Letra núm. 567, 6 de mayo de 2018

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JAMES H. CONE Y LA TEOLOGÍA NEGRA Puesto que Dios nos ha liberado, estamos emplazados a acercarnos a nuestro prójimo y reconciliarnos con él, especialmente con nuestro prójimo blanco. Pero esto no significa que tengamos que dejarnos prescribir por los blancos lo que significa reconciliación. Para nosotros, significa en primer lugar participar en el actuar revolucionario de Dios en el mundo, cambiando las estructuras políticas, económicas y sociales, de modo que las diferencias entre ricos y pobres, opresores y oprimidos, ya no sigan siendo las decisivas. No puede haber reconciliación entre esclavos y señores, mientras éstos no desaparezcan como tales. J.C., “Teología negra”

EN MUCHOS CÍRCULOS TEOLÓGICOS SE señala la aparente escasez de buenos teólogos/as estadunidenses con el argumento de que, debido a que la enorme cantidad de libros religiosos que se publica en ese país, cuesta trabajo discernir entre el trigo y la paja. De los convulsos años 60, en medio de la fiebre producida por los teólogos de “la muerte de Dios” y otras corrientes de menores, es posible rescatar algunos nombres que siguen siendo valiosos hasta la fecha. Entre ellos están, por supuesto, Harvey Cox (1929), quien con La ciudad secular (1965) colocó nuevamente a la teología como materia de discusión en espacios no solamente eclesiales gracias a su gran perspicacia para trabajar los temas relacionados con la secularización. […] De la misma época, por edad, hay que destacar a Walter Brueggemann (nacido en 1933), figura señera del pensamiento cristiano actual, quien se ha consolidado como una de las figuras proféticas más relevantes de finales del siglo XX e inicios del XXI,

también con una amplia obra de diálogo entre la Biblia y la realidad presente. Otro nombre importante es el Y, por supuesto, sin olvidar a Cornel West, casi 20 años más joven que Cone, es un pensador con el que éste tuvo mucha cercanía en los años recientes. Pero quizá sea el recientemente fallecido James H. Cone, ministro metodista ordenado y profesor de amplia trayectoria en el Seminario Unión, de Nueva York, quien mejor encarnó el espíritu libertario y contestatario, utópico y práctico, al mismo tiempo, de las vanguardias teológicas que, en esos años, cambiaron definitivamente el rostro de la cristiandad estadunidense. […] Cone, forjado en el cristianismo de raigambre afro-americana, conoció los duros momentos del racismo dentro del evangelicalismo tradicional, lo que lo llevó a simpatizar con varias de las vertientes del pensamiento y la acción que desembocaron en el movimiento del black power y en las propuestas de Martin Luther King, Jr. y Malcolm X. De hecho, el libro que es reconocido como el detonante de la teología negra fue, precisamente Teología negra y poder negro, 1969, al que seguirían Teología negra de la liberación, en 1973), Los espirituales y el blues: una interpretación, 1972, Martin, Malcolm y América: ¿sueño o pesadilla?, 1972, y Dios de los oprimidos, 1975, entre otros. […] Como se puede apreciar en la cita que abre este artículo, su comprensión de la teología estuvo marcada por la necesaria reivindicación de sus raíces cristianas negras, fuertemente sacudidas por el ambiente hostil por parte de la población blanca. (LCO)

LOS HOMBRES DEL MAESTRO (XI) SANTIAGO, HIJO DE ALFEO Geraldo Mórujao 1. Cuestión de los Santiagos En el N. T. además de Santiago el Mayor hay otro apóstol con el mismo nombre, S. el hijo de Alfeo (Mt 10.3; Mr 3.18; Lc 6.15; Hch 1.13), identificado por algunos con el S. “hermano” del Señor (Mt 13.55; Mr 6.3). Muy poco sabemos de su vida y actuación; los datos obtenidos de otras fuentes suman una mezcla confusa, sumamente difícil de coordinar. San Pablo “lo vio” en Jerusalén (Gál 1.19) a su regreso de Arabia y años después al finalizar su tercer viaje (Hch 21.18). Hegesipo (PG 20, 195-206) y F. Josefo (Ant. lud., XX,9,1,200; De Bello lud., 11,20,20) facilitan datos y noticias acerca de su piedad, de la veneración que por él sentía el pueblo, de su martirio y sepultura. Favorecido por el Señor con una aparición individual (1 Cor 15.7), el llamado S. el Menor por San Marcos (Mr 15.40) puede ser muy bien el hijo de una de las Marías, fue hombre de intensa oración. Nombrado obispo de Jerusalén por los apóstoles, desarrolló una celosa actividad sobre todo en la tarea de acercamiento entre judíos y cristianos. El prestigio, acrecentado con ocasión del Concilio de Jerusalén, desató odios y envidias por parte de escribas y fariseos, quienes, instigados por el sumo sacerdote Anás II, lograron llevarle a una de las almenas del Templo, desde donde lo arrojaron, muriendo luego lapidado en el año 62. 2. Identificación con el “hermano” del Señor Nada se puede decir de modo definitivo, ni hay argumento apodíctico alguno, ni la tradición es unánime, acerca de si S. el Menor, hijo de Alfeo, es el S. hermano del Señor (“hermano” en el uso bíblico es sinónimo de pariente más o menos cercano). Los que afirman la identificación se basan en: a) “y no vi ningún otro apóstol fuera de Santiago, hermano del Señor” (Gál 1.19). b) Santiago aparece como figura muy importante en el Jerusalén (Hch 15.13-22), hasta el punto de determinar una decisión del Colegio Apostólico y que San Pablo le llame “columna de la Iglesia” (Gál 2.9) junto a Pedro y Juan, relevancia sólo explicable por su condición de apóstol. c) San Lucas, que acostumbra presentar a sus personajes, no hace así con “el hermano del Señor” (Hch


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