Ideas de izquierda 28, abril 2016

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28 ABRIL 2016

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ideas izquierda Revista de Política y Cultura La burguesía va al paraíso Christian Castillo

Balances K y perspectivas M Opinan: Paula Varela, Gastón Gutiérrez, Alberto Bonnet, Martín Schorr, Andrés Wainer, Esteban Mercatante y Alejandro Bercovich.

BRASIL: GAME OF THRONES EN PLANALTO Leandro Lanfredi

LA LARGA DEPRESIÓN Y EL FUTURO DEL CAPITALISMO Entrevista a Michael Roberts

QUIJOTADAS A 400 AÑOS DE LA MUERTE DE CERVANTES

Ariane Díaz


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IDEAS DE IZQUIERDA

SUMARIO

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LA BURGUESÍA VA AL PARAÍSO

BRASIL: GAME OF THRONES EN PLANALTO

ECOS DE LA GUERRA FRÍA EN EL CAMPO PSI

Christian Castillo

Leandro Lanfredi

Juan Duarte

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LAS PATAS FUERA DE LA FUENTE

CUBA DESPUÉS DE OBAMA. ¿MÁS CERCA DEL CAPITALISMO?

QUIJOTADAS

Paula Varela y Gastón Gutiérrez

Ariane Díaz

Claudia Cinatti

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LA INSURRECCIÓN COMO RESTAURACIÓN

LA LARGA DEPRESIÓN Y EL FUTURO DEL CAPITALISMO

EL EXTRAÑO MUNDO DE JACK (LONDON)

Entrevista a Alberto Bonnet

Entrevista con Michael Roberts

Nicolás Bendersky

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SHOCKEADOS

LAS VENAS ABIERTAS DEL SUR GLOBAL

RESEÑA DE NEOLIBERALISMO SEXUAL. EL MITO DE LA LIBRE ELECCIÓN, DE ANA DE MIGUEL

¿SIEMPRE LO MISMO? RESTRICCIÓN EXTERNA Y AJUSTE EN LA ECONOMÍA ARGENTINA Martín Schorr y Andrés Wainer

BIG BANG THEORY: AJUSTE Y “RELATO” EN TIEMPOS DE CEOCRACIA Esteban Mercatante

“LA LÓGICA CON LA CUAL GESTIONAN ES LA DEL CAPITAL”

Esteban Mercatante

Celeste Murillo

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ARICÓ Y UNA DECONSTRUCCIÓN PERIFÉRICA DEL MARXISMO

RESEÑA DE LA POLÍTICA SECRETA DE LA ÚLTIMA DICTADURA ARGENTINA (1976-1983), DE PAULA CANELO

Gastón Gutiérrez

Eduardo Castilla

Entrevista a Alejandro Bercovich

18 LA “REVOLUCIÓN EDUCATIVA” DE MAURICIO MACRI Federico Puy y Hernán Cortiñas

STAFF CONSEJO EDITORIAL Christian Castillo, Eduardo Grüner, Hernán Camarero, Fernando Aiziczon, Alejandro Schneider, Emmanuel Barot, Andrea D’Atri y Paula Varela.

EQUIPO DE DISEÑO E ILUSTRACIÓN Fernando Lendoiro, Anahí Rivera, Natalia Rizzo, Gloria Grinberg.

COMITÉ DE REDACCIÓN Juan Dal Maso, Ariane Díaz, Juan Duarte, Gastón Gutiérrez, Esteban Mercatante, Celeste Murillo, Lucía Ortega, Azul Picón y Fernando Rosso.

PRENSA Y DIFUSIÓN ideasdeizquierda@gmail.com / Facebook: ideas.deizquierda Twitter: @ideasizquierda

COLABORAN EN ESTE NÚMERO Alberto Bonnet, Martín Schorr, Andrés Wainer, Alejandro Bercovich, Michael Roberts, Federico Puy, Hernán Cortiñas, Leandro Lanfredi, Claudia Cinatti, Nicolás Bendersky, Eduardo Castilla, Isabel Infanta y Paula Bach.

Ilustración de tapa: Natalia Rizzo

www.ideasdeizquierda.org Riobamba 144 - C.A.B.A. | CP: 1025 - 4951-5445 Distribuye en CABA y GBA Distriloberto - www.distriloberto.com.ar Sin Fin - distribuidorasinfin@gmail.com ISSN: 2344-9454 Los números anteriores se venden al precio del último número.


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La burguesía va al paraíso

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Ilustración: Natalia Rizzo

Christian Castillo Consejo Editorial. “Si el dinero, como dice Augier, viene al mundo con manchas de sangre en una mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies”. Karl Marx, capítulo XXIV, El Capital. Cómo no pensar en esta célebre cita de Marx ante la revelación de los llamados Panamá Papers que se han transformado en el escándalo político internacional del año. Ya llevó a la renuncia (que luego trató de cambiar por un pedido de licencia) del primer ministro de Islandia, Sigmundur David Gunnlaugsson, y a crisis importantes en otros países, como en Gran Bretaña, donde David Cameron enfrenta un gran descrédito y se han iniciado movilizaciones en su contra. Los alrededor de 11,5 millones de documentos del estudio Mossack-Fonseca han puesto sobre el tapete nuevamente uno de los mecanismos más generalizados para la evasión y elusión impositivas y para el lavado de dinero que se utiliza en el capitalismo: la formación de empresas offshore en los llamados “paraísos fiscales”. Si bien en Panamá hay al menos cientos (algunos dicen que son miles) de estudios jurídicos dedicados a la formación de estas empresas, Mossack-Fonseca es uno de los principales, y de ahí el renombre de algunos de los personajes que aparecen en su base de datos. Sin embargo, Panamá se encuentra en el número

13 del ranking que establece la organización Tax Justice respecto del nivel secreto financiero que rige en cada país. El ranking es establecido en base a la cantidad y calidad de las leyes o regulaciones que favorecen la reserva en las transacciones financieras por parte de individuos o compañías, además de la participación de cada nación en las exportaciones financieras a nivel global, con lo cual mide el grado de secreto pero también la escala de las operaciones. El primer lugar es para Suiza, el segundo para Hong Kong, el tercero para Estados Unidos, Singapur en el puesto 4, las Islas Caimán en el 5, Luxemburgo en el 6, Líbano en el 7, Alemania en el 8 y Bahréin en el 9. Gran Bretaña figura en el puesto número 12, pero solo porque se cuentan por separado centros offshore que dependen de la corona británica como las Islas Caimán y Vírgenes. El dato respecto de Estados Unidos es interesante porque en los últimos años hubo un desplazamiento del negocio offshore hacia los estados de la primer potencia mundial que operan como paraísos fiscales: Delaware, Nevada, Wyoming, Arizona, Dakota del Sur. Solo en Delaware (donde se radicaron las empresas offshore de YPF creadas para los negocios con Chevron para la explotación de los yacimientos de Vaca Muerta) existen alrededor de 945 mil empresas offshore, casi una por habitante del estado. Un artículo publicado en Bloomberg en enero de este año, antes

de que salte el escándalo de los Panamá Papers, decía: Después de años de arremeter contra países por ayudar a los norteamericanos ricos a esconder su dinero offshore, Estados Unidos está emergiendo como un paraíso fiscal y del secreto financiero de primera clase para los extranjeros ricos. Al resistir los nuevos criterios de divulgación, Estados Unidos está creando un nuevo mercado caliente, transformándose en un refugio para la riqueza extranjera. Todo el mundo, desde los estudios de abogados de Londres hasta los trusts suizos, están participando, ayudando a los millonarios del mundo a mover sus cuentas de lugares como Bahamas y las Islas Vírgenes británicas a Nevada, Wyoming y Dakota del Sur1.

Para algunos analistas, esta sería una de las explicaciones posibles de la ausencia de políticos norteamericanos en el primer listado difundido por el consorcio de periodistas. Otros sostienen que directamente se trató de una operación de inteligencia estadounidense con el doble objetivo de fortalecerse como plaza financiera y debilitar a adversarios políticos como Putin y los líderes de Partido Comunista de China, aunque provocó efectos negativos inmediatos sobre aliados como el primer ministro británico David Cameron, el presidente ucraniano Petró Poroshenko o »


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POLÍTICA

el presidente de nuestro país Mauricio Macri. La presencia de Alemania, que aunque posee un gran centro financiero como Fráncfort no cuenta con secreto bancario, podría llamar la atención. Pero lo cierto es que la principal economía europea cuenta con estructuras corporativas como las empresas Treuhand (o de fideicomiso) que hacen muy difícil saber quién es el propietario de dinero enviado al exterior. Markus Meinzer, especialista en temas fiscales, calculó en su libro Alemania, paraíso fiscal que, tan solo en 2013, se evadieron US$ 3,4 billones mediante las Treuhand. Según Gabriel Zucman en La riqueza oculta de las naciones, el monto depositado en empresas offshore llega a los U$S 7,6 billones (Boston Consulting Group la eleva a U$S 9,7 billones), de los cuales U$S 6,1 se calculan como no declarados y una pérdida impositiva para Estados que llega a los U$S 190 mil millones solo para el año 2014. Estas cifras se incrementaron desde el estallido de la crisis capitalista internacional en 2008. Los bancos se cuentan entre los grandes intermediarios para la formación de estas empresas. UBS abrió a través de este estudio más de 1.100 compañías offshore mientras que el HSBC y sus filiales crearon más de 2.300. A diferencia de los Wikileaks los documentos de los Panamá Papers no son de dominio público sino que son analizados y filtrados por el equipo de periodistas, lo cual limita el acceso a la información. Lo difundido ha sido un primer listado centrado en personalidades políticas y del mundo del deporte. Según han declarado periodistas participantes, se espera un segundo listado centrado en grandes empresarios que trabajaban con el estudio para fundar compañías offshore.

El capítulo argentino de los Panamá Papers: tener una offshore es (pero no solo) PRO No solo Mauricio Macri aparece formando parte de empresas offshore gestionadas por el estudio panameño. Entre los funcionarios del PRO dados a conocer hasta el momento figuran Jorge Macri, intendente de Vicente López; Néstor Grindetti, jefe comunal de Lanús; Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors y hombre de Macri en Tribunales; Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos; Darío Lopérfido, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires; Gustavo Arribas, titular de la central de inteligencia (AFI, ex SIDE), dedicado a la compra y venta de jugadores de fútbol en el mercado internacional;

Nicolás Caputo, empresario beneficiado durante años por la obra pública de la CABA y amigo personal del Presidente. Grindetti es uno de los que tiene los problemas más graves, por figurar que posee también una cuenta en Suiza y figurar la empresa en actividad (sin haberla declarado) mientras era ministro de Hacienda de Macri, cuando este era jefe de gobierno porteño y como administrador de distintas empresas del grupo SOCMA. También se conoció que Gianfranco Macri (hermano del Presidente) participa en siete compañías en Panamá que aún están activas, ubicándose primero en el ranking de los creadores de empresas offshore. “Papá” Franco, aparece al menos en cinco. Otro de los hermanos, Mariano, también está mencionado. Nuestro compañero Fernando Rosso (que ha escrito varios artículos en La Izquierda Diario y otros medios siguiendo el tema) señala un hecho peculiar de la reacción de estos personajes: Muchos de estos funcionarios (incluido Macri) explicaron que las empresas no tuvieron movimientos, ni generaron ingresos pasibles de ser declarados ante la AFIP, un hecho que convertiría a la Argentina en un rara avis internacional: un país donde los empresarios fundan estructuras complejas que en todo el mundo se montan para lavar dinero o evadir impuestos, pero aquí se ponen en pie por un curioso y desinteresado amor al arte del offshore. El hallazgo periodístico fue un golpe a uno de los pilares del relato macrista: el “honestismo”2.

Lo cierto es que para Macri, su familia y los funcionarios del PRO la conformación de empresas offshore con el fin de hacer maniobras de evasión y elusión de impuestos (o de fuga ilegal de capitales y lavado de dinero) es una práctica tan naturalizada que no demandaría explicaciones de ningún tipo, y esto es lo que han tratado de hacer en un primer momento, en particular el presidente. Por ello se opusieron (con el apoyo del Frente Renovador y la “abstención” del Bloque Justicialista encabezado por Diego Bossio) a la moción de Myriam Bregman (diputada del PTS-FIT) en la Cámara de Diputados de la Nación para que Mauricio Macri fuera a dar cuentas al Congreso, y que obtuvo 89 votos favorables. Pero no es tan sencillo defender una práctica que los gobiernos condenan de la boca para afuera y practican generalizadamente en las personas de sus integrantes. Como es

tradición en los distintos grupos capitalistas, el holding fundado por Franco Macri ha sido pródigo en maniobras ilegales para acrecentar su fortuna. Bajo la dictadura fue parte de la llamada “patria contratista” (que sobrefacturaba las obras que hacía para el Estado), pasando del control de 7 a 47 empresas. En el mismo período fue parte de los empresarios que estatizaron su deuda privada gracias a los oficios de Domingo Felipe Cavallo, entonces alto funcionario del Banco Central. En el caso de las empresas de la familia Macri la transferencia de deuda fue cercana a los U$S 200 millones. En su fallo del año 2001, el juez Ballesteros dictaminó la existencia de más de 400 ilegalidades en los procesos de estatización de pasivos de empresarios locales, que alcanzaron un total de U$S 23 mil millones. Los Macri siguieron haciendo negociados con los gobiernos sucesivos, como la concesión para la recolección de residuos en la Ciudad de Buenos Aires, que se mantuvo durante el alfonsinismo. Con Menem lograron la privatización del Correo Argentino. Antes de llegar a la presidencia de Boca Juniors, Mauricio fue presidente de Sevel, desde donde realizó maniobras ilegales de contrabando de autopiezas y evasión impositiva, para lo cual fundó en Uruguay, como pantalla, la empresa offshore Opalsen S.A. Un artículo da cuenta de la maniobra: El presunto delito de contrabando se había cometido con la importación de 1936 automóviles, agravado por la intervención de tres o más personas, lo cual configuraba la calificación de delito complejo, organizado. Otro agravante estaba constituido por la presentación reiterada de documentos adulterados. La maniobra se desenvolvió bajo el régimen de “importaciones por particulares”, que regulaba el Decreto 2677/91. Este autorizaba a importar a personas físicas o ideales, en forma particular, los mismos tipos de automotores producidos o importados por las terminales automotrices radicadas en la Argentina. Con ese propósito se había usado de pantalla a la empresa uruguaya Opalsen SA, una controlada de Sevel Argentina. Por lo menos, buena parte del directorio de Sevel figuraba en la nómina de Opalsen. Además, Sevel SA tenía participación mayoritaria en el paquete accionario de Opalsen. Para incluirse en el régimen especial de impuestos a la importación de automóviles por particulares, Sevel y Opalsen falsificaban las firmas de los compradores, que aparecían como si fueran importadores,


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y presentaban despachos de importación falsificados ante la Aduana de Buenos Aires y la de Gualeguaychú. En total, según cálculos muy moderados, esa maniobra permitió a Sevel dejar impuestos impagos por unos 450 millones de dólares3.

La Corte Suprema menemista salvó a los Macri de este proceso pero su actuación fue tan escandalosa que fue una de las causas que causó la destitución por juicio político de dos de sus integrantes, Antonio Boggiano y Eduardo Moliné O’Connor. Toda esta trayectoria muestra que la presencia de Mauricio Macri como director y vicepresidente respectivamente de empresas offshore presididas por su padre no son una casualidad ni un descuido sino una práctica habitual del grupo económico familiar. La apertura de los libros de contabilidad y del secreto comercial y bancario del grupo (incluyendo la investigación de todas las contrataciones hechas con el Estado para obra pública y la investigación sobre Correo Argentino) para dilucidar cómo amasaron toda su fortuna es una medida elemental para llegar a la verdad en este caso.

Los negociados “nacionales y populares” Con su aparición y la de altos funcionarios del PRO en la lista de los involucrados en los Panamá Papers, Macri se suma al desprestigio político causado por los casos de corrupción de los gobiernos kirchneristas, puestos en la primera plana política con los encarcelamientos de Ricardo Jaime y Lázaro Baez, y la declaración del aventurero Leonardo Fariña ahora involucrando al propio matrimonio Kirchner, especulando con una reducción de condena al declararse como arrepentido. Cristina Fernández había sido anteriormente llamada a declarar4 junto al expresidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, y al exministro de Economía, Axel Kicillof, en la causa abierta por la venta de dólares a futuro al final del gobierno kirchnerista, una medida que terminó costando al Banco Central unos U$S 4 mil millones y que el gobierno macrista convalidó de la mano del nuevo presidente del BCRA Federico Sturzenegger. Los kirchneristas también están presentes en los Panamá Papers, ya que figura el exsecretario privado de Néstor Kirchner, Daniel Muñoz, titular de una empresa offshore junto a su esposa. Muñoz había tenido denuncias por enriquecimiento ilícito. También ha corrido la noticia de que Daniel Scioli estaría al frente

de una empresa offshore, lo que explicaría su rápida defensa de Macri en este tema, aunque no figura en el listado difundido hasta el momento por el consorcio periodístico a cargo de la investigación. Por su parte el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, salió igualmente a justificar el accionar de Macri. Y ha sido difundida la participación en empresas de este tipo por parte de burócratas sindicales como el “Momo” Venegas, Guillermo Pereyra y Omar Maturano. Mientras se suceden los tarifazos y los despidos, el pueblo trabajador asiste asqueado a los negociados de los dueños del poder.

Capitalismo y corrupción A comienzos de la década de 1890 tuvo lugar otro “escándalo de Panamá”. Conocido también como el caso Lesseps (por Ferdinand de Lesseps, quien fue el fundador de la Compañía Universal del Canal Interoceánico de Panamá), fue un caso de corrupción, relacionado con el intento fallido de construcción del Canal de Panamá, que salpicó a muchos políticos (se comprobó que 104 legisladores recibieron sobornos) e industriales franceses durante la Tercera República Francesa y arruinó a decenas de miles de ahorristas. A propósito de la significación de este hecho, Federico Engels escribía desde Londres a su amigo Adolphe Sorge que ... los norteamericanos le han estado dando la prueba durante algún tiempo, al mundo europeo, de que una república burguesa es una república de hombres de negocios capitalistas en que la política es tan sólo una operación de negocios como cualquier otra; y los franceses, cuyos políticos burgueses oficialistas lo saben y practican en secreto desde hace tiempo, por fin están aprendiendo esta verdad en escala nacional, gracias al escándalo de Panamá. Pero para que las monarquías constitucionales no puedan darse aires de virtuosidad, cada una de ellas tiene su pequeño Panamá: Inglaterra, el escándalo de las compañías de construcción, una de las cuales, la Liberator, ha “libertado” por completo a un sinnúmero de pequeños depositantes de unos 8.000.000 de libras de sus ahorros; Alemania, los escándalos de Baare y Löwe Jüdenflinten (que han demostrado que el funcionario prusiano roba como siempre, pero muy, muy poco –lo único en que manifiesta modestia–); Italia la Banca Romana, que toma proporciones de Panamá, con unos 150 diputados y senadores sobornados; tengo informes de que

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pronto se publicarán en Suiza documentos sobre este asunto (Schlüter debiera buscar todo lo que aparezca en los periódicos sobre la Banca Romana). Y en la Santa Rusia, el príncipe Meshchersky está indignado por la indiferencia con que son recibidas en Rusia las revelaciones sobre Panamá, y sólo puede explicársela por el hecho de que la virtud rusa ha sido corrompida por el ejemplo francés, y “nosotros mismos tenemos más de un Panamá en casa”5.

Desde siempre capitalismo y corrupción van de la mano. Evasión y elusión de impuestos, lavado de capitales, sobornos y compra de voluntades, sobreprecio en la obra pública, cartelización para subir los costos en las licitaciones, o directamente la intervención militar lisa y llana para favorecer el interés de uno u otro monopolio, son algunos de los medios en los que se expresa esta relación que acrecienta la masa de plusvalía (el trabajo no pago del obrero que se apropia el capitalista) que la burguesía obtiene por medios “legales”. Basta ver los diversos escándalos de corrupción que cruzan a los gobiernos y regímenes de los más diversos países (solo en nuestra región tenemos casos graves en Brasil, Chile, Argentina). Con lo que dejan en evidencia los Panamá Papers se pone en el tapete uno de los pilares del capitalismo, como es el secreto bancario y comercial, utilizado por la burguesía para realizar todo tipo de maniobras fraudulentas y cuestionado desde siempre por los socialistas. De ahí la fuerte contradicción del discurso “honestista” de Macri, en un gobierno compuesto por empresarios y gerentes para quienes prácticas como formar empresas fantasma para evadir impuestos y la fuga ilegal de capitales son cosa de todos los días, la vida misma de la burguesía.

1. Jesse Drucker, “The World’s Favorite New Tax Haven Is the United States”, Bloomberg Businessweek, 27/01/2016. 2. Fernando Rosso, “Macri y la dinámica de lo impensado”, Diario Alfil, 7/04/2016. 3. “Los Macri procesados por contrabandistas”, Tiempo Argentino, 19/09/2010. 4. Lo hará el miércoles 13 de abril, mientras esta revista esté en impresión. 5. Federico Engels, “Carta a A. Sorge”, Londres 3112-1892, en Marx y Engels, Correspondencia, ediciones varias.


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política

El kirchnerismo en el llano

Las patas fuera de la fuente

Ilustración: Hidra Cabero

Paula Varela Politóloga, docente de la UBA. Gastón Gutiérrez Comité de redacción.

“Abrazame hasta que vuelva” fue la remera más vendida en las plazas de la resistencia. En esas plazas los símbolos se venden más que los choripanes. Marca del sector social que predomina en ellas, pero también burla para un kirchnerismo que, fuera del poder, se enfrenta a su exceso de relato hecho estampado. Mientras tanto, en la política de los hechos, la primera estocada al gobierno de los CEO no la dio el kirchnerismo en el Congreso ni en las plazas, sino el Panamá Papers. Pero al hacerlo hirió también a los kirchneristas con una doble pantalla impensada, la que iguala en corrupción y matufias a representantes de lo que hace unos meses nomás eran los “dos modelos” en pugna: de un lado Jaime, Báez y hasta Cristina, del otro Mauricio, que es Macri. A cuatro meses de la derrota

electoral ¿Qué es el kirchnerismo en el llano? ¿Qué queda de la resistencia kirchnerista que no fue?

La premonición de los genes Las dificultades del kirchnerismo en el llano estaban inscriptas en su ADN. No por la exorbitancia de funcionarios que hacían al núcleo duro de los dirigentes K (uso del Estado que, de paso, abrió la puerta al discurso ajustista de los ñoquis), sino por el carácter restaurador de su principal tarea política: la reconstrucción de las instituciones del régimen que estalló por el aire con el 2001. Es la propia estrategia kirchnerista de sacar la política de las plazas del 2001 para llevarla al palacio de la década K la que hizo que, expulsado de los patios palaciegos, el kirchnerismo

se desgrane entre la adaptación histórica de un PJ que negocia con los ajustadores en el Congreso, y la impotencia de sectores de su base que quieren resistir el ajuste macrista. En cierto modo, la pequeña política de un ala del kirchnerismo de afiliarse al PJ para “dar la batalla desde adentro” en las elecciones partidarias fue coherente con esta política de restauración de las instituciones burguesas. El razonamiento es el siguiente: si la única política posible es la de las instituciones clásicas (y rancias) del régimen político argentino que vinimos a reconstruir, vayamos entonces por allí a tratar de ser una minoría intensa. Esta táctica vestida de “realismo político” se enfrentó a dos problemas que muestran que el fuerte del núcleo duro del kirchnerismo nunca fue la realidad. El primero, es que


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desconoce que la única alma permanente que queda en el PJ es su pragmatismo. La ruptura en diputados y la no necesidad de ruptura en senadores ante la primera ley importante para el macrismo, es una muestra contundente. Como señaló, con más experiencia, Horacio González en un folleto reciente, las “afiliaciones masivas” fomentan el pesimismo (el de él y el de los demás) por su manifiesta inutilidad en un peronismo (que) es una masilla adaptativa cuyo mimetismo se realiza en la espera del “próximo turno”, frase balbinista por excelencia, solo que ahora no ocurrió un episodio de alternancia, sino de cataclismo. La diferencia de tres por ciento de votos era mínima desde el punto de vista cuantitativo, pero cualitativamente, fue como la caída de Constantinopla1.

Post caída de Constantinopla el macrismo no solo se impone desde el Ejecutivo, sino que coordina la gobernabilidad con el peronismo como sostén principal a través de gobernadores, parlamentarios y dirigentes sindicales, mientras el kirchnerismo en el llano es una identidad política en contracción veloz. La foto de la “renovación peronista” en la marcha del 24 de marzo, con Scioli a la cabeza indica que, en el mejor de los mundos posibles, el PJ puede ser el partido de “centro” del régimen derechista de Macri (confirmando una vez más que “el candidato es el proyecto”). Ese es el máximo aspiracional de un kirchnerismo en el PJ, si es que la unidad propuesta se consuma a través de Gioja-ScioliCaló (y la inestimable ayuda del Movimiento Evita): colaboración y oposición moderada. O sea, para cualquiera que tenga la ilusión de que el PJ sea el partido que represente a los que sufren, que vayan buscando otro partido. El segundo (y más importante de todos), es que la apuesta por la interna del PJ desconoció también que para tallar en ella es necesario esgrimir (al menos como amenaza) alguna fuerza social. La década del ‘90 ya nos enseñó que el hecho de que haya millones que sufren o que están descontentos y dispuestos a resistir no alcanza. ¿Cuál es la fuerza social a la que apuesta la resistencia kirchnerista? El propio PJ vislumbró que esa pregunta no tenía respuesta y ofreció un lugar testimonial para La Cámpora dentro de la estructura partidaria (la Secretaría de la Juventud). La agrupación de Máximo quedó, así, tironeada entre un nolugar adentro y un no-lugar afuera.

Ensamble fallido Expresión, como nadie, del desconsuelo y malestar de la cultura peronista, Horacio González reflexiona que había algo mal ensamblado en el kirchnerismo, una debilidad constitutiva que no se sabía declarar como tal, mientras se encaraban

gestas comunicacionales –que sin duda acompañamos– que se presentaban como “la crítica al poder real”2.

Una vez fuera del poder estatal la tan mentada “batalla cultural” no logró ser sostén de la debilidad constitutiva. Las “gestas comunicacionales”, así como el conjunto del relato acerca del “modelo”, encontraron un límite infranqueable en los negocios millonarios del “capitalismo de amigos” que hoy llenan las primeras planas en un espectáculo escandaloso de corrupción. Habría que resituar un análisis menos inmaterial y más atento a las fuerzas sociales para pensar esa falta original. Hacia allí apuntaba unos meses antes el historiador Alejandro Horowicz destacando con más precisión la debilidad de un kirchnerismo que, desde sus orígenes y a diferencia de los peronismos previos, no contiene al movimiento obrero y su “resistencia”: En la gestualidad del kirchnerismo, en los planteos, hay mucho de esa música de la JP, hay mucho del planteo del lugar de la juventud, hay un intento, más bien fallido, de reproducir esa situación. Digo fallido porque un fenómeno como la JP sólo se puede comprender a la luz de una larga y trabajosa oposición y no a la luz de la construcción política desde el poder. La idea de que se puede construir un movimiento desde arriba para abajo es un fallido. No conozco ningún movimiento que, una vez que se produce la conquista del poder, no junte a todos los arribistas imaginables. Entre otras cosas, porque es el camino de llegar arriba. Entonces, no se juntan necesariamente los mejores, sino los más habilidosos para trepar. Y eso se nota, eso se ve. Mientras que en el otro sentido, cuando se está en la adversidad, solamente aquellos que tienen razones muy potentes son los que están dispuestos a hacer el esfuerzo requerido para que otra cosa suceda3.

Bastaron 120 días de adversidad para poner evidencia el carácter fallido de este ensamblado. Aunque la gestualidad y la música todavía se mantienen en vistosas columnas juveniles, es la propia política del kirchnerismo la que las transforma en fuerzas insuficientes para una efectiva resistencia social al ajuste.

Y dónde está que no se ve…. Ni bien se vio el resultado las elecciones generales del año pasado, y en medio de balances que más bien le echaban la culpa a “la gente” por su ingratitud, un sector del kirchnerismo se animó a preguntarse si no había sido un error la ruptura con Moyano, no tanto por Moyano (que no despertaba nostalgias) sino más bien porque era a través de él que se tramitaba la relación del kirchnerismo con el movimiento obrero en general. Es decir, con la histórica base del peronismo. Las críticas fueron configurando un discurso

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en cuyo centro estaba la propia Cristina y su preferencia por la música de los jóvenes de La Cámpora, en lugar de las melodías que tocan los jóvenes trabajadores del pueblo. Sin desdeñar la importancia de la preferencia cristinista por los balcones de los patios internos de la Casa Rosada, resulta más convincente la explicación que da el propio Schmid en una reciente entrevista publicada en la Crisis4. Veamos. “No creo en el término burocracia sindical. Ese es un invento ideológico.” Así, con esa simpleza, Juan Carlos Schmid, Secretario General de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) e histórica mano derecha de Moyano, liquida uno de los grandes problemas del sindicalismo peronista. Y con esa simpleza también, Schmid se lleva puesto un balance que hoy, en tiempos de olor a neo neoliberalismo, se vuelve crucial: el balance de la actuación de la burocracia sindical durante el menemismo y su famosa “preservación institucional” como compensación a la aceptación del mar de despidos peronistas que sufrieron los trabajadores en la década del ‘90. Schmid, que lleva 32 años en la Comisión Directiva del Sindicato de Dragado y Balizamiento (SIPEDyB) y 26 como su Secretario General, aprovecha la entrevista no para responder porqué hay tanta tregua de la CGT ante el evidente plan de ajuste macrista, sino para algo más estratégico: dar una clase de burocracia sindical, cuya primera máxima es negar su existencia. Sin embargo, esa lógica de negación de la burocracia sindical no es una innovación de Schmid sino que ha sido el discurso (y la práctica) oficial del kirchnerismo hacia el movimiento obrero. Para decirlo con más precisión: la política kirchnerista hacia los sindicatos (y a través de ellos, hacia los trabajadores) ha sido la de la justificación de la entrega de los sindicatos en los ‘90 como “precio necesario” a ser pagado (por los trabajadores) para preservar la institución sindical. El máximo exponente de esa lógica es el tan acríticamente citado artículo “El retorno del Gigante” de Ruth Collier (académica de Berkeley) y Sebastián Etchemendy (académico de la Universidad Di Tella y funcionario del Ministerio de Trabajo durante el kirchnerismo)5. Allí se argumenta que gracias a que las cúpulas sindicales negociaron compensaciones propias (participación en las privatizaciones, fondos extra para la transformación de las obras sociales en empresas de salud privada, ingreso al negocio de las AFJP y ART, etc.), es que pudieron retornar como organizaciones fuertes durante el kirchnerismo. Llevando hasta el final la idea de que cualquier sindicato es siempre mejor que ningún sindicato, la lógica argumental reside en afirmar que la denominada “revitalización sindical” de la década kirchnerista no hubiera sido posible sin la colaboración negociada de la burocracia en los ‘90, y que, en ese sentido, ésta »


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política

debe ser interpretada como beneficiosa en última instancia para la clase obrera. El colaboracionismo de los ‘90 es leído, así, como una táctica “defensiva” de las corporaciones sindicales que, astucia de la burocracia mediante, permitió el regreso del Gigante cuando la ola neoliberal hubo pasado. Este fue la historia oficial emanada de los escritorios del Ministerio de Trabajo y del mainstream de la Ciencia Política académica durante el kirchnerismo, hasta la ruptura con Moyano en 2012. De allí en adelante, el discurso fue abiertamente antisindical, no por una crítica de la burocracia sino porque la crisis del “modelo” ya no dejaba margen para burócratas “empoderados” quienes fueron acusados de defensores de una “aristocracia obrera” que cobraba el monto de la canasta familiar. El kirchnerismo nunca apostó a una renovación del movimiento sindical y mucho menos a una “renovación desde abajo”. Por el contrario, se propuso una doble restauración. En la práctica, basarse en los dirigentes menos desprestigiados de la década menemista (el ala moyanista) constituyéndolo en aliado estratégico. En el discurso, transformar la entrega noventista en virtud. Es esa política estratégica (y no desvaríos tácticos de Cristina Fernández, que sin duda abundan) la que explica que el kirchnerismo, fuera del Estado que otorga los recursos que las cúpulas quieren retener, se encuentre yermo de apoyos sindicales. Y explica también que los mismos dirigentes que el kirchnerismo ungió como aliados estratégicos (primero Moyano, luego Caló) hayan estado en la foto sonriente del macrismo del 11 de febrero mientras sostenían la escandalosa tregua ante los miles de despidos en el sector público, pero también en el privado. El sindicalismo le respondió al kirchnerismo con su propia moneda: “preservación de recursos propios”. Y esa moneda cotiza tanto que rompió la alianza que en 2014 llevó adelante represiones, desafueros, asambleas sindicales truchas y gendarmes caranchos: la alianza del gobierno de Cristina con el SMATA en LEAR. Fue el propio Oscar Romero de los metalmecánicos quien se constituyó en Presidente del Bloque Justicialista que dividió la bancada del FPV en Diputados. Pero Schmid agrega algo más para entender la disociación entre el kirchnerismo y la posibilidad de una base trabajadora fidelizada. No porque yo me crea la famosa alquimia del empoderamiento, ¿qué empoderamiento puede tener el 35 por ciento de hombres y mujeres precarizados? Sin sindicato, sin vacaciones, sin horas extras, sin derecho: ¡no

tienen ningún poder! Eso es simplemente una consigna vacía de contenido. Tal vez haya una parte de responsabilidad nuestra, por no organizar a ese enorme grupo de compatriotas, a quienes deberíamos tener adentro6.

Interesante reconocimiento de la realidad que dejó el kirchnerismo para una franja nada menor de los trabajadores, cuyo “despoderamiento” explica también su dificultad para encontrar allí una fuerza social propia. Pero más interesante aún es la confesión de parte que hace Schmid de la responsabilidad de la dirigencia sindical por “no organizar a ese enorme grupo de compatriotas”. Efectivamente, todos los intentos por “meter adentro” (de los sindicatos, de los derechos conquistados, del convenio colectivo) a los precarizados no sólo ¿no fueron parte de la “agenda” de Schmid, Moyano, Caló (tampoco Barrionuevo, Cavalieri, Momo Venegas) sino que se llevaron adelante en contra de ellos.

Resistencias en la base En varios artículos de esta revista hemos analizado el sindicalismo de base surgido durante el kirchnerismo. Hemos entrevistado también a sus protagonistas para reflexionar sobre las características del proceso, la relación con el 2001, el peronismo, la burocracia, la izquierda. Dos fueron marcas indelebles de ese sindicalismo. Una, que se desplegó contra el sindicalismo por el que optó el kirchnerismo. O sea, contra la burocracia y su lógica de preservación de recursos propios, y levantó las banderas que ésta no levantó jamás (ni levantará ahora “que estamos en un período de retroceso”, Schmid dixit): los precarizados, los “rotos”, los trabajadores de segunda. Otra, que se desarrolló en el sector privado siguiendo la ola de crecimiento económico y aumento del empleo: Kraft, Subte, Lear, Pepsico, Fate, Gestamp, son muestra de eso. Allí, donde una nueva generación obrera se incorporó al mercado de trabajo bajo las condiciones de explotación heredadas de los ‘90, allí en la tensión del lugar de trabajo, se desarrolló un sindicalismo combativo, democrático, antiburocrático, y en algunas ocasiones, abiertamente de izquierda. El ajuste macrista y su brutalidad desplazó el foco de los privados al Estado generando un clima que para los no tan jóvenes tiene claros ribetes noventistas: movilizaciones masivas cuyos principales protagonistas son los trabajadores estatales, de la administración pública, pero también de la educación y la salud. Sería un error, sin embargo, la analogía sin beneficio de inventario. En primer lugar, porque los ‘90 mostraron lo costoso que es para

el conjunto de la clase obrera la división entre privados y estatales, como así también la división entre ocupados y desocupados. La fuerza de los trabajadores estatales sin la de los privados pierde, por así decirlo, poder de fuego. Repetir esa disociación ya tiene el resultado escrito. En segundo lugar, porque la década kirchnerista mostró una experiencia de organización y lucha sindical opuesta a la lógica de preservación de recursos propios de la burocracia. La combatividad que se vió semanas atrás en el Ministerio de Trabajo y en el de Economía, no es la expresión de la política de la conducción de ATE cuya lógica de dispersión desmoraliza a los estatales hasta el llanto. Es la expresión de juntas internas forjadas en la combinación entre la recomposición gremial de los trabajadores en los lugares de trabajo y la intervención de la izquierda en los últimos años. Son, quizás, los primeros indicios de un sindicalismo de base en el Estado que potencie las mejores experiencias desplegadas en el sector privado y establezca alianzas con ellas. Huérfano del poder estatal, “muerto vivo” dentro del PJ, incapaz de impulsar ninguna resistencia, el kirchnerismo se debate entre el imposible retorno al Estado y la desolación del llano. Pero esa oposición es falsa, como lo fue también la oposición entre aceptar el retorno de la burocracia sindical o aceptar la ausencia de organización obrera y lucha. La experiencia del sindicalismo de base, indisociable de la militancia de izquierda en ella, muestra la falsedad de la oposición maniquea entre política desde las instituciones del Estado o puro llano. La voluntad de resistencia al ajuste requiere salirse de esa dicotomía Estado/llano y apoyarse en las experiencias de recomposición de una nueva clase obrera. La marcha convocada para el 29 de abril por las cinco centrales obreras es una excelente oportunidad para reunir la fuerza del sindicalismo combativo y de izquierda privado y estatal.

1. “Derrota y esperanza: un folletín argentino por entregas”, en La Tecl@ Eñe. 2. Ídem. 3. “Los cuatro peronismos y el presente político”, entrevista en Pausa del 30-11-2015. 4. Mario Santucho, “Entre la resistencia y la integración”. entrevista a Juan Carlos Schmid, Crisis 24, marzo-abril 2016. 5. Para una crítica a esta exaltación de la burocracia sindical véase, “El gendarme en el umbral. Enfoques y debates sobre la burocracia sindical en el kircherismo” revista Archivos 8, en prensa. 6. Mario Santucho, ob. cit.


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Entrevista a Alberto Bonnet

La insurrección como restauración En su último libro, publicado hace unos meses, Alberto Bonnet propone una explicación original de qué fue el kirchnerismo. Aquí charlamos sobre su análisis a la luz de los primeros meses de gobierno de Macri. IdZ: Tu libro sobre el kirchnerismo se titula “La insurrección como restauración”, ¿qué significa? Esa expresión sintetiza el argumento de mi libro, pero la explicación de su significado es algo compleja porque significa a la vez dos cosas contradictorias entre sí. O, si ustedes me permiten emplear esta fórmula tan abusada como peligrosa, dos cosas relacionadas entre sí de una manera dialéctica. En efecto, mi interpretación del kirchnerismo consiste en que expresa el ciclo de ascenso de las luchas sociales contra el neoliberalismo que se inicia a mediados de la década de los noventa y culmina en la insurrección de masas de fines de 2001, aunque lo expresa en la forma de una restauración del orden burgués. El ingrediente dialéctico de esta interpretación reside, más específicamente, en que las dimensiones disruptivas de aquel proceso de ascenso de la lucha de clases pervive en el kirchnerismo en la forma perversa de una serie de contradicciones internas a esa restauración del orden burgués. No estoy seguro de haber podido mostrar esto cabalmente en mi libro, pero esta era mi intención, porque esta es la interpretación del kirchnerismo que considero más acertada.

Fotografía: Wikipedia

Voy a valerme apenas de un ejemplo para explicar a qué me estoy refiriendo. Empiezo aclarando que, para mí, el kirchnerismo designa una etapa de restauración, dentro del desarrollo reciente de la lucha de clases, que abarca tanto las administraciones electas de Néstor y Cristina Kirchner como la anterior administración provisional de Duhalde. Aclarado esto, pasemos a considerar el manejo del sistema de empresas privatizadas y concesionadas en los noventa tras la devaluación de comienzos de 2002. La respuesta de Duhalde al problema que representaban los precios y tarifas dolarizados de los servicios públicos y los combustibles fue su congelamiento a cambio de las más amplias concesiones a las empresas privatizadas y concesionadas en los restantes aspectos contractuales. ¿Por qué congeló Duhalde esos precios y tarifas? Básicamente, porque aceptar que las empresas en cuestión respondieran a la devaluación multiplicando por tres o por cuatro esos precios y tarifas hubiera acarreado seguramente una impugnación generalizada de su administración por parte de las masas movilizadas a fines de 2001. Recordemos, por ejemplo, que este había sido uno de los asuntos centrales en la agenda de las asambleas barriales que

habían proliferado en las grandes ciudades. Ahora bien, esta respuesta de Duhalde, que apuntaba a conservar el esquema de privatizaciones y concesiones heredado del menemismo, resultó insostenible a mediano plazo. Y aquí es donde la dialéctica, a la que tanto supimos maltratar, entra en escena. La lucha de las asambleas barriales y del conjunto del movimiento de masas que culminó en la insurrección de 2001 pervivió en la forma de una serie de contradicciones insalvables dentro del manejo de esas empresas privatizadas y concesionadas por parte de las administraciones de Kirchner y Fernández de Kirchner. Las innumerables concesiones contractuales, las estatizaciones forzadas, los crecientes subsidios que erosionaron las cuentas fiscales, la debacle de los servicios públicos brindados por las empresas –para no referirnos a la seguidilla de accidentes ferroviarios que culminó en la Masacre de Once de febrero 2012 y que continúa impune– fueron la manera en la que esta contradicción se expresó en el seno del manejo kirchnerista de los sectores en cuestión. Bueno, a asuntos como este, que pueden generalizarse, me refiero cuando hablo de la pervivencia de la insurrección dentro de la restauración. »


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POLÍTICA

Y vale la pena agregar que aún hoy en día la nueva administración de Macri intenta corregir las “distorsiones de los precios relativos” que involucran aquellos precios y tarifas, es decir, quiere borrar de una vez por todas estos rastros que la insurrección dejó dentro de la restauración, ajustando esos precios y tarifas. ¿Podrá hacerlo? Ya veremos. IdZ: Un documento de CIFRA abrió la discusión sobre cuál es el bloque en el poder en Argentina. En tu libro, vos tenés un análisis del bloque en el poder bajo el kirchnerismo, ¿Cómo ves la relación entre kirchnerismo y macrismo desde ese el punto de vista? El documento en cuestión, elaborado en el marco de una usina de propaganda kirchnerista, es una muestra acabada de la manera en que no debe abordarse la relación entre el capital (y sus diversas fracciones) y el Estado. No puedo ponerme aquí a discutir disparates del estilo de que en las elecciones de 2015 los sectores dominantes accedieron al poder por primera vez en la historia argentina mediante un partido propio (como si el partido del orden por excelencia, el Partido Justicialista, no fuera un partido burgués), de que el mero recambio entre administraciones que resultó de dichas elecciones acarreó por sí mismo un cambio en el régimen político e incluso en

la forma de Estado (como si estos asuntos se dirimieran simplemente en las elecciones), o de que los cambios en los “patrones de acumulación” y sus correspondientes “bloques de poder” vienen acelerándose de una curiosa manera a lo largo de la historia argentina (a juzgar por los 45 años que duró el “agroexportador”, los 25 que duró el de “valorización financiera”, los 12 que habría durado el de “los gobiernos kirchneristas” (sic) y el añito de vida del que gozaría “el que intentan poner en marcha actualmente los sectores dominantes” (también sic)). Todo esto no revela sino un burdo acomodamiento de conceptos teóricos a los fines de la propaganda política. Pero sí es importante reconocer que el análisis de esa relación entre el capital (y sus diversas fracciones) y el Estado siempre enfrenta muchas dificultades y que muchos de estos conceptos, como el de “bloque en el poder” de Poulantzas, son problemáticos en sí mismos. Solo puedo decir lo siguiente en este contexto. La relación entre el capital (y sus diversas fracciones) y el Estado es fundamentalmente una relación objetiva, es decir, independiente de las características subjetivas y de la voluntad de quienes ejercen el poder de Estado en ciertas circunstancias. Un puñado de funcionarios plebeyos formados en universidades públicas, provenientes de la pequeño burguesía y enrolados en partidos de masas puede ejercer el poder de Estado de una manera tan funcional a los intereses de las fracciones de la burguesía que comandan el proceso de acumulación como cualquier “ceocracia”. Indagar la procedencia del personal de Estado no deja de ser interesante, por supuesto, pero ninguna indagación semejante alcanza para determinar las características del bloque en el poder. En efecto, ese puñado de funcionarios plebeyos alcanza para implementar, a través de un complejo proceso de ensayos y errores, políticas más o menos acordes con los intereses de las fracciones dominantes de la burguesía. Y esto, simplemente, porque la continuidad de los puestos y de los privilegios de los que gozan en la medida en que

se desempeñan como funcionarios del Estado capitalista (incluidos aquí tanto sus extraordinarios sueldos como los ingresos que obtienen a través de la corrupción) depende de que implementen políticas acordes con los intereses de esas fracciones dominantes de la burguesía, es decir, de las que encabezan el proceso de acumulación sobre el que se sustenta ese estado capitalista. No hay ninguna necesidad de que estos funcionarios sean ellos mismos burgueses, ni intelectuales orgánicos de la burguesía, ni nada semejante. Alcanza con que sean simples oportunistas. Adviértase que en caso contrario, paradójicamente, tendríamos que sostener que el bloque en el poder durante el kirchnerismo estuvo dirigido por las fracciones más rentísticas de la burguesía, puesto que la presidencia estuvo en manos de unos rentistas inmobiliarios… A esto se reduce la llamada “representación” en la democracia burguesa. Por lo demás, la expresidenta ya se encargó de designar, a su manera, a los integrantes del bloque en el poder durante su presidencia: eran “los que se la llevaban con pala”. Y no encuentro ninguna razón para pensar que hoy, de repente, hayan pasado a ser otros los que se la llevan con pala y los que integran el bloque en el poder de Estado. IdZ: Si mirás el proceso de restauración desde las elecciones en que ganó el macrismo, ¿Cómo lo lees? ¿El triunfo del macrismo es expresión del éxito del proceso de restauración o de su fracaso? Creo que el resultado de las últimas elecciones puso en evidencia el grado de consolidación que alcanzó el proceso de restauración del orden burgués encarado previamente por el kirchnerismo. Y, como indicador de esto, no me refiero solamente a la victoria de Macri. Me refiero también al hecho de que el propio kirchnerismo decidiera enfrentar las elecciones encolumnándose detrás de la candidatura de un menemista como Scioli. Y me refiero también al hecho de que, tratándose de las elecciones presidenciales en la que las propuestas de los principales candidatos (incluyendo también a Massa) fueron las más semejantes entre sí desde el inicio de la transición democrática hasta el presente, hubo un notable consenso entre los principales candidatos en la necesidad de implementar un ajuste que implica, en


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los hechos, un cierre de ese ciclo kirchnerista de restauración del orden. En este punto aprovecho para mencionar otros dos hechos vinculados con estas elecciones que confirmaron la naturaleza restauradora del kirchnerismo. En primer lugar, el propio hecho de que la supuesta gesta nacional y popular del kirchnerismo se cerró mediante unos vulgares acto electoral y traspaso de mando. Las gestas de antaño, no ya las revolucionarias sino incluso las reformistas más o menos radicalizadas, solían cerrarse mediante procesos un poco más virulentos, ¿verdad? Y en segundo lugar, el hecho de que incluso los sectores presuntamente más izquierdistas del kirchnerismo participaron entusiastas del ovejuno espectáculo de ese alineamiento detrás de un candidato de derecha… para evitar que gane la derecha. Pero quiero agregar que, afortunadamente, este cierre del ciclo de restauración del orden no arroja como resultado una clase trabajadora derrotada. Esto es así, simplemente, porque se trató de una restauración que no se impuso a través de una estrategia de enfrentamiento frontal contra la clase –un enfrentamiento semejante a aquel que encaró en sus comienzos el menemismo pero que resultaba a todas luces imposible después de la insurrección de 2001– sino mediante una estrategia sustentada en la satisfacción selectiva de demandas populares. Y esto implica que la clase trabajadora conserva intacta su capacidad de resistencia en el caso de que, por ejemplo, el macrismo se vea forzado a profundizar su ajuste. IdZ: Luego del resultado electoral de noviembre, una de las discusiones fue si existiría o no el kirchnerismo fuera del poder del Estado ¿Cómo lo ves al kirchnerismo desde el llano? Me cuesta verlo. El kirchnerismo fue un proceso de restauración desde arriba, es decir, conducido íntegramente desde un partido burgués y desde el Estado burgués. Incluso las organizaciones kirchneristas presuntamente izquierdistas y externas al justicialismo fueron creadas sin más o, en el mejor de los casos, completamente cooptadas por el Estado. Ya excluido del manejo del Estado y prontamente marginado de la conducción de un Partido Justicialista que, como era previsible, ya está volviendo a acomodarse a los nuevos

tiempos y negociando con el macrismo, las chances de supervivencia del kirchnerismo como algo más que una corriente minoritaria dentro de la política doméstica me parecen bastante escasas. Salvo, naturalmente, que las circunstancias de la lucha de clases reclamaran un retorno al gatopardismo. IdZ: La actualidad tiene rasgos que retrotraen a la década menemista. En tu otro libro, La hegemonía menemista sostenés que las bases sobre las que se desarrollaron las reformas neoliberales fueron la derrota y el trauma que significó la hiperinflación. ¿Puede existir una segunda vuelta de neoliberalismo en Argentina sin una derrota y trauma de esas proporciones? Pienso que no. La imposición de políticas neoliberales de reestructuración capitalista requiere normalmente una derrota de la clase trabajadora –y, a su vez, consolida dicha derrota–. Y esto es lo que sucedió efectivamente durante los procesos hiperinflacionarios que allanaron el camino para la imposición de las políticas menemistas. Pero además quisiera agregar otras dos cosas. La primera ya te la adelanté en mi respuesta a tu tercera pregunta: creo que nuestra clase trabajadora no se encuentra hoy en semejante situación de derrota y que, en consecuencia, está en condiciones de resistir cualquier intento de imponer dichas políticas neoliberales. La segunda es que ni siquiera creo que esté en la agenda política de la administración macrista la imposición de tales políticas neoliberales. Me explico. La administración macrista enfrenta un escenario signado por la recesión y por el agotamiento de las políticas económicas implementadas por el kirchnerismo durante los últimos años. En efecto, las proclamas kirchneristas acerca de la potencia transformadora de su política económica fueron, durante estos últimos años, directamente proporcionales a la impotencia a la que se veía reducida en los hechos dicha política económica ante los innumerables desequilibrios acumulados. Recordemos los controles de precios, las intervenciones en el mercado cambiario, las trabas a las importaciones y las demás ocurrencias de Axel y sus amigos. Y, ante ese escenario, la administración macrista comenzó a implementar una política de ajuste más o menos ortodoxa. Pero esto no significa que pretenda

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imponer una política neoliberal radical como la impuesta por el menemismo a comienzos de los noventa. El escenario que enfrenta hoy el macrismo es simplemente un escenario recesivo, mientras que aquel otro de comienzos de los noventa era un escenario de agotamiento del modo en que funcionaba el capitalismo doméstico en su conjunto. Y, además, las políticas neoliberales de reestructuración radical de ese modo de funcionamiento del capitalismo doméstico ya las impuso el menemismo durante los noventa –y el kirchnerismo, ciertamente, no revirtió sus consecuencias–. Entonces, podemos entender el ajuste macrista como un retorno a las políticas neoliberales si queremos, pero cuidándonos de asimilarlo a políticas como las implementadas por el menemismo en los noventa. Entrevistó: Paula Varela.

ALBERTO BONNET Licenciado en Filosofía (UBA) y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma de Puebla, Alberto Bonnet se desempeña como docente en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y en la Universidad Nacional de Quilmes. Es autor de La hegemonía menemista: el neoconservadurismo en Argentina 1989-2001 (2008) y La insurrección como restauración. El kirchnerismo (2015).


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ECONOMÍA

Fotomontaje: Juana Tacho

Shockeados Después de los globos, se vino el ajuste con todo. ¿Cuál es el plan de Macri –o lo que esbozó del mismo hasta el momento– y a quiénes beneficia? ¿Cuál es la famosa “herencia” dejada por el kirchnerismo de la que tanto habla el gobierno para justificar el ajuste? En estas páginas, varias miradas para responder estas preguntas. ¿Siempre lo mismo? Restricción externa y ajuste en la economía argentina Martín Schorr y Andrés Wainer Investigadores del CONICET y docentes de la UBA.

La dinámica de la economía argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo registra un punto de inflexión hacia 2008. Una vez consumada una fenomenal avanzada del capital sobre el trabajo tras la mega-devaluación que signó la salida de la convertibilidad y, en ese marco, un quinquenio caracterizado, entre otros factores, por un crecimiento económico vigoroso, la vigencia de los llamados “superávits gemelos” y una importante creación de puestos de trabajo, la situación comenzó a modificarse a partir de 2008. No solo se siente el impacto de la crisis internacional en las exportaciones, sino que también se acelera la fuga de capitales y comienzan a agotarse las condiciones internas que hicieron posible las altas tasas de crecimiento entre 2003 y 2007 (amplia capacidad ociosa, alto

desempleo, salarios reducidos, bajos vencimientos de deuda, etc.). La situación no se hizo tan evidente durante los últimos años de la primera década del siglo gracias a la escalada que registraron los precios de los principales productos de exportación del país, factor que persistió, con sus altibajos, hasta mediados de 2012. En esta etapa de la posconvertibilidad (2008-2015) el PBI creció a un ritmo significativamente inferior al de la fase anterior (un promedio del 3 % por año frente a una media anual cercana al 9 % entre 2003 y 2007). En ese marco, se destacan dos años de importante expansión económica (2010 y 2011), dos de crecimiento moderado (2013 y 2015) y tres de virtual estancamiento del nivel de actividad (2009, 2012 y 2014). Todo ello en un

cuadro signado por el despliegue de la crisis mundial, una paulatina erosión de la holgura fiscal y la externa, y una suba considerable en el nivel general de precios, que superó largamente los dos dígitos por año (Gráfico 1). Pero no solo hubo cambios cuantitativos en el ritmo de crecimiento, sino que el mismo (en los años en que lo hubo) adoptó características distintas a las de la etapa previa: estuvo apoyado en la expansión del gasto público (que adoptó un perfil anticíclico y acarreó, en conjunción con otros elementos, la reaparición del déficit fiscal), con altos niveles de inflación, apreciación cambiaria y un deterioro paulatino de la posición externa (Gráfico 2). Es justamente en esta etapa cuando se hacen evidentes las dificultades en el sector externo, expresadas en un persistente deterioro


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del resultado en cuenta corriente, un salto en la fuga de capitales y, finalmente, la continua pérdida de reservas internacionales a partir de 2011, lo que desembocó en la instrumentación del denominado “cepo cambiario”. En este desenlace confluyeron una serie de factores coyunturales con otros de carácter estructural. Entre los primeros se destacan las consecuencias de la crisis internacional, agravada por el deterioro en los términos de intercambio para los países exportadores de commodities, lo cual impactó negativamente sobre las exportaciones, a la vez que tendió a impulsar una mayor remisión de utilidades de las filiales de las empresas transnacionales a sus casas matrices. Otro factor que restó liquidez fue la retención de parte de la cosecha de granos realizada por productores y exportadores desde fines de 2013 que, ante el rezago cambiario, apostaron por una devaluación (real) de la moneda. Ahora bien, el impacto de estos factores coyunturales se enmarca y cobra su importancia en un marco de deterioro de ciertas variables estructurales referidas al sector externo. Entre las principales dificultades de fondo que arrastró la economía argentina en relación con la balanza de pagos se destacan la temprana reaparición del déficit comercial industrial –vinculado estrechamente al desempeño de la industria automotriz y el enclave ensamblador de Tierra del Fuego, así como a la casi total ausencia de políticas activas en materia de promoción a la sustitución de importaciones1–, la continuidad de los pagos en concepto de vencimientos de la deuda externa (capital e intereses), la remisión de utilidades y dividendos por parte del capital extranjero predominante y la fuga de capitales. A estas cuestiones se le sumó, a partir de 2011, la aparición de un significativo déficit en la balanza comercial energética, consecuencia directa de la estrategia que desplegó el oligopolio petrolero de subexploración y sobreexplotación, la que fue convalidada por diversas acciones y omisiones estatales. Tanto el déficit industrial como el energético hicieron mermar el saldo comercial, único rubro de la cuenta corriente que daba positivo y que había permitido, sobre todo entre 2003 y 2007, la acumulación de reservas internacionales. La situación se agudizó de tal manera que, tras quince años seguidos con resultados superavitarios, la Argentina volvió a registrar déficit comercial en 2015. Ello cobra una importancia decisiva ya que, si bien el peso del pago de intereses de la deuda externa se vio reducido respecto de la década de 1990, las dificultades para obtener nuevo financiamiento externo hicieron que la mayor parte de los mismos, así como los vencimientos de capital, fueran cancelados con divisas provenientes del superávit comercial. Por otro lado, la elevada extranjerización que alcanzó la economía nacional a inicios del nuevo siglo repercutió en una creciente remisión

de utilidades; al mismo tiempo se manifestó a partir de 2007 una notable reactivación de la fuga de divisas por parte de las grandes empresas y grupos económicos locales, lo mismo que por sectores de altos ingresos. Ambos fenómenos (remisión y fuga) se mantuvieron hasta la aplicación del “cepo”. Si bien las restricciones a la adquisición de moneda extranjera para atesoramiento produjo un brusco descenso en el drenaje de divisas, paralelamente se “abrieron” otros canales por fuera del mercado único y libre de cambios, como las operaciones conocidas como “contado con liqui” y “dólar bolsa”, así como la aparición de un mercado ilegal de divisas (“dólar blue”). *** En la medida en que las exportaciones se volvieron insuficientes para financiar conjuntamente las importaciones, los pagos de intereses, la remisión de utilidades y la fuga de capitales, se hizo evidente la debilidad de la posición externa de la economía argentina, abriéndose el camino a una nueva dependencia financiera que hasta poco antes parecía haber sido superada. La necesidad de financiamiento para cerrar la brecha externa fue reconocida implícitamente por el gobierno de Cristina Fernández en sus primeros intentos por “cerrar” las cuestiones irresueltas en el frente financiero, especialmente la deuda pendiente con el Club de París, la situación de los bonistas que habían quedado fuera de los canjes de 2005 y 2010, y de aquellas empresas extranjeras que habían obtenido fallos a su favor en el tribunal arbitral del Banco Mundial (CIADI). A ello hay que agregar la decisión de emitir bonos por 5.000 millones de dólares para resarcir a Repsol por la expropiación del 51 % de las acciones que el holding español tenía en YPF. Sin embargo, este intento por regularizar el frente financiero encontró grandes escollos debido a la crisis internacional y el fallo contrario a la Argentina en su litigio con muchos de los bonistas que no adhirieron a ninguno de los dos canjes. Ante esta situación el gobierno optó por utilizar reservas internacionales, imponer algunas restricciones a las importaciones, mantener las limitaciones a la adquisición de divisas para atesoramiento y negociar con las empresas transnacionales y los bancos extranjeros la postergación de la remisión de utilidades. De todos modos, la utilización de las reservas para sostener el nivel de actividad económica no podía ser indefinida dado que el nivel de las mismas era decreciente. Un primer límite en este sentido fue el nivel relativamente bajo que alcanzaron las mismas a inicios de 2014, cuando perforaron el piso de 30.000 millones de dólares. Para evitar que las mismas continuaran descendiendo a un ritmo tan vertiginoso (a mediados de 2011 rondaban los 52.000 millones), el gobierno decidió avanzar con un ajuste parcial de la

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economía a partir de la devaluación de la moneda, el aumento de las tasas de interés y una menor emisión monetaria. Sin embargo, dado que dichas medidas afectaban directamente a la base social del gobierno, se buscó acotar sus efectos más negativos promoviendo algunas medidas expansivas. A los fines de sostener el nivel de reservas también se acordó una línea de swap con China (junto con la suscripción de una serie de “convenios estratégicos” en materia de inversiones). La activación de distintos tramos del acuerdo financiero con dicho país, sumado a otros factores (como la licitación de nuevas bandas de telefonía móvil), posibilitaron una moderada recomposición de las reservas internacionales en poder del Banco Central en 2014 y 2015 (Gráfico 2). De esta manera el gobierno logró posponer un ajuste más drástico, pero a costa de profundizar los desequilibrios económicos dado que los problemas de fondo siguieron sin resolverse, tal como lo evidencia la evolución de la inflación (Gráfico 1). *** El kirchnerismo pudo avanzar con su “modelo de crecimiento con inclusión” sin grandes problemas mientras se dio una situación donde (casi) “todos ganan”, en la cual el incremento del producto permitía una simultánea recomposición de las ganancias y del empleo y los salarios. Sin embargo, las contradicciones que presentaba el proceso abierto en 2002 comenzaron a hacerse más evidentes cuando las necesidades de acumulación de capital, en una estructura productiva desquilibrada y dependiente, empezaron a colisionar con la mejora en los ingresos y la distribución del ingreso. Sobre la base de los legados críticos del kirchnerismo, el triunfo de Macri parece haber generado condiciones propicias para poner fin al “ciclo populista”. Si bien es insuficiente el tiempo transcurrido al momento de escribir este artículo para establecer una conclusión acabada sobre ello, al menos se puede plantear a modo de hipótesis que se trata de un intento de la clase dominante por reposicionarse políticamente de la mano de las dos fracciones económicamente más poderosas: el capital financiero y las empresas transnacionales. Esto queda de manifiesto al revisar las primeras medidas de política económica tomadas por el flamante gobierno. No hay espacio aquí como para desarrollarlas en profundidad, pero vale mencionar las más relevantes hasta el momento: • la eliminación de los controles cambiarios, la unificación del tipo de cambio y la consecuente devaluación del peso (el incremento del tipo de cambio con el dólar estadounidense fue del orden del 50 %); • la reducción o la supresión de las retenciones a las exportaciones (agropecuarias, mineras e industriales); »


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ECONOMÍA

• la eliminación de la mayor parte de los controles a la cuenta capital y una creciente liberalización del sector financiero local, a la par de aumentos importantes en las tasas de interés; • la conversión parcial de yuanes en dólares, la emisión de nueva deuda en un esquema que implicó además el canje de deuda intraestatal por deuda exigible en manos de la banca extranjera y, en lo sustantivo, los intentos por iniciar un nuevo ciclo de endeudamiento externo, la negociación y el acuerdo con los “fondos buitre” para pagar el fallo del Juez Griesa y la voluntad de “regresar” al FMI; • la decisión de convalidar bruscos aumentos tarifarios en distintos servicios públicos (energía eléctrica, gas natural por redes, agua y cloacas, telefonía fija, transporte automotor y ferroviario en el Área Metropolitana de Buenos Aires); • la renovación acotada del programa de “precios cuidados” con ciertas peculiaridades para nada desdeñables en un escenario inflacionario profundamente regresivo, entre las que sobresale la decisión de quitar de la lista a un conjunto de bienes muy sensibles en el

consumo popular (carnes rojas, pollos, frutas, verduras, algunos lácteos y varios enlatados); • en línea con las “señales de precios” del gobierno anterior, se autorizaron nuevos aumentos en el precio final de los combustibles, al tiempo que al oligopolio petrolero se le otorgaron cuantiosas subvenciones (por caso, el reconocimiento en el mercado local de un precio del barril superior a los 50 dólares, cuando a nivel internacional cotiza a menos de 40 dólares); • una creciente liberalización comercial, la redefinición de las alianzas a nivel regional y mundial y, más allá del salto que experimentó la paridad cambiaria y el cambio en el sistema de retenciones, la ausencia de políticas activas en procura de competitividad; y • los despidos masivos dentro del sector público, que tuvo un importante “efecto demostración” en el ámbito privado (donde también proliferan las suspensiones). El incremento de la dependencia financiera respecto al período kirchnerista no necesariamente será equivalente a la alcanzada durante década de 1990, ya que por el momento no se optó por una caja de conversión fija ni

tampoco se dispusieron reformas estructurales de aquel tenor. Ello se debe en parte a que la reestructuración capitalista encarada en la década de 1990 se produjo ante a un cuadro social y económico incomparablemente más degradado que el que se encontró la administración macrista. Asimismo, a pesar de la pasividad complaciente de buena parte de la dirigencia sindical, parece difícil que la clase trabajadora esté dispuesta a soportar pasivamente pérdidas de semejante magnitud, al menos en tanto no medien mecanismos fuertemente coercitivos que garanticen un nuevo y fuerte disciplinamiento de la misma (como fueron la hiperinflación y la hiperdesocupación). Quizás su mayor similitud con la década de 1990 esté dada por un Estado que procura retomar su rol de “organizador” de las fracciones de la gran burguesía argentina en el bloque dominante. Al respecto, pareciera configurarse una especie de “alianza” entre el capital financiero y las fracciones superiores del capital productivo (mayormente empresas transnacionales y grandes exportadores), aunque la misma no está exenta de tensiones internas. Si bien estos capitales oligopólicos resultaron ampliamente favorecidos en el primer ciclo kirchnerista, el agotamiento de las condiciones que hicieron posible la convergencia de altas tasas de ganancia con mejora en las condiciones de vida de la población derivó en una creciente puja distributiva y su consecuente impacto inflacionario. Resta ver si el macrismo será capaz de procesar las contradicciones que puedan emerger entre las distintas fracciones burguesas y entre el conjunto de estas y las clases subalternas para dar lugar a una dominación de clase estable y coherente, es decir, a un proyecto hegemónico. Ello dependerá, en buena medida, de cómo reaccione la clase trabajadora ante el deterioro salarial, el aumento del desempleo y la degradación de las condiciones de vida. La victoria de “Cambiemos” puede ser pensada como un reajuste de la política a la economía, o más bien, como los límites que exhibe la política cuando no media un cambio sustantivo en las relaciones de poder y de clase. Si bien el kirchnerismo logró recomponer la acumulación de capital tras la debacle de la convertibilidad, la ausencia de un cambio estructural en la economía argentina terminó siendo unta traba insuperable al “crecimiento con inclusión”. Las limitaciones que presenta una economía dependiente como la argentina, cuya máxima expresión es la restricción externa, encuentran su origen en los intereses de su clase dominante, la cual ha demostrado no estar dispuesta a traspasar ciertos umbrales en términos de distribución del ingreso. He aquí el dilema del llamado “populismo” en países como el nuestro: en tanto se trata de una economía dependiente y subdesarrollada, no alcanza solo con distribuir parte del excedente (ello no resuleve la restricción


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externa, por caso) en la medida en que no se lleven a cabo transformaciones en la estructura productiva que promuevan otro tipo de desarrollo. Si se trata únicamente de una redistribución parcial del excedente sin afectar la propiedad de los principales medios de producción, en un momento dado, tras haber obtenido beneficios extraordinarios y afianzado su predominio estructural, los grandes capitales invierten menos o

directamente dejan de invertir, agravando la situación a partir de la retención y/o de fuga de las divisas necesarias para sostener el proceso de acumulación.

1. En varios rubros no solo no se definieron ni se implementaron políticas activas que sentaran las bases para un proceso sostenido de sustitución de importaciones (cuando sucedió, la sustitución es-

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tuvo mucho más asociada al “efecto cambiario” y/o a medidas de coyuntura como los controles a las importaciones), sino que incluso se promovió una suerte de “sustitución inversa” en la medida en que se habilitó el ingreso al país de bienes importados que terminaron desplazando a producciones nacionales existentes y, en no pocos casos, con importantes y probados grados de competitividad externa. Este “efecto desplazamiento” de la masa crítica existente en el país fue particularmente intenso en industrias como la de bienes de capital, la automotriz y la electrónica de consumo.

Big Bang theory: ajuste y “relato” en tiempos de ceocracia Esteban Mercatante Comité de redacción.

Comentando las decisiones económicas de Macri en sus primeros 4 meses, el economista norteamericano Barry Eichengreen lo definió entusiasta como un ajuste “Big Bang”, haciendo referencia a los debates de los años ‘80 sobre los impulsores de reformas a paso rápido o a un ritmo paulatino1. Así, lo calificó como un shock en toda la línea, dejando en falsa escuadra al nutrido grupo de economistas locales que vienen condenando el supuesto “gradualismo” con el que se estaría manejando la nueva administración para recortar gastos, “corregir” regulaciones y “sincerar” precios y tarifas. Según el relato macrista esta “normalización” (uno de los eufemismos a los que es afecto el gobierno) será el “Big Bang” que traerá un vendaval de inversiones. El acuerdo con los buitres, para el cual el oficialismo consiguió en el Congreso el aval de gran parte del peronismo, sería el último obstáculo a remover para lograrlo. ¿Será?

Terapia de shock En este mes se suman los aumentos de tarifas en el transporte, el combustible, el agua y el gas. Según los datos de la canasta de una familia promedio de la Ciudad de Buenos Aires, que releva el centro de estadísticas de la ciudad, esta pasará de gastar en estos rubros $ 493 a desembolsar $ 1.312 al mes. Crecimiento escalofriante de $ 818, que se realiza sin embargo sobre cálculos que subestiman el alcance real del impacto. Y según el ministro Prat-Gay sería “solo” el 40 % del aumento “que correspondería”. A los 100 mil empleos ya perdidos según distintos relevamientos desde la llegada de Macri, los industriales agregan entre 100 mil y 200 mil más en juego. El costo de vida subió desde diciembre entre 14 y 19 %, según las estimaciones de Miguel

Bein. Bajar el costo salarial pasa por mantener los techos de las paritarias. Con algunas negociaciones cerradas por seis meses con aumentos del 20 %, el gobierno no renunció a imponer la “responsabilidad” en las negociaciones colectivas, con la vidriosa promesa de que la inflación bajará. Bajar los salarios –que durante el kirchnerismo encontraron un techo en los niveles de poder adquisitivo promedio que tenían a finales de 2001 antes de que la devaluación los hiciera caer aún más2– es clave para el empresariado que banca el proyecto. En la Argentina atrasada y dependiente, ajustar el salario es una pieza fundamental para compensar la baja productividad de la economía argentina en la comparación internacional, y para asegurar una rentabilidad acorde a la rapacidad de los capitalistas. No está dicho aún en qué medida este impacto será absorbido por los trabajadores cuando concluya el cronograma de paritarias, más allá de la vocación sindical por mantener la tregua ante la carestía y los despidos.

Todos unidos… Los puntos al tope de la agenda de Macri pasan por asegurar las condiciones de endeudamiento (caro) e impulsar el ingreso de capitales de empresas extranjeras, y eso guía el apuro del ajuste. Pero resulta forzado concluir que estamos ante la conformación de un “bloque de poder” claramente diferenciado de aquel en el que se sustentó el kirchnerismo como sostiene un documento reciente de Cifra3. Este planteo parte de la pretensión de que en este terreno los 12 años kirchneristas marcaron una ruptura considerable que cuesta fundamentar. Ni en el plano estructural, donde podemos observar que la cúpula de las más grandes empresas y grupos

económicos se mantuvo estable durante el período4; ni en el plano de los esfuerzos por parte del Estado de sostener condiciones económicas favorables para estas empresas. Como sostienen Schorr y Wainer, la economía política kirchnerista tuvo su momento más favorable cuando se daban condiciones donde “(casi) todos ganan”, dentro de la cual varios de los grupos hoy identificados dentro del nuevo “bloque” de poder estuvieron entre los mayores beneficiarios, y eso con anuencia del kirchnerismo. Durante los años kirchneristas se perpetuaron numerosos legados neoliberales, continuidad exigida por el gran capital. Esto fue así sobre todo en las condiciones laborales5. Pero también podemos ver que hasta fecha tan avanzada como 2012 no se había encarado ningún replanteo del esquema energético6. O que la banca, que a pesar de que desde 2010 tuvo mayores regulaciones, no se vio amenazada por ningún intento de modificación de la Ley de Entidades Financieras heredada de la dictadura, ni por la implementación de impuestos a la renta financiera, medidas con las que varias veces se ilusionaron ingenuamente los sectores progresistas que acompañaron a los K7. Más que una ruptura del gobierno “nacional y popular” con estos sectores de la gran burguesía, se gestó durante el último mandato de Cristina Fernández una disconformidad. Esta fue causada por el estrechamiento de las condiciones de rentabilidad extraordinaria que llevó al empresariado a reclamar un fuerte ajuste, ante lo cual la ex presidenta respondió prorrateando el mismo, ajustando, sí, »


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ECONOMÍA

pero dejando en la medida de lo posible las medidas draconianas para quien la sucediera, para impaciencia del capital. Las políticas implementadas desde diciembre cuentan con el apoyo transversal de toda la cúpula económica. Incluso entre los mayores beneficiarios de los últimos 12 años hay aval para un “ordenamiento” de la economía (con excepción, obviamente, de los grupos cuyo crecimiento al calor del poder hoy está sometido a un fuerte desgaste, como es el caso de Cristóbal López). Caso aparte es por ahora Paolo Rocca, inquieto por la importación de tubos de China. Permanecen las amenazas de cierre de la planta siderúrgica de Campana por importaciones para obras en Córdoba. Las mayores preocupaciones y reclamos vienen por ahora por el lado de los sectores industriales afectados por la apertura de importaciones y el incremento de costos que trae el tarifazo energético. Acá puede haber sectores decisivamente afectados por algunas medidas más aperturistas y de recorte de subsidios. Pero, como observa Alejandro Bercovich en la entrevista que puede leerse en esta revista, el entrecruzamiento de intereses entre empresarios de diversos rubros (lo que rige especialmente para el capital más concentrado), no permite afirmar que siquiera acá haya un bloque compacto antagónico a la política gubernamental.

No será magia El gobierno aspira a que la economía que está hundiendo el ajuste reviva con la inversiones extranjeras, que espera llegarán después de pagarle a los buitres y gracias a la “normalización” en marcha. Que habrá dólares en el país, al menos que hagan entradas de corto plazo para aprovechar las bicicletas financieras que dan oportunidades excelentes, está fuera de duda. Algunos se entusiasman con que si se relanza un blanqueo solo por eso entrarían 20 mil millones hasta diciembre de 2017. Ayuda además la decisión de la Reserva Federal de no subir las tasas en marzo (como sí había hecho en diciembre). Pero, ¿traerá el Big Bang la inversión productiva que mueva la economía como promete Macri? La visita a Davos y las giras de los presidentes Obama y Hollande por el país dejaron como saldo las promesas de alrededor de 5 mil millones de dólares a concretarse entre este año y el próximo, y en el caso de los EE. UU. la nebulosa cifra de 12 mil millones de dólares para los próximos años. Los anuncios incluyeron inversiones que ya estaban previstas en 2015, como la de Nissan por 600 millones y la de Coca-Cola por 1.000 millones para los próximos 4 años. Nada parecido al vendaval que el Jefe de Gabinete Marcos Peña había anticipado en diciembre. Jorge Vasconcelos, de Ieral (Fundación Mediterránea), consideró que no cabe esperar “cuantiosas inversiones en lo inmediato” y que “la renovada atracción que está logrando

la Argentina tiene un contenido más político que económico”8. Esto responde en primer lugar a que “el mundo está muy lejos de vivir un auge”9. En toda América Latina se registra una disminución de la inversión extranjera directa: la CEPAL registró una caída de 16 % en 2014, que se agravó durante el primer semestre de 2015 (-21 %). En Brasil se desplomó 36 % entre enero y junio de 2015. Aunque el panorama no luzca despejado para el mundo “emergente”, no faltan quienes hablan de “demanda insatisfecha” de inversiones durante los últimos años10, por haber estado mucho tiempo sin acceso a los mercados. Pero es necesario interrogarse sobre a dónde podrían dirigirse estas inversiones. La Argentina no puede competir en costos laborales11, por ende no se transformará de un día para el otro en una succionadora de inversiones para la exportación manufacturera, por más amigable para los mercados que se esfuerce por ser Macri. Las inversiones están orientadas a las commodities para la exportación (agro, agroindustria, minería), o para producir para el Mercosur. El primer terreno es donde la administración de Macri puso todas sus fichas desde el primer día, recortando los derechos de exportación a la soja en cinco puntos y eliminándolas para el resto de los cultivos, la carne, y la minería. Empresas agropecuarias como San Miguel, Cresud y Molinos, que ya el año pasado tuvieron retornos de hasta tres dígitos, están al tope entre las recomendaciones de diversas consultoras. Pero el agrobusiness no alcanza para mover el amperímetro. Según estimaciones de la consultora First, entre 2010 y 2015 los agronegocios generaron en el país inversiones por 8 mil millones de dólares. Resulta difícil ilusionarse con que este año y el próximo ingrese una suma muy superior a 4 mil millones de dólares, más aún porque aunque el gobierno mejoró los números para los chacrers, la tendencia mundial sigue siendo incierta. La ilusión del “oro negro” de Vaca Muerta, que tanto entusiasmo creó en los últimos años, no pasa hoy por un buen momento. Con el barril de petróleo ubicado hoy en 40 dólares y los costos de extracción de las reservas no convencionales cerca de 60 dólares, no cierran los números. Esto no significa necesariamente una clausura irreversible de la explotación del yacimiento (la perspectiva en lo que hace al shale gas parece ayudar), pero sí que no tendrá el ritmo frenético que le permita atraer decenas de miles de millones de dólares. Las inversiones realizadas mirando al Mercosur, afrontan un panorama más complejo. Brasil va camino a caer 7 % entre 2015 y 2016, y poco indica hoy que 2017 vaya a ser distinto. El gobierno está recortando el gasto drásticamente y la firma calificadora Fitch opina que Brasil es el país con el perfil de deuda privada más riesgoso de los “emergentes”. El país vecino explica el desplome de 40 % de las exportaciones industriales de la

Argentina. En el mercado interno, el otro gravitante en el Mercosur, la cosa no va mejor por el shock que golpea los ingresos y deprime el consumo. Una encuesta realizada por Vistage a CEO y dueños de empresas registra que cuando se los consulta sobre qué falta para invertir luego de las señales que el Poder Ejecutivo enfatiza que ya envió, lo primero que surge es la necesidad de bajar la inflación, seguido por “recuperar el crédito” y en tercer lugar, “que mejore la economía internacional”12. Todo indica que será la inversión en obra pública, y alguna inversión inmobiliaria que pueda realizarse aprovechando la liquidez generada por la entrada de capitales, lo que podría resultar más significativo. Pero la primera se encuentra todavía paralizada por la revisión de contratos de los últimos años, mientras que las tasas de interés por las nubes no hacen esperar que prospere en lo inmediato lo que no sea destinado a los sectores de mayor capacidad de compra, que no dependan de un imposible crédito hipotecario. Dólares probablemente haya, al precio de alimentar bicicletas con alto costo y tracción limitada sobre la economía. Crecimiento motorizado por inversiones como quiere Macri, es más incierto. La “Big Bang theory” del gobierno de Macri podría verse duramente refutada.

1. Alejandro Rebossio, “Barry Eichengreen: ‘Macri intenta una reforma Big Bang que traería recesión, pero una recuperación más rápida’”, La Nación, 29/3/2016. 2. Esteban Mercatante, La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo, Bs. As., Ediciones IPS-CEIP, 2015, p. 119. 3. AA.VV., “La naturaleza política y económica de la alianza Cambiemos”, Documento de Trabajo 15, febrero 2016. 4. Los cambios dentro de la cúpula de grandes empresas fueron limitadas, reduciéndose al relevo de algunos grupos nacionales por otros dentro de la cúpula, y a una “argentinización” de empresas que se explica sobre todo por la estatización de grandes empresas en manos extranjeras, casi siempre al borde de la quiebra, salvo YPF S.A. Ver La economía argentina en su laberinto..., ob. cit., pp. 66 a 77. 5. El kirchnerismo preservó condiciones estructuralmente favorables al capital en lo que hace a fragmentación y flexibilización de la fuerza de trabajo. Ver dossier “Mundo grúa”, IdZ 5, y el especial de IdZ 20. 6. Ver dossier “Petróleo y política”, IdZ 2. 7. Ver dossier “No va más... Gana la banca”, IdZ 15. 8. Jorge Vasconcelos, “Inversión extranjera: hora de barajar y dar de nuevo”, Fortuna, 26/3/2016. 9. Ídem. 10. Ídem. 11. La relación de salarios en dólares con México es de 2,5 a 1 (ídem). 12. Jairo Straccia, “Para invertir, el 60 % de los empresarios pide que baje la inflación”, Fortuna, 3/4/2016.


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“La lógica con la cual gestionan es la del capital” Entrevista a Alejandro Bercovich IdZ: ¿Cómo se paran las principales entidades que nuclean al empresariado frente al gobierno? ¿Qué divisiones puede verse por ejemplo en la UIA, donde hay sectores muy beneficiados por la apertura económica y la devaluación gobierno, y otros más golpeados? Me parece que en primer lugar hay que entender que las entidades que representan a distintos sectores de las patronales argentinas están muy entrecruzados en sus intereses. Los nombres de los directivos de la UIA, de la Sociedad Rural, del AEA, Foro de Convergencia, de la Cámara Argentina de la Construcción, de la Cámara de Comercio, de las distintas entidades del campo, se entrecruzan en muchos casos. Lo que se expresa a veces como internas en algunas entidades son internas al interior de la clase empresaria que por supuesto tiene algunos ganadores y otros perdedores en lo que va del macrismo, por las primeras medidas que tomaron. Yo ahí lo que veo es que hay una actitud de mucha inquietud en sectores de la industria ligados al mercado interno. Pero que a la vez estos sectores, incluso los de la pequeña industria que en algunos casos sufrieron muchísimo el aumento de las tarifas eléctricas y la apertura importadora, tienen algunos empresarios y algunos referentes que ven con buenos ojos el ajuste y el cambio del gobierno favorable hacia el empresariado en general, y no les molestaría ajustarse o ajustar parte de sus planteles incluso reconvirtiendo parte de su actividad mercado-internista en importadora. IdZ: Señalaste en varios artículos que en la CEOcracia los ministerios y secretarias terminaron en manos de gerentes o dueños del sector al que deberían controlar o regular, expresando un potencial (por decirlo amablemente) conflicto de intereses. ¿Cómo está actuando esto a cuatro meses de andar? Creo que tiene una consecuencia importante. La lógica con la cual gestionan los nuevos funcionarios es la del capital, y esa lógica es muy difícil de presentar como orientada hacia el interés común, que es lo que siempre un gobierno pretende mostrar. Incluso esa pertenencia a sectores de la economía y a la dirigencia de algunas de las empresas más importantes del país o radicadas en el país hizo que estos funcionarios en algunos casos discutieran entre sí. El caso paradigmático es la interna que mantiene paralizada Aerolíneas Argentinas, que en cualquier momento se va a convertir en un conflicto. Es la interna entre Isela Constantini, que es una mujer que desembarcó en el gobierno como una señal de apoyo de IDEA, del Foro de Convergencia, del empresariado más

“modernizante” si se quiere (y además ligado a capitales norteamericanos), y Gustavo Lopetegui. Este último es una figura poderosísima en el gabinete, que viene de ser CEO de LAN; tiene una larga trayectoria también en el Estado, ligado a Felipe Solá, y en su momento ocupó varias posiciones de importancia en la Provincia de Buenos Aires. Vemos entonces la tensión entre un hombre que viene a gestionar resortes importantes del Estado pero que tiene a su vez indisolublemente un interés ligado a LAN, que es un capital importantísimo, y una gerente que quiere llevar adelante una gestión en Aerolíneas que pueda después reivindicar. En esta disputa se expresa una fuerte tensión entre distintos sectores que integran el gobierno. IdZ: Casi desde un primer momento, el gabinete económico se dividió por las desavenencias surgidas entre los “gradualistas” y los partidarios de un shock más veloz que los recortes que el gobierno está implementando. ¿Cómo ves que esto se viene desarrollando? Para el gobierno el único plan es “endeudarse”. Dentro de ese plan hay algunas vertientes que lo que expresan es un ajuste a distintas velocidades, pero el ajuste es el mismo y el objetivo a mediano plazo siempre es el mismo, que es endeudarse. Gradualismo y shock son simples matices. En definitiva lo que hay es una decisión completa de cubrir el déficit externo y fiscal con nueva deuda, reconocer intereses altos, que son los que van a atraer una lluvia de capitales pero no productivos sino financieros, y haber puesto toda una serie de medidas en función de ese objetivo. Por eso liberaron la tasa de interés, por eso la subieron, por eso liberaron los controles de capitales, por eso permiten que los inversores extranjeros compren Lebacs, por eso liberaron los encajes. Todo el set de medidas financieras de supuesto desmonte del cepo en realidad fue la preparación para un ciclo de endeudamiento que no sabemos dónde puede terminar pero que sí sabemos que va a llevar a la Argentina a ratios de endeudamiento mucho más elevados que los actuales. Me parece que los que propagandizan la diferencia entre gradualismo y shock son justamente ellos, para disimular el contenido de shock que tiene de por sí el plan para salir a endeudar al Estado nacional. Y a la provincias, porque no hay que olvidarse que detrás de este acuerdo está el interés de los gobernadores de salir también a tomar deudas. Entrevistó: Esteban Mercatante.


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La “revolución educativa” de Mauricio Macri Federico Puy y Hernán Cortiñas Congresales UTE-CTERA.

A principios de 2016, se realizó en Jujuy el Consejo Federal de Educación, presidido por el ministro Esteban Bullrich, que reúne a los ministros de educación provinciales y tres representantes del Consejo de Universidades, para discutir las perspectivas generales para educación. Entre otras cuestiones, el documento confirmó cierta continuidad con las políticas educativas del kirchnerismo al afirmar la “unánime voluntad de construir sobre lo construido a lo largo de estos años y afianzar las bases de una revolución educativa cuyo vértice es la escuela, donde se gesta el futuro del futuro”. A su vez, proponía “promover la educación y el conocimiento como un bien público y un derecho personal y social que deben ser garantizados por el Estado, acorde a lo establecido por las leyes nacionales vigentes”, pero sin aumentar el presupuesto del sector, que se limitaría a “sostener la inversión en educación establecida en el 6 % del PBI”1. Mejorar los resultados sin aumentar la inversión implica, pensando la educación desde un punto de vista de mercado, aumentar la “productividad” de docentes y estudiantes. Con este objetivo, el documento firmado plantea la creación del Instituto de Evaluación de Calidad y Equidad Educativa a fin de “promover procesos de evaluaciones anuales en la escuela primaria y secundaria para obtener diagnósticos precisos”. En ese sentido, el 4 de abril, en el mismo momento en que los docentes protagonizaban un gran paro nacional, el Ministerio de Educación creó por decreto la Secretaría de Evaluación Educativa. Toda una provocación.

El marco de la evaluación Este tipo de reformas basadas en evaluaciones externas y estandarizadas vienen siendo impulsadas y aplicadas desde hace más de 10 años en toda América latina. El Banco Mundial es su principal impulsor e ideólogo. Hace dos años la institución publicó Profesores excelentes, donde analiza la implementación

Ilustración: Anahí Rivera

de reformas educativas durante la primera década de este siglo y saca conclusiones para implementarlas con la “menor resistencia posible”. Centrado en la experiencia de la región, su receta se podría resumir en tres pasos. El primero, evaluaciones de los alumnos; el segundo, el pago de bonificaciones por desempeño y el tercero, la evaluación de los docentes “en forma individual y de manera voluntaria, con el atractivo de recompensas

financieras para los profesores que asuman el riesgo de ser evaluados y demuestren un buen desempeño”2. El trabajo no olvida a los sindicatos y la resistencia docentes: “Por lo general, los sindicatos se han opuesto a esto, pero con programas voluntarios se puede evitar la confrontación”. Sobre las consecuencias de estas reformas uno de los fundadores de la pedagogía crítica, Peter McLaren, afirma,


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Los mandatos de la educación federal ya no se interesan por su apoyo a la igualdad de acceso y de resultados, para centrarse en cambio en la reducción del presupuesto para fondos escolares, la promoción de políticas para encontrar culpables, el pago por méritos o las políticas para reducción o despido del personal escolar, o el apoyo a evaluaciones estandarizadas basadas en un núcleo común de conocimientos –que tienen muy poco que ver con la producción de conocimiento significativo y crítico– y la resolución de problemas, y con otorgar créditos a los “ganadores” escolares en lugar de a aquellos estudiantes con mayor necesidad de asistencia financiera, y al control empresarial del currículum3.

Gems: la llegada de las consultoras El gobierno incluyó en la declaración de Purmamarca la intención de … promover iniciativas de cooperación internacional que contribuyan a fortalecer la política educativa mediante la generación de espacios de diálogo, el intercambio de aprendizajes y la integración para hacer frente a los desafíos de la sociedad global en el siglo XXI4.

En su primera jornada en el Foro de Davos el presidente Mauricio Macri se reunió con Sunny Varkey, fundador de Gems Education, una consultora de servicios a sistemas y redes para la educación. Desde el gobierno informaron que la empresa está interesada en “una propuesta para realizar un entrenamiento a maestros y profesores, que se está aplicando en otras partes del mundo. También hicieron hincapié en un proyecto de escuelas privadas con nuevas tecnologías”5. Como señalábamos, el objetivo de estos acuerdos es mejorar la “productividad docente”. En 2015 la consultora GEMS Education llegó a los titulares de los diarios europeos por su “Índice de eficiencia”, en base a las consultorías que financian los gobiernos con el objetivo de “mejorar sus estándares en educación”. Comparan los resultados obtenidos en las pruebas PISA de 2012 con el promedio de salario anual docente en base al concepto de “paridad de poder adquisitivo (PPA). Según Gems, el índice muestra que los países con profesores mejor pagos no son necesariamente los que obtienen los mejores resultados en las pruebas internacionales. Aplicando la lógica empresarial, ¿por qué pagar costos más altos si se consiguen los

mismos resultados? De esta forma, se abona el discurso que legitima el ajuste. La polémica por el informe estalló en el Estado español, cuyo sistema educativo Gems ubicó en la posición 26 de 30 países. A pesar de ser el país hispanoparlante con mejores resultados en el ranking PISA, el estudio califica el sistema español como “ineficiente” por contar con “más profesores de los necesarios con salarios excesivos”. El informe señala que ese país tiene mejor rendimiento en términos de calidad que de eficiencia, es decir, buenos resultados, pero “caros”. Gems recomendó, entonces, incrementar la proporción de alumnos por profesores en un 68 %, de los 10 actuales a 17 alumnos por profesor. Además, plantea la posibilidad de mejorar sus resultados en las evaluaciones PISA reduciendo los salarios docentes en un 20 %. A “menor rendimiento”, “menor salario”. Claramente, una consultora contratada para justificar un plan de ajuste educativo en toda la línea6.

El modelo PRO en la Ciudad de Buenos Aires El modelo educativo del PRO puede evaluarse en los resultados alcanzados en los nueve años de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con el mayor presupuesto general. Su principal “medida” educativa fue aumentar la transferencia millonaria de dinero de la educación pública hacia la educación privada y una suerte de “guerra de desgaste” con implementaciones de políticas de corte neoliberal. La Ciudad pasó de destinar el 14,93 % del presupuesto educativo en 2007 a un 16,22 % en 2015, con un pico del 18,5 % en 2009. Esto resultó en una transferencia de $2.837 millones a la educación privada durante el último año, mientras que el dinero destinado a educación pública viene reduciéndose de 2007 hasta la fecha, y ha disminuido de un 27,8 % del presupuesto total en 2007 a un 21 % en 2015 (17.502 millones de pesos)7. Esta transferencia de fondos que favorece a escuelas privadas y confesionales vino de la mano de ataques parciales, como el cierre masivo de más de 100 grados o cursos, con el que buscaron aumentar la cantidad de alumnos por docente, como recomienda Gems para mejorar la eficiencia. Abundan las escuelas en la zona sur de Buenos Aires donde hay entre 30 y 40 alumnos por grado, un verdadero hacinamiento que empeora las condiciones de enseñanza y de aprendizaje. Esto es fruto también del recorte presupuestario que determina la ausencia de un plan

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para construir las escuelas y jardines de infantes que faltan en la ciudad. Hay más de 4.800 niños y niñas sin vacantes en el nivel inicial y primario. Entre otras políticas importantes se encuentran la reforma de la escuela secundaria como la NES, que elimina orientaciones y vacía contenidos, la eliminación del carácter democrático de las Juntas de Clasificación y Disciplina y la creación del Instituto de Evaluación de Calidad y Equidad Educativa.

Dos modelos: Chile y México En plena campaña electoral en una entrevista al ministro Bullrich, la periodista preguntó si proyectaba atar los salarios docentes a los resultados de las evaluaciones. El ministro respondió, ...vos tenés que construir un historial, discutir esto en 10 o 15 años como hizo Chile (…) lo importante es generar el incentivo para que la sociedad use los resultados para presionar a mejorar la calidad educativa (…) vamos a trabajar en incentivos de equipo, de grupo de docentes8.

Pareciera que el ministro calcara sus respuestas de las recetas del Banco Mundial que recomienda el modelo chileno: En Chile, los profesores que obtienen puntajes sobresalientes en las evaluaciones pueden recibir una bonificación (…) y es el parámetro más justo para determinar los ascensos. En lugar de promover a los profesores únicamente en función de la antigüedad (como ocurre hoy en día en la mayor parte de los países latinoamericanos), se los puede ascender sobre la base de la aptitud reconocida. Una estructura salarial alineada con el desempeño evaluado genera los incentivos necesarios para los profesores en ejercicio y vuelve más atractiva la profesión para futuros candidatos talentosos9.

Según denuncian los docentes, quienes se movilizan sufren represalias que incluyen la extensión de su jornada horaria para recuperar hasta 54 horas semanales en algunos casos. Ya existen sectores que rechazaron estos castigos, como ilustra la experiencia de profesores en Antofagasta y la región de la Araucanía. En el caso de México el avance de las políticas neoliberales en educación, con la evaluación a »


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todos los docentes, sigue siendo resistido por el magisterio. La “reforma educativa” impuesta, ha dejado ya más de 3.300 familias sin sustento. El carácter punitivo de la evaluación se evidencia con el despido de miles de maestros y maestras que rechazaron la reforma. La intervención de las fuerzas represivas del Estado fue clave para golpear a un movimiento de protesta extendido a lo largo del país. Diversos especialistas señalan que los resultados de la evaluación que promueve el gobierno son mentirosos, las evaluaciones están arregladas10 y las cifras manipuladas11. Los docentes en México denunciaron que a las presiones y la carga de trabajo que ya tienen los maestros se añadirá lo que deben preparar para la evaluación. ¿O acaso la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa reducirán la extenuante carga de trabajo que tienen la mayoría de los maestros que serán evaluados para que puedan llevar a cabo todo lo que están solicitando? Reunir evidencias, escribir informes, estudiar para un examen cuya guía contiene al menos cincuenta obras de consulta, además de colaborar con la escuela, hablar con las familias, planificar, diseñar estrategias para abatir el rezago y la reprobación, diseñar y aplicar exámenes finales, entre otras, son tareas que rebasan a cualquier persona. El informe de responsabilidades que debe llenar el director coarta el derecho a huelga de los trabajadores de la educación, pues establece que “todas las escuelas y todos los docentes deben brindar el servicio todos los días del ciclo escolar”12.

Una cuestión de tiempos Un primer paso para implementar la evaluación es lograr cierto “consenso” en la sociedad y en los docentes en particular, tras años de segmentarlos entre el que “falta a trabajar” y el que no. La descalificación constante del trabajo docente va en este sentido, a tono con una de las premisas del neoliberalismo: atacar los trabajos “más reconocidos”, instalar la idea de que los docentes son vagos y, en última instancia, alentar la idea de que lo mejor es la escuela privada donde “no hay paros”. Es, también, una forma de atacar el derecho a huelga. Vale recordar el discurso del inicio de sesiones legislativas de marzo de 2012 cuando la presidenta Cristina Fernández señaló: Yo no digo que sea la panacea, ni que sean salarios perfectos, pero para trabajadores que gozan de estabilidad frente al resto de

los trabajadores, con jornadas laborales de 4 horas y 3 meses de vacaciones, cómo es posible que sólo tengamos que hablar de salarios y no hablemos de los pibes que no tienen clases13.

Ideas similares permearon la última campaña electoral, que fue un gran punto de apoyo de este “desgaste” contra la educación pública y el trabajo docente, como por ejemplo el famoso Spot de Massa. Actualmente, en la provincia Mendoza, maestras y maestros resisten en las calles la implementación del “ítem aula”, una medida claramente disciplinaria, que busca inaugurar las medidas punitivas para “mejorar” el desempeño y aumentar la “productividad”. La medida implica que un 10 % del salario solo se cobrará si el trabajador no necesita más de 3 días de licencia por mes, o 10 en el año. Solo se exceptúan las licencias por enfermedad laboral y maternidad. También se excluye de esta parte del aumento a parte de los trabajadores de la educación como bibliotecarios y celadores. Un doble ataque a los derechos: diferenciación salarial y presentismo14.

Abrir un verdadero debate sobre la educación La política de las evaluaciones busca mediante el discurso de “mejorar la calidad educativa”, implementar medidas de mercado en la educación, como aumentar la “productividad” o mejorar el “desempeño”. Sin embargo, ninguna de las medidas impulsadas desde el gobierno apunta a los verdaderos problemas que atraviesa la educación pública, entre la desinversión pública y el empeoramiento de las condiciones de la vida en la escuela (peores condiciones laborales para docentes y malas condiciones edilicias que afectan a toda la comunidad educativa). El rechazo de las evaluaciones por su carácter punitivo y antidemocrático y por los objetivos políticos que persiguen, plantea la oportunidad de repensar los objetivos de la escuela pública, los planes de estudios o la relación de sus contenidos con la sociedad. En ese marco, las evaluaciones, tanto de estudiantes como de docentes, deberían considerar el conjunto de los factores sociales y económicos, además de una metodología de evaluación constante, con jornadas pedagógicas para abrir el debate y compartir experiencias. Un factor importante a la hora de pensar la evaluación docente es el acceso a formación constante y gratuita, con capacitaciones en servicio, sobre la base de nuevas y mejores condiciones de trabajo en una jornada de

6 hs de trabajo, con 4 hs frente a clase para que el trabajo administrativo-pedagógico sea remunerativo. Nos preguntamos al igual que McLaren ¿Cómo luchamos contra la opresión en el aula cuando maestros y alumnos son ambos evaluados en exámenes estandarizados que están haciendo mucho dinero para las compañías que están produciendo y desarrollando esos exámenes? Los exámenes estandarizados son una forma de control social que evita que los estudiantes exploren sus propias experiencias mediante enfoques epistemológicos basados en la reflexión crítica15.

Esta sola reflexión abre un debate amplísimo, que supera por mucho este artículo, pero es necesario su abordaje para completar una verdadera crítica a la implementación de la lógica empresarial en una educación pública en crisis. 1. “Declaración de Purmamarca”, en Resoluciones del Consejo Federal de Educación, disponible en www.me.gov.ar. Vale aclarar que es el 5,3 % del PBI lo que gasta el Estado nacional en educación, no llega al 6 % como plantea la Ley Nº 26.075 de Financiamiento Educativo. 2. Bruns, B y Luque, J. Profesores Excelentes. Como mejorar el aprendizaje en América Latina y el Caribe. Washington, DC, Banco Mundial, 2014. 3. “La educación como una cuestión de clase. Entrevista a Peter McLaren”, disponible en iberoamericasocial.com, enero 2014. 4. “Declaración de Purmamarca”, ob. cit. 5. Arancibia, M. “Davos: empezó la entrega macrista al capital”, La Izquierda Diario, 21/01/2016. 6. “España, a la cola de la OCDE en eficiencia educativa por su número de docentes”. La Vanguardia, 05/09/2014. 7. Puy, F. y Navarro Palacios, A. “CABA: polémica sesión contra la educación pública”. La Izquierda Diario, 03/12/2015. 8. “Los desafíos educativos del próximo gobierno”, La Nación, 15/10/2015. 9. Bruns, B y Luque, J. op. Cit. 10. Hernández Navarro, L. “Las mentiras sobre la reforma educativa”. La Jornada, 15/01/2013. 11. Santos Ramírez, L. “Evaluación Sonora”. La Jornada, 17/11/2015. 12. Parra, E. “Las evaluaciones punitivas en el Distrito Federal”. La Izquierda Diario México, 25/06/2015. 13. Puy, F. “¿Vuelven los planes del Banco Mundial para educación o nunca se fueron?” IdZ, diciembre 2015. 14. “Mendoza: ‘ítem aula’, persecución y ataque a los derechos de la docencia”, La Izquierda Diario, 24/02/2016. 15. “La educación como una cuestión de clase. Entrevista a Peter McLaren”, ob. cit.


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Game of Thrones en Planalto

Fotomontaje: Juana Tacho

Leandro Lanfredi Movimiento Revolucionario de Trabajadores, Brasil.

La crisis política de Brasil se desarrolla en medio de la recesión más larga desde 1929. En abril se espera un desenlace al menos en lo que se refiere al impeachment de la presidenta Dilma Rousseff, que votará el Congreso a mediados de mes. ¿Emergerá un gobierno Michel Temer-PSDB1? ¿Habrá elecciones anticipadas como propone la excandidata Marina Silva (REDE), y se hace el eco parte de la izquierda? ¿O es más probable que asuma Lula? Más allá de las interminables idas y vueltas de la coyuntura, este artículo busca marcar las coordenadas de lo que está en juego y por dónde puede emerger un sujeto político, los trabajadores y la juventud, que pueda dar una salida progresiva a esta crisis que combina distintas formas de golpe institucional con la posibilidad de un gobierno de Lula, eclipsando a Dilma, para realizar otro ajuste.

El fortalecimiento de la derecha en el continente envalentonó los pedidos de un golpe institucional En marzo de 2015, sectores de la clase media acomodada tomaron las calles en algunas ocasiones exigiendo la salida de Dilma Rousseff. En la primera manifestación pudieron arrastrar a sectores populares insatisfechos con el gobierno que había prometido no tocar sus derechos y luego aplicó el ajuste. Desde

esa gran manifestación hasta la aceptación del impeachment (impulsado por Eduardo Cunha –PMDB–) presidente de la Cámara de Diputados, también acusado de corrupción), Brasil vio negociaciones palaciegas y denuncias cotidianas de la operación “Lava Jato”, como se conoce la investigación de corrupción en Petrobras conducida por el juez Sergio Moro. Mientras tanto, todos los sectores de la élite política se unieron para golpear a los trabajadores, ajuste tras ajuste. Luego de la victoria de Mauricio Macri en Argentina, y días antes de la victoria de la oposición de derecha en Venezuela, Eduardo Cunha dio por terminadas las negociaciones con el PT e hizo lugar al pedido de impeachment en el Congreso. Por su lado, el PT votó a favor de la impugnación del diputado por su participación en el mismo escándalo de Petrobras. El PSDB2, hasta entonces dividido, se alineó con el impeachment. El juez Sérgio Moro, con explícito apoyo del procurador general de la República, Rodrigo Janot, y del Supremo Tribunal Federal (STF), también escalaron el ataque contra Lula, Dilma y el PT. Las apuestas subieron. Sérgio Moro, entrenado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, como se conoció a través de los Wikileaks, encabezó un ala del “partido judicial” brasilero que escaló en métodos y objetivos. Aumentó el uso (y abuso) de los

traslados por la fuerza, delaciones premiadas (ley del arrepentido) y encarcelamientos sin juicio. Esta escalada en el método coloca al poder judicial como árbitro para dirimir conflictos entre alas de la élite y configurar un gobierno más fuerte para conducir los ajustes y tener una relación más estrecha con el imperialismo. Uno de los límites concretos que encuentra la ofensiva “a la mani pulite” de Moro fue el silencio y la falta de incentivo del gobierno estadounidense de Barack Obama a su iniciativa, no solo “destituyente”, sino que amenaza la estabilidad en el país al golpear al PT y a Lula como mecanismo para contener la lucha de clases. Estados Unidos gana con la operación “Lava Jato”, que mejora sus condiciones para participar en los lucrativos negocios del petróleo brasilero (debilitando empresas monopolistas como Sete Brasil en el mercado de embarcaciones). Todo esto fue avalado por Estados Unidos, pero destituir a Dilma Rousseff, terminar con el PT y Lula, no parece ser un paso que el establishment estadounidense haya querido dar.

Los contornos concretos del golpe institucional Hay dos tipos de golpe institucional: el parlamentario y el judicial. Se transfiere el derecho »


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BRASIL

de decidir quién gobierna el país, del sufragio universal a una camarilla de parlamentarios, involucrados en la corrupción, o a una casta de jueces que no fueron elegidos por nadie. El golpe institucional por la vía parlamentaria da claras muestras de debilidad. La revista imperialista The Economist y el diario A Folha de Sao Paulo se pronuncian sobre la dificultad, no solo de alcanzar los votos necesarios, sino sobre la excusa utilizada (la acusación sobre el mecanismo de “bicicleta fiscal” que utilizó Dilma) que, de ser aceptada, expondría a gobernadores y alcaldes de todo el país al mismo riesgo. Hay señales de que la ruptura del PMDB con el gobierno fue precipitada y Temer aparece como un tigre de papel, que deberá demostrar en pocos días cuántos votos controla. Hay alas del PSDB que dudan en adherir a un gobierno de Temer, lo que dificulta presentarlo como un gobierno de “reconstrucción nacional”. Sin embargo, ha dado lugar a otras salidas, como la presión por la renuncia y nuevas elecciones. Marina Silva, líder en las encuestas presidenciales, hace tiempo que defiende que el Tribunal Superior Electoral, es decir, jueces que no han sido elegidos por nadie, destituya al gobierno y convoque a elecciones. El 3 de abril, el diario Folha exigía la renuncia de Dilma y Temer para que se convoque a elecciones por “vacío” institucional, bajo dirección de Cunha, que presidiría el país en el ínterin. Exdirigentes del PSOL como Randolfe Rodrigues (actualmente en REDE con Marina Silva) defienden una enmienda constitucional que habilite un plebiscito revocatorio y luego elecciones anticipadas. Corrientes internas del PSOL como la dirigida por Luciana Genro, así como el PSTU, se alinean con la misma propuesta pero con distinta fraseología: nuevas elecciones generales, parlamentarias y de gobernadores. Mientras las cartas no terminan de barajarse, el poder judicial ha actuado para fortalecerse a sí mismo como árbitro. Esto incluyó dos “autogoles” de Moro: el traslado a la fuerza de Lula y la divulgación de escuchas ilegales, obtenidas sin autorización judicial, de conversaciones entre Lula y Dilma. Ahora emiten señales contradictorias, como el aval a la intervención inconstitucional de Gilmar Mendes que impide la asunción de Lula en la

Jefatura de Gabinete, quien ni siquiera ha sido juzgado y condenado, mientras le ponen frenos a Moro.

La democracia del impeachment y el “Lava Jato” La selectividad anti PT de la operación “Lava Jato”, y el uso y abuso de parte de la Justicia de métodos coercitivos (utilizados ya contra los pobres pero no visto hasta ahora contra ricos y poderosos), instaló en sectores la percepción de que algo está mal. Si pueden pisotear el derecho a responder en libertad o la presunción de inocencia de un expresidente poderoso como Lula, qué podría esperarse para los trabajadores, más ahora con la nueva “Ley antiterrorista” de Dilma. Moro perdió el control en su ofensiva del golpe institucional. Contraatacó rápidamente el mismo día que Dilma nombró a Lula como jefe de Gabinete, al entregar a la prensa audios obtenidos de forma ilegal y cuya divulgación no era de su competencia, sino del STF. En la misma clase media, cuyo sector más acomodado clama por tirar a Dilma de cualquier forma y alaba a Moro, surgió un movimiento “contra el golpe”, con fuerza en la juventud y los empleados públicos. El país está polarizado políticamente, sobre todo los sectores medios. El PT movilizó y utilizó la justa denuncia a los medios, a Moro, al poder judicial, a los “tucanos” (como se conoce al PSDB), a Cunha y Temer, “en defensa de la democracia” para fortalecer a Lula. Lograron establecer que este impeachment sería un golpe. Los diarios y canales de televisión gastan ríos de tinta y minutos preciosos en sus noticieros en tratar de demostrar que no sería un golpe. Una ubicación un tanto defensiva para quien pretende estar al ataque. Con esta “barricada” para defenderse, el PT y Lula volvieron a barajar posibles soluciones (capitalistas) a la crisis brasilera. Además de las dos alternativas de golpe institucional, impeachment y elecciones anticipadas, existe una tercera salida, la asunción de Lula como jefe de Gabinete para que gobierne en los hechos. Esta tercera opción, más improbable al principio, se ha vuelto más posible y plausible gracias a Moro y a las divisiones entre los defensores del impeachment.

La posible asunción de Lula pone de relieve los límites que la CUT, UNE y otros defensores de Lula impusieron a la disposición de lucha contra la derecha, los medios y un poder judicial golpista. La posible derrota del impeachment en las próximas semanas, al no darse sobre la base de la movilización de los trabajadores contra el impeachment y los ajustes de “su” gobierno, es lo que permite que Lula esté tejiendo acuerdos con políticos de la derecha a cambio de cargos para garantizar la gobernabilidad.

La democracia del soborno Mientras rige un impasse, difícilmente Lula sea condenado por el “Lava Jato” (el STF le sacó el proceso a Moro) o se ponga fecha al juicio que impide su nombramiento como jefe de Gabinete; el expresidente sigue actuando informalmente como ministro. Personalmente intenta fortalecer la coalición de gobierno mediante la oferta de cargos a partidos de la derecha (como PP y PSD). Para completar los métodos de esta democracia del soborno, el gobierno promete liberar más partidas presupuestarias para los parlamentarios, por supuesto según su voto. Es decir, en el auge de una crisis que estalló por corrupción, el PT profundiza la reproducción de esos métodos capitalistas de gobierno. Es posible que esta operación resulte en una cantidad de votos suficiente para bloquear el impeachment, o que, con el capital político que todavía tiene Lula, resulte incluso en alguna mayoría parlamentaria para gobernar, pero ¿puede esa solución significar una estabilización del país, una nueva hegemonía?

Ninguna solución es perfecta: un país marcado por la inestabilidad El país marcado por las movilizaciones de junio de 2013 que puso de manifiesto la crisis de representatividad, las demandas sociales de una generación que ya no pueden ser contenidas por Lula y el PT, seguida por una clase media pudiente que tampoco reconoce a los “tucanos” como sus líderes, plantean grandes problemas para la clase dominante. No se vislumbran caminos sencillos para imponer una nueva hegemonía como fue el lulismo con su discurso de que todos ganaban –banqueros y trabajadores, latifundistas


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y beneficiarios de programas sociales–. Tiempos en los que se garantizaba un pacto de paz social con aumentos salariales ligeramente por encima de la inflación, pero menores que el aumento de ganancias patronales, y existía la confianza de que la vida mejoraría año a año. Los nuevos gobiernos deberán implementar nuevos ajustes, o mejor dicho, ataques contra la clase trabajadora. Tampoco parece ser fácil imponer una hegemonía neoliberal como la de los años 1990 en un país signado por movilizaciones y huelgas en los años recientes. La opción de Temer (vía impeachment) tropieza con dos problemas: los líderes de la oposición actual que no lo apoyarían, un PT en la oposición y un movimiento democrático que se le opondrá desde el primer minuto. Sin importar cuán negativa sea la imagen de Dilma, no parece que Temer sea señal de estabilidad y gobernabilidad. La convocatoria a nuevas elecciones puede dar un respiro pero difícilmente pueda resultar en un vencedor con fuerza para imponerse sobre la polarización. Un gobierno de Dilma y Lula seguramente sería un gobierno más fuerte que este segundo mandato de Dilma. Sin embargo, no resolvería la insatisfacción de la ruidosa clase media pudiente y tendría como desafío impedir una rápida decepción del movimiento “No habrá golpe”.

Dos ajustes La recesión en Brasil es la más aguda desde 1929. Hay distintas estimaciones de la caída del PBI para 2016, pero las más conservadoras dan un resultado más de 7 % de contracción en 2015-2016. Frente a eso hay dos ajustes en discusión. Uno más duro y rápido, y directamente funcional al capital extranjero. Es el ajuste propuesto por Temer, saludado por analistas económicos neoliberales que incluye privatizaciones, congelamiento del gasto (reducción del empleo público), aumento de la edad de jubilación, e incluso afectar los gastos obligatorios en salud y educación previstos por la Constitución. Lula, por su parte, ha declarado que le gustaría cambiar la política de Dilma de ajustes recesivos. Para él sería necesario combinar medidas que agraden a las patronales como la reforma del sistema previsional con un incentivo

al consumo mediante bancos públicos, o incluso del uso de parte de los recursos de las amplias reservas del país. Sería una combinación de ajustes con demagogia. Una muestra de este ajuste ya se vio en las últimas semanas. El plan de Lula tiene como punto de apoyo el capital político que conserva, la comparación con la derecha, el servilismo de la CUT y la amplia mayoría de los sindicatos. Sin embargo, hay que recordar la rápida decepción que generó el hecho de que Dilma haya implementado el programa económico de sus contrincantes Aécio Neves y Marina Silva, y no el que había prometido en campaña. Esto ha sido posible, en primer lugar, por la inacción de la CUT frente a los ataques de “su” gobierno o a los de los empresarios. Esto explica también que no hayan impulsado ningún plan de luchas contra el impeachment, los ajustes y los despidos masivos en la industria. La pasividad y la aceptación de los ajustes y medidas privatistas, aun con discursos de protesta, es lo que en última instancia permitió a la derecha envalentonarse y pedir más, incluso un golpe institucional para imponer un gobierno más fuerte y promover un ajuste más “a la Merkel”.

Trampas, juegos palaciegos y ataques, ¿emergerán la juventud y los trabajadores? Como mencionamos anteriormente, parte de la izquierda brasilera (el PSTU y una parte del PSOL) apoya salidas institucionales. Esto ha abierto en la izquierda varios debates sobre las posibles salidas y sobre cómo podrá emerger la clase obrera y la juventud en medio de esta crisis política3. No será de una unidad de acción con Marina Silva, la federación industrial paulista y el poderoso Banco Itaú recurriendo a elecciones anticipadas para garantizar que “todo cambie para que todo siga igual”, o clamando para que un juez entrenado por el Departamento de Estado norteamericano, como plantea Luciana Genro, excandidata presidencial por el PSOL. El verdadero gigante, el proletariado brasilero, todavía no mostró su fuerza. Aunque en crisis, se sostiene la ilusión con sus representantes, en parte gracias al freno que ponen la burocracia sindical y las corrientes que apoyan al gobierno de Dilma (y Lula) en

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el movimiento obrero y en la juventud. Los principales procesos de lucha reciente en el país tuvieron como punto común superar las conducciones burocráticas de las organizaciones sindicales y juveniles. Así fue en junio de 2013, en la oleada de huelgas del 2014 que tuvo fuertes elementos antiburocráticos como en la huelga de los choferes de autobuses de Porto Alegre, de los recolectores de Río de Janeiro o recientemente en el movimiento de tomas de escuelas en el estado de San Pablo. Para superar el inmovilismo de las organizaciones de masas es fundamental exigir a la CUT y los sindicatos, la UNE, que impulsen un plan de luchas contra el impeachment y abandone el servilismo a “su” gobierno luchando más allá de los micrófonos y los volantes contra los despidos y los ajustes. Un movimiento como este fortalecería la intervención de la clase obrera y la juventud como sujeto político. Para esto es necesario un programa propio frente a la crisis política, impulsando una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, donde queden abolidos todos los privilegios de políticos y jueces, instituir que todos ganen como una maestra o trabajador calificado, garantizar que juzgue verdaderamente a los corruptos a través del juicio por jurados populares y no por la casta corrupta y proimperialista del poder judicial brasilero, resolver la crisis expropiando empresas que despidan, garantizar el no pago de la deuda para que los recursos públicos garanticen salud, educación y vivienda. Las formas y resultados de la crisis política en Brasil impactarán en todo el continente. La resolución progresiva de esta crisis plantea el interrogante de cómo desatar la acción del personaje invisibilizado por los juegos palaciegos: los trabajadores y la juventud. Traducción: Isabel Infanta. 1. Partido de Movimiento Democrático Brasileño, del que el actual vicepresidente Michel Temer es miembro. 2. Partido de la Social Democracia Brasileña, oposición por derecha al gobierno del PT. 3. Algunos de estos debates pueden leerse en “Sérgio Moro y el Lava Jato: ¿la salida por izquierda de Luciana Genro?”, La Izquierda Diario, 22/03/2016, “Debate con la izquierda en Brasil”, La Izquierda Diario, 10/03/2016, entre otros.


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CUBA

Fotomontaje: Juana Tacho

Cuba después de Obama: ¿más cerca del capitalismo? Claudia Cinatti Staff revista Estrategia Internacional.

En solo una semana Cuba fue escenario de dos hechos inéditos: Barack Obama se convirtió en el primer presidente norteamericano en visitar la isla en más de 80 años y los Rolling Stones tocaron gratis en la Ciudad Deportiva, a menos de 10 minutos de la Plaza de la Revolución. Estos acontecimientos, aunque de distinta naturaleza y significado político, abonan la sensación de “cambio” inminente que parece haberse apoderado de La Habana. Para bien o para mal el futuro de la Revolución cubana se juega en el sentido que

tome ese cambio. Contra todo fatalismo el final aún está abierto y dependerá no solo de lo que suceda en Cuba sino también de la dinámica internacional.

Balance provisorio de una visita “histórica” Desde el escenario en la Ciudad Deportiva, Mick Jagger disparó en un español improvisado: “Sabemos que años atrás era difícil escuchar nuestra música, pero aquí estamos tocando para ustedes en su linda tierra. Pienso que los tiempos están cambiando.

Es verdad, ¿no?”. Unos 500.000 cubanos respondieron eufóricos, todavía incrédulos de lo que estaban por vivir. Días antes, el presidente norteamericano Barack Obama también había echado mano de su pobre español. “El futuro de Cuba debe estar en manos de los cubanos”, dijo en su discurso en el Gran Teatro de La Habana televisado para todo el país. Los que esperaban el equivalente al “Sr. Gorbachov tire ese muro” de Ronald Reagan en Berlín se desilusionaron, pero eso no tiene importancia ante la


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empatía que generó nada menos que el representante del imperio. Para el régimen cubano resultó sencillo poner en el haber el recital de los Rolling Stones. Pero probablemente aún sea pronto para evaluar el alcance de las consecuencias de la visita de Obama. La reanudación de las relaciones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos es política oficial del estado cubano, con la expectativa de terminar con el bloqueo comercial que causó pérdidas mayores a los U$S 120 mil millones a la isla. Sobre eso no parece haber discusión. Pero el presidente norteamericano le puso la mejor cara al imperialismo, y con gestos bien pensados, como aparecer en el programa de humor más visto, se hizo muy popular. Ese es justamente el encanto del “softpower”, disfrazar una estrategia ofensiva con una táctica amigable. En el caso de Cuba, el objetivo es empoderar a los sectores procapitalistas que se vienen incubando en la sociedad y sobre todo en el Estado, y así lograr el “cambio de régimen” que Estados Unidos buscó y no pudo conseguir en más de medio siglo de hostigamiento imperial, intervención de Bahía de Cochinos y bloqueo incluidos. Esta política parece aún más atractiva cuando se tiene en cuenta que para 2018 ya no estarán los Castro ni la vieja guardia de la revolución en cargos ejecutivos. Quizás para contrarrestar este efecto con un golpe propagandístico Granma sacó una serie de artículos contra la política norteamericana posteriores a la visita del presidente de Estados Unidos. El más importante es el balance de la visita que hizo Fidel Castro1 , en el que busca bajarle grados de entusiasmo recordando que más allá de los modales empáticos y de las “palabras almibaradas” de Obama, el imperialismo norteamericano sigue siendo el principal enemigo y que su estrategia es la subordinación colonial de la isla, como antes fue la de los españoles.

La coincidencia táctica entre Obama y Raúl Para Estados Unidos, la “normalización” de las relaciones diplomáticas con Cuba se inscribe en una orientación más general de la política exterior –la llamada “doctrina Obama”–, que ve que en la relación de fuerzas actual, lo más adecuado es utilizar la diplomacia para bajar la intensidad de conflictos potencialmente incendiarios, como los del Medio Oriente. En esa orientación se inscriben, por ejemplo, el acuerdo nuclear con Irán y el apoyo al acuerdo de paz entre el Estado

colombiano y las FARC, auspiciado por Cuba. Es otra manera de hacer prevalecer los intereses imperiales y recomponer el debilitado liderazgo estadounidense. En el mismo bloque milita el Papa Francisco, que precedió a Obama en su visita a Cuba y fue uno de los artífices, junto con la iglesia católica de la isla, del acercamiento entre ambos países. En América latina, el bloqueo es rechazado por todos los gobiernos, incluso los más pronorteamericanos, que han incorporado a Cuba a las instituciones regionales y a los intercambios comerciales dejando a Estados Unidos solo sosteniendo la política de aislamiento. Con este giro Obama espera sacar ventaja de la nueva situación que vive la región, con el agotamiento del ciclo de los gobiernos populistas y el viento de frente en la economía para recuperar el terreno perdido en la última década en el histórico patio trasero yanqui. La principal oposición a la política “Cuba friendly”, y al levantamiento del bloqueo, son la derecha republicana y los sectores más recalcitrantes de los gusanos de Miami (y sus aliados en la disidencia cubana), algunos de los cuales tienen negocios muy lucrativos con el embargo. Pero las generaciones más jóvenes del exilio ya no suscriben la línea dura. El apoyo al bloqueo cayó considerablemente: pasó del 87 % en 1991 al 48 % en 2014 y sigue la tendencia a la baja. Incluso gusanos prominentes como Carlos Gutiérrez, el exsecretario de Comercio de Bush (h) ahora milita por el fin del bloqueo. Esto indudablemente tendrá repercusiones en las próximas elecciones presidenciales. Tradicionalmente, el exilio cubano ha sido base electoral el Partido Republicano y Ted Cruz, el precandidato de este partido para las elecciones de 2016, ha hecho del bloqueo una bandera de su campaña. Sin embargo, Obama logró captar el apoyo de importantes referentes y hombres de negocios cubanoamericanos y de esa manera ganar el estado de Florida en 2008 y 2012. Con Hillary Clinton el Partido Demócrata espera repetir ese resultado. El objetivo de máxima de Obama es que el poder de seducción de mercancías y capitales ayude a desarrollar en poco tiempo una fuerza material con la potencia suficiente para liquidar lo que queda de las relaciones de propiedad establecidas por la revolución y el monopolio político del Partido Comunista. Pero lo más novedoso, y lo que es vivido como una traición por los “disidentes” cubanos

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más rabiosamente anticomunistas, es que también tiene un objetivo de mínima que implica acomodarse a un modelo de restauración del tipo de Vietnam o China, presionar para la liberalización política pero sin que esto sea una condición para hacer negocios, lo que significa aceptar en el mientras tanto el liderazgo del Partido Comunista de Cuba. En los hechos, el “objetivo de mínima” de Obama coincide coyunturalmente con el plan de Raúl y de la mayoría del PCC y del aparato estatal, que se podría sintetizar como “apertura económica gradual + control del PCC”. Esto explica que el “deshielo”, por ahora, sea un negocio de conveniencia mutua.

¿Se dirige Cuba inexorablemente a la restauración capitalista? Para quienes apoyan acríticamente la política del régimen cubano, meramente plantearse la pregunta equivale a “hacerle el juego a la derecha y al imperialismo”. Para los que no quieren pensar no hay remedio. En el otro extremo se ubican algunas corrientes de izquierda2 que consideran que en Cuba ya se ha restaurado el capitalismo y que lo que hay que hacer es derribar un régimen dictatorial como otros que hubo en América latina, lo que los ubica en el mismo frente político con los gusanos de Miami y el imperialismo (antes de Obama). La realidad es mucho más compleja. Desde la extinción de la Unión Soviética el régimen cubano ha alternado medidas de apertura con períodos de recentralización de la economía, respondiendo de contragolpe a las cambiantes condiciones externas e internas. En la década de 1990, durante el llamado “Período especial en tiempos de paz” primaron las medidas de apertura combinadas con un control férreo de la vida social por parte del Estado. Se legalizaron las empresas mixtas y la pequeña propiedad, se suspendieron los mecanismos de planificación estatal de la economía a excepción de las áreas de salud, educación y defensa3, prácticamente se desmanteló el monopolio del comercio exterior, se sancionó la ley de inversiones extranjeras de 1995. Se habilitaron zonas francas con condiciones excepcionales para los capitales. Se extendió el llamado “Perfeccionamiento empresarial”, un modo de gestión con criterios capitalistas de rentabilidad y eficiencia, y el pago de salarios por productividad e incentivos. A partir de 2003 el péndulo volvió a la centralización en el marco del cambio en las »


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CUBA

condiciones económicas internacionales y el ascenso del “populismo” en América latina. Cuba recibió un fuerte apoyo económico de la Venezuela chavista, con petróleo a precio subsidiado y la compra preferencial de servicios médicos cubanos. Durante la llamada “batalla por las ideas”, el último período de Fidel en el gobierno, el sector cuentapropista se redujo al igual que las empresas mixtas y el volumen de la inversión extranjera directa. Aunque no se revirtieron las medidas estructurales adoptadas durante el período especial, el Estado recuperó el control de áreas de la economía por medio de la reintroducción de mecanismos de planificación estatal burocrática y de la centralización de las divisas, lo que afectó directamente al comercio exterior aunque no alcanzó para recomponer el 100 % del monopolio estatal previo (que existe de hecho en gran medida). Con la crisis económica internacional y la llegada de Raúl al gobierno en 2008, se puso en marcha un proceso de reformas económicas, conocido como “Actualización del modelo”4, basado en la reintroducción gradual pero sostenida de relaciones capitalistas en ciertas áreas de la economía. Este curso se aceleró con la crisis del petróleo y las enormes dificultades por las que atraviesa Venezuela, uno de los principales sostenes económicos de Cuba. A la vez se tomaron medidas que permitieron mayores libertades en el ámbito social y cultural, además de eliminar la autorización estatal para viajar al exterior (limitada por la posibilidad de obtener visados de los estados a visitar y por los altos costos para el grueso de la población), aunque no en el terreno político. El documento Lineamientos de la Política Económica, del Partido y la Revolución, aprobado por el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba de 2011, está dirigido sobre todo a apuntalar el sector no estatal emergente. Desde entonces se están produciendo los cambios más importantes en la estructura económica y social de la isla: se amplió el sector cuentapropista5, se despidieron unos 500.000 empleados estatales (de un plan de más de un millón de despidos), se recortó la libreta de abastecimiento, se amplió el usufructo privado de tierras para la agricultura por parte de cooperativas (aunque sin afectar la propiedad). También se autorizó la venta de viviendas particulares, lo

que ha provocado el comienzo de un proceso de acumulación capitalista en el terreno inmobiliario, fundamentalmente en lo que hace a la compra de inmuebles destinados al alquiler para turistas. En 2014 se votó una nueva Ley de Inversiones Extranjeras que contempla mayores facilidades para atraer capitales que hasta ahora han sido esquivos6. Esta ley mantiene la prohibición de contratar directamente por parte de las empresas a trabajadores cubanos, lo que se realiza a través de una agencia estatal específica que es la que se queda con el grueso del salario. Se espera que el VII Congreso del partido (que se va a realizar cuando esta revista esté en imprenta) reafirme este curso, aunque son más las especulaciones que las certezas porque esta vez los documentos no han sido públicos. La situación económica es complicada. Y aún el régimen tiene que lidiar con la doble circulación monetaria (CUP-CUC) y la doble tasa de cambio (que establece la paridad del CUP y el dólar para las empresas mientras que para el público es de 24 CUP por dólar). El resultado de estas oscilaciones no es neutro. Por un lado, que el proceso sea gradual, y hasta ahora a paso de tortuga, impidió que se generalizaran las relaciones capitalistas que se fueron gestando en ciertas áreas de la economía. Aún hoy sigue primando la propiedad estatal de los medios de producción –entre un 75 y un 80 % de la economía sigue en la órbita estatal– y rigen mecanismos de control del comercio exterior. Pero a la vez, esta gradualidad conduce por la vía de medidas pragmáticas a un esquema de restauración capitalista “a la Vietnam” (que es alabado por parte de la cúpula gobernante), preservando el monopolio político del Partido Comunista7. Las principales fuerzas de la restauración están en el Estado, en particular en la alta jerarquía de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y en un sector aún minoritario de cuentapropistas que están haciendo su acumulación primitiva8. De ambas fuerzas protocapitalistas sin dudas las cúpulas de las FAR son decisivas. Los militares tienen un rol fundamental en la economía y también en el gobierno. Sus cuadros están formados como gerentes en empresas capitalistas. Su principal negocio es el holding GAESA (Grupo de Administración Empresarial, SA) que tiene a su cargo las empresas de

turismo, hotelería, transporte (Cubanacán, Gaviota, Cubataxi, etc.); TDR-Caribe y Panamericana (Tiendas de Recuperación de Divisas) cadena de venta minorista en divisas (CUC); Almacenes Universales (operadoras de la Zona Especial del Puerto Mariel). El segundo es CIMEX dedicado a la provisión de documentos migratorios y al control de ingreso de remesas, maneja agencias de viaje como Havanatur, renta de automóviles (Havanautos), CUPET (empresa Cubana de Petróleo)9, además de tiendas minoristas, paladares, bares y otros negocios. Esto sin contar las empresas específicas del área de defensa y comunicaciones. Al frente de estos negocios está el general Luis Alberto Rodríguez LópezCallejas, yerno (o ex yerno) de Raúl Castro10. Al igual que los altos funcionarios estatales, la jerarquía de las FAR goza de privilegios vedados a la población, viven en barrios (“ciudades”) militares, tienen complejos turísticos y marinas, acceden a precios subsidiados a bienes como electrodomésticos, computadoras y automóviles. Este poder económico de la cúpula de las FAR encierra una cierta contradicción: individualmente, quienes están en gerencias de empresas y tienen contactos con el capital extranjero (incluso quizás cuentas en el exterior) son los que están mejor posicionados para dar el salto de “casta” a “clase poseedora” en caso de que se aceleren los ritmos de la restauración. Pero a la vez, como corporación su interés es mantener el gradualismo y evitar la apertura indiscriminada al capital extranjero, o un proceso generalizado de privatizaciones (lo que sucedió por ejemplo en Vietnam) ya que difícilmente quiera someterse a la competencia o renunciar al control monopólico que tiene sobre sectores estratégicos. Quizás por esto, en una entrevista reciente el periodista norteamericano Jon Lee Anderson –conocedor profundo de la realidad cubana– afirma que “En Cuba no abrirán McDonald’s como en Praga y Varsovia”, pronosticando que la burocracia apostará a sostener el equilibrio entre apertura y control. Pero eso está por verse. Este es el último congreso en el que estará la “vieja guardia”. Hasta ahora el sucesor de Raúl sería Miguel Díaz-Canel, aunque sin los Castro en el poder todavía tiene que demostrar que puede mantener la unidad


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estatal del partido y las fuerzas armadas en una situación en la que las tensiones sociales podrían ir en aumento. El discurso de la burocracia gobernante es que para lograr un “socialismo próspero y sostenible” es necesario “actualizar el modelo” con reformas procapitalistas, que a la vez estarían produciendo una “sociedad más desigual pero más justa”. Lo que no es una sofisticación dialéctica sino una contradicción en los términos. Como en cualquier otro país en el mundo, la “desigualdad” social solo aumenta las injusticias. Los émulos de los “nepman” están despabilando la conciencia igualitarista que históricamente caracterizó al pueblo cubano, relajada en los últimos años. Mientras un sector enriquecido presiona por profundizar medidas de restauración capitalista, en otros sectores crece la bronca contra los que se enriquecen sin trabajar y contra los privilegios de los funcionarios y militares. Esto se comprende con solo ver las enormes dificultades que tiene la mayoría de la población para garantizarse su supervivencia diaria con un salario de apenas 24 dólares promedio por mes11. Las reformas procapitalistas no resolvieron los problemas estructurales de la economía: la baja productividad y el atraso tecnológico. Cuba sigue importando alrededor del 80 % de los alimentos que consume. Muchos jóvenes siguen optando por la migración12 ante la falta de perspectivas y el temor de que Estados Unidos ponga fin a las políticas preferenciales hacia la migración cubana. Otros dejan los estudios universitarios para emplearse en comercios u otros servicios en el sector privado con jornadas de trabajo que a veces superan las 15 horas diarias, pero quintuplicando el salario que obtendrían en el sector estatal. La situación no es sencilla. Las presiones hacia el capitalismo son muy importantes, y surgen desde el interior del Estado, de la sociedad y del mundo. La burocracia gobernante con sus privilegios y negociados crea desde el estado mismo una “moral cínica” que se transmite a toda la sociedad y debilita cualquier idea de revolución. Sin embargo, a favor de evitar este curso están las conquistas que aún se conservan de la revolución (la salud, la educación y la vivienda gratuita –aunque las condiciones edilicias, sobre todo en La Habana, son malas–), y que son muy valoradas

por la población. Y que a pesar del avance de la restauración, no se ha recompuesto aún la burguesía (sí existe en el exilio). De estos puntos parte el intenso debate que a pesar de la vigilancia del régimen se desarrolla en blogs y sitios de la “nueva izquierda” cubana13. Algunos sostienen que la salida es un modelo “mixto” favoreciendo la autogestión cooperativa. Otros buscan alternativas al régimen de partido único en el anarquismo. Pero los procesos de restauración en los países de Europa del Este han mostrado que estas variantes no son alternativa frente al avance del capital. Para evitar la restauración capitalista en cualquiera de sus variantes es preciso levantar un programa transitorio que incluya el levantamiento del bloqueo y el establecimiento pleno del monopolio del comercio exterior, así como la reversión de las concesiones realizadas al capital imperialista y el establecimiento de una planificación realmente democrática de la economía. Este programa debe partir de las demandas más sentidas y urgentes de las masas como el aumento general de salarios, el control de precios por parte de la población (cuya suba es una de las quejas principales de los trabajadores), terminar con los privilegios de la burocracia gobernante, el fin del régimen de partido único mediante la legalización de los partidos que defiendan las conquistas de la revolución y la libertad de organización sindical y política para los trabajadores en la perspectiva de transformarse en la verdadera clase dirigente del Estado y la sociedad.

1. “El hermano Obama”, Granma, 28 de marzo de 2016. 2. Esta es la posición del PSTU de Brasil y su organización internacional (LIT) que afirma que Cuba es directamente una colonia del capital español y canadiense (sic) y que la clave es derribar al régimen al que han llegado a comparar con la “dictadura de Videla”. 3. Y. Martínez Pérez, El proceso de planificación empresarial en Cuba, Universidad de Cienfuegos, 2008. 4. Para un análisis profundo de estas medidas, ver: Reformando el modelo económico cubano, Mauricio A. Font Mario González-Corzo (comp), Bildner Center for Western Hemisphere Studies, The Graduate Center, The City University of New York, 2014. Esta interesante compilación reúne artículos de importantes académicos cubanos, entre ellos

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Pavel Vidal Alejandro, Omar Everleny Pérez Villanueva, Camilia Piñeiro Harnecker y Juan Triana Cordoví. También J. Habel, “¿Será posible una reforma política?”, Le Monde Diplomatique Explorador 1, Cuba. Los dilemas del Cambio, marzo de 2016. 5. Según las últimas estadísticas oficiales disponibles hay 4.949.800 asalariados, 1.147.000 en el sector privado y 483.400 autoempleados (cuentapropistas), a lo que hay que agregarle una cifra indeterminada de trabajo informal. La tasa de desocupación es de 2,7 % y el salario promedio es de 584 CUP (24 dólares). Anuario Estadístico de Cuba 2014, “Empleo y salarios”, edición 2015, Oficina Nacional de Estadística e Información. 6. En su exposición ante la Asamblea Nacional del Poder Popular de fines de 2015, Marino Murillo, Ministro de Economía y Planificación, informó que de los múltiples proyectos solo se habrían establecido 37 negocios bajo la nueva regulación, de ellos apenas 6 en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (Granma, 28 de diciembre de 2015). 7. Hay pendiente una reforma de la ley electoral. Algunos especulan con que se podría instaurar un régimen que cuente con partidos satélite, como tenían algunos países del este europeo pero aún no hay señales ciertas que indiquen que esto vaya a concretarse. 8. Richard E. Feinberg, Soft Landing in Cuba? Emerging Entrepreneurs and Middle Classes, noviembre de 2013. En este interesante estudio, el autor aborda el carácter heterogéneo del cuentapropismo (que va desde el carretillero que vende verduras hasta pequeños empresarios que explotan mano de obra). Según su análisis, la mayoría de los cuentapropistas considera que están haciendo un trabajo extra para aumentar los magros ingresos familiares, y solo una pequeña minoría podrá superar la etapa inicial de “acumulación primitiva familiar” y transformarse en empresaria. El sector más adinerado de los cuentapropistas proviene de emigrados a Estados Unidos que vuelven a invertir a Cuba. 9. Grupos empresariales del MINFAR, Foresight Cuba, 7 de enero de 2016. 10. Según el economista cubano Omar Everleny Pérez, las FAR tienen bajo su control el 50 % de los ingresos producidos en Cuba. Otros economistas ubican esta cifra en el 80 %. 11. Para tener dimensión del asunto, un litro de leche en una TDR cuesta más de 2 CUC y una hora de internet 3 CUC. 12. La última gran crisis migratoria está aún en curso, involucra a más de 1100 cubanos que a fines de 2015 quedaron varados en Costa Rica en su intento de llegar a Estados Unidos por vía terrestre. 13. Uno de los más dinámicos es el Observatorio Crítico Cubano (www.observatoriocriticocuba.org) que a diferencia de otros sitios alternativos como 14ymedio, debaten más claramente desde una posición de enfrentamiento a la restauración capitalista.


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Ilustración: Gloria Grinberg

Entrevista con a Michael Roberts

La larga depresión y el futuro del capitalismo Michael Roberts es uno de los autores marxistas con más prolífica elaboración acerca la crisis iniciada en 2007. Animador del blog thenextrecession.wordpress.com, donde discute aspectos teóricos que permiten explicar la crisis y los libros de actualidad sobre el tema y debate con los economistas mainstream, se ha convertido en una referencia indiscutida. A propósito de la inminente salida de su segundo libro La larga depresión, conversamos con él sobre el panorama de la economía mundial.

IdZ: Está por salir tu nuevo libro. En la presentación del mismo se afirma que “la economía global sigue padeciendo una depresión”. Considerando que la mayoría de los analistas de la economía mundial se refiere técnicamente a la Gran Recesión para abarcar el período de 2008/09, seguido por un crecimiento extremadamente débil de la economía mundial, ¿cuáles son los elementos que te llevan a definir la crisis actual como una “depresión”? En mi libro intento hacer la distinción entre la generalmente llamada “recesión normal”, y una depresión. La producción capitalista no se expande de una manera armoniosa, con crecimiento constante de la inversión, el producto, los ingresos y el empleo. El ciclo de alzas y bajas (cuando la inversión colapsa y el producto y el empleo se contraen) usualmente ocurre cada 8-10 años en las economías modernas. El grado de contracción varía.


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Sin embargo, en la historia del capitalismo industrial moderno de los últimos 150 años, hubo unas pocas veces en las que la contracción fue muy profunda y duradera y la “recuperación” posterior es tan débil que las tasas previas de crecimiento en el producto y el empleo nunca se restablecen. Estos períodos son los que defino como “depresiones” en el libro. El capitalismo (y el resto de nosotros) ha sufrido tres de estas depresiones en los últimos 150 años. La depresión de finales del siglo XIX (1873-1890); la Gran Depresión de los años ‘30 (1929-1942) y lo que ahora llamo la Larga Depresión (2008-20??). Las recesiones ocurren regularmente por lo que yo llamo el ciclo de la rentabilidad. Lo que define si las compañías capitalistas invierten es si esperan realizar ganancias de lo producido o no. Las compañías no invierten ni producen cosas o proveen servicios para satisfacer lo que la gente necesita. Eso es secundario. El capitalismo es un modo de producción orientado a hacer dinero y ganancias. Sin ganancia, no hay inversión, ni por tanto producción. Esto crea una contradicción fundamental en el proceso capitalista de inversión y producción. Los capitalistas solo pueden obtener ganancias empleando la sangre, el sudor y esfuerzo de los trabajadores que no poseen nada más que su capacidad de trabajar. Y los capitalistas están compitiendo unos contra otros en el mercado para vender los productos o servicios por la máxima ganancia. Esto los fuerza no solo a intentar estrujar los salarios al mínimo y hacer que los asalariados trabajen tanto y tan duro como sea posible. Los capitalistas también intentan introducir máquinas ahorradoras de trabajo que disminuyan la dotación de la fuerza de trabajo al mismo tiempo que incrementan la productividad de los trabajadores remanentes. Los costos por unidad de tiempo se reducen y los capitalistas, con el último grito de la tecnología ahorradora de trabajo, pueden tener mayores ganancias que sus competidores en el mercado. Pero si todos introducen la misma tecnología, esto significa que la fuerza de trabajo se reduce en relación al valor de la maquinaria que está siendo empleada. Por un lado la productividad de la fuerza de trabajo se está incrementando, pero por otro lado el valor extraído a la fuerza de trabajo tiende a encogerse (relativamente). Por lo tanto hay una tendencia para que la tasa general de ganancia obtenida de los desembolsos en tecnología y fuerza de trabajo caiga. Esta es la

contradicción fundamental de la producción capitalista porque esta se realiza con miras a la ganancia, no a las necesidades. Los capitalistas invierten para estimular la ganancia; esto estimula la productividad y la producción, pero pasado un tiempo la rentabilidad sobre el capital invertido empieza a caer. En un cierto punto, más inversión significa menos ganancia y los capitalistas dejan de invertir y ocurre un desplome. Como dije, esto parece ocurrir cada 8-19 años aproximadamente. Pero más que esto, la tendencia de la tasa de ganancia a caer a medida que se desarrolla el capitalismo a lo largo del mundo eventualmente conduce a una caída de largo plazo. La rentabilidad del capital en las principales economías era mucho más alta en el siglo XIX o a finales de la II Guerra Mundial de lo que es hoy. Esto es un indicador de que el capitalismo tiene una duración limitada en la historia de la organización social de la humanidad. Pero la rentabilidad no cae en línea recta. Hay períodos en los que la rentabilidad del capital aumenta (por más de dos décadas) y luego períodos en los que cae (por más de dos décadas). Una depresión ocurre (cada 50-70 años más o menos) por una conjunción de contradicciones: una reducción gradual en la rentabilidad, disminución en los precios de los productos, el colapso de una burbuja financiera e inmobiliaria; es decir que una serie de cosas confluyen para convertir una recesión en una depresión, como hemos visto desde 2008. IdZ: ¿Cómo caracterizás el período de crisis de los años ‘70 y la recuperación posterior, que hasta hace poco era convencionalmente definida como la Gran Moderación? La II Guerra Mundial permitió una masiva destrucción de valor del capital (no solo física como en Europa y Japón) sino también de valor como en los EE. UU., así como un marcado incremento en la tasa de explotación. Como resultado después de la guerra, la tasa de ganancia en EE. UU. y eventualmente en todos los demás lugares era muy elevada, y las nuevas tecnologías desarrolladas durante la guerra junto a la disponibilidad de masiva fuerza de trabajo excedente y crédito de las finanzas del dólar estadounidense sentaron las bases para un largo boom (1946-65). Pero eventualmente la ley de Marx de la rentabilidad comenzó a ejercer su influencia y la tasa de ganancia cayó marcadamente desde 1965, culminando en dos recesiones importantes en 1974/5 y 1980/2. Estos desplomes debilitaron a la clase

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trabajadora, y crearon la oportunidad para que la clase dominante impusiera las políticas neoliberales de leyes contra el trabajo, recortes de gasto público, bajas de impuestos para las corporaciones, relajamiento de las regulaciones a las finanzas, etc. La rentabilidad aumentó desde comienzos de los ‘80 hasta fines de los ‘90; se extendió la globalización del capital y tuvimos la Gran Moderación. Sin embargo, esto no podía durar, y la ley de Marx comenzó a dominar nuevamente desde fines de los ‘90, conduciendo finalmente a la Gran Recesión, como expliqué antes. IdZ: En tu blog has planteado como probable una recesión en EE. UU. en 2017.¿Cuáles son las contradicciones estructurales que observás en la economía estadounidense y qué relación tendrían con un proceso recesivo el año próximo? Para ser más precavido en el pronóstico (una tarea difícil, algunos dirían imposible), vengo planteando que otra recesión o desplome ocurrirá probablemente en uno o tres años. Digamos que hay una probabilidad de 20 % de ocurrencia en 2016 pero una de 75 % de que haya tenido lugar para 2018. Creo que esto ocurrirá porque la inversión capitalista permanece globalmente demasiado débil para restablecer el crecimiento del producto y del empleo a nivel global. Efectivamente, mes a mes, las agencias internacionales como el FMI o la OCDE o el Banco Mundial, revisan a la baja sus pronósticos para el crecimiento del producto global para el próximo año. Incluso los EE. UU., que logró la mejor recuperación relativa desde la Gran Recesión de 2008/09, está creciendo en términos reales poco más que 2 % al año, comparado con su promedio de largo plazo de 3,3 % al año. Europa a duras penas crece por encima del 1 %, al igual que Japón. China, el gran milagro de crecimiento de los últimos 30 años con crecimiento anual a dos dígitos, está batallando para crecer por arriba del 5-6 % anual, mientras que las otras grandes “economías emergentes” como Brasil, Rusia y Sudáfrica, están en recesión. El fracaso para recuperarse se debe mayormente a dos contradicciones estructurales. La primera es que la rentabilidad del capital no se restableció a sus niveles previos de antes de la Gran Recesión. E incluso entonces, la rentabilidad de las principales economías estaba en una onda descendente desde el pico de finales de los años ‘90 y ahora está bien por debajo del nivel de rentabilidad alcanzada en la llamada Época dorada del »


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“La depresión solo puede ser quebrada por otra caída que permita librarse del capital ‘improductivo’ y reduzca la carga de la deuda mediante defaults. ¡Lo peor está por venir!

capitalismo de posguerra (1948-1965). Esto mantiene la inversión baja y por tanto el crecimiento de la productividad es muy débil y no hay pleno empleo. El capitalismo puede salir de esta situación de baja productividad solo de una forma: recortando el costo del capital. Pero esto significa cerrar viejas plantas y equipos, dejando que las empresas capitalistas quiebren, barrer sus activos y dejar en la calle a sus trabajadores (en otras palabras, otro desplome). Segundo, uno de los mayores disparadores o causas de la Gran Recesión fue la gigantesca expansión del crédito y la especulación en bienes raíces e instrumentos financieros antes del crash en 2007/08. Esta fue una respuesta de los capitalistas a la caída en la rentabilidad del capital productivo señalada arriba. Los inversores se volvieron hacia los mayores retornos en la especulación financiera o en lo que Marx llamó el “capital ficticio”, la propiedad en acciones y bonos de una porción de lo que el capital productivo puede tener de ganancia. Cuando los bancos colapsaron porque este capital ficticio resultó ser simplemente eso –ficticio–, los gobiernos tuvieron que intervenir y salvarlos. La alternativa habría sido una recesión aún más profunda. Pero esto significó que los gobiernos debieron emitir más deuda y aumentar los ingresos por impuestos y los recortes en gasto público y provisión de servicios. El capitalismo fue salvado (aunque aún se arrastra) por las fuertes inyecciones de dinero y crédito de los gobiernos y bancos centrales. Como resultado, la deuda total (privada y pública) no cayó globalmente, al contrario, aumentó aún más. Así que, el capitalismo se encuentra en un estado de baja rentabilidad e inversión, y deuda elevada. Esa es la combinación para la débil recuperación. Todos los intentos de los bancos centrales y gobiernos para poner

en marcha las economías han fracasado. La depresión solo puede ser quebrada por otra caída que permita librarse del capital “improductivo” y reduzca la carga de la deuda mediante defaults. ¡Lo peor está por venir! IdZ: En la recuperación en EE. UU. pos crisis de 2008/09, se observa una divergencia bastante notable entre el desempeño de los servicios (y las finanzas) y la producción industrial. ¿Cómo analizás esa situación? Sí, en cada una de las economías más desarrolladas, los sectores de los llamados servicios domésticos lo están haciendo mejor que los sectores industriales y manufactureros. Eso es porque los hogares y consumidores todavía pueden pedir prestado a muy bajas tasas de interés y así gastar más aunque el crecimiento salarial sea débil. Eso ayuda a la venta minorista, los servicios, la construcción, sector inmobiliario, etc. Pero el crecimiento del sector manufacturero –que es clave– es muy débil e incluso está cayendo: hay limitada inversión aquí y el comercio mundial se ha estancado. ¿Impulsarán los sectores de servicios al manufacturero o viceversa? Este último es menor como proporción del PBI, pero sin embargo es la fuerza más importante para impulsar la inversión en activos productivos y la productividad. La inversión es lo que importa, no los consumidores yendo a los negocios. IdZ: ¿Qué opinás del debate sobre el estancamiento secular? El estancamiento secular es una explicación de la actual Larga Depresión desde el ala keynesiana de la economía mainstream. Esto lo cubrí con gran detalle en varios posteos de mi blog. Se trata de un regreso a la idea de que lo que está mal en el capitalismo ahora es que está sufriendo de una carencia de demanda

de bienes y que está atrapado en una “trampa de liquidez”, en la que incluso tasas de interés muy bajas o de cero por ciento no pueden hacer que la economía arranque porque la inversión se mantiene retraída. Los exponentes de esta teoría sostienen que en condiciones de estancamiento secular (de largo plazo), las continuas inyecciones de dinero o tasas de interés bajas solo generarán más burbujas crediticias en el mercado de acciones y no conducirán a ninguna recuperación real. Lo que se necesita es estímulo fiscal e inversiones. Eso es correcto, pero los teóricos del estancamiento secular no explican por qué hay estancamiento (solo ha ocurrido). La razón, como expliqué antes, es la baja rentabilidad y elevada deuda. También estancamiento implica un ritmo bajo y sin fin debido a la baja productividad y el enlentecimiento del crecimiento poblacional. No hay una comprensión del rol de la ganancia y como afecta la inversión en esta teoría. IdZ:¿Cómo ves que podría darse una suficiente destrucción de valor de capital que abra las puertas de una verdadera recuperación económica? Nada es permanente. No existe la crisis permanente en el capitalismo ni en ningún sistema. Yo sostengo que para que el capitalismo salga de esta Larga Depresión tendrá que ocurrir una nueva recesión que permita que se incremente la rentabilidad y disminuya la carga de deuda. Pero entonces los capitalistas podrán empezar a aumentar la inversión, particularmente en las estimulantes nuevas tecnologías como inteligencia artificial, robots, medicina genética, nano tecnología, impresoras 3D, autos sin conductor, etc. El capitalismo podría ingresar en una onda ascendente de la rentabilidad y el crecimiento que podría durar 20 años. Pero sí, esto solo es


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posible después de una destrucción de valor de capital de grandes proporciones, no vista desde la II Guerra Mundial (aunque en esta ocasión no sea mediante una guerra). Y esto solo es posible si la clase obrera en las economías capitalistas más importantes no hace nada para reemplazar al sistema capitalista a través de la lucha de clases. IdZ: ¿Cómo imaginás una destrucción equivalente a la de la guerra, sin guerra? ¿Por qué descartás un escenario de guerra? Sí, yo creo que es posible que el capitalismo se recupere y logre otra “edad dorada” sin atravesar otra guerra (por supuesto, todos los días hay guerras en todas partes bajo el dominio imperialista). La depresión de fines del siglo XIX terminó sin una guerra, aunque la recuperación en la década de 1890 y posterior estuvo basa en el enfrentamiento entre las potencias imperialistas por colonias que finalmente condujo a la I Guerra Mundial. Pero como ya dije, la actual Larga Depresión no va a terminar sin una nueva recesión como mínimo. Si no hay acción de la clase trabajadora en las economías más ricas, las clases dominantes lograrán revivir sus economías nuevamente sobre las espaldas de los trabajadores. De todos modos, la rivalidad entre las potencias imperialistas se va a intensificar, con el conflicto con China e India convirtiéndose en la central desde el 2020 en adelante. Pero la clase dominante estadounidense y sus aliados desearían evitar una guerra mundial (no es buena para los negocios), y esta solo podría ocurrir si un régimen fascista o militar llegara al poder en EE. UU., Japón, etc. IdZ: Un debate importante en los últimos tiempos es cuál es el futuro de China, si va camino a convertirse en una gran potencia o se trata de una economía grande y dinámica

pero que continúa siendo dependiente y dominada por el imperialismo. ¿Cómo caracterizarías el lugar que ocupa hoy China en el sistema mundial capitalista, y qué perspectiva le ves? Y, relacionada con ésta, ¿cuál consideras que fue su rol en sostener el crecimiento global desde 2009 hasta hoy? Vengo discutiendo sobre el rol de China y sobre el imperialismo en general recientemente en mi blog, con comentarios de varios lectores. China ha sido un milagro económico, creciendo más rápido y por más tiempo sostenido que cualquier otra economía en la historia humana, sacando de la extrema pobreza a cientos de millones de personas desde 1949. Es ahora el principal manufacturero global y la segunda economía del mundo en términos de Producto Bruto Interno (pero no en producto per cápita). Esto fue posible gracias a la expropiación de los terratenientes y de los capitalistas lacayos del imperialismo durante la revolución y guerra civil de 1946/9. Una economía que es mayormente de propiedad estatal con un plan nacional de inversiones, se probó como la vía más exitosa que el capitalismo podía tener en China. La apertura de secciones de la economía a la inversión extranjera capitalista, mientras que el Estado se mantuvo como dominante, también sacó la economía adelante desde los años ‘80. Pero un mayor crecimiento se encuentra obstaculizado por un régimen autoritario que no permite reformas democráticas y juega con la idea de moverse completamente hacia la dominación capitalista de la economía con sus líderes como multimillonarios. El desarrollo de posguerra en China fue el resultado del fracaso (hasta ahora) del imperialismo de lograr el control de la economía china. El Estado y los burócratas del partido todavía dominan la inversión, el empleo y el comercio, para disgusto de los economistas y

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gobernantes de Occidente. Durante esta Larga Depresión, la economía china que mantiene mayoría de propiedad y control estatal contribuyó con el grueso del crecimiento económico global mientras que las potencias occidentales flaquearon. Pero la debilidad del crecimiento global y la mayor influencia de los funcionarios favorables a las políticas procapitalistas en China condujeron a un gran enlentecimiento que amenaza el progreso futuro de su economía. IdZ: ¿Considerás que el capital puede lograr nuevas fuentes de mano de obra barata al nivel de lo que fue China? ¿Cuáles? El capitalismo está siempre buscando nuevas vías para extraer valor de la población trabajadora. La globalización de la fuerza de trabajo bajo el modo de producción capitalista desde 1980 fue un factor poderoso para contrarrestar la caída de la rentabilidad del capital que las grandes economías imperialistas sufrieron en los ‘70. Explotar nuevas fuentes de fuerza de trabajo en Asia, América Latina, Africa y las economías pos-soviéticas fue significativo. Y el ejército de reserva de fuerza de trabajo en campesinos, trabajadores rurales y subempleados urbanos no se encuentra aún agotada. No hay nada como la fuerza de trabajo de China, aunque esta no puede ser utilizada plenamente para la ganancia capitalista de todos modos. Pero aún hay más valor para extraer en India, Burma, Vietnam, Indonesia, Brasil, África, etc. El capitalismo no está muerto aún.

Entrevistaron: Paula Bach y Esteban Mercatante. Traducción: Esteban Mercatante.


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Debates sobre el imperialismo hoy (II)

Las venas abiertas del Sur global

Continuando el panorama de los debates sobre imperialismo a 100 años de que Lenin escribiera su afamado libro sobre el tema, en esta oportunidad abordamos El imperialismo en el siglo XXI, de John Smith, de reciente publicación. Ilustración: Anahí Rivera

Esteban Mercatante Comité de redacción. Daca, 24 de abril de 2013. Ese día la capital de Bangladesh sería noticia en todo el mundo por el derrumbe de Rana Plaza, monstruoso edificio de 8 pisos que alojaba varias fábricas textiles, un banco y variados negocios. El saldo, 1.133 trabajadores del vestido muertos y otros 2.500 heridos, fue uno de los peores desastres en lugares de trabajo del que haya registro. Este crimen social es el punto de partida que toma John Smith en el libro El imperialismo en el siglo XXI: globalización, superexplotación y crisis final del capitalismo1, para presentarnos las líneas maestras sobre las que se apoya el sistema mundial capitalista actual. La elección no sólo apunta a recordar la persistencia de prácticas de explotación brutal y negligencia descarada que crean hoy postales de degradación humana que tienen poco

que envidiarle a las del siglo XIX. Se dirige a introducirnos desde el vamos en lo que es una de las ideas centrales de su libro: la fuerza de trabajo del llamado “Sur global” tiene una centralidad en la valorización del capital que hace que considerarla periférica sea cosa del pasado. Este hecho ilustra para el autor la medida en que “la relación capital-trabajo se ha transformado en relación entre el capital del Norte y fuerza de trabajo del Sur” (176)2.

Nike es la cultura Este libro echa luz sobre aspectos poco analizados hasta tiempos recientes de la configuración que está adoptando la producción internacionalizada, buscando teorizarlos desde un enfoque marxista. El autor se propone mostrar cómo se han visto transformadas las relaciones de producción por el desarrollo de

lo que va a definir como “mercancía global”. Con este concepto refiere a toda aquella que es “resultado de la coreografía de una inmensa diversidad de trabajos concretos de trabajadores de cinco continentes” (27). Prendas textiles, teléfonos celulares, pero también cápsulas de Nespresso, son los ejemplos que Smith toma para ilustrar la amplitud que adquiere el fenómeno. Si algo define al capitalismo de las últimas décadas, eso es el llamado outsourcing, término con el que se define la relocalización de la producción llevada a cabo por las grandes empresas de las economías capitalistas más ricas. Para Smith la fuerza motora de esta tendencia no es ningún secreto: lo que movió al capital hacia la globalización productiva es el llamado arbitraje del trabajo. Con este concepto (acuñado por el ex jefe


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de Morgan Stanley en Asia, Stephen Roach) se refiere a la búsqueda capitalista de aprovechar al máximo las posibilidades de disminuir los desembolsos en salario. Desde los años ‘80, la deslocalización tuvo como primer blanco aquellos procesos de la elaboración de mercancías caracterizados por ser trabajo-intensivos, llevando en muchos casos a descomponer el proceso de producción de una mercancía en muchos procesos parciales, cada uno de ellos llevado a cabo de forma autónoma por una unidad productiva, en muchos casos, a cientos o miles de kilómetros de distancia uno de otro. La internacionalización productiva apoyada en la relocalización ha sido un tópico muy analizado, especialmente desde finales de los años ‘90. Pero menos común era, hasta hace un tiempo, distinguir las distintas formas que esta reestructuración productiva puede adquirir. Comúnmente se asocia estos cambios con la inversión extranjera directa realizada por las empresas multinacionales (EMN), en su mayor parte radicadas en los países imperialistas, en el resto del mundo. Esta relocalización es definida como “interna” en este libro. Pero Smith pone de relieve una segunda forma de relocalización que ha ganado protagonismo: lo que define como las relaciones “al alcance de la mano” entre las EMN y sus proveedores. La relación entre Apple y FoxConn es un ejemplo de este tipo. A diferencia del outsourcing “interno”, no hay en este caso ninguna relación de propiedad establecida entre las firmas. Esto no significa un menor control de Apple de las condiciones en las que FoxConn manufactura los equipos. Ni tampoco que el proveedor tenga un ápice más de autonomía que una subsidiaria. La expansión de las EMN a través de outsourcing “al alcance de la mano” ha ganado cada vez más importancia. Como observa William Milberg, estudioso de las Cadenas Globales de Valor (GVC, siglas en inglés) y una de las referencias de Smith en el tema, A pesar del abrumador crecimiento en la actividad trasnacional de las grandes firmas… estas firmas encuentran cada vez más deseable relocalizar internacionalmente a través de relaciones “al alcance de la mano” en vez de relaciones intra-firma3.

Smith lo ilustra con el caso de China, comparando la evolución el comercio bilateral con los EE. UU. Compara la evolución de las importaciones intrafirma en EE. UU. (cuyo crecimiento indicaría un aumento del outsourcing interno) y las compras a proveedores “independientes”. Entre 1992 y 2005

el crecimiento de las primeras fue exponencial: de 3 mil millones de dólares a 63 mil millones, un aumento de más de 30 veces. Las importaciones realizadas por las EMN con proveedores independientes, pasaron de 22 mil millones de dólares a 180 mil millones de dólares. “Sólo” crecieron 9 veces, pero representaban en 2005 el triple que el comercio intrafirma (80). Sin embargo, hasta la primera década del siglo XXI “la globalización era analizada a través de la lente de la inversión extranjera directa”4. Esto es así también en la abrumadora mayoría de los análisis marxistas sobre el imperialismo contemporáneo. El imperialismo en el siglo XXI se propone definir las implicancias que tiene el desarrollo de las Cadenas Globales de Valor (CGV) comandadas por las EMN a través de proveedores “al alcance de la mano”. Un primer aspecto que desafía la intuición, es que a priori sustituir la relocalización interna por esta segunda variante, significa que las EMN renuncian a la apropiación de plusvalía que permite la explotación de fuerza de trabajo mediante sus subsidiarias. Si con los proveedores “al alcance de la mano” no existe relación de propiedad, las EMN no reciben giros de utilidades como sí ocurre con las subsidiarias en el caso de la relocalización interna. Volviendo a Milberg, la preferencia por esta externalización ha de significar que el retorno generado por la relocalización externa –por la reducción de costos que trae a las firmas compradoras– debe exceder al de las operaciones verticales5.

Este ahorro de costos “constituye rentas que fluyen al exterior en el mismo sentido que la generación de ganancias lo hace para la empresa multinacional”6. Smith ofrece una serie de motivos por los cuales la relocalización “al alcance de la mano” puede ser preferible a la inversión extranjera directa. Un primer aspecto es, citando a Martin Wolf de Financial Times, que “las compañías trasnacionales pagan más –y tratan a sus trabajadores mejor– que las empresas locales” (80). Un segundo incentivo es que esta relación con un proveedor independiente significa “manos limpias”: la EMN externaliza riesgo comercial y procesos de producción de bajo valor agregado, pero también responsabilidad directa (81). En tercer lugar, las EMN pueden mediante esta relación transferir buena parte de los costos y riesgos vinculados a la fluctuación de la demanda o a disrupciones severas en los mercados mundiales como la que ocurrió en 2008/09. Son sus proveedores

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los que deben hacerse responsables por los despidos masivos en tiempos de crisis. Finalmente, aunque la relación “al alcance de la mano” no genera flujos de ganancias repatriadas, tampoco requiere destinar fondos para la radicación de subsidiarias. Esto libera recursos que las firmas destinan a la “intermediación financiera y la especulación” (82). El estudio de la relocalización de la producción y la importancia adquirida por el “arbitraje global” de la fuerza de trabajo, destaca el aporte de la expansión mundial del capital para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia de los ‘70. “La relocalización sostuvo la tasa de ganancia en los países imperialistas”, afirma Smith (298). No sólo eso, sino que además “favoreció cada vez más una alternativa a las inversiones elevadoras de productividad y a la tecnología incrementadora de capacidad”, permitiendo que “las ganancias operativas fueran desviadas de la inversión en instalaciones, maquinaria, y fuerza de trabajo hacia la especulación financiera de distinto tipo” (298). Esto aporta elementos para comprender la ralentización del crecimiento en las economías imperialistas durante las últimas décadas y sugiere una conexión estrecha entre financierización y deslocalización, de relevancia para comprender el complejo panorama actual.

Compre más barato El imperialismo en el siglo XXI busca explicar desde la teoría del valor marxista cómo se produce la apropiación de plusvalía por parte de las naciones más ricas en el capitalismo contemporáneo. Smith toma como punto de partida los debates sobre dependencia de los años ‘60 y ‘70, que considera “el primer y último intento sostenido de fundar la teoría del imperialismo en la teoría del valor de Marx”, motivo por el cual considera que “sigue siendo una referencia crucial para el estudio contemporáneo del imperialismo” (206). Su estudio pretende asestar un cross en la mandíbula de lo que define alternativamente como euromarxismo o los marxistas críticos de la teoría de la dependencia (a los que engloba como marxismo “ortodoxo” sin más precisiones), polemizando con autores como David Harvey, Robert Brenner, Ellen Meiksins Wood, John Weeks, que tienen en común relativizar la importancia que tiene la expoliación del Sur global y especialmente lo que Smith va a definir como la superexplotación de la fuerza de trabajo. El concepto de superexplotación se propone definir la existencia de una tercera forma de incremento de la plusvalía. Recordemos que Marx, en El capital, define dos formas en las »


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que el capitalista puede incrementar la plusvalía de la que se apropia. La primera, definida como plusvalía relativa, consiste en alargar la jornada de trabajo; de esta forma, se alarga el tiempo durante el cual la fuerza de trabajo genera un valor excedente que es apropiado íntegramente por el capitalista. La segunda forma de incremento de la plusvalía consiste en el abaratamiento del valor de la fuerza de trabajo; esto significa disminuir el tiempo en que se producen las mercancías que entran en la canasta de consumo de los trabajadores, haciendo así que se vendan más baratos. De esta forma, cae el desembolso en salarios que pueden hacer los capitalistas, sin que se vea disminuido el acceso de la fuerza de trabajo a dicha canasta de bienes. El resultado es que la fuerza de trabajo requiere un tiempo menor de su jornada laboral para reponer al capital el equivalente a lo que este desembolsó en salarios; se alarga el tiempo de plustrabajo, durante el cual el capital se apropia de plusvalía. Smith plantea la existencia de una tercera forma. Esta consiste en reducir los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo. Andy Higginbottom, quien desarrolló originalmente esta idea en “La tercera forma de incremento de la plusvalía”, sostiene que: La idea de superexplotación requiere ser generalizada conceptualmente en el nivel de abstracción necesario, e incorporada a la teoría del imperialismo. La superexplotación es una condición específica dentro del modo de producción capitalista … la esencia básica oculta que define al imperialismo7.

La “generalización” de la idea de superexplotación que propone Smith, tomando a Higginbottom, suscita una serie de interrogantes. Aunque Marx la reconoce como fenómeno ocasionado, es necesario definir superexplotación en relación a qué. Smith rechaza el planteo de la teoría neoclásica que afirma que los menores salarios de los trabajadores de los países periféricos se explican por su menor productividad marginal. En su opinión los menores salarios de los trabajadores de los países periféricos no se explican por su menor productividad, ni por la “escasez relativa” de capital respecto a la dotación de trabajo en las economías menos desarrolladas, que es el otro argumento al que recurre el mainstream para dar cuenta de esta asimetría. Lo que está detrás de la brecha en los niveles salariales (que contrariando otra idea de la teoría mainstream no han convergido sino que siguen incrementando sus diferencias absolutas) es la asimetría básica que caracteriza a la economía global: mientras que el capital puede moverse sin barreras alrededor del mundo, la movilidad de la fuerza de trabajo se encuentra severamente restringida.

Las barreras a la migración de trabajadores de los países pobres son la más palmaria evidencia de este planteo. La objeción al planteo neoclásico, y el peso que tienen las trabas a la movilidad de la fuerza de trabajo en mantener diferencias salariales, no demuestran sin embargo que esta no se esté pagando a su valor en las economías dependientes y semicoloniales; sino que éste es más bajo. Esto nos remite a una de las discusiones más críticas del libro, que es sobre la producción de valor y plusvalía. Smith afirma en varias oportunidades que es necesario separar la cuestión de la productividad de las tasa de explotación (la relación entre plustrabajo y trabajo necesario); en su opinión esta última no se incrementa por la mayor productividad de las economías desarrolladas, mientras que sí se aumenta en las economías más pobres por la depresión de los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo. Al minimizar el peso que tienen las diferencias de productividad entre las economías, que significan diferente capacidad de generación de valor, sobre las tasas de explotación, Smith magnifica el alcance que puede tener la, por él llamada, superexplotación. La brecha de productividad que caracteriza a las economías dependientes respecto de las economías imperialistas significa una menor capacidad de generación de valor que la que tienen estas últimas a igual desembolso. Esto se relaciona con los niveles salariales, no porque aplique el criterio neoclásico de productividad marginal sino porque abatir el salario es justamente una de las formas de compensar la menor productividad. Smith critica a los marxistas que sostienen que la mayor productividad de las economías más ricas puede involucrar mayor explotación, pero sus planteos (que analizar en profundidad exige detenerse más en la teoría del valor) no terminan de resultar satisfactorios. El aprovechamiento en gran escala de la fuerza de trabajo más barata mediante el “arbitraje” ha permitido al capital incrementar la apropiación de excedente, sí, pero este fenómeno no tiene –en términos de apropiación de excedente– el alcance que pretende el autor una vez que consideramos los diferenciales de productividad. Por último, hablar de prolongación en el tiempo de la llamada “superexplotación” como propone Higginbottom, y generalizarla al nivel de la plusvalía absoluta y relativa, es forzar el planteo. Si una baja del salario por debajo del presunto valor en una determinada geografía se prolonga en el tiempo, más bien estaría indicando que el capital logró allí imponer un valor de la fuerza de trabajo más bajo. Se trataría entonces de una mayor tasa de explotación a secas, ya no una superexplotación.

Consideraciones finales El imperialismo en el siglo XXI tiene el mérito de abrir nuevas dimensiones para la teorización marxista sobre el capitalismo hoy. Aunque hace tiempo que la cuestión del arbitraje global de la fuerza de trabajo se encuentra ya incorporada en varios análisis8, articularlo teóricamente desde la teoría marxista incorporando todas las implicancias que tienen las cadenas de valor generadas por las distintas formas de outsourcing era una cuestión pendiente. El libro avanza en ese sentido, que es necesario enmarcar en el estudio de cómo se desarrolla la generación de valor en la economía mundial, sobre lo que varios autores marxistas vienen elaborando, y en el que el libro de Smith hace planteos polémicos. Aunque el punto de partida del autor son las “mercancías globales”, en numerosas ocasiones los términos de oposición Norte-Sur parecen desplazar el análisis en términos de clase. No conservar consecuentemente esta perspectiva, y desplazarse por momentos a una oposición en términos nacionales, es otra de las debilidades que limita algunos de los aportes de este trabajo. Dicho esto, tener presente cómo opera el aprovechamiento de las diferenciaciones en la fuerza de trabajo global, y cómo el capital y los Estados actúan para la preservación de las condiciones que la perpetúan, es un elemento fundamental para comprender el imperialismo del siglo XXI.

1. Imperialism in the twenty-first century: globalization, super-exploitation, and capitalism’s final crisis, Nueva York, Monthly Review Press, 2016. 2. Todas las citas son traducción propia del original. Los números de página se indican entre paréntesis. 3. William Milberg, “The changing structure of international trade linked to global production systems: what are the policy implications?”, Documento de trabajo 33, Policy Integration Department, Organización Internacional del Trabajo, 2004. 4. Ídem. 5. Ídem. 6. Ídem. 7. Andy Higginbottom, “Structure and Essence in Capital I: Extra Surplus-Value and the Stages of Capitalism”, Journal of Australian Political Economy 70, Australia, 2012, p. 284. 8. Ver por ejemplo Juan Chingo, “Crisis y contradicciones del ‘capitalismo del siglo XXI’”, Estrategia Internacional 24, diciembre de 2007.


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A propósito de Un nuevo marxismo para América Latina. José Aricó: traductor, editor, intelectual de Martín Cortés

Aricó y la deconstrucción del marxismo

Gastón Gutiérrez Comité de redacción.

La aparición de este libro1 se da en un contexto en el que la atracción por José “Pancho” Aricó (1931-1991) en las discusiones más recientes sobre el marxismo latinoamericano ha cobrado un nuevo interés. Se han realizado Jornadas José Aricó en la Universidad de Córdoba y en el Museo del Libro y de la Lengua; han proliferado los ensayos y revistas de historia intelectual como Prismas que dedicó un amplio dossier a discutir la revista Pasado y Presente; la misma revista icónica de la nueva izquierda de los ‘60 y ‘70 ha vuelto a las librerías en edición facsimilar de la Biblioteca Nacional; y los libros de Aricó conocieron nuevas ediciones como la de Marx y América latina y el curso inédito Nueve lecciones…2. En este marco el libro aborda la obra de Aricó en clave de historia intelectual ofreciendo una síntesis conceptual de la trayectoria del autor y editor de Villa María.

La traductibilidad de Aricó y el “mamotreto” Basado en un trabajo archivístico y comparativo de los materiales que componen el corpus fragmentario de Aricó (el conjunto de

textos e iniciativas editoriales de su trayectoria), Cortés considera que escribir y editar son formas de un trabajo concreto que despliega a su vez un trabajo con la teoría. En este punto su enfoque no es nuevo, ya que retoma lo que se ha señalado varias veces: que Aricó leyó a Marx en contra del “marxismo” entendido como una sistematización en clave positivista, que abarca tanto a Engels, al diamat ortodoxo del comunismo oficial y gran parte del marxismo del siglo XX3. La investigación muestra cómo esta inquietud está ya presente desde la revista Pasado y Presente y acompaña cada uno de sus periodos y empresas, pero que fue en el periodo del exilio mexicano donde adquirió mayor volumen y originalidad. Allí escribe sus libros más importantes y culmina la edición de los casi cien “Cuadernos de Pasado y Presente” y lo más sustantivo de la “Biblioteca del Pensamiento Socialista” de Siglo XXI (entre otros emprendimientos editoriales). Cortés propone una lectura del pensamiento de Aricó como un amplio ejercicio teórico de “traducción” en el sentido gramsciano,

es decir como la posibilidad de realizar una ‘traductibilidad’ de los lenguajes políticos entre situaciones nacionales distintas a partir de una universalidad que la hace posible (el ejemplo archiconocido de traductibilidad para Gramsci es el de la experiencia bolchevique aplicada a Italia). Esto implica tanto la posibilidad de establecer similitudes entre distintas realidades geográficas, históricas y sociales, como no soslayar sus diferencias, mediante conceptualizaciones que permitan comprenderlas precisamente porque hay una universalidad que las incorpora4. El marxismo de Aricó se presenta como el conjunto de estas operaciones de traducción hacia la realidad latinoamericana. Desde sus orígenes estalinistas, a la ruptura con el PCA, la figura de Gramsci es puesta en función de leer la nación en contraposición al esquematismo dogmático. A través del repaso sobre su trayectoria5, Cortés señala que para Aricó el marxismo es un “objeto múltiple” y en su interior hay disputas entre muchos “marxismos”. Para Aricó, Gramsci es el puente permanente que le permite un discurrir zigzagueante por »


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distintas teorías y proyectos políticos estratégicos (y un diálogo crítico con la cultura burguesa). En el exilio mexicano se despliegan las potencialidades inscriptas en este “modo de hacer marxismo” (40) cuando esta operación de traducción se extiende hacia América latina para indagar en las causas más profundas de una derrota que reside para él en el divorcio del marxismo y las masas populares. Allí proyecta un estudio general comparativo de los orígenes del comunismo y el socialismo en América latina, lo que él llama en sus cartas el “mamotreto”6. De allí proviene el reencuentro con el marxismo de Mariátegui, el ensayo sobre Juan B. Justo y la ‘comunicación’ sobre la “geografía del gramscismo en América Latina” que posteriormente se transformará en el libro La cola del diablo. El “excursus metodológico” de esta empresa es el curso publicado (Nueve lecciones...) en el que contrapone el marxismo de la II y III internacional con un conjunto ecléctico que abarca tanto al marxismo de Bernstein (contra la “ortodoxia”), como a Lenin y Gramsci junto al austro-marxismo y el eurocomunismo (de los que retoma sus hipótesis acerca del Estado y la estrategia)7. Pero incluye también los proyectos de edición de libros que se salen de la tradición marxista donde se destaca la presentación a C. Schmitt o H. Kelsen, así como los debates en las revistas Controversia sobre las implicancias de la “crisis del marxismo”, y posteriormente en Punto de Vista y La ciudad futura donde Aricó realiza una “socialdemocratización” avant la lettre. Cortés lee todo este camino como uno en el que Aricó va avanzando en su crítica del “marxismo” entendido como una “impostación de una filosofía idealista de la historia” que encuentra en las virtudes epistémicas de la periferia sus claves deconstructivas.

Las virtudes del atraso y el “marxismo” El problema teórico que obsesiona a Aricó puede resumirse en que hay que despojar al marxismo de cualquier procedimiento apriorístico y evitar toda deducción mecanicista que parta de un esquema general para encorsetar los procesos específicos, porque esto obstaculizó la relación entre el marxismo y América latina. Para Aricó el pensamiento de Marx es asistemático y solo una construcción posterior sobre su obra lo “sistematizó”. Su hipótesis (compartida por Cortés) es que las virtudes epistémicas del “atraso” son las que permiten visualizar el locus de la nación, no mediante una deducción a priori según la cual las naciones atrasadas siguen el mismo

camino que las más avanzadas (de te fabula narratur había dicho Marx), sino atendiendo a su propia historicidad. Este locus de la Nación es el terreno de validación de la teoría. Para esto Aricó repone los intercambios epistolares de Marx con Vera Zasulich y otros materiales que le permiten pensar la periferia capitalista partiendo del desarrollo desigual. Cortés sintomáticamente aclara “no necesariamente combinado” (16). La conclusión de Marx es que Rusia no tenía porque repetir el mismo camino que el capitalismo occidental y advierte contra cualquier lectura supra-histórica. Una muestra concluyente en contra de una caricatura del marxismo como filosofía de la historia (ni hablar de la crítica de euro-centrista, común tanto en la vulgata nacionalista como en el poscolonialismo más posmoderno). Reponer los desarrollos del “Marx tardío”8 que sitúa su atención en luchas anti-coloniales en India, China e Irlanda es un mérito del trabajo de Aricó que actualmente puede ponderarse con nuevas investigaciones y materiales que permiten discutir el comienzo no tan tardío de este “viraje” de Marx (a fines de 1850 apoya el levantamiento cipayo y la segunda “guerra del opio” en China) y el más amplio alcance de sus estudios9. Sin embargo la discusión sobre la periferia y el “privilegio del atraso” que enlaza a Aricó con otras investigaciones marxistas precedentes y posteriores se realizan desde un trabajo conceptual que merece ser puesto en cuestión, ya que su objetivo general es más equivoco. Aricó reivindica el análisis de Marx sobre Rusia como un “punto de fuga” desde el cual puede elaborar sus propias posiciones10 y en una traslación inadecuada de los debates rusos sostiene el punto de vista de los populistas como una posición anti-mecanicista de la historia. En este punto, Aricó se aleja de Marx, para éste no se podía excluir teóricamente que en base a la estructura colectiva de la obschina se pueda pegar un salto histórico, sin embargo aclara que esa posibilidad es algo que ve extremadamente difícil: todo depende del ambiente histórico en que se halla... Estas dos soluciones (colectivismo o capitalismo) son posibles a priori, pero, tanto la una como la otra requieren sin duda ambientes históricos muy distintos11.

Y complementa: Por una parte, la “comunidad rural” ha sido llevada casi al último extremo y, por otra, la

acecha una poderosa conspiración con el fin de asestarle el golpe de gracia (...) No se trata ya, por tanto, de un problema que hay que resolver; trátase simplemente de un enemigo al que hay que arrollar. Para salvar la comunidad rusa hace falta una revolución rusa. Por lo demás, el Gobierno ruso y los “nuevos pilares de la sociedad” hacen lo que pueden preparando las masas para semejante catástrofe. Si la revolución se produce en su tiempo oportuno, si concentra todas sus fuerzas para asegurar el libre desarrollo de la comunidad rural, ésta se erigirá pronto en elemento regenerador de la sociedad rusa y en elemento de superioridad sobre los países sojuzgados por el régimen capitalista12.

La revolución suele no llegar en su tiempo oportuno, la guerra campesina solo apareció posteriormente y combinada con un ascenso obrero. La posibilidad señalada por Marx para las comunas no tuvo lugar, las reformas agrarias posteriores a la derrota de la revolución de 1905 (“un obús capitalista disparado contra el régimen comunal” las llamo Trotsky) serán su golpe de muerte. La vía no capitalista para Rusia no pasó por la “expansión de la obschina”, el desarrollo desigual del capitalismo impidió ese “punto de fuga”. Contrariamente a la lectura de Aricó más centrada en establecer una vía nacional (no casualmente reivindica al Bujarin del “socialismo en un solo país”) el análisis de Marx partía de las posibilidades que la “contemporaneidad” internacional del capitalismo ofrecía para situaciones nacionales (“no contemporáneas”)13.

Punto de fuga o totalidad abierta Si no se hubiera escamoteado esta historia se podrían haber visualizado la insuficiencias más generales del discurso de Aricó. En sus lecciones del ‘77 el cordobés señalaba la necesidad de retomar el concepto de “formación económico-social” desarrollado por Lenin supuestamente en contraposición a las interpretaciones en términos de “modo de producción”. Para Aricó había una contraposición entre ambos conceptos, uno apriorístico (modo de producción) y otro capaz de dar cuenta de las particularidades nacionales (formación económico-social). Esto puede ser criticado, no solo filológicamente14, sino en el sentido teórico de la interpretación de Aricó. La extensión del capitalismo a escala global y el encuentro a su paso de toda una serie de culturas y sociedades preexistentes, dio lugar a procesos históricos no asimilables a la evolución del capitalismo en el noroccidente de


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Europa. Lo que vio Marx a la hora de analizar la sociedad rusa hacia el final de su vida se desplegó con toda su complejidad hacia el final del siglo XIX e inicios del XX. Para dar cuenta de las particularidades nacionales había que focalizarse en la asimilación que el capitalismo en expansión hacía de las relaciones de producción que iba encontrando a su paso. Esto Cortés lo menciona al decir que el análisis de Marx es “testimonio de la posibilidad de ‘combinación’ entre formas productivas” (132), pero lo hace desde un Aricó leído en un enfoque althusseriano. Dar cuenta de estas combinaciones específicas suponía un trabajo con la teoría, algo de eso hizo Trotsky con la teoría del desarrollo desigual y combinado. Esta teoría, omitida tanto en los debates del gramscismo como del althusserianismo, representa una teoría superadora de la dicotomía que propone Aricó. Trotsky toma como punto de partida la expansión desigual del modo de producción capitalista al conjunto del globo para establecer los procesos que diferencian a la periferia del centro: el capitalismo no apareció simultáneamente en todos los sitios a partir de las mismas condiciones sociales y culturales, tuvo su centro en Europa y de ahí se expandió y se impuso en sociedades preexistentes cuya evolución había sido obviamente diferente (y para los cuales Inglaterra no representa de ningún modo un modelo). Para captar esto no hay necesidad de abandonar el punto de vista de la totalidad y adoptar un punto de vista nacional, sino al contrario exponer cómo la extensión planetaria del modo de producción capitalista hace que “azotados por el látigo de las necesidades materiales, los países atrasados se vean obligados a avanzar a saltos”15. Esto permite evitar una contraposición artificiosa entre “modo de producción” y particularidades nacionales.

La traductibilidad y la “crisis del marxismo” La traductibilidad que inspiraba el “mamotreto” de Aricó no encontró una conclusión satisfactoria porque al enfatizar unilateralmente el carácter periférico se alienó del principio de universalidad. Contrariamente para Cortés la “traducción” de Aricó es un “aporte sustantivo a la teoría política latinoamericana basada en el carácter asincrónico en el que se enlazan economía y política” (245), concluyendo que: una vez que se considera que el proceso histórico capitalista, aún en su tendencia universalizante, no tiene un centro que le provea sentido, también entra en crisis la hipótesis

de la existencia de un sujeto histórico concreto privilegiado por ser portador de la transformación social (176).

Pero esta derivación teórica no se impone de ningún modo, si el desarrollo desigual permite captar una “aproximación de las distintas etapas del camino y a la confusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas”16, también sirve para distinguir nuevas diferenciaciones al interior de la nación. Y con ellas, la aparición de nuevas “combinaciones” de las relaciones de clase que trastocan las posibilidades estratégicas. La compilación de Aricó sobre El Gran debate (1924-1926) acerca de la revolución permanente habría sido un buen punto de partida para esto, pero el libro de Cortés elige reconstruir la llamada “crisis del marxismo” en Europa y Latinoamérica recuperando la perspectiva de Aricó que la ve como un momento “productivo”. Si la crítica a la filosofía de la historia compuso un lugar común post ‘8917, un mismo problema puede tener diferentes “salidas”. Su deconstrucción desde la periferia culmina, en su epílogo a Marx y América Latina, reproduciendo acríticamente pasajes posmarxistas y la deconstrucción que propone se basa en una crítica al apriorismo que tiene constantes reminiscencias anti-dialécticas. No solamente por la influencia del último Althusser18, sino en la valoración de Bernstein que recupera de Colletti –un punto de contacto con Laclau19– y que emparenta al marxismo deconstruido de Aricó con la deriva del resto del marxismo “latino”. Su búsqueda de la autonomía de lo político se basó en este contingencialismo posterior que acompaño a la debacle del PCI y del PCF, y con ellos, de la estrategia reformista eurocomunista que Aricó valoraba en una entrevista como “un intento, todo lo insuficiente que se quiera pero el único, de dar una respuesta teórica a la altura de la crisis”20. Fracasada ésta, el marxismo de Aricó se eclipsó en los mares consensuales de la transición democrática, y aunque Cortés quiere separarse de esta deriva en sus conclusiones, considera que es un riesgo potencial “inevitable” al renunciar a las certezas de la “razón histórica”.

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3. Juan C. Portantiero, “José Aricó: las desventuras del marxismo latinoamericano”, introducción a José Aricó, La hipótesis de Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina, Buenos Aires, Sudamericana, 1999. Emilio De Ípola, “José Aricó: pensar entre reflejos desplazados”, Las cosas del creer, Buenos Aires, Ariel, 1997. Horacio Crespo, “El marxismo latinoamericano de Aricó. La búsqueda de la autonomía de lo político en la falla de Marx”, en Marx y América latina, Buenos Aires, FCE, 2009. 4. Antonio Gramsci, “Traductibilidad de los lenguajes científicos y filosóficos”, en El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Buenos Aires, Nueva Visión, 2008, p. 72. 5. Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004. 6. Crespo, op. cit. 7. Juan Dal Maso, “Sobre las Nueve lecciones y el marxismo de José Aricó”, IdZ 2, agosto 2013. 8. Theodor Shanin, El Marx tardío y la vía rusa, Madrid, Editorial Revolución, 1990. 9. “No solo el capital y la clase: Marx sobre las sociedades no occidentales, el nacionalismo y la etnicidad”, Kevin B. Anderson, en Marcello Musto (editor), De regreso a Marx. Nuevas lecturas y vigencia en el mundo actual, Buenos Aires, octubre, 2015, y “Clase, nación, raza. Los análisis de Marx y Trotsky a partir de una obra de Kevin Anderson”, de Emmanuel Barot, IDZ 22, Agosto 2015. 10. Inspirado por el trabajo de Rosdolsky sobre los “pueblos sin historia” (que edita y publica en castellano en el mismo momento de elaboración de su libro) Aricó decide atribuir a Marx un hegelianismo de última hora que le habría impedido pensar América latina y los fenómenos de la independencia. Paradójicamente lo acusa al mismo tiempo de no comprender el rol productivo del Estado por mantenerse en una crítica anti-estatalista que dirigió oportunamente a Hegel (para una crítica de este punto, ver Juan Dal Maso, La revolución diplomatizada, Lucha de Clases 8). 11. Karl Marx, Primer esbozo de respuesta a la carta de V. Zasulich del 16 de Febrero de 1881, disponible en Marxist Internet Archive. 12. Ídem. 13. Daniel Bensaïd, Marx Intempestivo, capítulo 1, Buenos Aires, Herramienta, 2003. 14. Constanza Bosch Alessio y Laura Catena, “El concepto de formación socio-económica en la obra de José María Aricó: Un cotejo con las fuentes marxianas”, Revista Izquierdas 17, Chile, 2013. 15. León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa.

1. Buenos Aires, Siglo XXI, 2015. 264 páginas. Los números de página se indican entre paréntesis. 2. Revista Pasado y Presente, edición facsimilar, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2014. Revista Prismas 18. José Aricó, Nueve lecciones sobre economía y política en el marxismo. Curso en El Colegio de México, Buenos Aires, FCE, 2012, y Marx y América latina, Buenos Aires, FCE, 2009.

16. Ídem 17. Gastón Gutiérrez, “Cartografías intelectuales”, IdZ 16, diciembre 2014. 18. Gastón Gutiérrez, “Una nueva lección de Althusser”, IdZ 25, noviembre 2015. 19. Gastón Gutiérrez, “Laclau y el rechazo a la dialéctica”, IdZ 10, junio 2014. 20. “El limbo de la izquierda”, Nexos, abril de 1985.


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A propósito de Psiquiatría, psicoanálisis y cultura comunista. Batallas ideológicas en la guerra fría, de Hugo Vezzetti

Ecos de la guerra fría en el campo psi

Juan Duarte Comité de redacción.

¿Cómo se dieron en nuestro país los debates sobre psicoanálisis desde posiciones anticapitalistas o socialistas en sentido genérico? ¿Qué herencia conceptual vale la pena recuperar para pensar hoy la cuestión? ¿Cómo se explica, en el plano específico de los debates teóricos e ideológicos, la centralidad del psicoanálisis en Argentina a partir de los años ‘60? Se trata de interrogantes históricos recurrentes a la hora de recrear hoy el pensamiento marxista sobre el psicoanálisis y el campo psi, desde los cuales este libro1 puede leerse con provecho. Hugo Vezzetti fue militante de la agrupación maoísta Vanguardia Comunista a principios de los ‘70 y formó parte, junto a intelectuales como Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, de la revista Punto de Vista2. Centrada en los debates culturales, la misma pasó de referenciarse en el “marxismo leninismo” a romper con aquel para sostener el “paradigma democrático” en los ‘80. En otros trabajos ha profundizado su mirada en ese sentido3 y en el plano específicamente académico se ha centrado en la historia crítica de la psicología4, a la que vuelve en esta publicación. La investigación de Vezzetti parte de una crítica a ciertos abordajes previos de la historia del psicoanálisis:

…los trabajos sobre el psicoanálisis y la izquierda intelectual han contribuido a fijar una escena y una época, los sesenta, es decir, los años de eclosión de un dispositivo psi en la universidad y en las instituciones de asistencia, en la reproducción intelectual y en la cultura de los medios. A menudo, el foco en la historia del psicoanálisis ha dado lugar a una narrativa que es como la crónica anunciada de su entronización final. La hegemonía que alcanzó la disciplina freudiana y, sobre todo, la reorientación lacaniana, ha sustentado una suerte de fantasma de autoengrendramiento o ha dado lugar a relatos fundadores sostenidos en la acción de algún héroe solitario, como Oscar Masotta […] Y en cuanto se amplía la visión hacia el pasado, lo que se encuentra es que en el comienzo estaba la psiquiatría. El psicoanálisis como problema intelectual y objeto cultural está en el centro de esta investigación, siempre entramado con los temas de esa formación psiquiátrica que lo precede y que implanta sus huellas en la circulación del freudismo5.

Desde allí el autor indaga en el abordaje que dio, en el marco de la segunda posguerra y en plena guerra fría, la izquierda psiquiátrica ligada al PC sobre el psicoanálisis,

en el punto en que éste se presentaba como un componente capaz de tener efectos negativos sobre el programa de transformación social […] donde se separaba del “discurso de familia” replegado en la intimidad de las pulsiones y los deseos primarios6.

En esa indagación va a aparecer la recepción del tratamiento que se dio a la cuestión en el PC francés, cruzada por la respuesta del estalinismo parisino a la promoción de un discurso psiquiátrico con pretensiones de intervención social a escala global impulsado desde los EE. UU. en el marco de la Guerra Fría. La mirada se amplía entonces a la “izquierda psi”, configuración disciplinar, pero también intelectual, cultural y política, implicada en la dimensión pública de las prácticas de asistencia y formación. Y va a poner en juego tiempos largos y cortos, globales y criollos. Desde esa complejidad se intentará comprender la formación ideológica de los ‘60 en esa izquierda psi, en la cual se habrán incorporado y a las carreras de psicología como escenario, un nuevo psicoanálisis habrá encontrado nuevos interlocutores marxistas más allá del PC y sobre la cual, ya en los ‘70, el lacanismo encontrará condiciones de implantación.


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A partir de allí se pasa revista y se reponen desarrollos, debates, publicaciones y autores clave en esta trama. El libro está dividido en 5 apretados y densos capítulos. El primero presenta el marco más general de la posguerra y la Guerra Fría, se repone la política global del estalinismo “con efectos devastadores” respecto a la ciencia y la cultura, conocida como “zhdanovismo” a partir del el “informe Zdhanov” de 19477, así como la del materialismo vulgar promovido por los desarrollos del ingeniero agrónomo soviético Trofim Lysenko, que implicaron la instalación del pavlovismo como psicología oficial. De ahí a su expresión en el escenario del estalinismo francés para centrarse en el debate en la izquierda psiquiátrica parisina sobre el psicoanálisis. El manifiesto “Psicoanálisis, ideología reaccionaria”, la “autocrítica” del grupo psiquiátrico estalinista promovido desde la dirección del PCF y publicado en la revista oficial La nouvelle critique en 1949, dará la tónica al debate con el psicoanálisis. En el relevamiento de los debates previos y posteriores en Francia va a resaltar la figura de Georges Politzer, quien previamente había intentado una apropiación marxista del psicoanálisis y que será retomado en el PCA por el psiquiatra y psicoanalista José Bleger, quién dará la nota discordante respecto a la posición oficial encarnada por otro psiquiatra ligado al PCA, Gregorio Bermann. La tesis de Vezzetti, alrededor de la cual estructura el libro, es que ese “anatema del aparato comunista contra el freudismo tuvo consecuencias más prolongadas en Buenos Aires que en París”8. Son esas consecuencias las que se recorrerán a lo largo del libro, las que permitirían explicar el ocaso del marxismo estalinista dentro del campo psi y sobre el cual se recorta la emergencia de la crítica en clave estructuralista que dará sustento al lacanismo. El capítulo siguiente analiza el surgimiento del discurso de la Salud Mental como parte del auge de un rol social de la psiquiatría en la inmediata posguerra, impulsado desde los EE. UU. en el marco de la “doctrina Truman” y el plan Marshall. Para esto se analiza el III Congreso Internacional de Salud Mental de Londres de 1948, el lugar que allí se dio al psicoanálisis y las críticas desde el PC francés. El tercer capítulo se centra en lo que el autor denomina “partidismo” (básicamente, estalinismo) en psiquiatría. Se releva su despliegue en Francia, dando lugar a la “autocrítica” mencionada y al pavlovismo en las disciplinas psi y su recepción en Argentina, en particular en la Revista Latinoamericana de Psiquiatría dirigida por Bermann. En el cuarto capítulo resalta justamente el intento de Bleger de “superación dialéctica

del psicoanálisis, una síntesis capaz de integrar y superar sus contradicciones a partir de un estudio epistemológico que respetara la autonomía científica”9, o, en otras palabras, “retomar los aportes del psicoanálisis dentro de una estructura teórico e ideológica distinta”10. Este será el intento puesto en juego en su libro Psicoanálisis y dialéctica materialista (1958), que merecerá la crítica furibunda de la dirección estalinista y su posterior expulsión. El apartado final concluye analizando el paso al nuevo escenario en el que se afianzan corrientes que critican el dogmatismo estalinista y retoman el psicoanálisis como referencia válida, aunque manteniendo ciertas continuidades. En este punto Vezzetti analiza pormenorizadamente el plenario de psiquiatras del PCA de 1964, el ocaso del pavlovismo psiquiátrico y la emergencia con fuerza del psicoanálisis como referencia (junto a otras figuras novedosas como Lev Vigotsky), así como de nuevos actores de peso dentro de la intelectualidad marxista (Pasado y Presente, Sciarreta). Al mismo tiempo se recorre el surgimiento de la corriente estructuralista de Althusser, que va a poner al psicoanálisis y a Lacan en el centro, y su recepción en Argentina. Ahora bien, hay dos aspectos problemáticos que pueden señalarse en el libro: uno que tiene que ver una posición política y teórica adoptada por el autor; y otro, acaso menor, que tiene que ver con el tipo de análisis elegido. El primero concierne a la concepción del autor sobre lo que llama “marxismo de partido”, o “partidismo”, y que va a constituirse prácticamente en un leit motiv en el ensayo, que consistirá en amalgamar todo el marxismo revolucionario como un residuo del leninismo. Es que en este punto Vezzetti abreva en los argumentos de Claude Lefort: “lo determinante en el episodio [del comunismo] era la forma política del partido, forjada en el leninismo, que establecía la dominación plena de la cúpula dirigente, la situaba más allá de la ley y eliminaba el debate y la democracia interna”11.

De este modo, y al igual que su referente extrotskista francés, Vezzetti omite la existencia de las luchas políticas y teóricas del trotskismo contra el estalinismo (por ejemplo la crítica al “realismo socialista” en el arte, o sobre el régimen estalinista), con lo cual termina reproduciendo respecto al marxismo el tipo de relato teleológico que dice combatir. Peor aún, termina desplegando sus prejuicios de forma bastante deshonesta con el lector, atribuyendo por ejemplo a Lenin la teoría del reflejo sostenida por los pavlovistas vernáculos12. Pero esta omisión es acaso

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secundaria frente al problema mayor de esta posición, que es el de la impugnación de conjunto del marxismo como estrategia política leninista, lo cual se traduce, respecto al objeto específico del ensayo, en que cualquier intento de pensar al psicoanálisis desde el marxismo organizado en partido aparece de entrada condenado al fracaso, cuando en realidad lo único que queda demostrado es el fracaso del pensamiento y el tipo de organización burocrático estalinista. Con respecto al tipo de análisis elegido por el autor, centrado en “las formas siempre contingentes en que la circulación de las ideas se cruza con los acontecimientos y las coyunturas políticas”13, nos parece que el énfasis en las tramas discursivas termina lesionando la valoración de los acontecimientos políticos y sociales, así como la relación del plano de las ideas con el de las coyunturas políticas. Por ejemplo, uno esperaría un tratamiento más detenido sobre la complejidad de los orígenes políticos del estalinismo, o de la actuación de los PC en Argentina y Francia en los períodos analizados. Ahora bien, teniendo en cuenta estos importantes ejes problemáticos, no tenemos dudas de que una lectura crítica desde allí puede ser provechosa para quienes intenten pensar hoy el psicoanálisis y las “disciplinas psi” desde un punto de vista anticapitalista y marxista.

1. Buenos Aires, Bs. As., Siglo XXI, 2016. 2. Al respecto, ver Díaz, Ariane, “La utopía de un social-liberalismo argentino”, en Lucha de Clases 4, 2004. 3. Pasado y Presente (2002) y Sobre la violencia revolucionaria (2009), ambos publicados por Siglo XXI en Buenos Aires. 4. Aventuras de Freud en el país de los argentinos. De José Ingenieros a Enrique Pichon Rivière (1996), y Freud en Buenos Aires, 1910-1939 (1989) y La locura en la Argentina (1983). Todos publicados en Buenos Aires. 5. Vezzetti, p. 14. 6. Ibídem, p. 15. 7. Que encuentra antecedentes en la promoción del realismo socialista en arte una década antes a nivel nacional, y se extiende según el autor hasta la muerte de Stalin en 1953. Esto, así como sus derivaciones locales (en las que tendrá lugar Gregorio Bermann), también está tratado en el libro. 8. Ibídem, p. 51. 9. Ibídem, p. 200. 10. Ibídem, p. 234. 11. Ibídem, p. 41. 12. Ver Díaz, Ariane, “Un amigo de la dialéctica en medio de la guerra”, en IdZ 14. 13. Vezzetti, ob. cit., p. 266.


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Quijotadas

Ilustración: Sergio Cena

Ariane Díaz Comité de redacción.

Protagonistas de refranes, inspiración de artistas de todos los géneros, nombre de bares o librerías o material de estudio escolar; las referencias a El Quijote forman parte de la matriz cultural de decenas de generaciones en todo el mundo. Una acción valiente aunque delirante puede ser una quijotada, y un idealista desinteresado un espíritu quijotesco; Marx chicanea a Stirner en La ideología alemana utilizando la relación del famoso hidalgo con su escudero, mientras el Instituto Cervantes recopila, por ejemplo, sus múltiples usos en publicidad1. Best-seller mundial y persistente, traducida a casi todas las lenguas escritas, los comentarios y bibliografía sobre esta obra es prácticamente inabordable. Los cuatro siglos que se cumplen este año de la muerte Cervantes prometen seguir acumulando sobre El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha parvas de homenajes y estudios. Es posible que tenga razón el actual bibliotecario en la clandestinidad, Alberto Manguel, cuando declara que “vivimos en un mundo que es, en gran parte, fruto de la lectura del Quijote”2.

Fantasía y realidad Quizás el episodio más conocido del libro sea aquel del dispar enfrentamiento del hidalgo con molinos de viento tomados como agresivos gigantes, donde se representa tanto la locura que guía las diferentes salidas de Quijote por las tierras de España en procura de solucionar los entuertos de los casi 700 personajes que pueblan la novela, como el idealismo y la valentía de este atragantado lector de novelas de caballería lanzado a la aventura con su fiel aunque descreído e interesado escudero, Sancho. Sin embargo, estos episodios donde los encantamientos y nostalgias medievales están siempre a la mano para interpretar la vida prosaica de la España que recorre, dan por resultado una semblanza profunda de un cambio de época que hoy conocemos como los inicios de la Modernidad, así como de la decadencia de un Imperio, el español, que se esconde, como titularían los medios de hoy, tras un “relato”. España era entonces un imperio sumido en guerras y crisis, receptora de las riquezas

saqueadas a América que sin embargo, así como llegaban, iban a parar a sus prestamistas de otras potencias europeas donde se acumulaban las fuerzas originarias de un nuevo sistema social, el capitalista. Un territorio donde la intransigencia de la Inquisición restituida, a puro auto de fe, destruía siglos de convivencia multicultural y religiosa y las tendencias humanistas que habían calado fuerte también allí. Cervantes, soldado de una de estas guerras santas, donde consiguió su apodo de “manco de Lepanto” y unos cuantos años de cautiverio con los moros, y que vuelto a España y como recaudador de impuestos no hizo más que cosechar nuevos períodos en la cárcel y excomulgaciones, dejó correr con Don Quijote y Sancho una pluma cargada de escepticismo hacia esa sociedad, especie de enorme escenario teatral que con ostias y oropeles escondía otra realidad. La narración de las aventuras de este particular caballero y su escudero, encabalgados en la novedad del desarrollo de un creciente público lector habilitado por la relativamente reciente imprenta, planteó una serie de


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novedades y problemas que trazaron la modernidad en el terreno del arte y de las teorías estéticas. El Quijote es el primer libro que no solo narra varias historias, sino que a su vez reflexiona y detalla las formas en una historia se construye. Paródico consigo mismo, la obra que leemos incluye un libro titulado El Quijote y hasta un escritor llamado Cervantes entre uno de sus tantos personajes.

Yo caníbal Carlos Fuentes sitúa a la novela de Cervantes entre las dos tradiciones narrativas de la época: “entre las brillantes armaduras de Amadís de Gaula y los harapos y tretas de Lazarillo de Tormes, Cervantes los presenta y los reúne: el héroe épico es Don Quijote, el pícaro realista es Sancho Panza”3. Los relatos de caballería, una épica medieval donde se representaba una visión escolástica del mundo, incluían personajes con las características de los mitos; en los relatos picarescos, donde aparecen ya las características de la vida cotidiana de la época con sus conflictos sociales, los personajes funcionaban como arquetipos del sector social al que pertenecían. Pero ninguno de esos personajes contaban con una densidad psicológica que permitiera considerarlos individuos propiamente dichos; personajes planos, eran más bien el nombre de una ubicación social dada por designio divino u origen social, que no evolucionaban ni reflexionaban sobre sus acciones. Cervantes incluye las novelas de caballería en principio como nostalgia y visión irónica, a la vez, de unos ideales que ya no encontraban cabida en su mundo contemporáneo, mostrando el contraste (y allí es donde apela a la tradición picaresca) con las situaciones y comportamientos de la vida real con las que se topa el caballero en sus andanzas4. Pero no se limita a hacer chocar dos mundos sino que en los largos diálogos y desconfianzas mutuas entre Quijote y Sancho, desarrolla para cada uno una psicología propia que los caracteriza no ya como meros nombres, sino como sujetos cambiantes y reflexivos en relación con otros. Este engrosamiento de las marcas de una subjetividad particular, esta individuación que suponía un cambio de perspectiva respecto a la cosmovisión medieval, es una de las características que desarrollará la novela como género y que la ubican como expresión de las transformaciones que traía la Modernidad. Otra característica importante del género es el protagonismo que cobra otra subjetividad

presente en toda narración, que toma decisiones y ofrece una determinada perspectiva de la historia que ofrece al lector: el narrador. ¿Quién escribe? es una pregunta que como lectores modernos podemos dar por supuesta respecto a cualquier relato, pero que resultaba más inquietante en épocas en que, paulatinamente, el material escrito dejaba de ser privilegio y emanación de instituciones oficiales y era apropiada por otros enunciadores. Cervantes lleva al paroxismo este problema con una complejísima e irónica estructura narrativa que incluye: un narrador anónimo de los primeros capítulos tras los cuales se disculpa por no tener más material que contar; un sabio (para colmo árabe, del que a veces se desconfía) que dejó un manuscrito que se manda a traducir; el propio traductor, que en muchos casos censura, interpreta o completa el original traducido; académicos que encontraron en un baúl una serie de poemas; además de los múltiples personajes que relatan distintos episodios y del narrador que organiza los materiales de este coro de voces. Incluso los elementos paratextuales, que habitualmente atribuimos al autor de carne y hueso de la narración, parecen ser deglutidos por la ficción. El prólogo a la primera parte de El Quijote reproduce una charla con un oportuno “amigo” que provee las razones para dar a conocer la historia que faltan a un aparentemente conflictuado Cervantes que está a punto de darle archivo (razones que son además una furiosa crítica a las formas habituales de la época, plagadas de referencias eruditas convocadas solo para darse prestigio). Para la segunda parte la cosa se complica aún más: tras la aparición de una versión apócrifa de El Quijote, Cervantes arremete contra el impostor reivindicando su autoría como fuente de verdad de sus historias, pero a la vez incluye una supuesta carta del emperador de la China donde se reivindica la excelencia de la versión original. En este segundo tramo de aventuras, esos hechos serán además parte del relato: Quijote y Sancho no solo saben que son los personajes de un escrito que se ha hecho famoso (a veces asombrados de que se conozcan cuestiones que solo habían discutido en privado), sino que conocen la existencia del apócrifo con el cual aclararán tantos desmintiéndolo aquí y allá. Borges se pregunta por qué nos inquieta que Don Quijote sea lector de El Quijote, y lo atribuye a que “las inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser

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lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios”5. ¿Pero qué es la ficción?

Ni mentira ni verdad El Quijote vislumbra los problemas que presenta una nueva “institución” que emerge de los libros. Se pregunta Don Quijote en el capítulo L de la primera parte: Los libros que están impresos con licencia de los reyes y con aprobación de aquellos a quien se remitieron, y que con gusto general son leídos y celebrados de los grandes y de los chicos, de los pobres y de los ricos, de los letrados e ignorantes, de los plebeyos y caballeros..., finalmente, de todo género de personas de cualquier estado y condición que sean, ¿habían de ser mentira?6

Si hasta poco antes la escritura era atributo de las autoridades estatales y religiosas, bien podía considerarse como medio y fuente de verdades bien establecidas. Pero la aparición y circulación de escrituras que no responden ya a estos criterios, aunque tampoco podrían considerarse como su opuesto, es decir, lisas y llanas mentiras, planteaban la necesidad de definir aquella escritura que sin embargo aparecía como peligrosa, cofusión de realidad e imaginación: por algo Alonso Quijano enloquece con la lectura de libros de caballerías. En el capítulo XXII de la primera parte, Don Quijote liberará a una serie de galeotes aprendidos por distintos delitos. Uno de ellos, el más peligroso de todos según declara el guarda, engrillado por embustero, es además escritor, y su libro es una autobiografía. Como el galeote se ufana de su calidad, Don Quijote, con entusiasmo lector, pregunta si ya está terminado, a los que su autor contesta: “–¿Cómo puede estar acabado, si aún no está acabada mi vida?”. En estas pocas líneas, además de identificar a los escritores con embusteros, Cervantes explora la diferenciación entre realidad y escritura que Don Quijote parece entrever: las memorias no tienen por qué empezar y terminar paralelamente a la vida del biografiado (y de hecho ello no sería posible, porque nadie podría escribir su muerte). Pero esa posibilidad de autonomía de la escritura respecto a la realidad que pretenden representar, incluso en relatos que se suponen verídicos, parece tener sus peligros; en este caso ser autoincriminatoria, algo que el galeote autor de estas memorias no previó. »


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¿Pero cómo funciona la escritura ficcional? ¿Acaso no está construida de la misma manera que el engaño? En los capítulos XXV a XXX de la segunda parte aparecerá tematizado este problema. El mismo galeote reaparecerá, aunque con otro nombre, como el animador de un retablo con el que representaba funciones ambulantes. El episodio tendrá como eje los problemas de cómo se relata y cómo este relato es recibido por el auditorio. Como en todo el libro, hay una profusión de referencias, citas y menciones a otras obras literarias que introducen los personajes, entre ellas, la “fama literaria” del Don Quijote, además de romances, comedias y obras teatrales que son parte de una cultura compartida. Pero entre Don Quijote y el titiritero, Maese Pedro, surge una larga discusión sobre cómo se representan. En muchos casos parando la representación, Don Quijote aconseja en diversas oportunidades cómo debe llevarse una historia, o se preocupa por las formas en que los relatos que se le ofrecen tienen problemas de verosimilitud. Convertido de pronto en crítico, Don Quijote muestra conocer la producción cultural de la época, sus recursos y cómo otros han representado esas obras. Pero al parecer, a pesar de estos conocimientos, si el artificio está bien construido, no puede distinguir la realidad de lo relatado: cuando el narrador toma sus sugerencias y corrige, es decir, cuando el relato se vuelve verosímil, Don Quijote toma la escena narrada por real y destroza el retablo del titiritero porque considera estar ante una injusticia que requiere su intervención, confundiendo una vez más realidad y narración. La locura o la ingenuidad de Don Quijote, que motorizan esta y otras de sus aventuras, remiten así a un problema que es metatextual: cómo se construye, y cómo se percibe, un relato ficcional. Las formas representativas aparecen como parte de un arsenal sospechoso justamente cuanto más logradas están. Hoy, la noción de que la ficción puede considerarse autónomamente y no como mero reflejo o confesión de una realidad vista u oída, puede parecernos natural, pero llevó siglos que la ficción dejara de ser confundida con verdades o mentiras, con hechos ocurridos o con engaños maliciosamente pergeñados. Todavía en el siglo XIX eran abundantes las incriminaciones penales al autor por aquello que aparecía narrado en sus libros, y en buena medida muchas ficciones siguen siendo consideradas hoy “peligrosas”7.

Los dineros y las famas La modernidad es hermana de nacimiento del mercado capitalista. Y el mercado literario no iba a quedar excluido de los problemas con los que se enfrenta El Quijote.

La aparición del apócrifo en 1614, tratando de aprovechar el éxito de la primera parte de Cervantes de 1605, probablemente contribuyó a agudizar la mirada del autor sobre este problema. Ya mencionamos las irónicas críticas del primer prólogo a las publicaciones “serias” de la época. En la segunda parte, Cervantes acusa en el prólogo a quien utilizara sus personajes y trama encubriendo su nombre y fingiendo su patria “como si hubiera hecho una traición de lesa majestad”, tentado por el demonio a “componer e imprimir un libro con que gane tanta fama como dineros y tantos dineros cuanta fama”, y anuncia incluso que finalmente Don Quijote será “muerto y sepultado” para que “ninguno se atreva a levantarle nuevos testimonios”. Hoy, con un mercado editorial desarrollado y expandido, sabemos que la “fama” es la base de que algunos cuantos eslabones de la cadena obtengan sus “dineros”, y por lo general no los autores. En la novela misma serán mentados los éxitos o fracasos económicos obtenidos por la venta de libros, los pagos necesarios para conseguir traducciones, los atrasos y errores de imprenta. Pero sobre todo, en la trayectoria final de sus aventuras, es la aparición de ese apócrifo la que hace a Don Quijote encaminarse a Barcelona, a “sacar mentiroso a aquel nuevo historiador que tanto decían que le vituperaba” (cap. LX). Lo que encuentra paseando por la ciudad es el origen material de sus desgracias (y de sus aventuras): una imprenta. Allí le comentan las condiciones del mercado de los libros: cuántas ganancias se pueden sacar de la venta del libro, o las ventajas de saltearse al librero: “Yo no imprimo mis libros para alcanzar fama en el mundo, que ya en él soy conocido por mis obras: provecho quiero, que sin él no vale un cuatrín la buena fama”, dice un traductor con el que charla (cap.LXII). Y justamente hurgando en los cajones con materiales prontos a impresión encuentra Don Quijote la versión apócrifa de El Quijote. Despechado, Don Quijote abandona la imprenta y la ciudad con rumbo a su hogar. Aunque le aguardan aún algunas aventuras, se acerca el final de su “locura”, una cordura como antesala de su muerte que Cervantes otorgó a su hidalgo y que probablemente sea tan decepcionante como productivos fueron sus delirios.

Ladran, Sancho… Este famoso refrán no se encuentra en realidad en el libro, aunque el hecho de que se atribuya a El Quijote no deja de ser demostrativo del peso que esta obra tiene en nuestra cultura. Cervantes sin duda conquistó la fama, pero no los dineros. Concebida en uno de sus períodos

en la cárcel, las ganancias obtenidas con su novela apenas alcanzaron para pagar deudas. Pero El Quijote plantea problemas que no han dejado de discutirse estos 400 años y que supo poner en juego en una ficción que es tan cómica como amarga, tan fantástica como realista. Con ello no solo dio comienzo a un nuevo género literario, sino que con lucidez exploró problemas de percepción, cosmovisiones e intereses que emergían en su época y que aún marcan la nuestra. Si se nos puede considerar habilitados por un desquicio similar al de Aníbal Quijano, permítasenos cerrar esta nota con una lectura probablemente excesiva de algunos de los muchos escritores de origen, épocas y estéticas distintas, que se inspiraron en El Quijote; son Heine, Flaubert, Nabokov, Fuentes y Dostoyievsky: En todos los pasos de mi vida me acosaban los espectros del escuálido caballero y de su panzudo escudero. Un niño, si se encarna temprano en Don Quijote, establece en sí mismo, sin saberlo, el principio general de todas las encarnaciones. Lleva [cuatrocientos] años cabalgando por las junglas y las tundras del pensamiento humano, y ha crecido en vitalidad y estatura. Es un anacronismo que no sabe su nombre. Si el mundo terminara y en algún lugar del más allá se preguntara a los hombres: “¿han entendido su vida en la tierra?, ¿qué conclusión hicieron de ella?” entonces podría argumentar calladamente por medio del Quijote: “Esta es mi conclusión sobre la vida, ¿me pueden enjuiciar por ella?”.

1. Sala VI del Centro Virtual Cervantes (cvc.cervantes.es/artes/muvap/sala6). 2. “Don Quijote, autor de Cervantes”, Estudios Públicos 100, 2005. Residente en New York, Manguel fue nombrado por Macri como nuevo director de la Biblioteca Nacional ya en diciembre de 2015, pero no volverá al país ni asumirá hasta junio/julio por compromisos previos, según declaró. No quiere decir que sea un director completamente ausente: aunque solo pasó un día de febrero hasta ahora por la Biblioteca para “conocer a la gente” mientras Elsa Berber le aguanta los trapos en el cargo, desde entonces ya fueron despedidos cientos de los empleados de la Biblioteca, mientras se nombró “por excepción” en un alto cargo a una vieja conocida: su sobrina. 3. Cervantes o la crítica de la lectura, México, Mortiz, 1976. 4. Así encuentra su lugar en la novela un riquísimo muestrario de la vida cotidiana y la cultura popular de la época. 5. “Magias parciales del Quijote”, Otras inquisiciones, Madrid, Alianza, 1997. 6. Todas las citas de El Quijote corresponden a la edición del Instituto Cervantes disponible en cvc. cervantes.es/literatura/clasicos/quijote/default.htm. 7. Ver “Literatura y sociedad” en IdZ 7.


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A propósito del centenario de su fallecimiento

El extraño mundo de Jack (London)

Fotomontaje: Juan Atacho

Nicolás Bendersky Politólogo y docente de escuela media. Algunos nombres propios de la literatura tienen la fuerza suficiente como para aferrarse a la vida de millones de personas. Para ser un pedazo de todos (o de muchos), ya sea por haber sido primera lectura –de las que dejan marcas indelebles grabadas a fuego– o simplemente por ser un sinónimo de historias, aventuras, relatos, lugares, situaciones, personajes, colores y sabores. Jack London, el escritor norteamericano del que este año se cumplen 100 años de su fallecimiento, fue un verdadero “contador de historias”. Y no fue sino un personaje polémico y controversial, de esos que no pasan desapercibidos. Un escritor inmensamente adulado y elegido, pero también criticado y hasta acusado. Uno de eso escritores que mueven cielo y tierra con su prosa, pero que en definitiva pasan a la historia simplemente por ser leídos con pasión y sentimentalismo a lo largo y a ancho del globo. Leídos en una obra prolífica nutrida de novelas, cuentos, discursos, folletos y artículos, escritos en tan solo dieciséis

años de carrera profesional. Adentrarse en el “extraño mundo” de Jack, constituye una apasionada y verdadera aventura.

Retazos de una vida intensa John Griffith London vivió tan solo 40 años. Pero su corta existencia contrasta deliberadamente con la abundancia y variedad de vivencias que experimentó en infinidad de lugares. Su corazón, arriesgado y aventurero, latía más fuerte cada vez que se embarcaba (literalmente, en ocasiones) hacia lo exótico y desconocido. La intensidad fue impregnando cada instante de su vida, confundiendo en ocasiones la ficción con la realidad, pero también nutriendo a ambas, entremezclando narraciones y experiencias con la propia imagen que él quería exponer a sus lectores. Una verdadera vida de novela que pudo transformar, como pocos, en novela de la vida. Nacido en 1876 en San Francisco, en el seno de una familia pobre, tuvo diversos oficios desde muy pequeño. Fue, entre otros,

repartidor de periódicos y hielo, barrendero y limpiador de barcos. Pero la época marcada por la crisis de 1873 hizo que el joven Jack, a la temprana edad de quince años, comenzara a trabajar en una fábrica enlatadora, hasta dieciséis horas al día por unas pocas monedas, como parte de una explotación descarada. Súbitamente, decidió sumarse a un grupo de saqueadores de ostras y luego tuvo su propia embarcación pirata, lo que le valió el apodo de “príncipe de los ladrones de ostras”. Posteriormente se enroló en una patrulla pesquera, y al fin se decidió a surcar el Océano Pacífico norte –desde Japón al estrecho de Bering– a la caza de focas. Al volver, trabajó en una fábrica de hilados de yute, fue paleador en una mina de carbón para una central ferroviaria, obrero de una lavandería y luego se lanzó al vagabundeo por varias ciudades de Estados Unidos. En su vuelta a la Bahía de San Francisco se dejó tentar por la fiebre del oro de Alaska, que lo llevó por los fríos parajes del Yukón y el Río Klondike, en busca de »


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fortuna aurífera. Sucedió que “al cavar las entrañas de la tierra en las tenebrosas regiones del Ártico, habían encontrado yacimientos de cierto metal amarillo, y al propagarse la buena nueva, miles de seres humanos se lanzaban hacia los helados países norteños en busca del codiciado metal”1, incluido el bueno de Jack. Al retornar con el sueño del oro hecho añicos y las manos callosas y vacías, traía también consigo la mochila cargada de historias de vida para ser contadas. Y así comenzó su largo y sinuoso camino para convertirse en escritor.

Lectura y escritura de un lobo de mar Sus incursiones desde muy joven por la Biblioteca Pública de Oakland lo acercaron a la literatura universal. Las novelas de Flaubert y Melville, Tolstoi y Dostoievski, nutrieron sus primeras lecturas. Luego siguió su interés por Poe, Kipling, Zola y Stevenson, sumado a su despertar político-social, que lo acercó a Spencer, Darwin, Malthus, Marx, Engels y Nietzsche. Las agotadoras jornadas en las fábricas le dejaban muy poco tiempo libre, que igual maximizaba utilizando cada minuto para escribir. Entre bostezos y café, quitándole horas al sueño, la luz permanecía prendida hasta altas horas de la noche, escribiendo artículos y cuentos que luego enviaba a concursos literarios y periódicos, sin mayor suerte. Jack London había nacido para escribir y nada se iba a interponer en ese encuentro. Así lo relata en su autobiografía novelada, titulada Martín Eden, luego de haberse decidido a alquilar una máquina de escribir: Y entonces, restrellante de luz, brotó la idea. Escribiría. Sería uno de los ojos del mundo, uno de los corazones a través de los cuales siente ese mundo y uno de los oídos a través de los cuales el mundo oye. (…) En prosa y en verso, sobre hechos reales e imaginarios (…) escribiría2.

Los rechazos deliberados por parte de decadentes editores no mellaron su voluntad ni lo hicieron flaquear, convencido de que en algún momento le llegaría su oportunidad ansiada. Y así fue. Comenzaron a pagarle algunos pocos dólares hasta que luego le ofrecieron adelantos por sus novelas. Su carrera se catapultó y logró publicar, con el correr de los años, más de 50 libros. Su explosión como escritor coincidió con un vertiginoso desarrollo de la técnica industrial en la elaboración de libros y revistas, que le permitió combinar sus grandes dotes como escritor, junto al boom editorial en ciernes, potenciando su llegada y expansión hacia el público lector. Asimismo, rápidamente se

convirtió en un escritor leído por los obreros en especial. No solo en los EE. UU. sino también en alejadas geografías como Rusia donde, luego de la revolución de 1917, sus libros se leían extendidamente en las escuelas. Al respecto, en 1929 la revista New Masses –publicación de la izquierda estadounidense– escribe sobre London que (…) Los obreros que leen, leen a Jack London. Es el único escritor al que han leído todos, es la sola experiencia literaria que tienen en común. Los obreros de las fábricas, los peones del campo, los marinos, los mineros, los vendedores de diarios, lo leen y lo releen. Es el escritor más popular entre la clase obrera de los EE. UU.3.

El llamado del éxito Su obra más famosa por la cuál iba a ser reconocido y admirado fue sin duda El llamado de la Selva publicada en 1903. Catalogada como una obra para público juvenil, posee fuertes metáforas sociales repletas de aspectos autobiográficos. Comenzó su escritura como un cuento corto y puntual, pero luego de unos días la historia fluía como un río tormentoso, devenido en una larga novela. En ella, el protagonista (un perro llamado Buck, mitad San Bernardo, mitad pastor escocés) debe abandonar una casa con comodidades para enfrentar raudamente el rudo paisaje de Alaska. Allí, no solo debe adaptarse a las duras condiciones de vida a varios grados bajo cero, sino también convivir con una nueva ley de la vida, el código de la ley primitiva, enfrentándose a otros perros salvajes sin misericordia ni moral. Caracterizando esta ley, escribe que era preciso dominar o ser vencido; pero jamás compadecer, porque la compasión era atributo de los débiles. En la vida primitiva no hay compasión ni misericordia, que pudiera tomarse por cobardía. Y la cobardía era el camino de la muerte. Matar o morir. Devorar o ser devorado. Tal era la ley4.

El rotundo éxito hizo que la primera publicación de 10 mil ejemplares se agotaran en 24 horas y luego el libro se tradujo a muchos idiomas, haciéndolo famoso en todo el mundo. La crítica lo alabó calificándolo como un clásico norteamericano al que algunos llamaban “el Rudyard Kipling del norte”, parangonándolo con el gran escritor Inglés, nacido en India. Luego vinieron otros de sus libros de variados géneros (aventuras, ciencia ficción, policiales) como Colmillo Blanco, Cuentos de los mares del sur, Lobo de mar, La peste escarlata, Gente del abismo, Asesinatos S.L., Knock out y Vagabundo de las estrellas.

“Suyo, para la revolución” Un capítulo importante de su vertiginosa vida, estuvo dedicado a su acercamiento al socialismo norteamericano. Tanto sus vivencias como trabajador de fábrica desde muy chico –retratado en incisivos cuentos como El apóstata–, sus incursiones en el submundo de Londres –plasmado en la obra Gente del abismo–, sumado a sus intensas lecturas del Manifiesto Comunista durante su estadía en Alaska; lo condujeron a una (algo difusa) toma de partido por el socialismo. No exento de importantes contradicciones (que incluían su admiración por el teórico Herbert Spencer, adalid del darwinismo social5, o sus repudiables y decadentes planteos contra los japoneses, chinos y negros) Jack London propagandizó durante toda su vida, una visión amplia de lucha por una sociedad sin explotación, antagónica al capitalismo. Al adherir al naciente Partido Socialista Norteamericano orientado por Eugenio Debs y Daniel De León, asumió el rol de difusor del socialismo en Estados Unidos recorriendo decenas de ciudades, dando discursos no solo a jóvenes en Universidades y mitines, sino también a miembros de la alta sociedad y hombres de negocios. Aprovechando su reputación como escritor y coincidiendo con la Revolución rusa de 1905, London publicó una colección de discursos y conferencias titulada La guerra de las clases que se agotó a poco de salir y debió ser reimpresa tres veces a raíz de su éxito editorial. Quien firmaba sus cartas con la frase “suyo para la revolución”, tenía una profunda confianza en que la clase obrera encabezará la transformación socialista de la humanidad. Así lo expresa en un ensayo de 1906 donde sostiene que los socialistas eran revolucionarios, en la medida en que luchaban para transformar la sociedad tal como existe actualmente, y con otros materiales, construir una nueva sociedad. Yo también era socialista revolucionario. (…) Estas son mis perspectivas.(…) [y] quiero hacer constar mi confianza hacia la clase obrera6.

Huelga, socialismo y materialismo histórico De varios cuentos, novelas y conferencias que tratan el tema, son La huelga general, La Fuerza de los fuertes y Talón de fierro, aquellos donde vuelca su brillante talento literario al servicio de esta perspectiva de transformación socialista. La huelga general relata, de modo apocalíptico, una huelga que comienza en San Francisco y que se va extendiendo a otras ciudades lo largo y ancho de los Estados Unidos. Las charlas entre millonarios, burgueses


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y personajes de la alta sociedad reunidos en un club exclusivo, van retratando la paralización total de los resortes económicos, encabezada por las organizaciones sindicales que se prepararon para ello con varios meses de anticipación, pertrechándose de víveres y otros productos. Parangonada con un terremoto u otra catástrofe natural, los capitalistas se indignan porque no tienen leche, pan fresco ni aceitunas para los aperitivos, debido a que todos se encuentran en huelga. Uno de ellos sostiene que “siempre que habeís tenido al obrero debajo, le habéis exprimido; y ahora que él os tiene a vosotros y os aprieta, empezáis a chillar”7 reconociendo que quienes aplastaron siempre a los trabajadores, ahora están viendo su gran venganza y mordiendo el polvo. La narración, que constituye un homenaje a Eugenio Debs (padre del socialismo norteamericano), posee altas dosis de sarcasmo, y va adquiriendo tensión cuando la comida se va acabando y la desesperación de los burgueses aumenta proporcionalmente. Más allá del triunfo coyuntural de las reivindicaciones obreras, el ejercicio de imaginación de London busca el reconocimiento de la fuerza obrera potenciada por la organización en la acción conjunta, en lucha contra la clase capitalista. La fuerza de los fuertes, un cuento poco conocido del autor, retrata magníficamente el devenir de una tribu primitiva que va incorporando lentamente la desigualdad y la explotación, constituyendo una verdadera obra maestra y demostrando hasta qué punto London poseía una visión materialista, inspirada en el marxismo. Los personajes comienzan viviendo en una sociedad igualitaria donde todos deben cazar y pescar. Lentamente, frente a la aparición de un excedente productivo, emerge una clase dominante que se va apropiando de aquello producido, cercando las tierras, creando el dinero, rodeándose de una fuerza represiva para garantizar su dominio, imponiendo un tributo, viviendo del trabajo ajeno y justificando su lugar predominante mediante la religión y la ideología. Es decir, el surgimiento de un Estado como forma de opresión de una clase sobre otra. Frente a la aparición de personajes díscolos que sostenían que toda la tribu debería trabajar (acabando con la desigualdad, los guardianes y vigilantes), los personajes dominantes lo acusan de loco y de querer hacer retroceder el avance social. La decadencia de esta comunidad vencida por otra tribu, lo induce a la optimista reflexión de que Algún día la fuerza de los fuertes (…) [se] unirá (…) de modo que ni un solo hombre en el mundo luche contra otro. No habrá ni guardianes ni vigilantes. (…) Y todos

los hombres serán hermanos y nadie podrá holgazanear al sol y ser alimentado por sus compañeros8.

La novela Talón de Hierro –escrita en 1908– es quizás la más conocida y renombrada en su veta socialista, y para algunos su obra narrativa/política cumbre. Escrita en la forma de un manuscrito de Avis, la protagonista esposa del líder revolucionario Ernesto Everhard, va desplegando las características de la dominación de un régimen totalitario, expresión de la más concentrada oligarquía plutocrática que, dueña de los monopolios industriales, controla el poder del Estado. Luego de las derrotas de levantamientos revolucionarios como la Comuna de Chicago (en clara alusión a la Comuna de París de 1871), se asienta un régimen dictatorial que va a dominar con mano de hierro ejerciendo una explotación descarada sobre la clase trabajadora y sus familias. En la reconstrucción de la vida de Everhard, London sostiene su perspectiva de cambio social en boca de su personaje: Nuestra intención es tomar no solamente las riquezas que están en las casas, sino todas las fábricas, los bancos y los almacenes. Esto es la revolución (…) Queremos tomar en nuestras manos las riendas del poder y el destino del género humano. ¡Estas son nuestras manos, nuestras fuertes manos!9.

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leí por la noche el cuento Amor a la vida”11 que relata la pelea a muerte entre un hombre y un lobo. En tanto que León Trotsky, luego de la lectura de Talón de Hierro, le escribe una carta a su hija, Joan London, sosteniendo que: Lo que le interesa [al autor] no es el destino individual de sus héroes, sino el destino del género humano.(…) su tendencia apasionada a espabilar a quienes se dejan adormecer por la rutina, a obligarlos a abrir los ojos, a ver lo que es y lo que está en proceso12.

*** Jack London –autor que publicaremos próximamente desde Ediciones IPS– con su mundo polifacético a cuestas, constituye un gigante de la literatura. Su capacidad de abordar variadas temáticas, repletas de aristas y matices lo ubica, a pesar de sus contradicciones, entre los más brillantes literatos. Mucha de su obra contiene la promoción del socialismo y filosas críticas y denuncias al capitalismo, a la cruda explotación del trabajo humano y a la destrucción del medio ambiente. Todo eso y más, es parte del extraño mundo de Jack.

Talón de Hierro constituye una sagaz anticipación histórica al ascenso del fascismo.

Lecturas auspiciosas Al convertirse en best seller, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo, Jack London fue leído por personalidades de la historia a los cuales les dejó una marca indeleble. Algunos de sus lectores auspiciosos fueron el premio Nobel de Literatura, el francés Anatole France y el historiador norteamericano Howard Zinn (quién prologó una edición de Talón de hierro). Pero quienes se destacaron en su lectura fueron sin duda aquellos que compartían su mirada socialista y que pusieron el ojo en la gran capacidad narrativa del escritor estadounidense. Ernesto Che Guevara cuenta que, tras haber sido herido luego del desembarco del Granma, se identificó con un cuento de London “donde el protagonista apoyado en el tronco de un árbol se dispone a acabar con dignidad su vida, al saberse condenado a muerte, por congelación, en las zonas heladas de Alaska”10. Por su parte, Vladimir Ilich Lenin también era un asiduo lector de London, como recuerda su compañera Nadezhda Krupskaia, quién escribió que “dos días antes de su muerte, le

1. London, Jack: El llamado de la selva, Barcelona, Proyectos Editoriales, 1984. 2. London, Jack: Martín Eden, Bs. As., Ediciones Siglo Veinte, 1974. 3. Russak, Martin: “Jack London”, New Masses, enero 1929. 4. Op. cit. 5. Teoría que traslada la evolución, la selección natural y la supervivencia del espécimen más apto, a la sociedad humana y su desarrollo. 6. London, Jack: “Yo he nacido en la clase obrera”, Cosmopolitan Magazine, marzo de 1906. 7. London, Jack: “La huelga general” en La huelga general., Bs. As., Biblioteca Página/12, 1995. 8. London, Jack: “La fuerza de los fuertes” en La huelga general., Bs. As., Biblioteca Página/12, 1995. 9. London, Jack: Talón de hierro, Bs. As., Editorial Leviatan, 1989. 10. Guevara, Ernesto: La sierra y el llano, La Habana, Casa de las Américas, 1961. 11. Krupskaia, Nadezhda: Memorias de Lenin, citado en O´Connor, Richard: Jack London, México, Editorial Diana, 1964. 12. Trotsky, León: Literatura y Revolución, Bs. As., Editorial El Yunque, 1973.


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CULTURA Lecturas críticas

NEOLIBERALISMO SEXUAL. EL MITO DE LA LIBRE ELECCIÓN,

de Ana de Miguel

Madrid, Ediciones Cátedra, 2015.

Celeste Murillo Comité de redacción.

Una de las ideas más interesantes que recorre el libro de la filósofa española Ana de Miguel es muy simple, y aun así aparece como controvertida en el paisaje feminista actual: no existe la libre elección. En las más de 300 páginas del libro, la autora recorre varios de los debates centrales del feminismo en las democracias capitalistas actuales, en particular las democracias europeas, denominadas por de Miguel “sociedades formalmente igualitarias”. El planteo de la ausencia de elecciones verdaderamente libres encuentra un diálogo inevitable con aquellas críticas que desde el marxismo señalan los múltiples cruces entre la opresión de género y de clase, atravesados a su vez por las múltiples determinaciones que significan etnia, religión, las sexualidades no heteronormativas, por citar solamente las más conocidas. Uno de los focos de tensión del libro es la reflexión sobre cómo se reproducen, incluso en sociedades “formalmente igualitarias”, las relaciones y los valores patriarcales. El libro se sitúa en un momento en que, tras décadas de lucha de las mujeres, se han conquistado múltiples derechos democráticos, pero a la vez crecen problemas como la mercantilización de la sexualidad o la violencia machista y sexual (cuya expresión extrema es el femicidio). Sin ir más lejos, el Estado español está entre los países que encabezan los índices de violaciones y femicidios en Europa. Pero no es necesario limitarse a los aspectos extremos del sometimiento femenino para advertir la dualidad de sociedades en las que conviven la ampliación de derechos políticos y la vigencia de la opresión. Teóricas del feminismo como Nancy Fraser ya habían señalado el fracaso que significó para el feminismo el pasaje de criticar la economía política a transformar la cultura. Una batalla cuyos alcances, como señalamos en números anteriores, es contradictorio y limitado1. De Miguel señala que: “la estructura patriarcal se asienta y difunde por medio de la machacona creencia de que como ‘ya hay igualdad’, cualquier acción que realicen las mujeres es fruto

de la libre elección”. La autora analizará críticamente la idea de la libre elección con respecto a tres ejes centrales: la socialización diferencial, el regreso del rosa/celeste (regenerización de la infancia) y la industria de la cultura y el ocio fuertemente patriarcal. Mediante esos tres mecanismos, sostiene de Miguel, las decisiones de las mujeres, así como la de los varones, están condicionadas. La mujer para transformar su cuerpo o partes de él en objeto y el varón para “consumirlo”. Otro aspecto interesante es la explicación de las relaciones entre el neoliberalismo económico y lo que la autora denomina “neoliberalismo sexual”.

especialmente a los varones jóvenes a quienes se educa desde la infancia en los valores patriarcales:

El neoliberalismo económico encuentra, en la desigualdad de género y el “neoliberalismo sexual”, una importante fuente de legitimación del núcleo de su discurso: todo tiene un precio, todo se puede comprar y vender. Eso sí, con el consentimiento de las implicadas.

En el centro del cuestionamiento de la “libre elección” de prostituirse está la crítica a un sistema social que ha reducido a una simple mercancía el cuerpo de las mujeres, pero no solo eso, sino que también ha sometido las relaciones sexuales e interpersonales a las reglas del mercado. No podemos más que acordar con el señalamiento de que la prostitución reproduce desigualdad, dado que es imposible escindirla de la sociedad de clases que mantiene y reproduce la opresión patriarcal de las mujeres. Es necesario analizar las nuevas configuraciones de la relación capitalismo-prostitución, intentando abrir nuevos debates teóricos y políticos. En ese sentido, en un número anterior de IdZ Andrea D’Atri3 analizaba y desarrollaba los debates centrales entre feminismo y marxismo acerca de la prostitución en un contexto en el que la prostitución (legal e ilegal) representa uno de los mayores negocios capitalistas. Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección invita a recorrer las construcciones simbólicas y culturales que alimentan los valores patriarcales desde la infancia y la adolescencia, revisa la trayectoria del feminismo como movimiento social y abre una reflexión sobre los desafíos de las feministas jóvenes. Al mismo tiempo, deja abiertos importantes interrogantes, especialmente sobre la reproducción de las condiciones sociales que hacen posible que esas sociedades “formalmente igualitarias” se basen, a la vez, en la opresión (política, económica, sexual) de la mitad de sus miembros por su género.

Para de Miguel, la oferta constante que realiza la industria cultural y publicitaria vía la cosificación de las mujeres transmite un mensaje, especialmente a los varones, de que lo importante es el deseo del individuo y que el mercado proveerá los cuerpos y los medios para satisfacerlo. Así, se zambulle en uno de los debates feministas más en boga en la actualidad, la prostitución y la idea (defendida mayoritariamente por corrientes posmodernas) de que es posible elegir libremente ejercer la prostitución. Más allá de las explicaciones que ensaya, pensadas especialmente para un público joven y educado en la “igualdad”, lo valioso de su planteo radica sobre todo en la relación entre el plano económico (explotación y desigualdad) y la opresión de género (despreciado por “reduccionista” tanto por las defensoras acríticas de la “igualdad” como por las feministas de la “diferencia”). La autora destaca otro problema actual presente en un sinfín de discusiones: el consentimiento y la tesis de que cualquier relación es “aceptable” si el sexo es consentido (extirpando las relaciones del contexto de una sociedad desigual). A partir de esta idea analiza críticamente algo que denomina “patriarcado del consentimiento”, donde ubica la multiplicidad de teorías y visiones posmodernas que acompañan la visión mainstream de que la igualdad ya fue alcanzada. En una entrevista con La Izquierda Diario2, Ana de Miguel reflexionaba sobre la prostitución como una institución que reproduce y enseña la desigualdad,

¿Qué es la prostitución en relación con eso? Es enseñar a los chicos, cuanto antes mejor, como un rito de aprendizaje, que “tu deseo es lo primero, es lo único que cuenta” y la sociedad patriarcal va a brindar los medios para satisfacer ese deseo. El mensaje que recibe el chico al que llevan “de putas” o en estos libros académicos que se hace apología de la prostitución es este: “en la vida solo tienes que ocuparte de una cosa, de tu deseo, tener dinero en el bolsillo y satisfacerlo”.

1. C. Murillo, “Feminismo cool, victorias que son de otras”, IdZ 26, diciembre 2015. 2. “La prostitución es una escuela de desigualdad humana”, La Izquierda Diario, 29/02/2016. 3. A. D’Atri, “Pecados & Capitales”, IdZ 7, marzo 2014.


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LA POLÍTICA SECRETA DE LA ÚLTIMA DICTADURA ARGENTINA (1976-1983), de Paula Canelo

Bs. As., Editorial Edhasa, 2016.

Eduardo Castilla

Redacción La Izquierda Diario.

El libro1 de Paula Canelo permite bucear en las múltiples discusiones que recorrieron las cúpulas militares durante el ciclo represivo iniciado en marzo de 1976. Constituye así una contribución más que interesante y, por eso mismo, recomendable. El trabajo cuenta con fuentes valiosas. Se trata de documentación oculta hasta hace muy poco tiempo2. Una parte son documentos que circularon en el interior de la cúpula militar entre 1976 y 1979. Los llamados Planes Políticos de la Dictadura dan cuenta de proyectos –provenientes de diversos sectores de las FF. AA.– que buscaban perpetuar el poder militar. También pueden localizarse aportes de intelectuales civiles estrechamente ligados al régimen3. La segunda fuente de la que se nutre el libro son las Actas Secretas de la Dictadura, que dan cuenta del temario de 280 reuniones formales realizadas por la Junta Militar en el gobierno. Su estudio permite otear las principales preocupaciones de los jerarcas del Proceso. Estas fuentes se completan con entrevistas, documentos públicos y prensa del período, ofreciendo un amplio material para profundizar el tema.

Una interpretación desde lo político

Canelo se propondrá lograr “una interpretación política de la dictadura militar” con el fin de “complejizar las interpretaciones predominantes (…) que aquí llamaremos ‘economicistas’, sin necesariamente negarlas”. Dirá que “es imprescindible recuperar como clave interpretativa fundamental la autonomía de la política” (p. 11). La autora señala que: … la interpretación “economicista” afirma que los objetivos económicos (…) explicarían todos los demás objetivos del régimen militar (…) está estrechamente vinculada con la que enfatiza el estudio de los civiles sobre el de los militares.

Ambas confluyen para proponer el predominio del poder y los intereses socio-económicos de minorías sociales definidas alternativamente como “grupos privilegiados”, “oligarquías”, como monopolios, “grupos económicos”, etc. por sobre los de las Fuerzas Armadas (p. 32). En el intento de contrarrestar una definición que entiende como mecanicista, la autora enfatizará la autonomía del grupo gobernante y, a partir de allí, analizará en detalle las perspectivas y los límites de los proyectos políticos esbozados por los grupos internos de las FF. AA.

Buceando en las internas

El trabajo ilustra las tensiones que recorrieron al poder militar, entre un ala “dura” y un ala “politicista”, mediadas por un centro que era, esencialmente, el que ejercía la conducción del Estado. El libro muestra la existencia de un consenso global sobre la necesaria transición hacia un régimen más estable, donde las FF. AA. pudieran ocupar un lugar legitimado institucionalmente. Las tensiones emergían a la hora de precisar las formas de esa continuidad y la relación con los partidos políticos4. En esa perspectiva Canelo señalará como una debilidad fundamental la ausencia de “síntesis ideológica” en las FF. AA. Esto intentará suplirse por una serie de delicados mecanismos de equilibrio, en pos de garantizar un reparto tripartito del poder, aunque con primacía del Ejército. Junto al objetivo de perpetuar su protagonismo en el régimen, otro elemento logrará amalgamar a las diferentes alas de las FF. AA.: la necesidad de ser reconocidos como “vencedores” de la llamada “guerra contra la subversión”. Esto, que la autora define como “consenso antisubversivo”, será el pilar sobre el cual exigir no ser juzgados por los crímenes cometidos5. Pero la imagen de “fuerzas victoriosas” será barrida por la derrota militar en Malvinas.

Fracasos y razones

Como ya señalamos, el trabajo de Canelo planteará la hipótesis de la autonomía de los militares como grupo gobernante en contraposición a lo que llama análisis “economicistas”. Pero en sus conclusiones se verá obligada a señalar que “la última dictadura argentina se planteó objetivos mucho más ambiciosos de los que finalmente logró concretar. Especialmente sus descomunales objetivos políticos iniciales tuvieron una pobre performance” (p. 230).

Para explicar este declive Canelo recurrirá, esencialmente, a las tensiones internas de las FF. AA. y a la imposibilidad del régimen para dar “solución” a la cuestión de los miles de desaparecidos6. Pero estos aspectos, si bien correctos, tienden a extrapolarse en el análisis de la autora. Ni la crisis social y económica, ni la creciente resistencia obrera y popular a las consecuencias del plan económico, tienen peso como factores explicativos en el declive del régimen genocida. Es imposible negar la autonomía de la gozaron los militares como grupo gobernante, que llegaba al punto de que Emilio Massera, integrante de la Junta Militar, criticaba abiertamente las consecuencias sociales del plan económico gubernamental. Sin embargo, visto de conjunto, el Proceso impulsó un genocidio de clase destinado a reorganizar el conjunto de las relaciones sociales en interés del gran capital imperialista y local. La brutalidad de sus métodos estuvo definida por el poder social que debía enfrentar: una clase obrera altamente combativa, que cuestionaba a las direcciones burocráticas peronistas y amenazaba a un gobierno del mismo signo político. La explicación de Canelo, centrada en los factores de orden político, termina torciendo el fiel de la balanza hacia un análisis relativamente unilateral, donde el carácter de clase del genocidio queda desdibujado.

1. Las referencias a las páginas de esta edición del libro irán entre paréntesis. 2. Parte de los materiales fue descubierta “en el Edificio Cóndor de la Fuerza Aérea en 2013, durante la realización de tareas de mantenimiento y limpieza”. Esto evidencia la multiplicidad de archivos sobre el período aún ocultos. A pesar del constante pedido de los organismos de DD. HH., el Estado mantiene en secreto gran parte de esa documentación. 3. Los casos paradigmáticos son los del “socialista” Américo Ghioldi y el abogado Jaime Perriaux. 4. Mientras el sector duro se negará a cualquier tipo de diálogo, el ala politicista sostuvo estrechos vínculos con la UCR y varios partidos provinciales. 5. “Al ejercito vencedor no se lo enjuicia ni se le pide rendición de cuentas luego de la guerra” (p.157), afirmará el general Harguindeguy en 1980, ilustrando la lógica que guiaba a los altos mandos militares. 6. Crisis que crecerá luego de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 1979.


NUEVO LIBRO DE EDICIONES IPS-CEIP

6 de mayo - 20:30 horas - Sala Roberto Arlt

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42ª Feria Internacional del Libro

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Presentación en la

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Como primer título de la colección de “Arte, Cultura y Comunicación” de la editorial, esta compilación reúne artículos, cartas, entrevistas y declaraciones (varios de ellos inéditos en nuestro idioma) a través de las cuales podremos acercarnos a los debates sobre la relación entre arte y revolución que entablaron André Breton –el representante más destacado de una de las corrientes artísticas más disruptivas del siglo XX– y León Trotsky –el dirigente exiliado en México que simbolizaba tanto el espectro de la Revolución rusa como el de una alternativa política que enfrentaba la burocratización de esa experiencia–, y que se plasmaron en la elaboración conjunta del “Manifiesto por un arte revolucionario independiente”. El libro incluye también otros testimonios y reflexiones sobre el encuentro y las repercusiones del manifiesto, como los de Jacqueline Lamba, Gérard Roche, Pierre Naville, Maurice Nadeau o Marguerite Bonnet. El prólogo, a cargo de Eduardo Grüner, explora el carácter “inaudito” del manifiesto: “No hay ningún otro manifiesto de talante similar que haya reunido la figura de un referente revolucionario mundial de la talla de Trotsky con la de un ‘jefe’ de un movimiento vanguardista de la importancia del surrealismo como Breton. No hay, tampoco –y ambos fenómenos están estrechamente conectados–, otro documento que plantee en términos tan relativamente prácticos la relación entre política estética y política revolucionaria, y que lo haga en términos tan inequívocamente marxistas”.


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