MARÍA MAGDALENA QUIERE S E R I N TE N SA , P E RO S E Q U EDA EN UN A FLO JA RE V I S IÓ N D E L M I TO BÍBLICO (II) Mikel Zorrilla
LOS HOMBRES DEL MAESTRO (VIII) BARTOLOMÉ J. Prado González
María Magdalena desaprovecha todo su potencial Lo que sí ayuda es a fortalecer la sensación de que ‘María Magdalena’ es una película que busca la intensidad en la que todos los recursos técnicos están al servicio de transmitir al espectador la importancia de lo que se nos está contando. Te creas o no que eso sucediera así realmente, es cierto que esta visión de la historia tiene mucho más fondo que la que se había difundido ampliamente hasta ahora, pero aquí eso se limita a contarlo de tal forma que nunca logra engancharte. Tampoco ayuda que el resto del reparto pase desapercibido en líneas generales y que no tarde en dar la sensación de que Joaquin Phoenix queda demasiado en segundo plano, Su actuación es sobria y encaja bien con el enfoque buscado por la película, pero somos tan conscientes de que puede dar mucho más de sí que su Jesucristo nos sabe a demasiado poco. Por lo demás, Davis opta por un tono buscando el realismo emocional en el que su trabajo visual se queda sensiblemente por debajo de los juegos que planteaba en ‘Lion’. Por desgracia,
aquí se necesitaba un mayor empuje para que la película despegase más allá de por la aparente importancia de lo que nos está contando. Sí, hacía falta una película que diera una imagen
más
certera
de
María
Magdalena, pero la intensidad mal entendida de la que nos ocupa dista mucho de ser memorable. En definitiva, María Magdalena hace justicia ofreciendo una visión más apropiada de su protagonista, pero nunca llega a plantear nada interesante más allá del hecho de estar contando una historia “inédita” hasta ahora en el cine. Ni su director sabe cómo sacar partido al enfoque planteado ni Rooney Mara logra exprimir la intensidad que caracteriza a la película. No llega a ser mala, pero estoy convencido de que en un par de semanas
apenas
recordaré
cosas
concretas de ella. www.espinof.com
NATANAEL ERA NATIVO DE CANÁ DE GALILEA, PRÓXIMO A Nazaret. Su nombre es evidentemente un patronímico, pues hace referencia explícita al nombre del padre. Se trata de un nombre de características probablemente arameas, "barTôlmay", que significa "hijo de Talmay", "hijo del portador de agua". No tenemos noticias importantes de Bartolomé. De hecho, su nombre aparece siempre y sólo dentro de las listas de los Doce y, por tanto, no es el protagonista de ninguna narración. Tradicionalmente es identificado con Natanael: un nombre que significa "Dios ha dado". Este Natanael era originario de Caná (cf Juan 21.2) y, por tanto, es posible que haya sido testigo de algún gran «signo» realizado por Jesús en aquel lugar (cf Juan 2.1-11). La identificación de los dos personajes se debe probablemente al hecho de que Natanael, en la escena de la vocación narrada por el Evangelio de Juan, es colocado junto a Felipe, es decir, en el puesto que tiene Bartolomé en las listas de los apóstoles referidas por los demás Evangelios. A este Natanael, Felipe le había dicho que había encontrado a “ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas: Jesús el hijo de José, el de Nazaret” (Juan 1.45). Como sabemos, Natanel le planteó un prejuicio de mucho peso: “¿De Nazaret puede haber cosa buena?” (Juan 1.46a). Esta expresión es importante para nosotros. Nos permite ver que, según las expectativas judías, el Mesías no podía proceder de un pueblo tan oscuro, como era el caso de Nazaret (cf. también Juan 7,42). Al mismo tiempo, sin embargo, muestra la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas, manifestándose precisamente allí donde no nos lo esperamos. Por otra parte, sabemos que, en realidad, Jesús no era exclusivamente “de Nazaret”, sino que había nacido en Belén (cf. Mateo 2.1; Lucas 2.4). La objeción de Natanael, por tanto, no tenía valor, pues se fundamentaba, como sucede con frecuencia, en una información incompleta. El caso de Natanael nos sugiere otra reflexión: en nuestra relación con Jesús, no tenemos que contentarnos sólo con las palabras. Felipe, en su respuesta, presenta a Natanael una invitación significativa: “Ven y lo verás” (Juan 1.46b). Nuestro conocimiento de Jesús tiene necesidad sobre todo de una experiencia viva: el testimo-