Suplemento Letra 265

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desempeño de sus actividades esté apegado a la normativa y a las leyes mexicanas. Su silencio llama la atención. La IURD nace en 1977, fundada por el carismático Edir Macedo; es todo un caso en Brasil y en América Latina. Desde fines del siglo XX, uno de los fenómenos religiosos más dinámicos y vigorosos ha sido la expansión del neopentecostalismo. La reconfiguración de cristianismo en la región tiene su explicación en la globalización de la economía, que ha dado cauce a elevados niveles de exclusión social y marginación, los cuales han conformado el mercado religioso de numerosos movimientos pentecostales y neopentecostales. Aunado a la crisis del catolicismo, y en particular al abandono pastoral de los sectores populares, condenado bajo el estigma de la teología de la liberación. Los movimientos neopentecostales tienen su epicentro en Estados Unidos a mediados del siglo pasado, y su acelerada expansión a partir de fines de los años 60. Tienen una manera particular de concebir lo sobrenatural, la exaltación del Espíritu Santo y de las emociones, al grado de hablar en lenguas extrañas y entrar personal y colectivamente en diferentes grados de catarsis. Se cultiva la superación personal, la sanación milagrosa, las revelaciones directas de Dios, fenómeno catalogado por especialistas como teología del progreso. A diferencia del pentecostalismo tradicional, estos nuevos movimientos interactúan con los valores y las reglas de la sociedad contemporánea, en especial la noción de negocios, empresas y construcción de emporios económico-religiosos. La IURD en Brasil atiende a los pobres y excluidos, nació en las favelas de Río de Janeiro en los 70 y ha desarrollado un verdadero imperio económico y mediático. Como en los legionarios de Cristo, hay una línea muy delicada entre la empresa religiosa y una iglesia propiamente empresarial orientada al lucro. Tan sólo el censo de 2000 en Brasil, la IURD registraba cerca de 8 millones de fieles; hoy se calculan más de 10, a los que habría que sumar las decenas de miles de adherentes en diversos países de América y Europa. Entre los

mecanismos que emplea la Iglesia Universal del Reino de Dios para propagar su doctrina a sus miembros se encuentra el ofrecimiento de una serie de objetos milagrosos o fetiches que tienen diversos costos para el feligrés y que, según se afirma, son capaces de sanar enfermedades incurables, traer ganancias económicas o retener seres amados y superar conflictos. Sobre todo prevenir y expulsar entidades malignas en la vida de los miembros de la Iglesia. Pare de Sufrir se trasmite en Argentina, Uruguay, Panamá, Perú, Venezuela, República Dominicana, España y, por supuesto, México. La fórmula es la misma; pastores que en portuñol orientan a personas a resolver problemas con la ayuda divina. A la Iglesia se le reprocha explotar económicamente a sus feligreses. Edir Macedo, fundador de la Iglesia, nació en 1945 y ha transitado por religiones como el catolicismo, Umbanda y el cristianismo evangélico; ha sido acusado por las autoridades de Brasil de lavado de dinero, evasión de impuestos, especulación cambiaria, fraude y falsificación. Ya a inicios de los años 90 estuvo en prisión por demandas de asociación delictuosa con el narcotráfico, de lo cual salió exonerado. Macedo, apoyado en una estructura religiosa piramidal y autoritaria, es al mismo tiempo líder religioso, hombre de negocios y político. En 2002 lanzó su propio partido político y cuenta en el Poder Legislativo brasileño con una nada despreciable bancada de adherentes impulsados por la propia Iglesia. Con una fortuna personal calculada en 2 mil millones de dólares, Edir Macedo es, en definitiva, un hombre de poder. Con cerca de 200 radios en Brasil y varias televisoras regionales, es propietario de la televisora Red Record, una de las más importantes del país. Durante un programa de televisión, a mediados de la década del 1990, el predicador sacudió a patadas la imagen de nuestra señora de Aparecida, la advocación mariana más importante del Brasil. Ganándose la animadversión de la Iglesia católica, que no pierde oportunidad de fustigarlo. […]

LLEVANDO LA LUZ DEL RESUCITADO Amós López Rubio) Meditación en Juan 20.19-23

La iglesia cristiana está inmersa en la alegría y la esperanza del tiempo pascual, tiempo de resurrección, inaugurado por la fiesta de la Resurrección de Cristo el pasado domingo 8 de abril y que se extiende durante cincuenta días hasta la Fiesta de Pentecostés, día en que recordamos la llegada del Espíritu Santo a la vida de la iglesia para capacitar a la iglesia en el ejercicio de su misión en el mundo. El pasaje de Juan 20.19-23 nos habla de la experiencia de la resurrección de Jesús, y también, por qué no, de la resurrección de la iglesia, y de la resurrección que cada uno y cada una podemos sentir en determinados momentos de nuestra vida. Y ese es el mayor regalo que podemos encontrar en la resurrección de Jesús: un mensaje de vida y esperanza para nuestra propia situación humana. El texto relata, de acuerdo con la manera en que este evangelista reconstruye los hechos, lo que vendría siendo la segunda aparición del Jesús resucitado a sus seguidores. Según Juan, María Magdalena es la primera persona a quien Jesús se aparece después de resucitado, fue ella la primera testigo de la resurrección y quien comunicó por vez primera la buena noticia al resto de la comunidad cristiana. En esta segunda ocasión, los discípulos y discípulas de Jesús están reunidos secretamente. La tristeza, la desesperanza y la frustración por la muerte de Jesús eran los sentimientos que dominaban aquella noche de domingo. También tenían miedo. Tenían miedo a las autoridades judías, tenían miedo de correr la misma suerte de su Maestro y terminar en una cruz, acusados de ser seguidores de un profeta que sembró amor y esperanza, pero que a la vez se ganó muchos enemigos entre aquellos que veían amenazada su autoridad religiosa o su poder político. Ellos temían también que los acusaran de haberse robado el cuerpo de Jesús. Las autoridades judías inventaron este argumento para desmentir el anuncio de la resurrección de Jesús. Pero para sorpresa de todos, Jesús aparece, se coloca en medio de ellos y les da su paz. Recordamos aquí aquellas palabras que Jesús dijera a sus discípulos un tiempo atrás: “Donde dos o tres de ustedes se reúnan en mi nombre, allí estaré yo en medio”. Ahora el Cristo Resucitado está en medio de su comunidad y les da su paz. Ese ha sido


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