AMLO Y LA RELIGIÓN: EL ESTADO LAICO BAJO AMENAZA, DE B. BARRANCO Y R. BLANCARTE (II) EN LA PRIMERA PARTE DEL VOLUMEN (pp. 1590), Roberto Blancarte (profesorinvestigador de El Colegio de México), profundiza varios de los análisis que ha producido en los últimos años, en los que, con particular agudeza, ha señalado persistentemente los riesgos de la actuación de AMLO, desde antes de triunfar en las elecciones presidenciales de 2018. En la primera sección (“Los liderazgos populistas y la religión”) ubica la actuación de AMLO en el marco de lo que está aconteciendo en la política mundial actual en torno a gobernantes populistas tales como Trump en Estados Unidos, Johnson en Gran Bretaña o Bolsonaro, en Brasil. Algunas de sus características son similares: se oponen a la globalización, son nacionalistas, nativistas y proteccionistas. Otra constante es que varios de ellos están reintroduciendo “a la religión en el espacio del Estado, de donde había sido expulsada, poniendo en riesgo los objetivos de garantizar la libertad de conciencia, la igualdad y la no discriminación”, lo que conlleva también un peligro para la laicidad del Estado. […] El liderazgo personalista es otro de los aspectos comunes que apunta hacia un “mesianismo político”, sobre todo cuando se apela a fuentes sagradas o religiosas que contribuyan a legitimar el poder: “La mezcla entre religión y política, a través de una especie de cesaropapismo contemporáneo, tiene frecuente-mente efectos nocivos para
las libertades de las personas, sobre todo aquellas que, compartiendo o no una preferencia religiosa, no necesariamente coinciden en las visiones morales que éstas generan” (p. 17). En este contexto, contradictoriamente, el Estado laico se ve atacado desde dentro por quienes tendrían la obligación de afirmarlo, pues uno de los problemas que causa el populismo es que se puede afectar el entramado jurídico que garantice el respeto irrestricto a las libertades. De ahí que la introducción de elementos religiosos en la gestión pública puede distorsionar la labor de los funcionarios, máxime cuando éstos asumen que parte de su labor está al servicio de sus convicciones o dogmas. Con ello en mente, quedan bastante claros los ejemplos que proporciona sobre el accionar de AMLO, quien ya como presidente no ha cejado en su intento por hacer visible su creencia en que ciertos postulados religiosos pueden ser útiles para renovar o “regenerar” al país. Su crítica es incisiva, al referirse a un tema concreto: “El combate a la corrupción no es, para López Obrador, parte de una lucha cívica, ciudadana o gubernamental. No; se trata de una lucha religiosa, identificada además con una convicción religiosa en particular, la cristiana. Mezclada además con posturas económicas nacionalistas. Como si se quisiera construir una alianza católico-cristiananacionalista en la que el jefe del Ejecutivo es una especie de supremo sacerdote que conduce al pueblo a su salvación tanto material como espiritual (p. 26, énfasis agregado)”. (LCO) Protestante Digital, 17 de enero
LOS EUNUCOS EN LA BIBLIA: A PROPÓSITO DE ISAÍAS 56 H. Baltensweiler I. EUNOÛCHOS FUE ENTENDIDO YA por los griegos como un término compuesto de eune = lecho y echo = guardar y significaba, por consiguiente, “guardián del lecho”. Sin embargo, existe también la opinión de que la palabra es un semitismo En todo caso, eunoûchos designa primariamente el guardián del harén, y puesto que, por regla general, esta función era desempeñada por hombres castrados, la palabra adquirió el significado de castrado, eunuco Ciertamente, cuando un eunoûchos desempeña un alto cargo estatal (cf. Hch 8.26ss), a menudo no resulta fácil distinguir si el término alude a una castración efectiva o si se trata únicamente de un simple título. Cuando el término eunoûchos se usa para designar a los animales castrados o a las plantas estériles tiene un sentido figurado El verbo eunouchizo (usado literalmente sólo en 2 ocasiones) designa exclusivamente el acto de la castración castrar, capar, emascular. II. En el AT (casi la mitad de los pasajes aparecen en Ester) saris, cuando se emplea sin una reflexión especial, designa a un funcionario de la corte cuya condición de castrado no consta (Gn 39.1, Putifar, Gn 40.2 el copero y el panadero, 1 Sam 8.15 y los libros de los Reyes, funcionarios de la corte en general). Se trata, por consiguiente, de un uso puramente honorífico del vocablo, pues el eunuco no podía pertenecer a la asamblea de Israel (cf. Dt 23.1) Por esta disposición Israel se separa claramente del culto a la fertilidad existente en su entorno, que encontró su punto culminante no sólo en el