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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO Martes 5 de junio, 19 hrs. Pioneros/as del presbiterianismo en México (II) (Salmo 78.1-8) Modera: D.I. Laura Cabrera B. MELINDA RANKIN (181 1-1 888) (I) M. Ángel González Quiro ga y Timothy P. Bowman
L
os escritos de Melinda Rankin revelan poco acerca de sus primeros años, pero se sabe que sus abuelos, James Rankin y Margaret Wetherspoon Rankin, emigraron de Escocia en 1776, estableciéndose primero en Thornton, Nueva Hampshire, pero mudándose más tarde a Littleton, donde participaron en asuntos civiles y religiosos. Su hijo, David, se casó con una mujer llamada Persis Daniel en 1808; tres años más tarde, el 21 de marzo de 1811, nació Melinda. Aunque no se sabe con certeza cuántos hijos procreó la pareja, parece que Melinda sólo tuvo una hermana, Harriet […] Melinda Rankin recibió educación religiosa durante su juventud. Más tarde se dirigió al oeste para atender la necesidad de maestros protestantes, que se requerían urgentemente en la región fronteriza. Para 1840, y antes de cumplir los 30, Rankin se hallaba en Kentucky, donde permaneció dos años, estableciendo escuelas y
reclutando maestros de Nueva Inglaterra para que trabajaran en ese estado. Sin embargo, su periplo al oeste, a diferencia de posteriores viajes a Texas y México, no era una misión eminentemente espiritual. Por razones perdidas a la posteridad, por esas fechas el padre de Rankin perdió todas sus pertenencias en Littleton, de modo que Melinda y su incierto número de hermanas se aventuraron hacia el oeste como maestras de escuela para rehacer los ingresos familiares. Aparentemente lo lograron. Compraron una granja para David Rankin, quien pasó ahí en paz el resto de su vida. Melinda Rankin creció durante un periodo de la historia de los Estados Unidos marcado por el Segundo Gran Despertar, una serie de avivamientos religiosos que avanzaron por el país entre 1790 y 1830. Apasionados predicadores itinerantes ostensiblemente de sus costumbres contribuyeron a un renovado interés por el cristianismo. […] De este modo, un ambiguo sentido de la igualdad fue el resultado del Segundo Gran Despertar, ya que los evangélicos llegaron a creer que toda la gente debía ser libre para escuchar y aceptar el mensaje de Cristo. M. Rankin, Veinte años entre los mexicanos. Relato de una labor misionera. 2ª ed. Monterrey, Fondo Editorial Nuevo León, 2008, pp. 10-12.
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IGLESIA PRESBITERIANA
D DIIO OSS YY LLO OSS PPO OD DEERREESS D DEELL M MU UN ND DO O JJU UAAN N1188..3333--3388;;1199..55--1122,, TTrraadduucccciióónn eenn LLeenngguuaajjee AAccttuuaall Pilato, entonces, entró de nuevo en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: —¿Acaso eres tú el rey de los judíos? Jesús le contestó con otra pregunta: —¿Se te ocurrió a ti esa idea, o alguien te ha hablado de mí? Pilato le contestó: —¿Me ves cara de judío? La gente de tu mismo país y los sacerdotes principales son los que te han entregado. ¿Qué fue lo que hiciste? Jesús le respondió: —Yo no soy como los reyes de este mundo. Si lo fuera, mis ayudantes habrían luchado para que yo no fuera entregado a los jefes de los judíos. —Entonces sí eres rey —replicó Pilato. Y Jesús le contestó: —Si tú lo dices... Yo, por mi parte, vine al mundo para hablar acerca de la verdad. Y todos los que conocen y dicen la verdad me escuchan. —¿Y qué es la verdad? —preguntó Pilato. […] Cuando Pilato oyó lo que decían, sintió más miedo. Volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: —¿De dónde eres? Pero Jesús no le contestó. Entonces Pilato le dijo: —¿No me vas a contestar? ¿Acaso no sabes que tengo poder para mandar que te dejen libre, o para que mueras clavado en una cruz? Jesús le respondió: —No tendrías ningún poder sobre mí, si Dios no te lo hubiera dado. El hombre que me entregó es más culpable de pecado que tú. A partir de ese momento, Pilato buscó la manera de dejar libre a Jesús, pero la gente gritó: —¡Si dejas libre a ese hombre, no eres amigo del emperador romano! ¡Cualquiera que quiera hacerse rey, es enemigo del emperador!