Letra 490, 16 de octubre de 2016

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CANONIZAR Y ATONTAR Maciek Wisniewski La Jornada, 30 de septiembre de 2016 Una cosa es ser crítico, pero otra es ser crítico y a la vez estar decepcionado con la actuación del objeto de esta crítica. Un sentimiento peculiar y encontrado. Ni siquiera los alemanes, que parecen tener un término separado para todo, inventaron una palabra que serviría aquí. Inventaron schadenfreude (placer causado por las desventuras ajenas), pero no es lo mismo. Tomemos a Francisco y la canonización de la monja albanesa Agnes Gonxha Bojaxhiu (1910-1997) a.k.a. Madre Teresa de Calcuta (4/9/16). No es la primera vez que el Papa proclama santo a un personaje controvertido –ver Juan Pablo II o Junípero Serra–, pero es la primera vez que algo le falla tan estrepitosamente en el estilo de hacerlo. Si antes muchas de estas operaciones – aunque es curioso que, para ser un progresista, Francisco canoniza y beatifica un número sospechosamente grande de gente de ultraderecha eclesiástica-política– parecían bastante finas –ver la doble canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II (27/4/14), con que pretendía disciplinar y conciliar diferentes alas de la Iglesia–, la canonización de la Madre Teresa y su narrativa correspondiente carecían de esta finura; parecían más bien un trabajo con el hacha y tornaban todo en un acto lleno de manipulaciones y medias verdades (por no decir mentiras). La Madre Teresa siempre fue un personaje divisivo: venerada acríticamente y a la vez fuertemente cuestionada. Aroup Chatterjee, un médico de Calcuta que trabajó en una de sus clínicas (Madre

Teresa: el veredicto final, 2002, pp. 415) y Christopher Hitchens (La posición del misionero: la Madre Teresa en teoría y práctica, 1995, pp. 128) la acusan, entre otras cosas, de: • Llevar moritorios, no sanatorios, donde los pobres entraban sólo para ser convertidos, no curados. • Infligir de manera dogmática el sufrimiento, glorificándolo en vez alivianarlo. • Falta de transparencia y gestión adecuada de sus cuantiosos recursos. • Ser agente de un papado reaccionario (JP II) y su agenda contra el aborto (civilización de la muerte), el comunismo/izquierda y la Teología de la Liberación. • Servir de proyecto bandera de la derecha para promover la falacia de que es posible abatir la pobreza desde la caridad (y no desde lo estructural). • Ser amiga de dictadores (los Duvalier en Haití, régimen post-hoxhista en Albania) y criminales de cuello blanco (Ch. Keating), de quienes recibía dinero a cambio de apoyo. • Ser cómplice de poderes seculares (R. Reagan, M. Thatcher, la familia real británica, H. Clinton en sus tiempos de primera dama), ayudándolos a lavar su imagen, conciencia, dinero y mantener la supremacía de clases dominantes y el statu quo imperial y colonial. • Ser negacionista de masacres (Guatemala, con sus “inexistentes ‘aldeas modelo’”; Líbano, con sus inocentes de masacrar a palestinos falangistas católicos-maronitas; India, con su inocente fábrica química en Bhopal, cuya explosión mató a 2 mil 500 personas, más unas 20 mil que murieron después y 600 mil que fueron afectadas en su salud). […]

MÉTODO SENCILLO DE ORACIÓN PARA UN BUEN AMIGO (1535) Martín Lutero

4.

Repite después la cuarta petición: “El pan nuestro de cada día dánosle hoy”, y di: “¡Ay, Señor, Dios padre querido! Bendice también esta vida temporal y del cuerpo. Concédenos graciosamente la paz amada, líbranos de la guerra y de la discordia. Concede a nuestro amado señor, el emperador, felicidad y fortuna contra sus enemigos; dale sabiduría y discernimiento para que rija pacífica y felizmente su reino terreno. Otorga a todos los reyes, príncipes y señores consejo acertado y buena voluntad, para que mantengan sus dominios y su gente en paz y en justicia. Ayuda principalmente a nuestro señor N., bajo cuyo amparo y protección nos guardas, y guíale para que, libre de todo mal, al abrigo de lenguas mentirosas y de gente felona, gobierne con toda felicidad. Concede que todos los súbditos sirvan con lealtad y sean obedientes. Concede que todos los estados, así ciudadanos como campesinos, sean honrados y se muestren amor y confianza mutuos. Concede tiempos favorables y los frutos de la tierra. También te encomiendo la casa, las pertenencias, la mujer y los hijos; ayúdame a saber gobernarlos y a cuidar de su manutención y de su educación cristiana. Aleja al demonio y a todos los ángeles malos que nos causan desgracias y nos ponen obstáculos. Amén”. 5. Repite después la quinta petición: “Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, y di: “¡Ay, Dios mío, padre amado! No entres en juicio con nosotros, porque ningún humano viviente puede hallarse justo a tus ojos”. ¡Ay! No nos imputes como pecado nuestro desagradecimiento hacia tus inefables beneficios, así espirituales como corporales, ni que tropecemos y caigamos al cabo del día tantas veces, más de las que podamos advertir. No te fijes en nuestra bondad o malicia; atiende, mejor, a tu misericordia insondable que nos has regalado en Cristo, tu hijo amado. Perdona también a todos nuestros enemigos y a todos los que nos han hecho algún mal, al igual que nosotros les perdonamos de corazón, ya que los más perjudicados por haber encendido tu cólera son ellos y de nada nos serviría a nosotros su destrucción; por eso preferimos que se salven también con nosotros. Amén”. (El que vea que le cuesta perdonar, que pida la gracia de poder hacerlo. Pero esto pertenece a la predicación).


OSEAS Y AM ÓS: ¿C ON SERVAD OR Y PR OG RE SIS TA? Wenceslao Calvo Protestan te Digital, 13 d e oct ubre de 2016

Los seres humanos tenemos una tendencia a la parcialidad, según la cual somos muy sensibles a determinadas cosas, pero insensibles a otras. Los cristianos no estamos exentos de esa tendencia, que de hecho la llevamos al extremo cuando tenemos en cuenta en la Biblia aquellas partes a las que somos proclives e ignoramos aquellas otras que no nos seducen tanto. Si en vez de reconocer y admitir esa parcialidad la convertimos en totalidad, entonces caeremos en el falso planteamiento de que nuestra parcialidad es imparcialidad y acusaremos a los que no comparten nuestra preferencia de ser parciales ellos mismos. Uno de los falsos planteamientos de parcialidad en el que es fácil caer es el que subraya una opción a costa de otra, aunque en verdad ambas sean igualmente importantes. Ocurre actualmente con los asuntos de justicia social y sexualidad. Hay quienes defienden con todas sus fuerzas que lo verdaderamente importante y en lo que un cristiano debe estar comprometido por encima de todo es con lo que tiene que ver con la justicia social, siendo su responsabilidad prioritaria luchar hasta erradicar los males que la hacen imposible. Por otro lado, hay quienes piensan que lo realmente vital es poner en su sitio los temas que atañen al desorden sexual y que inciden en el matrimonio y la familia. Hay unos encasillamientos que se han fabricado, según los cuales los primeros serían cristianos progresistas y los segundos cristianos conservadores. Ya en esa nomenclatura se advierte una parcialidad interesada, porque el término progresista tiene un tono honroso mientras que el de conservador es sospechoso. Pero cuando estudiamos la Biblia con mayor profundidad y no nos contentamos con preferencias artificiales, encontramos que lejos de sostener esa falsa división lo que hallamos es la complementariedad de enseñanzas aparentemente dispares, que echan abajo nomenclaturas engañosas. Oseas y Amós fueron dos profetas cuyo ministerio ocurrió en el mismo tiempo y en la misma nación. Ambos profetizaron en el tiempo de Jeroboam II, quien reinó entre los años 780 y 740 a. C. aproximadamente. Ese reinado fue destacable porque rompió la tendencia a la reducción territorial progresiva de las fronteras de Israel, recuperándose territorio que se había perdido hacía mucho tiempo. En principio, pues, todo indicaba que la nación iba viento en

popa. Pero detrás de la apariencia triunfal se escondía una realidad bien distinta, la cual diagnosticaron Oseas y Amós. Amós es el profeta favorito de quienes actualmente defienden la opción de que lo que importa es la justicia social. Y efectivamente, sus denuncias de la corrupción y abuso que imperaban en aquella sociedad no dejan lugar a dudas sobre el estado decadente de un organismo social que estaba minado por profundas diferencias económicas, basadas en la especulación y la ganancia, por cualquier medio, de unos a costa de otros. El mensaje de Amós muestra que Dios aborrece ese estado de cosas, que no puede ser compensado por una religiosidad ceremonial vacía y divorciada del interés por el prójimo. Cuando leemos a Oseas vemos que usa con profusión (casi 40 veces en total) las palabras fornicar, adulterar, ramera y prostituir para describir lo que estaba ocurriendo en la nación. De hecho, Dios mismo le ordena al profeta que contraiga matrimonio con una mujer fornicaria para ilustrar lo que estaba pasando en términos generales, tanto verticales como horizontales. Que el espíritu de desorden sexual que dominaba a la nación no era solamente una metáfora para describir una realidad espiritual, se hace patente al referirse a los centros de prostitución establecidos, donde lo sexual y lo religioso se combinaban y eran expresión fehaciente de la depravación que carcomía a la nación. Una depravación presente en las costumbres. El mensaje de Oseas muestra que Dios aborrece ese estado de cosas, empleando duros términos para condenarlo. Si Amós fue inspirado por Dios para escribir lo que escribió, también lo fue Oseas. Por lo tanto, la importancia de sus mensajes es pareja, porque el mismo Dios está detrás de los dos. Amós no es progresista, porque es sensible a los temas sociales, de la misma manera que Oseas no es conservador, porque es sensible al desorden sexual. Esas etiquetas no son sino intentos engañosos de manipular, usando las preferencias artificiales personales que algunos han fabricado y que quieren imponernos a todos. Es una disyuntiva falsa, basada en falsos postulados. Me quedo con Amós y me quedo con Oseas, porque ambos hablaron de parte de Dios. No es mayor la credibilidad del primero que la del segundo ni es menor la autoridad del segundo que la del primero. Y si vivieran hoy denunciarían los abusos sociales y la depravación sexual de nuestro tiempo con igual fuerza, porque una cosa no excluye a la otra, ya que ambas son detestables ante Dios, pues tanto la ética social como la ética sexual tienen un mismo Autor y la transgresión de cualquiera de ellas, o de las dos, merece su reprobación.


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