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ideas izquierda Revista de Política y Cultura
OCTUBRE 2014
Dossier El sistema sanitario en la Argentina
Lo que (no) importa es la salud “Contra la casta política, un programa anticapitalista” Diálogo con el diputado del FIT Nicolás del Caño
DEL CLASISMO AL FRENTE POPULAR Hernán Camarero
SECRETARIO, GUARDAESPALDAS, TRADUCTOR Martín Kohan
"LO INTERESANTE ES ENCONTRAR LA VOZ PROPIA COMO NARRADOR" Entrevista a Sergio Olguín
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IDEAS DE IZQUIERDA
SUMARIO 3 CONTRA LA CASTA POLÍTICA, UN PROGRAMA ANTICAPITALISTA Diálogo con el diputado del FIT, Nicolás del Caño
6 LA IZQUIERDA DIARIO IRRUMPIÓ EN LA WEB Fernando Rosso
9 PRIVATISMO “NACIONAL Y POPULAR” Gastón Ramírez y Verónica Valdéz
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STAFF CONSEJO EDITORIAL Christian Castillo, Eduardo Grüner, Hernán Camarero, Fernando Aiziczon, Alejandro Schneider, Emmanuel Barot, Andrea D’Atri, Paula Varela. COMITÉ DE REDACCIÓN Juan Dal Maso, Ariane Díaz, Juan Duarte, Gastón Gutiérrez, Esteban Mercatante, Celeste Murillo, Azul Picón, Fernando Rosso.
LO QUE (NO) IMPORTA ES LA SALUD Agostina Gieco y Azul Picón
COLABORAN EN ESTE NÚMERO Martín Kohan, Sergio Olguín, Nicolás del Caño, Gastón Ramírez, Verónica Valdéz, Agostina Gieco, Juan Cruz Ferre, Juan Porto, Iuri Tonelo, Leandro Lanfredi, Juan Andrés Gallardo, Guillermo Iturbide, Ana Méndez, Ezequiel Núñez.
UN “MODELO” AL COMPÁS DEL BANCO MUNDIAL Agostina Gieco y Azul Picón
EQUIPO DE DISEÑO E ILUSTRACIÓN Fernando Lendoiro, Anahí Rivera, Natalia Rizzo.
LA CRISIS SANITARIA EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES Juan Cruz Ferre
PRENSA Y DIFUSIÓN ideasdeizquierda@gmail.com Facebook: ideas.deizquierda Twitter: @ideasizquierda
“SI EL HOSPITAL PÚBLICO SE MANTIENE EN PIE, ES GRACIAS AL ESFUERZO DE SUS TRABAJADORES” Entrevista a Juan Porto
18 ELECCIONES EN BRASIL: NUEVOS DISCURSOS, VIEJA POLÍTICA Iuri Tonelo y Leandro Lanfredi
21 FERGUSON: ¿EL FIN DE LA ILUSIÓN POSRACIAL? Celeste Murillo y Juan Andrés Gallardo
24 DEL CLASISMO AL FRENTE POPULAR Hernán Camarero
27 CAPITALISMO DEL SIGLO XXI: UN MUNDO MENOS PLANO QUE NUNCA Esteban Mercatante
30 IDEAS CLARAS ENTRE UNA INFERNAL MÚSICA DE MUERTE Guillermo Iturbide
33 UN AMIGO DE LA DIALÉCTICA EN MEDIO DE LA GUERRA Ariane Díaz
36 EL MARXISMO, PIEDRA ANGULAR DE LA PSICOLOGÍA VIGOTSKIANA Juan Duarte
39 “LO INTERESANTE ES ENCONTRAR LA VOZ PROPIA COMO NARRADOR” Entrevista a Sergio Olguín
42 SECRETARIO, GUARDAESPALDAS, TRADUCTOR Martín Kohan
46 LAS IDEAS Y LAS PIEDRAS Gastón Gutiérrez
Ilustración de tapa: Anahí Rivera www.ideasdeizquierda.org Entre Ríos 140 5° A - C.A.B.A. | CP: 1079 - 4372-0590 Distribuye en CABA y GBA Distriloberto - www.distriloberto.com.ar Sin Fin - distribuidorasinfin@gmail.com ISSN: 2344-9454 Los números anteriores se venden al precio del último número.
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Contra la casta política, un programa anticapitalista Paula Varela Comité de redacción. La idea de la charla surgió en una marcha por Lear. Entre los obreros lo veo a Nicolás Del Caño y le digo “te vas para arriba en las encuestas de Mendoza… ¿un Pablo Iglesias mendocino?”. Se sonríe. “Justo acabo de terminar de leer un libro sobre Iglesias. Tiene cosas interesantes. Si querés te lo paso y nos juntamos a charlar”. Dicho y hecho. La semana siguiente, en una nueva marcha por Lear, pleno Obelisco de Buenos Aires, lo veo venir con el librito1 en la mano. “Se lee enseguida”. Así surgió esta conversación sobre PODEMOS de España, la casta política, la evasión del significante izquierda y el “fenómeno Del Caño” por Del Caño. Jueves 25/09. Lluvia torrencial. Primera vez que ingreso al Anexo del Congreso para ir a ver un diputado. “Tiene que dejar el documento”. Ni mostrarlo, ni presentarlo, ni dictarlo: dejarlo. No
pude evitar recordar la frase inaugural del kirchnerismo: “No voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”. Casi con sarcasmo, para ingresar al palacio de las leyes, te exigen que dejes tu carta de identidad en la puerta. Noveno piso, oficina 914. El pasillo es lo más parecido a un hotel o una clínica privada. Tiene esa asepsia, ese anonimato, esa falta de vida. Mientras camino hacia el fondo, veo la bolsa de basura que un diputado dejó en la puerta de su despacho. Un día lleno de simbolismos, pensé. Me atiende una de las compañeras del equipo de Del Caño y me indica que Nicolás está bajando las escaleras. Cuando llego lo encuentro con su ya clásico escote en V azul marino, haciendo cuentas en un papelito. “Hola, esperame un segundo que termino esto”. Traza la raya del total, apila una serie de tickets y tickecitos que recuerdan a almacén gallego, y le da el montón a la
compañera que lleva las cuentas: “Acá está todo lo del viaje a Jujuy”. Cada cual con sus símbolos. PV: Tomá el libro, gracias. Sin duda, la clave de la discusión está en el cruce entre juventud y casta política. Algo así como una imposibilidad de representación entre la generación post ‘90 y los partidos políticos tradicionales. Claro. Lo de la juventud es un fenómeno mundial. Si el panorama internacional de 2010/2011 en adelante, encontrás distintos casos que van desde la primavera árabe, hasta las manifestaciones de Brasil del año pasado, pasando por Occupy Wall Street, donde los protagonistas son los jóvenes mezcla de clases medias empobrecidas (por eso tienen presencia estudiantil) y clase obrera empobrecida por la precarización laboral. Ahí se mezclan el hecho de que se enfrentan a proyectos políticos y sociales que los dejan »
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POLÍTICA
“sin futuro”, con el odio a un personal político que encarna a esos proyectos y que, encima, lleva años en el poder. PODEMOS2 expresa electoralmente ese rechazo a una casta política que es la responsable de los planes de ajuste. PV: Sí, pero lo que me llamó la atención en el libro es que la crisis económica, como partera del 15M de 2011, va perdiendo espacio, y cobra protagonismo el proceso “ciudadano” de búsqueda de representación, y PODEMOS como su respuesta. En el libro se percibe una suerte de disociación progresiva entre crisis económica y fenómeno político. ¿Te pareció? No lo había pensado así, pero eso se puede ver en el acento que ponen en decir que no son de izquierda y que la dupla “izquierda-derecha” ya no sirve más. PV: Pero ahí hay cierto punto de verdad: cuando en España hablan de dupla izquierdaderecha, están hablando de la dupla PSOEPP. Y efectivamente, no sirve más…. Claro. El esfuerzo que ha hecho el PSOE, pero también Izquierda Unida (con su participación en gobiernos de ajuste) para descalificar a la izquierda ha sido grande. Y sin duda, ya demostraron que no sirven como alternativa ni al PP ni a la crisis que tiene a España sumida en una desocupación enorme, con uno de cada 4 españoles que es pobre y con una juventud que está dentro de lo que llaman “la juventud sin futuro”. Pero también es cierto que en el rechazo a la dupla izquierda-derecha se mezcla otra cosa que no es únicamente el PP y PSOE. En el libro, Pablo Iglesias se queja de los periodistas que dicen que PODEMOS tiene un discurso antipolítico, tipo Beppe Grillo en Italia o Marine Le Pen en Francia. Y tiene razón, porque PODEMOS no es un populismo de derecha antiliberal. Pero el problema es que negar la actualidad de las posiciones políticas de izquierda o derecha, tiene un costado que remite al neoliberalismo, porque empalma con la idea del fin de los grandes relatos. La izquierda, aún hoy, con todo lo que ha hecho el estalinismo y todo lo que ha hecho la centroizquierda reformista para desprestigiarla, sigue estando ligada al “gran relato” de la igualdad, de que no haya pobres, de que todos tenemos derecho a una vida “digna”, de los derechos humanos, del derecho a ser, por ejemplo, sexualmente quien quieras ser. La derecha, por el contrario, está ligada a los principios de la competencia, de un “hacete a vos mismo” que termina en un “salvate a vos mismo”, a la idea de que si te va mal (o sea, si sos un trabajador que no puede salir de la pobreza) es porque te lo merecés, porque sos vago (como dijo la Presidenta de los docentes), a la justificación meritocrática de las elites y de
sus políticas. Entonces, si vos negás la existencia de izquierda y derecha, obligadamente (quieras o no) empalmás con un discurso antipolítico de tipo neoliberal. Macri también se presenta contra “la política tradicional”, que acá es el peronismo y el radicalismo en una dupla que no es derechaizquierda sino más bien populismo-republicanismo. Macri no se anima a hablar contra la “casta política” porque sería muy caradura teniendo el apellido que tiene, pero hace un discurso dirigido al joven emprendedor (y con esa idea de “emprendedor” quiere incluir al joven de clase media acomodada y también al joven trabajador que quiere progresar), para proponerle una “renovación” de la política basada en la política que hace “la gente” y no “los políticos”. PV: De hecho, leyendo el libro y viendo la cantidad de veces que hablan de “la gente”, me acordaba de una discusión que se abrió en la carrera de Ciencia Política (de la UBA) a partir de la campaña electoral de De la Rúa. Una campaña que, crisis del bipartidismo mediante, no le hablaba ni a los pobres, ni a los ricos; ni a los trabajadores, ni a los empresarios; ni a las mujeres, ni a los varones… sino a “la gente” (que, casualmente era la clase media). Es como si “la gente” fuera el significante último de los “partidos catch all” en momentos de crisis de régimen. Pablo Iglesias tiene como leitmotiv: “la política en manos de la gente normal”. En un sentido, la idea de la política en manos de la gente levanta la consigna de “democracia ya” del 15M. Pero a su vez tiene un costado ambiguo porque siembra la ilusión de que puede haber un “gobierno de la gente” a través de algo así como una “revolución procedimental”. Ya no una “revolución social” y menos aún una “revolución socialista”. Pero eso pasa justamente porque separan, cada vez más, la lucha contra la casta política de un programa de izquierda. No hay lucha contra la casta política sin un programa anticapitalista, porque la casta política es la representación política de la burguesía. Te guste o no te guste hablar de izquierda y derecha, de burgueses y trabajadores, “la casta” es el personal de los banqueros, de los empresarios, de los responsables del ajuste en Europa. Entonces, esa separación entre la casta y los que la casta representa, es ficticia. Y significa un nuevo fracaso. Para derrotar a la casta política (que es el programa de PODEMOS) hay que apuntar a los que le dan de comer. Porque si no, ese sentimiento contra los políticos profesionales es usado para reforzar los proyectos liberales. El otro día, cuando estaba en Jujuy junto a Alejandro Vilca para lanzar la campaña contra el piso electoral del 5 % (que le impidió acceder a una banca en su provincia en 2013), un periodista
me decía que era muy importante nuestra política de que un diputado gane lo mismo que una docente porque eso iba a transformar al sistema político jujeño en un sistema confiable para los empresarios. O sea, en una provincia donde todos los peores rasgos de la casta política se potencian, porque son las mismas familias las que gobiernan (en Jujuy están los Morales radicales y los Fellner peronistas; en Santiago del Estero los Juárez; en Neuquén el sapagismo; y en Mendoza, si bien hay una mayor sofisticación democrática de dos partidos que se alternan en el poder –la UCR y el PJ–, con un tercer partido tradicional –el PD que viene en franca decadencia–, el personal político es siempre el mismo), la crítica a la casta política que nosotros hacemos la tomaba para decir “necesitamos una renovación del personal político para que sea confiable para las inversiones”. O sea, en un sentido completamente opuesto al que nosotros lo planteamos. El discurso del periodista en Jujuy no es tan distinto de lo que salió publicado ayer en una nota de La Izquierda Diario3: citan a una dirigente de PODEMOS que festeja el apoyo que reciben de los empresarios, con un discurso que contrapone un empresariado honesto y decente (el de las pymes), vs. un personal político corrupto y ladrón. Eso termina en un mensaje del tipo: necesitamos bajar los niveles de corrupción para que los empresarios confíen en el sistema político y por ende, inviertan. Por eso es peligrosa la separación que hace PODEMOS de poner “la casta” por un lado, el contenido social del proyecto político por el otro. En Argentina, el contexto nacional es diferente. El discurso kirchnerista no es contra la casta política porque ellos son la casta política. Por eso La Cámpora tiene el problema de que quiere presentarse como dirección de la nueva politización de la juventud, pero no puede porque por más que llene un estadio, no dirige nada. No dirigen las Universidades importantes, no tienen fracción propia en los sindicatos, no dirigen las comisiones internas, ni siquiera dirigen organizaciones territoriales fuertes, y tampoco tienen candidatos que midan bien electoralmente. Uno se pregunta: ¿por qué? Y creo que, por más que Natanson en su libro intente mostrarla como continuidad de 2001, lo que se ve es que es La Cámpora es la negación del 2001. Es una organización creada desde arriba, desde el Estado, cuya dirigencia es lo mismo de siempre pero con 30 años menos. Kicillof pagando la deuda externa casi tan disciplinadamente como Cavallo (aunque lo haga sin ponerse corbata); Máximo, alguien cuyo único mérito conocido es su apellido (nada que envidiarle a lo que te contaba recién de cómo funciona la casta política en las familias de las provincias); Recalde que terminó
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al frente de una empresa pública y declarando un patrimonio de 5 millones de pesos (una cifra a la que ningún trabajador puede aspirar en toda su vida). Entonces, uno podría sacar la conclusión siguiente: que si querés barrer con la casta política tenés que ir contra las corporaciones que las mantienen y reproducen; y que si no hacés eso, la juventud sólo renueva generacionalmente a las mismas castas de siempre. PV: ¿Pero es combinable esta necesidad de una “nueva política” con un programa (y formas partidarias) que, por ponerte un ejemplo mediático, Verbitsky llama paleoizquierda? (Sonrisa). El fenómeno del FIT no puede explicarse sin la mezcla del 2001 como momento de rechazo masivo y popular a la crisis y a la casta política, y del kirchnerismo como imposibilidad de cumplir con su propio relato. En ese cruce nosotros, que venimos de una vieja tradición de izquierda, el trotskismo, sin embargo somos “lo nuevo”. Por un lado, porque somos los únicos que estamos en la calle con los que en el 2001 protestaban contra la hiperdesocupación (y después en el 2002 les sacaron el 35 % de salario con la devaluación), que son los mismos que hoy se resisten a perder de nuevo. Estamos con los obreros de Lear que no quieren perder el trabajo. Y los responsables de que pierdan su trabajo no es la “casta política” autónomamente, ni siquiera es Berni en su show clasista y xenófobo; es la casta como representación de los grandes monopolios. El ministro Tomada, como parte de esa casta política, hace lo que hace porque el gobierno de Cristina tiene acuerdos estratégicos con las multinacionales. Pignanelli, como parte de la casta burocrática de los sindicatos, ataca a los trabajadores que luchan porque defiende los intereses de las multinacionales que son las que le bancan sus privilegios. Ahí se ve clarito que no podés ir contra la casta sin ir contra sus representados. Si vos no vas contra Lear, terminás tarde o temprano, bancando a sus representantes políticos y a sus burocracias sindicales. Y esos representantes de Lear hoy se llaman kirchnerismo, mañana se llamarán sciolismo, o massismo, o macrismo. Sería completamente demagógico que nosotros levantemos la consigna de que un diputado gane lo mismo que una maestra, si al mismo tiempo no estamos en la Panamericana y en la fábrica con los obreros de Lear. Pero hay otro motivo por el que nosotros somos “lo nuevo” aunque Verbitsky nos coloque en el paleolítico: el hecho de que el trotskismo tiene en su ADN la lucha contra la casta política porque nace contra la burocracia de la Unión Soviética. Nosotros no tenemos que renegar ni de la organización partidaria, ni de la tradición de la que venimos. El trotskismo se forma contra la degeneración de lo que fue la
revolución más audaz de la historia, en una burocracia conservadora y totalitaria, la burocracia estalinista. El trotskismo se forma sacando las conclusiones teóricas de ese proceso que fue terrible para los revolucionarios (y les costó la vida, como a Trotsky) y tratando de elaborar un programa político contra esa degeneración. Vos ves en La revolución traicionada (que acaban de editar las compañeras del CEIP), el esfuerzo de Trotsky por buscar las formas de defender la propiedad nacionalizada contra la burocracia que expresaba en Rusia (como hoy en Cuba) la restauración, o sea la reversión de las conquistas de la revolución. Y el centro de su programa (que se llama Revolución política) está la democracia de los trabajadores, lo que se llama democracia soviética. En ese esfuerzo por luchar contra la burocracia soviética, el trotskismo entiende mejor que ninguna otra corriente hasta ahora, la relación entre el régimen político (los problemas de la democracia, sistema de partidos, el lugar de las instituciones parlamentarias) y el contenido de clase de un Estado. Hay más democracia cuanto más control de los trabajadores hay sobre la economía, sobre los recursos, sobre los medios de producción. Y para que ese control sea posible es necesario expropiar, porque te imaginarás que los empresarios no van a regalarte el control de sus capitales así porque sí. Entonces, la lucha contra la casta política acá, en España o en cualquier otro país capitalista, implica la combinación de medidas para que las fábricas, los bancos, el comercio exterior, los transportes, dejen de ser propiedad de una minoría (que de decente no tiene nada) y pasen a ser propiedad de las masas (eso es una nacionalización); con medidas de organización democrática para administrar todos esos recursos, una democracia de trabajadores. PV: En una encuesta de Los Andes te da una imagen positiva de 36,6 % y segundo en intención de votos para gobernador, detrás del radical Cornejo. Con la mano en el corazón, ¿vos crees que a esos potenciales votantes les llega algo de esta tradición política del trotskismo o te votan porque sos joven, no transás, expresás a la gente común? Para preguntártelo en clave PODEMOS, ¿vos creés que votan más a un Nicolás Del Caño de la tradición trotskista o a un Pablo Iglesias del “gobierno decente”? Cuando el año pasado duplicamos los votos entre agosto y octubre, muchos nos dijeron: “esperen a que empiecen a hacer política y cuando los mendocinos se den cuenta que votaron a un trosko, no lo votan nunca más”. Ya llevamos 10 meses en el Congreso y en la calle, y la intención de votos sube. Eso no quiere decir que los votantes nuestros en Mendoza sean trotskistas. Pero lo que creo que pasa es que cuando nos dijeron que
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nuestra candidatura era un fenómeno efímero, no entendieron que lo que significa el rechazo a la casta política en Mendoza. En la juventud, donde están la mayoría de nuestros votantes (pero tampoco en una proporción tan polarizada), la precarización laboral impide toda posibilidad de que un trabajo dé acceso a vivienda, educación superior, diversión o cultura. Esa falta de perspectiva de la juventud se combinó, en estos años de kirchnerismo, con la expectativa de una vida mejor, de ascenso social (más, si vos ves, el crecimiento económico empresario que se vivió en la provincia). Entonces, ahora que esas expectativas se chocan con que no existe más el “nunca menos”, el rechazo a la casta política encuentra en nosotros una fuerza partidaria que ha dado batallas políticas, tanto en el recinto como fuera. Mis compañeras Cecilia Soria (que es la legisladora más joven de la historia, con 22 años) y Noelia Barbeito vienen llevando a la Legislatura provincial la lucha de las organizaciones sociales contra la Trata de personas y el reclamo por el esclarecimiento del caso de Johana; o las presentaciones realizadas para la implementación del aborto no punible en la provincia; o la campaña “Paremos los despidos: organicemos la defensa de los puestos de trabajo” que impulsamos con trabajadores municipales, madereros, bodegueros, rurales, del transporte; o el mismo hecho de que realmente cobramos $ 8.500 y publicamos al alcance de cualquiera nuestros gastos corrientes. Son todas cosas que, al contrario de lo que pronosticaban, generan simpatía porque mostró que lo que nosotros planteamos en la campaña electoral era lo que llevábamos adelante antes de ganar una banca y lo llevamos adelante ahora, después de ganarlas. Entonces creo que hemos podido hacer una combinación entre una nueva política con un contenido no sólo de defensa de la clase trabajadora sino de superación del régimen capitalista.
1. Jacobo Rivero Rodríguez, Conversación con Pablo Iglesias, Madrid, Libros Urgentes, 2014. 2. PODEMOS es una nueva fuerza política española, creada luego de las elecciones al Parlamento europeo del 25M por un grupo de profesores universitarios junto a Izquierda Anticapitalista (organización de la tendencia mandelista española). La candidatura de su principal referente, Pablo Iglesias, logró capitalizar en gran parte la “indignación” así como el desencanto de muchos votantes con el PSOE, que realizó la peor elección de su historia. En las elecciones europeas Podemos obtuvo 1.245.948 de votos, 5 eurodiputados y una importante proyección política. 3. Diego Lotito, “Podemos ser o no ser de izquierdas”, La Izquierda Diario, 24/09/2014.
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POLÍTICA
La Izquierda Diario irrumpió en la web
Fernando Rosso Comité de redacción. Finalmente llegó el día y desde el 16 de septiembre está online La Izquierda Diario, el primer diario digital de la izquierda argentina y latinoamericana, un proyecto impulsado por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), abierto a la izquierda y a sus simpatizantes. Más de 210 mil visitas, según informes estadísticos preliminares, son la marca de los primeros 13 días de lanzamiento. Cerca de 45 mil seguidores en Facebook y una subida veloz en los rankings de popularidad web, más cientos de comentarios en las redes sociales, prefiguran que el sitio se orienta a posicionarse rápidamente para disputar con las principales voces del periodismo nacional. La proyección para todo el mes apunta a superar el medio millón de visitas, aunque está calculado estimando las visitas actuales que aumentan día a día. La contundencia de estos primeros números demuestra que los esfuerzos puestos en sacar un diario digital que compita en cantidad y calidad de información, en producciones audiovisuales y en diseño y recursos, con los principales aparatos de las corporaciones mediáticas, son valorados por los lectores que va conquistando aceleradamente el diario. Si se compara con la cantidad de visitas que tienen los portales más importantes de la izquierda en la Argentina –los del PTS y el PO–, que promedian entre 60 y 90 mil visitas mensuales, se comprueba que los esfuerzos puestos en publicar un diario digital están más que justificados. Y además queda demostrado que entre los trabajadores y la juventud, empezando por ese millón trescientos mil personas
que el año pasado votaron al Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), y entre todos aquellos que simpatizan y dan su apoyo a los combates que cotidianamente da la izquierda clasista; había una necesidad de recibir diariamente la información y la lectura de la izquierda sobre los más variados temas.
¿Qué es La Izquierda Diario? Como su nombre lo indica, es un diario digital puesto en pie por el PTS, con el aporte de colaboradores, periodistas y corresponsales que simpatizan con la izquierda en general y con el Frente de Izquierda de los Trabajadores en particular. Su publicación regular se realiza de martes a sábado, con la correspondiente tapa y la preparación especial de un promedio de 100 artículos producidos para cada edición. Todas estas noticias y artículos pueden encontrarse en el link de la “Edición del día”. Luego, como todos los diarios, se realizan actualizaciones durante la jornada que pueden verse en la portada del diario. Los días domingo publicamos una sección “Editorial de editoriales” con dos columnas, una nacional y otra internacional, que sintetizan y analizan lo que dicen los principales editorialistas de los diarios de Argentina y del mundo, con el punto de vista crítico de la izquierda. Los lunes existe una amplia cobertura de la jornada deportiva del domingo y desde la mañana comienzan las actualizaciones. El diario cuenta con una amplia gama de secciones: Política, Economía (nacional e internacional), Mundo Obrero, Sociedad, Géneros &
Sexualidades, Juventud, Cultura, Deportes, Opinión, y una sección donde los lectores podrán encontrar todos los números de los análisis y debates que realizamos mes a mes en Ideas de Izquierda. La mayoría de las secciones se renuevan diariamente y no solo con noticias, sino también con editoriales y notas de opinión con resúmenes semanales de los acontecimientos más importantes; o editorializando inmediatamente frente a hechos de relevancia. Por supuesto que las luchas de los trabajadores, como las emblemáticas de la autopartista Lear o la gráfica Donnelley, entre las más relevantes recientemente, tienen un lugar privilegiado en la cobertura de La Izquierda Diario. La actividad de los parlamentarios de la izquierda, tanto en el Congreso Nacional, como en las legislaturas provinciales, es ampliamente cubierta al instante por el diario, para que quienes apoyaron al FIT puedan conocer de primera mano las batallas que se dan en el parlamento. La Izquierda Diario cuenta con una red de corresponsalías militantes en 15 países y más de 30 ciudades: México (Distrito Federal), Venezuela (Caracas), Costa Rica (San José de Costa Rica), Brasil (San Pablo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Campinas), Bolivia (La Paz), Chile (Santiago de Chile, Antofagasta, Valparaíso), Uruguay (Montevideo), Estados Unidos (Nueva York, Washington), Francia (París, Mulhouse, Toulouse), Alemania (Berlín, Munich), Inglaterra (Londres) y el Estado español (Madrid, Barcelona, Zaragoza). En nuestro país tenemos corresponsalías en casi todas las provincias: desde Santa
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Fotomontaje: Juan Atacho
Cruz (Río Gallegos), Chubut (Rawson, Trelew), Neuquén (Centenario, San Martín de los Andes, Zapala), Río Negro (Viedma, Cipolletti, Bariloche, El Bolsón); La Pampa (Santa Rosa), pasando por Mendoza (Capital, San Rafael y varias localidades), Córdoba (Capital, Río Cuarto y varias localidades), San Luis (Capital), Salta (Capital), Tucumán (Capital), Jujuy (Capital, Ledesma), Santa Fe (Capital, Rosario, Villa Constitución), Entre Ríos (Paraná), hasta la provincia de Buenos Aires (La Plata, Bahía Blanca, Mar del Plata, Junín y todo el conurbano bonaerense), y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esta completa cobertura nacional e internacional se está haciendo notar en las ediciones del diario con un volumen de noticias cotidiano que promedia al que publica cualquier otro medio de estas características. El próximo 5/10 estamos preparando una cobertura especial con nuestros corresponsales en Brasil para cubrir las elecciones que se realizarán en el país vecino y que seguramente tendrán consecuencias políticas sobre nuestro país y el conjunto de América Latina. En las secciones de “Tribuna Abierta” y a poco de comenzar, ya han escrito en nuestro diario personalidades como María del Carmen Verdú, abogada y dirigente de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI); los economistas Claudio Katz, Juan Iñigo Carrera y Pablo Rieznik que fueron parte de un especial sobre el futuro de la economía argentina; y Osvaldo Bayer, a quien le realizamos una extensa entrevista que puede escucharse en la sección del programa de radio Pateando el Tablero, que
también puede escucharse en vivo todos los sábados desde el portal del diario. Con La Izquierda Diario, el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) completa un sistema de medios que incluye el periódico impreso La Verdad Obrera, que se editará quincenalmente con una tirada masiva de 20 mil ejemplares; esta revista mensual de política y cultura que publicamos junto a destacados intelectuales que no son parte de nuestro partido, pero se referencian en el programa y las perspectivas del FIT; y la revista de teoría y política marxista Estrategia Internacional. Esto se complementa con los proyectos editoriales del Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León Trotsky y el Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx; que vienen editando y reeditando a clásicos del pensamiento revolucionario1.
Con lo más avanzado en las técnicas de comunicación La aplicación para celulares del diario fue muy elogiada tanto por el público en general, como por quienes conocen el desarrollo de estas nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación y al periodismo, en un momento donde el uso y el flujo de información por este canal se ha generalizado. El diario también se nutre de las producciones audiovisuales de quienes conformaron hace años TVPTS y Zona industrial, incorporadas al diario y que cubren distintos hechos cotidianamente, así como la síntesis de “noticias en un minuto”, formato que se está extendiendo a todas las provincias y regiones, y acerca en un
lenguaje simple y popular las principales noticias desde el punto de vista de la izquierda. Los realizadores y guionistas de la exitosa miniserie Marx ha vuelto, son parte del staff de La Izquierda Diario; así como quienes conforman la redacción de esta revista que aportan cotidianamente en varias de las secciones. Estamos trabajando para lograr la pronta implementación de transmisiones en vivo para brindar información diaria y síntesis de noticias u opiniones, realizar programas especiales de debate y facilitar la llegada de la información a nuestros lectores a través de este medio. Los programas radiales Pateando el Tablero de CABA y Neuquén, así como el programa de TV Giro a la Izquierda, que se transmite por un canal de cable de Córdoba, ya pueden verse y escucharse en La Izquierda Diario (los sábados de 11 a 13 hs. el primero y los miércoles de 22 a 23 hs. el segundo). El grupo de fotógrafos que conforman “Enfoque Rojo” está mostrando la calidad de su trabajo ilustrando los artículos de nuestro diario, con fotografías que en muchas ocasiones se convierten en una verdadera “crónica en imágenes”. Así también contamos con ilustradores que han colaborado con Ideas de Izquierda y ahora también lo hacen en el diario. A muy poco de su nacimiento, La Izquierda Diario demostró ser una plataforma con la potencialidad para amplificar las denuncias que se envían desde las fábricas y establecimientos, como la que terminó en el escándalo del “Gendarme Carancho” de la Panamaricana (que salió a la luz cuando estábamos en el periodo de »
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POLÍTICA
prueba) y la denuncia de la “jaula” en la que tenían encerrados a los delegados de la autopartista Lear que vienen de hace más de cuatro meses de lucha, y que fueron una herramienta para la denuncia política que aportó a la lucha de los trabajadores y al desprestigio de las fuerzas represivas. A través de las redes sociales como Facebook y Twitter, aplicaciones de celulares como WhatsApp o por los medios más tradicionales, apostamos a multiplicar estas denuncias desde las fábricas y lugares de trabajo; para que se difundan ampliamente y ayude a la lucha y organización. El objetivo estratégico que tiene el PTS con el lanzamiento de La Izquierda Diario es aportar a la generación y la consolidación de una corriente de opinión entre los trabajadores y la juventud a favor de las posiciones de la izquierda clasista, que no dependa exclusivamente de las campañas electorales o de los escasos espacios que el Estado brinda a las organizaciones de izquierda. Y que contribuya también a generar el convencimiento y el deseo de organizarse políticamente entre aquellos que hoy simpatizan y dan su apoyo a una izquierda que está emergiendo, tanto en el escenario político nacional como en el de la lucha de clases. Los comentarios y las polémicas que comienzan a tener muchos de los artículos o que se dan en las redes sociales, demuestran que se está tomando nota de la irrupción de La Izquierda Diario, no solo entre nuestros amigos y simpatizantes, sino también entre nuestros adversarios y enemigos. Hecho que nos confirma lo acertado del camino y los desafíos elegidos. La Izquierda Diario no se propone solamente informar sobre los trabajadores y la juventud, se propone hablar desde ellos y sus luchas históricas y cotidianas. Buscaremos seguir desarrollando las corresponsalías obreras que cuenten la brutalidad de los ritmos de producción en las fábricas y denuncien los constantes abusos de sus patrones; trataremos de publicar todas las cartas que nos hagan llegar y responder a todos los comentarios y a las críticas. Nos interesa también que se desarrollen debates y polémicas ideológicas, políticas y culturales. Invitamos a los lectores de Ideas de Izquierda a “informarse por izquierda”, como dice nuestro lema, ahora diariamente a través de La Izquierda Diario, así como a enviar sus críticas y sugerencias. Creemos que la información del siglo XXI no puede ser unidireccional, sino que tiene que valerse de las últimas tecnologías para establecer un diálogo donde se difuminen las barreras entre informadores e informados. Esta primera etapa de lanzamiento fue más que superada. Quienes hacemos La Izquierda Diario nos proponemos desarrollar este proyecto hasta el máximo de sus potencialidades. Para poner los medios a la altura de los desafíos políticos y estratégicos que tiene planteada la izquierda en general y el PTS en particular, para aportar al avance de la izquierda revolucionaria. Blog del autor: elviolentooficio.blogspot.com.ar 1.Ver “La Izquierda, La Izquierda Diario y el combate leninista” en La Verdad Obrera 586, 11/9/2014.
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La Universidad que deja el kirchnerismo
Privatismo “nacional y popular” Gastón Ramírez Economista. Verónica Valdéz Psicóloga. Según una investigación reciente del Centro de Estudios de Educación Argentina, a cargo del ex director del Banco Mundial, Alieto Guadagni, uno de los problemas centrales de las universidades nacionales es el bajo rendimiento académico de los estudiantes y el alto costo de los graduados. El 44 % de los estudiantes no aprueba más de una materia por año. Y el 29,6 % no aprueba ninguna. Sin dudas, el enfoque del CEA reduce la crisis del sistema educativo a una cuestión de insumo (presupuesto)-producto (graduados), reproduciendo un ya conocido enfoque de las usinas liberales para las cuales la educación pública es un costo y la mejora en la calidad educativa viene de la mano de medidas de mercado que introduzcan criterios de “eficiencia”, algo similar a la “racionalización” capitalista en las empresas. Sin embargo, más allá del interés privatista, expone una dura realidad. El bajo rendimiento académico de los estudiantes y las fuertes desigualdades entre las Universidades nacionales, se inscriben en un sistema educativo que ya no puede ocultar su crisis, pese a los esfuerzos de los funcionarios que profesan un “optimismo educativo”. Los liberales como Guadagni ponen el acento en la “baja productividad” de la educación superior a través de un análisis que omite deliberadamente, entre otros aspectos, la realidad de una juventud para la cual se hace cada vez más difícil estudiar. Tomando como referencia el último censo de la UBA1, ya que no hay datos nacionales, vemos que el 57,4 % de los estudiantes cursó la enseñanza media en colegios privados, es decir, hay una población mayoritariamente de clase media y con buen nivel educativo. Sin embargo, el 62,7 % de los estudiantes trabaja, el 56,9 % vive de su renta personal y el 42 % trabaja entre 7 y 9 horas diarias. El mismo censo revela que el 70 % de los estudiantes que trabajan jornada completa declara tener inconvenientes para cursar por la falta de oferta horaria acorde a sus posibilidades. Si a esto agregamos las desigualdades
Ilustración: Juan Atacho
regionales, y que en general la juventud accede a trabajos precarios, o directamente en negro, sin licencias, con salarios que no alcanzan para cubrir los gastos de libros, fotocopias y viáticos, combinados con los mecanismos restrictivos para el ingreso y permanencia, tenemos una realidad un poco más compleja.
Una década acreditada En esta década, lejos se estuvo de iniciar una contramarcha respecto de las políticas educativas inspiradas en el Consenso de Washington. Peor aún, la política educativa por un lado garantizó la continuidad de la herencia neoliberal instituida por la Ley de Educación Superior sancionada en 1995, combinado con el incremento de la oferta en educación superior vía la apertura de 12 nuevas Universidades, que responde a una
política específica de los gobiernos kirchneristas. Por un lado, estas casas de estudio, creadas en tiempo récord y de dudosa calidad académica, le dan soporte al demagógico discurso de “inclusión” cubriendo la demanda de los hijos de trabajadores y sectores populares, y por otro sirven como mecanismo de inserción proto-territorial del kirchnerismo, como veremos en este artículo. Y es en este marco donde se deben buscar las raíces de los problemas de la educación que vuelven a salir a la luz, cuestión que analizamos en el dossier de IdZ 10, “La mala educación”. La Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) fue el organismo creado en los ‘90 para implementar las reformas educativas dictadas por el neoliberalismo. Las Universidades, sus facultades, carreras y hasta profesores se ven sujetos al control »
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UNIVERSIDAD
“ Lejos del discurso de ‘igualdad de oportunidades’, esta política ha redundado en una Universidad cada vez más elitizada para la investigación y la producción de conocimientos.
de este organismo externo que aplicando “estándares de calidad”2 se propuso moldear la educación superior según los criterios de eficiencia de mercado. A cambio, las autoridades que lograran acreditar sus Universidades mejoraban sus chances de recibir fondos de los programas implementados para las “mejoras” educativas. Según datos de la propia Comisión3, desde 1998 hasta el 2011 su actividad no ha dejado de crecer llegando a acreditar a 80 instituciones estatales y privadas, y en relación a los trámites de acreditación de los posgrados acreditó el 64 % entre 1997 y 2011. Y fue por más, ampliando sus funciones. Por si con la CONEAU no alcanzaba, se habilitó a que ella misma sea quien apruebe la solicitud de entidades privadas encargadas de impartir acreditaciones. Hasta ahora fueron aprobadas dos entidades. Llegados hasta acá, podemos afirmar que el avance de esta comisión ha sido triunfal. Y para ello, fue necesario aceitar los mecanismos de cooptación de una casta profesoral mediante el juego de la zanahoria de los proyectos o, técnicamente hablando, los recursos adicionales. Si bien nunca tuvieron un peso significativo en relación al presupuesto –casi un 4 % en 2011–, estos recursos provenientes de programas como el Fonid, Programa de Incentivo a Docentes e Investigadores, Promei, etc., han sido decisivos para ganar la voluntad de una casta de profesores y autoridades que abrieron de par en par las puertas de la Universidad a la CONEAU. Muchos de ellos, opositores en los ‘90, se transformaron en sus mejores defensores, ahora bajo un discurso de “inclusión social”.
Más plata y más negocios, para una universidad mercado “friendly” La Ley de Financiamiento Educativo fue la estrella de las más variopintas leyes destinadas a la educación de los últimos años, entre ellas la Ley Nacional de Educación, la Ley de Garantía del Salario Docente, la Ley de Educación Técnico-Profesional, la Ley de Educación Sexual Integral, etc. En sus orígenes se proyectó elevar el presupuesto educativo de todos los niveles (inicial, primario, secundario y superior) al 6 % del PBI en 2010 siguiendo las indicaciones de los países centrales. El presupuesto universitario pasó del 0,61 al 0,92 % del PBI entre 2006 y 2011. Por último, los llamados “recursos propios”, uno de los mecanismos de financiamiento favoritos de los funcionarios obtenidos
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gracias a que están habilitados a celebrar acuerdos con empresas, entre 2006 y 2011, crecieron un 417 % y representan el 11 % del crédito total a las Universidades. Una clase magistral de “innovación creativa” y negociados dentro de la Universidad pública.
alumno superior a la UBA –la Universidad con mayor cantidad de estudiantes–; y en algunos casos superan a Córdoba y La Plata que le siguen en número de estudiantes. En el caso de la UNAV o Moreno, superan en seis veces y media y tres veces y media a la UBA respectivamente.
La inclusión de los barones
¿Mejoraron los salarios docentes?
Como parte del relato de “inclusión”, el sistema de becas fue uno de los pilares del kirchnerismo. Respecto a las becas, un estudio de la CONADUH muestra que entre 2012 y 2013 hubo una reducción del 47 % de las becas para estudiantes de escasos recursos y del 55 % para los estudiantes de carreras prioritarias, y el crecimiento de becas de incentivo docente en realidad no ha sido significativo (considerando que se abrieron nuevas Universidades); sumado a que la mayor parte del presupuesto se destina a salarios, el resultado es un ajuste en las partidas destinadas a la denominada “inclusión”. Otro de los pilares es la ampliación de las Universidades del conurbano. A las 5 creadas durante el menemismo, en los últimos años se sumaron al menos 6 nuevas Universidades4 con el objetivo de llegar a estudiantes de bajo recursos y jóvenes trabajadores con carreras cortas y de salida laboral rápida. La Universidad de Avellaneda (UNAV) por ejemplo, firmó un acuerdo con el zar de los servicios fúnebres, Ricardo Péndulo, habilitando la carrera de “Gestión de Empresas Fúnebres”5, y el año pasado suscribió un acuerdo con el SMATA por la cual crean la “Tecnicatura Superior en Seguridad e Higiene Industrial”, la cual se cursa en la sede del propio SMATA. Puede uno imaginarse cómo en este lugar, donde fueron llevados bajo secuestro los trabajadores de LEAR a una asamblea que el propio Ministerio de Trabajo consideró ilegal, se pueda desarrollar un “clima áulico y académico”. La Universidad Provincial de Ezeiza es una especie de oficina de capacitación del futuro personal de las Aerolíneas, solo hace falta ingresar a su portal para verificarlo. La Universidad del Oeste la dirige el hijo del intendente de Merlo y la de Moreno la dirige un ex empleado de la intendencia. El rector de José C. Paz es un ex concejal de San Martín y el de Avellaneda un ex funcionario de la comuna. El funcionamiento de unidades básicas, recubiertas de academia, tiene su paga. Del total de Universidades del conurbano, excepto La Matanza, el resto tienen un presupuesto por
Hay quienes destacan que si algo cambió en la Universidad fueron los salarios docentes. En la actualidad el 75 % del presupuesto se destina a cubrir los salarios de un total de 185.503 docentes y 47.688 trabajadores administrativos, ordenanzas, etc., los denominados “no docentes”. El anuario del Ministerio da cuenta de un incremento del salario nominal bruto del 812 % en el caso de los docentes titulares (dedicación exclusiva y antigüedad máxima) hasta un aumento del 967 % en los Jefes de Trabajos Prácticos (JTP) con dedicación semiexclusiva y una antigüedad promedio durante el período de diciembre de 2001 a setiembre de 2012. Dentro de la compleja estratificación laboral docente, la mejora salarial, si bien tuvo un mayor impacto en los cargos de JTP o en los Ayudantes de Primera, no cambió la desigualdad entre estos últimos y los titulares con dedicaciones exclusivas, que se mantuvo en valores muy elevados. Un docente titular con dedicación exclusiva percibe un salario neto de $16.472,22, casi tres veces y media más de lo que percibe un auxiliar de primera con dedicación semiexclusiva (cargo testigo) con 10 años de antigüedad. La desigualdad se profundiza dado que el 57,3 % de los docentes tienen una dedicación simple y de ellos, el 32,4 % son Ayudantes de Primera que apenas alcanzan en agosto de 2014 un salario neto de $2.422,39 con una antigüedad de 10 años. O sea, que la mayoría de los docentes universitarios están por debajo del salario mínimo vital y móvil recientemente fijado en $4.700 para enero de 2015. Ni hablar si lo comparamos con los $8.870 que cuesta la Canasta Básica Total (medida de la línea de pobreza) según el cálculo de la Ciudad de Buenos Aires. Al igual que en el resto de la estructura laboral argentina, en la Universidad también encontramos trabajadores pobres y aun miles que directamente no perciben remuneración alguna, como los ad honorem, que en el caso de la UBA llegan a 11.000. Sobre estos últimos, el kirchnerismo tuvo la política de invisibilizarlos; para ello dejó correr los preceptos de la CONEAU y habilitó el sistema de las adscripciones como requisito
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de ingreso a la docencia de los alumnos que no reciben paga alguna por sus servicios prestados. La existencia de trabajo no pago juega a la baja del salario de los que sí llegan a cobrarlo6.
Fuerte alza de la titulación rentable Ante la fuerte oposición social a un arancelamiento y privatización de la Universidad pública durante la década del ‘90, una de las grandes conquistas de la LES fue la promoción de los estudios posgrados pagos, como las especializaciones, maestrías o doctorados. Una medida que a costa de quitarle contenidos y valor a la formación de grado, habilitó un gran negocio que rápidamente se desvirtuó generando un montón de posgrados de dudosa calidad, tal como reconocen Osvaldo Barsky y Mabel Dávila7. Desde ese momento hasta la actualidad, los posgrados pagos no pararon de crecer. Entre 2001 y 2009 se crearon casi el doble de posgrados que entre 1998 y el 2000, según el MECyT. En 2014 solo los posgrados acreditados por la CONEAU alcanzan a 2.468 carreras. De esta manera se habilita una especie de “llave de mandala” hacia nuevas oportunidades de negocios educativos. Recordemos que para ser docente en un posgrado hay que acceder previamente a un título de posgrado, y los salarios en los mismos superan ampliamente a los magros ingresos que se perciben en el grado; se alimenta así la carrera por el “credencialismo”, una búsqueda frenética por aprobar nuevas titulaciones de posgrados como vía para sumar puntos que mejoren la carrera académica. Por otra parte, si consideramos que el 75 % del total de los estudiantes de posgrados cursan en Universidades estatales, a lo que por supuesto solo acceden los que pueden pagar, el hecho de que se dicten en las Universidades públicas muestra cómo las mismas, financiadas con el presupuesto público, generan una especie de subsidio indirecto para la generación de “recursos propios”, un verdadero negocio para la Universidad. Este logro de la LES lo festejan liberales y kirchneristas por igual.
Nuevos ricos Si algo no cambió fueron los privilegios de las 3.291 “autoridades superiores” de las Universidades nacionales de todo el país, uno de los pilares fundamentales para que la Universidad moldeada por la LES pudiera afianzarse durante la última década. Nos referimos a los rectores, decanos, secretarios de universidades, etc.,
un grupo que equivale a poco menos del 2 % del total de los trabajadores docentes y no docentes. Este pequeño sector es el que más se ha visto beneficiado por las políticas universitarias, transformándose en una especie de nuevos ricos por medio de la educación. Partiendo de que el 60 % de las autoridades tienen una dedicación exclusiva, o sea, son los que más ganan, vemos que perciben salarios de privilegio. Según datos extraoficiales, porque no publican sus ingresos en las estadísticas del Ministerio de Educación, en 2013 el actual rector de la UBA, Alberto Barbieri (ex Decano de la Fac. de Cs. Económicas) percibía un ingreso mensual neto de $ 76.004; en el caso del Secretario de Asuntos Académicos, percibía $ 54.043 mensuales. Y son ellos, junto a los profesores concursados –que dentro del claustro docente son los únicos con derecho a voto en el gobierno universitario–, una minoría que decide el rumbo de la Universidad por encima de la inmensa mayoría de estudiantes, los profesores no concursados y los no docentes. La democratización en la elección de las autoridades mediante el sufragio universal con voto directo de cada miembro de la comunidad educativa, “una persona, un voto” es una demanda pendiente, como también lo es que las autoridades ganen igual que un docente, tal como plantea el diputado nacional del Frente de Izquierda, Nicolás Del Caño, en relación a los funcionarios nacionales. Estas medidas pueden abrir el camino a un proceso más profundo de democratización que permita conquistar la mayoría estudiantil en los órganos de gobierno, un paso fundamental para acceder al control de los recursos y comenzar a desandar todo el camino privatista iniciado desde la LES hasta nuestros días.
Conclusiones Durante el kirchnerismo, la Universidad no resolvió sus problemas estructurales, sino que los pospuso e incluso profundizó la estratificación que es la esencia de las políticas neoliberales: degradando los contenidos del grado cuya gratuidad mantiene el acceso masivo (aunque una minoría logra el egreso), en beneficio de los posgrados pagos a los que solo puede acceder una minoría. Lejos del discurso de “igualdad de oportunidades”, esta política ha redundado en una Universidad cada vez más elitizada para la investigación y la producción de conocimientos. Al 2011 existían 48 universidades y 7 institutos universitarios
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estatales, 46 universidades y 11 institutos privados, 1.808.415 estudiantes inscriptos de los cuales el 80 % asiste al ámbito estatal y con un crecimiento promedio anual del 2,5 % de nuevos inscriptos. Este “gigante con cabeza” exige un cambio de fondo. Un movimiento histórico que encarne el espíritu de la reforma de 1918 en una alianza entre estudiantes, docentes, no docentes y trabajadores, puede ser la llave que abra el camino de la crítica de la universidad de clase, hacia la crítica de la sociedad de clases.
1. Censo de Estudiantes 2011, UBA. Disponible en www.uba.ar. 2. Néstor Pan et. al., La CONEAU y el sistema universitario argentino: memoria de 1996-2011, Bs. As., CONEAU, 2012. 3. Laura Romero (comp.), Posgrados acreditados de la República Argentina. Edición 2014, Bs. As., CONEAU, 2014. 4. En el Gran Buenos Aires, entre 1989 y 1995 se crearon cinco universidades nacionales: las de La Matanza (UNLaM), Lanús (UNLa), General Sarmiento (UNGS), San Martín (UNSaM) y Tres de Febrero (UNTreF). Bajo el kirchnerismo se inauguraron Oeste (UNO), Avellaneda (UNdAv), Moreno (UNM), Arturo Jauretche (UNAJ, radicada en Florencio Varela) y José C. Paz (UNPAZ) y la más nueva Ezeiza (UPE). Memen las creó para ganar poder en el conurbano y dentro de la universidad, dado que el Consejo Interuniversitario Nacional estaba dominado por rectores de la UCR. Los Kirchner en su disputa con los viejos barones del conurbano utilizaron las nuevas Universidades para ganar sus propios espacios de poder. 5. “Summa cum laude: las nuevas universidades del conurbano crecen con lógica adaptada”, Informe Digital Metropolitano, Fundación Metropolitana, mayo de 2013. 6. Si calculamos la baja del salario, la masa salarial correspondiente a todos ellos sería de 1.170,92 pesos por los 21.292 docentes. 7. Osvaldo Barsky y Mabel Dávila, “El sistema de posgrados en la Argentina: tendencias y problemas actuales”, Revista Argentina de Educación Superior 5, octubre de 2012.
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El sistema sanitario en la Argentina
Lo que (no) importa es la salud Los discursos oficiales sostienen que el sistema de atención de salud ha mejorado durante la última década, resaltando el aumento del gasto total como proporción del producto nacional y los supuestos rasgos inclusivos de la política oficial, que marcarían un cambio respecto de los ‘90. Pero cuando se analiza la composición del gasto y las características estructurales que presenta hoy este sistema, vemos que la atención de calidad es para pocos. Agostina Gieco Socióloga, docente FSOC-UBA. Azul Picón Socióloga, comité de redacción.
Ilustraciones: Anahí Rivera
Las patas flojas del sistema El sistema de atención de salud en la Argentina está compuesto por tres subsistemas: el público, el de las Obras Sociales y el privado. Las dos primeras patas son las que deben satisfacer la demanda de la vasta mayoría, y son a la vez las que acumulan décadas de deterioro. El subsistema público lo integran los hospitales y centros de salud públicos nacionales, provinciales y municipales, cuyos recursos provienen del sistema impositivo. Provee servicios de forma gratuita. Toda la población es su potencial beneficiaria, pero se estima que aproximadamente 14,3 millones de usuarios acceden exclusivamente a los servicios de este subsector, es decir, el 36.1 %1 de la población, en su mayoría grupos sociales de bajos ingresos. Estructuralmente, este subsistema padece los efectos de la política de descentralización en los ‘90. Por entonces se produjo una transferencia de responsabilidades desde el gobierno nacional hacia las provincias, que significó una
mayor carga presupuestaria para las mismas y que no fue acompañada de transferencias equivalentes de recursos. El Ministerio de Salud de la Nación, salvo pocas excepciones, hoy no administra hospitales o centros de salud en forma directa, limitándose a una función de orientación técnica, y sus lineamientos solo tienen valor indicativo. La ausencia de coordinación central permite una gran heterogeneidad en las modalidades, en la equidad y la eficiencia de la provisión de servicios de salud. No hay un nivel único básico de cobertura. La atención y las políticas de salud adoptadas varían enormemente según las capacidades de cada provincia, entre las cuales existen diferencias en la distribución de los recursos físicos y humanos: hay menos médicos por habitante a medida que nos trasladamos a provincias de menor desarrollo relativo, y lo mismo sucede con la cantidad de médicos por cama. Más allá de las diferencias regionales, una realidad cubre toda la geografía nacional: quienes no cuentan con cobertura y solo tienen la opción de ser atendidos en hospitales públicos, quedan relegados a una atención cada vez más
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degradada. La falta de insumos básicos, de medicamentos, así como las largas horas de espera para ser atendidos, son moneda corriente, así como la falta de personal. El subsistema de Obras Sociales (OOSS) está conformado por instituciones que cubren las contingencias de salud de los trabajadores en relación de dependencia y a los jubilados del régimen nacional de previsión social a través de PAMI (Programa de Asistencia Médico Integral). Este subsector se constituye como un seguro social para la protección de los trabajadores (y sus familiares directos) cuyo aporte es obligatorio. Las obras sociales atienden en conjunto a más de 20 millones de habitantes (el 47 % de la población)2. Está compuesta por 280 Obras Sociales nacionales (OSN), 24 provinciales (OSP) y el PAMI. La diferenciación en su interior es notable: las OSN corresponden a organizaciones sindicales, y tienen como beneficiarios a los trabajadores en relación de dependencia del sector privado y del sector público nacional. La principal fuente de ingresos es el aporte de los trabajadores (3 % del salario) y la contribución patronal del 6 % del salario; las OSP, que cuentan con 5,5 millones de beneficiarios, atienden a los trabajadores del sector público de las provincias y se financian con aportes de los afiliados y contribuciones del Estado provincial; el PAMI, la obra social de los jubilados y pensionados, es la más grande del país contando con 3,3 millones de beneficiarios. Sus recursos de financiamiento provienen de los aportes y contribuciones de la remuneración de los trabajadores formales activos y de los aportes de los pasivos, así como de aportes del tesoro nacional. Pese a la existencia de un gran número de instituciones, los beneficiarios y recursos se concentran en un número relativamente reducido, influyendo así en la inviabilidad financiera de muchas de ellas: de 280 OSN, solo 30 concentran al 70 % de los beneficiarios3. En las décadas de los ‘60 y ‘70 se desarrollaron dos rasgos centrales de las obras sociales: el
carácter obligatorio de la adhesión y la organización por rama de actividad. Durante la dictadura de Onganía, a través de la Ley 18.610 de Obras Sociales, se confirió a los sindicatos el manejo de las cajas de las obras sociales, lo que les otorgó control sobre enormes sumas de dinero que se recaudaban de los afiliados. El manejo de esos fondos confirió poder y recursos millonarios a las dirigencias sindicales burocráticas. Durante los años ‘90, creció la precarización en la fuerza de trabajo haciendo que muchos trabajadores perdieran las condiciones de formalidad laboral. Pero a diferencia de lo esperable no cayó el porcentaje de población con cobertura de OOSS. Se observa que entre 1991 y 1997 la población que contaba únicamente con seguro de OOSS aumentó de 40,3 % a 50,2 %4. ¿Cómo se explica esto? En primer lugar, por la paralela baja de la población que contaba simultáneamente con prepagas y OOSS, que descendió de 13,9 % a 4,2 %. En segundo lugar, por el carácter fragmentado del sistema de salud argentino que permite que algunas personas cuenten con más de una Obra Social, ya sea porque tienen más de un empleo o porque cuentan con la cobertura de sus cónyuges. Por último, en el mismo período se registró un incremento de los beneficiarios por cada titular aportante. Este es un mecanismo de supervivencia que utilizaron algunos sectores de bajos ingresos para extender la cobertura de aquellas personas que aún contaban con algún tipo de protección, hacia los familiares que han quedado excluidos del mercado laboral formal5. El resultado fue una mayor presión sobre el sistema, que no amplió sus capacidades de financiamiento de forma equivalente, sino que vio al mismo tiempo una importante estratificación en su interior entre OOSS “viables” e “inviables”. A partir del 2001 se implementa la desregulación, que permite la libre elección de obra social, y con ésta se profundizaron las desigualdades ya existentes en el acceso a la atención y calidad. El “descreme” de las OOSS, es decir, la pérdida de los sectores de mayores ingresos en
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muchas de ellas, volvió a varias de ellas aún más inviables. Según se registra en el Censo Nacional de 2010, un total de 4,2 millones (el 10,6 % de la población) recibe la cobertura de empresas de medicina prepaga a través de OOSS. En otras palabras, la población asalariada de mayores ingresos busca acceder a la cobertura de empresas privadas aprovechando sus aportes y contribuciones para substituir y/o complementar el pago de primas mensuales. Esto se ha hecho posible porque muchas OOSS asumieron contratos con empresas de medicina prepaga a quienes les transfieren la responsabilidad por la prestación de servicios, o incluso han creado sus propias prepagas, conservando las OOSS solo a los sectores de menores aportes.
Cuando (el negocio de) la salud, es lo que importa El tercer subsistema es el netamente privado, que atiende a un 16 % de la población (6 millones de personas). De este porcentaje solo un 5 % está afiliado de forma voluntaria, el restante 11 % son trabajadores en relación de dependencia que la reciben como obra social6. Dentro de este sector hay organizaciones y planes muy diversos, que se orientan por lo general a la población que percibe mayores ingresos. Se estima que hay alrededor de 300 entidades, con 10 mil establecimientos del sector privado, es decir, el 16 % de la población dispone de algo más del 60 % de los establecimientos sobre el total sectorial. A su vez, encontramos una gran concentración en su interior, lo que lo convierte en uno de los sectores más concentrados de la economía: de las aproximadamente 300 prepagas solo 5 compañías (OSDE, Swiss Medical, Galeno, Omint y Medicus), concentran el 66 % de los afiliados7. Esto se profundizó durante el ciclo kirchnerista: en el 2001 las mismas compañías controlaban el 50,3 % del mercado8.
Complejidad, fragmentación y elitización La fragmentación y descentralización impiden la conformación de un “sistema formal” de »
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salud, lo que atenta contra el uso eficiente de recursos y acentúa aún más los niveles de inequidad en su cobertura9. Las diferencias de gasto en cada subsistema hablan por sí solas: • el gasto asistencial neto del sector público en la población sin cobertura de seguros asciende a $117 per cápita, por mes; • en el sector de obras sociales, el PAMI cuenta con el mayor gasto por individuo: $233 al mes; las obras sociales nacionales tienen un gasto promedio del orden de $159 por afiliado (aunque, como se trata de casi 300 entidades muy diferentes, este número varía entre $118 y $335); y las provinciales reciben un ingreso promedio de $154 por afiliado al mes; • el subsector de empresas de medicina prepaga, por su parte, registra un gasto por individuo del orden de los $397 por mes. Sin embargo, también este promedio esconde grandes variaciones entre la gran diversidad de instituciones que componen el subsector10. Estos números nos llevan a una conclusión fundamental: el gasto en salud para aquellos que cuentan con aseguramiento privado duplica al de los que solo acceden a servicios públicos. Es decir que la atención y cobertura varían según la capacidad de pago y el tipo de empleo. A esto se suman, como ya vimos, las desigualdades por región, según la capacidad financiera y el gasto destinado a salud de cada provincia o municipio. La carencia de cobertura de seguros de salud y la mayor dependencia de los servicios ofrecidos por sector público, aumenta a medida que disminuye el nivel de ingresos. Además, tanto en el caso de los beneficiarios de las obras sociales como en el de las empresas de medicina prepaga, éstas perciben un subsidio indirecto desde los servicios públicos de salud cada vez que uno de sus afiliados recibe atención en un servicio público. Esto no es menor: un 30 % de las prestaciones que proveen los servicios públicos son recibidas por personas que tienen cobertura de seguros de salud11. Esto representa unos $8,6 mil millones al año, lo que equivale a un subsidio cruzado desde el sector público a los seguros de salud del orden de los $28,3 por beneficiario al mes, que se deduce de los fondos para los que solo acceden a la atención de salud a través del sistema público12. En conclusión, el sistema de atención de salud sigue tan estratificado como al comienzo del ciclo K. Mucho se habla de crecimiento “con inclusión”, pero esta inclusión –si es que hay alguna evidencia de ella– no se hace presente en la organización del sistema de salud. Como en el más rancio noventismo, ante todo, está el negocio.
Un gasto que creció pero no cubre las necesidades El gasto total en salud, que se compone por la suma del gasto público y el privado, equivale en la Argentina al 10,2 % del PBI, lo cual es elevado respecto al de otros países de América Latina, llegando a niveles similares a los de los países desarrollados. En la actualidad, según datos del Banco Mundial del 2010, el 54,6 % corresponde al gasto público y el 45,4 % al privado. Según datos de ese mismo año el 36,5 %
correspondió al gasto de obras sociales, un 36,1 % fue el gasto de las familias –de los que 5,6 puntos son por afiliación a medicina prepaga y 30,5 puntos por desembolso directo– y el gasto público abarcaba un 27,3 % del total13. Este correspondía mayormente al gasto de las provincias, destinado al financiamiento de los hospitales y la atención médica. El Estado nacional tenía una participación minoritaria del 8 %, que se utilizó para financiar organismos descentralizados, como los programas de promoción y acciones de regulación e investigación. En lo que refiere al gasto público, éste ha aumentado en los últimos años. Hasta el año 2003, venía de acumular un fuerte deterioro: el Estado nacional había pasado de dedicar a la “atención pública de salud” un gasto equivalente al 20,86 % del gasto público total en 1980, a un 13,68 % en 199714. Esto no tuvo compensación en el gasto de provincias y municipios, que aumentaron su gasto pero no de forma que compensara estos desajustes15, lo cual es un indicador muy fuerte del deterioro acumulado durante décadas. En la actualidad, el gobierno nacional presupuestó para 2015 un gasto total de 24.201,6 millones de pesos. A nivel provincial también creció en la última década. Pero aunque cuenta con recursos superiores al resto de la región, en términos de resultados sanitarios obtiene un bajo rendimiento de recursos destinados al sector16. La mayor parte del gasto público en salud se destina a la atención médica: mientras que las acciones de prevención, promoción y regulación representan un gasto público per cápita mensual del orden de los $15,6, la atención alcanza los $167. Si a pesar de los aumentos del gasto en salud, los problemas estructurales se han mantenido e incluso profundizado en la última década, se debe a que los recursos siguen siendo destinados a un sistema de salud fragmentado y con una estructura colapsada. Los problemas profundos de un modelo prestador de baja calidad, desigual y heterogéneo no se pueden resolver con un simple aumento del gasto.
Hacia un sistema de salud de calidad para todos Lo analizado anteriormente desmiente el relato de cobertura –supuestamente– universal y de acceso oportuno a los servicios requeridos. Por el contrario, encontramos en su lugar inequidad en el acceso y desigualdad. Continúan las barreras económicas, territoriales y burocráticas. La falta de servicios médicos adecuados suma a la forma “clasista” de enfermar, una forma “clasista” de morir. Por todo esto, es necesario un sistema de salud único, gratuito y de calidad, basado en la liquidación del sistema privado y la integración de las unidades en un sistema de hospitales y centros de salud públicos, que funcione controlado por los trabajadores y usuarios, y actúe de forma coordinada con las obras sociales, financiado con aportes crecientes según la escala de los ingresos que se destine a financiar a todo el sistema, y reforzado con impuestos progresivos a las grandes fortunas y el no pago
IdZ Octubre de la deuda externa. Debe existir una coordinación centralizada que garantice la cobertura médica y los servicios de salud para todos, reemplazando el criterio mercantil y falsamente universal, en conjunto con políticas de salud globales, integradas sobre una base de educación, promoción, prevención y resolución de las causas estructurales, que generan todo tipo de padecimientos. Para que la salud deje de ser un negocio para ser un derecho de todas y todos.
1. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 de Argentina. 2. “El sistema de salud argentino y su trayectoria de largo plazo: logros alcanzados y desafíos futuros” Buenos Aires : Programa Naciones Unidas para el Desarrollo -
PNUD, 2011. Salvo indicación contraria, los datos del artículo tienen como fuente esta publicación. 3. Van der Kooy, Ernesto, et. al., Estimación del gasto necesario para garantizar la cobertura asistencial contenida en el programa obligatorio, Buenos Aires, Usal, 2010, p. 16 4. Federico Tobar, “Economía de la Reforma de los Seguros de Salud en Argentina”, revista Énfasis Salud, septiembre 2000. 5. Ídem. 6. Indec, 2011. 7. Clavero, María Paula, “Análisis competitivo del sector medicina prepaga”, Investigación desarrollada en FCE-UNCuyo, Septiembre 2011. 8. “Prepagas: más concentración”, noticia publicada en el Bureau de Salud, http://bureaudesalud.com/, 8/8/2011. 9. Roberto Bisang y Oscar Cetrángolo, “Descentralización de los servicios de salud en la Argentina”, Santiago Chile, CEPAL, 1997.
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10. Tobar, Federico, et al. “Retos postergados y nuevos desafíos del sistema de salud argentino”, Documento de Políticas Públicas/Análisis N°99, CIPPEC, Buenos Aires, diciembre de 2011. 11. La atención a pacientes afiliados a OOSS es pasible de ser facturada por parte del hospital público, pero del total de hospitales inscriptos en el sistema, solo factura un 18 %, y el 5 % de los hospitales que facturan acumula el 80 % del monto total facturado. Rubén Torres, Mitos y realidades de las Obras Sociales. Ediciones ISALUD, 2004 12. “Retos postergados y nuevos desafíos…” ob. cit. 13. Idem. 14. Carlos H. Acuña y Mariana Chudnovsky, “El sistema de salud en Argentina”, Documento 60, Universidad de San Andrés, 2002. 15. Ídem. 16. “Retos postergados y nuevos desafíos…”, ob.cit.
La vigencia de las directivas para la mercantilización del sistema de salud
Un “modelo” al compás del Banco Mundial El alto nivel de descentralización del sistema de salud responde a un proceso histórico de larga data, que va en sintonía con los lineamientos propuestos por los organismos internacionales de crédito, los cuales desde hace años, imponen sus políticas al exigir determinados resultados como condición para financiar. “El financiamiento de los Servicios de Salud en los Países en Desarrollo” (1989) e “Invertir en Salud” (1993) son dos documentos del Banco mundial (BM) claves para entender los cambios en el sistema de salud durante los ‘90 y el kirchnerismo. Estos proponían centralmente tres medidas: privatizar, descentralizar y cobrar por los servicios de salud. Decretan como “imposibles” los sistemas públicos universales integrados de la salud y considerando como única opción posible la de mantener una fragmentación ordenada. Esta separación es el dispositivo necesario para abrir mercados y mercantilizar la salud. Si bien los antecedentes se remontan a los años ‘50, es en la década del ’90 cuando las estrategias de descentralización y desregulación alcanzan su máxima expresión. También es cuando se crean los Hospitales de Autogestión. Esto no implicó la creación de nuevos hospitales, sino solo la modificación de la administración de los hospitales públicos. La salud como mercancía: el término “autogestión” se revela como un mero eufemismo para el autofinanciamiento, donde el hospital cobra a toda persona con capacidad de pago. Los informes del BM asumen de hecho el rol de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en proponer las “reglas del juego” para la definición y gestión de las prioridades que se refieren a la salud. Recomendaciones que no consideran a
la salud como un derecho humano, sino que se dirigen a algunas enfermedades, que generalmente coinciden con alguna tecnología de intervención en salud. Las enfermedades y los sistemas de cuidados de salud son candidatos a una política cada vez más centrada en las “prestaciones económicamente accesibles”. De hecho los indicadores que hoy se utilizan hablan directamente de “años de vida saludables” de la misma manera que las compañías aseguradoras. La falta, subregistro y ocultamiento intencional de datos en salud, tantas veces denunciadas por los investigadores, obedecen a esta política. Uno de los lineamientos propuestos por la Organización Panamericana de Salud, fue la Atención Primaria de Salud (APS) en América como respuesta al incumplimiento de los objetivos del milenio de la ONU1. En el año 2005 la APS se implementa en Argentina como una estrategia central, como articuladora de las políticas de salud. Esta estrategia apunta a mejorar la prevención y los niveles de salud, reduciendo costos con la colaboración voluntaria de la comunidad. Sin embargo en países semicoloniales –como Argentina– con sistemas de salud fragmentados, a diferencia del objetivo que se propone, no significa un primer acceso a un gran engranaje de salud universal, gratuita, etc., sino que las diferencias de clase se trasladan en forma de desigual acceso a la salud. Se tienden a profundizar las desigualdades en el marco de un sistema en el cual la salud es una mercancía más. Como sintetiza Mario Testa2, en estos países, la Atención Primaria de Salud se transforma en “medicina pobre, para pobres, de países pobres”.
En el 2008 la OMS incorpora la noción de determinantes sociales de la salud, en el que consideran que la salud es un indicador de vida mientras que la enfermedad es un indicador de mercado. Pero más allá de la retórica, las intenciones siguen siendo non sanctas. Estas estrategias tratan de demostrar que no existe contradicción entre salud y capitalismo, sino que se pueden mejorar las condiciones de salud mediante modelos de atención médica de bajo costo, en los que participe la población. Enmarcadas en esta estrategia se implementaron el Plan Federal de Salud 20042007, la Política Nacional de Medicamentos (ley de Prescripción de Medicamentos por su Nombre Genérico y programa REMEDIAR), el Programa Médicos Comunitarios, el Programa Materno Infantil y el de Salud Sexual y Procreación Responsable, entre otros. Las medidas contra la universalidad e integralidad exigidas por estos organismos se lograron mediante la aplicación de programas de focalización (programas sociales asistenciales dirigidos a grupos específicos con mínimos recursos), financiados por fondos externos3. Tal como ordenaron los organismos de crédito: ajustes con rostro humano y mantener una fragmentación ordenada de sistemas de seguro. 1. La APS nace en la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud de Alma Ata en 1978. Antes del 2005 en Argentina se aplicó en momentos o lugares puntuales, pero a partir de ese año, pasa a ser una estrategia central. 2. Mario Testa, “Atención ¿primaria o primitiva? de salud”, Pensar en Salud, Bs. As., Lugar Editorial, 1996. 3. Stolkiner, A., Comes Y., Garbus, P. Alcances y Potencialidades de la Atención Primaria de la Salud en la Argentina. Ciencia&Saúde Colectiva, 16. Río de Janeiro, Brasil, 2011.
DOSSIER
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La crisis sanitaria en la provincia de Buenos Aires Juan Cruz Ferre Médico, Docente de la UNLP La población bonaerense sufre en carne propia la fragmentación y el desfinanciamiento del sistema público de salud. Las larguísimas listas de espera para las cirugías, la clausura de salas enteras, la interrupción en la provisión de servicios y medicamentos y los obstáculos para acceder a la atención configuran un laberinto kafkiano de disuasión y abandono. La población sin cobertura privada ni obra social se encuentra a la intemperie. La población en la provincia creció entre 2001 y 2014 un 19,2 %1. Además, una gran cantidad de pacientes que hasta el 2001 se atendían en el sector privado comenzaron a hacerlo en el hospital público. Para dar un ejemplo, en el hospital San Martín de La Plata la proporción pacientes mutualizados en las consultas trepó de 10,76 % en el 2002 a 16 % en el 2004, manteniéndose así hasta 20122. Los hospitales provinciales, sin embargo, no aumentaron su capacidad. Desde hace unos años las secretarias de las guardias de los hospitales provinciales tienen órdenes de patear para las salitas todo lo que se pueda. Así, los centros de atención primaria (CAPS) reciben una demanda que va en aumento. La provincia hace un traspaso de la atención a los municipios, sin que haya un aumento en su financiamiento. Sin embargo, hay algunas necesidades que no se pueden postergar: el número de partos y cesáreas aumentó desde el año 2000 hasta el 2012 un 17 %3. Teniendo en cuenta que la tasa de natalidad no aumentó, estas cifras evidencian el
aumento de la demanda y de la población que se atiende en el hospital público provincial.
Un Presupuesto Mutilado El porcentaje del presupuesto destinado a salud se ha mantenido alrededor del 6.7 % en los últimos años. No obstante, en el año 1990 se destinaba cerca del 10% del presupuesto al sector salud y en el año 2000 un 8.6 %4. El punto de quiebre más drástico se produjo con el presupuesto del año 2002, donde se aplicó un ajuste de cerca del 40 % del gasto en salud en términos reales. Este recorte todavía no se ha revertido.
Combustible humano En el caso de los recursos humanos, lo primero que hay que denunciarles la falta de información abierta al público. El hermetismo y la desinformación son una política consciente del Ministerio. El déficit de recursos humanos es de larga data. Gracias a la presión sostenida de los trabajadores, se logró el pase a planta de gran parte de los profesionales precarizados. Sin embargo, recientemente hubo una re-precarización de un sector de trabajadores hospitalarios. El Ministerio –ahogado por la crisis financiera de la provincia– decidió terminar con uno de los negociados
de la época menemista y re-estatizar paulatinamente los servicios de limpieza de algunos hospitales. Los trabajadores fueron pasados a la órbita del Ministerio, pero bajo la modalidad precaria de beca. En el 2009 la crítica escasez de enfermeros en la provincia empujó al Ministerio a lanzar un plan de formación e incorporación rápida al sistema. Actualmente, estimamos que la cantidad de enfermeros es de alrededor de 14 mil. Sin embargo, teniendo en cuenta que muchos cumplen tareas en guardias y consultorios, la relación enfermero por cama es menor a 1, cuando lo ideal según la OMS es entre 1 y 2 por cama de internación. Los residentes son otro sector de trabajadores fuertemente precarizado. Su beca no les otorga estabilidad ni aportes jubilatorios, y los coloca en el escalafón más bajo, en un régimen de subordinación que los obliga muchas veces a trabajar entre 70 y 100 horas semanales. Como principal fuerza laboral profesional, su número ha aumentado más de un 25 % en los últimos 6 años para cubrir los agujeros que deja la falta de cargos de planta5.
Trabajando a cama caliente Con respecto a la disponibilidad de camas, la insuficiencia de los hospitales de la provincia es evidente incluso con el maquillaje de las cifras oficiales. En el año 2002 el número de camas en los establecimientos provinciales era de 12.653. Luego de 10 años no sólo no aumentó de manera proporcional al crecimiento poblacional y de demanda, sino que cayó a 12.156 en el año 2012.6 Una caída de casi 4 %, para un aumento poblacional de 19 %. Los trabajadores de la salud de distintos hospitales aseguran estar trabajando al máximo de las capacidades, teniendo que rechazar a diario pacientes para internación. El hecho de delegar a los gobiernos municipales la responsabilidad sobre la mitad de las camas de internación hace que existan grandísimos contrastes entre los distintos municipios. Así, tenemos casos extremos como el del partido de Malvinas Argentinas, donde hay 25 camas cada 10.000 habitantes, mientras que en La Matanza este índice es de 2,6 camas cada 10.000 habitantes. La municipalización de la atención de la salud es en última instancia uno de los mecanismos más claros de segregación territorial.
Curitas y aspirinas Los pedidos de insumos que parten desde los hospitales son recortados de manera discrecional en el Ministerio, ocasionando faltantes periódicos de materiales indispensables para la atención. En septiembre de 2012 Cicop presentó una denuncia7 ante la corte suprema de justicia por el déficit de insumos. La situación no ha mejorado desde entonces. El problema es igual de grave con los medicamentos. Aunque las autoridades del Ministerio se esfuercen en ocultar esta crisis, numerosas denuncias documentan la interrupción en la entrega de medicamentos esenciales (medicamento oncológicos, HIV-SIDA) psiquiátricos y los
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“Si el Hospital Público se mantiene EN pie, es gracias al esfuerzo de sus trabajadores” Entrevistamos a Juan Porto, médico y presidente de la Comisión directiva de CICOP del Hospital Interzonal General de Agudos “San Martín” de La Plata.
IdZ: ¿Cuál es la situación de los hospitales en la provincia de Buenos Aires? La Salud Pública está sufriendo una profunda crisis. La Presidenta, el gobernador Scioli y el ministro Collia dicen que los hospitales y las unidades sanitarias están lo suficientemente abastecidos de insumos, materiales y personal. Pero los trabajadores de la Salud y los pacientes conocemos la realidad de los hospitales de la provincia. En forma intermitente faltan insumos básicos (reactivos de laboratorio, medicamentos, jeringas, agujas, camisolines, guantes, barbijos, guías de suero, etc.) que dificultan la atención y obligan a postergar cirugías frecuentemente. Hay serios problemas de infraestructura por falta de mantenimiento. No hay aparatología imprescindible por carencia, deterioro y falta de mantenimiento. Trabajamos exigidos y sobrecargados debido al escaso personal profesional y no profesional, sobre todo de enfermería, duplicando el esfuerzo y con salarios insuficientes. Los residentes trabajan 80 horas semanales cubriendo tareas por falta de profesionales de planta, son mano de obra precarizada, que sostienen la atención en los hospitales y en las Unidades Sanitarias, tienen un salario por debajo de la canasta familiar, sin aportes jubilatorios, ni asignación por hijo. Los trabajadores de limpieza están precarizados bajo la figura de “beca”, sin derechos tales como aporte previsional y vacaciones y con la inseguridad permanente de su renovación. Los servicios de cocina y lavandería, entre otros, se encuentran privatizados en los hospitales de la provincia de Buenos Aires.
de uso cotidiano. Cualquier médico puede dar cuenta de la falta de drogas tan elementales como antiinflamatorios, antibióticos o antidiabéticos orales.
La tecnología y las necesidades básicas Los equipos de diagnóstico y tratamiento de los hospitales bonaerenses sufren también la desidia y el desfinanciamiento crónico. En la provincia de Buenos Aires solo 5 hospitales públicos cuentan con resonadores magnéticos, de los cuales en la actualidad dos están fuera de funcionamiento. Mientras tanto, las resonancias se realizan en instituciones privadas, pagando a precio de mercado y sumamente restringidas en número. Un estudio mostró que con lo que el hospital San Martín gastó en resonancias en instituciones privadas
Así están los hospitales después de años de crecimiento histórico. No hubo “década ganada” para la salud pública, sino crecimiento de la medicina privada y las prepagas y sector público intencionalmente desabastecido y abandonado.
IdZ:¿Cuál es la situación de los trabajadores de la salud? Hay que tener en cuenta que somos los que realizamos a diario enormes esfuerzos para administrar los escasos insumos y así garantizar la atención de los pacientes. Si el Hospital Público se mantiene en pie, es gracias al esfuerzo de sus trabajadores. Pero producto de las malas condiciones laborales, todos sufrimos en alguna medida burn-out, desgaste emocional o stress laboral. Los que brindamos un servicio a otros seres humanos, vivimos diariamente situaciones de stress, por el manejo de pacientes críticos y el contacto con la muerte. La falta de personal genera grandes presiones debidas a la sobrecarga laboral y los malos salarios llevan a la necesidad de tener dos trabajos con las consiguientes jornadas extenuantes. Esto se evidencia por ejemplo en las cifras de accidentes de trabajo, enfermedades y muertes en el sector salud y servicios sociales. Según un informe de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo los accidentes, enfermedades profesionales, etc., pasaron de 106 mil en el 2003 a 207 mil en el 2013, es decir que se duplicó en la década. Una situación particular la viven nuestros compañeros de limpieza. La inseguridad permanente, por el miedo a perder la beca, los lleva frecuentemente a trabajar en
durante los últimos años se podrían haber comprado varios resonadores8. En cuanto al mantenimiento edilicio, los cierres de salas que son esenciales demuestran la magnitud del abandono. El Hospital de Niños “Sor María Ludovica”, centro de referencia provincial en pediatría, tuvo que cerrarlos quirófanos en mayo de este año por falta de calefacción9. La crisis sanitaria en la provincia de Buenos Aires es un hecho irrefutable de la realidad. Las condiciones de vida de amplias franjas de la población –la pobreza, la crisis de vivienda, las condiciones de trabajo extenuantes–son las primeras responsables de la aparición de enfermedades prevenibles y de la mala evolución de enfermedades potencialmente curables o controlables. Los oprimidos del pueblo son doblemente condenados: primero
mal estado de salud: con fiebre, lumbalgia, crisis asmática, trastornos de salud mental, etc.
IdZ: ¿Cuál es el rol que vienen cumpliendo los gremios en defensa de las condiciones laborales y de la salud pública? Lamentablemente nada podemos esperar de nuestras conducciones gremiales. Algunas son directamente traidoras, como las de UPCN y Salud Pública que actúan como agentes de los distintos gobiernos dentro de los hospitales. Firman las paritarias a la baja, dividen a los trabajadores en profesionales, enfermeros, administrativos, residentes, becarios de limpieza, etc., y entregan todas las luchas. Y otras burocracias, las de la CTA Micheli, como la CICOP o ATE, son impotentes en desarrollar un plan de lucha en serio para vencer. Llaman a medidas de fuerza, rechazan los aumentos miserables, no firman las paritarias, pero se niegan a desarrollar la fuerza desde abajo, con los métodos propios de la clase trabajadora de democracia directa, mandatos de asamblea, coordinación y huelga general. Los graves problemas que afectan a la salud pública solo los podemos resolver los trabajadores. Debemos plantearnos seriamente la recuperación de las organizaciones gremiales de manos de la burocracia, para transformarlos en organizaciones de lucha, la más amplia unidad de todos los trabajadores del hospital y un plan de lucha unificado coordinando con otros sectores gremiales. Entrevistó: Juan Duarte
a padecer más y peores enfermedades, y luego a atenderse en un sistema de salud insuficiente, desmembrado y hostil. 1. Estimativo en base a proyecciones de los censos 2001 y 2010. 2. Informe del departamento de Estadística del HIGA San Martín. 3. Datos del Ministerio de Salud. 4.Ministerio de Economía. 5. Datos del Ministerio de Salud. 6. Datos del Ministerio de Salud. 7. “Médicos bonaerenses presentaron amparo ante la Corte por la falta de insumos”, LPO, 12/09/14. 8. Este dato responde a una investigación sin publicar, realizada por residentes de Servicio Social del HIGA San Martín, en La Plata. 9. El Día, 27/05/2014.
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Elecciones en Brasil: nuevos discursos, vieja política
Fotomontaje: Anahí Rivera
La coyuntura electoral después de las movilizaciones de 2013 apunta a una situación más inestable y con más conflictividad. Iuri Tonelo y Leandro Lanfredi Editores de la Revista Luta de Classes, Brasil. Las elecciones de octubre serán las más disputadas y difíciles de prever en toda historia brasileña reciente. Es la primera vez en mucho tiempo que las encuestas de segunda vuelta dan tanta incertidumbre entre dos candidatas, Dilma y Marina. La única elección donde había tanta incertidumbre fue la de ‘89, ganada por Collor, que expresaba un importante fraccionamiento entre los sectores dominantes, producto de un régimen que aún se componía con el país recién salido de la dictadura. Hay determinaciones del azar en esta incertidumbre como la muerte de Eduardo Campos, que recolocó a Marina como candidata. Pero, más que esto, hay elementos estructurales pre y pos junio que se desarrollaron y marcan la coyuntura, partiendo de que la “suerte” hizo que Marina se reubicase y con esto sacudió todo el panorama electoral.
Ese cambio en la coyuntura electoral fue realmente enorme: partimos de una elección en que se preveía que la candidata Dilma Rousseff, que es la actual presidente del país, ganaría con cierta tranquilidad sobre sus adversarios, quizás en primera vuelta. Más allá de que el lulismo como proyecto de país viene encontrando sus límites, la oposición a Dilma era, sin embargo, débil, con el candidato Aécio Neves del PSDB (de la derecha que hegemoniza parte del sudeste del país) sin poder ofrecer un alternativa nacional (por la dificultad de dialogar con los trabajadores precarios y los más pobres a nivel nacional) y el candidato Eduardo Campos, gobernador del Estado de Pernambuco, en el nordeste del Brasil, pero sin fuerza para constituir una alternativa al PT o PSDB. Tras la muerte de Eduardo Campos el 23 de agosto (a menos
de dos meses de la elección) se abrió una crisis y una conmoción, y aquí aparece la figura de Marina Silva, que repentinamente ascendió y se hizo un “fenómeno”. Las encuestas electorales llegan a darle la victoria en contra de Dilma Rousseff en la segunda vuelta de las elecciones, entrando, por lo tanto, a la disputa por la presidencia. Pero, ¿qué significó ese cambio? ¿Qué simboliza el “fenómeno Marina Silva”? ¿Qué está pasando que hasta Dilma, candidata de la continuidad, tiene que hablar mucho de “cambio”? Analizar la coyuntura electoral y estas elecciones en particular, nos permite pensar más allá de los fenómenos del azar (la muerte de Eduardo Campos): el desafío es comprender, tras el fenómeno, lo que expresa sobre la situación estructural del país y de la situación. Y al limpiar
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la ventana empañada, la imagen que se va formando tiene trazos de los efectos de junio de 2013 como factores importantes para entender la coyuntura actual y los principales fenómenos en particular.
No se juega el partido sin decir la palabra “cambio”
El que mire TV, lea los periódicos y siga la campaña electoral en Brasil, aunque no haga un gran análisis, llegaría a la conclusión de que todo lo que esperan los brasileños para las elecciones, su principal espectativa, es un “cambio”. Hasta ese punto podría parecer no muy distinto a otras elecciones, ya que la estructura electoral moderna combina justamente una estructura burguesa dominante con la promesa de cambio como parte fundamental de su estructura. Pero lo “trágico” en estas elecciones es que muchas veces el “cambio” no aparece junto al contenido: lo importante es “pronunciar” el cambio, es señalar que se expresa “lo nuevo”. Así, la misma Dilma pasó de ser la “candidata de la continuidad” de ayer, a la “candidata de la profundización del cambio”. Aécio Neves del PSDB se muestra como la verdadera oposición, diciendo que Marina Silva fue ministra del PT y están juntos, y que solo el PSDB puede significar una “verdadera transformación”. Por su parte, el fenómeno de Marina Silva comenzó como un “gran cambio”: la clave era mostrar una gran polarización entre el PT y PSDB, y aparecer como alternativa, aunque en su contenido se iba adaptando a los acuerdos y alianzas por abajo, de modo que el programa de gobierno de Marina, se rehízo algunas veces (y la burla de los opositores a Marina es decir que su programa se escribe con lápiz, para borrarlo rápido). Acá la forma (el rostro de transformación) supera al contenido (o lo determina). Así, en realidad, este fenómeno (la clave en el “cambio”) dice mucho de la situación más a largo plazo en Brasil: uno de los principales carteles que encontrábamos en las movilizaciones en junio de 2013 es el “no me representan”, y eso apuntaba contra “todos los partidos”. Se expresaba con fuerza la crisis de representatividad, el desgaste de la democracia brasileña. Pero tampoco faltaban los carteles “vote mejor”, “mi venganza será en octubre”; una contradicción que expresaría algo como: “Ese juego es malo, pero no tengo ninguno mejor”. Así es que hay un sentido desarrollado de “cambio” en la coyuntura electoral que emana
del “junio” (las movilizaciones de 2013), pero que está expresando la desconfianza en el régimen de conjunto antes que una opción viable que exprese ese cambio. Eso nos hace también mirar con nuevos ojos las jornadas de junio: tras el descontento, el sentimiento de cambio tenía mucho de “limpieza de régimen” en contraposición a un cambio estructural. En la realidad aparecía todo junto, pero a falta de una alternativa política real a la izquierda, quedan las elecciones (como intento de cambio) y la resignación frente al realpolitik.
El fenómeno Marina Silva
Es en ese contexto que pudo emerger un fenómeno tan particular como el de Marina Silva. La propia figura es una expresión del carácter desigual y combinado de la formación brasilera: por un lado, es una candidata que consigue crear una identificación en la población trabajadora, por haber nacido en el norte, haber tenido una vida difícil y enfrentado la pobreza, lo que la hace más próxima a la mayoría de la población nacional. Pero esa identificación con Marina, contradictoriamente, viene desligada de su contenido, ya que contrariamente a ser una candidata del pueblo trabajador, su programa defiende aspectos neoliberales1: empezando por la economía, en la cual defiende la autonomía del Banco Central2 (lo que podría hacer que el Banco Central junto con los inversores y monopolios extranjeros, y grandes bancos privados nacionales, tener una orientación distinta de la del gobierno brasileño que se consumaría en una mayor entrega de la economía al capital extranjero y a la burguesía financiera aliada al mismo del país), pasando por no tener ninguna referencia a las demandas de junio (salud, educación, transporte –aunque juegue con lo del pase libre como una “concesión” en el marco general del programa–), y manteniendo una política reaccionaria en contra de los homosexuales (sin legalizar su matrimonio) y criminalizando el aborto, manteniendo una relación estrecha con las bancadas evangélicas del país. Ese aspecto es fundamental, porque la hace mucho menos que una alternativa. Esas posiciones solo pueden significar la continuidad (de las contradicciones del gobierno de Dilma) con un gobierno que tuvo 10.000 mujeres muertas por abortos clandestinos y un muy alto nivel de violencia homofóbica. El que da una mirada rápida al panorama ante las elecciones podría decir que “no hay más junio en el país”; pero yendo más al fondo, habrá
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que pensar que no será en “primera instancia” que se va a expresar junio, pues sería incoherente que fuera igual la energía de la juventud en actos callejeros de millones que en el espacio de las elecciones, que desde ese punto de vista es mucho más “frío” que los actos, sobre todo cuando no existe una fuerte izquierda clasista basada en la clase obrera que exprese política y organizativamente a los amplios sectores juveniles de junio y a la ola de huelgas que le siguió. En realidad, esa candidatura expresa mucho más la crisis del régimen que viene afectando los tres principales partidos (PT, PSDB y en menor medida el PMDB), y no el azar. En esta elección hay trazos de similitud con las elecciones de Collor (de una figura carismática y un fenómeno político), una elección donde empezaba todavía muy débil el “régimen democrático” en Brasil. Pero más allá de eso, el fenómeno Marina da una nueva luz al proceso de junio: la concentración de votos no hace que Marina exprese lo que ella desea, una “tercera vía”, o sea, una forma de intentar interponerse entre el PT y el PSDB y ganar los contornos de una novedad (aunque su contenido tenga menos de cambio y más de continuidad de la vieja receta neoliberal). Se trata en realidad, jugando con las palabras, de una centroderecha poslulista, que para intentar ganar las elecciones debe mantener algunos programas sociales y hablar del pase libre (y dramáticamente, consigue quedarse con los votos de la centroizquierda y de un sector amplio de trabajadores que la ven como alternativa). El rasgo propio más acentuado de la “personalidad de Marina” como candidata, según las encuestas, que era el discurso ambientalista, viene retrocediendo frente a sus acuerdos con el agronegocio. La oposición, por supuesto, va a intentar descifrar esa fórmula para las masas y contraponer la “otra política” de Marina con el debate de contenido; la disputa va a determinar si gana fuerza la campaña de Marina o si prevalece “el contenido” (como aspira el lulismo) de Dilma –lo que parece que tenderá a ocurrir–. O sea, la “fórmula de Marina” se asienta en la “confusión”; es un intento de tomar lo contradictorio de junio y, de esa forma, promover en el país una derecha renovada; como dijo el bufón de Goethe, tiene “poca claridad con mucho color, mucho yerro y una sombra de verdad; así fermenta la mejor bebida, que a todo el mundo » refresca y reconstituye”.
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“ ...hay un sentido desarrollado de ‘cambio’ en la coyuntura electoral que emana del ‘junio’ (las movilizaciones de 2013), pero que está expresando la desconfianza en el régimen de conjunto antes que una opción viable que exprese ese cambio.
”
Un retorno al lulismo “de los avances sociales” es imposible El fenómeno electoral en curso también permite repensar elementos del “fin de ciclo” del lulismo, que se expresan cuando reflexionamos sobre la candidatura de la actual presidenta Dilma Rousseff, que se presenta de un modo muy distinto que en las elecciones anteriores: cuando disputaba la presidencia en 2010, el discurso de Dilma para vencer era decir que representaba la continuidad. Habían pasado ocho años de gobierno nacional del PT, y la combinación entre estabilidad económica –los mecanismos de crédito que permitieron al proletariado consumir como nunca–, y social –con la posibilidad de paritarias por encima de la inflación en los principales sectores obreros, junto a programas sociales como Bolsa Familia, Mi Casa mi Vida, y los programas de financiamiento de la educación superior–, hicieron que la victoria de Dilma estuviese solamente basada en algo muy sencillo: “soy la candidata de Lula”. Pero las condiciones sociales y económicas se fueron desgastando: el proletariado quedó asfixiado con las deudas, pagando los estudios, con el caos de la salud pública (y las cuasi mafias privadas) y, conforme estalló en junio, la cuestión del transporte público y el crecimiento de los centros urbanos. Todo lo que era estable y sólido se desvanece en el aire (y se está desvaneciendo el lulismo): la continuidad se transformó en profundizar un cambio; en palabras de Dilma, con una “reforma política”, su propuesta para enfrentar la crisis de representatividad. Por supuesto, Dilma y el PT siguen gozando de una importante fuerza entre el proletariado y los pobres urbanos. Todas las encuestas dan más votos a Dilma cuanto más pobres son los electores. Pero cualitativamente hay algo que está cambiando aunque el voto se mantenga. Es notable cómo muchos trabajadores votan a Dilma como “mal menor”: en primer lugar, porque ella no es Lula (la ven a la derecha de éste), y porque sus luchas o su apoyo pasivo a las huelgas y sobre todo a junio, les hacen querer “más” y no solamente la reproducción de lo actual. Pero hasta la reproducción de lo actual se muestra difícil en las nuevas condiciones económicas y de la lucha de clases.
Un retorno a un lulismo de “avances sociales” nos parece doblemente imposible. Imposible por el modo en que cambiaron las condiciones económicas, e imposible por lo que está empezando a cambiar en la subjetividad entre los de “abajo”. No hay condiciones para acomodar las crecientes demandas de los trabajadores y del pueblo en una economía que está en una recesión técnica, donde todos los candidatos, incluyendo a Dilma, preparan ajustes para después de las elecciones. Y socialmente, por “abajo”, porque el 2014, el “pos-junio”, vio la ola de huelgas que ya se desarrollaba hace años ganar nuevas proporciones y aspectos que ponen (y pondrán) a la burocracia sindical en jaque. La propia intelectualidad periodística de los grandes medios dice que hay crisis en “el régimen sindical”. La CUT sigue fuerte pero ya no es suficiente para garantizar “paz social”. El ciclo va llegando al final: todavía la oposición “frontal” al viejo ciclo parece no tener condiciones de emerger ni por izquierda (lo que desarrollaremos abajo) ni por una derecha abierta. Por este lado, el candidato del PSDB, Aécio Neves, puede salir como principal derrotado en las elecciones, quedando el partido solo con su concentración en São Paulo, con el propio Aécio perdiendo su bastión de Minas Gerais (el segundo estado en población y economía). La tentativa de Marina es, en ese sentido, la de una “derecha renovada”, en un país en el que cambió profundamente la subjetividad de la juventud y del movimiento obrero, mientras que para amplios sectores obreros Dilma y el PT aún aparecen como mal menor. La disputa va a exasperarse entre los discursos de lo viejo y lo nuevo por ausencia de una alternativa atrayente de la izquierda.
La verdad es que esa “resaca” podría tener otros contornos si hubiera en las elecciones una alternativa como la del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) en Argentina: hay que dejar en claro que el espacio para una propuesta de izquierda todavía se mantiene en la situación, pudiendo ser desarrollado en la coyuntura electoral. Pero la izquierda como el PSOL y mismo el PSTU en Brasil, al contrario de aprovechar las debilidades del régimen para hacer una denuncia más incisiva de la casta política y de la total ausencia (por imposibilidad) de una respuesta concreta para las principales demandas de junio (como salud, educación, transporte), quiere parecer una izquierda más “light” e integrada al régimen, desvinculada de las luchas que surgen, sin ningún brillo y ningún impacto, con un discurso de “cambio” que llega a ser más tímido que el de algunos partidos del orden. Es decir, más allá de la situación objetiva, hay una inmensa debilidad subjetiva de la izquierda que puede disputar las elecciones en Brasil, que impide el desarrollo de una tendencia más “protrabajadora” en la realidad, que incluso hace que votos que podrían ir a la izquierda, se canalicen en el fenómeno Marina. Pero la coyuntura electoral se va cerrando y la situación más a la izquierda generada por junio, todavía se mantiene en el país. Tras la victoria de los recolectores de basura, el “mayo obrero” (una de las principales olas de luchas obreras en el país), la huelga nacional del subte y, más recientemente, la victoria de los trabajadores de la USP y universidades estaduales paulistas después de cuatro meses de una huelga masiva, se puede decir que el movimiento obrero llegará a 2015 mejor preparado y con una vanguardia ya moldeada en las últimas luchas, mientras todo apunta a que se profundice una crisis en el régimen y se desarrolle una mayor crisis de gobernabilidad, sin espacio para que ni Dilma ni mucho menos Marina intenten una salida “bonapartista”, puesto que tienen menos fuerza para eso. Todo apunta para que la “resaca” de junio, que expresan estas elecciones, en realidad sea la antesala para una “nueva tormenta”. Queda planteado en Brasil la conformación de una nueva respuesta política que pueda hacer frente a las necesidades de los trabajadores y que, más de fondo, pueda dar respuesta a las demandas de junio más allá de este régimen democrático degradado, recomponiendo la perspectiva de la revolución social en el país.
Entre la calma y la posibilidad de una nueva tormenta
Por lo expuesto, hay que pensar que la dinámica de las elecciones, que se dan en un contexto de trazos de crisis en el régimen, y que hicieran emerger a Marina Silva, no está en realidad apuntando a una salida burguesa “sustentable”. Hay una inmensa crisis de “gobernabilidad” que se viene desarrollando, gane quien gane, sea quien sea.
1. Y en ese sentido está aún más a derecha que el gobierno del PT, cuyo posicionamiento tiene una demostración gráfica en la expresión de Lula de que “nunca antes en la historia del país los bancos ganaron tanto”. 2. Para entender mejor el carácter neoliberal de esta política, ver el artículo de Flávia Ferreira, “A falsa ‘alternativa’ neoliberal de Marina Silva e as ilusões reformistas do Petismo ‘keynesiano”, Luta de classes, 1 de septiembre de 2014.
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Fotografía: npr.org
Estados Unidos
Ferguson: ¿El fin de la ilusión posracial?
Las protestas desatadas en Ferguson por el asesinato de Michael Brown vuelven a poner en el centro el racismo, y plantean el interrogante de si la juventud negra será el nuevo emergente de la “generación de los movimientos”. Celeste Murillo Comité de redacción. Juan Andrés Gallardo Staff revista Estrategia Internacional. El 9 de agosto de 2014, un policía blanco asesinó a Michael Brown de 18 años en la ciudad de Ferguson, Estados Unidos. Al día siguiente y durante diez días consecutivos, familiares, amigos y habitantes de la ciudad se manifestaron exigiendo justicia. Pero lo que podría haber pasado desapercibido como un acto más de brutalidad policial, hizo estallar la bronca de la juventud afroamericana. En las principales ciudades del país, pero también en pequeños pueblos y localidades, hubo movilizaciones y protestas interraciales de jóvenes, movimientos sociales y organizaciones políticas. Lo que para la juventud negra parece ser
el fin de un largo letargo puede extenderse más allá de la comunidad afroamericana, y transformarse en un problema político para el partido Demócrata. El triunfo de un presidente negro fue un acontecimiento de enorme peso simbólico. Obama se transformó en emblema de las aspiraciones de la comunidad afroamericana, hija de la esclavitud, y presa de la violencia y la discriminación racial. Pero esa llegada al poder fue una expresión del ascenso y la cooptación de una elite minoritaria negra presente en la clase dominante y el establishment político, y no de la superación del racismo.
En 2014 se cumplieron cincuenta años de la Ley de Derechos Civiles (que puso fin a la segregación racial legal). Pero ese mismo 1964, solo unos días después de la votación, estalló en Harlem (Nueva York) una gran revuelta negra en respuesta al asesinato de un joven a manos de la policía. Un recordatorio quizás de que ninguna ley puede acabar con el racismo. Casi como un calco temporal, el mismo año del 50° aniversario, el asesinato de Michael Brown reabre el debate sobre la ilusión de una sociedad posracial. Otro de los aspectos que desnudó Ferguson es el gigantesco aparato de vigilancia que posee el »
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ESTADOS UNIDOS
Estado norteamericano para perseguir y criminalizar a la población. Muchos han llamado la atención sobre la respuesta violenta de la polícia local del condado de St. Louis y el estado de Missouri. La respuesta fue tan desmedida que Human Rights Watch y Amnesty decidieron enviar misiones para investigar la situación. La propia Naciones Unidas se mostró preocupada por la virulenta respuesta a las manifestaciones, y Navi Pillay (Alta Comisionada para los Derechos Humanos de esa organización) denunció que la violencia y la discriminacion le recordaban al régimen del Apartheid en Sudáfrica. Las imágenes de tanques ingresando en una pequeña ciudad y policías equipados para la guerra, reprimiendo manifestaciones, pusieron un alerta sobre la militarizacion de las policías locales. El denominado “Programa 1033” del Departamento de Defensa de EE. UU. establece la transferencia del material militar sobrante del Ejército hacia las policías locales. Según la Agencia de Logística de ese organismo, solo durante 2013 se han transferido pertrechos militares por 449 millones de dólares. La respuesta militarizada de la policía local y el Estado de Missouri muestran este desarrollo desproporcionado, en el que un cuerpo policial de 53 efectivos responde a una protesta local con un despliegue militar. Los mismos recursos utilizados durante la década de la llamada “guerra contra el terrorismo” se vuelven hoy contra aquellos sectores que cuestionan la desigualdad social, el guerrerismo y, recientemente, el racismo. Algo que podría definirse como otra de las aristas de una sociedad hípervigilada, especialmente después del 11S1, como dejaron al desnudo las filtraciones del ex empleado de la CIA, Edward Snowden. Esto también ha sido denominado efecto “boomerang” hacia el interior del país de la política exterior estadounidense, y la extensión del complejo militar-industrial a la política doméstica.
La vigencia del racismo La comunidad negra es la minoría racial más importante de Estados Unidos, y compone el 12,8 % de la población total. Pero, junto con la comunidad latina, están sobrerrepresentados en los segmentos más pobres, los que sufren mayores índices de desocupacion y subsisten con la magra ayuda estatal. Esto alimenta prejuicios sociales con respecto a esta minoría oprimida históricamente. Un estudio del Pew Research Center señala que solo uno de cada cuatro afroamericanos (26 %) cree que la vida de los negros ha mejorado desde la votación de la Ley de Derechos Civiles. Sin embargo, desde ese momento, se ha ido construyendo una visión de avances paulatinos. Una especie de “ilusión” posracial, reforzada con la elección del primer presidente negro, que confunde la ampliación de derechos y un discurso políticamente correcto con la eliminación del racismo. Si es cierto que se ha “avanzado” en el terreno de derechos, eliminando la segregación
legal e implementando herramientas de “acción afirmativa”, es imposible negar que la discriminacion racial siga siendo un elemento de peso de división social, y que actúe como contratendencia no progresiva en la unidad de sectores oprimidos. Uno de los primeros obstáculos con los que choca esa “ilusión” es el hecho de que la minoría negra es discriminada económica, social y políticamente. Según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, la tasa anual de desempleo en la población negra durante los seis años de gobierno demócrata es de 14,2 %, casi el doble que la tasa de la población blanca. Estas cifras son solo una muestra de qué poco han cambiado las condiciones de vida para la población afroamericana con respecto a los ocho años de gobiernos republicanos anteriores. Al reafirmarse los efectos sociales de la crisis desatada en 2007, la brecha racial se mantiene intacta. El 28 % de los hogares negros vivía en la pobreza en 2011, casi tres veces más que los hogares blancos. La pobreza solo refuerza la discriminación: por ejemplo, entre las personas que no completan el secundario, el 20,5 % de las negras no tiene trabajo, mientras que este porcentaje no llega a la mitad (9,7 %) entre las blancas. La criminalización de la comunidad negra es uno de los aspectos más agudos de la discriminación racial, sufrida especialmente por su juventud. Los blancos, los afroamericanos y los latinos están representados con proporciones similares en el consumo de drogas, pero las tasas de detención, judicialización y encarcelamiento por drogas son desproporcionadamente diferentes. Es casi cuatro veces más probable que un afroamericano sea arrestado por posesión de marihuana que un blanco, a pesar de que las tasas de consumo son casi iguales. Aunque no alcanzan a representar el 13 % de la población de EE. UU., los afroamericanos componen el 41 % de la población en prisiones estatales y el 44 % de los presos que cumplen condena en cárceles federales por delitos relacionados con drogas. A esto se suman las consecuencias de los antecedentes legales, que sufren mucho más los afroamericanos y los latinos. Son estigmatizados socialmente y discriminados legalmente al momento de presentarse a una entrevista laboral, solicitar un alquiler, una beca educativa o el derecho al voto (esto último ha sido utilizado como herramienta de selección, y se sigue utilizando actualmente, como se vio en recientes elecciones presidenciales, especialmente en localidades del sur del país). En el plano de la representación política, aunque existen diferencias en el amplio mapa de legislaturas y consejos locales, la proporción es completamente inversa y la comunidad afroamericana está subrrepresentada, aun cuando son una porción significativa de la población. Muestra de esto es la propia localidad de Ferguson: aunque los afroamericanos son casi el 70 % de la ciudad, tanto el alcalde como el jefe de Policía son blancos, al igual que 5 de los 6 representantes del Consejo local. Y esto tiene un
correlato en la actitud racista de la policía: durante 2013 de un total de 521 arrestos, 483 fueron personas afroamericanas (el 92 %)2. Las protestas iniciadas en Ferguson plantearon un alerta no solo sobre el carácter utópico de la sociedad posracial, sino especialmente sobre la vigencia del racismo como herramienta de dominación social
Los millennials y la confusión posracial En un artículo titulado “¿Por qué los millennials no entienden el racismo?”, el periodista Jamelle Bouie3 hace un análisis sobre una encuesta encargada por la cadena de televisión MTV. El resultado de este estudio muestra que, a diferencia de generaciones anteriores, “los millennials son más tolerantes, diversos y están comprometidos con la igualdad y la equidad social y racial”. Sin embargo, este compromiso se edifica sobre la idea de una sociedad posracial en la que ya no serían necesarias medidas para reducir la desigualdad, e incluso en la confusión de este sector acerca de lo que significa hoy el racismo. Esto se explica en parte en que los millennials (nacidos después de 1980, entre 18 y 30 años) son la generación más grande y diversa desde el punto de vista racial y étnico en la historia de EE. UU. Según el estudio, el 91 % de los encuestados “cree en la equidad” y sostiene que “todas las personas deberían ser tratadas como iguales. Asimismo, el 84 % respondió que en su familia “les enseñaron a tratar a todas las personas igual, sin importar su raza”. También señala que el 62 % cree que “tener un presidente negro muestra que las minorías tienen las mismas oportunidades que los blancos”, y el 67 % considera que esto prueba que la raza no es un obstáculo4. Esto explica también la hostilidad de los millennials a las políticas de acción afirmativa5 (el 88 % cree que toda preferencia racial es injusta, y el 70 % cree que incluso la acción afirmativa es injusta a pesar de las “inequidades históricas”). Sin embargo la generación de los millennials no parece ser del todo monolítica. Dos estudios6 del Centro de Investigación Aplicada (ARC por sus siglas en inglés) de 2011, muestran que en distintos temas como el empleo o la criminalización, los más jóvenes siguen pensando que el racismo existe abiertamente, mientras que en otros como la educación, la vivienda o la salud, no hay racismo, pero el problema racial sigue siendo un factor de importancia. A su vez, los sectores que tienen algún tipo de activismo social o político (aunque son minoritarios) son más propensos a rechazar la etiqueta de posraciales para definirse, y a ver el racismo como un problema aún vigente a nivel general. Aun así, en este segmento existen diferencias entre blancos (que tienden a restarle peso a los problemas raciales) y negros (que sostienen que el racismo sigue vigente). Otro rasgo de este sector es que, según el mismo estudio, entre los millennials se piensa el problema racial como un aspecto de las relaciones interpersonales y no como un problema sistémico o estatal.
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Ferguson pega de lleno sobre la línea de flotación de esta concepción. Las protestas por el asesinato de Michael Brown volvieron a poner el problema racial en un plano nacional, y abrieron una serie de discusiones sobre el impacto que esto tiene en la juventud, y sobre la potencial entrada en escena de los millennials negros como el emergente de una “generación de los movimientos”7. Un indicio de la profundidad de los acontecimientos recientes se encuentra en la fractura evidenciada dentro del mismo movimiento negro entre los jóvenes que protestaban en Ferguson y los líderes históricos del movimiento de derechos civiles. Este sector, respetado por su trayectoria dentro de la comunidad negra, chocó con la ira y bronca de los manifestantes que los vieron como enviados del poder central para calmar los ánimos. Una de las expresiones de este descontento y choque generacional se vivió en el funeral de Michael Brown, donde asistió el reconocido Reverendo Al Sharpton, histórico de la comunidad negra y asesor del gobierno de Obama, un claro representante del establishment. Sharpton eligió no ser una voz profética del pueblo de Ferguson, sino hacer el trabajo que la administración Obama lo envió a hacer. Ese trabajo incluía apaciguar a la gente, afirmando su sensación de justicia, al mismo tiempo que desalentaba el derecho a una justa ira frente a tal injusticia8.
Alejados de la generación que sufrió en carne propia la discriminación más cruda, la generación de los millennials negros está cruzada, sin embargo, por una serie de acontecimientos como el asesinato de Sean Bell, las excesivas penas para los “Seis de Jena”9, el asesinato de Oscar Grant (asesinado por la policía en Oakland en 2009) o el de Trayvon Martin (asesinado por un vigilante civil en Florida en 2012), que han dejado su marca entre los jóvenes afroamericanos. Este “choque generacional” no es un elemento menor. Expresa la erosión de la legitimidad de líderes históricos del movimiento como así también una contratendencia a la carga simbólica e ideológica que ha producido sobre la “concepción posracial” la llegada de un afroamericano a la Casa Blanca.
Desafíos de la “generación de los movimientos” Resulta interesante reflexionar entonces sobre si Ferguson es solo un momento pasajero o si puede dar lugar a un movimiento más extendido. Se trata de explorar la posibilidad de confluencia de lo que algunos ya definen como una nueva generación de activismo negro10 con los fenómenos sociales que se han expresado dentro de la juventud norteamericana en los últimos años, como Occupy Wall Sreet, pero también extensible a otros sectores que cuentan con su apoyo como la lucha por mejores condiciones laborales en los fast foods y por el salario mínimo de 15 dólares la hora11. Así se plantea en algunos artículos que debaten sobre estas posibilidades:
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Fotografía: vox.com
Si un movimiento puede conectar los puntos entonces tiene la posibilidad de galvanizar el movimiento de “Somos el 99 %” y devolverlo a las calles. Lo que queda por ver es si la nueva generación de líderes negros podrá dar un paso adelante y no solo darle voz a esta bronca, sino hacer alianzas estratégicas con “Somos el 99 %” que salió a la calle dos años antes12.
Este desafío se inscribe en uno más general, relacionado con la posibilidad de superar la canalización institucional (perspectiva a la que apuestan los dirigentes del partido Demócrata, con fuertes lazos con la comunidad negra). Pero también vale recordar que, como señalamos en números anteriores13 de Ideas de Izquierda no es automático que los demócratas tengan vía libre para encausar el descontento que expresan los fenómenos sociales que surgieron a su izquierda, en el marco de una gran decepción con el gobierno de Obama. Algo de esto mostró el triunfo de la candidatura de izquierda en Seattle, aunque todavía a escala local. El interrogante que queda abierto es si aquellos que empujan el “giro a izquierda” logran no ser asimilados de una u otra forma como la “pata izquierda” del bipartidismo. El desafío para esta nueva generación que nació a la vida política en plena crisis del neoliberalismo se mantiene. Las nuevas protestas y el desarrollo de los movimientos sociales, que han sido hasta ahora los protagonistas de la salida a la calle de la juventud en Estados Unidos, marcarán el ritmo y los debates políticos y estratégicos necesarios para superar el clima de derrota que todavía carga la generación anterior. Y en ese camino, dinamizar y sumar a la protesta a la clase trabajadora norteamericana, el protagonista imprescindible para cualquier transformación radical de la sociedad actual criticada y denunciada por la juventud desde Occupy hasta Ferguson.
Blog de los autores: teseguilospasos.blogspot. com.ar y sordoruido.blogspot.com.ar 1. En pos de enfrentar la “amenaza terrorista” se votó en el Congreso norteamericano el Acta Patriótica, una herramienta que recorta y restringe las libertades democráticas y civiles. En su momento y hasta hoy, se han presentado múltiples denuncias de organizaciones de derechos humanos que alertan sobre la excesiva vigilancia y la dureza de las penas. A esto se suman las denuncias sobre torturas y abusos en Guantánamo. 2. “Racial profiling data/2013”, disponible en www. ago.mo.gov (Fiscalía del estado de Missouri) 3. “Why Do Millennials Not Understand Racism?”, disponible en www.slate.com. 4. Ídem. 5. La acción afirmativa es una herramienta de “discriminación positiva”, cuyo objetivo es paliar los efectos de la discriminación e igualar las condiciones para acceder a puestos de trabajo, becas, etc. 6. “Millennials, Activism, and Race... Don’t Call Them ‘Post-Racial’”, disponible en www.raceforward.org. 7. “Black Millennials Are Emerging as the ‘Movement Generation’”, The Nation, 28/08/2014. 8. John Halle, “Is Ferguson the American Spring?”, Counterpunch, 27/08/2014. 9. Los “Seis de Jena” fueron seis estudiantes de Louisiana acusados de golpear a un joven blanco en 2006. Unos días antes del incidente, uno de los estudiantes afroamericanos se había sentado a la sombra de un árbol “solo para blancos”. En venganza, un grupo de estudiantes blancos colgaron lazos en el mismo árbol, simulando linchamientos, como amenaza. La dureza de las penas que recibieron los jóvenes negros provocaron protestas y la Justicia debió retroceder en muchas de las condenas. 10. Mychal Denzel Smith, “How Trayvon Martin’s Death Launched a New Generation of Black Activism”, The Nation, 27/08/2014. 11. Ver C. Murillo y J. Gallardo, “Fast food Nation”, en IdZ 4, noviembre 2013. 12. John Halle, ob. cit. 13. C. Murillo y J. Gallardo, “¿Giro a izquierda en la política norteamericana?”, IdZ 6, diciembre 2013.
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Ilustración: Greta Molas
Comunismo y movimiento obrero en la Argentina
Del clasismo al frente popular En los cincuenta o sesenta años transcurridos entre fines del siglo XIX y los orígenes del peronismo fueron cuatro las grandes corrientes o expresiones político-ideológicas de las izquierdas que incidieron en el desarrollo del movimiento obrero argentino. En otros números de IdZ habíamos abordado la experiencia del anarquismo, del Partido Socialista y del sindicalismo. La representada por el Partido Comunista (PC), que fue la más tardía en aparecer, completa ese análisis y aporta a un balance general acerca de los vínculos entre izquierda y clase trabajadora.
Hernán Camarero Historiador, docente UBA. Como tendencia política, el PC tuvo en la Argentina diversos períodos. Inicialmente, actuó como ala izquierda del Partido Socialista (19121917); luego, operó como una organización socialista disidente y revolucionaria de carácter probolchevique (el Partido Socialista Internacional, existente entre 1918 y 1920); finalmente, desde ese último año, ya adoptó el nombre de Partido Comunista, adherente a la Internacional Comunista (IC). Todo ese trayecto fue recorrido bajo el liderazgo del tipógrafo José F. Penelón y, más tarde, de la dupla conformada por Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi. El PSI-PC se presentó como expresión de los nuevos tiempos abiertos por la Revolución de Octubre en Rusia y el ascenso revolucionario
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europeo de postguerra. En su primera etapa, esta corriente fue una expresión marginal en el movimiento obrero. Pero desde mediados de los años veinte, con la implantación molecular de sus células de empresa y sus agrupaciones gremiales y, más tarde, con la constitución y dirección de los principales sindicatos industriales y de las huelgas fabriles, el PC se convirtió en un impulsor clave de la movilización de los trabajadores. En el transcurso de esos años, el partido logró agrupar a miles de militantes, adquirió una presencia notable en el seno de la Confederación General del Trabajo (CGT) y constituyó múltiples instituciones socioculturales en el seno de la clase obrera. Pero al mismo tiempo, sin escapar de las tendencias generales del proceso mundial, el partido fue consustanciándose con los intereses de la burocracia soviética y asumiendo los presupuestos teóricos y políticos del estalinismo. Esta deriva, junto a la aparición del peronismo, acabó abortando una de las experiencias más importantes de inserción de un partido de izquierda en la Argentina.
La implantación comunista en la clase obrera industrial La inserción de los comunistas entre los trabajadores durante las décadas de 1920 a 1940 se verificó bajo un contexto preciso. En aquella época, como producto de la industrialización sustitutiva, hubo una presencia cada vez más gravitante de obreros en los centros urbanos, con un gran monto de reivindicaciones insatisfechas, pues las tendencias al aumento del poder adquisitivo del salario y al descenso de los índices de desocupación de la segunda mitad de los años veinte, se revirtieron tras la crisis de 1930, y los índices sólo volvieron a mejorar, desde mediados de esa década, exclusivamente en lo que hacía a la baja del desempleo. Fueron años de intensa acumulación del capital, con incremento de la explotación laboral y con escasas iniciativas redistributivas. El crecimiento de un proletariado industrial nuevo, numeroso y concentrado, mayoritariamente semicalificado o sin calificación, en donde la situación laboral era ostensiblemente precaria, dejaba un vacío de representación. Esos trabajadores se enfrentaban a formidables escollos para agremiarse y hacer avanzar sus demandas en territorios poco explorados por la militancia, dada la hostilidad de los empresarios y del Estado. Para abrirse paso a través de esos obstáculos, se requerían cualidades políticas que no todas las corrientes del movimiento obrero estuvieron en
posibilidad de exhibir. Allí había disponibilidad y oportunidad para el despliegue de una específica acción sindical y política. En este escenario los comunistas demostraron mayor iniciativa, habilidad y capacidad para acometer los desafíos, sobre todo, si realizamos una comparación con los anarquistas, socialistas y sindicalistas. Más allá de las equívocas (e incluso nefastas) estrategias generales que el PC impulsó en el marco de su conversión al estalinismo, que lo incapacitaron para convertirse en una alternativa de dirección revolucionaria de la clase obrera, lo cierto es que, en los hechos, dicho partido no dejó de ser la principal corriente en promover prácticas combativas y clasistas en el ámbito industrial. Los comunistas recrearon parcialmente una experiencia confrontacionista como la que anteriormente había sostenido un anarquismo, ahora bajo una debilidad innegable. No tuvieron la misma suerte, en cambio, entre los asalariados del transporte, los servicios y algunos pocos manufactureros tradicionalmente organizados, con muchos trabajadores calificados, en donde la hegemonía era disputada por socialistas y sindicalistas, tendencias que ya venían negociando con los poderes públicos, habían obtenido conquistas efectivas para los trabajadores, gozaban de poder de presión y estaban en proceso de fuerte institucionalización (incluso, de burocratización, como la Unión Ferroviaria). El PC pudo protagonizar una decisiva experiencia clasista de organización en el ámbito obrero fabril, no durante su primera década como corriente, sino a partir de 1925, con la orientación de la “proletarización” y la “bolchevización”. Un aspecto de ella fue que el partido se fue haciendo más jerárquico, centralizado e intolerante con las diferencias internas, en sintonía con los postulados de una IC que iniciaba su proceso de degeneración. Pero lo que nos interesa señalar aquí es el cambio en la estructura del PC: la reubicación de todos sus militantes en clandestinas células obreras (sobre todos, las de “empresa o taller”), que significaron una novedosa forma de organización de base antipatronal. Ellas pasaron a ser la entidad fundamental de un partido que viró hacia una actividad combativa e ilegal. Desde ese entonces y hasta 1943 el PC mutó en una formación política integrada mayoritariamente por obreros industriales. Los comunistas contaron con recursos infrecuentes: un firme compromiso para la intervención en la lucha social y una ideología redentora y finalista (una peculiar
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manera de concebir al “marxismo-leninismo”), que podía pertrecharlos con sólidas certezas doctrinales. Las células y otros organismos de base resultaron aptos para la penetración en los ámbitos fabriles y para el agrupamiento de los obreros de dicho sector. En no pocos territorios industriales, los comunistas se convirtieron en casi la única voz que convocaba a los trabajadores a la lucha por sus reivindicaciones. La implantación fue posible gracias a esa estructura partidaria celular y blindada, verdadera máquina de reclutamiento, acción y organización, que el PC pudo instalar en una parte del universo laboral.
El PC en las luchas y organización del movimiento sindical Desde fines de los años veinte, las organizaciones sindicales dirigidas o influenciadas por el PC desplegaron una línea combativa, la cual se expresó en violentos conflictos durante el segundo gobierno de Yrigoyen, la dictadura uriburista y las presidencias de Justo, Ortiz y Castillo. Hubo una serie de estridentes huelgas: la de la localidad cordobesa de San Francisco, de 1929; las del ramo de la madera, en 1929, 1930, 1934 y 1935; las de los frigoríficos, desde 1932 en adelante; la de los petroleros de Comodoro Rivadavia, ese mismo año; la masiva y extraordinaria de los trabajadores de la construcción de 1935-1936 (combinada con huelga general); y la innumerable cantidad de paros entre los metalúrgicos, textiles y del vestido, entre otros, que el PC impulsó en los años siguientes. El costo de esa resistencia no fue menor: el PC sufrió una sistemática persecución por parte de la Sección Especial de Represión del Comunismo y cientos de sus adeptos fueron encarcelados, deportados (merced a la aplicación de la Ley de Residencia) y/o sufrieron frecuentes torturas, entre ellos, buena parte de los miembros del Comité Central. El partido no sólo fue declarado ilegal sino que hubo un proyecto en el Senado de la Nación para convertir esa persecución en ley. Hacia mediados de la década de 1930 el partido completó su implantación, logró el control de importantes organizaciones gremiales y encontró un lugar en la conducción de la CGT, consiguiendo su vicepresidencia en 1942, en manos del albañil Pedro Chiarante. El PC impuso a sus cuadros como secretarios generales de los seis sindicatos claves del sector industrial: la poderosa Federación Obrera Nacional de la Construcción, la Federación Obrera de la Industria de la Carne, el Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica, »
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HISTORIA
“ El crecimiento de un proletariado industrial nuevo, numeroso y concentrado, mayoritariamente semicalificado o sin calificación, en donde la situación laboral era ostensiblemente precaria, dejaba un vacío de representación.
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la Unión Obrera Textil, la Federación Obrera del Vestido y, posteriormente, el Sindicato Único de Obreros de la Madera. La gran mayoría de ellos eran miembros del propio Comité Central del PC en 1943. En ese entonces, esas y otras organizaciones sindicales dirigidas por el PC superaban los cien mil afiliados/cotizantes. Los militantes del PC generalizaron (y en algunos casos, introdujeron), una serie de características novedosas en el sindicalismo único por rama industrial. Una de ellas fue la creación y expansión de los Comités de Empresa y las Comisiones Internas de fábrica, que irradiaron los tentáculos del gremio hasta los sitios de trabajo y canalizaron las demandas a través de una instancia de organización de base. Desde la segunda mitad de los treinta, con la adopción de la estrategia del frente popular, aparecieron nuevos rasgos: el creciente pragmatismo que comenzó a postular el partido con respecto a la negociación con el Estado, en particular, con un Departamento Nacional del Trabajo (DNT) que expandía su voluntad intervencionista. Como parte de ello, estuvo la negociación de cada vez más ambiciosos convenios colectivos con las entidades patronales, a partir de comisiones paritarias reguladas bajo el marco del DNT. En algunos de los sindicatos dirigidos por el PC también fueron despuntando ciertos fenómenos de burocratización.
Clase contra clase y frente popular: un partido sometido a las estrategias estalinistas de la IC La presencia del comunismo entre los trabajadores se mantuvo e incluso extendió mientras el partido actuó bajo los diversos lineamientos propiciados por la IC, sucesivamente: los del frente único (1921-1928), los de clase contra clase (1928-1935) y los del frente popular (1935 en adelante). Es decir, ella siguió una curva de ascenso más o menos constante, que pareció independizarse de estos virajes. Los militantes continuaron desarrollando una misma serie de rutinas de movilización y organización de la clase trabajadora. Sin embargo, estas alteraciones de estrategia no fueron inocuas para explicar los avances y retrocesos de la influencia obrera del PC, y para comprender el papel histórico de éste. No es del todo correcto un señalamiento del intelectual socialista José Aricó, quien sostuvo que el inicio de cierta conquista de las masas
obreras por el PC se produjo hacia principios de los años treinta, momento a partir del cual habrían comenzado a cosecharse los frutos de la política sectaria pero al mismo tiempo combativa de clase contra clase (propia del llamado “tercer período” de la IC). En verdad, esta penetración fue previa a ello, pues se inició hacia 1925. Al mismo tiempo, los resultados de aquella no fueron unívocamente “beneficiosos”, pues hubo contrapartidas notables: los comunistas quedaron ubicados en posiciones aventureras que llevaron a derrotas en huelgas lanzadas por cuenta y orden del partido, sin medir si la oportunidad era adecuada y si la correlación de fuerzas era favorable para tomar estas decisiones; además, los ubicó por fuera de la principal organización gremial del país (la CGT), al constituir una agrupación sectaria y aislada, el Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSC). A partir de 1935, con el planteo del frente popular antifascista, se produjeron otros efectos contraproducentes, pero de un orden distinto: se fueron supeditando las reivindicaciones de los trabajadores a una política de acuerdo con la burguesía “aliada” y “democrática”. Los comunistas, mientras se hacían fuertes en los sindicatos industriales y canalizaban las demandas laborales, en el terreno político, en cambio, propiciaban convenios con expresiones pretendidamente “progresistas” del campo patronal. Quisieron establecer una gran alianza opositora al gobierno conservador junto a la UCR, el PDP y el PS, levantando con ahínco la candidatura de Marcelo T. de Alvear a la presidencia en 1937. Esta línea fue anestesiada en el bienio 1939-1941, cuando perduró el tratado de no agresión nazi-soviético Ribbentrop-Mólotov y por ende se estableció la táctica del “neutralismo”. Pero desde junio de ese último año, con la invasión alemana a la URSS, el frentepopulismo volvió con vigor y encontró al PC como el más entusiasta impulsor de lo que años después derivó en la Unión Democrática. Estos desatinos estratégicos del PC remitían a su desvarío programático, originado en la hipoteca teórica, ideológica y política que éste tenía con el estalinismo. Ya desde fines de la década de 1920 el PC venía radiografiando la estructura socioeconómica del país en términos de un capitalismo deformado por el imperialismo, el latifundio y los resabios semifeudales. De allí derivó una caracterización: el país
requería de una revolución “democrático-burguesa, agraria y antiimperialista”, como ciclo previo a un horizonte socialista de futuro indeterminado. Este planteo etapista se afianzó e incorporó nuevos rasgos con el llamado al frente popular (1935), fundamentado plenamente en el IX Congreso de 1938 y profundizado en el X Congreso de 1941. Paradojalmente, el autodenominado “partido de la clase obrera” terminaba definiendo como problema principal del país no al capitalismo, sino al insuficiente desarrollo del mismo. La contradicción entre la clase obrera y los capitalistas quedaba relegada a un segundo plano en la orientación central del PC: el proletariado poseería aliados naturales en el campo de una fantasmal burguesía nacional desvinculada del capital extranjero y la oligarquía agraria. Los comunistas pasaron a enunciar una lucha contra el fascismo y por la democracia, sin ningún tipo de especificación del carácter de clase de esos fenómenos, lo cual terminó reforzando un programa reformista y de conciliación con fracciones de la burguesía. En ello, empalmó con el PS. De este modo, hacia comienzos de los años cuarenta, la mayor parte de la izquierda no expresaba una hegemonía política genuinamente socialista en las masas populares; incluso, convertía en precario su predominio sindical entre los trabajadores. El socialismo alcanzaba sus mayores bancadas parlamentarias y confiaba en mantener la lealtad entre sus dirigentes en varios gremios (lo que finalmente no se verificó), mientras el comunismo consolidaba su poderío en el sindicalismo industrial y ganaba espacios en la CGT. Sin embargo, ambos partidos se unificaban en torno a un proyecto aliancista con fuerzas sociales y políticas tradicionales, detrás de un programa republicanista y antifascista de difícil conjugación con las demandas efectivas de una clase obrera en ascenso numérico y movilizacional. La experiencia del PC en el movimiento obrero, entonces, expone el caso de una fuerza política que, habiendo logrado una notable inserción a nivel de base y en las estructuras del sindicalismo industrial, y promoviendo durante todo un período una serie de posiciones y acciones clasistas y combativas, acabó naufragando como alternativa histórica, debido a los límites insalvables de su estrategia y sus concepciones político-programáticas, las cuales fueron cada vez más conjugables con el reformismo y la conciliación de clases. Al fin y al cabo, se trató de un partido que fue ganado por la rigidez monolítica, matrizado por la indigencia teóricapolítica del estalinismo y sometido a los dictados de la burocracia soviética. Pero a este factor permanente, se agregó un nuevo componente histórico hacia mediados de los años ‘40, el de la emergencia del nacional-populismo burgués, representado por el peronismo, que alcanzó una base de masas entre los trabajadores. Se impone una reflexión específica que analice esa coyuntura y explore el impacto que significó en el vínculo entre movimiento obrero y las izquierdas. Lo exploraremos en una próxima entrega.
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Capitalismo siglo XXI: un mundo menos plano que nunca El ascenso de economías como China, India o Brasil a los primeros puestos en los rankings mundiales, reforzaron una idea que acompañó desde un principio los análisis de la globalización: que el mundo se volvió “plano”, y categorías como imperialismo y dependencia perdieron relevancia. Contrariando estos planteos, la economía mundial ha ampliado las jerarquizaciones. Ilustración: Anahí Rivera
Esteban Mercatante Economista, comité de redacción.
El ascenso de las economías emergentes y sus límites Entre 2000 y 2013, la producción manufacturera mundial creció un 37 %. Casi la totalidad de este aumento tuvo lugar en los países llamados “emergentes” (donde creció 112 %), mientras que en los países avanzados se quedó prácticamente estancada (apenas aumentó 1,5 %). Como resultado, la mitad de la producción manufacturera mundial tiene lugar hoy en los países emergentes1. Este período exacerbó lo que ya venía incubándose desde los años ‘80. Durante el período que va desde entonces hasta hoy se reorganizó la producción manufacturera de la mano de una novedosa internacionalización productiva. Numerosos procesos se trasladaron a economías de lo que históricamente el capitalismo desarrollado definió como su “periferia”. El peso de la producción manufacturera se redujo en las economías más ricas, a la vez que se expandía en numerosas economías de la periferia. Gran Bretaña perdió 25 % de su industria entre 1980 y 1984. Entre 1973 y finales de los años ‘80 las economías más industrializadas de Europa perdieron un cuarto
de la cantidad de empleados en la manufactura2. En los EE. UU. ocurrían procesos similares en una escala aún más profunda. La industria del acero pasó de emplear 520 mil obreros en 1974 a ocupar 168 mil en la década del ‘80. Al mismo tiempo, la producción –y la exportación– crecía en países como Corea del Sur, India o Brasil. Para el año 2000, la producción conjunta de Brasil, China, Corea del Sur, India, Taiwán y México era casi tres veces la de EE. UU.3 Esto se replicó en variadas industrias. En las últimas dos décadas se registra un aumento en el peso de los países –en vías de desarrollo– en la mayor parte de los rubros del comercio mundial, incluyendo manufacturas de cierta complejidad, de la mano de un importante crecimiento de sus exportaciones hacia las economías desarrolladas. Esto conllevó cambios que no pueden minimizarse. La tradicional tendencia deficitaria del comercio exterior de los países dependientes con las economías industrializadas, ha sido reemplaza por fuertes superávits. Durante la última década, el conjunto de las economías dependientes acumuló superávit
comercial con las economías más ricas. Esto significa que estas economías pasaron de deudores a acreedores netos con el mundo desarrollado. EE. UU., por el contrario, es desde hace décadas una economía con fuerte déficit comercial, que ha financiado endeudándose con el resto del mundo. Lo mismo ocurre con buena parte de Europa. Entre los ricos, Alemania y Japón siguen siendo fuertemente superavitarios. Pero esta emergencia de sectores del Sur Global como espacios dinámicos de la acumulación de capital muestra rasgos ambivalentes. Las economías más desarrolladas mantienen los primeros puestos en los sectores que lideran el desarrollo científico y tecnológico. Las manufacturas de mayor complejidad (como la maquinaria de alta precisión, condensadores eléctricos, máquinas herramienta) siguen siendo diseñadas y fabricadas en un puñado de países que manejan alta tecnología y productividad. En estos subrubros las exportaciones de los países más desarrollados han seguido en aumento. En la rama electrónica, si bien de conjunto se registra una fuerte caída en la participación de las exportaciones de »
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“ Unos pocos cientos de corporaciones, que a la vez extienden su control sobre otros miles de empresas gracias a participaciones en su capital accionario, dominan la producción mundial.
los países desarrollados, su participación se mantiene en los componentes activos de alta tecnología (aumentando en circuitos integrados y microconjuntos electrónicos)4 y de tecnología intermedia. Las exportaciones de manufacturas complejas se siguen concentrando en los países más desarrollados. Además, buena parte de las manufacturas de alta tecnología que exportan las naciones emergentes tiene componentes claves que son provistos por las industrias de las economías más ricas. Para concluir, si tomamos sólo el tamaño de economías como China –la segunda economía mundial– o Brasil –la sexta– podemos olvidar el abismo que mantienen en relación al mundo desarrollado en lo que hace a su capacidad de producción de riqueza. En el caso de China, su productividad total es alrededor de un 15 % la de los EE. UU.5.
¿Quién articuló –y se benefició de– el desarrollo desigual global? Si la persistencia de patrones tecnológicos diferenciados es un primer dato de peso para captar la persistencia de relaciones jerarquizadas en la economía global, lo que la pone en evidencia de forma aún más marcada es el rol protagónico que tuvieron las Empresas Multinacionales (EMN) de las economías más ricas en moldear el desarrollo capitalista en las economías dependientes a través de la inversión directa, así como en ser las mayores beneficiarias de su conformación actual. Al calor de la internacionalización productiva se afianzó un núcleo de empresas que controlan los principales nodos alrededor de los que se articula la circulación de capital y mercancías a escala global. Como plantean Peter Nolan y Jin Zhang, tres décadas de globalización “presenciaron un grado de consolidación internacional y concentración industrial sin precedentes. Este proceso ocurrió en casi todos los sectores, incluyendo los productos de alta tecnología, bienes de consumo de marca y servicios financieros”.6 Entre 1980 y 2000, los flujos de inversión extranjera directa (IED) crecieron 28 veces. En el caso de EE. UU., solo durante los cuatro años de la administración Carter (1977-81) los bancos
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y corporaciones norteamericanas triplicaron sus inversiones en el extranjero7. Japón y las economías de Europa siguieron, con retraso, una tendencia similar. En el caso de Japón, su inversión extranjera directa se triplicó entre 1985 y 1989, y creció otro 50 % entre 1991 y 1995, al calor de los esfuerzos de sus corporaciones por construir cadenas de producción integradas con Taiwán, Corea del Sur, China y Malasia. En el caso de Alemania, entre 1985 y 1990 cuadriplicó su inversión extranjera directa, y volvió a duplicarla entre 1990 y 19958. Para algunos autores, al calor del ascenso de economías de la vieja periferia, esta tendencia se ve transformada. Por ejemplo el francés Pierre Dockès sostiene que: Los capitales ya no se desplazan principalmente del Norte al Sur, como se dice a menudo, sino que se trasladan de los países recientemente emergidos hacia los países maduros y los países que todavía están en vías de desarrollo9.
Dockès habla de un imperialismo “al revés” o “de emergencia”. Sin embargo, estas afirmaciones no se sustentan cuando buscamos medir el real alcance de las transformaciones en las relaciones entre los viejos centros desarrollados y las economías “emergentes” más fuertes. Cierto, el desarrollo capitalista en estas economías ha dado lugar al desarrollo de corporaciones con base nacional en ellas que se expanden por el mundo. Y que no sólo tienen activos en otras economías dependientes sino también en las economías desarrolladas. De esta forma movimientos que antes iban en una sola dirección, ahora ocurren en ambas. Los capitales de cualquier origen nacional tienen, en principio, las puertas abiertas para expandirse globalmente. Sin embargo, el peso de las asimetrías reales se impone. Y por muchos vistosos casos de magnates de India, Corea, China, México o Brasil saliendo de compras por el mundo, el control de los nudos estratégicos de la economía global se mantiene concentrado; en pocas grandes corporaciones, provenientes –mayormente– de los países ricos.
Pero estas condiciones, ¿no están siendo puestas en cuestión por el propio dinamismo económico que otorga a las compañías de los países emergentes oportunidades para empezar a ubicarse al tope de la lista? Conviene no apresurarse a responder afirmativamente. Tras décadas de fuerte crecimiento, varios países asiáticos, y en los últimos tiempos especialmente China, han conformado grandes conglomerados empresarios cuyo tamaño los coloca en altos puestos en el ranking global. El último ranking de Fortune 500 ubica a China en el segundo lugar con 89 de las mayores firmas. EE. UU sigue bien arriba con 132 firmas entre las 500. Japón está tercero con 62, y Alemania cuarto con 29. La UE de conjunto tiene 141 empresas dentro de las 500. Brasil cuenta con apenas 8 empresas, India 8, Taiwán 6, México 3, Corea del Sur 2. Si comparamos estas participaciones en el Global 500 con las de 2006, observamos que EE. UU. tiene 30 empresas menos en el ranking, lo mismo ocurrió en Europa, y Asia creció sensiblemente (todo el continente sumaba 105 empresas en el ranking en 2006), especialmente como consecuencia de la mayor participación China. Lo primero que se observa es que, juzgando por este ranking de las empresas de mayor envergadura, las economías más ricas (EE. UU., la UE de conjunto y Japón) conservan un rol preponderante, superior al peso de sus economías, representando el 67 % del ranking. La mentada “emergencia” del Sur global no tiene lugar en el podio de las grandes corporaciones globales. El caso de China parece ser una excepción. La segunda economía del planeta empieza a acercarse a tener el 20 % del panel. Un gran aumento en menos de una década (en 2002 tenía apenas 11 firmas). Sin embargo, traducir de este posicionamiento de firmas chinas en capacidad de expansión global resulta apresurado. Las más grandes firmas de China vienen aumentando su adquisición de activos extranjeros. En 2010 China se convirtió en el quinto mayor inversor en el extranjero, siendo superada sólo por EE. UU., Alemania, Francia y Hong Kong. Pero “su nivel de inversión extranjera es pequeño comparado con los inmensos sistemas de producción que se han construido a través de las corporaciones internacionales líderes”10. En contraste, el peso del capital extranjero en los sectores dinámicos de china es abrumador: las grandes firmas de estas regiones [Europa, Norte América y Asia del Este] están profundamente insertas en la economía china, mientras que las firmas de China son casi invisibles en el núcleo desarrollado11.
Unos pocos cientos de corporaciones, que a la vez extienden su control sobre otros miles de empresas gracias a participaciones en su capital accionario, dominan la producción mundial.
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Hoy se estima que 700 empresas transnacionales abarcan un 10 % de la riqueza mundial. 51 de ellas están entre las 100 más grandes economías del mundo, superando las de varios países. Un estudio reciente sobre las interconexiones de las empresas transnacionales (de las que el estudio identifica 43.060 según los criterios de la OCDE), estima que casi el 40 % del valor económico de las empresas transnacionales en el mundo es controlado, a través de una compleja red de relaciones de propiedad, por un grupo de 147 empresas12, ligadas a un número reducido de instituciones financieras. A su vez, 1.318 empresas explican por sí solas “el 20 % de los ingresos de explotación mundiales”; su peso se amplía si consideramos las redes de empresas en las cuales estas tienen participación accionaria. ¿Incluye este núcleo de 1.318 empresas algunos cientos de firmas con capital de origen en economías dependientes? Por supuesto, aunque en muchos casos el peso que tienen en estas EMN de países dependientes los fondos de inversión controlados por bancos internacionales llega a ser muy importante (hasta 40 % del paquete accionario). Pero incluso cuando así no fuera, su participación no subvierte ni reduce la capacidad de control de la economía global de las EMN con origen en las economías imperialistas. Contribuye, por el contrario, a amplificarlo a través de asociaciones cruzadas que refuerzan su penetración –a través de las más variadas formas de asociación– en las economías dependientes, aunque a cambio éstas también obtengan una participación en corporaciones de las economías más ricas.
Los beneficios de “ser dueño” De lo que analizamos hasta acá, se desprende que la acumulación se encuentra cada vez más subordinada a unos pocos cientos de firmas, que definen con sus estrategias globales en qué países se profundiza la acumulación de capital –y por lo tanto el desarrollo– y en qué países este se estanca a retrocede mientras se extrae plusvalía para girarla a las casas matrices. Es decir, dónde se acelerará o se enlentecerá el crecimiento. El desarrollo desigual (y combinado) ha transformado ciertas áreas de la “periferia” capitalista en las más dinámicas. En el contexto de la actual internacionalización productiva, no resulta sorprendente que en estas economías dependientes emerjan corporaciones que también se expanden globalmente. Lo que es notorio es que aún así estas economías exhiben una preponderancia del capital trasnacional que es el rasgo saliente de los procesos de desarrollo capitalista tardío en la época imperialista, a diferencia de las economías de desarrollo capitalista tardío hasta los albores del siglo XX. Hasta un autor de insospechables credenciales marxistas como Thomas Piketty señala las consecuencias que tiene esto:
el país cuyas firmas y otros activos de capital son poseídos por extranjeros podría muy bien tener un producto interno elevado pero un ingreso nacional mucho más bajo, una vez que se deducen las ganancias y rentas que fluyen al extranjero13.
Por supuesto, en una economía internacionalizada, la extranjerización de buena parte de los activos productivos caracteriza a todas las economías, y no solo a las dependientes. Pero hay diferencias sustantivas. La mayor parte de las economías más ricas poseen tanto capital en el exterior como el que los extranjeros poseen dentro de su economía, por lo que su posición neta se encuentra equilibrada. Lo contrario ocurre en la mayor parte de las economías dependientes. La diferencia se hace más marcada, en desmedro de las economías dependientes, si solo consideramos los activos productivos, es decir el peso que tiene la extranjerización en las empresas nacionales. Es que en el balance global de activos pesa el hecho de que muchas economías como China, o Corea, acumulan importantes activos monetarios y financieros en dólares. La economía norteamericana tiene una posición neta de activos negativa, pero la mayor parte de la misma se debe a los bonos del tesoro en posesión de otros países. A primera vista, la situación no se compara con la de comienzos del siglo XX. Hoy, los países que más activos externos netos acumulan son Japón (70 % del ingreso nacional) y Alemania (50 %, nivel similar en este caso al de comienzos de siglo XX), tienen volúmenes de activos netos en el exterior sustantivamente más bajos que los que tenían las principales potencias imperialistas de hace cien años (entre el 100 % y 200 % del ingreso nacional). Esto significa, a primera vista, que el rol de la riqueza en el extranjero no juega el mismo rol que en otros tiempos. Pero esta sería una conclusión apresurada. Numerosas investigaciones concluyen que la riqueza en el exterior de los residentes de los países más ricos se encuentra sensiblemente subestimada. Aunque de conjunto los países de la OCDE aparecen con una posición deudora, en realidad las estadísticas mundiales tienen un importante agujero negro. Si se agregan todos los países del mundo, se obtiene una posición global fuertemente negativa. ¡El mundo entero estaría en déficit consigo mismo! Esto es por definición imposible, y los balances negativos de unos países deberían saldarse con balances positivos de otros. Este resultado evidencia una subdeclaración de riqueza. Gabriel Zucman estimó que en los paraísos fiscales podría localizarse una riqueza equivalente al 10 % del producto bruto global. James Henry estima que la proporción es tres veces ésta. Considerando que las estimaciones sugieren que más de tres cuartos de la riqueza de los paraísos fiscales pertenece a residentes de países ricos, la posición es sustancialmente diferente
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a la de las estadísticas oficiales. La riqueza de los sectores más ricos de los países ricos en el resto del mundo se muestra abrumadora. Buena parte de ésta remite a EMN de Europa y EE. UU. que giran sus ganancias a paraísos fiscales. La riqueza que se apropian las multinacionales, y el destino que le dan, resulta un determinante primordial en el desarrollo de las economías dependientes. Puede dinamizarlas durante un período y ser un factor de fuertes desequilibrios en el siguiente. Y, sobre todo, tiende a mediano plazo a crear una sangría de recursos girados a las casas matrices, que se deducen del ahorro nacional para inversión14. La concentración de poder económico en manos de las EMN en el capitalismo contemporáneo, con preponderancia de capitales originados en los países más ricos aunque abierto a la integración de corporaciones radicadas en los países dependientes, ha reforzado el antagonismo entre los intereses de la burguesía y los de la nación en todos los países dependientes. La necesidad de cortar con este nudo gordiano es una cuestión fundamental, que solo puede llevar a cabo la clase trabajadora. Blog del autor: puntoddesequilibrio.blogspot. com.ar 1. Según datos del CPB World Trade Monitor. 2. Eric Hobsbawm, The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914–91, Londres, Abacus, 1994, p. 304. 3. David McNally, The Global slump. The Economics and Politics of Crisis and Resistance, Oakland, Spectre-PM Press, 2001, p. 47. 4. Enrique Arceo, El largo camino a la crisis, Bs. As., Cara o Ceca, 2011, p. 154. 5. Ver las estadísticas publicadas por The Conference Board. 6. Peter Nolan y Jin Zhang, “Global competition after the financial crisis”, New Left Review 64, julioagosto 2010. 7. Jeffrey A. Frieden, Global Capitalism: Its Fall and Rise in the Twentieth Century, New York: W. W. Norton, 2006, p. 371. 8. Los datos de Alemania y Japón provienen de los Economic Survey provistos por la OCDE. 9. Pierre Dockès, “Globalisation et ‘impérialisme à l’envers’”, en Wladimir Andreff (Dir.), La globalisation, stadesuprême du capitalisme?, París, Pressesuniversitaires de Paris Ouest, 2013. Tomado de Michel Husson, “Notas sobre el imperialismo contemporáneo”, Viento Sur, verano de 2014, quien lo cita aprobatoriamente. 10. Ídem. 11. Nolan y Zhang, ob. cit. 12. Stefania Vitali et. al., “The Network of Global Corporate Control”, PLoS ONE, Volume 6, Issue 10, Zurich, octubre 2011. 13. Capital in the Twenty-first Century, Harvard University Press, 2014, p. 43. 14. En el caso de la Argentina, durante la década kirchnerista, en promedio los giros de utilidades equivalieron a un 10 % de la inversión nacional.
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Un siglo después, los marxistas y la Primera Guerra Mundial
Ideas claras entre una infernal música de muerte
Guillermo Iturbide CEIP León Trotsky. Nosotros, revolucionarios marxistas, no tenemos ninguna razón para perder las esperanzas. La época en la cual estamos entrando ahora, será nuestra época. El marxismo no está derrotado. Al contrario, si bien el estampido de la artillería en todos los campos de batalla de Europa significó la bancarrota de las organizaciones históricas del proletariado, también proclama la victoria teórica del marxismo. ¿Qué queda ahora de las esperanzas de un desarrollo “pacífico”, de la mitigación de los contrastes de clase, del tránsito gradual al socialismo? (…) La guerra, por lo tanto, no resuelve la cuestión obrera sobre una base imperialista. Al contrario, la intensifica, planteando como alternativa para el mundo capitalista la guerra permanente o la revolución permanente. (…) Nosotros, los socialistas revolucionarios, no queríamos la guerra. Pero no le tememos. (…) Ponemos manos a la obra entre el rugido de los cañones, la destrucción de las catedrales y el alarido patriótico de los chacales capitalistas. Mantendremos claras nuestras ideas en medio de esta infernal música de muerte. Nos sentimos la única fuerza creadora del futuro. Somos muchos más de lo que parecemos. Mañana seremos mucho más numerosos que hoy. ¡Sesenta y siete años después de la publicación del Manifiesto Comunista, millones de hombres se agruparán bajo nuestra bandera, hombres que no tienen nada que perder, salvo sus cadenas!1
En este mes de octubre, mientras usted lee esta revista, se está cumpliendo un siglo desde que se escribieron las líneas de aquí arriba. Seguramente al lector lo arrebate la belleza del estilo y, por lo demás, si piensa que tres años después su autor dirigió la Revolución rusa, entonces le
Ilustración: Anahí Rivera
parezcan sensatas. Pero si se ubica mentalmente en 1914, se dará cuenta de que la gran mayoría de los lectores de ese entonces deben haber pensado que León Trotsky era un serio candidato a un lugar en un hospital mental… En ese escenario, en el campo de la teoría, se estaba produciendo una enorme renovación.
El fundamento de una reelaboración del marxismo, centrado en el combate Marxistas en la Primera Guerra Mundial, la antología que acaba de publicar el IPS y el CEIP León Trotsky, explora el nexo entre dos “instituciones” aparentemente separadas y opuestas: la guerra y la revolución. En el partido más importante de la Segunda Internacional, la socialdemocracia alemana, Franz Mehring es el primero en llamar la atención del movimiento obrero sobre la necesidad de estudiar los problemas de estrategia militar, con la publicación de la obra sobre la historia de la guerra de Hans Delbrück. Luego, en el debate alrededor de la huelga de masas, protagonizado por Rosa Luxemburg por un lado, y Karl Kautsky por el otro, este último toma los conceptos desarrollados por Delbrück sobre los dos tipos de estrategias de la guerra moderna2, para utilizarlos en la polémica: el movimiento obrero debe adoptar una “estrategia de desgaste” que, en su adaptación a la política socialdemócrata, implica evitar lo más posible el enfrentamiento con el Estado e ir conquistando posiciones en forma gradual hasta ir “agotando” al enemigo. Quedaba claro que aquí la alusión a la guerra no era más que una metáfora. La famosa fórmula de Clausewitz de que “la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios” aún no había sido asimilada conscientemente por el marxismo y
traducida a una estrategia política revolucionaria de los trabajadores antes de la guerra de 1914. En los años inmediatamente previos a la guerra, cuando se consolida la burocracia de los partidos socialdemócratas y de los sindicatos, tiende a fortalecerse mayoritariamente entre los socialistas una concepción de la guerra y la política como dos instancias mutuamente excluyentes. No obstante, es el ala izquierda de la Internacional quien tiende puentes entre ambas. Lenin y Rosa Luxemburg fueron redactores del Manifiesto contra la guerra del Congreso de Basilea de la Segunda Internacional (1912) [41], donde plantean no solo medidas para evitar el peligro de guerra, sino que, además, plantean cómo continuar una política revolucionaria durante la guerra en caso de no poder evitar su estallido. Lenin en 1915 se dedica a una reelaboración del marxismo partiendo de criticar las falencias de la teoría predominante en los tiempos de preguerra de la Segunda Internacional3. Carl Schmitt consideró a las notas de Lenin sobre Clausewitz como “uno de los documentos más formidables de la historia universal y de las ideas” (Teoría del partisano). Una parte clave de esta reelaboración pasa por acometer la “traducción” de la famosa fórmula de Clausewitz, donde ya la relación entre guerra y política obrera no es una simple metáfora, como era para Kautsky, sino que guarda relación con el carácter de la nueva era que se abre en 1914: la época imperialista, caracterizada por crisis sociales, políticas y económicas, por guerras y por revoluciones, lo cual impone a la política obrera despojarse de su visión gradualista y prepararse para un escenario más convulsivo, donde los enfrentamientos de clase ya no pasan solamente por
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huelgas y manifestaciones más o menos pacíficas, sino que llevan frecuentemente a enfrentamientos violentos. Aun con discusiones, solamente el ala izquierda agrupada en la Conferencia de Zimmerwald llevará a cabo esta política en la Primera Guerra Mundial. Es llamativo también que luego, en la década de 1930, ante la perspectiva de la Segunda Guerra Mundial (y donde ya no solamente la socialdemocracia jugará un rol contrarrevolucionario, sino también el estalinismo), prácticamente todos los grupos socialistas de oposición y sus organizaciones internacionales se disolverán ante el estallido de la guerra en 1939, a excepción de la Cuarta Internacional, que pudo enfrentarla armada con las lecciones de la izquierda zimmerwaldiana4 de la Primera Guerra y así sobrevivir al final de la guerra en 1945, luego de haber tenido que luchar, con debates y diferencias, en condiciones extremadamente difíciles.
La lucha de clases también atraviesa la guerra, primero intrincadamente, luego en forma abierta En 1887, Friedrich Engels formuló una profecía terrorífica. El compañero de ideas de Marx no era precisamente un místico. Esa visión simplemente se deducía del análisis de las tendencias del capitalismo, que en las últimas dos décadas del siglo XIX se desarrollaba febrilmente. Una guerra mundial de una magnitud y una violencia hasta hoy impensables. De ocho a diez millones de soldados se matarán entre sí (…) La destrucción de la Guerra de los Treinta Años comprimida en tres o cuatro años, extendida por todo el continente5.
El desarrollo de la carrera armamentística entre los Estados imperialistas y las disputas por la hegemonía colonial en esos años llevó a ampliar enormemente los ejércitos y al empleo de la conscripción masiva, en vez de contar solamente con ejércitos profesionales, como antaño. Engels pensaba que esto traería inestabilidad en las fuerzas armadas, introduciendo en el pilar del Estado burgués las contradicciones de toda la sociedad y las haría más vulnerables a la difusión de ideas revolucionarias. Pero esta desventaja estaba compensada, en la visión de Engels, por el desarrollo paralelo de la tecnología militar y las vías de comunicación que permitiría intermediar más en los choques directos entre ejércitos y hacer más rápidos los combates. Con la experiencia de la revolución de 1905 a cuestas, Trotsky ya no estaba muy seguro de que esto último fuera una barrera eficaz contra la revolución. La provisión y transporte de armas, y los ferrocarriles, dependen también de los trabajadores, y por lo tanto las huelgas en esos sectores serían una herramienta estratégica de los obreros que atacaría un área sensible del Estado y haría las tareas más difíciles a los Estados Mayores. El desarrollo de las fuerzas productivas en las principales potencias europeas se expresó también en la carrera de armamentos, donde la competencia entre Estados llevó, hasta comienzos de la guerra, a un virtual empate tecnológico. Ante la capacidad mortífera de la artillería y
nuevas armas como las ametralladoras, el combate frontal entre tropas de infantería dejó su lugar al predominio de la guerra de trincheras. Esto tuvo enormes consecuencias sociales. Los ejércitos conscriptos europeos estaban formados, en su mayoría, por campesinos, junto a una minoría de obreros6. En su Historia de la Revolución rusa, Trotsky dice que justamente esa revolución se podría haber dado en 1914, como continuidad del ascenso obrero que comienza en 1912; si esto no fue así se debió justamente a la guerra. La primera guerra imperialista solo podría comenzar partiendo de la derrota de la clase obrera como factor revolucionario (de la misma manera, la Segunda Guerra Mundial comenzó en septiembre de 1939, inmediatamente después del triunfo de los fascistas en la Guerra Civil española). En Rusia predominaba el elemento político de un campesinado políticamente atrasado de millones, armado, y que súbitamente se veía involucrado en los destinos del país, frente a una clase obrera influida por los marxistas que se vio diluida. Sin embargo, tanto el sacudimiento de las condiciones de vida “normales” y apáticas del campesinado, como de los límites hasta entonces impuestos a la clase trabajadora, tienen un efecto psicológico y social brutal. Esta experiencia histórica colosal, que derribó de un golpe a la Internacional, oculta un peligro mortal para la misma sociedad burguesa. Semejante conmoción no puede menos que patear el tablero de las relaciones sociales tal y como estaban hasta ese momento: El martillo es arrancado de las manos del obrero y en su lugar se ha colocado el fusil. Y el obrero, atado de pies y manos a la maquinaria del sistema capitalista, repentinamente sale a la superficie y se le enseña que los objetivos de la sociedad están por encima de la felicidad individual, e incluso de su propia vida. Con el arma que él mismo ha fabricado, el obrero alcanza una posición en la que el destino político del Estado depende directamente de él. Aquellos que en tiempos normales lo explotaban y despreciaban, ahora lo adulan servilmente. Al mismo tiempo se familiariza con el cañón [152].
¿Capitalismo sin militarismo? Pero solo una pequeña minoría del movimiento socialista ligaba las perspectivas del fin de la guerra a la revolución. Dentro de las corrientes de oposición socialdemócratas predominaba abrumadoramente el pacifismo. El principal ideólogo de esta corriente era nada más y nada menos que Karl Kautsky. En el comienzo de la guerra, el “Papa” de la Internacional terminó de desarrollar su teoría del “ultraimperialismo”. Esta teoría partía de igualar al imperialismo con el militarismo. De esta manera, según Kautsky, el imperialismo no era un rasgo esencial del capitalismo contemporáneo, sino que era la expresión apenas de un sector de la burguesía, a saber, la del capital financiero y la industria armamentística, que estaba interesada, en función de sus intereses sectoriales, en la promoción de la carrera armamentística y la conquista militar de los pueblos coloniales con el objetivo de obtener mayores
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ganancias. Siguiendo esta teoría, la política imperialista de este sector burgués perjudicaba al interés común de la burguesía como clase en su conjunto, debido a que necesitaba arrastrar cada vez mayores cantidades de plusvalía de los sectores “productivos” de la economía para una industria parasitaria y que conllevaba grandes riesgos políticos. De esta manera, para Kautsky y los pacifistas influenciados por él, el imperialismo no tenía base económica, sino que se trataba de un fenómeno puramente político. Consideraba a la explotación capitalista “normal” como un fenómeno pacífico, al que el imperialismo perturbaba, a raíz de lo cual sería posible hacer una alianza de clases entre el proletariado y el sector de la burguesía “productiva”, no interesada en la industria armamentística, supuestamente interesada en hacer frente a la política imperialista, incluso en función de sus propios intereses como clase… La unificación política en una Unión Europea de Estados capitalistas sería la expresión de este “capitalismo pacifista”7. Este sector participó de la Conferencia de Zimmerwald, donde constituyó su ala derecha. Lenin y los bolcheviques dirigieron el ala izquierda de la misma. Para Lenin, que estaba elaborando su teoría del imperialismo, no se puede separar la explotación capitalista de su constante tendencia a la expansión, y por lo tanto está necesariamente ligada al militarismo, por lo cual el capital financiero es el motor central8. En términos generales, la Primera Guerra Mundial se trataba de una guerra interimperialista. No obstante, por la imbricación de diferentes Estados burgueses, abarcaba también otro tipo de conflictos, que desde el punto de vista de la revolución eran progresivos: por caso, la guerra de los Estados oprimidos balcánicos contra potencias imperialistas como Austria-Hungría que buscaba subyugarlos. Por lo tanto, su oposición a la guerra era opuesta por el vértice al pacifismo: se trataba de una oposición a la guerra imperialista9. En »
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“ La guerra es una institución que ha llegado para quedarse, y por lo tanto los marxistas tienen que hacer política también dentro de ella.
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una guerra reaccionaria como esta, por lo tanto, los socialistas de las potencias imperialistas debían sostener una política opuesta a la “paz civil” pregonada por la burguesía y la derecha socialdemócrata. Karl Liebknecht sintetizó esta idea en una proclama que los espartaquistas distribuyeron ilegalmente por calles: “¡El enemigo principal está en el propio país!” [189]. La clase obrera no podía menos que “desear” la derrota de su propio país, mantener la lucha de clases y continuar una política socialista independiente también durante la guerra. Esta última, en la nueva época imperialista, es una institución más que ha llegado para quedarse en forma permanente, y por lo tanto los marxistas tienen que hacer política también dentro de ella. Esta política no puede menos que debilitar el poder de fuego de las propias fuerzas armadas, debilitando su cohesión, extendiendo la lucha de clases también dentro del ejército10. En 1934 León Trotsky plasmaba las conclusiones a las que había llegado el Partido Bolchevique producto de la síntesis entre su propio punto de vista y el de Lenin: La experiencia de los años 1914-1918 demuestra, al mismo tiempo, que la consigna de paz de ninguna manera se contradice con la fórmula estratégica del “derrotismo”; por el contrario, desarrolla una tremenda fuerza revolucionaria, especialmente en el caso de una guerra prolongada. La consigna de paz adquiere un carácter pacifista, es decir estupidizante, debilitante, solo cuando juegan con ella los políticos democráticos y otros por el estilo; cuando los sacerdotes ofrecen plegarias por la rápida terminación de la matanza; cuando los “amantes de la humanidad”, entre ellos los socialpatriotas, urgen plañideramente a los gobiernos a hacer rápido la paz “sobre una base justa”. Pero la consigna de paz no tiene nada en común con el pacifismo cuando surge en los cuarteles y trincheras de la clase obrera, cuando se entrelaza con la consigna de fraternidad entre los soldados de los ejércitos enemigos y unifica a los oprimidos contra los opresores. La lucha revolucionaria por la paz, que asumirá formas cada vez más amplias y audaces, es el medio más seguro de “transformar la guerra imperialista en guerra civil”11.
Las conclusiones del rico acervo de los debates de la izquierda revolucionaria durante la Primera Guerra Mundial, que tuvieron a Trotsky como uno de sus principales protagonistas, le permitió cumplir la función que él consideraba como la más importante de toda su vida: ser el nexo entre la generación de la victoria de la Revolución de Octubre y la de los nuevos revolucionarios que debían enfrentar la Segunda Guerra Mundial, salvando así el honor y la continuidad del marxismo. 1. León Trotsky, “La guerra y la Internacional” (octubre de 1914), en V. Lenin, L. Trotsky, R. Luxemburg, K. Liebknecht y F. Mehring, Marxistas en la Primera Guerra Mundial, Buenos Aires, IPS-CEIP, 2014. pp. 155-157. En adelante pondremos entre corchetes, en el texto, el número de página donde se pueden encontrar los textos.
2. Ver Perry Anderson (1976), “Kautsky y la ‘estrategia de desgaste’”, Las antinomias de Antonio Gramsci, Barcelona, Fontamara, 1981. 3. Hay estudiosos actuales de la obra de Lenin, como el académico canadiense Lars Lih, que sostienen que esto no es así, sino que en realidad el revolucionario ruso simplemente siguió sosteniendo lo que había sido el pensamiento de Kautsky hasta 1909 (con su libro El camino al poder). Creemos que esta visión subestima la apropiación que hace Lenin de la obra de Clausewitz y su estudio de la dialéctica hegeliana, que tendrán repercusiones posteriormente en un horizonte estratégico de la Internacional Comunista cualitativamente diferente al de la Segunda Internacional de la preguerra. 4. Por la Conferencia de Zimmerwald de 1915, donde se reunieron los socialistas europeos opuestos a la guerra. 5. F. Engels, prefacio al folleto de Sigismund Borkheim, Zur Erinnerung für die deutschen Mordspatrioten 1806-1807, citado por Lenin en “Palabras proféticas” (1918), Obras Completas, vol. 27, Buenos Aires, Cartago, 1969. 6. La más notoria excepción fueron las Fuerzas Armadas británicas, que tenían una composición mayoritariamente obrera, acorde a su propia población. No obstante, no fue sino hasta 1916 que el Reino Unido estableció la conscripción. Hasta ese entonces solo era un ejército profesional donde se incorporaban voluntarios. Esto ha llevado a numerosos historiadores a hablar del entusiasmo nacionalista de los obreros británicos. No obstante, marxistas como Ian Birchall demuestran que esa supuesta “elección” masiva de alistarse como voluntarios estaba en gran medida determinada por enormes presiones por parte de los patrones y el Estado, para que los trabajadores hicieran su “esfuerzo patriótico”, incluyendo promesas de reintegrar a los despedidos a sus trabajos, o directamente amenazas de perder el empleo si no lo hacían. Ver Ian Birchall (1996), “The First World War”, disponible en su website: grimanddim.org. 7. El análisis kautskiano del capitalismo por cierto no es una reliquia del pasado, sino que a comienzos del siglo XXI fue retomado por la corriente “autonomista” referenciada en Antonio Negri y su libro Imperio. Como se puede corroborar leyendo la polémica de Rosa Luxemburg contra Kautsky en “Utopías pacifistas” [21], Kautsky fue uno de los principales mentores de la utopía reaccionaria de una Europa capitalista unificada, plasmada en la UE actual con todas sus contradicciones. 8. En la antología se puede encontrar una excelente síntesis de Lenin de su teoría del imperialismo y su relación con la cooptación de un sector privilegiado de la clase obrera, en “El imperialismo y la escisión del socialismo” [269]. 9. “Nosotros, los marxistas, diferimos tanto de los pacifistas como de los anarquistas en que reconocemos la necesidad de estudiar históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de Marx) cada guerra en particular. La historia ha conocido muchas guerras que, pese a los horrores, las ferocidades, las calamidades y los sufrimientos que toda guerra acarrea inevitablemente, fueron progresistas, es decir, útiles para el progreso de la humanidad, contribuyendo a destruir instituciones particularmente nocivas y reaccionarias (como, por ejemplo, la autocracia o la servidumbre), y las formas más bárbaras del despotismo en Europa (la turca y la rusa). Por esta razón, hay que examinar las peculiaridades históricas de la guerra actual”. Lenin, “El socialismo y la guerra” (julio-agosto 1915) [197]. 10 Sobre las diferencias entre Lenin y Trotsky en la Conferencia de Zimmerwald alrededor de la fórmula del “derrotismo”, ver el prólogo a Marxistas en la Primera Guerra Mundial. 11. “La guerra y la IV Internacional” (junio 1934), en AA.VV., Guerra y revolución. Una interpretación alternativa de la Segunda Guerra Mundial, Buenos Aires, CEIP, 2004, p. 157.
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Un amigo de la dialéctica en medio de la guerra
Imagen: Vladimir Baranov-Rossine (Composición, 1917-18, State Tret´takov Gallery, Moscú)
En números anteriores abordamos el lugar de la dialéctica en la discusión epistemológica. Aquí retomaremos algunos de estos problemas alrededor de las reflexiones hechas por Lenin en 1914, en medio del estallido de una guerra mundial y la crisis definitiva de la II Internacional. Ariane Díaz Comité de redacción.
Corría 1858 cuando Engels escribiera a Marx: “Estoy leyendo De la Guerra de Clausewitz. Una extraña manera de filosofar pero muy bueno en su tema”1. Mucho se ha escrito desde entonces sobre las relaciones entre las “maneras de filosofar” de Clausewitz y los fundadores del marxismo respecto al método y la herencia hegeliana. Sin embargo, comentadores interesados por las cuestiones bélicas han resaltado que es la relación entre teoría y práctica el eje común de ambos pensadores, aspecto no siempre destacado por quienes estudiaron sus posibles afinidades filosóficas2. Efectivamente, si algo puede destacarse como afinidad entre el pensamiento de Clausewitz y Marx, es el interés de
ambos por definir algo tan complejo como una teoría de una praxis: la guerra en el caso del primero, la revolución en el caso del segundo. Muchos comentadores de Lenin han destacado que la convulsionada situación de 1914 no parecía el momento más propicio para embarcarse en problemas filosóficos. Sin embargo, ese año fue para Lenin no sólo decisivo para la discusión de la estrategia revolucionaria, sino también para la reevaluación de la relación del marxismo con Hegel y la dialéctica. Lenin se había ocupado escasamente antes de discusiones filosóficas: además de definiciones sueltas, excepcionalmente había dedicado un libro, Materialismo e empiriocriticismo (1908),
a defender el materialismo frente al avance del neokantismo en las filas partidarias de la mano de Bogdanov. El camino que llevó a Lenin a estudiar a Hegel –junto con Aristóteles, Leibinz o Heráclito– en medio de la guerra y la crisis producida por la claudicación histórica de la II Internacional, puede no haber sido el tradicional pero sí tener firmes antecedentes y estar bien rumbeado –de hecho le sería altamente productivo para problemas que abordaría en el período siguiente, como el de las nacionalidades, el imperialismo y la definición del Estado–. Tampoco parece ser así casual que, inmediatamente después de sus estudios sobre Hegel, Lenin dedicara tiempo a estudiar la obra de Clausewitz. »
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IDEAS & DEBATES
Un esbozo particular del marxismo Días antes de la votación de los créditos de guerra por parte de la socialdemocracia alemana, Lenin se disculpaba con los editores de la enciclopedia Granat por no poder cumplimentar el encargo de un esbozo biográfico sobre Marx3. Finalmente Lenin se las arregla para escribir el artículo, que finaliza en noviembre del mismo año, donde delineaba los que consideraba los principales aportes teóricos de Marx. El Esbozo presenta una serie de definiciones que eran deudoras de la sistematización de la II Internacional, y en parte respondían a los debates de la formación del marxismo ruso, forjado en oposición al voluntarismo populista. Pero Lenin define cum granis salis: hace hincapié en que el marxismo contaría con la “exactitud” de las ciencias naturales –aunque insiste en que debían particularizarse los fenómenos sociales–, anuncia la llegada “inevitable” del socialismo por las contradicciones inherentes al capitalismo –pero presenta una evolución histórica no lineal sino a saltos– y define su ubicación del lado del materialismo –aunque critica al materialismo previo por no ser ni dialéctico ni histórico–. Es una exposición del marxismo que, según Krupskaia, no era habitual4: empieza con los desarrollos filosóficos y cuenta con apartados sobre la dialéctica y sobre los primeros capítulos de El capital (aquellos donde Marx “coqueteó” con Hegel, según declarara), que ya mostraban cierta delimitación con las visiones más mecánicas del marxismo. Además, las referencias a la “actividad política práctica”, tomada de las “Tesis sobre Feuerbach”, se encaminan a trazar la idea de socialismo y a definir al marxismo alrededor del problema estratégico, el de la “táctica encaminada al objetivo final”, sin lo cual, para Lenin, el marxismo sería “unilateral”5. Es durante ese mismo período, de septiembre a noviembre de 1914, que Lenin aborda el estudio de la Ciencia de la Lógica de Hegel, y en los manuscritos conocidos como “Cuadernos filosóficos” dejará anotada una evaluación de la dialéctica y de Hegel que parecen alejarlo definitivamente de las concepciones de la II Internacional. De hecho en enero de 1915 escribe a los editores de la Enciclopedia consultando si es posible realizar agregados al apartado sobre dialéctica de su Esbozo.
Continuidades y rupturas Las reflexiones de los “Cuadernos” no encontrarían lugar tampoco en la versión stalinizada del marxismo, que al mecanicismo de la II Internacional agregó nuevas tergiversaciones y las reprodujo ampliamente en manuales y ediciones amputadas de los clásicos marxistas. La recuperación de esos escritos en décadas posteriores de la mano de autores que rompían con el PC o que habían estado desde siempre enfrentados con el stalinismo, ha supuesto en cada caso una discusión sobre si el acercamiento a Hegel supondría una ruptura radical de Lenin con sus posiciones filosóficas previas. La de Dunayevskaya es una de las lecturas que más firmemente sostienen un cambio radical, incluyéndolo en una genealogía subjetivista para el marxismo que se iniciaría en Hegel6. Otra
lectura difundida es la de Löwy7, más matizada, para la cual Lenin rompió con la II Internacional en el terreno político frente a la guerra, pero es recién con los “Cuadernos” que romperá “filosóficamente”. Rees, en un libro dedicado a la tradición dialéctica en el marxismo8, reconoce la modificación de ciertas posiciones, pero desestima un corte entre un Lenin previo “objetivista” y uno “subjetivista” posterior. Más recientemente, la compilación Lenin reactivado9 incluye un apartado especial sobre sus posiciones filosóficas, con posiciones distintas. En todos los casos, no sólo se comparan los “Cuadernos” con su obra anterior, Materialismo y empiriocriticismo, sino que esta toma de posición está relacionada también a la defensa o crítica de otras posiciones políticas de Lenin, y a la construcción de genealogías donde se incluyen o excluyen a distintos representantes del marxismo clásico.
El desarrollo histórico y la teoría del conocimiento Debe tenerse en cuenta, para no hacer correlaciones apresuradas, el contexto y el objetivo de estos dos textos de Lenin: el de 1908 es una discusión pública contra distintas vertientes del neokantismo; el tono polémico y muchas de las polarizadas posiciones postuladas se explican en este origen; Lenin tiende a hacer hincapié en los aspectos materialistas negados por sus oponentes más que en dar una visión acabada del materialismo histórico. Distinta será la situación de los “Cuadernos”, un estudio solitario de Lenin. Allí reivindica el “idealismo inteligente” del filósofo prusiano contra la ortodoxia de la II Internacional, que postulaba una concepción de la historia evolucionista y lineal, que entendía la metáfora de “base y superestructura” como una relación mecánica, y una paralela teoría del conocimiento como reflejo de la realidad en el pensamiento. Pero también significa un ajuste de cuentas con las lecturas del marxismo ruso en las que se había formado, sobre todo, las de Plejanov: Plejanov critica el kantismo más desde el punto de vista del materialismo vulgar que desde el punto de vista del materialista dialéctico (…) Es completamente imposible entender El Capital de Marx, y en especial su primer capítulo, sin haber estudiado y entendido a fondo toda la Lógica de Hegel. ¡Por consiguiente, hace medio siglo ninguno de los marxistas entendía a Marx!10
Consideremos dos puntos centrales de la teoría marxista para los que Lenin encuentra una fuente en Hegel. El primero es el desarrollo histórico, ya presente en el Esbozo, donde hablaba en términos dialécticos de una evolución “en espiral y no en línea recta; un desarrollo que se opera en forma de saltos, a través de cataclismos y revoluciones (…) tales son algunos rasgos de la dialéctica, teoría mucho más empapada de contenido que la (habitual) doctrina de la evolución”11. Lenin parece ya identificar que la revolución misma es un “salto en continuidad” por antonomasia; su borramiento y reemplazo por un evolucionismo
armónico era una prueba de lo profundo que había calado el reformismo en la socialdemocracia (y que luego seguiría el stalinismo). En su lectura de Hegel, Lenin reforzará esta idea resaltando aquellos elementos que apuntan a explicar las rupturas, como las guerras y revoluciones que caracterizaban la época: “la gradualidad no explica nada sin los saltos. ¡Saltos! ¡Saltos! ¡Saltos!”12. El segundo es el problema del conocimiento, y es donde más diferencias podrán encontrarse entre su libro de 1908 y los “Cuadernos”, que han llevado por ejemplo a que un epistemólogo antiempirista y dialéctico, como Rolando García, lo considere un constructivista avant la lettre13. En el libro de 1908 Lenin estaba atacando vertientes cuyo corolario era dictaminar la imposibilidad de conocer la realidad. Es frente a esta perspectiva que planteaba lo que considera un eje central de la concepción marxista: que la realidad preexiste al sujeto que la conoce. Dice: “Nuestras sensaciones, nuestra conciencia son sólo la imagen del mundo exterior, y de suyo se comprende que el reflejo no puede existir sin lo reflejado, mientras que lo reflejado existe independientemente de lo que lo refleja”14. Si bien a lo largo del libro hacía hincapié en la práctica como verificación de la verdad de los conocimientos, y diferenciaba el idealismo subjetivista neokantiano del idealismo hegeliano, la tradición que defendía para el marxismo era la que seguiría una línea trazada entre Feuerbach y Plejanov, mientras reafirmaba, aun con algunos matices, la teoría del reflejo como la concepción propia del marxismo. Esta adscripción, que poco tenía que ver con las elaboraciones de Marx, será lo que se modificará notablemente en los “Cuadernos”. Allí encontramos un lugar preferencial otorgado a Hegel entre los antecedentes del marxismo, amén de las críticas que por “traición a su propio método” no deja de endilgarle. Debe señalarse que Lenin no renuncia a la insistencia en una realidad que precede al sujeto cognoscente: “Hegel ocultó por completo lo principal: la existencia de las cosas FUERA de la conciencia del hombre e INDEPENDIENTEMENTE de ella”15. Es por ello que la noción de reflejo reaparece, pero como mediado y dialéctico: El reflejo de la naturaleza en el pensamiento del hombre debe ser entendido no “en forma inerte”, no “en forma abstracta”, NO CARENTE DE MOVIMIENTO, NO SIN CONTRADICCIONES, sino en el eterno proceso del movimiento, en el surgimiento de las contradicciones y su solución16.
Pero lo que encuentra en Hegel y le permite relacionar dialécticamente el conocimiento con la realidad, será la noción de práctica: “en Hegel la práctica sirve como un eslabón en el análisis del proceso del conocimiento (…) Marx se sitúa claramente al lado de Hegel cuando introduce el criterio de la práctica en la teoría del conocimiento”. La práctica que Hegel destaca en el relato de las categorías
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“ La praxis no es sólo la forma de comprobación de nuestro conocimiento en la realidad, sino también un determinado ‘trabajo’ realizado por el sujeto cognoscente sobre ella. Este eje puesto en la praxis da por tierra con la teoría del reflejo propiamente dicha.
epistemológicas desarrollándose históricamente impresionan a Lenin, quien anota: “La conciencia del hombre no sólo refleja el mundo, sino que lo crea (…) Es decir, que el mundo no satisface al hombre y éste decide cambiarlo por medio de su actividad”17. Esto sin duda va en el sentido de la segunda “Tesis sobre Feuerbach” que señalaba la importancia del “lado activo” desarrollado por Hegel. La praxis no es sólo la forma de comprobación de nuestro conocimiento en la realidad, sino también un determinado “trabajo” realizado por el sujeto cognoscente sobre ella. Este eje puesto en la praxis da por tierra con la teoría del reflejo propiamente dicha. Si la realidad no es una mera suma de partes sino una totalidad contradictoria, de saltos y rupturas, de procesos de cambio y lucha entre contrarios, no puede “reflejarse” sin más en nuestros pensamientos. Para conocerla es necesaria tanto la abstracción que capta los elementos que en ella permanecen difusos, como la restitución concreta de la totalidad del proceso en la dinámica histórica. Solo así es posible asir la rica realidad en sus determinaciones. Desde esta perspectiva Lenin destacará otras dicotomías reelaboradas por Hegel, como esencia/apariencia o cantidad/calidad. Si esta práctica particular no puede basarse en el reflejo, tampoco debe, al modo de Hegel, identificar “lo objetivo” y “lo subjetivo”, eliminando así la lucha entre contrarios que daban vida al proceso en movimiento que rescataba Lenin; esto es algo que también se ocupará de subrayar. Podemos concluir entonces que, si respecto a la evaluación de la ortodoxia de la II Internacional la lectura de Hegel fue decisiva, ella tampoco permite –como tampoco lo hacen los entusiastas comentarios de Marx en su momento–, identificar al marxismo con una especie de “hegelianismo radicalizado”. El estudio de la dialéctica hegeliana le sirvió a Lenin para defender un materialismo que, como ya había destacado en su Esbozo, a diferencia del materialismo vulgar, tuviera un fundamento dialéctico e histórico. Tanto es así que
años después, saludando la formación de una revista teórica en la URSS, Lenin aboga por que los miembros de la misma se constituyen en una “sociedad de amigos materialistas de la dialéctica hegeliana”18.
Teoría y práctica Rememorando cómo Lenin enfrentó la crisis de 1914, Krupskaia menciona que sus estudios tenían como objetivo “transformar la filosofía en una guía concreta para la acción”. Los marxistas revolucionarios han apelado en muchos casos a esta fórmula, pero ella no debe entenderse como un pragmatismo utilitario que provea una teoría abstracta en la que encajar las novedades históricas; la teoría no será un lugar de donde tomar recetas aplicables a toda situación, sino un desarrollo que pueda servir de “puente” entre la práctica previa, la actual y la futura. La definición de puente es de Trotsky, quien reconoce que la práctica es donde la teoría se engendra y a la que intenta generalizar, pero insiste en que señalar el carácter histórico de la teoría no significa considerarla un mero reflejo, al modo empirista, de las condiciones en que se desarrolla. En ese sentido, elige definir los desarrollos teóricos de Marx y Lenin utilizando términos “militares”: La teoría, al contrario de lo que dice Stalin, no toma forma en alianza inseparable con la práctica corriente. Se eleva por encima de ella y no es más que por eso que tiene la capacidad de dirigir una táctica indicando, además de las tareas actuales, los puntos de referencia en el pasado y las perspectivas para el porvenir19.
”
1. Carta citada en Paret (ed.), Makers of Modern Strategy, Princeton, Princeton University Press, 1986, p. 265. 2. Neumann y von Hagen por ejemplo ubican la dinámica de la teoría marxista alrededor de la posibilidad de hacer de la revolución una realidad (en Paret, ob. cit., p. 262). Aron señala que es en la relación entre teoría y práctica donde se encontraría el centro filosófico del pensamiento de Marx (El marxismo de Marx, Madrid, Siglo XXI, 2010, p. 64). 3. Collected Works vol.43, Moscú, Progress Publishers, 1969. 4. “The years of war” en Reminiscenses of Lenin, New York, International Publishers, 1970. 5. El racconto tiene similitudes con el de Trotsky en “Tendencias filosóficas de la burocracia” (Escritos filosóficos, Bs. As., CEIP, 2004), que tampoco era el habitual y también rumbeaba hacia una discusión de estrategia y la relación entre teoría y práctica. 6. Filosofía y revolución, México, Siglo XXI, 1989. Kevin Anderson, seguidor de Dunayevskaya, ha realizado un estudio sobre la recepción de los “Cuadernos” en el “marxismo occidental” en Lenin, Hegel and Western Marxism (Chicago, University of Illinois Press, 1995). 7. Dialéctica y revolución, México, Siglo XXI, 1975. 8. The algebra of revolution, Londres, Routledge, 1988. 9. Madrid, Akal, 2010. Los textos originales son de 2001 o posteriores. 10. Obras completas, Tomo XLIII, Moscú, Progreso, 1987, pp. 171/2. 11. Ibídem, Tomo XXI, ob. cit. 12. Como mencionamos, las lecturas de estos textos implican también ciertas conclusiones políticas. Esta apelación a los “saltos” ha sido tomada por Bensaïd, por ejemplo, para fundamentar una autonomización de la política y la capacidad de saber “aprovechar el momento”, buscando justificar una política oportunista y desligada del trabajo preparatorio en el movimiento obrero, que ya hemos discutido en Gutiérrez, “Sobre la actualidad de la ‘apuesta leninista’”, Lucha de Clases 6, 2006. 13. Ver IdZ 8.
La tradición marxista revolucionaria otorga a la teoría un lugar destacado en su práctica política, a la vez que busca que esta teoría no pierda su lazo con sus objetivos estratégicos. El marxismo entiende la teoría no sólo como explicación y análisis de lo existente, sino también como prefiguración de una práctica capaz de forjar lo posible.
14. Materialismo y empiriocriticismo, Pekín, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1975, p.74. 15. “Cuadernos”, ob. cit., 273. 16. Ibídem, p. 185. 17. Ibídem, pp. 200/1. 18. “Sobre el significado del materialismo militante”, Obras completas Tomo XXXIII, ob. cit. 19. “Tendencias…”, ob. cit., p. 174.
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IDEAS & DEBATES
El marxismo, piedra angular de la psicología vigotskiana Juan Duarte Comité de redacción. “La piedra que rechazaron los constructores, esa vino a ser piedra angular…” Lev Vigotsky, epígrafe a El significado histórico de la crisis en psicología (1926).
Como se ha señalado en notas anteriores en esta revista1, la obra de Lev Vigotsky constituye un aporte fundamental a la hora de abordar la psicología desde una perspectiva superadora de los dualismos, reduccionismos y visiones antinómicas que han marcado a la psicología desde su constitución como disciplina científica hasta hoy en día. Se trata de un autor que utilizó la teoría marxista de forma creativa para sentar las bases programáticas de una psicología científica, y si bien el lugar del marxismo en su obra empieza a ser cada vez más reconocido entre los especialistas2, la presentación que se hace en ámbitos académicos tiende a mostrar solo aspectos parciales de su obra, desligados de su programa general de investigación y de los elementos metodológicos de la dialéctica materialista3. Con esto se pierde una parte esencial de su pensamiento, o, parafraseando a nuestro autor, su “piedra angular”. En este artículo abordaremos algunos elementos que nos parecen claves para comprender el desarrollo del programa de investigación del psicólogo soviético y su grupo, resaltando justamente este aspecto.
La revolución obrera y el sentido social del proyecto vigotskiano La vida de Vigotsky (1896-1934), está signada por el desarrollo del proceso revolucionario en Rusia. Se acerca al marxismo tempranamente a partir de sus estudios en la Universidad Popular –no oficial– de Shanyavskii, reducto de militantes antizaristas, donde se gradúa en Leyes, Filosofía e Historia4. En 1919 se propone colaborar, desde la psicología, con las tareas educativas del Estado soviético. Así, se desempeña como profesor de literatura, lógica, psicología, estética, teoría del arte y filosofía en escuelas e instituciones para obreros y docentes (escuela nocturna de formación política, escuela de los
Ilustración: Sergio Cena
obreros gráficos, escuela técnico-pedagógica, etc.), donde desarrolla sus primeras experiencias de investigación en psicología5. Al mismo tiempo, dirige la sección de teatro de la oficina de educación popular, y la de artes en la secretaría de formación política. Fruto de este período es su libro Psicología pedagógica6, pensado para orientar educadores, que expresa sus concepciones psicológicas iniciales así como el sentido social estratégico de lo que será su proyecto en psicología. Señala allí que: La vida se convierte en creación solo cuando se libera definitivamente de las formas sociales que la deforman y mutilan. Los problemas de la educación se resolverán cuando se resuelvan los problemas de la vida7.
La crítica al capitalismo será inherente a sus desarrollos científicos. Por ejemplo, en “La modificación socialista del hombre” (1930) identifica tres “raíces” para el desarrollo histórico de las potencialidades psicológicas humanas: La primera consiste en la destrucción de las formas de organización y producción capitalista y las formas de vida espiritual y social humanas que se edifican sobre sus cimientos […] El primer origen, la primera fuente de la modificación del hombre es, entonces, su liberación.[...] El segundo origen de la modificación del hombre reside en el hecho de que, al mismo tiempo que desaparecen las viejas cadenas, el enorme potencial positivo que existe en la industria en gran escala, el siempre creciente poder de los
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humanos sobre la naturaleza, será liberado y devendrá operativo.[...] Finalmente, el tercer origen de la modificación del hombre es el cambio en las relaciones sociales entre las personas8.
Consecuentemente, a partir de 1924 Vigotsky comienza a intervenir activamente en el campo específico de la psicología debatiendo con las diferentes corrientes que disputaban el terreno de las explicaciones psicológicas en la época, desde la reflexología hasta la Gestalt, pasando por el psicoanálisis. Vigotsky pone el problema de la conciencia en el centro y comienza a desarrollar una visión propia apoyándose en las herramientas metodológicas del marxismo.
La crisis de la psicología En 1926 escribe un texto clave en el cual realiza una “crítica” del estado del arte de la psicología, y en discusión con otras tendencias que se reclamaban marxistas, desarrolla el lugar epistemológico y filosófico del materialismo dialéctico en la construcción de una psicología científica, que luego dará lugar a la psicología histórico-cultural. Se trata de El significado histórico de la crisis en psicología. Haremos un breve recorrido por algunos ejes del libro en relación a nuestro objetivo. Vigotsky caracteriza el campo de la psicología en crisis, escindido entre una tendencia materialista vulgar referenciada en las ciencias naturales que reducía al ser humano a la pura biología (conductismo, reflexología, por ej.), y otra idealista, que lo hacía en las ciencias hermenéuticas (como la fenomenología, que dejaba de lado la búsqueda de fundamentos materiales objetivos de sus principios explicativos). Como en su momento ilustraban las dos psicologías propuestas por Wilhelm Wundt, y hoy lo podrían hacer el reduccionismo neurocientífico9 y ciertas tendencias en psicoanálisis, respectivamente10. No hay –señalaba– un marco común de referencia, conceptos y principios explicativos comunes, o sea, una metodología común para las diferentes psicologías, por lo cual cada una eleva sus descubrimientos al estatus de principio explicativo de toda la psicología. De este modo, por ejemplo, la reflexología y el conductismo postulan la “conducta”, y el psicoanálisis el concepto de “inconsciente”. Para su análisis, Vigotsky propone tomar en cuenta a) el sustrato sociocultural de la época, b) las leyes y condiciones del conocimiento científico y c) las demandas de la realidad objetiva. Su análisis lo lleva a trazar el recorrido desde el descubrimiento científico hacia su transformación en una “cosmovisión” (weltanschauung): i) se hace un descubrimiento; ii) ese descubrimiento se extiende a otras áreas y es formulado más
abstractamente; iii) toda la subdisciplina psicológica es dominada por el descubrimiento y se extiende –más abstracta aún– a otra subdisciplinas; iv) la idea se expande hasta convertirse en un principio universal, y todo puede ser explicado desde allí, desde el trabajo, la creatividad, el arte, y la lucha de clases; v) finalmente, convertido en ideología, … estalla como una pompa de jabón. […] Por extraño que parezca, precisamente cuando ha sido llevada hasta su forma filosófica, cuando parece velada por numerosas capas y se halla muy lejos de sus raíces directas y de las causas sociales que la engendraron, solo ahora descubre qué quiere, qué es, de qué tendencias sociales procede, a qué intereses de clase sirve. Tan solo después de haberse desarrollado hasta convertirse en una ideología o hasta conseguir conexión con ella, la idea parcial, de hecho científico que era, se convierte de nuevo en un hecho de la vida social; es decir, retoma al seno de donde surgió. Solo al convertirse de nuevo en una parte de la vida social, pone de manifiesto su naturaleza social, que vivía, naturalmente, todo el tiempo en ella, pero que permanecía oculta bajo la máscara del acto cognoscitivo y en calidad de tal figuraba11.
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el ocultismo y la publicidad, el mito y los inventos de Leonardo da Vinci no son sino sexo disfrazado y enmascarado13.
Vigotsky ubica la raíz de esta situación en la tendencia, señalada por Engels, a “la concentración de ideas alrededor de dos polos –el idealismo y el materialismo–”, lo cual permite comprender la presencia constante del dualismo cartesiano (mente/cuerpo) en los desarrollos disciplinares, así como la dicotomía ciencia natural/ciencia del espíritu señalada. Esto planteaba para nuestro autor la necesidad de construir conceptos generales y principios clarificadores propios de la disciplina, o sea…
… la necesidad de una psicología general
Así, es asimilada por otras ideologías que representan otras tendencias y fuerzas sociales, “se hunde como una gota de agua en el océano y deja de existir por sí misma”12. Vigotsky traza varios ejemplos, pero para ilustrar veamos el de psicoanálisis: sus ideas –escribe– nacieron de descubrimientos específicos en el campo de la neurosis, desde los cuales se estableció inequívocamente el hecho de que toda una serie de fenómenos psíquicos están determinados por el inconsciente y de que la sexualidad se oculta en una serie de actividades. Paulatinamente, este descubrimiento concreto respaldado por el éxito de su aplicación terapéutica (la veracidad de su práctica), se traspasó a una serie de campos adyacentes como la psicología de la vida cotidiana o la psicología infantil, además de adueñarse de la totalidad de los enfoques teóricos sobre la neurosis. En la confrontación disciplinar, esta idea se impuso sobre las más lejanas ramas de la psicología, rebasando con ello sus límites. Así –concluye–
Vigotsky señala que la ciencia general es la filosofía de las ciencias particulares, aquella que no estudia los objetos sino los conceptos, en el sentido de “investigación crítica” que devela la relación entre conceptos abstractos y su base material, dado que todo concepto encierra una realidad concreta, y todo hecho científico una abstracción primaria. En este sentido, se podría decir que retoma ciertos aspectos del análisis de Engels en Dialéctica de la naturaleza en su crítica al empirismo, y pone en juego la noción de “crítica” de los conceptos, que tal como se ha analizado en otro artículo de esta revista14, es inherente a la epistemología marxista. El extendido eclecticismo en psicología es una de las razones para plantear la necesidad de esta disciplina. Vigotsky ejemplifica con el psicoanálisis, y los intentos por insertar sus conceptos dentro de sistemas heterogéneos como la reflexología (Bejterev y Zalkind) y el marxismo (Luria, Fridman). El rápido desarrollo de la psicología aplicada (psicoterapias, test de inteligencia, por ejemplo), también es señalado como razón urgente avanzar en una metodología de la psicología aplicada. La dialéctica materialista y el método del marxismo son presentados entonces como claves en pos de construir una psicología científica que supere esta situación. Pero lejos de cualquier visión dogmática, Vigotsky era a su vez profundamente crítico de las visiones vulgares del marxismo, que extrapolan y aplican directamente sus conceptos a las ciencias biológicas y a la psicología, generando solo
… la sexualidad se transformaba en el principio metafísico de una serie de ideas metafísicas, el psicoanálisis se transformaba en ideología, la psicología se transformaba en metapsicología. El psicoanálisis dispone de su propia teoría del conocimiento y de su propia metafísica. El comunismo y el tótem, la iglesia y la obra de Dostoievski,
… un amontonamiento de estructuraciones lógico-formales, escolásticas, verbales, sobre categorías generales, abstractas, universales, de fenómenos concretos, cuyo sentido interno y cuya correlación se desconoce. En el mejor de los casos esa aplicación puede conducir a acumular ejemplos e ilustraciones. Pero a nada más15.
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IDEAS & DEBATES
“ La dialéctica materialista y el método del marxismo son presentados entonces como claves en pos de construir una psicología científica...
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Llega incluso a recusar la noción de “psicología marxista” como un sinsentido, dado que lo que se trata es de construir una psicología científica (aunque señala que este sólo será posible sobre la base del marxismo). ¿Cómo se planteaba entonces construir una nueva psicología? Esa teoría del materialismo psicológico o dialéctica de la psicología es a lo que yo considero psicología general. Para crear estas teorías intermedias –o metodologías, ciencias generales– será necesario develar la esencia del grupo de fenómenos correspondientes, las leyes sobre sus variaciones, sus características cualitativas y cuantitativas, su causalidad, crear las categorías y conceptos que les son propios, crear su El capital.[…] La idea de la necesidad de una teoría intermedia, sin la cual es imposible estudiar a la luz del marxismo hechos particulares aislados, es conocida hace tiempo, y a mí sólo me resta señalar la coincidencia de conclusiones de nuestro análisis con esta idea16.
Será sobre todo en las unidades dialécticas de análisis, elaboradas para dar cuenta de fenómenos complejos que implican elementos contradictorios, donde se podrán apreciar la construcción de esos conceptos propios que permitirán tener en cuenta las relaciones interno/externo, individual/social, biología/cultura, etc. Solo para ilustrar podemos señalar el concepto de Zona de Desarrollo Próximo (relaciones desarrollo-aprendizaje e imitación activa), el de internalización de las funciones psicológicas superiores (génesis social de los procesos psicológicos individuales) y el concepto de significado (unidad de pensamiento y habla).
El carácter histórico de la psicología Uno de los ejes programáticos fundamentales a partir de lo cual Vigotsky desarrollará su psicología será el carácter histórico concreto de los fenómenos a investigar, como vía para superar visiones dualistas y reduccionistas. La mediación cultural como constitutiva de la actividad psicológica propiamente humana (pasible de conciencia y voluntad), una metodología que acentúa los procesos antes que los productos, y un enfoque dialéctico a todo nivel (biológico/ evolutivo, histórico-cultural, ontogenético), serán otros de sus rasgos. Y esta concepción será inherente tanto a los fenómenos psicológicos como a la ciencia misma. Se trata de un marxismo que, al modo de Marx y Engels, acepta la posibilidad de autocrítica radical y reconoce que las formas de conocimiento son históricas y que toda teorización es ella misma parte de los elementos a analizar. Es en este sentido que Vigotsky concluye El significado histórico de la crisis en psicología señalando que “en la futura sociedad […] esa psicología se parecerá tan poco a la actual, como, según palabras de Spinoza, la constelación del Can se parece al perro, animal ladrador”17. Para terminar señalemos, retomando el comienzo de esta nota, que el panorama de la psicología muestra hoy continuidades con el analizado por el psicólogo soviético, proliferando corrientes psicológicas que ponen en juego
tendencias similares en esencia a aquellas que criticó, en particular el reduccionismo biologicista de la mano del auge de las neurociencias18 y las tendencias a la normalización y medicalización. Escapar de lecturas recortadas, y recuperar la “piedra angular” del marxismo en su obra, se torna –como vemos– una condición necesaria para una apropiación crítica y fructífera de su legado como vía superadora. 1. Ver “Apuntes para una concepción integral de las capacidades cognitivas humanas”, en IdZ 7 y “Piaget, Vigotsky y la dialéctica”, entrevista a José Antonio Castorina, en IdZ 10. 2. En nuestro país, las elaboraciones de Castorina y Ricardo Baquero, y previamente el importante trabajo de traducción y edición de Guillermo Blanck. A nivel internacional, autores como René Van der Veer, Mohamed Elhammoumi, Andy Blunden y Anton Yasnitsky. 3. Por ejemplo, un texto muy utilizado de introducción a la psicología cognitiva, al tiempo que lo incluye dentro de esa corriente, señala: “cabe preguntarse ¿por qué tuvimos a Vigotsky en la estantería equivocada durante tanto tiempo? ¿Por qué creímos que era sobre todo marxista, cuando sobre todo era un gran psicólogo?” (Carretero, Mario, Introducción a la psicología cognitiva, Bs. As., Aiqué, 1998). Asimismo se presentan una serie de desarrollos, referenciados en su obra, que coinciden en dejar de lado su método marxista (Jerome Bruner, Bárbara Rogoff, Michael Cole, los autores de la “teoría de la actividad”, entre otros). 4. Y en Derecho en la universidad oficial. 5. Luego será parte activa en la constitución de toda una disciplina, la paidología, dedicada a este campo. 6. Vigotsky, Lev S. (1926), Psicología pedagógica, Bs. As., Aiqué, 2005. 7. Ibídem, p.487. 8. Vigotsky, Lev S. (1930), “La modificación socialista del hombre”, en Blanck, Guillermo (ed.), La genialidad y otros textos inéditos, Bs. As., Almagesto, 1998. 9. Ver reseña de Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor, de Facundo Manes y Mateo Niro en IdZ 9. 10. Me refiero al psicoanálisis de matriz lacaniana que tiende a reducir las explicaciones de los fenómenos psicológicos a su aspecto discursivo. Por supuesto existen otras tendencias psicoanalítica, críticas, que complejizar sus elaboraciones incorporando los aspectos sociales, culturales y políticos en la constitución subjetiva, como en nuestro país es el caso de la Revista Topía. 11. Vigotsky, Lev, (1927), “El significado histórico de la crisis en psicología”, Obras Escogidas Tomo 1, Madrid, Visor, 1991, p. 272. 12. Ibídem, p. 273. 13. Ibídem, p.275. Vale aclarar que Vigotsky, lejos del dogmatismo que caracterizaría luego al estalinismo, sostuvo con el psicoanálisis y el conjunto de las teorías psicológicas de su época, un diálogo sin ningún tipo de prejuicios, al tiempo que puso a disposición del público soviético las obras mismas de Freud (y de otras corrientes) desde la editorial estatal. La apreciación de conjunto del psicoanálisis de parte del psicólogo soviético merecería un desarrollo propio, que retomaremos en otras notas. 14. Díaz, Ariane, “La imaginación realista”, en IdZ 10. 15. Vigotsky, Lev, (1927), “El significado...”, op. cit. p. 390. 16. Ibídem, p.389. 17. Ibídem, p. 406. Se refiere a Ética, teorema 17, escolio. 18. Ver IdZ 7 y 9.
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“Lo interesante es encontrar la voz propia como narrador”
Fotografía: Fernando Lendoiro
En esta charla con Sergio Olguín, escritor y periodista, repasamos temas y personajes de su última novela –Las extranjeras–, elementos de su narrativa previa y su experiencia en las revistas literarias V de Vian y La mujer de mi vida. IdZ: En tu última novela, Las extranjeras, un policial sobre un femicidio, la protagonista es una periodista. ¿Por qué no una policía o investigadora, como suele usarse en el género? En mis novelas los policías son siempre los malos. En Lanús y en Filo son malos, en El equipo de los sueños son recontra malos, es la Bonaerense matando adolescentes. En Springfield, que se traslada a Estados Unidos, pensé: “me saqué de encima a la Bonaerense”, y a la mitad de la novela metí un policía bonaerense que fue becado a estudiar allá, que es uno de los malos. Jamás me sentiría cómodo narrando una historia desde la perspectiva de un policía. Seguramente hay un policía bueno, o uno podría inventarlo, pero me interesa más el policial que la ciencia ficción. Y me parece que el periodista reúne los requisitos necesarios para el policial. Nuestro superhéroe es Rodolfo Walsh, es el modelo. Cuando entrás a estudiar periodismo querés ser Walsh. No decís “estudio periodismo porque quiero ser como Majul”; sino “quiero investigar, quiero meterme en aquellas cosas
que nadie se mete, quiero sacar a la luz lo que otros no quieren decir”. Después te vas dando cuenta de que el trabajo del periodista es mucho más rutinario, que estás limitado por todos lados, pero al comienzo lo que está ahí es eso: ser una persona como Walsh, un tipo que investiga y a la vez lee literatura. Y me pareció que Verónica era un personaje que podía reunir esas características, las de un investigador que se mete en problemas. Ya durante La fragilidad de los cuerpos me di cuenta de que podía mantenerse en el tiempo. Ahora estaba pensando en hacer un crossover entre Lanús y La fragilidad… e irnos al año ‘97, y que sea la primera investigación de Verónica Rosenthal cuando tenía 18 años, donde se cruza con unos personajes de Lanús. Lo que me gustó de Verónica no es solo ella, sino el entorno, las relaciones. Y como es un policial, uno puede armar casos y casos. Me gustaría hacer diez si pudiera. Es una especie de número mágico: Mankell escribió diez novelas con Wallander, y está esta pareja de autores suecos, Maj Sjöwall y Per Wahlöö, que también escribieron diez novelas.
IdZ: Habías dicho que en Las extranjeras no mantenías los nombres de las chicas porque querías hablar del hecho más allá del caso real, a diferencia de libros anteriores. Lo de la Bonaerense, en El equipo…, me parecía que era importante porque eran casos que habían salido a la luz, en un trabajo que había hecho la CORREPI. Yo no sé si hay un listado de femicidios de los años ‘50 en Argentina, probablemente no. Y la verdad es que no quería hacer una investigación periodística, y para ejemplificar había tres o cuatro casos, pero que no aportaban a la ficción de la novela. Además había otra diferencia, El equipo… está escrito para chicos de 13 o 14 años, y para mí era muy importante que los adolescentes supieran el nombre y el apellido de chicos como ellos que habían sido asesinados por la policía. Me parece que en Las extranjeras, pensada para un público adulto, el lector podía tomar esos casos como un símbolo de otros que habían ocurrido en la realidad. No necesitaba nombrar a María Soledad o a Paulina Lebbos. Me parece que cumplen distintas funciones en la novela, »
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CULTURA Literatura
“ A mí me molesta mucho la literatura machista. Yo no soy un feminista, es más, tuve varias peleas con muchas feministas, sin embargo me choca mucho cuando leo una expresión machista...
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funciones ficcionales también, porque son novelas, creo que no hay que olvidar eso, que son ficciones. Hay que ser cuidadoso cuando uno incorpora la realidad. Es mejor que el universo nos resulte real o verosímil que utilizar la realidad. Creo que si hubiera incluido esos nombres no hubiera sido tan efectivo para la lectura como los nombres que encuentra Verónica en el archivo de Robson. Los femicidios que yo elegí, están vinculados con cuestiones sociales pero marcados por lo político, y esos son los que me interesaban a mí a la hora de usarlos en una novela: cómo el poder económico o político se unía para ocultar un crimen. Pero ese crimen estaba multiplicado por otros crímenes que había ocultado esa misma gente. Quizás el femicidio en sí no es lo que más me interesaba cuando empecé a escribir Las extranjeras, aunque es lo que más quedó; lo que más me interesaba era la impunidad, sobre todo la impunidad de las generaciones siguientes a las que habían cometido el crimen. Quiero decir: tu abuelo es un tipo que asesinó indígenas en la Patagonia u obreros en Tucumán, pero vos sos un millonario, te lavas las manos. Es más, podes dedicarte a la política y decir: “Estos corruptos que roban”, militar en un partido y ser un gran hombre de la Sociedad Rural Argentina, que todo el mundo diga que sos honesto. Claro, ¿para qué va a robar?, si ya robó su abuelo, su bisabuelo... ¿qué fortuna en Argentina no se hizo en base a asesinatos, el robo al Estado o lo que fuere? Me interesaba más en ese momento el personaje de Ramiro, como representante de eso, un tipo que cualquiera consideraría normal, pero en un momento le surge un gesto casi ancestral de matar a alguien o mandar a matar, que es más fácil. Me interesaba esa impunidad, que además en el interior, en los pueblos chicos, es mucho más fuerte. En las ciudades no es que no exista pero se disimula un poco; en los pueblos chicos están los ricos y el resto de la gente. Y los ricos hacen lo que quieren, los pibes de 15 salen con el auto a 200 km por hora; si se les da por agarrar a cualquiera y darle un cachetazo en la calle, no pasa nada. Y el sistema judicial en Argentina es de alguna manera hereditario, el juez ubica a su hijo, a su nuera, y después el intercambio: si vos nombras a mi hijo como ayudante en la fiscalía, mi otro hijo va al estudio, al ministerio. Esto, que existe en todo el país, pesa más en pueblos chicos, donde la
estructura medieval mantiene todo mucho más dividido entre quien tiene el poder político, el dueño de la tierra, y la gente que labura. En las ciudades eso está más mediado por los movimientos sociales, por las clases medias. IdZ: ¿Por qué una protagonista mujer? En general es al revés, son las mujeres las que escriben con voz masculina... Es un larga historia, porque por un lado Verónica nace como personaje en un cuento, que es la base de la historia de Verónica y Lucio [en la antología Los trenes de la muerte]. Ahí es muy distinta a como es en la novela, tiene un delirio alrededor del tema del suicidio. Verónica nace ahí. Por otro lado, cuando empiezo a hacer la novela, Verónica está en igualdad de condiciones con Lucio, son coprotagonistas. Pero de a poco Verónica fue tomando una fuerza muy propia, más avasallante que Lucio. Cuando estaba cerca de la mitad, pasé seis o siete meses sin escribir la novela, porque ya no podía seguir con la historia que tenía. Tenía dos posibilidades: o seguía la historia de amor, y Lucio seguía siendo protagonista, o lo desviaba hacia la cuestión periodística, la investigación y lo policial, y la protagonista era Verónica. Y me di cuenta de que ya me interesaba bastante poco la relación, entonces la escribí rápido y aparece mechada en la novela. Y después de todo eso escribí el primer capítulo. Ahora, por qué elijo narrarla de esa forma tiene que ver con un interés narrativo, el intento de hacerlo desde un personaje femenino. No en primera persona, porque es algo que no me gusta especialmente, me parece que termina siendo un truco facilista de los autores, es como imitar una voz. Me parece que lo interesante es encontrar la voz propia como narrador. Lo que me interesaba es que la novela tuviera una perspectiva femenina, desde el mundo de una mujer. Es algo que ya había intentado en otras novelas, como Filo, donde intenté en algunas partes narrar desde los personajes femeninos. Y en algún cuento de mi primer libro, Las griegas. Justamente uno de los cuentos que más me criticaron, era uno cuya protagonista era Clarisa Lea Place, una militante del ERP que murió en [la masacre de] Trelew en 1972. Era la amante de Santucho, y muere al lado de la esposa de él. Escribí un cuento desde su perspectiva, y se ve que había
algo que no me salía, que no fluía naturalmente, pero siempre me quedó esa idea de escribir desde la visión de una mujer. A mí me divierte mucho escribir desde una perspectiva femenina, el mundo femenino es algo que me fascina. De alguna manera siempre fue muy cercano para mí, me crié muy cerca de mi madre, tengo tres hermanas, muchas amigas mujeres. Y en el fondo hay actitudes que son de los dos universos: lo que podemos sentir alrededor del amor, la muerte, la soledad, no hay una diferencia sustancial. IdZ: Cuando escribís a Verónica, ¿te encontrás “peleando” con prejuicios colectivos o individuales al construirla? Me parece que todos somos prejuiciosos, el problema es cuando se transforma en un juicio de valor. Creo que lo que hay que evitar cuando hacés literatura no son tanto los prejuicios, sino el juicio moral, a favor o en contra de algo. A mí no me gusta la literatura donde el escritor acuerda con el lector en contra del personaje. Creo que cuando evitás eso, cuando ponés a los personajes en acción, no te digo que se mueven solos porque siempre está el autor detrás, pero van tomando un camino que el autor no puede manipular tan fácilmente. No es tan fácil llevar a un personaje a un determinado lugar si ese personaje no responde a determinadas características, porque si no se pierde la verosimilitud de ese relato. Creo que soy una persona bastante poco prejuiciosa. Es verdad que a medida que vas bajando en edad encontrás gente cada vez menos prejuiciosa. No saben que no tienen prejuicios a la hora de hablar de homosexualidad, de bisexualidad, lo viven con una naturalidad absoluta. Y creo que eso tiene que ver con los cambios sociales. No digo que hayan desaparecido los prejuicios pero han disminuido notablemente. Y como escritor creo que estoy obligado a eso; si me interesaran los juicios de valor creo que no me dedicaría a la literatura. IdZ: Pasan bastante con los personajes femeninos dos cosas: que reproducen roles, o se los juzga cuando no cumplen con los mandatos... A mí me molesta mucho la literatura machista. Yo no soy un feminista, es más, tuve varias peleas con muchas feministas, sin embargo me choca mucho cuando leo una expresión machista en autores que me encantan como Onetti, por
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ejemplo –gran parte de la generación del ‘60, que son todos escritores que yo admiro muchísimo, también son machistas–. O la literatura donde los tipos son re piolas y las minas son objetos de seducción y nada más. Y Verónica es un poco una reacción a eso, porque en ella está un poco exagerado esto de una mujer que seduce a los tipos, todos se mueven, la ayudan. Y esto me lo han señalado, y no llamaría la atención si fuera un varón. No llama nunca la atención en el policial que un tipo tenga sexo con tres minas. Pero sobre Verónica me han hecho comentarios, incluso mujeres, como: “Verónica, qué promiscua”. ¿Cómo promiscua? En la novela se acuesta con una persona más que Lucio, y nadie dice “Lucio es promiscuo”. Ahí sí hay una búsqueda mía: quiero hacer un personaje femenino que viva una sexualidad, donde no hay un juicio de valor alrededor de eso, ni de parte de ella ni mío. Eso también es parte del personaje, Verónica no emite juicios de valor, no lo vive como algo piola, es algo natural para ella. Y los conflictos que tiene no pasan por eso sino por cuestiones afectivas. IdZ: Justamente, sobre este tema de los prejuicios machistas, te han criticado por poner chicas en las tapas de V de Vian... En ese momento yo tenía 23 años, tenía que ver con otra fascinación, más allá del gusto por las chicas. Era muy importante en el pensamiento de la revista una persona, una de las tres que habían fundado la revista, Karina Galperín, que ahora es profesora de la Universidad Di Tella. Karina era una mina brillante, tenía 20 años y se estaba por recibir en Letras, estudiaba en paralelo Ciencia Política y trabajaba como modelo. Estaba fascinada, y nos trasladó parte de esa fascinación, por el mundo de la moda. Y la revista respondía a una estética que nos parecía interesante y nos gustaba a nosotros, donde había mujeres, pero a su vez era una provocación. No tanto hacia las mujeres, sino al mundo intelectual y cultural. Porque nosotros sabíamos que con una tapa así, teníamos muchas más posibilidades de ser vistos en un kiosco de revistas que con la cara de Borges o la de Boris Vian. Y nuestra pelea era por el espacio en el kiosco. Tirábamos 3 mil ejemplares que distribuíamos en gran parte a pulmón, y gracias a esas tapas los kiosqueros nos metían junto con la Elle, la Para Ti. Y vos ibas caminando por avenida Corrientes y veías V de
Vian, como si fuéramos una revista de 200 mil ejemplares. Más allá de la tapa, la revista tenía un interés por lo sexual desde un lugar del que se hablaba de travestismo, homosexualidad, en ese momento el tema de sida, darle espacio a escritores que le daban un lugar importante al tema de la sexualidad. Siempre publicaron mujeres, desde el comienzo, empezando por Karina, hasta gente que publicaba en la revista regularmente como Leila Guerriero, Carla Castelo, Belén Gache o Cecilia Szperling. Nos interesaba la poesía, por ejemplo en 1991 publicamos la poesía de Adrienne Reich, publicamos autoras que en ese momento no se conocían. En los primeros números fue muy importante Viviana Lysyj una escritora que ponía como condición para publicar su nota si estaba acompañado por una foto con un desnudo de ella. Me parece que V de Vian era una revista de avanzada. Y no vas a encontrar artículos machistas, y vas a encontrar artículos que hablan de género desde una perspectiva que para los ‘90 era muy moderna. Hoy eso nos parece como algo obvio, como las series, pero ya en esos años la revista ponía series. IdZ: Siguiendo con V de Vian, leímos que decías que en la actitud de Sarlo con ustedes veías la reticencia de las viejas generaciones a relacionarse con las nuevas. Y en un número anterior, hablábamos con Selva Almada sobre cómo se construía la relación entre las generaciones… ¿Seguís viendo ese “temor” de lo viejo? A mí me parece que siempre hay un prejuicio hacia lo nuevo. Pasa con las nuevas tecnologías, con los blogs. Hay una visión de que “eso no es literatura”, o pensar que el libro es libro si es de papel y no el digital. El problema de V de Vian es que no buscaba ser aceptada. No buscábamos publicar a ciertas personas para que nos dieran una especie de padrinazgo, nos interesaba interrogarlos. Entrevistamos a Piglia, a Viñas, sobre todo en la primera época. Éramos nosotros mismos, no le llevábamos la revista a Sarlo para ver qué opinaba. Nos hubiera encantado que Sarlo nos diera una opinión, incluso que hubiera aportado algo polémico que nos hubiera servido para discutir sobre literatura argentina. Lo que había sobre todo era ninguneo. Y es que nos metíamos con peces gordos; ahora no tanto, pero en ese momento criticar a Sarlo era muy duro.
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Muchas veces le pegábamos y era un poco injusto también, a Caparrós, a Juan Martini, a Tomás Eloy Martínez. Y a Martini lo criticábamos cuando era director de Alfaguara, no era un autor simplemente. De Alfaguara no me daban libros para comentar; yo escribía crítica de libros en Página/30 y no me daban los libros como castigo por lo que hacía en V de Vian. Hubo un cambio generacional, que nosotros acompañamos. Vos abrías los suplementos culturales como el de Clarín y no te enterabas de que existía V de Vian. Y en la revista publicábamos un montón de autores jóvenes. Me parece que hoy hay menos prejuicios, o está todo más disperso. Internet te permite ir armando ciertas tribus a partir de la gente que conocés, donde hay gente que te lee, que te quiere, dejás afuera a la gente que te odia, que está pero en otra parte. Pero creo que siempre va a ser así, siempre va a costar meterse. Y sobre todo en el circuito académico, que es muy cerrado, que va siempre a lo obvio, repite, no se interesa por lo nuevo. IdZ: ¿Y cómo ves que jugó en esa relación de las generaciones La mujer de mi vida? Son dos revistas totalmente distintas. La mujer de mi vida nunca fue una revista provocadora. Pero tienen dos cosas en común, una es que no siguen la agenda de los medios, de las editoriales. Eso hace que hoy vos leas V de Vian o La mujer de mi vida y son revistas que de alguna manera se pueden seguir leyendo porque no están atadas a lo que pasaba en ese momento. Y la otra cosa es intentar dar espacio a autores nuevos. En V de Vian todo el tiempo publicábamos gente nueva porque nosotros éramos nuevos, la gente de la que nos rodeábamos, los compañeros de facultad. Y en La mujer de mi vida hemos intentado publicar autores nuevos, jóvenes, de darle espacio a gente que por ahí fue su primera publicación, como Pablo Ramos o Inés Garland, que publicaron su primer cuento en La mujer de mi vida. No sabemos qué va a pasar, creemos que no va a salir más en papel, a lo sumo saldrá un número más. Y vamos a tener una reunión de septiembre el equipo base, Ricardo Coler, Amalia Sanz, Daniela Kozak, Marcela Basch, Eugenia Zicavo, Nicolás Hochman y yo, que tenemos que decidir qué hacemos. Entrevistaron: Celeste Murillo y Ariane Díaz
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CULTURA Lecturas críticas
A propósito de Con Trotsky de Prinkipo a Coyoacán, de Jean Van Heijenoort
Fotomontaje: Anahí Rivera
Secretario, guardaespaldas, traductor
Martín Kohan Escritor, crítico literario, docente UBA. No es cierto, o no es necesariamente cierto, ese refrán según el cual para un valet no existen los grandes hombres. Lo que pretende establecer esa frase es que cualquier persona, por notable o extraordinaria que sea, se revela común y corriente si se accede a su privacidad, si se la trata en la chata medianía de la vida cotidiana. Se supone entonces que, al ponerse en serie lo fuera de serie, los defectos y las debilidades, escamoteados en las manifestaciones más visibles, acabarán por emerger más pronto que tarde. Es eso, en principio, lo que promete toda versión de valet: promete atestiguar lo ordinario en el hombre extraordinario.
Pero no siempre funcionan así las figuraciones de los hombres de excepción. A menudo ocurre, en cambio, que el acceso privilegiado a su intimidad no sirve sino a la confirmación y el reforzamiento de las virtudes ya reconocidas en el ámbito público; lo que en tales casos el valet viene a decir, porque accede a sus recovecos o a su alcoba, es que el gran hombre es gran hombre aun en sus recovecos, que lo es incluso en su alcoba. Aunque hay otra posibilidad también, y es advertir que, en la exaltación venerativa de los panegíricos, las flaquezas y las fallas no tienen por qué estar ausentes, que bien pueden formar parte del mito, que su omisión no es
inexorable, que la parte ”humana” es funcional a la construcción de héroes posibles. ¿Y Trotsky? ¿Y Jean Van Heijenoort? León Trotsky era un hombre admirable también para Jean Van Heijenoort. Que por cierto ya militaba en Francia, concretamente en la Oposición de Izquierda, cuando, a principios de 1932, fue contactado para viajar a Prinkipo, en Turquía, y hacer lo que haría, ser lo que sería: convertirse en el secretario de Trotsky. Pasaría siete años con él, cumpliendo esa función, cambiando de países (de Turquía a Francia, de Francia a Noruega, de Noruega a México), apuntalando su exilio. Con Trotsky de Prinkipo a Coyoacán tiene así
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el valor singular que es propio de los testimonios cercanos, nutridos por la proximidad y por la confianza. Pero además de eso tiene el mérito, y por ende el interés, de no ser, por una parte, un mero ejercicio de reverencialidad hagiográfica, uno que, hoy por hoy, y aunque en escala de trato personal, resultaría tan previsible como redundante; y luego el de tampoco ser, por otra parte, un juego obvio y finalmente convencional de dar a ver al “hombre” por detrás del “héroe” de la revolución. Este libro es otra cosa: es el retrato de un hombre complejo que lidia con situaciones complejas. Van Heijenoort se pone a la altura de esa complejidad al repasar y al plasmar sus vivencias. En parte porque sabe sacar el máximo provecho de esa colocación particular: inmediato pero lateral, en la escena pero no en el centro. Y en parte porque no puede hacerlo sin revisar su propio recorrido, su propia vida: el curso de sus convicciones políticas, la crisis que sobrevino después; su apartamiento de Trotsky, y luego del trotskismo, y luego de la militancia, y luego de la política; su posterior y plena entrega al estudio de las matemáticas, o sea del mundo de la abstracción (eso mismo que había hecho con Trotsky, reunir y organizar sus papeles, lo haría más tarde con Gödel: la misma pasión, sólo que con otro objeto). La elección de Van Heijenoort tuvo que ver, entre otras razones, con su conocimiento del ruso. Cualidad más que apreciable para un secretario, que además estaba en condiciones de traducir. Y cualidad más que apreciable para el secretario de un desterrado, quien, no pudiendo volver a su país, cada tanto querría volver por lo menos a su lengua. Pero dadas las condiciones singulares de este exilio, que no era una expulsión sin más, los secretarios, los asistentes, los allegados, debieron ser también guardaespaldas: ocuparse de la seguridad de Trotsky. Esa marca, la del peligro, atraviesa el libro entero. Sobre todo a partir de la confesión casi inicial de Van Heijenoort: “Nunca me hice demasiadas ilusiones acerca de la eficacia de nuestra vigilancia” [27]. Una protección cabal habría requerido contar con una veintena de hombres adiestrados, y los que había eran apenas tres o cuatro, e inexpertos por lo demás.
Van Heijenoort debía proteger la vida de Trotsky, al que sabemos que, al final, matarían. Eso produce una sugestión de fatalidad en cada nota que decidió inscribir desde su condición de centinela. Pero antes del desenlace, Van Heijenoort el guardaespaldas (no el secretario, no el traductor, sino el guardaespaldas) alcanzó a registrar una escena de leve incordio, que es cuando Trotsky le respondió: “Usted me trata como a un objeto” [38]. O bien todo un episodio que, de alguna manera, define una especie de quintaesencia de la protección, que consistió en ponerse por varios días en lugar del protegido, aun para fingir su presencia: Trotsky ya había partido de la casa de Barbizon, Van Heijenoort se las arregló para fraguar las apariencias de que aun permanecía ahí, ahí donde en rigor de verdad ya no había nadie, ahí donde quedaba él solo, cuidando de León Trotsky en el cuidado de la ausencia de León Trotsky. Trotsky objeto y Trotsky ausente: dos formas extremas, y acaso contrapuestas, de cuidar de él. Pero más tarde el ausente sería Van Heijenoort. El 5 de noviembre de 1939 dejó la casa de Coyoacán, para ir a pasar unos meses a Estados Unidos (“Había vivido tantos años a la sombra de Trotsky que era necesario que viviera un poco por mí mismo” [126]). Y fue en Estados Unidos, más exactamente en Baltimore, donde nueve meses después se enteraría, por los titulares de un diario y por las noticias de la radio, de que habían asesinado a Trotsky. Con Trotsky de Prinkipo a Coyoacán se torna trágico ahora en otro sentido, bajo la perspectiva de este hombre que custodió celosamente a Trotsky durante más de siete años, para enterarse de que habían conseguido matarlo a poco de haberse apartado de él. Van Heijenoort se pregunta, perplejo, cuando ya todo es inútil, cuando ya no hay nada que hacer, cómo no se dieron cuenta del mal francés del asesino, que se hizo pasar por belga siendo en verdad español: “¿Cómo pudo no ser sensible (Rosmer) a la manera de hablar de Mercader?” [128]. Con lo cual el círculo se cierra. Ya no hay dos saberes ajenos: el de la lengua y el del custodio. Para ser buenos custodios habrían debido ser más perspicaces también en cuanto a la lengua. Entre el traductor y el guardaespaldas ya no hay paradoja alguna.
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El desplazamiento que se le impuso a Trotsky, con su expatriación, se extendió a la vez sobre su vida de expatriado. Porque es sabido que, una vez fuera de la URSS, tampoco le resultó sencillo dar con un lugar donde afincarse así fuera como sitio de exilio. El emigrado forzado no dejó de ser también un emigrante forzado, movido cada tanto de lugar, empujado cada vez hacia otra parte. Van Heijenoort no podía ser testigo de estas peripecias sin ser, al mismo tiempo, un partícipe y un organizador de las mismas. También él quedó varias veces a la deriva, también él debió habitar con frecuencia la zozobra. Esos días en que se ocupó de custodiar la casa en la que Trotsky no estaba, tal como había custodiado y custodiaría las casas que ocupaba Trotsky, expresan bien esa condición: la de ir de un lugar a otro, siempre más o menos provisorios, más que irse a un lugar determinado, que pudiese resultar definitivo. El caso es que Trotsky trabajaba siempre, el caso es que Trotsky hacía política siempre: ésa era la real permanencia. Lo demás era inestable. Van Heijenoort lo detectó a poco de llegar a Prinkipo: “Toda la casa estaba escasamente amueblada. Más que vivir, parecía que acampábamos allí” [24]. La casa campamento de Turquía será casa secreta en Saint Palais y en Barbizon, Francia (“aún en París, los trotskistas franceses, salvo raras excepciones, ignoraban dónde residía Trotsky” [62]). Las casas sucesivas van delineando así estas diversas formas de estar: estar pero como a punto de irse, estar pero como si no se estuviera. Y es que las dos cosas, en un punto, eran verdad. De hecho las dos casas-museo que hoy existen en la ciudad de México, ambas en Coyoacán y a pocos metros una de otra, siguen de alguna manera indicando hasta el presente eso mismo: en la Casa Azul de la calle Londres, museo de Frida Kahlo, no hay marcas ni referencias que recuerden que allí vivió León Trotsky; en la casa de la calle Viena, donde habitó a continuación y donde sufrió el ataque mortal de Mercader, los objetos que pertenecieron a Trotsky, en especial los que ocupan su mesa de trabajo, están dispuestos de tal forma que se tiene la poderosa impresión, intensa y perturbadora, de que Trotsky ha estado »
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ahí hasta hace apenas un momento, que tuvo que salir de pronto, que apenas acaba de irse. La inestabilidad de las residencias del exilio no fue, después de todo, sino la señal de una inestabilidad más general y más profunda: la que muestra que no se le brindaba a Trotsky un marco legal y una identificación seguros. En 1932, se quedó sin nacionalidad y sin papeles válidos. Recibió pasaportes turcos, pero los usó cuando ya estaban vencidos. Luego recibió papeles de identidad de las autoridades francesas, pero se trató de papeles ficticios: oficiales y falsos a la vez, legales e irregulares a la vez. En ocasiones debió viajar de incógnito (“se afeitaba entonces la barba, asentaba sus cabellos a los costados, divididos por una raya al medio” [30]), es decir, camuflado. Otra vez debió camuflarse pero en la escritura, disimularse no en el rostro sino en el estilo, y el que se ocupó de hacerlo fue Van Heijenoort (“Mi traducción tenía algunos arreglos como para que no se advirtieran las marcas más notorias de su estilo” [74]). De esta manera, Con Trotsky de Prinkipo a Coyoacán combina dos registros muy distintos, o parcialmente contrapuestos: el de la plenitud incontestable de una presencia íntegra y potente, por una parte, y el de un obligado solapamiento, una impuesta atenuación, por otra. La entereza intacta de Trotsky se ve consignada así, por Jean Van Heijenoort, junto con la disminución atroz a la que lo fuerzan la persecución y el destierro. Con Trotsky de Prinkipo a Coyoacán da cuenta, en su desarrollo, del sostenido esfuerzo de Trotsky por establecer una continuidad en las cosas. Que todo siga: el activismo, la organización política, la escritura de libros y de artículos, el liderazgo. La constancia de Trotsky, consignada como virtud de laboriosidad sin descanso, cobra también este otro sentido: que por sobre los avatares imprevisibles del destierro, la actividad se mantenga constante, de tal modo que el presente no pierda su enlace con el pasado del que proviene. Una gesta de la permanencia destinada a revertir lo que en verdad ha sido corte, interrupción, desgajamiento. Porque a la vez, y dramáticamente, este presente de exilio, respecto del pasado de la revolución, está sin dudas cortado, interrumpido, desgajado. La ambición de continuidad lucha entonces contra la evidencia de una discontinuidad tajante. El pasado en la URSS queda tan lejos como la URSS, y Trotsky tan apartado de él como lo está de su propio país. No fueron los muertos de un cementerio ruso hallado por casualidad, sin embargo, ni la evocación repentina de anécdotas de Lenin, ni una sorpresiva arremetida a galope dando gritos en ruso, lo que mejor le permitió a Van Heijenoort
percibir al pasado en el presente y admirar la posibilidad de su permanencia. Anota, en un momento dado, que Trotsky “dictaba, si no a plena voz, por lo menos en voz bastante alta. Si yo estaba en mi cuarto, escuchaba esas frases martilleadas, rítmicas y melodiosas. Podía entreverse cuál había sido la potencia de esa laringe ante una multitud, en una época en que el arte de la oratoria todavía no tenía a su disposición la técnica electrónica” [32]. El agitador de masas obreras seguía pese a todo ahí: perduraba, en continuidad, en este exiliado que ahora dictaba para una secretaria solícita. Van Heijenoort pudo ver o entrever así al orador de la revolución de octubre. Cronista solidario de sucesivas impotencias, dio fe de esta potencia. Ahí donde todo era despojo, quedaba pese a todo un don, que era el don de la palabra. Un ritmo, una melodía. Las armas de la perduración. Por supuesto que abundan en el libro pasajes cuyo atractivo radica en la mostración de escenas de la vida cotidiana de León Trotsky. ¿Qué otra cosa iba a esperarse de quien durante varios años contó con la posibilidad de formar parte de su entorno más cercano? Nos cuenta entonces por caso que Trotsky duerme mal y toma somníferos, que come sin jamás prestar atención a lo que está comiendo, que cuando el té está demasiado caliente vuelca un poco sobre el plato y se pone a sorberlo (costumbre que consterna a Van Heijenoort), que se irrita cuando lo empujan a hacer más de una cosa a la vez (contrariamente al multitareas que cree recordar André Breton). Abundan también las anécdotas, como por ejemplo el primer y último intento de manejar un automóvil, que al cabo de apenas unos cuatrocientos metros terminó con un Mercedes Benz incrustado en una zanja; o bien la primera y única vez en que se dispuso a colaborar con el lavado de la vajilla en la casa, pero se ocupó del asunto con tanta minuciosidad y pormenor que para todos resultó preferible no contar ya más con su ayuda en ese rubro. En un grado más profundo de trato en la intimidad, Van Heijenoort resultó ser un testigo más que propicio para referir las incidencias de la aventura de Trotsky con Frida Kahlo (aunque con una cierta inclinación a suponer que en todo el enredo lo que pasó con Trotsky fue que “cayó en el juego” [103] de Frida: que cayó en un juego, y no que quiso jugarlo). Más adelante, Van Heijenoort advirtió que una medida de seguridad que Trotsky quería ensayar, colocando sobre un muro una escalera que le permitiría escapar en caso de peligro hacia una casa vecina, encubría, en verdad, otro propósito, que era saltar a esa casa porque en ella vivía una mujer sola a la que Trotsky en secreto cortejaba. Van Heijenoort se mostró severo (“Esta combinación de
problemas de seguridad con una aventura amorosa no me gustó nada” [108], también discreto (“No dije nada a Trotsky” [108]), también claro en su insinuación (“Tal vez advirtió mi falta de entusiasmo” [108]), y en cualquier caso concluyente (“No insistió en el plan” [108]). Lo que cuenta, en definitiva, es que este conocimiento de privacidades bastante tiene que ver con las particulares condiciones de convivencia en las casas que el grupo iba ocupando. Porque, dadas las circunstancias, se trataba siempre de varias personas teniendo que vivir juntas en un espacio no necesariamente amplio. Van Heijenoort lo descubrió en seguida: “Teníamos que vivir meses juntos, que pronto serían años, día tras día, en un espacio restringido” [38]. Por eso, sin hacerse amigo de Trotsky, sin recibir sus confidencias, sin indagar en sus secretos, pudo saber estas delicadas menudencias personales, sin otro requerimiento que el de simplemente estar “día tras día” ahí. La intimidad más cabal de Trotsky va a parar a un espacio aun más reducido y más replegado: la habitación que ocupaba con Natalia. Sólo con ella, por ejemplo, podía declinar su elocución siempre “perfectamente clara” [30] y hablar un poco más atropelladamente, y ciertamente en ruso. Sólo ante ella se quitaba los anteojos y se dejaba ver sin ellos. En esa habitación, a solas con Natalia, se encerró Trotsky, y por varios días, al recibir el 6 de enero de 1933 la noticia del suicidio de su hija, Zina. En esa habitación, a solas con Natalia, se encerró Trotsky, y por varios días, al recibir el 16 de febrero de 1938 la noticia de la muerte de su hijo, Liova. El encierro se había convertido en su única posibilidad de valerse del derecho de estar solo, o a solas con su mujer. El resto había pasado a ser, ya que no un caso de colectivismo forzado, sí un caso de vida colectiva forzada. La empatía de Van Heijenoort con Trotsky no alcanza a ser total, por mucha admiración que le tuviera, por grande que haya sido su entrega en sus funciones de secretario y de guardaespaldas. Hay distancias o desacoples, o al menos hay divergencias, a lo largo de Con Trotsky de Prinkipo a Coyoacán. Son pasajes que en el libro funcionan a la manera de apartes, en el sentido teatral de la expresión, comentarios dirigidos al lector mientras Trotsky sigue en lo suyo. En ocasiones hubo conflictos que se tradujeron en peleas concretas, por lo pronto a partir de las disputas entre fracciones que se suscitaban en torno de Trotsky, o bien por un malentendido aparente a propósito de una carta dictada por Diego Rivera. Pero en general los desacuerdos no llegaron a tanto, no se explicitaron ni fueron frontales; la posición lateral de Van Heijenoort lo habilitaba a asumir, por un lado, las ventajas
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de la mirada al sesgo, y a deslizar, por otro lado, el filo de las acotaciones al margen. Estas discordancias, así fueran episódicas, cobran relevancia en el relato de Van Heijenoort porque abrieron la posibilidad de que él se despegara hacia algunos enfoques más propios. Van Heijenoort no dejó de orbitar en torno de la figura de Trotsky: es la regla que su fuerza gravitatoria imponía de hecho sobre el grupo que lo escoltaba y se acompasaba con él. No obstante, en ciertos momentos, no necesariamente en la escena compartida que dominaba Trotsky, pero sí en todo caso en el texto, que era suyo, marcó algunas diferencias. Y esas diferencias, que no habría por qué considerar menores cuando remiten a los saberes sobre las chicas jóvenes o a los fastidios propios de la esfera familiar, cobran no obstante otro carácter al provenir del terreno político. Van Heijenoort escribió entonces su disenso con Trotsky nada menos que en torno de la cuestión del poder y la pérdida del poder en la URSS. Lo escuchó decir cierta vez que “el poder no se pierde tan fácilmente como se pierde el portamonedas” [61] y en un paréntesis, en otro tono, a continuación, decidió esgrimir su parecer exactamente inverso y decir que así es justamente como se pierde el poder, que se pierde como se pierde el portamonedas (“se cree tenerlo; de pronto, uno tantea alrededor suyo, se pierde un voto en el Politburó, desaparece y ya no se lo puede volver a encontrar” [61]). Después de reseñar un cordial debate entre Trotsky y André Breton sobre la relación de la revolución con el arte, Van Heijenoort se las arregló para dar a entender que se sentía más de acuerdo con las ideas que había planteado Breton que con las ideas que había enarbolado Trotsky (revelando de paso que, según su opinión, Trotsky hojeó los libros de Breton “pero no los leyó ciertamente de punta a punta”, lo que vale decir que en rigor de verdad no los leyó). Nada se compara, no obstante, según creo, con el pasaje en el que Van Heijenoort sostiene: “Había en Trotsky cierto tono didáctico, a veces un poco pedante y yo diría casi conservador. Desconfiaba de cualquier innovación en el campo de la teoría marxista” [65]. ¿Cómo es que el maestro, a fuerza de intensidad didáctica, se desliza hacia la pedantería? ¿Cómo es que el revolucionario consumado, sin dejar de serlo, o por serlo pero obstinadamente, puede pasar a ser visto como “casi conservador” en lo que a la teoría marxista se refiere? Lo de Van Heijenoort no es ninguna ruptura; no hay por qué presentir aquí el apartamiento que sólo después se produciría. Presumo, en todo caso, que se trata de la inexorable fricción que tiende a producirse entre la dimensión en gran escala de los acontecimientos históricos excepcionales y sus
protagonistas, y la dimensión más acotada (pero también más concreta, más tangible, más equilibrada, más normal) de la vida diaria. No hay por qué enfrentar visiones de Trotsky, en una consecutividad lineal, que lleven de la ilusión a la desilusión. No es eso lo que percibió y selló Jean Van Heijenoort en su libro, sino otra cosa, más complicada y más verdadera: hasta qué punto el gran maestro y el pedante se habitaban mutuamente, hasta qué punto se ensamblaron y se reforzaron el revolucionario pleno y el casi conservador de la teoría marxista. Aspectos que, en sus reveladoras tensiones, no podrían tal vez haberse detectado en circunstancias totalmente estables y centradas. Pero que, en el inestable descentramiento del exilio de León Trotsky y de la vida de asistente de Van Heijenoort, adquieren una inquietante visibilidad. No se trata, sin embargo, como he dicho, de la “mirada del valet” y su presunta facultad intrínseca de desmitificación de héroes. Es cierto que Van Heijenoort se propuso hacer “un relato lo más preciso y concreto posible”, contra “las actividades mitogénicas” [17] que Trotsky bajo toda evidencia suscita. Pero el logro de Con Trotsky de Prinkipo a Coyoacán es justamente el de sacar el máximo provecho de lo preciso, de lo concreto. Van Heijenoort consignó que había en Trotsky “una impaciencia respecto de los detalles” [96], y resulta ser que en los detalles, en un notorio saber de los detalles, fue donde su testimonio se apoyó y se enriqueció. Lo cual lo volvió sensible a las impaciencias de Trotsky. En ese punto, o desde ese punto, Van Heijenoort dio un paso más. Por momentos su testimonio no está enunciado, o proferido, o pronunciado, sino mascullado. Yo lo tomo, ahora sí, como un género secretarial. Quejas masculladas, murmuradas, a espaldas de León
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Trotsky (pero, ¿y dónde, si no a espaldas, iba a hablar un guardaespaldas?). Así Van Heijenoort nos deja dicho que una sola vez, nada más, y no muy eficientemente, se dispuso Trotsky a colaborar con el lavado de platos en la casa. O que Trotsky nunca llevaba plata encima (“Vivió en varios países sin saber de qué color era su dinero” [72]). O que delegaba en los secretarios la tarea de escribir a mano las direcciones de los sobres de las cartas que enviaba, cosa que Lenin, en cambio, se ocupaba de hacer por sí mismo. O que se quejaba continuamente de las erratas de las publicaciones trotskistas, pero jamás se encargaba él mismo de releer las pruebas, de cuidar las correcciones. Lo dejaba siempre a otros. “Lo mismo sucedía con otros detalles”, concluye Van Heijenoort. Y lapidario, rencoroso, agrega: “Era demasiado gran señor para ocuparse de cerca de algunas cosas” [95]. Un parecer ciertamente urticante de Van Heijenoort sobre Trotsky, al que acaso habría que contraponer este otro parecer, ahora de Trotsky, anotado por Van Heijenoort: “El reproche que incansablemente Trotsky hacía a los grupos trotskistas era su composición social: demasiado intelectuales, no lo suficientemente obreros. ‘Pequeñoburgueses’, ésa es una acusación que aparece constantemente en sus escritos contra las personas y contra los grupos” [117]. “Pequeñoburgueses”, reprocha Trotsky. Y Van Heijenoort por su parte reprocha: “demasiado gran señor”. Entiendo que debemos estos ásperos cruces a las modulaciones que son propias de lo preciso, de lo concreto, de los detalles, del día a día. Pero parece imperioso considerarlos como lo que más estrictamente son: una discusión política, una interpelación política, un desacomodamiento político.
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A propósito de ¿Qué fue de los intelectuales?, de Enzo Traverso
Las ideas y las piedras Gastón Gutiérrez Comité de redacción. En la entrevista que le realiza Régis Meyran, el historiador italiano Enzo Traverso explora sintéticamente la historia del intelectual y el compromiso político, señalando cómo un vínculo característico en la historia del siglo XX está ausente de la escena contemporánea1. Observador metódico e historiador consagrado a la historia intelectual europea como atestiguan sus libros – La historia desgarrada y A Sangre y fuego2–, en su juventud militó en la Italia de los ‘70, en la organización autonomista Potere Operario (Poder Obrero) del operaismo marxista (Toni Negri, S. Bologna o Paolo Virno).
El espacio público como condición del intelectual La entrevista se divide en tres apartados –“Del nacimiento de los intelectuales a su eclipse”, “El ascenso del neoconservadurismo” y “¿Cuáles son las alternativas para el futuro?”–, en los que se recorre el pasado y el presente de la historia del “intelectual” moderno. Los extremos de esta historia van del caso Dreyfus a una foto de Edward Said del año 2000. Zola constituye el símbolo del origen de una figura novedosa de crítico, al que la reacción antidreyfusista otorgó el término negativo de “intelectual” como producto de una modernidad decadente donde lo cerebral, lo artificial, lo abstracto y cosmopolita se opone a la naturaleza, al terruño y la vida concreta. Más de cien años después, el intelectual palestino Edward Said, profesor de literatura comparada de la Universidad de Columbia, tira piedras contra un puesto de control israelí, lo que contrasta con la opinión pública norteamericana signada por el “choque de civilizaciones”. Lo que caracteriza a la intervención del intelectual no es solo su actividad específica en el plano de las ideas, las ciencias o las artes, sino la adopción de un compromiso político “disonante” con respecto a la “armonía” del clima ideológico. ¿Qué es entonces lo que diferencia a esta figura, que comienza a ser denominada “intelectual” (como sustantivo) recién en la Tercera Republica Francesa? La emergencia de un “espacio público” consolidado. Un mercado situado “entre el ámbito de la producción y el ámbito de la decisión”, según la noción que desarrolló Habermas, característico de una sociedad de masas, con industrias de prensa y medios que les permitan a los intelectuales vivir de su pluma. Contradictoriamente, el mercado capitalista crea un espacio para la crítica, que posee especificidades nacionales muy marcadas. En Francia, donde surge primero, tempranamente se politiza
el campo intelectual. El diario La libre parole profesa un credo antisemita, mientras que Jean Jaurés funda L’Humanite como diario para estructurar al socialismo como corriente de ideas. A diferencia de Alemania, donde el científico universitario es incorporado al sistema estatal y es garante del orden frente a la “demagogia” de los socialistas (ver el desprecio que les dedica Weber en El político y el científico). En el espacio público el “contrapunto” objeta el discurso dominante, en un campo magnético en el que se encuentran fuerzas antagónicas. Entre 1914 y 1945 se produce un “ascenso a los extremos” de la lucha de clases, la violencia política y la guerra, que denominó “guerra civil europea”, o retomando a Engels “nueva guerra de los Treinta años”. En la derecha prima el odio a los intelectuales (a excepción del fascismo italiano que propone sus propios intelectuales). En el triunfo del nazismo Goebbels organizaba las quemas de libros bajo la consigna de que “la era del intelectualismo está terminada”. Todos los nacionalismos fueron antiintelectuales, incluyendo al naciente estalinismo, aunque en los ‘30 aprovechará el “ethos antifascista” motorizando a los intelectuales hacia los frentes populares, a condición del silencio ante el orden burocrático. La excepción son los surrealistas aliados a Trotsky. La Guerra Fría presiona a los intelectuales a elegir entre la crítica al totalitarismo, que se impone en el “mundo libre”, o el acompañamiento como “compañeros de ruta” del estalinismo. Desde el macartismo en los EE. UU. en un polo, y la Francia e Italia donde los PC son fuertes en el otro. Los intelectuales antifascistas en la entreguerras se hacen antitotalitarios durante la posguerra, como el caso de algunos miembros de la Partisan Review en los EE. UU. Con la invasión a Hungría en 1956 la relación intelectuales-estalinismo comienza a resquebrajarse y emerge una “nueva izquierda” (heterogéneamente trotskista, maoísta o guevarista). En ese contexto se impone la figura de Sartre como “intelectual comprometido” y “en situación” que interviene como “alguien que se mete en lo que no le importa” denunciando el colonialismo.
¿Prisma marxista o liberal? La distinción de Gramsci entre “intelectuales tradicionales” e “intelectuales orgánicos” constituye para Traverso la primera teoría de los intelectuales en la sociedad de clases: los “tradicionales” moldean las herramientas mentales de una sociedad premoderna (curas, juristas,
burocracia, etc.), mientras que los “orgánicos” diseñan el paisaje cultural de la sociedad capitalista, y deben por lo tanto elegir entre la clase obrera o la burguesía. Sin embargo, a estos conceptos de Gramsci y la noción de Habermas sobre el espacio público, Traverso le agrega las consideraciones de Bobbio según las cuales las definiciones del intelectual oscilan entre dos polos en relación al poder: la figura del “filósofo rey” platónica, que debe introducirse de lleno en el poder para diseñar la ciudad ideal; y la del filósofo de la corte “consejero del príncipe”. Señala que el intelectual como “arquitecto autoritario” del mundo no es más que un pretexto para sustentar una posición conservadora (como la de Popper contra Platón-Hegel-Marx). Sin embargo recurre a este prisma liberal al designar con una categoría similar a la figura del intelectual revolucionario. Intelectuales bolcheviques o comunistas, como Bujarin, Radek, o Lukács (que cedieron ante la contrarrevolución estalinista), son puestos en la misma categoría que los “teóricos” del corporativismo racista o Pol Pot. Más aún, al ubicar al intelectual revolucionario en la categoría de “filósofo rey” cree demostrar la incompatibilidad entre intelectuales y poder. Irónicamente sin mayor historización, critica una supuesta “confusión de roles” en Trotsky, ya que antes de la revolución vivía de su pluma, pero perdería su condición de intelectual una vez en el poder, justificando medidas autoritarias (tentaciones ya inscriptas en Marx y Lenin). Trotsky sería un intelectual hasta la revolución, un filósofo del poder durante la misma, y volvería a ser crítico recién cuando enfrente el exilio y la muerte. ¿Cómo entender que era, luego dejó de ser, y luego volvió a ser? En A sangre y fuego Traverso señalaba que sería un “error de perspectiva querer analizar con los anteojos de Habermas y Rawls una época que produjo a E. Jünger y A. Gramsci, Carl Schmitt y León Trotsky”3. Desatento a su propia recomendación, al introducir las anteojeras de Bobbio sobre la relación intelectuales-poder, Traverso yuxtapone un criterio por completo desatento a las consideraciones históricas. No se trata de que Trotsky contenga la esencia del intelectual revolucionario más allá de las situaciones ante las que debió actuar (algunas ciertamente de excepción), sino de la noción de que el intelectual que accede al poder ya no sigue siéndolo. Aunque la noción de espacio público es útil, la dupla Habermas-Bobbio resiente la teoría marxista sobre los intelectuales, apenas enunciada
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en su consideración sobre Gramsci, alejándose de cualquier consideración específica sobre las diferentes relaciones intelectuales-burguesía e intelectuales-clase obrera. Precisamente el núcleo de la cuestión de los intelectuales es la diferenciada situación de la clase obrera en la sociedad capitalista en comparación con las fracciones de la burguesía y sus intelectuales. Traverso, al tratar de destacar la existencia de la figura del intelectual como crítico del poder, cae en la ilusión de pensarlo como un grupo social autónomo. Lo que podría ser criticado desde sus propias consideraciones reponiendo los conflictos de clase en el “campo magnético” de la revolución-contrarrevolución ante momentos de radicalización, así como el declive de los intelectuales ante las fuerzas del mercado en momentos reaccionarios. La clase trabajadora enajenada de medios culturales, necesita hacerse del poder para poder desplegar cualquier cambio cultural efectivo. El intelectual crítico del poder puede ponerse del lado de los oprimidos, pero la clase obrera a la hora de encarar una transformación social requiere de la conquista de un poder obrero transitorio, que es tan sólo un medio para la auto-emancipación de las masas que tiene en la pedagogía y la conquista del tiempo libre sus premisas. El rol del intelectual revolucionario, una figura fascinante como señala Traverso, no puede enajenarse de esas condiciones.
de Michel Foucault acerca del intelectual específico, en oposición al intelectual universalista, constituirían una respuesta y una adaptación. La unilateral concepción foucaultiana del micro-poder y de la mutación histórica del poder soberano al biopoder sobre poblaciones, obvia nada menos que la permanencia del poder estatal imperialista, como el de EE. UU., que plantea la vigencia del intelectual universalista. El poscolonialismo, al que sería injusto considerarlo un “carnaval académico”, ciertamente no tiene ninguna presencia en Asia y África donde presumiblemente debería cumplir un rol. Quizás nuevas revueltas en Europa o EE. UU., donde la sociedad es menos WASP (blanco, anglosajón y protestante) que nunca, permitan una evolución prometedora de la mano de árabes, africanos y latinos. Desde la teoría, Badiou, Rancière, Butler o Zizek han ganado auditorio como críticos de la dominación, pero la ruptura entre éstos y los movimientos sociales está en la base de sus limitadas y escasas propuestas estratégicas concretas. Traverso enumera iniciativas de resistencia como Contretemps y el periódico independiente
Media-Part en Francia, o la revista Jacobin en EE. UU., que aunque síntomas de un nuevo auditorio son minoritarias aún. Para Traverso el panorama actual en última instancia es producto de que la derrota de la revolución comunista en el siglo XX clausuró todo “horizonte de expectativa”. Es esta perspectiva “melancólica” la que resiente su libro, tanto en la reconstrucción del pasado, como en las perspectivas actuales, ya que clausurado el horizonte estratégico de las revoluciones del siglo XX estaríamos efectivamente sin rumbo entre la “Escila del rechazo del pasado” y la “Caribdis de la ausencia de futuro”.
1. ¿Qué fue de los intelectuales?, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2014. 2. La historia desgarrada. Ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales, Barcelona, Herder Libros, 2011; A sangre y fuego. De la guerra civil europea, 1914-1945, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2009. 3. ¿Qué fue…, op. cit., p. 12.
El declive del espacio público La mutación contemporánea se debe para Traverso a la creciente subordinación y reificación del espacio público. La relación Universidad y capitalismo se modificó en las últimas tres décadas en las que un lenguaje empresario lo inundó. Con la Universidad de masas y la industria cultural los intelectuales dejaron de constituir una élite, dando paso a la proletarización y precarización. El neoliberalismo, las derrotas del movimiento obrero y el ascenso del neoconservadurismo americano se consolidaron con el ‘89. Mientras en Francia los “nuevos filósofos” buscaban revertir completamente el espíritu del ‘68, especialmente los ex maoístas que primero sostuvieron la “revolución cultural” más retrograda y luego el período más negro del liberalismo. El surgimiento de partidos orientados a la conquista de la opinión pública abandonando cualquier referencia de clase, inaugura la era de los partidos catch-all, que ya no necesitan militantes, ni intelectuales, sino tan sólo think tanks mediáticos y gestores. El experto en oposición al crítico, encarnado por economistas, politólogos o sociólogos como técnicos de gobierno integrados. No hay más que mirar el panorama ante la crisis económica mundial, donde los que generaron las políticas que llevaron a la crisis, son los diagnosticadores de la misma y los expertos que deberían resolverla (el paroxismo de esta tendencia fue el gobierno técnico de Mario Monti en Italia). Completan este pintoresco panorama los filósofos y escritores que actúan de actuales bufones de una nueva “nobleza mediática”. Ante este escenario por izquierda no hay mucha alternativa para Traverso. Las discusiones
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Escultura de Erim Bayri / Fotografía: Juan Atacho
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