JEREMÍAS 31.1-9 / HECHOS 4.1-14, Traducción en Lenguaje Actual 1
PEDRO Y JUAN ESTABAN HABLANDO TODAVÍA CON LA
gente cuando se acercaron algunos sacerdotes y saduceos, y el jefe de los guardias del templo. 2 Estaban muy enojados porque Pedro y Juan enseñaban que los muertos podían resucitar, así como Jesús había sido resucitado. 3 Entonces apresaron a Pedro y a Juan; pero como ya estaba anocheciendo, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente. 4 Sin embargo, al escuchar el mensaje que daban los apóstoles, muchos creyeron en Jesús. Ese mismo día, el grupo de los seguidores de Jesús llegó como a cinco mil personas. 5 Al día siguiente, la Junta Suprema se reunió en Jerusalén. En la Junta estaban los líderes del país, con sus consejeros y los maestros de la Ley. 6 Allí estaba Anás, que era el jefe de los sacerdotes, junto con Caifás, Juan, Alejandro y los otros sacerdotes principales. 7 Pedro y Juan fueron llevados a la presencia de todos ellos, los cuales empezaron a preguntarles: ¿QUIÉN LES HA DADO PERMISO PARA ENSEÑAR A LA GENTE? ¿QUIÉN LES DIO PODER PARA HACER MILAGROS?
Entonces Pedro, lleno del poder del Espíritu Santo, les dijo a los líderes y a sus consejeros: Señores, 9 ustedes nos preguntan acerca del hombre que estaba enfermo, y que ahora está sano. 10 Ustedes y toda la gente de Israel deben saber que este hombre está aquí, completamente sano, gracias al poder de Jesús de Nazaret, el Mesías. Ustedes ordenaron que a Jesús lo mataran en una cruz, pero Dios lo ha resucitado. 11 Ustedes han actuado como los constructores que rechazaron una piedra, y luego resultó que esa piedra llegó a ser la piedra principal que sostiene todo el edificio. 12 SÓLO JESÚS TIENE PODER PARA SALVAR. SÓLO ÉL FUE ENVIADO POR DIOS, Y EN ESTE MUNDO SÓLO ÉL TIENE PODER PARA SALVARNOS. 13 Todos los de la Junta Suprema se sorprendieron de oír a Pedro y a Juan hablar sin ningún temor, a pesar de que eran hombres sencillos y de poca educación. SE DIERON CUENTA ENTONCES DE QUE ELLOS HABÍAN ANDADO CON JESÚS. 14 Y no podían acusarlos de nada porque allí, de pie junto a ellos, estaba el hombre que había sido sanado. 8