Ideas de izquierda 21, 2015

Page 1

de

21 JULIO 2015

BARAJAR Y DAR DE NUEVO Kirchnerismo: lecturas agrietadas

OTRA CLASE DE POLíTICOS

Diálogo con candidatos obreros del PTS en el FIT

PERONISMO, SINDICATOS Y PACTO SOCIAL Alejandro Schneider

LA “HIPÓTESIS PODEMOS” Josefina Martínez y Diego Lotito

CUBA EN TIEMPOS DE DESHIELO Eduardo Molina

precio $35

ideas izquierda Revista de Política y Cultura


2 |

IDEAS DE IZQUIERDA

SUMARIO 3 PRESENTACIÓN 4 OTRA CLASE DE POLÍTICOS Entrevista a candidatos obreros del PTS en el FIT

8 BARAJAR Y DAR DE NUEVO

KIRCHNERISMO: LECTURAS AGRIETADAS MEMORIA Y BALANCE DE UNA DÉCADA Eduardo Castilla LAMENTOS POR LA “OPORTUNIDAD PERDIDA” Esteban Mercatante

LOS DERECHOS HUMANOS Y LA JUSTICIA: RELATO Y REALIDAD Extractos de una charla con Graciela Ledo, Miguel Bonasso, Lucas Arrimada, Oscar Schaller y Myriam Bregman. MEDIOS AUDIOVISUALES: KIRCHNERISMO, CONCENTRACIÓN Y CONVERGENCIA Martin Espinoza y Daniel Satur LA CREATIVIDAD DESATADA Y LAS PANTALLAS NEGADAS Violeta Bruck

22 LA “HIPÓTESIS PODEMOS” A LA PRUEBA DEL PODER Josefina Martínez y Diego Lotito

25 Algo se mueve en el escenario político Eduardo Molina

28 EVO MORALES Y EL OCASO DE LA MODERNIZACIÓN CAPITALISTA NACIONAL Javo Ferreira

31 LA INSURGENCIA OBRERA EN EL CORAZÓN DE LA INDUSTRIA Ruth Werner y Facundo Aguirre

34 EL REFORZAMIENTO DEL PODER DE LA DIRIGENCIA SINDICAL Alejandro Schneider

37 EL SOCIALISMO EN SU LABERINTO. O EL DESACOPLE ENTRE PARTIDO Y SINDICATO, 1916-1943 Diego Ceruso

40 LOS INTELECTUALES JUDÍOS Y EL GIRO CONSERVADOR DE LA HISTORIA Gastón Gutiérrez

43 ¿ESTAMOS EN ESTADO DE “GUERRA CIVIL MUNDIAL”? Emmanuel Barot

45 DEMOCRACIA RIGUROSAMENTE VIGILADA Celeste Murillo

47 RESEÑA DE LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA, DE MIGUEL DEL ARCO (DIR.) Fernando Castellá

STAFF CONSEJO EDITORIAL Christian Castillo, Eduardo Grüner, Hernán Camarero, Fernando Aiziczon, Alejandro Schneider, Emmanuel Barot, Andrea D’Atri, Paula Varela. COMITÉ DE REDACCIÓN Fernando Castellá, Juan Dal Maso, Ariane Díaz, Juan Duarte, Gastón Gutiérrez, Esteban Mercatante, Celeste Murillo, Lucía Ortega, Azul Picón, Fernando Rosso. COLABORAN EN ESTE NÚMERO Franco Villalba, Noelia Lang, Hernán Moyano, Darío Banegas, Juan Centurión, Gustavo Michel, Laura Magnaghi, Alejandra Cortell Cubí, Letizia Valeiras, Nicolás Bendersky, Analía Michelaud, Eduardo Castilla, Daniel Satur, Martín Espinoza, Violeta Bruck, Josefina Martínez, Diego Lotito, Eduardo Molina, Javo Ferreira, Ruth Werner, Facundo Aguirre, Diego Ceruso, Rossana Cortez, Eric Iván. EQUIPO DE DISEÑO E ILUSTRACIÓN Fernando Lendoiro, Anahí Rivera, Natalia Rizzo. PRENSA Y DIFUSIÓN ideasdeizquierda@gmail.com Facebook: ideas.deizquierda Twitter: @ideasizquierda Ilustración de tapa: Natalia Rizzo www.ideasdeizquierda.org Entre Ríos 140 5° A - C.A.B.A. | CP: 1079 - 4372-0590 Distribuye en CABA y GBA Distriloberto - www.distriloberto.com.ar Sin Fin - distribuidorasinfin@gmail.com ISSN: 2344-9454 Los números anteriores se venden al precio del último número.


IdZ Julio

| 3

Presentación El “cambio justo”, la propuesta que presentara el candidato presidencial Sergio Massa, pero que todo indica que concretará finalmente Daniel Scioli, es señal del final de una etapa. Fin de ciclo, el término que tanto molesta –y rechazan– desde el kirchnerismo, es adecuado para señalar el giro por venir. Ya sea que el sucesor provenga del oficialista FPV o del opositor PRO, ingresamos en un terreno novedoso. Como era esperable, cuando se acerca el final de estos doce años de gobiernos kirchneristas, trabaja a toda máquina la producción editorial de balances, de todo tipo y color. Si esto suele ocurrir a ritmo febril con toda conclusión de un ciclo político, más aún cuando el que termina superó la duración de una década y abrigó desde el comienzo pretensiones refundacionales que alcanzan casi todos los aspectos de la vida social. La valoración del período enciende pasiones a favor y en contra. ¿Década ganada o década perdida? Igual de elocuentes son los interrogantes sobre lo que vendrá. Sobre todo cuando se asienta la perspectiva de que la sucesión sea encarnada por Daniel Scioli, comodín indescifrable si los hay. ¿Continuará sin chistar el rumbo “populista” denostado por los opositores? ¿Alcanzará con ponerle un Zannini para que no sea el Alvear de Cristina, como se ilusiona un sector de la intelectualidad K? En este número pasamos inventario de algunos de los balances sobre el kirchnerismo que se producen desde ambos lados de la grieta en distintos terrenos: desde el político-institucional, el económico, el de los derechos humanos y la Justicia; hasta el cultural, tomando los medios y el cine.

Otra clase de candidatos Las PASO del Frente de Izquierda y de los Trabajadores son una de las grandes novedades que dejó el cierre de listas para las elecciones nacionales. El próximo 9 de agosto los votantes del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) encontrarán en los 24 distritos de todo el país dos opciones para elegir la fórmula presidencial y candidatos para el Parlasur por distrito único nacional. En la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Tucumán, Jujuy, Mendoza, Neuquén y la Capital Federal habrá también dos listas del FIT en el resto de las categorías. La lista impulsada por el PTS, encabezada por el binomio de Nicolás del Caño y Myriam Bregman a presidente y vicepresidente, es la única que cuenta con cientos de dirigentes y activistas obreros entre sus candidatos. Protagonistas de duras luchas como los “indomables” de Lear, o los gráficos de Madygraf bajo gestión obrera; pero también de luchas más invisibles como las que se dan cotidianamente en hospitales, supermercados o escuelas, una nueva generación de trabajadores y trabajadoras se animan a la experiencia política de ser candidatos en los territorios históricamente peronistas de Malvinas Argentinas, Hurlingham, San Miguel, La Matanza, Merlo,

Lomas de Zamora. En este número de Ideas de Izquierda nos hablan en primera persona .

De Madrid a La Paz Con las elecciones municipales y autonómicas del pasado 24 de mayo en el Estado Español, la fuerza política Podemos comenzó su prueba de fuego ante el poder. La fuerza política que creció astronómicamente en menos de un año con un encendido discurso contra la casta, pelea por afianzar la “centralidad” política desembarazándose de cualquier resabio izquierdista en su política y discurso, y pactando con el viejo PSOE para conformar gobiernos locales. Un anticipo de lo que proyectan en las elecciones nacionales para desbancar al PP. En estas páginas Josefina Martínez y Diego Lotito continúan el debate estratégico con esta fuerza. En Cuba, el “deshielo” entre el régimen castrista y Washington le imprimió un ritmo acelerado al restablecimiento de la propiedad privada y los negocios capitalistas en la isla. Eduardo Molina continúa el análisis de este proceso y discute sus implicancias para la política de la izquierda revolucionaria. Por su parte, Javo Ferreira da cuenta de cómo la llegada de Evo Morales al poder en Bolivia, en un momento donde se generaban favorables condiciones económicas internacionales, permitió la estabilización del régimen político y habilitó la posibilidad de una década de prosperidad que empieza a mostrar límites.

Ideas, debates y lecturas En este número continuamos reflejando la historia política del movimiento obrero argentino. Ruth Werner y Facundo Aguirre dan cuenta de las coordinadoras interfabriles que protagonizaron la movilización obrera de junio y julio de 1975 contra las medidas impulsadas por el ministro de Economía Celestino Rodrigo; Alejandro Schneider continúa el análisis de los mecanismos que utilizó el gobierno de Perón para frenar la protesta social reforzando a la dirigencia sindical; y Diego Ceruso analiza el desacople entre partido y sindicato en el socialismo argentino entre 1916 y 1943. Gastón Gutiérrez realiza una lectura de El final de la modernidad judía de Enzo Traverso, mientras Emmanuel Barot discute con el filósofo italiano Giorgio Agamben a propósito de las conferencias compiladas en La guerra civil. Para una teoría política de la stasis. Celeste

Fotomontaje: Natalia Rizzo

Murillo reflexiona sobre la democracia blindada que caracteriza hoy a los Estados Unidos, a propósito de Toque de queda de Jesse Ball. Por su parte, Fernando Castellá reseña la puesta de La violación de Lucrecia, de William Shakespeare, con dirección de Miguel del Arco e interpretación de Nuria Espert, que pudo verse durante los meses de mayo y junio en el Teatro San Martín. Con este número 21, Ideas de Izquierda cumple dos años, en los que tenemos el orgullo de venir aportando al debate de la realidad nacional e internacional desde la perspectiva socialista revolucionaria. Hemos dialogado y polemizado acá con algunos de los principales exponentes del marxismo y el pensamiento crítico. Numerosos aportes de estas páginas vienen contribuyendo a la reflexión sobre cuestiones centrales que en buena parte de la intelectualidad local brillan por su ausencia. También se encuentran múltiples análisis sobre la crisis mundial capitalista y el orden imperialista contemporáneo, la sociedad argentina, la clase obrera hoy, las cuestiones de género y la cultura, entre muchos otros temas (todos estos artículos pueden leerse en www.laizquierdario.com/ ideasdeizquierda). En un escenario en el que la izquierda viene mostrando una consolidación como actor político nacional –otro dato político con el que concluye este período kirchnerista– hacemos esta revista pensando en contribuir a la renovación de las ideas revolucionarias.


4 |

POLÍTICA

Diálogo con los candidatos obreros del PTS en el FIT

Otra clase de políticos Paula Varela, Fernando Castellá y Letizia Valeiras Comité editorial y de redacción.

En las líneas de las fábricas circulan cartelitos esquivando la mirada del supervisor que no puede leer, ni entender su contenido: “Yo apoyo al PTS en el Frente de Izquierda”. “¿Qué hacés laburando acá ahora que sos famoso?”, se escucha en la fila de la caja de un supermercado. Las candidaturas de la única lista que invirtió el cupo femenino se van armando de escuela en escuela, las profes le piden opinión a sus alumnos, a sus compañeros, en las aulas y en las salas de profesores se improvisan estudios fotográficos: las fotos no son solo imágenes congeladas, son el movimiento de una campaña que saca su fuerza desde abajo: de las fábricas, de los hospitales, de los barrios. Estas postales se repiten en cada localidad, en cada distrito de la provincia de Buenos Aires. Son la cocina electoral del PTS en el Frente de Izquierda, de sus candidaturas obreras, de sus candidaturas de mujeres, de sus candidaturas de jóvenes. Son, también, la versión opuesta de los bunkers de campaña llenos de lujos, donde se eligen a dedo los candidatos de los partidos patronales. En las fábricas, comercios, barrios y escuelas pasa al revés: son los propios trabajadores que se ilusionan con las candidaturas de sus compañeros y dicen -todavía tímidos- “yo los apoyo, me gusta Nicolás del Caño, y confío en vos porque te veo todos los días, ¿yo también puedo ser candidato?”. Franco Villalba, trabajador de Alicorp (ex Jabón Federal) es candidato a senador por la tercera sección electoral; Noelia Lang, docente precarizada del plan Fines 2, se postula a concejal por La Matanza; Hernán Moyano, cajero de un conocido supermercado, difunde su candidatura a intendente de Hurlingham; Darío Banegas, trabajador de Cerámica Cregar, encabeza la lista de concejales por el partido de Merlo; Juan Centurión, trabajador de Mondelez (ex Kraft-Terrabusi), es candidato a intendente de

Malvinas Argentinas; Gustavo Michel, despedido de Shell, se postula a Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aire; Laura Magnaghi, delegada de la Junta Interna de ATE Sur en el Hospital Alende de Budge, es candidata a intendente de Lomas de Zamora; y Alejandra Cortell Cubí, trabajadora de MadyGraf (ex Donnelley, hoy bajo gestión obrera) va como candidata a intendente de San Miguel. Todos tienen entre 30 y 41 años e IdZ habló con ellos. IdZ:¿Por qué decidieron ser candidatos por el PTS en el Frente de Izquierda? DB: Yo acepté ser candidato por dos motivos principales: uno, para formar parte de las listas junto a otros compañeros que llevaron adelante grandes luchas como Lear, Madygraf, Kraft, o como Ramón Cortés, petrolero de Las Heras que fue juzgado y condenado a cadena perpetua por luchar; y el otro, porque yo pienso que los trabajadores tenemos que empezar a hacer política y no solamente sindicalismo. Yo no soy delegado, pero me organizo sindicalmente en mi fábrica, junto a varios compañeros, siempre hice eso en mis laburos. De hecho, al PTS lo conocí cuando trabajaba como repositor y tratamos de organizarnos para conquistar representantes y mejores condiciones de trabajo. Pero con la organización en la fábrica o en el supermercado no alcanza: eso me lo demostró la gran lucha de Lear el año pasado. Para mí la política y el sindicalismo se pueden hacer juntos aunque muchas veces los Moyano, los Caló, te dicen que los trabajadores no pueden hacer política. Pero ellos la viven haciendo al lado de las grandes patronales. Si nosotros nos quedamos con los brazos cruzados, la política la siguen haciendo los mismos, por eso tenemos que empezar a hacer un sindicalismo y una política para los trabajadores.

JC: Que nuestras listas tengan muchos candidatos obreros representa un cambio para todos. Los obreros nunca fuimos tenidos en cuenta como candidatos. Tenés que ser el sobrino o un conocido del intendente, o primo o amigo de algún puntero. Y el problema es que ellos no ven lo que sufrimos día a día. Yo soy candidato por el PTS porque veo que es el único partido que lucha contra la burocracia, es el único partido que tiene diputados que luchan junto a los trabajadores en todos lados y porque veo que es el cambio, de verdad, que necesitan los trabajadores. Y formar parte de un partido y de una lista con mayoría de obreros es algo muy bueno, y es muy importante también que nuestros compañeros trabajadores voten por las listas del PTS en el Frente de Izquierda. Nosotros no negociamos ni con las policías, ni con las patronales, ni con la burocracia. Lo que queremos es que los derechos de los trabajadores sean respetados, que no haya más compañeros que terminen lastimados, con tendinitis, hernias de disco; es un problema porque cuando la gente ya no le sirve a la patronal lo único que hacen es descartarla. Nosotros luchamos porque todos los trabajadores sean respetados, tanto los varones como las mujeres, por que se respete la igualdad de género y que no haya discriminación hacia ningún trabajador. Como dice el compañero, todo trabajador sabe que cuando asumen otros políticos lo que hacen es representar los intereses de las empresas y es el obrero el que siempre sufre todas estas cuestiones. ACC: Yo justamente decidí ser candidata porque el PTS es el único partido en el que las mujeres trabajadoras podemos dar un cambio, donde juntos luchamos por la no violencia de género y por el derecho al aborto. No es casualidad que las listas de nuestro partido estén compuestas


I dZ Julio

por un 70 % de mujeres, pero además de mujeres trabajadoras, porque el PTS día a día, ya sea en Panamericana o en el Congreso, es el único partido que lucha por los derechos de los trabajadores, cosa que no pasa en los partidos patronales como el de Massa y Scioli. FV: El otro día en la fábrica charlábamos con varios compañeros sobre esto: no hay nadie mejor que nosotros mismos para saber cuáles son las necesidades insatisfechas. A nosotros no nos la contaron, vivimos desde el día que nacimos en los mismos barrios con todos estos problemas, trabajamos 6 días a la semana con horarios rotativos. Sabemos lo que es estar contratado y no tener nunca seguridad de si al otro día te van a dejar entrar, sabemos cómo los dirigentes sindicales empeñan nuestros derechos por unos pesos. Los trabajadores tenemos que llevar nuestra voz al Congreso para denunciar todo esto y a los mismos políticos que cobran decenas de miles de pesos para votar leyes que solo benefician a los millonarios.

dimos el año pasado en Shell contra los despidos, una pelea importantísima donde logramos reinstalaciones, pero también expresando lo que fueron en general las luchas de la zona sur, con los compañeros de Honda y Calsa, donde logramos en pequeño, coordinar. Ahí te das cuenta lo importante que es la unidad. Entonces, apenas me propusieron ser parte de las listas como candidato, acepté inmediatamente. Para mí es un gran honor estar con compañeros que vienen luchando en distintas fábricas, escuelas o donde sea. Ser parte de estas listas, es llevar a otro terreno las luchas que se vinieron dando en Zona Sur.

NL: Yo soy delegada del Plan Fines 2 y con docentes precarizados hace dos años que venimos organizándonos, tratando de visibilizar nuestra lucha contra la precarización. Así conocí al PTS, y la verdad que el espacio electoral me pareció un espacio que había que ocupar para empezar a concientizar a los compañeros en esta idea de que en la unidad se pueden conquistar varias cosas y a tomar conciencia de que somos parte de una misma clase.

HM: Yo soy de Zona Oeste, de Hurlingham, y quería que el PTS llegue acá por eso que decía Gustavo, que es un partido que está en las luchas con los trabajadores. Yo venía ayudando a los chicos del PTS en mi facultad, en la UNGS, así que me contacté con Valerio García, que es candidato a Concejal y armamos este proyecto que nos tiene muy entusiasmados. Vamos a ir a internas con el PO, así que vamos a ver qué sucede. Me parece importante que los trabajadores voten a su par, a otro trabajador. Creo que es importante que los trabajadores participemos en política, no solo militando activamente, sino charlando, tomando un café con otro. Las necesidades del trabajador solamente las conoce un trabajador mismo, no un capitalista, ni sus candidatos. Por eso yo invito a los trabajadores a que militen, a que charlen, a que compartan jornadas y participen de actividades junto a nosotros, como para poder comprender, entender y realizar cosas relacionadas con su trabajo y con la política.

GM: Lo que dice Noelia de tomar conciencia de que somos parte de una misma clase me parece muy importante. Yo vengo de una lucha que

IdZ: Franco (Villalba): ¿vos sos militante hace varios años, cómo ves esta experiencia de nuevos compañeros que se suman a las listas?

IdZ: ¿Y cómo se vive esto en los sectores más precarizados donde trabajan ustedes?

| 5

FV: Tal cual, yo soy más antiguo en esto de la militancia, aunque tengo 36 años. Soy parte del PTS desde los 17 años, cuando estaba en la secundaria, y también trabajaba en negro en un taller horrible. Mi escuela era una técnica que se caía a pedazos, y ahí organizamos el centro de estudiantes. Ya en ese momento, en los ‘90, la policía nos condenaba por ser jóvenes. El gatillo fácil y las razias empezaban a ponerse de moda, y el colegio se transformó en nuestro lugar de resistencia. Ahora tenemos muchos más lugares desde donde hablar, por eso soy candidato. Yo trabajo en Alicorp desde hace 13 años y soy delegado de base hace 10. Creo que justamente desde nuestra experiencia de lucha y organización en la fábrica, contra la patronal, contra la burocracia sindical y por defender a los contratados (en estos años logramos la efectivización de 120 pibes de agencia), nos proponemos hablarles a millones en los barrios donde vivimos. Algunos compañeros que siempre nos votan como parte de la comisión interna incluso tenían dudas, nos preguntaban si estábamos preparados para una responsabilidad así, porque no es lo mismo ser delegado que senador, diputado, concejal o intendente. Y en las charlas sobre eso, lo que salía era que es imposible pretender mejorar nuestras condiciones de vida solo adentro de la fábrica, que tenemos que multiplicarnos y construir una corriente política que represente a los millones que viven nuestra misma realidad. LM: Yo también milito en el PTS desde hace bastante, desde el 2001. Pero a diferencia de la experiencia de Franco, en el Hospital Alende donde trabajo, recién el año pasado comenzó un proceso de lucha impresionante encabezado por las mujeres. Fueron casi 7 meses en que peleamos contra los 4 mil pesos miserables que cobrábamos y contra la precarización que sufrimos »


6 |

POLÍTICA

“ Hay una definición equivocada en cuanto al concepto de política, que siempre lo ven como algo ajeno a ellos. Noelia Lang, candidata a concejal de La Matanza.

nosotras, pero también sufren un montón de jóvenes del municipio de Lomas de Zamora. En esa lucha logramos sacar a los dirigentes del sindicato y, desde abajo, formamos la Junta Interna de ATE de la cual soy parte. Fue esa experiencia la que me decidió a ser candidata porque muestra la relación entre la lucha sindical y la política. JC: Mirá, es así. Yo soy congresal del STIA por la lista Bordó, opositora a la conducción de Daer y participo de la Comisión Interna en la fábrica desde hace ya cuatro años. La organización sindical es útil y necesaria, pero insuficiente. Por eso también me organicé políticamente. Conocí al PTS en la fábrica a través de una amiga y compañera, Lorena Gentile, que es quien siempre me mostraba las publicaciones del PTS, su diario, las luchas en las que el partido participa. Me invitó en varias oportunidades a actividades sindicales y políticas. Hoy en la fábrica reparto la prensa de mi partido, organizo actividades sociales, asados, reuniones, para debatir con los compañeros los problemas que tenemos en nuestro trabajo pero también sobre lo que pasa en el país. Trato de transmitirles las ideas por las cuales militamos en el PTS, por qué luchamos para tener nuestros propios diputados. En definitiva, trato de transmitir la idea de que la lucha política es una lucha que no es para beneficio personal de nadie, sino que nos sirve a todos los trabajadores. IdZ: Como se ve en las listas de los otros partidos, no es común que un obrero u obrera sea candidato/a, ¿Qué dijeron en el barrio, sus amigos, sus compañeros de trabajo sobre sus candidaturas?

“ En el supermercado, mi candidatura fue una pequeña revolución. Hernán Moyano, candidato a intendente de Hurlingham.

ACC: En mi caso, como ya había sido candidata en el 2013, no hubo mucha sorpresa, pero igual que en el 2013 recibí muchas palabras de aliento, felicitaciones y como siempre recibí todo el apoyo de mis compañeras de la Comisión de Mujeres de Madygraf. LM: La noticia de que era candidata corrió rapidísimo en el Hospital y el apoyo es muy grande por parte de las compañeras y compañeros del Alende; para muchas la noticia fue una gran sorpresa. Una compañera con muchos años en el hospital me dijo: “Es la primera vez que tenemos una candidata que trabaja con nosotras”. Otras dicen: “Vos te lo mereces, sos una gran luchadora”. Hasta los funcionarios del hospital tuvieron que felicitarme, aunque en el fondo se “quieran matar” que me presente contra sus candidatos. Ahora son varias las que comienzan a difundir mi candidatura por las redes sociales. GM: En mi caso, las primeras repercusiones también fueron muy buenas. Al enterarse que soy candidato me llenaron de felicitaciones. Creo que no es solamente por mí, sino porque también ven que realmente las listas representan las luchas, eso es lo que pesa en nuestras listas, y cuando me felicitan o se ponen contentos es porque ven que es realmente así. HM: Cuando les dije a mi familia y amigos de mi candidatura, la verdad que se sorprendieron en un primer momento. Pero me apoyan, y al contarle mis ideas recibí mucho aliento de gente conocida, de clientes del supermercado, que se enteran a través de distintos medios de comunicación locales y por las redes sociales. En mi trabajo no fue algo normal, la verdad es que fue una sorpresa positiva, una pequeña revolución. A mucha gente que no participa en política le costó entender que un trabajador como yo, como ellos, pueda participar y candidatearse a intendente. Mi participación creo que sirvió para que el trabajador entienda que se puede participar de diversas maneras. Así que termino muy contento con las repercusiones que tuvo mi candidatura y estamos con muchas expectativas. IdZ: Juan, vos convenciste a tus hermanos de ser candidatos, ¿no?


I dZ Julio

“ El otro día me llamaron para preguntarme si era verdad que mi amigo iba a ser candidato porque estaban todos contentos los familiares, no lo podían creer.

Juan Centurión, candidato a intendente de Malvinas Argentinas. JC: Sí, dos de mis hermanos son candidatos por Avellaneda y por Berazategui. Además, en la fábrica tenemos compañeros que son candidatos de Tigre, de General Rodríguez, de Grand Bourg, de San Martín, hay un montón de compañeros que aceptaron ser candidatos porque conocen al partido y a la Bordó. Lo que venimos haciendo desde hace años es un trabajo de hormiga que, con el tiempo, da sus frutos. Tengo una anécdota corta para contarles: nosotros tenemos un candidato de General Rodríguez, un amigo mío, que se postuló como concejal. Y el otro día me llamaron para preguntarme si era verdad que iba a ser candidato porque estaban todos contentos los familiares, no lo podían creer. Y para mí es un orgullo tener amigos y compañeros de la fábrica que apuesten a este cambio que un partido de izquierda como el PTS quiere dar donde la lucha es para todos los trabajadores. DB: A mí me pasó lo mismo. Cuando fui a la casa de mis viejos y les dije que me habían propuesto ser candidato, primero la cara fue de sorpresa, pero cuando empezamos a hablar y les comenté cual era la política que íbamos a defender desde el PTS en el Frente de Izquierda, ellos también se entusiasmaron y quisieron ser candidatos junto conmigo. En mi fábrica hubo muchos matices, estaban los que celebraron la candidatura desde un primer momento, hasta los que no entendían cómo un trabajador podía hacer política, ser candidato, diciéndome que me quería salvar, llenarme de guita, hacerme ñoqui y demás. Así empezó la discusión, pero hoy en día la gran mayoría me banca en este desafío y están empezando a impulsar la campaña junto conmigo. NL: En mi barrio algunos también se sorprendieron, porque obviamente tienen esta mala idea de que la política es solamente para unos pocos. Hay una definición equivocada en cuanto al concepto de política, que siempre lo ven como algo ajeno a ellos. En mi familia sabían que yo tenía una inclinación hacia la izquierda y lo tomaron bien, me dijeron que me apoyan, y que si esto es lo mío que siga para adelante. Se sorprendieron porque es algo extraño ver a la clase trabajadora tomando posición como sujeto político.

FV: Resulta extraño porque en Argentina, el peronismo siempre le dio al movimiento obrero el lugar de “columna vertebral”, pero nunca de “cabeza dirigente”, porque para eso se supone que están los políticos profesionales. Nuestra política de candidaturas obreras, como dicen los compañeros, intenta revertir ese sentido común. Por eso, al principio todos se sorprenden con la novedad de nuestras candidaturas, pero después se van entusiasmando y mostrando su apoyo. En la fábrica, cuando conté que íbamos a ser candidatos junto a Luis, mi compañero de la Comisión Interna, que va como candidato a intendente de Merlo, otros 4 se sumaron a la lista: Luis Miranda, que con 30 años de fábrica encima, desde el viejo Jabón Federal, se animó a ser candidato a concejal, Alberto Gómez, Cristian Ponce Armoha y Ricardo Ríos. Mis compañeros me decían “al fin gente como nosotros, que conocemos”. Es que, como decía antes, hay mucha bronca contra la vieja política de gente que solo se postula para enriquecerse. Por eso el apoyo a nuestros candidatos se multiplica: se está transformando en un movimiento que inunda las redes sociales que llegan a miles de amigos más, y muchos se sumaron a ser parte de las listas. Es una nueva forma de hacer política que rompe los esquemas, porque tiene que ver más con la vida cotidiana de los trabajadores y sus familias.

“ Lo que resulta extraño es que en Argentina, el peronismo siempre le dio al movimiento obrero el lugar de ´columna vertebral´, pero nunca de ´cabeza dirigente’. Franco Villalba, candidato a senador por la 3 sección de PBA.

era

| 7


8 |

POLÍTICA

Lectura crítica de dos visiones sobre el ciclo kirchnerista

Memoria y balance de una década Eduardo Castilla Comité de redacción La Izquierda Diario.

En los últimos años emergió una bibliografía que busca explicar al kirchnerismo, uno de los ciclos políticos más duraderos de la historia reciente. En esta nota damos cuenta, de manera crítica, de algunas de esas lecturas. Tanto las visiones críticas como aquellas que reivindican al kirchnerismo tienden a abstraer determinados elementos del análisis, construyendo un balance sesgado. Si quienes escriben desde una matriz republicana o institucionalista subvalúan las contradicciones sociales que están en la génesis del período, quienes lo hacen desde el interior de ese movimiento sostienen una perspectiva mayormente acrítica que no pone en cuestión el carácter restaurador del conjunto del ciclo.

República e instituciones Entre quienes privilegian un análisis desde los valores republicanos se encuentran, grosso modo, dos tendencias: quienes ven a las instituciones como entidades abstractas, ajenas al conflicto social y, por ende, rechazan los agravios del kirchnerismo contra las mismas; y quienes, tomando en cuenta la dinámica política del período, objetan el modo en que fue resuelta la crisis de las instituciones. Dentro de la primera tendencia se puede ubicar al libro ¿Década ganada?1. Allí, atendiendo a dimensiones estandarizadas de la democracia, Carlos Gervasoni afirma que … el rasgo más distintivo del régimen político nacional durante el kirchnerismo ha sido un retroceso preocupante pero no fatal de la democracia liberal (…) ese deterioro de las libertades no fue compensado por progresos en las demás dimensiones de la democracia, con la excepción de la mayoritaria (p. 55)2.

Fotomontaje: Juan Atacho

La definición busca ilustrar un gobierno que dirige el Estado mediante un sistema de premios y castigos, como el retaceo de pauta publicitaria oficial a medios opositores, los “escraches” realizados por cadena nacional o la limitación del envío de fondos a administraciones díscolas. En las conclusiones de su trabajo, afirman que …la evaluación del kirchnerismo indica que el período no revirtió la situación de baja institucionalidad que caracteriza el funcionamiento del Estado y del sistema político argentino (p. 425).

Dentro de la segunda variante de esta tendencia se puede ubicar a Novaro, Bonvecchi y Cherny quienes, en Los límites de la voluntad3, señalan que el ciclo kirchnerista fue …una época en que las oportunidades de reforma y consolidación económica e institucional abiertas en un principio resultaron primero relegadas y luego en gran medida frustradas (…) los avances, en un comienzo prometedores en términos de acceso a derechos civiles y sociales, fueron contrapesados por retrocesos en la calidad de la democracia y se volvieron cada vez más precarios y acotados (…) la reconstrucción de la autoridad presidencial derivó en la partidización extrema del Estado y en una vida moldeada por el faccionalismo y la polarización (pp. 13-14).

El 2001 y la crisis de las instituciones El kirchnerismo llegó al poder en el marco de una profunda crisis orgánica4. El cuestionamiento masivo a las instituciones y la casta política dirigente devenían de la enorme crisis social y del proceso de movilización de masas que, en diciembre de 2001, derribó a De la Rúa. La gestión de Néstor Kirchner, lejos de expresar la continuidad de ese proceso, actuó en pos de desactivar los elementos de autonomía existentes en sectores de masas. Su objetivo central fue la recreación de los vínculos entre “dirigentes y dirigidos”5, la restauración de la autoridad estatal, reconstruyendo el prestigio de la figura presidencial. Pero esta tarea requería mostrar una radical oposición a aquellas instituciones que amplias capas de la población identificaban con el hundimiento de sus condiciones de vida. De allí su disruptividad político-discursiva y el enfrentamiento con las “corporaciones”. Novaro y Cía. sostienen que el kirchnerismo moldeó su retórica política mediante la impugnación a los “actores de un época en retirada” (p.15). Las modificaciones en la Corte Suprema menemista, la crítica a bancos y organismos de crédito internacional (FMI) y las tensiones con el duhaldismo, fungieron como hitos “fundacionales” de un discurso centrado en la ruptura con la década del ‘90. La polarización política se erigió como herramienta necesaria en esa construcción. Desde el lugar conquistado por la figura presidencial, el kirchnerismo aportó a la reconstitución de


I dZ Julio

la imagen de otras instituciones como, por ejemplo, la Corte Suprema y las FF. AA. Simultáneamente, aprovechando los ingentes recursos económicos, el Estado nacional actuó ampliamente sobre la economía. Jugó así, mal que le pese a ciertos republicanos, un rol esencial en la restauración del prestigio de las instituciones. Es precisamente esto lo que permite que un intelectual kirchnerista como Eduardo Jozami, integrante de Carta Abierta, afirme que: Si aceptáramos que el republicanismo no ha sido un tema del peronismo (…) de todos modos habrá que concluir que el gobierno de Néstor Kirchner hizo en 2003 el mayor aporte para el pleno funcionamiento de las instituciones, severamente afectado por el generalizado rechazo a la política y a sus protagonistas (…) no faltaría a la verdad quien afirmara que la república volvió con el kirchnerismo a partir de 20036.

La eternidad de las Corporaciones El que la “guerra” contra las llamadas Corporaciones haya estado al servicio de la recuperación del régimen político capitalista, impone el límite principal a cada uno de esos enfrentamientos. Norberto Galasso, enrolado en Carta Abierta, recorre la historia del período en Kirchnerismo, el proyecto que transformó el país7. Una lectura atenta permite discernir los límites de cada “gesta” enunciada: desde la prórroga de licencias de radio y televisión por diez años favorable a Clarín (p. 83) pasando por la asunción de Néstor Kirchner en la conducción del PJ (p. 178) hasta lo limitado de los intentos de reforma a la casta judicial (p. 316). El recorrido pone en evidencia el poder que aún conservan, tras doce años, varias de esas Corporaciones.

La relación entre kirchnerismo y peronismo aparece como un elemento nodal para el balance del período. Jozami escribe, sobre el momento actual, que …si la presidenta mantiene altos niveles de aceptación social y un indiscutido liderazgo en su movimiento, ¿cómo explicar que impedida ella de ser nuevamente candidata quien aparece con las mejores posibilidades es un dirigente que siempre estuvo lejos de identificarse con las más profundas realizaciones del decenio que encabezaron Néstor y Cristina? La explicación solo puede encontrarse con una mirada más detenida sobre la actual integración del kirchnerismo (p. 237).

En la coalición oficial –continúa el autor– junto al kirchnerismo “duro” aparece un segundo bloque integrado por gobernadores, intendentes y la mayor parte de los dirigentes de la llamada CGT Balcarce, “la mayor parte de los espacios de poder” (p. 238). Esta conformación del oficialismo data del año 2005, abandono de la perspectiva de la transversalidad mediante. Jozami afirma que …la decisión que entonces adoptó Néstor también contribuyó a limitar cualquier posibilidad de avanzar seriamente en la organización política del movimiento que había dado sustento al kirchnerismo (…) el PJ no podía ni deseaba hacerlo (pp. 240-241) .

Así, caciques territoriales y dirigentes burocráticos, adoptando como propios algunos tópicos discursivos kirchneristas, conformaron parte de la coalición oficial. A cambio, el gobierno obvió los aspectos más reaccionarios de su proceder. Ilustrando ese pacto, Novaro y Cía. afirman que

| 9

…el kirchnerismo le proveyó al peronismo dos recursos esenciales para sobrevivir a la crisis del 2001. La legitimidad reconquistada por Kirchner para el ejercicio del poder presidencial le dio a su dirigencia la oportunidad de reciclarse (…) Los éxitos en la gestión kirchnerista le otorgaron luego a sus líderes provinciales y municipales la fuerza política y la asistencia financiera necesarias para mantenerse en el poder (p. 476).

La opción reciente de Cristina Fernández por la candidatura presidencial de Scioli viene a culminar ese giro hacia la integración con el peronismo tradicional. Jozami, que publicó su libro en mayo, afirma en el prólogo que si finalmente …el gobernador de la provincia de Buenos Aires se consagra como candidato, no tardarán en acercarse muchos de los peronistas disidentes y el movimiento de Perón olvidará los arrebatos izquierdistas de Néstor y Cristina (p. 9).

Luego de la definición por Scioli, algunos de los intelectuales que lo denostaban hasta la víspera, en un acatamiento ciego a lo decidido por la “compañera jefa”, corrieron a apoyar al gobernador de Buenos Aires. Una evidencia más de la continuidad de esa vieja “corporación” llamada peronismo.

De legados y arraigos Tras 12 años de gestión del Estado capitalista argentino, se impone la pregunta por su arraigo social y por la continuidad del kirchnerismo. En abril José Natanson escribía: El kirchnerismo, independientemente del resultado de las elecciones de octubre, permanecerá como una cultura política (…) las grandes »


10 |

POLÍTICA

orientaciones políticas de la última década –intervencionismo estatal, políticas sociales, latinoamericanismo, derechos humanos– constituyen un núcleo de valores compartido por la mayoría de la sociedad8.

Este diagnóstico no es compartido por el arco republicano. Novaro y cía. afirman que A pesar de sus ingentes esfuerzos en articular una cultura de Estado que combinara las ideas de la izquierda nacionalpopulista con la vocación de asistencia social peronista y la promoción y ampliación de derechos características de liberalismo progresista (…) el kirchnerismo no pudo arraigar en la sociedad (…) no logró dejar de ser un fenómeno más estatal que social y falló en conquistar la hegemonía que tan afanosamente buscó (p. 477).

Paradójicamente, Eduardo Jozami realiza un diagnóstico que se toca en parte, al sostener que Se señala que no debe temerse una victoria opositora ni tampoco del actual gobernador de la provincia de Buenos Aires puesto que las reformas del último decenio serían tan profundas y habrían logrado tanto consenso social como para que puedan ser consideradas irreversibles (…) no deberíamos subestimar las debilidades que hemos marcado en términos de implantación del kirchnerismo en la sociedad (p. 242).

Así lo conquistado corre “peligro” si se impone la candidatura de Scioli, algo que ya ha ocurrido. Esto hace poco consistente el discurso sobre la profundidad de las transformaciones realizadas.

Desplazamientos y continuidades En julio de 1973 Héctor Cámpora era desplazado en pos de habilitar la elección presidencial de Juan Domingo Perón. Era el inicio de un tiempo de moderación y reacción política. 42 años después, Cristina Fernández imponía a Daniel Scioli como candidato único del Frente para la Victoria a las elecciones del 9 de agosto. Toda analogía tiende a la extrapolación. Las circunstancias históricas difieren radicalmente. Pero en un punto adquieren semejanza. En ambos casos se trata de un viraje conservador digitado por quien ejerce el liderazgo peronista.

Por su naturaleza política, el kirchnerismo estaba obligado a la polarización discursiva con parte del andamiaje político-institucional de los años ‘90. Al convertirse en un mecanismo “eficiente” para conquistar simpatía política en amplias franjas de la población, mutó en una suerte de modus operandi permanente. Fue, además, el mecanismo que permitió prolongar en el tiempo su subordinación ante el peronismo tradicional, a pesar de importantes derrotas como la Resolución 1259 o en las elecciones legislativas de 2009 y 2013. Luego de la derrota en esta última elección, ese proceso se daría por medio de una lenta y progresiva moderación, una vez que se cerraron las puertas a la re-reelección presidencial. En ese marco, el único camino para seguir ocupando lugares en el poder estatal o adquirir cargos legislativos fue un pacto con el mejor representante de la moderación: Daniel Scioli. Lo limitado de la estrategia kirchnerista implicaba la imposibilidad de transformaciones profundas duraderas. Ni hacia la “normalización” de las instituciones –como exigían los institucionalistas– ni hacia una mutación progresiva, como era el deseo de los intelectuales afines. Precisamente por ello, a 12 años de iniciado este ciclo político, las llamadas “Corporaciones” mantienen un enorme poder. La casta judicial, que recuperó prestigio con la renovación de la Corte Suprema en el primer kirchnerismo, mantiene intacto sus privilegios y su ligazón con el poder económico y los servicios de inteligencia. El constante bloqueo judicial de la Ley de Medios lo pone en evidencia. Las fuerzas represivas, a pesar de juicios contra genocidas emblemáticos como Menéndez, albergan en su seno multitud de represores que actuaron durante la última dictadura militar. Al cierre de esta nota se conocía la renuncia de César Milani a la jefatura del Ejército. Se trata de solo uno de 50 generales y los más de 3.000 efectivos que continúan en funciones desde aquel período. Tras la asunción de Jorge Bergoglio como Papa, el gobierno nacional selló un pacto con la Iglesia Católica. Pacto que se ha refirmado a cada momento, por ejemplo, a través de la negativa constante a legislar en favor del derecho al aborto. La “cultura política” del kirchnerismo –al decir de Natanson– está edificada sobre la relación de fuerzas social heredada de las movilizaciones de

diciembre de 2001 que derribaron a De la Rúa. Ese evento gravitó sobre las decisiones políticas del oficialismo y es, también, el límite para los intentos de “restauración”. Un límite que se expresa, entre otras cuestiones, en las luchas de sectores obreros, en las movilizaciones masivas contra la violencia hacia la mujer o en el creciente peso de la izquierda en el escenario político nacional. Sobre esa relación de fuerzas tendrá que operar el próximo gobierno. Sectores del empresariado ya anuncian la necesidad de ajustar variables del plan económico. Una paradoja será que, de ganar Scioli, el actual elenco político gobernante estará a su lado. Frente a ellos, acompañando la más que segura resistencia de sectores del pueblo trabajador, se encontrará la izquierda, hoy centralmente representada en el FIT.

1. Gervasoni, Carlos y Peruzzotti, Enrique comp., ¿Década ganada?, Buenos Aires, Debate, 2015. 2. La democracia “mayoritaria” se define a partir de “la concentración y centralización del poder en el oficialismo y la accountability electoral (…) la idea de que el gobierno administra según mejor le parece solo sujeto al control a posteriori de los votantes”(p. 42). 3. Novaro, M. Bonvecchi, A., Cherny, N., Los límites de la voluntad: los gobiernos de Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner, Buenos Aires, Ariel, 2014. 4. Castillo, Christian, “Realineamientos de clases y debates de estrategias” en Lucha de Clases 2/3, abril 2004. 5. Gramsci, Antonio, Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, Buenos Aires, Nueva Visión, 1972. 6. Jozami, Eduardo, El futuro del kirchnerismo, Buenos Aires, Sudamericana, 2015, p. 64. 7. Galasso, Norberto, Kirchnerismo 2003-2015: el proyecto que transformó el país, Buenos Aires, Colihue, 2015. 8. Natanson, José, “Las cuatro paradojas de la campaña”, en Le Monde Diplomatique 190, abril 2015. 9. En un discurso emitido por cadena nacional el pasado 25 de junio, Cristina Fernández señaló que la Resolución 125 había sido un error de cálculo del entonces Ministro de Economía Martín Lousteau. Una renuncia tardía a la lucha contra la “Corporación” del campo.


I dZ Julio

| 11

Fotomontaje: Natalia Rizzo

Críticas desde la burguesía a la economía bajo el kirchnerismo

Lamentos por la “oportunidad perdida”

Esteban Mercatante Comité de redacción.

A punto de concluir el segundo mandato de Cristina Fernández, se puso a funcionar a pleno la producción editorial de balances de estos doce años de gobiernos kirchneristas. Acá, dos miradas contrapuestas –ambas críticas–, la de los nostálgicos de la economía aperturista de 1976-2002, y la de los desencantados del “modelo” que acompañó los años más prósperos del kirchnerismo, nos permiten discutir los rasgos centrales que moldearon la economía política del período.

Ese monstruo llamado estatismo El libro Los platos rotos, de Diego Cabot y Francisco Olivera, ofrece un balance del kirchnerismo que compendia todos los horrores que

cometió el kirchnerismo desde el punto de vista del (neo)liberal promedio. Sin pretensiones conceptuales, el libro reafirma el sentido común de estos sectores ante lo que presentan como un desenfrenado avance del Estado: “Siempre que pudo, el Estado entró, reguló y se enquistó”, evalúan (p. 231). Este crecimiento es acompañado de otro dato que los autores consideran inquietante: desde el 25 de mayo de 2003 hasta diciembre de 2014, empezaron a cobrar un sueldo del Estado casi un millón y medio de personas (p. 108). Si el Estado pudo hacer esto fue porque el kirchnerismo “nació, creció y se reprodujo durante una de las etapas económicas más auspiciosas de la historia nacional”. Considerando los altos precios de los granos que

el país exporta y las bajísimas tasas de interés internacionales, “puede concluirse que estuvimos frente al ciclo económico más favorable en al menos cuarenta años” (p. 375). El “modelo” kirchnerista consistiría en un aprovechamiento de estas condiciones de prosperidad, a las que nada habría aportado la política económica. Para que no queden dudas, Cabot y Olivera citan aprobatoriamente un informe de IDESA que sostiene: “Las bonanzas económicas están más asociadas a condiciones externas excepcionalmente favorables que a la orientación ideológica de quien ejerce el poder en cada momento”. En la visión que presenta este libro, al mismo tiempo que no pueden encontrarse méritos particulares en la política oficial, sí hubo en cambio »


12 |

POLÍTICA

decisiones que afectaron severamente sectores críticos de la economía. Allí donde el Estado intervino generó despilfarro, se apropió de fondos para utilizar discrecionalmente y, a consecuencia de eso, disuadió la producción y la inversión. Esto tendría sus peores efectos en la infraestructura de transporte y energía. En este último terreno, una “concatenación de torpezas que bastaron para despedazar un sistema que, después de la privatización de 1992, llegó a ser considerado uno de los más modernos del mundo y, aunque ahora suena extraño, modelo de gerenciamiento”. Acá, de más está decirlo, los autores se agarran de lo que es a las claras el más evidente –y persistente– fallo de la gestión kirchnerista. El esquema establecido por el gobierno para el sector energético lo dejó, a nuestro entender, en el peor de los mundos: (des)manejo de la administración privada, sentada sobre las concesiones sin invertir en un negocio que había dejado de ser rentable, acompañada de un creciente involucramiento estatal para solventar la importación de gas y gasoil que sostienen la matriz energética. Una virtual estatización pero que se hizo dejando a los privados en su lugar. Con el agregado de que los combustibles que se importan se podrían haber producido acá, pero no ocurrió porque el precio que el Estado estaba dispuesto a pagar afuera era superior al que aceptaba acá�. La desinversión era entonces el resultado más esperable, con la consecuente caída de la producción de gas y petróleo, y de generación de electricidad, que deja como resultado una seguidilla de cortes durante los picos de calor o de frío, como volvimos a vivir en las últimas semanas. Pero la lección que Cabot y Olivera proponen sacar de esto es que el Estado no debería haberse entrometido. El gobierno no debería haber hecho otra cosa que cumplir los contratos, aquellos que obligaban a mantener las tarifas dolarizadas, aceptando que estas subieran sideralmente de la mano de la devaluación y se ajustaran regularmente de la mano de la inflación, y lo mismo para los combustibles. Como si con eso se hubiera podido evitar la desinversión y la crisis energética. Una mirada al resto de la economía, sugiere más bien lo contrario2. Consideramos que la respuesta no estaba en garantizar los mecanismos de mercado, ni –obviamente– en la pseudoestatización llevada a cabo por el kirchnerismo, que tomó lo peor de la desidia empresaria y del desmanejo de la burocracia estatal. Una estatización de conjunto, dando lugar a la participación activa en la gestión a los trabajadores del sector, era la única alternativa seria al descalabro energético que generó el kirchnerismo y al zarpazo tarifario de la solución empresarial. Ante los desequilibrios que afronta la economía con la desaparición de los superávits

gemelos, la inflación, el cepo cambiario y la infraestructura en crisis, Cabot y Olivera se sienten habilitados para narrar una fábula en la que todos los problemas se explican por este avance del Estado: “Se dejó de invertir y en los últimos cinco años se fugaron más de 80.000 millones de dólares, casi tres veces las reservas del Banco Central, en parte porque la sociedad dejó de confiar al ver que se avasallaban instituciones y se cambiaba hasta la carta orgánica de ese ente monetario” (p. 375). El remedio, ante esto, es una y otra vez dar lugar al mercado. Los rasgos que adquirió la intervención estatal durante la última década no pueden explicarse sin más por una vocación del kirchnerismo. Vino sobre todo dictada por los efectos que dejó el hundimiento de la convertibilidad y todas las políticas estrechamente ligadas a esta. La apertura de la economía, la flexibilización laboral, las privatizaciones, la espiral de endeudamiento y de ajuste para afrontarlo y todo el conjunto de iniciativas favorables al capital, presentadas como necesarias para la modernización, la mentada llegada “al primer mundo”, quedaron indisolublemente asociadas a la hecatombe de 2001. Y aunque no todas estas políticas puedan vincularse de forma directa a las causas de la crisis o a su profundidad, sí fueron parte del hondo cambio en la geografía social del período, ampliando la desigualdad de riqueza e ingreso y ahondando el deterioro de los trabajadores y los sectores de menores recursos, al mismo tiempo que creando un desguace de la infraestructura social en beneficio de los negocios privados. Todas las medidas que se implementaron a sangre y fuego durante una década, y que lograron sostener un consenso apoyado en derrotas pero también en las promesas de bienestar que vendría como saldo de estos ajustes, condujeron por el contrario a la crisis no solo temporalmente más extendida, sino de efectos más devastadores para las clases subalternas. Por eso, la furia social que estalló en 2001 no solo expresaba su impugnación contra las políticas más directamente ligadas a la crisis, como el ajuste fiscal, el endeudamiento público y la banca con sus negociados; se extendía al conjunto de los pilares más visibles del Consenso de Washington. Esto tuvo efectos de largo alcance. El columnista de La Nación, Carlos Pagni, recogía en agosto de 2014 los resultados de una encuesta de Management & Fit que expresaba en vastos sectores de la opinión pública una honda desconfianza hacia el empresariado y en favor de la idea de que debe haber un Estado presente, regulando y controlando férreamente a las fuerzas del mercado. Fue bajo el impulso de este clima de época que se desplegó el andamiaje de políticas que los autores lamentan. La radiografía que brindan Cabot y Olivera concluye con un diagnóstico catastrófico, que

magnifica –como si esto fuera posible– los problemas de gestión de la década kirchnerista en trasporte, energía, obra pública, mostrando un festín de corrupción rapaz. La conclusión no es ninguna sorpresa: el kirchnerismo produjo una hipertrofia del Estado que dilapidó una coyuntura internacional extremandamente favorable en aras de la distribución y en desmedro de la producción. Ahora lo único “razonable” será sanear el Estado, es decir achicarlo. Pagar los platos rotos por el camino que nunca se debió haber tomado.

Estuvimos bien pero vamos mal Bien distinta es la visión que ofrecen Mario Damill y Roberto Frenkel en ¿Década ganada? Los autores, enrolados en lo que se conoce como neoestructuralismo, defienden la necesidad de un tipo de cambio competitivo. Es decir, un peso nacional depreciado frente al dólar, y por extensión frente a las monedas de otros países. Por eso, al contrario del planteo precedente, no solo el viento de cola explica el ciclo de crecimiento kirchnerista. De hecho, los autores argumentan que la interrupción de la tendencia contractiva que se prolongó entre 1998 y 2002 “y su posterior reversión antecedieron al cambio favorable en las condiciones externas, especialmente de los precios de exportación” (p. 1203). Más aún, “al iniciarse la recuperación, los precios medios de exportación se encontraban en un mínimo local comparable al menor nivel de los años noventa”. Desde esta perspectiva, los autores consideran que el lustro 2002-2007 “redondearía un muy buen desempeño macroeconómico, con un crecimiento promedio del PIB próximo al 9 %” (p. 128). Durante estos cinco años “se mantuvieron los superávits fiscal y externo, los salarios reales y la ocupación subieron marcadamente” (p. 129), estos últimos –agregamos nosotros– desde los niveles extremos de deterioro que alcanzaron en 2002. Remarcan que “el notable desempeño macroeconómico de 2005-2006 habla muy a favor del esquema macroeconómico establecido a la salida de la crisis, con eje en un tipo de cambio real competitivo y relativamente estable” (p. 131). Pero en el marco de esta performance asomaban “algunos problemas de los que la gestión política debía tomar nota” (p. 132). El “más notorio” era la inflación, que en 2006 llegó a los dos dígitos anuales. Para Damill y Frenkel, “la inflación y la forma en que se la encaró fueron determinantes de que el esquema macroeconómico comenzara a perder coherencia y a cambiar de rumbo progresivamente”, aunque se mantuviera una retórica del “modelo” cuyos “contenidos se iban desdibujando en la práctica”. Para los autores, se podría haber cambiado el desarrollo


I dZ Julio

posterior mediante una “redefinición del esquema de política macroeconómica”. En primer lugar, conteniendo el aumento del gasto público que “había comenzado a crecer más rápidamente que los ingresos del sector estatal” (p. 133). Junto a esto, una “redefinición de las políticas de ingresos”, es decir, el no va más del aumento del salario real cuando el salario medio todavía pugnaba por recuperar el nivel que tenía en 2001, antes de que la devaluación de 2002 generara un deterioro del 30 % en el poder adquisitivo. Aunque en este último punto el gobierno dio una respuesta parcial, impulsando a través de su alianza con Hugo Moyano techos implícitos para la negociación salarial de paritarias, en el resto de los aspectos las medidas gubernamentales se alejaron de las decisiones que para Damill y Frenkel habrían sido necesarias. No solo no hubo plan antiinflacionario, sino que se intervino el Indec, pasando a “‘controlar’ el indicador en lugar de la inflación en sí misma” (p. 134). Sin reformulación consistente, concluyen, “el esquema de políticas empieza a perder coherencia” (p. 135). Y las respuestas que se dan crean nuevos problemas. Esto es lo que explica todo lo que ocurrió desde entonces. La explosión del déficit fiscal, la pérdida de competitividad cambiaria como resultado de la inflación (como la inflación fue mayor que lo que se ajustó el valor del peso en relación al dólar, los precios en dólares subieron) y, finalmente, la reaparición de la llamada restricción externa. O sea, el atoramiento de las posibilidades de crecimiento por la falta de dólares. La amarga conclusión es que con la disolución del esquema de política macroeconómica vigente durante el quinquenio 2003-2007 se perdió “una oportunidad extraordinaria de colocar la economía del país en un sendero sostenible de crecimiento inclusivo” (p. 152).

No se puede perder lo que no se tuvo En la mirada de Damill y Frenkel, entonces, el fracaso se explica por la equivocación del camino. Pone el acento sobre los desmadres macroeconómicos, pero haciendo abstracción de las contradicciones de las que estos surgen. En primer lugar, del atraso y la dependencia. Para los autores, este atraso solo existe como dimensión para prescribir un tipo de cambio “competitivo” que compense la baja productividad de la economía –que significa mayores costos locales vis a vis los internacionales4–. Pero este se manifiesta también en la desarticulación industrial, que convierte a las ramas más importantes de la manufactura local en uno de los mayores demandantes de divisas5; en el peso que tienen los compromisos en moneda extranjera, que después de la renegociación de 2005 volvieron a acrecentar su peso en el presupuesto6; y en el peso que adquiere el giro de utilidades de las

empresas extranjeras, que junto con la fuga de capitales distraen recursos de la inversión y golpean sobre la disponibilidad de reservas. El kirchnerismo pretendió que era posible, gracias a la prosperidad basada en la soja y la elevada rentabilidad capitalista, convivir alegremente con todas estas contradicciones solo porque gracias a estas condiciones favorables se manifestaban de forma atenuada. Fue pagador “serial” de la deuda (como lo dijo la presidenta) y permitió que decenas de miles de millones de dólares gangrenaran todos los años la economía, mientras los dólares de la soja fueron suficientes para pagar la cuenta. Pero el cambio en las condiciones internacionales favorables y el peso de los problemas que desarrolló la economía argentina refutarían duramente esta pretensión. Por si quedaban dudas de la inexistente vocación de atacar las raíces de la dependencia, en pos de la “soberanía energética” el gobierno se abrazó a Chevron. En segundo lugar, el lamento de Damill y Frenkel se abstrae de las aspiraciones encontradas que debió administrar el kirchnerismo, soportando para eso el deterioro del equilibrio macroeconómico que los autores tanto valoran. Desde sus comienzos el kirchnerismo buscó alimentar la idea de que mantener la rentabilidad corporativa y la mejora paulatina de los salarios (partiendo del bajo piso de 2002) no era incompatible, mas allá de un plazo corto o mediano. Esta pretensión –dictada por la necesidad de reforzar la legitimidad social después del 2001– ante las primeras muestras de que no era tan sencillo conciliar las aspiraciones contradictorias, empujó a tomar medidas de contención. Para esto el gobierno puso en juego la carta fuerte con la que por entonces contaba: los recursos fiscales holgados. Estos se usaron desde 2007 con el objetivo de atenuar las dificultades a través de subsidios que solventaban una parte de la masa total de ganancias del capital con el fin –no conseguido– de atenuar la presión alcista de los precios. Al mismo tiempo comenzaron, como ya mencionamos, los esfuerzos por imponer techos a los aumentos de salarios. Con los subsidios el gobierno “internalizó” una presión imparable al aumento del gasto público. En vez de contener las contradicciones, estas se derivaron en una sangría de recursos. En 2007 los subsidios fueron de $ 14.600 millones, en 2015 superarán los $ 230.000 millones. Junto con la deuda pública, esto ayuda a entender por qué el superávit fiscal se transformó en déficit creciente. De más está decir que no alcanzó para frenar a los precios, que siguieron su vía alcista, aunque hubieran subido más sin ellos. Se creó un dispositivo de desmonte cada vez más difícil. Es que si bien fracasó como contención general de precios, el sistema de subsidios frenó algunas tarifas que si se remueven

| 13

podrían dispararse, creando además un efecto cascada en otros sectores. Por eso, una vez iniciada esta orientación –que era la más coherente con la ilusión reformista que el gobierno requería alimentar– se impuso el conjunto de medidas que condujo cada vez más lejos del añorado “modelo” de 2002-2007. Bajo el clima político y la relación de fuerza entre las clases establecida pos 2001, empujado por la necesidad de mostrar una respuesta a las aspiraciones de los sectores populares a los que buscaba reconciliar con la dominación burguesa, se impuso para el kirchnerismo utilizar los recursos logrados durante los años de mayor prosperidad para favorecer la idea del Estado árbitro, como actor para permitir la distensión de las relaciones entre las clases, conteniendo las aspiraciones populares pero permitiendo algunas concesiones. Las contradicciones desarrolladas por el “modelo”, el peso de los compromisos externos que el gobierno renegoció en 2005, y los lastres del atraso y la dependencia –que ni el kirchnerismo ni los críticos que reseñamos consideran un problema de primer orden– pusieron en evidencia la imposibilidad de este proyecto una vez agotadas las condiciones extraordinarias de la pos convertibilidad. La conciliación de clases se muestra otra vez como un proyecto de alcance limitado. Y con los programas económicos que preparan tanto el oficialismo como la oposición para el próximo mandato se proponen para que una vez más, los platos rotos, los pague el pueblo trabajador.

1. En este apartado todas las referencias entre paréntesis corresponden a Los platos rotos. Memoria y balance del Estado kirchnerista, Bs. As., Sudamericana, 2015. 2. Sobre la recuperación limitada de la inversión y una indagación de los motivos de la misma ver Esteban Mercatante, “La Argentina, a 10 años de la salida de la convertibilidad: contradicciones recurrentes para la continuidad de la acumulación capitalista. Una mirada desde la teoría marxista”, en Blog del IPS (www.ips.org.ar), agosto de 2012. 3. En este apartado todas las referencias entre paréntesis corresponden a Carlos Gervasoni y Enrique Peruzzotti (ed.), ¿Década ganada? Evaluando el legado del kirchnerismo, Bs. As., Debate, 2015. 4. Ver al respecto Esteban Mercatante, “Argentina devaluada”, IdZ 7, marzo de 2014. 5. Ver Guadalupe Bravo, Lucía Ortega y Esteban Mercatante, “Automotrices: del auge al frenazo”, IdZ 12, agosto de 2014. 6. Pablo Anino y Esteban Mercatante, “Pagarás y te sacarán los ojos”, IdZ 11, julio de 2014.


14 |

POLÍTICA

Fotomontaje: Natalia Rizzo

El rol de los aparatos represivos en la impunidad de ayer y de hoy

Los Derechos Humanos y la justicia: relato y realidad El terreno de los Derechos Humanos es uno de los principales en los que el gobierno pretende haber marcado un hito. Algunos gestos simbólicos como hacer bajar el cuadro del expresidente de facto Jorge Rafael Videla le granjearon el apoyo de numerosas organizaciones de derechos humanos. El gobierno tomó una bandera de décadas de lucha de los organismos, aunque sin dejar al mismo tiempo de mantener en actividad a numerosos represores que vienen desde la dictadura, impulsando incluso su llegada hasta los altos mandos. Tal era el caso hasta hace unas semanas de nada menos que el ahora ex Jefe del Ejército César Milani, de probada participación en el accionar represivo de la dictadura como muestran los casos del soldado Alberto Ledo, desaparecido en 1976 en Tucumán, y el de Oscar Schaller, secuestrado en el batallón 141 de La Rioja. Solo la campaña electoral y el agravamiento de las causas judiciales en contra de Milani empujaron su pase a retiro el pasado 23 de junio. El mismo había sido sostenido en su cargo por la presidenta incluso a pesar de las críticas de organizaciones cercanas al gobierno como el CELS. En el terreno de la Justicia, en los últimos años el gobierno viene impulsando lo que llama una

“democratización”, que solo lo es en el título, ya que deja intactas las prerrogativas de esta casta que custodia el orden de la propiedad privada bajo un manto de neutralidad. Desde el gobierno y sectores afines solo se acordaron de apuntar contra la Justicia cuando esta empezó a sacar fallos que no eran de su agrado. Hasta entonces, ni los privilegios de esta casta, ni la abrumadora cantidad de funcionarios que también vienen desde los tiempos de la dictadura tampoco resultaron motivo de inquietud. Días previos a la renuncia de César Milani, se realizó en la Facultad de Derecho de la UBA una charla titulada “Nueva causa Milani: la continuidad del aparato represivo de la dictadura”, en la que se reflejó, desde distintas posiciones, la vigencia en la actualidad de complicidades entre los aparatos represivos del Estado y la Justicia para perseguir y espiar a los trabajadores que se organizan, como en Kraft, en Lear y en tantos otros. De la misma participaron Graciela Ledo, querellante contra Milani por la desaparición de su hermano Alberto Ledo; el periodista y escritor Miguel Bonasso; Lucas Arrimada, docente e investigador de dicha facultad; Oscar Schaller, secuestrado por el Batallón 141 en La Rioja durante la dictadura y

querellante contra Milani, y Myriam Bregman, diputada nacional por el PTS en el FIT y abogada del CeProDH. A continuación reproducimos las reflexiones de algunos de los participantes.

Lucas Arrimada: “El clasismo del derecho es defendido bajo la idea de que es neutral” El derecho tiene un lenguaje que oculta mucho y tiene pocos traductores. Los abogados cuestan, por eso la traducción está usualmente mediada por el acceso a la justicia, que está mediada a su vez por el dinero. Entonces, una función de los que damos clases en Derecho es tratar de romper ese abismo que hay entre Ley y pueblo. Justicia y pueblo. Pensando en la justicia no como Poder Judicial sino como valor crítico, exigente, como el compromiso que debe tener una abogacía ejercida desde el compromiso con los trabajadores y todas las personas que están sufriendo violaciones sistemáticas de los derechos humanos con cualquiera de los aparatos represivos del Estado. Una de las características que tiene el derecho, es esta idea de que hay ciertas instituciones que merecen ser independientes y defendidas como independientes. La idea de independencia judicial, la idea muy similar en otros espacios como


I dZ Julio

la de un Banco Central independiente o de la mano invisible del mercado, la idea de un periodismo objetivo, de la neutralidad del derecho en las diferencias sociales, que oculta el carácter claramente misógino, clasista del derecho y cómo esta misoginia y clasismo son defendidas bajo la idea de que el derecho es neutral, o que hay una aplicación igualitaria de la ley. Para todos los militantes que están en la calle, los que luchan en las fábricas, va a ser raro entender que alguien postule esas ideas, pero lamentablemente, tengo esta mala noticia para darles: esta facultad tiene de 23 mil a 30 mil estudiantes donde se reproduce una ideología que básicamente legitima ese orden, que legitima esas ficciones. Por eso es muy importante tenerlos a todos ustedes presentes en esta oportunidad. Haciendo un análisis del aparato represivo, hay tres espacios que tienen cierto grado de independencia y una autonomía que resulta indócil y a la vez que tiene complicidad con el poder político. Uno es el sistema penitenciario; otro son las fuerzas de seguridad -estoy pensando en las crisis policiales y como a veces no es tan lineal el control que tienen los políticos de la policía-; y por último los servicios de inteligencia. Ya es un punto de partida observar esas prácticas sin inocencia, sin ilusiones de que estos actores nos van a resguardar porque la Ley o la Constitución lo dice, o que hay garantías. Una de las cosas que esta facultad siempre tiene que potenciar es el carácter político del derecho y el carácter estratégico del uso del derecho para los intereses políticos. Entonces nuestros intereses políticos, los intereses de una clase, de los obreros, de una defensa estratégica de los Derechos Humanos y esa compresión de la idea política y también democrática del derecho, es la que nos va alejar de estas ilusiones y nos va a acercar a la protección de los derechos de los trabajadores y del pueblo a través del derecho.

Myriam Bregman: “Nosotros denunciamos la continuidad en las prácticas y en las personas que provienen de la dictadura” Bonasso, en Recuerdos de la muerte, habla del “Sopita”, aquel militante montonero era el papá de Alejandrina Barry. Alejandrina por años no conoció su historia, vivía con sus abuelos pero nunca supo que era hija de desaparecidos, cuando ella empieza a armar su historia, uno de los elementos que encuentra es el libro de Miguel Bonasso. Así se construye la historia: acá

no hubo apertura de los archivos de la represión y los hijos de desaparecidos tienen que reconstruir su historia por pedacitos. Si Miguel no hubiese hablado con Rubén Dri en México y no le hubiese preguntado con quién iba en el auto cuando lo secuestraron, no habría tenido la historia del “Sopita”, que es nada más y nada menos que el padre de Alejandrina Barry1. La derecha está muy activa porque opina que después de octubre este proceso de juicios (que incluso nosotros denunciamos como a cuenta gotas), se va a terminar. Entonces intentan reflotar la “teoría de los dos demonios”, y Miguel ha caído en el “sorteo” de esta gente y lo tratan de involucrar en dos causas: en la causa Rucci y la causa de Larrabure. Los mismos fiscales que jamás se animaron a citar a los directivos de las revistas Gente, Somos y Para Ti, quienes armaron una historia falsa sobre Alejandrina Barry diciendo que sus padres la habían abandonado, ahora quieren llevar con la fuerza pública a Miguel Bonasso para que declare por la muerte de Larrabure. Nosotros, desde el CeProDH junto a otros organismos, hemos denunciado la continuidad en las prácticas que provienen de la dictadura militar. Por un lado, en la Justicia con jueces que vienen de servilletas de los años ‘70, porque hay servilletas de Cavallo, de Stiuso, hay jueces que pasaron dictaduras y siguen estando allí impartiendo eso que llaman justicia todos los días. Por otro, con el espionaje. Nosotros no descubrimos a Stiuso con el caso Nisman. En el año 2006 lo denunciamos por distorsionar las pistas que conducían a los responsables del secuestro de Jorge Julio López. Y Stiuso también proviene de una dictadura. En una polémica con Miguel le dijo que él no provenía de le dictadura del ‘76 porque a él lo nombraron en el ‘72. Tenía razón, venía de otra dictadura anterior y manejó los servicios de inteligencia del país durante todos estos años. Cuando hablamos de esa continuidad hablamos también del “Proyecto X”, un proyecto donde todo aquel que participó de una movilización en este país tiene un informe. Lo descubrimos a partir de que a nuestro compañero Javier Poke Hermosilla, delegado de la Comisión Interna de la multinacional Kraft Mondelez y actual candidato a vice gobernador de la Provincia de Buenos Aires por el PTS en el FIT, llegó a tener 16 causas penales y 300 mil pesos de embargo sobre su magro salario como obrero de la alimentación. Y aunando un poco los

| 15

testimonios, vimos que una gendarme decía que había personas que no podía identificar en una marcha, pero que iba a las bases que tenía Gendarmería, buscaba los datos y de allí los identificaba. Ahí descubrimos que había una base de datos. Logramos que a esa gendarme se la llamara a indagatoria pero le dictaron la falta de mérito con un argumento preocupante: que obedecía órdenes. Una joven que obedece órdenes, los mismos argumentos con los que se intenta exculpar a Milani… Nosotros denunciamos las prácticas pero también las personas que provienen de la dictadura. A esas prácticas hay que ponerles nombre y apellido concreto. Cuando desapareció López exigimos que nos dieran los números de agentes de la Policía Bonaerense que quedaban en funciones y que habían estado en la primera desaparición de Julio durante la dictadura y que seguían estando en la Policía en su segunda desaparición en el 2006. El número fue escalofriante: más de 9.000 policías de la Bonaerense seguían en funciones al año 2006. Genocidas que torturaron, secuestraron, violaron, a miles de compañeros y compañeras siguen siendo parte de la Bonaerense. Entonces cuando hoy leemos que hay denuncias de torturas en las comisarías y cárceles no tenemos por qué asombrarnos. Hay otro dato que es escalofriante: toda la cúpula completa del Servicio Penitenciario Federal proviene de la dictadura. Se pueden crear muchas defensorías de presos, muchas comisiones para que investiguen violaciones a los derechos humanos, pero son hermosas formalidades: le dicen a genocidas que manejaron las cárceles y centros clandestinos cómo tratar a un preso. Es una utopía. Otro dato que descubrimos y nos lleva directamente al jefe del Ejército César Milani es que 3.308 miembros de las Fuerzas Armadas en la actualidad fueron parte de la dictadura. Milani solo es uno de los 50 generales que tiene el Ejército que provienen de la dictadura. Si lo sacan a Milani, quien lo sigue en el escalafón también proviene de la dictadura. Por eso, defender a Milani no es solo defenderlo a él, sino también a esos 50 generales restantes, es defender esa continuidad en las personas y en las prácticas. Toda esa gente no está siendo juzgada y con el método actual jamás va a serlo. En esto no se diferencia en nada el gobierno de la oposición. En una investigación que realizamos sobre la Policía Metropolitana (la que »


16 |

POLÍTICA

Oscar Schaller: “Milani asegura que no había nadie de civil en el regimiento, pero yo estaba ahí detenido y de civil”. Fotografía: Javier Vierja

el candidato Horacio Rodríguez Larreta dice que va a extender a todos los barrios de la Ciudad) descubrimos que de sus 52 altos mandos, 38 provienen de la dictadura. La Metropolitana es una fuerza nueva, pero no así aquellos que la componen: el Fino Palacios, el primer jefe de la Metropolitana, no solo proviene de la dictadura, sino que además es parte del cuerpo especial de agentes de la Federal de espionaje junto con Ciro James. No es una exclusividad del kirchnerismo mantener en sus Fuerzas Armadas y de Seguridad la continuidad del aparato represivo de la dictadura. Estas son las fuerzas que necesitan para mantener los acuerdos con Chevron, para reprimir todos los días a los compañeros de la comunidad Qom, para extender la frontera de la soja. La frontera de la soja se extiende así, a sangre y fuego. Estas son las fuerzas de seguridad que necesitan para mantener esta sociedad dividida en clases sociales. Nosotros, los marxistas, queremos terminar con eso. Queremos terminar con toda forma de explotación, con toda forma de opresión. Y en ese camino vamos a ser los primeros en denunciar a los genocidas, a la represión y a la impunidad. Por eso vamos a seguir luchando por la cárcel común y efectiva a todos los genocidas, incluido Milani.

Miguel Bonasso: “El gobierno sabe que el 98 % de los funcionarios que están en Comodoro Py eran amigos de Stiuso” Todos los que estamos acá coincidimos en una posición que muchos no entienden porque dicen “Pero ¿cómo?, si este es un gobierno que defiende los derechos humanos, si este es un gobierno que ha procesado y encausado a represores”. Yo les diría a los de Carta Abierta que no pueden seguir haciéndose los distraídos. Porque un genocida estuvo al frente del ejército del gobierno llamado “nacional, popular, democrático y progresista”. Y hoy el Sr. Agustín Rossi, ministro de Defensa, defiende a este señor y el Sr. Aníbal Fernández, dice que “se expida la justicia”. Confían cuando los fallos son a favor y se quejan cuando

Graciela Ledo: “No vamos a dejar de luchar por la verdad y la justicia” Fotografía: Javier Vierja

son en contra, ¡porque saben de dónde viene la justicia! Saben que el 98 % de los funcionarios que están en Comodoro Py eran amigos de Stiuso, o habían recibido favores de él. ¿Por qué le otorgan 500 millones de pesos de presupuesto a la inteligencia del Ejército y lo colocan segundo después de la SIDE, pero con un crecimiento presupuestario superior en términos relativos? ¿Por qué hay 1.400 oficiales de inteligencia, militares del ejército? ¿Por qué hay 14 generales en el Estado Mayor que proceden del área de inteligencia? ¿Qué pretenden? Me parece que no es por un “enemigo externo”, les preocupan en realidad los obreros de Lear, de Donnelley, a los que rigurosamente revientan a patadas los miembros de la Gendarmería bajo las órdenes de Sergio Berni, el mismo que estaba ahí en lo de Nisman. Es brillante el trabajo realizado por Myriam Bregman y otros compañeros con el tema del proyecto X de la Gendarmería, desnudando la hipocresía de una pseudo progresista como es Nilda Garré que decía que eso era simplemente un proyecto informático. ¿Por qué hay un cuerpo secreto de la Policía Federal que tiene mil efectivos y fue creado por decreto en 1967 durante la dictadura militar del general Onganía? ¿Por qué ningún gobierno democrático lo derogó hasta hoy? Esos mil integrantes de ese cuerpo secreto son miembros de una logia al servicio del capital y el imperialismo. ¿Con qué se relaciona esto? Muy sencillo. Creo que tiene algo que ver con el acuerdo secreto firmado por el CEO de YPF con Chevron, por el cual hacemos concesiones en la Patagonia de las que se ruborizaría Arturo Frondizi, por coloniales, miserables y perniciosas por el tema del fracking, que es un peligro ambiental por la contaminación de las napas. Y es este gobierno, que se dice “nacional y popular” el que entrega a David Rockefeller vastas regiones de la Patagonia en un acuerdo secreto. Estamos todos espiados por el problema social y económico de la dependencia estructural de la República Argentina dentro del sistema capitalista mundial y el papel que jugamos. Cuando se habla de que este es un gobierno progresista se olvida que el campo está en manos de Monsanto, que la Cordillera de los Andes está en manos de las compañías mineras que practican la mega minería con cianuro y ponen en peligro el abastecimiento de agua y que efectivamente estamos entregando el petróleo convencional y no convencional al bueno de Rockefeller, a quien le mandamos un cariñoso saludo por su cumpleaños número 100. Se puede acceder a la charla completa en: www.youtube.com/user/ptsargentina 1. Alejandrina Barry es hija de padres asesinados en la última dictadura militar por un operativo conjunto entre fuerzas armadas uruguayas y la marina argentina. Con tres años de edad, fue utilizada en una campaña mediática contra los militantes asesinados durante el genocidio. Alejandrina es militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y abogada del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos. Ver: http://www.laizquierdadiario.com/ El-caso-de-Alejandrina-Barry-en-Lo-que-no-dije.


I dZ Julio

Fotomontaje: Juan Atacho

MartÍn Espinoza Periodista. Daniel Satur Redacción La Izquierda Diario.

“Yo sé lo que les digo, algún día vamos a aplicar en serio la Ley de Medios en la República Argentina” (Cristina Fernández de Kirchner, 03/06/15).

La frase la dijo la Presidenta en Mendoza hace unos días, mientras hacía inauguraciones por cadena nacional junto al gobernador Francisco “Paco” Pérez. Toda una confesión de parte de quien está a punto de terminar su mandato. Pese a estar vigente desde hace cinco años, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), esa que el gobierno llamó la “madre de todas las batallas”, no tuvo ningún efecto transformador profundo. Las promesas oficiales de democratización y mayor pluralidad de voces en los medios masivos de comunicación no fueron otra cosa que una trampa. Particularmente esto es así para el aspecto tal vez más progresivo de la ley 22.265, que generó enorme expectativa en un amplio sector de medios alternativos y comunitarios, que había visto la posibilidad de abrirse camino en la conquista de nuevos espacios mediáticos. Contrario a las frustraciones del llamado “tercer sector” u organizaciones sin fines de lucro, quienes sí se vieron favorecidos en estos años fueron algunos de los poderes tradicionales de la Argentina, como la propia Iglesia Católica que ha recibido,

| 17

Medios audiovisuales: kirchnerismo, concentración y convergencia con todo el amparo legal y producto del pacto de amistad entre Cristina y Bergoglio, 20 licencias nacionales para canales de Televisión Digital Abierta. Además continuó, sin pausa y a veces con prisa, el crecimiento exponencial de los negocios de un puñado de empresarios ligados al gobierno como Cristóbal López o Sergio Szpolski y otros grupos empresarios. Puede resultar frustrante intentar encontrar bibliografía que describa las “bondades” o avances de la Ley de Medios Audiovisuales en cinco años de vigencia. Por el contrario sí es posible encontrar diagnósticos críticos sobre la política de medios impulsada por los gobiernos kirchneristas. Es destacable en este sentido el aporte del docente e investigador Martín Becerra con su último libro De la concentración a la convergencia. Políticas de medios en Argentina y América Latina, publicado por editorial Paidós en mayo de este año. En su último trabajo, Becerra aporta un pormenorizado recorrido por las políticas de medios de las últimas décadas, brindando una base argumental imprescindible para quienes pretendan

pensar en una verdadera democratización de los medios de comunicación de masas, hoy integrados a un sistema infocomunicacional complejo, acrecentado exponencialmente con el impacto y la convergencia de las comunicaciones, las nuevas tecnologías y las redes sociales.

Tres décadas de concentración y centralización Becerra aborda el estudio de los medios audiovisuales en Argentina y América Latina desde el enfoque de la economía política de la comunicación y la cultura, cuyo objeto de estudio tiene un doble carácter: ideológico y económico. Afirma que: si bien los medios de comunicación conforman un sector específico de las industrias culturales y éstas, por su parte, no incluyen muchas de las prácticas de cultura y comunicación que se realizan en sociedad, este libro pone el foco en el examen del sector de los medios por tratarse de dispositivos privilegiados de socialización que troquelan el ambiente en que se producen, editan, distribuyen y utilizan masivamente las informaciones y los entretenimientos” (p.12). »


18 |

POLÍTICA

relación entre concentración y libertad de expresión en América Latina. Da cuenta de las dos grandes concepciones que han dominado el Siglo XX y el actual: una “liberal”, defensora de la concentración encarnada en el empresariado de medios latinoamericanos, enemiga de toda política regulatoria por parte del Estado; y otra de “debate público robusto” que propone límites a la concentración, nociva para la pluralidad de voces e inspirada en la perspectiva abierta por el Informe Mc Bride de 19801.

¿Públicos, estatales, gubernamentales?

Dispositivos privilegiados que están además en manos de un puñado de grandes empresas, muchas de ellas multinacionales con presencia oligopólica extendida en todo el territorio nacional. Además, Becerra aborda las políticas regulatorias del sector, imposible de comprender en profundidad sin su relación con las metamorfosis y “el movimiento de la convergencia infocomunicacional en su conjunto.” En una de sus definiciones más importantes, el autor considera al período que va desde principios de la década del ‘80 a la actualidad como un proceso continuo que, no sin vaivenes o crisis coyunturales, condujo a un estado actual de hiperconcentración mediática en pocas manos. En el primer capítulo del libro se hace una periodización del proceso de concentración de medios en la historia reciente de la Argentina que se divide en tres etapas: una primera “expansiva y conglomeral” que va desde 1989 hasta 2001, una segunda “defensiva” que va desde 2001 y 2008, y una tercera etapa que va desde 2009 hasta la actualidad denominada “de concentración convergente” que tiene como hito la sanción de la Ley “Argentina Digital” a fines de 2014. Ley que fue propuesta por el Poder Ejecutivo y votada en tiempo récord por el Congreso Nacional, sin siquiera hacer público el debate sobre un asunto, paradójicamente, mucho más problemático y profundo que el planteado en la Ley de Medios. De esta manera demostrará, con una montaña de datos estadísticos y objetivos, lo nada transformador que ha resultado en la materia el proceso kirchnerista. En el segundo capítulo Becerra da un detalle pormenorizado, con cuadros ilustrativos, de la

Los capítulos tres y cuatro del libro de Becerra resultan particularmente importantes para comprender cabalmente la concepción y la lógica política del kirchnerismo durante toda una década respecto a los medios masivos de comunicación. Allí el autor aborda la cuestión de “los medios públicos”, a los que denomina “el agujero negro de la política de medios” y “la publicidad oficial y sus múltiples facetas”. En tal sentido, el manejo gubernamental que el kirchnerismo hizo de los medios de gestión estatal, mal llamados públicos, no es diferente de cualquier gobierno anterior, todos subsidiarios de la idea de que quien gana una elección se queda con todo lo que posee el Estado, incluyendo la palabra “pública”. Aquí el análisis se centra en dos aspectos, diferentes pero complementarios, que hacen a la intervención directa el Estado nacional (aunque también la misma lógica es aplicable a las provincias y municipios): como gestor y operador de emisoras de radio y televisión, por un lado, y como financiador de medios, productoras y contenidos, por el otro (sobre todo vía subsidios y publicidad). Y utiliza como referencia comparativa la experiencia de los medios sostenidos por los Estados hace décadas en los países centrales, sobre todo los europeos luego de la Segunda Guerra Mundial, a los que el autor les imprime una valoración positiva y virtuosa al estar contenidos bajo la caracterización teórico-política de “servicios públicos”. De la comparación surge, obviamente, una caracterización negativa de la experiencia argentina y latinoamericana, basadas en una extendida lógica comercial privada que permitió (sobre todo en las últimas décadas, “neoliberales”) la conformación de grandes conglomerados mediáticos que encontraron en el Estado un aliado central y hasta un impulsor directo. Clarín y Telefónica (Argentina), Globo (Brasil), Televisa (México), Caracol-El Tiempo (Colombia), Cisneros (Venezuela) y El Mercurio-Copesa (Chile), son los exponentes emblemáticos de un largo proceso de “asociación estratégica” entre los grandes capitalistas del rubro y todos los gobiernos de turno. En estas páginas se abordan desde las formas de regulación estatal sobre el esquema de medios en general (donde el autor hallaría ciertos indicios positivos) hasta la casi nula dedicación al debate

político en los noticieros de radio y televisión gestionados por la burocracia gubernamental (donde obviamente no hay nada para rescatar). Sumado a lo anterior, es lapidaria la observación que hace el autor del uso de la publicidad oficial por parte de los funcionarios de este gobierno en todas las etapas. Como planteó en su intervención en Mendoza citada al comienzo de este artículo, la propia Presidenta habló de un futuro en el que “van a ser premiados los que verdaderamente lo merecen”. En realidad su amenaza ya se vive en el presente, ya que con la publicidad estatal se conformó una suerte de sistema de premios y castigos con el que se sostuvo a una serie de medios que sin la ayuda estatal no hubieran podido sobrevivir. El ejemplo del diario Página/12 es muy ilustrativo. Si bien compartimos el diagnóstico general de Becerra de la situación, disentimos en la idea de que todo podría haber sido distinto si el gobierno finalmente “se hacía caso a sí mismo” y hacía cumplir la ley. Nuestra caracterización inicial, corroborada hoy a la luz de los hechos, no era que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual era buena pero con límites, sino que era una falsa promesa en pos de permitir un nuevo esquema capitalista de medios, más favorable a los intereses gubernamentales. Por lo tanto, si coincidimos en el diagnóstico pero no en las causas que lo produjeron, difícilmente podríamos coincidir en el pronóstico. Nosotros partimos de una concepción diferente de las características estructurales del propio Estado. Ubicados aquí, imaginar que la conformación político-social vigente desde hace siglos, con sus leyes y sus instituciones, garantes en última instancia de la propiedad privada capitalista, puede arremeter contra sus propias bases en pos de una democratización y pluralización, no es muy atractivo. En cambio sí atrae pensar en un combate (en el terreno de las ideas pero también en la lucha de clases material y concreta) contra ese propio Estado a partir de la organización independiente y decidida de los millones de explotados y oprimidos que son desposeídos de los medios de información y entretenimiento, y del resto de los resortes estratégicos de la economía y la vida social y cultural. Otra cuestión importante para completar un balance sobre la década kirchnerista y los medios de comunicación refiere a la misma matriz capitalista que une en intereses comunes a los gobiernos y al conglomerado empresarial, incluido el de los grandes medios. Una matriz que hace coincidir a oficialismo y oposición en agendas informativas, lógicas de trabajo y unidad patronal contra el conjunto de los trabajadores de prensa y de medios en general. Este conjunto de elementos los analizamos en un dossier especial en el número 11 de esta revista, de julio de 2014. La denominada convergencia de plataformas, como todo avance tecnológico, es utilizado por


I dZ Julio

la lógica capitalista en pos de nuevos nichos de ganancias y avance sobre conquistas laborales, precarización laboral, liquidación de puestos de trabajo, y la imposición flexibilizadora expresada en la polifuncionalidad y las multitareas para los trabajadores de los medios.

La democratización no será televizada Becerra realiza una enumeración de políticas concretas encaradas por el kirchnerismo en los últimos años que chocan directamente contra la letra de una ley de medios audiovisuales sobre la que mucho se dijo y discutió. Específicamente plantea que ...los movimientos que se registran en el sistema de medios responden a una política que no tiene necesariamente a esta norma como referencia, aunque la invoca con insistencia. El programa Fútbol para todos; la TDA (Televisión Digital Abierta), la iniciativa gubernamental sobre la TDT; la inyección de recursos estatales para estimular el crecimiento de grupos empresariales como Szpolski, Indalo (Cristóbal López), Fintech, González (Canal 9) o Electroingeniería; el financiamiento a medios y productoras comunitarios de todo el país a través de los fondos del FOMECA (Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual), al igual que la escasa (pero no nula) entrega de autorizaciones y –en menos medida aún– licencias para organizaciones sin fines de lucro en zonas donde no existe conflicto en el uso del espectro radioeléctrico –es decir, fuera de las ciudades grandes y medianas de Argentina– merecen consignarse como políticas activas que en algunos casos contravienen y en otros corren en paralelo a los dispuesto por el texto legal vigente.

Esas políticas, sumadas a otras tantas iniciativas oficiales y a una no menor cantidad de medidas contrarias a los intereses de organizaciones sociales, políticas y culturales sin fines de lucro que siguen demandando un merecido lugar en el espectro mediático nacional, son la demostración palmaria del fin último perseguido por el gobierno y sus funcionarios. Lejos de todo interés democratizador y pluralista, el kirchnerismo termina su fase “nac&pop” con pocos o nulos laureles para mostrar a sus simpatizantes, dejándole la posta a su fase conservadora, corporizada nada menos que en Daniel Scioli, para que cumpla su función ajustadora. En sus conclusiones Becerra sostiene, creemos correctamente, que la ...llamada “batalla cultural” contra el grupo Clarín orientó la sesgada aplicación de la ley audiovisual hasta que, en 2014, el mismo gobierno impulsó una nueva ley [Argentina Digital] que es indulgente con la concentración y extranjerización de la propiedad de las redes digitales y

que altera en un aspecto fundamental la norma audiovisual, al permitir a las telefónicas participar del apetecible mercado de televisión por cable (p. 191).

Como escribimos en estas mismas páginas hace un año2, si en verdad quisieran democratizarse los medios, deberían tomarse medidas como la inmediata entrega de licencias y financiamiento (en base a impuestos a los grandes grupos) a las organizaciones obreras, estudiantiles, de derechos humanos, medioambientalistas, pueblos originarios, barriales, artísticas, de la diversidad sexual y toda la sociedad; para que desarrollen sus propios medios de expresión en igualdad de condiciones técnicas, operativas y de alcance; con los que cuentan los grandes medios privados y del Estado. Pero ni el Estado ni las empresas van a hacer eso porque no pretenden que se los cuestione ni mucho menos que se les terminen los negocios. La verdadera democratización vendrá, inevitablemente, por otro lado.

Allí también pusimos en debate el rol que le cabe a miles de trabajadoras y trabajadores de medios, verdaderos convidados de piedra en este debate a quienes tantos los empresarios y funcionarios kirchneristas como los pulpos de “la Corpo” atacan por igual: El trabajador de prensa, en muchos casos, se ve obligado a reproducir la opinión patronal, que es la forma concreta que adquiere la venta de su fuerza de trabajo. Cuando los trabajadores actúan como fuerza colectiva pueden imponer su voluntad en esa lucha por la interpretación de los acontecimientos.

Ese debate recorre hoy particularmente los medios de gestión estatal, como la llamada “TV Pública”, donde los trabajadores del noticiero protagonizan una puja permanente con la gerencia en manos de La Cámpora por los contenidos y la pluralidad de opiniones en las noticias, logrando ciertos triunfos como la cobertura de conflictos en fábricas de la zona norte del Gran Buenos Aires como Lear, Gestamp y Donnelley; o de conflictos con trabajadores de prensa como el desatado en el diario digital “Minuto Uno” del Grupo Indalo, tras el despido de dos delegados. En un comunicado de la asamblea de trabajadores de prensa del noticiero y su comisión gremial interna se denuncia que en plena campaña electoral, la Gerencia de Noticias, a cargo de Carlos Figueroa y Víctor Taricco, utiliza masiva y descaradamente los espacios de los noticieros públicos para posicionar a los candidatos del Frente para la Victoria en detrimento de los aspirantes a cargos electivos de otros partidos.

| 19

En ese sentido, el relevamiento que hace Becerra, en porcentajes, de menciones a la distintas fuerzas políticas en el noticiero de la TV Pública, es muy revelador y coincide plenamente con el relevamiento que realizaron los trabajadores de prensa de Canal 7 de la campaña para las PASO porteñas con un claro favorecimiento para el candidato del kirchnerismo, Mariano Recalde (Boletín de la CI de la TV Pública “Unidad de los Trabajadores”, mayo-junio de 2015). Esa tensión pondrá seguramente a la orden del día la lucha para que los medios de comunicación masiva sean gestionados directamente por sus propios trabajadores y sientan importantes bases para avanzar en la unidad con el resto de la clase trabajadora y sectores populares. Sin injerencia del Estado ni de las empresas. Es decir, sin funcionarios ni gerentes en sus oficinas pero también sin condicionamientos por medio de la pauta publicitaria, estatal o privada. Democratizar significa romper la dinámica de la información controlada por la burguesía. Y para eso, el conjunto del sistema infocomunicacional debe ser despojado de la reglamentación capitalista para que toda la población pueda acceder a un sistema público nacional de producción y distribución de televisión, radio e internet, manejado directamente por distintos sectores sociales organizados democráticamente, con acceso libre y gratuito para los trabajadores y el pueblo pobre y con tarifas progresivas para empresas y sectores ricos. Para tales objetivos históricos, se necesita de la más amplia movilización de los trabajadores y los sectores populares. 1. El Informe MacBride, también conocido como “Voces Múltiples, Un Solo Mundo”, es un documento de la Unesco publicado en 1980 y redactado por una comisión presidida por el irlandés Seán MacBride, que propone un nuevo orden comunicacional. 2. Martín Espinoza y Daniel Satur, “Cinco años de una tramposa Ley de Medios”, IdZ 11, julio de 2014.


20 |

POLÍTICA

La creatividad desatada y las pantallas negadas Violeta Bruck Documentalista, TVPTS. Con la intención de dejar por escrito un balance de su gestión al frente del Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), y antes de asumir como diputada nacional por el FPV, Liliana Mazure publicó el libro La creatividad desatada - Gestión audiovisual 20082013�. Desde fines del año pasado y hasta estos días se realizan presentaciones del mismo y charlas en distintos espacios culturales. A partir del comienzo del libro y hasta las últimas páginas no se pierde oportunidad para sumar cualquier cita textual en donde Cristina o Néstor Kirchner hayan nombrado las palabras cine nacional. Parece ser que los “conductores del proyecto” iluminan todos los terrenos. A través de tres capítulos recorre los ítems de la producción, exhibición, distribución y

conservación de material audiovisual durante este período. En el primer capítulo, “Políticas públicas para el fomento a la producción audiovisual 2008-2013”, se describen las distintas políticas de fomento a la actividad cinematográfica y los cambios implementados. Los números y las comparaciones con años anteriores confirman que se produjo un considerable aumento de la producción audiovisual nacional en los distintos formatos. Los planes de fomento, los concursos promovidos, la federalización de la producción audiovisual, la renovación de la televisión digital (especialmente a partir de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual), son algunos de los datos analizados. Los números sirven de base para afirmar que el fomento a la producción cinematográfica es

“el núcleo y motor del Incaa”. En este marco se dedica también un apartado a la producción documental: Los documentales son aproximadamente el 25 % de cada una de las cifras de películas estrenadas, dependiendo de la producción de cada año... La Argentina se ha caracterizado por sus destacados documentalistas y por desarrollar un nuevo y rico lenguaje en este género.

También reconoce que las nuevas vías de fomento para el cine documental han sido producto de los reiterados reclamos de las asociaciones de documentalistas, es decir, un logro de la propia organización e iniciativa del sector. Lo que el libro no dice es que esta producción documental,


I dZ Julio

que crece día a día ampliando sus realizadores y su público, en realidad implica menos del 3 % del presupuesto de fomento que maneja el Incaa, con subsidios que no llegan ni al 10 % del costo de una reconocida “película nacional”. No se puede negar el crecimiento de la producción audiovisual en los últimos años, pero tampoco se puede ocultar la existencia de mecanismos desiguales en la asignación de recursos y la tendiente presión a la división en una producción con altas suma de dinero en manos de un puñado de productoras, frente a la multiplicación de experiencias de producción con bajos presupuestos que generan precarias condiciones laborales. La gran mayoría de las producciones documentales, como así también las series para la televisión digital, cuentan con presupuestos acotados que muchas veces implican que el trabajo de los realizadores se convierta en un “aporte” para el proyecto, descuidando la retribución salarial. De estos problemas no se habla en el libro. Se abordan también distintas temáticas como la creación de la Cinemateca Nacional, los Encuentros de Comunicación Audiovisual, la implementación de las nuevas tecnologías, la digitalización de las salas, el impacto de ARSAT y la presencia internacional en festivales y mercados, pero uno de los principales puntos es el que tiene que ver con la evaluación de la política de distribución y exhibición cinematográfica. Nos vamos a focalizar entonces en el capítulo 2, que trata sobre estos importantes asuntos. Los logros que se exhiben en el área de fomento contrastan con los informes referidos a la distribución y exhibición. En el segundo capítulo, “Políticas públicas de distribución, exhibición y preservación del audiovisual nacional”, se abordan una serie de datos que describen el área. Por un lado se presenta como un logro que solo el 15 % de las películas que se estrenan sean nacionales, y no se menciona que el resto de las películas estrenadas son 80 % norteamericanas, mientras el restante 5 % debe repartirse entre todas las demás cinematografías nacionales del mundo. Las cifras son objetivas y corresponden a las estadísticas culturales oficiales; el problema es siempre el punto de vista desde donde se las analiza1. Esta situación significa en concreto que películas como las últimas de Ken Loach, Laurent Cantet, Mike Leigh o los hermanos Dardenne, por dar solo unos ejemplos, no serán estrenadas

en las salas de nuestro país. Se presenta también una contradicción profunda, ya que se fomenta una importante producción audiovisual nacional, que promueve múltiples miradas históricas, políticas y estéticas, pero no se instrumentan las vías para que estas películas lleguen al público. El resultado es una invasión audiovisual de las grandes productoras norteamericanas, con sus valores, sus historias, sus héroes y sus estéticas. En el libro se detallan las políticas de la “cuota de pantalla” y “media de continuidad”, mecanismos previstos para controlar el poder de las empresas distribuidoras, pero no se analiza la mínima implicancia que actualmente tienen2. Si bien son medidas limitadas (por ejemplo, la cuota de pantalla no incluye a la mayoría de la producción documental de bajo presupuesto), tampoco se cumplen. Los distribuidores y exhibidores eligen pagar multas menores y no cumplir con estas básicas normativas. Se plantea también que hay una política de “apoyo al lanzamiento”, pero en la realidad son mínimas medidas incapaces de combatir el bombardeo del marketing y merchandising con el que aterrizan semana a semana los tanques de Hollywood. Las autoridades del Incaa, así como el conjunto de intelectuales y funcionarios kirchneristas, dan por natural una situación en donde las distribuidoras y exhibidoras norteamericanas –Disney, UIP, Fox y Warner– son las que controlan el 80 % de los contenidos de las pantallas cinematográficas. Esta situación repite también el mismo esquema en televisión. Mientras se afirma que “Toda producción está terminada cuando el público recibe su contenido y lo transforma a su imagen y semejanza”, hay una ausencia de medidas de fondo para que la producción llegue al público. También se reconoce: ... es fundamental resolver el circuito de comercialización, que surge de la distribución y exhibición...Este es el circuito que había –y que aún hay– que reforzar. No hemos alcanzado este objetivo: solo hemos caminado algunos kilómetros del largo camino.

La ofensiva neoliberal de los años ‘90 logró imponer un esquema en el cual la salas de cine se mudaron de los barrios al centro de las ciudades y más específicamente a los shoppings.

| 21

Junto al aumento del precio de las entradas se produjo una importante elitización del consumo cinematográfico�. Esta situación no ha cambiado demasiado; actualmente en Argentina existen 822 pantallas totales. De este total, en CABA y Gran Buenos Aires se ubican 344 pantallas (casi un tercio del total nacional), y en todo el resto del país 478 pantallas. La mayoría localizadas en las grandes ciudades. Seis provincias cuentan con salas únicamente en sus ciudades capitales (Formosa, La Rioja, Chaco, Catamarca, San Juan, y Jujuy). Tomando la población de conjunto, las estadísticas indican que solo un 40 % de los argentinos concurre al cine por lo menos una vez al año, y el otro 60 % directamente no va. Y dentro de este 60 % hay un 27 % que jamás pudo ir a ver una película al cine3. Ante esta situación se expone la red de salas del Incaa, los cinemóvil, ciclos, muestras, y los canales de TV del Estado como los adalides de una batalla cultural que ha comenzado. El análisis de la taquilla muestra que las políticas en este terreno no son exitosas. El kirchnerismo hace mucha propaganda con sus políticas culturales, pero los cines del Incaa son apenas un circuito alternativo con muy poca incidencia real en la vida cultural de los trabajadores y el pueblo. Solo vale nombrar otra estadística: el cine Gaumont, en pleno centro de CABA, concentra el 90 % de los asistentes a los espacios INCAA de todo el país. Hay una interminable lista de realizadores independientes esperando estrenar su película en la única sala del Incaa que funciona bien. La “creatividad desatada” encuentra las pantallas negadas. A tono con el relato kirchnerista, se presenta un balance exitoso, sin fisuras ni contradicciones. Como en muchos otros terrenos, el relato se enfrenta al espejo de la realidad que le devuelve la imagen de sus falencias y subordinaciones.

1. Para más información: “Los estrenos negados en las pantallas argentinas”, La Izquierda Diario, 12/03/15. 2. La cuota de pantalla consiste en fijar un cupo para que cada sala estrene al menos una película nacional por trimestre, y la media de continuidad fija la cantidad de espectadores que garantizan que una película no pueda ser levantada de la programación. 3. Datos en Encuesta Nacional de Consumos Culturales, Ministerio de Cultura de la Nación, 2013, p. 15.


22 |

ESTADO ESPAÑOL

La “hipótesis Podemos” a la prueba del poder Hace un año y medio nacía Podemos. Se presentaba como lo nuevo, un movimiento participativo “abierto a toda la ciudadanía”. “Dijeron en las plazas que sí se puede y nosotros decimos hoy que podemos”, anunciaba entonces Pablo Iglesias, en referencia al movimiento de los indignados españoles que emergió el 15 de Mayo de 2011.

Josefina Martínez Historiadora, Clase contra Clase.

Ilustración: Juan Atacho

Diego Lotito Periodista, Clase contra Clase

El 25 de mayo de 2014, la nueva formación política irrumpió con fuerza en la política española, obteniendo más de 1.200.000 votos y 5 eurodiputados. Ese fue el primer hito electoral de Podemos, a partir de cual inició su transformación en partido, adoptando una organización interna centralista, con un método más plebiscitario que “participativo” y un programa reformista, con el objetivo de ocupar “la centralidad del tablero político”. La asamblea de Vista Alegre en octubre de 2014 consolidó ese proceso. A esto le siguieron una serie de “gestos políticos” hacia sectores del régimen y del establishment, destinados a mostrar que Podemos no era un “movimiento radical” o “antisistema” (como acusan desde la reaccionaria derecha española), sino un “movimiento ciudadano” y “moderado”, que buscaba ocupar el espacio que la socialdemocracia había dejado vacante. Pablo Iglesias se reunió con el embajador norteamericano en Madrid, organizó reuniones “privadas” con líderes del PSOE como el expresidente Rodríguez Zapatero, aplaudió con

fervor al Papa Francisco en el parlamento europeo y dispensó palabras elogiosas para Barack Obama, al mismo tiempo que otros dirigentes de Podemos iniciaban contactos con empresarios y banqueros. El ascenso fulgurante de Podemos en las encuestas, sin embargo, se topó con un relativo techo al acercarse las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo. Tres factores influyeron en este proceso. Por un lado, la irrupción en el escenario estatal del partido de centroderecha, Ciudadanos, con un discurso anticorrupción y de “regeneración” del régimen puso un límite a su crecimiento “transversal” en sectores que tradicionalmente votan a la derecha. Por el otro, la hipótesis de una rápida pasokización del PSOE que permitiese a Podemos ocupar su espacio político, no se cumplió. Por el contrario, la “casta socialista” logró mantenerse como segunda fuerza después del PP. Por último, aunque en menor medida, la moderación del discurso y el programa de Podemos también tuvo su efecto en una merma de votantes “por izquierda”. Así,

de la crisis del bipartidismo español comenzó a perfilarse una suerte de “cuatripartidismo”. En ese marco, a mediados de abril Pablo Iglesias publicó un artículo que generó un cierto debate dentro y fuera de Podemos. Con el sugerente título “La centralidad no es el centro”, el artículo hacía referencia al que había sido uno de los lemas fundamentales de Podemos: ocupar “la centralidad del tablero”, superando –desde su punto de vista– la estrecha división entre “derecha e izquierda”. Iglesias defendía allí que el proyecto de Podemos no era la regeneración democrática del régimen (“recambio de élites”), sino la expresión de un “proyecto político de irrupción plebeya”. Así, llamaba a “asumir sin complejos” el estilo “irreverente” de los inicios de la formación (que en gran parte se había licuado), compatible con la “defensa del Estado del bienestar y los derechos sociales” y llevar la disputa política a un terreno más “favorable”. Hubo quienes quisieron leer esto como un “giro a izquierda” de Iglesias, en el contexto de una disputa política con su segundo al mando, Iñigo


I dZ Julio

Errejón, por la orientación del partido. Pero nada más lejos de ello. Para Iglesias, la centralidad estaba marcada “por lo que señalaba (el expresidente socialista) Zapatero; un proyecto económico redistributivo frente al dogmatismo de la austeridad”, es decir, ocupar el espacio electoral dejado por “el agotamiento de los partidos socialdemócratas realmente existentes”, apropiándose de su discurso y su programa. De este modo, intentaba rearmar su discurso frente a la caída en las encuestas, para disputar el espacio “disponible” por la crisis de la socialdemocracia (por haberse vuelto abiertamente social-liberal), al mismo tiempo que mantenía su estrategia de cambios evolutivos desde las instituciones del régimen. En una entrevista reciente1, Iglesias da más pistas de qué significa esta operación de “ocupar la centralidad política”. Tras la irrupción de Ciudadanos en la escena política, dice, la transformación operada nos resitúa en el eje que nosotros habíamos considerado desde el comienzo como perdedor: el tradicional eje izquierda-derecha. Pensamos que sobre esta base no hay posibilidad de cambio en España y que el riesgo al que nos enfrentamos ahora es precisamente ser resituados en el mismo, lo cual nos distancia de nuestra apuesta por definir una nueva centralidad, que, insisto, no tiene nada que ver con el centro del espectro político o ideológico.

El curioso ejemplo que utiliza para explicar su estrategia es la visita del Rey Felipe VI al Europarlamento. A diferencia de los diputados del grupo de la izquierda europea, que no participaron de la recepción oficial, Iglesias fue a saludar al monarca. Pero, según dice, tuvo un “gesto subversivo”: se vistió con ropa informal y le regaló el DVD de Juego de Tronos… para que percibiera la “fragilidad” de su posición como rey. Pretendíamos no quedar atrapados dentro de esa contradicción, dentro de las posiciones ya establecidas, mediante un mensaje irónico, que al mismo tiempo es un gesto plebeyo –y que funcionó muy bien mediáticamente, por cierto–, que nos permite modificar el eje de la discusión: no monarquía versus república, discurso

que automáticamente se asocia a la memoria de la Guerra Civil española y que, desafortunadamente, deviene marco perdedor en la batalla por la interpretación social.

En el pensamiento político de Iglesias, la alusión a la “irrupción plebeya” no es más que una figura retórica, que no implica la búsqueda de las vías para “desatar” las energías del pueblo trabajador y los sectores más afectados por la crisis para imponer sus demandas. Con la lógica de ocupar “la centralidad del tablero” y separarse del territorio identificado con la izquierda (y la extrema izquierda), la dirección de Podemos reduce el campo de la política a una operación mediática basada en “gestos” calculados (y muy bien preparados por su equipo de marketing, hay que reconocerlo) para seducir una opinión pública de centro. Para Iglesias, el debate sobre monarquía o república no es conveniente porque “la monarquía encarna una de las instituciones mejor valoradas en España, por lo que automáticamente aleja a sectores sociales que son fundamentales para el cambio político.” Paradojas de un reformismo sin reformas y una “irrupción plebeya” que ni se propone irrumpir, ni mucho menos ser plebeya, puesto que ni siquiera se plantea, no ya desarrollar la movilización social, sino incluso abrir un debate público sobre la persistencia en el siglo XXI de un institución reaccionaria como la monarquía española.

Podemos, los pactos y la prueba del poder Las elecciones del 24 de mayo del 2015 cambiaron en gran medida el mapa político español. En las principales ciudades del Estado como Madrid, Barcelona, Valencia, Cádiz, Zaragoza, Santiago de Compostela y otras, candidaturas “ciudadanas” integradas por Podemos y otras fuerzas de la izquierda llegaron al gobierno de los Ayuntamientos. Los casos más importantes son sin duda “Ahora Madrid”, encabezada por la exjueza penitenciaria Manuela Carmena, y “Guanyem Barcelona”, liderada por la activista antidesahucios Ada Colau. Sin embargo, en la mayoría de los casos los resultados no fueron suficientes para formar gobiernos con mayoría absoluta, como sucedió en Madrid. Para gobernar, las nuevas “candidaturas ciudadanas” debieron recurrir al apoyo del

| 23

PSOE, que prestó sus votos de investidura a nivel municipal a cambio, nada menos, de la devolución del favor para obtener la presidencia en varias comunidades autónomas. Podemos presentó estas transacciones como un “giro” del PSOE hacia su programa. Sin embargo, la oleada de pactos que tuvo lugar en las últimas semanas significó un nuevo salto en su adaptación política a las reglas de juego de la degradada democracia burguesa española, negociando directamente con uno de los pilares del régimen político del ‘78. A pesar de toda la retórica sobre “lo nuevo”, la lógica del “mal menor”, que fue tan tradicional en la izquierda española durante las últimas décadas, pervive en el ADN de los líderes de Podemos. La llegada al gobierno en ciudades importantes plantea a Podemos y sus aliados en las “candidaturas ciudadanas” la dura prueba del poder. Insertas en la lógica de la “gestión”, a poco de andar, estas candidaturas comenzaron a estrechar velozmente los “márgenes de lo posible” en el proceso de “cambio”, como puede verse en la ciudad de Madrid: no pasó ni una semana de gobierno para que la nueva alcaldesa iniciara una serie de “renunciamientos” sobre su –de por sí limitado– programa electoral. Uno de los principales límites de estos fenómenos reformistas se presenta en su actitud frente a los grandes problemas sociales de la mayoría trabajadora, como por ejemplo los desahucios de las familias por los bancos, y su respeto a la legalidad capitalista. Sirvan como ejemplo las declaraciones de la nueva concejala de vivienda de Madrid a poco de asumir, planteando que “el Ayuntamiento no puede parar los desahucios”, y que “si hay un juez que te dice que hay que desalojar hay que desalojar, lo que vamos a hacer es paliar esas situaciones...”. Habiendo abdicado de toda perspectiva de movilización social, a la hora de implementar su propia agenda social, los nuevos gobiernos reformistas tienen el límite insalvable de su respeto absoluto por la “sagrada” propiedad de los bancos y la legalidad capitalista. En una escala mucho mayor (y mucho más trágica), esta es la misma situación que estamos viendo en Grecia, donde el gobierno de Syriza ha capitulado a las principales exigencias de la Troika en tan solo cinco meses, abandonando los principales puntos de su programa de Salónica. »


24 |

ESTADO ESPAÑOL

Pero a pesar de todas las concesiones, la Troika exige aún más ajustes. En este escenario, Alexis Tsipras ha convocado un referéndum, llamando al pueblo griego a aceptar o rechazar el ultimátum, mientras continúa defendiendo su propuesta a los acreedores que incluye duras medidas antipopulares. Frente a la ofensiva imperialista de la Troika, los trabajadores y el pueblo griego se hayan completamente desarmados. El gobierno de Syriza se ha transformado así en el espejo de la impotencia del nuevo reformismo europeo.

El debate hacia las generales y la “unidad popular” Los resultados del 24M no solo reconfiguraron el mapa político español. También mostraron la debilidad relativa de las candidaturas en solitario de Podemos en las Comunidades, en comparación con las candidaturas de “confluencia ciudadana” en los Ayuntamientos. Este fenómeno incentivó a los sectores que proponen impulsar una candidatura de “unidad popular” de todas las familias políticas a la izquierda del PSOE para las generales. El debate está en curso. Sectores dentro de Podemos publicaron el manifiesto “Abrimos Podemos: por una candidatura constituyente”, defendiendo que “la irrupción de importantes fuerzas municipalistas en las principales ciudades, sitúa a Podemos en la intersección de buena parte de ellas, pero sin que quepa atribuirse exclusividad alguna”. Anticapitalistas (la asociación heredera de Izquierda Anticapitalista tras su disolución en Podemos), viene insistiendo en que Podemos no puede ser el “sujeto de sujetos” y también promueve avanzar en la confluencia con otras fuerzas de izquierda hacia las elecciones generales. Aunque el movimiento más importante en el debate lo ha dado Izquierda Unida. Golpeada y en profunda crisis tras su fracaso electoral el 24M, donde obtuvieron los peores resultados de su historia, IU intenta recomponerse con una fórmula de unidad hacia las generales. El vocero de esta política, Alberto Garzón, emplazó abiertamente a Pablo Iglesias a converger en una candidatura común. Sin embargo, la respuesta de Iglesias fue brutal: Quedaos en vuestro sitio. Podéis cantar la Internacional, tener vuestras estrellas rojas… yo no me voy a meter con eso. Es más. Hasta puede que vaya (…) pero no quiero hacer política con eso. Dejadnos vivir a los demás.

Según Iglesias, hay dos escenarios de gobierno posibles para los que se prepara Podemos. Si el PSOE queda arriba de Podemos, como primera o segunda fuerza, entonces Podemos apoyará un gobierno del PSOE, aunque “no le guste”. Si es Podemos quien queda arriba del PSOE, estos se verán obligados a apoyar un gobierno de Podemos contra el PP. La “hipótesis de Podemos” se basa en estos escenarios: disputar el “centro” con el PSOE para superarlo electoralmente, aunque el pacto sería inevitable. La clave es en qué relación de fuerzas. Esta estrategia es justo lo contrario de lo que sugería Tariq Ali a Pablo Iglesias durante una

reciente entrevista en el programa Otra vuelta de Tuerka. El historiador paquistaní le dijo a Iglesias que “la ruptura con el extremo centro es crucial”, porque lo que dinamizó la emergencia de la “nueva izquierda” es “el deseo de romper con los partidos existentes del centro extremo”, como define Ali a la dupla de conservadores y socialdemócratas europeos. El intento de disputar el centro y apuntar al pacto con el PSOE como vía para llegar al gobierno es uno de los principales motivos de la negativa rotunda de Pablo Iglesias a integrar una candidatura de “unidad popular” con Izquierda Unida. Aunque otro motivo, no menos importante, es el intento de mantener la posición de hiperliderazgo en la “renovación” de la izquierda, que logró imponer desde la fundación de Podemos. El debate no está en el terreno del programa ni de la estrategia. Ambas formaciones comparten una perspectiva reformista, una orientación económica tibiamente neokeynesiana y una estrategia política de gestión de las instituciones del Estado sin cuestionar a los poderes reales del capitalismo español y europeo. El problema para Iglesias es que IU, a pesar de ser heredera de la tradición eurocomunista de Santiago Carrillo y el PCE –actor fundamental en la Transición que permitió el parto del odiado Régimen del ‘78, pactando con la monarquía y el franquismo en retirada–, aún está demasiado identificada con las “banderas rojas” y la “izquierda”. Una alianza con IU resituaría a Podemos en el temido “margen izquierdo” del tablero y eso, dicho en criollo, es “piantavotos”. En definitiva, tanto la “hipótesis podemista” como la “unidad popular” de Izquierda Unida y otros sectores, solo pueden aspirar a la conquista de algún tipo de gobierno de colaboración de clases y una reforma cosmética del régimen. Porque, como ya hemos dicho, sin poner en movimiento fuerzas sociales y materiales que enfrenten al establishment, cambien la relación de fuerzas y preparen el “momento de ruptura”, sólo quedan los “acuerdos” con los poderes reales del capitalismo para hacer “lo que se pueda”.2 El debate en curso plantea la necesidad de promover una posición independiente. Una perspectiva que se proponga desarrollar la movilización social y la lucha de clases para imponer un proceso constituyente revolucionario, que sobre las ruinas del Régimen del ‘78, permita poner en discusión absolutamente todo y abrir paso a una salida anticapitalista de la crisis. Imbricarse en esta tarea es el mayor desafío que tiene por delante la izquierda anticapitalista y revolucionaria del Estado español.

1. “España en la encrucijada”, adelanto de la entrevista a Pablo Iglesias que se publicará en New Left Review 93. 2. Josefina Martínez y Diego Lotito, “Syriza, Podemos y la ilusión socialdemócrata”, en IdZ 17.


I dZ Julio

| 25

Ilustración: Natalia Rizzo

Cuba en tiempos de “deshielo” con el imperialismo (II)

Algo se mueve en el escenario político

EDUARDO MOLINA Staff revista Estrategia Internacional.

El “deshielo” entre Estados Unidos y Cuba ha abierto un nuevo escenario estratégico y ya está influyendo en todos los ordenes de la vida cubana. Es cierto que aún rigen las leyes de bloqueo como la Helms-Burton y no pueden descartarse contramarchas, pero en el establishment estadounidense prima la idea –como insiste The New York Times– de que: “Cuanto más libres circulen la gente, los bienes y las ideas es más probable que ello derive en reformas significativas en la isla”1. En otras palabras, fracasada la línea histórica de acoso y bloqueo, esta es la mejor manera de ejercer presión y promover la restauración capitalista en Cuba. En el anterior número de Ideas de Izquierda ya abordamos algunos aspectos de esta cuestión,2 aquí se abordan algunos elementos de la situación política, para

pensar cómo podría moverse la “cosa”3 y qué problemas se plantean ante la izquierda crítica cubana. La recomposición de relaciones con Washington aporta cierto alivio económico4 y abre nuevas perspectivas para la captación de inversiones extranjeras y el comercio exterior. Políticamente, es un importante éxito para el gobierno de Raúl, permitiendo renovar expectativas populares y reforzar su autoridad entre la burocracia. Es probable que utilice esta coyuntura favorable para profundizar el plan económico pero también para avanzar en el terreno político. El gobierno se mueve en este plano con más cautela y conservadurismo que en otros, pero viene habiendo síntomas de movimiento que podrían acelerarse con el “deshielo”. Se puede

abordar en dos niveles: el plan político de “sucesión/renovación” de la dirección cubana y el problema -estratégico e histórico- de la “transición” a un nuevo régimen estatal5.

Organizando la sucesión... y algo más Raúl se retirará de su cargo en 2018, lo que completaría la fase decisiva en la “sucesión” de la generación histórica por una camada de dirigentes nacidos después de la revolución, garantizando “continuidad” mientras se busca cierta “renovación” por abajo, incorporando cuadros jóvenes, mujeres y negros para mejorar la imagen de las instancias intermedias y las organizaciones de masas6. Entre tanto, aunque se mantiene un secante control político y no escasea la represión e »


26 |

CUBA

“ En suma, se trata no sólo de relevo generacional sino que se propone un rediseño del régimen.

intimidación por medios policiales o administrativos, vienen dándose algunos gestos de tolerancia oficial hacia las manifestaciones de descontento y crítica, e incluso hacia la actividad de algunos grupos opositores. Por ejemplo, en las elecciones municipales de abril, por primera vez lograron presentarse –aunque no fueron elegidos– dos candidatos opositores de derecha en barrios de La Habana. En la ciudad de Caibarién fue reelecta la transexual Adela Hernández González 7 como delegada del Poder Popular, en otro gesto “inclusivo” de la renovación8. Cabe recordar que en febrero de 2013, en ocasión del retiro del veterano Machado Ventura y la promoción de Díaz-Canel al estratégico puesto de primer viceministro, convirtiéndose en el probable sucesor de Raúl, éste afirmó que se trataba de “un paso definitorio en la configuración de la dirección futura del país, pues garantizará la transferencia de los principales cargos a las nuevas generaciones”. Al mismo tiempo dijo que “en concordancia con los acuerdos del VI Congreso del Partido, será preciso armonizar los postulados de la Constitución de la República con la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del partido y la Revolución […] estos cambios son necesarios pues algunas cuestiones pueden modificarse por el Parlamento, pero otras requieren la votación de los ciudadanos en referendo”9. En suma, se trata no sólo de relevo generacional sino que se propone un rediseño del régimen. Ya se han venido introduciendo cambios importantes en la legislación y las instituciones: reorganización política-administrativa a nivel provincial y municipal, nuevo Código del Trabajo, nueva Ley de inversiones extranjeras, etc., aunque no está claro cuándo, cómo y con qué alcances se produciría una reforma constitucional. Ni tampoco los alineamientos de las diversas alas de la burocracia, entre quienes están por acelerar las reformas y otros, más “inmovilistas”. El equipo de Raúl, bajo la consigna de “sin prisa pero sin pausa”, actúa como árbitro de estas tensiones internas10. El problema político profundo que la cúpula dirigente encara es cómo adecuar el régimen ante la acumulación de cambios económicos y sociales y el agotamiento de las formas actuales de dominio político. La casta burocrática no puede renunciar al monopolio del poder, fuente de sus privilegios y clave de la “vía cubana a la restauración capitalista”, en la que pueda reciclarse como nueva clase propietaria. Pero al mismo tiempo que protege el núcleo de ese poder, necesita “aggiornar” sus formas, tanto por las necesidades de la “actualización del modelo” como también para recomponer una hegemonía debilitada, remediar el desgaste de las instituciones actuales y ampliar la capacidad de mediación y contención que las organizaciones de masas oficiales no garantizan por sí solas. En este sentido ganan importancia las negociaciones y pactos con la Iglesia católica11 (que

la visita papal viene a refrendar), consolidando a esta institución como mediación tolerada y “facilitadora” en las relaciones con el imperialismo y la emigración cubana. La iglesia se postula como adalid de la “reconciliación” nacional y auspicia una estrategia pactista para acelerar la apertura económica y política. La convergencia de grupos católicos, socialdemócratas y nacionalistas en una oposición moderada, “leal” (tomando distancia de la devaluada derecha anticastrista tradicional), le permitiría prepararse para jugar un papel en la nueva situación política y superar su debilidad y escaso peso social. Sectores como los que integran el “Espacio Abierto” propugnan la negociación para impulsar una reforma constitucional y una nueva legislación electoral. Según Manuel Cuesta Morúa, de Arco Progresista: “En Cuba, la hegemonía tiene que acordar con la diversidad” y se buscaría incidir “con la ley, desde la ley y desde abajo hacia arriba, en condiciones que nadie se sienta derrotado”12, es decir, pactos y gradualismo aceptando el papel dirigente, hegemónico, de la burocracia castrista.

¿Qué “transición”? Es posible que el “deshielo” favorezca un entendimiento estratégico sobre la base del problema de fondo: las reformas en marcha hacia la restauración capitalista, aceptando la vía “a lo cubano” dirigida por el PCC como la más realista. Se ha sugerido que la convergencia podría darse sobre la base del “nacionalismo cubano como elemento eficiente para la rearticulación del consenso socio-político, y acerca de la necesidad imperiosa de un modelo democrático...”13, al que concurran el nacionalismo de los emigrados no gusanos, el oficial (el discurso estatal se reelabora en un patrón cada vez más patriótico y “martiano” y menos “marxista”) y de la oposición interna. En suma, tomando nota de que en medio siglo Estados Unidos no pudo avasallar a Cuba, se discute si cierto “nacionalismo revolucionario” podría proveer el núcleo ideológico para “la posible articulación de un bloque de actores sociopolíticos apoyados en la metodología del pacto”14. Esto remite a considerar algunas hipótesis sobre las perspectivas de “transición” del régimen, que no significa inexorablemente ir a un régimen liberal-burgués (como preferirían el imperialismo y la derecha latinoamericana), pero tampoco una simple copia del modelo político chino de “partido único” (que no sólo tuvo a favor ingentes recursos de los que Cuba carece, sino que también pudo imponer una relación de fuerzas favorable, después de Tiananmén). En la actual relación de fuerzas entre el imperialismo y América latina, y teniendo en cuenta el balance de fuerzas sociales interno, donde la clase trabajadora cubana tiene un peso que hasta ahora ha disuadido a la burocracia de ir a un ataque frontal, pueden contemplarse otras posibilidades de evolución, como alguna variante bonapartista que incluya cierta apertura formal,


I dZ Julio

controlada. Alfonso Dilla ha sugerido un paralelo con el priísmo mexicano15. También podrían considerarse sugerentes a los regímenes venezolano, ecuatoriano y boliviano y sus procesos constituyentes, a partir de algunas ideas de Julio C. Guanche, que propone un “nuevo constitucionalismo socialista”16. Si bien podría revestirse de algunas concesiones democráticas y poner ciertos límites a la penetración imperialista, no por eso su contenido sería progresivo, pues su esencia sería consumar la demolición de lo que queda de la revolución de 1959. Esto, bajo la cobertura discursiva “nacional, popular y socialista” de un “socialismo del siglo XXI” de mercado, con empresarios y capital extranjero, en una isla de la que estos fueron expulsados hace medio siglo. Queda para la reflexión la hipótesis de si la evolución a un neobonapartismo burocrático-burgués proporcionaría la fórmula política viable para ir hasta el final en el camino de la restauración “a lo cubano”.

Encrucijadas para la izquierda cubana Los cambios que se gestan en la “cosa” bajo el signo del “deshielo” y los tanteos de una posible “apertura” están precipitando realineamientos dentro del amplio y heterogéneo campo de la izquierda crítica surgida en los últimos años, en los medios culturales, académicos y sociales, dentro y fuera de las filas del PCC17 y que despliega una notable actuación pese a las persecuciones y obstáculos que pone el régimen. Es posible que una parte de los críticos que se han mantenido cercanos al PCC, creyendo posible su reforma renueven sus expectativas apostando al “diálogo” como “consejeros” del castrismo18. Por otro lado, la línea de diálogo desde la oposición puede arrastrar a otros sectores hacia la conciliación en términos socialdemócratas. El ex diplomático cubano Pedro Campos apoya el llamamiento de una “izquierda democrática”19 en base a 5 puntos básicos, destacándose el 1. Por “una nueva Constitución”, “estado de derecho” y “república democrática humanista y solidaria”; y el 2. “Nueva política económica partiendo de la aceptación de todas las formas de producción modernas”, mientras pide se “estimule preferentemente, con apoyo público y privado el trabajo libre, de tipo autogestionario, individual o asociado”, mientras saluda “los modestos pero insuficientes esfuerzos nacionales e internacionales para salir del estancamiento en que nos sumió medio siglo de “socialismo burocrático”. Es un programa que lleva a quedar a la zaga del campo opositor moderado. Una divisoria política fundamental para la izquierda cubana (e internacional) va a ser qué actitud política tomar en este escenario, tanto frente a la línea de “actualización” y “renovación” del castrismo, como frente al reajuste dialoguista de una oposición moderada, más si se avanzan, como es posible, en los pactos bajo bendición papal para una cierta “apertura”. Si por un lado es necesario aprovechar todos los

resquicios y márgenes legales para la intervención cultural, política y junto a los trabajadores, la juventud, la mujer y los sectores oprimidos, es necesario hacerlo desde una posición independiente de la burocracia, de la oposición proburguesa y la Iglesia. Esto implica un programa de los trabajadores frente a las reformas económicas pro-mercado; por plenos derechos de organización sindical y control obrero colectivo de la producción y distribución; el derecho a organizarse políticamente con el único límite de la defensa de la revolución contra cualquier agresión imperialista, la libertad de creación e investigación artística y literaria, derecho de expresión, reunión y prensa independiente del gobierno, etc. Mientras se lucha por la ampliación de todos los márgenes democráticos, a todo nivel, incluyendo el derecho a debatir y decidir sobre una nueva Constitución, no se trata de elegir entre régimen de “partido único” que asfixia la vida política de las masas o “multipartidismo” burgués que las apartaría de las decisiones reales. El objetivo debe ser la conquista de una verdadera democracia obrera y socialista, basada en las formas de poder obrero y popular, democráticamente organizadas que las masas se den, con en el más amplio recurso a la democracia directa en todos los ambientes de la vida económica, social y política del país. La clase trabajadora, hasta hoy un “convidado de piedra” en los planes del gobierno (como de la oposición) es la única que puede dar una alternativa progresiva al despeñadero de la restauración capitalista a que lleva la burocracia. Se trata de aportar a su organización independiente como clase socialista, uniendo en torno suyo a todos los sectores oprimidos y discriminados de la población. Consideramos que el programa y la estrategia que pueden dar respuesta de conjunto a los problemas vitales de Cuba hoy, son los de la revolución política, a su vez inseparable de una perspectiva internacionalista. En las ideas de Trotsky, su crítica de la burocracia estalinista y sus concepciones revolucionarias, una nueva izquierda revolucionaria cubana encontrará sin duda un ejemplo inspirador. Parecen gestarse posibilidades inéditas para avanzar en la construcción de una nueva fuerza social y política entre los trabajadores y la juventud, independiente de la burocracia, pero anticapitalista, socialista y revolucionaria. La izquierda socialista internacional está llamada a contribuir por todos los medios a estos desafíos. 1. The New York Times, 19/06/15. 2. E. Molina, “Cuba: en tiempos de “deshielo” con el imperialismo”, IdZ 20, www.ideasdeizquierda.org/ ideasdeizquierda, junio 2015. 3. Dice J. C. Guanche: “En Cuba ‘la cosa’ es una expresión coloquial utilizada para referir a ‘la situación’. ‘¿Cómo está la cosa?’ alude tanto al estado de la nación como al chisme de barrio. Suelen verse por separado ‘lo público’ y ‘lo privado’, pero la pregunta por ‘la cosa’ nos remite al vínculo entre ambos”, jcguanche.wordpress.com.

| 27

4. A corto plazo implica aumento de ingresos por viajes y remesas desde Estados Unidos, así como el levantamiento de algunas restricciones comerciales y financieras, con lo cual apuntalaría el pronósticado repunte del PBI cubano en 4 % para 2015 (Cubahora 26/06/2015), tras los últimos años de bajo crecimiento. 5. Se trata no solo de las formas del dominio político, sino de la transformación cualitativa en la naturaleza del Estado. 6. “En breve entre el 42 y 45 % de los cargos a nivel de CDR y de zona estarán en manos de jóvenes, lo cual fortalece el concepto de continuidad histórica”, Gramma 19/06/2015. En el XX Congreso de la CTC se dijo que “Luego del amplio proceso de renovación de mandatos, el 17 % de los elegidos son jóvenes, el 45 % tiene enseñanza media superior y el 30 % son universitarios”, Cubahora, 20/02/2014. 7. En el contexto homofóbico que cultivó históricamente el castrismo este no es un dato menor. Sobre Adela Hernández González, puede verse un reportaje de 2012, “Elecciones en Cuba: Breve conversatorio con muy singular candidat@”, en observatoriocriticocuba.org. 8. Pueden verse opiniones sobre las elecciones municipales de Haroldo Dilla, Armando Chaguaceda, Julio César Guanche y Marie-Laure Geoffray en “Elecciones municipales en Cuba: ¿algo nuevo?”, www. dw.com/es. 9. Juventud Rebelde, 24/02/2013. 10. Sin poder ampliar aquí este tema, Samuel Farber llama la atención sobre el hermetismo en la burocracia. “Tendencias políticas en Cuba hoy”, Viento Sur 136, octubre de 2014. 11. Ver “El rol político de la iglesia en Cuba”, en IdZ 20, junio 2015. 12. Manuel Cuesta Morúa. Entrevista en el diario argentino La Nación, 22/03/2015. 13. Roberto Vega y Lenier González. “Nacionalismo y lealtad: un desafío civilizatorio”, en Havana Times, 03/04/2014. 14. Según crítica Haroldo Dilla, “¿Nacionalismo revolucionario?”, Cubaencuentro, 05/05/2014. 15. “ …es probable que el sistema derive hacia desarrollos similares a otras experiencias postrevolucionarias, y en particular hacia su manifestación más formidable en América Latina: el priismo mexicano.” Ver “Los dilemas y el poco tiempo de la elite política cubana”, en www.realinstitutoelcano.org, 08/01/2014. 16. Julio César Guanche ha escrito sobre la participación ciudadana en el Estado cubano, Revista Temas 70 (abril-junio, 2012) ; “Un socialismo de ley. En busca de un diálogo sobre el constitucionalismo socialista cubano en el 2010”, en revista.ecaminos.org, 09/04/2012. 17. Puede verse: Marie-Laure Geoffray “Existe una nueva izquierda en Cuba?”, Contretemps, agosto de 2013. Samuel Fraber “Tendencias políticas en la Cuba de hoy”, Viento Sur 136, Octubre de 2014. Armando Chaguaceda “La izquierda cubana y el debate racial”, Literal magazine (www.literalmagazine.com). 18. Sectores críticos como los que se expresan en la revista Temas y otros, debe tenerse en cuenta que a veces la crítica a aspectos parciales de la gestión burocrática se combina con un programa de mayores pro-reformas “de mercado” o sea que no siempre están más a izquierda que el partido oficial. 19. Pedro Campos, “Por un amplio movimiento político de la izquierda democrática cubana”, en www.kaosenlared.net. El llamado es firmado por Socialismo Participativo y Democrático (SPD), Izquierda Democrática y Socialista (IDS) y el Nuevo Proyecto Socialista (NPS).


28 |

BOLIVIA

Evo Morales y el ocaso de la modernización capitalista nacional Javo Ferreira Liga Obrera Revolucionaria-Cuarta Internacional, Bolivia.

El proceso político impuesto por el desvío electoral del año 2005 que puso fin al ciclo de levantamientos e inició el ascenso del MAS como un frente popular de base campesina, hasta la actual situación caracterizada por la estabilidad política y la consolidación de un nuevo régimen político burgués, más sólido y estable, pasando por diversas convulsiones y connatos de guerra civil durante el proceso de la Constituyente, evidencian una riqueza en momentos de la lucha de clases, en fenómenos políticos y en experiencias que deben ser asimiladas por los trabajadores, los estudiantes y los sectores oprimidos.

1. Una situación económica sin precedentes aceitó la modernización del capitalismo semicolonial El pasado octubre del 2014 Morales ganó por tercera vez consecutiva la presidencia de Bolivia. Lo hacía en un marco de bonanza económica sin precedentes en el país andino. El vertiginoso crecimiento durante la década pasada de los precios de materias primas y particularmente de los hidrocarburos, combinado con un aumento de las regalías e impuestos a las trasnacionales, permitieron una captación de recursos por parte del Estado en los últimos

8 años equivalentes a todos los recursos de los 25 años de gobiernos neoliberales. Comprender esta situación y esta bonanza, que alentó el consumo de franjas importantes de clases medias, sobre la base de un dólar tendencialmente más barato, es sumamente importante para evaluar cómo el MAS ha logrado conquistar una poco común estabilidad política y social, fundamental para entender la reconstrucción de un nuevo régimen político. La acelerada construcción de carreteras ha alentado el despliegue de nuevas iniciativas para los negocios de la clase dominante. La propaganda desplegada sobre la base


I dZ Julio

de la creación de la Agencia Espacial Boliviana, y el inicio de la discusión sobre la creación de la comisión de energía nuclear así como el proyecto para la industrialización del litio, entre otros, han estimulado la propaganda nacional desarrollista alentando un cambio en la autoestima de amplias franjas de la población, y que terminan fortaleciendo la retórica referida a la revolución democrática y cultural. Acompaña a estas iniciativas modernizadoras, un creciente rol del Estado en la formalización de la economía, penalizando de manera draconiana la evasión impositiva y el contrabando alentando al sector burgués formal. Sin embargo, esta modernización capitalista conducida por Evo y el MAS, nunca buscó romper con la dependencia del imperialismo ni con la vulnerabilidad a las fluctuaciones de precios del mercado internacional de materias primas. Esta modernización está conduciendo a un agravamiento de la dependencia externa, y por lo tanto a una reafirmación del carácter semicolonial de la nación, alentando el consumo de amplias capas de clases medias e incluso sectores privilegiados de la clase obrera y del mundo campesino, pero sin acompañar esta dinámica con políticas que busquen avanzar en la industrialización de los recursos naturales ni en la diversificación productiva, sino más bien reafirmando la ubicación primario-exportadora del país, convirtiendo a las trasnacionales imperialistas en nuevas socias del gobierno y del Estado, legitimando el saqueo de los recursos y sembrando paulatinamente nuevas contradicciones sociales.

2. El Estado Plurinacional de Bolivia como nuevo régimen de dominio burgués: hacia el semibonapartismo1 El surgimiento del nuevo orden de dominio burgués se formaliza el 22 de enero del 2009 con la promulgación de la Nueva Constitución Política del Estado y el nacimiento del Estado Plurinacional. Este acto estuvo precedido por los acuerdos del 21 de octubre del 2008, donde dos representantes de la vieja derecha neoliberal y dos del MAS a la cabeza de Carlos Bohrt y García Linera reescriben los artículos polémicos de la Constitución elaborados por la Asamblea Constituyente, garantizando la “seguridad jurídica” y los negocios de la clase dominante. Se inicia así la paulatina metamorfosis del MAS y sus dirigentes, desde su inicial posición frentepopulista de base campesina hacia una asimilación cada vez mayor con la clase dominante y la adquisición de rasgos crecientemente bonapartistas. El 2006 Evo Morales asume la presidencia de un país que venía de protagonizar 5 levantamientos nacionales y varias crisis políticas y sociales. Un país cuyo régimen político, conocido como “democracia pactada”, por los mecanismos y coaliciones electorales durante los 25 años de neoliberalismo, había estallado junto con sus partidos. Asume un país donde el movimiento de masas venía de una gimnasia movilizadora persistente y profunda que había abierto una situación revolucionaria con octubre del 2003, y que empezaba a mostrar signos cada vez más claros de lo que vendría a ser la

resistencia de las clases dominantes del Oriente en defensa del latifundio y sus propiedades. Se inauguraba un momento en la política nacional que definimos como una situación de “régimen partido”, es decir, la existencia de dos legalidades y de dos legitimidades contrapuestas, una en el Occidente encabezada por el MAS y otra en el Oriente encabezada por los comités cívicos regionales. Esta situación de régimen partido expresaba de una forma absolutamente distorsionada los intereses sociales antagónicos. Por un lado los sectores populares en las ilusiones y expectativas que había despertado la Asamblea Constituyente y, por otro lado, el temor y la desconfianza de las clases dominantes a esa misma Asamblea, fue lo que alentó las sucesivas crisis y asonadas derechistas que se sucedieron como chispazos de “guerra civil” (La Calancha en Sucre, Cochabamba enero del 2007 y finalmente la masacre de El Porvenir en septiembre/octubre del 2008, con 15 campesinos asesinados). Este último y más grave enfrentamiento detonó una movilización espontánea de sectores campesinos y populares hacia la ciudad de Santa Cruz, con armas improvisadas pero con voluntad de terminar con la impunidad de la Unión Juvenil Cruceñista. Fue esta situación la que obligó tanto al MAS de Evo Morales, que no quería verse empujado a un escenario de mayor confrontación, como a la derecha regional, que vio que se habían excedido en la relación de fuerzas, a sentarse a negociar, resolver la situación de “régimen partido” y abrir el camino hacia el surgimiento del Estado Plurinacional de Bolivia como una nueva forma de dominio burgués, más moderna pero sobre todo que expresara una nueva relación de fuerzas entre el movimiento de masas y las clases dominantes. Esto se realizó estableciendo algunas concesiones democrático-formales como fue la figura de las autonomías indígenas y otras de índole menor. Afirmamos que lo que se ha modificado con la nueva Carta Magna, y con el surgimiento del “Estado Plurinacional”, es únicamente el régimen, es decir, la expresión concreta de una nueva relación de fuerzas al interior del Estado con nuevas normativas y formas institucionales, pero no el Estado mismo como afirman desde la vicepresidencia y todo el gobierno, ya que el Estado como expresión del carácter semicolonial del país al servicio de la clase dominante no se hundió, sino que ese núcleo central de todo Estado, que son las fuerzas represivas, se mantuvieron como expresión de continuidad –a diferencia de lo sucedido en la Revolución del ‘52–. Este cambio de régimen solo pudo lograrse en primer lugar gracias al desvío democrático impuesto por la burguesía y sus expresiones políticas luego del levantamiento de junio del 2005, y posteriormente alimentando la pasivización del movimiento de masas con la Asamblea Constituyente. Tenemos así que luego de varios años de levantamientos populares, crisis del régimen y del Estado, asonadas derechistas y conatos de guerra civil, se termina por poner en pie un nuevo orden de dominio burgués, consensuado con las expresiones políticas más de derecha, más moderno y sobre

| 29

todo más sólido y fuerte al contar con el respaldo amplio de la población en las urnas. Esta situación absolutamente ventajosa para las clases dominantes y poseedoras se vio favorecida por el inicio de una situación inmejorable desde el punto de vista económico que le permitió al gobierno contar con ingentes recursos para aceitar las contradicciones que pudieran surgir, cooptar amplias capas de dirigentes obreros, campesinos e indígenas, y empezar a facilitar su rol crecientemente bonapartista en la resolución de las diversas tensiones sociales. En esta construcción del nuevo régimen el MAS chocó con el movimiento de masas. El primero de estos choques fue el fallido gasolinazo de diciembre del 2010, con subas de precio de más del 100 % a productos de la canasta básica en horas, y cuya movilización espontánea de amplios sectores populares le recordó a Evo Morales y García Linera que había una previa relación de fuerzas que no se podía violentar a riesgo de desgastarse aceleradamente. El segundo enfrentamiento va a ser el conflicto del TIPNIS, y el tercero es la gran huelga de los trabajadores asalariados durante mayo/junio del 2013 por la Ley de pensiones. Entre cada uno de estos grandes choques van a haber importantes gestas de lucha, como por ejemplo la llamada rebelión fabril del 2010, la gran huelga de los trabajadores de salud contra el aumento de la jornada laboral el 2011 y 2012, luchas campesinas y populares como fueron los bloqueos (con muertos incluidos) en Caranavi por las plantas de cítricos, las poblaciones de los departamentos de Potosí y Oruro por sus demandas regionales, Colquiri por la nacionalización y distribución de la veta Rosario con el cooperativismo afín al MAS, o durante este año, diversas disputas regionales o sectoriales resueltas en forma bonapartista mediante mediación estatal.

3. La huelga de mayo/junio del 2013, un punto de inflexión y el inicio de la persecución a la vanguardia La huelga de mayo y junio del 2013 constituye un punto de inflexión sumamente importante para comprender no solo el rol del gobierno y del MAS actualmente sino también un indicador de una eventual recomposición política de la clase obrera. La huelga, detonada por el tratamiento de la ley de pensiones en la Asamblea Legislativa Plurinacional, fue la más importante que hayan sostenido los trabajadores asalariados durante todo el ciclo neoliberal e incluso desde el período de los levantamientos. El inicio de la guerra del agua en abril del 2000, y con ella del ciclo de levantamientos, tendrá a la clase obrera interviniendo en forma diluida, como componentes populares pero no con sus métodos de acción –la huelga–, ni con su programa, ni con sus organizaciones. La otrora poderosa COB2 va a ser una sombra de lo que fue en el pasado, expresándose como referente de la movilización pero no como expresión orgánica de la nueva clase obrera más amplia, más numerosa, pero joven y sin la tradición y experiencia de las generaciones pasadas. La llegada al gobierno de Evo Morales va a disparar ilusiones en franjas de trabajadores asalariados, »


30 |

BOLIVIA

surgiendo un extenso y amplio proceso de organización sindical que va desde el 2005 y que se termina el 2008 debido a un acelerado giro a derecha del MAS. Cientos de sindicatos van a surgir durante este período alentados por las ilusiones en el nuevo gobierno y también en la necesidad del MAS de mantener espacios de organización y movilización controlada frente a la presión de las derechas regionales. Al desaparecer esta necesidad, el gobierno va a terminar con este proceso de organización con un Ministerio de Trabajo cada vez más propatronal. Durante los últimos años de este gobierno se produjeron ataques y casi ninguna concesión a los asalariados, que paulatinamente empezaron a inclinarse a izquierda y cuestionar el papel del MAS con respecto a los trabajadores. Son estos elementos los que explican que los trabajadores avanzados –como los mineros de Huanuni y de salud, que resistieron exitosamente los intentos de Evo Morales de eliminar la conquista de 6 horas de trabajo por insalubridad–, con sectores de la burocracia sindical, hayan impulsado durante el 2013 el surgimiento del Partido de los Trabajadores (PT)3, y que se haya producido la huelga más importante en dos décadas y media de los asalariados. La huelga fue un punto de inflexión en dos sentidos: primero desde un punto de vista más histórico y de largo aliento, fue un gran paso de los trabajadores en reconocer sus fuerzas a lo largo y ancho del país, y fue empezar a visibilizarse como clase. Pese a ello, debido al rol de la burocracia sindical, terminó sin alcanzar los objetivos propuestos y la política de Trujillo (secretario ejecutivo de la COB), Pérez (secretario ejecutivo de la FSTMB) y demás burócratas terminaron desmoralizando y confundiendo a amplias capas de trabajadores y permitiendo el inicio de la contra ofensiva gubernamental contra la vanguardia de la huelga, particularmente Huanuni, de salud y de magisterio. Esta ofensiva inauguró una situación que se ha prolongado hasta hoy, que se apoya en la pasividad de la lucha de clases sin elementos disruptivos en el gobierno o el régimen, y alentando la persecución política contra los trabajadores avanzados y aquellos que defienden la independencia política en los sindicatos. Asimismo se les impone la obligatoriedad de contar con la firma presidencial para establecer la legalidad de un sindicato, pegando un salto el rumbo bonapartista del gobierno al avanzar en la estatización de los mismos.

4. Hacia un nuevo ciclo de lucha de clases La disminución en la recaudación producto de la caída de precios y ventas empieza a sentirse y empuja al gobierno a buscar con qué cubrir los agujeros como son el reciente aumento del impuesto a las transacciones financieras, que pasa del 0,15 al 0,30 %, o el impuesto a los intermediarios de carne vacuna desde las haciendas hasta los centros urbanos. Las primeras manifestaciones sociales ante la tendencia a la caída de precios, y el fin de la bonanza modernizadora semicolonial de Morales, han sido de carácter conservador, es decir, el intento de importantes sectores de trabajadores de no hacer “olas” para que la “bonanza” económica no se

vea alterada, aunque ya empiezan a haber síntomas de rechazo a medidas de ajuste así como demandas de subsidios de mineros o de seguros agrarios de los productores de quinua para hacer frente a la crisis. La importante modernización capitalista semicolonial impulsada por Evo Morales empieza a llegar a su fin, lo que empuja a redoblar las tendencias semibonapartistas que desde el régimen y el gobierno se vienen desarrollando como mecanismos de mediación y control de la conflictividad social. Sin embargo, estas tendencias bonapartistas chocan en forma inmediata con la resistencia de carácter democrático al control gubernamental de las instituciones, sindicatos o Universidades. La lucha de más de dos meses de la Universidad Mayor de San Simón o la de la Universidad Nacional Siglo XX contra rectores abiertamente oficialistas son muestras de esta creciente resistencia democrática. Es evidente que Bolivia ha dejado atrás dos ciclos distintos: el primero que va desde el 2000 al 2006 basado en el protagonismo decisivo del movimiento de masas particularmente de los campesinos y pueblos indígenas; un segundo ciclo basado en la construcción de un nuevo orden de dominio burgués por parte del MAS y finalmente con la colaboración de las representaciones políticas derechistas del Oriente. Lo que se está preparando es un nuevo ciclo de la lucha de clases, donde el sujeto social decisivo y protagónico serán los asalariados y entre ellos la clase obrera fabril y minera, que se verá empujada a la resistencia cuando los planes de ajuste del MAS avancen.

1. Con esta categoría nos referimos al surgimiento de autoridad que se eleva, por decirlo así, por encima de las clases y que, aunque continúa al servicio de la clase dominante, pretende arbitrar entre las mismas. Trotsky acuñó para los países semicoloniales una mayor precisión a la categoría de bonapartismo con la definición del cardenismo en México como “bonapartismo sui generis”, es decir, un bonapartismo que intenta o pretende arbitrar entre los intereses de la nación semicolonial y el imperialismo, buscando regatear porciones mayores de renta nacional. Por sus mismas características este tipo de bonapartismo se debe apoyar en la movilización parcial del movimiento de masas frente al imperialismo. El gobierno del MAS o el de Chávez lejos están de esta categoría, sin embargo, nos es útil para entender su comportamiento aparentemente contradictorio en determinados momentos de la lucha de clases. 2. Central Obrera Boliviana, fundada a días de la revolución del ‘52 sobre la base de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia y sus milicias armadas. Fue considerada una de las organizaciones sindicales más combativas y poderosas del siglo XX. 3. Este fenómeno político novedoso, que surgió en Huanuni el 7 y 8 de marzo y que amenazó en provocar fracturas en los sectores críticos afines al MAS, fue rápidamente abandonado por el grueso de la burocracia sindical, quienes impusieron un voto de silencio durante la huelga de mayo/junio a la dirección encabezada por Guido Mitma y Gonzalo Rodríguez, para después del 2º Congreso abandonar en forma absoluta su participación.


I dZ Julio

| 31

A 40 años del Rodrigazo: las coordinadoras interfabriles de junio y julio de 1975

La insurgencia obrera en el corazón de la industria

Ilustración: Sergio Cena

Ruth Werner y Facundo Aguirre Redacción de La Izquierda Diario. Autores de Insurgencia obrera en la Argentina 1969-1976. Clasismo, coordinadoras fabriles y estrategias de izquierda (Buenos Aires, Ediciones IPS).

Entre el 2 de junio y el 8 de julio de 1975 el país se vio conmovido por una creciente movilización obrera contra las medidas anunciadas por el ministro de Economía Celestino Rodrigo. Empujado por la crisis económica internacional y sus efectos en la arena local, el gobierno de Isabel Perón debió recurrir a un golpe contra el nivel de vida de los trabajadores y las clases medias ante la bancarrota económica. El Pacto Social1, con el que Perón había pretendido controlar al movimiento de masas, estaba quebrado. La decisión de no homologar los Convenios Colectivos de Trabajo2 y congelar los salarios, la liberalización de los precios del combustible y

de los artículos de primera necesidad, la escalada inflacionaria inaudita y el ajuste en la planta del personal del Estado para endeudarse con el FMI, fueron el núcleo de lo que se conoció como “Rodrigazo”3. La oposición obrera se expresará con toda su fuerza en las jornadas revolucionarias de junio y julio de 1975, el punto más alto en el enfrentamiento de la clase obrera argentina con su dirección histórica: el peronismo y su burocracia sindical. En ese período surgirá un doble poder, embrionario, en el terreno de la producción, expresado en las Coordinadoras Interfabriles de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.

El 3 de Julio de 1975 Desde los anuncios del Plan Rodrigo la oposición obrera crece del plano sindical al político. No hay provincia, ciudad o localidad del país que no estuviera conmovida por la enorme resistencia. En Gran Buenos Aires, Capital y La Plata se da el fenómeno más avanzado de autoorganización obrera que desafía a la burocracia peronista. El 27 de junio la CGT convoca a un paro. Ese paro, se convirtió –en gran medida por el rol de las Coordinadoras Interfabriles– en un paro general de 24 horas y una movilización de masas que elevó sus demandas al terreno político del enfrentamiento abierto al gobierno de »


32 |

IDEAS & DEBATES

“ ...los hechos que describimos muestran que el fantasma del 17 de octubre hacía su aparición, pero esta vez, contra el peronismo en el poder.

esperan (...) la policía provincial (...) comienza a tirar gases a los manifestantes (...). Cientos de grupos se enfrentaron con la policía, dieron vuelta coches, quemaron gomas. Había comandos del ERP y Montoneros; había muchos que, sin ser guerrilleros, habían llevado “el 22”. Desde un edificio en construcción al lado de la UOCRA, varios tiradores hostigaban a la policía. La lucha en las calles duró hasta las 6 de la tarde (...). Ese día, (...) se lo recuerda en La Plata como uno de los hitos más importante de la historia del movimiento obrero7.

La acción coordinada de la policía y el rol de la burocracia sindical impide que ese 3 de julio una enorme manifestación obrera arribase a la Capital. Sin embargo no podrán evitar que la fuerza de la movilización de las bases avance por otra vía. La burocracia acorralada deberá convocar a la huelga general contra el Rodrigazo.

Isabel. Pero será el 3 de julio de 1975 cuando las coordinadoras mostrarán su gran poder de movilización cercando la ciudad de Buenos Aires. En la zona norte del Gran Buenos Aires, desde el mediodía las columnas obreras de Pacheco arriban a la Panamericana. Eran 10.000 obreros de Ford, Terrabusi, Alba, Editorial Abril, Matarazzo, Laboratorio Squibb, IBM, astilleros de San Fernando y Tigre y las principales metalúrgicas de la zona norte. La Prensa relata los hechos de la siguiente manera: …volvieron a repetirse las movilizaciones con la modalidad de los días anteriores, asambleas (…), huelga de brazos caídos y abandono del lugar al promediar la tarde. Pero esta vez los trabajadores de diversas plantas metalúrgicas, textiles, alimentación, mosaístas y otros sectores se concentraron (…) en la ruta Panamericana frente a Fanacoa, con el propósito de marchar encolumnados hacia Plaza de Mayo (…) El objetivo de la movilización era solicitar la vigencia de la ley 14.250. (…) Los manifestantes coreaban (cantos) agresivos contra los ministros de Bienestar Social y Economía (…)4.

En General Paz, la manifestación será detenida por un cordón de carros hidrantes y tanquetas de la policía. Las columnas eran custodiadas por escuadras de militantes del ERP y Montoneros, aunque los obreros tenían sus propios métodos y grupos de autodefensa equipados con molotovs, caños y miguelitos. En la zona sur del Gran Buenos Aires: …vehículos cuyos choferes responden a la comisión coordinadora interlíneas fueron utilizados para trasladar trabajadores de las fábricas de la zona sur (…) que habían hecho abandono de tareas. El operativo fue montado por las comisiones internas de esos establecimientos y tenía como objetivo llegar a Plaza de Mayo (…). En la zona sur, 5.000 manifestantes, con fuerte presencia de

los choferes de colectivos agrupados en la UTA, se enfrentaron a la policía en Puente Pueyrredón5.

En la zona oeste del Gran Buenos Aires la movilización agrupó otros tantos trabajadores, centralmente metalúrgicos y estatales, que fueron impedidos a su vez de marchar sobre la Capital. En La Plata también se vivía un clima de tensión y los obreros movilizados por la coordinadora enfrentan a la dirigencia burocrática regional. Un delegado del Astillero Río Santiago de ese entonces relata: “la calle que desemboca al camino hacia La Plata se empezaba a llenar de compañeros. Más de 5.000 trabajadores del Astillero iniciaban una histórica marcha”6. Otro testigo recuerda que: La llegada de las columnas a los límites de La Plata fue recibida con algarabía por importantes grupos de estudiantes secundarios y de trabajadores (...). Por el Centenario y el Gral. Belgrano llegaban Siap, Ofa, Indeco y Corchoflex; desde Berisso aparecían los trabajadores del Swift, por el otro acceso que une Ensenada con La Plata se movilizaban juntos los trabajadores de Petroquímica Mosconi y los obreros de la construcción (...). La Av. 44 era atravesada por los obreros de Kaiser Aluminio y los textiles de Petroquímica Sudamericana; a todos ellos se le sumaron trabajadores de los talleres aledaños, judiciales, de sanidad y municipales (...). A la una y media de la tarde diez mil obreros manifestaban frente a la sede de la UOCRA (sede provisoria de la CGT regional) (...). Rubén Diéguez de la UOM salió al balcón para atribuirse la paternidad de los “triunfos” paritarios. Los de Propulsora (...) lo chiflaron. Uno de los representantes de esta fábrica propone: “Si estamos todos de acuerdo en la vigencia de la ley 14.250, entonces le pedimos que salgan de atrás de estas rejas para que podamos formar una comisión única de lucha” (...). Un miembro del Secretariado de la CGT afirma que estudiarán la propuesta. Mientras

El fantasma de un 17 de octubre proletario contra el gobierno peronista El peronismo tiene como fecha inaugural el 17 de octubre de 1945, una huelga general política organizada por algunos sindicatos de base que superaron a los dirigentes burocráticos. El proletariado va a irrumpir en Plaza de Mayo apoyando, paradójicamente, el liderazgo de un coronel nacionalista burgués. Treinta años después, los hechos que describimos muestran que el fantasma del 17 de octubre hacía su aparición, pero esta vez, contra el peronismo en el poder. El 3 de julio de 1975, el desafío del cruce a la Capital, tenía un blanco: Isabel Perón y sus odiados ministros, Celestino Rodrigo y José López Rega, el jefe de las Tres A. Había que frenarlo y lo lograron. Pero la astucia de la historia dará toda su vigencia a esa famosa frase pronunciada por el mismo Perón en 1946: “el pueblo marchará con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de sus dirigentes”. El 4 de julio la dirección de la CGT y las 62 Organizaciones peronistas debieron ceder y para evitar ser desbordados convocarán a un paro nacional por 48 horas para los días 7 y 8 de julio. Se iba a producir la primera huelga general política contra un gobierno peronista.

Venus de las olas La huelga política estaba decretada en las fábricas y en las calles, mucho antes que en las oficinas de los dirigentes. Rosa Luxemburgo escribió que: “del huracán y la tormenta, del fuego y la hoguera de la huelga de masas y de la lucha callejera surgen, como Venus de las olas, sindicatos frescos, jóvenes, poderosos, vigorosos”8. Las comisiones internas, los cuerpos de delegados, las coordinadoras interfabriles fueron la “Venus de las olas” que organizaban el ascenso obrero, en la tormenta social de las Jornadas de junio y julio de 1975. En ellas estaba lo más combativo de la vanguardia obrera que tenía su base en las comisiones internas y cuerpos de delegados de


I dZ Julio

fábricas y establecimientos que se contaban entre los más importantes del país. Las coordinadoras aglutinaron a una importante fracción de los trabajadores industriales y de los servicios, cerca de 130.000 teniendo en cuenta su representación fabril, y disputaron en el territorio de la fábrica el poder a los capitalistas. Divididas territorialmente agrupaban a 129 comisiones internas y cuerpos de delegados de las principales empresas de la industria, en las zonas Norte, Sur, Oeste, La Matanza del Gran Buenos Aires, La Plata-Berisso-Ensenada y Capital, sin contar su peso relevante en la región de San Lorenzo y Córdoba. Su influencia se extiende aún más si se tiene en cuenta la presencia de delegaciones en los dos plenarios nacionales realizados. Estas organizaciones eran una novedad en el conurbano bonaerense, centro político y estratégico de la gran industria. Participaban fábricas emblemáticas por su peso en la producción y de tradición combativa. La Ford, Astilleros Astarsa, la autopartista Del Carlo o la cerámica Lozadur en la zona norte. En la coordinadora de la zona oeste, el corazón estaba en la metalurgia destacándose fábricas como Indiel, Santa Rosa, Man, además de la papelera Mancuso y Rossi o la automotriz Mercedes Benz. En la zona sur del gran Buenos Aires tenían peso metalúrgicas como Saiar, empresas del vidrio como Rigolleau y Cattorini y las líneas de colectivos. En Capital los subtes tenían su propia coordinadora, once comisiones internas de los bancarios participaban de los plenarios nacionales; entre las fábricas más importantes destacaban las de la alimentación como Noel y Águila. En La Plata-Berisso y Ensenada participaban gigantes como Hilandería Olmos, Propulsora Siderúrgica, Swift y Astilleros Río Santiago. En Córdoba la coordinadora tomó el nombre de Mesa de Gremios en lucha, tenía mayor peso de los sindicatos combativos y se destacaba el cuerpo de delegados de Luz y Fuerza, Perkins, el Smata Córdoba y el sindicato de periodistas. En las comisiones internas y cuerpos de delegados ocupaban sus posiciones las corrientes de izquierda armada y política, peronistas y socialistas. Sin embargo, era preponderante la presencia de la Juventud Trabajadora Peronista, brazo sindical de Montoneros y tenía mucha influencia el PRT-ERP, aunque otras corrientes de izquierda como el PST, OCPO, Vanguardia Comunista y Política Obrera –entre otras– participaban del movimiento.

Las jornadas de junio y julio y el golpe Isabel logró impedir que el 3 de julio se convirtiera en un 17 de octubre contra su propio gobierno. Sin embargo, no pudo evitar que la imponente huelga política del 7 y 8 de julio la obligara a dar marchar atrás, satisfacer algunas de las exigencias económicas de la clase trabajadora y sobre todo expulsar al odiado Ministro de Bienestar Social, José López Rega. El movimiento huelguístico de junio y julio había surgido de lo profundo del movimiento

obrero y había sobrepasado la voluntad de sus dirigentes. Las movilizaciones del 3 de julio prepararon la huelga política, un acontecimiento histórico que abrió una crisis revolucionaria y planteó seriamente quién era el dueño del poder. Pero aunque las coordinadoras impusieron la huelga, no fueron quienes la dirigieron. Representaban a la fracción más avanzada de los trabajadores pero la burocracia peronista mantenía su ascendencia sobre la mayoría. La conducción quedó en manos de la CGT que actuó como bloque de contención de la clase obrera. Ni bien terminó la huelga Lorenzo Miguel se apresuró a socorrer al gobierno de Isabel. Sin embargo, las jornadas de junio y julio de 1975 habían prendido la alarma en la burguesía argentina. Era patente la incapacidad del peronismo para cumplir su rol de contención de la clase trabajadora en un momento donde la crisis capitalista exigía respuestas urgentes para salvar a la clase dominante. El fracaso del peronismo para ejercer esta misión, de un lado, y la incapacidad de la vanguardia obrera para asumir la dirección del movimiento y llevarlo hasta las últimas consecuencias, el derrocamiento revolucionario de Isabel, del otro, dejó al gobierno “en el aire”, y terminó de decidir a la burguesía por la salida de fuerza. En el caso de las coordinadoras, la inmadurez se debió a un problema de dirección. Ninguna de las corrientes que actuaron en su seno, ni la JTP, ni el PRT-ERP ni el PST (por nombrar las más importantes), tenían una política para desarrollarlas como organismos de doble poder. Ninguna atinó a plantear la caída revolucionaria del gobierno. La orientación de la JTP, brazo sindical de Montoneros, fue un gran impedimento para que las coordinadoras desplegaran todo su potencial. La JTP reivindicaba la continuidad –y el papel revolucionario– del nacionalismo burgués. Montoneros se adaptó a los lineamientos de la burocracia de la CGT, centralmente, al carácter corporativo de los reclamos. El PRT no acertó a levantar una política específica. Durante la huelga, su máximo dirigente, Mario Roberto Santucho, se encontraba en la compañía de Monte en Tucumán y carecieron de orientación ante la crisis revolucionaria9. El PST no tuvo en este período una estrategia de independencia obrera ya que fue parte del Grupo de los 8, cediendo a una línea “democratizante”. Como salida a la crisis de junio y julio levantaron la consigna de vicepresidente obrero, en un claro guiño a que el cargo sea ocupado por un senador de extracción sindical, proveniente de la UOM10. La burocracia sindical y el peronismo tienen la responsabilidad histórica, en tanto dirección de masas, de la derrota de los trabajadores a manos de la Junta Militar. El peronismo que gobernó el país en los ‘70 fue primero “partido de la contención” y de desvío del proceso revolucionario abierto con el Cordobazo entre 1969 y 1973; posteriormente, “partido del orden” y de las Tres A contra la vanguardia militante obrera, juvenil y

| 33

popular; y luego “partido del ajuste” con el Plan Rodrigo. Luego de las jornadas revolucionarias de 1975, la burocracia sindical peronista sostuvo a un gobierno quebrado, criminal y antiobrero condenando al movimiento obrero al fracaso. Los partidos “democráticos” como la UCR, que en palabras de su dirigente Ricardo Balbín llamaban a la represión contra la “guerrilla fabril” fueron a golpear la puerta de los cuarteles. La clase obrera argentina pagó con su sangre la falta de independencia política y la ausencia de una dirección que actuara con una estrategia revolucionaria. El 24 de marzo, 200 fábricas pararon contra el golpe. Eran las comisiones internas y cuerpos de delegados de las coordinadoras y otras fábricas combativas del país realizando su último gesto heroico contra la avanzada golpista.

1. El 8/6/1973 el gobierno de Héctor Cámpora, la Confederación General del Trabajo y la Confederación General Económica firman el Pacto Social. Sus medidas apuntaban a contener la inflación y aumentar la “productividad” de las empresas. Establecía el congelamiento general de precios y salarios, suspendía las negociaciones colectivas de trabajo durante dos años y se prohibían las medidas de fuerza por reclamos salariales. Ver nota de A. Schneider en IdZ 19. 2. Ley 14250: conocida como la ley de “paritarias”, regula los acuerdos de empleadores y trabajadores en las Convenciones Colectivas de Trabajo. 3. Las medidas económicas anunciadas el 4/6/75 por el Ministro Celestino Rodrigo trascenderán bajo la denominación de “Rodrigazo” (término usado por el diputado Juan Carlos Cárdenas del Partido Federalista Popular). 4. Clarín, 4/7/1975. 5. Ídem. 6. Testimonio de José Chacón (enero, 2005). Chacón fue delegado del ARS entre 1970/75, militante de la izquierda peronista, miembro de la Coordinadora de La Plata, Berisso y Ensenada, preso durante varios años bajo la dictadura (publicado en Werner, Ruth y Aguirre Facundo, Insurgencia Obrera en la Argentina, Bs. As., IPS, 2009). 7. Montes, José (coordinador), Astillero Río Santiago, su historia y su lucha, Bs. As., Ediciones La Verdad Obrera, 1999, pp. 30-2. 8. Luxemburgo, Rosa, Huelga de masas, partido y sindicato, Bogotá, Ediciones Pluma, 1976, p. 210. 9. Luis Mattini, miembro de la Dirección nacional del PRT-ERP, que en 1975 formaba parte del Comité de lucha de la Ford, reconoce que no supieron “ver o mejor dicho prever, que habría necesidad de una respuesta política coyuntural que fuera ‘algo más’ que el ‘poder dual’ y ‘algo menos’ que la ‘toma del poder’”. Mattini, Luis, Hombres y Mujeres del PRT-ERP/De Tucumán a La Tablada, 4ª edición, La Plata, Editorial De la Campana, p. 409. 10. El Grupo de los 8 surge en 1974. Lo integraban partidos con los que Perón, siendo presidente, mantenía un diálogo directo, UCR, PC, PI, PRC, PSP, UDELPA y el propio PST. En 1975 se sumará el Peronismo Auténtico. En ambas ocasiones se va a pronunciar contra la represión estatal y paraestatal y contra “toda forma de violencia política” y por la defensa del “orden institucional”.


34 |

IDEAS & DEBATES

Fotomontaje: Juan Atacho

El reforzamiento del poder de la dirigencia sindical Como se indicó en el artículo publicado en Ideas de Izquierda del mes de mayo, el presente ensayo continúa analizando los diversos instrumentos que empleó Juan D. Perón durante la década de 1970 para frenar la protesta social por parte de los trabajadores y de la izquierda. Alejandro Schneider Historiador, docente e investigador de la UBA y la UNLP. Si bien el esquema central donde se enmarcó todo su proyecto fue el Pacto Social, a los pocos meses de su aplicación éste fue seriamente impugnado por el conjunto de la clase obrera. Frente a ello, el líder del justicialismo, entre otras medidas, comenzó a restaurar el cuestionado poder de la burocracia sindical como forma de sostener este acuerdo con la patronal junto con la necesidad de preservar su objetivo estratégico de erradicar a los sectores clasistas del movimiento obrero. Sin embargo, esto no fue un proceso sencillo. En ese sentido, a fin de cumplir con esos objetivos, Perón, en primera instancia, dio un conjunto de directivas y declaraciones que buscaron

cohesionar y disciplinar a los trabajadores alrededor de la conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT) y de las 62 Organizaciones. En segundo lugar, propició una serie de cambios legislativos dirigidos tanto para el encauzamiento de la protesta laboral como para el fortalecimiento de la cúpula gremial ante el crecimiento de la izquierda y el clasismo dentro del movimiento obrero. De esta manera, durante el gobierno de Raúl Lastiri se observó un reforzamiento de los lineamientos doctrinarios del justicialismo y un desplazamiento de los sectores de la juventud a favor de la burocracia sindical en diversos cargos políticos y en el diseño de la segunda

campaña electoral de 1973. A la vez, el anciano general advirtió que comenzaba a emplear diferentes mecanismos coercitivos extralegales como forma de contener la protesta social. Para la dirigencia laboral, el ascenso del octogenario militar abrió la posibilidad de imponerse sobre los sectores de la Tendencia, escalando posiciones dentro del gobierno. El poder sindical sintetizó en esos años una práctica política y gremial que venía llevándose a cabo por casi dos décadas. Debe considerarse que durante el período posterior a 1955, sobre todo en la década del sesenta, el liderazgo gremial se fue fortaleciendo tanto en el conjunto del justicialismo como en el seno de la sociedad. Ante el nuevo


I dZ Julio

escenario, sus intereses corporativos debieron subordinarse al proyecto político de Perón y a la relativa corresponsabilidad en la gestión económica. Como contrapartida, el jefe justicialista precisó el lugar de la burocracia en su esquema de poder: tanto en la estructura partidaria como en su gobierno. Así lo manifestó en un discurso pronunciado, en la central obrera, el 8 de noviembre de 1973. En él fustigó a aquellos que querían cambiar la doctrina del movimiento y la ideología que debía expresar el sindicalismo y, a la vez, respaldó a sus dirigentes tradicionales:

trabajadora que anhelaba regresar a los dorados años de las primeras presidencias justicialistas y que se manifestaba en el alto grado de movilización existente. En este multiforme horizonte, la tarea fundamental e inmediata de Perón fue la de controlar la protesta social que apuntó a quebrar los cimientos del Pacto Social. Las diversas afirmaciones del jefe justicialista no dejaron resquicios de incertidumbre sobre cuál era su intención: …pretender reemplazar el acuerdo por una lucha, en las actuales circunstancias no sólo es producir un mal preconcebido al pueblo trabajador sino que representa una conducta criminal contra la pacificación, unidad y solidaridad que consideramos indispensable a la reconstrucción nacional y su anhelo de liberación (La Razón, 15-01-74).

A nuestro movimiento se lo ha pretendido destruir por distintos caminos. (…) Yo me pregunto: ¿cómo se intenta hoy conseguir lo que no consiguieron durante veinte años de lucha? Hay un nuevo procedimiento: el de la infiltración. (…) Esto ha calado en algunos sectores, pero no en el de las organizaciones obreras. Las mismas –por el gran sentido de sus dirigentes y la férrea organización alcanzada durante estos veinte años, en que los trabajadores advirtieron que las defensas de sus intereses sólo pueden estar en sus propias manos (…) Las organizaciones sindicales tienen su propia doctrina, porque ellas también tienen una función específica que cumplir. (…) La estabilidad política de las organizaciones depende de esa doctrina; es decir que la doctrina es el basamento fundamental que configura una propia ideología, y ésta ha de ser compartida por todos los que forman la organización. (…) Pero cuando ha de cambiarse una ideología o la doctrina, será por la decisión de conjunto, jamás por la influencia de cuatro o cinco trasnochados que quieren imponer sus propias orientaciones a una organización que ya tiene la suya. (…) Observen ustedes que contra Perón no trabaja nadie. El tiro es contra nuestras organizaciones. Cuando alguien quiere atacarlo a Perón, sin que se note, ataca a un dirigente que está con él, o a un ministro, o a un compañero. Lo ataca y le dice de todo. Yo sé que cuando se lo dicen a él, me lo manda para mí (Perón 1974, 251-256).

La defensa del Pacto Social no era solo hacia el conjunto de la clase obrera y sus sectores más combativos sino que también se dirigió hacia la cúpula laboral. Poco antes de fallecer, el secretario general de la CGT José Rucci informó que, a fines de 1973, según los procedimientos legales de la Ley 14.250, las partes firmantes podían denunciar los convenios colectivos en vista de su vencimiento. De acuerdo con Santiago Senén González, las principales inquietudes de los líderes gremiales giraron en torno a la búsqueda de “un reajuste del 5 % de los salarios reales para recuperar el poder adquisitivo” (Senén González 1984, 15). En función de estos reclamos, el jefe del justicialismo se abocó a consolidar el poder de la dirigencia sindical como principal sostén del Acta de Compromiso a la vez que criticó a los sectores que cuestionaron el comportamiento de la jerarquía laboral. De este modo, en un discurso pronunciado en la sede de la calle Azopardo, el 13 de diciembre, rodeado por el nuevo secretario general de la CGT Adelino Romero, los ministros de Bienestar Social, José López Rega y de Trabajo, Ricardo Otero, en ocasión de anticipar los contenidos del Plan Trienal, afirmó:

Corresponde indicar que estas ideas fueron reiteradamente expresadas durante los últimos meses de 1973 en diferentes encuentros mantenidos por Perón en la central obrera. Por otra parte, estos discursos fueron acompañados por una extensa campaña donde se denunciaba a los militantes clasistas y de izquierda como agentes externos infiltrados en el movimiento obrero que buscaban, en última instancia, conspirar contra la Argentina. En otro sentido, estas advertencias se dirigieron no solo hacia los sectores combativos del movimiento sino que también fueron una respuesta al clima de expectativa que reinaba en la mayoría de la clase

Se habla de paritarias y de todas esas cosas; de la necesidad de hacerlas; (…) los convenios colectivos de trabajo fueron una de nuestras primeras conquistas, pero nosotros los comenzamos a realizar cuando habíamos ya conseguido una economía de abundancia. (…) Por otra parte, compañeros, la Confederación General del Trabajo es una garantía para todos los trabajadores, porque conozco a los dirigentes, no de ahora, sino desde hace treinta años. (…) tengo la confianza más absoluta en la honradez, honestidad, y capacidad de esos hombres. La Confederación General del Trabajo puede estar segura y tranquila con los dirigentes que tiene,

| 35

aunque algunos tontos digan que son burócratas (Perón 1974, 290-291).

En consecuencia, a fines de 1973, Perón firmó la prórroga que estableció la extensión de los convenios de trabajo en el marco de los acuerdos de junio; de esta manera, impidió la libre discusión de los salarios por medio de las paritarias. Con esta iniciativa, como en otras cuestiones, quedaba en claro que si bien apoyaba a la burocracia sindical en su lucha contra los sectores combativos y clasistas, también les recordaba que tenía que estar subordinada a su liderazgo.

Nuevas leyes a medida de la burocracia sindical Como se ha mencionado, sin embargo, el principal objetivo que Perón se propuso a su regreso fue el de tratar de “pacificar al país”. En esa perspectiva, uno de los requisitos centrales fue el de fortalecer a la cúpula sindical, en un momento en que su tradicional papel se hallaba muy cuestionado. Recordemos que tanto las bases trabajadoras como los propios empresarios desconocían en la práctica la autoridad de la dirigencia laboral al producirse negociaciones por fuera de ella. En lo inmediato, este escenario generaba dos grandes preocupaciones al primer mandatario. Por una parte, el crecimiento y la autonomía de las organizaciones de planta llevaban de manera implícita una posible salida de independencia de clase, por ende, potencialmente impugnadora al sistema de dominación capitalista. Por otro lado, al fijarse acuerdos salariales al nivel de los establecimientos fabriles, se terminaba rompiendo con la esencia de los acuerdos corporativos del Pacto Social. En esa coyuntura Perón, desde los últimos meses de 1973, emitió una serie de discursos en la central laboral con el objetivo de consolidar el liderazgo de la dirigencia, apostando a la organización gremial monolítica: Para que eso pueda realizarse y pueda seguir siendo factor de poder, las organizaciones sindicales deben mantenerse monolíticamente unidas. Juntémonos dentro de los sindicatos y allí arreglemos los asuntos aunque sea a sillazos, pero no en la calle. En la calle estemos todos unidos (Cronista Comercial, 05-04-74).

Para eso era necesario terminar, por todos los medios, tanto legales o por fuera de la ley, con la rebeldía de los cuerpos de delegados, de las comisiones internas y/o de las seccionales que impugnaban el reordenamiento pautado: Dentro de las organizaciones, como caballos de Troya de dichas organizaciones, han surgido las que se llaman de base. Como si las organizaciones sindicales no fueran la organización »


36 |

IDEAS & DEBATES

de base más grande que existe. Ése es un invento nuevo, son intentos de disolución y de anarquía. Ceder es muy peligroso. Es como meter un caballo de Troya y una vez dentro se deshace, se rompe y se anarquiza. Ustedes habrán notado que en algunas partes ya existe ese fenómeno. Contra eso no hay más que una sola cosa que hacer: cada dirigente debe esforzarse en mantener la homogeneidad de su organización despachando por las colaterales o por fuerzas centrípetas a todos esos que intentan, al servicio de cualquier causa que sea –que siempre son inconfesables, porque ninguna puede decir en qué está- destruir a la organización. Las fuerzas que de afuera trabajan contra la organización son peligrosas aunque no tanto. Es mucho más peligroso ese microbio metido dentro de la organización que los que actúan desde afuera (Cronista Comercial, 14-05-74).

En esa perspectiva, el jefe del justicialismo operó toda una serie de modificaciones legislativas para disciplinar al movimiento obrero. El primer paso propuesto fue la modificación de la Ley de Asociaciones Profesionales. La discusión de esta norma se dio en un contexto de altos niveles de represión legal y paraestatal. En ese sentido, al calor de los debates parlamentarios, la Triple A (organización paraestatal creada por el gobierno) comenzó a actuar impunemente en la vida política del país: el 21 de noviembre de 1973 le hizo estallar una bomba al entonces senador nacional por el radicalismo, Hipólito Solari Yrigoyen. La sanción de esa norma jurídica apuntó a fortalecer el poder de la cúpula sindical en detrimento de las organizaciones de base, dándole un enorme poder represivo. A su vez, facilitó la intervención del Estado, por medio del Ministerio de Trabajo en menoscabo de la justicia laboral, sobre estas cuestiones. Ambos objetivos centrales buscaron perseguir y extirpar cualquier hecho de rebeldía y de disidencia. De acuerdo con esta ley, la dirigencia extendió el término de sus mandatos de dos a cuatro años; se redujeron las asambleas ordinarias y congresos a uno solo cada dos años, además, para convocar a las asambleas extraordinarias se elevó el porcentaje de afiliados que debían solicitarla; se estableció que el mandato de los delegados de personal (o similares) en los lugares de trabajo podría ser anulado por las instancias superiores del sindicato, se facultó a las autoridades centrales de las

entidades la potestad de intervenir a sus filiales; se eliminaron los gremios provinciales, supeditándolos a las uniones y federaciones de alcance nacional; se le otorgó a la cartera del área amplios derechos para endurecer su control sobre las entidades y así poder conferir y suspender personerías gremiales, anular comicios electorales y desconocer resoluciones de asambleas, incluso apelando a la acción policial. La norma así modificada también estableció el “fuero sindical especial” por medio del cual se dieron toda una serie de tutelas y garantías para el desarrollo de las tareas gremiales frente al poder de las empresas. Este último punto era importante. En la coyuntura, signada por el Pacto Social, la ley reforzó el sentido de que la central madre era la única que podía sentarse a negociar con la corporación respectiva (la Confederación General Económica) y el gobierno, los futuros aumentos de haberes. Corresponde indicar que la reforma a la Ley de Asociaciones Profesionales no solo terminó favoreciendo el poder gremial sino que también robusteció los mecanismos de intervención y de regulación gubernamental. En la misma senda, el poder legislativo restableció el decreto creado en la dictadura de Juan C. Onganía que instaba al arbitraje obligatorio de los conflictos laborales, incluso –por mandato de Perón– dispuso ampliar la jurisdicción de la mencionada reglamentación de la ciudad de Buenos Aires a todo el territorio nacional. En forma casi simultánea se sancionó la ley de Prescindibilidad por la que se podía llegar a despedir a los empleados de la Administración Nacional, cualquiera fuera su situación y tipo de organismo. De esta manera se creó una norma que apuntó a la persecución de los activistas gremiales, tal como se corroboró en los siguientes meses en distintas ocasiones. A la par de esta política de recortes de derechos laborales adquiridos, se produjo un incremento en la restricción de las garantías ciudadanas. Así, se dispuso el empleo de la Gendarmería Nacional para la custodia de las principales fábricas del país; en forma paralela, se creó el Consejo de Seguridad Nacional como órgano centralizado de la represión interior, acorde con las ideas en boga de la época. La misión de este último, en palabras del ministro del Interior Benito Llambi, será la de “coordinar y centralizar la acción gubernamental tendiente a combatir aceleradamente cualquier tipo de

acción delictiva destinada a atentar contra los derechos y garantías individuales, la seguridad de la Nación, el orden público, o los gobiernos nacional o provinciales”. Para el funcionario, “frente a la violencia que se ha transformado en una concreta acción antiargentina y antipopular (…) resulta indispensable defendernos” (Noticias, 22-12-73). En consonancia con estas medidas, el parlamento modificó, a propuesta del Poder Ejecutivo, el Código Penal. En términos generales, de acuerdo con observadores de la época, se impusieron penas más severas que las imperantes durante la dictadura de la Revolución Argentina. En ese sentido, entre otros temas se buscó sancionar severamente aquellos conflictos laborales que no se encuadraran dentro de lo dispuesto por las direcciones de los sindicatos o por entidades de mayor grado. En particular, se apuntó a detener y, por ende, a castigar las ocupaciones de establecimientos fabriles con penas de hasta cuatro años de prisión. Al igual que en las anteriores disposiciones legales, los principales destinatarios fueron las organizaciones de base y las seccionales que no respondían a las federaciones gremiales, como sucedió entre otros lugares con la intervención del Ministerio de Trabajo en el gremio de los fideeros, a raíz del conflicto de la empresa Matarazzo (Werner y Aguirre 2007, 107-8). En resumen, desde su regreso definitivo al país, el líder del justicialismo comenzó a encauzar la protesta social y erradicar a la izquierda en el movimiento obrero a través del reforzamiento de la burocracia sindical por medio de declaraciones y modificaciones en la leyes laborales. Sin embargo, estas acciones no alcanzaron para lograr esos objetivos; en la próxima nota explicaremos otras medidas adoptadas durante su tercer presidencia.

Bibliografía Perón, Juan D. (1974) 1973 1974. Buenos Aires: De la Reconstrucción, Vol. 1. Senén González, Santiago (1984) Diez años de sindicalismo argentino. De Perón al Proceso. Buenos Aires: Corregidor. Werner, Ruth y Facundo Aguirre (2007). Insurgencia obrera en la Argentina 1969-1976. Clasismo, coordinadoras fabriles y estrategias de izquierda. Buenos Aires: Ediciones IPS. Prensa: Cronista Comercial - La Razón - Noticias.


I dZ julio

| 37

Ilustración: Gloria Grinberg

El socialismo en su laberinto. O el desacople entre partido y sindicato, 1916-1943 Continuando con la serie de notas que reflexionan sobre la organización en el lugar de trabajo que se inició en un número anterior con el análisis del anarquismo, en esta ocasión el eje del artículo es el Partido Socialista y su experiencia con el proletariado industrial argentino en el período de entreguerras. Con ello pretendemos ofrecer una mirada sobre el sindicalismo de base en el preperonismo a la luz de lo que creemos es una expresión (más) del inorgánico vínculo entre el Partido Socialista y el mundo gremial. Diego Ceruso Historiador, docente UBA.

El Partido Socialista (PS), fundado en 1896, desde sus inicios logró establecerse como una estructura con presencia en la sociedad argentina. Con un gran despliegue territorial de alcance nacional, su implantación en la vida política no demoró en llegar. Su desempeño electoral le habilitó una representación parlamentaria que, aunque con vaivenes, se mostró constante desde principios de siglo, principalmente luego de la aplicación de la Ley Sáenz Peña y la aplicación del voto secreto, obligatorio y masculino. Además, las numerosas instituciones culturales (centros políticos, bibliotecas, asociaciones deportivas, etc.) junto a un gran número de publicaciones (libros, periódicos y revistas) lo convirtieron en un actor de importancia en ese plano. En paralelo, había impulsado campañas para mejorar las condiciones de

vida de la población, desarrollar el cooperativismo y extender la legislación obrera1. Sus indudables logros en la esfera política, parlamentaria y cultural fueron acompañados por una menos firme constitución como fuerza partidaria en el movimiento obrero. En particular, nos proponemos reflexionar sobre el proceder socialista en el movimiento sindical entre 1916 y 1943 con la intención de explorar sus debilidades y fortalezas y colaborar en un mejor conocimiento de la problemática de las izquierdas y la organización obrera. Desde su creación, y en gran medida por el precepto fundacional que le había otorgado el propio Juan B. Justo, el PS mostró, aunque con debate interno, su voluntad de escindir la política sindical de la partidaria. Así, los afiliados debían participar de la vida gremial pero sin olvidar que los

sindicatos constituían entidades independientes: “el Partido Socialista no debe inmiscuirse en la organización gremial. Colectivamente sólo puede servirla desde afuera, en cuanto a las leyes, el gobierno y la administración pública atañen a la organización gremial”2. En la práctica, implicó una predilección por la lucha electoral en detrimento de poseer una estrategia en el movimiento obrero. Esto obstruyó su desarrollo uniforme y homogéneo en el mundo sindical. La autonomía de las dirigencias sindicales entre sí y respecto del Partido dificultó el grado de coordinación de las fuerzas socialistas. En concreto, aunque de modo articulado, la acción gremial debía diferenciarse de la práctica política y los afiliados socialistas tenían que participar de las estructuras sindicales pero sin olvidar que éstas eran autónomas respecto del PS. Esta disociación entre sindicato y partido »


38 |

IDEAS & DEBATES

“ En el período de tiempo aquí analizado, el PS contaba con una débil presencia en los sectores industriales. En el sector del vestido, desde comienzos de los años veinte orientaban la Unión Obreros Cortadores, Sastres, Costureras y Anexos que luego, iniciada la década de 1930, fue relevada por la Federación Obrera del Vestido como el sindicato de mayor importancia.

produjo varias objeciones internas que, en algunos casos, permitieron el surgimiento de corrientes o partidos como por ejemplo el sindicalismo, el Comité de Propaganda Gremial que materializó las críticas que luego se cristalizaron en una ruptura de la fracción de izquierda e internacionalista del PS, que derivó en la posterior fundación del Partido Socialista Internacional, antecedente directo del Partido Comunista (PC) y, ya en los años treinta, la formación del Partido Socialista Obrero.

El PS en la base del movimiento obrero industrial Para el PS, el gremial siempre resultó un campo en el cual no debía dotarse de una estrategia específica ni trabar una relación estrecha respecto del partido. Pero esto no inhibió la presencia de sus militantes en relevantes estructuras pues en el área de transportes y servicios su actuación fue destacada, como el caso de la Unión Ferroviaria, municipales, comercio, entre otros3. Pero durante los años veinte y treinta, momento en el cual el avance del proletariado industrial se hizo evidente como consecuencia de la sustitución de importaciones, el PS no pudo (no quiso) incidir en esa porción de la clase obrera más explotada, en peores condiciones y peor paga. En el período de tiempo aquí analizado, el PS contaba con una débil presencia en los sectores industriales. En el sector del vestido, desde comienzos de los años veinte orientaban la Unión Obreros Cortadores, Sastres, Costureras y Anexos que luego, iniciada la década de 1930, fue relevada por la Federación Obrera del Vestido como el sindicato de mayor importancia. Allí, comunistas y socialistas conservaron presencia aunque con mayor preeminencia de los primeros. Algo similar ocurrió entre los obreros de la

madera en donde los militantes del PS habían logrado una injerencia desde fines del siglo XIX que conservaron por varias décadas. A partir de 1930, socialistas, comunistas y sindicalistas alternaron posiciones predominantes en el sindicato unificado pero sin poder establecer una hegemonía estable en la conducción. El gremio metalúrgico constituyó un espacio en donde claramente el PS no pudo estructurar una presencia cuantitativa determinante y sólo se limitó a la labor de unos cuantos militantes y cuadros que no lograron sopesar la incidencia comunista iniciada a mediados de 1920 y consolidada en los treinta. Idéntico proceso ocurrió en los gremios de la construcción y entre los trabajadores frigoríficos en donde el PS actuó muy minoritariamente respecto del anarquismo, en un comienzo, y más claramente del PC, luego4. Pero existieron casos en los cuales el socialismo edificó una experiencia que ilustra su desempeño entre el proletariado fabril: la industria del calzado, el sector textil y el de los gráficos. Aunque de menor cuantía, no queremos evitar mencionar que el PS, desde finales de la década de 1910 y comienzos de los veinte, intentó configurar los consejos obreros en rubro del calzado, aunque su presencia fue más bien efímera y circunscripta. La cuestión central entendemos que se afinca en que, conforme se generalizaba el aumento de las dimensiones del espacio fabril, las reivindicaciones hicieron eje en formas colectivas de organización como los “consejos obreros” para superar la forma del delegado. La intención era impulsarlos para controlar las condiciones de trabajo, establecer un mecanismo de negociación directa con los capitalistas y solidificar la estructura del sindicato. Influenciado por el proceso europeo, en particular por la proliferación de consejos obreros en Italia, no se descartaba que se prepararan para ejercer el

control de la producción con un claro horizonte de potencialidad contra el sistema capitalista. Los consejos se impulsaron en las principales fábricas de calzado, con éxito dispar, pero no parecieron mantener la estabilidad ni se obtuvo su funcionamiento efectivo y concreto de modo extendido en el tiempo. Asimismo, es indispensable resaltar el caso de los textiles. Allí, desde mediados de los veinte, los militantes y cuadros del PS construyeron una sólida posición que repercutió en los sitios de trabajo y que se trasladó hasta la primera mitad de la década infame. Como Federación Obrera Textil y luego como Unión Obrera Textil, y junto a otras fuerzas, crearon y dispersaron las comisiones internas. Pero allí pareció sufrir los cuestionamientos de la base comunista que primero enarboló una fuerte oposición y luego logró la conducción del sindicato en 1939. Igualmente, la práctica sindical del PS careció de una coordinación en un doble plano: entre las dirigencias gremiales y éstas respecto del partido. Esta disociación, que en los hechos se reflejó en autonomía, lo dotó de cierta inorganicidad en el universo sindical y, lógicamente, en la militancia en los sitios de producción. El gremio gráfico se encuentra entre los sectores de mayor tradición del movimiento obrero argentino con estructuras asociativas que datan de mediados del siglo XIX. Tras una huelga en 1906, un conjunto de sociedades se unificaron y formaron la Federación Gráfica Bonaerense (FGB), nacida el 3 de mayo de 1907. Inicialmente, la corriente sindicalista ejerció su influencia en el sindicato aunque con gran presencia de los socialistas que, ya en la década de 1920, plasmarían su preponderancia en la conducción. Recién a finales de los años treinta encontramos evidencias de un trabajo de base extendido en el sector gráfico. A partir de 1937, la FGB asistió


I dZ julio

a una fuerte reorganización que incluyó la creación y extensión de las comisiones internas de fábricas. De modo sintomático, esto ocurrió en paralelo al desplazamiento de los socialistas de la conducción que quedó en manos de algunos cuadros del Partido Socialista Obrero (PSO) como González Porcel, secretario general entre 1938 y 1939, y luego de René Stordeur, que provenía del PS, quien ocupó ese mismo cargo entre 1940 y 19415.

Comentarios finales Los socialistas sufrieron cuestionamientos en varios sectores. En el gremio textil, esas objeciones se corporizaron en una base comunista que primero construyó una fuerte oposición en las fábricas y luego logró la conducción del sindicato en 1939. Y entre los gráficos, perdieron la secretaría general de la FGB como consecuencia de la ruptura y posterior creación del PSO. Así, la particularidad recae en que el PS prácticamente no podía mostrar lazos orgánicos entre la estructura partidaria y el movimiento obrero industrial a comienzos de los años cuarenta. En ambos casos, textiles y gráficos, cabe preguntarse el modo en el que incidió en ello la ausencia en la práctica sindical del PS de una coordinación en un doble plano: entre las dirigencias gremiales y éstas respecto del Partido. Esta desarticulación le generó escisiones y cierta ausencia de reflejos para contrarrestar el avance de los comunistas. Para 1943, el PS tenía una limitada presencia en el sector más dinámico del movimiento obrero, no había podido organizar a la base fabril de modo constante y sistemático, había perdido la dirección del sindicato textil a manos de los comunistas, cedió la conducción del sindicato gráfico frente a una escisión interna como el PSO y recurría a todo tipo de recursos para evitar que los cuadros del PC aliados a

socialistas más propensos a estrechar el vínculo entre el partido y el movimiento gremial, le arrebataran los cargos máximos de la Confederación General del Trabajo. Así, el PS contaba con su sólida estructura ferroviaria pero en una franca cesión de terreno frente a otras fuerzas, principalmente el comunismo. Además, a modo de reflexiones finales y de insumo para el examen futuro, conviene explicitar una serie de interrogantes. Entendemos que las causas de la módica incidencia del PS en el movimiento obrero industrial no se agotan en la inorganicidad entre el plano político y el gremial pues hay elementos programáticos y estratégicos, es decir constitutivos del proceder partidario, que creemos pudieron influir. ¿Contaba el PS con la estructura partidaria necesaria para lograr organizar a los obreros industriales? Podría pensarse que las condiciones de trabajo, de opresión patronal y de escasa organización gremial que presentaba ese proletariado requerían tácticas específicas que el PS no ofrecía: clandestinidad, militancia en los sitios de producción, creación de sindicatos, combatividad, entre otras. Además, y de mayor peso estratégico, ¿tenía el PS interés concreto en organizar a un sector del movimiento obrero que aún en los años treinta contaba con una alta proporción de extranjeros? Este interrogante se dirige a ponderar el énfasis partidario en priorizar el plano electoral y la lucha parlamentaria. Es decir, ¿en qué medida la voluntad de integración al sistema político que mostró el PS condicionó su capacidad de ofrecer una serie de repertorios que permitieran organizar a los trabajadores industriales? ¿Pudo la extraordinaria empresa parlamentaria, cultural y electoral del PS disponer una estructura partidaria que difícilmente podía, y quería, organizar a ese movimiento obrero industrial de características específicas?

| 39

Resta profundizar el carácter y la proporción en que lo señalado coadyuvó en los cuestionamientos, escisiones, incapacidad de oponer resistencia al avance comunista y, finalmente, debilitamiento de su fuerza sindical. De modo anexo, habría que analizar la manera en que ello pudo incidir en la pérdida de influencia con posterioridad a 1943 aunque en este caso, creemos, lo decisivo se encuentra en la potencialidad del fenómeno y en el apoyo estatal a la propuesta de construcción de un nuevo modelo gremial.

1. Tortti, María Cristina: Clase obrera, partido y sindicatos: estrategia socialista en los años ‘30, Serie Cuadernos de Historia Argentina, núm. 2, Buenos Aires, Biblos, 1989; Aricó, José: La hipótesis de Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina, Buenos Aires, Sudamericana, 1999. 2. Juan B. Justo: “La organización obrera y el Partido Socialista”, en Obras de Juan B. Justo, tomo 6, La realización del socialismo, Buenos Aires, La Vanguardia, 1947. 3. Camarero, Hernán: “Socialismo y movimiento sindical: una articulación débil. La COA y sus relaciones con el PS durante la década de 1920”, en Hernán Camarero y Carlos Miguel Herrera: El Partido Socialista en Argentina: sociedad, política e ideas a través de un siglo, Buenos Aires, Prometeo, 2005, pp. 185-217. 4. Un estudio de conjunto sobre el trabajo de base del socialismo y del resto de las corrientes políticas en: Diego Ceruso, La izquierda en la fábrica. La militancia obrera industrial en el lugar de trabajo, 19161943, Colección Archivos, Buenos Aires, Imago Mundi, 2015. 5. El PSO fue creado en 1937 tras el desarrollo y posterior ruptura de una línea de izquierda al interior del PS. De ella formaron parte importantes cuadros del sindicalismo socialista como Luis Ramicone y Joaquín Coca, ambos del gremio gráfico.


40 |

IDEAS & DEBATES

Fotomontaje: Carmen Torrieri

A propósito de El final de la modernidad judía de Enzo Traverso

Los intelectuales judíos y el giro conservador de la historia Gastón Gutiérrez Comité de redacción.

Imágenes El libro comienza con el relato de una imagen reveladora: León Trotsky y Karl Radek asisten en 1917 a una reunión en Brest-Litovsk como representantes de la revolución rusa, escandalizando a los diplomáticos del imperialismo alemán, no tanto porque la política bolchevique desnudaba la diplomacia secreta entre los Estados imperialistas, sino especialmente porque la presencia de dos parias judíos les repugnaba. Con esta imagen como referencia, Traverso señala que para encontrar un acontecimiento similar en nuestros días habría que imaginar la entrada de una delegación de Al Qaeda en una cumbre del G8; allí los “parias” estarían formalmente por fuera del marco civilizatorio. A pesar del agudo contraste entre la política revolucionaria bolchevique y el islamismo político reaccionario1, el efecto sería sin dudas comparable. El relato siguiente de la introducción del libro se sitúa medio siglo después y vemos a Henry

Kissinger en 1973, miembro del gobierno de Nixon, firmando el tratado de paz con Vietnam. Allí un judío podía representar la contrarrevolución, el napalm y los golpes de Estado en América Latina. Trotsky y Kissinger, arquetipos del judío revolucionario y del judío contrarrevolucionario, serían característicos de dos periodos históricos muy diferentes en donde el lugar del judío se habría alterado notablemente. Estos paradigmas antinómicos del intelectual de procedencia judía son tomados por Traverso para ilustrar una mutación histórica.

Una reversión paradójica La tesis de El final de la modernidad judía. Historia de un giro conservador2, de Enzo Traverso, es que el período de la Ilustración en la historia judía, que arranca en el periodo de la Emancipación y el Decreto de la Asamblea Nacional francesa de 1791, y que supuso la salida de los judíos de los muros del particularismo para insertarse en el mundo, llegó a su fin con

el Holocausto. Desde entonces, asistimos a un declive conservador y a una resolución reaccionaria de la “cuestión judía” cercenada en la conformación del Estado colonialista de Israel; produciendo, a su vez, la aparición de una “cuestión palestina” que reproduce las mismas condiciones parias que eran propias de aquella. Como señala el autor: “La modernidad judía, por consiguiente, ha agotado su trayectoria. Después de haber sido el principal foco del pensamiento crítico del mundo occidental –en la época en la que Europa era el centro de éste–. Los judíos se encuentran hoy, por una suerte de reversión paradójica, en el corazón de sus dispositivos de dominación”3. El propósito de Traverso es dar cuenta tanto de aquellos aspectos de un legado crítico de la modernidad judía que le permitan explicar su rol activo en el pensamiento de la primera mitad del siglo XX, como de aquellos elementos que llevaron a esta reversión y situarlos en el contexto de la historia. El interés de Traverso en la


I dZ Julio

historia judía está alejado de cualquier preocupación teológica, es un investigador especialista en el tema, que aprendió a leer el yiddish pero solo porque la historia judía del siglo XX no es más que un “prisma a través del cual podemos leer la historia del mundo”4. Elaboró su tesis Los marxistas y la cuestión judía (1989) bajo la dirección de Michael Löwy (autor por su parte de Redención y utopía. El judaísmo libertario en Europa central) pasando revista a la larga historia que va del conocido texto de Marx de 1843 a La concepción materialista de la cuestión judía del joven trotskista belga Abraham León en 1943 (asesinado luego en Auschwitz en 1944). Su tesis describía la historia de la intelligentsia marxista-judía de Europa central y oriental, y el final del movimiento obrero judío en Europa cuyo último acto es la insurrección del gueto de Varsovia. En este nuevo libro Traverso se propone realizar un marco interpretativo del pronunciado giro producido en las décadas siguientes. Los 7 capítulos que lo componen ofrecen una periodización de esta etapa de la historia judía, que abarca los dos siglos entre 1750 y 1950, y el periodo posterior que se continúa hasta nuestros días; una tipificación de los distintos modos de “ser judío” prevalecientes en la Europa moderna, comparando las diferentes trayectorias nacionales de la diáspora judía y los desplazamientos continentales que tendrán lugar en el siglo XX; la reconstrucción de los diferentes momentos intelectuales y las oposiciones entre figuras revolucionarias, reaccionarias y republicanas en el ciclo de la intelectualidad judía; y, por último, propone una mirada desde el presente hacia las metamorfosis de la judeofobia en islamofobia como principal racismo de nuestros días. El libro no se presenta como una historia lineal, las piezas que componen cada uno de los capítulos del libro, siguen el método historiográfico de Traverso que intenta ser un aporte a una historia intelectual inserta dentro de una historia general, compuesta de múltiples influencias y, por lo tanto, alejada de cualquier reduccionismo textualista. Apegado a los aportes de la historia conceptual, Traverso, en parte influenciado por su formación en el marxismo, sigue sus propias reglas de composición histórica: contextualización, historicismo crítico, comparatismo histórico, conceptualización y una lectura comprometida desde el presente, que se propone seguir los preceptos de Walter Benjamin5.

Una semántica ambigua La posición con la que Traverso pasa revista a los distintos componentes de esta historia, considera que la modernidad judía presentó un

reverso crítico que acompañó el desarrollo capitalista durante el tiempo en que se mantuvo la condición de no-reconocimiento por parte de la sociedad. Si repasamos las características del pueblo de la diáspora, como el cosmopolitismo, la ausencia de lazos nacionales, el carácter urbano, la des-territorialización, el textualismo, el manejo del mercado dinerario, la comunicación, la movilidad y circulación a través de culturas diversas y la especialización intelectual y la facilidad hacia la abstracción, es difícil negar que éstas mantienen una afinidad electiva con la economía mercantil. No por nada en los imperios del siglo XIX que contenían diversas nacionalidades en su seno y eran por lo tanto pluriculturales, plurirreligiosos y multilingüísticos, la “cuestión judía” pareció adaptarse mejor a las mismas condiciones comunes de otras opresiones religiosas o nacionales. Por el contrario, estos judíos “mercuriales” (extranjeros y móviles) se vieron perjudicados con el auge de los nacionalismos “apolíneos” (sedentarios y guerreros) que protagonizaron la emergencia de los Estados-nación, lo que les significó a los judíos volver a aparecer como un cuerpo extraño, cuya posición fue marginalizada nuevamente. El término antisemitismo apareció entonces en la historia precisamente en la década de 1880, conjuntamente con el auge colonialista, el racismo y el comienzo del imperialismo. Si por un lado, con la emancipación los judíos fueron puestos en el centro de la modernidad capitalista, el mismo desarrollo de ésta los circunscribió a una minoría con determinadas características que la hacían susceptible de formar parte de la élite, de la cual a su vez eran rechazados en la mayoría de los escenarios nacionales. Esta semántica ambigua de la condición judía moderna se desarrollaba a su vez en un contexto producido en el desarrollo desigual y combinado de la historia europea del siglo XIX y XX, que sumado al fenómeno migratorio del este al oeste, produjo una generación intelectual alienada de una consagración adecuada a sus expectativas en los marcos del sistema. Mientras que el sionismo buscaba ¨normalizar¨ el pueblo judío como un Estado, una nación, una soberanía, serán los mismos atributos propios de esta semántica ambigua, de un pueblo que no es un pueblo nación, los que, paradójicamente, formarán el sustrato de una posición privilegiada para desarrollar el pensamiento crítico. En los contextos en que pudieron desarrollarse, aunque sea parcialmente, renovó el pensamiento del siglo en una zaga de figuras compuesta apenas por Proust, Kafka, Freud, Chagall, Marx, Rosa Luxemburgo, Trotsky, Simmel, Durkheim,

| 41

Einstein, Schönberg, Adorno o Benjamin. De ahí que un lugar destacado de la investigación de Traverso sean las diferentes actitudes intelectuales que surcan el fenómeno de la modernidad judía6. Citando el interrogante de Veblen de por qué “los judíos han aportado más que nadie a la vida intelectual de la Europa moderna”, Traverso quiere recuperar la figura de los “judíosno judíos”, como los denominó Isaac Deustcher, porque ellos componen una voz disonante de la modernidad capitalista. Herejes que tienen una larga prosapia, desde Spinoza, Heine o Marx, y características comunes: cosmopolitismo, ateísmo, inconformismo político y marginalidad social. Representantes o herederos de una ilustración radical, los “judíos no judíos” se enmarcan para Traverso en “la implosión del mundo judío tradicional y el ascenso del antisemitismo moderno (que) fueron las premisas de su surgimiento, lo que implicaba una doble superación: por una parte el alejamiento del judaísmo, que se hizo necesario ante la fisura radical que se abría entre la tradición judía y la modernidad; por otra, la superación de las identidades y las culturas nacionales que rechazaban la alteridad judía”. De algún modo para Deustcher esta manera de mantenerse vinculado a “lo judío” tenía puntos de contacto con el “marranismo” español y portugués de los orígenes de la modernidad que buscaba sortear las prohibiciones de profesar la fe por parte del catolicismo, pero cuando podía volver a convertirse ya no podía encontrar lugar en la vida confesional por estar abiertos a una vida cosmopolita. Su judaísmo era existencial y crecientemente adoptaba perspectivas profanas, seculares o innamentistas (Spinoza). De ahí emergen los primeros “judíos no judíos” que anunciaban la salida del culto y la emancipación política. Con el tiempo esta figura alejada de su comunidad de origen, pero que comparte las penurias de la misma, pasa a ser vocero de una especie de “cosmopolitismo posnacional” que se traducirá de diversos modos en la historia. En los comienzos del siglo XIX, como humanismo y democracia radical y, posteriormente, como internacionalismo proletario y comunismo7. Desde ya que esa tradición compartirá las vicisitudes comunes al movimiento revolucionario de entreguerras.

Una mutación conservadora Traverso señala que además del modelo oriental del “judaísmo paria” (exclusión social y política) y del modelo alemán (integrado económicamente, asimilado culturalmente, pero excluido políticamente) hay que considerar un tercer modelo, el de los “judíos de Estado” de »


42 |

IDEAS & DEBATES

occidente, que se conformaron como una élite en Francia, Italia y Reino Unido y que sirven para entender el giro conservador. En Francia la adhesión al republicanismo fue su marca y aunque eso no los salvó del régimen de Vichy, se mantuvieron fieles al Estado francés, como podemos ver en la trayectoria de Raymond Aron. En Italia los “judíos de Estado” fueron un aliado importante de la formación del Estado nacional en oposición a la Iglesia, participaron en las formaciones de derecha e incluso fueron parte del régimen de Mussolini hasta 1938. En Gran Bretaña el primer ministro Disraeli era un conservador y nacionalista feroz y protagonista de la política imperialista hacia las colonias. Comparando las trayectorias nacionales vemos que en todos los casos el ascenso del nacionalismo perjudicó incluso estas vías de integración por derecha y que el cataclismo de la II Guerra con la barrida nazi por la Europa central, la conquista continental y el genocidio, terminó desplazando primero hacia EE. UU. y posteriormente hacia Israel estas tendencias de integración con el Estado. Para dar cuenta de que ese fenómeno no fue unívoco, Traverso recurrirá a Hannah Arendt, porque para él es una figura todavía “entre dos épocas”. Del conjunto de producción de la filósofa política, Traverso destaca su oposición al sionismo y a la formación colonialista del Estado de Israel. Para ella la cuestión judía no podía encontrar su resolución en los marcos de un Estado nacional judío, sino en una disociación entre la forma Estado y el contenido de la nacionalidad. En esta polémica Arendt reivindica el federalismo de la revolución rusa y la autodeterminación de las naciones en su seno, más allá de que ya constituía un principio pisoteado por el estalinismo. Por otro lado, Arendt reivindicaba la constitución de un ejército judío para pelear en la II guerra mundial pero no apoyaba la política colonialista en Palestina. A propósito de esta cuestión, Traverso va más allá y repone la lectura de la Naqba (catástrofe) investigada por Ilan Pappe como una limpieza étnica planificada a la que hay que oponerle el punto de vista del pueblo palestino y el derecho al retorno al territorio y la autodeterminación nacional en su propio Estado8. Con sus teorías de la democracia y del espacio público Arendt mantuvo para Traverso las características del intelectual “paria”, exiliado, que por “flotar libremente” (Mannheim) escapa al “hábitus” mental dominante y a los estereotipos nacionales. Ese inconformismo

llevará a que Arendt se interese por los soviets en Hungría del ‘56 y por Mayo del ‘68. Aunque su apego a un prisma generalizado de la “cuestión judía” capaz de ser resuelta sin atender a la emancipación social dará un carácter limitado a su crítica, entre otras cosas como le señala Traverso, a través de su incomprensión de la opresión racial negra en Norteamérica. En sentido divergente al ejemplo de Arendt, las trayectorias de K. Popper y de I. Berlin dan cuenta de cómo el americanismo y el sionismo, respectivamente, fueron las variantes mayoritarias de “asimilación imperialista” de la intelectualidad judía consolidando esta mutación conservadora de manera definitiva. Otro tanto ocurría con los orígenes del neoconservadurismo político de la mano de Leo Strauss. Del mismo modo, rupturas significativas por parte de intelectuales de izquierda produjeron la reconciliación de la derecha y los judíos, como ejemplifican los intelectuales americanos I. Kristol, J. Burnham y otros que pasaron de la crítica antiestalinista a un anticomunismo radical y macartista. Esta mutación se irá consolidando en el transcurso de la guerra fría, y estaría muy presente ya en la “Guerra de los 6 días” de 1967, logrando su momento de consolidación en el ascenso conservador de los ‘80. Había emergido así una intelectualidad judía neoconservadora que había transformado el universalismo en occidentalismo.

Y una metamorfosis La consecuencia de esto es tanto el declive del antisemitismo moderno, como una nueva composición ideológica racista bajo la forma de la islamofobia. Actualmente el antisemitismo constituye tan sólo un residuo de lo que fue, ha perdido legitimidad. Al contrario, se ha extendido una “religión civil” compuesta por la memoria del Holocausto y los derechos humanos que aparentemente reina en el mundo occidental. Las clases dominantes realizan un ejercicio de memoria del genocidio al mismo tiempo que invaden países en Medio Oriente y ponen centros de internamiento para los sin papeles. La derecha europea ya no levanta el antisemitismo a riesgo de perder toda posibilidad de intervención pública: “En la Europa contemporánea el inmigrante asume básicamente los rasgos del musulmán. La islamofobia desempeña en el nuevo racismo el papel que fue antaño el de los judíos en el antisemitismo”9. El retrato del nuevo paria se construye del mismo modo que

el antiguo: son sus prácticas religiosas, sus costumbres, sus indumentarias, sus costumbres alimenticias. Para Traverso el dispositivo sólo ha realizado una “transferencia de objeto, el antisemitismo, se ha transmutado en islamofobia”10.

¿Queda algo del judaísmo crítico? Traverso culmina el libro reponiendo la comparación de I. Berlin entre Disraeli y Marx, ambos “outsiders” que quisieron “liderar”, uno a la élite aristocrática, el otro al proletariado mundial. Trayectorias divergentes de la intelectualidad judía y al mismo tiempo reflejo de los dilemas de la intelectualidad en relación con el poder. Si el modelo de Marx fue seguido en la primera mitad del siglo XX, el periodo posterior al genocidio abrió la vía al “judaísmo del orden”. La cuestión judía, analizada por Marx, al no desembocar en una emancipación universal quedó presa de un reconocimiento conformista y en muchos casos incluso reaccionario. Traverso culmina citando a E. Said cuando decidió presentarse desafiante ante el periódico israelí Haaretz como “el último intelectual judío”. Conocer la contribución de Traverso sobre este giro de las cosas sólo puede conducir a la conclusión de que si el antisemitismo se transformó en islamofobia, entonces la causa palestina y por la emancipación del pueblo árabe en su conjunto es la herencia del “judío no judío” en nuestros días. 1. Ver “Medio Oriente o la geopolítica del caos” de Claudia Cinatti y “Reseña de Isis el retorno de la Yihad” de Juan Duarte, en IdZ 20. 2. Enzo Traverso, El final de la modernidad judía. Historia de un giro conservador, Buenos Aires, FCE de Argentina, 2014. 3. Ibídem, p. 13. 4. Ibídem, p. 17. 5. Enzo Traverso, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, Buenos Aires, FCE de Argentina, 2012. 6. Una constante preocupación de Traverso; ver Gastón Gutiérrez, “Las ideas y las piedras. A propósito de ¿Qué fue de los intelectuales?” de Enzo Traverso, IdZ 14, octubre 2014. 7. Acerca de las vicisitudes de la cuestión judía y su resolución profana en Marx ver Daniel Bensaïd, “‘En y por la historia’. Volviendo sobre la cuestión judía”, en Volver a La cuestión judía, Barcelona, Gedisa, 2011. 8. Ilan Pappe, La limpieza étnica de Palestina, Barcelona, Editorial Crítica, 2008. 9. Traverso, ob.cit., p. 166. 10. Ibídem, p. 167.


I dZ Julio

| 43

A propósito de un opúsculo de Giorgio Agamben recientemente publicado

¿Estamos en estado de “guerra civil mundial”?

Ilustración: Sergio Cena

Emmanuel Barot Profesor de filosofía en Toulouse II-Le Mirail.

Le Seuil publicó en abril un opúsculo del filósofo italiano Giorgio Agamben titulado La guerra civil. Para una teoría política de la stasis, que contiene dos conferencias dadas en octubre de 2001 en la Universidad de Princeton (Estados Unidos), en el contexto inmediato posterior al 11 de septiembre, aproximadamente en el momento del voto de la Patriot Act por el Congreso norteamericano. Sobre la base de una genealogía selectiva de la noción de “guerra civil” desde la Antigüedad griega hasta hoy, pasando por Thomas Hobbes, teórico monárquico inglés del siglo XVII, Agamben extendía su tesis defendida en otras obras según la cual “la forma que ha tomado hoy la guerra civil en la historia mundial es el terrorismo”, con la especificidad de que es la vida misma –precisaba, siguiendo a Michel Foucault– lo que ahora es “puesto en juego en la política”. Para comenzar con el examen del paisaje ideológico actual que habíamos anunciado en una columna de opinión anterior1, aquí nos interesa mostrar, en tres puntos correlativos, la problemática distancia tomada por Agamben con respecto a lo que solo podría dar hoy base material a su pensamiento en la perspectiva de una reconstrucción de una extrema izquierda revolucionaria: las formas de la lucha de clases en el capitalismo contemporáneo, las que el marxismo permite capturar.

“Guerra civil” y Estado de excepción. ¿Y el imperialismo? Este opúsculo, primeramente, no fue publicado en cualquier momento. En efecto, catorce años después, los textos siguen en conexión directa con el contexto político francés abierto por los atentados del 11 de enero, a partir

de ahora poderosamente marcado por un fortalecimiento autoritario y bonapartista del régimen2. La ley sobre la información adoptada por el Senado inserta a Francia muy oficialmente3 en esas legislaciones de excepción marcadas, explicaba Agamben en su obra publicada a partir de 2001, El Estado de excepción, por el oscurecimiento profundo de la frontera entre el derecho y el no derecho, y la legalización generalizada de la arbitrariedad del poder, en este caso autorizándose mientras se alimenta de la extrema derechización de los centros de gravedad ideológicos y de las prácticas gubernamentales4, según una moda neoconservadora cada vez más evidente. La relación con la cuestión de la guerra civil (“stasis” en griego) es inmediata: en nombre de la conjuración de la “amenaza terrorista” y de la protección de la “democracia”, el régimen de la V República se dota a su vez de este tipo de legislación, y, asumida o no, es la “guerra al terrorismo” lo que está en juego. Belicista contra una guerra irregular de un tipo único, incomparable, aunque exista de larga data, junto con todas las formas mayores o más clásicas de guerra, el Estado generaliza e instrumentaliza por cuenta propia el régimen de no derecho con el que opera el enemigo designado. La “guerra civil mundial” es la configuración de conjunto inducida por este campo de fuerzas ampliado a escala planetaria. Ahora bien, como la vida en su globalidad resulta ser la apuesta inmediata, Agamben recuerda en el primer ensayo del libro titulado “Stasis” que esto confirma la teoría del “biopoder” y de la “biopolítica” de Michel Foucault, para quien el siglo XVII vio transformar toda la vida, la existencia tanto biológica como afectiva y simbólica de las poblaciones, en el blanco principal de los

aparatos (“dispositivos”) del poder destinados a controlarlos por mucho tiempo. La responsabilidad de esta nueva forma de guerra civil incumbe evidentemente a los denominados Estados “democráticos”, hegemónicos en el capitalismo mundial, y es ante todo de manera preventiva que estos últimos se dotaron histórica y sistemáticamente de las armas máximas para cortar de raíz cualquier subversión. Ahora bien, lo que Agamben deja en esencia en las sombras es que esta “guerra civil mundial” se alimenta hoy de la reacción de los grandes Estados contra las formas más patológicas de violencia política que la política imperialista y neocolonial de estos últimos ha engendrado, formas que a la vez les escapan concretamente (ver ISIS) mientras sirven plenamente a sus intereses ideológicos, económicos y militares. Terreno evidentemente propicio para las contradicciones, interferencias y para el “ascenso a los extremos” del que hablaba Clausewitz, que no es la causa, sino el efecto del problema, y que no se puede aprehender correctamente más que sobre esta base.

Una lectura estrechamente política de la “stasis”: de los griegos al absolutismo de Hobbes Según el gran historiador de inspiración marxista M. I. Finley en La invención de la política en 1983, la “stasis” era, en realidad, un término que servía bastante para todo en la Grecia clásica, englobando todo un espectro de fenómenos, desde la simple discordia hasta la guerra civil más implacable, pasando por todas las formas de rivalidades entre movimientos, fracciones o clases sociales, de sedición y de agitación pública. Pero en todo caso, el término estaba afectado sistemáticamente por una connotación »


44 |

IDEAS & DEBATES

negativa, la de una “amenaza permanente” ejercida en última instancia por presión de las capas más populares de la sociedad, por la “multitud”, este “populacho” que justamente rechazaba ser excluido de los mecanismos del poder, que veía cómo los regímenes políticos ya eran los instrumentos por los cuales las clases dominantes mantenían y organizaban su dominación material y simbólica. El propio Aristóteles, quien sin embargo justificaba la esclavitud en esa época, decía que la fuente fundamental de la conflictividad social, de la “stasis” y, por extensión, de las revoluciones, era la desigualdad material. Ahora bien, Agamben da un gran paso al costado en relación a esta tradición, reafirmando que los conceptos de la política occidental deben repensarse enteramente con el rasero de esta cuestión de la “vida”. E insiste de manera unívoca, apoyándose sobre todo en la historiadora Nicole Loraux, en la dimensión política de la “stasis”, dejando de lado por completo esta dimensión socio-económica. Para él, de lo que se trata es, sobre todo, de la relación entre la vida social en la “ciudad” (“polis”) y la vida en la “familia” (“oikos”). Lejos de la oposición simplista público/privado, esta ya era el lugar de sangrientos conflictos que cuestionaban la relación entre “lo íntimo” y “lo exterior”, prefigurando la relación entre “el amigo” y “el enemigo”. La stasis es el momento en que, simultáneamente, los conflictos “domésticos” se politizan, desbordan en la esfera estatal y entablan la cuestión de la ciudadanía, y se despolitizan los conflictos “políticos” de la ciudad, cuando éstos exceden el orden jurídico-político y ponen en juego la reproducción de la “vida” considerada como la exclusividad de la estructura familiar. De allí esta conclusión en dos tiempos: la stasis imbrica procesos de politización y despolitización a un grado de intensidad tales que el conjunto del espacio social se reconfigura, con una suspensión de las referencias anteriores, exactamente como en la lógica del Estado de excepción, razón por la cual, por supuesto, Agamben liga los dos problemas. Pero como los Estados “democráticos” centrales hoy se presentan como tranquilizadoras familias (a semejanza de la “Casa Europa”), dirigidas por sabios patriarcas, entonces la stasis actual no tiene medida en común con la ligada a la esfera familiar antigua: es el conjunto del planeta el que se ha convertido en su campo de fuerzas. De allí la idea de “guerra civil mundial” adosada al fenómeno terrorista. Coherencia del filósofo italiano en su relectura de la historia de las ideas, pero también de sus silencios: en el primer caso, sobre la política imperialista de los Estados democrático-burgueses, en el segundo, sobre la lucha de clases o protoclases de donde surge la denegación de toda legitimidad política del “populacho”, que ve rechazado todo derecho a ser auténticamente pueblo (“demos”). Esta paradójica coherencia se continúa en el segundo ensayo del libro consagrado a Hobbes, titulado “Leviatan y Behemoth”, con el nombre de dos monstruos míticos de la Biblia, que vuelve sobre esta cuestión del pueblo, pero mediando la misma abstracción del factor material.

Hobbes ha reelaborado la idea según la cual la población, el conjunto de las familias en cierta manera, mientras satura el espacio político con su presencia, no puede existir directamente como pueblo soberano pero exige un representante (el Estado). El riesgo de guerra civil es entonces permanente, porque el soberano, que se apropia de todo el orden político, siempre puede estar amenazado por una multitud excedida. Muy lúcidamente Hobbes se dedica entonces a conjurar esta guerra civil por todos los medios posibles y hace del Estado-soberano ese “monstruo” para quien la libertad no existe más que en la sombra del orden. La relación con el funcionamiento de los Estados actuales es límpida. Pero Agamben, a pesar de tímidas observaciones en este sentido, de ningún modo hace la conexión con los factores sociales y económicos que permiten entender cómo Hobbes, mercantilista y perfectamente instruido sobre el desarrollo del capitalismo inglés, no por azar fue promotor de la monarquía absoluta: literalmente ha encarnado una forma de reacción todavía feudal ante las consecuencias políticas del desarrollo de las relaciones burguesas de producción, de comercio y evidentemente, de clases, fuera de las cuales es imposible comprender cómo los Estados pueden aniquilar a sus pueblos, pero también hacerse abatir por ellos, es decir, comprender cómo puede surgir algo como una guerra civil.

Pueblo, resistencias y estrategia: de Agamben al Comité Invisible y recíprocamente Todos estos rodeos se pagan. Cuando pasamos a las perspectivas políticas, nos enfrentamos entonces a algo particularmente errado. Y a pesar de la gran separación aparente, con Agamben estamos convidados inmediatamente a discutir sobre el Comité Invisible. Con Juan Chingo hemos defendido la idea en un artículo anterior sobre A nos amis, último libro del Comité Invisible5, que a las justas preguntas planteadas en el terreno estratégico por este último (¿cómo pasar de la insurrección a la revolución, y organizarse en consecuencia?) y subjetivas (sobre los lugares y formas de radicalidad más prometedores hoy para hacer política realmente frente a la represión del Estado), éste no aportaba más que respuestas muy débiles y mágicas. Y recordábamos cómo los miembros del Comité Invisible habían sacado, sobre todo de Agamben y otros, como Foucault, las innovaciones en apoyo al antimarxismo mal digerido que, entre otras cosas, los conducen a este impasse. Ahora bien, lo que importa en el momento actual no es tanto que se hayan inspirado en Agamben, sino que él, de contragolpe, haya reivindicado al Comité Invisible. No se ha limitado a apoyar incondicionalmente, como era correcto hacerlo, a Julien Coupat y a los militantes de Tarnac luego de los primeros episodios del asunto sobre los “sabotajes” en cadena en 20086. En el momento de la presentación en 2009 del libro Contribuciones a la guerra en curso entonces publicado por Tiqqun (nombre anterior del mencionado comité), en efecto, ha celebrado la capacidad del colectivo para continuar políticamente a Foucault, anudando lo que él volvía a

ligar todavía mal: las dos cuestiones, del poder (desconcentrado y diseminado por todas partes), y del sujeto político (devenido ficción a huir definitivamente). Resultado irremediable: por las mismas razones, y con los mismos límites, Agamben y Tiqqun concluyen que toda búsqueda de un “sujeto revolucionario” sobre bases de clase sigue siendo desde todo punto de vista un grillete obsoleto para una izquierda radical hoy. Y por lo tanto dejan el terreno libre a una angustia cruel o a una confusión estratégica, a la vez política y práctica. En el momento en que el Estado francés encarna a pleno la dinámica de excepción permanente diagnosticada por Agamben, y acaba de relanzar “l’affaire Tarnac” mandando a Julien Coupat y dos camaradas suyos al correccional por “asociación de malhechores en relación con una empresa terrorista”, la publicación de este pequeño libro contribuirá a hacer comprender lo que ocurre en Francia hoy. Pero con la condición de capturar los profundos límites de su modo operatorio: esconder que el giro bonapartista actual y la “guerra civil permanente” orquestada por los Estados están orgánicamente correlacionados a las estrategias de la patronal y a las innumerables agresiones contra los trabajadores, los jóvenes y todos los que no tienen voz ni papeles en el mundo, es dejar peligrosamente el campo libre para todo tipo de ilusiones. Ilusiones en el término de las cuales ese paradigma de la “guerra civil mundial” que, en verdad, no tiene ninguna agudeza geopolítica, terminará sirviendo de cortina de humo desmovilizadora, y de allí, nutriendo a lo que solo puede ayudar a combatir con la condición de no creer inocentemente en lo que se ha prometido. Este artículo fue publicado en el sitio francés Révolution Permanente (www.revolutionpermanente.fr). Traducción para IdZ: Rossana Cortez. 1. “Quand le patronat se met à parler des ‘intellectuels de gauche’, Révolution Permanente, 05/06/15. 2. “Répression et tournant bonapartiste dans la France de Hollande et Valls”, www.ccr4.org. 3. Jean-Patrick Clech, “Le sénat adopte la loi sur le renseignement”, Révolution Permanente, 09/06/15. 4. Juan Chingo, “Hollande-Valls. Lepénisation accélérée”, 15/06/15. 5. “Enjeux conceptuels et débats stratégiques sur la révolution à venir: au sujet du dernier essai du Comité Invisible, A nos amis”, 07/01/15, www.ccr4.org. El Comité Invisible es un grupo de militantes neoautonomistas, influenciados por pensamientos postmarxistas (Deleuze, Foucault, Agamben), pero también por Spinoza e incluso Blanqui, que publicaron en 2007 un libro que marcó el espacio ideológico de izquierda radical, La insurrección que viene. Su último libro en 2014, A nuestros amigos, extendió su reflexión en términos de los movimientos de las plazas en 2011 y las revoluciones árabes, afirmando que si las “insurrecciones” han llegado, la revolución está todavía en preparación, por lo que llaman a organizarse. En un contexto europeo y francés de crisis del reformismo y de descomposición avanzada de la extrema izquierda revolucionaria, la claridad de sus argumentos contra el Estado burgués, su énfasis en el factor subjetivo y la cuestión de la autoorganización, tienen influencia real en la juventud radicalizada. 6. Se refiere a los 9 activistas que fueron detenidos en 2008 acusados de sabotaje en Tarnac, Francia [N.de T.].


I dZ Julio

| 45

Fotomontaje: Juan Atacho

democracia rigurosamente propósito de Toque de queda de Jesse Ball, y las reflexiones vigilada Aposibles sobre la democracia blindada de Estados Unidos. Celeste Murillo Comité de redacción.

En 2014, La Bestia Equilátera editó en castellano Toque de queda (The Curfew), del escritor estadounidense Jesse Ball. La novela fue presentada en Estados Unidos, (donde se publicó originalmente en 2011) como ficción distópica. Aunque no se trata de una novela explícitamente política, muchos encuentran en ella cierto eco de las críticas a las aristas más molestas de la (ya no tan) idealizada democracia estadounidense. El libro cuenta la historia de una ciudad gobernada por un régimen totalitario, con policías secretos que han abandonado los uniformes para mezclarse en la multitud y vigilar con mayor eficacia. En la ciudad de C. existe un toque de queda que rige la vida de la población, incluida la del escritor de epitafios William Drysdale y su pequeña hija muda, Molly. La esposa de William, Louisa, es una de las primeras “desaparecidas” bajo el nuevo gobierno. Gran parte de la narración de Ball recorre la rutina autoimpuesta de pasar desapercibidos, no caer en manos de la policía, no llamar la atención de nadie, y no violar el toque de queda. Toque de queda se alimenta ante todo de una percepción: la de vivir en una democracia vigilada, una percepción que crece entre sectores

¿La realidad puede ser más abrumadora que la ficción?

cada vez amplios en Estados Unidos. Una realidad que inmediatamente después de los atentados contra las Torres Gemelas de 2001 parecía la única respuesta razonable ante la “amenaza terrorista”, cuestionada solo por voces minoritarias (acalladas en nombre de la seguridad nacional). Hoy, casi 15 años después, gran parte del Acta Patriótica sigue en pie pero son cada vez más las voces críticas de la “vigilancia para asegurar la democracia”. Toque de queda respira ese aire.

El enemigo en casa El 26 de octubre de 2001, el Congreso estadounidense votó la ley conocida como Acta Patriótica. Luego de los atentados del 11S, el gobierno republicano liderado por George W. Bush, con el apoyo del partido demócrata, impulsó un “blindaje” de la democracia. Esto significó un recorte masivo de libertades civiles y la instauración de la vigilancia constante, con el pretexto de la “guerra contra el terrorismo”. Unos días antes, el imperialismo estadounidense desplegaba sus tropas en Afganistán (más tarde lo haría en Irak). Esa avanzada militar tuvo su correlato interno: en la persecución de la

comunidad árabe y musulmana, el reforzamiento de los métodos de patrullaje policial y la vigilancia de toda actividad que “atentara contra la seguridad nacional”. En Toque de queda el régimen policial no es producto de un golpe militar. Se trata, sugerentemente, de una democracia que deviene totalitaria, un día simplemente sucede, y empiezan a desaparecer los críticos, los disidentes. Nadie sabe dónde están o qué sucede con ellos, muchos sufren “accidentes”, otros simplemente desparecen. Aunque sería interesante bucear en ese devenir; lo cierto es que el paralelo más evidente es con la “democracia vigilada”. En Estados Unidos, los ciudadanos en general, y varios grupos en particular (por etnia, religión u opinión política), viven vigilados. El Estado vigila, espía y persigue. Las imágenes de Toque de queda no son una novedad; siempre existió en la cultura y en la industria del entretenimiento estadounidenses la imagen del “enemigo”, que también podía estar en casa: los japoneses luego del ataque de Pearl Harbour; la caza de brujas del macartismo en los año ‘50; los soviéticos y la paranoia constante en la Guerra Fría, que puede verse »


46 |

CULTURA Literatura

hoy en la serie algo nostálgica The Americans (FX 2013-). Luego del 11S y el Acta Patriótica, la presencia de ese “enemigo” justificaba el espionaje y la vigilancia de toda la sociedad.

Perseguidos, vigilados, desaparecidos Al amparo de ese avance contra las libertades individuales, se agudizó la persecución de las comunidades latina y negra, mediante herramientas como el “Stop-and-Frisk” (detener, interrogar y palpar a cualquier persona sin motivo). Esta disposición de la Policía de Nueva York fue aplicada por el alcalde republicano Rudolph Giuliani, que aprovechó el clima de miedo luego de los atentados. Organizaciones de DDHH denunciaron que desde 2002 fueron detenidas 5 millones de personas mediante “Stop-and-Frisk”, y 9 de cada 10 de ellas resultaron ser inocentes. Más de la mitad eran negras, cerca del 30 por ciento eran latinas y solo un 10 por ciento eran blancas1. El resultado es una persecución indiscutiblemente racista, una constante vigilancia y estigmatización de negros y latinos. Ese tipo de racismo institucional solo alimenta el odio racista, cuyo episodio más reciente fueron los asesinatos en una iglesia de Carolina del Sur. De hecho, un estudio sobre los ataques perpetrados del 11S en suelo estadounidense muestra que aquellos perpetrados por la extrema derecha duplican a los que han cometido en nombre de la yihad2. En Farenheit 911, el director Michael Moore compuso un registro amplísimo del espionaje estatal sobre las actividades de personas que se oponían a la guerra, y deja en evidencia el espectacular aparato de vigilancia, puesto en funcionamiento contra individuos cuyo crimen es “querer la paz” y reunirse a hacer pancartas para una marcha en un pueblo de mil habitantes. Una de las series de televisión más recientes, Wayward Pines (Fox, 2015-), una extraña versión moderna de “destino manifiesto”3 y posapocalipsis, muestra una pequeña comunidad depositaria de la salvación de la humanidad. El combo sugiere un paralelo con el sacrificio que invitaba a hacer la elite política estadounidense luego de los atentados: relegar la libertad para prevalecer como nación (en la serie como especie). El líder de la ciudad ficticia cree que “su pequeño pueblo” debe ser engañado para sobrevivir, porque la realidad es demasiado dura. Y su forma de mantener el orden es mediante el miedo, con una serie de reglas que todos deben cumplir, y se castiga duramente al que las cuestiona, para preservar el bienestar común. Una de las burlas críticas más populares sobre la vigilancia de la población civil se encuentra en el film Los Simpson (2007), donde los guionistas se burlan descaradamente de la Agencia de Seguridad Nacional. Muchos se refieren al film como un dejá vu de las denuncias de Edward Snowden en 2013, por una escena donde se ve un salón gigante con miles de operadores que escuchan las conversaciones de gente,

y uno anuncia victorioso: “¡Escuchen, encontré algo! ¡El gobierno encontró algo que estaba buscando!”. En Toque de queda los ciudadanos son detenidos, apresados o ejecutados. Existen tantas prohibiciones que todo es un potencial delito. Desde el pensamiento crítico hasta la música, todo es fuente de sospecha, aquel que cuestiona el statu quo es subversivo. Hay que reconocer que, más allá de la creatividad de Ball en muchos pasajes de la novela, no hay que alejarse demasiado de la realidad para encontrar inspiración. Acaso existe un paralelo inquietante entre los desaparecidos de Toque de queda y los desparecidos de la vida real. Mientras en la ciudad de C. el motivo de las desapariciones es evidentemente político, en la realidad son resultado de políticas racistas, aunque poco se hable de ello. El efecto combinado de la “guerra contra las drogas”, el encarcelamiento masivo, asesinatos a manos de policías y la violencia relacionada con la descomposición social, hizo que haya un millón y medio de varones negros desaparecidos4. Desaparecidos porque como en la novela, nadie habla de ellos, no se discute por qué no están, simplemente han desaparecido.

La bella y la bestia A diferencia del régimen totalitario de Toque de queda, en la vida real quien mantiene las armas apuntando contra la población (en particular sobre porciones específicas de ella) es la democracia amparada en un sinfín de mecanismos legales y fuerzas represivas. Una de las paradojas más notorias es que durante muchos años, fueron pocos los que señalaron las contradicciones entre la democracia “generosa” de la ampliación de derechos civiles, y la cara de perro rabioso que vigilaba a los pobres, los negros, los latinos y la juventud fronteras adentro. Será la combinación de la crisis de hegemonía estadounidense y, más tarde, la explosión de la crisis económica la que monte el escenario donde esa democracia será puesta en tela de juicio. Los hijos e hijas de esa democracia, estrenaron sus protestas en el movimiento noglobal a fines del siglo XX, marcharon contra la guerra bajo el Acta Patriótica, y chocaron rápidamente con el perro rabioso. Pero el clima reaccionario invitaba al silencio, como en Toque de queda. Las protestas desatadas por el asesinato de Michael Brown5 se llevaron la respuesta más brutal del Estado que, a la vez que dejaba en evidencia su carácter racista, mostraba los dientes contra quienes se movilizaban. Las imágenes de Ferguson invadida por tanques y efectivos armados para la guerra dejaron al desnudo el mecanismo del Estado federal para reciclar el armamento militar. El programa 1.033 del Departamento de Defensa establece la transferencia del material militar sobrante del Ejército hacia las policías locales. Según el organismo, durante 2013 se transfirieron

449 millones de dólares en pertrechos militares. Los mismos recursos utilizados en la “guerra contra el terrorismo” hoy son utilizados por el Estado contra quienes cuestionan la desigualdad social y el racismo. Pero no se trata solo de armas. Un estudio6 de la American Civil Liberties Union muestra que la ficción de Ball, aunque audaz en su reflexión, parece una fábula infantil comparada con la realidad. La ACLU analiza el uso de uniformes militares y la ostentación de armamento para imponer miedo entre la población. Generar miedo es la única explicación de que la policía de la Universidad estatal de Ohio posea un tanque blindado para “mostrar” en los partidos de football americano y “tener presencia” (sic). Esta lógica se reproduce en la introducción gradual de equipos SWAT en la “guerra contra las drogas”, que es uno de los pretextos más comunes para militarizar los barrios pobres, mayoritariamente negros y latinos. No se trata como en la novela de excesos de un régimen totalitario; es una democracia con sofisticados métodos para imponer su autoridad.

La realidad siempre es más cruenta En otro número de IdZ decíamos a propósito de la novela negra7 que no había nada más negro que la realidad. Sucede algo similar con obras como las de Ball, que bucean en un tema candente como la vigilancia y el autoritarismo estatal. Casi nadie negaría hoy las aristas más brutales de la democracia de la vigilancia en Estados Unidos. Lo que sigue estando en tela de juicio es la legitimidad de las acciones de aquellos que violan el toque de queda (especialmente para las clases dominantes y los medios masivos de comunicación). Para William, ahogado por la rutina y el régimen, violar el toque de queda se convierte en el único (¿el último?) acto liberador. Sin embargo, la juventud que se levanta hoy augura parecerse más a los estudiantes de Toque de queda, que al organizarse esgrimen la resistencia más visible contra el régimen. Para esa juventud que cuestiona la desigualdad social, que se moviliza contra el racismo, violar el toque de queda es solo el punto de partida. 1. “Racial Justice, Stop-and-Frisk Data”, nyclu.org. 2. “EE. UU. sufre más ataques inspirados por la derecha radical que por el yihadismo”, El País, 24/6/2015. 3. Sintéticamente, se refiere a una doctrina o filosofía de que Estados Unidos está destinado a expandirse como nación desde el Atlántico hacia el Pacífico. Más tarde también fue utilizada para justificar sus supuestas virtudes excepcionales. 4. Estudio basado en el censo de 2010, citado en Ian Steinman, “Baltimore: la desolación que ellos llaman paz”, La Izquierda Diario, 6/05/2015. 5. C. Murillo, J. A. Gallardo, “Ferguson: ¿El fin de la ilusión posracial?”, IdZ 14, octubre 2014. 6. War comes home, The Excessive Militarization of American Policing, ACLU Foundation, 2014. 7. C. Murillo, “Novela negra: mentiras verdaderas”, IdZ 12, agosto 2014.


IdZ Julio

| 47

Reseña de La violación de Lucrecia, de Miguel del Arco (dir.)

Teatro San Martín, 2015.

Fernando Castellá “¿Por qué violan los reyes sus propias ordenanzas?” William Shakespeare, La violación de Lucrecia

El arte: ni martillo ni espejo. Shakespeare y La violación de Lucrecia en la actualidad

La experiencia de estar presente en el mismo espacio físico en el que Nuria Espert1 representa los 1855 versos que componen La violación de Lucrecia, es algo difícil de transmitir. Por lo pronto quizás sea atendible pensar que, si como sostiene incansable Mauricio Kartun, el teatro no es ni más ni menos que la presencia de un cuerpo conmovido ocupando un espacio, bañado por una luz, y es allí donde yace el carácter eterno de su vigencia, pues bien, la combinación del poema shakesperiano y el trabajo de la notable Espert redunda en algo bastante próximo a la idea del teatro en su más plena expresión. La violación de Lucrecia, poema escrito por un joven Shakespeare en 1594, narra la historia mítica que dio lugar al final de la monarquía y a la fundación de la república en Roma, en el siglo VI a.C. El príncipe etrusco Sixto Tarquino, general del ejército, aprovecha su poder y el estado de indefensión en que se encuentra Lucrecia, sola y de noche en su habitación, para violarla. La belleza, inteligencia y castidad de la joven víctima son los argumentos que expone el victimario para culparla, según reflexiona, por no poder evitar la pulsión de avanzar sobre ella y forzarla violentamente. Los hechos se desencadenan de forma arrolladora y derivan en el suicidio de Lucrecia, presa de la culpa y la deshonra. Este hecho brutal, bajo el amparo político del rey, constituyó el punto cúlmine en la desaprobación popular hacia los Tarquino, dando lugar a una serie de revueltas, aprovechadas por Lucio Bruto, opositor político a la familia real, pariente de Lucrecia y amigo del viudo Lucio Colatino, proceso que terminó con la expulsión de los Tarquino de Roma y el origen de la República. El monumental y desgarrador poema, escrito en verso, aborda de manera entrecruzada la relación existente entre el abuso de poder, la decadencia moral de los gobiernos y el correlato político inevitable de la ira popular; y los asuntos humanos más hondos y oscuros, como la ambición de poder, la culpa, el oprobio, la humillación, en esencia, el desdén por la mujer. En la impunidad del poder político, la violencia contra la mujer encuentra un aliado perfecto, todo lo cual queda retratado crudamente por el gran poeta, quien no ahorra en largas imágenes de violencia explícita, de apariencia por demás moderna. En la puesta de Nuria Espert durante los meses de mayo y junio en el porteño Teatro San Martín, en una sala en condiciones deplorables, con dirección de Miguel del Arco y traducción

de José Luis Rivas Vélez, la actriz se multiplica para encarnar tanto al narrador como a Lucrecia, Tarquino, Colatino y Bruto. Se trata de una obra maestra de la concepción actoral desplegada a lo largo de los casi 80 minutos que dura la obra, alternando entre los extremos de la angustia, el dolor, la lujuria, la lascivia, la ira y la venganza. El paso frenético de un estado emocional al otro es albergado por la propia subjetividad de Espert, a quien el recorrido pleno por el conjunto de los estados de ánimo le toma lo que, al común de los mortales, un abrir y cerrar de ojos.

La obra en su condición de arte

La consideración de la mujer como un objeto para la satisfacción de los deseos del hombre, más aún como mera propiedad (“El deseado dulce, en ácido se torna, desde el mismo momento en que lo llamamos nuestro”, dice Lucrecia), tan necesariamente en discusión en los tiempos que corren, tiene sus raíces en la larga y penosa historia humana. Por caso, en la magistral y vanguardista denuncia de Sor Juana Inés de la Cruz con su “Hombres necios que acusáis, a la mujer sin razón”, se retrata la deshonra que debía cargar la mujer violada, y su descendencia, ya como un asunto extendido y presente desde tiempos inmemoriales. Los femicidios de hoy tienen un origen tan antiguo como la historia humana escrita. Por su parte, la doble moral de los gobernantes también cuenta con una larga historia: tanto como la de las clases sociales. En el poema de Shakespeare la degeneración de la familia real aparece como una abominación inconcebible: esos individuos que parecieran colocarse por encima de los intereses sociales para velar por ellos, administrar el bien común y hacer gala de su honradez y vocación de servicio, constituyen en verdad desalmados criminales dedicados a abusar de su poder e impunidad, “rodeados de podredumbre” como considera la propia Espert. Lo que Shakespeare logra en su poema es, como tantas otras veces, la trascendencia histórica de la obra de arte, en el momento exacto en que logra captar e inmortalizar quizás la forma más trágica y universal del drama humano: la violencia contra la mujer, amparada, cuando no promovida, desde el poder político. Hace 2600 años, en el siglo XVII o en la más actual de las realidades (¿qué es sino la aún criminal negativa del derecho al aborto?), la situación social de la mujer presenta algunas continuidades propias de la barbarie. Si bien Shakespeare no se propone elaborar una denuncia directa, es

cierto que tampoco se posiciona desde el lugar de la prescripción social o la receta. La violación de Lucrecia se encuentra más cerca de la definición que hiciera Trotsky en Literatura y revolución, cuando sostenía que al arte no hay que considerarlo “como martillo ni como espejo”. Su función no se centra en la transformación de la realidad según su gusto ni tampoco en reflejarla a secas, sin más, sino que de lo que se trata es de lograr una representación estética de los grandes dramas de la historia humana en general, combinación última entre las condiciones sociales de las cuales la obra es producto y la propia subjetividad del artista. Y en particular en la imbricación que se produce cuando las más desgarradoras tragedias individuales se proyectan socialmente. Y viceversa. La venganza popular suscitada por la violación de Lucrecia se convertiría en el símbolo de la rebelión contra el despotismo de la Monarquía romana, y como tal, en la inspiración de decenas de obras de arte que siguen constituyendo parte de las fuentes del relato mítico histórico. Es probable que el poema de Shakespeare represente la pieza de oro en la narración de la tragedia de Lucrecia como uno de los símbolos universales de la violencia hacia la mujer, pero entre los ilustres que abordaron desde distintas formas del arte el mismo drama se encuentran Dante, Maquiavelo, Sor Juana Inés de la Cruz, Durero, Rembrandt, Tiziano, Rafael, Botticelli, etc. Como escribió Andrea D’atri en diciembre del año pasado, para el número 16 de Ideas de Izquierda, el mandato patriarcal se escribe con sangre. A pesar de las enormes conquistas alcanzadas por las mujeres en el último siglo y medio, la constante de la violencia y la consideración como objeto hacia las mujeres tiene una historia larga que resulta cada vez más urgente terminar. La obra de Shakespeare en la interpretación de Espert no hace más que confirmar tal necesidad.

1. Barcelona, 1935. Hija de actores de teatro callejero, en un barrio de inmigrantes del cordón obrero de la ciudad. Actriz de teatro y cine, directora de ópera. Una de las figuras más destacadas de la escena española y del teatro occidental. Interpretó a Shakespeare, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Miller, Brecht, Sartre, Casona, Chejov. En esta puesta encarna, a sus 80 años y durante 75 minutos sin cortes, a cuatro personajes más el narrador. En 2003 fue una de las primeras y principales figuras del arte español en movilizarse contra la invasión norteamericana en Irak. Considera al teatro “una muleta para una sociedad que sufre”.


Pateando el Tablero es el nuevo programa de TV online que lanzamos en mayo en La Izquierda Diario para reflejar la voz de trabajadores y para discutir los temas desde una mirada ausente tanto en la corpo mediática como en los medios oficialistas, la de los explotados y excluidos por este sistema.

Acá mostramos en primera persona la emergencia habitacional en la Ciudad de Buenos Aires, que solo está presente para los grandes partidos nacionales en el momento de los discursos electorales.

Discutimos la política, el discurso y el sustento social del kirchnerismo, en la mirada de los periodistas Martín Rodríguez, Diego Genoud y Fernando Rosso.

Conversamos sobre los sueños del boom petrolero argentino y sus consecuencias económicas, ambientales y sociales con los autores de Vaca Muerta, Alejandro Bercovich y Alejandro Rebossio.

Analizamos la crisis de la FIFA y los negociados que involucran a Joseph Blatter, al difunto Julio Grondona y a todos los “dueños” de la pelota junto al sociólogo e investigador Pablo Alabarces, el columnista de La Izquierda Diario Augusto Dorado y el periodista deportivo Alejandro Wall.

En las próximas semanas, nuevos debates sobre la economía kirchnerista y las perspectivas para 2016, los discursos y la realidad de la ley de medios, y la desaparición de Daniel Solano con su trasfondo de superexplotación de los trabajadores golondrina.

Podés ver todos los programas de Pateando el tablero TV en http://www.laizquierdadiario.com/Videos.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.