Letra 278, 15 de julio de 2012

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Antiguo Testamento se enseña que Dios quita y pone reyes mediante los instrumentos humanos, y para nuestra época estos se traducen en gestión democrática. “Creemos que la democracia no se reduce al voto como forma de participación, sino que incluye también la oposición como forma de acción social, negociación y posibles acuerdos entre los poderes y los ciudadanos en vías del bien común. “Quienes suscribimos este documento practicamos la vida espiritual de ayuno y oración, pero creemos que la santidad va ligada a la justicia. Confesamos que es necesario denunciar la injustica, el engaño y el fraude. “Confesamos que es justo y congruente con nuestra fe reclamar ante un proceso electoral que ha sido acaparado por unos cuantos, ensuciado por el lucro, el mal conteo del sufragio y el derroche económico por obtener el poder. Nuestra participación en las calles junto con diversas organizaciones ciudadanas es una muestra de cómo podemos ser sal y luz de la tierra (Mateo 5:13). “Retomamos la voz profética de Amós quien, como en estos días, era testigo de los abusos de poder y la corrupción, y nos sumamos a sus denuncias de trueque de dádivas por poder ‘pues venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias’ (Amós 2:6-7). “El testimonio de las Escrituras nos llama. El centro de nuestra fe, Jesús, nos alienta. Por ello, manifestamos lo siguiente: 1. Apoyamos los movimientos

ciudadanos en pro de la justicia, la paz, la transparencia y la equidad en los procesos electorales. 2. Invitamos a los cristianos de distintas confesiones a salir de los templos hacia las calles y las plazas para alzar la voz y sumarse al movimiento, fuerte como el Espíritu. 3. Nos asumimos como parte de una Iglesia profética que anuncia, denuncia y participa en los esfuerzos humanos para construir la justicia y la paz por encima de ideologías. 4. Rechazamos toda forma de violencia fáctica y mediática, pues Jesús mostró el camino de la paz. (Mateo 5:9). 5. Confesamos que Dios merece toda honra y ésta se le brinda en acciones por la paz y la justicia. 6. Respetamos a la autoridad política y civil, pero asumimos el derecho de impugnarla cuando solapan la injusticia y el engaño. 7. No solaparemos las acciones de autoridades que utilicen la mentira, la corrupción y la violencia. 8. En esta movilización damos testimonio de nuestra fe como agentes de cambio, como lo fue el Jesús de la fe que confesamos. 9. Creemos que para sanar nuestra tierra es necesaria la reconciliación que nos ha trasmitido el testimonio de las Escrituras (2 Cor. 5:1819). 10. Creemos que el reino de Dios es posible, actuando en consecuencia: para que el kairós de Dios se manifieste, debemos estar prestos a incidir en nuestro kronos. “En esta coyuntura, confesamos que el mismo caminante que anduvo con los discípulos rumbo a Emaús nos acompaña hoy rumbo a un nuevo caminar. Juntos, le pedimos: ‘quédate con nosotros, porque ya es tarde. Se está haciendo de noche’ (Lucas 24.29)”.

LA ESPERANZA DEL REINO DE DIOS FRENTE A LAS AMBIGÜEDADES DE LA EXISTENCIA HUMANA José Peña Mendoza www.cirab.cl El reino de Dios es camino de salvación en la historia y por lo tanto se transforma en respuesta a las ambigüedades propias del mundo histórico. Pero esas mismas ambigüedades han llegado a constituir un problema para entender el efectivo nexo existente entre reino de Dios e historia humana. Pero qué se entiende aquí por tales ambigüedades, es lo que a continuación pasamos a describir. Entiendo por ambigüedades todas aquellas realidades humanas que hacen imposible una mirada más positiva del mundo y su historia, tiñéndola de pesimismo y desencanto, impidiendo ver o poner atención a la esperanza cristiana que afecta positivamente todo lo creado por Dios. En atención a lo ya definido, advierto en primer lugar una falta de armonía entre las coordenadas temporales de pasado, presente y futuro. Ello, no porque pasado, presente y futuro sean dimensiones deficientes en sí mismas, sino porque nuestro acercamiento a éstas suele ser atomizadora e instrumental. En efecto, nos cuesta mucho tener una mirada integradora y armoniosa, en la que se articulen estas dimensiones en favor de una mejor comprensión de nuestra existencia. Generalmente se entiende el pasado como aquello que ya fue y ha sido superado por el presente. Así, tenemos la costumbre de olvidar con demasiada facilidad las experiencias del pasado, como si éstas no fueran, ya, parte de nuestra vida, importándonos sólo nuestro presente y futuro. Pero sucede que una vez dejado atrás el pasado, nuestro presente tampoco nos conforma porque estamos demasiado preocupados por lo que será de nosotros en el futuro. Y en ese sentido el presente no es más que un medio, un lugar de tránsito accidental para alcanzar la meta de un futuro mejor. Tales dimensiones del tiempo, como tradicionalmente se han entendido, no debieran excluirse sino más bien complementarse para dar coherencia a la existencia humana, es decir, para hacer que cada estadio explique y dé sentido al otro, otorgándole valor eminente a cada una. El pasado, presente y futuro se iluminan y en su conjunto dan sentido a la existencia humana. Dicho en otros términos, se trata de permitir que el pasado explique por qué tenemos este presente, sin el cual no podríamos extendernos hacia el futuro. Se trata de evitar el menosprecio al pasado como algo sin valor, y canonizar solamente el presente, sin tener en cuenta que éste afecta ya lo que será de nosotros en el futuro. Sería algo así como entender el presente como una dimensión en el


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