máticas, que llaman la atención por estas características, y no por aquello que quieren comunicar. Hablar sobre el texto es más difícil. En general, es importante que haya mucha más imagen y sugerencia por medio de metáforas que pensamiento intelectual y doctrinal. Muchas obras son Teología puesta en metro y rima, y dejan de lado todas las cualidades de la poesía: la metáfora, los sentimientos, la expresividad emotiva, etcétera. ______________________________________
EL CMI L AMENTA EL FALLE CIMIENTO DEL RE V. PABLO SOSA “Con gran tristeza recibimos la noticia del fallecimiento del Rev. Pablo Sosa, uno de los antecesores de la espiritualidad ecuménica mundial”, dijo el Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). […] El Rev. Terry MacArthur, jubilado del CMI, reflexionó sobre el sentido que había encontrado al trabajar con el pastor argentino. “Para Sosa, el desafío del culto ecuménico no se resolvía añadiendo unas maracas y un tambor, sino que implicaba encarnar la teología del otro y, en
el proceso, comprender con mayor claridad cómo nuestras suposiciones nos determinan”. El Rev. Mikie Roberts, responsable del programa del CMI de vida espiritual, habló del legado de Sosa, diciendo que era “tangible, pues años después sus canciones siguen dando forma a la espiritualidad y la teología ecuménicas a nivel local y mundial. Oramos por que su legado sirva de inspiración a la próxima generación de músicos eclesiales”. “Su don especial: hacer cantar a la comunidad’ A lo largo de su vida laboral, su conciencia social amplió su visión de infundir nueva esperanza a través de las canciones. Sosa a menudo describió el culto como una fiesta de los creyentes, donde todos son bienvenidos. Fue reconocido por muchos por su don de hacer cantar a las congregaciones. Como compositor, en la mayoría de sus canciones Sosa incursionó en el lenguaje musical latinoamericano, con himnos como “Que esta Iglesia sea un árbol” dada a conocer mundialmente en la 10a Asamblea General del CMI en Busan (Corea), en 2013.
C A NTO A JERUS AL ÉN, LA CIUDAD DEL S EÑO R Horacio Simian Yofre Isaías 60.1-22 es un canto a la ciudad de Jerusalén, en el cual se entretejen motivos que aparecen en diferentes textos del Segundo y Tercer Isaías. La ciudad no ha sido aún restablecida en toda su gloria, pero el apremio del anuncio supone que su restauración ocurrirá en muy breve tiempo. La composición presenta algún rasgo universalista, pero no esconde sus sentimientos nacionalistas de desquite. El canto está encuadrado por Is 60.1-3, 19-22, pasajes en los que aparece la luz como motivo central. Luz e iluminar, resplandor, amanecer y aurora, sol y luna, son los términos que dominan estos versos, a los cuales se contraponen noche, oscuridad y tinieblas. La gloria del Señor (es decir, el Señor mismo) se convierte en luz perpetua para Jerusalén que es invitada a surgir de las tinieblas y a convertirse en luz esplendorosa recordando el oráculo de Is 9,1. En Is 60,3 se sugiere que el beneficio del Señor como luz se extiende no solo a Israel, sino a todas las naciones y sus reyes. Pero Jerusalén tiene otra razón para sentirse dichosa y saltar de júbilo: los desterrados retornan y, a lomos de camellos y dromedarios o cargados en naves que vienen de tierras lejanas, afluyen a la ciudad dones valiosos y abundantes, entre los que no faltan animales de primera calidad para contribuir al esplendor de los sacrificios del templo (Is 60.4-9).