oveja que descubrieron que ser especuladores en lugar de profetas ofrece una seguridad terrenal nunca prometida por Aquel en cuyo nombre matan a los que tienen hambre, sed y desnudos, y el extranjero entre ellos. El cristianismo como lucro es una abominación ante todo lo que es Santo. Desde sus pedestales dorados erigidos en centros blancos de riqueza y poder, iluminan todo para creer que son perseguidos por su fe. La adopción del evangelicalismo de una nueva era de ignorancia, culpa a la homosexualidad de la furia del huracán Harvey en lugar de considerar las consecuencias científicas del cambio climático en el número de tormentas feroces cada vez más grandes. Ignorar el daño causado a la creación de Dios para que pocos puedan beneficiarse al violar a la Madre Tierra causa celebraciones en los fosos ardientes de la Gehenna. El evangelicalismo deja de considerar a un depredador sexual, un adúltero, un mentiroso y un culpable de racismo, en cambio, sirve como un escudo contra aquellos que cuestionan la inmoralidad del POTUS (Presidente de Estados Unidos) debido a una retorcida reencarnación de Ciro. Poner las manos santas sobre la encarnación de los mismos vicios que Jesús condenó para avanzar en una agenda política —en lugar de redargüir y castigar en oración amorosa— ha prostituido el evangelio a cambio de la victoria de una elección en la Suprema Corte. El evangelismo permaneció en silencio o en realidad apoyó a los neofascistas de Charlottesville porque protegen su privilegio blanco con el doble sentido de preservar el patrimonio, lo que los lleva a equiparar a los opositores de los
movimientos fascistas con los proveedores de odio. Jesús aún se ha recuperado de los vómitos inducidos por los defensores cristianos de los nacionalistas blancos que portaban antorchas que pedían “sangre y tierra”. El Jesús de los Evangélicos es satánico, y los que empujan a este demonio son “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, disfrazados de apóstoles de Cristo”. Y no es de extrañar, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. No es sorprendente, entonces, si sus siervos también se disfrazan como siervos de la justicia. “Su fin será lo que sus acciones merecen” (2 Corintios 11:13-15). Tal vez se pregunte si mi condena es demasiado dura. No lo es, porque el Espíritu del Señor me ha inducido a gritar desde la cima de la montaña cómo los preciosos hijos de Dios están siendo devorados por el odio y el fanatismo de aquellos que se han posicionado como la voz de Dios en América. Cuando era joven, caminé por el pasillo en una iglesia bautista del sur y entregué mi corazón a Jesús. Además de ofrecer mi corazón roto, también entregué mi mente para comprender a Dios y mis fuerzas para responder al llamado de Dios a la justicia. Siempre me he considerado evangélico, pero ya no puedo permitir que mi nombre se empañe por ese partido político que se hace pasar por cristiano. Al igual que muchas mujeres y hombres de buena voluntad que aún luchan por creer, pero no en la agenda política evangélica, tampoco quiero ni deseo asociarme con una ideología responsable de desgarrar a la humanidad. Pero si usted, querido lector, aún se aferra a una ideología que promueve el odio, le sugiero humildemente que intente salvarse. Versión: LC-O
CRISTIÁN III DE DINAMARCA (1503-1559)
100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA, 2017.
NACIÓ EN GOTTORF Y MURIÓ EN KOLDINGHUS, JUTLANDIA. Fue gobernador, después duque de Schleswig y Holstein, y más tarde rey de Dinamarca y Noruega (1537-1559). Él y su padre, Federico I, fueron propiamente los reformadores de su país. En 1521, viajó a Alemania y estuvo presente en la Dieta de Worms, donde conocería a Lutero, cuyo pensamiento influiría definitivamente en su vida. Ya como gobernador favoreció la nueva doctrina (Confessio Hafnica o Confesión de Copenhague, 1530) y, como rey, procuró ganarse a la nobleza católica por medio de concesiones. En 1536 encarceló a todos los obispos católicos y confiscó sus bienes. Mantuvo los capítulos como instituciones, aunque ya evangélicas, y transfirió los monasterios a las arcas del Estado. Para reorganizar la iglesia, llamó a Johannes Bugenhagen, cercano colaborador de Lutero, quien trabajó dos años en Dinamarca y después en Schleswig-Holstein. Él lo coronó como rey. La guerra emprendida en Alemania por Carlos V contra la religión luterana amenazaba con extenderse a Dinamarca, pero se puede decir que la conversión del país a la nueva religión fue relativamente poco sangrienta comparada con la de otros países. En todo caso, se puso fin a toda amenaza de guerra por el tratado de Speer entre Christian III y Carlos V en 1544. Desde ese momento Dinamarca disfrutó de unos años de paz y prosperidad económica hasta la muerte de Christian III. Bibliografía Palle Lauring, “Christian III, el rey que llevó el protestantismo a Dinamarca”, en https://curiosidadesdelahistoriablog.com/2016/07/09/christian-iii-el-rey-que-llevo-elprotestantismo-a-dinamarca; Ernst Walter Zeeden, “Cristián III de Dinamarca”, en Walter Kasper et al., eds., Diccionario enciclopédico de la época de la Reforma. Barcelona, Herder, 2005, p. 150; Nueva historia de la Iglesia. 2ª ed. Madrid, Cristiandad, 1987, pp. 94-95.