3. Fuentes Los textos antiguos que la mencionan son los evangelios (Mr, Mt, Lc, Jn), algunos escritos extracanónicos, sobvre todo los de Nag-Hammadi, y ciertos escritos disciplinarios eclesiásticos. Todos ellos entre el siglo I-IV d.C. De esa época es también el testimonio de Celso, un autor que polemiza con el cristianismo naciente. 4. Discípula Ser discípula implicaba compartir con los discípulos varones, enseñanza, tarea y estigma, debido a las características del grupo. María Magdalena se convirtió así para las siguientes generaciones en testigo cualificada de la enseñanza y la actuación del Maestro. 5. Testigo Éste es otro de los rasgos de su presentación (Mr 15.40-47; Mt 27.55-61; Lc 23.49-56; Jn 19.25). Ella aparece como testigo cualificada no sólo de la vida y enseñanzas de Jesús sino también de sus últimas horas, de su muerte y del destino de su cuerpo. En los relatos de la pasión, una vez muerto Jesús, y subrayando que no había allí ningún discípulo, los textos cuentan cómo las mujeres se fijaban qué pasaba con el cuerpo de Jesús y dónde era puesto. Todos, excepto Juan quien, debido a su plan literario-teológico, no menciona a las mujeres y sí a dos varones que actúan como los amigos del novio. De nuevo, María Magdalena es presentada como testigo cualificada ante la comunidad posterior, en una cultura donde las mujeres no podían serlo. 6. Receptora de la aparición del resucitado (Apóstol) El resucitado se le aparece y la envía a dar la noticia de que la muerte no ha podido con él y ha pasado al ámbito de Dios (Mt 28.9-10; Jn 20.14-18; Mr 16.9).
La recepción de una aparición del resucitado es importante porque está muy relacionada con la autoridad, como se hace evidente en otros escritos neotestamentarios y en los apócrifos. Es tan importante este motivo que ya en los propios textos evangélicos se observa una tendencia a desdibujar u oscurecer este rasgo y a introducir la figura de Pedro, como elemento de autoridad ante la comunidad. En Lucas, escrito posteriormente, no hay aparición del resucitado a las mujeres, pero sí un viaje de Pedro al sepulcro para comprobar lo que habían dicho éstas (Lc 24.12), y es la de él, la primera aparición que narrativamente se reconoce y se proclama (Lc 24.33-35). Esta cierta rivalidad entre las figuras de Pedro y de ella se encuentra desarrollada en los escritos extracanónicos. En los relatos de la aparición del Resucitado, éste envía a María Magdalena con una misión: “Vete y di…” (Mt 28.10; Jn 20.18). Y es que la aparición del Resucitado se considera el origen de la autoridad que tiene el apóstol en su misión de enviado a otras comunidades. Así justifica Pablo el origen de su misión y autoridad (Gál 1.15-16). 7. Relevancia en la comunidad En el caso de las listas de mujeres que aparecen en los evangelios (Mr 15.40, 47; 16.1; Mt 27.55, 62; 28.1; Lc 8.1-3; 28.10), María Magdalena es citada siempre en primer lugar, excepto en Jn 19.25 donde aparece en último lugar por razones literarias. Este dato indica, con toda probabilidad, su importancia en las comunidades y su preeminencia entre el grupo de mujeres discípulas y testigas de primera hora. Ella sería un símbolo de la comunidad, como se aprecia claramente en Jn 20.1, 2, 11, 18. Es un rasgo central.
LOS HOMBRES DEL MAESTRO (X) LEVÍ O MATEO F. Spadafora EN EL ELENCO NOMINAL DEL COLEGIO APOSTÓLICO, REPETIDO cuatro veces en el N. T., aparece siempre M., ya en el séptimo (Mr 3,18; Le 6,15), ya en el octavo (Mt 10.3; Hch 1.13) lugar. Su condición de Apóstol, en el sentido más estricto de la palabra, connota implícitamente un gran número de datos biográficos. En efecto, “los Doce” fueron elegidos por Jesús con un doble programa: “para que estuvieran con él»; y «para enviarlos a proclamar el Evangelio” (Mr 3.14). La fase preliminar, formativa, les tenía que constituir autoptas (Lc 1.2) o testigos oculares. En consecuencia, gran parte de las escenas de la vida pública del Maestro son, al mismo tiempo, escenas de la vida de cada uno de sus discípulos y Apóstoles, y entre ellos de S. Mateo. En la segunda fase, los Apóstoles tuvieron como oficio (Hch 6.2-4) el de ser “servidores de la Palabra” (Lc 1.2), con todas las actividades que ello implica. Ello, además de incluir a M. en los acontecimientos más destacados de la Iglesia recién instituida, define y resume su posterior actividad. El nombre Matthaeos (del que deriva Matthaeus, Mateo) es adaptación griega de Mattai, contracción familiar del hebreo Mattan-yah o Mattanyahu, que quiere decir “don de Dios”. Según algunos, M. significaría fiel, procediendo del hebreo 'emet El catálogo apostólico del primer Evangelio yuxtapone al nombre propio M. la indicación de oficio: el Publicano (Mt 10,3). De esta manera subraya la identidad del Apóstol con el recaudador de impuestos que siguió a Jesús cuando éste le dirigió su característico imperativo “¡Sígueme!” mientras ejercía la profesión en el telonio de Cafarnaum (Mt 9.9). S. Marcos (2,14) y S. Lucas (5.27) dan a este recaudador el nombre de Leví; Marcos añade: «hijo de Alfeo». Los tres Sinópticos se refieren a la misma persona, que llevaría dos nombres hebraicos; lo cual es verosímil, aunque era más usual yuxtaponer al nombre hebreo otro griego o latino Por consiguiente, tenemos en la conocida escena del telonio de Cafarnaum un rasgo autobiográfico de M., encuadrado en la forma literaria de las “narraciones de vocación”. Dando por conocido el texto evangélico (Mt 9,913 par.) y su comentario literal, anotamos las siguientes reflexiones: a) La vocación de Leví-Mateo se presenta en la catequesis sinóptica como arquetipo ejemplar (junto con Mt 4.18-22 par.) de