de la familia Reyes Salazar, Marisela Escobedo y un largo etcétera. Desde un punto de vista marxista, la “guerra contra las drogas” en México es un plan de despojo impuesto por los Estados Unidos para aumentar los lazos de subordinación diplomática, política y militar del Estado mexicano con la política de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Este plan se concretó mediante la firma de planes y tratados internacionales como el Plan Mérida y el ASPAN (la Alianza para la Prosperidad de América del Norte), que aumentaron la injerencia de los Estados Unidos en México en materia militar y de Seguridad Nacional. Tan solo en 2013 el gobierno mexicano recibió más de 1.200 millones de dólares aprobados por el
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Congreso de los Estados Unidos en concordancia con el Plan Mérida bajo el rubro de “ayuda” a las Fuerzas Armadas12. Esta guerra, al mismo tiempo, es un gran negocio para las empresas de armas estadounidenses. La industria armamentista de aquel país se beneficia cada año con 127 millones de dólares solo por sus “exportaciones” al vecino del sur13. En el caso del presupuesto de egresos de la federación en 2009 tan solo se destinó 113 millones de pesos para Marina, Ejército y la Procuraduría de Justicia, cifra que rebasó todos los rubros como la educación y la salud. Con precisión el gasto del erario para la guerra es el triple del que se destina a la educación. En revistas de investigación como Proceso y Contralínea se ha puesto en evidencia la presencia de oficiales de la DEA, la CIA y el FBI en acciones de inteligencia en territorio mexicano y el adiestramiento del Comando Norte (Northcom) a los altos mandos de las Fuerzas Armadas de México. Con Calderón se reactivó la IV Flota naval de los Estados Unidos en las aguas del Caribe mexicano y en el Atlántico. En síntesis, el gobierno mexicano usó el “combate contra las drogas” para afianzar los lazos de subordinación de México al imperialismo norteamericano, al mismo tiempo que sentó las bases de disciplinamiento social represivo para imponer en mejores condiciones las reformas estructurales que hoy con el gobierno de Enrique Peña Nieto se han aprobado. La dominación imperialista y el aumento de la subordinación de México a la Casa Blanca es una parte esencial de la agenda de las administraciones capitalistas que han financiado la “guerra contra el narco”. El narcotráfico se instaló como un fenómeno abiertamente reaccionario que ha despojado y desplazado, en el combate por el mercado norteamericano, a miles de campesinos de sus tierras por medio de la violencia paramilitar en asociación con el gobierno mexicano y este no puede sostenerse como negocio sin la complicidad de las instancias municipales, estatales y
federales. Los aparatos represivos del Estado, incluidas las fuerzas federales como el Ejército, han colaborado en el desplazamiento de miles de hectáreas para la producción de drogas. Es evidente que ante este fenómeno reaccionario (de militarización y de avance del narco) se requiere de una visión alternativa al prohibicionismo impuesto por el imperialismo norteamericano. Frente a la militarización y el narco es crucial imponer la discusión sobre la legalización de las drogas y modificar la agenda norteamericana de prohibición que fue usada para imponer los planes de miseria y hambre. En México es legal la venta de armas en beneficio de las grandes empresas norteamericanas pero es ilegal el derecho a decidir respecto de nuestros cuerpos y nuestras vidas. El discurso prohibicionista es una arma del gobierno federal para que el Estado capitalista y sus instituciones controlen el derecho de consumo, tenencia y portación de drogas, criminalizando así a la juventud y persiguiendo a los consumidores. Al mismo tiempo que es urgente la construcción de un movimiento en contra de la militarización del país es necesario imponer como alternativa de fondo al fenómeno reaccionario del narco: la legalización de las drogas. Frente a todo discurso moral en contra del uso de narcóticos desde el marxismo consideramos que el Estado capitalista no debe injerir sobre el derecho a decidir sobre el uso de drogas bajo el pretexto de “salud pública”. 1. Conocí a Nepomuceno Moreno en la Caravana al Norte que organizó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en junio de 2011. Se unió al movimiento por la búsqueda de su hijo Jorge Mario Moreno León que había desaparecido aparentemente por las Fuerzas Armadas. Fue asesinado en noviembre del mismo año en Sonora. 2. Cifras de desplazados de la revista Proceso, 28/11/2011. Cifra de asesinados de La Jornada, 12/11/2012. Cifra de desaparecidos Nuestra aparente rendición, 22/04/2013. 3. “The arrest of Joaquin ‘El Chapo’ Guzman”, Washington Post, febrero 2014. 4. “Confirma Peña Nieto captura de El Chapo”, El Universal, 22/02/2014. 5. Filmada en la época de Calderón la serie se transmitía en cadena nacional en horario estelar. Los protagonistas son miembros de la PFP y el Ejército en el “combate contra las drogas. 6. Este es el caso de José Manuel Mireles uno de los dirigentes de los grupos de autodefensa que actualmente está encarcelado. 7. “Actividades ilícitas dejan excedente de 10 mil mdd en finanzas del país”, La Jornada, 16/04/2012. 8. “Tenía ‘La Tuta’ a su servicio red de policías ‘halcones’: PGJ”, Proceso, 24/08/2014. 9. Pablo Oprinari, “Una aproximación desde el marxismo a la cuestión de la ‘narcoguerra’ en México”, www.armasdelacritica.org.mx. 10. En 2006 en Oaxaca un potente movimiento magisterial encabezado por la CNTE puso en crisis al gobierno de PRI en el Estado encabezado por Ulises Ruiz Ortíz. A ese movimiento se le conoció como la “Comuna de Oaxaca” y fue el proceso de mayor radicalización que se ha vivido en México moderno. 11. “Más de 121 mil muertos, el saldo de la narcoguerra de Calderón: Inegi”, Proceso, 30/07/2013. 12. “EU ha brindado mil 200 mdd en ‘Iniciativa Mérida’”, Excelsior, 23/05/2013. 13. “México, territorio abierto a las armas”, Proceso, 30/03/2013.
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BRICS: ¿Una alternativa al orden imperialista? La realización durante julio de la sexta cumbre de los BRICS en Fortaleza, Brasil, instaló en la prensa y entre los analistas, como así también en los planteles gubernamentales, la idea de explorar nuevas asociaciones estratégicas para los países latinoamericanos como alternativa a los EE.UU. Pablo Anino Economista, redacción La Verdad Obrera.
La cumbre de Fortaleza fue la más significativa desde el punto de vista de los resultados. Allí se anunció la creación de un Banco de Desarrollo (BD) y un Acuerdo de Reservas de Contingencia (ARC). Se habla de un mundo en transformación, “multipolar”, donde la hegemonía en decadencia del país del norte, sería compensada con nuevo polos de poder. El bloqueo de la Unión Europea y EE. UU. a Rusia a partir del conflicto por las regiones en disputa con Ucrania fue respondido con un acuerdo estratégico de Rusia para proveer a China un tercio del gas que consumirá durante los próximos 30 años. Asimismo, como medida defensiva, Rusia realizó la apertura para la compra de materias primas a Latinoamérica en reemplazo de los proveedores europeos. En particular, Chile y Brasil se están favoreciendo de esta situación. Por otro lado, la confrontación del gobierno argentino con los “fondos buitre” alentó la esperanza de obtener financiamiento “heterodoxo” desde los BRICS como una opción distinta a los “mercados”. La llegada a Argentina de los presidentes de Rusia y China (este además visitó Cuba y Venezuela) con promesas de inversiones pareció confirmar esta posibilidad. En este artículo exploramos qué son los BRICS y cuánto hay de realidad y cuánto de mito en su proyección como las potencias económicas del futuro.
para referirse a Brasil, Rusia, India y China. En 2003 la banca de inversión emitió un documento2 donde desarrollaba su visión. Consideraba que estos países, entre las economías emergentes, alcanzarían una gran importancia hacia 2050. El fundamento de ese pronóstico era la gran extensión territorial, las enormes masas de población, los recursos naturales disponibles y la dinámica económica (con un crecimiento por encima del promedio mundial) que tienen esos países. Para Goldman Sachs ese pronóstico significaba una oportunidad para los inversionistas. No obstante, señalaba un límite a los BRICS: estos alcanzarían a estar entre las economías más importantes en 2050, pero no entre las más ricas. Aún en 2050 el PBI per cápita de China o Brasil serían de la mitad que el de EE.UU. Indicaba, a la vez, que China e India se transformarían en grandes proveedores de tecnología y servicios, mientras Rusia y Brasil constituirían en los principales oferentes de materias primas. Asimismo, la población de estos países proyectaba un gigantesco mercado: 950 millones de habitantes con más de u$s 5 mil de ingresos anuales para 2015 y más de 600 millones de habitantes con percepciones mayores a u$s 25 mil desde 2025. Los grandes inversores y las multinacionales irían a la caza de ese mercado, de los recursos naturales y de la mano de obra barata.
Orígenes: una oportunidad de inversiones para ¿Qué buscan los BRICS? Más de diez años después de estos pronóstilas grandes corporaciones El acrónimo BRIC lo creó el economista Jim O’Neill1 de la banca Goldman Sachs en 2001
cos, los BRICS pretenden ir más allá del mero agrupamiento en siglas en provecho de los »
Ilustración: Juan Atacho
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ECONOMÍA INTERNACIONAL
inversores. En el contexto de la crisis iniciada en 2007 en EE. UU., que tiene a las economías más ricas (especialmente a Europa) marcando un ritmo de crecimiento débil, este conjunto de países mantuvieron sus economías en expansión. Los BRICS, en particular China, actúan como motor de la economía mundial. Esa situación se modificó parcialmente desde 2011/2012 con la desaceleración de los emergentes, pero no obstante se mantienen las dos velocidades en el crecimiento mundial. Los BRICS aportan más del 20 % del producto mundial, pero sus votos en el FMI representan solo el 11 % del total. Existe un acuerdo tácito desde los tratados de Bretton Woods a partir del cual EE. UU. define el presidente del Banco Mundial y Europa el del Fondo Monetario Internacional (FMI). Las primeras cumbres de los BRICS fueron impulsadas como una plataforma para incidir en las reuniones del G-20 en pos de lograr una reforma del sistema financiero mundial que contemple una mayor participación de las economías emergentes en las decisiones en el FMI y del Banco Mundial. EE. UU. y las grandes potencias vienen rechazando cambiar este estado de cosas. Por su parte, el recientemente anunciado Banco de Desarrollo de los BRICS tendrá un capital inferior a la mayoría de otros bancos de desarrollo. No solo eso. Barry Eichengreen destaca que hay una proliferación de bancos de desarrollo que han cooperado con el Banco Mundial y que el de los BRICS no debería traer mayores contradicciones. Incluso podrían verse alineados los intereses de las grandes constructoras chinas con las necesidades de infraestructura de los países en desarrollo. Por el contrario, la constitución de un ARC choca con el hecho que más del 60 % de las reservas de los bancos centrales del mundo está en dólares y el 85 % de las transacciones comerciales se realizan en esa divisa. Además, en el caso del ARC los intereses no estarían tan alineados como en el caso del BD. Es que los condicionamientos que supondría, igual que cuando presta un organismo internacional, traería fricciones entre los países acreedores y deudores. La Chiang Mai Initiative, una cadena de créditos y swaps entre países asiáticos, mostró este tipo de fricciones dado que establecía que quien requería un swap por más del 30 % de sus tenencias debería acordar un programa con el FMI. La ARC establece lo mismo. Llamativamente la unidad de medida de la ARC será el dólar. Una muestra de que no se busca ser una alternativa a la moneda de EE. UU. Para este profesor, el ARC es “sólo simbolismo vacío”3.
Hay dentro de los propios BRICS diferencias sustanciales. China es quien más aspiraciones tiene de convertirse en una potencia imperialista, más allá de los debates que hay sobre sus posibilidades reales de hacerlo. Con la división internacional el trabajo que se configuró con el neoliberalismo se convirtió en el “taller del mundo”. Comenzó a exportar capitales y a buscar garantizarse el aprovisionamiento de materias primas en el resto del mundo. Si bien sostiene una disputa con EE. UU. por la influencia en el Este asiático, todavía no constituye un desafío en otras regiones4, si bien tiene inversiones en América Latina y África. Rusia también juega un rol destacado dentro de los BRICS, pero en los últimos años se primarizó y creció en base a la exportación de hidrocarburos. La restauración capitalista en la ex URSS fue enormemente regresiva desde el punto de vista industrial y de conquistas sociales. En el conflicto con Ucrania más bien trata de limitar la pérdida de influencia en un país donde avanzaron en posiciones los pro europeas. Brasil se ubica en una jerarquía menor y su pretensión en proyectarse con potencia regional. En los últimos años, su crecimiento (y de toda Latinoamérica) estuvo empujado por la evolución de los negocios agrarios y de materias primas con destino al país asiático, como así también en el descubrimiento de recursos energéticos. Sudáfrica fue incluida en los BRICS como forma de tener una pata en el continente africano. En India, aunque se desarrolló fuertemente la producción de sevicios, el 20 % de su economía es agrícola (en países desarrollados es 1 %) y tiene más del 20 % de la población bajo la pobreza. En la tercera cumbre de los BRICS, realizada en el transcurso de la guerra civil en Libia, no hubo una condena a la intervención de la OTAN, a pesar que Rusia y China la rechazaban. Los avances concretos en cooperación económica, como las iniciativas de la sexta cumbre, dan cuenta que los BRICS tejen alianzas defensivas frente al desaceleramiento de sus economías en el marco de la crisis capitalista mundial, aprovechando la tendencia a la decadencia hegemónica de EE. UU.
¿La reversión del desarrollo desigual? En esta situación, ¿qué lugar ocupa este conjunto de países? Su desarrollo encierra todas las particularidades de la actual fase de internacionalización productiva. Mientras mantienen muchas de las características de los países sub desarrollados como altos niveles de pobreza e indigencia en su población, altas brechas en
cuanto a desigualdad en el ingreso, a la vez, lograron ser atractivos para la inversión de capitales. Este es un cambio importante: hace veinte años “los mercados de valores del Tercer Mundo estaban simplemente fuera del radar de la mayoría de los inversionistas internacionales, aunque empezaban a crecer; les di el nombre de ‘mercados emergentes’”, señala un ex funcionario del Banco Mundial5. También destaca que para ese entonces Rusia estaba detrás de la Cortina de Hierro, China trataba de recuperarse de la Revolución Cultural y de la Plaza Tiananmen, Brasil había transitado la década pérdida e India era una pesadilla burocrática. El gran cambio de estos países fue su apertura a los mercados en un contexto de ofensiva neoliberal. La apertura económica no solo brindó grandes oportunidades al capital, sino que ofreció una mercancía particular a muy bajo precio: la mano de obra constituye el principal factor de competitividad y productividad de los BRICS. Aprovechando esa “ventaja competitiva” muchas empresas de los BRICS se convirtieron en fabricantes de segunda categoría de productos baratos (smartphones, semiconductores, software y aviones). En China, Lenovo se hizo cargo del negocio de computadoras de IBM. Las empresas de producción de cerveza en Brasil y Sudáfrica se transformaron en líderes mundiales. Además, los BRICS están desarrollando nuevas fuentes de competitividad. Las plantas industriales chinas están más actualizadas que las de EE. UU. y estarían más involucradas en la búsqueda de la innovación, principalmente en telecomunicaciones. Los medicamentos genéricos en la India intentan incursionar en el mundo, los productores de proteínas de Brasil dominan los mercados y los oligarcas rusos invierten en otros países. Aunque la propiedad intelectual sigue siendo dominada por las grandes potencias, los BRICS muestran una dinámica significativa: en telecomunicaciones la compañía china ZTE desplazó a la japonesa Panasonic del primer lugar en solicitud de patentes, mientras que Huawei (también de China) se ubicó en tercer lugar y la estadounidense Qualcomm retrocedió al sexto6. En cuanto costo de la mano de obra, si bien Van Agtmael podría estar exagerando los resultados, indica que el estancamiento salarial de EE. UU. permitió reducir la brecha salarial con China o India. La robotización de tareas (que puede llegar a reemplazar hasta 10 humanos) sería otro de los factores que completan el panorama de una posible reemergencia de las multinacionales tradicionales. Al mismo tiempo, en relación a otros emergentes la brecha salarial se
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está reduciendo: los salarios chinos pasaron de ser el 33 % de los de México en 1996 hasta el 85 % en 2010. El efecto del incremento de los costos salariales está haciendo menos atractivos a los BRICS para invertir que lo que lo eran años atrás. Las tasas de retorno que obtienen los inversores se redujeron significativamente. El pronóstico establecido por Goldman Sachs a principio de siglo sobre una expansión superior de los BRICS en relación a las actuales potencias económicas no está para nada claro que se vaya cumplir. Antoine Van Agtmael señala que: las multinacionales tradicionales, después de años de retiro, están compitiendo de nuevo, desde General Motors que intenta ganar la mayor cuota de mercado en China, pasando por la incursión de General Electric en la producción de equipos médicos de bajo costo, hasta la invención de Nestlé de las máquinas Nespresso tremendamente exitosas, convirtiendo al café de alta gama de un lujo comprado en la tienda hacia una conveniencia del hogar. La ventaja competitiva puede estar girando de nuevo a Occidente mucho más rápido de lo que pensábamos.
Según este mismo analista, las perspectivas de abundante shale gas, que está atrayendo inversiones a EE. UU., podrían hacer que las exploraciones en el Ártico de Rusia y en Brasil sean demasiado caras. Los avances en hidrocarburos no tradicionales renovaría la competitividad de las industrias de las principales potencias imperialistas que consumen intensamente energía. El aprovechamiento de la “ventaja competitiva” de la mano de obra barata se desarrolló en un contexto de globalización de las firmas. La deslocalización de empresas desde las potencias económicas se realizó a donde encontraron bolsones de fuerza de trabajo mal remunerada. De este modo, las empresas de los BRICS que emergieron a competir en el mercado mundial, en general lo hicieron en asociaciones subordinadas con empresas imperialistas. Como plantean Peter Nolan y Jin Zhang en New Left Review 64: […] los “puestos de mando” de la economía mundial están casi completamente ocupados por firmas provenientes de los países de altos ingresos, cuyos principales clientes son la clase media global. En muchos sectores, dos o tres firmas concentran más de la mitad de los ingresos por ventas. En este contexto, las firmas
instaladas con tecnologías superiores y marcas poderosas han emergido como “integradores de sistemas”, en la cúspide de las cadenas de valor. En el proceso de consolidar su liderazgo, estas compañías gigantes ejercen una fuerte presión sobre sus proveedores, incrementando aún más la concentración en tanto las firmas que elaboran los componentes pelear para cumplir los requerimientos. Este “efecto cascada” tiene profundas implicaciones para la naturaleza de la competencia y el progreso técnico. También significa que el desafío que enfrentan las firmas de los países en desarrollo es mucho mayor de lo que parece a primera vista. No solo afrontan grandes dificultades para ponerse a la par de los integradores de sistemas líderes, la parte visible del “iceberg” de la estructura industrial. También deben competir con las poderosas firmas que ahora dominan casi todos los segmentos de las cadenas de oferta global, la parte invisible del “iceberg” que yace bajo el agua7.
Como se ve, la fortaleza actual de los BRICS se basa, excepto de forma relativa en el caso de Rusia, en las profundas transformaciones generadas en sus economías por el capital trasnacional, del cual no han logrado desprenderse. Incluso en el caso de China, aunque hoy cuenta con 90 de las 500 empresas más grandes según el ranking de Fortune, esto lo ha logrado traducirse en una influencia exterior equivalente de sus empresas, aunque en algunas zonas dependientes su avance se hace sentir fuerte. A pesar de la vista imponente que ofrece la locomotora china en comparación al débil crecimiento de las economías ricas,
Es falso que se hayan borrado las fronteras entre países desarrollados y atrasados, como sostiene Antoine Van Agtmael. Aun con todas las conquistas de mercado y sus rasgos de imperialismo, el “modelo” chino hoy tiene un PBI per cápita que es apenas el 8 % del de EE. UU. (Banco Mundial) y tiene muchos de los sectores más dinámicos de su economía bajo control de capital imperialista, o bajo capitales nacionales pero en asociaciones subordinadas del tipo de las que Foxconn es paradigma. Brasil mostró en la previa del Mundial de futbol como el desaceleramiento económico llevó a que las ilusiones populares chocaran con las políticas de ajuste del PT. Incluso, su crecimiento en la última década estuvo por debajo del promedio de América Latina. Sudáfrica es recorrida por masivas huelgas. India es otro reservorio de mano de obra barata. Rusia primarizó su economía y retrocedió en conquistas sociales con la restauración capitalista. Aunque los BRICS quieren aprovechar su momento y hacerlo pesar en los organismos multilaterales, buscando ganar márgenes de autonomía y hasta conquistar cierta proyección geopolítica, como pretenden China y Rusia, todavía no parece haber habido un cambio sustancial en sus economías que las libere de la subordinación a los centros de dominación del mundo.
1. “Building Better Global Economic BRICs”. 2. “Dreaming With BRICs: The Path to 2050” (“Soñando con los BRIC: el patrón hacia 2050”), Global Economics Paper 99, 1 de octubre de 2003. 3. Barry Eichengreen, “¿Necesitan los Brics su propio banco de desarrollo?”, The Guardian, 14/8/2014. 4. “Lo que China quiere”, The Economist, 23/8/2014.
las grandes firmas de estas regiones [Europa, Norte América y Asia del Este] están profundamente insertas en la economía china, mientras que las firmas de China son casi invisibles en el núcleo desarrollado: “te tengo dentro de mí, pero vos no me tenés dentro de ti”8.
5. Antoine VanAgtmael, “Pensando de nuevo: los BRICS”, www. foreignpolicy.com, 8/10/2012. 6. “Pensando de nuevo: los BRICS”, op.cit. 7. “Global Competition after the financial crisis”, New Left Review 64, Julio-agosto 2010. 8. Ídem.
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IDEAS & DEBATES
Eduardo Grüner Ensayista, sociólogo, docente de la UBA.
Ilustración: Anahí Rivera
Carta a quienquiera que sea sobre la “cuestión palestina”
En las últimas semanas, el que escribe esto, como muchos otros/as, tuvo oportunidad de leer, presenciar, participar de, o escuchar alusiones a, diversos debates sobre el conflicto palestinoisraelí. Debates –que son los que importan– entre los que no son, no deberían ser, adversarios constitutivos. Y el que esto escribe se encontró demasiadas veces, como les habrá sucedido asimismo a aquellos otros/as, con el tristemente célebre “diálogo de sordos”. Y llegó a una primera, modestísima, conclusión: si para poder esbozar una crítica a la política del Estado de Israel tenemos que empezar por aclarar (encima corriendo el riesgo de que se nos impute “negación freudiana”) que no somos antisemitas, o que no estamos a favor del terrorismo irresponsable, o cualquier otra obviedad generalizadora por el estilo, entonces ya perdimos la discusión de antemano. Porque entonces, como se dice vulgarmente, ya “nos marcaron la cancha”: ya caímos en la trampa retórica del otro, que busca transformar nuestra posición política en una suerte de Culpa metafísica. Lo cual es una sutil manera de, justamente, des-politizar nuestra posición a favor de otra política. En lo que sigue, pues, intentaremos preguntar por la trampa misma, cuestionarla críticamente. Lo haremos bajo la forma (también retórica) de un apólogo: como si estuviéramos respondiendo a la carta de un colega, incluso de un amigo, que –con los conocidos trucos de la “corrección política”– nos imputara “complicidades objetivas” o, al menos, “inocencia” ideológica. Y hacemos el descargo canónico: cualquier parecido con situaciones de la vida real es… lo que sea.
Carta a Quienquiera que Sea: Estimado Quienquiera: empezaría por pedirte, no que estemos de acuerdo si eso no es posible, pero sí al menos que tratáramos de ser consecuentes con nuestras propias argumentaciones. Por ejemplo: ¿Decís que no se puede hablar del Estado de Israel sin hablar de Hamas o Hezbolá? En seguida intentaré decirte por qué yo creo que sí se puede. En lo inmediato, no puedo menos que preguntar –no sin cierta malicia, lo admito, pero es solo para ir rápido–: ¿Sí se puede hablar del Estado de Israel sin hablar de su propia “complicidad” con EE. UU. y sus políticas? ¿Sí se puede hablar del Estado de Israel sin hablar de
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una sistemática política de colonización del noEstado palestino, llevada a cabo a sangre y fuego? ¿Sí se puede hablar del Estado de Israel sin mencionar la legalización de la tortura? ¿Sí se puede hablar del Estado de Israel sin mencionar el asesinato de Rabin a manos de los fundamentalistas de derecha israelíes? ¿Sí se puede hablar del Estado de Israel sin aludir a las centenas de niños civiles masacrados por adultos soldados? Digamos la verdad: aun cuando, como vos pedís, fuéramos tan “relativistas” como para aceptar que ninguna de las dos partes tuviera toda la razón, frente a esto, ¿puede haber alguna duda de quién está más equivocado? Me dirás, con impecable lógica aristotélica de exclusión del “tercero”: Bueno, pero una cosa no quita la otra, lo que hace Hamas también está mal, etcétera. No seré yo el que dejará de objetar los males, políticos y éticos, de la violencia facciosa separada de las masas, del vanguardismo armado y el sustituismo elitista, y todo eso. Lo cual nos lleva al tema de por qué, no obstante lo que acabo de decir, sostengo que sí se puede hablar de una cosa sin necesidad de estar equilibrándola todo el tiempo con la otra. Por una razón muy sencilla: porque no creo, no he creído nunca, y estoy demasiado viejo para empezar a creer, en la teoría de los dos Demonios. En esa teoría que muchos, vos incluido si no me equivoco, recusamos para la Argentina a pesar de haber estado en contra de las políticas de las “formaciones especiales”, y no veo por qué ahora tendríamos que avalar para el Medio Oriente. No estoy hablando, como vos parecés creer, de buenos y malos en ningún sentido ingenuamente moral. Tampoco de sustituir esa teoría de los dos Demonios por otra de los dos Ángeles. Estoy hablando de la más elemental cuestión política, y de las diferencias irreductibles que esa cuestión presenta: Israel es un Estado –es decir, está obligado a actuar dentro de una aunque fuera formal “legalidad”– mientras los otros pueden ser (vos elegís llamarlas así) “bandas terroristas”, aunque en el caso de Hamas fueron elegidos, conviene no olvidarlo, para bien o para mal. Igual que el gobierno israelí, desde ya. Pero Israel tiene un Estado, los palestinos no. Y no será porque ellos no lo quieran –¿y necesito decir quiénes no lo quieren? ¿Quiénes han hecho de impedir, con cualquier recurso, la existencia del Estado palestino, un eje
central de su política externa e interna, fomentando con o sin intenciones ciertas reacciones que no por injustificables vamos a creer ahora, “ingenuamente”, que cayeron de Marte (reacciones que, por otra parte, no son únicas ni exclusivas: ¿o nada hicieron nunca los palestinos por “la libertad y la paz”, como sostenés vos que lo hizo Israel?)?–. El día que efectivamente existan dos Estados –como tienen todo su derecho “burgués” de existir ambos– seguramente podremos discutir en otros términos (y como esto tiene mucha miga, me reservo el derecho a volver sobre el tema más abajo). Mientras tanto el pueblo palestino –no hablo de ninguna “banda terrorista”: hablo del pueblo– tiene el derecho a defenderse. Y me niego, absolutamente, a igualar, o siquiera a comparar, lo inconmensurable. Mis fetichismos, si los hay, pasan por otro lado, mucho más inofensivo. Porque si yo admitiera ese tipo de comparaciones, tendría que (no digo “condenar”, porque eso quizá podría hacerlo, sino) caracterizar por igual al colonialismo inglés y a las bombas que los combatientes que luego serían israelíes (porque entonces todavía no tenían su Estado, y estaban peleando por él con fuerzas irregulares en el seno de uno de los movimientos de liberación nacional del siglo XX) colocaban contra los ingleses, y que mataron muchas “víctimas civiles”, no solamente inglesas –acabo de recordar que hay una novela de León Uris y su versión cinematográfica de Otto Preminger (ambas estéticamente olvidables, pero aquí no estoy haciendo crítica literaria), ciertamente nada “heterodoxas” (una un best seller, la otra un gran show hollywoodense, con Paul Newman y todo), ambas llamadas Éxodo, que no tienen mayor inconveniente no sólo en mostrar sino en glorificar esas acciones “terroristas”–. Y no, tampoco podría hacer esa comparación, esa “generalización”: justamente, sería “ingenuo” de mi parte hacerla. Pero, ¿esa parte de la “historia judía” –que no es solamente “judía”, porque, para mí, está inscripta, desde ya que con sus propias especificidades, en la larga y compleja historia de los movimientos de liberación de lo que alguna vez se llamó el Tercer Mundo– no es una parte de “sus múltiples vicisitudes, su laberíntico camino” a que vos aludís? Hablemos, entonces, de historia. Con toda la longue durée que vos quieras. No hace falta, te
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aseguro, que me recuerdes, como lo hacés, que “toda la extraordinaria historia judía” no puede reducirse a lo que hace ahora el Estado de Israel. Pero, qué, ¿la extraordinaria historia islámica sí puede reducirse a Al Qaeda, al EI, a los talibanes? Y qué, ¿la extraordinaria historia cristiana sí puede reducirse a la Inquisición, a los soldados de Cristo Rey, a Tradición, Familia y Propiedad? ¿Qué sería, en efecto, la historia de la humanidad –no digamos ya de Occidente– sin Moisés, sin Maimónides, sin Spinoza, sin, para limitarme a los últimos 150 años, Marx, Freud, Einstein, Lukács, Bloch, Benjamin, Adorno, Scholem, Levinas (ninguno de los cuales, me permito creerlo, tendría palabras “amables”, o siquiera “comprensivas”, sobre el Estado de Israel hoy, como no las tiene, por ejemplo, Chomsky)? Pero, ¿qué sería, asimismo, sin el número cero, sin las traducciones aristotélicas de Averroes, sin la historiografía siete siglos adelantada a su tiempo de Ibn Khaldun, sin la exquisita arquitectura granadina o la poesía andalusí? ¿Y qué sería sin el Giotto, sin el Renacimiento, sin el barroco contrarreformista, sin San Juan de la Cruz? Sin embargo, nunca vi que, cuando critiqué duramente el atentado a las Torres, ningún islámico me acusara de reducir el Islam a eso. Ni que cuando critiqué al Papa Ratzinger, ningún católico me acusara de ser un agente de Lucifer. Nadie, nunca, me imputó “anti-alemanidad” o “anti-italianidad” o “antiruseidad” por hablar mal de Hitler, de Mussolini, de Stalin. ¿Por qué esta vez tendría que ser diferente, tendría que ser más “extraordinario”? ¿Por qué esta vez sí se me puede imputar “confundir la parte con el todo”? Ya sé que no te estoy diciendo nada que no sepas, o que no tengas en cuenta. Ni estoy en absoluto, a mi vez, haciendo profesiones de fe ecuménicas, ramplonamente “humanistas” o sabiamente “equilibradas”. Simplemente me preocupo mucho cuando tu texto sí reduce a los que critican ciertas acciones del Estado de Israel (no “de los judíos”), a no sé qué hipótesis sobre “la maldad judía”: ¿hay, pues, una esencia eterna “judía”, fuera de la historia, que está siendo sometida a un ataque total por parte de las igualmente esenciales “fuerzas anti-judías” (y reconozco que al menos tenés la elegancia de, por implicación, hablar de “anti-judaísmo” y no »
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“ ...el de Israel no es un Estado cualquiera en un momento cualquiera de la historia; además de lo que es en sí mismo, es el principal aliado y ‘punta de lanza’ de la potencia bélica más asesina, más ‘imperialista’, más peligrosa de la Tierra...
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de “antisemitismo”, como hacen tantos que, por ignorancia o mala fe, se distraen ante el dato “científico” de que árabes y, claro, palestinos… son semitas)?; digo, ¿con qué fantasma te estás peleando? No me cabe duda de que habrá por ahí bandas de “fachos”, intencionales o no, que por supuesto, y sin importarles un bledo de los niños palestinos, aprovechen la oportunidad para dar rienda suelta a sus delirios psicóticos sobre los Sabios de Sión o el plan Andinia, o incluso muchos “anti-judíos” inconscientes que confundan sus críticas al Estado de Israel con pulsiones menos confesables, pero, ya que estamos generalizando, ¿me vas a decir en serio que en el mundo del poder mundial de hoy hay más odio anti-judío que anti-islámico (o anti-negro, anti-inmigratorio o lo que sea)? ¿En qué estamos, entonces? ¿En el choque de civilizaciones de Huntington? No seré yo –interesado lector de Toynbee, de McNeill, de Sorokin, de Braudel, de Wallerstein– quien niegue la categoría “civilización”. ¿Estamos en la guerra de religiones? No seré yo –ávido lector de Girard, de Burkert, de De Martino, de Lanternari– quien niegue que hay un vínculo entre lo religioso (lo religioso, y no la “teología”: no estoy, al menos en esto, en las filas de Carl Schmitt) y la violencia, incluida la política. No soy un reduccionista “ingenuo”: sé que la gente, a veces alegremente, marcha a matar, y a morir, por su Dios, por su patria, por su civilización, por los colores de su escarapela, y hasta por los de su camiseta de fútbol –y no hace falta aclarar que no estoy igualando todas esas cosas–, y no por el “determinante en última instancia” o por la “tendencia decreciente de la tasa de ganancia” o por “la fusión de capital industrial y bancario”. Pero ese determinante y esa tendencia y esa fusión, creeme, existen. Y a veces también, aunque no lo llamen así, los hombres matan y mueren por ellos –por la jornada de 8 horas, por la “huelga revolucionaria”, por la liberación nacional antiimperialista o lo que corresponda–. Quiero decir: en algún momento tenemos que pasar de hablar de los universales abstractos de
la civilización a los particulares concretos de la política –que es, en definitiva, parafraseando a mi modo a un clásico, historia concentrada–. ¿O, por cuidarnos de no reducir la “extraordinaria historia judía” a lo que hace hoy el Estado de Israel, vamos a incurrir en la reducción contraria de minimizar lo que hace hoy el Estado de Israel para no darle pasto a los que quieren mancillar injustamente la extraordinaria historia judía? ¡Menudos “intelectuales críticos” seríamos! “Minimizar”, digo, con toda intención. Estamos hablando de política, y por supuesto, y ante todo, de las consecuencias (que forman parte de esa política, aunque se las eufemice como “daños colaterales” o como “errores y excesos”) que esa política tiene sobre los cuerpos que la sufren, y no de entelequias como la “virginidad palestina” o la “maldad judía”, que vos mencionás con innecesario sarcasmo. Y en política, por definición, uno elige su bando –como desde hace tiempo lo eligió el Estado de Israel, o lo eligieron los muy pro-norteamericanos Estados árabes como Arabia Saudita, por cierto–. Pero lo elige no caprichosamente o al azar, ni tampoco por las “extraordinarias historias” de cada uno (porque eso, perdoname, “extraordinarias historias”, lo tienen todos: aquí sí me pongo estrictamente “relativista”), ni tampoco porque haya buenas personas de un lado y malas del otro (eso también lo tienen todos), sino por lo que, en política, significan esos bandos hoy para el futuro inmediato de la humanidad. No exagero, ni hago yo mismo humanismo lacrimógeno: el de Israel no es un Estado cualquiera en un momento cualquiera de la historia; además de lo que es en sí mismo, es el principal aliado y “punta de lanza” de la potencia bélica más asesina, más “imperialista”, más peligrosa de la Tierra, en una región y una situación que –de extenderse el conflicto, como todo lo indica, y en buena medida por las declaradas intenciones del gobierno israelí de continuar con las “operaciones” – presenta el peligro concreto de un estallido cuyos efectos superarían la pesadilla más inimaginable: ¿me negarás esto?
Y con decir “bandos” –no debería hacer falta aclararlo, pero a esta altura ya no sé qué pensar, y entonces abro todos los paraguas– no estoy hablando de la doble reducción de uno de esos bandos al “terrorismo” y del otro a la “maldad judía”. Estoy hablando de, por un lado, un pueblo colonizado, masacrado, aislado y hambreado durante décadas hasta la desesperación, y por otro de una clase dominante encaramada en la dirección del Estado israelí y “complicada” con la política internacional de su aliado yanqui. Y fijate que ni siquiera estoy hablando, ahora, del Estado israelí como tal, el cual sin esa mínima referencia “clasista” también sería una entelequia abstracta (así que, de ahora en adelante, cuando por mor de brevedad diga “Estado de Israel”, ya sabrás a qué me refiero): qué le vamos a hacer, mi “heterodoxia” frankfurtiana o lo que sea no llega –como no les llegó a Benjamin o Adorno o Marcuse– al punto de abandonar ciertas categorías (“clases”, “lucha de clases”, “Estado clasista”, “imperialismo”, “neocolonialismo”) que todavía, sospecho, pueden servir para entender algunas cosas sin necesidad de apelar a la “maldad” judía (o islámica, o budista, o civilizatoria en general). Y, al menos, semejantes categorías tienen una ventaja: me permiten ser solidario también con el pueblo israelí oprimido por su propia clase dominante, y con aquellos israelíes que, como bien decís, “han desplegado críticas directas a la militarización de Israel a lo largo de los años”, algunas de ellas, ciertamente, muchísimo más duras que las que hemos tenido el atrevimiento de hacer muchos, sin que vos los acuses de complicidad con el terrorismo o –como se ha hecho con algún otro– de ser “judíos renegados”. Descuento que entendés lo que estoy diciendo: supongamos que mañana se realizara un acto de buena parte de las comunidades judías argentinas en apoyo al Estado de Israel; supongamos que vos decidís, pese a las críticas que vos mismo puedas tener, participar en ese acto: ¿te parecería fácilmente soportable que alguien (no cualquiera: un compañero, un colega, otro –repito tus palabras– “intelectual progresista bienpensante” que esté “ingenuamente” a favor de la causa palestina) te imputara ser cómplice de la masacre de niños? Por favor, dejémosle esos estilos de discusión a, qué sé yo, Marcos Aguinis. Pero, para no perder el hilo: es, justamente, el abandono de esas categorías –que, desde ya, pueden resultar insuficientes, pero siguen siendo necesarias– por parte de tantos “intelectuales críticos” lo que los lleva, sin remedio, a la
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nebulosa abstracta de “maldades” esencialistas y conspiraciones metafísicas. Seamos honestos: cuando decís “a nosotros nos duelen todos los muertos”, ¿quién es ese “nosotros”? ¿es un plural mayestático? ¿Es “nosotros, los judíos (incluyendo a aquellos duros críticos judíos del Estado de Israel que, vaya uno a saber por qué “bondad” esencial no caen bajo la acusación de elegir qué muertos les son “funcionales”)?” ¿Es “nosotros los seres humanos bondadosos”? ¿Cuál es, esta vez, el rango de la generalización? El problema es con el significante dolor, que habría que especificar: ¿tengo que creer en serio que a un judío que se haga cargo de toda la historia judía le duela la muerte de, digamos, Eichmann? ¿Que al hijo o nieto de un desaparecido argentino, por más que crea en la justicia y en la no-pertinencia de las venganzas personales, le duele la muerte de Videla o de Astiz? ¿Tengo que creer que en el terreno de la política también hay “comunión de los santos”, como hubiera dicho David Viñas? Personalmente, si mañana un comando terrorista asesinara a, no sé, el director de la CIA, yo estaría en contra, por razones políticas y éticas (no creo en la política puramente terrorista, entre otras cosas). Pero, tengo que ser sincero conmigo mismo: no podría, con la mano en el corazón, decir que me duele de la misma manera que me duelen los niños palestinos. El dolor tampoco es, y menos que ninguna otra cosa, un “universal abstracto”. ¿O estamos hablando de los muertos en la guerra, en cualquier guerra, esa que (te cito) “nos comunica con la crueldad que llevamos muy dentro de nosotros” (otra vez: ¿quién es “nosotros”?: porque algunos, te aseguro, a la crueldad la llevan bien afuera; y por otra parte, tendremos que juntar coraje para “comunicarnos” con ella como mejor podamos y sin dejarnos ganar por ella: porque guerra, por lo visto, va a seguir habiendo, así que mejor que no nos agarre del todo “desamparados”). ¿O estamos hablando, como hacés más adelante, de los “civiles israelíes” y de los “civiles palestinos o libaneses”? Pero entonces, no son todos los muertos. Hay un punto que te puedo admitir: sin duda hay, al menos en el siglo XX, una “excepcionalidad” siniestra de la historia judía, que vos nombrás: la Shoá. Y por supuesto, es inadmisible y repugnante que alguien, cualquiera, niegue eso (pero, en su propia y no comparable medida, ¿no es una suerte de negacionismo “light” minimizar lo que está ocurriendo hoy en Medio Oriente hablando de meras “contradicciones” o “injusticias”?). Y es justamente por eso,
porque la Shoá existió, que el Estado de Israel hubiera tenido la obligación irrenunciable de ser, entre todos los Estados existentes, el más férreo, consecuente, consistente y blindado defensor de los derechos humanos, de la democracia más radical, de la más irreductible lucha contra la discriminación y el racismo, del más ardiente anticolonialismo, del más incondicional compromiso con el principio de la autodeterminación de los pueblos. Era una obligación política. Era una obligación ética. Y era, mirá qué solemne me pongo, una obligación ontológica: Israel, como herencia y factura de ese pueblo, tenía que haber sido el Estado que reconstruyera el Ser deshilachado y lacerado de la polis humana, empezando, obviamente, por el Ser judío. ¿Se me dirá que esto era exigirle demasiado, después de todo lo que había pasado ese pueblo? Al contrario: era otorgarle el lugar de ejemplo para una humanidad que tiene una deuda impagable con ese pueblo. Pero no. Es bien otro, hoy, el rostro –y me gustaría saber qué tendría Lévinas para decir sobre este “rostro del Otro”– que ese Estado está mostrando al mundo. No digo ya los palestinos, o cualquier otro de esos pueblos que, por cierto, han sufrido lo suyo, y para los cuales Israel habría podido ser –porque tanto por su historia como, efectivamente, por sus logros, tenía todas las condiciones para serlo– la vanguardia de la emancipación de ese “Medio Oriente” que es la cuna de las tres grandes civilizaciones que –se crea o no en sus dioses– hoy pueblan la Tierra; no digo, repito, ya para esos pueblos: para el pueblo de Israel lo que está haciendo hoy su Estado es una “injusticia” que, como se dice, clama al cielo. Porque lo que está haciendo ese Estado es favorecer la imagen (falsa, me dirás: pero ¿acaso la ideología no tiene efectos reales? ¿Seremos “ingenuos” también con ella?) de que ese pueblo que era el gran acreedor de la humanidad, hoy podría ser un deudor más. Y no de los menores. El gran pueblo de Israel no se merecía esto. Lo que su Estado le está haciendo a ellos, no solo a los palestinos, es un crimen de lesa judeidad, y por supuesto de lesa humanidad. No importa cuántos equilibrios se pretendan hacer con las “maldades” de los otros. Esto seguirá siendo verdad. Si se empieza por postular que la historia judía es “extraordinaria”, entonces hay que completar el postulado y decir que el actual Estado de Israel no está a la altura de esa historia. Más: la contradice de la manera más flagrante. Y si el que es firme en la crítica al Estado que está haciendo todo eso, y es firme por
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amor al pueblo de Israel además del de Palestina, es calificado de “cómplice”, de tener “muertos funcionales”, de postular una sustancialista “maldad judía” (en suma, de ser un miserable racista: ¿quién otro, a buen entendedor, podría hablar de “maldad judía”?), o, si es judío, de “traidor”, entonces ya está todo perdido. Ya no hay nada que hacer. Salvo una cosa: decirle, una y otra vez, con aquella misma firmeza, al que afirme eso: No tenés derecho. En fin: es una verdadera pena. Porque si algo está demostrando, desgraciadamente, todo esto, es que la posibilidad de la auténtica “barbarie” de la que siempre hablaron, nuevamente, grandes judíos como Marx, Freud, Walter Benjamin, Rosa Luxemburgo, Adorno, ha triunfado plenamente. Y de la peor manera: ha logrado sembrar la división, el odio, la mezquindad, la “renegación” (en todos los sentidos de esa infausta palabra, incluido el “lacaniano”) entre quienes, teóricamente, deberían entenderse, aún cuando no pudieran acordar. En una palabra: “ellos”, el verdadero Terror del que hablaba León Rozitchner, están ganando en toda la línea. Y si eso sigue ganando, como decía Benjamin, ni los muertos van a estar a salvo. Quizá –francamente no lo sé, pero trato de no dejarme ganar por el desaliento– aún estemos a tiempo de reaccionar, en el tiempo que nos quede. Pero habrá que armarse de mucho coraje: va a ser duro, durísimo. Ya no se trata solamente del cansancio anticipado porque, quienes no somos judíos, tendremos que salir a explicar una y mil veces por qué no somos “antijudíos” (y los que sí lo son, por qué no son “judíos renegados” o “traidores”), y entonces quedar entrampados, por el sólo hecho de tener que dar esa explicación, en la gigantesca extorsión moral, la monumental “psicopateada” que eso implica. Es el mundo que tenemos, el que nos han hecho. ¿Contribuimos nosotros a hacerlo así? Puede ser. Pero me niego a dejarme arrinconar por el truco ideológico que diluye responsabilidades diferentes e inconmensurables en la abstracción de la Culpa universal. Otra vez: esto no es teología, es política. Y en política, me permito reiterarlo, uno toma partido por la causa que cree más justa –o menos injusta: estoy dispuesto a esa concesión, siempre que a su vez se me conceda que la causa por la que hoy tomamos parte, la del pueblo palestino, es también, o debería serlo, la del pueblo israelí–, hasta que se demuestre lo contrario. “Estamos condenados a ser libres”, dijo célebremente Sartre: elegir no elegir es también una elección. Y de las peores.
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Adrián CRI Economista, docente UBA. Marcos Robles FCE-UBA.
Los tiempos del “Imperio”
Katz sintetiza en su libro1 la visión de lo que define como el imperio del capital mediante tres “dispositivos”: La asociación internacional de los poderosos apunta, en primer lugar, a incrementar la extracción de plusvalía a los trabajadores. La concertación geopolítica de la gestión imperial busca, en segundo término, estabilizar esos privilegios. Finalmente, la dominación que imponen los poderosos pretende naturalizar esas injusticias como un dato inamovible de la realidad (p. 241).
Katz basa su tesis en la creciente asociación de las clases capitalistas de las grandes potencias, que tienden a convertirse en una clase trasnacional, lo que hace que primen los intereses comunes, y evita luchas de competencia despiadadas y el agravamiento de las tensiones geopolíticas. Además, todas las burguesías del mundo, crecientemente asociadas, confiarían la seguridad de sus negocios al gendarme norteamericano. Un aspecto notorio de todo el desarrollo argumental es que está plagado de definiciones que deberían llevarlo a relativizar sus tesis centrales, pero no resultan problematizadas. Por ejemplo:
Ilustración: Natalia Rizzo
Un debate con Claudio Katz
La fantasía del imperio colectivo El libro de Claudio Katz, Bajo el imperio del capital, resume algunos de los debates más importantes que se suscitan sobre la teoría del imperialismo, y sistematiza varias conclusiones a las que fue arribando. En esta oportunidad nos proponemos hurgar en lo que nos parece el núcleo argumentativo fundamental del autor sobre el imperialismo contemporáneo.
Es importante registrar el cambio en curso y sus limitaciones. La asociación internacional de los capitalistas es un proceso contradictorio y tendencial. Ha transformado significativamente la estructura competitiva nacional del imperialismo clásico, pero no ha creado clases dominantes trasnacionales despegadas de sus viejos Estados. Hay un nuevo status de clases integradas, que no se amalgaman por completo (p.236).
Más adelante sostiene que: “El capitalismo se ha tornado más ingobernable y opera con niveles de inestabilidad muy superiores al pasado…” (p. 45). Y sin embargo concluye: “La mayor integración diluye las posibilidades de choque entre bloques proteccionistas y acentúa el distanciamiento del periodo actual con la época de Lenin…” (p.46). Reconoce una cosa, y lo contrario, y siempre se inclina por resolver –poco dialécticamente– las contradicciones forzándolas hacia el lado “bueno”, acentuando los aspectos que moderan las contradicciones. Parece olvidar que, como sostenía Trotsky, “El capitalismo ha sido incapaz de desarrollar una sola de sus tendencias hasta el fin”. Para Trotsky la economía mundial era una “potente realidad con vida propia”, pero los efectos que producía estaban lejos de ser unívocos. Mucho menos en tiempos como los que atravesamos, de crisis histórica del capitalismo.
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Sin lugar para la crisis en la teoría del Imperio
Un aspecto que llama la atención en el libro, publicado a cuatro años de iniciada la crisis de Lehman, es el poco espacio que tienen las consideraciones sobre los efectos de esta crisis sobre las relaciones entre las potencias capitalistas. Como discutimos en IdZ 12, la crisis actual plantea como perspectiva una larga fase de crecimiento débil que es poco esperable que “vaya a desarrollarse en un contexto poco catastrófico”2. Plantearse el panorama de las relaciones entre las grandes potencias por fuera de este panorama resulta una empresa condenada al fracaso. Katz remarcó desde los orígenes de la crisis, como un rasgo que la distingue del pasado, que primaron las respuestas coordinadas. Sin embargo, una vez superado el “momento Lehman”, cuando la amenaza era el colapso en cascada de los sistemas financieros y la caída libre de las economías, la perspectiva de crecimiento débil y las tensiones de largo plazo que esto genera resultan menos dadas para sostenimiento de respuestas concertadas. Y, por el contrario, plantean de forma más acuciante tensiones que se venían acumulando desde hace un buen tiempo. Katz remarca la interdependencia como un elemento “moderador” en las contradicciones interestatales. Este ha sido el caso bajo ciertas condiciones. Sin embargo, a mayor interdependencia creada por la internacionalización del capital, más exacerbadas pueden ser las tensiones cuando el panorama no es de crecimiento sino de continuo deterioro de las condiciones económicas. Al postular que: “En la actualidad rige una modalidad colectiva, que sustituye los viejos conflictos plurales por una administración conjunta” (p.68), Katz induce a una visión estática sobre las relaciones interestatales que suprime esta perspectiva explosiva. Por el contrario, la profundidad de los problemas actuales, y la necesidad para encararlos de tomar medidas que no benefician a todos, conspira contra la perspectiva de que sea sostenible una “administración conjunta” sin que emerjan las contradicciones y se siga profundizando la distancia entre los viejos aliados que conformaron el orden pos Segunda Guerra Mundial. La disputa entre Alemania y los EE. UU. por las medidas financieras y monetarias ante la crisis de deuda europea, que expuso los horizontes difícilmente conciliables sobre el futuro del orden monetario global y se libró al borde del abismo de un nuevo “Lehman” o una crisis aún más catastrófica, fue un reciente recordatorio. Como sostiene un artículo reciente: “En condiciones de crisis, la competencia de las naciones con moneda mundial resulta siendo una lucha de poder que se libra por el estatus de la reconocida potencia líder y la subordinación de las demás”3.
Todo esto no niega que ante nueva amenaza de sucesos “catastróficos” reemerjan momentos de coordinación como al comienzo de la actual crisis económica internacional. Pero el planteo de Katz suprime las contradicciones cuando representa la fuerza del “nuevo sistema de custodia imperial” como una que puede administrar las tensiones de la aldea global sin recibir mayores desafíos –aún a pesar de que reconoce los rasgos de pérdida de fuerza vital del centro imperial–, elimina del horizonte político (y teórico) las fuentes potenciales de tensiones interimperialistas.
¿Desnacionalización del capital trasnacional?
Una de las tesis más importantes que recorre el libro es acerca del grado de asociación internacional entre los capitales luego de la segunda posguerra, y las consecuencias que ello trae. Una tendencia notoria y novedosa de la posguerra fue el crecimiento exponencial de las inversiones cruzadas entre las potencias, cuyos efectos no son unívocos. Puede actuar de forma “moderadora” sobre las contradicciones que configuran las relaciones entre las principales potencias, o exacerbarlas. Pero Katz “supera” esta ambivalencia. Para él las contradicciones interimperialistas son cosa del pasado, por fuera de algunas fricciones de baja intensidad. Una base fundamental de sus afirmaciones es que tiende a inclinarse, con titubeos, por la existencia de un capital con difuso anclaje nacional: La solidaridad militar entre las potencias y la acción geopolítica coordinada que impera bajo el imperialismo actual, también obedece a la existencia de nuevas asociaciones económicas entre capitales de distinto origen nacional (p.72).
El autor, en el permanente ir y venir de elementos, pareciera resolver las contradicciones siempre por el lado de menor tensión: La propiedad de los paquetes accionarios ha comenzado a mundializarse y los directivos de grandes compañías adoptan ciertas modalidades cosmopolitas. Estos cambios están acotados por su desenvolvimiento en el marco de Estados nacionales diferenciados, pero ilustran un viraje hacia la mayor integración global... (p.237).
La competencia económica tendencialmente sería menos agresiva, en términos generales, y al ser más difuso el anclaje nacional de las multinacionales, ya no habría marcadamente “un” Estado que salga en defensa de “su” multinacional, sino que habría un abanico de países (imperialistas), todos ellos accionistas de las distintas multinacionales, que tendrían intereses compartidos en las mismas.
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Las evidencias empíricas y los estudios más serios realizados hasta el momento, parecen matizar mucho más la formulación de Katz. Es innegable que las tendencias centrípetas del capitalismo en su fase imperialista refuerzan la integración de varios capitales en su afán de maximizar beneficios. Sin embargo, el capital es mucho más regional (continental) que global. Varias investigaciones muestran es una tendencia a la regionalización de las multinacionales, pisando fuerte fundamentalmente en alguna de las regiones de la “tríada” (EE. UU., Europa, Japón/China). Asistimos a mercados oligopolizados que pretenden pisar fuerte en su área de influencia, lo cual no los exime de una dura competencia dentro de cada región de la tríada, y mucho más cuando las multinacionales sienten amenazado su poderío por pares de otras regiones. Como sostienen los investigadores Alan Rugman y Alain Verbeke: La evidencia de que las multinacionales más grandes del mundo, en su gran mayoría tienen un promedio del 80 % del total de las ventas en su región de origen (de la tríada). Hay sólo 10 compañías globales en la tríada, entre las 500 compañías más grandes4.
También podríamos citar el estudio realizado por la revista Fortune Global 500 de este año, donde queda muy claro que las principales multinacionales del mundo tienen bien marcada su bandera de origen. De las 500 multinacionales más importantes del mundo, 150 firmas son de origen europeos (28 inglesas, 28 alemanas, 20 francesas, 13 suizas, 13 holandesas, 9 italianas, 8 españolas), 128 son yanquis, 95 chinas y 57 japonesas. Es decir, 430 de las 500 multinacionales más importantes del mundo (el 86 %) se dividen en unos pocos (y bien marcados) países, centrados fundamentalmente en la tríada. A pesar del grado de integración alcanzado por los capitales, la burguesía no se globalizó (ni tiende a ello) hasta el punto de desacoplarse de su origen territorial. La relación capital-Estado también se vuelve a evidenciar con las crisis, donde cada Estado pone sus recursos ante todo para sostener a las corporaciones que tienen base en su territorio, evitando –en la medida de lo posible y evaluando en cada caso su valor estratégico- que sean víctimas de la concentración y centralización. Es por esto que, dentro del complejo juego dialéctico de concentración y competencia, la afirmación de que “el imperialismo contemporáneo refuerza la asociación económica entre empresas de distinto origen nacional” (p. 46), es unilateralizada por el autor para sostener una primacía de la tendencia hacia la “mayor integración global”. Por eso insistimos con la afirmación de Trotsky de que: “El capitalismo ha »
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las vigentes en la periferia. El enfoque transnacionalista desconocía la continuidad de las rivalidades entre las corporaciones, ahora mediadas por otra conformación de clases y los Estados. La visión de concurrencia interimperialista minusvaloraba la ausencia de confrontaciones bélicas y el avance registrado en la integración de los capitales (p.41).
sido incapaz de desarrollar una sola de sus tendencias hasta el fin…”, ya que es justamente la dinámica explosiva de este choque de tendencias contrapuestas la que debemos tener siempre presente.
El desarrollo desigual y las relaciones interestatales Sostiene Claudio Katz: El origen de esta internacionalización del capital fue el sostén norteamericano a la reconstrucción de los países derrotados después de la Segunda Guerra. Estados Unidos no desmanteló la industria, ni sepultó los avances tecnológicos de sus adversarios, sino que les concedió créditos para forjar el marco asociado. Aunque el propósito principal de este apuntalamiento era contener el avance soviético, el auxilio americano favoreció la gestación del patrón económico que singulariza al imperialismo colectivo (p.72).
Quizá habría que tener en cuenta los bombardeos sobre Dresden y Tokio, que sí ayudaron a desmantelar la industria de sus adversarios bélicos. Pero sí, podemos admitir que en el contexto de la posguerra, con la amenaza soviética y la necesidad de crear bases para un dominio estable para el capitalismo mundial, la gran estrategia norteamericana luego de la Segunda Guerra Mundial apuntó a fortalecer un orden liberal trasnacional y dio espacio para la recuperación potente de Alemania y Japón. Pero el objetivo central no era crear un “marco asociado” sino reforzar la supremacía americana. Pretendían asegurar la ventaja sobre sus competidores y garantizar que estos cooperaran en el orden que la favorecía. Los pactos de Bretton Woods coronaron esta postración. El conjunto del sistema geopolítico de posguerra se asentó sobre un orden que tenía a EE. UU. y un sistema monetario basado en su moneda, en el centro. La acción “concertada” que caracterizó a las grandes potencias desde la posguerra se sostuvo en la superioridad económica y militar norteamericana. Y el conjunto de los dispositivos para sostenerla se apoyan en un lugar preponderante de los EE. UU. Pero estas condiciones muestran un agotamiento. Perry Anderson señala en
“Imperium”5 que, como irónico resultado de su éxito, “la lógica de largo plazo de la gran estrategia norteamericana se ve amenazada de volverse contra sí misma”. El imperio, que no cesó de extenderse, se está volviendo sin embargo “desarticulado del orden que procuraba extender. La primacía norteamericana no es ya el corolario de la civilización del capital”6. Lo que Anderson describe, aunque se niegue a sacar las conclusiones fundamentales de lo que plantea7, es un resultado del desarrollo desigual que, todo sugiere, vuelve disfuncional, tanto para EE. UU. como para el resto, el orden de posguerra. Este desarrollo desigual era justamente el fundamento central que sostenía Lenin para criticar una perspectiva “ultraimperialistas”. Para Lenin, cualquier alianza del “capital financiero unido internacionalmente” se basa en “el reparto de las esferas de influencia, intereses, colonias, etc., que el cálculo de la fuerza de los participantes, de su fuerza económica general, financiera, militar, etc.”8. Para él era central el desarrollo desigual que altera estos balances: “la fuerza de estos participantes del reparto no se modifica en forma pareja, ya que bajo el capitalismo es imposible el desarrollo igual de las distintas empresas, trusts, ramas de la industria o países”9. El cambio en el balance replantea las bases de cualquier alianza. Esto vale para las condiciones de la acción concertada bajo liderazgo norteamericano, aunque hasta ahora nadie se lo dispute abiertamente.
Algunas conclusiones preliminares: un “imperio” sin desafíos
Desde el punto de vista teórico, el enfoque de Katz intenta lograr una síntesis entre los “tres modelos” de caracterización del escenario de post Segunda Guerra que surgieron en la década del ‘70, que se basaban en distintos análisis acerca de la relación entre la centralización internacional del capital y el Estado burgués, resaltando alternativamente tendencias superimperiales, ultraimperiales e interimperiales10. Katz va a criticar someramente –en el capítulo dos de su libro– aspectos de las tres visiones: La tesis superimperialista omitía la inexistencia de relaciones de subordinación entre las economías desarrolladas, equiparables a
No obstante estas críticas, su enfoque resulta llamativamente compatible con las dos primeras visiones: su acentuado énfasis en la superioridad militar norteamericana pareciera quitarle a las otras potencias toda independencia real frente a ella, emparentándolo a las tesis superimperialistas, más aun cuando este análisis se encuentra desarticulado de una correcta valoración del declive económico de EE. UU. Otros elementos como el ascenso económico chino y la expansión de su gasto militar –que ya representan respectivamente el 55 % y el 30 % del de EE. UU., creciendo a un ritmo superior–, la decadencia del proyecto de la Unión Europea y el crónico estancamiento japonés, ponen en cuestión esta visión, por cuanto ningún liderazgo puede ser sostenido militarmente sin su contraparte de expansión y supremacía económica; eventualmente la ley del desarrollo desigual actuará modificando las relaciones de fuerzas entre las potencias. Asimismo, su insistencia en la asociación de capitales –emancipando la competencia entre potencias de su origen estatal– lo acerca al modelo del ultraimperialismo, donde tienden a diluirse las diferencias entre los intereses económicos de los capitalistas de diferentes nacionalidades, desapareciendo con ello la competencia interimperialista, dejando solamente en pie la concurrencia entre las compañías transnacionales. El resultado es una obra que nos acerca e indaga sobre problemas fundamentales del capitalismo actual, con una vasta bibliografía y muchos planteos estimulantes, pero que transmite una visión que no resulta convincente de un capitalismo estable y fuerte, con clases dominantes sin fisuras serias entre ellas.
1. Bs. As., Ediciones Luxemburg, 2011. 2. Paula Bach, “Analogías para una crisis histórica”, IdZ 12. 3. Wolfgang Möhl, “Crisis e imperialismo. Tres tesis sobre las coyunturas actuales de la competencia imperialista”, Rebelión, 28/8/14. 4. Alan M. Rugman y Alain Verbeke, “Regional and global strategies of multinational enterprises”, Journal of International Business Studies 35, 2004. 5. Perry Anderson, New Left Review 83, 2013. La traducción es propia. 6. Perry Anderson, “Consilium”, en New Left Review 83, 2013. 7. Para una crítica de su persistente escepticismo, ver IdZ 6 y 8. 8. V. I. Lenin, Obras selectas, Ediciones IPS, 2013, Tomo 1, p. 567. 9. Ibídem, p. 568. 10. Ver Ernest Mandel, El capitalismo tardío, México, Ediciones Era, 1979.
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Ilustración: Anahí Rivera
Revolución pasiva, revolución permanente y hegemonía Juan Dal Maso y Fernando Rosso Comité de redacción.
Es un clásico lugar común de la mayoría de los intelectuales gramscianos (también de algunos antigramscianos furiosos) el de presentar las teorizaciones de Gramsci sobre la cuestión de la revolución pasiva como el “fundamento objetivo” de una estrategia “hegemónica” opuesta a la revolución permanente. Desde esta óptica, a la capacidad del capitalismo de operar recomposiciones de todo tipo, es necesario oponer una lucha política de tipo acumulativo, cuyas definiciones estratégicas no van más allá, en el mejor de los casos, de la constitución de un “bloque popular” que opera un cambio en la relación de fuerzas o, en el caso menos afortunado, diversas variantes que van de “izquierdas amplias” (Europa) hasta “gobiernos progresistas” (América Latina). En los análisis de Gramsci está presente la pregunta de si “... existe una identidad absoluta entre guerra de posición y revolución pasiva? ¿O al menos existe o puede concebirse todo un período histórico en el cual los dos conceptos
deban identificarse, hasta el punto en el cual la guerra de posición se transforma en guerra de maniobra?” (C15 §11). Teniendo en cuenta el contexto de la reflexión del comunista italiano, se puede sostener sin temor a forzar un “uso” que esta pregunta apunta más a la justificación de la guerra de posición por una correlación de fuerzas dada que a la adopción de la revolución pasiva como política propia.
La “antítesis vigorosa”, las tendencias al extremo y la revolución pasiva como “moderador” Como bien señala Peter D. Thomas1, en los Cuadernos de la cárcel la revolución pasiva emerge como expresión de la “crisis orgánica” de la sociedad burguesa así como antítesis o fracaso de la revolución activa de las clases populares. Es precisamente en esa figura de la “antítesis vigorosa”, que Peter D. Thomas rescata del C15 §62, donde reside la clave para pensar
las relaciones entre revolución pasiva y revolución permanente como dinámicas contrapuestas inherentes al desarrollo de la lucha de clases al interior de la sociedad burguesa. Y es el año 1848 el punto de referencia de Gramsci para pensar la relación entre revolución pasiva, revolución permanente y hegemonía. El momento en el cual se pone de relieve esta “antítesis vigorosa” de las dos tendencias: de un lado, el proletariado impone la república burguesa rodeada de instituciones sociales y lucha por ir más allá, del otro la burguesía provoca al proletariado al combate para infringirle una derrota, que abre el camino al bonapartismo y la posterior “normalización” de la sociedad burguesa. En Alemania, al darse el proceso de forma más conservadora, el partido democrático traicionó a los obreros, pero estos no llegaron a enfrentarse con la burguesía como en Francia, aunque en ambos casos surge la necesidad de una estrategia de la clase obrera independiente de la »
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burguesía. Aquí surge el primer problema. Porque sin la “revolución permanente” de 1848 y la consiguiente contrarrevolución burguesa, y posteriormente, sin la Comuna de París, hubieran sido imposibles las “revoluciones pasivas” posteriores. Siguiendo la propia idea gramsciana del Estado integral (o ampliado)2 como unidad de dictadura y hegemonía, la revolución pasiva reemplaza a la contrarrevolución cuando ésta no es directamente necesaria. Es decir, que no todas las formas de reacción de la burguesía y su Estado frente a la lucha de clases se reducen a la revolución pasiva (como parecería dar por supuesto el propio Peter D. Thomas). En este marco, si la lucha de clases contiene una “tendencia a los extremos” clausewitziana, cuya fórmula expresó Marx en el grito de guerra de la revolución permanente, la revolución pasiva se introduce como un mecanismo “moderador” entre revolución y contrarrevolución.
De un siglo a otro: revolución desde arriba y revolución-restauración Retomando la distinción que plantea A. Morton3 entre las dos acepciones de la revolución pasiva (como “revolución desde arriba” que conforma el Estado nacional con métodos conservadores y como “revolución-restauración” que toma las demandas desde abajo integrándolas en una nueva política que las expropia pero no las resuelve), en el siglo XIX, las “revoluciones pasivas” tenían un “carácter dual”, ya que por un lado cumplían tareas históricamente progresivas, pero con métodos conservadores. Habiéndose terminado la lucha de la burguesía contra la vieja sociedad, la revolución pasiva se caracteriza por garantizar la duración o sobreviviencia de un régimen social que se vuelve históricamente conservador. Y en este contexto, el carácter dual de “revolución desde arriba” que tenían las revoluciones pasivas en el siglo XIX, tiende a liquidarse en función del aspecto más puramente “restaurador”. En este marco, la pregunta de Gramsci sobre si el fascismo podría constituir algún tipo de revolución pasiva en C10 §9, si bien muestra una tendencia a la generalización del mecanismo a la que hicimos referencias en otros artículos, pone un límite también a la lectura de la “revolución pasiva” como algo “progresivo”. Habiéndose terminado la lucha de la burguesía contra los vestigios de un régimen anterior, que puedan llevarse adelante sin que la lucha “democrática” se transforme en lucha social y que eso represente un “progreso” (dato característico de las revoluciones pasivas del siglo XIX), lo que queda de la revolución pasiva en el siglo XX (y el actual) es un mecanismo de expropiación de las demandas populares por la vía de “renovaciones”, “modernizaciones” y “recomposiciones” parciales, que preparan el camino a restauraciones más de derecha en su totalidad. En este contexto, al carácter de “moderador” que atribuimos a la revolución pasiva durante el siglo XIX, debemos agregar que durante el siglo XX se disipa totalmente cualquier atisbo de “progresividad” o relación contradictoria entre
“ ...la revolución pasiva reemplaza a la contrarrevolución cuando ésta no es directamente necesaria.
gramscianas, busca establecer una relación de continuidad entre la revolución permanente y la hegemonía. Frosini cita el C1 §44, en el que Gramsci señala:
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progresividad y conservadurismo”, la revolución pasiva se apoya en los resultados obtenidos previamente por la contrarrevolución o prepara el camino para que ésta llegue en mejores condiciones. Según la profundidad de la contrarrevolución o la crisis previa, las recomposiciones se acercan más a “revoluciones-restauraciones” o a “pasivizaciones restauradoras”. En este contexto, son inentendibles las recomposiciones estatales de la segunda posguerra en Europa occidental, sin la Segunda Guerra Mundial y sin el rol del estalinismo, primero como degeneración de la dirección de la Revolución de Octubre y luego, de la III Internacional; hasta llegar a la “institucionalización internacional” que dio nacimiento a lo que se conoció como el “mundo de Yalta”. El estalinismo cumplió un rol contrarrevolucionario a escala internacional, intentando evitar las revoluciones que se salieran de su control o realizando “expropiaciones desde arriba” en los territorios que quedaron bajo su control después de la Segunda Guerra (reproduciendo el mecanismo de la revolución pasiva) y asimismo fue un garante de la estabilidad de la “democracia occidental” durante la segunda posguerra. Y mal que le pese a muchos, la “revolución pasiva” termina siendo una confirmación de la teoría de la revolución permanente: las luchas nacionales, populares y democráticas que no avanzan hacia una lucha contra el capitalismo y por el poder obrero, resultan desviadas, contenidas, abortadas y sometidas a restauraciones tendientes a la constitución de un régimen muy parecido al anterior, o peor (Egipto). En suma, la “revolución pasiva” deviene en uno de los principales mecanismos preventivos para bloquear la dinámica permanente de la revolución. Por este motivo, la oposición abstracta entre hegemonía y revolución permanente termina en alguna forma de reivindicación de la revolución pasiva como programa y como estrategia.
Pasado y presente de la permanencia del movimiento Habiendo planteado en líneas generales las relaciones entre revolución pasiva y revolución permanente, intentaremos pensar las relaciones entre hegemonía y revolución permanente en la actualidad. Para esto tomaremos el artículo “Hacia una teoría de la hegemonía” de Fabio Frosini4, que a diferencia de otras posiciones
A propósito de la consigna “jacobina” lanzada por Marx a Alemania en 48-49 hay que observar su complicada fortuna. Retomada, sistematizada, elaborada, intelectualizada por el grupo Parvus-Bronstein, se manifestó inerte e ineficaz en 1905 y a continuación: era una cosa abstracta, de gabinete científico. La corriente que se opuso a ella en ésta su manifestación intelectualizada, al contrario sin usarla “de propósito” la empleó de hecho en su forma histórica, concreta, viviente, adaptada al tiempo y al lugar, como brotando de todos los poros de la sociedad que había que transformar, de alianza entre dos clases con hegemonía de la clase urbana.
No deja de ser extraña la idea de que una teoría “abstracta” que se manifiesta “inerte e ineficaz” pueda ser empleada de hecho de manera “histórica, concreta, viviente, adaptada al tiempo y al lugar”, o mejor dicho, parece una falsa oposición entre la realpolitik y la teoría. Pero incluso con esta objeción, es interesante cómo el propio Gramsci, en su oposición a la teoría de la revolución permanente de Trotsky como teoría, de hecho está reconociendo –planteando que fueron los bolcheviques los que de hecho la llevaron adelante– que esta teoría planteaba en líneas generales correctas cómo iba a ser el desarrollo de la Revolución rusa, tanto como que en los hechos Lenin y Trotsky confluyeron en la política de “alianza entre dos clases con hegemonía de la clase urbana”, eso sí, después de que Kamenev y Stalin en ausencia de Lenin, apoyaran al gobierno provisional entre febrero y abril (cuestión que corrigió Lenin con sus “Tesis de Abril”). Por otro lado, cabe aclarar que Gramsci confunde la teoría de la revolución permanente planteada en Resultados y Perspectivas, que era un teoría especialmente para Rusia, con la versión “madura” basada en la generalización de las lecciones estratégicas de las experiencias protagonizadas por el movimiento comunista en los años ‘20, en especial la revolución china de 1925-1927, a partir de la cual Trotsky generalizó la teoría (mientras Gramsci se limitaba, para China, a la política de Asamblea nacional pan-china sin hegemonía de la clase obrera). En este contexto, si es correcto el criterio de Karl Korsch de que hay que entender el marxismo como una teoría de la revolución, podemos considerar a la teoría de la revolución permanente como el momento más alto del desarrollo de la teoría marxista en el siglo XX, principalmente por el cambio de marco teórico que implica, respecto de las concepciones del marxismo “decimonónico”, que tuvieron sobrevida hasta los años 20 (principalmente la idea de que la revolución proletaria correspondía solamente a los países “avanzados”). Pero para salir de la oposición estéril entre “hegemonía” y “revolución permanente”, Frosini intenta relacionarlas, sin cambiar del todo el punto de vista de Gramsci, pero introduciendo una variante:
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Según Gramsci hay un fuerte nexo entre la consigna lanzada por Marx, el jacobinismo en su efectividad histórica y la organización hegemónica correspondiente al Estado moderno (¡hegeliano!), es decir, la hegemonía de las clases productivas urbanas sobre los campesinos. En suma: la única manera para utilizar hoy la revolución permanente –a diferencia de Parvus y Trotsky, que la han reducido a una “teoría” (la han “sistematizado”)–, es pensarla histórica y políticamente, como estructura de la hegemonía; pero también a la inversa: la única forma para pensar la hegemonía a la altura de Marx (sin dejarla caer en una composición “pasiva” de tipo hegeliano, o dejarla derivar hacia un “republicanismo” vacío y finalmente retórico, de tipo jacobino-radical) es anclarla a la revolución en permanencia.
La definición implícita en su razonamiento, que queremos rescatar sería más o menos así: “oponer la hegemonía a la revolución permanente tiene como resultado algún tipo de reivindicación de la revolución pasiva como programa por la positiva”. Frosini lo plantea de esta forma: “...la diferencia entre la composición ‘pasiva’ de los conflictos y su despiegue ‘en permanencia’ marca la diferencia entre hegemonía burguesa y proletaria...”. Y finalizando su artículo, sostiene: Entendida así, la hegemonía proletaria es la “forma actual de la doctrina cuarentaiochesca de la ‘revolución permanente’”, es decir que conserva la exigencia de la permanencia del movimiento, una vez que la sociedad civil hegeliana, haya sido repensada no sólo como “sistema de necesidades”, sino como parte del Estado, más bien como aquel lugar en el que decisivamente la batalla política sea ganada o perdida.
En este contexto, para pensar las condiciones de actualidad de la teoría de la revolución permanente, tenemos que volver a trabajar sobre las relaciones entre la “fórmula de Marx” centrada en la necesidad de una ubicación independiente de la clase obrera frente a las fracciones burguesas que intentaban limitar la radicalidad de las revoluciones de 1848, la “fórmula de Gramsci” sobre la hegemonía (siempre combatiendo el relativo desplazamiento que éste realiza de la centralidad de la clase obrera a una
especie de “bloque nacional-popular”) que hace hincapié en la necesidad de que la clase obrera conquiste la dirección “intelectual y moral” de las clases “subalternas” (oprimidas socialmente y sin representación política propia) en sociedades en las cuales el Estado se presenta como estado “integral” (o estado ampliado) cooptando las organizaciones obreras como base del orden burgués y, finalmente, la “fórmula de Trotsky” que lleva la “permanencia del movimiento” a un nuevo nivel de generalización teórica, acorde a la experiencia histórica: de democrático-burguesa a socialista, de nacional a internacional, y como revolución permanente al interior de la sociedad posrevolucionaria. Si bien “la fórmula de Trotsky” contiene las dos anteriores y no a la inversa, lo cierto es que para afirmar tal cosa hay que precisar en qué sentido las contiene. Si intentamos pensar la dinámica actual de la revolución permanente, podemos decir que a diferencia del período de la segunda posguerra en que esa dinámica se bloqueó y la revolución se trasladó a la periferia mientras había estabilidad en los países centrales, mientras en el ascenso ‘68/‘81 tendieron a confluir de nuevo las metrópolis y la periferia, retrocediendo de conjunto durante la “restauración burguesa” del neoliberalismo; en la actualidad vuelve a generarse una dinámica más “totalizadora” en la que pueden darse procesos en los distintos continentes sin que ninguno tenga la exclusividad ni de las crisis y revoluciones ni de la estabilidad. Por estos motivos, la permanente de Trotsky goza de buena salud. Sin embargo, al intervenir todavía la clase obrera como un actor dentro de movimientos populares heterogéneos sin lograr todavía la dirección, sigue vigente la “fórmula de Marx”, o mejor dicho, el programa permanentista pasa en primer lugar por conquistar una posición independiente de la clase obrera para que avance en reconocerse como sujeto y a su vez se plantee la necesidad de hegemonizar a los demás sectores oprimidos. En su momento, tanto Trotsky como Gramsci analizaron los cambios en las formas estatales durante el período de entreguerras, coincidiendo en muchos aspectos acerca de los procesos de “ampliación” del Estado con el fin de contener o subordinar las tendencias de la lucha de clases y las organizaciones obreras5. A esto se
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agrega que la relativa generalización de las características “occidentales” (Estado “ampliado”, basado en la extensión de la democracia burguesa, la estatización de los sindicatos y la formación de la “opinión pública” a través de los medios de comunicación) a la mayoría de los países, hace que la “fórmula permanentista” de Trotsky tienda a incorporar aspectos de la “fórmula hegemónica” de Gramsci que advierte que el enemigo a enfrentar es un aparato estatal “basado en algo más” que la dominación pura y dura, para enriquecer la teoría. Y en este marco, la relación de complementariedad entre “revolución pasiva” y “contrarrevolución” vuelve estéril la formulación de la hegemonía como una estrategia alternativa a la revolución permanente, ya que la única forma en que la acumulación “hegemónica” puede trascender los mecanismos de revolución pasiva (que buscan una constante apropiación de las prácticas de los sectores obreros y populares) es llevando la “permanencia del movimiento” más allá de los límites impuestos por esos mecanismos, incluida la etapa de lucha política acumulativa. Por eso, la revolución permanente puede ser la “estructura de la hegemonía” solamente si la “permanencia del movimiento” se concibe desde una estrategia que trasciende la lucha política acumulativa hacia la guerra civil y la toma del poder por la clase obrera, es decir que hegemonía se transforma en un momento de la revolución permanente, al decir de Gramsci, el momento en que la “guerra de posición se transforma en guerra de maniobra”.
1. Ver “La hegemonía light de las nuevas izquierdas” en IdZ 8. 2. Ver “Trotsky, Gramsci y el Estado en Occidente” en IdZ 11. 3. “Viajando con Gramsci: La espacialidad de la revolución pasiva”, en Modonesi, M. (coord.), Horizontes gramscianos. Estudios en torno al pensamiento de Antonio Gramsci, México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM, 2013. 4. En Modonesi, M. op. cit. 5. Ver “Trotsky, Gramsci y el Estado en Occidente”, op. cit.
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Ilustración: Anahí Rivera
A propósito de Moral burguesa y revolución
Servidumbre y emancipación (II) Gastón Gutiérrez Comité de redacción. En IDZ 12 presentamos la filosofía de León Rozitchner señalando un eje que recorre su obra: la crítica de la “servidumbre voluntaria” en el capitalismo. Lo que supone comprender la dominación de clase, adentrándose, tanto en los mecanismos de separación de los cuerpos y de la alienación en el trabajo, como en el plano de la mistificación ideológica por la cual aquellos “afectados por una situación que los destruye no reaccionan”. Decíamos que el ejercicio adecuado para una identificación de las tareas filosóficas era poner en el centro el objetivo de desentrañar este “embrujo” ideológico de las clases dominantes, contraponiendo, a las hipóstasis y representaciones conceptuales, una crítica a la autonomía ilusoria que suponen, resituándolas en las relaciones efectivas
de la historia. La crítica filosófica y política se vuelca hacia los vínculos concretos que se tejen en las relaciones de clase y la cuestión del sujeto pasa obligadamente a primer plano. De ahí que sus textos mantengan siempre la pretensión de ser textos políticos, y que cualquier lectura que debilite esta cuestión caiga en el peligro de abrir el paso a su domesticación.
La moral en auxilio de la Contrarrevolución En el segundo libro de León Rozitchner Moral burguesa y revolución1 filosofía y política se conjugan para desentrañar la conciencia moral de la burguesía ante el peligro de la revolución. El libro, modelo de cómo analiza Rozitchner la conciencia burguesa (en este periodo), fue escrito entre 1961-62 y presenta el resultado del
análisis de los testimonios-interrogatorios televisivos a los miembros del grupo que se propuso la invasión contrarrevolucionaria de Bahía de Cochinos (el punto más alto de enfrentamiento con el imperialismo norteamericano por la revolución cubana y un acontecimiento decisivo del vuelco socialista del proceso). Está realizado in situ, ya que Rozitchner vivió allí, entre 1961-1962, compartiendo la atracción de los intelectuales hacia la revolución cubana, cuyo hito es el viaje de Sartre a la isla en el ‘61, y textos simbólicos, entre los que se destaca la entrevista al Che Guevara donde éste acuñó el concepto de “revolución de contragolpe”2, útil para entender el rol preeminente de las masas y la radicalización del proceso más allá de los objetivos iniciales de Castro y sus compañeros3.
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Rozitchner publicó en Cuba su trabajo La negación de la conciencia pura en la que lee los Manuscritos de Marx de 1844, y participó de la organización de la universidad, encargándose de la materia de Ética, mientras otros intelectuales y militantes argentinos, de diversas procedencias políticas e ideológicas participaban también, como J. W. Cooke (ciencia política) y su compañera Alicia Eguren (sociología), con quienes entablará una relación de amistad y discusión políticas y teóricas. Partiendo del análisis del material concreto que resume las defensas de los distintos integrantes del grupo invasor, Rozitchner muestra todo el paisaje moral de la burguesía cubana, profundamente dependiente del imperialismo norteamericano. Justificaciones, dispositivos morales, argumentos de autoridad, hasta llegar a argumentos lógico formales y con pretensión de racionalidad, son puestos en función de deslindarse de la responsabilidad de la acción ya sea en la interioridad del individuo o en el grupo. El acontecimiento contrarrevolucionario fracasado es la oportunidad ideal para mostrar a plena luz una serie de mecanismos de ocultamiento que están presentes cotidianamente en la sociedad burguesa. Resituando la guerra, la muerte, la contrarrevolución y la revolución como temas para la filosofía, el libro se propuso contraponer la moral burguesa con la ética revolucionaria, tomando a los contrarrevolucionarios “como si fueran filósofos”. Así se propuso ...unir dos extremos: el de una actividad práctica, la más dramática y culminante de todas como es la guerra, con su expresión racional que, no acallado aún el tronar de las armas, recupera su voz para traducir ese acto en una expresión consciente. Esta circunstancia es la que, creemos, proporciona todo su valor de prueba al análisis que efectuamos. Quisimos además mostrar que la reflexión filosófica, sobre todo si es reflexión ética, debe ponerse a prueba en el análisis de situaciones vividas en las cuales los hombres asumen la mayor de sus responsabilidades históricas. En ese sentido este trabajo quiere ser el pendant extremo de la actividad pseudo-filosófica que se desarrolla oficialmente en las universidades de nuestro país, dedicada toda ella a ocultar, precisamente en nombre del conocimiento, aquel que se refiere a las situaciones más dramáticas [28].
Como siguiendo un apotegma leninista, para él la crisis y la revolución abren el camino a una verdad que se encuentra oculta, y que emerge de manera situada, específicamente sobre el “fondo del enfrentamiento concreto”. Sin ese compromiso con la historia no se alcanza siquiera la altura del conocimiento científico. La
filosofía académica de los “pastores del ser” depura a la filosofía de la historia y lejos de ganar en objetividad, termina empobreciendo el objeto. El método y “criterio de análisis” que seguirá Rozitchner es mostrar que cada individuo expresa una perspectiva personal estructurada por determinada clase social, y que es en el seno de esa clase donde se determinan fundamentalmente todas las categorías de la comprensión.
Figuras de la moral y la verdad burguesa La invasión fue protagonizada por el grupo FRD4, recientemente constituido por la CIA, y la composición de sus miembros “resume y simboliza la estructura moral básica de la sociedad capitalista dependiente y el esquema humano básico que proponen”: el sacerdote, el hombre de libre empresa, el funcionario diletante, el torturador, el filósofo, el político y los hijos de buena familia. A través del relato de cada exponente emergen diferentes figuras de la conciencia burguesa, que en su heterogeneidad representan los distintos estratos de las clases dominantes en una “agrupación indiscriminada de sentido negativo, dentro de la cual se encontraban incluidas las fuerzas más retrogradas de la sociedad” [35]. Rozitchner quiere realizar una verificación concreta del análisis marxista de la moral burguesa, enjuiciándola en su conjunto, y en particular, para desentrañar cómo la vivencia de las instituciones de la sociedad capitalista, que cotidianamente están desmembradas y ocultas, se articulan en una división social del trabajo moral. El capítulo “La imagen del oportunista” reconstruye el repentino pasaje a la acción histórica de un “cuponero”, que hasta la revolución (o mejor dicho hasta la contrarrevolución) había “vivido al margen de las circunstancias”, como accionista de una empresa minera, siendo un escritor aficionado para el que la máxima actividad había sido prestar servicio como un gris funcionario del régimen de Batista. Fiel poseedor de las características del oportunismo burgués es quien con más claridad ejemplifica el método de composición de ese conjunto social indeterminado que se pone bajo la dirección del imperialismo americano. El buen burgués se “sacrifica”, “haciendo de tripas corazón” en pos de un objetivo, y se embarca junto a lo que él mismo describe como “lo peor” de la sociedad, esto es torturadores, delatores, mercenarios, latifundistas y militares, aunque no se priva de mantener una exquisita diferenciación para sí mismo, presentándose como parte de los demócratas del bando. Bajo el signo de la “democracia” se agrupa a un todo indiscriminado, pero irónicamente se excluye al pueblo trabajador y campesino que apoyó la revolución. Contrastan así dos formas de agrupamiento social, en el que difieren
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el campo contrarrevolucionario y el revolucionario: el primero agrupa indiscriminadamente bajo la dirección de una minoría, el segundo selecciona de entre las clases y grupos una alianza social progresiva. En “La moral de los cruzados” es el sacerdote, la Iglesia y la religión los que son puestos en la picota. La división espíritu-materia es el dualismo en el que se sostiene la moral capitalista, los que se dedican a la espiritualidad son el producto de una sustracción según la cual unos quedan sumidos en la animalidad material y son objeto de plegarias sobre la muerte. En sus proclamas presentan a los invasores como “cristianos en su totalidad” y motivados por la moral de los cruzados en una “lucha de los que creen en Dios contra los ateos, de los valores espirituales contra el materialismo, de la democracia contra el comunismo”[94]. Pero, cuando es interrogado concretamente el sacerdote recurre a esquemas de encubrimiento: sustitución de la totalidad material social por una totalidad espiritual; disolución del acto colectivo en actividades espirituales sin responsabilidad; retorno a su individualidad “especial”, según la cual él está reservado a las actividades del espíritu. Lo cierto es que la verdad del sacerdote está en el grupo, su función es otorgar una totalidad de sentido “sustitutiva” a la de la burguesía que no puede ser confesada en público. Así cada cual aparece como lo que no es: el asesino como defensor de Dios, el terrateniente explotador como preñado de una alta espiritualidad por los pobres, y el sacerdote libre de culpa, porque no apretó ningún gatillo, sino “solo la voluntad del otro”. En “La verdad del grupo está en el asesino”, se ve cómo la moral de la burguesía como clase se basa en el encubrimiento de las relaciones que unen a los individuos entre sí. Según una división del trabajo, aquellos que no realizan concretamente las tareas “materiales” se evaden de su responsabilidad en el grupo, proclamando la primacía de su Yo como individualidad aislada. Y aquellos que sí realizan concretamente las tareas “materiales” de opresión y no pueden eludir su relación directa, retornan al grupo para buscar en él la responsabilidad total por el acto que en sus manos fue delegado: es el caso del asesino. Son dos polos de un mismo colectivo, en el cual opera una dialéctica en la que, según el caso, va del individuo al grupo o del grupo al individuo. En esta operación en la que se separa o se reúne, se abstrae o se sintetiza de acuerdo con el trabajo que le toca, muestra la lógica fundamental de la moral de su clase: O se independizan completamente y se colocan al margen como personas –al margen de la política, al margen de la economía, al margen de la guerra que promueven–, o diluyen su
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IDEAS & DEBATES
“ ...toda su percepción e inteligibilidad del mundo se basa en sus intereses de clase, y su racionalidad confesada, es tan sólo una racionalidad ‘segunda’, una falsa racionalización a la que hay que oponerle un análisis sintético de la realidad vivida...
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sentido en el todo, pero entonces desaparecen como personas. [100]
El individuo en un caso se presenta separado de la maldad del sistema (podríamos llamarla la parábola del burgués bueno), y en el otro caso son tan sólo ejecutores de una maldad impuesta. En ningún caso se establece la conexión, dialéctica, entre individuos y grupo. Así la muerte concreta que realiza el asesino se disuelve en la contabilidad de las muertes por la clase burguesa, y la clase burguesa no es culpable de nada, entregando al asesino. En “El racionalismo moral de la burguesía”, un estudiante de filosofía y derecho pone el análisis racional al servicio de encubrir los nexos materiales que lo incriminan. El primer paso para esto es que el reducto de la razón sea otra vez el yo mismo, en contraposición con la verdad objetiva. Mediante un ejercicio de simulación analítica, cada hecho es sometido a una “serie de razonamientos en cascada”, que logran desplazar más y más las conexiones entre los eventos, y que se coronan en un rechazo de la totalidad, reduciendo las acciones de clase a acciones individuales. Su moral de clase limita su razón. La realidad es disuelta también, ya que no hay actos objetivos, sino solamente las intenciones subjetivas de cada uno. Y argumentando falta de elementos desconoce completamente la existencia de un problema campesino, un problema obrero o un problema de miseria juvenil. No se trata sólo del cinismo del joven estudiante de tres universidades extranjeras, sino más profundamente de que toda su percepción e inteligibilidad del mundo se basa en sus intereses de clase, y su racionalidad confesada, es tan sólo una racionalidad “segunda”, una falsa racionalización a la que hay que oponerle un análisis sintético de la realidad vivida en la sociedad burguesa y la expropiación material por parte de la revolución. “Las cuentas morales de la libre empresa” es la ocasión para abordar el punto de vista apolítico del terrateniente y el empresario, y la disolución de su responsabilidad en la democracia representativa. Aquí la moral su clase depende enteramente de la división entre economía y política que le permite actuar en el pequeño mundo de
su acción económica inmediata, y deslindarse de cualquier significación social más amplia. Estrictamente nunca apoyó a Batista y sus crímenes. Sin embargo, bastó que la revolución trastocara la separación de economía y política mediante la reforma agraria, para que se despertara el contrarrevolucionario abandonando su apoliticismo. En “El formalismo democrático” Rozitchner imputa el carácter vacío de la democracia burguesa y le opone las tareas de educación socialista según la cual “cada hombre reconozca, reanime y vivifique los lazos materiales que lo unen a la comunidad” [126], en un proceso por el cual la democracia pase de formal a concreta otorgando la primacía a las masas (en armas). Más allá de la ilusión de Rozitchner en las potencialidades de la revolución cubana, cuyos límites manifiestos estuvieron precisamente en la falta de democracia de las masas y su rápida burocratización, eso no va en desmedro de la denuncia que realiza sobre la democracia burguesa. Para él la burguesía es separación, división, ocultamiento de las relaciones, en oposición a la revolución que es “síntesis, conexión, descubrimiento de lo que la burguesía ocultaba”. Se trata de derribar la duplicidad, donde está el plano de la conciencia moral formal, en la que se encuentra la individualidad, y por la otra la de los lazos materiales colectivos en las que priman relaciones sociales de sumisión y explotación. Al demostrar cómo todos “querían ser juzgados por el primero y ocultaban cuidadosamente el sentido del segundo” Rozitchner ofreció una demostración concreta de cómo ...la moral burguesa parte de la separación y de la escisión asumidas como esenciales, pues cada persona no aparece como ya constituida en el seno de las relaciones sociales que hicieron posible su surgimiento en el ámbito “inhumano” de su clase [198].
Filosofía y morales en la historia El mayor mérito de Rozitchner es mostrar el “cinismo (que) configuró la moral burguesa, en ocasión de un acontecimiento privilegiado que la puso en evidencia” [199]. Para esto se valió de una riqueza de procedimientos crítico-filosóficos
que resumen la profundidad de su base teórica (en este periodo). Retomó la conclusión de su crítica a la ética de Scheler, en la cual para salir de la fenomenología hacia el terreno histórico abierto por Marx, llegó a una definición del hombre como absoluto-relativo, manteniendo la preocupación por las configuraciones del individuo. Siguiendo la filosofía del joven Marx emprendió la crítica y negación de la conciencia pura, no en un plano puramente epistemológico, sino en cómo está presente en las relaciones ideológicas, para contraponerle a la composición ecléctica y abstracta de la moral burguesa, una antropología ética que parte del cuerpo sensible. Quiso realizar una práctica filosófica, no como un sustituto de la práctica política, sino como una realización de la filosofía, en donde la verificación del marxismo se mostrara en un acto de verdad sostenido en el mismo acontecimiento histórico. Contraponiendo a los principios absolutos de la ética, el fragor de las luchas políticas. Descomponiendo la duplicidad de la moral burguesa utilizando un modelo de alienación y situando a los individuos como parte de una totalidad social determinada. Son bases correctas que deberían ser consideradas para una filosofía marxista, aún criticando la ideología política que impulsó su empresa en ese momento. En el campo de discusiones de los ‘60 adquirió preeminencia el lugar de la responsabilidad individual, sin embargo hay que evitar ingresar en un dilema abstracto entre lo individual y lo colectivo que es siempre un problema posible. La ideología voluntarista de los comandantes, que Rozitchner aprueba aquí y allá, dejaba en un lugar indeterminado el rol de la clase obrera como dirección hegemónica del proceso revolucionario. Y la moral, como señalaba Trotsky, es siempre política, y por lo tanto, definida en función de la estrategia. En el libro la idea de Revolución se autonomiza de otras consideraciones estratégicas más amplias, y necesarias precisamente cuando se trata de establecer la moral en la historia como dependiente de las opciones políticas y estratégicas (que van de la revolución permanente al comunismo). Esto se vuelve una debilidad evidente ya que situar los problemas de la moral revolucionaria en el más amplio campo de problemas propios de la revolución supone una interpretación estratégica de la historia de la revolución cubana, sin embargo está ausente una reflexión así, y casi no hay distinción entre revolución, socialismo y comunismo, y son escazas las referencias a las experiencias históricas previas, justamente cuando se propuso establecer el lugar de las morales en la historia.
1. Ausente por más de 40 años el libro fue reeditado en Obras León Rozitchner. Todas las citas corresponden a esta edición: Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2012. 2. Ver Huracán sobre el Azúcar, Editorial Uno, Buenos Aires, 1960. 3. Ver “La revolución permanente en Cuba”, F. Aguirre – G. Dunga, revista Estrategia internacional 20, 2003. 4. Frente Revolucionario Democrático.
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Rosa Luxemburg Fernando Aiziczon Historiador, docente UNC. “Como azotados por espíritus invisibles, los caballos del tiempo pasan arrastrando el ligero carro de nuestro destino; y no podemos hacer nada, sino sujetar valerosamente las riendas… Si tuviese que caer, que un trueno, una tempestad o incluso un paso en falso me hagan precipitarme en las profundidades, allí me encontraré junto a miles de otros. Nunca he rehusado desafiar junto con mis buenos camaradas de armas la sangrienta suerte por una mísera ganancia. ¿Por qué habría de comerciar si se trata del libre precio de la existencia?” (Goethe, Egmont).
Dice Paul Frölich que en estas palabras de Goethe pueden encontrarse muchos aspectos de la filosofía de Rosa Luxemburg. Leyendo su biografía uno termina coincidiendo, o en todo caso agregando que la poesía está presente en su vertiginosa existencia. Judía, de nariz pronunciada, contextura pequeña, con alguna dificultad para caminar, y fundamentalmente mujer en territorios reservados a la actividad masculina, Rosa Luxemburg estuvo en el epicentro de los debates del mayor y más prestigioso partido socialdemócrata de Europa en un momento clave: Alemania en los prolegómenos de la I
Ilustración: Sergio Cena
Guerra Mundial; allí trabó amistad y polemizó con figuras eminentes como Bebel, Bernstein y Kautsky (el “Papa del marxismo”); fue testigo de la debacle de toda esa enorme organización a la cual criticó hasta sus últimos días por su carácter conservador y su complicidad ante la inminente guerra. En esa polémica, que marcó un antes y un después en la historia del movimiento comunista internacional, Rosa se entregó en cuerpo y alma y terminó brutalmente asesinada por la policía a culatazos y arrojada cobardemente a un canal del cual se rescató su cuerpo mucho tiempo después.
Pero su legado aún espera por otro rescate. Si bien sus principales obras están disponibles en lengua inglesa y son de acceso libre en internet, es una rareza encontrar hoy esos escritos editados en castellano. Confinados a reediciones de bolsillo resumidas o dudosas traducciones, apenas si contamos con sus estudios históricos, políticos, económicos, artículos periodísticos o su inestimable correspondencia personal, nunca editada en castellano, entre Rosa y Leo Jogiches, Karl Kautsky, Clara Zetkin y Karl Liebknecht. Afortunadamente la biografía de Paul Frölich, Rosa Luxemburg. Vida y obra, de ediciones IPS »
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CULTURA Lecturas críticas
“ Rosa acentúa la idea de que la lucha de clases no puede ser ‘fabricada’ porque es parte de un proceso histórico vivo, pero jamás desconoce el rol esencial de la organización revolucionaria, el partido, como guía estratégica hacia el socialismo.
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(2013) viene oportunamente a llenar un vacío enorme respecto de lo que sabemos de Rosa. Y hay que decir que su autor se desenvuelve en el difícil género biográfico con una precisión admirable, pues tanto la accesible prosa, la descripción de la vida de Rosa y de los fenómenos históricos que le toca en vida, como el análisis de su producción teórica –sobre la cual Frölich no escatima críticas porque la conoce a la perfección– permiten al lector internarse “a una época que ya no existe” pero cuyos rasgos seguramente podemos ver hoy exacerbados. La primera edición de este libro aparece en París en 1939, y fue escrita luego de que el autor fuera liberado de un campo de concentración nazi. Los nazis quemaron gran parte de lo que hubiera ayudado a editar las Obras Completas de Rosa Luxemburg, un proyecto recomendado por Lenin, a cuyo cargo estuvieron originalmente Clara Zetkin y Adolf Warski, con la dirección editorial del propio Frölich. Sin embargo, a pesar de ser editadas de 1923 a 1928 (volumen IV, de IX previstos), el proyecto quedará trunco al ser Frölich expulsado del KPD por “oposicionista” y Warski enviado a Moscú para más tarde ser asesinado en las purgas estalinistas.
En Varsovia, Rosa colabora en la Federación de Trabajadores Polacos pero la policía la persigue y debe huir a Zürich. Allí aprovecha para estudiar Ciencias Políticas, al tiempo que entra en contacto con personajes como Axerold, Vera Zasulich y Plejanov. Se doctora con una tesis sobre el desarrollo económico en Polonia. Conoce luego a Leo Jogiches, con quien entabla una relación amorosa hasta el fin de su vida. Ambos comparten la redacción del nuevo Partido Socialista Polaco (1893), surgido en una época de fuertes debates con corrientes blanquistas, anarquistas, terroristas y reformistas, pero donde también emergía la discusión sobre la cuestión nacional en Polonia y las consecuencias estratégicas respecto de su vinculación con la Rusia zarista, el gran imperio absolutista bajo cuya sombra se miraba Polonia. Trasladada a Alemania, se casa con el hijo de unos amigos para obtener ciudadanía alemana y evitar persecuciones políticas. Comienza a trabajar en la socialdemocracia alemana, que ya le parece rutinaria, acartonada, y donde su condición de mujer despierta aversiones. A pesar de ello entabla una amistad duradera con Kautsky, Bebel y Parvus, quien la habilitó para escribir en la prensa del Partido.
Vida militante
Una revolucionaria en un partido reformista
Rosa Luxemburg nace en Zamosc, Polonia, en el año 1871. De familia judía, Rosa es la menor de 5 hijos. Gran lectora, su gusto por la poesía, la literatura e incluso la crítica literaria pueden apreciarse en su comentario introductorio a un libro de Vladimir Korolenko, intelectual ruso, que le sirve también para describir el panorama espiritual de esa época:
La socialdemocracia alemana anclaba toda su actividad en obtener reformas burguesas frente a un Estado que la seducía con tomar medidas democráticas. Un ejemplo sintomático del reformismo imperante en aquel Partido lo constituye el hecho de que a la muerte del viejo Engels se enfrasquen en discutir su polémico legado, o mejor, en malinterpretar su introducción a Las luchas de clases en Francia 1848-1850 de Marx, conocida también como el “testamento de Engels”, para aprovechar todas las posibilidades legales del sistema político alemán y condenar al mismo tiempo el recurso a la insurrección. El celo reformista de los dirigentes socialdemócratas era tan acentuado que aún en vida de Engels varios pasajes de ese texto fueron publicados con recortes en el órgano del Partido, el Vorwarts, con la única intención de especular con una probable ley de excepción contra los socialistas para lo cual era menester eliminar frases muy “revolucionarias” a favor
La influencia de Nietzsche se dejaba sentir en una forma evidente; en la literatura reinaba el tono desesperado y pesimista (…) el misticismo de Dostoievski (…) así como el ascetismo profesado por Tolstoi. La propaganda de la “no resistencia al mal”, la condena al recurso de la violencia en la lucha contra la reacción triunfante, a la que había que contraponer solamente la “purificación interior” del individuo, estas teorías de la pasividad social se convirtieron, en la atmósfera de los años ochenta, en el verdadero peligro para la intelectualidad rusa1.
de un argumentación táctica de paz a ultranza y rechazo a la violencia2. En el plano teórico Eduard Bernstein sostenía que el Partido debía “liberarse de la fraseología obsoleta” del marxismo y tenía que buscar la senda de las reformas dentro de la legalidad burguesa como particular camino al socialismo en Alemania: “El objetivo final, cualquiera que sea, no significa nada, el movimiento lo es todo”, esta frase, cuyos ecos aún hoy se escuchan en muchos movimientos sociales y de la nueva izquierda, resumía gran parte de la concepción ideológica de Bernstein. Sin embargo, fue la voz de Rosa Luxemburg la que más frontalmente salió a su cruce: “Mientras que la revolución es el acto de creación política de la historia de clase, la legislación, bajo distintas formas, no es otra cosa que el vegetar político de la sociedad”3; ¿reforma o revolución?, la lucha cotidiana no puede escindirse de un objetivo final que en el marxismo revolucionario es claramente la revolución social. Frente a ella, el parlamentarismo no es más que una forma histórica característica de la dominación de clase de la burguesía en su lucha contra el feudalismo. A pesar de que Rosa no la denosta ciegamente, sí ataca el uso exclusivo del parlamento como vía al socialismo. En su escrito “Cuestiones de táctica” (1899), Rosa decía que en la sociedad burguesa a la socialdemocracia le corresponde el papel de un partido de oposición; y que por lo tanto no puede transformarse en partido gobernante más que sobre las ruinas del Estado burgués. Para reforzar estos argumentos atacaba directamente la lógica burguesa con la finalidad de demostrar cómo diversos usos “legales” de la violencia podían encubrir el dominio de clase: …cuando un hombre es obligado a la matanza sistemática de otros hombres, se trata de un acto de violencia. Pero desde el momento en que esto recibe el nombre de “servicio militar” el buen ciudadano cree estar respirando los aires de la legalidad4.
Otros debates Al momento de ocurrir la Revolución rusa de 1905, Rosa participa en el debate que enfrenta a Martov con Lenin respecto de la organización del Partido ruso, rechazando lo que ella interpretaba
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como un centralismo extremo de parte de Lenin. Esos debates están reflejados en el artículo de Rosa “Cuestiones de organización de la socialdemocracia” y de Lenin “Un paso adelante, dos pasos atrás” (1904) pero también en el “¿Qué hacer?” (1902). Rosa buscaba la iniciativa creadora de las masas aunque reconocía el rol esencial de la organización revolucionaria pero, a la vez, desconfiaba de su rol conservador y su inercia burocrática, visión seguramente influida por la socialdemocracia alemana. En este y otros intensos debates el propio Frölich participa y critica a Rosa a sabiendas de que Lenin solía exagerar el centralismo solo como alternativa a coyunturas en que el ser expeditivo y disciplinado evitaba el naufragio de toda una organización. Otra arista se puede encontrar en “Huelga de masas, partido y sindicatos” (1906), escrito en oposición a Bebel, quien representaba la opinión de que la huelga de masas solo era válida para la defensa del sufragio universal o ataques a los derechos electorales. Por el contrario, la huelga de masas –sostenía Rosa– es “expresión de todo un período revolucionario” donde la tarea del partido “no es esperar con los brazos cruzados a que emerja una ‘situación revolucionaria’, ni a que este movimiento popular caiga el cielo”; por el contrario, debe “adelantarse al curso de los acontecimientos y hacerlos avanzar” sembrando confianza y no demostrando vacilaciones al momento de luchar. Como puede sospecharse, el mito del espontaneísmo luxemburguista es solo eso, un mito. Rosa acentúa la idea de que la lucha de clases no puede ser “fabricada” porque es parte de un proceso histórico vivo, pero jamás desconoce el rol esencial de la organización revolucionaria, el partido, como guía estratégica hacia el socialismo. Tal como Frölich recuerda, Rosa no excluye la dirección consciente en la lucha, al contrario, la exige. Estos temas son retomados más tarde en su “Crítica a la revolución rusa” (1917-18), donde aborda la cuestión campesina, la autodeterminación de las naciones, la democracia bajo la forma de dictadura del proletariado, el terror, etc. Aunque es muy crítica frente al modo en que los bolcheviques afrontan estos problemas, reconoce que en Rusia “solamente se podía plantear el problema. No podía ser resuelto. Y es en este sentido que
el futuro en todas partes pertenece al bolchevismo”5. En 1906 Rosa participa a propuesta de Kautsky en la escuela del Partido socialdemócrata alemán, junto a profesores como Mehring, quien se convertirá en su gran amigo. De esas clases surgen dos obras: Introducción a la economía política y La acumulación del capital (1912); en ésta última Rosa quiso demostrar cómo la penetración capitalista en espacios no capitalistas resuelve el problema de la acumulación. Más allá de los errores que contenía y de las críticas que recibió, su mérito es poner en debate el imperialismo y la competencia entre Estados capitalistas por sus colonias, el rol de los “trusts” y cómo estas estrategias resultan esenciales para determinar una política para la clase obrera.
Guerra, debacle y asesinato de Rosa Hacia 1908 la socialdemocracia alemana conseguía 6 diputados (600.000 votos). En 1914, ya iniciada la I Guerra Mundial, 110 diputados socialdemócratas aprobarán los créditos de guerra. Solo Karl Liebcknecht se opondrá, en absoluta soledad. Es el comienzo de una feroz campaña antimilitarista de Rosa, que años más tarde llevará a la fundación de Spartakus, una liga dentro del Partido, junto a Liebcknecht, el viejo Mehring y Warski. Pero también es el comienzo de la etapa heroica y a la vez trágica: Rosa presencia las deserciones de viejos camaradas internacionalistas que uno a uno van dándole la espalda a sus ideas. Cuenta Frölich: Plejanov (…) se había convertido en el portaestandarte del Zar (…) Guesde, el riguroso marxista, entró en el Gabinete ministerial de guerra francés. Vaillant, antiguo amigo de Rosa, sufrió una recaída en el nacionalismo blanquista (…) Parvus era consejero del Ministerio alemán de Asuntos Exteriores6.
A Parvus, Rosa sin dirigirle la palabra le señaló la puerta cuando éste quiso visitarla, y Kautsky, su viejo amigo, le argumentaba en su contra disimulando la debacle del Partido. Por sus posiciones Rosa será encarcelada por alta traición. De esta época son sus famosos folletos de Junius.
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En plena ola patriotera Karl Liebcknecht queda sin inmunidad parlamentaria y es encarcelado (1916). Rosa y Mehring, con 70 años, también. Se avecina ahora la Revolución alemana, que opera como contradictor de las críticas que Rosa hiciera a la rusa, pero también es el momento en que ataca violentamente a todos sus correligionarios socialdemócratas por su escandalosa actuación incluso para con la liga Espartaco, a la cual todos difaman como un grupo violento, favoreciendo una sanguinaria caza de brujas policial. Hay que leer “El orden reina en Berlín” (1919), magnífico último escrito de Rosa antes de ser asesinada, para ponderar su duro espíritu de cara a una revolución derrotada. La noticia del asesinato de Rosa y de Liebcknecht debilita a Mehring, quien muere a los pocos días. Jogiches denunciará el complot asesino y también perderá la vida en un fraguado “intento de huida” inventado por la policía. Cuenta Frölich la existencia de una leyenda popular según la cual en los barrios proletarios que rodean al canal donde Rosa fue arrojada los vecinos aseguran que no fue asesinada, al contrario, logró escapar para ocupar la cabeza de un nuevo levantamiento revolucionario.
1. “El espíritu de la literatura rusa. La vida de Korolenko”, citado en Frölich, p.43. Este ensayo integra las Obras Escogidas de Rosa Luxemburg publicada en 2 tomos por ediciones Pluma (1976). 2. “Aparezco como un pacífico adorador de la legalidad a toda costa” había protestado Engels en una carta a Kaustky. Ver Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850, Bs. As., Ediciones Luxemburg, 2012, p. 10. 3. Frölich, p. 86. 4. Ibídem, p. 104. 5. Ibídem, p. 283. 6. Ibídem, p. 240.
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CULTURA Música
¿Fueron Los Beatles la banda de música popular más influyente de todos los tiempos? Augusto Dorado Periodista, programa de radio Pateando el tablero. “(…) tengo la impresión de que el mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que los Beatles empezaron a cantar. Todo cambió entonces. Los hombres se dejaron crecer el cabello y la barba, las mujeres aprendieron a desnudarse con naturalidad, cambió el modo de vestir y de amar, y se inició la liberación del sexo y otras drogas para soñar”. Gabriel García Márquez1
Medio Siglo de “Beatlemanía” En este 2014 se cumplen 50 años de una fiebre musical que se expandió a escala mundial: la devoción por The Beatles, un grupo de Liverpool que ya era un fenómeno en el Reino Unido. Aquel 1964 cruzaron por vez primera el Atlántico para unas presentaciones en la televisión norteamericana que prácticamente paralizaron medio país (cálculo basado en las mediciones de audiencia del famoso Show de Ed Sullivan) y catapultaron su éxito con la película “A hard day´s night”. En lo que a Argentina respecta, se cumple medio siglo de la edición de sus primeros dos discos (LP para la época) “Please, please me” –grabado en 1962– y “With The Beatles” del ‘63. Para ser estrictos, el sello Odeón (subsidiario de EMI) había editado previamente un simple o single, aquellos disquitos más pequeños con uno o dos temas por lado que tenían la ventaja de ir instalando éxitos de las bandas antes de lanzarse a grabar un álbum entero, y que además eran más baratos y prácticos de llevar para pasar música en una fiesta. Contenía “Para ti” (“From Me To You”) del lado A y “Gracias nena” (“Thank You Girl”) del lado B, pero bajo el nombre de Los Grillos (The Crickets), curiosa mala traducción de algún empleado gris y rutinario de Odeón. Tal vez sin quererlo, el traductor despistado rindió homenaje a las influencias primarias de los “Fabulosos 4”. The Crickets era la banda que acompañaba a Buddy Holly, que junto a Elvis Presley y los Everly Brothers, fueron la principal inspiración de los colegiales Johnn Lennon,
Paul Mc Cartney y un más chiquilín George Harrison para armar The Quarrymen en 1957. Pero para cuando aparece aquel simple nacional de Odeón ya eran los Beatles, juego de palabras entre “beetle” (escarabajo, inocultable homenaje a aquellos grillos de Buddy Holly) y “beat” (ritmo). Entonces bien, aprovechemos la efeméride para reflexionar sobre algunos de los fundamentos a partir de los cuales podemos discutir si los Beatles fueron o no la mejor banda de música popular (para no encasillarlos sólo en el rock) de todos los tiempos.
Héroes de la clase obrera En 1961, Liverpool era una ciudad portuaria importantísima (capital del condado de Merseyside) que había sufrido varios bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Todavía quedaban en pie en algunos rincones de la ciudad las evidencias lúgubres de construcciones devastadas. Brian Epstein, dueño de una importante disquería local, se moría de curiosidad por saber quiénes eran los tales Beatles; no paraban de ingresar clientes que le pedían una grabación de esta banda junto al conocido cantante Tony Sheridan que habían registrado en Alemania. No podía sonar más exótico y sin embargo eran unos chicos de la ciudad que solían tocar en The Cavern Club (un boliche en un sótano que había servido de refugio antibombas durante la guerra). Decidió ir a verlos y no dudó un segundo en ofrecerse como mánager y ayudarlos a grabar en alguno de los principales sellos.
Primer elemento a tener en cuenta: los Beatles eran pibes “de provincia”. Liverpool está a unos 341 kilómetros de ruta al noroeste de Londres y era una ciudad culturalmente mucho menos prolífica que la capital. Los estudios de grabación estaban todos en Londres y a su vez eran propiedad de los sellos discográficos existentes. Para tener una idea cercana, es como si hubieran sido una banda de una ciudad con poca tradición rockera en comparación al centro, como podría ser Mar del Plata o Córdoba. Pero además por su origen social eran lo que se consideraba “hijos de la clase obrera”. De hecho, Mc Cartney era hijo de una enfermera y un vendedor de algodón, el padre de Harrison era chofer de colectivo, Lennon era hijo de madre soltera y fue criado por sus tías. Ellos mismos se enorgullecían de su condición: “Fuimos los primeros cantantes de la clase obrera que seguían siendo de la clase obrera, hablaban como obreros y no intentaban cambiar su acento”, solía recordar Lennon. Eran como todos los chicos que idolatraban a viejas estrellas como los Shadows (la banda más importante de Inglaterra antes de los Beatles). Hijos de trabajadores, con lo cual lograban una empatía con su público, primero en su propia ciudad y luego – una vez fichados por el productor George Martin para trabajar con el sello Parlophone de EMI– en todo el Reino Unido. En Liverpool, le daban color y un mensaje de alegría a una ciudad que recién comenzaba a recuperarse del trauma de la guerra, y lo consiguieron con mucho sacrificio, profesionalizándose en agotadores shows en clubes de
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Ilustración: Juan Atacho
mala muerte en la ciudad alemana de Hamburgo. Nacionalmente, eran vistos como chicos del interior que empezaron a tener éxito y transmitían una ilusión de ascenso social siendo muy jóvenes. Segunda cuestión: su juventud. Recién a principio de la década del ‘60 comienza a generarse una identidad juvenil que anteriormente casi no existía. En la década del ‘50, era común en Inglaterra que alguien de 20 años ya estuviera listo para casarse, tener hijos y vestirse de traje o vestido como sus padres de 40 años. Casi no se percibía una diferencia generacional. Pero en los ‘60, una serie de cambios como una reforma educativa que facilitaba el acceso a estudios superiores (por ejemplo, a escuelas de arte que fueron el semillero de muchas generaciones de músicos, Lennon incluido) o la invención de las primeras pastillas anticonceptivas, por citar algunos cambios, ampliaron el universo de los jóvenes que ya no tenían que seguir necesariamente el mandato de sus padres de formar prematuramente una familia tradicional. Los Beatles fueron el símbolo de esa irrupción de la juventud en los tempranos ‘60, le aportaron identidad2.
Can’t Buy my love… Tras grabar su exitoso primer disco, el manager Brian Epstein sugirió (o más bien impuso) un cambio de imagen. Quería que la banda, aunque identificara a los jóvenes, fuera aceptada también por los padres y las familias de los jóvenes. Ya nada de camperas de cuero y camisetas a lo James Dean que tanto le gustaban a Lennon (y
que retomaría años después en la tapa de su disco solista Rock and Roll, a modo de venganza); de ahora en adelante, uniforme. Peinado prolijo, corbata finita y traje. Si bien aceptaron el cambio en pos de lograr mayor aceptación y masividad, la imposición tal vez les acentuó la necesidad de tener una actitud desfachatada ante la autoridad. Como ya eran famosísimos en 1963, la corona británica los invitó a participar del Royal Variety Show, un evento anual que organizaba para mostrar una imagen modernizada. “Los de los asientos más baratos pueden aplaudir, pero los demás bastará con que sacudan sus joyas”, desafiaba sarcásticamente Lennon. La ironía no provocó gran revuelo y hoy se la puede considerar inofensiva, pero por esos años hasta un leve cuestionamiento a la aristocracia era impensado, y con ese tipo de actitudes fueron ganando mayor simpatía entre los jóvenes británicos. Tercer elemento: lograron erigirse como un símbolo de irreverencia ante la autoridad, en una época en que empezó a haber un mayor cuestionamiento social. En ese mismo año ‘63, sacudió a la política inglesa lo que se conoció como “el caso Profumo”, el affaire del ministro de Defensa del gobierno conservador con una bailarina que a la vez era amante de un espía soviético, incidente que desgastó a los conservadores y llevó a una ajustada victoria laborista en las elecciones del año siguiente pero que además tuvo el efecto de cierta pérdida de autoridad de uno los principales partidos tradicionales. Esto a su vez dio lugar a que desde el poder intentaran apropiarse de la popularidad de los Beatles:
el candidato laborista –luego primer ministro– Harold Wilson les entregó una condecoración, en una gira por Filipinas fueron expulsados del país por haber osado negarse a un encuentro con la esposa del presidente Marcos, y en el año ‘65 la reina los condecoró como “Miembros de la Orden del imperio Británico”. Aceptar esa mención fue una decisión muy debatida entre los miembros de la banda porque dudaban de la conveniencia de ceder tanto ante la principal institución del orden establecido. Epstein los convenció de hacerlo y, a pesar de que contrastaba con la imagen de “chicos malos” de las figuras estelares del sello Decca –los nacientes Rolling Stones–, el acontecimiento fue aceptado positivamente a nivel popular porque era visto como “hijos de la clase obrera entrando por primera vez al palacio de Buckingham”. Para 1968, Lennon pudo darse el gusto de rechazar públicamente esa condecoración en repudio a la intervención británica en Biafra. Tanto aquella aceptación de honores de los Beatles como la imagen de “chicos malos” de los Stones eran lo que hoy conocemos como estrategias de marketing. Sin embargo, los Fab Four mantuvieron esa actitud de irreverencia y desfachatez que los hizo tan populares, lo que en algún momento incluso les trajo problemas para sostener esa estrategia: las airadas protestas de las asociaciones cristianas estadounidenses finalizaban con la quema de sus discos por las declaraciones en las que Johnn aseguró: “Somos más populares que Jesucristo y no sé qué desaparecerá antes, si el rock o el cristianismo”. »
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CULTURA Música
“ Los Beatles fueron el símbolo de esa irrupción de la juventud en los tempranos ‘60, le aportaron identidad.
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en el costado místico y Ringo un poco al margen se hacía un lugar en la escena del rock. Esas tensiones artísticas, además del fracaso comercial de su emprendimiento empresarial Apple Corps. (con el que probaron ser mecenas de nuevas figuras del arte), los proyectos solistas y la distancia personal por sus vidas en pareja (con Yoko Ono y Linda Eastman), decantaron en el final de la banda con el comienzo de la nueva década del ‘70. Por último, lograron identificación con movimientos sociales en una época convulsiva y se retiraron a tiempo, cuando todavía estaban en su punto más alto pero se agotaba la química entre ellos.
Conclusión Escuela de rock Desde el punto de vista estrictamente musical, los Beatles fueron los primeros músicos en componer la mayoría del repertorio que interpretaban. Hasta el momento, los grandes intérpretes basaban su repertorio en composiciones ajenas de autores profesionales que sus productores elegían para transformarlos en estrellas. Lennon y Mc Cartney demostraron desde muy temprano ser un espectacular dúo compositivo, y tanto ellos –que se alternaban en la voz principal– como Harrison y luego Ringo Starr (que fue mejorando paulatinamente desde su ingreso a la batería, sugerido por el productor George Martin para reemplazar al menos profesional Pete Best) eran muy buenos músicos, con capacidad para hacer coros –al estilo de los grupos vocales de los ‘50– mientras tocaban sus instrumentos, otro sello distintivo de la banda que los destacó sobre el resto. Además revolucionaron la industria discográfica al lograr imponerle al productor el repertorio que buscaban grabar. La figura de un productor se podría comparar a la del director técnico en el fútbol. George Martin jugó un rol destacadísimo en ese lugar, al punto de ser considerado el “quinto Beatle” y con justicia, ya que además de tocar el piano en varias de las primeras grabaciones, tomó decisiones muy acertadas en cuanto al sonido y el armado final de las canciones. Tuvo la flexibilidad suficiente como para ceder protagonismo ante la insistencia de los chicos de Liverpool y permitirles que grabaran sus composiciones “Love me do” y “P.S. I love you” como primer single. El hecho de que los músicos fueran parte de las decisiones en un estudio de grabación era toda una novedad, ya que los productores trabajaban directamente para los sellos –que buscaban asegurarse éxitos– y no para las bandas. En este punto aquel single y su primer álbum fueron un antes y un después. Por otro lado, del repertorio que eligieron en su etapa temprana figuraban versiones de grupos femeninos del sello Motown, como “Please Mr. Postman” de The Marvelettes. A finales de los ‘50, cuando las primeras estrellas del naciente rock se iban apagando o relegaban su actividad musical (Elvis hizo una pausa para cumplir el servicio militar, Buddy Holly y Ritchie Valens fallecieron en un accidente aéreo, Little Richard
se refugió en sus creencias religiosas), ocuparon la escena conjuntos de músicos afroamericanos de Rythm&Blues y Soul, de los sellos Motown de Detroit y Stax de Memphis. Los Beatles no olvidaron esa importante influencia. Un grupo de chicos blancos ingleses que le rendían tributo a músicos negros, y que además no tenían prejuicios en interpretar temas escritos originalmente con un punto de vista femenino. Esto les daba una amplitud que trascendía lo musical, en una época en la que comenzaba cierta liberación sexual (además de métodos anticonceptivos novedosos, a mitad de los ‘60 se comenzó a despenalizarse la homosexualidad en el Reino Unido), otro motivo por el que se erigieron en símbolo cultural de la nueva década.
Revolution Para 1966, los vientos de prosperidad comenzaban a menguar en el Reino y las ilusiones de progreso social se empezaban a desvanecer. John, Paul, George y Ringo, acompañaron ese sentimiento social de dos maneras. Por un lado, viraron de composiciones alegres y positivas a otras más enfocadas en planteos existenciales y mucho más complejas musicalmente. Esa transición comenzó en el disco Revolver, que abre el tema “Taxman”, que empieza con: “Te cuento cómo va a ser, hay uno para vos, diecinueve para mí, porque soy el recaudador de impuestos”, (y hace referencia a los líderes laboristas y conservadores), y cierra con “Tomorrow never knows”, canción basada en el Libro tibetano de los Muertos en la que Lennon quería sonar “como el Dalai Lama cantando desde la cumbre de una montaña”3, que además era una asombrosa composición psicodélica en un solo tono. El cenit de ese camino llegó con Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, donde ya no ocultaban la experimentación con las drogas para componer. Por otro lado, pasaron a identificarse abiertamente con el movimiento hippie, el pacifismo, las protestas contra la guerra de Vietnam y el Mayo Francés del ‘68. Ese proceso fue desparejo porque aunque los cuatro maduraron, lo hicieron en distintos sentidos: John ponía el acento en problemas sociales y políticos (llegando a simpatizar con el movimiento trotskista4); Paul – líder en última instancia del grupo– buscaba profundizar en la experimentación musical, George
No extraña que grandes músicos desde los Oasis y Blur hasta Caetano Veloso, pasando por los locales Charly García o Pedro Aznar, e incluyendo a íconos del punk que renegaban del legado Beatle, como Mick Jones de los Clash o Glen Matlock de los Sex Pistols, los tengan como su principal influencia. ¿Por qué dejaron una huella más profunda que otras grandes bandas contemporáneas a ellos como los Rolling Stones, The Kinks (con un letrista brillante como Ray Davies) o The Who (guitarra y batería entre las mejores de la historia)? Probablemente porque hicieron escuela y le marcaron el paso a los demás, al menos en los aspectos que aquí destacamos. Contribuyeron a elevar el nivel general de los artistas de la época: es conocido el caso de Brian Wilson de los Beach Boys, que al escuchar el Rubber Soul, se encerró enloquecido a componer Pet Sounds, otro de los discos que dejaron huella en la historia de la música popular. Si estas líneas lograron mover al lector a rescatar sus CD, LP, o buscar en Youtube el Sgt. Pepper’s, Revolver o el Álbum blanco, estará la idea cumplida. Es allí donde encontrará la respuesta a la pregunta que titula la nota. Dudamos que alguien conteste con un no.
1. Sí: la nostalgia sigue siendo igual que antes, nota publicada en el diario español El País el 16/12/1980 2. “Yo creo que, sobre todo en los viejos tiempos, el espíritu de The Beatles sugería algo muy esperanzador y juvenil”, declaraba Paul Mc Cartney en una entrevista publicada en el libro Anthology. 3. El sonido de los Beatles: memorias de su ingeniero de grabación, Geoff Emerik y Howard Massey, 2006, Ed.Urano 4. Como lo expresa la entrevista realizada por Tariq Alí y Robin Blackburn publicada en el periódico Red Mole en 1971, luego de la cual compuso el tema “Power to the people” (Poder al pueblo).
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THE FALL de Allan Cubbit
BBC, 2013.
Celeste Murillo
forma en la que habla de las víctimas y cómo las presenta en los medios. En uno de los capítulos Stella dice: No nos refiramos a ellas como inocentes… ¿y si la próxima que mata es una prostituta o una mujer que vuelve borracha a su casa a la noche en minifalda? ¿Serán menos inocentes por algún motivo, y entonces sus muertes menos dignas de investigación? ¿Culpables? A los medios les encanta dividir a las mujeres entre vírgenes y provocativas, entre ángeles y putas. No los alentemos.
En esta miniserie británica de 5 capítulos, un asesino de mujeres ataca en Belfast (Irlanda del Norte), y la policía decide convocar a la especialista de la Policía Metropolitana de Londres, Stella Gibson (Gillian Anderson). El atractivo de The Fall está en sus personajes y la dinámica de la investigación. Y aunque es un policial y hay un misterio a resolver, desde el primer momento sabemos quién es el asesino. Como suele pasar en los policiales negros, el quién pasa a segundo plano y entran en juego el cómo, el dónde y, sobre todo, el por qué1. El contexto político de Belfast aparece desde la llegada de Gibson, al pasar por uno de los tantos retenes militares de la ciudad. Esto se refuerza con el personaje de Jim Burns (John Lynch), un alto funcionario de la policía, opaco, incómodo y escéptico, pero que se mueve como pez en el agua en el entramado político institucional. Es quien le recuerda todo el tiempo a Stella Gibson que está en Belfast, donde “todo es político”, ante los interrogantes y solicitudes imposibles de la londinense. Como decíamos al comienzo, la serie empieza mostrándonos al asesino. Paul Spector (Jamie Dornan) parece un tipo normal, pero es un asesino hecho y derecho, sin justificaciones ni atenuantes. No es el típico psicópata estigmatizado, no es una sombra solitaria en la noche. Todo lo contrario, es psicólogo y trabaja como asistente social. Está casado y es padre de familia, come sano, hace ejercicio y cuida a sus hijos. Es meticuloso, paciente y sabe exactamente lo que hace. Cabe destacar el perfil de sus víctimas: mujeres de treinta y pico, profesionales y económicamente independientes. Un perfil que coincide con el mensaje disciplinador de la violencia contra las mujeres y los femicidios: las que se salen del control que establece esa serie de reglas morales y sociales que es el patriarcado. La que anda sola (sin varones), la que no cumple la premisa del recato moral (por su vestimenta o su conducta) o la que no depende del varón (sexual, sentimental o económicamente). Esto no está expresado en términos ideológicos, pero está presente en la motivación del asesino. Y también aparece en la policía, en la
Esto habla de la protagonista, y destaca un rasgo que la distingue de otros protagonistas de policial negro: su identificación con las con las víctimas es más ideológica, menos empática. Sin duda, el pilar de The Fall es la detective Stella Gibson. Una mujer fuerte e independiente, que no ocupa un puesto de partenaire, una tendencia en ascenso en las series y la literatura policial. Y una de las cosas que distingue a Gibson es que no cae en la frecuente deriva de los personajes femeninos. Es bastante común que los personajes femeninos se presenten mediante dos clases de estereotipos: los que reproducen los roles tradicionales patriarcales (virgen, esposa, madre), o los que reproducen los prejuicios sobre las mujeres que no cumplen esos mandatos (frías, calculadoras, sin sentimientos, con un perfil “masculino”). Stella es una obsesiva de su trabajo y es claro que se ha dedicado a su carrera, pero es una mujer como cualquier otra, tiene amigas y colegas, y se ocupa de todo en su vida (incluso de los detalles cotidianos como limpiar su departamento o preparar la comida). Este perfil no estereotipado se refuerza con el hecho de que tiene una vida sexual abierta, y choca con los prejuicios de sus colegas y superiores varones, lo que genera más de un encontronazo. Una de las escenas que abre la serie “presenta” a Gibson de una forma peculiar, y nos da algunas pistas del personaje. En la escena está en pijama, limpiando el baño; la acción muestra su perfil obsesivo (algo que sospechamos de cualquier detective), y a la vez la despoja de cualquier de genialidad o superioridad; es simplemente un ser humano. Pero la acción elegida habla además de un universo femenino, cada vez más presente en el policial. La misma persona que arregla su departamento (aplicando un “mutiltask” típicamente femenino de limpiar y maquillarse al mismo tiempo) aparece más tarde encabezando la investigación (y decimos universo femenino porque, ¿cuántas veces vimos a protagonistas masculinos limpiando su baño antes de ir al trabajo?).
The Fall va más allá, se involucra en la sexualidad de Gibson, y vuelve cumplir: no pierde el tiempo con historias románticas (el único terreno “permitido” para la sexualidad femenina, además del reproductivo), y sube la apuesta al cuestionar explícitamente (en boca de Stella) los prejuicios sobre su sexualidad, en medio de una conversación sobre su relación con un colega. Ah, eso es lo que realmente les molesta, ¿no? Que sea solo sexo. Si un hombre coge con una mujer: hombre sujeto, verbo coger, mujer objeto, está bien. Pero mujer coge con hombre: mujer sujeto, hombre objeto. Eso no es tan cómodo para ustedes, ¿no?
La presencia femenina es cada vez más notoria en los policiales. En literatura, son cada vez más las detectives, periodistas e investigadoras, pero fue Lisbeth Salander (de Stieg Larsson) la que marcó las rupturas más importantes y expresa muy bien la transición de mujeres-víctimas a mujeres-protagonistas. Porque Lisbeth es una vícitma que se niega a serlo y toma el toro por las astas, en un proceso plagado de obstáculos y sufrimientos. En las series sucede algo similar: las mujeres ya no son solo víctimas o asistentes meticulosas y avispadas. En The Killing, Sarah Linden (Mireille Enos) lidera el equipo que investiga los asesinatos en Seattle. En The Bridge, Sonya Cross (Diane Kruger) está a la par de su colega mexicano en la investigación del asesino de mujeres. Y en Top of the lake la detective Robin Griffin (Elizabeth Moss) investiga la desaparición de una chica de 12 años embarazada. Pero en estos casos, las protagonistas son personas atormentadas, sus vidas están opacadas en la historia, y en los tres casos el tratamiento de la sexualidad es negativo: está ausente, es patológico o es un problema. En The Fall el tratamiento es opuesto, la sexualidad es uno de los perfiles que le dan fortaleza al personaje, son parte de su independencia. La sexualidad atraviesa toda la serie y se la presenta como parte de la vida, está presente en la vida del asesino (en la “normal” y en la otra), y también en la de Gibson. The Fall termina su primera temporada cerrando un círculo, no tanto sobre el sospechoso, sino sobre la propia Gibson, que encarna ella misma el sujeto que obsesiona al asesino.
1. “Novela negra: mentiras verdaderas”, IdZ 12, 2014.
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