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ideas izquierda Revista de Política y Cultura
septiembre 2015
Nicolás del Caño
El FIT de camino a octubre
INUNDACIONES: CATÁSTROFES NO NATURALES Lucía Ortega
ENTREVISTA AL ESCRITOR JOHN CONNOLLY
PAPPO. EL ÚLTIMO EXISTENCIALISTA Fernando Aiziczon
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IDEAS DE IZQUIERDA
SUMARIO 3 LO QUE NOS PASÓ
Christian Castillo
6 DEL CAÑO Y LA “DIFERENCIA” Paula Varela y Gastón Gutiérrez
10 “UNO MÁS DE NOSOTROS”
Guillermo Álvarez y Gastón Ramírez
12 CON LA FUERZA DE LAS MUJERES
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STAFF CONSEJO EDITORIAL Christian Castillo, Eduardo Grüner, Hernán Camarero, Fernando Aiziczon, Alejandro Schneider, Emmanuel Barot, Andrea D’Atri, Paula Varela. COMITÉ DE REDACCIÓN Fernando Castellá, Juan Dal Maso, Ariane Díaz, Juan Duarte, Gastón Gutiérrez, Esteban Mercatante, Celeste Murillo, Lucía Ortega, Azul Picón, Fernando Rosso, Letizia Valeiras.
Andrea D’Atri
LA “SORPRESA” DEL CAÑO NO ES SORPRESA SI SE CONSTRUYE Dolores Con y Javier Gabino
COLABORAN EN ESTE NÚMERO Guillermo Álvarez, Gastón Ramírez, Selma Saeg, Dolores Con, Javier Gabino, Oskar Huber, Stefan Schneider, Juan Luis Hernández, Diego Ceruso, Rodrigo Wilson, Eduardo Castilla, Ana Méndez.
18 CATÁSTROFES NO NATURALES
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Lucía Ortega
LA “COOPERACIÓN SOCIAL” ALEMANA: MODELO EXITOSO PARA EL CAPITAL Oskar Huber
24 EL COMUNISMO NO ES UNA IDEA
Juan Dal Maso
27 TONY GUITERAS Y LA REVOLUCIÓN EN CUBA
Juan Luis Hernández
30 TROTSKY COMO PENSADOR MILITAR
Letizia Valeiras y Fernando Castellá
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LA ORGANIZACIÓN EN LAS FÁBRICAS DURANTE EL PREPERONISMO Diego Ceruso
36 EL FOTÓGRAFO DE LA CLASE OBRERA URUGUAYA
Rodrigo Wilson
39 NADIE LEERÍA A UN DETECTIVE QUE SIRVE A LOS
INTERESES DE LOS RICOS Entrevista a John Connolly
42 PAPPO. EL ÚLTIMO EXISTENCIALISTA
Fernando Aiziczon
45 RESEÑA DE GENERACIÓN HIP-HOP. DE LA GUERRA
DE PANDILLAS Y EL GRAFITI AL GANGSTA RAP, DE JEFF CHANG Juan Duarte
46 RESEÑA DE VOLVERSE PÚBLICO, DE BORIS GROYS
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Ariane Díaz
RESEÑA DE PERÓN Y LA TRIPLE A, DE SERGIO BUFANO Y LUCRECIA TEIXIDÓ Eduardo Castilla
EQUIPO DE DISEÑO E ILUSTRACIÓN Fernando Lendoiro, Adela García, Anahí Rivera, Natalia Rizzo.
PRENSA Y DIFUSIÓN ideasdeizquierda@gmail.com Facebook: ideas.deizquierda Twitter: @ideasizquierda Ilustración de tapa: Anahí Rivera www.ideasdeizquierda.org Entre Ríos 140 5° A - C.A.B.A. | CP: 1079 - 4372-0590 Distribuye en CABA y GBA Distriloberto - www.distriloberto.com.ar Sin Fin - distribuidorasinfin@gmail.com ISSN: 2344-9454 Los números anteriores se venden al precio del último número.
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2001 a la actualidad, nueva vanguardia obrera e izquierda
LO QUE NOS PASÓ Christian Castillo* Consejo editorial. Según quien hable, la respuesta a la convocatoria del panel va a ser muy diferente. En nuestro caso ha sido un proceso lento pero persistente de crecimiento de la izquierda obrera y socialista, con un salto en la influencia orgánica en sectores de la clase obrera, de la juventud, del movimiento de mujeres, y en la constitución del Frente de Izquierda como una referencia política por la independencia de clase que ha superado a las otras variantes de la izquierda. Si nos retrotraemos al 2001 lo primero que hay que señalar es que los ciclos políticos en la Argentina, aunque tienen su especificidad, en general son parte de procesos más amplios, a nivel latinoamericano, y a veces a nivel internacional. Mayo de 1810 y las guerras de la independencia posteriores como parte de las rebeliones en hispanoamérica, producto de la crisis del imperio español por las invasiones napoleónicas. El peronismo, como parte del fenómeno de los nacionalismos burgueses del continente, como fueron el cardenismo mexicano, el varguismo en Brasil, el APRA peruano o el MNR en Bolivia. El ascenso revolucionario de los setenta, que tuvo en el cono sur latinoamericano uno de sus epicentros. Y, al final del milenio, las rebeliones populares en Ecuador, en Bolivia con la guerra del agua y la guerra del gas, la gran lucha de los estudiantes mexicanos de la UNAM de 1999-2000 que tuve la oportunidad de acompañar, y el levantamiento del 19 y 20 de diciembre del 2001 en Argentina fueron parte de las acciones que cambiaron,
aunque con desigualdades, el ciclo político en la región. Esto coincidió con la crisis internacional producida por la caída de las empresas Puntocom y multinacionales estadounidenses, así como de empresas importantes como Enron y Worldcom, un sacudón importante del capitalismo global entre 2000 y 2002 en el que la crisis argentina, que aunque venía de arrastre, pegó un salto en ese mismo período, y fue parte de los eslabones débiles: tuvo una caída del 12 % del PBI en poco tiempo. Esta bancarrota capitalista es parte integrante de la definición de que lo que atravesó la Argentina fue una crisis orgánica: combinación de catástrofe económica, crisis social y crisis política manifestada en la pérdida de autoridad del Estado en su conjunto, expresada en el “que se vayan todos” y rebelión popular.
2001, potencias y límites La rebelión de diciembre o lo que llamamos “jornadas revolucionarias” tuvo como uno de sus elementos distintivos que se trató de un levantamiento contra un gobierno electo por sufragio universal. En esa semana y en los meses que siguieron se expresaron, condensadas, muchas de las experiencias de lucha y organización que vivimos en la década de los noventa. Recordemos que el antecedente de la caída de de la Rúa se había dado a nivel provincial, siete gobiernos habían caído en Jujuy producto de la movilización popular; el Santiagueñazo de diciembre de 1993, que fue quizás la primera
gran rebelión contra el menemismo, donde todos vimos que la población ocupó la casa de gobierno, tomó las casas de los políticos, el poder judicial, la legislatura provincial. Ahí vamos a ver el antecedente de voltear un gobierno con la movilización en las calles. También está la proliferación de asambleas populares, que tenían sus antecedentes en las puebladas, que desde Cutral Có y Plaza Huincul se extendían. Todavía recuerdo la transmisión del canal Crónica que en vivo y en directo mostraba que el intendente tenía que ir como uno más a las asambleas y la población votaba todo junto con los primeros piqueteros. Expresaban esa idea de la democracia directa, enfrentando lo que había sido el saqueo brutal en las ciudades que habían sido petroleras y donde la desocupación duplicaba los índices a nivel nacional. Hay otro componente, que no se expresó con tanta fuerza en los días decisivos del 19 y 20 de diciembre pero que atravesó el gobierno de la Alianza, que fue la confluencia de los sindicatos con el movimiento de desocupados. Hubo 7 paros generales bajo el gobierno de la Alianza que no nos podemos olvidar, enfrentando primero la reforma laboral, y después con algunos en donde se combinaban los cortes de los sindicatos y de los movimientos de desocupados. También tenemos los levantamientos con acciones del movimiento de masas enfrentando a la represión, como en Tartagal y General Mosconi, donde en uno de los levantamientos se detienen al comisario y varios policías hasta que soltaran a los manifestantes que habían sido detenidos. »
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POLÍTICA
Esa acumulación de experiencias para diciembre del 2001, contrastaba con un nivel de derrota muy fuerte de la vanguardia obrera. No quedaban casi militantes de izquierda en las fábricas, ya que habían sido barridos en la década del noventa. Había, sí, una presencia importante del movimiento de desocupados y empezaba a tomar fuerza el movimiento de fábricas recuperadas con la experiencia de Zanon y de Brukman, quienes el 18 de diciembre ocuparon una de las 120 fábricas que llegarían a ocuparse entre 2001 y 2002 en el país. Y enseguida, tras la caída de la Rúa surgían también las asambleas populares retomando la tradición de las puebladas. Esa fuerza social que se puso en movimiento alcanzó para voltear un gobierno pero, al no haber centralidad de la clase obrera ocupada, como sí había ocurrido en el Cordobazo o el Rosariazo, no contaba con la capacidad para ser alternativa de poder. Ese fue su gran límite y lo que permitió que la movilización popular fuera utilizada por la fracción devaluacionista de la burguesía para llegar al gobierno de la mano de Duhalde. Es evidente que en una estructura social como la de Argentina, aún cuando tenés un 25 % de desocupados, si en el otro 75 % del movimiento obrero, de los asalariados de este país, que son un 73 % de la población económicamente activa, vos no tenés una fracción significativa, pretender quebrar el poder del capital es una ilusión. Es decir, con los desocupados a lo sumo, 2,5 del 10 podían organizarse. Una fuerza social insuficiente para poder ser alternativa de poder de conjunto. La verdad es que en el movimiento sindical había una debilidad de la izquierda muy fuerte, sobre todo en el movimiento obrero industrial que hizo que la mayoría fuera base de la política devaluacionista. Hugo Moyano acompañó a la fracción devaluadora de la burguesía y conformó un pacto social con Duhalde que después se extendió durante el kirchnerismo hasta 2012.
El desvío Entonces había una debilidad de la izquierda clasista en aquellos momentos. Desde la izquierda veníamos en una lenta acumulación, pero muy débil en relación a lo que nos planteaba el desafío de una crisis del poder de los de arriba. Por eso, entre los límites de lo que emergía desde abajo, y la recuperación económica, la clase dominante logró contener los alcances de la crisis orgánica. Quizás si la crisis económica hubiese seguido un año o dos se podía avanzar rápidamente, lo que fue la ocupación de algunas fábricas se transformaba en la ocupación de decenas de miles y la burocracia sindical colapsaba, pero en junio de 2002 empieza a repuntar la economía, se empieza a revertir esa enorme caída gracias al desplome del costo salarial (que tuvo como contrapartida caída del poder adquisitivo del salario de 40 %) y gran capacidad
productiva instalada ociosa. Y también, por un ciclo internacional que permitió el alza de los precios de las commodities gracias al cual toda América Latina vivió un ingreso de rentas muy alto. Esto permitió que los gobiernos que surgieron como respuesta capitalista a la crisis de los gobiernos neoliberales pudieran, en parte, hacer ciertas concesiones, paliar situaciones, dar planes, y subsidios a la burguesía y contener por un momento al movimiento de masas, con margen para no ir a un enfrentamiento directo. A la burguesía le vino bien que en las elecciones de abril de 2003 el segundo fuera Kirchner, y que gracias a la renuncia de Menem al ballotage surgiera un gobierno que pudiese hacer ciertas concesiones, tomando en forma bastardeada algunas demandas populares para legitimar su proyecto (restaurador del poder estatal). El kirchnerismo conformó una coalición que se basó en parte del propio aparato político peronista que había sido parte del menemismo –tratando de reconvertirlo en el discurso, pero manteniéndolo como estructura de poder–, en una fracción de la burocracia sindical, y cooptando un sector del progresismo. Esas son las tres patas de la alianza kirchnerista. No es cierto, como se mencionó en una mesa anterior, que las únicas represiones del kirchnerismo fueron contra movimientos ambientalistas, que las hubo. La vanguardia obrera, cada vez que dio luchas duras fue víctima predilecta del accionar represivo del estado y la burocracia sindical. Lo vimos en Kraft en 2009. En Lear el año pasado hubo 13 represiones a los cortes en Panamericana, usando gases pimienta, que me tocó soportar personalmente; a mi compañero Nicolás del Caño le pegaron 18 balazos de goma en una represión dirigida por Berni. Hubo 60 compañeros procesados y una cantidad enorme de heridos. Más recientemente a los trabajadores de la línea 60 los quisieron correr a balazos de goma y los compañeros resistieron. En 2010 la burocracia sindical asesinó a Mariano Ferreyra. Cada lucha de la vanguardia obrera en este país fue brutalmente reprimida durante el kirchnerismo, porque no quería que se desarrolle un sector del movimiento obrero como alternativa a la burocracia sindical.
El emerger de una vanguardia obrera Hay que tener muy claro este punto, porque uno de los fenómenos posteriores al 2001 es que vimos un peronismo tradicional pero con una dirección con discurso de centroizquierda que intentó bastardear las banderas de la izquierda y así ocupar gran parte del espacio político durante este tiempo. Y por otro lado hubo una izquierda que se mantuvo firme, que no se fue detrás del kirchnerismo como hicieron otros sectores ni buscó otros atajos de centroizquierda ni apoyó a las patronales agrarias, sino que vio que había una posibilidad de reconstrucción
de una vanguardia obrera clasista. Esta fue una enorme apuesta estratégica que hoy la estamos viendo materializarse cuando en algunas fábricas, no por generación espontánea sino por un trabajo político sistemático, paciente y con convicciones, hay una nueva vanguardia obrera en la Argentina. En el 2001 nosotros hablábamos políticamente desde la vanguardia obrera que en gran medida no existía o que existía muy limitadamente en las fábricas. Y hoy, aunque sigue siendo minoritaria, existe una vanguardia obrera que se reúne, lucha, delibera y está construyendo una identidad política de izquierda, alternativa a la de la dirección burguesa del peronismo. Y este es un hecho de la realidad política de estos años. Entonces a la pregunta de “¿qué nos pasó?”, hay que responder que avanzó la reconstrucción de la vanguardia obrera en la Argentina, sin lo cual no puede explicarse la emergencia política del Frente de Izquierda y de los Trabajadores como dominante dentro del conjunto de la izquierda. En las mismas fábricas donde se hizo el genocidio para liquidar a la vanguardia de los años setenta, empieza a haber delegados y comisiones internas que le disputan el poder a la burocracia. Si un objetivo tuvo el genocidio fue barrer esa vanguardia obrera que se había generado desde la Resistencia o si se quiere desde El Cordobazo. En cada gran fábrica argentina hubo un centro clandestino de detención, por eso las fábricas aparecieron militarizadas el día del golpe. Reconstruir ese hilo histórico, que vuelva a formarse esa vanguardia obrera, clasista, anticapitalista, socialista, es una enorme tarea en la cual hemos dado algunos pasos importantes en este periodo histórico. Porque no se puede entender ni la formación del Frente de Izquierda, ni por qué logró destacarse entre el resto de las otras corrientes sin esto, o sea sin la lucha persistente y resistente de la vanguardia del movimiento obrero durante el kirchnerismo. Sin esto el FIT no existiría o sería mucho más limitado. Muchas cosas de la relación de fuerzas del 2001 están presentes y son experiencia acumulada de la clase obrera. Hoy, cuando vemos que se cierra una fábrica la ocupación y la puesta a producir tiene legitimidad política. Recogiendo los catorce años que ya lleva la experiencia de Zanon, recientemente los compañeros de la ex Donelley, hoy Cooperativa MadyGraf, llevan ya un año de gestión obrera en una de las principales imprentas del país. Ahora los compañeros de Worldcolor en Pilar están tratando de hacer lo mismo contra la empresa que quiere sacarlos. Esta es una experiencia que se ha mantenido viva, es decir, si en Argentina la recesión lleva a un cierre de fábricas más generalizado, no van a pasar sin lucha esos cierres, porque hay una experiencia acumulada de que fábrica cerrada se puede ocupar y poner a producir. Si crece
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la desocupación, van a surgir movimientos de desocupados en la Argentina sin ninguna duda. Y si hay mayores niveles de insubordinación política por mayor crisis del régimen, de los de arriba, van a surgir de vuelta expresiones de democracia directa porque son experiencias acumuladas, que las han desviado, pero no las han derrotado en las calles.
Las disyuntivas de la burguesía Esta recomposición de una vanguardia obrera es el gran problema que tiene el que suceda a Cristina Fernández, que en cualquiera de sus variantes viene a aplicar el ajuste. Yo creo que es la gran explicación de por qué el establishment, lenta, pero firmemente se inclina por Scioli. Con Macri sueñan, con Scioli piensan como realistas. El candidato del FPV ganó en 20 de 24 distritos, tiene la mayoría de las gobernaciones, casi toda la burocracia sindical y una gran parte del aparato de los intendentes. Si uno piensa en aplicar un ajuste y en quién le garantiza gobernabilidad, salta a la vista que Macri tiene poco poder real. Saben que se van a tener que enfrentar a una resistencia muy fuerte. Y esa es la importancia que han tenido todas las luchas del último tiempo, mostrar que nada va a pasar sin un combate decidido. Que un ajuste no es que van aplicarlo y no va a pasar nada. Acá va a haber resistencia. Se ha mostrado en la gran lucha de Lear. Nueve meses de resistencia frente a los despidos el año pasado. Pero también en el acatamiento que tuvieron los paros generales impulsados por el sindicalismo opositor de Moyano y Barrionuevo y la CTA de Micheli, y en la voluntad de hacer piquetes en esos paros generales por parte del sindicalismo combativo. En las paritarias de este año vimos la gran pelea del quiebre de los topes salariales de los aceiteros de Santa Fe. La lucha dada por los compañeros de la 60 y por los compañeros de Cresta Roja. Una voluntad de combate que condiciona a la burguesía y que también la va a hacer pensar. Si ataca y ataca con los ojos cerrados va a encontrar una enorme resistencia. Es muy sintomático que los candidatos de derecha hayan tenido que disfrazar su programa. Ninguno puede decir la verdad de lo que van a hacer. Lo dicen sus gurúes económicos en reuniones reservadas o cuando se reúnen con los grandes empresarios. Pero no lo pueden decir en la campaña electoral.
Elección y después. El desafío de organizar a la vanguardia El Frente de Izquierda agrupa a fuerzas políticas que no nos fuimos ni detrás del gobierno ni de las variantes de centroizquierda. Miren hoy dónde está Juez, con Macri. Miren dónde está Pino Solanas, dirigentes por los que habían
apostado sectores de izquierda como el MST. Se han vuelto nulidades políticas. Margarita Stolbizer fue en varias provincias de la mano de los frentes con el PRO. ¿Cómo va a ser alternativa al PRO quien hace frente con el partido de Macri en varios distritos? En las elecciones que se vienen el 25 de octubre la mayoría de los votos se los van a llevar los candidatos del ajuste, pero no es secundario cuánto saque la única fuerza política que va a levantar una perspectiva antiimperialista, anticapitalista y socialista en defensa de los intereses de los trabajadores. No es lo mismo si la fórmula de Nicolás del Caño y Myriam Bregman y el Frente de Izquierda consigue nuevos diputados al parlamento. No es lo mismo sacar un millón o un millón y medio de votos frente a los candidatos del ajuste, es mostrar una voluntad de resistencia. Lo mínimo que hay que exigirle a toda fuerza que no esté con los candidatos del ajuste es un pronunciamiento inequívoco de que va a apoyar a la única fórmula de las seis que hay que defiende las reivindicaciones y los intereses de los trabajadores. Nosotros luchamos por terminar, en forma revolucionaria, con este régimen y este Estado y reemplazarlo por una república de consejos donde los trabajadores se auto-organicen, desde las fábricas y los lugares de trabajo, que tengan el poder y se auto-determinen. La conquista del poder político por los trabajadores es necesaria para expropiar a los capitalistas y planificar en forma democrática la economía, para poner los recursos materiales e intelectuales de la humanidad al servicio de elevar el nivel de vida del conjunto de la población. Ese es nuestro proyecto estratégico, sabiendo que los avances en la construcción del socialismo dependerán del desarrollo de la revolución en el terreno internacional. En el 2001 se evidenciaron los límites de la “ilusión de lo social”: sin una organización de las masas, espontáneamente, por sí mismas, no quiebran el poder organizado del Estado capitalista. Hay que decirlo con claridad: el autonomismo fracasó. La multitud es menos que la clase. Y la organización colectiva de partido es más que los individuos tirando cada uno para su lado. El enemigo está organizado y golpea desde el Estado, o trata de cooptar y si no existe una fuerza material organizada en las fábricas, en los lugares de trabajo, en los lugares de estudio, que pegue en común contra el enemigo es imposible vencer. Si queremos quebrar el poder del Estado capitalista, ¿cómo vamos a triunfar sin esa organización? ¿Cómo vamos a evitar las cooptaciones si los que somos anticapitalistas y socialistas no nos organizamos en común en un gran partido revolucionario? Los votos van y vienen. Cuando nos va bien, tienen que estar al servicio de construir tal organización. El levantamiento espontáneo, sin dirección revolucionaria y sin centralidad de la clase obrera,
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como fue el de diciembre de 2001, tiene un límite. Y por eso una parte de los autonomistas pasaron de la “ilusión de lo social” a la “ilusión de lo político”, pasaron de seguidores de Toni Negri a seguidores de Ernesto Laclau. Miremos a Álvaro García Linera, que era el principal defensor de los planteos de Toni Negri en Latinoamérica, ¿dónde terminó? Es el vicepresidente de Bolivia, gestionando el capitalismo andino, renegando avanzar hacia el socialismo en Bolivia. Enfrentando a los mineros cuando peleaban por sus reclamos, mandándoles la represión a los trabajadores cuando peleaban. Así terminaron los autonomistas, gestionando el Estado capitalista. El problema es si se construye esa gran organización militante de la vanguardia obrera, si hoy estamos en decenas de fábricas, que mañana sean cientos, miles los lugares de trabajo arrebatados por la vanguardia obrera a la burocracia sindical, así como una fracción de los grandes sindicatos y las organizaciones del movimiento estudiantil. Sin esa organización, sin el avance de la clase obrera como sujeto político, junto con los estudiantes, los sectores pauperizados de las clases medias, con todos los que expresan al pueblo explotado y oprimido en Argentina, es imposible quebrar el capitalismo. Y eso creo que son enfrentamientos que están por venir. Lo que hemos acumulado en cuanto a peso orgánico en los lugares de trabajo y estudio y como referencia política es para grandes enfrentamientos de clase que están por venir. Ahora, las batallas se dan en todos los terrenos y hay una batalla también en el terreno electoral, para todo el que lucha sabe que no es lo mismo que haya o que no haya diputados de izquierda que estén en las luchas, denunciando en los parlamentos a los personeros de la burguesía, los negocios que hacen, mostrando cómo cobran sueldos de gerentes mientras los diputados y legisladores de izquierda cobramos como docentes tal como se planteaba en la Comuna de París, denunciando esa casta política profesional que defiende los intereses de los capitalistas y planteando la necesidad de organizar la movilización extra parlamentaria de las masas. Apostar al fortalecimiento del Frente de Izquierda en octubre es prepararnos mejor para la construcción de la fuerza política obrera, revolucionaria e internacionalista que permita a los trabajadores hacerse del poder.
* Este artículo es una versión corregida de la exposición realizada por el autor en la mesa debate “¿Qué nos pasó? De la irrupción de 2001 a la encerrona de 2015” con Luis Zamora (AyL), Claudio Lozano (FP) y Gabriel Solano (PO).
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POLÍTICA
Notas sobre la sorpresa en las PASO de la izquierda
Del Caño y la “diferencia”
PAULA VARELA Politóloga, docente de la UBA. GASTÓN GUTIÉRREZ Comité de redacción.
A pocos días de las PASO, Beatriz Sarlo, apesadumbrada por la debacle del progresismo, escribía: Sin embargo, mientras no exista algo en la sociedad (en las capas medias, en los jóvenes, en los intelectuales y artistas) que exprese la necesidad de un giro progresista e igualitario, mientras su expresión, en sectores de la juventud o del trabajo, sea solamente el ceremonial ideológico del trotskismo o el kirchnerismo de estos años que terminan, será arduo pensar en una alternativa. Los políticos no son altoparlantes de la sociedad, pero tampoco pueden inventarla. La tradición progresista consiste en vincularse con los jóvenes y con los que protestan. Eso hacen los trotskistas, y Nicolás Del Caño demostró que produce una diferencia. El progresismo no puede buscar el votante abstracto, sino conectar ese mundo confuso, donde hay descontento y rebeldía. (“¿Qué nos pasó?”, Perfil, 16-08-2015). Sarlo apuntaba, como falencia del progresismo, las razones del triunfo de la renovación de la izquierda trotskista. Aquí queremos aportar otras notas para comprender por qué Nicolás Del Caño no solo ganó la interna de la izquierda, superando al histórico dirigente Altamira, sino que amenaza con superar a Stolbizer y el progresismo republicano y proyectar un nuevo salto para el Frente de Izquierda.
1. “Geraçao a Rasca” Hay un componente generacional en “la diferencia” que produce Del Caño y que podemos resumir en lo que los portugueses de las masivas movilizaciones de 20111 llamaron la “geraçao a rasca” para definir, con un juego de palabras,
a los jóvenes que el mercado de trabajo coloca en apuros porque no les ofrece otra cosa que precariedad laboral o desempleo abierto. Esta generación desesperada es la que volvió a colocar sobre la mesa el debate sobre juventud y política2 a través de su aparición pública, con diferentes características locales, en las manifestaciones que cruzaron el mundo desde los indignados en el Estado Español, el movimiento Occupy en EEUU, los jóvenes de Plaza Tahrir, pero también los jóvenes del Passe Livre en Brasil, el “Yosoy132” en México o los pingüinos en Chile. La marca de esta generación no es solo la ausencia de posibilidades laborales (o los trabajos basura y lo que eso significa como disociación entre trabajo y ascenso social) sino el cruce entre esta ausencia y las consecuencias de la masivización de la educación pública de la segunda posguerra. Es decir, el cruce entre las altas expectativas generadas por la educación masiva (en muchos casos educación superior aunque más no sea averiada en su calidad) y las bajas realizaciones dadas por la degradación del trabajo (producto de las contrarreformas neoliberales). A esta frustración recargada se suma el enclaustramiento urbano que significa la imposibilidad de independencia económica, que se traduce en dependencia habitacional profundizando el sentimiento de falta de libertad. La geraçao a rasca son jóvenes, urbanos, que accedieron a distintos niveles de educación pública y hoy no tienen horizontes de integración social más que como “ciudadanos degradados”. Nicolás Del Caño es expresión de esa generación. Y lo es empíricamente (por sus 35 años), pero sobretodo políticamente porque fue el único candidato a Presidente que se erigió en representante de esos jóvenes precarios, y que en su discurso y sus spots puso en
el centro la “tragedia” de la precarización laboral como “destino” de toda una generación.
2. Clase contra casta Ligado directamente a lo anterior aparecen a nivel mundial expresiones de rechazo a la “casta política” como manifestación, justamente, de una democracia que ya no puede albergar a estos jóvenes. Hace un año, en una conversación con Nicolás Del Caño para esta revista, él nos decía acerca de estos fenómenos de la juventud mundial que ... los protagonistas son los jóvenes mezcla de clases medias empobrecidas (por eso tienen presencia estudiantil) y clase obrera empobrecida por la precarización laboral. Ahí se mezclan el hecho de que se enfrentan a proyectos políticos y sociales que los dejan “sin futuro”, con el odio a un personal político que encarna a esos proyectos y que, encima, lleva años en el poder3.
El rechazo al régimen político que cristaliza la precariedad de la vida para los trabajadores y entre ellos para su fracción más débil, los jóvenes, y canoniza la obscenidad del triunfo del capital en la actual coyuntura de crisis capitalista (como diría el millonario Warren Buffet “esto es una guerra y la estamos ganando”), se desarrolla como movilización con fuerte protagonismo juvenil en los procesos mencionados, y en varios países se está canalizando hacia el apoyo electoral a personajes cuyo perfil y discurso adoptan elementos “anti-casta”. Pablo Iglesias de Podemos o Jeremy Corbin de la izquierda del partido Laborista británico entre otros, son las alas izquierdas, orgánicas o inorgánicas, que buscan recrear un espacio político
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socialdemócrata en los países imperialistas, y que viven una primavera electoral que proviene del malestar (fuertemente juvenil, pero bajo ningún concepto únicamente juvenil) ante la degradación de las democracias burguesas. Es que, como describe Owen Jones en el libro El Establishment. La casta al desnudo, los capitalistas están llevando al absurdo la propia definición de Marx de que el Estado es tan solo una junta para sus negocios comunes, poniendo el conjunto de las instituciones públicas y privadas (como los grandes medios) al servicio de sortear la voluntad popular e imponer en la opinión pública que no-hay-otra-alternativa que ajustarse a la crisis. En este escenario, los planteos de revoluciones ciudadanas o democráticas y la apuesta a tibios programas anti-ajuste con que estos personajes despiertan interés electoral, ya mostraron en el fracaso de Syriza en Grecia, que conducen más rápido a la desilusión de las masas y a darle aire a los partidos tradicionales, que a la solución de la precariedad que produce la indignación.
3. El destiempo argentino o la frustración de La Cámpora Ahora bien, la geraçao a rascas y su rechazo a la casta política encuentran en Argentina un particular destiempo (si lo comparamos con la Europa que pone ambos fenómenos sobre el tapete). Aquí esa generación de indignados se adelantó (por virtud y por la violencia de las contrarreformas neoliberales en el país) y salió a sus plazas hace más de una década con el “que se vayan todos”. Hoy estamos asistiendo, de hecho, al inicio de la frustración de la “vía estatal a la integración” y las primeras nuevas manifestaciones de malestar que esa frustración produce. La Cámpora (que en lecturas no muy afectas a las contradicciones es interpretada como “forma institucional” de expresión de las aspiraciones juveniles) es, en la declamación de llevar al palacio el malestar de la calle, la demostración cabal de la imposibilidad del Estado burgués de atender y satisfacer las demandas de estos jóvenes desesperados. El giro a la derecha de La Cámpora, su renuncia sin pelea al “nunca menos”, su aceptación (e incluso adulación) a personajes que son los responsables de esta generación en apuros, como Scioli, es la confesión de la inviabilidad del kirchnerismo como reformador del país burgués. De allí que, muchos jóvenes que se identificaron con el kirchnerismo hoy voten a Nicolás Del Caño. Una encuesta realizada en la Facultad de Ciencias
Sociales en la primera semana de septiembre (basada en 400 casos presenciales) mostró que un sector no despreciable de los estudiantes que se identifican con agrupaciones kirchneristas en la facultad, son votantes de Del Caño a nivel nacional. Esta “emigración” del voto, que en visiones sectarias y despolitizadas es leído como problema, es en realidad la muestra de dos fenómenos simultáneos: la percepción por parte de ese sector de jóvenes de la inviabilidad del “progresismo kirchnerista” (con su inverosímil “el candidato es el modelo”); y la existencia de una propuesta política, encarnada en Del Caño, que reconoce las aspiraciones como justas y que postula, como posibilidad de su realización, una orientación determinada: la conquista de derechos a través de la lucha de clases (como retorno de la política a las calles luego del fracaso del Palacio, pero no a cualquier calle, sino a la Panamericana como “la calle de los trabajadores”) y la conquista de “otra clase de políticos” a través del ejercicio concreto de rechazo a la casta. De ahí que una de las propuestas (y acciones) que “impresionó” a los grandes medios (primero en Mendoza, luego en el país) y concitó apoyo popular es aquella que propone terminar con los privilegios del personal político del Estado capitalista y que todo diputado y funcionario cobre el sueldo de un docente o un trabajador. Como apunta Nicolás Del Caño en una reciente entrevista: ...nuestro planteo de que todos los funcionarios políticos y legisladores cobren como un trabajador no solo es una denuncia contra los políticos del régimen, también apunta a decir que son los jóvenes y los trabajadores los que tienen que tomar la política en sus manos, contra los candidatos que se proponen ser gerenciadores del poder de los grandes capitalistas4.
El candidato a presidente del FIT propone articular esta demanda sencilla con otras medidas que pongan en cuestión el carácter degradado del régimen actual (proclive al fraude y la represión como en Tucumán), con otras propuestas que transicionalmente derriben la separación que generan el Estado y la democracia capitalista entre las tareas políticas reservadas a una casta al servicio de los grandes empresarios y la mayoría de la población trabajadora. En ese sentido, y a diferencia de otros fenómenos antipalacio, la propia temporalidad del proceso argentino y la orientación de izquierda clasista de Del Caño, hacen que se establezca una ligazón
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entre la frustración del intento estatal de respuesta a la geraçao a rascas y una política anticapitalista y abiertamente socialista.
4. La anomalía insistente Pero para entender esta ligazón hace falta señalar un elemento más que es parte de “la diferencia” que produce Del Caño: el sindicalismo de base y la influencia de la izquierda trotskista en él. Como hemos señalado en otros lados5, la década kirchnerista en el movimiento obrero estuvo marcada por la contradicción entre la recomposición social y gremial de la clase trabajadora (aumento del empleo e inhibición relativa del efecto disciplinador del desempleo masivo; aumento del salario real en comparación con los depreciados salarios de 2002; fortalecimiento estatal de las organizaciones sindicales y aliento a la “puja distributiva” hasta 2011) y el mantenimiento de las condiciones de explotación de la década del noventa (precarización de las condiciones de compraventa y consumo productivo de la fuerza de trabajo; mantenimiento de las burocracias sindicales y la lógica de sindicatos de servicios; herencia de la degradación de las comisiones internas en punteros fabriles). Esta tensión es la base sobre la que se desarrolló, desde el inicio del ciclo kirchnerista, el denominado “sindicalismo de base” para aludir a organizaciones sindicales asentadas en el lugar de trabajo con fuerte composición juvenil, que se postularon independientes u opositoras a las conducciones gremiales, defendían la democratización de su organización de base y el uso de la lucha para la conquista de sus derechos robados en el neoliberalismo. En el despliegue de ese proceso (heterogéneo según rama y empresa o sector), el trotskismo comenzó a cobrar cada vez mayor peso, moldeando parte de las aspiraciones de los obreros y obreras, e incidiendo en la definición de las estrategias para satisfacer esas aspiraciones (lo que implica definir también los enemigos, los adversarios y los aliados). Es decir, el trotskismo formó (y forma parte) de la configuración de un sector de la subjetividad de una clase obrera fortalecida durante el kirchnerismo (pero cuya vanguardia soportó el hostigamiento y la represión gubernamental)6. La existencia de centenas de candidatos obreros7 en las listas del PTS en el FIT es una muestra de este proceso, y muestra también que la empatía que produce Del Caño no se basa en características azarosas de su personalidad (que también inciden, por supuesto), sino »
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POLÍTICA
que se asientan en el reconocimiento del PTS como parte orgánica del proceso de recomposición social y gremial de los trabajadores.
5. La renovación como implantación De allí que sea un error considerar que “la diferencia” es consecuencia de un aggiornamiento comunicacional en el discurso político de un sector de la izquierda trotskista (el PTS), o que es pura consecuencia del abandono de la pelea por representar el malestar por parte de la centroizquierda. Si bien ambos fenómenos existen e inciden, la renovación es posible porque lo que le da verosimilitud a Del Caño como expresión del malestar de la generación en apuros (y otros que también están en apuros aunque no sean tan jóvenes) es la implantación del PTS en el movimiento real, particularmente (aunque no únicamente) en el movimiento obrero, el sector que protagonizó las luchas sociales en Argentina de la última década. Es porque en la construcción partidaria que se trazó el PTS, este sector del trotskismo argentino logró ser parte viva de las luchas sociales de la década, que su lenguaje es renovado. La renovación (a diferencia de lecturas que otorgan un peso desmedido a la comunicación) no es solo producto de la creatividad comunicacional sino, por el contrario, de la organicidad de la militancia partidaria. La renovación que se impuso en las PASO del FIT no es un problema etario (aunque la edad expresa la ambición de conquistar nuevos y jóvenes dirigentes, y el espíritu democrático de hacer circular la palabra por muchos “porta parole”) sino un problema de revivificación de la izquierda en tanto ésta se vuelve viva en la práctica concreta de resistencia y lucha en sectores de trabajadores, prácticas y programas que se hicieron vivos (se renovaron) en miles de jóvenes obreros y obreras que forman el sindicalismo de base en Argentina y están pariendo un sindicalismo de izquierda. En una entrevista reciente, Marcelo Leiras destaca como característica específica de la izquierda en Argentina la utilización del escenario electoral como punto de apoyo para fortalecer la construcción en los movimientos sociales8. Esa dinámica se completa con una del mismo signo pero sentido contrario: la construcción en los movimientos sociales como punto de apoyo insoslayable sobre el que se edifica un candidato que expresa esa construcción en lenguaje electoral.
6. Una diferencia esencial En un perspicaz artículo sobre las Paso del FIT, Pablo Stefanoni señala que: Las tres décadas de democracia ininterrumpida han ido calando, de manera más o menos silenciosa, en la cultura política de la izquierda revolucionaria (incluyendo la forma de hablar). Hoy es posible usar las bancas parlamentarias para apoyar las luchas, pero ya no es tan factible ponerlas al servicio de un combate por el “doble poder” al estilo de la Revolución Rusa9.
Que las últimas tres décadas han calado, no hay duda. La canonización de la democracia
burguesa como único horizonte posible de organización social, han colocado a la izquierda revolucionaria a contrapelo de lo “políticamente correcto”. Pero hay tres elementos que operan fisurando la clausura del horizonte de “doble poder” de los revolucionarios. El primero, la propia degradación de esas democracias que hoy se vuelve evidente en los países que parecían exentos de ella (Europa y EE. UU.), degradación ante la que se manifiesta la geraçao a rasca. El segundo, las propias falencias que muestran (en tiempos más rápidos que los esperados) que las políticas de un nuevo reformismo estatalista basadas en teorías (o en interpretaciones de teorías) que, partiendo de la identificación del Estado como terreno en disputa, terminan engullidos por él. Es sintomático que en Enero de este año se hiciera un Congreso Poulantzas en cuyo centro estaba la experiencia Syriza y que en Agosto la “experiencia Syriza” ya haya terminado derrotada10. El tercero, la tozudez de alguna izquierda (la nuestra) en buscar los intersticios de la puesta en práctica de elementos de una estrategia “al estilo de la revolución”. Sería necio no problematizar una situación de crecimiento de una izquierda revolucionaria en un régimen todavía estable. Sin embargo, una lectura más atenta del movimiento político que tiene el ala izquierda del FIT mostraría la insistencia en el intento de transitar creativamente entre la efectiva experiencia parlamentaria y la supuesta inadecuación de “viejos programas”. El parlamentarismo revolucionario por parte de Nicolás Del Caño y los demás representantes del PTS (mostrando también qué nos diferencia de otras experiencias del trotskismo) no resulta una fórmula denuncialista sino una práctica novedosa en un escenario hostil, pero no clausurado a la combinación de intervención política audaz (en el parlamento y en la política pública –incluso en los medios–) y una estrategia en la que adquieren peso decisorio las movilizaciones sociales y las organizaciones de base, empezando por aquellas que agrupan a la vanguardia obrera. El ejemplo del enfrentamiento contra la entrega de YPF a Repsol en las puertas de la legislatura neuquina en 2013 y el rol del dirigente ceramista Raúl Godoy en articular denuncia y rechazo parlamentario (para desnudar la absoluta complicidad de los partidos del régimen), con movilización social y resistencia. O el caso de la utilización de su puesto en la legislatura bonaerense por parte de Christian Castillo en la pelea por la expropiación de la fábrica gráfica Donelley. Y, especialmente, el más resonante rol de Nicolás Del Caño apoyando a los obreros de Lear contra la burocracia del Smata y la bancada “nacional y popular” postradas ante la patronal norteamericana. Son tres ejemplos que muestran una izquierda que acumula fuerza social en la lucha de clases, pero que habría que inscribir, más allá del apoyo a las luchas, en una comprensión de cómo intentan poner de manifiesto elementos de una perspectiva que apunte a torcer la relación de fuerzas y la búsqueda
permanente de nuevos objetivos políticos disruptivos contra cualquier conservadurismo, acomodamiento o ilusión en la papeleta del voto. Existe además, un cuarto elemento (más de coyuntura) que es reconocido por propios y ajenos: el horizonte cercano de ajuste y la consecuente resistencia que éste va a desencadenar en una Argentina que viene hace una década forjando una vanguardia obrera en la experiencia colectiva con la izquierda revolucionaria. Volviendo a la “diferencia”, Sarlo acierta en su caracterización del imposible interlocutor abstracto del progresismo de Stolbizer que se encamina, pese a su insistencia en conjurarlo, a transformarse en una nueva Lilita de denuncias altisonantes mientras se sienta en la mesa de Macri. Pero se equivoca en el menosprecio de lo que expresa el trotskismo al indagar poco en los componentes actuales de “ese mundo confuso de descontento y rebeldía”. Nicolás Del Caño conectó con el mismo, en parte porque evitó caer en una repetición ritual o conservadora del ceremonial ideológico de cierta izquierda (que es precisamente el lugar que el régimen destina para ella) y principalmente porque se encontraba presente en él y se erigió como una voz alternativa para un sector de las masas. Pudo hacerlo además porque el programa de esa izquierda trotskista cuestiona el “ceremonial democrático” (tan caro a la generación intelectual de los 70) en las tramitaciones cotidianas de la distancia entre el horizonte (no abjurado) de revolución (y doble poder) y el escenario de estabilidad del régimen burgués. Una diferencia esencial en la que se basa su permanencia y su renovación.
1 En marzo de 2011 tuvieron lugar en Portugal una serie de manifestaciones que reunieron alrededor de medio millón de personas entre Lisboa y Porto en protesta por la precariedad laboral. La mayoría de los manifestantes eran jóvenes. 2 En los últimos años florecen las publicaciones sobre la repolitización de la juventud a nivel mundial. En Argentina este fenómeno ha sido analizado por José Natanson, Pablo Vommaro, Melina Vázquez, entre otros. 3 “Contra la casta política, un programa anticapitalista. Diálogo con el diputado del FIT Nicolás Del Caño”, Paula Varela, IdZ 14, octubre 2014. 4 Entrevista en La Izquierda Diario impreso (3-09-15). 5 En el libro de Paula Varela, La disputa por la dignidad obrera. Sindicalismo de base fabril en la zona norte del conurbano bonaerense 2003-2014, Buenos aires, Ediciones Imago Mundi, 2015. 6 Ver artículo de Christian Castillo en este mismo número. 7 “Otra clase de políticos, diálogo con los candidatos obreros del PTS en el FIT”, IdZ 21. 8 Entrevista a Marcelo Leiras en Infonews.com (3008-2015). 9 “El pibe Trotsko”, por Pablo Stefanoni, Revista Anfibia. 10 “Poulantzas: la estrategia de la izquierda hacia el Estado”, Paula Varela y Gastón Gutiérrez, IdZ 17.
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“Hizo eso que todos queremos hacer”
Estudiantes secundarios de la Ciudad de Buenos Aires debaten entre ellos qué les llamo la atención de la campaña de Nicolás Del Caño. Esteban de 18 años, estudiante de escuela técnica, Guido de 17 años, estudiante de un liceo normal y Nicolás, joven precarizado de 19 años, conversaron con Selma, de 19, quien coordinó la entrevista para IdZ, nos cuentan qué hizo que cientos de secundarios sean parte de la campaña para renovar y fortalecer el FIT. IdZ: ¿Por qué te sentís referenciado en Nico Del Caño? Esteban: Primero que nada, yo tengo 18 años y particularmente lo voté a Nico e hice campaña por él porque en toda mi vida nunca vi ningún político que hable de nosotros o que entienda realmente cuáles son nuestros problemas. IdZ: ¿Como cuáles? Esteban: Y… por ejemplo que nuestros viejos no lleguen a fin de mes.
Guido: Sí, yo también, personalmente voté a Nico porque me entró más por el lado de la sensibilidad con el tema del apoyo a los trabajadores precarizados o tercerizados y de las horas que están en el laburo; teniendo el ejemplo de mis hermanos que están 12 horas laburando, o sea, la mitad del día laburando y no tienen tiempo ni para ver a los hijos. Y que un candidato tenga esa sensibilidad, porque él la sufrió, estuvo laburando en un call center o vendía corbatas, o sea, venir desde abajo, representar a los que la sufren todos los días fue el lado por el cual más me llamó la atención y por eso quise militar su campaña. Aparte de eso el tema de los derechos humanos, bueno, más por Myriam Bregman, que me pareció una combinación bastante importante, que para ser la izquierda en la Argentina sentía que me representaban.
Nicolás: Para mí, lo que tuvo de bueno la campaña además de lo que decían ellos, es que siempre lo que vemos en los medios es que son los mismos, los que gobiernan o los que quieren gobernar. Ellos, sus diputados y todos los que los rodean, siempre se embarran los zapatos (como con las inundaciones) cuando hay un problema, entonces van y hacen un poco de show y tratan de representarnos, pero justamente es para ganar más plata o para tratar de ganar su lugarcito en el Congreso. Esa gente, a mí por lo menos, me genera odio o asco porque me repugnan, porque entiendo que están haciendo una campaña mentirosa para que después el pueblo y todos los votemos. En
cambio vos veías a Nico que se enfrentaba en el Congreso, en uno de sus spots que salió en la televisión, se enfrentaba particularmente con Capitanich… y básicamente hizo eso que todos queremos hacer y no lo podemos hacer desde nuestras casas, o simplemente porque no los vemos nunca, porque ellos no viajan en transporte público, sino en sus autos y aviones. Y Nico les decía lo que yo les hubiese querido decir en la cara, lo mismo. Nico lo hacía en el Congreso sin ningún problema, les decía que eran representantes de los jefes y de las empresas y no de los trabajadores. Esteban: A mí, por ejemplo, charlando con amigos míos que también lo votaron a Nico y me ayudaron a hacer un poco de campaña, lo que rescatábamos mucho del tipo es que no quiere sacar ningún provecho para él. Que tanto de la campaña, como de su banca en el congreso, no quiere un provecho económico, ni de ningún otro tipo, y eso me parece algo super rescatable cuando todos los candidatos que vemos quieren estar en su sillón para ganar plata y no irse más. Qué se yo, es como decías vos, eso es repugnante. IdZ: ¿Y cuál fue la consigna que más les llamó la atención de la campaña? Esteban: A mí lo de que Nico cobre como un docente y que el resto de la plata la done a fondos de lucha o a los trabajadores, como hizo con la línea 60 de colectivos. Eso, por lo menos a mí, me impactó mucho. No sé cuánto cobrará un diputado más o menos 55 mil pesos o 70 mil o algo así, y me quedo corto, y que cobrando esa cantidad de plata pueda negarse a eso y donarla a gente que realmente la necesita que son trabajadores que están luchando por sus puestos de trabajo o por lo que sea, qué se yo, a mí me parece muy importante, de unos valores muy interesantes.
Selma: Yo tengo una anécdota sobre la campaña que es de una chica que milita en el kirchnerismo, en la JP Descamisados, y ella me escribió y me dijo que iba a votar a Nicolás del Caño, que no se lo cuente a nadie (risas) pero que me iba a cuidar las boletas del Frente de Izquierda y de Nico en particular, y ella definía bien la idea de “renovar y fortalecer” porque por un lado decía que Nico era la izquierda de siempre, la que lucha, la que se organiza, la que conocía desde siempre, pero que por otro lado en Nico veía una izquierda renovada, una izquierda que no es la que denuncia solo en la tele, sino la que se organiza todo el tiempo en los trabajos, en los colegios.
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Guido: Yo tengo un par de anécdotas que están buenas. Particularmente en mi colegio había mucha gente que no valoraba lo que era el centro de estudiantes y lo atacaba bastante simplemente porque no les gusta tal o cual cosa. Pero con la campaña de Nico Del Caño, no solo que se sintieron representados sino que lo hacían público y lo defendían ante todo el mundo. Había chicos del secundario que no pueden votar por la edad que tienen, que les decían a sus amigos más grandes “tenés que votar por Nico Del Caño” porque gana como un docente, porque es trabajador y por todo lo que ya dijimos antes, y que no solamente lograban que sus amigos votaran a Nico Del Caño sino que hacían que sus hermanas, su mamá y los que tenían alrededor también votaran por Nico Del Caño. Es algo zarpado Esteban: Con una chica de mi colegio, que milita en Nuevo Encuentro, me pasó lo mismo que contabas vos recién: la chica me dijo que iba a votar a Nico en las PASO, que en octubre no sabía muy bien, pero que le había impactado mucho la figura de Nico y que sobretodo le había impactado que una figura tan nueva, un pibe de 30 y tantos años, se enfrente a una figura que ya estaba instalada en todo sentido como Altamira. Y la piba me decía que Nico expresaba un montón de cosas, no sólo que expresaba la renovación adentro del Frente de Izquierda, sino que expresaba que la juventud está jugando otro papel en la sociedad, que queremos cambiar las cosas. Eso me dejó pensando. IdZ: ¿Qué esperan para Octubre? Guido: Discutiendo con los pibes del colegio, lo que dicen es que los candidatos que quedan, Macri, Massa y Scioli se van a encargar de cagarnos a palos con la policía. Se las ven negras, en el sentido de que cualquier diversión que quieras tener por fuera del colegio te las vas a ver con más policía, porque es lo único que proponen.
Esteban: Sí, la sensación de que se vienen épocas más complicadas y más difíciles está ahí. Si lo pensás, nos van a querer recortar por todos lados: la educación pública seguro que va a tener un recorte en presupuesto, la salud pública lo mismo… entonces para poder enfrentar cualquiera de estas cosas hay que militar la campaña de octubre con todas las personas que le gustan las ideas de Nico, no solo para conseguir más diputados, sino para poder construir una fuerza en la calle, por abajo, para poder enfrentar la que se viene, si no, no hay forma.
Entrevistó: Selma Saeg
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POLÍTICA
“Uno más de nosotros” Guillermo Álvarez Obrero de la recolección. Gastón Ramírez Economista, docente de la UNJU.
El Frente de Izquierda en la provincia de Jujuy se ubicó como tercera fuerza política en las elecciones del 9 de Agosto. Alejandro Vilca, obrero de la recolección, se consolidó como referencia con su candidatura a diputado nacional, luego de haber quedado fuera de la legislatura jujeña en 2013 por el proscriptivo piso del 5 % exigido por la ley provincial. En esta entrevista, reunimos a un grupo de trabajadores municipales que participaron de la campaña del FIT y que viene de conquistar el pase a planta permanente en todo su sector. Un común denominador de todas sus experiencias es haber pasado por diferentes formas de precarización laboral que los obliga a una estrecha relación con los mecanismos clientelares de los aparatos políticos del PJ o la UCR. A través de sus redes de punteros, con quienes traban una primera relación laboral trabajando como mano de obra barata en las campañas electorales, pasan luego a prestar servicios en los municipios. Así ingresan miles de trabajadores en negro en las dependencias locales y durante años son mano de obra a disposición de los intendentes, sin que los sindicatos hayan desarrollado una pelea a la altura del flagelo. El círculo de precarización se cierra, por decirlo de algún modo, con la injerencia de la organización social Tupac Amaru, cuyas prácticas clientelares consisten en generar una
dependencia profunda con amplios sectores de trabajadores a partir de las viviendas que construyen sus cooperativas. Pero también hay otro aspecto común en sus testimonios: tras años de precarización del trabajo y de la vida, a través del apoyo y el voto al Frente de Izquierda comienza a expresarse un sector de trabajadores y jóvenes que, de a poco, van perdiéndole el miedo a los aparatos clientelares. El pase a planta, como punto de apoyo objetivo, y la personalidad de Alejandro Vilca, como dirigente sindical y referencia política con la que identificarse, se presentan como una forma por medio de la cual se hace oír un sector de una nueva generación de trabajadores que, al finalizar la década kirchnerista, empieza una experiencia política con la “izquierda dura” del PTS. Muchos de ellos son parte de las listas del FIT hacia octubre. Conversamos con Cristian, trabajador de Obras Particulares, delegación Alto Comedero; Cholo, recolector de Alto Comedero; y Alberto, delegado de recolección 4 de junio. ¿Cómo ven lo que sucedió en Tucumán? Alberto: Lo que pasó en Tucumán en las elecciones para mí no fue sorpresa, pero ahí quedó al descubierto cómo trabajan los políticos, cómo se aprovechan de los sectores de más bajos recursos.
Yo la viví acá en Jujuy en los ‘90, hasta que se llegó a un reconocimiento y una conciencia de luchar. En Tucumán se dio a una escala mayor, en donde se mediatizó y salió a la luz, pero esto ocurre en todas la provincias, con los aparatos oficialistas y los opositores. Y acá, ¿cómo ven el resultado del Frente de Izquierda con Vilca? ¿Qué es lo que lo hace diferente a los aparatos? Cholo: Lo diferente es que es un vago trabajador, no es un vago de arriba, no es un vago creído, es un tipo que está con la gente trabajadora y la representa. El pensamiento es lo que lo hace diferente, piensa muy diferente, los pensamientos de él son de apoyar al trabajador y no a la patronal. Y es un tipo creíble, nada más falta que más gente confié en él. La gente que hoy en día lo conoce sí cree en él. Cristian: Yo pienso que Vilca es diferente porque es de otro partido y porque expresa a todos los trabajadores de toda la provincia de Jujuy. Aparte nosotros con el Ale, necesitamos un cambio acá en Jujuy, para que no pase lo mismo que en otros lados, que en Tucumán, por ejemplo. A: Y… Vilca es diferente por su honestidad y es un trabajador que viene de abajo, un pibe de barrio, eso lo hace diferente, todo está basado
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en la humildad y honestidad del compañero. Pero también pesa este círculo que son siempre los mismos, la gente a través de la democracia que hay en Argentina, va creciendo, construyendo conciencia, nos falta igual un recorrido largo para que el pueblo trabajador pueda ser consciente, se acorta la brecha aunque aún es muy larga. La gente lo ve al FIT como una simpatía y un voto castigo hacia todos estos políticos que son los mismos de siempre, pero también lo ven con una gran alternativa diferente. ¿Y en la práctica? C: Lo que lo vuelve un tipo creíble al Ale es que es un trabajador, como uno más de nosotros, que quiere un cambio definitivo acá en Jujuy. Eso él lo expresa en cada desafío que tiene, por ejemplo lo que pide que un legislador cobre igual que un trabajador. Es eso. La gente lo ve como uno más, como uno más de nosotros, que necesita un cambio, uno más de nosotros, un trabajador más. Y bueno eso es creíble, eso es lo que pienso yo. Ch: Lo ven con la mirada de un trabajador común, sencillo, yo creo que lo ven como uno más, que no lo ven como los otros políticos que son agrandados y te miran así rebajante. Él no tiene un trato así, él es un trabajador más, va corriendo detrás de un camión y es una persona común, ni creído ni nada, es alguien sincero. Y además, porque dice la verdad: que hoy en día un trabajador no gana lo que debería ganar, simplemente estoy de acuerdo con las cosas que él dice porque no es justo, porque hoy en día él dice la verdad que estamos con lo justo y no te alcanza. Vilca es militante del PTS, ¿qué diferencia al PTS de los partidos tradicionales en Jujuy? A: La diferencia es abismal, yo me saco el sombrero ante el PTS, es un partido que se hace a pulmón, y se reivindican todas las cuestiones de los trabajadores, eso lo diferencia de todos los demás. Ch: Esos partidos están formados por gente que tiene plata, a diferencia del Frente de Izquierda que está formado por gente trabajadora que no son ricos, que no tienen la plata para pagarse la campaña como hacen ellos que tiran miles y miles de pesos, que ni siquiera son de ellos, porque cuando los eligen sacan la plata de ahí, ni siquiera plata de su bolsillo, a diferencia de nosotros que colaborando, haciendo cosas, se logra la campaña. Esa es la diferencia, aparte la diferencia es que acá hay puros trabajadores, no gente interesada que piensa en robar y quedarse con lo poco que queda en Jujuy. C: Creo que la diferencia es que es totalmente lo opuesto. Lo que lo hace fuerte al Ale es que lo apoya la mayoría de los estudiantes, la mayoría de los trabajadores, todo lo que es la clase media baja, y una parte de la clase media. Entonces es lo que lo diferencia de todos los partidos tradicionales, que es un tipo creíble que va a ir creciendo cada vez más. Y que siga y que aguante.
A: El compañero Vilca se ha ganado la simpatía a través de la trayectoria de la lucha. Lo que nosotros logramos el año pasado en mayo, el pase a planta permanente de la recolección, eso es un apoyo que él tiene ante los que lo puedan venir a atacar. El apoyo se lo da el pueblo trabajador, los municipales sobre todo, pero la simpatía es en general, no solo municipales, en el resto de los trabajadores, estatales, etc. Ch: Sí, Vilca yo creo que se apoya en los trabajadores, y que no tiene que bajar los brazos, porque hay mucha gente que va detrás de él. Y otra gente que más allá de que no sea municipal o no tengan trabajo en blanco ven en él, se apoya en nosotros, porque sabe bien que nosotros estamos detrás de él. Nos representa, él es el representante de todos nosotros, él se apoya en nosotros y nosotros a él lo vamos a apoyar y vamos a estar con él, porque no vamos a permitir que vengan y lo calumnien y digan cosas que no son, porque si lo atacan a él es como si nos estuvieran atacando a todos. Su candidatura y de otros ¿puede ser un medio para perder el miedo? A: Sí, eso sería lo ideal, lo lógico para que el compañero se rodee de los compañeros y los trabajadores, que no es lo mismo que uno la reme solo que la reme en conjunto, es una alternativa muy buena. ¿Cómo vienen las elecciones de octubre? A: La verdad que con mucha preocupación por lo que pasó en Tucumán, pero estamos con una moral muy alta, en las PASO nos fue muy bien, con una gran motivación y una autoestima por las nubes. Estamos con mucha expectativa, esperando realmente que Vilca pueda
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ser el primer diputado obrero, más nosotros de nuestro lugar de compañero recolector para nosotros va a ser un orgullo, con optimismo y con preocupación también por el tema del piso del 5 % que hay en la legislatura para entrar. C: Yo la veo ahí, pero con optimismo y con fuerza. Es difícil pelearla contra el aparato que tiene el FPV, pero hay que pelearla nada más y seguir con la convicción para adelante. Ch: Yo lo veo bastante positivo, veo las listas bastante contaditas, ahora yo creo que va a haber más gente que lo va a votar, que va a ir más gente a votar, porque en estas elecciones no fue mucha gente, y va a haber más votos para nosotros y va a haber más posibilidades para ganar. Pero, ¿y las colectoras? ¿Y Milagro Sala? Ch: Sí, pero el que se postula con Milagro Sala se condena a no ganar. Porque con la Milagro Sala no ganó las otras veces, ahora tampoco. ¿Están pesando algunas medidas para mejorar la campaña? A: Tenemos que superar temores y miedos que son un obstáculo que nosotros moralmente tenemos que superar en conjunto. Por eso agruparnos como dice la canción de la Cuarta Internacional. Si bien yo desde mi lugar de delegado es imposible que pueda ir contra la corriente solo, contra los aparatos, el clientelismo, en lo sindical, la experiencia está en lo que vivimos día a día, cuando nos plantamos. Siempre vamos con la moral en alto, desde nuestro lugar incorporarnos de a poco, viendo la estrategia, la alternativa, esperemos hacer una gran campaña para que llegue Alejandro a ser diputado.
ANÉCDOTAS C: Acá siempre hay discusiones con abuelos, con tíos, que son de otros partidos. Lo bueno es que ellos reconocen que el Frente y que el Ale no agacha la cabeza ante nadie, sigue adelante. Eso siempre se habla en los asados, entre amigos, lo bueno que quedábamos en la conclusión que por lo menos hay alguien que le pelea a los partidos tradicionales. Y la conclusión sería que el Ale tiene que seguir para adelante, que de alguna u otra manera lo van a votar, o se van a pasar para el Frente. A: Una tarde cuando voy al trabajo, era inesperado, me encuentro con una compañera que era precarizada como yo dos años atrás, ella me vio junto a Alejandro y ya me familiarizan con el PTS, con el FIT, por ahí yo paso y la gente me dice “ahí está la izquierda” o “ahí viene el PTS”, lo dice en broma o cariñosamente, o a veces
con otras intenciones… Bueno, salgo a las 17.30 hs. del trabajo, me cruzo con una piba que dos años atrás estaba precarizada como yo, convenio de 320 pesos. Y me dijo “eh Alberto, me enteré que pasaron a planta permanente”, “¿y cómo hicieron?”, me preguntó. Yo le comenté que con la organización de los compañeros recolectores, con la ayuda intelectual del compañero Alejandro. Porque Vilca es una persona inteligente, si bien nosotros teníamos la fuerza o teníamos muchas ideas que coincidíamos, él es una persona más avanzada que nosotros, con todo ello pudimos alcanzar el pase a planta. Esa chica me dijo “no te olvides de traerme votos, mi jefe es radical, no digas nada por mi laburo, yo lo voy a votar a Alejandro, pasá por mi casa y déjame votos”. Ella trabaja en ordenanza. »
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POLÍTICA
Frente de Izquierda
Con la fuerza de las mujeres Andrea D’Atri* Especialista en Estudios de la Mujer En la última década, especialmente en América latina, la presencia de las mujeres en altos cargos ejecutivos y su creciente participación parlamentaria fueron objeto de análisis, pero también fundamento para la ideología de que las mujeres latinoamericanas avanzaban cualitativamente en sus derechos civiles y políticos. Cristina Kirchner en Argentina, Dilma Rousseff en Brasil y Michele Bachelet en Chile se pusieron, en numerosas ocasiones, como ejemplo de los logros y alcances del género femenino en este lado del mundo. Lejos de esa visión simplista e idealizada que supone que el género de un mandatario hace a las políticas de género implementadas por su gobierno, los índices de violencia contra las mujeres, las tasas de mortalidad por las consecuencias de los abortos inseguros, la impune actuación de las redes de trata y prostitución y la precarización laboral femenina son una constante en la región. El Frente de Izquierda también se propone que esas voces acalladas por la violencia, la sobreexplotación y la discriminación no solo expresen su verdad y sus reclamos en las legislaturas provinciales y el Congreso Nacional, sino también en el Parlasur. Y que las nuevas bancas que conquiste el Frente de Izquierda se conviertan en tribunas y trincheras
desde las cuales se fortalezca la lucha por todos los derechos de las mujeres.
El femicidio invisible del aborto clandestino El contraste entre la presencia de mujeres en altos cargos políticos en la región y la vida cotidiana de las masas femeninas, es vergonzante. En todo el mundo, el 38 % de los embarazos son no deseados, lo que equivale a 80 millones, cada año, de un total de 210 millones de embarazos. En América latina, se calcula que el aborto clandestino provocado en condiciones insalubres y precarias es la causa de una de cada tres muertes de mujeres gestantes y de aproximadamente 800 mil hospitalizaciones por año. Según la Organización Mundial de la Salud, el índice de abortos inducidos de América latina es superior al promedio mundial y es más alto en los países donde esta práctica está penalizada. “En Bolivia, Brasil y Argentina, el aborto es muy restringido. En raras ocasiones, cuando la interrupción del embarazo es legal, las barreras de acceso son insuperablemente altas. Estas barreras incluyen negación por profesionales médicos a prestar atención médica, requisitos jurídicos que piden la autorización de un juez antes que se permita un aborto y tiempos de espera gravosos, entre
otros”, señala un informe de la organización internacional Ipas1. La investigación realizada por Ipas entre 2011 y 2013 en la región revela que existe “una aplicación selectiva de las leyes sobre el aborto y el trato discriminatorio y humillante que las mujeres reciben al no escoger la maternidad. Los infractores pueden ser amenazados o castigados con multas, servicio público o prisión, con condenas que van de entre unos pocos días hasta varios años. La mayoría de las mujeres que son detenidas ya son marginadas por ser pobres, afrodescendientes, indígenas o jóvenes, y carentes de una defensa legal competente”2. Sin embargo, mientras la penalización del aborto empuja a millones de mujeres a la clandestinidad y, a las más pobres y jóvenes, a una muerte altamente probable provocada por estas condiciones, los gobiernos de la región fortalecieron y estrecharon sus lazos con el Vaticano y otros sectores religiosos fundamentalistas, fervientemente opositores a la legalización de las interrupciones voluntarias del embarazo. En Argentina, el gobierno de Cristina Fernández –después de un primer período de cierta relativa confrontación con la jerarquía eclesiástica local- dio un giro rotundo hacia el establecimiento de un pacto
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con el Vaticano, apenas el cardenal Bergoglio fue ungido Papa. Mientras Bergoglio actúa como mediador entre el gobierno y la oposición derechista y garante de la gobernabilidad en el fin de ciclo kirchnerista, el gobierno nacional le permitió la injerencia en asuntos civiles, tales como la modificación a gusto y piacere de la Iglesia de la reforma del Código Civil. La permanente intervención de la presidenta argentina para ordenar a su bloque parlamentario que no otorgue quórum al tratamiento del proyecto de legalización del aborto es una muestra de su tenacidad en esta decisión, que contraría incluso a muchos de sus legisladores y legisladoras que son firmantes del proyecto, pero quienes ponen por encima de sus convicciones la “disciplina partidaria”. Disciplina que cuesta la vida a casi 300 mujeres cada año. El gobierno de Dilma Rousseff, en Brasil, se inició con un escándalo sobre este mismo tema: siendo candidata aún, su negativa a incluir el derecho al aborto en la agenda de su futuro gobierno desconcertó a muchos sectores progresistas que acompañaban al PT. Rápidamente, su alianza con el ex pastor evangélico Marcos Feliciano –quien había impulsado un proyecto para “curar” la homosexualidad-, como también las gestiones para que Brasil fuera elegido como el primer país del continente donde se concretara la visita del Papa latinoamericano, evidenciaron las fuertes alianzas políticas que el PT decidió establecer con los sectores religiosos y conservadores. Párrafo aparte merece Paraguay, donde existe una verdadera cruzada contra las mujeres y las niñas, encabezada por el pacto entre la Iglesia y el gobierno de Horacio Cartes, que ni siquiera ensaya gestos progresistas. La lucha por el derecho al aborto en América latina, evidentemente, debe estar acompañada de un fuerte impulso por promover la separación de la Iglesia del Estado que, en pleno siglo XXI, sigue ejerciendo un poder secular sobre las legislaciones, nuestras vidas y nuestra sexualidad.
Cientos de miles de mujeres, en Argentina, mostraron su hartazgo y su bronca por la brutal violencia que se cobra la vida de una mujer cada 30 horas en el país. Sin embargo, la movilización también fue más allá de señalar este macabro y reiterado fenómeno: grandes sectores señalaron que los medios de comunicación reproducen modelos sexistas que son también violentos; que el aborto clandestino es violencia contra las mujeres; que la precarización laboral también discrimina y que no solo los propios femicidas son responsables de los crímenes que ocurren a diario, sino también las instituciones del Estado, los gobiernos y la justicia, mientras que la Iglesia colabora con la reproducción de estereotipos que vulneran el derecho a la igualdad de las mujeres. “Sabemos que 15 mujeres mueren por día en Brasil solo por el hecho de ser mujeres”, disparó Dilma Rousseff, a principios de este año, cuando Brasil incluyó la figura del femicidio en el Código Penal. Mientras Argentina contabiliza 277 femicidios en el año 2014, en Brasil se registraron 4719 femicidios en 2012. Sin embargo, las respuestas institucionales ante estas brutales estadísticas siguen siendo una verdadera burla para las sobrevivientes de la violencia machista y para aquellas a las que el Estado hizo oídos sordos ante sus denuncias y pedidos de auxilio hasta que fue demasiado tarde. El Frente de Izquierda, por el contrario, presentó un proyecto de ley que propone un Plan de Emergencia Integral contra la Violencia hacia las Mujeres. Sus diputados Nicolás del Caño y Myriam Bregman –que actualmente encabezan la fórmula presidencial del FIT para las elecciones nacionales de octubre– abordan no solo la atención médica, psicológica y legal de las víctimas, sino también las problemáticas asociadas a la condición laboral, salarial, falta de refugios y también acceso a la vivienda propia, entre otros. Pero este proyecto –que está siendo debatido y difundido por grupos de mujeres en todo el país– permanece en un cajón del Congreso porque esas muertes cotidianas no forman parte de la agenda del oficialismo ni de otros bloques mayoritarios.
Ni una menos en toda Latinoamérica
La voz de las mujeres al Parlasur
Sumado al reclamo por el derecho al aborto, la movilización contra la violencia machista y los femicidios también atraviesa las fronteras de los países de la región. Incluso la multitudinaria movilización por “Ni Una Menos”, del 3 de junio de 2015 en Argentina, se replicó espontáneamente en México, Chile y Uruguay.
Otra constante en los países del bloque, y que representa un desafío para cualquier agenda de izquierda, son las condiciones laborales de las mujeres. De diferentes formas y mediante diversas políticas, los gobiernos avalan o alientan la precarización laboral (empleos part-time, horarios flexibles, etc.) y el abaratamiento de los costos de
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la mano de obra, en pos de facilitar las inversiones y negocios. Las condiciones laborales de las mujeres en el Mercosur, como en toda América latina, confirman la tendencia mundial (la propia OIT constata que el 50 % de las mujeres que trabajan lo hacen en condiciones precarias)3. Por eso, la participación de las mujeres en la Lista 1 A, encabezada por Nicolás del Caño y Myriam Bregman, que se impuso en las internas del Frente de Izquierda, no fue un dato menor. La inversión del cupo femenino, en algunos distritos, el promedio de un 60 % de mujeres a nivel nacional y la destacada participación de muchísimas mujeres trabajadoras (de la industria, docentes, enfermeras, estatales, etc.) son la consecuencia legítima de la existencia de una fuerza de mujeres que batalla contra la explotación capitalista, enfrenta a las burocracias sindicales, se organiza por sus derechos y encuentra en el Frente de Izquierda un canal político, donde expresar sus luchas. En las elecciones de octubre se votarán, por primera vez, representantes al Parlasur. La lista del Frente de Izquierda sostiene que la voz de las mujeres, la clase trabajadora y la juventud se oiga en ese parlamento del Mercosur. Sin embargo, sabemos que lejos de ser una tribuna de los pueblos latinoamericanos, el Parlasur es una institución casi decorativa, donde lo que predomina es el lobby para garantizar los negocios de las grandes empresas imperialistas que operan en la región, ofreciéndoles mejores condiciones para la explotación de las clases trabajadoras sudamericanas y la obtención de ingentes ganancias. Por eso, Nicolás Del Caño en su rechazo en la Cámara de Diputados, no solo señaló la hipocresía de los discursos de la “unidad latinoamericana” de los gobiernos regionales, sino que también planteó que con el Parlasur “se establece una clara ampliación de las prerrogativas y privilegios de estos parlamentarios, incluso sobre lo que determina la propia Constitución Nacional” y denunció que “se intenta ampliar los privilegios que hoy tienen los funcionarios y legisladores a nivel nacional a los integrantes de este nuevo cuerpo, con salarios y jubilaciones decenas de veces superiores a los de la media de cualquier trabajador, garantizándose por esta vía una casta de políticos que, cual gerentes, les aseguran sus negocios a los grandes capitalistas”. Por ese motivo, sostenemos que esos parlamentarios, como todos los funcionarios políticos, también perciban una dieta que no sea superior al salario de » una maestra.
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“ Poner esa “tribuna regional” al servicio de la lucha de las mujeres por nuestros derechos no puede estar escindido de la construcción de un fuerte movimiento de mujeres en América latina...
”
A pesar de ello, consideramos que conquistar allí la presencia de una voz de las mujeres, la clase trabajadora y la juventud, permitirá contar con una nueva tribuna para denunciar la situación en la que vivimos las mujeres de Argentina y toda América latina, pelear por nuestra agenda común de lucha, pero también impulsar la solidaridad con las luchas obreras y populares, por encima de las fronteras, expresando la necesidad de unir a los pueblos trabajadores de toda la región e internacionalmente. Poner esa “tribuna regional” al servicio de la lucha de las mujeres por nuestros derechos no puede estar escindido de la construcción de un fuerte movimiento de mujeres en América latina, que sea una fuerza política consecuente en la lucha por los derechos democráticos y que se proponga la perspectiva de la revolución socialista para la emancipación femenina y para acabar con la explotación capitalista que hoy recae, con doble peso, sobre las espaldas de las mujeres. En ese camino abona su práctica política la agrupación de mujeres Pan y Rosas con presencia no solo en Argentina, sino también en Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay y México. La tribuna del Parlasur permitiría amplificar para las mujeres de América latina los ejemplos de nuestras compañeras obreras de Kraft-Mondelez de Argentina, que paralizaron la producción contra el acoso sexual de un supervisor contra una trabajadora, o de las mujeres de MadyGraf, que después de resistir junto a los trabajadores el cierre de la empresa, la pusieron a funcionar bajo control obrero, sosteniendo una campaña permanente contra la violencia hacia las mujeres. También el ejemplo de nuestras compañeras de Pão e Rosas, del Sindicato de Trabajadores No Docentes de la Universidad de San Pablo (Brasil), que en medio de una durísima huelga por reivindicaciones sindicales, impulsó una campaña contra la homolesbotransfobia, o el de las trabajadoras del metro que enfrentaron los despidos y persecuciones del gobierno derechista de San Pablo, al tiempo que sostienen una gran campaña contra la violencia, los abusos y violaciones que sufren las mujeres en el subterráneo. Acciones como
estas, son el testimonio de que la lucha por la emancipación de las mujeres no es, ni puede ser un tema “anexo” en la agenda de una izquierda que se propone fortalecerse cada vez más, en los principales batallones de la clase trabajadora del continente. Por el contrario, son parte esencial del camino de la lucha por la liberación de todas las cadenas de explotación y opresión. Hoy, Pan y Rosas tiene el desafío de que todas las tribunas políticas que el Frente de Izquierda de Argentina pueda obtener en las legislaturas provinciales, el Congreso Nacional y el propio Parlasur, sean una prolongación –en otro terreno- y un amplificador de la lucha que diariamente nos encuentra en las calles, enfrentando a las patronales, las burocracias sindicales, los gobiernos que gerencian los negocios de los capitalistas y sus fuerzas represivas, a un lado y a otro de sus propias fronteras.
* Candidata a Diputada al Parlasur por el Frente de Izquierda. Fundadora de la agrupación de mujeres Pan y Rosas, con presencia en Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia, México y el Estado español.
1 Ipas, (2013-2015), “Cuando el aborto es un crimen. La amenaza para mujeres vulnerables en América latina”, Chapel Hill, EE.UU. 2 Ídem. 3 Para ver más sobre precarización laboral entre las mujeres, L. Ortega, “Entre la feminización del trabajo y la precarización”, IDZ 20, junio 2015.
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La “sorpresa” Del Caño no es sorpresa si se construye dolores con Documentalista, TVPTS. Javier Gabino Documentalista, TVPTS.
Desde el surgimiento del FIT en 2011 la política comunicacional desplegada por nuestra coalición fue tomada como una novedad en la izquierda, no solo por aquellos en los que generó simpatía, sino también por analistas publicitarios y referentes intelectuales críticos. La sorpresa sería que organizaciones trotskistas, antisistema, ancladas en el “viejo marxismo”, “ortodoxas”, de pronto tomamos en nuestras manos métodos modernos de publicidad que nos permiten un diálogo de masas y que se traducen en votos. Las recientes PASO 2015, con una interna competitiva que enfrentó dos listas en el Frente, no fueron la excepción. En realidad, esto no puede ser ninguna sorpresa si se tiene verdadera voluntad de poder en el siglo XXI. Desde la lista 1A que postuló a Nicolás del Caño, quien resultó elegido candidato a presidente del FIT, desplegamos una campaña militante ofensiva, no solo aprovechando los espacios gratuitos para spots de TV, sino también las redes sociales, echando mano a múltiples formatos audiovisuales, musicales y gráficos. El hecho
fue destacado por distintos medios y se inscribe en lo que desde el Frente hicimos en distintas campañas electorales. Surge así un planteo que es interesante pensar: ¿es que la izquierda está aprendiendo a hacer un buen “marketing”? En este artículo abordaremos entonces dos aspectos. El primero es difícil para los límites de una revista: intentaremos ubicar la política comunicacional o la publicidad de una organización revolucionaria dentro de lo que el marxismo llamó siempre “agitación y propaganda”, en contraposición a entenderla como el “marketing” de los partidos del sistema. En una segunda parte analizaremos desde esta óptica la campaña de las PASO en el FIT, en particular la forma y el contenido político desplegado por nuestra lista 1A. El ejercicio no es arbitrario. En estos momentos el Frente de Izquierda se encuentra delineando una campaña unitaria hacia las elecciones generales de octubre, donde deberemos desplegar todos los recursos creativos y comunicacionales que se necesitan para seguir instalando al FIT como la alternativa política de los trabajadores
ante los candidatos del ajuste. Pero la campaña electoral en la que nos embarcamos es solo un paso, ya que la agitación política tendrá una gran importancia para la izquierda trotskista también después, como la forma de establecer un vínculo perdurable con sectores de masas. La “agitación y propaganda” es un auxiliar privilegiado de la estrategia para construir un partido revolucionario y movilizar una fuerza social capaz de intervenir y cambiar el curso de los acontecimientos políticos.
¿Puede haber un “marketing” leninista? Obviamente hay un siglo de distancia entre la época de Lenin y la actualidad, en la cual los medios masivos de comunicación reconfiguraron de manera cualitativa la forma de hacer política. Pero un hipervínculo que busque comprender la lógica de la “agitación y propaganda leninista” no es un anacronismo, en tanto las ideas fundantes y muchas técnicas de la propaganda/publicidad política moderna nacieron en el período de entreguerras mundiales y en su explosión durante la II Guerra Mundial »
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del siglo XX. Es decir que muchos conceptos utilizados en “épocas de paz”, para campañas políticas e incluso para el comercio, se forjaron en medio de crisis, guerras, y revoluciones; donde las organizaciones políticas y los Estados lucharon abiertamente por ganar adhesión masiva para sus objetivos de acción. Ese tipo de relación entre publicidad política, medios de comunicación y lucha de clases para forjar ciertos “paradigmas” se mantiene hasta el día de hoy, donde por ejemplo el uso de las redes sociales como aglutinante no solo viene de estudiar la campaña presidencial de Obama, sino los movimientos sociales de la llamada “primavera árabe”. Aún así la respuesta a la pregunta del subtitulo es: NO. Si nos atenemos a pensar los distintos significados de la “agitación y propaganda leninista”, la respuesta invariablemente es la contrapuesta al “marketing”, ese tipo de publicidad que tiene por objeto la comercialización de un producto, y de la que echan mano los partidos del sistema y hasta los fenómenos políticos que se presentan como izquierdistas al estilo Podemos del Estado Español. Este ejemplo es interesante puesto que se convirtió en punto de referencia a nivel internacional para sectores de la izquierda, tal como lo fue Syriza en Grecia. Para ilustrarlo basta citar una parte de lo que Pablo Iglesias dice cuando se entrevista con Manuel Castells (el teórico de la “Sociedad Red”) y descubrir en su pureza esta ideología del “discurso eficaz”: “Esto que se ha dicho de querer construir desde la base, en los barrios, en los territorios sociales, y que después todo ese trabajo de hormiguita de años vas a una especie de banco político y lo cambias por poder político (sic), eso no funciona. Si somos capaces de usar los medios de comunicación esto puede ir muchísimo más deprisa”. Así explica luego que su política comunicacional fue su principal herramienta para asumirse como partido político y para trabajar sobre el “sentido común” que surgió luego del 15M, ya que “es mucho mas partido político un medio de comunicación que un partido convencional”, la gente “no milita en los partidos sino en los medios de comunicación”. Como expresión de su programa político, y sin buscar, claro está, ninguna referencia al leninismo, este es hoy el ejemplo internacional más claro de un “marketing de izquierda”.
¿Pero entonces qué es la “agitación y propaganda leninista”? El mismo concepto tiene cierta movilidad y evolución en el bolchevismo y no refiere siempre a lo mismo. Pero existe una llave: si tomamos los distintos usos positivos que tiene en los planteos de la III Internacional jamás se refiere al mero “discurso” ni a “difundir ideas” o “realizar campañas” desde afuera sobre la clase obrera y las demás clases oprimidas, sino a una relación estrecha entre experiencia y conciencia desde adentro de la clase trabajadora. El hecho que queremos destacar es que si se intenta seriamente el estudio de los problemas de la comunicación de masas de una organización revolucionaria, desde cualquier punto que se profundice, uno se encuentra de lleno con la acción política y la organización, alejándose de la lógica de los medios de comunicación como se entienden en la actualidad para la formación de partidos políticos. Este punto de partida metodológico es clave en vistas de las distorsiones a las que puede llegarse si uno encara hoy sin más el problema de la agitación política revolucionaria solo como “publicidad” en tiempos del auge de la “videopolítica”, donde se considera a “los medios como único medio” de supuesta construcción, alejada del trabajo estructural1. Existe otra clave importante, y es la “agitación y propaganda” a partir de la práctica política, como una llave que permite abrir el camino a las masas. Esto que puede encontrarse en múltiples escritos de la III Internacional resalta por ejemplo cuando se refiere al parlamentarismo revolucionario. Así es que en las resoluciones de su segundo congreso en 1920 se leía que “todo diputado comunista al Congreso debe comprender que no es un “legislador” que busca un lenguaje común con los demás legisladores, sino un agitador del Partido, enviado al campo enemigo...”. Que los diputados comunistas deben subordinar toda su actividad parlamentaria a la acción extraparlamentaria, e incluso presentar regularmente proyectos de ley concebidos para la propaganda, agitación y organización revolucionaria... y aunque no existía el videoactivismo de hoy en día o la TV en vivo, los diputados debían “ponerse a la cabeza de las masas proletarias, en primera línea, bien a la vista, en las manifestaciones y acciones revolucionarias”.
Si nos atenemos a la comunicación política planteaba llanamente que “los diputados comunistas deben utilizar en el Parlamento un lenguaje comprensible para los obreros, los campesinos, las lavanderas y los pastores, de tal manera que el Partido pueda editar sus discursos en folletos y repartirlos en los rincones más atrasados del país”. Obviamente no existía internet, Youtube, Facebook ni Twitter que hoy ayuda mucho a estas subversiones. Sobre esta base hay que considerar la especificidad de la “agitación y propaganda masiva” como un co-determinante de los resultados buscados en las batallas políticas. Y en este sentido es clave estudiar, recrear y desarrollar todo lo que la “agitación y propaganda” tiene de específico como lenguaje de comunicación de una organización revolucionaria. La agitación y propaganda masiva es una unidad dual entre “idea y habilidad” para facilitar su recepción. El área especial que no sería otra cosa que la máxima expresión popular de la política de esta organización, en busca de conquistar y sostener autoridad de dirección y masa crítica para influir en la realidad.
Campaña militante, redes sociales y redes reales Desde la lógica de la “agitación y propaganda leninista”, entonces, ninguna campaña de la izquierda revolucionaria puede ser solo mediática. No solo porque el acceso a los grandes medios nos es constantemente negado, o es muy parcial y estamos lejos de los recursos de los grandes partidos burgueses, sino porque eso es contrario al marxismo revolucionario que hace agitación política con su propia práctica. La misma utilización ofensiva de las redes sociales por parte de la lista 1A deviene de esto: más allá del pensamiento que puede tener un equipo de profesionales y creativos abocados a las campañas de agitación, las redes son efectivas si son un vehículo de expresiones de redes de construcción reales que se movilizan con entusiasmo por un objetivo político. ¿Cuál fue el contenido político que entusiasmó a militantes y simpatizantes de la Lista 1A? En primer lugar señalar claramente al enemigo: la idea de que Scioli, Massa o Macri no son más que “los hijos políticos de Menem”, “los candidatos del ajuste”; esa consigna fue lanzada por las redes y continuada durante
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toda la campaña en videos que hoy tienen millones de visitas. Pero forma y contenido deben ir unidos, por eso nuestros spots no solo produjeron piezas ficcionales sino fundamentalmente documentales, montaje de archivo de lo que hicieron nuestros compañeros en dos años como diputados nacionales o provinciales ¿no estaba planteado mostrar que votar diputados de izquierda sirve para luchar en las calles y en el parlamento? Con esta convicción el spot de TV que la lista 1A envió a todo el país para ocupar la mayor franja de difusión gratuita, se propuso mostrar el valor del “parlamentarismo revolucionario”. En él expusimos cómo el diputado Del Caño defendió en las calles y en el parlamento las luchas de los trabajadores, las mujeres y la juventud, con imágenes del enfrentamiento en la Panamericana a las fuerzas de la Gendarmería y acusando directamente al gobierno K, personificado en la figura de Capitanich de ser “gerente de las grandes empresas” en vez de “defender los derechos de los trabajadores”. Fue la consigna “por diputados que se planten”. Ligado a esto volvimos a agitar la “escandalosa” consigna “que todos los funcionarios políticos cobren como cualquier trabajador”, unida a informar que al menos los diputados del PTS en el FIT “ya lo hacen, donando el resto a los que luchan”. Nos planteamos agitar desde la izquierda trotskista consignas que abren un diálogo progresivo con cientos de miles que rechazan las formas políticas de la democracia burguesa. El objetivo con ella es ayudar a “crear hegemonía” desde la izquierda planteando consignas que apuntan a acelerar la experiencia con la democracia burguesa y contribuyen a la pelea por un nuevo estado de los trabajadores. Quizás seamos muy ortodoxos, porque este planteo viene de Lenin y Marx, que lo tomaron de la Comuna de Paris (Lenin consideraba que la consigna de que “los funcionarios cobren lo mismo que un trabajador” apuntaba a mostrar que son los trabajadores lo que pueden gobernar). El tercer spot mas difundido en los espacios gratuitos de TV fue contra la precarización laboral, denunciando que con Scioli, Massa o Macri las cosas no van a cambiar y por eso hay que votar por un FIT renovado “para pelear por tus reclamos”. Fue el reconocido “Daniel, no te banco” que además se propuso ayudar a
quitarle votos al propio kirchnerismo. Ese objetivo ya se había planteado diciendo que “todo aquel que se considerara progresista no puede ser cómplice del nuevo engaño” con Scioli y por eso debía apostar a “una izquierda fuerte”. Como se ha hecho desde la época de Lenin hasta acá, los revolucionarios convertimos hechos reales en símbolos y esos símbolos en agitación política. Como nuestras listas llevaron el 65 % de mujeres luchadoras en todo el país, mientras en CABA directamente “invertimos el cupo” y fue el 70 % de compañeras, este hecho fue destacado en la agitación. El movimiento de mujeres se plantó con más fuerza desde la marcha “Ni una menos” y el FIT puede y debe estar a la cabeza de la pelea contra la violencia machista, objetivo que solo puede lograrse luchando contra el capitalismo. En la elección de la lista 1A se expresó la influencia del PTS en la reorganización de la vanguardia obrera (que es innegable hasta para la prensa burguesa). El crecimiento en la juventud es otro factor clave, es lo que ya se venía mostrando en Mendoza, pero ahora se ve en otros lugares del país. El surgimiento de nuevos dirigentes y nueva militancia en Jujuy, Santa Fe, Córdoba y ni hablar Neuquén, CABA, o la Zona Norte del GBA. La expresión más avanzada de esto fue la incorporación de más de 1.800 candidatos obreros en la conformación de las listas, realidad que también fue convertida en un símbolo para la agitación política. Por último hay que nombrar un punto esencial, la pregunta ¿qué izquierda necesitamos para enfrentar el ajuste que se viene? Ese fue otro de los grandes ejes de nuestra campaña que sintetizamos en la idea de “Renovar y Fortalecer el Frente”. La renovación fue un planteo político: la necesidad de que nuevas generaciones de trabajadores ingresen a la vida política con la izquierda, de fortalecer el Frente para luchar por los reclamos de los trabajadores y prepararnos para construir una fuerza social que pese en la vida política nacional. Pero todas estas decisiones políticas y comunicacionales no hubieran sido eficaces sin tomar una verdadera orientación para ganar: “que cada militante, cada zona, cada regional arme su propia micro campaña”, lo que desató una enorme fuerza militante descentralizada y creativa que constituyó la fuerza social sobre la que se basó el triunfo de la renovación
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en la izquierda. Solo así se pueden entender la diversidad de ideas e iniciativas: pegadizos jingles, cumbias, rock, coplas, memes, videos virales, un videojuego, nuevos diseños y logos para stickers, volanteos y afichadas, que sirvieron para realizar grandes actos y caminatas.
El FIT hacia octubre Desde el PTS tenemos desde hace años una política comunicacional seria, de largo plazo y ambiciosa. Apoyados sobre una política estratégica de construcción estructural en la clase trabajadora, el movimiento de mujeres y los estudiantes, queremos entrar en debate y moldear una corriente de opinión de masas influida por la izquierda. Esto se expresa en la constante renovación de nuestros medios, como “La Izquierda Diario” que ahora saldrá también en papel. En una política audiovisual en constante mutación, desde un canal de TV online, pasando por películas históricas como “Memoria para reincidentes” o la realización de una serie de ficción como “Marx ha vuelto”. Y nuestra editorial de libros y revistas como la que el lector está leyendo. Estas iniciativas estarán como siempre al servicio del FIT hacia las elecciones de octubre. Está planteada una campaña militante que ponga en marcha toda la fuerza del Frente de Izquierda para dar una batalla a la altura del desafío. Crecer en votos para lograr un pronunciamiento en las elecciones de octubre contra los hijos políticos de Menem y el ataque a los trabajadores que preparan los candidatos del ajuste. Pero también para construir una fuerza social capaz de intervenir y cambiar el curso de los acontecimientos políticos que vienen.
1 Es interesante ver el punto de contacto entre esta lógica y la del Partido Obrero. En un artículo de Prensa Obrera de Gabriel Solano, señalaban que: “El PO se distingue de otros grupos políticos por un trabajo de agitación y propaganda sobre la clase obrera y sobre todas las clases sociales” (sic) cuyo objetivo sería organizar nueva militancia, pero donde se declaraban en completa oposición al llamado “trabajo estructural” en la clase obrera. O sea: la clave es “ir de afuera” siendo “los más conocidos de la izquierda”. Coherente con esto a la candidatura de Altamira se la definía por ser “el más conocido” y que “medía en las encuestas”.
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POLÍTICA
Urbanización e inundaciones
Catástrofes no naturales
Fotografía: Vierja Ph
Las pérdidas generadas por las recientes inundaciones son evitables y reflejan un problema general vinculado a la forma en que se realiza la urbanización bajo la “planificación” capitalista.
LUCÍA ORTEGA Comité de redacción.
Cuando hace 170 años Federico Engels describía las condiciones de vida de la clase obrera inglesa, en momentos en que culminaba la primera revolución industrial, señalaba la aglomeración de proletarios en las grandes ciudades, las privaciones de agua, las precarias construcciones y la contaminación que afectaban a la gran masa de pobres1. En la actualidad, el desarrollo contradictorio de las fuerzas productivas bajo la lógica del capital no ha modificado sustancialmente las condiciones de desigualdad y miseria a las que son arrojados diariamente millones de seres humanos. Perfectamente, las palabras de Engels podrían referirse a los suburbios de las grandes ciudades del mundo. La concentración poblacional en las zonas urbanas crece a ritmos acelerados y tiene alcances globales. Desde el año 2008 la mitad
de la población vive en las ciudades y se estima que de continuar estas tendencias, para el año 2050 la proporción de personas en las ciudades ascenderá a dos tercios2. En América latina la tasa de urbanización es de casi el 80 %, la más elevada del planeta3. Mientras tanto, en palabras de la propia Organización de las Naciones Unidas, sus ciudades se mantienen como “las más inequitativas”, ciudades “duales”, “divididas”, “segregadas”. La cantidad de personas viviendo en asentamientos informales en Latinoamérica aumentó a 111 millones en las últimas décadas. El espacio resulta así una forma más de expresión de las desigualdades de clase. En Argentina, la proporción de personas viviendo en las ciudades alcanza ya el 91 %. Entre el Censo Poblacional de 2001 y el de 2010, la población urbana creció a una tasa 2,1 %
superior al crecimiento total de la población. Este proceso estuvo lejos de tener un ordenamiento adecuado a las necesidades habitacionales y de infraestructura básica para los miles de trabajadores que año a año se trasladan a las ciudades en busca de sustento y el acceso a servicios. El déficit de vivienda afecta a 3 millones de hogares en todo el país y los problemas habitacionales –como el hacinamiento o falta de instalaciones– alcanzan a más de 6 millones4. Considerando los datos del INDEC, se estima que en la provincia de Buenos Aires uno de cada 10 ciudadanos vive en villas o asentamientos5.
Inundaciones que no sorprenden En los últimos dos años y medio pueden contarse al menos seis inundaciones que afectaron
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a distintas regiones del país y produjeron la muerte de cientos de personas6, miles de evacuados y pérdidas por millones de pesos. Desde la ocurrida recientemente en Buenos Aires y Santa Fe, que encontró al gobernador bonaerense Daniel Scioli viajando por Italia, hasta aquellas de principios de 2013 en La Plata y la Ciudad de Buenos Aires, que “curiosamente” también sorprendieron al Jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri y al intendente de La Plata, Pablo Bruera, ambos de vacaciones en Brasil. Mientras tanto, en octubre de 2014 se inundaba el Tigre de Sergio Massa junto con la zona sur y oeste de Gran Buenos Aires, algunas zonas de la provincia Córdoba de De La Sota y San Luis de Rodríguez Saá en febrero de este año, luego Tucumán en marzo, y Neuquén en abril de 2014. En los ámbitos académicos existe hace tiempo un cuestionamiento al carácter “desastroso” o “catastrófico” de los eventos, determinado solamente por fenómenos físico-naturales. Por el contrario, la ocurrencia de los mismos está dada por aspectos sociales y humanos y es significativa en tanto exista un grupo –sujeto– social que sufriera su impacto7. En una investigación realizada por la Organización Techo se detectaron 1.834 asentamientos informales (villas, asentamientos y barrios populares) en 7 territorios relevados del país, en los que viven cerca de 532.800 familias. Los resultados son contundentes. Más de la mitad de los asentamientos informales (64 %) se inunda. De éstos, casi las tres cuartas partes se inunda cada vez que llueve fuerte y en el 44 % de los casos el agua alcanza a todo el barrio. Sobresale el hecho de que el 41 % de los barrios relevados del país se encuentra a menos de 10 metros de un cuerpo de agua (río, canal, arroyo), siendo éste un serio factor de riesgo. No solo las precipitaciones son cada vez menos “excepcionales” producto de la explotación capitalista de los recursos naturales y el ambiente, también las transformaciones antrópicas focalizan e incrementan el impacto de las inundaciones en los barrios obreros. La creciente construcción de urbanizaciones cerradas (countries, barrios náuticos) en miles de hectáreas de humedales8 –con el extraordinario caso de Nordelta en Tigre, un estado privado dentro del Estado– afectó irreversiblemente el sistema de desagües naturales, a la par que
la construcción de canales clandestinos en la cuenca alta del río Lujan aporta mayores caudales al escurrimiento superficial9. En los últimos 25 años se consolidó un mercado especulativo rentista en el sector inmobiliario orientado a sectores con ingresos medios y altos que fue propiciado por los municipios sin considerar los perjuicios sobre el conjunto social, incluso flexibilizando el cumplimiento de ordenanzas municipales o los procedimientos de aprobación10. El papel del Estado en la urbanización constituye así un aspecto clave del problema.
La desigual “construcción” de las ciudades El proceso de formación de las ciudades es una de las formas necesarias en que el ser humano se vincula ente sí y con el medio ambiente bajo el imperio de la acumulación capitalista. La lógica privada, sustentada en la apropiación de ganancias con base en las rentas urbanas, se desarrolla a la par de la lógica de la necesidad que guía a los sectores de menores ingresos a satisfacer sus necesidades de suelo y vivienda a través de la autoproducción de su hábitat11. La regulación estatal aparece como la articulación armónica de muchas “lógicas”, sin embargo, su objetivo es favorecer la valorización del capital en el mercado inmobiliario así como la provisión de fuerza de trabajo para las concentraciones fabriles y de servicios. El Estado lo hace, entonces, interviniendo en la lucha de clases que se manifiesta en este caso bajo la forma de la competencia por el uso del espacio, es decir, regulando el acceso a la propiedad (para pocos). De una parte, habilita normativas para grandes emprendimientos privados con beneficios de cesión de terrenos fiscales y hasta exención de impuestos, genera condiciones para las urbanizaciones periféricas destinadas a sectores de altos ingresos –como lo hizo el decreto-ley 8.912 del año 1977 en Buenos Aires12– y obras de infraestructura que las hacen viables –como redes de transporte– para la provisión de servicios a esos sectores. Los desalojos violentos en los barrios populares son otra de las caras de esa política, como dejó entrever la represión en el Hospital Borda o el parque Indoamericano que buscaban “liberar” espacios para los negocios inmobiliarios. Así, de otra parte, hacia la clase obrera las políticas combinan la represión y la contención de los reclamos ante la creciente
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necesidad de vivienda mediante planes formales que los números muestran insuficientes para revertir el déficit estructural13. Pueden mencionarse las distintas medidas de regularización dominial sobre terrenos ocupados ilegalmente –como el Plan Pro Casa de los años ‘80, o la ley 148 de urbanización de villas en CABA que sigue sin ejecución–, los programas de crédito para sectores de ingresos medios como el Plan ProCreAr al que no pueden acceder los trabajadores precarizados ni de menores recursos, y otros instrumentos como la Ley de Acceso Justo al Hábitat, aprobada en 2013 en provincia de Buenos Aires, que propone ayuda financiera para familias de bajos recursos que no pueden obtener créditos en el sistema formal, pero igualmente las somete a una difícil condición de endeudamiento14. En el caso de la Región Metropolitana de Buenos Aires15 dichos mecanismos se plasmaron en una distribución desigual en la que se expandieron los espacios urbanos de baja densidad, como los clubes de campo y los barrios cerrados, con alta rentabilidad para inversores. Estos presentan el ridículo de albergar 500 mil personas que ocupan dos veces y medio la superficiede la Ciudad Autónoma, donde viven casi 3 millones16. El crecimiento de población en el período 1994-2004 en la tercera corona de la RMBA fue casi del 200 % y un 37 % en la cuarta corona17, proceso que tuvo como correlato una expansión de 45 % de los barrios “informales” como asentamientos, villas y tomas, ante la imposibilidad económica de alcanzar una vivienda formal. La inversión provincial en infraestructura per cápita no acompañó este movimiento, siendo inferior en los municipios del Gran Buenos Aires que en aquellos del interior de la provincia, y están destinados principalmente a la provisión de agua y cloacas, mientras que prácticamente no hay proyectos de sostenimiento productivo a largo plazo18. Entre 2008 y 2013 allí se destinó solo un 5 % del gasto público a obras de infraestructura, siendo éste el menor porcentaje en el país tomado en su conjunto19. Se sub-ejecuta el presupuesto en programas como el Control de Inundaciones (en 2014 se ejecutó sólo el 38 %) o el de Saneamiento Hidráulico (en 2014 se aplicó en poco más del 60 %). Seis de cada diez familias que arriban a la RMBA se radican en villas o barrios informales y se estima que viven allí al menos 2 millones de »
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POLÍTICA
personas20. Al 60 % de las familias del país les tomaría entre 34 y 70 años adquirir una vivienda estándar propia y al 20 % más pobre le llevaría 155 años21; mientras que los alquileres son inaccesibles para el 50 % de los ocupados que tiene ingresos inferiores a $5.700. Como contraparte, los movimientos irracionales del mercado también dejan como saldo cerca de 2 a 2,5 millones de viviendas en todo el territorio nacional que se encuentran deshabitadas22. A esto se suma el accionar del capital con los procesos de gentrificación23. La desinversión deliberada en ciertos barrios para su desvalorización y luego la “remodelación de lo urbano”24�empujando al alza de los precios de los alquileres y los servicios en algunos barrios, expulsa a los trabajadores precarizados a centros venidos a menos o a las zonas periféricas donde la renta de la tierra es más baja, y en muchos casos están expuestos a mayor vulnerabilidad frente a fenómenos climáticos como las fuertes precipitaciones. Esta geografía desigual devela de conjunto el papel regulador del Estado en el conflicto de clases que trasciende los períodos de gobierno
1. Federico Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, www.marxists.org. 2. Ver “Datos y Cifras”, www.bancomundial.org. 3. ONU, “Estado de las ciudades de América Latina y el Caribe 2012”, ONU-Hábitat, agosto de 2012. 4. Proyecto de Ley de Emergencia Habitacional y Reforma Urbana de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 12 de mayo de 2015, presentado por el Diputado Christian Castillo, del PTS en el FIT. 5. Relevamiento de Asentamientos Informales, TECHO Argentina, 2013. 6. En la inundación de La Plata en marzo de 2013 el Estado reconoció oficialmente la muerte de 89 personas, aunque la población local estima que la cifra real podría ser mucho mayor. 7. Natenzon, C. E. (1995), “Catástrofes naturales, riesgo e incertidumbre”, FLACSO 197. 8. Ecosistemas en los que el suelo permanece saturado con agua durante prolongados períodos de tiempo. Cumplen un papel muy importante en la amortiguación de inundaciones y sequías. 9. Ver “Inundaciones Planificadas”, La Izquierda Diario, 14 de agosto de 2015. 10. Ver “Zona Norte: los mejores negocios urbanos en los peores suelos”, La Izquierda Diario, 28 de mayo de 2015.
pero que se concretiza en ellos. La inexistencia de una política de vivienda integral para los millones de necesitados es la forma en que resuelve la distribución del espacio orientada a la acumulación capitalista en el sector inmobiliario.
Crimen social La denominación de las recientes inundaciones como “catástrofes naturales” por parte de los gobiernos nacional, provinciales y municipales, busca eximirlos de toda responsabilidad, cuando solamente con una inversión ínfima se podría realizar la instrumentación de una tecnología sencilla, el Sistema de Alerta Temprana (SAT), que permitiría preparar la emergencia dos o tres días antes de la crecida de las cuencas25. Una vez declarada la emergencia, las respuestas a los damnificados apenas pueden ser calificadas como dádivas26, al tiempo que los damnificados denuncian en la mayoría de los casos un retraso muy grande en la llegada de la ayuda más urgente, que podría haber salvado no solo sus pertenencias y viviendas, sino también las vidas de cientos de personas.
11. María Mercedes Di Virgilio y Marcela Vio (2009), “La geografía del proceso de formación de la Región Metropolitana de Buenos Aires”, versión preliminar. 12. Ídem. 13. Ente 2003 y 2007 se construyeron solo 30 mil viviendas sociales. Ver “De cada diez nuevos habitantes en Capital y GBA, seis van a las villas”, Perfil, 18 de diciembre de 2010. 14. Proyecto de Ley de Emergencia Habitacional y Reforma Urbana, op. cit.
Pero las causas “no naturales” de estas pérdidas son tan evidentes que es imposible negar responsabilidades políticas sin una enorme dosis de cinismo. Para ser honestos con la realidad, el socialismo científico en la pluma de Engels se hace presente nuevamente: Cuando un individuo hace a otro individuo un perjuicio tal que le causa la muerte, decimos que es un homicidio; si el autor obra premeditadamente, consideramos su acto como un crimen. Pero cuando la sociedad pone a centenares de proletarios en una situación tal que son necesariamente expuestos a una muerte prematura y anormal, a una muerte tan violenta como la muerte por la espada o por la bala; cuando quita a millares de seres humanos los medios de existencia indispensables (…) entonces lo que se comete es un crimen27.
La más cruda explicación de las “catástrofes” que son, a todas luces, evitables. Si no fuera –claro–, que el fin último de la valorización capitalista se antepone a las necesidades más urgentes de la clase obrera.
19. IARAF, Informe Económico 328, 13 de Agosto de 2015. 20. Ver “De cada diez nuevos habitantes en Capital y GBA, seis van a las villas”, Perfil, 18 de diciembre de 2010. 21. Ver, “Cuantos sueldos se necesitan para lograr el sueño de la casa propia”, La Izquierda Diario, 25 de julio de 2015. Basado en datos de la Cámara Inmobiliaria Argentina, febrero 2015. 22. Censo Nacional de Población y Vivienda, 2010.
15. La RMBA comprende la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 40 municipios del Conurbano Bonaerense, en total concentra 13 millones de habitantes.
23. Ver Andrés Arnone, Verónica Zaldívar y Esteban Mercatante, “Sin lugar para los más débiles”, IdZ 9, mayo 2014.
16. Janoschka M, (2003), “Nordelta, Ciudad Cerrada. El análisis de un nuevo estilo de vida en el Gran Buenos Aires”. Scripta Nova, Vol VII, N.º 146.
24. Como el caso de “Las Lomitas” en Lomas de Zamora, el “Docke” en La Boca, el barrio porteño de Parque Patricios, y otros. Ver “Del Docke a San Isidro, las nuevas zonas emergentes”, La Nación, 29 de agosto de 2015.
17. Las coronas no involucran la totalidad de los distritos municipales sino que adquieren forma radiocéntrica respecto de la CABA, a esta forma se denominan “anillos”. Ver: Grahl S. (s/f), “La trama urbana en la Provincia de Buenos Aires. Elementos geográficos de los procesos de urbanización”. http://sedici. unlp.edu.ar. 18. Narodowski, P. (2013), “La lógica de la inversión pública en infraestructura en la provincia de Buenos Aires. Entre las necesidades sociales y ¿la política?”, Geograficando 9.
25. Entrevista al Ing. Pablo Romanazzi, La Izquierda Diario, 13 de agosto de 2015. 26. El Gobierno Nacional anunció tres medidas de incrementos en subsidios a los damnificados, para jubilados y pensionados, los titulares de AUH y los estudiantes del plan Progresar, muy lejos de compensar las pérdidas que sufrieron. 27. Federico Engels, ob. cit., www.marxists.org.
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Fotomontaje: Juan Atacho
La “cooperación social” alemana: modelo exitoso para el capital Oskar Huber Editor de la revista Klasse Gegen Klasse, miembro de RIO (Organización Revolucionaria Internacionalista) de Alemania. El modelo de la “cooperación social”, un pilar central del régimen alemán, se define por la cooperación entre capital y burocracia sindical. Con el avance de la precarización este modelo se “estrecha” a costa de los trabajadores. La clase obrera alemana es poderosa; una huelga general impulsada por ella haría temblar a la Europa capitalista. Está muy lejos de estar preparada para eso, pero desde el principio de la crisis mundial asistimos a procesos huelguísticos inéditos desde hace años. Pero como en otros momentos, las huelgas cargan con
los límites impuestos por los burócratas que se aferran obstinadamente al modelo de “cooperación social”. Desde el punto de vista histórico, el sostén material de esta ideología fue variando de acuerdo con los cambios en el régimen de acumulación y la lucha de clases. Que ofreciera mejoras reales y duraderas para la clase obrera fue más una ilusión que una verdad desde sus comienzos. El camuflaje “cooperativo” de la dictadura del capital en Alemania empezó con el acuerdo entre el industrial Hugo Stinnes y el burócrata sindical Carl Legien en 1918. Los sindicatos recibieron reconocimiento y algunas mejoras,
a cambio de abandonar la demanda de la socialización de la propiedad privada. Stinnes y Legien lograron sus objetivos e impidieron la revolución. Después de la crisis económica y el bonapartismo de derecha a fines de los años ‘20 y principios de los años ‘30, el capital se deshizo de sus socios de la burocracia desmantelando los sindicatos con el fascismo. A la destrucción de los medios de producción por la guerra le siguió el boom económico. La nueva República Federal de Alemania Occidental debió volver a frenar al movimiento obrero, que atravesaba un proceso de recuperación de su consciencia de clase. Recién »
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ALEMANIA
“ ... este régimen de acumulación debió ceder ante el neoliberalismo luego de la crisis del petróleo, y la clase obrera tuvo que pagar caro por la pasividad de la burocracia sindical en esos ‘años dorados’.
había conquistado el control paritario sobre los consejos de administración de las multinacionales en la industria minero-siderúrgica. Existía un peligro de que esta experiencia se extendiera, lo que se impidió con la Ley de Régimen de Empresa, impuesta por Adenauer en 1952. La recién refundada “Federación Alemana de Sindicatos” (DGB, por sus siglas en alemán) había posibilitado esa derrota conteniendo a los trabajadores en la región del Rin y el Ruhr, y sacrificando la huelga general a cambio de la cogestión en la industria minero-siderúrgica. Hasta el día de hoy la huelga política es considerada ilegal.
La mentira de los “años dorados” En 1972, el gobierno social-liberal estabilizó esa situación introduciendo la Ley de Régimen de Empresa en beneficio del capital. Según las leyes vigentes, aún hoy se obliga a las comisiones internas a apoyar “cooperativamente” los despidos. Esta política fue aceptada por los burócratas del DGB en respuesta a las “huelgas salvajes” de septiembre de 19691, en un período de ascenso internacional de la lucha de clases. En lugar de atacar al capital, el interés de la burocracia estaba en defender su aparato. La socialdemocracia evoca la “cooperación social” clásica, que se extendió desde el “milagro económico” de la posguerra hasta los años ‘70, cuando aboga por el modelo alemán del fordismo: el “capitalismo del Rin” o la “economía social de mercado”. Pero este régimen de acumulación debió ceder ante el neoliberalismo luego de la crisis del petróleo, y la clase obrera tuvo que pagar caro por la pasividad de la burocracia sindical en esos “años dorados”. Llegaron Schmidt y Kohl, y con ellos una nueva serie de ataques. En los años ‘90 se cimentó la gran derrota: el grado de sindicalización en Alemania bajó, entre 1994 y 2006, del 27 % al 18 %. La “Alianza por el Trabajo” impulsada por el socialdemócrata Gerhard Schröder, y acompañada por la restauración capitalista y el ajuste social, dio lugar a la “Agenda 2010”, es decir, al ataque general contra la clase obrera de nuestra generación. El régimen de acumulación de los primeros años del siglo XXI tiene como objetivo garantizar la posición hegemónica de la burguesía alemana en Europa. Se basa en los contratos temporales, la tercerización y las sanciones draconianas contra los desocupados; todo ello en
el corazón de la economía alemana altamente tecnologizada. Su precondición sigue siendo que los batallones pesados de la clase obrera sigan quietos “cooperativamente”. Ni entonces ni ahora los sindicatos de la DGB se movilizan en contra de estas leyes.
El chauvinismo hacia adentro y hacia afuera En la crisis económica iniciada en 2008, la cooperación social aggiornada mostró su valor para el régimen. El sindicato metalúrgico IG Metall (IGM) acordó un “Convenio colectivo por la protección y el aumento del empleo” en las industrias metalúrgica y eléctrica en 2009. Este convenio, que se basa en el propio nacionalismo del sindicato, permite la derogación de normas fijadas en convenios colectivos anteriores, si ambas “partes” de la “cooperación social” la aprueban –obviamente a costa de los trabajadores, que son condenados al silencio para mantener la “paz social”–. El gobierno no podía lograrlo solo. Necesitaba del apoyo de la burocracia de las organizaciones obreras, como ocurrió también después de las leyes de la “Agenda 2010”, para reemplazar manifestaciones por negociaciones, y la cuestión del poder por privilegios. Pero esos beneficios hoy son accesibles solo para una parte cada vez más pequeña de la aristocracia obrera alemana, mientras otros trabajadores en la propia Alemania experimentan la sobreexplotación. Para mantener sus negocios, el IGM logró un fallo ante la Justicia que le permite que ciertas cláusulas en los convenios colectivos se apliquen solo a trabajadores sindicalizados, fragmentando aún más la clase. El “estrechamiento” de la cooperación social sobre algunos sectores, especialmente en la industria pesada, es posible por la fuerza relativa de la burguesía alemana, que significa a la vez una clase obrera pasiva y, por lo tanto, débil. La burocracia sindical y la aristocracia obrera reciben migajas del enorme superávit comercial, bajo la condición de que las manos de la clase trabajadora se mantengan atadas. La “cooperación social” se transforma en un chauvinismo letal hacia afuera y hacia adentro: hacia afuera como un nacionalismo contra el resto de Europa, como lo mostró el entonces jefe millonario del IGM Huber, en 2012, refiriéndose a las huelgas en Portugal, Italia, Grecia y el Estado Español como “tonterías”. Hacia adentro se expresa como la eliminación
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de la solidaridad con las luchas de los precarizados, que son fuertemente afectados por los ataques de la patronal, como el sector de servicios, logística y las mujeres con contratos parttime. La precarización es además una amenaza constante contra toda la clase obrera ya que transforma los sectores superexplotados en un “ejército de reserva ampliado”.
Terremotos del capitalismo La burguesía elogia al IGM por permitir el estancamiento de los costos salariales por unidad desde mediados de los años ‘90, y por desistir parcialmente de las demandas salariales durante la crisis financiera. Estos “logros” y “sacrificios” que aplauden los capitalistas, y se combinan con privilegios y altos salarios, solo se dan en determinados sectores, es algo impensable en sectores como logística o comercio. El IGM, que había sufrido una caída en la cantidad de afiliados durante los años de restauración burguesa, pudo estabilizarse en algo más de dos millones de afiliados, con una leve tendencia hacia arriba, si bien la edad promedio sigue en aumento. Sus fondos aumentaron hasta llegar a 500 millones de euros. Recientemente, en alianza con el Sindicato de Minería, Química y Energía y el Sindicato de Ferroviarios y Transporte (IGBCE y EVG según sus siglas en alemán), el IGM apoyó la ofensiva del gobierno contra el Sindicato de Maquinistas (GDL por sus siglas en alemán) mediante la “Ley por la Unidad de los Convenios”. Esta ley, que entró en vigor en julio, prohíbe a los sindicatos minoritarios en una empresa pelear por un convenio colectivo en competencia con el sindicato mayoritario, en los hechos prohibiendo el derecho a huelga para estos sindicatos. En general, entre los grandes sindicatos industriales no existe un debate sobre el fin de la colaboración, ni por parte de la burocracia sindical ni del capital, aun cuando los sindicatos son los que sacrifican a un sector de su base. La última prueba de la obediencia de la burocracia fue el cierre de la planta de la automotriz multinacional Opel en Bochum entre 2013 y 2014. El IGM aprobó este cierre y sacrificó una ciudad entera. Ahora se está debatiendo la reestructuración de Siemens. También en esa “familia” se estrecha el dominio de la “cooperación social” a favor de los intereses de los capitalistas: se anuncian contratos temporales, tercerización y despidos masivos. Es decir,
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también en el corazón de la industria alemana hay ataques del capital, pero el IGM, con una lógica nacionalista, los toma como un sacrificio que hay que soportar para que el capitalismo alemán siga siendo “competitivo”.
La cooperación social se come a sus hijos Otra característica tienen los ataques del capital a los sectores organizados por el Sindicato Unido de Servicios (ver.di, por sus siglas en alemán), donde la sindicalización y la “colaboración” –es decir, la condición misma de existencia de la burocracia– están más cuestionadas. De 2001 a 2014 la afiliación a ver.di cayó de 2,81 millones a 2,04 millones. En el mismo período, aumentó la cifra total de los empleados part-time, los tercerizados, o los llamados “mini-jobs” –sectores que son muy difíciles de sindicalizar– de 6,2 a 7,6 millones. Recién en 2014 ver.di tuvo que enfrentar un ataque generalizado al convenio del comercio minorista. Y la constante negativa de la multinacional Amazon a aceptar la sindicalización obliga a ver.di a llevar adelante una lucha dura, muy lejos de sus deseos. En junio de ese año, trabajadoras y trabajadores del sector de guarderías y asistencia social hicieron escuchar su bronca ante la decisión de la burocracia de aceptar la conciliación, porque era insoportable. Aquí también ver.di se vio obligado a convocar grandes movilizaciones. Una y otra vez, los burócratas se encuentran en esa situación incómoda para ellos de tener que mendigar para ser aceptados por el capital como un “socio negociador”, como sucede por ejemplo en Amazon. Esto no es algo evidente. Históricamente, el reconocimiento fue consecuencia de un movimiento obrero fuerte que se imponía ante al capital (algo que este último aceptó para salvar su pellejo), después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, o en los años rebeldes de los ‘60 y ‘70. Esta situación cómoda cambió con el giro neoliberal, la restauración y la Agenda 2010; la cooperación social no siempre es un costo “evidente” que valga la pena para el capital. Esto obliga a veces a la burocracia a asumir una posición luchadora en contra de su propia voluntad. En Amazon, la burocracia de ver. di estaría dispuesta a traicionar a los trabajadores a cambio de cualquier oferta, sin importar cuán mala sea, si pudieran así restablecer su rol como socio de la “cooperación social”.
Solo que el capital ya no ve ninguna necesidad de ello. Por otra parte, en el conflicto de la Deutsche Post AG (correo), la burocracia se socava a sí misma: la ex empresa estatal desmantela las estructuras sindicales de ver.di, ya que la subdivisión de parte de la empresa en sociedades regionales significa también el desmantelamiento de las comisiones internas y los cuerpos de delegados. Después de dejar atomizados a los trabajadores y establecer una práctica de contratos temporales indefinidos, con salarios 20 a 30 % más bajos, la reorganización del gremio será muy difícil, y vendrán fuertes pérdidas materiales para ver.di. Pero después de cuatro semanas de huelga, el sindicato aprobó el plan y reconoció a las sociedades regionales. Eso muestra que más que a la pérdida de afiliados, a lo que le teme la burocracia es a la movilización independiente de los trabajadores y a la ruptura política con la ideología de la “cooperación social”, ambos factores necesarios para vencer la tercerización.
Sembrar la independencia de clase ahora La disparidad entre los acontecimientos históricos y la situación de los distintos sectores, muestra que la continuidad y estabilidad de la “cooperación social”, supuestamente a favor de los intereses de los trabajadores, es una mentira fundamental del régimen alemán. La “cooperación social” en realidad es una variante específica de la colaboración de clases. La burguesía y la burocracia sindical coinciden en el interés por mantenerla como ideología; de lo contrario la primera debería legitimarse de una manera distinta y experimentaría más enfrentamientos; y la segunda perdería los privilegios de su rol de negociador dentro de la “cooperación social”, quedando desprotegida así de los trabajadores “rebeldes”. Pero a diferencia de la burguesía, a la burocracia sindical también le interesa mantener de forma permanente la cooperación social en tanto convenios colectivos por ramas, sueldos por encima de las necesidades de la reproducción, y estructuras sindicales reconocidas por el capital. Para la burguesía, en cambio, esto no es válido para cualquier período, como muestran la precarización, la superexplotación y el no-reconocimiento o el desmantelamiento parcial de las estructuras sindicales. Eso hace a la contradicción central de la actual coyuntura de huelgas. La burocracia a veces defiende la
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cooperación social aun cuando la patronal parece haberla dejado ir. Dentro de la clase trabajadora misma sigue siendo muy extendida la utopía conservadora de “volver a los años dorados”, si bien el régimen de acumulación ya no ofrece la seguridad relativa y los salarios altos para todos, y la lucha de clases no los impone. A pesar de la tendencia al aumento de la precarización de sectores enteros, se mantiene aún la consciencia de la colaboración de clases. Si no fuera así, los burócratas no podrían imponer tan fácilmente sus maniobras para romper las huelgas. Aquí se evidencia la necesidad de una corriente clasista y antiburocrática en los sindicatos, y en última instancia, de un partido obrero revolucionario que se plantee enfrentar el conservadurismo y fundamentar su perspectiva revolucionaria con triunfos concretos en ese tiempo de derrotas. Mientras tanto, la economía alemana crece pero los trabajadores no se benefician. Al contrario, la precarización aumenta todavía más. La actual coyuntura de huelgas es un reflejo defensivo de la clase obrera contra ese avance de la precarización. Los ataques no son producto de la debilidad sino de la fortaleza del capital alemán. A diferencia de lo que dicen los reformistas, los “sacrificios” de la clase obrera durante la crisis no trajeron consigo mejoras a largo plazo. Por el contrario, la pasividad y la indefensión de la clase trabajadora en Alemania, que se profundizaron durante estos años, son la condición para los ataques del capital –en Alemania y en toda Europa–. El carácter meramente defensivo de las luchas obreras actuales se basa en esa situación: el único antídoto es un programa de independencia de clase. El acompañamiento político de las luchas que existen es una tarea básica de la izquierda revolucionaria. Es necesario ser parte del movimiento obrero, con independencia total del capital y de sus intermediarios, la burocracia, desafiando su dirección en la luchas en base a un programa transitorio. Es que en los países imperialistas, los sindicatos “o sirven al capitalismo o a las amplias masas explotadas”; la lucha por su recuperación como un instrumento de lucha de la clase trabajadora comienza hoy.
1. En septiembre de 1969, más de 140.000 trabajadores participaron de “huelgas salvajes” (sin autorización de los sindicatos) en la industria pesada a pesar de la negativa de la burocracia sindical.
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IDEAS & DEBATES
A propósito de un libro de Emmanuel Barot
El comunismo no es una Idea Marx en el país de los soviets o los dos rostros del comunismo es un pequeño pero potente libro de Emmanuel Barot, publicado en 2011 en francés y todavía inédito en castellano1.
Ilustración: Anahí Rivera Juan Dal maso Comite de redacción.
Introducción Este trabajo se inserta en un doble contexto de debates ideológicos y políticos. Por un lado, dialoga y debate implícita o explícitamente con la temática de “La idea del comunismo” que viene siendo objeto de distintas intervenciones de intelectuales europeos como Alain Badiou, Slavoj Zizek, entre otros2. Por otro, busca recuperar el legado del pensamiento de Marx sobre la problemática del comunismo para replantear la importancia de la cuestión estratégica en el marxismo, en un contexto de crisis del reformismo en Francia, pero también de las izquierdas “amplias” anticapitalistas (crisis que se profundizó en los años posteriores a la publicación del libro).
En este contexto, el libro de Barot reúne rigurosidad teórica en la reflexión sobre distintos aspectos del pensamiento de Marx con una auténtica radicalidad en el terreno político-estratégico, que se corona con una provocativa defensa de la centralidad de la dictadura del proletariado como categoría clave del pensamiento político de Marx y Lenin.
Ambivalencia teórica y estrategia dialéctica Barot sostiene que para reflexionar sobre la actualidad de la problemática del comunismo es necesario partir de reconocer una ambivalencia en el tratamiento de la cuestión por el propio Marx. En el pensamiento de Marx el comunismo es un fin a realizar: la asociación de hombres libres en
una sociedad sin clases. Pero también es el movimiento real que busca abolir el estado actual de cosas. En una definición, aparece como un objetivo trascedente, en la otra como un movimiento inmanente a la propia sociedad capitalista. Estos son los dos rostros del comunismo que constituyen la ambivalencia de Marx sobre la cuestión, acerca de los cuales Barot intenta explicitar la “estrategia dialéctica” con que construye su discurso Marx, uniendo el diagnóstico científico con el prospectivo.
De la emancipación al comunismo Rechazando toda división arbitraria entre el joven Marx y el Marx “maduro”, Barot sostiene que la obra teórica de Marx es una constante elaboración de un materialismo revoluciona-
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rio, polémico contra la economía política y la ideología burguesa en general, por ser estas una inaceptable justificación de un proceso de creciente deshumanización por parte del capital. De este modo, Barot señala que Marx une los principios científicos y normativos, al calor de las experiencias de lucha de la naciente clase obrera moderna y la conformación del aparato estatal desde 1848 en adelante. No obstante esta unidad de propósito esencial, la obra de Marx experimenta una importante evolución que va desde la formulación de la “emancipación humana” en la Introducción a la crítica de la filosofía del Derecho de Hegel hasta la del comunismo en los Manuscritos de 1844, que postulan por primera vez el comunismo como abolición de la propiedad privada y la abolición de la doble alienación del trabajo y la existencia del trabajador. En este contexto, para el joven Marx, la revolución se define como una “transformación radical”, siendo la radicalidad una categoría transversal a todos los textos juveniles de Marx. Marx irá precisando la idea de revolución a partir de la experiencia práctica como relación dialéctica entre el comunismo-fin y el comunismo-movimiento, transformando de este modo la dinámica de una crítica exterior a la sociedad capitalista en dinámica interior del propio capitalismo y sus contradicciones.
Los cuatro registros del discurso científico de Marx Barot señala que hay cuatro registros en el discurso científico de Marx que constituyen y a la vez buscan dar cuenta de esta ambivalencia del comunismo, como comunismo-fin y como comunismo-movimiento. El primero es el “hipotético-deductivo”, que es el más abstracto y presenta el comunismo como una “ficción razonable” elaborada por comparación con el modo de producción capitalista. Por ejemplo los pasajes del capítulo de El Capital sobre el fetichismo de la mercancía en los que se habla de una sociedad de productores libres asociados, para hacer referencia a una suerte de “modo de producción comunista” (aunque Marx no utiliza el término). El segundo es el registro “anticipatorio”, histórico-dialéctico, que es el que busca explicitar las contratendencias internas del capitalismo que crean las condiciones para el comunismo. Un ejemplo de este registro son los fragmentos de los
Grundrisse sobre los avances del maquinismo, que dan cuenta de la contradicción entre la potencialidad del avance de la técnica de producción y de la creciente deshumanización que trae aparejada el proceso de proletarización, contradicción que solo puede ser abolida por la revolución, pero para la cual prepara las condiciones. El tercer registro es el “crítico”, que recoge una práctica discursiva común en Marx y constituye un discurso indirecto sobre el comunismo, centrado en la polémica con las diversas variantes del socialismo utópico y en la discusión sobre lo que no es ni puede ser una sociedad comunista, basándose en el conocimiento de las leyes del capitalismo. Este registro se encuentra en trabajos como Miseria de la Filosofía o la Crítica del Programa de Gotha. Por último, el cuarto registro es el “transicional” que es el directamente estratégico y contiene una doble perspectiva, prospectiva y retrospectiva. Por un lado, Marx señala una serie de medidas que debe tomar la clase obrera en tanto medios para la materialización del comunismo. Por el otro, un ángulo de análisis retrospectivo, que a partir de las experiencias de 1848-1850 y la Comuna de París en 1871, enriquece y completa la reflexión sobre la relación entre medios y fines en la lucha por el comunismo así como del rol concreto de determinadas medidas a tomar y las elaboraciones conceptuales que implican estas lecciones históricas. Retomando la distinción entre comunismo-fin y comunismo-movimiento, Barot sostiene que los registros hipotético-deductivo y transicional están relacionados con el comunismo-fin, mientras que el “anticipatorio” y el “crítico” lo están con el comunismo-movimiento. Para Barot, el registro “transicional” es el más completo de los cuatro, ya que une todos los aspectos del problema del comunismo, los cuales se sintetizan en la categoría de “dictadura del proletariado” como forma de la transición política revolucionaria. De conjunto, esta explicitación de los distintos registros discursivos de Marx, es un gran aporte a la comprensión de la “racionalidad científica” puesta en práctica por éste, las tensiones que la recorren y la forma en que se unen estos registros en un pensamiento estratégico.
La anti-idea por excelencia Continuando la reflexión, Barot sostiene que el comunismo es una categoría dialéctica por
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excelencia, que une el movimiento interior de la propia sociedad capitalista en el desarrollo de sus contradicciones, a la vez real y potencial con el proceso de unificación práctica del movimiento y los fines. En este sentido, los debates sobre La Idea del Comunismo se vuelven problemáticos. Para Barot, la presentación del comunismo como una “idea” muestra la amplitud de las derrotas sufridas en las últimas décadas, que llevaron a los intelectuales a reducir el comunismo a un plano puramente “ideal”, cuestión que se podrá modificar en la medida en que el comunismo encuentre las vías para unirse a las luchas actuales que genera el propio desarrollo contradictorio del capitalismo. Es decir, que el marxismo pueda unirse con el “movimiento real”. Por este motivo, el comunismo no es una idea más que por default y su dialéctica lo constituye como la Anti-Idea por excelencia, cuestión que Barot remite a la predominancia del plano estratégico en el pensamiento de Marx, a través de la centralidad de la “dictadura del proletariado”.
En búsqueda de la dictadura del proletariado: 1848, 1871 y 1917 La dictadura del proletariado es para Barot un concepto central de la teoría de Marx. Está a su vez relacionado con su balance de las experiencias de lucha del proletariado y la formación del moderno aparato estatal burgués bajo el bonapartismo de Napoleón III. Barot recorre los distintos momentos de elaboración de Marx sobre el tema: En 1847/1848, Marx y Engels acuñan la expresión “constitución del proletariado en clase dominante” que es la que figura en el Manifiesto Comunista junto con la necesidad de realizar una “intervención despótica contra el derecho de propiedad y las relaciones burguesas de producción”. Ante la creciente burocratización de la sociedad burguesa post-restauración y el desarrollo de la centralización del poder en manos del Estado, Marx comprende que frente a la centralización creciente del poder estatal y su creciente autoritarismo, la constitución de los proletarios en clase dominante (por la que abogaba el Manifiesto) no puede asumir otra forma que la “dictadura de clase del proletariado” (La lucha de clases en Francia). En este marco, la dictadura del proletariado sería tanto una forma política como un período histórico necesario para la consumación del » comunismo.
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Marx irá radicalizando sus conclusiones aún más a partir de la experiencia de la Comuna de París, criticando que esta no hubiera aplastado a las tropas gubernamentales concentradas en Versailles y la descentralización de la autoridad. Barot destaca no obstante el programa democrático-radical de la Comuna: la sustitución del ejército por el pueblo en armas, la elección y revocabilidad de todos los funcionarios, el salario de un obrero para toda la función pública, entre otras y retoma la idea de Marx señalada El Capital, sobre que la Comuna fue la forma política que permitía organizar la emancipación económica del trabajo. De esto modo, sostiene que la Comuna es el primer prototipo del Soviet, retomando luego los análisis de Lenin, en El Estado y la revolución.
Comuna, Soviet, Transiciones Desde la óptica de Marx y Lenin, Barot reivindica la dictadura del proletariado como “democracia de masas”, en la que el autogobierno del pueblo liquida la diferencia entre asuntos económicos y políticos y pone en pie una autoridad fuerte para enfrentar la contrarrevolución, tanto como el atraso heredado de la experiencia histórica anterior. Retomando el sentido que la palabra “dictadura” tenía en la vieja Roma, destaca el carácter necesario pero excepcional del terror revolucionario, problematizando sin embargo, las deformaciones del mismo llevadas adelante por el stalinismo, que transformó la dictadura del proletariado en una “dictadura sobre” el proletariado. Estos temas, abordados en el cuarto capítulo, son los que dejan más lugar para la reflexión polémica y a su vez quedan planteados con ciertas indeterminaciones que el autor intentó saldar en trabajos posteriores3. Señalaremos algunos puntos problemáticos poco desarrollados o abordados parcialmente. En primer lugar, la relación entre sufragio universal y soviets. Si bien la Comuna mantenía el sufragio universal, en el modelo teórico de Lenin, éste es superado por la democracia soviética, que une el ciudadano con el productor, mientras que el sufragio universal los divide. Lenin rescata de la Comuna todos los aspectos de “igualitarismo radical”, que propone incorporar a un Estado proletario organizado en base a los soviets, pero deja de lado la cuestión del sufragio universal. Desde ya que no se podría descartar que en las formas concretas que asuma la transición al socialismo en países de fuerte tradición republicana pudiera haber formas híbridas de sufragismo
y sovietismo, pero no podrían conformar una institucionalidad permanente, por obedecer a dos dinámicas de clase opuestas4. El segundo aspecto a tener en cuenta es el propio sistema de contrapesos entre fuerzas sociales, pensado por el propio Lenin en los debates sobre el rol de los sindicatos en 1920, que hace a las formas concretas de la transición (y que a su manera fueron retomados por Trotsky y la Oposición de Izquierda en otro contexto y ante una situación distinta). En sus polémicas con Bujarin y Trotsky, Lenin sostenía que había que construir un sistema de relaciones entre Estado, Partido(s), soviets y sindicatos, de modo tal que la clase obrera pudiera defenderse del “Estado obrero”, es decir, que la dictadura del proletariado no se transformara en “dictadura sobre el proletariado” según el término utilizado por Barot5. Trotsky va a profundizar y desarrollar mucho más ampliamente esta concepción ante una nueva realidad (la burocratización de la URSS a un nivel que Lenin no llegó a conocer) en las peleas que diera la Oposición de Izquierda, uniendo la necesidad de la constitución de la clase obrera como clase hegemónica socialmente y el multipartidismo soviético como forma de garantizar la libertad política de todas las organizaciones leales a la revolución, más allá de diferencias de programa o estrategia.
La actualidad del “movimiento real” Barot concluye su libro con algunas reflexiones más, analizando el rol del Estado en la legitimación del capitalismo durante la segunda posguerra, así como la crítica de Marx al derecho burgués, cuestiona la identificación de “estatización” con “socialismo” y sostiene una fuerte crítica a las concepciones “etapistas” ya que el “movimiento real” no puede definir de antemano sus “etapas” a recorrer. En este marco, la ambivalencia teórica entre el comunismo-fin y el comunismo-movimiento no puede tener una resolución discursiva en el universo teórico de Marx, entendido este como un cuerpo teórico en sí mismo; la solución es esencialmente práctica, o mejor dicho teórico-práctica: incorporar las grandes ideas teóricas, programáticas y estratégicas delineadas por Marx a las luchas actuales, para unir el comunismo-fin y el comunismo-movimiento. En definitiva, Marx en el país de los soviets es la imagen que sintetiza la apuesta para unir los dos rostros del comunismo, apuesta para la cual Barot realiza una contribución esencial.
1 Barot Emmanuel, Marx au pays des soviets ou les deux visages du communisme, Paris, Éditions la ville brûle, 2011. 2 Ver Zizek, Slavoj (editor), La idea de Comunismo (The New York Conference), Madrid, Akal, 2014. 3 Ver Barot, Emmanuel “Por un nuevo curso del comunismo revolucionario”, IdZ 1, julio 2013. 4 Sobre la cuestión de los soviets y el sufragio universal ver, Albamonte, Emilio y Cinatti, Claudia, “Más allá de la democracia liberal y el totalitarismo”, Estrategia Internacional 21, septiembre 2004. 5 Ver su discurso pronunciado en la reunión conjunta de los militantes del PC(B) de Rusia delegados al VIII Congreso de los Soviets de Toda Rusia y del Consejo de los Sindicatos de Moscú, realizada el 30 de diciembre de 1920 en V. I. Lenin, Obras Tomo XI, Moscú, Progreso, 1973, pp. 137/147, disponible en marxists.org.
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Tony Guiteras y la revolución en Cuba
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Ilustración: Sergio Cena
Juan Luis Hernández Historiador, docente UBA.
1 “Yo solo escribo de revolucionarios. Los reaccionarios que escriban de su gente, yo solo escribo de gente de izquierda”. La frase pertenece a Paco Ignacio Taibo II, escritor y ensayista mexicano que alcanzó gran éxito con sus biografías sobre el Che Guevara y Pancho Villa. En Tony Guiteras-Un hombre guapo, relata la historia de uno los más importantes y desconocidos personajes de la Revolución cubana de 1933 que derrumbó al sanguinario dictador Gerardo Machado.
El autor construye una narración donde las historias de vida de Antonio Guiteras Holmes (1906-1935), Ruben Martínez Villena (18991934) y Pablo de la Torriente Brau (1901-1936), están trazadas sobre un trasfondo histórico signado por profundas luchas sociales. El mérito del narrador es lograr una ajustada reconstrucción de la época, escrita con el aguerrido estilo de la novela histórica, que constituye a la vez una importante contribución sobre el estudio de la obra de Guiteras y sobre aspectos de
la historia cubana de la década del ‘30 poco conocidos hasta ahora. Resulta sugerente el análisis de la personalidad y la gestión del embajador estadounidense en La Habana, Summer Wells, quien intentó sin éxito una “mediación”, entre la dictadura y la oposición conciliadora para gestar una salida ordenada a la crisis de agosto de 1933. Así como la investigación sobre el ABC, un grupo terrorista de tendencia nacionalista de derecha, surgido en 1931, que alcanzó celebridad por »
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“ Guiteras constituye un eslabón fundamental de una tradición revolucionaria iniciada en Cuba a fines del siglo XIX con José Martí y Antonio Maceo.
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sus acciones espectaculares, y que hasta ahora permanecía desconocido por las condiciones de clandestinidad en que se desarrolló su actuación. Y por supuesto, resulta también sumamente interesante la reconstrucción de la emergencia y el ascenso del sargento-taquígrafo Fulgencio Batista, personaje de enorme gravitación en los siguientes veinticinco años de historia cubana, producto él también de los sucesos de los treinta.
2 Antonio Guiteras Holmes nació el 22 de noviembre de 1906 en un pueblito de Filadelfia, Estados Unidos, hijo de un ingeniero cubano exiliado y una norteamericana de origen irlandés. En 1913 la familia volvió a Cuba, donde Antonio se recibe de bachiller en 1924, e ingresa en la Universidad de La Habana, donde decide estudiar Farmacia, graduándose en 1927. Bajo el influjo de Julio Antonio Mella, ingresa en el levantisco movimiento estudiantil cubano. Cuando a principios de 1927 se crea el Directorio Estudiantil Universitario (DEU), Guiteras, representante de los estudiantes de Farmacia, será elegido para su dirección. Participará activamente en las luchas sociales y políticas de esos años, en el cual el DEU será uno de los principales baluartes en la oposición a la dictadura de Machado. Hacia fines de 1932 funda la Unión Revolucionaria (UR), con un programa que prefigura lo que será su gestión de gobierno: lucha armada contra la dictadura, convención constituyente, derechos sindicales, moratoria de la deuda externa, nacionalización de servicios públicos y ferrocarriles, reparto de tierras y disolución del ejército. A principios de 1933 inicia un proceso de
lucha armada en la provincia de Oriente, donde el 29 de abril toma el cuartel del pueblo de San Luis, desde donde hace un llamado a la insurrección contra Machado. Planeó luego un ataque contra el cuartel de Bayamo (también en Oriente), con posterior repliegue a la Sierra Maestra. El 10 de agosto Guiteras y sus hombres inician su marcha sobre el cuartel, cuando todo el país estaba envuelto en la huelga general para terminar con el dictador. Finalmente el 12 de agosto, cuando Machado inicia su huida, Guiteras y sus compañeros entran en Bayamo y al día siguiente marchan sobre Santiago de Cuba, donde son vitoreados por la multitud. Un mes después, ingresa en el gobierno presidido por Ramón Grau San Martín, con el cargo de Secretario de Gobernación, desde donde intentará convertir en realidad el programa de la Unión Revolucionaria. Es la cabeza visible del ala izquierda del gobierno de los cien días. Tras su derrocamiento en enero de 1934, Guiteras impulsa la formación de la Joven Cuba (mayo de 1934), una organización que atraerá a gran cantidad de militantes del antiguo DEU, de la Federación Obrera de La Habana, troskistas y anarquistas, y que aprueba un programa más radicalizado que el de la UR. La Joven Cuba participó de la huelga general de marzo de 1935, pero el proyecto fundamental de Guiteras, en el cual trabaja en sus últimas semanas de vida, es la organización de una expedición armada que saldría de México y se combinaría con un alzamiento en Oriente y Camaguey. Con este objetivo se trasladó al puerto de El Morrillo, con el propósito de salir del país rumbo a México, pero es sorprendido por soldados del ejército y muere en combate el 8 de mayo de 1935.
3 Gerardo Machado ascendió a la presidencia de Cuba en octubre de 1935. La isla era en esa época un típico país semicolonial estrechamente controlado por Estados Unidos. La Constitución de 1901 contenía la célebre cláusula Platt, por la cual Estados Unidos se arrogaba el derecho de intervenir militarmente en Cuba. La economía cubana estaba centrada en el monocultivo azucarero, con Estados Unidos como único comprador del azúcar cubano y tasas aduaneras preferenciales para los productos estadounidenses. El gobierno de Machado fue uno de los más feroces y corruptos de la historia de Cuba, caracterizado por una estrecha subordinación a los Estados Unidos y un uso indiscriminado del aparato represivo del Estado. Antes de asumir prometió que bajo su gobierno “ninguna huelga durará más de 15 minutos”. Consecuentemente, reprimió duramente todas las protestas obreras, persiguió la actividad sindical, encarceló a gran cantidad de dirigentes sindicales y estudiantiles. Además, se generalizó el asesinato de opositores, practicados por sicarios y parapoliciales de la dictadura, como el dirigente gremial Fidel López o el periodista conservador Armando André. La crisis de 1929 golpeó duramente la economía cubana, por lo cual se intensificó un amplio movimiento de oposición a la dictadura, que incluyó al Directorio Estudiantil Universitario (DEU), a la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC, creada en 1925), y con distinto nivel de beligerancia, a los distintos partidos políticos cubanos opositores. Como ya se dijo, la caída de Machado se produjo el 12 de agosto de 1933, como consecuencia de la confluencia de una huelga general y un gran movimiento cívico de oposición. La escalada huelguística comenzó en julio con una huelga del transporte urbano en La Habana, a la que se fueron sumando tranviarios, choferes de taxis, portuarios, docentes, periodistas, gráficos, obreros tabacaleros y de los ingenios de azúcar. En un clima de gran agitación, con manifestaciones y sabotajes, la CNOC convocó finalmente a la huelga general a partir del 5 de agosto. Todos pedían la salida de la dictadura, excepto el Partido Comunista. El 6 de agosto Machado convocó a la CNOC y al PC y les ofrece una respuesta positiva a las demandas económicas y la legalización a cambio del levantamiento de la huelga. Los dirigentes comunistas, que caracterizaban a las fuerzas opositoras como “como bloque burgués latifundista”, decidieron aceptar la propuesta, con el argumento que la caída de Machado provocaría la intervención militar estadounidense. Las bases obreras rechazaron en asambleas el levantamiento de la huelga, al tiempo que crecía la deliberación en los cuarteles militares. Ante el agravamiento de la situación, el embajador Summer Wells dio por
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concluida su gestión de “mediación” en la crisis política. Machado debió partir al exilio.
4 Tras la caída de Machado, mientras se intentaba organizar un gobierno de transición, se produjeron dos hechos relevantes: la sublevación de los suboficiales del ejército, que deponen al alto mando cómplice de la dictadura, y la radicalización y ascenso del movimiento obrero, con ocupaciones de ingenios y organización de consejos de obreros y trabajadores agrícolas. El 21 de agosto fue tomada por los trabajadores la primera refinería de azúcar en Punta Alegre, Camaguey; un mes después ya había 36 ingenios bajo control de los trabajadores, que habían organizado “soviets” en Mabay, Jaronu, Senado, Santa Lucía y otras centrales (Petras, 1986). La insurrección militar estuvo acaudillada por los “sargentos”, que imponen a uno de ellos, el sargento-taquígrafo Fulgencio Batista, como nuevo líder militar. En este contexto Fulgencio Batista y el DEU impulsan como jefe de gobierno al profesor universitario Ramón Grau San Martín, quien asume el 10 de septiembre. Se inicia así el gobierno de los “cien días”, con Antonio Guiteras como secretario de Gobernación, Marina y Guerra. Entre el 10 de septiembre de 1933 y el 15 de enero de 1934, este gobierno, no reconocido ni por los Estados Unidos ni por el Partido Comunista, sanciona distintas leyes sociales impulsadas por Guiteras: jornada de 8 horas, salario mínimo para los cortadores de caña, accidentes de trabajo, moratoria para los inquilinos, Autonomía Universitaria, reparto de tierras las estatales, desconocimiento de empréstitos contraídos con la banca norteamericana, incautación de la Electric Bond and Share Company, compañía de electricidad estadounidense, disponiendo además la rebaja de las tarifas. Guiteras propuso la convocatoria de una Asamblea Constituyente para abolir la Enmienda Platt, y elaborar una nueva Constitución que incluyese todas estas reformas sociales. Los comunistas, siguiendo la orientación de la Internacional, caracterizaron al gobierno de Grau San Martín como un gobierno burgués más, desplegando una política ultrasectaria que los aisló y les impidió encabezar el proceso revolucionario, mientras imprimían al movimiento obrero una orientación economicista que encerró a los trabadores en la lucha por sus reivindicaciones corporativas. Sin embargo, tras el derrocamiento de Grau San Martín, en marzo de 1935 el movimiento opositor se reanimó, y se lanzó una nueva huelga general, reclamando la salida de Batista del gobierno. Aunque finalmente fue doblegada, esta huelga logró poner un límite a la contraofensiva reaccionaria, que no pudo revertir totalmente las conquistas sociales de la revolución y evitar la convocatoria a la Asamblea
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Constituyente. Esta finalmente aprobó la Constitución de 1940, la más democrática que tuvo Cuba en el período republicano, aun cuando su inspirador, Antonio Guiteras, fuera asesinado en mayo de 1935, en el reflujo del movimiento de masas.
uno de los aliados más cercanos de Guiteras. Quizás estos prejuicios del autor expliquen el pobre tratamiento de la Joven Cuba, la organización fundada por Guiteras tras su experiencia gubernamental, que contó con la adhesión de muchos de los militantes que seguían a Junco.
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En torno al libro de Paco Taibo II, nos interesa discutir algunas cuestiones. “Esta será la historia de varios personajes maravillosos”, advierte el autor en las primeras páginas, refiriéndose a las historias de Antonio Guiteras, Ruben Martínez Villena y Pablo de la Torriente Brau. Los tres tienen en común pertenecer a la misma generación y morir en plena juventud, pero su recorrido vital sigue coordenadas muy diferentes.A lo largo de toda su trayectoria, las posiciones políticas de Guiteras se dieron de bruces con la línea oficial del comunismo cubano. Martínez Villena, más allá de su impronta romántica de poeta y literato, fue el adalid de los aspectos más cuestionables de la política del PC durante este período, merecedores incluso de advertencias críticas de la Internacional Comunista. Pablo de la Torriente Brau, notable periodista y escritor, si bien acompañó las luchas en que estuvieron involucrados los comunistas, lo hizo desde una posición independiente, por momentos no exenta de lúcida crítica. De la Torriente Brau y Martínez Villena eran amigos, pero no mantuvieron relaciones con Guiteras, apenas se cuenta con un vibrante artículo del primero en ocasión de su muerte. Estudiarlos de conjunto puede ser una estrategia de narración válida, pero tiende a crear la imagen de un vínculo entre los tres, ajeno al transcurrir histórico de sus vidas. El libro está enfocado centralmente en el análisis de la lucha política y las acciones armadas –sobre lo cual realiza novedosos aportes– pero deja en un segundo plano todo lo concerniente al estudio del movimiento obrero durante el período. Relativiza la huelga general que precipitó el derrocamiento de la dictadura de Machado, así como las ocupaciones de ingenios y los avances organizativos posteriores. Ya el título del capítulo dedicado a este tema (“Los soviets tropicales”), revela un cierto tono burlesco: para el autor eran más el resultado de la insistencia trasnochada de los agitadores enviados por la Internacional Comunista que un auténtico proceso de organización surgido desde el movimiento obrero. Una omisión importante es la actuación de la Oposición de Izquierda, el Partido Bolchevique Leninista (PBL), dirigido por Sandalio Junco y Marcos García Villareal. Es de suponer que pesaron en el autor prejuicios contra los troskistas, pero suena extraña su ausencia en un libro dedicado a estudiar la vida y obra de Antonio Guiteras ya que, como es sabido, por lo menos desde la asunción del gobierno de Grau San Martín, el PBL fue
Para finalizar, digamos que si para Paco Taibo II Guiteras promovía una revolución democrática y antiimperialista, para Fernando Martínez Heredia (2001) el fundador de la Joven Cuba habría comprendido que la liberación efectiva solo podría alcanzarse mediante la revolución socialista, debiendo considerárselo “uno de los iniciadores del comunismo en Cuba”. Si la primera afirmación de Martínez Heredia puede discutirse, ya que el Programa de la Joven Cuba de octubre de 1934 expresaba que Cuba sería realmente una nación cuando “...el Estado cubano se estructure conforme los postulados del socialismo...”, la segunda apreciación nos parece exagerada y confusa. En nuestra opinión, Guiteras constituye un eslabón fundamental de una tradición revolucionaria iniciada en Cuba a fines del siglo XIX con José Martí y Antonio Maceo, y que dos décadas después de la Revolución del ‘33 será recogida por los revolucionarios del Movimiento 26 de Julio (M 26J). Tradición revolucionaria que se constituye, como señalara James Petras (1986), en forma paralela e inversa al derrotero del Partido Comunista, caracterizado por una orientación invariablemente sectaria, declamatoria del socialismo pero conciliadora con el oficialismo civil y militar. Solo invirtiendo este patrón de intervención política pudo el M 26J hegemonizar al conjunto de la oposición en la lucha contra la dictadura de Batista. A posteriori, se intenta construir una historia del antiguo Partido Comunista de Cuba absorbiendo todas las tradiciones revolucionarias del país, borrando las diferencias con Mella y Guiteras, lo que obliga a extremar los reparos ante las expresiones confusas o la insinuación de “genealogías” revolucionarias de dudosa procedencia. Estos y otros muchos problemas podrán discutirse a partir de este interesante y apasionante libro que, como ya dijimos, ilumina uno de los acontecimientos más importantes de la historia contemporánea de Cuba. Bibliografía Guevara, Gustavo (2013), Sobre las revoluciones latinoamericanas del siglo XX, Buenos Aires: Newen Mapu. Martínez Heredia, Fernando (2001), El corrimiento hacia el rojo, La Habana: Letras Cubanas. Taibo II, Paco Ignacio (2009), Tony Guiteras. Un hombre guapo, La Habana: Editorial de Ciencias Sociales. Petras, James (1986), Clase, Estado y poder en el tercer mundo, México: FCE.
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Ilustración: Hidra Cabero
A propósito de la tesis de Neil Heyman (primera parte)
Trotsky como pensador militar Letizia Valeiras y Fernando Castellá Comité de redacción.
Aunque circulan muchos artículos sobre Trotsky como dirigente del Ejército Rojo, existen en la actualidad pocos trabajos pormenorizados que abarquen los orígenes y el desarrollo integral de sus ideas militares. Con esta misma certeza presente, ya en la década de 1970 Neil Heyman, profesor de Historia en la Universidad de San Diego, California, llevó adelante uno de los estudios pioneros sobre la temática. Participó en el Ejército de Estados Unidos como lingüista ruso y alemán, lo que probablemente lo haya llevado a conocer la historia rusa en profundidad (sobre la que publicó varios libros), la propia figura de Trotsky, y a acceder a sus obras completas en su idioma original, incluyendo los artículos periodísticos que el dirigente del Ejército Rojo publicó sobre la guerra de los Balcanes (1912-1913), que constituyen la base para la
primer parte de la tesis doctoral de Heyman, que nunca fue publicada: Leon Trotsky as a military thinker (León Trotsky como pensador militar). El fundamento de su investigación no resultó forzado: por un lado, la importancia de la figura del revolucionario ruso, quien fuera Comisario de Guerra de la URSS entre 1918 y 1925, y el principal dirigente del Ejército Rojo y, por otro, su condición de cerebro organizador de un ejército obrero sobre la base del viejo ejército zarista, situación que, como veremos, implicó incluso la oposición abierta de muchos bolcheviques. Heyman analiza tres ejes conectados entre sí que recorren las posiciones militares de Trotsky: las características propias de un ejército –su naturaleza–; la relación entre una estructura social determinada y sus ideas militares y
las instituciones que ésta crea; y la relación entre el marxismo y los asuntos militares. En este artículo nos detendremos en los primeros capítulos de la tesis de Heyman, donde desarrolla su punto de vista sobre lo que considera el primer esbozo del pensamiento militar del joven Trotsky, que forma parte del programa socialdemócrata: milicias populares, “el pueblo en armas”, en reemplazo del ejército regular (el programa que el marxismo de la II Internacional tomara de Babeuf).
Entre los primeros años y la revolución de 1905 Durante los primeros años de desarrollo de la socialdemocracia rusa el problema militar no formaba parte del pensamiento de Trotsky, ni de Lenin. Pero la guerra ruso-japonesa de 1904-1905, y la revolución rusa de 1905 que le
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sucede como consecuencia, cambiarían rápidamente ese panorama, y ambos revolucionarios serían los primeros en estudiar el problema militar, retomando a Clausewitz. A principios del siglo XX, los Balcanes eran una zona con múltiples nacionalidades atravesada por reiterados intentos independentistas, en el marco de la caída del Imperio Otomano y de la creciente rivalidad entre Rusia y AustriaHungría por hegemonizarla. En este contexto Heyman destaca el temprano señalamiento de Trotsky en un artículo de Iskra1 en 1902, acerca de la contradicción política que suponía una intervención zarista en esa zona mediante el envío de “soldados-opresores” rusos para “liberar” a los Balcanes: una posición que luego él mismo desarrollaría en su aspecto político junto a Lenin, al definir el principio del derecho a la autodeterminación de las nacionalidades. Para Heyman lo destacable en esos primeros años en Trotsky, son algunas definiciones surgidas de sus observaciones de la derrota del régimen del Zar a manos del Ejército Imperial japonés en 1905, acerca de la naturaleza del ejército: lo que denominó la “hipnosis de los cuarteles”, esa creencia que se expande entre los soldados sobre la invencibilidad de un ejército y la lealtad al régimen y a una causa nacional, puede romperse, dejando desnuda la naturaleza última de la organización y cohesión militar: los mecanismos de disciplina. En este sentido y como parte del esfuerzo por llevar al triunfo la revolución primero, y de las conclusiones de la derrota más adelante2, Trotsky desprende el papel fundamental que las movilizaciones de masas y las insurrecciones pueden ejercer sobre sectores del ejército regular. Heyman señala que Trotsky todavía conservaba un esquema que combinaba propaganda con bombas de dinamita en escenarios de movilizaciones de masas, como vía para romper los lazos entre el cuerpo de oficiales y la tropa, aunque estaba impresionado por el sistema organizativo de un ejército regular, que tenía la capacidad de sacar hombres de sus lugares de origen entre las masas, uniformarlos y entrenarlos para servir y morir por el régimen. Según el autor serían las conclusiones de 1905 las que lo llevarían a pensar la insurrección como un mejor
entrenamiento que los cuarteles; a ver la impotencia del ejército ante las tácticas de golpes sorpresivos de los trabajadores, y a cambiar su táctica de agitación sobre las tropas por la de explotar el problema de la composición de clases interna dentro del ejército: oficiales de la alta burguesía oprimiendo una tropa compuesta por obreros y campesinos pobres. Heyman considera que Trotsky no había pensado el problema de la milicia en profundidad, aunque la derrota de la revolución de 1905 pone en cuestión su factibilidad: sin oficiales entrenados y sin un mayor grado de organización es muy difícil derrotar a un ejército regular. Asimismo agrega otro límite: el de su hipotética utilidad a la hora de defender un futuro gobierno obrero ante una intervención extranjera, cuestión que sería determinante entre sus posteriores argumentos para la creación del Ejército Rojo. Lo que Heyman no tiene en cuenta, al señalar que Trotsky aún veía hacia 1905 el Ejército como una mera herramienta de la reacción, es que el problema de la construcción de un ejército proletario que defendiera un estado obrero, aún no estaba planteado porque no estaban presentes tampoco todos sus elementos en el terreno de la lucha real de la clase obrera mundial. Se trataría de un problema nuevo: sería el laboratorio de la derrota de 1905 primero, y el triunfo de la insurrección en 1917 después, el fermento para que las ideas de Trotsky pudieran tomar cuerpo en el movimiento real. En los próximos artículos analizaremos cómo Trotsky seguirá desarrollando y combinando estos elementos hasta la formación del Ejército Rojo luego de la revolución. En el célebre alegato que Trotsky realiza en defensa de la insurrección de Petrogrado en 1905, quedan sintetizados dos elementos que Heyman omite en su trabajo; por un lado una concepción ya mucho más madura, producto de la experiencia en su rol como dirigente del soviet, sobre el problema del quiebre y la sublevación del Ejército: ¿Qué condiciones juzgábamos necesarias para el éxito de la insurrección? ¡La simpatía de las tropas! Lo primero de todo era atraer al ejército de nuestro lado. Hacer entender a los
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soldados el vergonzoso papel que juegan y llamarles a unir su acción a la del pueblo. Ésta era la tarea que nos imponíamos en primer lugar. Ya he dicho que la huelga de noviembre, nacida como una muestra generosa de solidaridad activa con los marineros amenazados por la sentencia de muerte, tuvo además una enorme importancia política, pues atrajo hacia el proletariado la atención y la simpatía del ejército. (...) Entonces, ¿bajo qué condiciones pensábamos entonces, y pensamos ahora, que se puede esperar el paso del ejército al lado de la revolución? ¿Qué se requiere para ello? ¿Ametralladoras? ¿Fusiles? No hay duda de que si los obreros dispusieran de ametralladoras y fusiles, tendrían un enorme poder en sus manos y no existiría siquiera la necesidad de una insurrección. Un ejército intimidado pondría sus armas a los pies del pueblo armado3.
Por otro lado, Trotsky destaca la importancia que reviste –en una traducción peculiar de la teoría de Clausewitz al contexto de la guerra civil– el factor moral, tanto respecto de la decisión de las masas de no rehuir el combate cuando luchan por su propia causa –a diferencia de los soldados del ejército zarista, que peleaban por intereses ajenos–; como en relación con el rol que juegan las barricadas que, como vía de contacto “más íntimo” entre los trabajadores y los soldados, ayudan a disolver los mecanismos de disciplina del ejército. A pesar de la importancia de las armas, ésa no es, señores jueces, la fuerza principal. Lo que en última instancia garantiza, en nuestra opinión, la victoria de la insurrección popular no es, señores jueces, la capacidad de las masas para matar sino su enorme disposición para morir4.
La guerra de los Balcanes. 1912-1913 En este apartado Heyman reflexiona en torno a la labor de Trotsky como periodista en la guerra de los Balcanes, que abarcó una gran cantidad de problemas militares prácticos, y fue preparatorio para 1914 y 1917. En los Balcanes se enfrentaban masas de campesinos semientrenados, pertrechados con armas modernas, pero con mediocres sistemas de suministros, un sistema médico »
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primitivo y agudos antagonismos nacionales. A eso se sumaban unidades irregulares de partisanos de distintas nacionalidades que trabajaban bien ligados a unidades regulares y supervisados por oficiales pero que, al no haber combates, degeneraban en bandas que seguían viviendo del robo y el saqueo. Su participación –aunque como testigo indirecto– en una guerra real modificaría enormemente su visión, que se debatiría en una lucha permanente por conciliar sus respuestas políticas con sus emociones y sentimientos frente a la guerra, notando cómo la guerra sacude todo, desde la economía y la política hasta el estado de ánimo de las masas. Esta experiencia, señala Heyman, es la que hace girar a Trotsky hacia una visión clausewitziana de la guerra como una herramienta de los diferentes gobiernos (la célebre frase del militar prusiano de la “continuación de la política por otros medios”) aunque con fuerzas motoras y reglas propias, y centrada en la relación entre la estructura social y el ejército de un país en guerra. Aunque el joven Trotsky comprendiera y justificara el carácter de la guerra de liberación nacional contra la dominación turca, no dejaba de resultarle una muestra más de lo que la barbarie capitalista era capaz de producir: ...ahora viene una guerra y muestra que todavía no hemos salido ni arrastrándonos en cuatro patas de la etapa bárbara de nuestra historia. Hemos aprendido a vestirnos con tirantes, a escribir editoriales inteligentes y a hacer leche chocolatada, pero cuando tenemos que decidir seriamente sobre la cuestión de la existencia de algunas tribus en una rica península de Europa, somos impotentes para encontrar otra forma de resolverlo que no sea la mutua masacre masiva5.
Heyman sostiene que el contacto que Trotsky estableció con los grupos de partisanos (Chetniks, macedonios o búlgaros) que actuaban en acuerdo con el ejército búlgaro contra Turquía, y su conocimiento de la revolución de 1908 iniciada por un sector del ejército turco6, lo llevó a una nueva visión: los ejércitos partisanos, tipo milicias –destacamentos irregulares de hombres armados–, cumplen un rol en una primera etapa del conflicto, pero su acción debe concluir cuando ya se encuentran en condiciones de hacerse cargo del terreno fuerzas
mejor organizadas y mayores numéricamente. En esta época Trotsky introduce una nueva y fundamental definición: aspectos de la disciplina militar pueden ser necesarios para la revolución7. Por último, Heyman resalta el enorme interés de Trotsky en los aspectos psicológicos de la cuestión militar –la reacción individual ante el combate, el significado de la guerra para el soldado, etc.– que continúa estudiando durante la I Guerra Mundial y puede haber constituido una importante influencia para su rol en la dirección del Ejército Rojo, de la misma forma que su análisis sobre los factores que hacían posible la cohesión de un ejército, a saber: los individuos que funcionan como líderes naturales (sin ser necesariamente oficiales); el temor a lo desconocido entre los soldados movilizados y la unidad con el grupo; el entrenamiento militar que evita la anarquía (elementos que, en la I Guerra Mundial, va a tomar como ejemplos de lo que en Clausewitz representan la “doctrina y ejercicio”: la disciplina impuesta al soldado y el rol del entrenamiento como preparatorio). Trotsky concluye, respecto de sus ideas anteriores, que la disciplina en sí misma no cohesiona, pero que combinada con el odio al enemigo, compone un elemento vital de todo ejército, aunque su control y dirección en términos absolutos sea finalmente imposible. Heyman sintetiza así la experiencia de los Balcanes: Sin embargo, el episodio de los Balcanes fue invaluable. Trotsky había visto ejércitos en acción. Había hablado con hombres de todos los rangos. Había notado los problemas prácticos que presentaban las operaciones militares. Tuvo la oportunidad de comparar una variedad de fuerzas en lucha, para ver cuáles intervenían bien y cuáles mal. Se había familiarizado personalmente con el fenómeno militar de los partisanos y el estado de guerra. Había sido testigo de la fuerza y las limitaciones de la disciplina militar. Fue, después de todo, una base única para un futuro miembro de los círculos bolcheviques. Pronto se convirtió en una invaluable8.
Independientemente de las discusiones que puedan hacerse, en estos primeros escritos de Trotsky sobre el aspecto militar, el análisis que Heyman hace sobre los tres elementos señalados demuestra cómo el desarrollo del pensamiento
de Trotsky por un lado no descuida los factores sociales al analizar una guerra y sus ejércitos (los elementos de clase, de nacionalidades, etc., dentro de los propios ejércitos), pero tampoco los que son específicos de su naturaleza como la psicología, la disciplina, la fuerza moral, etc. El pensamiento militar de Trotsky se profundizará considerablemente a partir de la I Guerra Mundial –la primera guerra de carácter interimperialista que modificaría el escenario mundial y al propio marxismo llevando a la ruptura de la II Internacional y a un nuevo salto teórico por parte de su ala izquierda revolucionaria, encarnada por Lenin y Trotsky–, y muy especialmente a propósito de la toma del poder en Octubre de 1917. Continuaremos con el análisis de Heyman en próximos artículos.
1. Periódico dirigido por Lenin que la Socialdemocracia rusa editaba desde el exilio, en Zurich. 2. Harold Nelson enmarca estas conclusiones en los debates del IV y V Congreso del POSDR, durante 1906 y 1907, como desarrollamos en IdZ 22, Juan Duarte, “Trotsky y el arte de la insurrección”. 3. León Trotsky, “En defensa de la insurrección de 1905” en Mandel, Teoría y práctica de la revolución permanente, México, Siglo XXI, 2009. 4. Ídem. 5. Neil, Heyman, Leon Trotsky as a Military Thinker, tesis de posgrado no publicada, Stanford University, 1972, p.64. 6. Durante la llamada revolución de los Jóvenes Turcos en 1908, “(…) la disciplina mecánica del ejército se transformó naturalmente en la disciplina interna de la revolución”. Trotsky consideró entonces al ejército como un factor en la revolución y no se sorprendió al encontrar a los oficiales como iniciadores de la misma, lo que demuestra que su pensamiento no estaba aferrado a una visión basada en la experiencia rusa y en el servilismo del cuerpo de oficiales al régimen zarista. Analizó al ejército turco, como al ruso, como un reflejo de las divisiones sociales del país. 7. El ejército zarista se destacaba por un disciplinamiento brutal, sostenido en azotes y tortura, sobre soldados que no sentían como propio el combate. No es este elemento, claro está, el que recupera Trotsky, quien ve la necesidad de una organización centralizada y entrenada con soldados que compartan el objetivo por el cual pelean. 8. N. Heyman, ob. cit., p.64.
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La experiencia del sindicalismo revolucionario con los obreros industriales
La organización en las fábricas durante el preperonismo En esta tercera entrega nos proponemos continuar la indagación sobre los lineamientos globales que permitieron el desarrollo de un sindicalismo de base en la Argentina. Puntualmente, abordaremos la relación entre la corriente sindicalista revolucionaria, el movimiento obrero y la organización en las plantas industriales con la intención de describir dicho proceso y, a la vez, conceptualizarlo para colaborar en una mejor comprensión de la experiencia histórica ocurrida en los treinta años previos al surgimiento del peronismo. Diego Ceruso Historiador, docente UBA.
El movimiento obrero argentino tiene una rica tradición de organización y lucha que hunde sus raíces a fines del siglo XIX. Entre los múltiples ángulos desde los cuales esta experiencia puede ser analizada existe uno que, a nuestro entender, es central para comprender la solidez del modelo gremial. Nos referimos a la capacidad de irradiar la influencia del sindicato
Ilustración: Sergio Cena
hasta los sitios de trabajo. Esta peculiaridad, generalmente adjudicada al período con posterioridad a 1943, constituyó en eje prioritario, aunque con momentos e intensidades disímiles, para el proletariado industrial entre, al menos, 1916 y 1943, momento en el cual desarrollamos nuestra
investigación1. A su vez, el sendero que llevó a que paulatinamente los trabajadores construyeran instancias organizativas (comités de fábrica, cuerpos de delegados, comisiones internas, etc.) en las fábricas y empresas, se produjo en estrecho vínculo con las corrientes políticas de izquierda. En
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“ A comienzos de los años veinte, el sindicato de la madera buscaba presencia en los talleres a través de la creación de instancias de representación y el nombramiento de delegados, aunque no constituyó una política sistemática y prioritaria para ellos.
notas anteriores analizamos el proceder anarquista y el socialista a la luz del trabajo de base en el movimiento obrero industrial durante el periodo de entreguerras en la Argentina. En esta ocasión, avanzamos en la observación de otra tradición de la izquierda: el sindicalismo revolucionario. El sindicalismo –así lo denominaremos de aquí en adelante– cumplió un importante rol durante la primera mitad del siglo XX por sus concepciones políticas y por su incidencia en la organización en la clase trabajadora argentina. Veamos algunas de las características de su desempeño.
Los comienzos del sindicalismo Desde sus orígenes europeos a fines del siglo XIX, el sindicalismo delineó una serie de concepciones que animarían su existencia. Críticos de la socialdemocracia, del partido como forma organizativa y del reformismo socialista, construyeron un sistema de ideas cuyos pilares recayeron en la defensa de los sindicatos como la instancia legítima de lucha obrera y en la acción directa (boicot, sabotaje, huelgas, entre otras) como método de intervención con el fin de provocar la insurrección y la revolución social2. No en vano se le ha adjudicado un “antipoliticismo”, que más bien debería señalarse como un rechazo a los partidos que a la lucha política como tal. Italia y Francia fueron los lugares en donde se desarrolló la corriente inicialmente, aunque rápidamente se propagó por el resto del viejo continente junto a las ideas de algunos de sus teóricos más destacados, como Georges Sorel y Arturo Labriola. En la Argentina, al igual que en otros países, el núcleo originario del sindicalismo surgió del seno del Partido Socialista (PS) entre los años 1904 y 1906 con argumentos que incluían la denuncia por el desinterés en la acción sindical y el rechazo al parlamentarismo socialista. Algunas de las figuras destacadas de este primer grupo sindicalista fueron Julio Árraga, Gabriela Laperrière de Coni, Aquiles Lorenzo, Emilio Troise y Sebastián Marotta – éste último no era parte del PS3–. Durante las dos primeras décadas del siglo, ganaron influencia en el movimiento obrero, participaron de luchas destacadas y paulatinamente disputaron la conducción de las centrales obreras de la época. Inicialmente dirigieron la Unión General de Trabajadores que luego, en 1909, se transformó en Confederación Obrera de la Región Argentina. Pero el salto organizativo lo
dieron en 1915, tras el ingreso a la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) en donde obtuvieron mayoría y raudamente la enmarcaron dentro de los principios sindicalistas, lo que provocó la deserción de los anarquistas más puros. Así, quedaron conformadas la denominada FORA V Congreso, de orientación ácrata, y la FORA IX Congreso, en la que el sindicalismo plasmó su superioridad. Tras esta división, y ya como FORA IX Congreso y con posiciones de supremacía en el conjunto del movimiento obrero, un nuevo escenario se abría con la llegada del radicalismo al gobierno en 1916 y el inicio de un ciclo de conflictividad obrera que se inició ese mismo año y se extendió hasta 1922. El panorama mostraba un gobierno que intentó construir puentes de negociación con el movimiento obrero. Ante el declive de la corriente anarquista (y su menor inclinación a la negociación) y la inconveniencia de fortalecer al socialismo (pues era un rival en el terreno electoral, principalmente metropolitano), el radicalismo identificó al sindicalismo como un actor influyente en los principales gremios del momento (marítimos y ferroviarios), en la dirección de la central obrera más grande y que no contaba con intenciones en el juego electoral. Esta voluntad estatal se complementó con la acentuación de algunos rasgos ya presentes desde el inicio en el sindicalismo: el pragmatismo, el economicismo y el reformismo. La “oferta” radical fue recibida con los brazos abiertos y el acercamiento se convirtió rápidamente en un lazo estrecho que en muchas ocasiones superaba lo meramente institucional y se produjo en relaciones personales entre el presidente Hipólito Yrigoyen y la dirigencia sindicalista, como con el marítimo Francisco García. El gobierno se fortalecía mostrándose más propenso a la negociación con los trabajadores y debilitaba al socialismo electoralmente, mientras que el sindicalismo hacía gala de las mejoras puntuales en algunos de los gremios que dirigía y solidificaba su posición en el mundo sindical beneficiándose, también, del ataque a los socialistas. A partir de allí, el sindicalismo se mostró permeable a la negociación con el Estado y por momentos sirvió de partenaire a un gobierno radical deseoso de encontrar un interlocutor obrero. Con ello, los sindicalistas, cada vez más, acentuaron su costado reformista, existente desde los inicios, y acompañaron las luchas desde un lugar cada vez más
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estructurado en torno a las reivindicaciones económicas, raleando sus elementos más combativos ligados a la revolución social.
El aprecio por las alturas o la falta de una política sistemática en la base De conjunto, aunque comentaremos algunos casos puntuales a continuación, la tendencia general del sindicalismo fue la de apoltronarse en las instancias de dirección en detrimento de darle vitalidad al trabajo en los sitios de producción. Eso, quizá menos claro en las dos primeras décadas del siglo XX, se hizo evidente una vez que obtuvieron la conducción de los principales sindicatos y comandaron la FORA IX Congreso y las sucesivas centrales obreras, como veremos. Los sindicalistas construyeron su solidez en el movimiento obrero principalmente con eje en los sindicatos de transportes y servicios (ferroviarios y marítimos), aunque generalmente se ha menospreciado la relevancia que para ellos tuvo el gremio de la madera que dirigieron desde principios de siglo. A comienzos de los años veinte, el sindicato de la madera buscaba presencia en los talleres a través de la creación de instancias de representación y el nombramiento de delegados, aunque no constituyó una política sistemática y prioritaria para ellos. Por ejemplo, en una de las casas más importantes del gremio, Thompson, se daba una situación especial. Allí el sindicato poseía delegados que controlaban las condiciones de trabajo y a mediados de 1920 se inició un conflicto en el cual se elaboró un pliego de condiciones por mejoras. Ante el rechazo de este se concretó el paro pero un grupo de trabajadores continuó sus labores amparados por la patronal. En simultáneo, la empresa impulsó una táctica para la cooptación de la base obrera que fue la conformación de los “Centuriones de Thompson”. Estos fueron una especie de cooperativa integrada por 100 obreros que eventualmente debían recibir participaciones en las ventas de la empresa. Esto impedía al sindicato avanzar en su organización y por ello en las bases de resolución del conflicto se estableció el desconocimiento de los “Centuriones” y el sindicato inició una campaña para su desaparición. Esto constituye un ejemplo más del antiguo y siempre presente interés de la patronal por controlar el sitio de producción. Además, durante estos años, en 1923, »
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se conformó el Sindicato Único del Mueble. En la discusión previa del proyecto de creación del sindicato no se perdía de vista la importancia de obtener la presencia en los sitios de trabajo y la utilización del “sello label”, que era un histórico método de control que tenían los gremios. Consistía en una marca o sello que permitía a los consumidores del producto identificar que este se encontraba confeccionado por trabajadores sindicalizados. La Unión Sindical Argentina (USA), sucesora de la FORA IX Congreso a partir de 1922, acogió en su interior a una agrupación denominada Alianza Libertaria Argentina (ALA) que fue fundada por un núcleo de anarco-bolcheviques que rápidamente viró hacia el anarco-sindicalismo. Uno de sus objetivos principales fue actuar al interior de la USA para conformarse en su vanguardia hacia posiciones revolucionarias, y postulaba la idea de propagar los sindicatos industriales y conformar los consejos de fábrica para actuar en la base obrera. En la práctica, a la ALA le costó influir decididamente en las políticas de la USA y el derrotero la condujo a prácticamente fusionarse con ella. La década de 1920 fue testigo de la tendencial pérdida de influencia del sindicalismo al tiempo que se mostraban invariables algunos de sus principios como la autonomía sindical, la predilección por la lucha económica, entre otras. Cuando en 1930 se confeccionó la Confederación General del Trabajo (CGT), aún con el influjo perdido, los sindicalistas consiguieron la conducción relegando a los socialistas. Allí, en el contexto de la dictadura de José F. Uriburu primero y el gobierno conservador y fraudulento de Agustín Justo luego, desplegaron parte de sus características más cuestionables. La parálisis y la atonía fueron la norma para una central obrera que se privó de colocarse al frente de los varios sufrimientos de la clase obrera de la época. Incluso, por ejemplo, la CGT mantuvo negociaciones con la dictadura, en particular con las estructuras del Departamento Nacional del Trabajo, bajo la gestión de Eduardo Maglione, que le permitieron ejercitar a los sindicalistas las cualidades negociadoras practicadas con especial énfasis durante los gobiernos radicales. Tras ser apartados de la CGT en 1935, los sindicalistas se refugiaron en los pocos gremios en los que contaban con alguna presencia de relevancia, telefónicos y marítimos principalmente.
Aunque relegados a posiciones de minoría en el movimiento obrero de la época, el otro ejemplo en el que los sindicalistas mostraron un interés por el trabajo de base fue la industria del tabaco. Allí, a partir de 1937, procuraron organizar y consolidar las comisiones internas de las fábricas Piccardo y Nobleza que agrupaban aproximadamente a 1.000 obreros cada una. También, en 1938, el sindicato que dirigían, la Unión General de Trabajadores del Tabaco, propició una reorganización del gremio y en ese sendero había logrado la efectivización de una comisión interna en la fábrica Caravanas, que formaba parte de Massalín-Celasco y era el tercero en importancia en la rama del cigarrillo. Evidentemente, aunque a la zaga de otras corrientes como el comunismo y de modo circunscripto por su débil presencia en la industria, los sindicalistas también enfocaban a la organización en el lugar de trabajo como un punto en su agenda gremial. Pero el proceso se caracterizó por su tibieza, pues no existió una política estratégica de desarrollar la organización de base en la industria ni el planteo de tácticas puntuales para ello, y mucho más débil fue su concreción en casos de fuste.
Ideas finales El sindicalismo, desde mediados de los años diez se instaló como un actor de peso en el mundo gremial y un fuerte interlocutor en el movimiento obrero. La historiografía ha señalado una serie de preceptos, algunos de ellos de notable flexibilidad, para su caracterización: su predilección por la lucha económica, el planteo sobre la construcción de una nueva sociedad a partir de horadar el capitalismo con la obtención de conquistas, su pretensión de “apoliticismo”, su búsqueda de independencia respecto de los partidos, su mayor desempeño en las áreas económicas de transportes y servicios, entre otros. Resulta indiscutible que el campo de acción predilecto por el sindicalismo fueron los gremios como los marítimos y los ferroviarios pero también actuó en algunos sectores industriales, aunque de menor valía. Nos referimos al caso de la madera y del tabaco, además de la ya mencionada ALA, en donde registramos el proceder sindicalista junto al impulso a la organización en el sitio de trabajo. Al igual que en el caso del socialismo que comentamos la nota pasada, esta experiencia no
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alcanza para cuestionar la preferencia por los sectores de transportes y servicios pero colaboran en otorgar visos de complejidad a una corriente que posee aún múltiples flancos que investigar. Uno de estos elementos que entendemos amerita una profundización es si, además de la escasa presencia en los rubros industriales, existieron otras razones que provocaron la gradual pérdida de influencia entre los obreros. Cabe preguntarse si la escuálida inserción en los lugares de trabajo no debilitó las posiciones de esta corriente. Más allá de conducir la CGT desde su creación hasta 1935 no imprimió a su práctica un interés por la conformación de instancias de base como modo de solidificar posiciones. En un sindicalismo que se volcaba cada vez más a complejizar sus estructuras y a avanzar sobre áreas hasta allí poco exploradas, como la presencia en las fábricas y empresas, el sindicalismo no pareció acompañar esta tendencia de modo sólido y persistente en el mundo industrial. Con las salvedades ya mencionadas para el gremio maderero y el del tabaco, el sindicalismo pareció una expresión gremial de cúpulas, y esto se evidenció con mayor claridad en la década del treinta. Esto no deja de ser llamativo pues en el discurso de esta corriente, el lugar de trabajo ocupaba un sitial de importancia, ya que el “embrión” de la sociedad futura y la emancipación de la clase obrera hundían sus raíces en los centros de producción.
1. Un estudio de conjunto sobre el trabajo de base del sindicalismo y del resto de las corrientes políticas en: Diego Ceruso, La izquierda en la fábrica. La militancia obrera industrial en el lugar de trabajo, 1916-1943, Bs. As., Colección Archivos Imago Mundi, 2015. 2. Para una profundización de la corriente en un sentido más global puede consultarse Hernán Camarero, “La deriva histórica de la corriente sindicalista”, IdZ 12, agosto de 2014. 3. Alejandro Belkin, Sobre los orígenes del sindicalismo revolucionario en Argentina, Buenos Aires, Ediciones del CCC Floreal Gorini, 2007.
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El fotógrafo de la clase obrera uruguaya Aurelio González fue fotógrafo del diario El Popular de Uruguay (órgano oficial del Partido Comunista de Uruguay), testigo de la única huelga que hizo la clase obrera contra el golpe militar en Uruguay en el año 1973. Aquí recuperamos parte del archivo del único registro que existe de esas jornadas.
Rodrigo Wilson Fotógrafo, Enfoque Rojo.
Como pocas veces me ha sucedido, se me dio la oportunidad de conocer a un fotógrafo que tuvo, y aún tiene, una vida de novela. De todo lo que vivió Aurelio, quisiera rescatar una experiencia muy importante: cuando tuvo en sus manos la tarea de registrar fotográficamente la gran huelga de la clase obrera uruguaya contra el golpe militar de 1973, como fotógrafo del diario El Popular. Aunque la estrategia del PC ameritaría grandes discusiones, la idea de este artículo es rescatar la experiencia de Aurelio como fotógrafo militante, apasionado por registrar las acciones y experiencias de la clase trabajadora y el pueblo uruguayo. Su trabajo periodístico es lo que lo convirtió en el fotógrafo de la clase obrera; esa es la experiencia de la que nos queremos nutrir quienes formamos hace más de cuatro años Enfoque Rojo, hoy registrando, junto a las y los trabajadores que salen
Primera foto de Aurelio en la huelga en toma de empresa de ómnibus.
a luchar, como en Lear, Worldcolor, Madygraf, o manifestaciones como la que amplificó el grito “Ni una menos”. Aurelio González nació en el año 1931 en el Marruecos español, dentro de un cuartel militar. Testigo de la guerra de Marruecos, también experimentó los coletazos de la 2º Guerra Mundial. Curioso y osado fueron las dos cualidades que de alguna manera lo guiaron en su periplo hacia América, más precisamente a Montevideo. Luego del servicio militar que hizo en la marina de España, decidido a rechazar cualquier propuesta del ejército, emprende una arriesgada aventura para conquistar su sueño, se embarca como polizón en un barco crucero de lujo italiano que lo llevaría hacia América. Con 36 pesos uruguayos de la época en el bolsillo y una obstinación por buscar su lugar en el mundo, Aurelio llega al puerto montevideano el
día que cumplía 22 años. Algunas semanas pasaron de su llegada y ya con aspecto de abandono, en la famosa Ciudad Vieja lee en un afiche pegado en un muro “Reunión anti-franquista en la Casa de España”; los ojos se le iluminaron creyendo encontrar solidaridad entre sus compatriotas. Y así fue. Aurelio cuenta que se hizo fotógrafo por solidaridad. Un día apareció en La Casa de España un tal Lucio Navarro, de 56 años y miliciano en la guerra civil que andaba en las malas y Aurelio le dio una mano y como retribución le enseñó el oficio de fotógrafo. Desde ese entonces nunca dejó esa profesión que poco tiempo después se convertiría en una herramienta de militancia. Dice Aurelio: “Vi que tenía un sentido, que es lo que yo buscaba en la vida, algo que tuviera sentido, no aquella marina de guerra destartalada de España”.
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La huelga de 1973
Aurelio informa en asamblea de metalúrgicos.
El único registro que existe de la huelga es el del diario El Popular. Casi todos los fotógrafos estaban en huelga, por lo tanto, no iban a sacar fotos para ningún diario. “Lo nuestro era otra cosa, era militancia, y como yo siempre me consideré militante más que fotógrafo, por eso yo sentía que esto no lo podía dejar pasar así gratuitamente”. Aurelio cuenta: “Nosotros fuimos unos buenos colaboradores en esta lucha. Fijate que la Central no podía llegar a todos lados. Nos habíamos convertido en un ‘diario oral con imágenes’, y eso fue una ocurrencia mía (…) Nosotros con esto no podíamos cambiar mucho pero informamos a los trabajadores y les dimos aliento a los que estaban en duda y más aún a los que estaban muy convencidos. Nuestra actividad y todo el trabajo previo hizo que nos convirtamos en los fotógrafos de la clase, por eso nos abrían las puertas de todos los lugares ocupados (…) Todo parecía un juego en un equilibrio un poco complicado, pero era real y esto que hacíamos lo sentíamos y era más fuerte que mi propia vida. Lo importante no es solo que tenías que sacar la fotografía, sino también salvarla para luego publicarla (…) No era por una cuestión de honor ni prestigio que lo hacía sino por convicción y ganas de documentar”.
Toma y barricada en las universidades.
Toma de fábrica metalúrgica.
Cortejo fúnebre de Ramón Peré, primer muerto por la dictadura, 6 de julio de 1973.
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Fábrica metalúrgica INLASA 1973.
Toma de hospital en la huelga contra el golpe militar.
Fósforo de ANCAP apagado. Aurelio cuenta al respecto: “La primera vez que mostré la foto del fósforo apagado de la refinería de ANCAP fue en la facultad de Medicina. El lugar estaba lleno de estudiantes enérgicos con tantos deseos de hacer la revolución ya mismo. Me piden que suba a contarles lo que sucedía, hasta que en un momento les digo ‘Miren, les voy a mostrar algo’; entonces desenrollé una foto que llevaba conmigo y les dije: ‘Vean aquí esta foto, acá falta algo’; los que estaban más lejos no llegaban a verlo, pero alguien que estaba cerca da un grito ‘Sí, falta la llama’, ‘Exacto falta la llama. Y eso es porque los trabajadores lo hicieron’”.
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Entrevista
NADIE LEERÍA a un detective que sirve a los intereses de los ricos Fotografía: Rodrigo Wilson
Ideas de Izquierda entrevistó al escritor John Connolly, famoso por su serie de libros del detective Charlie Parker. En los últimos años se ha transformado en uno de los referentes del policial negro, con influencias del género sobrenatural. En la conversación abordamos algunos aspectos de sus personajes clave, las ideas que sobrevuelan sus novelas y varias reflexiones acerca de escritores, lectores y mercado.
IdZ: ¿Qué te llevó a escribir novelas de policial negro? Creo que la mayoría de los escritores escriben aquello que disfrutan leer. En mi caso, el primer género que leí fue ficción sobrenatural cuando era muy joven, creo que es algo bastante común entre los chicos o adolescentes. No se trata de lo que se trata en realidad; las primeras lecturas pueden ser atemorizantes, pero cuando vas creciendo te das cuenta de las complejidades. Creo que la ficción sobrenatural permite a los lectores jóvenes ponerle un nombre a los miedos sin nombre. Y más tarde empecé a leer novelas de misterio o policiales, y terminé escribiéndolas. Por lo tanto, soy un producto de esos dos géneros. Por eso fue algo natural sentarme y escribir no solo dentro de uno de esos géneros sino de ambos. No podría escribir sobre algo a lo que no le tuviera afecto. Creo que mis libros son un producto de mis lecturas. Y además creo que los temas que me interesan, en el género de misterio es donde mejor se pueden tratar. O quizás una vez que me senté a escribir descubrí mi interés por esos temas: la justicia, la diferencia entre la ley y la justicia, la compasión, la redención, el dolor. Gran parte de mi trabajo es sobre el dolor y la pérdida, la diferencia entre ley y justica. Este género era lo suficientemente elástico como para abordar estos temas. Entonces, volviendo a la pregunta, en un principio tuvo que ver con que
ese género era el que amaba leer, pero también en mi subconsciente me daba cuenta de que era el mejor marco para tratar los temas que más me interesaban. IdZ: Existen varias reflexiones sobre el crecimiento del género negro o el por qué del éxito de la ficción policial. ¿Cuál es tu visión al respecto? Siempre fue un género muy popular. Por ejemplo, Jack el destripador en Londres en el siglo XIX coincidió con una explosión en los medios, los diarios, y vieron que cada vez que publicaban detalles sobre Jack el destripador aumentaban las ventas. Y cuando Jack el destripador no mataba, las ventas bajaban. Existía una fascinación por este extremo del comportamiento, y los escritores de ficción se dieron cuenta de que no era difícil vender estas historias. La colección Strand era muy popular, y cuando Arthur Conan Doyle mató a Sherlock Holmes, por primera vez 20 mil personas cancelaron su suscripción. Fue la pérdida de suscripciones más grande de la historia de la revista. Y lo que es interesante es que no lo leemos por la trama, porque las tramas en general son prácticamente las mismas. La gente siempre ha leído estas novelas por los personajes. Por eso no entiendo cuando los críticos dicen: “Las novelas de misterio son sobre la trama”, “la ficción de buena calidad »
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CULTURA Literatura
es sobre los personajes”. Para mí los personajes son todo, incluso la trama, porque la trama es lo que hacen los personajes. La gente se enojó con Conan Doyle porque mató a alguien a quien ellos querían, habían invertido tiempo y expectativas en ese personaje. Hoy pasa algo similar. Yo soy consciente de que si mañana me atropellara un auto, mis editores en Gran Bretaña y Estados Unidos tendrían algunos problemas, quizás alguna gente lo lamentaría, pero después de un año, todos lo habrían olvidado, encontrarán otros libros, otros escritores. Pero si yo matara a mi personaje central [Charlie Parker, NR], los lectores se enojarían mucho. Por eso, cuando un escritor hace novelas con diferentes tramas y personajes, en general suele tener menos seguidores que los escritores que mantienen al mismo personaje año tras año. Incluso cuando esos libros no pueden cambiar demasiado porque el personaje es siempre el mismo. De todas formas, no siempre coinciden los motivos por los cuales los escritores escriben y los lectores leen. Pero podríamos decir que lo que sucede es que nunca antes tuvimos tantos escritores buenos escribiendo novelas policiales o de misterio, bien producidas, como ahora. Muchas veces se habla de la época dorada de la novela policial en los años 1920 o 1930, especialmente en Estados Unidos con [Raymond] Chandler y en Gran Bretaña con Agatha Christie entre otros. Pero creo que la época dorada se da en los años 1990, cuando hay una verdadera explosión de la novela policial y existen también muchos tipos de fusión. Creo que lo que hay es una combinación de dos factores: por un lado,
LIBROS Todo lo que muere es el primer libro de la serie de novelas protagonizadas por el detective Charlie Parker, entre las que se pueden mencionar Perfil asesino, El camino blanco, El ángel negro y Los atormentados, entre otros. Tusquets acaba de publicar en castellano El invierno del lobo, que continúa la saga de Parker.
mayor exposición: las novelas policiales se venden en lugares donde antes no se vendían. Hay cambios en el mercado. Y por otro lado un influjo de sangre nueva, una nueva generación de escritores. Yo no me cuento entre ellos, yo llegué más tarde así que no puedo adjudicarme ese mérito. Pero hubo una nueva generación de escritores muy talentosos, expuestos a un espectro muy amplio de ficción, que crearon nuevos modelos que no habíamos visto antes, y todo eso contribuyó a lo que tenemos hoy, todo es resultado de lo que se ha escrito durante los últimos veinte o treinta años. Existe además una cuestión de ciclos en todas las ficciones; el año pasado atravesamos la fase de Cincuenta sombras de Grey, todos escribían libros eróticos, pero es algo pasajero. En los años 1990 hubo un boom de escritoras, había muchas muy buenas, después se estabilizó, “sobrevivió” un puñado, como Marian Keyes [considerada una pionera del género conocido como Chick Lit, literatura dirigida a mujeres jóvenes]. En las novelas policiales la calidad ha sido consistente, porque existe una larga tradición a la que la gente que escribe ha estado expuesta, y cuantos más escritores buenos existan dentro del género, más escritores buenos surgirán, porque todos somos producto de la gente que leemos. Si los modelos son buenos, lo que se construye a su alrededor será como mínimo tan bueno como lo previo. Eso espero. IdZ: La relación de Charlie con Louis y Angel juega un rol importante en la historia del propio Parker, ¿alrededor de qué elementos se fueron construyendo los personajes? Bueno, en realidad no los planeé cuando pensaba el libro. Aparecieron. Seguro estaban en algún lugar de mi cabeza, pero no tomaron forma hasta que me senté y escribí la escena donde aparecieron. Y como estaba escribiendo un libro que nadie quería publicar, ya lo habían rechazado todas las editoriales en Gran Bretaña, la verdad es que empecé a pensar: “puedo poner todo lo que quiera, no importa, porque nadie lo va a leer”. Entonces por qué no agregar la relación de dos tipos gay… Esto me recuerda que una vez estuve en una presentación en San Francisco y llegó un hombre con doce copias de El camino blanco, y primero pensé que era un loco, no es que me moleste vender libros, pero bueno… Entonces le pregunté por qué y me contó que era parte de un grupo de lectura de varones gay, me dijo que la mayoría de los libros
que leían eran sobre personas gay realmente infelices o estereotipadas… Y leer un libro donde un par de tipos gay son asesinos era algo realmente original. En el libro no son dos asesinos gay, son asesinos que por esas cosas de la vida son gay. No es que yo me levanto a la mañana y digo: “Oh, soy heterosexual”… Lo que los define es que sin ellos los libros serían demasiado oscuros, su función es humanizar a Parker, uno ve por qué alguien disfrutaría de su compañía. Si no, sería un tipo simplemente aterrador. Y también representan un lado de Parker, el que sale a matar sin dilemas de conciencia. Louis y Angel casi no se enfrentan a dilemas de conciencia. Incluso en el libro, Louis dice algo como: “Creo que nos estamos contagiando de conciencia y moralidad”, que es algo que no les había pasado antes. Charlie los ha cambiado. De la misma forma en que lo entendieron, incluso consintieron la ira de Charlie, le siguen la corriente. Tarde o temprano van a matar, mejor matar a alguien que Charlie señale. IdZ: A diferencia de otros géneros, los personajes femeninos fuertes siempre estuvieron presentes. Sin embargo la presencia de las mujeres ha ido cambiando, ¿cómo ves ese cambio? Es un género que tiene un enorme público femenino, y ese público no va a consentir que existan personajes débiles. Y algo similar pasa con las escritoras, que no van a permitir personajes débiles… nos podemos remontar a Agatha Christie en los años 1920, con Miss Marple, o Dorothy L. Sayers y su serie de Lord Peter Wimsey. Es algo arraigado en el género en el siglo XX, por su público femenino y sus escritoras. Y es más consciente que otros géneros… Y acá puede que esté entrando en terreno incierto. Si se busca un impacto emocional en el lector, la víctima femenina tiene más resultados que una masculina. Y esto puede tener que ver con un lugar en la sociedad. Los hombres jóvenes mueren, en general a manos de otros hombres igual a él, pero las mujeres suelen ser víctimas de hombres más fuertes que ellas… Yo estoy abierto a las críticas que me hagan sobre este punto, y creo que cualquier autor varón sensato lo está, si escribís en este género… IdZ: Retomando lo que decías sobre el público femenino, existe una visión sobre qué leen y qué no leen las mujeres…. Como parte de las presentaciones de un libro que voy a publicar aquí en octubre, llamado
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Conquista, junto a mi compañera Jennifer Ridyard, que es de ciencia ficción, fuimos a una escuela. Cuando preguntamos en una clase a las chicas cuántas habían leído ciencia ficción, una levantó la mano. Cuando pregunté cuántas habían leído la saga Divergente, ocho levantaron la mano. Si les preguntaba, cuántas leyeron Los juegos del hambre, quince. Pero esos libros no están catalogados como ciencia ficción sino como fantasía, y de ahí la percepción de que las mujeres no leen ciencia ficción, porque trata sobre naves espaciales y aliens. Cuando pienso en la ciencia ficción, pienso en que van a leerla muchas chicas adolescentes, y pienso en los personajes principales, en que la mitad deberían ser mujeres, o incluso todos, pienso si hay detectives, deben ser una mujer y hombre o dos mujeres… O cincuenta y cincuenta. Y así podría seguir, haciendo un montón de presunciones sobre el género. Pero creo que como género de conjunto es muy consciente sobre la presencia de las mujeres. IdZ: En tus novelas suele haber una reflexión acerca del mal, su naturaleza y las expresiones más extremas de la xenofobia, el racismo, políticas ultraconservadoras, ¿qué es lo buscás subrayar? Muchas veces me acusaron de ser demasiado explícito con respecto a mi ideología. Yo no creo que la gente que es conservadora sea mala gente, o que la gente que se opone al derecho al aborto sea mala. Aunque no estoy de acuerdo con ellos, creo que tienen derecho a tener su opinión. En los libros creo que hay que ser precisos, sin embargo no es una ciencia exacta. Hay gente a la que le molesta cualquier expresión política u opinión en una novela. Y hay otra gente a la que no le gustan las novelas donde hay opiniones políticas que no coinciden con las suyas. A nadie le gusta que el autor venga y le diga: “Dejame que te explique cómo es esto”. Y cuando pasa esto, para mí es un problema, pero como dije, esto no es una ciencia exacta. No creo que esas personas sean malas. Creo que lo complicado de ser un liberal [un progresista, NR] es que somos tolerantes en cuanto a la posibilidad de que todos expresen su opinión. Y lo bueno de los conservadores es que no creen eso, creen que el mundo es de una manera, y tenés el derecho a pensar diferente mientras no tenga impacto en cómo es el mundo. Creo que se pueden tener creencias progresistas maravillosas, como la gente que vive en Prosperous [el pueblo donde transcurre su última
novela, El invierno del lobo, NR]: todas sus ideas son correctas, tienen las calcomanías correctas en sus automóviles, son personas socialmente progresistas… Como provengo de una tradición progresista, liberal, creo en el sistema de seguridad social, en que la gente sea atendida en los hospitales tengan o no dinero para pagarlo, creo que la gente debe pagar sus impuestos, creo que no debería haber una brecha enorme como la que hay entre ricos y pobres, y creo que lo contrario a estas cosas es dañino para la sociedad. Y sé que mucha gente no piensa así, especialmente en Estados Unidos, pero no creo que sean malas personas. Creo que las consecuencias de sus ideas son malas para la sociedad. Ellos no son malos en sí mismos. IdZ: Naturalmente, tus ideas permean en las novelas, están presentes en la trama, en la forma de ver el mundo, ¿sucede lo mismo con Charlie Parker? Creo que hay que ser cuidadosos con los detalles que pueden restringir tu novela a un momento. Cuando hago comentarios sobre algún tema, en general es parte de un escenario más amplio. Los conservadores me acusan, pero creo que si cometo un error no es tener ideas progresistas, sino quizás en ser muy obvio al respecto. Eso es resultado de no ser un escritor tan bueno y quizás ser demasiado apasionado a propósito de esas ideas. Este tipo de novelas siempre está del lado de los vulnerables, por su naturaleza, este tipo de ficción es sobre gente que ha sido decepcionada por la Ley, por las fuerzas del Estado. No existe una novela de este género, que uno quisiera leer, a menos que seas un loco, donde el detective sirva a los intereses de los ricos contra los pobres. No existe. Y no existe por buenos motivos. Podríamos decir que el género se basa en la idea de proteger a los vulnerables, en la idea de “justicia para todos” y no para algunos. Entonces creo que quizás es inevitable que algo de eso pase en los personajes.
Entrevista: Juan Dal Maso y Celeste Murillo. Traducción: Celeste Murillo.
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Ilustración: Anahí Rivera
Pappo. El último existencialista Fernando Aiziczon Historiador, docente UNC. “Es inútil luchar por una causa inferior a lo que es el cosmos” (Pappo)
Insoluble La sensación de que Pappo ya no está para brindarnos más de su música es señal de la profunda marca que dejó en el rock y blues local. Para el reducido círculo de bluseros Pappo es un referente absoluto; en el universo de las grandes bandas de rock la mayoría de los guitarristas reconocen su influencia; mientras que en la cultura popular Pappo dejó una presencia ambivalente: prevalecen sus últimos años donde el blusero duro alcanza de viejo las mieles de la fama, participa en series televisivas, se codea con el jet set de Punta de Este, se deja
fotografiar con modelos de la farándula, mientras suele quedar como anécdota el haber compartido tablas con BB King, lo que es no es fácil de comprender si se piensa que la mayor figura mundial del blues reconoció a Pappo como un excelente intérprete de esa tradición musical. Pappo destaca en frases y actitudes políticamente incorrectas, desplantes con sus pares, o formas de presentarse que acrecentaron esa imagen de hombre impulsivo y amenazante, de voz ronca, vestido de rigurosa campera de cuero, amante de motos, autos, alcoholes y mujeres, propenso a irse a las piñas si la situación así lo ameritaba. No tuvo una vida de privaciones materiales, cultivó el amor a sus padres (su madre efectivamente le llevaba el desayuno a
la cama), fue un protegido de su hermana mayor, pero jamás buscó la imagen de un músico caprichoso, incomprendido, como tampoco posó de marginal a sabiendas de que el mercado discográfico le fue esquivo durante casi toda su carrera. Su entorno lo recuerda por su creatividad ilimitada a la hora de caricaturizar personajes, colocar apodos, ironizar situaciones, o realizar payaseadas que lo acercaban más a un primate que a un sofisticado blusero: un carposaurio, se dirá. No es extraño entonces que su mejor biógrafo relate una escena que lo pinta en cuerpo y alma: lograda la cita para una entrevista, a mitad de la misma suena eyectado desde el Carpo un fenomenal flatus que sonoriza y florea el ambiente de modo irreversible. Y la reacción de Pappo es la de un buen músico:
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una risotada, para luego pedir escuchar reiteradas veces el fenómeno y poder apreciarlo en su profunda sonoridad. Esa animalidad carposáurica es pura búsqueda existencial, accesible sólo a través de su guitarra. Sus detractores no pueden apreciar (su) música, le achacan exabruptos amorales o exigen el canon absurdo que señala como condición de ser de un músico notable el cultivar un perfil ecuménico; y si toca blues, triste o sufrido. Los que disfrutaron de verlo en vivo saben que Pappo fue una gran carcajada, un insulto al aire impuro de la humanidad, y por sobre todo, un colosal guitarrista que dominó con maestría dos géneros superpoblados de músicos: el blues y el rock pesado.
Pappo es Blues Norberto Aníbal Napolitano (Pappo o Carpo) nace un 10 de marzo de 1950. Hijo de Ángela Torti, ama de casa, y Carlos Napolitano, un metalúrgico a cargo del taller “Napolitano Hermanos”. Padre generoso, Carlos sugirió el plazo de 5 años para que su Norbertito se transformase en músico, luego de tambalear en la escuela y rechazar la carrera de contador. Liliana, su única hermana, estudiará piano inclinándose por la música clásica. Los Napolitano responden al prototipo de familia de ascendencia italiana, clase media, de hábitos gregarios y que disfrutaba de unas buenas vacaciones veraniegas. Entre los amigos de la infancia Norberto cuenta con quien será uno de los mejores bateristas argentinos: Pomo (Héctor Lorenzo), quien al intentar invertir “napo”, uno de los sobrenombres predecibles de un Napolitano, jugando contra el que le habían adjudicado a él (“pomo”, por su altura), llega a Papo, que luego será Pappo, conscientes ambos de que sin otra “p”, al menos en Córdoba, no sería considerado como sinónimo de vagina. Pomo y Pappo comparten el amor por los fierros, y Pomo es quien acerca a su amigo la posibilidad de tocar con los Abuelos de la Nada, entonces uno de los primeros grupos de rock argentino (1967). Con apenas 18 años graba en el álbum que contiene el antológico tema “Diana Divaga”; allí Pappo sustituye a Claudio Gabis en “Tema en Flú” (año 1968). En el ambiente que en ese entonces prefigura la explosión de lo que será el rock argentino, la circulación de diversos músicos por distintos grupos es muy intensa y se confunde con la vecindad territorial: Pappo es vecino de Pomo y de Javier Martínez (baterista de Manal), y en realidad es parte de la nebulosa creativa de los Almendra, Los Gatos Salvajes, Tanguito. De allí su colaboración posterior haciendo coros en “Figuración”, tema del disco debut de Almendra, la otra banda que junto a Manal rodeaban
los primeros años musicales del Carpo, y que gracias a unas horas de grabación sobrantes le permitieron grabar su primer tema: “Nunca lo sabrán”, con Alejandro Medina en bajo (otro gran amigo) y el baterista de Almendra, Rodolfo García (escuchable en el compilado Pidamos peras a Mandioca, 1969/70); allí el Carpo preanuncia su peculiar veta escritural: “Luz que riegas mis sentidos (…) nunca nos estamos solos, nos pertenecemos”. A mitad de tema emerge el Carpo y su guitarra distorsionada, en un interesante anticipo de lo que nadie presume será Pappo’s Blues. Claudio Gabis, otro gran amigo, guitarrista de Manal1 y eximio músico de blues, le acercará al oído a bandas como Cream, Hendrix, BB King, John Mayall. Pappo ya experimenta sus primeros shocks musicales escuchando a Little Richard, a los Rolling Stones, pero también disfruta de los Beatles, aunque lo niegue en público. Con su primera banda, Los Buitres (donde ingresa a través de su primo Miguel Laise, contacto fundamental para su posterior ingreso a Los Gatos), Pappo hace temas de los Pick Ups, Beatles y algo de los Rolling; esa banda funcionará luego como acompañamiento del cantante italiano radicado en Argentina Gian Franco Pagliaro hasta 1967, en una de las tantísimas curiosidades de la vida de Pappo, muy bien narradas en la biografía de Sergio Marchi: Pappo, el hombre suburbano (2015). Por entonces Pappo se la pasaba vagabundeando y tocando la guitarra en plazas con hippies hostigados por personajes apodados “los firestones”, antecesores de las huestes metálicas. Pappo solía frecuentar comunidades de músicos, casas tomadas donde las horas y los días escapaban a toda temporalidad, aunque luego se cansaba de esos ambientes y se retiraba a su hogar materno a estudiar guitarra, una suerte de exilio interno en busca del sonido del blues. Luego de la experiencia con Los Abuelos, Pappo transita el primer escalón al estrellato: ingresa como guitarrista en Los Gatos, y recibe su primera Gibson Les Paul por gentileza de Litto Nebbia, tallando su primer gran solo usando un pedal wah-wah en los segundos finales del tema “Lágrimas de María” (1969). Según Nebbia: “Pappo siempre esperaba el momento del solo, que es lo que mejor hacía (...) muchas veces las violas rítmicas las grababa yo porque él no sabía ni el nombre de los acordes. Era muy sucio el tipo, y tocaba bien”2. Un año más tarde plasmará otro solo histórico en “Rock de la mujer perdida” (1970), también recordado por su riff inicial. A pesar de que le brindaba cierto prestigio, Pappo abandona Los Gatos y funda Pappo’s Blues debutando un 7 de setiembre de 1969 en
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el Teatro Coliseo junto a Black Amaya (batería), y quizás “Rino” Rafanelli, Spinetta o Vitico como probables primeros bajistas, hasta que un músico que después hará una formidable carrera quedará fijo en la primera época: David Lebón, un púber recién desembarcado de los EE. UU., multiinstrumentista y dueño de una voz única. Pappo lo rebautizó Colonio, en homenaje a un perfume de moda: Devón. Ese trío grabará en pocas sesiones Pappo’s Blues Vol. I (1971), inaugurando una zaga heterogénea hasta el Vol. VII (1978). Con Billy Bond de manager productor, el disco marcó a fuego y clavó una estaca territorial donde el Carpo fue el dominador absoluto: blues fusionado con pasajes de rock pesado, sostenido por una base rítmica demoledora y unos riffs inigualables donde reina la guitarra con distorsión al borde de la saturación (aumentadas por la baja calidad de grabación). El oyente metálico detectará aires de Black Sabbath, banda muy escuchada por Pappo, pero el uso del slide lo devuelve al blues para retornar nuevamente al rock más urbano y caliente que hasta entonces se haya tocado en estas pampas. ¿Y las letras? Pappo contiene un atributo difícil de hallar en la actualidad: Pappo es un ser pensante, que al prescindir de rodeos gramaticales consigue que sus ideas se eleven en claridad y profundidad. Veamos: abre el álbum “Algo ha cambiado”, y dice así: “por favor, dejenmé, o voy a enloquecer/no soy quien, para ser, todo lo que soy/algo ha cambiado, dentro de mi, que alucinado, quiero vivir”. Le sigue “El viejo” y un furioso solo con slide (“no sé de qué pensar si ya no sé qué es lo que pienso”), luego “Hansen” donde el Carpo juega al unísono con su voz y su guitarra. Un fragmento dice: “Dejaré mi vida guardada en un cajón, para que no tenga más desilusión, y en algún momento volveré a estar, esperando el canto de la población”, despunta el solo y retoma: “Hola mundo, ¿cómo estás?, ya tus piernas, están en paz”. Nuevamente Pappo descolla con “El hombre suburbano” y remata con “Adónde está la libertad”. El mismo año en que edita su primer disco Pappo es operado de úlcera, se recupera y participa en “Salgan al sol”, tema de Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll (1971) donde luego toca otros temas ya en el segundo disco (1972), “Él –Pappo– era nuestro Clapton/Hendrix”, recuerda Billy Bond. Fiel a su estilo, Pappo interrumpe su racha y viaja a Londres donde vagabundeará 8 meses, en una serie de 3 intentos de probar suerte en la meca del sofisticado rock inglés. A su retorno es ovacionado por una tribu en formación, cultores del incipiente rock pesado que circulaba escuchando bandas como Vox Dei, La Pesada, »
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Manal, pero que ya marcaba una frontera con el estilo de Almendra o Arco Iris. Pappo siente que es momento para un Pappo´s Blues Vol. II: “El tren de las 16” y “Desconfío”, casi un himno, serán sus temas más recordados, aunque “Blues de Santa Fe”, “Insoluble” y el oscuro “Cementerio” complementan este sólido disco de Pappo. En 1973 aparece Pappo’s Blues Vol. III con una formación de lujo: Pappo, Machi y Pomo, o la base que tendrá Invisible (Spinetta) entre 1973-1976. El trío graba en un par de días y estampa para la historia temas modelo de rock pesado y blues: “Stratocaster Boogie”, “Pájaro metálico”, “Sucio y Desprolijo”, que deja para la posteridad un inefable trozo de existencialismo criollo: “no cambia nada estar un poco sucio, si mi cabeza es eficaz”. Pappo´s Blues Vol. IV se graba apresuradamente, es un disco desparejo aunque mantiene alto la prosa en especial con “Abelardo el pollo”, tema que puede pensarse como reflejo del momento personal y confuso por el que atraviesa su autor, cuestión que se pronuncia en Pappo’s Blues Vol. V o El triángulo (1975) y Pappo´s Blues Vol. VI, donde prima un agotamiento con la idea original de Pappo’s Blues, aunque se aprecian momentos de grandes solos e improvisaciones. Pappo vuelve a Inglaterra (1975) donde se instala por 2 años. Comienza a absorber el estilo de bandas pesadas como Motorhead. A su regreso, disfruta del rito expresado en los recitales por sus fans, bajo el cántico de “y dale Pappo, dale, dale Pappo…”. Luego de unos años graba con Alejandro Medina y el virtuoso baterista brasilero Rolando Castello (junior) el efímero Aeroblues (1977), un exquisito salto musical hacia el rock pesado, con solos extensos soportados por una base rítmica desbordante. Aeroblues es power trío. Pappo logra un resultado arrollador con cierto retorno a su retórica clásica: “Vamos a buscar la luz”, tema introductorio al disco, luego “Completamente nervioso”, y “Solísimo”, cantado por Alejandro Medina (“Estoy muy solo y no hay lugar adonde ir”). El disco dura poco más de media hora, y uno se queda con ganas de mucho más; pero es Pappo, el caos sumado a la inconstancia del momento: Pappo disuelve el grupo y vuelve a Inglaterra donde se choca con el auge del punk, para regresar a la convulsionada argentina de los últimos años de la dictadura.
Los ‘80: retornos, derrumbes y Riff ¿Cómo digiere Pappo la atmósfera ochentosa donde pega fuerte la novedad de Chick Corea o Weather Report, a través de las composiciones de Serú Girán o discos como A 18 minutos del sol del flaco Spinetta…?, complejas composiciones, virtuosos instrumentistas, sonido pulido y definido…¡Eso no es rock!, concluyeron con lógica cerrada Pappo y un viejo amigo bajista: Vitico. Junto a Michel Peyronel en batería, otro conocido de Pappo que estuvo en Francia a fines
de los años ‘70 tocando punk, más “Pelusa” (Boff Serafine) en segunda guitarra y el cantante Juan Carlos García Haymes, Pappo cierra el concepto que apuntaba hacia el extremo opuesto: rock a lo AC/DC, o en boca de Pappo “Adiós Pappo´s Blues/Bienvenido Riff”. Ruedas de Metal (1981) es el primer disco de Riff, señalado como el estreno del heavy metal local; luego se lo asociará al glam-metal con claras reminiscencias de bandas a las que Pappo escuchaba con atención como Metálica o Van Halen. Este es otro gran salto en la carrera del Carpo, con letras alusivas al orden de la ciencia ficción, y resulta legible (y escuchable) en ese clima donde la explosión emocional contenida por la atmósfera represiva de los militares generaba que cada recital de Riff comenzara y terminara de manera violenta: destrozos, refriegas con la policía, detenciones, butacas que vuelan... ahora sí, son las huestes metaleras en estado de gestación que claman la apertura de la nueva era de recitales sin sillas. Riff era la ocasión para el empujón colectivo (esbozo del pogo), la lluvia de escupitajos fogoneadas por el ingreso de Pappo al escenario golpeando rabiosamente cadenas en el piso, no pocas veces completamente alcoholizado. Como testimonia Boff: “Siempre que tocó Riff hubo quilombo, porque estábamos en dictadura y no se podía hacer nada”. Y en democracia tampoco: Riff llegó a sufrir la marginación de los escenarios cuando la negación a contratarlos se hizo costumbre, porque que si tocaba Riff era el preanuncio de grandes destrozos. La estética que mejor refleja ese clima de época es la tapa del disco Contenidos (1982), contenidos en un container en posición desafiante y con Pappo cargando una cadena “Pantalla de un mundo nuevo” es el tema que contiene gran parte de ese clima, y comienza con un oscuro y extenso recitado de Pappo: “La ciudad del mundo nuevo, duerme su sueño de paz, ve la vida en un video, y se le va la vida, creo (…) Humanoides disidentes, viven la alerta total, y heroicos sobrevivientes, darán el golpe final!”. Pappo, marginado para tocar se enoja con su público (el desplante más grave fue cuando se negó a tocar en un festival liderado por V8 a cambio de asistir a un recital de Piero donde tocó “Manso y Tranquilo”), entonces se combinan los disturbios en recitales con las rencillas internas de la banda. Arma, desarma y rearma Riff, saca discos notables y se toma el avión, esta vez a Los Angeles (EE. UU.), donde se empapa de recitales en vivo y experimentos con pequeñas bandas hasta que retorna con Riff en los ‘90, un retorno ansiado por su público que vuelve a ver también a Pappo´s Blues.
local (1992) y el hit “Mi vieja”, compuesto por el hijo de Tato Borensztein, que refería a la lucha de la jubilada Norma Plá, famosa por increpar al ministro de economía de Menem, Domingo Cavallo. El disco vende 200.000 copias y es el mayor éxito en la carrera musical de Pappo. Otra buena nueva: en la tercer visita de BB King al país, éste lo invita a subir y es el comienzo de una gran relación que llevará al Carpo a tocar por expresa invitación de BB King en el mismísimo Madison Square Garden (agosto de 1993), compartiendo escenario con Buddy Guy, Koko Taylor, Lonnie Brooks, Eric Johnson, entre otros. De su paso por EE. UU. Pappo sembrará amistad con varios bluseros, en especial con Deacon Jones con quien grabará un disco (Pappo with Deacon Jones, 1993) y tiempo después con el baterista Carmine Appice (Jeff Beck). Mediados de la década de los ‘90 es el gran momento de Pappo en términos de masividad, que no casualmente coincide con sus nuevas amistades del jet set porteño3. Riff telonea los shows de AC/DC y Motorhead en Buenos Aires (se dice que Phil Campbell, guitarrista, saltaba gritando “This is real rock, man!”, por lo que fue invitado a tocar unos temas con Riff). Ya entrando el nuevo siglo edita Buscando un amor (2003), el primer disco en 30 años de carrera lanzado por una multinacional, cuando Pappo tiene 53 años sobre sus espaldas... Pocos años atrás el Carpo se trabó en una polémica televisiva con DJ Deró, al que lo invitó a buscarse un trabajo “honesto” porque aquél sostenía que ser disc jockey era también una forma de “hacer música”. Pappo zanjó, a su modo, los términos de una batalla decisiva: frente al brindis de DJ Jeró “brindo porque la escena dance siga triunfando en el mundo”, Pappo retrucó: “brindo porque la música tocada en vivo por seres humanos triunfe”. Como el gol de Maradona a los ingleses, el Carpo ajustició simbólicamente al dance y relegitimó la ancestral necesidad humana de hacer música. El 25 de febrero de 2005 Pappo muere en un accidente en moto. Su penúltimo recital en vivo es en el Cosquín Rock, donde puede escucharse un solo de colección de su guitarrista local predilecto, y probablemente su mejor heredero, Botafogo, interpretando su tema mas conocido: “Desconfío”. En teclados lo acompaña Charly García, alguna vez acusado por el Carpo de “ablandar el rock”.
La consagración final
2. Testimonio de Lito Nebbia en Marchi, Sergio, Pappo, el hombre suburbano, Bs. As., Plantea, 2015, p. 219.
A inicios de los ‘90 una lluvia de estrellas bluseras aterrizan en Buenos Aires: BB King, Taj Mahal, Albert King. Pappo capta el clima favorable al blues y organiza lo que será el gran disco que lo catapulta a un público masivo: Blues
1. La amistad de Pappo con Manal, la mejor banda de blues de la historia argentina, facilitará que Pappo casi juegue de cuarto Manal durante un verano, cuando se incorpore en piano y guitarra.
3. La pareja de entonces de Susana Giménez, “Corcho” Rodríguez, será su productor, mientras traba amistad con el Tata Yofre, titular de la SIDE bajo Menem.
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Generación Hip-Hop. De la guerra de pandillas y el grafiti al gangsta rap, de Jeff Chang
Bs. As., Caja Negra, 2014.
Juan Duarte
“El hip hop es un instrumento de lucha. A través de la música podemos denunciar muchas cosas”. Así habla Rolando Casas, de Wayna Rap, desde El Alto (Bolivia). Pero podría ser Buenos Aires, San Pablo, Comodoro Rivadavia, Valparaíso, París, y prácticamente cualquier ciudad del mundo. El hip hop constituye hoy una vía de expresión cultural popular, juvenil, de denuncia y lucha social globalmente extendida. Y es justamente de sus orígenes sociales, políticos y culturales, sobre lo que trata el libro del periodista y crítico musical Jeff Chang, director del Instituto para la diversidad de las Artes en la Universidad de Stanford y productor independiente de hip hop. Can’t Stop Won’t Stop. A History of the Hip-hop Generation (editado originalmente en 2005) despliega una historia social de la “generación hip hop”, que se ubica entre 1965 y 1984, entre la aprobación de la Ley de los Derechos Civiles y el asesinato de Malcom X, y la dominación mundial del hip hop al final de los gobiernos de Reagan y Bush. El desarrollo de la cultura del hip hop aparece enraizado en, y como expresión refractada de, la historia de la opresión racial de los negros (y también de las minorías étnicas) en Estados Unidos. Recorriéndola, encontramos un paisaje alucinante, destellante de personalidades, colores, sonidos, texturas y pliegues que constituyen el hip hop y sus componentes artísticos (básicamente: MC, maestro de ceremonias; DJ; el grafiti; y los b-boys, bailarines). Al mismo tiempo que describe con minuciosidad desarrollos artísticos, el autor los ubica en unidad con sus condicionamientos geográficos, políticos y sociales, la constante de la relación con la opresión racial, la violencia policial y la resistencia negra (en el libro los brutales asesinatos de jóvenes negros se cuentan por decentas y marcan al hip hop desde su origen). Voluminoso e informativamente abrumador (600 páginas repletas de referencias) está estructurado en cuatro grandes “loops”. El primero (1968-1977) sitúa los comienzos del hip hop en el South Bronx, un gueto negro de Nueva York, arrasado por las políticas de urbanización desde los ‘50, la pauperización y el desempleo (60 % entre los jóvenes), en el cual las pandillas juveniles ocupan el lugar social que previamente ocupaban organizaciones políticas como las Panteras Negras
y figuras como Malcom X. De allí vamos a los suburbios de Kingston para encontrar en el roots reggae jamaiquino “lo que Missisippi fue para el blues, o Nueva Orleans para el jazz”. De allí proviene el fundador del hip hop, DJ Kool Herc y sus sound systems1, y la música como vía cultural de resistencia de los oprimidos. Afrika Bambaataa, dirigente juvenil pandillero y cantante (MC), referenciado en la lucha del pueblo zulú contra la opresión imperialista, será otra figura clave musical e ideológicamente. Grandmaster Flash y sus revolucionarias técnicas de DJ, completa el cuadro. El segundo loop va de 1975 a 1986, se inicia con el asesinato del joven negro Soulski a manos de un policía y traza el recorrido musical e ideológico de Bambaataa y su propuesta de liberación afroamericana, así como la salida del hip hop hacia otros sectores de Nueva York. La Rock Steady Crew y el baile de los b-boys “como forma de agresión” así como el grafiti y el style “como desafío” y “lógica de colonización inversa”, con sus personalidades destacadas (Basquiat, Lee Quiñones, etc) hacen su aparición. Chang registra aquí la “primera muerte del hip hop”, su mercantilización masiva, y su apropiación por otros grupos sociales más amplios (baby boomers y excéntricos, bohemios blancos, estudiantes de arte rebeldes y post jazzistas negros), e incluso bandas como The Clash. Con la recesión y la llegada de Reagan (1982), la pauperización, discriminación y persecución a los afroamericanos y latinos se acentúan. Asimismo, ligado a la política imperialista, el crack y la pasta base hacen estragos. Es el fin de la “old school”. El tercer loop va de 1984 a 1992, con el surgimiento de la “era post derechos civiles”, marcada por la crítica de la nueva generación del hip hop a la generación anterior. Momento de auge del movimiento antirracismo simbolizado en la lucha anti Apartheid, implica un ensanchamiento de las desigualdades sociales promovidas por el neoliberalismo reaganiano. Fragmentado el movimiento de lucha por derechos civiles, adquieren mayor peso ramas religiosas o espirituales, mientras nuevos asesinatos de jóvenes negros a manos de blancos y la policía detonaban nuevas revueltas. La cultura del hip hop se orientó hacia el rap y reinventó sus raíces, predominando ahora los productores de discos, munidos de las novedosas cajas de ritmos y samplers. Public Enemy, desde la clase media negra, será la banda emblemática del surgimiento de una nueva militancia negra referenciada en el rap ante el vacío político del sector, junto a figuras como el director de cine Spike Lee y nuevos MC como Rakim (“el Coltrane del hip hop”). Al mismo tiempo, surge en la costa oeste (South Central Los Angeles, 50 % de desocupación juvenil), geografía signada por la opresión y el racismo,
y sede de los mayores levantamientos negros urbanos (Watts, 1965), el gangsta rap con artistas como Ice Cube y Eazy E, de rasgos más despolitizados y machistas. Chang muestra cómo las letras refractan la situación social de las comunidades más pobres, signadas por la desindustrialización, la descentralización, las políticas militares de la Guerra Fría, el tráfico de drogas y armas y la brutalidad policial, apoyado en los análisis del sociólogo Mike Davis. El tema “Boyz N the Hood” y “Fuck Tha Police”, con su estética de exceso y exaltación de lo local, signan el momento. Al igual que los Sex Pistols y el punk, señala el autor, el hip hop abre las puertas a cualquier persona de la calle que quisiera grabar música de gansta rap, solo con un micrófono, una mezcladora y un sampler, es “un nuevo punk rock”. El libro cierra con el período 1992-2001, marcado por el levantamiento en 1992 luego de la impunidad ante la golpiza policial a Rodney King (1991) y la guerra entre pandillas. Cypress Hill, banda compuesta por descendientes latinos e italianos, musicaliza esta situación social en la que las revueltas anti represivas de centroamericanos y mejicanos se destacan mientras los conservadores (demócratas y republicanos) apuntan ahora contra el hip hop y el rap. Chang pasa revista también a las revistas claves para el hip hop, como Village Voice, The Source y Vibe. Finalmente, Chang señala cómo el “Nuevo Orden Mundial” diseñado por el imperialismo norteamericano dio lugar a nuevos avasallamientos de las libertades civiles en EE. UU., con la juventud como blanco constante. Mientras los monopolios mediáticos colonizan el espíritu contracultural del hip hop, ahora convertido en una mina de oro, homogeneizándolo, surge un “feminismo hip hop” y un movimiento “neo soul” crítico (Missy Elliot y otras). El rap político se convierte cada vez más en un anodino “rap consciente”, adaptado al marketing. Sin embargo, Chang registra su politización tanto fuera de EE. UU., como hacia adentro de la mano de un nuevo “activismo del hip hop” (Youth Task Force) que enfrenta a alcaldes como Rudolf Giulliani y sus policías, y participa del movimiento anticapitalista. No es de extrañar que las movilizaciones antirepresivas en Ferguson hayan tomado como canto de lucha “Fuck the Police”, del rapero Lil Boosie’s, ni que la anticapitalista “La rage”, de la franco-argentina Keny Arkana, sea estandarte de la juventud francesa. El libro de Chang hace justicia a los orígenes de lucha de la cultura hip hop, restituyéndolos y permitiendo comprender sus particularidades artísticas y su rol social actual. 1. Sistema de sonido para pasar música.
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CULTURA Lecturas críticas
VOLVERSE PÚBLICO, de Boris Groys
Bs. As., Caja Negra, 2014.
Ariane Díaz La visita reciente del autor a la Argentina dio pie a numerosas reseñas sobre la edición en castellano de esta compilación publicada en 2010 como uno de los anuarios de la plataforma e-flux, dedicada a las actividades y discusiones que recorren al arte contemporáneo. Formado en la URSS, Groys se inició escribiendo sobre el “conceptualismo de Moscú”, una corriente que, durante las décadas de 1970 y 1980, trabajó en una vertiente del arte conceptual que en la época no podía llevarse bien con la estética soviética oficial. “Invitado a emigrar”, según relata, desde entonces ha dedicado sus estudios y cátedras universitarias a las transformaciones culturales en que se inscriben las producciones artísticas actuales, además de haber oficiado de curador. Volverse público transita los cambios en las concepciones sobre el arte, sus tecnologías y sus instituciones desde el modernismo del siglo XX hasta el actual, de desarrollo y ampliación de internet, que sustentaría una nueva etapa. El abanico de temas en los que se enfoca es amplio (y a veces reiterativo, con párrafos casi literalmente calcados): desde la revitalización post posmoderna de la religión, la estetización de la política, las concepciones de libertad en Occidente, las definiciones de qué es una obra de arte y qué un artista, hasta un análisis sobre las vanguardias soviéticas (sobre lo que ya había escrito y era mayormente conocido). A lo largo de los artículos Groys hará algunas definiciones interesantes sobre la escena artística, que nunca deja de relacionar con su marco social más amplio: la comercialización del circuito, los cambios en los medios de producción y exhibición que lo condicionan y en los que, a su vez, ha intervenido la producción artística, e incluso los cambios en la vida cotidiana de la que forman parte. Las más destacadas por la crítica son aquellas relacionadas con los cambios de comportamiento que supone la extensión del uso de internet y las redes sociales, que para el autor tendrían como precedentes los cambios en la subjetividad que prefiguraron las experiencias vanguardistas, aunque lo que en ellas había de utópico se ha transformado en aspectos distópicos. Por ejemplo, que el buscador de Google seleccione la aparición de una palabra desligándola de su contexto, y la rankee bajo ese criterio sin distinguir si viene asociada a contextos favorables o críticos, generaliza aquello ya descubierto por el futurista
Marinetti: que hasta la “mala publicidad” es beneficiosa. O que las redes sociales implican una exorbitante producción de imágenes mediante los cuales se construye una “autopoética”, una práctica iniciada por aquellos que en sus manifiestos y performances diseñaron sus propias narrativas públicas de sí mismos, experiencia que fue mercantilizada y que hoy constituye una omnipresente “monetización de la hermenéutica”, esto es, la traducción de nuestras búsquedas o posteos a intereses de consumo para una publicidad dirigida. Groys define entonces la escena cultural digital como un hardware capitalista –la red no dejan de estar en pocas manos privadas– con un software comunista –una producción a la que la mayoría contribuye sin ganancias–. Lo que en un momento fue visto utópicamente como el “derecho” de todos a ser artistas, argumenta Groys, se ha convertido en una obligación, condenándonos a ser nuestros propios diseñadores. Pero en el marco teórico con que intenta sustentar sus definiciones es donde aparecen sus mayores deficiencias. Las abundantes referencias a Benjamin confunden más de una vez definiciones centrales como “arte aurático” o “iluminación profana”, tratados como sinónimos que no eran, o le atribuye definiciones que justamente había puesto en cuestión siguiendo los cambios producidos por la reproductibilidad técnica, como las de original y copia. Marx no tiene mejor suerte: para Groys, en la medida en que, conceptualismo mediante, las obras ya no guardarían las marcas personales del trabajo del artista, pero sí tienen un precio, serían el perfecto contraejemplo de la teoría del valor, anclada en un trabajo manual. Pero las obras de arte, preconcpetuales o no, nunca obtuvieron su precio del trabajo efectivo contenido en ellas medidos en términos de producción capitalista, sino que justamente han sido socialmente valoradas como su opuesto, aunque sean comercializadas de forma capitalista. Si esto ha cambiado y lo que está en juego es la subsunción de la producción artística al capital, es un problema central en la discusión sobre la cultura de masas, pero que no pasa por sus formas de comercialización1. Por otro lado, la introducción de Groys insiste en su voluntad de no desarrollar una estética –en línea con un punto de vista de los espectadores–, para focalizarse en una poética –en línea con los productores de arte–. Pero es la tradición de la estética alemana que cita Groys la que justamente desarrolló nociones como estilo, cuidado de sí o bildung, que funcionaron como vía de interiorización de pautas sociales en un período en que surgían Estados secularizados que no contaban ya con la religión como base sobre la cual construir su hegemonía2. Ello no ha evitado que se expresen allí también impulsos utópicos –dando cuenta del carácter
contradictorio que ha definido desde su origen a la estética–, pero resulta extraño que Groys la descarte justamente para tratar el problema de la construcción de identidades sociales, de larga tradición en la disciplina. Allí donde Groys está especializado, las vanguardias soviéticas, es donde más las definiciones que acompañan a algunos buenos desarrollos –en especial los intentos de Malevich–, suenan provocadoras pero se apartan poco de las lecturas dominantes. La hipótesis de Groys es que, a contramano de todos los estudios históricos, el stalinismo no fue la tumba de las experiencias de vanguardia soviéticas sino la consumación de su intento de unir arte y vida, subsumiendo al arte al diseño, tal como Stalin subsumiera a la URSS en un “diseño total” de la sociedad. Aquí, sus definiciones sobre la dinámica de la revolución parecen extraídas del buscador de Google: la continuación de la revolución –la revolución permanente– puede verse como su repetición o su traición, tanto como la estabilización posterior –el período stalinista– puede también ser una cosa o su contrario… Estas son las paradojas a las que, según Groys, sobrevivieron “solo unos pocos revolucionarios”3. No fue precisamente a la paradoja a la que no sobrevivieron dirigentes y artistas en la URSS; los juegos de palabras difícilmente sirvan para dar cuenta de un proceso que precisamente no supone una trayectoria lineal entre la idea de sociedad comunista y los crímenes de Stalin, sino una ruptura. Da la impresión de que Groys abona sus argumentos con referencias teóricas y políticas donde no se niegan la omnipresencia del mercado y las instituciones de la sociedad capitalista, pero de donde se han eliminado los aspectos ligados a una perspectiva que pueda pensarse fuera de los condicionamientos de esta organización social. En esta falta de perspectiva por fuera del capitalismo, pronto las críticas al funcionamiento del circuito artístico4 y aquellas destinadas a la sociedad contemporánea son naturalizadas como efectos de decisiones particulares. Es difícil no ver en ello asomar el escepticismo posmoderno, a pesar de las críticas que en el libro les dedica a algunos de sus representantes.
1 Ver “Un mal caldo de cultivo”, IdZ 11. 2 Para un resumen ver el primer capítulo de Eagleton, La estética como ideología, Madrid, Trotta, 2006. 3 Groys, p. 169. 4 Para un panorama ver Graw, ¿Cuánto vale el arte?, que reseñamos en IdZ 1.
IdZ Septiembre
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Perón y la Triple A, de Sergio Bufano y Lucrecia Teixidó
Bs. As., Sudamericana, 2015.
Eduardo Castilla
En mayo de este año se publicó Perón y la Triple A1, escrito por Sergio Bufano y Lucrecia Teixidó2. El libro es útil para volver a reflexionar sobre la dinámica del período estudiado aunque, desde una perspectiva de izquierda, resulta imposible acordar con sus conclusiones políticas.
20 advertencias
El libro da cuenta, exhaustivamente, del accionar de la Triple A así como de la responsabilidad de Perón en su formación, algo minimizado en la historiografía dedicada al tema. La narración recorre distintos momentos desde el retorno de Perón a la Argentina hasta su muerte. En cada uno de ellos, los autores localizan una “advertencia” hacia la izquierda peronista, destinada a subordinarla a su política de pacificación del país. La primera de las advertencias tronará el 21 de junio de 1973, al día siguiente de la Masacre de Ezeiza. En cadena nacional, escoltado por López Rega e Isabel, Perón dirá, entre otras cosas: … los peronistas tenemos que retornar a la conducción de nuestro movimiento (…) neutralizar a quienes pretenden deformarlo desde abajo o desde arriba (…) somos justicialistas (…) No hay nuevos rótulos que califiquen a nuestra doctrina y nuestra ideología (…) Somos lo que las veinte verdades peronistas dicen (pp. 60/1). Un mensaje directo a quienes pretendían luchar por la “patria socialista” desde el interior de ese movimiento. La última advertencia se hará el 17 de junio de 1974, quince días antes de la muerte de Perón. Reunido con la cúpula de la CGT, dirá que: … la descomposición del hombre argentino (…) nos ha llevado a esto (…) tenemos que erradicarlo de una u otra manera. Intentamos hacerlo pacíficamente con la ley. Pero si eso no fuera suficiente, tendríamos que emplear una represión un poco más fuerte y más violenta también (p. 362).
Hacía tiempo ya que las “advertencias” se cumplían rigurosamente. La Triple A, las bandas de la burocracia sindical y las fuerzas policiales actuaban en todo el país, atacando a las organizaciones combativas del movimiento obrero, la juventud y la izquierda, contando decenas de muertos. Las amenazas “a futuro” reafirmaban una política en curso. Mientras se intentaba contener al conjunto de la clase trabajadora mediante el Pacto Social3, desde el Estado se desplegaba una política que, globalmente, puede ser definida como de guerra civil acotada a la vanguardia obrera y popular surgida a partir del Cordobazo. Dentro de la misma, por su peso, Montoneros y la Tendencia revolucionaria del peronismo eran un objetivo central de los ataques.
Dos demonios
El libro está orientado a demostrar que Perón “cometió un error” al apelar a grupos paramilitares; y que Montoneros, al continuar con las acciones armadas, contribuyó a la escalada de violencia y a convertir al Estado “en una banda” (p.19). Los autores afirman –mencionando la última advertencia de Perón– que el pedido de mayor represión … no lo hacía frente a los jefes de las fuerzas de seguridad, autorizados por la Constitución Nacional para reprimir (…) sino ante jefes de sindicatos que habían convertido sus sedes en verdaderos arsenales (p.18). Ilustrando más esta idea, Bufano y Teixidó se preguntan si Perón “¿podría haber hecho otra cosa?”. Responden: Claro que sí. Pero la elección de su sucesora, de sus funcionarios y la autorización implícita a la actuación de la pandilla enquistada en su gobierno fueron determinantes para ese final de sangre (…) No fue una víctima (…) eligió un camino que no correspondía (…) más allá de sus propias decisiones equivocadas nadie lo ayudó. Ni los Montoneros que no acallaron sus armas, ni la izquierda armada marxista que soñaba con ocupar la Casa Rosada (…) ni la dirigencia sindical con su recalcitrante macartismo que no toleraba perder la elección en ningún gremio. Tampoco el empresariado, siempre codicioso y de escasa conciencia democrática (p. 365).
Resulta ineludible emparentar esta definición con la teoría de los dos demonios4 que presenta a la violencia estatal como correspondida y alimentada por la que ejercieron las organizaciones armadas. Los autores afirman, explícitamente, que la violencia que “correspondía” era la ejercida en un marco legal. Se trata, hay que decirlo, de las Fuerzas Armadas que ejecutarán el golpe genocida en marzo de 1976; o la policía que, con Villar y Margaride a la cabeza, era parte esencial de las Tres A.
Revolución y contrarrevolución
Lo que el peronismo en el poder se proponía era frenar el ascenso revolucionario abierto en Argentina a partir del Cordobazo. Para eso se hacía imperioso liquidar a la vanguardia de ese proceso. El enorme desprestigio que padecían las Fuerzas Armadas impedía recurrir a ellas abiertamente. De allí la formación de organizaciones paramilitares y la creciente violencia estatal. Frente a esa escalada, la estrategia desplegada por Montoneros y la guerrilla de conjunto era impotente. Su política de presión sobre Perón –que se mantuvo hasta la muerte de éste– obturaba la posibilidad de un desarrollo político independiente de la vanguardia obrera y juvenil. En el terreno militar, su objetivo se reducía a una “guerra de bolsillo” entre su propio aparato y las fuerzas represivas5. Perón y la Triple A ilustra claramente la política represiva del último gobierno del viejo líder. Sin embargo, sus conclusiones lejos están de permitir una preparación estratégica para futuros escenarios convulsivos en la lucha de clases.
1. Las referencias a las páginas se harán entre paréntesis. Los resaltados en las citas pertenecen a los autores. 2. Bufano es codirector de la revista Lucha Armada en la Argentina. Ambos militaron en la izquierda en los años ‘70. 3. Ver Alejandro Schneider, “El Pacto Social de 1973”, IdZ 19. 4. Véase el prólogo a Insurgencia obrera en Argentina de Ruth Werner y Facundo Aguirre, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2007. 5. Para una discusión de conjunto sobre la estrategia de la izquierda en los años ’70, véase Insurgencia obrera en la Argentina, ibídem, capítulo XIV.
APOYAMOS AL
Las recientes elecciones primarias confirmaron la presencia de seis fórmulas presidenciales. Sin alcanzar la polarización que buscaban instalar el oficialismo tras la candidatura de Scioli y el PRO con la candidatura de Macri, Massa se sumó en el último lugar. Los tres, en caso de ser gobierno, se preparan para aplicar planes económicos de ajuste contra el pueblo trabajador para favorecer a los grandes capitalistas. La centroizquierda de “Progresistas” (Stolbizer) que fue en las alianzas con el PRO de Macri en 8 provincias, no representa una alternativa. El Frente de Izquierda y los Trabajadores es la única opción política nacional independiente de toda variante patronal en las elecciones generales de octubre. Su fortalecimiento, multiplicando los votos obtenidos en las PASO y conquistando nuevas bancas en el Congreso Nacional y en las legislaturas provinciales, es fundamental para prepararnos para enfrentar las medidas que intentarán imponer los Scioli, los Macri, y los Massa, a favor de los empresarios nacionales y extranjeros, y contra trabajadoras, trabajadores y el pueblo. En este sentido, los abajo firmantes apoyamos el impulso de una gran campaña unitaria del Frente de Izquierda y los Trabajadores, por Nicolás del Caño como candidato a Presidente y Myriam Bregman a Vicepresidenta; Andrea D’Atri, Marcelo Ramal y José Castillo al Parlasur; y por las listas del Frente de Izquierda en todo el país. Néstor Pitrola y Ruben “Pollo” Sobrero para gobernador y vice de la provincia de Buenos Aires, encabezando el primero la lista de diputados nacionales junto a Christian Castillo. En la Ciudad de Buenos Aires vamos con Gabriel Solano, Victoria Moyano y Laura Marrone. En Jujuy, con Alejandro Vilca como candidato a diputado provincial. En Córdoba, con Liliana Olivero, Hernán Puddu y Eduardo Salas. En Mendoza, con Noelia Barbeito. En Santa Fe, con Octavio Crivaro y Jorgelina Signa. En Neuquén, con Raúl Godoy y Angélica Lagunas. En Tucumán, con Alejandra Arreguez y José Correa. Llamamos a los y las estudiantes, jóvenes, intelectuales, trabajadoras y trabajadores a apoyar esta campaña.
EDUARDO GRÜNER - MARTÍN KOHAN - CLAUDIO KATZ -ALEJANDRO SCHNEIDER ARIEL PETRUCELLI - ROBERTO GARGARELLA - HERNÁN CAMARERO - EDUARDO LUCITA - OMAR ACHA - HERNÁN DÍAZ - DIEGO CERUSO - FERNANDO AIZICZON GUILLERMO GIGLIANI – PATRICIA COLLADO – PABLO RIEZNIK - JUAN GRIGERA – GABRIEL PAISSAN – MAURICIO CATTANEO – PABLO HERRERO GARISTO – RODOLFO ELBERT – PAULA VARELA – NATALIA RIZZO – ILEANA CELOTTO – PABLO ANINO – SANTIAGO GÁNDARA – ALICIA ROJO – NÉSTOR CORREA - LUCIANA ZORZOLI – LEANDRO MOLINARO – MARIELA DÍAZ… Y SIGUEN LAS FIRMAS. PARA DEJAR TU ADHESIÓN:
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