greso, todas ellas mujeres de color: Ilhan Omar, Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib y Ayanna Pressley. Trump escribió: “¿Por qué no regresan y ayudan a arreglar los lugares totalmente desgarrados e infestados de crímenes de los que vinieron?”. Los colaboradores de Trump negaron que sus palabras fueran racistas mientras él continuaba su ataque en Twitter, acusando a las cuatro legisladoras, denominadas “La Escuadra” por los medios de comunicación, de ser “un grupo muy racista de alborotadoras que son jóvenes, inexpertas y no muy inteligentes”. Como ciudadano estadounidense nacido en Puerto Rico, he escuchado estas palabras una y otra vez. Al igual que yo, tres de las cuatro mujeres nombradas en los tuits del presidente son ciudadanas nativas, y la cuarta, I. Omar, es una ciudadana naturalizada que vino a este país cuando era niña. Al cuestionar su ciudadanía y lealtades nacionales, el Presidente de EU no sólo revela su propio racismo profundamente arraigado, sino que también expone la descarada hipocresía de sus muchos partidarios cristianos. Como teólogo cristiano reformado, no sólo veo las políticas de inmigración de Trump, sus declaraciones públicas en Twitter y el apoyo incuestionable de su base electoral conservadora como el peor tipo de demagogia política, sino también como una afrenta para las verdades cristianas fundamentales. Como cristianos reformados en el siglo XXI, somos herederos de los esfuerzos de reforma de Juan Calvino en la Ginebra del siglo XVI, que reconoció la dimensión cívica de la fe cristiana. Al centrarse en el ministerio de Calvino en Ginebra, un exiliado francés que ministró a refugiados de
Francia, Polonia, España, Inglaterra e Italia, la tradición teológica reformada puede identificar y recuperar valiosos recursos para entablar el debate contemporáneo sobre cuestiones de inmigración y bienestar social. La visión teológica de Calvino se basa en el axioma de que Dios es bueno y justo, por lo tanto, lo que Dios quiere es, por definición, bueno y justo. La doctrina de la providencia de Calvino afirma enfáticamente que todos los eventos en plan secreto de Dios porque “nada sucede excepto lo que él decreta a sabiendas y voluntariamente” (IRC, 1.16.3). Dios verdaderamente “gobierna todos los acontecimientos” y “dirige todo por su sabiduría incomprensible y lo dispone para su propio fin” (IRC, 1.16.4). Dado este supuesto fundamental, la creencia en una providencia benévola y orientadora se deriva del conocimiento de Dios recibido a través del poder del Espíritu Santo que confirma en nuestros corazones que Jesucristo es el único Salvador. En Cristo, por lo tanto, podemos confiar en que Dios reina sobre todos, que el mal está bajo el control providencial de Dios, y que, por ende, podemos dejar de lado toda ansiedad indebida cuando nos enfrentamos al sufrimiento y al mal en el mundo. Por lo tanto, Calvino exhorta al creyente a mostrar “gratitud mental por el resultado favorable de las cosas, paciencia en la adversidad y también una increíble libertad de preocupación por el futuro, todo necesariamente se deriva de este conocimiento” (IRC, 1.17.7). Sin embargo, tal tolerancia no es pasiva, sino que conlleva las correspondientes responsabilidades sociales. […]
L A R E CO N S T RU C C I Ó N I N TE G R AL D E L P UE B L O D E D I O S EL PROFETA ZACARÍAS (VII) Samuel Amsler
Los últimos profetas. Ageo, Zacarías, Malaquías y algunos otros Estella, Verbo Divino, 1996 (Cuadernos bíblicos, 90). La cuestión del ayuno (7.1-7; 8.18-19) 7.1-7. Desde la catástrofe del 587, se observaba una jornada anual de ayuno el 5º mes (julio-agosto) para conmemorar la destrucción del templo (cf. 2 Re 25.8s). Ahora que se celebraba de nuevo el culto regularmente en Jerusalén, ¿seguía en pie esta observancia? Ésta es la cuestión que plantea una delegación enviada por los desterrados a los sacerdotes y a los profetas, al mismo tiempo que presentaban su ofrenda al templo. Zacarías aprovecha esta ocasión para intervenir de parte del Señor. Invita a los sacerdotes y a todo el pueblo a cuestionar su práctica del ayuno (v. 4-7): cuando ayunan o cuando comen, ¿lo hacen por el honor de Dios o por su propio provecho? Ya los profetas anteriores habían denunciado este ayuno puramente egoísta (cf. Is 58.3-6). 8.18-19: La verdadera respuesta de Zacarías es ésta: sea cual sea su frecuencia, los días de ayuno están desfasados respecto a la actualidad. Desde ahora habrán de ser días de fiesta y de alegría, sin olvidar la solidaridad social, basada en la verdad y que garantice la felicidad para todos. Últimas llamadas y últimas promesas (7.8-8.23) La última sección de la colección reúne algunas palabras y oráculos característicos de las perspectivas salvíficas abiertas por el mensaje de Zacarías. El orden parece obedecer a un esquema de inclusión: para abrir y para cerrar se escucha una llamada a practicar la verdad y la justicia