Letra núm. 637, 22 de septiembre de 2019

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Farela, que se dice de vena liberal y admirador de la obra de Juárez, lo ha invocado con vehemencia cuando Fox le besó el anillo al papa Juan Pablo II, ahora lo traiciona. Omite por qué el 130 es un artículo que atempera la actuación política de las iglesias en una historia cargada de conflictos y guerras. No está de más recordarlo: artículo 130: “[...] los ministros de cultos no podrán desempeñar cargos públicos. Como ciudadanos tendrán derecho a votar, pero no a ser votados. Quienes hubieren dejado de ser ministros de cultos con la anticipación y en la forma que establezca la ley, podrán ser votados. e) Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo en favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco podrán en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios”. Toda libertad tiene limitaciones y todo derecho acotaciones. Un consejero electoral, la ley le prohíbe cargo público o contender en algún proceso electoral por dos años de su separación en el cargo. Mismo para gobernadores, militares o ministros de las cortes. Esto no es coartar sus derechos, son condiciones y límites razonables. Farela exagera, gran parte de las legislaciones electorales de otros países también acotan la participación de los ministros de culto. En Costa Rica se prohíbe el proselitismo político de ministros de culto. La constitución paraguaya tampoco permite ser considerados candidatos los ministros o religiosos hasta un tiempo de separación del ministerio. En Argentina, Brasil o Uruguay no aparece tal prohibición porque los

legisladores la consideraron innecesaria pues hasta hace muy poco la interlocución político-religiosa era sólo con la Iglesia católica. Hay que recordar que ésta prohíbe, en su canon 285, que los sacerdotes ocupen cargos públicos. Es falso que en México se discrimine a los ministros de culto sus derechos políticos. Estos para contender deben renunciar a su ministerio cinco años antes de ser votados y tres años para ocupar un cargo público. Se puede cuestionar el largo tiempo de separación, pero hay una enorme diferencia con querer reformar el artículo 130 por estar inspirado en el lejano el siglo XIX. Farela se dice liberal, tacha de conservador y discriminador a quien no piense como él. Su pensamiento bíblico es totalitario, milagrero y teocrático. Pese a la amistad con AMLO, Farela ha enfrentado duras críticas, ya que varias iglesias evangélicas se han desmarcado de él. El 12 de julio, Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política, recibió a 30 líderes religiosos con las feligresías más numerosas del país; también acudió el secretario general de la CEM, de la Iglesia católica, Alfonso Miranda. Es el grupo con mayor representatividad evangélica del país. Ahí, además de esbozar una ruta de diálogo jurídico para las concesiones de medios, las iglesias se quejaron y se desmarcaron del excesivo protagonismo de Farela. No sólo no es representativo, dice Abner López, sino exagera su alcance real. Tampoco es reconocido como líder ni representante de las iglesias evangélicas de peso en México. Está claro que para realizar grandes cambios no basta presumir ser amigo del Presidente.

L A R E CO N S T RU C C I Ó N I N TE G R AL D E L P UE B L O D E D I O S EL PROFETA ZACARÍAS (I) Samuel Amsler

Los últimos profetas. Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros Estella, Verbo Divino, 1996 (Cuadernos bíblicos, 90). LOS CAPÍTULOS 1-8 REFLEJAN LAS INTERVENCIONES DEL PROPIO profeta Zacarías. Empiezan en la misma época que el ministerio del profeta Hageo, el segundo año del reinado de Darío, en el mes 8º (1.1), o sea, en octubre del 520. Pero se prolongan hasta el año cuarto, el 4 del mes 9º (7.1), o sea, hasta noviembre del 518. No es excepcional la intervención de dos profetas al mismo tiempo, pero era generalmente para contradecirse mutuamente, como ocurrió con Miqueas-ben Yimlá y los profetas de la mentira (1 Re 22.6ss) o con Jeremías y Jananías (Jr 28). Es curioso que los dos profetas hablen aquí en el mismo sentido, aunque en sus libros no se encuentre ninguna mención de uno sobre el otro. Es la crónica de la reconstrucción del templo, en el libro de Esdras, la que los señala juntos (Esd 5.1; 6.14). El libro de Zacarías 1-8 se parece al de Hageo: el marco literario está constituido en los dos por un relato, las fórmulas de introducción son las mismas y las fechas se indican de manera análoga (1.1, 7 y 7.1). Se observa, sin embargo, que, a diferencia de Hageo, a Zacarías le gusta hablar en primera persona, sobre todo en el relato de sus visiones, desde 1,8, Y luego en su relato de acción simbólica (6.9) y en la recepción de algunos de sus oráculos (7.4; 8.1, 18). Esto significa que estamos probablemente en presencia de un documento salido más directamente del profeta. Más tarde, un redactor encuadró este documento, lo mismo que se hizo con los oráculos de Ageo. Después de una primera invitación a volver al Señor (1.2-6), Zacarías cuenta las visiones que había recibido durante una misma noche (1.8-6.8). El relato se ve interrumpido de vez en cuando por algunos oráculos hábilmente colocados. El profeta narra a continuación la acción profética que ha recibido la orden de cumplir (6.9-15). Los dos últimos capítulos con-


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