¿POR QUIÉN VOTARÁN LOS EVANGÉLICOS’ Roberto Blancarte Milenio, 15 de mayo de 2018 EN MÉXICO HAY, GROSSO MODO, UNOS 13 millones de protestantes y evangélicos, o “cristianos”, como muchos de ellos prefieren ser llamados. Representan alrededor de 10 por ciento de la población y, por lo tanto, más o menos el mismo porcentaje del electorado. Se han convertido, por lo mismo, en parte de un mercado de electores, codiciado por más de un partido político o candidato. Y ellos han tomado conciencia de ello, por lo que también, desde hace ya por lo menos dos décadas, han intensificado sus contactos con el mundo de la política y se han replanteado su relación con el poder. Antes recitaban Romanos 13: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Ahora, sin renegar de dichas enseñanzas, han buscado otros pasajes bíblicos que se acomodan a su nueva visión de la sociedad y la política en México. Antes, por lo mismo, la mayoría de ellos votaba por el PRI, porque era el partido que defendía el Estado laico y éste era el garante de sus derechos como minoría religiosa. Una época, todavía reciente y en algunos lugares presente, en la que sus Iglesias eran peyorativamente llamadas sectas y ellos “aleluyas”. Sin embargo, desde que el partido dominante comenzó a desmoronarse y dejó de ser un partido laico para comenzar a defender posturas cercanas a la jerarquía católica, muchos evangélicos sintieron que era el momento de buscar otras opciones,
más conservadoras o más liberales. Fox les vendió la idea de que, así como la Iglesia católica era un monopolio en el ámbito religioso, también el PRI lo era en el político. Muchos se fueron con él, a pesar de la cercanía de ese candidato con la Iglesia católica. Sin embargo, el voto protestante o evangélico nunca ha sido monolítico. Su propia historia religiosa, doctrinal e institucional hace que en estas Iglesias haya una enorme diversidad de posturas. Y aunque muchas han tendido al conservadurismo y al corporativismo, hay muchas otras que no. Para muestra, un botón: el fin de semana pasado, la Asociación de Profesionistas y Empresarios de México, A.C., ligada a la Iglesia de la Luz del Mundo, organizó un enorme congreso titulado: “Laicidad; una conquista que jamás perderemos”. Sus posturas muestran un claro distanciamiento de las posiciones más conservadoras de algunos partidos que quisieran captar y representar todo el voto evangélico.
LOS HOMBRES DEL MAESTRO (XIII) SIMÓN, EL ZELOTE O CANANEO Septimio Cipriani También llamado el Cananeo en Mt 10.4 y Mr 3.18. En el Evangelio de Lucas (6.15) y en los Hechos (1.13) es denominado el Zelote (o Celotes). S. Jerónimo y algunos antiguos exegetas griegos han interpretado el sobrenombre de Cananeo en el sentido de ser oriundo de Caná: es más, alguno ha tratado de identificarlo con Natanael, oriundo precisamente de Caná de Galilea (Jn 21.2), o incluso con el novio de las bodas (Jn 2.1ss.). El apelativo procede del arameo qan'ana, palabra equivalente a la griega zelote, o sea, diligente. Mas ignoramos el motivo por el que ha sido llamado de este modo: quizá porque perteneció al partido nacionalista judío de los Celotes, o tal vez por haberse mostrado “diligente” en la observancia de la Ley. Aparte del nombre y del hecho de que era uno de los 12 apóstoles del Señor, los documentos del N. T. no dicen más de él. Varios antiguos escritores (Chronicon Pasch.: PG 92, 591.607.610; Pseudo Hipólito, De XII Apostolis: PG 10,953; Beda, Super Acta Apost. 1: PL 92,943) y algunos exegetas modernos (J. Freundorfer, etcétera) lo identifican con Simón, uno de los cuatro “hermanos”, es decir, primos o parientes, de Jesús, mencionados en el Evangelio (Mr 6.3; Mt 13.55). Si fuera cierta la hipótesis, él sería el mismo Simeón (forma semítica de Simón), también pariente de Jesús, que había gobernado como Obispo la Iglesia de Jerusalén, del 62 al 107, sucediendo a Santiago el Menor, según el testimonio de Hegesipo y de otros antiguos escritores. Durante la guerra judaica, se trasladaría a Pella junto con los demás cristianos; moriría a muy avanzada edad en tiempos del emperador Trajano y durante el mandato del gobernador Attico (cfr. S. Jerónimo, Chronicon, ed. R. Helm, Berlín 1913, 192-194). Según una tradición abisinia, Simón el Cananeo, tras haber realizado el apostolado en Samaría y haber sido luego Obispo de Jerusalén, habría sido crucificado: algunas figuras antiguas lo presentan crucificado. Otras tradiciones, más bien legendarias, señalan que habría evangelizado otras regiones siendo por último decapitado. La liturgia latina lo festeja, junto a S. Judas, el 28 de octubre; en la Iglesia griega y en la copta se festeja el 10 de mayo.