Boletín de la Congregación Unida El buen Pastor - Diciembre 2018

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Mes de diciembre de 2018

TESTIGOS DE LA NAVIDAD

El evangelio de Mateo nos relata que Jesús, María y José recibieron la visita de unos magos o sabios provenientes del Oriente. La identidad de estos misteriosos visitantes es una incógnita por el poco detalle que nos da el evangelista. La tradición cristiana que nos fue trasmitida llama a estos misteriosos visitantes los tres reyes magos. Aunque el evangelista los llama solamente magos la presencia de los visitantes parece ser muy importante para la fe. La pregunta que nos surge es: ¿por qué son tan importantes estos personajes para nuestra vida de fe? Los magos, provenientes de un país del oriente no especificado, representan anticipadamente a los pueblos no judíos que reconocerán a Jesús como el Mesías. Los magos, como migrantes y ajenos a la tradición judía, son testigos de la epifanía de Dios. El nacimiento de Jesús es un mensaje para todos, incluidos para quienes no pertenecen al pueblo judío. El nacimiento de Jesús es un mensaje de amor, paz y justicia para toda la creación de Dios y no se limita, ni se agota a un solo pueblo, grupo o región. La fe de los magos moviliza al seguimiento de la estrella, lo que les posibilita ser testigos de la mayor revelación de Dios. La fe es aquello que nos mueve a seguir en el camino de Dios y ser testigos de su presencia. De esta manera los magos, que estudiaban los astros y veían en ellos signos del curso de la historia humana, optan por ser testigos del nacimiento de Jesús, por medio de la fe. Sin embargo, el testimonio de la revelación de Dios no quedó reducida en aquellos representantes provenientes de Oriente, sino que con el tiempo los misteriosos magos fueron tomados teológicamente para enfatizar nuevamente la amplitud del mensaje de Dios, pero esta vez como representantes continentales. Hoy los nombramos y conocemos como los “tres reyes magos”. Sabemos que el evangelista nos dice “algunos magos” (Mt 2:1) sin precisar sus nombres, ni que fuesen reyes, ni que fueran tres. Fue en el siglo III cuando se estableció que pudieran ser reyes, ya que hasta entonces, por sus regalos y las iconografías que los representaban, tan solo se consideraba que eran personas pudientes. Fue también en ese siglo cuando se estableció que fueron tres por los regalos, ya que hasta entonces había dibujos con dos, tres o cuatro magos, e incluso la Iglesia ortodoxa siria y la Iglesia apostólica armenia aseguraban que eran doce, como los apóstoles y las doce tribus de Israel. En el intento de descubrir a los misteriosos visitantes, en el siglo VI son asignados los nombres de los tres reyes magos: Melchor, Gaspar y Baltazar. Fue en el siglo XIV, el monje benedictino Beda, doctor de la iglesia, describió a los reyes magos: Melchor, anciano de blancos cabellos y larga barba del mismo color; Gaspar, más joven y rubio; y Baltasar, un señor negro. De esta manera, Beda los identificó como representantes de Europa, Asia y África. La representatividad fue ampliándose de tal manera que significo que todo el mundo tiene la posibilidad de ser testigo del nacimiento del Salvador.


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