tos, cuyos hogares, como el de su padre — Varsovia— fueron arrasados por el nazismo. El comunicado de prensa publicado el mismo día del desliz de Bibi por los dirigentes de la comunidad judía en México es claro: “La Comunidad Judía de México se deslinda del mensaje del primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu, sobre el muro fronterizo. No coincidimos con él… y rechazamos contundentemente su postura… Nos solidarizamos con nuestros conciudadanos que viven, trabajan y aportan en el país vecino cuyos derechos humanos tienen que ser respetados”. ¿En qué o en quién piensas Bibi cuando piensas? Bien te haría recorrer el muro. Bien te haría platicar con los trabajadores migrantes de México y de Latinoamérica. Bien sería que tu esposa te acompañara: ¿es cierto que le falta al respeto a las personas que trabajan en tu mansión? ¡¡¡Aaayyy!!! Bibi, tan cerca de Trump, tan lejos de México. _______________________________________
RELIGIÓN CIVIL Y GUERRA DE RELIGIÓN Roberto Blancarte Milenio Diario, 31 de enero de 2017 a decisión de Trump, de impedir el paso a su país a ciudadanos de varios países de mayoría musulmana y, por el contrario, anunciar que se admitirá a los cristianos del Medio Oriente, va más allá de un simple antiislamismo, sin duda presente en la mentalidad del grupo político que ha llegado al poder con él. Se trata del fin de una concepción de la religión civil que había venido ampliándose en las últimas seis o siete décadas y que incluía en el imaginario norteamericano la existencia de un Dios no necesariamente ligado a una Iglesia, o a una religión en particular. Los estadunidenses, hay que recordarlo, inventaron el principio de separación entre el Estado y las
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Iglesias. Cuando decidieron, desde sus cartas de declaración de derechos (la de Virginia es una joya), y con sus enmiendas a la Constitución, que no habría Iglesias oficiales, propusieron un modelo al mundo. El propio Jefferson, siendo el tercer presidente de Estados Unidos, se refirió al “muro de separación” que la primera enmienda había establecido. Lo anterior no significó, sin embargo, que los estadounidenses dejaran de aclamar a Dios, se pusieran bajo su protección o lo convirtieran en su aliado alrededor de la idea de un “Destino Manifiesto” como nación. Pero quedaba claro que no se trataba de un Dios en particular, ligado a una confesión o Iglesia específica, aunque la mayoría asumiera que era el Dios cristiano y particularmente protestante. En la guerra civil se agregó en el papel moneda la frase In God we trust (En Dios confiamos), pero seguía siendo un Dios no ligado a una denominación, aunque la ambigüedad permaneciera, como hasta hoy, con el juramento presidencia apoyándose en la Biblia. Un punto de quiebre vino con la elección, en 1960 del primer presidente abiertamente católico: John F. Kennedy. Significó para muchos que los católicos entraban en la corriente principal y se integraban a esta “religión cívica” norteamericana. Después, la llegada de numerosos migrantes provenientes de otras culturas, marcadas por otras religiones, como el budismo, el hinduismo o el Islam, planteó nuevos retos a este modelo. Obama intentó su integración, con muchas dificultades, pues el terrorismo se identificó, erróneamente, con los musulmanes. Trump quiere negar esta realidad, pero al hacerlo, está negando el principio secularizador que la religión cívica contenía y está replanteándolo, muy equivocadamente, como una guerra de religión. roberto.blancarte@milenio.com
JAN HUS, UN REFORMADOR CONTRA LA IGLESIA CORRUPTA El Informador, 5 de julio de 2015
La República Checa conmemora mañana el 600 aniversario de la ejecución en la hoguera de uno de sus héroes nacionales, el reformador Jan Hus, quien luchó por una Iglesia más humilde, sin jerarquía y menos corrupta. Quemado el 6 de julio de 1415, Hus sigue en la memoria del pueblo checo con su mirada desafiante a la muerte, plasmada en su monumento de la Plaza Vieja de Praga, cerca de la capilla de Belén, donde se hizo famoso por sus prédicas. Hus fue uno de los filósofos más brillantes del incipiente movimiento protestante en la Edad Media, y el concilio de Constanza de 1414 lo condenó a ser quemado en la hoguera al insistir en sus denuncias contra la Iglesia de entonces. Desde el púlpito, este predicador y teólogo arremetió contra la vida relajada del clero de su tiempo, las ambiciones de poder de los prelados, el olvido de las sencillas formas de vida evangélica y los abusos en la venta de indulgencias. Ante estas acusaciones que ponían en duda la autoridad de la Iglesia, el Concilio de Constanza lo condenó por “herejía”. Los poderosos en la Iglesia alegaron que Hus se negó a aceptar una treintena de tesis relativas a la predestinación, la Sagrada Escritura como única fuente de fe o la negación de una jerarquía visible en la Iglesia, entre otras acusaciones. Su condena a muerte demuestra que Hus estaba considerado por las autoridades eclesiásticas del momento una amenaza. ”Lo más llamativo es cómo logró convertirse en uno de los personajes más influyentes de su tiempo, hasta ascender a rector de la Universidad Carolina, consejero del rey y ganarse el favor de buena parte de la nobleza, algo que ningún reformador había conseguido antes”. Así lo dijo Martin Musilek, el comisario de la muestra “El maestro Jan Hus y su legado”, que puede verse en el Museo Nacional de Praga. Musilek precisó que la etapa de Hus al frente de la Universidad praguense “coincidió con un período de afianzamiento de los intelectuales checos, frente a los exponentes de la cultura alemana, que perdieron peso en la corporación académica”. Pero la influencia de Hus no sólo se limita a lo religioso e espiritual sino alcanza también lo lingüístico y político.