Letra núm. 597, 2 de diciembre de 2018

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FE, LECTURA Y LIBRE INTERPRETACIÓN: LA FUNCIÓN CULTURAL DE LAS TRADUCCIONES BÍBLICAS (III) ESTE CARÁCTER PLURAL, COLECTIVO Y, POR TODO ello, decididamente político, de la labor cultural llevada a cabo en la lectura de origen religioso, apasionó el pensamiento y la imaginación de sociedades enteras. Asimismo, como agregan Millet y De Robert, las rebuscadas ideas teológicas, patrimonio de los expertos eclesiásticos, comenzaron a difundirse y a ser motivo de debates en los lugares más “vulgares”. Lutero mismo lo expresó, en su peculiar estilo: “No son las letras de la lengua latina las que hay que escrutar para saber cómo se debe hablar el alemán, que es lo que hacen los asnos; hay que preguntar a la madre en su casa, a los niños en las calles, a los hombres comunes en los mercados, y tener en cuenta su boca para saber cómo hablan para traducir según eso; entonces comprenden y observan que se habla alemán entre ellos”. Como se puede ver, las reformas del siglo XVI constituyen un amplio capítulo dentro de la historia de la lectura en Occidente, cuyas características diferenciadas en cada región de Europa y en cada idioma ameritan un análisis minucioso a fin de apreciar el impacto que tuvieron en conjunto. La lectura bíblica como práctica cultural Estas perspectivas coinciden, en sus líneas generales, con los análisis de diversos estudiosos de la historia de la lectura en el sentido de que las reformas religiosas contribuyeron a modificar el ámbito de la lectura como se conoció hasta entonces y al surgimiento de una nueva “cultura bíblica” que progresivamente se afianzaría con un perfil propio durante los siguientes siglos. Para ellos, y más de allá de cualquier forma de idealización o de mitificación, la lectura, como acción cultural derivada de los diversos movimientos reformistas del siglo xvi, derivó hacia nuevas prácticas, en parte porque “la eclosión de la Reforma

coincidió con una revolución de los medios de comunicación”. El nuevo arte generado por la imprenta “modificó las condiciones del movimiento de las ideas, acelerando la circulación de los textos y reduciendo el coste de cada copia”. (J.-F. Gilmont, “Reformas protestantes y lectura”, en Guglielmo Cavallo y Roger Chartier, dirs., Historia de la lectura en el mundo occidental. Madrid, Taurus, 2001, p. 376). No obstante, Gilmont, insiste en que este impacto cultural se consolidaría mediante una larga gestación de casi 80 años debido al enorme grado de analfabetismo que existía. Apenas los impresores burgueses advirtieron las posibilidades del negocio de la lectura, la proliferación de panfletos y otros textos comenzó su expansión en Alemania, Italia, Francia y los Países Bajos, centros difusores de libros. Lo que otros enfoques denominan “la construcción de un público lector” fue resultado de los ímpetus morbosos que atraían a los lectores hacia los documentos prohibidos, con todo y el temor que producía la censura eclesiástica en todas sus manifestaciones. Además, el surgimiento de las lenguas nacionales al que, como ya se ha dicho, contribuyeron las traducciones bíblicas, influyó de manera directa en el surgimiento de ese público ávido de novedades. La denominada “guerra de los panfletos” dio origen a una mayor conciencia de la función del libro en la expansión de las ideas protestantes. Entre 1520 y 1525 circularon por toda Alemania miles de pasquines de pocas hojas, ilustrados en ocasiones. Se había establecido un público lector casi cautivo para ese tipo de prensa. (LC-O)

U N A " BI BLI A D E LA S MU J E RE S" C REA D A PO R T EÓ LO G A S EN T I EM PO S D EL # ME TO O A g enci a Fra nce Pr es s, 2 7 de no vi em bre de 2 01 8 w w w . af p. c o m/ es / n o ti ci as/ 1 7 / u na - b i b l i a - d e -l as - m uj e re s -c r ea d a - p o r t e o l o g a s -e n - ti e m po s - del -m e t o o - d oc -1 b 4 6 hb 2

CANSADAS DE VER CÓMO SE USAN LOS textos sagrados para justificar la sumisión de la mujer, un grupo de teólogas feministas protestantes y católicas unieron fuerzas para redactar una Biblia de las mujeres. Las mujeres presentadas en las traducciones e interpretaciones de la Biblia son sirvientas, prostitutas o santas. Pero mientras el movimiento #MeToo sigue exponiendo abusos sexuales en todas las culturas e industrias y muchas feministas piden dejar de lado la religión, un ecléctico grupo de teólogas insiste en que, si se interpretan adecuadamente, las Sagradas Escrituras pueden ser una herramienta para promover la emancipación de la mujer. “Los valores feministas y leer la Biblia no son incompatibles”, insiste Lauriane Savoy, una de las dos catedráticas que están detrás de Une Bible des femmes (“Una Biblia de las Mujeres”), publicada en octubre. Esta profesora de la Facultad de Teología en Ginebra, establecida por el propio padre del calvinismo en 1559, cuenta que la idea surgió cuando ella y su colega Elisabeth Parmentier se dieron cuenta de lo poco que conoce o entiende la gente de los textos bíblicos. “Mucha gente pensaba que están totalmente desfasados, que no tienen relevancia en los actuales valores de igualdad”, cuenta a la AFP la profesora, de 33 años, bajo las esculturas de Juan Calvino y otros fundadores del protestantismo en el campus de la Universidad de Ginebra. Para rebatir tales nociones, Savoy y Parmentier, de 57 años, se unieron a otras 18 mujeres teólogas de varios países y corrientes del cristianismo y crearon una colección de textos que ponen en duda las tradicionales interpretaciones de la Biblia que presentan a las mujeres como débiles y subordinadas a los hombres.


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