RAQUEL: MADRE MUERTA EN SU JUVENTUD (I) Margot Kässmann Raquel es el gran amor del Jacob bíblico. Qué disgusto tuvo que suponerle que su padre Labán entregara antes a Lía, su hermana mayor, como esposa a Jacob. Una vez casado con la hermana mayor, Jacob podría tomar también como esposa a la menor, a la amada. Incluso hoy se hace fácil ver lo penoso de esta situación. Además, Raquel tiene que ver cómo Lía, la criada de esta, y su propia criada - esas otras tres mujeres – se quedan embarazadas de “su” Jacob, y cómo son bendecidas con hijos. Sin embargo, ella tiene que esperar mucho tiempo antes de traer al mundo a su hijo José. Raquel mimó a ese hijo que había deseado durante tantos años. Y cuenta la Biblia que también su padre Jacob le consintió muchas cosas. Se cuenta que José era un muchacho relativamente engreído, cuyo egocentrismo propició que sus hermanos mayores le hicieran desaparecer más adelante de forma cruel. A pesar de todo, Raquel está encantada con este hijo. Y quiere tener otro. De hecho, vuelve a quedarse embarazada; pero, como dice la Biblia, “el parto venía difícil”. No todos los partos van sobre ruedas. El niño puede venir de nalgas, puede estar cruzado, es posible que el cordón umbilical le haya rodeado el cuello. La madre puede perder mucha sangre. Un parto no es un juego de niños, ni siquiera en el siglo XXI, ni en los países industrializados. La maternidad - el embarazo, el aborto y los partos - y las consecuencias que acarrea siguen representando el mayor riesgo para la salud de las mujeres, y puede suponer incluso su muerte. Es cierto que actualmente la muerte antes, durante o después del parto - de la madre o del niño se produce en muy raras ocasiones en los países desarrollados. En los países del llamado Tercer Mundo, esta cruel realidad es el pan de cada día.
100 AÑOS DE ROMERO Miles de feligreses católicos caminaron el pasado fin de semana hasta Ciudad Barrios, al norte del departamento de San Miguel, para conmemorar el centésimo aniversario del natalicio de Monseñor Óscar Arnulfo Romero. La peregrinación inició el viernes en la cripta de Catedral Metropolitana donde descansan los restos mortales del Arzobispo Mártir, y terminó el día domingo en la “Cuna del Profeta”. Durante la larga caminata que recorrió más de 150 kilómetros los peregrinos clamaron por la paz, el cese de la violencia en todos sus ámbitos y la convivencia armónica en el país. Este mensaje fue secundado por el recién nombrado Cardenal Gregorio Rosa Chávez, presente en la memorable actividad. Y hoy Comunidades Eclesiales de Base celebraron el cumpleaños 100 del Beato, nacido el 15 de agosto de 1917. De origen humilde y visión conservadora, Monseñor Romero finalmente pasó a la opción preferencial por los pobres durante su breve arzobispado (1977-80) en los convulsos inicios de la guerra civil salvadoreña; clamó fervientemente por la paz, la igualdad y la justicia, razón por la que fue asesinado por la extrema derecha. La celebración de los 100 años de Romero realizada en vísperas de su eventual canonización por el Papa Francisco- es oportuna para clamar por la paz, la no violencia y la armonía social, tal como lo hicieron los peregrinos. Es tarea de todos (Estado, sociedad civil, empresarios, iglesias, academia, etc.) detener esta masacre que desangra al país. El “cumple” de Romero también debería provocar la conversión de los sectores oligárquicos que lo asesinaron, a quienes Monseñor instó a “quitarse los anillos”, renunciar a sus privilegios y compartir la riqueza. El egoísmo y mezquindad de estas élites hoy se expresa en su oposición a la reforma fiscal progresiva, en la intención de privatizar el agua y el boicot contra el gobierno desde el partido ARENA y la Sala Constitucional. […]
ISABEL DE BRAUNSCHWEIG (BRANDENBURGO) (1510-1558) 100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA, 2017. HIJA DE ISABEL DE BRANDENBURGO. PRINCESA ALEMANA DE LA CASA DE Hohenzollern y condesa consorte de Henneberg. Considerada una “princesa de la Reforma”, que junto con el reformador luterano Antonio Rabner [Corvino] contribuyó a fortalecer la Reforma en la Baja Sajonia del Sur. Casada a los 15 años, entró en contacto con la Reforma en 1527, a los 17, en la corte de Brandenburgo cuando su madre celebró la comunión y aceptó las enseñanzas de Lutero. Su padre reaccionó violentamente, temiendo que su madre se convirtiera al protestantismo. Se adhirió al protestantismo en 1538, después de haber escuchado predicar a Corvino (a quien invitó desde el territorio de Felipe de Hesse) e influyó más que su madre en la política de la Reforma. A partir de aquel momento se dedicó a la misión de convertir a todo el ducado contando con el apoyo de su marido Erik I, quien dijo: “Si ella no interfiere con mi religión, yo tampoco interferiré en la suya”. Él había estado presente en Worms cuando Lutero afirmó su convicción reformadora, pero aunque quedó conmovido no varió en sus creencias por sentirse demasiado viejo para ello. A su muerte asumió la regencia, protegida por Corvino que le había dedicado un escrito de argumento religioso. Cuando su hija Anna María contrajo matrimonio con el príncipe luterano Alberto de Prusia, escribió para ella un tratado sobre el matrimonio, ya casada en segundas nupcias con el duque luterano Poppo de Henneberg. A edad más avanzada escribió un libro de pensamientos consoladores para las viudas. Siempre se sirvió de su influencia para apoyar a la Reforma en sus territorios para lo cual enfrentó fuerte oposición política. Toda la familia Braunschweig abrazó la Confesión de Augsburgo, no como resultado de coerción sino mediante la convicción producida por los esfuerzos y el sufrimiento de los ministros evangélicos y su preceptora, Isabel de Braunschweig. Bibliografía Roland H. Bainton, “Elizabeth of Braunschweig”, en Women of the Reformation in Germany and Italy. [1971] Boston, Beacon Press, 1974, pp. 125-144; Giulio de Martino y Marina Bruzzese, “Las mujeres de la Reforma Protestante”, en Las filósofas. Las mujeres protagonistas en la historia del pensamiento. Madrid, Ediciones Cátedra-Universidad de Valencia, 1996, pp. 109-113; Kirsi Stjerna, Women and the Reformation. Malden, Blackwell, 2009.