lizado marchas en otros espacios fuera de Mérida para conmemorar el aniversario. Como puede notarse, un evento histórico y culturalmente lejano hace eco después de cinco siglos, evidenciando su impronta en la historia. Es evidente que ha dejado de ser una conmemoración únicamente europea, para ser también Latinoamericana. Por lo mismo, es necesario reconocer que se han gestado renovaciones teológicas desde visiones propias, para esto basta nombrar al teólogo brasileño Rubem Alves con su Teología de la Liberación Humana. Liberación que también buscó Martín Lutero desde 1521, cuando notó que el clero católico sólo quería su retractación. No obstante, como sostuviera el historiador y teólogo Ernst Troeltsch, el luteranismo y calvinismo continuó con una cultura eclesiástica manteniendo la noción medieval del corpus christianum; es decir, IglesiaEstado como cuerpo indivisible (“El protestantismo y el mundo moderno”, Fondo de Cultura Económica). Es así que las palabras de Rubem Alves: “Deus nos deu asas do pensamento para voar, os homens nos deram as gaiolas da religião” (“Dios nos dio alas del pensamiento para volar, los hombres nos dieron las jaulas de la religión”) son sentimientos vigentes que convocan a la permanente reforma.
Si bien las Reformas se iniciaron en Europa, se actualizan y se mantienen vivas en América Latina. Desde esta perspectiva, las experiencias de las ideas reformadas en contextos extra-anglosajones adquieren importancia —está de más decir que el protestantismo norteamericano desarrolló otro rostro religiosodoctrinal—, por lo tanto, no es para nada ocioso saber cómo dichas ideas lograron asentarse en tierras mexicanas y yucatecas. Infravalorar los acontecimientos locales sería erróneo porque, como dije, la Reforma ya no es únicamente europea. La historia (regional y local) demanda a los teólogos (regionales y locales) sus reflexiones renovadas desde un diálogo abierto. Y precisamente ese es el objetivo del Coloquio “Pensar la Reforma Protestante desde el sureste de México”, a realizarse el 16 y 17 de noviembre en el auditorio del Presbiterio Peninsular en esta ciudad. Sin una teología abierta al pensamiento histórico y social, y dispuesta a escuchar y cavilar las críticas (como conjunto de opiniones derivadas de un análisis), la formula “Iglesia reformada, siempre reformándose” no tiene ningún sentido. En conclusión, sólo celebrar no es suficiente.
CASPAR SCHWENCKFELD (1489/90-1561)
100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA, 2017.
ESPIRITUALISTA MÍSTICO NACIDO EN OSSIG (BAJA SILESIA) DE UNA familia de la baja nobleza y muerto en Ulm. Tras estudiar en Colonia y Fráncfort actuó a partir de 1518 en la corte de Liegnitz. Fue un teólogo autodidacta y figura clave de la reforma de la nobleza en Silesia. Ganó en 1521 al duque Federico II para la Reforma en Liegnitz, que a partir de 1524 se extendió por toda Silesia. En la controversia sobre la Cena del Señor (Marburgo) estuvo del lado de Karlstadt y Zwinglio en contra de Lutero. A raíz de la espiritualización de su comprensión teológica (rechazo de la figura exterior de la iglesia), cayó bajo sospecha de anabautismo y abandonó Leignitz en 1529 para ir a la alta Alemania (Estrasburgo, Augsburgo, Ulm) donde tiempo después rompió relaciones con los reformadores. Tras la condena de sus doctrinas por la Liga de Esmalcalda, sólo pudo actuar literariamente en la clandestinidad y a través de su correspondencia, entre otros con Pilgram y Marpeck. Su doctrina, plenamente desarrollada hacia 1540, se orientó por reconocimientos de tenor pneumatológico y soteriológico. El pecado es la naturaleza del hombre, que ya antes del pecado original necesita el conocimiento de Cristo para alcanzar la condición de imagen y semejanza de Dios. La naturaleza humana de Cristo fue divinizada después (en afirmaciones posteriores, antes) de su ascensión al cielo, y su carne transfigurada es la comida de los creyentes (doctrina de la carne celestial de Cristo). Vinculó a Dios sólo con la interioridad del ser humano, no con los ritos externos (sacramentos). A partir del reconocimiento de que su espiritualidad sólo podía vivirse en pequeños círculos, se formaron conventículos en Ulm y Augsburgo, así como en la nobleza caballeresca. Hubo círculos en Prusia oriental, Silesia (hasta 1826) y Lusacia. A través de emigrantes de Silesia, la acción de Schwenckfeld adquirió una figura eclesiológica propia en la Iglesia que lleva su nombre (1734), y que ha tenido el mérito de editar sus escritos.
Bibliografía Matthias Asche, “Kaspar von Schwenckfeld”, en Walter Kasper et al., eds., Diccionario enciclopédico de la época de la Reforma. Barcelona, Herder, 2005, pp. 509-510.