Letra núm. 631, 11 de agosto de 2019

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ta que etcétera’ por jamás: Is 24.14”]. Esta posición se ve reforzada por otras notas en las que interpreta que la palabra “hermanos”, cuando está referida a Jesús, significa “parientes” [véanse las notas a Mateo 13.55-56; Juan 2.12; 7.3,5]). Es más, en su “Amonestación”, al hablar de textos que plantean dificultades para la traducción, respecto de los cuales hay diversidad de pareceres, Reina afirma: “Y para satisfacer en este caso a todos los gustos, en los lugares de más importancia añadimos en el margen las interpretaciones diversas que no pudimos poner en el texto, para que el lector tome la que mejor le pareciere, si la que nosotros hubiéremos seguido no le contentare” (p. 9). Otras traducciones Como traductor, don Casiodoro sabía lo que hacía. Sabía, entre otras cosas, que otros lo habían precedido en esta tarea. No solo en la traducción al castellano; también a otras lenguas. Y, como era de esperar, echó mano de todos los recursos que tenía a su disposición. Puede decirse, con seguridad, que la base textual que fundamenta la traducción de Reina es el texto bíblico en los idiomas originales. Sin embargo, esta afirmación requiere unas precisiones: Primero: Reina utilizó traducciones antiguas: la LXX (para el Antiguo Testamento, incluidos los textos deuterocanónicos) y la Vulgata (para toda la Biblia). En su “Amonestación” habla muy parcamente de la LXX. Como esta tradujo por “Señor” (Kyrios) el Tetragrámaton, y puesto que él consideraba superstición judía la prohibición de pronunciar el Nombre sagrado de Dios, su valoración de la obra de “los Setenta intérpretes” tiende a ser negativa. Reina no sabía —no podía saber— que en copias antiguas, precristianas, de la LXX no se tradujo el

Nombre sagrado, sino que se mantuvo el Tetragrámaton (con caracteres en hebreo, paleohebreo o arameo, y aun con letras griegas). Sin embargo, reconoce Reina que los primeros cristianos “servíanse de la común versión, que entonces estaba en uso, que parece haber sido la de los Setenta” (p. 15). También declara don Casiodoro “no haber seguido... en todo y por todo, la vieja traducción latina”, de la que dice que en su época estaba “en el común uso”. Le reconoce a la Vulgata que es grande “su autoridad por la antigüedad”, pero afirma así mismo que son “muchos los yerros que tiene”, por lo que no fue “nuestra común regla”. No obstante, aclara que la consultó “como a cualquiera de los otros ejemplares” que tenía a su disposición (p. 9). También se lamenta nuestro autor de que la publicación de la versión siríaca haya salido “a tiempo que ya la nuestra estaba impresa y ansí no nos hemos podido ayudar de ella” (p. 12). Segundo: El “traductor” (como Valera llamaría luego a Reina) también aclara que usó otras traducciones. De dos de ellas habla de manera particular: (a) de la traducción latina de Santes Pagnino (1470-1536), de la que sostiene “que al voto de todos los doctores en la lengua hebraica es tenida por la más pura que hasta ahora hay” (p. 9), y (b) de “la vieja translación española del Viejo Testamento, impresa en Ferrara” (conocida como la “Biblia de Ferrara”), de la que se valió también de manera particular por cuanto da “la natural y primera significación de los vocablos hebreos” (p. 9). Critica de esta última no sólo su excesiva literalidad, que la hace en ocasiones ininteligible, sino también los errores de interpretación (los que achaca a la actitud anticristiana de los traductores).

L A R E CO N S T RU C C I Ó N I N TE G R AL D E L P UE B L O D E D I O S EMPEÑO POR HAMBRE (III) Gloria Gamboa Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 66, 2010 ESTO NO ES UN DISCURSO, ES UNA REALIDAD. EN LA COTIDIANIDAD DE LAS mujeres empobrecidas, explotadas y oprimidas se revela el Dios de la vida, el ser humano está llamado a vivir horizontes amplios de la dimensión existencial, el hombre y la mujer tienen derecho a la valoración de su corporeidad, integrar lo personal y lo público, lo particular y lo general, lo cotidiano y lo universal, sólo así se puede entender la hermandad de hijos e hijas de Dios, con igualdad de posibilidades en una tierra llena de riquezas naturales. La voz de las mujeres que no eran dueñas de tierras, que estaban sintiendo el impacto de la falta de ingresos, mientras sus maridos se dedicaban a construir el muro, era la voz más consciente de la catástrofe, pues eran ellas las que sufrían la injusticia de acreedores que eran sus propios paisanos, que habían olvidado la ley que protegía al más débil (Dt 15.7). Ellas y ellos, que debían entregarse como una mercancía más, pasando a formar parte de las y los esclavos, como producto de la injusticia social. Empeñar la vida es quedar atrapado sin los signos vitales que permitían rescatar y dignificar esa vida; las mujeres y los hombres levantan la voz y protestan porque ahí está el compromiso ético con el ser humano, que no puede quedar en palabras sino en acciones que liberan al sujeto históricamente oprimido. Se podría decir que estas mujeres de Neh 5,1- 2, estaban promoviendo un movimiento político-ideológico para cambiar esta situación social, es decir estaba en juego la construcción del futuro colectivo, con una vida digna. Oprime la élite de Judá, oprimen las élites de los pueblos vecinos que tiene sus pactos económicos con los gobernantes de turno de Judá, abusan los comerciantes; el pueblo debía hacer los aportes que garantizaran el sostenimiento de la casa de Dios, “el templo”. Todo esto era una exagerada carga tributaria para los pobres, que poco a poco fueron perdiendo todo.


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